Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes nuevamente para continuar hablándoles a ustedes la Palabra de Dios, el Programa Divino que corresponde al tiempo en que nosotros estamos viviendo.
Como dice la Escritura en Apocalipsis, así Dios en nuestro tiempo, el Señor Jesucristo, hace para el beneficio de cada persona, de cada iglesia, de cada individuo que desea la vida eterna. Dice aquí en el anuncio del periódico, conforme a Apocalipsis, capítulo 22 y verso 16:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
El Ángel de Jesús para todas las iglesias; con un Mensaje, un testimonio, en donde le da a conocer el Programa Divino que corresponde a nuestro tiempo, y revela los misterios del Reino de los Cielos que cada persona necesita conocer; y les da a conocer a los seres humanos esos grandes misterios que le dan la fe para ser transformados y raptados, conforme a la promesa divina.
Por eso también en Apocalipsis 22 y verso 6 dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado Su Ángel para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
“Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto”. Esta es la forma en que Dios muestra las cosas que deben acontecer: enviando Su Ángel.
Hemos leído en la Biblia que el Señor Jesucristo envía Su Ángel en este tiempo final, y hemos visto a través de toda la Biblia que siempre Dios ha enviado ángeles para darles a conocer a los seres humanos los misterios del Reino de Dios que corresponden para cada tiempo.
Dice la Escritura: “La Ley fue dada por comisión de Ángeles”1. Aun la Ley, allá en el monte Sinaí, encontramos que fue dada al pueblo hebreo a través de Moisés por comisión de ángeles.
Ahora, este es uno de los misterios grandes del Reino de los Cielos, porque es la forma en que Dios se ha comunicado con la raza humana dándole a conocer Su Programa para cada tiempo.
Y si para nuestro tiempo tiene la promesa de enviar a Su Ángel, debemos conocer el misterio del Ángel del Señor Jesucristo, conociendo también el misterio de los otros ángeles que en otras ocasiones han aparecido en esta Tierra y le han dado la Palabra de Dios al pueblo.
Tenemos que comprender que la Palabra de Dios, el Mensaje que corresponde para una edad o para una dispensación, no procede de lugar alguno de esta Tierra; procede de otro mundo, de otra dimensión; viene directamente de Dios.
En el tiempo del Señor Jesucristo, las personas de aquel tiempo no comprendían ni podían recibir el Mensaje del Señor Jesucristo, porque Su Mensaje no era terrenal, sino celestial, de otro mundo, de otra dimensión.
Por eso en una ocasión el Señor Jesucristo dijo: “Mi Palabra, mi Mensaje, no cabe en vosotros”2, hablándoles a los líderes religiosos de aquel tiempo. Porque el mensaje que los líderes religiosos y las religiones en aquel tiempo —como en todos los tiempos—, el mensaje que predicaban era el Mensaje de la Ley de acuerdo a las enseñanzas que habían obtenido en las universidades, institutos y seminarios religiosos, teológicos, de aquel tiempo; pero la enseñanza de Jesús no había sido obtenida en esa forma.
Jesús dijo: “Como yo oigo al Padre hablar, así yo hablo”3. Y también dijo: “Padre, la Palabra que me diste, yo les he dado, y ellos la recibieron”4. ¿Quiénes? Los niños, aquellos que seguían a Jesús.
Debemos comprender, entonces, que cuando Dios envía a un mensajero a la Tierra, lo envía con un Mensaje del Cielo. Y esto funciona en la siguiente forma: no puede Dios enviar un mensajero a la Tierra sin un Mensaje; y no puede enviar un Mensaje a menos que sea lo que Dios tenía en Su mente para esa edad o esa dispensación.
Y ese Mensaje abre al pueblo de ese tiempo la revelación divina del Programa de Dios correspondiente para ese tiempo; y le da a conocer al pueblo la edad o dispensación que están viviendo.
Dios envía Su Mensaje de Su mente, Sus pensamientos; y Él habita en la séptima dimensión; por lo tanto, viene de la séptima dimensión, pasa a la sexta dimensión, que es la dimensión de la teofanía, la dimensión de la Palabra, y de ahí pasa a esta dimensión terrenal.
Cuando pasa a esta dimensión terrenal, ya pasa en un ser humano; pero el misterio escondido en ese ser humano, a través de las diferentes edades y dispensaciones en que Dios ha enviado Su Mensaje, ha sido que son espíritus administradores, como dice San Pablo.
San Pablo escribiéndoles a los hebreos en el primer capítulo y verso 13, dice (y el 14 también): “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salvación?”.
Y aquí en Apocalipsis, donde hemos leído, en el verso 6 del capítulo 22, dice: “Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas…”.
Ahora, recuerden que estos ángeles enviados por Dios son espíritus ministradores. Y Dios es el Dios de los espíritus de los profetas, que son los espíritus ministradores de la Palabra de Dios para cada edad o dispensación a los herederos de salvación.
Dice: “Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
Ahora, es un espíritu administrador o ministrador, enviado de la sexta dimensión, de la dimensión de los espíritus de los profetas, de la dimensión de los espíritus de los justos; de la dimensión de los espíritus de los hijos de Dios: la sexta dimensión.
Para entender esto mejor, tenemos que comprender también lo que dice la Escritura: “El Ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen, y los defiende”5.
Cada hijo de Dios tiene un ángel; ese ángel es un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; se le llama también el Ángel de la Guarda o el Ángel Guardián, o el Ángel de Jehová. Ese ángel, que pertenece a la sexta dimensión, es un espíritu o cuerpo teofánico, y es enviado para cuidar, para proteger y guiar a cada hijo de Dios. Cada hijo de Dios tiene su propio ángel, su propio cuerpo teofánico de la sexta dimensión; por lo tanto, tiene representación en la sexta dimensión o Paraíso.
Por eso Jesús dijo en una ocasión…, hablando de los pequeñitos, dijo que cualquiera que diere un vaso de agua fría “a uno de estos pequeñitos”, no perderá su recompensa6. Dijo también que el que le hiciere daño, mejor le fuera amarrarse una piedra de molino en el cuello y echarse en el mar. Porque dice también: “Sus ángeles (los ángeles de estos pequeñitos) ven el rostro de mi Padre en el Cielo cada día”7.
Los ángeles, el Ángel Guardián o Ángel de Jehová de cada hijo de Dios, es esa teofanía o cuerpo teofánico o espíritu teofánico de la sexta dimensión; y de esa sexta dimensión, Dios también, para cada edad y cada dispensación, envía un espíritu administrador de en medio de ese grupo de cuerpos o espíritus teofánicos de los hijos de Dios, con el ministerio que corresponde para esa edad o dispensación; y lo envía con la Palabra, el Mensaje que corresponde para esa edad o dispensación, para proclamarlo a los hijos de Dios que viven en la Tierra en ese tiempo y tienen representación en el Cielo a través de esos cuerpos teofánicos.
Así funciona el Programa Divino para cada edad y cada dispensación.
Y por esa causa usted encuentra que personas como Pedro, Jacobo y Juan, y otros más, sencillos hombres, pescadores, podían conocer que Jesús de Nazaret era el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Y cuando Jesús preguntó: “¿Quién dicen ustedes que es el Hijo del Hombre?”, Pedro dijo: “¡Tú!, ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente! Y nosotros sabemos y conocemos que eres Tú”. Jesús dijo: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre, que está en el Cielo”8.
Una revelación directamente del Cielo, pasando a Pedro a través de su ángel o cuerpo teofánico, para comprender el gran misterio de la aparición o presencia de Jesús de Nazaret en este planeta Tierra siendo el Ángel del Pacto Divino para ese tiempo.
Sin embargo, usted puede ver que aquellos grandes líderes religiosos que habían estudiado teología en sus diferentes institutos, seminarios y universidades, no pudieron comprender quién era Jesús de Nazaret. Y decían: “Este es un hombre samaritano, y tiene demonios”. Otros decían: “Este está loco. Él, por el dedo de Beelzebú echa fuera a los demonios, por el príncipe de los demonios”.
Y no sabían que era el Príncipe de Paz, no sabían que era el hijo de la virgen, como dijo el profeta Isaías: “Porque la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y se llamará Su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”9.
El Dios Todopoderoso, Creador de los Cielos y de la Tierra, hecho carne, hecho hombre, para resolver el problema de la humanidad, del pecado, que ocasionó la caída del ser humano a la condición que la raza humana tiene.
Ahora, Jesús de Nazaret, aquel hombre tan simple, tan sencillo, era nada menos que Emanuel: Dios manifestado en carne humana.
En una ocasión Él dijo: “Antes que Abraham fuera, yo soy”10. Y aquella Palabra que Jesús estaba diciendo era algo rara para las personas de aquel tiempo; porque ellos sabían que Jesús había nacido de la virgen María, lo que ellos no sabían era el misterio de ese Ángel del Pacto, de Jesús de Nazaret.
Él decía también: “Nadie subió al Cielo, sino el que descendió del Cielo, el Hijo del Hombre que está en el Cielo”11, y estaba allí en la Tierra. Le decían a Él: “No tienes cincuenta años todavía, ¿y dices que has visto a Abraham? ¡Estás loco!”. Jesús dice: Abraham deseó ver mi día, lo vio y se gozó”12.
EL MISTERIO DE JESÚS, EL ÁNGEL DEL PACTO, aquellas personas de aquel tiempo no lo conocían, porque son cosas que no se aprenden en las universidades, en los seminarios, en los institutos, en las escuelas terrenales. Es algo que viene por revelación divina, pasando por la sexta dimensión de la teofanía, a las personas que tienen esos cuerpos teofánicos en esa dimensión; los cuales reciben esa revelación directamente del Cielo, no importa que no hayan estudiado ni el primer grado de la escuela primaria.
¿Usted se puede imaginar al apóstol San Pedro, un hombre pescador, un hombre sencillo e ignorante, sabiendo más que el sumo pontífice? Eso es inconcebible; pero cuando comprendemos el misterio de esos cuerpos teofánicos de la sexta dimensión, esos ángeles de cada hijo de Dios, que ven el rostro de nuestro Padre celestial cada día y reciben esa revelación divina, la cual se está proclamando en el tiempo en que ellos viven, entonces podemos ver lo sencillo, lo simple que es, comprender el por qué el sumo pontífice no podía comprender el misterio de la Primera Venida del Hijo del Hombre, y decía que Jesús había blasfemado cuando dijo que era el Hijo del Dios viviente. Y Pedro dijo: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!”.
Esa es la diferencia entre los hijos de Dios y los que no son hijos de Dios.
Jesús, a aquellos que le combatieron y no podían creer que Él era el Hijo del Dios viviente, y decían de Él que era del diablo y por el dedo de Beelzebú echaba fuera los demonios, Él dijo: “Mi Palabra no cabe en vosotros (Su Palabra, Su Mensaje), porque vosotros no sois de mis ovejas; porque mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y al extraño no seguirán”13.
Ellos decían: “Nosotros tenemos un Padre, que es Dios. Y nosotros somos hijos de Abraham”14. Jesús les dijo a ellos: “Vosotros de vuestro padre el diablo sois”15.
No es como algunas personas piensan, que todos los seres humanos son hijos de Dios; eso no es así. El Señor Jesucristo, en la parábola del trigo y la cizaña, dijo que el Hijo del Hombre sembró trigo en el campo (que es el mundo, y son los hijos del Reino de Dios); y dijo que otro hombre vino, un hombre malo, y sembró cizaña, el diablo vino y sembró cizaña (y son los hijos del malo)16.
Quedó establecido por el Señor Jesucristo que no todos son hijos de Dios; por lo tanto, no todos tienen cuerpos o espíritus teofánicos en la sexta dimensión, para que les llegue la revelación divina del Programa Divino que Dios está llevando a cabo en esta Tierra en el tiempo en que la persona está viviendo, y en el tiempo en que se está proclamando el Mensaje que corresponde a esa edad o a esa dispensación. Esa es la causa por la cual no todos creen, y es la causa por la cual un grupo de personas pueden creer lo que Dios está llevando a cabo, y otros no pueden creer.
Es un privilegio muy grande poder creer lo que Dios está llevando a cabo en una edad o en una dispensación, porque eso lo identifica como un hijo de Dios; porque el que es de Dios, la Palabra de Dios, el Mensaje de Dios para su tiempo, oye.
De momento puede ser que no lo entienda completamente, pero sabe que es la Verdad lo que se está proclamando; y necesita, entonces, seguir escuchando y leyendo ese Mensaje, para que siga abriéndose la mente de la persona, y ese cuerpo teofánico o espíritu teofánico tenga la oportunidad de ayudarlo y guiarlo en toda la Verdad, y pueda comprender todo el Programa Divino.
Como le dijo Jesús a Pedro: “Lo que tú no entiendes ahora, lo entenderás después”17.
Ahora, hemos visto el misterio de esos cuerpos teofánicos, de esos espíritus teofánicos que cada persona, cada hijo de Dios tiene; el cual se encarga de cuidarlo y ayudarlo en la vida terrenal. Y por esa causa algunas veces algunas personas dicen: “Yo no sé ni cómo yo estoy vivo”. El Ángel de Jehová que acampa en derredor suyo, lo defiende, lo guía, y está siempre con usted para llevar a cabo el Programa Divino que Dios tiene con usted.
Ahora, ¿quieren ustedes ver a Abraham con Jesús de Nazaret en el tiempo de Abraham, ya que Jesús decía: “Abraham deseó ver mi día; lo vio y se gozó”? Ustedes en ningún lugar en la Biblia, en el Antiguo Testamento, encuentran a una persona llamada Jesús. ¿Y cómo vamos a encontrar, entonces, en el Antiguo Testamento, a Jesús hablando con Abraham, y Abraham viendo Su día y gozándose?
El Señor Jesucristo es Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. San Pablo dijo, escribiéndole a Timoteo en su primera carta, capítulo 3, verso 16: “Grande es el misterio de la piedad (de Dios): Dios ha sido manifestado en carne”, manifestado en forma humana.
También dice el Evangelio según San Juan, en el capítulo 1 y verso 1 en adelante:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Y en el verso 14 de ese primer capítulo del Evangelio según San Juan, dice:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
Ahora, ustedes pueden ver que Jesús de Nazaret es nada menos que el Verbo hecho carne; y el Verbo es Dios. Dios se hizo hombre, Emanuel.
Ahora, pasemos al Antiguo Testamento para que veamos a Jesucristo hablando con Abraham. Él dijo que Abraham vio Su día, y se gozó.
En una ocasión le aparecieron a Abraham tres Ángeles o Arcángeles, Ángeles mayores, cuando llegó el tiempo para la destrucción de Sodoma y de Gomorra. Y Abraham cuando los vio se postró delante de uno de ellos, le adoró, y le dijo: “Mi Señor… Elohim…”. Era nada menos que el Señor Jesucristo en el Antiguo Testamento en otra dimensión, en la dimensión de la teofanía o cuerpo teofánico.
También cuando le apareció en aquella ocasión que Abraham venía de la victoria sobre aquellos reyes, y le apareció como Melquisedec, Sacerdote del Dios eterno y Rey de Salem; era el Señor Jesucristo en Su cuerpo teofánico.
Y el Señor Jesucristo por esa causa es el Creador de todas las cosas (de los Cielos y de la Tierra), porque es el Verbo de Dios. Y el Verbo es Dios. Y por Él fueron hechas todas las cosas.
Es el Señor Jesucristo antes de tener Su cuerpo de carne, viviendo en Su cuerpo teofánico, cuerpo de la Palabra. Pues ese cuerpo de la Palabra o teofánico fue el primer cuerpo que Dios creó, para Él vivir en ese cuerpo teofánico, y desde ahí crear todas las cosas.
Ahí podemos ver el gran misterio de Jesús de Nazaret. Era el Melquisedec del Antiguo Testamento, el Elohim del Antiguo Testamento, manifestado en el Nuevo Testamento en carne humana.
Por eso es tan grande el gran misterio del Señor Jesucristo, del Ángel del Pacto en medio del pueblo hebreo; lo cual no pudo ser comprendido en aquel tiempo; pero fue entendido y recibido por aquellos que le recibieron, pues tenían representación en la dimensión de la teofanía.
Ahora, a través de las edades hemos visto también que Dios ha enviado a siete ángeles o siete mensajeros, enviando el espíritu teofánico de cada uno de ellos en cada edad, a la persona dueña de ese espíritu teofánico.
El apóstol San Pablo recibió ese espíritu teofánico y ministró la Palabra de Dios para su edad, dándoles a conocer el misterio de la Primera Venida del Hijo del Hombre a los gentiles; porque era un espíritu teofánico ministrando la Palabra, el Mensaje correspondiente para aquel tiempo, a las personas de aquel tiempo.
Esa es la diferencia entre un mensajero con el espíritu teofánico enviado de Dios para esa edad, trayéndole al pueblo la Palabra de Dios para esa edad, y los demás predicadores.
Por eso es necesario escuchar la Palabra, el Mensaje Divino, que corresponde a la edad o dispensación en que uno vive; el cual es enviado por Dios a través del ángel mensajero con ese espíritu teofánico correspondiente para ese tiempo, y manifestado en el ángel mensajero que Él envía para ese tiempo.
Él tuvo en el pasado diferentes ángeles mensajeros, diferentes profetas mensajeros, con ese espíritu ministerial teofánico operando en ellos. Y para este tiempo final en que vivimos nosotros, Él promete enviar a Su Ángel Mensajero, Su último Ángel Mensajero, el Benjamín de los profetas, con ese espíritu teofánico, ese espíritu ministerial, con el Mensaje que corresponde para el tiempo final. El Mensaje representado en la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, que llama y junta a todos los escogidos en el tiempo final, y los prepara para la transformación de sus cuerpos y la resurrección de los muertos.
Él envía ese Ángel Mensajero, ese espíritu teofánico, en carne humana, llamando y juntando a todos los escogidos con un Mensaje para todas las iglesias, para todos los seres humanos. Lo envía para todos en el tiempo final.
Por lo tanto, él no estará preguntándoles a las personas “de qué religión o secta religiosa es usted”, porque el Mensaje que él trae es para todas las religiones, para todas las sectas religiosas, para todas las iglesias, para todos los seres humanos, llamando y juntando a todos los seres humanos que tienen sus cuerpos teofánicos en la sexta dimensión.
Es necesario que su Mensaje sea escuchado, sea leído y recibido por todos los seres humanos que han de vivir en la eternidad.
Por eso dice Apocalipsis, capítulo 1 y verso 3: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de la profecía de este libro”: el Mensaje del Ángel del Señor Jesucristo en el tiempo final, el Mensaje dando a conocer los misterios del Reino de los Cielos correspondientes al tiempo final.
Por eso dice Apocalipsis, capítulo 1 y verso 1: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por Su Ángel”.
Su Ángel se encarga de traerle al pueblo la revelación de Jesucristo correspondiente al tiempo final; para eso Él dice: “Yo Jesús he enviado mi Ángel”. Y lo envía para llamar y juntar a todos los escogidos con el doble ministerio de Moisés y Elías tocando la Gran Voz de Trompeta, y preparando al pueblo con la fe del rapto, y la fe de la resurrección y la fe de la transformación en este tiempo final.
Para conocer los grandes misterios del Reino de los Cielos se necesita el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, del Ángel del Señor Jesucristo, en este tiempo final, dando a conocer estas cosas, estos misterios apocalípticos del Reino de los Cielos.
No hay otra forma para las iglesias obtener los misterios del Reino de los Cielos que corresponden a nuestro tiempo; no hay otra forma para los seres humanos obtener los misterios del Reino de los Cielos que corresponden a este tiempo final; no hay otra forma para entender los misterios del Reino de los Cielos de nuestro tiempo; no hay otra forma para comprender los misterios de la gran cosecha, de la siega, del trigo y de la cizaña en este tiempo final; no hay otra forma para comprender los misterios de la Gran Voz de Trompeta que llama y junta a todos los escogidos bajo el ministerio de los Ángeles del Señor, el ministerio de Moisés y Elías, manifestados en el Ángel de Jesús en el tiempo final; no hay otra forma para recibir las bendiciones divinas que corresponden a nuestro tiempo.
Por eso el Ángel del Señor en el tiempo final, en Apocalipsis 22 y verso 17, dice: “El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que quiera, venga y tome del Agua de la Vida gratuitamente. El que tenga sed, venga. El que tenga sed, tome del Agua de la Vida gratuitamente”.
No es un asunto de sectarismos religiosos ni es un asunto de tal o cual religión, sino es un asunto del Señor Jesucristo para bendición de todos los seres humanos; es un asunto del Señor Jesucristo para bendición de todos los seres humanos en este tiempo final.
“El que tenga sed, venga y tome del Agua de la Vida gratuitamente”. Ese es el Mensaje del Señor Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero para todas las iglesias, para todos los seres humanos, para todas las personas que viven en este planeta Tierra.
Hemos visto el gran misterio del Espíritu ministrador que Dios envía en cada edad, y el que envía en este tiempo final en el Ángel del Señor Jesucristo para dar testimonio de estas cosas a las iglesias.
Ese espíritu ministrador es el Ángel. Y cuando se manifiesta en carne humana es el Ángel del Señor Jesucristo en carne humana manifestado. Por lo tanto, esa manifestación en carne humana es el Ángel del Señor Jesucristo dando testimonio de estas cosas en las iglesias y para todos los seres humanos. Para traerles a los seres humanos el Agua de la vida eterna, abrirles a los seres humanos la Fuente del Agua de la vida eterna que Él le prometió a los vencedores.
Por eso Él viene con el Sello del Dios vivo, como dice Apocalipsis, capítulo 7 y verso 2: “Y vi subir de donde nace el sol, otro Ángel con el Sello del Dios vivo; y clamó a los cuatro ángeles, a los cuales se les había dado poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. Y oí el número de los sellados: Ciento cuarenta y cuatro mil señalados, sellados, del pueblo de Israel, doce mil de cada tribu”.
Y en Apocalipsis, capítulo 14, ya los vemos llamados, juntados, colocados sobre el monte de Sion, y sellados, con el Cordero en la cima del Monte de Sion. Apocalipsis 14 y verso 1, dice: “Y miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de Él y el nombre de Su Padre escrito en sus frentes”.
Esa es la forma en que Dios llama a los escogidos en el tiempo final, y los sella en sus frentes, y los coloca sobre la cima del monte de Sion.
Los escogidos también, de entre los gentiles, tienen la promesa18: “Al que venciere, yo le haré columna en el Templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera. Y escribiré sobre él el Nombre de mi Dios, y el Nombre de la ciudad de mi Dios, la Nueva Jerusalén; la cual desciende del Cielo, de mi Dios, y mi Nombre Nuevo”.
Y por eso el Ángel que sube del nacimiento del sol trae el Sello del Dios vivo: para sellar a todos los escogidos que con Gran Voz de Trompeta son llamados y juntados en la cima del monte de Sion.
Por eso el Ángel del Señor Jesucristo en el tiempo final recibe la promesa, el cumplimiento de la promesa19: “Al que venciere, yo le daré una piedrecita blanca, y en ella un nombre nuevo que ninguno conoce sino el que lo recibe”.
No recibió esa Piedrecita blanca el primer ángel mensajero de la primera edad, ni el segundo, ni el tercero, ni el cuarto, ni el quinto, ni el sexto, ni el séptimo; porque le tocaba al octavo mensajero recibir esa Piedrecita blanca.
El octavo mensajero es el mensajero que recibe la Piedrecita blanca, la Segunda Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, con Su Nombre Nuevo. Es el que, conforme a Apocalipsis, capítulo 19, recibe esa gran promesa con ese nombre que tiene en su vestidura: el Verbo de Dios; el nombre que ninguno conoce, sino él mismo; el nombre que tiene escrito en Su muslo y en Su vestidura: Rey de reyes y Señor de señores.
Y ese es el que recibe la Segunda Venida del Hijo del Hombre (conforme a Apocalipsis, capítulo 10) cuando recibe la Venida del Ángel Fuerte que desciende en Apocalipsis, capítulo 10, con el arco iris sobre Su cabeza y Su rostro como el Sol, como apareció en el Monte de la Transfiguración; y en Su mano un Librito abierto, el cual había abierto en el Cielo.
Ese es el Libro de la Vida, el Título de Propiedad, el Libro de la Redención de los Cielos y de la Tierra, en donde están escritos los nombres de los escogidos de todas las edades. Ahí está escrito el nombre de cada hijo de Dios.
Por lo tanto, en este tiempo final, con la llegada de ese Libro en la Segunda Venida del Hijo del Hombre, la raza humana recibe ese Libro cuando Él le entrega ese Libro a Su Ángel Mensajero, y le dice: “Cómelo. Amargará tu vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. Y luego es necesario que profetices otra vez”.
“Es necesario que profetices otra vez”, porque el que toma y se come el Libro es el último de los profetas, el Benjamín de los profetas, que estaba representado también en Juan el discípulo amado, recibiendo en visión la Segunda Venida del Hijo del Hombre, y recibiendo el Librito abierto de Su mano.
Todo esto aconteció en visión allá en el tiempo de Juan, mostrando lo que acontecería en su realidad en el tiempo final, en el tiempo del Ángel del Señor Jesucristo, que aparece en el tiempo final con ese espíritu teofánico ministerial para traerle al pueblo, a los hijos de Dios, el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, de Trompeta Final, para producir la resurrección de los muertos y la transformación de los que están vivos.
Porque es necesario que esto mortal, estos cuerpos mortales, sean vestidos de inmortalidad, y esto corruptible sea vestido de incorrupción, en la transformación de los que están vivos y la resurrección de los muertos.
Es necesario que cada hijo de Dios que tiene representación en la sexta dimensión, que tiene ese Ángel del Señor, ese espíritu o cuerpo teofánico, es necesario que se encarne en cada hijo de Dios ese cuerpo teofánico y transforme ese cuerpo, para que todos lleguemos a ser a imagen y semejanza del Señor Jesucristo, como está prometido conforme al Programa Divino para el tiempo final.
Porque “como hemos traído la imagen del terrenal (de Adán), traeremos también la imagen del celestial”20, del Señor Jesucristo; “porque a los que antes conoció”, dice San Pablo a los romanos, en el capítulo 8 y verso 29: “… a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo”, a la imagen del Señor Jesucristo; para que todos seamos alma (de la séptima dimensión), espíritu teofánico (de la sexta dimensión), y cuerpo glorificado, transformado, eterno, creado por Dios en este tiempo final, como creó Dios en el vientre de María el cuerpo de Jesús de Nazaret.
Así que tenemos tales promesas en nuestro tiempo, que es necesario que atendamos con más diligencia estas palabras fieles y verdaderas del Ángel del Señor Jesucristo, que da testimonio de estas cosas a todas las iglesias, a todos los seres humanos, a toda persona que se encuentra en este planeta Tierra, para darle la oportunidad de vivir eternamente, sin pagar ni un solo centavo.
Es necesario que seamos realistas, que vivamos la realidad del Programa Divino que corresponde a nuestro tiempo; y la realidad del Programa Divino que corresponde a nuestro tiempo es: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”; para dar a conocer estos misterios del Reino de los Cielos a todas las iglesias, a todos los seres humanos, a todos los hijos de Dios; y así lleguemos a la imagen y semejanza del Señor Jesucristo, y vivamos eternamente.
Esa es la realidad divina de nuestro tiempo.
Hablando, como dice en la publicación del periódico La Prensa Libre, que hablaríamos sobre los extraterrestres y los ovnis, hemos visto que estos ángeles ministradores, como el mismo Señor Jesucristo, son nada menos que los extraterrestres y la manifestación de los ovnis: en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento y en nuestro tiempo, son nada menos que la manifestación divina de nuestro tiempo al enviar Sus Ángeles en el tiempo en que vivimos.
Y así como en el tiempo de Sodoma y de Gomorra aparecieron ángeles de Dios y carros de fuego u ovnis, para llevar a cabo la labor que correspondía a aquel tiempo, de bendición para Abraham, pero de juicio divino para Sodoma y Gomorra; en nuestro tiempo la manifestación divina será de bendición para los hijos de Dios, pero será de juicio divino para el reino de los gentiles.
Porque el tiempo del reino de los gentiles ha llegado a su final, y el tiempo ha terminado, el tiempo no es más para el reino de los gentiles, porque tiene que darle paso al Reino de Dios, al gran Milenio que está por comenzar.
Por eso los juicios divinos se derraman en el periodo señalado como la gran tribulación, de un lapso de tiempo de tres años y medio, bajo el ministerio de los Ángeles del Señor Jesucristo: los Dos Olivos, los Dos Candeleros, el ministerio de Moisés y Elías, para traer el juicio divino sobre la cizaña.
Como dice Apocalipsis, capítulo 14, verso 14 al 20; ahí aparece el ministerio de dos poderosos Ángeles (uno envuelto en una nube, coronado, con una hoz aguda para llevar a cabo la siega, la cosecha; porque la hora de la cosecha ha llegado) cosechando, recogiendo los hijos de Dios con Gran Voz de Trompeta, representado en la hoz aguda que él mete en el tiempo final. Esa es la misma Gran Voz de Trompeta y la Espada del Rey.
Y también para cosechar la cizaña, también viene con el ministerio de este otro Ángel que mete su hoz aguda y vendimia las uvas de la Tierra, que están maduras, y las echa en el lagar de la ira del Dios Todopoderoso; y pisa el lagar de la ira del Dios Todopoderoso; y sale sangre por una grande cantidad, dice Apocalipsis, capítulo 14. Dice:
“Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios”.
Ese es el juicio divino bajo el ministerio de los Dos Olivos, de Moisés y Elías, en el Ángel del Señor Jesucristo, para la gran tribulación.
Pero para el trigo, para los hijos del Dios viviente, el ministerio de Moisés y Elías, de los Ángeles de la Cosecha, es un ministerio para bendición, tocándoles la Gran Voz de Trompeta, y dándoles la fe para la transformación de sus cuerpos y para la resurrección de los que han partido o muerto en el pasado.
Ese es el ministerio de ese espíritu teofánico de la sexta dimensión, manifestado en esta Tierra; ese es el Ángel del Señor Jesucristo que en el tiempo final se manifiesta en carne humana en el último de los mensajeros del Señor Jesucristo, y trae el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, el Mensaje de testimonio para todas las iglesias y para todos los seres humanos.
Por eso: “A él oíd”: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”. Lo envía para ser oído, lo envía para que lo reciban todas las iglesias y todos los seres humanos; porque es el Ángel del Señor Jesucristo para todas las iglesias, ese es el Ángel para todas y de todas las iglesias. Es el Ángel que puede y tiene el Mensaje del Señor Jesucristo, es el Ángel que se ha comido el Libro para dar testimonio de estas cosas de acuerdo al contenido de ese Librito que fue abierto en el Cielo.
Cada cuerpo teofánico o espíritu teofánico o ángel de cada hijo de Dios es un extraterrestre; porque no es de la Tierra sino del Cielo, del Paraíso, de la sexta dimensión; así como Jesús es un extraterrestre, el cual se manifestó en carne humana.
Por lo tanto, estamos en el tiempo de la manifestación de los extraterrestres para la resurrección de los muertos y transformación de los vivos.
Fue un ovni, un carro de fuego, el que se llevó al profeta Elías; y le llevó sin ver muerte. Y también al profeta Enoc le llevó un carro de fuego, un ovni; y le llevó Dios para no ver muerte.
Los ovnis, o carros de fuego o platillos voladores, son los carros de Dios, y están ligados completamente a los hijos de Dios que tienen representación en el Paraíso, en la sexta dimensión, que tienen ese cuerpo teofánico, ese cuerpo extraterrestre; el cual en este tiempo final viene a la Tierra para encarnarse en cada una de las personas representadas en la sexta dimensión por esos cuerpos extraterrestres. Ese es el misterio de los extraterrestres.
El apóstol San Pablo dijo: “Hay cuerpos terrenales, y también celestiales; y una es la gloria de lo terrenal, y otra es la gloria de lo celestial. Y como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen (ese espíritu teofánico) del celestial”21.
Estamos en el tiempo en que cada hijo de Dios será, tendrá la imagen y semejanza del Señor Jesucristo; y será un alma viviendo con su cuerpo teofánico dentro de un cuerpo creado por Dios, eterno, en el cual vivirá eternamente, como el Señor Jesucristo; a imagen y semejanza del Señor Jesucristo. Porque para eso usted ha sido predestinado.
“… a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo”.
En la caída el ser humano perdió esa imagen: ese cuerpo teofánico no pudo encarnarse en cada uno de los seres humanos. Pero en el tiempo final se lleva a cabo ese gran milagro con el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, y regresaremos a hijos de Dios (e hijas de Dios) manifestados en carne eterna, en cuerpos eternos, siendo la manifestación de los hijos de Dios, la adopción, “es á saber, la redención de nuestros cuerpos”22, la transformación de nuestros cuerpos, para vivir a un nivel superior, más alto del nivel terrenal que los seres humanos viven en la actualidad.
Ese nivel en el cual estaremos viviendo será el nivel más alto en que un hijo de Dios puede vivir; es el nivel del Señor Jesucristo, es el nivel de Melquisedec manifestado en carne humana.
Y de acuerdo al Orden de Melquisedec, usted y yo viviremos en el Orden de Melquisedec, en la clase de vida de Melquisedec, en la civilización de Melquisedec, en la ciudad de Melquisedec, y en el mundo nuevo del Rey Melquisedec, con Sus hijos, que son reyes y sacerdotes también, como Melquisedec es Rey y Sacerdote del Dios viviente.
Ese será el nuevo orden del Nuevo Mundo durante el Milenio y para toda la eternidad. Viviremos en el Nuevo Mundo con el nuevo Orden de Melquisedec. Y para eso, en este tiempo Jesús dice: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”.
“EL ÁNGEL DE JESÚS”.
El Ángel de Jesús, y el Ángel de todas las iglesias, y de todos los hijos de Dios, y Ángel de todos los seres humanos, para darles a conocer el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, y descubrirles el misterio o los misterios del Reino de los Cielos, comenzando con el misterio que produjo silencio en el Cielo por casi media hora.
El gran misterio de la Segunda Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, llamando a todos los escogidos con Gran Voz de Trompeta sobre el Monte de Sion: ese es el gran misterio alrededor del cual girará el Mensaje de Testimonio que estará dando el Ángel del Señor Jesucristo a todas las iglesias y a todos los seres humanos.
Él estará con ese Librito que se comió, dentro de él; ese será el Mensaje, la Palabra que él se comió, para dar a conocer estas cosas, para proclamar el Mensaje contenido en el Librito que él se comió, para dar testimonio de estas cosas en las iglesias, para cada ser humano; para eso Él envía Su Ángel desde la sexta dimensión, manifestado en carne humana en Su mensajero, el Benjamín de los profetas en este tiempo final.
Y así, lo que Él tiene programado para nuestro tiempo, se lleva a cabo conforme a la voluntad divina.
Muchas personas se preguntan: “¿Qué haremos para hacer la Obra de Dios?”. Eso le preguntaron a Jesús en aquel tiempo de la manifestación del Verbo, de la Palabra, de Melquisedec manifestado en carne humana. Y Él dijo: “¡Que creáis en el que Él ha enviado!”23: en ese Espíritu teofánico Melquisedec manifestado en carne humana.
Y en nuestro tiempo, según el Orden de Melquisedec…; así como, según el Orden de Melquisedec, Él envió a cada uno de los ángeles mensajeros en cada edad: en el tiempo final, según el Orden de Melquisedec, para Jesús manifestarse, Él envía Su Ángel Mensajero, ese espíritu teofánico de la sexta dimensión según el Orden de Melquisedec, para la manifestación y Segunda Venida del Hijo del Hombre como Rey de reyes y Señor de señores. Él envía ese Ángel Mensajero en carne humana manifestado.
¿Y cuál es la voluntad de Dios?, ¿qué haremos para hacer la Obra de Dios? Que creáis en el que Él ha enviado: “el que Yo Jesús he enviado: mi Ángel, para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”: el Ángel del Señor Jesucristo; y Ángel de todas las iglesias y de todos los seres humanos, dando testimonio de estas cosas en este tiempo final.
“EL ÁNGEL DE JESÚS”.
Ya hemos visto el misterio de este Ángel: es un espíritu teofánico o cuerpo teofánico, el cuerpo teofánico que Dios predestinó para esa persona que en el tiempo final es enviado a vivir en este planeta Tierra con el doble ministerio de Moisés y Elías, como mensajero de la Edad Octava y mensajero de la Edad de la Piedra Angular; en el cual en este tiempo final opera ese Ángel o cuerpo teofánico de la sexta dimensión, transmitiéndole al pueblo el Mensaje de Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, y llamando así a todos los escogidos, y sellando así a todos los escogidos en sus frentes; y colocándolos sobre el Monte de Sion, el cual representa el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
“He aquí, yo Jesús he enviado mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Por esa causa Juan, dos mil años atrás, pudo ver a este Ángel en las visiones apocalípticas que durante dos años estuvo viviendo, teniendo; y luego se postró delante de ese Ángel para adorar a sus pies, pero él le dijo: “Mira que no lo hagas. Yo soy siervo contigo y con tus hermanos —adora a Dios— los que tienen el testimonio de Jesús, tus hermanos; así que adora a Dios”24.
Juan vio a este Ángel, a este espíritu ministrador, a este espíritu teofánico, mostrándole esas visiones apocalípticas; por eso Juan lo pudo ver, y pudo ver a cada uno de ustedes también, en sus cuerpos teofánicos que cada uno de ustedes tiene; por esa causa él pudo ver todo el Programa Divino representado en aquellas visiones apocalípticas.
Así que podemos ver la forma en que Juan vio al Ángel del Señor Jesucristo; y también así lo vieron los profetas del Antiguo Testamento y los profetas del Nuevo Testamento, y los apóstoles y los siete ángeles de las siete edades de la Iglesia gentil.
Y el más que lo vio fue el séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil. Aun lo vio en aquella visita de los siete ángeles en aquella nube que fue fotografiada allá en Arizona.
Cuando el séptimo ángel de la Iglesia de Laodicea subió a esa constelación, se encontró con que había, por todos (incluyéndolo a él), ocho ángeles. Y dijo que uno de ellos era el más sobresaliente, el cual estaba mirando hacia el este, y el cual era el más llamativo para él. Y dijo: “¡Este es el que tiene el Séptimo Sello: la Segunda Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles! ¡Este es el que tiene el Séptimo Sello, por el cual hubo silencio en el Cielo por casi media hora! Este es el que tiene ese misterio del Séptimo Sello”.
Es el Ángel del Señor Jesucristo enviado en el tiempo final, es el Ángel para todas las iglesias, es el Ángel para todos los seres humanos, es el Ángel para los gentiles y también para los hebreos, es el Ángel con el Sello del Dios vivo sellando a todos los escogidos antes que llegue la destrucción de los gentiles.
Y por eso Jesús dice: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Él es el Ángel que trae la revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y las declaró enviándolas por medio (¿de quién?) de Su Ángel.
La revelación de Jesucristo, de Su Segunda Venida en el tiempo final solamente puede ser conocida por medio de Su Ángel; porque para eso el Señor Jesucristo lo ha enviado en este tiempo final: para dar testimonio de estas cosas en las iglesias.
“EL ÁNGEL DE JESÚS”. Para usted, para mí, para todas las iglesias, para todos los seres humanos.
El Mensaje que yo les traigo a ustedes no es mío, sino del que me envió. El Mensaje que yo traigo a ustedes, lo he recibido de ese Ángel o espíritu teofánico que el Señor Jesucristo ha enviado con ese Mensaje para ustedes; y me lo ha entregado a través de Su Ángel, Su Ángel Mensajero y cuerpo teofánico o espíritu teofánico que me ha dado; y me ha enviado para ministrarles a ustedes el Mensaje de Gran Voz de Trompeta.
No lo he recibido de mí mismo, sino de ese espíritu teofánico o Ángel de Jehová, que en este tiempo final me ha sido enviado para ministrar este Mensaje de Gran Voz de Trompeta y dar testimonio de estas cosas a todas las iglesias.
No soy yo, sino el Ángel o espíritu teofánico que Él me ha enviado, para que yo le deje a Él ministrar el Mensaje a través de mí.
Cada uno de ustedes también tiene un ángel, tiene su ángel, su cuerpo teofánico. Y cuando es un Mensaje de ese Ángel, de ese cuerpo teofánico, de ese espíritu ministrador, lo reciben esos ángeles o espíritus teofánicos que les pertenecen a los escogidos. Y luego se manifiestan esos espíritus teofánicos en las personas que les corresponden. Y esas personas entienden luego ese Mensaje, porque es el cuerpo teofánico de cada persona operando en su mente y en su corazón. Y eso es la revelación del Cielo para cada uno de los escogidos.
Y lo que has recibido y has creído con todo tu corazón, no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en el Cielo, en la forma que Él tiene establecido para traer Su revelación:
“Yo Jesús he enviado mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”. EL ÁNGEL DE JESÚS dando testimonio de estas cosas en las iglesias, en todas las naciones y a todos los seres humanos. Eso es y para eso es el Ángel de Jesús en nuestro tiempo.
Dios les bendiga, Dios les guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención, y pasen todos muy buenas tardes.
Será hasta el próximo año, Dios mediante, en la Semana Santa, en donde tenemos programado estar nuevamente con ustedes.
Con ustedes nuevamente Miguel Bermúdez Marín para concluir nuestra parte en esta ocasión…; él tiene un conocimiento claro del Programa Divino, él estuvo hablándoles a ustedes del Programa Divino para nuestro tiempo; luego han escuchado el Programa Divino para nuestro tiempo.
Hemos puesto en claro el misterio de los ovnis, también de los extraterrestres, también del Libro de la Vida, el cual fue abierto en el Cielo; y del gran Milenio, el cual será operado bajo un nuevo orden: el Orden de Melquisedec, con los escogidos como reyes y sacerdotes según el Orden de Melquisedec; y la eternidad, la cual será luego del gran Milenio.
Entre el Milenio y la eternidad estará el Juicio Final, para el cual han de resucitar todas las personas que no tienen parte en la primera resurrección.
Usted puede ver que todos no son escogidos, sino que hay un grupo que son escogidos, que pertenecen a ese Orden de Melquisedec. Pero hay oportunidad para las otras personas que no son de ese orden ni de ese grupo de escogidos: hay oportunidad de vida eterna si toman del Agua de la Vida, del Mensaje del Ángel del Señor Jesucristo, en este tiempo final.
Así que, si los que están escritos en el Libro de la Vida tienen necesidad de tomar del Agua de la vida eterna, si esos escogidos escritos en el Libro de la Vida del Cordero, o sección privilegiada, tienen necesidad de tomar de la Fuente del Agua de la Vida, del Mensaje de Gran Voz de Trompeta en este tiempo final; más, o igual, tienen necesidad y derecho, a tomar del Agua de la Vida, el resto de las personas que no pertenecen a ese grupo pero que están escritos en el Libro de la Vida; los cuales han de resucitar después del gran Milenio, para ser juzgados en el Juicio Final. Y si ellos han tomado del Agua de la Vida: vivirán eternamente; si han rechazado el Agua de la Vida, no han querido tomar: no tienen derecho a la vida eterna, y sus nombres serán borrados del Libro de la Vida.
Hay otros también, que no están escritos en el Libro de la Vida, los cuales no tienen oportunidad a la vida eterna. Apocalipsis dice que unos que no están escritos en el Libro de la Vida25; pero también habla de un grupo que está escrito en el Libro de la Vida26.
Y el Libro de la Vida tiene dos secciones: el Libro de la Vida del Cordero, los cuales están escritos bajo el Sacrificio de Redención del Señor Jesucristo; y el resto, los cuales están escritos en la otra sección de la Vida, y tienen oportunidad de vivir eternamente, si toman del Agua de la Vida, de la Fuente del Agua de la Vida.
Así que tenemos claro todo lo que fue puesto en el periódico:
El Libro de la Vida, o el contenido del Libro de la Vida, o Libro que fue abierto en el Cielo, el Libro sellado con Siete Sellos.
El Séptimo Sello, ya hemos visto que fue la Segunda Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles sobre el Monte de Sion.
Y los extraterrestres, que son los espíritus o cuerpos teofánicos de los hijos de Dios. Son ángeles; porque estos espíritus teofánicos están en la categoría de los ángeles. Por eso Jesús dijo que en la resurrección ni se casan ni se dan en casamiento, sino que serán como los ángeles de Dios27.
Los ovnis, los cuales son los carros de fuego o platillos voladores, que están ligados a los escogidos para la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos. Para eso ellos vienen en este tiempo: para producir la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos.
Y cada uno de ustedes tiene un carro de fuego, un ovni, esperándolo con un ángel o extraterrestre que acampa en su derredor, para que usted pueda ver y entender el Mensaje y recibir al mensajero, y recibir la transformación de su cuerpo, y pasar a ese nivel y a ese Orden Divino de Melquisedec con vida eterna, con cuerpo eterno, según el Orden de Melquisedec.
Para eso: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”; para todos los seres humanos, para todas las naciones, para que sea escuchado y leído Su Mensaje en todos los idiomas, en todas las naciones, por todas las iglesias y por todo ser humano.
Y bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de esta profecía que trae el Ángel de Jesús en este tiempo final28.
“EL ÁNGEL DE JESÚS”.
Dios les bendiga, Dios les guarde, les continúe bendiciendo con las bendiciones de este tiempo final. Y como han pensado ustedes: con las bendiciones como dijo Jacob, y el Ángel le bendijo.
Jacob quería la bendición del Ángel, y el Ángel le bendijo dándole un nuevo nombre. Y la bendición del Ángel para cada escogido es el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, el Sello del Dios vivo que Él trae y aplica a cada escogido: un nuevo nombre.
Ahí estaba la bendición para Jacob; y en el nuevo nombre, el Sello del Dios vivo para cada escogido, está la bendición divina para cada escogido.
¡Que Dios nos bendiga con todas Sus bendiciones que Él envía a través de Su Ángel Mensajero con el Mensaje de este tiempo final!
Con ustedes Miguel Bermúdez Marín nuevamente.
“EL ÁNGEL DE JESÚS”.
[Revisión julio 2020-febrero 2022]
1 Hechos 7:53
2 San Juan 8:37
3 San Juan 12:50, 8:28
4 San Juan 17:8
5 Salmo 34:7
6 San Mateo 10:42
7 San Mateo 18:10
8 San Mateo 16:13-18
9 San Mateo 1:23, Isaías 7:14
10 San Juan 8:58
11 San Juan 3:13
12 San Juan 8:56-58
13 San Juan 10:26-27, 8:47, 10:4-5
14 San Juan 8:39
15 San Juan 8:44
16 San Mateo 13:24-25, 13:36-43
17 San Juan 13:7
18 Apocalipsis 3:12
19 Apocalipsis 2:17
20 1 Corintios 15:49
21 1 Corintios 15:42-49
22 Romanos 8:23, versión Reina-Valera 1909
23 San Juan 6:28-29
24 Apocalipsis 19:10, 22:9
25 Apocalipsis 20:15
26 Apocalipsis 20:12
27 San Mateo 22:30, San Marcos 12:25
28 Apocalipsis 1:3