Muy buenos días, amados amigos y hermanos aquí presentes; es para mí un privilegio grande estar nuevamente con ustedes.
En estos días, pues, como ya pueden ver, estoy en Puerto Rico por una buena temporada. Nuestro hermano Bermúdez se fue solito para México, Guatemala y Costa Rica. Por poco me voy con él, pero me aguanté; y he deseado estar con ustedes acá, y aprovechar bien el tiempo, y traer todo lo que Dios me dé para ustedes aquí presentes, y para todos los hermanos de toda la América Latina y otros lugares de diferentes continentes.
Y yo creo que Dios me ha estado ayudando, y ha estado escuchando vuestras oraciones; y creo que ha sido una temporada maravillosa, esta en la cual he estado aquí en Puerto Rico; y si la cosa es así, deseo quedarme más tiempo en Puerto Rico, para seguir trayéndoles la Palabra de Dios.
Cuando único yo deseo irme de Puerto Rico, ¿saben cuándo es? Cuando no recibo nada de parte de Dios para ustedes; porque, ¿qué voy yo a hacer aquí, presentándome ante ustedes sin tener lo que ustedes vienen a buscar de parte de Dios? Si Él no me da para ustedes lo que ustedes esperan y lo que Él ha prometido para ustedes, ¿qué hago yo aquí? Mejor me voy a otro país. Y si allá Dios me da lo que Él tiene para el pueblo, pues allá lo predico, y luego ustedes lo reciben en cassettes, en películas y en folletos también.
Pero siempre siempre deseo que Dios me dé mucho aquí en Puerto Rico; y por eso algunas veces cuando me da mucho, yo algunas veces no encuentro qué hacer con el tiempo, porque el tiempo se me pasa volando; y como ustedes a lo que vienen a buscar es Palabra, el alimento espiritual para vuestras almas, pues yo tengo que darles todo lo que Dios me da para ustedes.
Y algunas veces pues sucede como sucedió allá en los tiempos pasados, en donde el pueblo tenía que estar escuchando la Palabra muchas horas (algunas veces un día, dos días corridos, o tres días); y cuando es así, para mí es motivo de mucha alegría, porque podemos tener mucho alimento espiritual, y también almacenar mucho alimento para todas las demás personas de los diferentes países.
Cuando no hay es cuando yo me pongo triste; y ustedes también se ponen tristes. Y es que si uno no ha podido recibir nada, ¿qué uno puede dar, si no recibe nada? Yo no puedo inventarme algo para sustituir la Palabra. Mejor prefiero repetir algo de lo que ya se ha hablado, y dar un repaso, pero no añadirle ni quitarle a la Palabra que Dios tiene para el tiempo nuestro. Bueno, pero aun en los repasos nos gozamos y disfrutamos lo que ya Dios nos ha dado.
Bueno, en esta mañana, vamos inmediatamente a buscar en nuestras Biblias, y vamos a buscar en el Evangelio según San Juan, capítulo 5, verso 30 hasta el 40… (Si no han conseguido la lectura bíblica para esta mañana, pueden escuchar la lectura). Dice Jesús, hablando en el evangelio según San Juan, capítulo 5, verso 30 hasta el 401:
“No puedo yo de mí mismo hacer nada: como oigo, juzgo: y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad, mas la voluntad del que me envió, del Padre.
Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.
Otro es el que da testimonio de mí; y sé que el testimonio que da de mí, es verdadero.
Vosotros enviasteis á Juan, y él dió testimonio á la verdad.
Empero yo no tomo el testimonio de hombre; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos.
Él era antorcha que ardía y alumbraba: y vosotros quisisteis recrearos por un poco á su luz.
Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan: porque las obras que el Padre me dió que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me haya enviado.
Y el que me envió, el Padre, él ha dado testimonio de mí. (Y el que me envió, el Padre, Él ha dado testimonio de mí). Ni nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su parecer.
Ni tenéis su palabra permanente en vosotros; porque al que él envió, á éste vosotros no creéis.
Escudriñad las Escrituras, porque á vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.
Y no queréis venir á mí, para que tengáis vida”.
Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones, y nos hable en esta mañana a nuestros corazones, y nos alimente espiritualmente: a nosotros aquí, en esta mañana, y a los hermanos allá en otros lugares, en otros países; y use poderosamente también a nuestro amado hermano Bermúdez allá en Guatemala, donde creo y espero que se encuentre en este domingo y en esta mañana.
El Señor Jesucristo, hablándonos, nos dice que las obras que el Padre le dio para hacer, las cuales Él hacía, daban testimonio de que el Padre lo había enviado. Las obras daban testimonio de que Él era el Enviado conforme a la promesa divina para aquella hora; y Él era identificado por Su Obra.
Cada Enviado de Dios es identificado por su obra; porque la Obra que Dios le da para hacer en el tiempo, en la edad o dispensación en que es enviado, lo identifica como el Enviado de Dios para ese tiempo; porque todo Enviado de Dios es enviado para hacer la Obra de Dios para ese tiempo. Y esa Obra es lo que identifica a ese hombre como el Enviado de Dios para esa hora.
Juan el Bautista fue identificado como el Enviado de Dios para prepararle el camino al Señor, por la Obra que hizo de prepararle el camino al Señor. Juan el Bautista fue identificado como el Enviado del Señor para traer el Mensaje que prepararía al pueblo cuando él salió del desierto clamando, predicando: “Aparejad el camino del Señor”. Él fue identificado por la Palabra profética que decía: “Voz de uno que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor”2.
Y cuando Juan estuvo clamando y preparándole el camino al Señor, eso que él hizo era su Obra; porque él había sido enviado para hacer esa Obra; y cuando la hizo, esa Obra lo identificó a él como el Enviado de Dios.
Y anteriormente, Moisés, por ejemplo, fue identificado como el Enviado de Dios para el éxodo, para la liberación del pueblo hebreo, cuando él hizo la Obra que Dios le dio para hacer; porque la Obra que Moisés hacía, lo identificaba como el Libertador de Israel. Y Dios se identificaba a través de él como el Libertador, porque Dios había dicho que con mano fuerte Él libertaría al pueblo hebreo. Pero siempre siempre, para Dios cumplir lo que Él ha prometido, Él ha utilizado seres humanos.
Uno es el tiempo en donde Dios hace la promesa, y otro es el tiempo en donde Dios cumple su promesa. Toda promesa que Dios ha hecho, la ha dado a conocer a través de una persona; y toda promesa que Dios ha cumplido, toda promesa que Él ha hecho de que ha de llevar a cabo algo, y que lo ha de llevar a cabo a través de carne humana, siempre lo ha cumplido a través de un ser humano.
Por eso tenemos que ver y entender que cuando Dios se mueve a la escena para Él cumplir lo que Él prometió, siempre allí estará el Enviado de Dios para hacer la Obra de Dios que le será encomendada a ese hombre.
Así fue con Moisés, así fue con Juan el Bautista, así fue con Jesús; y Jesús decía: “El Padre que me envió, Él da testimonio de mí”3. Y decía: “Si creyereis a Moisés, creerían ustedes en mí, porque de mí habló Moisés”4.
Porque Moisés habló por Palabra de Dios; y lo que Moisés hablaba, era lo que Dios hablaba; porque Moisés solamente repetía lo que oía de Dios. Y Moisés escuchó de parte de Dios que Dios levantaría un profeta como él, y pondría Su Palabra en su boca; y él hablaría lo que Dios le mandare5; él llevaría a cabo entonces la Obra de Dios para ese tiempo en que él viniese.
Y Moisés, siendo profeta, vio lo que acontecería en el futuro de Israel en cuanto a la Venida del Mesías, del Enviado prometido, y por eso habló de Él.
Y todos los profetas hablaron de la Venida del Mesías: hablaron de la Primera Venida y hablaron de la Segunda Venida. Ninguno de ellos especificó claramente la Primera Venida y la Segunda Venida. Y muchas personas allá en el tiempo de la Primera Venida, tenían todo lo relacionado a la Primera Venida junto a lo de la Segunda Venida; y muchos esperaban ver cumplido lo de la Segunda Venida en la Primera Venida del Señor. Pero cada cosa tiene su tiempo; y cada cosa tiene al Enviado que cumplirá lo que Dios ha prometido.
Jesús sabía eso, por eso Jesús decía: “La Obra que el Padre me dio para hacer, esa es la obra que yo hago; y esa obra da testimonio de que Él me envió”6. Porque el Enviado es identificado por su Obra.
A través de las edades de la Iglesia gentil, Dios envió para cada etapa de la Iglesia gentil un mensajero; y ese mensajero, siendo el Enviado del Señor Jesucristo, era identificado por la Obra que Dios le dio para hacer.
Esa Obra que llevó a cabo cada mensajero de cada edad, lo identificó como el mensajero de esa edad, de esa hora en que vivió; porque cada mensajero captó el Mensaje y la Obra de Dios para ese tiempo, y proclamó el Mensaje para ese tiempo, e hizo la Obra de Dios para ese tiempo: y recogió a los escogidos de Dios de ese tiempo con el Mensaje, con la Obra que hizo de parte de Dios.
Fue el Señor Jesucristo en cada mensajero, porque era la Obra del Señor Jesucristo manifestada en cada edad de la Iglesia gentil, y era el Mensaje del Señor Jesucristo; pero como el Señor para manifestarse, para hacer Su Obra, necesita un ser humano, Él utilizó siete mensajeros, siete ángeles mensajeros en las siete edades de la Iglesia gentil, en las siete etapas de la Iglesia gentil durante la Dispensación de la Gracia, la dispensación gentil. Y la Obra que cada uno de ellos hizo, le identifica a cada uno de ellos como el Enviado del Señor para la edad en que apareció cada uno; y la Obra de Dios fue llevada a cabo en cada edad.
Y cada grupo de cada edad es identificado con el mensajero y la Obra que hizo el mensajero. Porque luego, junto al mensajero de cada edad, el grupo de cada edad trabajó arduamente para que esa gran labor divina se expandiese y cubriese el área que Dios había señalado en Su Plano, en Su Programa, que cubriría la Obra señalada por Dios para ese tiempo.
Y esa Obra Divina de cada edad, manifestada, hecha por cada mensajero, siendo una promesa divina, siendo una Palabra hablada que se cumpliría en cierto tiempo, ese mensajero con esa Palabra vinieron a ser una misma cosa. El mensajero y la Palabra para ese tiempo, y la Obra de Dios para ese tiempo, vinieron a ser una misma cosa.
Y la Palabra, siendo Luz, cuando la Palabra se hizo carne en el mensajero de esa edad, la Luz de Dios se hizo visible en esa edad para alumbrar el entendimiento, los ojos espirituales, de las personas de ese tiempo; para que pudieran ver el Plan, el Programa de Dios, y pudieran entrar al Programa de Dios y recibir la bendición divina, y venir a formar parte del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
En el grupo de cada etapa, de cada edad de la Iglesia gentil, entonces se hizo carne también el Mensaje del mensajero de esa edad; y la Obra de ese mensajero vino a ser entonces la Obra, también, del grupo de esa edad; y él vino a ser entonces el líder del pueblo de Dios para esa edad.
Porque el Liderato del Señor Jesucristo se manifestó en cada mensajero de cada edad; y fueron manifestados, a través del mensajero de cada edad, atributos del Señor Jesucristo; y fueron hechas para cada edad promesas divinas, las cuales pertenecen a los hijos de Dios.
Y pasando el tiempo hemos llegado al fin del tiempo, en donde Él dijo que antes del día grande y terrible del Señor, Él enviaría a Elías, el cual convertiría el corazón de los hijos a los padres; porque el corazón de los padres a los hijos ya lo hizo el tercer Elías, que fue Juan el Bautista. Juan el Bautista vino convirtiendo el corazón de los padres a la fe de los hijos, a la fe de los apóstoles. Y el cuarto Elías vendría convirtiendo el corazón de los hijos a la fe de los padres7.
Por eso encontramos que en el tiempo final, el Señor Jesucristo estaría cumpliendo las cosas que Él prometió para este tiempo final. Y la venida del profeta Elías no es otra cosa que la venida del espíritu ministerial de Elías en un hombre, para convertir el corazón de los hijos a la fe de los padres. Y haciendo eso, él estaría precursando la Segunda Venida del Señor, o sea, preparándole el camino al Señor para que en Su Segunda Venida el pueblo esté apercibido, preparado, y sepa cómo, cuándo y dónde, y qué ha de hacer el Señor en Su Segunda Venida; para que esté apercibido el pueblo, así como Juan el Bautista allá preparó al pueblo para recibir al Señor en Su Primera Venida.
Y cuando el Señor estuvo sobre la Tierra en Su Primera Venida, Juan el Bautista dijo que vendría como Cordero de Dios, ¿para qué? Para llevar a cabo la Obra de Cordero de Dios, para llevar a cabo la Obra de la Redención por Su Sangre, la redención de los hijos de Dios.
Por eso cuando en una ocasión Juan el Bautista en su mensaje dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”8, señalando a Jesús de Nazaret, él allí estaba presentándole al pueblo que había preparado, presentándole a la persona que él le estaba preparando el camino; lo presentó como Cordero de Dios, presentó allí la Obra que el Señor habría de llevar a cabo.
Y Juan, siendo la Palabra prometida que prepararía el camino al Señor, Juan, dice el Señor Jesús que era una antorcha que ardía y alumbraba, y la gente quisieron caminar en su luz9. Porque es que la Palabra prometida, una promesa divina que Dios hace, cuando se cumple, viene a ser luz para la gente. Y Juan era una luz, una antorcha que estaba ardiendo, encendida, y que estaba alumbrando; y la gente quisieron caminar a su luz; muchas personas, no todas. Los religiosos de aquel tiempo, los líderes religiosos, el sumo pontífice, los sacerdotes de aquel tiempo, los fariseos y los saduceos, no querían caminar en su luz, el 90 o 99% de ellos; porque ellos decían: “Nosotros tenemos a Moisés”; pero Dios allí les tenía a Elías.
Y cuando Dios trae el ministerio profético de alguien, mire, usted no puede decir: “Yo tengo a otro profeta”; sino que al que hay que tener es al que Dios envía. Porque no importa cuántos profetas Dios haya enviado en el pasado, el que tiene valor delante de Dios, para hacer la Obra de Dios para ese tiempo, es el profeta que Dios envía para ese tiempo. Los demás, aunque hayan sido buenos profetas, no son el Enviado de Dios para ese tiempo.
Por lo tanto, la gente no puede escudarse tras otro profeta; no pueden poner de excusa: “Nosotros creemos o nosotros tenemos a otro profeta”. El que hay que tener es al que Dios envía en ese tiempo para esa Obra. Porque el que Dios envió en otro tiempo, vino enviado con una Obra para hacer para ese otro tiempo, y la gente que tenía que recibirlo era la gente del tiempo en que Dios lo envió.
Y para todos los tiempos hay una Obra Divina. Y esa Obra Divina es la Obra que trae la bendición para los seres humanos, es la Obra que prepara a todas las personas para recibir vida eterna en el tiempo en que ellos viven. Cuando esa Obra es hecha, el Mensaje de ese tiempo es vida eterna para la gente.
Por eso el Señor decía: “Mis palabras son Espíritu y son Vida”10. Y decía: “El que oye mi Palabra, tiene vida eterna”11. ¿Por qué? Porque Él era el Enviado para ese tiempo. Y siendo el Enviado para ese tiempo, Él tenía palabras de vida eterna para la gente de ese tiempo.
Porque es el Enviado el que viene con palabras de vida eterna para la gente de su tiempo, porque Dios dijo: “Profeta de entre vuestros hermanos, os levantará el Señor. Y pondré mis palabras en su boca, y él hablará todo lo que yo le mandare”.
¿Por qué? Porque un profeta no habla de sí mismo, sino que habla las palabras de Aquel que le envío; y con esas Palabras, con ese Mensaje, él da a conocer la Obra que Dios prometió para ese tiempo; y con ese Mensaje él lleva a cabo la Obra Divina para ese tiempo; y con ese Mensaje él trae vida eterna para la gente de ese tiempo.
Por eso el Señor decía: “El que oye mi Palabr, tiene vida eterna”; porque no hay otra forma para Dios darle vida eterna a la gente, porque Él todo lo hace por Su Palabra.
Toda vida que Él ha traído a existencia ha sido por Su Palabra. Y el Señor Jesús conocía esas cosas. La Biblia dice [San Juan 1:1]:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.
Y dice también [verso 14]:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…”.
Cuando el Verbo, la Palabra, se hizo carne, entonces se llamaba Jesús de Nazaret. Él era el Verbo hecho carne, la Palabra hecha carne.
Cuando la Palabra se hizo carne en la primera edad de la Iglesia, se llamaba San Pablo; por eso San Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”12. Era Cristo hecho carne en San Pablo, en la porción que le correspondía a aquella edad.
Y así fue en el Antiguo Testamento: cada vez que aparecía un profeta con el Mensaje de Dios para ese tiempo, era la Palabra hecha carne en ese hombre; pero era una porción: la porción que le correspondía a esa etapa o edad en el Plan de Dios.
Pero cuando vino el Señor Jesús, era la Palabra en toda Su plenitud, para cumplir en toda Su plenitud el Programa que Dios tenía para esos días, que era el Plan o Programa de Redención por la Sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios, el cual había sido tipificado allí en el Antiguo Testamento en el cordero del sacrificio allá por el pecado del pueblo.
Él vino a ser nuestra Pascua13. Él vino a ser la persona que cumplió los tipos y figuras para redimir por Su Sangre a todos los hijos de Dios. Y así es que funciona el Programa de Dios.
El Plan de Dios es sencillo; y todo esto, para muchas personas, a través de los siglos, a través de las edades, a través de todas las dispensaciones, ha sido una locura; porque no lo han podido entender los pueblos, las naciones; no lo han podido entender las universidades para enseñarlo a la gente que van a las universidades; y por esa causa, muchas personas, y aun instituciones que enseñan a la gente, han pensado que esas cosas acerca de Dios es un mito o es un fanatismo; y algunos han dicho que Dios es la naturaleza; otros han dicho que Dios no existe; y así por el estilo, han sacado diferentes opiniones a través de la sabiduría del árbol de ciencia del bien y del mal.
Pero a través del Árbol de la Vida, a través de la Sabiduría y la Ciencia Divina, nosotros podemos entender que Dios tiene un Programa, el cual Él comenzó, y Él ha de continuar hasta llevarlo a la culminación, en donde todo llegará a la perfección.
Muchas personas han deseado ver a Dios a través de los siglos, de las edades y de las dispensaciones; pero solamente ha habido una forma para ver a Dios: y es a través de la Obra que Dios tiene para cada edad, para cada etapa, la cual Él manifiesta a través del mensajero de cada edad. Y para conocer la Obra de Dios para esa edad, hay que conocerla a través del mensajero de esa edad o de esa dispensación. No ha habido otra forma en ninguna edad o en ninguna dispensación.
Y Dios no hace nada sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas14; para eso es que ha tenido profetas y tendrá profetas; porque siempre que Dios vaya a hacer algo, Él lo tendrá que revelar al profeta de Dios, al profeta que Él envíe para ese tiempo en donde Él ha de llevar a cabo esa Obra que Él ha prometido. Lo da a conocer, primero lo promete por un profeta, y luego lo cumple por un profeta; y lo abre al público, lo revela, revela ese misterio al público a través del mensajero que Él envía para hacer esa Obra.
Nadie más podrá revelar, nadie más podrá darle a conocer al público la Obra de Dios para el tiempo en que Dios va a hacer esa Obra, sino el mensajero de ese tiempo. Él es el que abre al público ese misterio.
De los misterios que ya Dios abrió al público, cumpliéndolos a través de los mensajeros de cada edad o cada dispensación, cualquier mensajero puede hablar; pero de los que Él estará cumpliendo, solo aquel a través del cual lo cumplirá será el que podrá revelarlo, abrirlo al público.
Los demás, del pasado, solamente pueden apuntar, señalar: “Viene tal cosa, Dios hará tal cosa, Dios usará un hombre, Dios hará esto, Dios hará esto otro”; pero decir: “En tal persona estará haciendo tal cosa y tal cosa”, y señalarlo por el nombre, solamente el mensajero en el cual Él cumpla eso, será la persona que podrá, en una forma sabia, en una forma que Dios le dé para hacerlo, ese será el único que podrá identificar esa promesa con eso que él estará haciendo; él será el único que podrá decir: “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos y ante vuestros ojos”.
Los demás podrán decir: “Viene, Dios hará”; pero cuando llegue aquel a través del cual Dios hará y cumplirá, él podrá decir: “Hoy se está cumpliendo esta promesa; hoy se está cumpliendo esta otra promesa; hoy se está cumpliendo esta promesa también”. Y él será la Luz para todos los seres humanos que vivan sobre la Tierra, para alumbrarles la mente, el entendimiento, los ojos espirituales. Y él llamara a la gente en ese tiempo diciéndoles: “¡Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo!”. ¿Cómo? Con el Mensaje correspondiente a ese tiempo que viene y que es colocado en la boca del mensajero de ese tiempo.
Así ha sido a través de las edades del pasado, de las dispensaciones del pasado, y así será en nuestro tiempo. Cuando han pasado edades y dispensaciones, y nosotros las estudiamos, podemos ver cómo Dios obró, cómo Dios cumplió las promesas para esas edades y dispensaciones del pasado. Y Dios no cambia Su forma de obrar: como Él hizo, así seguirá haciendo. Lo que es, ya fue en el pasado; y Dios restaura lo que pasó15. Así es como Dios siempre ha de hacer.
El Señor Jesucristo habló de todo eso. Muchas personas dicen: “Los profetas, hasta Juan profetizaron16; así que no hay más profetas”. El que piensa en esa forma, piensa contra sí mismo; porque si Dios no tiene más profetas después de Juan el Bautista, la humanidad completa estará ciega desde Juan el Bautista para acá, sin entender los planes y propósitos de Dios; y Dios entonces tendría que cruzarse de brazos porque no tiene a través de quién obrar en la Tierra. Porque Dios solamente obra a través de Su Enviado para cada etapa.
Pero, dice la Escritura que Dios enviaría profetas. Jesús dijo que serían enviados profetas. Y San Pablo dice que Dios puso a unos, en la Iglesia, apóstoles, y a otros profetas, y a otros evangelistas, y a otros pastores, y a otros maestros o doctores17.
¿Por qué tratar de decir que Dios no enviará o no tendrá más mensajeros en la Tierra, que reciban la revelación divina de la Obra de Dios para el tiempo en que Él quiere hacer Su Obra y darla a conocer a Sus hijos? ¿Por qué vamos a creer y a pensar en una forma tan negativa, cuando Dios ha hecho promesas positivas en favor de Sus hijos?
“No hará nada sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas”. Cualquiera que piensa que Dios no enviará profetas, piensa que Dios no hará (¿qué?) nada; porque dice: “No hará nada sin que lo revele a Sus siervos los profetas”. Si no envía profetas, pues no hace nada. Porque ¿qué va a hacer, si no tiene a través de quién hacer algo, y a través de quién revelar la Obra que Él va a hacer?
El pueblo sin profeta, sin vidente, perece; sin visión el pueblo perece. Y la visión la tiene siempre el profeta que Dios envía en cada tiempo.
Por eso es que a través de la historia del cristianismo, y también del judaismo, han habido tantas discusiones, tantas discusiones religiosas; unos diciendo: “Esto quiere decir tal cosa”; otros diciendo: “No, esto significa tal cosa”; otros diciendo: “No, esto significa esto otro”. Y así es como han aparecido tantas sectas religiosas y tantas religiones sobre la Tierra; porque cada persona y cada grupo ha querido interpretar la Palabra de Dios; y eso así no funciona.
Dios es Su propio Intérprete; y Él interpreta Su Palabra al cumplirla. Y cuando Él quiere darle al pueblo la interpretación de algo, Él cumple eso que prometió; y a través del cumplimiento de eso se conoce el significado de esa promesa.
Cuando se hablaba de la Primera Venida del Mesías, de que la virgen concebiría y daría a luz, de que un niño nacería: unos opinaban de una forma, otros opinaban de otra; pero cuando apareció ese niño, cuando la virgen concibió y nació ese niño, esa era la interpretación de Dios.
Algunos podían decir: “El niño tendrá que ser hijo del sumo sacerdote”; que era lo más natural que todos pensaran: que sería hijo del sumo sacerdote; porque si iba a ser un ministro, y si era lo más grande que Dios habría de enviar, pues debía venir a través de un sumo sacerdote que viviera en ese tiempo; para que pudiera ser ¿qué?, para que pudiera ser un sacerdote, pudiera ser un gran líder religioso, y pudiera honrar así el sacerdocio levítico, y convertirse en la cabeza del sacerdocio de aquel tiempo.
Pero sin embargo vino desligado completamente del sacerdocio según el orden de Leví; porque Él venía según el Orden Celestial, según el Orden de Melquisedec.
Así que la gente en aquel tiempo estaban todos confundidos, esperando al Mesías en una forma; y cuando vino en aquella forma sencilla, simple, los confundió a todos el cumplimiento de la promesa de Dios. Y la Obra que le fue encomendada hacer a Jesús confundía a los líderes de aquel tiempo; porque (como decimos nosotros) un “jibarito de Nazaret” diciendo que Él era el cumplimiento de aquella promesa divina, eso era una cosa grande, eso era una cosa que no se podía aceptar en un joven como aquel, que no había ido a los institutos, ni a los seminarios, ni a las instituciones religiosas para recibir un bachillerato o un doctorado en divinidad acerca de la religión hebrea.
Por eso algunos decían: “¿Cómo sabe este estas cosas sin haber estudiado, sin tener letras? ¿Cómo él sabe todas estas cosas?”. Porque Él no era un doctor en la Ley de Moisés, certificado por la religión hebrea. A Él le decían “Rabbí” porque era Maestro, porque enseñaba; pero fue un título que le dieron Sus seguidores, y aun los líderes religiosos, porque era Maestro18. Un maestro era un rabbí, pero no era rabino conforme al orden de los levitas. Pero como era un Maestro, enseñaba la Biblia, le decían “Rabbí”, le decían que era rabino, un rabbí; pero no era un rabino conforme a la Ley de Moisés, conforme a la tribu de Leví, porque no era de esa tribu.
Así que podía la gente decir que era un impostor, porque podían decir: “Sus seguidores le dicen rabino o le dicen Rabbí, pero él no lo es; él ni se ha graduado de nuestro semanarios, ni tampoco siquiera es de la tribu de Leví”. Así que, conforme a como la gente podía ver las cosas, era un impostor; uno que estaba tratándose de meter entre el pueblo para que creyesen que Él era Aquel del cual Dios decía que habría de venir, pero que no era ese hombre.
Pero conforme al Plan de Dios: Ese era el hombre, Ese era el Enviado de Dios. Y las obras que Él hacía, las cuales el Padre le dio para hacer, lo identificaban. Él era identificado por Su Obra. Él decía: “Si no pueden creer en mí, crean a las obras, porque ellas dan testimonio de mí; ellas son las que dan testimonio de mí”. Y “el Padre da testimonio de mí”. Porque todo lo que el Padre había dicho, a través de los profetas, que se cumpliría en un hombre, se estaba cumpliendo en ese hombre; aunque ellos vieran que era un hombre sencillo de allá de Nazaret, un joven sencillo, el cual no tenía estudios, pues aunque ellos vieran esa sencillez en ese hombre, Él les decía a ellos: “Crean en las obras; aunque ustedes no creen en mí, crean a las obras. Esas son las obras que hará el Enviado”.
En palabras más claras: “Si ustedes no pueden creer en mí, crean a esas obras; porque el Enviado de Dios, el Mesías, va a hacer esas obras. Miren, si ustedes pueden ver a otro que haga esas obras, miren, ese es el Enviado; así que crean a esas obras”.
Pero no habría otro que pudiera hacer esas obras, porque solamente el Enviado de Dios para cada edad o cada dispensación es el que conoce la Obra que Dios va a hacer a través de ese Enviado; y es a ese Enviado al cual Dios le revela la Obra que él debe hacer.
Y Él le dice: “Ve adelante; di estas cosas y haz estas cosas, y yo estaré contigo. Yo seré entonces el que haré, a través de ti, esas cosas que prometí; tú solamente serás el velo de carne que yo utilizaré. Y el que te ha visto a ti, me ha visto a mí”.
¿No fue eso lo que dijo el Señor Jesús? “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre, ha visto al que me he envió”. ¿Por qué? Porque el que lo envió estaba obrando a través de Su Enviado. Era la Obra del Padre hecha a través del Enviado.
Y esa es la Obra que tiene valor en la Tierra en el tiempo en que es llevada a cabo; esa es la obra más importante para todos los seres humanos, esa es la obra más importante para Dios, porque es el Programa de Dios manifestado, llevado a cabo en esta Tierra. Y esa Obra manifestada en y a través de un hombre, viene a alumbrar la mente, el entendimiento, los ojos espirituales de la gente de ese tiempo.
Rechazar al mensajero enviado de Dios y la obra que él hace, es rechazar al que lo envió, es rechazar la Luz que ha venido al mundo para alumbrar, para que así la gente pueda ver y entender el plan y propósito divino para ese tiempo.
¿Cómo conoceremos al Enviado de Dios? Lo conoceremos, lo identificaremos, por su obra. Porque lo que Dios prometió que habría de hacer, será hecho por ese que Él envía; porque esa es la Obra de Dios manifestada. Y el que quiera hacer la Obra de Dios: la Obra de Dios es que creáis en el que Él ha enviado19. Y creyendo en el que Él ha enviado, entonces se estará en la Obra de Dios para ese tiempo, recibiendo la Obra de Dios y creyendo en la Obra de Dios.
Jesús dijo en una ocasión: “Si no creyereis que yo soy, en vuestros pecados moriréis”20. Mire usted lo que es un mensajero para una edad o una dispensación: es el centro de la Obra de Dios para ese tiempo; creer en él es bendición para el que cree. Por eso dijo el Señor aquí, fíjese, dijo:
“Y no queréis venir á mí, para que tengáis vida”.
No querer venir al Enviado es no querer venir para tener Vida; pero venir al Enviado, es querer venir para tener vida eterna.
Por eso el Señor, vean ustedes, decía también: “Escudriñad las Escrituras. Porque en ellas os parece que tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”21.
Las Escrituras siempre darán testimonio del Enviado de Dios para cada edad o cada dispensación. Una persona que diga que es el Enviado de Dios para ese tiempo, tiene que tener el testimonio del que lo envió. El que lo envió tiene que dar testimonio en la Escritura de que Él enviaría a esa persona; y la obra que él hace es lo que lo identifica a él como el Enviado.
Si lo que está haciendo esa persona que dice que es enviada de Dios, no es lo que Dios prometió que sería hecho para ese tiempo, ese no es el Enviado de Dios; porque la obra que hace no lo identifica como el Enviado de Dios, porque la obra es lo que identifica a cada Enviado.
Y cualquiera que diga que es un enviado de Dios…, y muchos dicen que son el Enviado de Dios en diferentes tiempos, en diferentes edades, en diferentes dispensaciones, muchos han dicho que son el Enviado de Dios para ese tiempo; pero la obra que han hecho los ha identificado como falsos profetas, como falsos Cristos en el tiempo en que ellos han reclamado ser el Enviado de Dios; porque la obra que han hecho ha sido la obra de falsos profetas, de falsos Cristos, que dijo Dios que harían en ese tiempo.
Pero el verdadero Enviado de Dios hace la Obra de Dios para ese tiempo, la Obra del que lo envió. Ese es el que conoce la Obra que Dios tiene para hacer en ese tiempo; es a ese al cual Dios le revela, porque está comprometido con uno.
Dios no se compromete con muchos, porque Dios solamente envía uno en cada edad y uno en cada dispensación. Y con ese es que Dios está comprometido para revelarle y darle la Obra para ese tiempo. Y ese es el que por revelación divina recibe el conocimiento del Programa, del Plan de Dios para ese tiempo; ese es el que recibe el Mensaje Divino para proclamarlo en ese tiempo; ese es el que hace con esa Palabra la Obra de Dios para ese tiempo; y por su Obra es identificado como el Enviado del Señor para ese tiempo.
Y los otros que reclaman ser el Enviado de Dios, vienen a ser descubiertos como falsos profetas, falsos Cristos, que aparecen para engañar, si es posible, aun a los escogidos.
Cualquier otra persona que no sea el Enviado de Dios para hacer la Obra de Dios de ese tiempo, debe limitarse a oír y a recibir la enseñanza del Enviado de Dios para ese tiempo, para así saber lo que se debe predicar en ese tiempo; y entonces decirle a la gente: “La Obra de Dios para este tiempo es lo que está siendo proclamado por el Enviado de Dios para este tiempo; y la Obra de Dios para todo el pueblo es que creías en el que Dios ha enviado”. Y entonces canalizar todo para que todos puedan recibir la revelación divina, el Mensaje Divino que trae el Enviado de Dios. Y no ponerse a luchar, a pelear y a combatir al Enviado de Dios, como lo han hecho en las edades y dispensación del pasado.
Porque combatir al Enviado de Dios es combatir a Dios. Porque el que recibe al Enviado de Dios, recibe al que lo envió; y el que rechaza al Enviado de Dios, rechaza al que lo envió.
Por eso en nuestro tiempo tenemos que tener nuestros ojos espirituales bien abiertos para conocer, para identificar al Enviado de Dios. Y lo vamos a identificar y lo vamos a conocer por la Obra que él estará haciendo, la cual ningún otro podrá hacer. Ni siquiera los mismos mensajeros que Dios envió en las edades del pasado, ninguno podrá hacer la Obra que hará el Enviado que Dios tenga para este tiempo final; y menos los que no son enviados por Dios.
Si los verdaderos Enviados de Dios para otras edades o dispensaciones no podrán hacer la Obra de Dios que le será encomendada al Enviado de Dios para este tiempo final; si no lo podrán hacer, no podrán hacer los enviados de Dios del pasado, ¡menos podrán hacerlo, menos podrán hacer esa Obra, los que dicen ser enviados de Dios sin ser el Enviado de Dios!
Hay muchos que dicen ser enviados; pero habrá uno que será verdaderamente enviado por el Señor.
Y la pregunta es: ¿Y quién será el Enviado del Señor para este tiempo final? Escudriñad las Escrituras; porque ellas son las que dan testimonio del Enviado de Dios.
Dios no podrá enviar a una persona si Él no ha prometido que lo va a enviar. Así que, no es cosa del que quiere o del que corra; no es del que llegue primero para decir: “Yo tengo un mensaje para la gente, y yo soy el Enviado”, no. Será cosa de Dios.
Y tiene que estar en la Palabra. Porque todo lo que Dios hará, todo lo que Dios materializará, todo lo que se hará carne, tiene que ser primero Palabra hablada; porque antes de Dios materializar algo, primero lo habla.
¡Dios no va a sorprendernos en este tiempo haciendo algo que Él no ha prometido que va a hacer! Porque, ¿cómo vamos a tener el testimonio de la Escritura para poder comprobar que eso es de Dios? Dios no hará nada sin que antes lo revele a Sus siervos los profetas; por lo tanto, los profetas a través del Antiguo y Nuevo Testamento tienen que haber dado testimonio de lo que Dios va a hacer en este tiempo.
Y si Dios dice que lo va a hacer: lo va a hacer, aunque estén o no estén de acuerdo con Él la gente de esta Tierra. Es que Dios nunca le ha pedido consejo a la gente de lo que Él va a hacer. Porque ¿quién fue Su Consejero?
¿Es que acaso Dios le va a pedir consejo a la gente, los cuales lo que necesitan es que Dios les enseñe? ¿Cómo le vamos a enseñar nosotros a Dios lo que Él debe hacer? Miren, ya Dios tiene un Plan, un Programa diseñado, y Él lo único que va a hacer es lo que Él tiene en Su Programa. Y eso es lo que Él le ha dado a conocer a Sus profetas través del Antiguo y del Nuevo Testamento: lo que Él tiene programado para llevar a cabo.
Todas las profecías bíblicas son la promesa de lo que Dios tiene en Su Programa; y el cumplimiento de esas promesas es la realización de lo que Dios tiene programado.
“IDENTIFICADO POR SU OBRA” es el Enviado de cada edad, de cada dispensación. Así que va a ser fácil conocer al Enviado que Dios tenga para este tiempo final.
Si Dios promete hacer algo, pues Él tiene que tener un Enviado para hacerlo, porque Él lo hace siempre a través de carne humana. O sea, cumplir lo que Dios prometió es materializar lo que Él habló: la Palabra.
La Palabra primero es el pensamiento en la mente de Dios; después, cuando es hablado, es la Palabra hablada; y ya esa Palabra está en una dimensión, en la dimensión de la Palabra. Y luego tiene que pasar a la dimensión de la materialización, en donde se hará visible lo que Él prometió. Y la Obra será lo que identificará esa Palabra al materializarse.
Jesús era la Palabra hecha carne, la Palabra materializada, aquella Palabra que había sido hablada. Y así es través de cada edad y de cada dispensación en el mensajero, en el Enviado de cada edad y cada dispensación.
Bueno, la pregunta es: ¿Y tendrá Dios otro Enviado en el tiempo final para revelarnos a nosotros el Programa Divino para estos días finales? ¿Y cómo lo conoceremos?
Todo Enviado de Dios es conocido por su obra. Y siempre que Dios va a hacer algo, tendrá un Enviado; y siempre que Dios le va a comunicar a Su pueblo Sus secretos, Sus misterios, Su Obra, tendrá un Enviado. Porque el pueblo de sí mismo no puede descubrir los secretos, los misterios divinos; porque Él no ha dicho: “No hará nada sin que revele Sus secretos a la gente o a las iglesias”, sino: “A Sus siervos los profetas”. Para eso son los profetas de Dios.
Si el pueblo en una edad o una dispensación quiere conocer la Obra de Dios para ese tiempo, tiene que buscar y tiene que reconocer al Enviado de Dios para ese tiempo; y lo tiene que reconocer a través de la Obra que él esté haciendo.
Ahora, en nuestro tiempo hay muchas cosas que necesitamos conocer; y esas cosas que necesitamos conocer nos darán la fe para el rapto, nos darán la fe para la transformación, y dará la fe también para la resurrección. Porque sin fe, no ocurre nada. Todas las cosas son por fe.
Por lo tanto, si vamos a ser raptados o trasladados a otro mundo, a otra dimensión, tenemos que tener la fe que se necesita para esa traslación y para esa transformación de nuestros cuerpos; así como Enoc fue traspuesto al Cielo por fe, para no ver muerte22.
Ahora, nosotros necesitamos en nuestro tiempo conocer todas estas cosas. Nosotros necesitamos en nuestro tiempo conocer cuáles son las promesas divinas para nuestro día; porque esas promesas son las que Dios va a cumplir.
Él no tiene que cumplir otra promesa u otras promesas correspondientes a otras edades u otras dispensaciones, sino las que corresponden a nuestro tiempo. Y esas promesas Él las cumplirá y Él las dará a conocer a través de Su Enviado.
¿Cómo vendrá el Enviado del Señor? Él vendrá cumpliendo, haciendo la Obra del Señor; y él será identificado por su Obra, porque sera una Obra que nadie más podrá hacer. Si él no la hace, se queda el Programa de Dios sin hacer esa Obra; pero Dios en Su Programa no dejará de hacer lo que está señalado.
No hay nada ni nadie que pueda impedir que Dios haga lo que Él tiene programado. Porque si Él no lo pudiera hacer porque alguien se lo impide, ¿qué Dios sería ese? No sería un Dios tan poderoso como nosotros creemos que es nuestro Dios. Pero Él es tan poderoso que dice que como Él ha dicho, así Él hará, y que Su Palabra no caerá por tierra.
Por lo tanto, no vamos a preocuparnos en pensar que Dios no va a poder hacer lo que Él ha prometido que va a hacer. Él lo hará como Él lo ha dicho; y Él lo hará en simplicidad.
Siempre siempre, la Obra que Él ha hecho en cada edad y en cada dispensación, a través del mensajero de cada edad o de cada dispensación, lo ha hecho a través de un mensajero sencillo, que ha reconocido que él es nada, sino que el que lo envió es el TODO, y que la Obra que él hará será la Obra del que lo envió; y que él solamente dependerá de Aquel que lo envió. Así ha sido y así siempre será. Y su obra dará testimonio de que él es el Enviado del Señor.
¿Y ha prometido Dios para nuestro tiempo enviarnos a alguien? Si no nos envía a alguien, la gente continuará en la confusión en que se encuentran: unos creyendo una cosa y otros creyendo otra cosa; unos diciendo: “Yo pertenezco a tal religión”, y el otro diciendo: “Yo pertenezco a esta otra religión”; y unos diciendo: “Mi religión es mejor que la tuya”, y así por el estilo. Pero si Dios envía a uno con un Mensaje para todas las gentes y para todas las iglesias, eso sería la solución a tanta confusión que hay en esta Tierra.
Pero eso resolvería el problema para todas las iglesias, para todas las religiones, para todas las naciones, para todos los líderes religiosos, si lo reciben. Pero si no lo reciben, si no lo reciben entonces se quedarán confundidos, como se quedaron confundidos en el tiempo en que apareció Juan el Bautista y el Señor Jesucristo, porque no lo recibieron. No recibieron al Enviado de Dios. Y al no recibir al Enviado de Dios entonces se quedaron sin la revelación divina del Enviado, que les aclaraba todo lo que ellos tenían todo enredado en esos días, lo cual debía estar claro en la mente de la gente para ver la Obra de Dios para esos días, y ver la Obra del Enviado e identificarlo como el Enviado de Dios.
Y entonces, cuando Él se identificó personalmente con la Escritura que daba testimonio de Él, cuando dijo: “Hoy se ha cumplido en vuestros oídos esta Escritura”, entonces todos podían decir: “¡Verdaderamente Dios ha enviado al hombre que estábamos esperando, al Mesías prometido para estos días!”.
Pero como no lo recibieron, se quedaron confundidos, y quisieron apedrearlo, y quisieron también despeñarlo por un risco para que muriera aquel que era el verdadero Enviado de Dios para sacarlos de la confusión en que estaban, y traerlos al Programa Divino para esos días.
En el Programa Divino para esos días, Dios a través de Su Enviado se presentaba como el Cordero para la gran Obra de la Redención por la Sangre del Enviado de Dios.
Para los días finales tenemos la promesa de que ya Él no se manifestará como Cordero, sino como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores. Y esos grandes y maravillosos atributos del Señor Jesucristo, Él los manifestará aquí en la Tierra en los días finales; porque esa es la Obra del Señor para los días finales, la Obra como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.
¿Y quién nos dará a conocer esa Obra, y cómo se manifestará esa Obra? El Enviado de Dios, el Enviado del Señor Jesucristo, nos dará a conocer públicamente esa Obra Divina de los días finales.
El Enviado del Señor recibirá la revelación divina de esa gran Obra, y recibirá la dirección divina para llevar a cabo la Obra de Dios para los días finales. Y no será él de sí mismo el que hará la Obra, sino el que lo enviará.
Y el que lo enviará será el Señor Jesucristo, que es Rey de reyes y Señor de señores, es el León de la tribu de Judá, es el Hijo de David, es la Estrella resplandeciente de la Mañana. Él es todo eso, y todo lo demás que los profetas han dicho en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Y todo eso será revelado, dado al pueblo de Dios, porque esa será la Obra del Señor Jesucristo manifestada en la Tierra en los días finales; y esa Obra será llevada a cabo, y esa Obra identificará al Enviado del Señor Jesucristo.
Y así como el Señor Jesucristo tuvo siete Enviados en la Dispensación de la Gracia, en la Dispensación de la Iglesia gentil, en la dispensación que recorrió desde el oriente hasta el occidente, también Él tendrá un Enviado en los días finales.
Él tuvo siete ángeles, siete mensajeros, en las siete etapas de la Iglesia gentil; y Él tendrá un Enviado, un mensajero, un Ángel, para el tiempo final, para dar a conocer todas estas cosas a la gente, para dar a conocer la Obra del Señor Jesucristo en los días finales, para que así la gente pueda entender el Programa de Dios, que será lo más importante que se estará llevando a cabo en esta Tierra.
Y el Espiritu del Señor a través de Su Enviado; y el pueblo que le recibirá: la Iglesia del Señor Jesucristo, el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; dirán de la siguiente manera, conforme al libro del Apocalipsis [22:17]:
“Y el Espíritu (a través del Enviado) y la Esposa (que es la Iglesia, el Cuerpo Místico del Señor) dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera (porque tiene libre albedrío), tome del agua de la vida eterna gratuitamente (de balde, sin pagar nada; porque es sin dinero y sin precio)”.
Si fuera con dinero y con precio, nadie podría comprar la vida eterna. ¡Gracias a Dios que es gratuitamente! El pobre y el rico pueden obtenerla; solamente tiene que venir a las aguas de la Palabra, del Mensaje del Enviado que tendrá el Señor Jesucristo en los últimos días. Porque Él tendrá, el Señor Jesucristo tendrá, esa Agua de Vida Eterna a la disposición de todos los seres humanos.
Y el Espíritu, el cual hablaba en cada edad y decía: “El que tenga oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias o en las iglesias”, aquí el Espíritu habla nuevamente a través del Ángel Mensajero del Señor Jesucristo; y la Esposa dice la misma cosa.
Porque siempre el grupo de cada edad tiene que decir lo mismo que dice el Espíritu Santo a través del mensajero de cada edad; no puede decir otra cosa.
Y la Iglesia, la Esposa, y el Espíritu (a través del mensajero) dirán la misma cosa. Y el que oye, diga: “Ven”. Y el que quiera, tome del agua de la vida eterna gratuitamente (de balde). Eso será lo que estará a disposición de la gente; eso será el Mensaje del mensajero, del Enviado del Señor en los días finales. Será un Mensaje para vida eterna de toda la gente que lo oiga, lo reciba y lo guarde en su corazón.
Y ese Mensaje, siendo un Mensaje y siendo la Voz del Señor aquí hablada y revelada en Apocalipsis, será entonces el Mensaje apocalíptico de los últimos días.
¿Y cómo escucharemos ese Mensaje? ¿Cómo nos hablará el Señor Jesucristo en los días finales? ¿Cómo le hablará el Señor Jesucristo a todas las iglesias y a todas las naciones y a todos los seres humanos en los días finales? Dice [Apocalipsis 22:16]:
“Yo Jesús (Ese es el que dice, Ese es el que habla)…”.
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
El Señor Jesucristo dice que envía Su Ángel, Su Mensajero, Su último profeta, porque después de este no aparece ningún otro mensajero, ningún otro ángel, ningún otro profeta, para traer un Mensaje. Él dice: “Yo envío mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”.
La pregunta para todas las iglesias, la pregunta para todos los seres humanos, es: ¿A quién está esperando usted?
El Señor Jesucristo a través de Su Ángel, de Su mensajero, nos dará y nos cumplirá todas las promesas que Él ha hecho para estos días finales. Es a través de Su Ángel que Él se manifestará, que Él cumplirá las promesas que Él ha hecho; y al Él cumplirlas, esa será la Obra del Señor Jesucristo a través de Su Enviado.
Así como la Obra del Señor Jesucristo en Su Primera Venida era la Obra del que lo envió, así también la Obra del Ángel que el Señor Jesucristo envía será la Obra del Señor Jesucristo cumpliendo las promesas del tiempo final, como las cumplió el Enviado de Dios, el Señor Jesús, en aquel tiempo dos mil años atrás, aproximadamente.
Y el Ángel Mensajero del Señor, el Enviado del Señor será identificado por su Obra. Las cosas que dice el Señor Jesucristo que van a ser hechas, serán las cosas que él hará; porque él estará aquí para cumplir lo que fue prometido por el Señor que el Señor haría. Porque el Señor hará esas cosas a través de Su Enviado.
Y todos veremos la Obra que él hará, e identificaremos al Enviado del Señor, y reconoceremos que esas no son las obras de un hombre, sino las Obras del Señor Jesucristo a través de Su Enviado. Pero no serán obras de él mismo, sino del que lo envió. Y él no será el Señor Jesucristo, sino el Enviado del Señor Jesucristo, para, a través de él, el Señor Jesucristo hacer la Obra que Él prometió para este tiempo final.
Nadie se atreverá (conociendo estas cosas) a creer o a decir que el Enviado del Señor Jesucristo es el Señor Jesucristo; porque eso solamente lo puede pensar una persona que ignore el Programa de Dios en toda su extensión. Y el que lo ignore en toda su extensión, pensará como pensaron de Juan el Bautista, que creían que él era el Cristo, y le preguntaron si él era el Cristo o él era tal o cual persona.
Pero a medida que vayamos conociendo la Obra de Jesucristo para los días finales, la cual Él nos va a dar a conocer a través de Su Enviado, iremos conociendo todo el misterio de Jesucristo, todo el misterio de la Segunda Venida del Señor Jesucristo, todo el misterio para la transformación de nuestros cuerpos, todo el misterio de la fe para el rapto, todo el misterio del Programa Divino para nuestro tiempo final. Y entonces conoceremos el misterio del Séptimo Sello, conoceremos el gran misterio de los Siete Truenos del Apocalipsis, conoceremos el misterio divino escondido de los ángeles, escondido de todos, pero que será revelado en los días finales.
Ese gran misterio que el Señor Jesucristo dijo que ni aun los ángeles del Cielo conocían23, será revelado al pueblo de Dios a través del Enviado de Jesucristo. Pero será Jesucristo el que lo revelará a través de Su Enviado; porque Él pondrá en su boca las palabras que él debe hablar, Él pondrá en su boca y en su corazón la Obra que debe hacer y debe proclamar; y por su Obra él será identificado.
“IDENTIFICADO POR SU OBRA”.
¿Y nosotros cómo lo vamos a identificar? Por su obra.
Y las Escrituras darán testimonio de él, darán testimonio de la Obra que él tiene que hacer. Y Jesucristo dará testimonio de él.
Todo lo que Jesucristo va a decir de él, ¿cómo lo vamos a oír? Está aquí. Jesucristo habló de él; porque Jesucristo no puede enviar a alguien sin decir que lo va a enviar, y sin decir lo que va a hacer a través de ese enviado; y sin decir lo que ese enviado va a predicar. Pero Jesucristo ya dio testimonio del Enviado que Él va a enviarle a todas las iglesias, a todas las naciones, a todos los seres humanos en el día final.
Tendremos el testimonio de todos los profetas, tendremos el testimonio de Jesucristo, del Enviado que Él va a tener en estos días finales. Por lo tanto, el Enviado podrá decirle a la gente como decía Jesucristo dos mil años atrás: “De mí habló Moisés, de mí habló Isaías, de mí dio testimonio tal y cual profeta. Escudriñad las Escrituras, ¡escudríñalas! Porque ellas son las que dan testimonio de mí”. Y las Escrituras ¿eran qué? Lo que los profetas habían dicho acerca del Enviado.
“Busquen ahí, y ustedes encontrarán que de mí habló Moisés, que de mí hablo Isaías, que de mí habló Zacarías, que de mí habló Ezequiel; busquen en la Escritura, porque ellas dan testimonio de mí”; así podrá decir y dirá el Enviado del Señor Jesucristo. “¡Busquen desde el Génesis hasta el Apocalipsis, porque ellas dan testimonio de mí!”. Será el testimonio del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento, y el testimonio de las obras que él estará haciendo.
Y el dirá: “Junten el testimonio que da la Escritura acerca de mí, junten el testimonio que dan las obras acerca de mí; y descubran por su cuenta si soy o no soy el Enviado del Señor Jesucristo. ¡Si no creen en mí, crean a las obras!, y crean al testimonio que da la Escritura acerca de mí. Y descubrirán, descubrirán que soy el Enviado del Señor Jesucristo que tanto habló en el Apocalipsis que enviaría, y que tanto habló allá en los Evangelios que enviaría con Gran Voz de Trompeta para juntar a todos los escogidos; y que también los apóstoles hablaron de que tocaría la Trompeta Final, y entonces los muertos en Cristo resucitarían primero, y los que estuvieran vivos serían transformados. ¡Busquen el testimonio de la Escritura y busquen la Obra que será hecha, para que puedan creer y puedan recibir al Enviado del Señor Jesucristo!”.
Será no el enviado de una organización religiosa; será no el enviado de una nación; será el enviado no de una persona terrenal, sino el Enviado del Señor Jesucristo. Y él será identificado por su Obra. Y escudriñando las Escrituras encontraremos que las Escrituras dan testimonio de él.
¡Cómo vamos a esperar otra cosa que no sea lo que dice la Escritura que el Señor va a enviar? Si nos ponemos a esperar otra cosa, nos cansaremos esperando, y no recibiremos de parte del Señor nada; porque Él no dará nada si no lo prometió.
Usted no le puede exigir al Señor que le dé algo que Él no haya prometido. Él no va a cumplir nada que Él no haya prometido. Él solamente cumple lo que Él prometió.
Y nosotros solamente podemos creer lo que Él prometió cuando Él lo cumpla. No es solamente decir: “Yo creo que la Biblia es la Palabra de Dios”, y cuando la cumple, no creer en lo que Él está haciendo. Tenemos que creer la Palabra escrita y tenemos que creer también la Palabra hecha carne, cumplida, cuando Él la cumple; porque es ahí cuando podemos recibir la Luz, la revelación divina del Programa Divino, y entender la hora en que vivimos y lo que debemos hacer en ese momento. Por su Obra lo conoceremos.
Y él podrá decir en cualquier momento como decía el Señor Jesús: “Sin mí, nada podéis hacer. Pueden brincar, pueden saltar, pueden tratar de ir al pueblo hebreo a predicarle el Evangelio para que se conviertan, pero sin mí nada podéis hacer”. ¿Por qué? Porque él conocerá el Programa de Dios, él conocerá cómo es que hay que hacer eso para que pueda ser cumplido. Porque él será el que tendrá la Obra de Dios para llevarla a cabo, la Obra del Señor Jesucristo.
El pueblo hebreo fue cegado con la Primera Venida del Señor Jesucristo; tinieblas espirituales vinieron sobre él: lo rechazaron, quedaron en oscuridad; y para el pueblo gentil se abrió el tiempo de misericordia.
Pero en el tiempo final está prometido que el pueblo hebreo será despertado a la realidad, está prometido para el pueblo hebreo la Luz de un nuevo día, está prometida la Luz de una nueva dispensación para el pueblo hebreo. Y la Luz de una dispensación es la Palabra manifestada en carne humana y expresada a través de carne humana.
Por eso Jesús decía: “Juan el Bautista era una antorcha que ardía y alumbraba”. Juan el Bautista era la luz, una luz pequeña para aquella gente. Pero Él dijo: “Pero yo tengo mayor testimonio que Juan”. Por eso Jesús podía decir: “Yo soy la Luz del mundo”. Porque Él era la Palabra plena en carne humana expresada, era la Luz para alumbrar espiritualmente y mostrar el Programa de Dios para aquel tiempo.
Y para el pueblo hebreo está dicho, y también para todos los escogidos24: “¡Levántate, resplandece, que ha llegado tu Luz! Y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la Tierra y oscuridad las naciones, mas sobre ti nacerá Jehová, nacerá Su gloria, y sobre ti será vista Su gloria”. Eso está prometido para el pueblo hebreo y también para todos los escogidos.
Y esa Luz que vendrá será la Palabra prometida encarnada en los días finales, para cumplir las promesas del Señor en los días finales, las cuales el Señor Jesucristo cumplirá a través de Su Enviado. Él con su Mensaje alumbrará e iluminará a la gente, y llamará al pueblo para recibir el Programa Divino. Y él sabrá cómo hablarle al pueblo hebreo para que entienda, porque él conocerá el Programa de Dios para este tiempo.
Muchos son los que han dicho: “Yo soy enviado de Dios para llevar el mensaje a todo el mundo”. Pero cuando llegan a los hebreos, ahí como que no pueden convencerlos a ellos de que son el enviado de Dios o un enviado de Dios.
Es que Dios no tiene muchos enviados. El Señor Jesucristo solamente tendrá un Enviado en los días finales; y junto a él —todos aquellos que le reciban— podrán trabajar y colaborar con la Obra que el Señor le encomendará para llevar a cabo.
El pueblo hebreo va a creer cuando llegue el día, la hora y el minuto exacto; pero antes de eso, de entre los gentiles creerán los escogidos que Dios tiene escritos en el Libro de la Vida.
Por lo tanto, estaremos aprovechando bien el tiempo antes que Dios se torne a los hebreos. Antes de Dios tornarse a los hebreos tiene una gran Obra que será hecha entre los gentiles, la cual el Señor Jesucristo hará a través de Su Enviado; y luego, a través de Su Enviado, hará también para los hebreos la Obra que Él prometió; pero será el Señor Jesucristo a través de Su Enviado.
Siempre el Señor estará hablándole a Su pueblo, enseñándole, revelándole las cosas que Él desea que Su pueblo conozca; pues estamos como en una universidad, en la Universidad de Dios, estamos aprendiendo de Él, pues dice la Escritura: “Y todos serán enseñados de Dios”25; porque Él nos enseñará a través de Su Enviado, como lo ha hecho en otras edades y otras dispensaciones; y aprenderemos lo que debemos aprender para nuestro tiempo.
Y esperamos aprender también lo que Él nos enseñe, que Él llegará a tal etapa de Su Programa que hará algo grande con todos Sus hijos, lo cual todos estamos esperando; de lo cual hablaremos en otra ocasión, pero de lo cual también ya hemos hablado en otras ocasiones.
En nuestro tiempo estamos en el tiempo, en el momento, en que el Señor no tiene otra cosa más importante para hacer, sino enviar a Su mensajero, a Su Ángel Mensajero, para que haga la Obra del Señor. Y le conoceremos, porque lo identificaremos por su Obra; él hará lo que está aquí escrito que va a hacer el Señor a través de Su Ángel. Lo escucharemos a él dando testimonio de estas cosas que están escritas aquí en el libro del Apocalipsis; porque él viene para hacer esa Obra.
Los demás que piensen y digan que son enviados, podrán tratar de hablar del Apocalipsis, pero dar testimonio de estas cosas por mandato, dirección y revelación del Señor Jesucristo, solamente el Enviado del Señor. Y de ahí, de ahí, el que quiera tomar de esa Agua, tomará gratuitamente; y podrá entonces hablarles a otros acerca de las cosas que estará hablando el Enviado del Señor.
No es que él solamente es la persona que puede predicar, sino que él es el que traerá el Mensaje que todos deben predicar; porque será un Mensaje para todas las iglesias, para todas las naciones. Fuera de ese Mensaje, no hay otro mensaje para este tiempo.
La pregunta para todos los predicadores es: ¿Qué va a predicar usted, amigo predicador? Si solamente habrá un Mensaje para todas las iglesias, es mejor entonces que identifique en el tiempo final al Enviado del Señor, por la Obra que él está haciendo, para que entonces tome ese Mensaje y lo pueda predicar a otras personas. Porque si no, estará predicando al aire. Estará predicando cosas para otra dispensación u otra edad, pero no el testimonio que el Señor le da al Ángel para todas las iglesias.
Así que es mejor que todas las iglesias y todos los ministros, no importa de qué iglesias: católicas, evangélicas, pentecostales, espiritistas, o lo que sean, reconozcan que habrá un Mensaje, un Testimonio para todas las iglesias, y que lo traerá el Ángel Mensajero enviado por el Señor Jesucristo.
Y es mejor, entonces, que todos los predicadores alimenten espiritualmente a sus oyentes con el Mensaje que traerá el Enviado del Señor; porque ese será el alimento espiritual para todas las personas. No le dé otro alimento espiritual a la gente, porque no hay otro para este tiempo.
Es el Mensaje del Señor Jesucristo, que será dado por testimonio a todas las iglesias por el Ángel del Señor Jesucristo. No trate de cambiar la Palabra, no trate de cambiar la promesa. Como Él ha dicho, así es. No podemos ni añadirle ni quitarle a la Palabra de Dios. Deje la Palabra de Dios como es. Escudriñe la Escritura, porque ellas son las que dan testimonio de este Ángel Mensajero que será enviado en los días finales con un Mensaje, con un Testimonio para todas las iglesias. Y por su Obra lo conoceremos, porque será identificado por su Obra; porque la Obra identifica a cada mensajero de Dios.
Y la Obra del Señor Jesucristo prometida para los días finales, lo han de identificar a él como el Ángel Mensajero de Jesucristo para los días finales.
Cuando lo identifique por su Obra: recíbalo, reciba su Mensaje; y trabaje brazo a brazo con él en el tiempo que usted lo identifique por su Obra. Esa será su clara identificación: por su Obra será conocido.
“IDENTIFICADO POR SU OBRA”.
Será identificado en esa forma sencilla, pero segura: por su Obra; porque de esa Obra dará testimonio el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento. El Dios Todopoderoso a través de los profetas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento dará testimonio de la Obra y del Mensajero que hará esa Obra. Así que será identificado por su Obra; como lo fue cada Enviado de Dios.
Creo que no hay nada más que decir al respecto. No hay necesidad de hablar más. Creo que por su Obra lo conoceremos. Y cuando él hable, él sabrá que estará hablando la verdad, y nosotros sabremos que estará hablando la verdad porque lo conoceremos por su Obra. Y la Obra que él hará, dará testimonio de que ese es el Enviado del Señor Jesucristo, y la Escritura dará testimonio de él. Así que la Escritura y la Obra ya son dos testigos. Y él, como tiene dos testigos, podrá decir: “Hoy se ha cumplido esta Escritura, esta promesa, en vuestros oídos y en vuestros ojos”.
Él podrá decir también: “Sin mí, nada podéis hacer”. Porque en cada edad no se puede hacer nada, no se puede hacer la Obra de Dios sin el mensajero y el Mensajero de esa edad o dispensación, y Dios no podrá hacer nada sin él tampoco.
Así que reconociendo, sabiendo eso, sabremos entonces que con él todo lo relacionado a la Obra de Dios lo podremos hacer. Y todo lo que le toca al Cuerpo Místico del Señor hacer, como trabajo, como obra, en la labor del Señor aquí en la Tierra, lo podrá hacer a cabalidad; y no va a fallar.
Y él podrá decirle: “Vuestro trabajo en el Señor no será en vano”, porque en cada edad, el pueblo que trabajo en la Obra del Señor con el mensajero y el Mensaje de cada edad, no trabajó en vano: ellos recibirán su recompensa. ¡Cuánto más en el tiempo final con el último mensajero enviado por el Señor Jesucristo! Nuestro trabajo en el Señor no será en vano sino que recibirá una grande recompensa en el Reino de los Cielos: habremos almacenado tesoros en el Cielo trabajando y haciendo la Obra de Dios para este tiempo, porque habremos reconocido al Enviado del Señor Jesucristo a través de su Obra; no a través de su físico, no a través de sus grados de escuelas o de universidad, sino a través de la Obra que Jesucristo le dará para hacer en la Tierra, la cual será la Obra que el Señor Jesucristo tendrá para hacer en esta Tierra.
Creo que han entendido bien. Todo lo que el Señor Jesucristo va a hacer en la Tierra se lo va a encomendar a Su Ángel Mensajero de Apocalipsis 22:16 para que él lo haga. Y él podrá decir: “El que me envió me dijo la Obra que yo debía hacer. Y la Obra que yo hago no es de mí mismo sino del que me envió. Y la Palabra que yo hablo, no es mía misma, sino del que me envió: del Señor Jesucristo”.
¿Es que acaso el Señor Jesucristo no habló a través de San Pablo? ¿Es que acaso el Señor Jesucristo no habló a través de cada mensajero que Él envió? ¿Y por qué nos vamos a extrañar de que Él hable a través del último mensajero que Él enviará en los días finales conforme a Apocalipsis 22? Mire, si no habla el Señor Jesucristo, ¡que él se calle la boca, que no hable él!, porque va a decirnos cosas que no son lo que el Señor quiere decirnos a nosotros.
Pero que todo lo que el Señor Jesucristo le diga que nos diga, pues que nos lo diga aunque de momento no lo entendamos. Pero lo que no entendamos de momento, lo entenderemos después.
Así será en este tiempo. Y lo reconoceremos por su Obra, por lo que haga y lo que hable; porque él hablará lo que va a hacer, y hará lo que hablará, y lo que hablará será lo que está prometido, y lo que hará será lo que está prometido. Y él nos enseñará todas las cosas que están prometidas y todas las cosas que estarán siendo hechas por el Señor. Y le reconoceremos por su Obra, porque todo Enviado es conocido por su Obra. Es IDENTIFICADO POR SU OBRA.
Él se identificará por su Obra, él se identificará por la Escritura, él se identificará en toda forma que está prometida que él se va a identificar. Por lo tanto él no tendrá temor de que le digan que es otro falso profeta que ha aparecido.
Imagínese, la gente siempre siempre está hablando de las cosas negativas, y nunca esperan la cosa positiva que Dios ha prometido que va a enviar. Y cuando lo envía, entonces también, en las diferentes edades y dispensaciones, han dicho que no es lo que Dios prometió. Es que a la gente no hay cómo entenderlas. Cada Enviado de Dios, como es identificado por su Obra y es identificado por la Escritura, tiene que caminar hacia adelante, le crean o no le crean; y tiene que hacer la Obra para lo cual él es enviado, le guste a la gente o no le guste; a quien le tiene que gustar es al que lo envía. Y el que lo envía, si lo envía para hacer cierta cosa, es porque le agrada eso que va a ser hecho, porque está en el Programa Divino.
A nosotros nos debería agradar lo que Dios tiene en Su Programa para llevar a cabo, y reconocerlo en el tiempo en que Él lo haga a través de Su Enviado.
¿A cuántos les gustó el arca que Noé estaba haciendo?, ¡díganme! Ocho personas, incluyendo a Noé. Así que lo que Noé estaba haciendo no le gustaba a la gente, pero a Dios sí le gustó. Y Dios fue el que le dijo: “Mira, hazte un arca de esta y de esta y de esta forma”26. Eso era lo que le gustaba a Dios. Y en esa forma sencilla fue que Dios salvó a ocho personas con las cuales comenzó una nueva generación.
Así que es mejor que nos guste la Obra de Dios que Él tenga para nuestro tiempo aunque no sea del agrado del mundo, aunque no sea del agrado de las naciones, aunque no sea del agrado y del entendimiento de la gente. Aunque la gente diga que eso es una locura, pues lo loco de Dios es más sabio, que los sabios; y por la locura de la predicación del Evangelio es que Dios ha salvado a la gente, por la predicación del Evangelio, del Mensaje de las buenas nuevas de la dispensación en que se viva en el tiempo en que se proclaman las buenas nuevas de la revelación para esa edad o dispensación.
Así que no estamos para pensar y determinar una cosa o la otra, por la manera de pensar de la gente, sino por la manera de pensar de Dios. Y esa forma de pensar de Dios tiene que ser nuestra forma de pensar. “Porque ¿quién entendió la mente del Señor y quién fue su consejero?”27, pero nosotros tenemos la mente del Señor28.
¿Y sabe usted la manera de pensar de Dios? Él dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni mis caminos son vuestros caminos. Así como está más alto el cielo que la Tierra, así están mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos”29.
¿Y podría Dios dejarnos saber la forma en que Él piensa? Los pensamientos de Dios son los atributos de Dios. Y cuando Dios ha querido que sepan lo que Él piensa, Él ha comunicado Sus pensamientos a Sus profetas; y Sus profetas han comunicado sus pensamientos a los seres humanos; y la Biblia es el pensamiento de Dios expresado en letra. Esta es la manera de Dios pensar.
Pero la manera de Dios pensar no lo entiende toda persona, y las cosas que Dios piensa en cuanto al futuro, las cosas que va a hacer, la forma de Dios pensar es entendida cuando Dios las cumple. Y cuando Dios las cumple, en ese cumplimiento de eso que Dios pensó hacer y prometió hacer, y dio a conocer a través de alguno de Sus profetas que haría eso; luego, cuando lo cumple, luego ahí es enseñado eso en la forma correcta, a través del cumplimiento de eso que Dios pensó y dijo que habría de hacer.
En nuestro tiempo, el enviar el Señor Jesucristo un mensajero (un Ángel Mensajero, un profeta) es el pensamiento de Dios que fue expresado por los profetas y que está en la Escritura; lo cual será realizado en nuestro tiempo y será identificado por su Obra.
Dios solamente hace lo que Él piensa. No es como muchos de nosotros que decimos: “¡Uy! ¡Yo hice esto, pero yo no pensé lo que hice!”. Dios no es así, Dios tampoco dice así.
Siempre usted y yo pensamos antes de hacer las cosas, porque la mano no se puede mover a menos que usted piense en tomar alguna cosa; y ya le dio una orden a la mano para que se mueva y tome eso. Así que siempre pensamos y después hacemos las cosas.
Y también Dios: Dios primero pensó, después habló, y después hace lo que Él pensó y habló. El hacer o realizar es la tercera etapa del atributo divino, de lo que Dios pensó, de lo que Dios tenía en Su mente.
Así que la tercera etapa es la etapa más gloriosa de todas, es la etapa en donde el pensamiento de Dios viene a vida, a manifestación. Y todo lo que Dios hará en este tiempo, será el pensamiento de Dios que fue hablado y que será traído a vida. Lo que veremos será la Palabra viviente, la Palabra viviendo, materializada en nuestro tiempo, realizada en nuestro tiempo, para ser Luz de los gentiles y también de los hebreos.
Yo dije que no había necesidad de seguir hablando, pero realmente, cuando de parte de Dios vienen estas cosas, y estamos conscientes que son las cosas correspondientes al tiempo final, realmente el tiempo se nos escapa y el tiempo nos falta. Y si yo llego a mirar el reloj, ya hubiera terminado, quizás. Pero gracias a Dios que…, lo estoy mirando en estos momentos y es todavía temprano.
En todos los demás países, cuando estamos en esta misma clase de actividades, lo que ellos desean es que sigamos hablando y sigamos hablando hasta las 2:00 o las 3:00 de la tarde, porque ellos dicen que ellos estaban esperando estas cosas porque estaban prometidas en la Palabra de Dios. Y la Escritura da testimonio de que estas cosas serían habladas en este tiempo final.
¿Y qué más puede hacer uno? Si es que uno tiene que hablar todo lo que el Señor ponga en la boca para hablar. Pero cuando no ponga nada para hablar, entonces uno se va de vacaciones y no habla nada, hasta que venga de nuevo Palabra de Dios para ser hablada.
Ya el primer mensajero se fue de vacaciones para el Paraíso, en donde está descansando allá, y lleva casi dos mil años allá de vacaciones. Pero según las noticias que nos llegaron de allá, quieren venir para acá; porque ya llevan bastante tiempo de vacaciones allá, y no trabajan ni duermen ni comen ni se cansan; y ellos parece que quieren estar de nuevo acá, para estar en las labores acá, en las cuales también nosotros estamos.
¿Cuántos quieren vacaciones? Realmente ustedes han entendido plenamente las palabras que han sido habladas en esta mañana.
¿Cuántos quieren seguir trabajando en la Obra de Dios para este tiempo? Pues lo que hay es más trabajo para todos nosotros, comenzando por mí. Así que las vacaciones todavía no me las han aprobado y no me podré ir.
Así que seguiré trabajando entonces más fuertemente. No me importará que haga frío en los sitios donde tenga que ir a predicar: para eso hay abrigo. Y donde haya calor, como aquí con estas luces, para eso me puedo quitar la chaqueta, si quiero; y si no, me la dejo y sigo con ese calor; porque si con todo y el calor que me da, de parte del Señor viene Palabra, lo que a mí me interesa es darles a ustedes la Palabra de Dios para este tiempo, aunque me dé calor.
Hay otros que se van a la playa a tomar calor y sol y sudar, sin ningún provecho espiritual para vida eterna, solamente para tomar un poquito de color; y algunas veces hasta les da cáncer en la piel. Pero si para bien mío y de ustedes…, porque tanto beneficio tengo yo como tienen ustedes, porque tanto aprendo yo como aprenden ustedes; si para beneficio de todos nosotros, si para beneficio de nuestra edad, si para beneficio de nuestra dispensación, es necesario que aguante un poquito de calor, para mí no es ningún problema.
¿Saben ustedes una cosa? Yo estoy preparado para eso. No porque me guste el calor, sino porque, donde sea, el lugar donde tenga que predicar, lo que yo necesito es la Palabra de parte del Señor para el alma. Y para que no me moleste mucho el calor, yo me he metido en baños de sauna y me he metido en esos lugares de vapor, y he resistido más calor del que aquí estoy recibiendo. Y luego, de ahí me he metido en el agua fría, y de ahí he pasado al calor, y no me ha pasado nada. Y si no me ha pasado nada con unos grados tan altos como son los que se aguantan en esos lugares…, que son de 170 y 180 grados [Fahrenheit]30, me parece que es. Aquí no tengo más de 95 grados con estas luces, así que todavía puedo resistir 50 grados más o 75 grados más, en adición a lo que hay aquí.
Pero esos grados adicionales, cuando estamos por allá por Colombia, en Cartagena, esos grados suben bastante, porque es bien caluroso; y cuando vamos a Venezuela es un poquito más caliente también.
Cartagena, de Colombia; Maturín, de Venezuela, y Valencia, de Venezuela, y San Felipe, ahí el calor es más fuerte. Y no sé si en algunos otros lugares más… En Maracaibo. En Maracaibo es mucho más caliente: es sobre 100 grados de calor, sin contar el de las luces. Y eso no es ningún problema.
Ni el frío ni el calor van a impedir que la Obra de Dios para este tiempo sea hecha. Ni el calor ni el frío van a impedir de que llegue el Mensaje, la Palabra, el alimento espiritual para nosotros. Y lo vamos a identificar todo por la Obra.
Así que todas las cosas están bien y están muy buenas para todos nosotros.
“IDENTIFICADO POR SU OBRA”.
“Si no creen en mí, crean a las obras, porque ellas son las que dan testimonio de mí. Y escudriñen las Escrituras, porque ellas son las que dan testimonio de mí. Y escudriñen el Mensaje, porque Él da testimonio de mí”, nos dirá el Enviado; porque él será identificado por su Obra. Nadie podrá hacer esa Obra sino el Enviado del Señor, porque será la Obra del Señor Jesucristo a través de Su Enviado.
Él tendrá Uno, y con ese hará esa Obra para beneficio de todos. Y todos podrán tener y reconocer esa Obra, y tener el Mensaje del Señor a través de Su Enviado, y proclamarlo para todas las iglesias y todas las naciones.
El Enviado es (¿qué?) identificado por su Obra.
“IDENTIFICADO POR SU OBRA”.
Cuando un mensajero en una edad descubre que él es el Enviado, y que la obra que está haciendo es la Obra de Dios para ese tiempo, y que esa Obra da testimonio de que él es el Enviado: no hay quién lo detenga, y no hay quién lo confunda, y no hay quién le impida hace la Obra de Dios para ese tiempo. Y no hay quién lo pueda decepcionar o lo pueda influenciar para hacerle creer que él no es el Enviado de Dios para ese tiempo.
No hay quién le pueda decir que él es un falso profeta o un anticristo, no hay quién le pueda decir eso y desanimarlo; porque él sabrá que él es el Enviado de Dios para ese tiempo, y que él es el ÚNICO que tiene el Mensaje para ese tiempo.
Y el que quiera tener y predicar el Mensaje de Dios para ese tiempo, tiene que recibirlo de él. Y el que quiera hacer la Obra de Dios para ese tiempo, tiene que creer en su Mensaje y en él como Enviado. Y sin él, nada podrán hacer, y a ningún lugar podrán llegar. Pero con él, podrán llegar a toda las promesas que el Señor ha hecho para ese tiempo, incluyendo para nuestro tiempo la transformación y el rapto.
“Todas las promesas del Señor, mías son”, podrán decir todos los escogidos de Dios para el tiempo en que el Señor envía a Su mensajero.
“IDENTIFICADO POR SU OBRA”.
Dios les bendiga, Dios les guarde, y nos ayude a todos en este tiempo en que vivimos, en donde será identificado el mensajero del Señor Jesucristo por su Obra, y será identificado el pueblo del Señor Jesucristo por la Obra que el Señor Jesucristo hará con y en ellos, en el tiempo final, y para ellos.
Todos los que tengan oídos para oír, que oigan la Voz del Señor Jesucristo en este tiempo final.
Bueno, “IDENTIFICADO POR SU OBRA”.
“IDENTIFICADO POR SU OBRA”.
[Revisión diciembre 2020]
1 Reina Valera 1909
2 Isaías 40:3, San Mateo 3:3, San Marcos 1:3, San Lucas 3:4, San Juan 1:23
3 San Juan 8:18, 5:32
4 San Juan 5:46
5 Hechos 3:22, 7:37; Deuteronomio 18:15-19
6 San Juan 10:37-38
7 Malaquías 4:5-6
8 San Juan 1:29, 1:36
9 San Juan 5:33-35
10 San Juan 6:63
11 San Juan 5:24
12 Gálatas 2:20
13 1 Corintios 5:7
14 Amós 3:7
15 Eclesiastés 3:15
16 San Mateo 11:13
17 Efesios 4:11
18 San Juan 1:38, 3:2
19 San Juan 6:29
20 San Juan 8:24
21 San Juan 5:39
22 Hebreos 11:5
23 San Mateo 24:36, San Marcos 13:32
24 Isaías 60:1-2
25 Isaías 54:13, San Juan 6:45
26 Génesis 6:14-16
27 Romanos 11:34
28 1 Corintios 2:16
29 Isaías 55:8-9
30 170 °F = 76 °C / 180 °F = 82 °C / 95 °F = 35 °C