El Ungido de Dios

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes aquí en Puerto Rico, y también en los diferentes países de la América Latina: Venezuela, Colombia, Brasil, México, Guatemala…, también en la Argentina, en donde en este día están teniendo un encuentro juvenil.

Que Dios bendiga a todos los jóvenes en este día allá en la Argentina, en este encuentro juvenil; y que Dios también bendiga a cada uno de los que están a través de la línea telefónica en los diferentes lugares de Norteamérica; y también a todos los hermanos y amigos allá en España, a todos los hijos de Dios: que Dios les bendiga grandemente, y reciban un saludo de mi parte y de parte de cada uno de los que aquí en esta mañana estamos reunidos, y de todos los que están a través de la línea telefónica: Les amamos grandemente, y pedimos para cada uno de ustedes, hijos de Dios allá en España, las bendiciones de Dios también.

En esta mañana quiero leer una escritura que se encuentra en el Evangelio según San Lucas, capítulo 4 y verso 14 en adelante. Y dice de la siguiente manera:

Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea (luego de los cuarenta días y cuarenta noches que estuvo en ayuno, sin comer ni beber), y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.

Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.

Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró a la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.

Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor.

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.

Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.

Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL UNGIDO DE DIOS”.

Para poder comprender lo que nuestro tema para esta ocasión significa para nosotros, necesitamos ver a través de la Escritura lo que es el ser ungido con el Espíritu de Dios, ser ungido con el Espíritu del Señor, y poder decir: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido…”, y enumerar las cosas para las cuales había sido ungido.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios…”.

El Verbo, la teofanía, era Dios manifestado en teofanía. Y por Él (Dios en teofanía) “por Él fueron hechas (creadas) todas las cosas”. Y “en Él estaba la vida”1.

Y sigue diciendo en el verso 14 de San Juan, capítulo 1: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, como la gloria del Unigénito del Padre)”.

El Verbo hecho carne, conocido por el nombre de Jesús, Jesús de Nazaret ungido por Dios, Él tenía esa unción; la teofanía estaba manifestada en carne humana.

Ahora, a través de la historia bíblica, en el Antiguo Testamento y en el Nuevo veremos esa teofanía manifestándose.

En el tiempo de Abraham le apareció a Abraham Dios en teofanía en diferentes ocasiones; y le apareció en una ocasión como el Rey Melquisedec y Sacerdote del Dios Altísimo; y también le apareció en otra ocasión como Elohim (Señor) y comió con Abraham.

Ese que le apareció a Abraham es el que en esta ocasión dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido…”.

Aquel que le apareció a Abraham se había hecho carne, estaba allí manifestado en la Tierra, y fue conocido por el nombre de Jesús de Nazaret. Por eso Él podía decir: “Antes que Abraham fuera, yo soy”. Él podía decir: “Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó”. Él estaba allí en carne humana.

Ahora, antes de hacerse carne y ser conocido por el nombre de Jesús también le había aparecido a otros profetas mensajeros de Dios. Él le había aparecido también a Moisés.

Pues Él le había dado la promesa a Abraham de que la simiente de Abraham sería cautiva en tierra extraña, sería esclavizada; pero a los cuatrocientos años Él los libertaría con mano poderosa.

Y cuando se cumplió el tiempo para libertar a Su pueblo y castigar a la nación que había esclavizado a la simiente de Abraham, le apareció a Moisés en una zarza que ardía; y la zarza, el arbusto, no se consumía. Y cuando Moisés fue para ver aquella gran visión…, pues Moisés sabía que él era el mensajero para la liberación del pueblo hebreo, pero había sido rechazado; por lo tanto, él se había ido al desierto allá, y se había casado, y tenía como suegro a un sacerdote gentil, en Madián.

Ahora, Moisés cuando se encontró con este Pilar de Fuego, esta Columna de Fuego, él sabía que Ese era Dios, que Ese era el que le había aparecido a Abraham y le había hecho la promesa de la liberación del pueblo hebreo. Él fue y se encontró en el Sinaí con esa Columna de Fuego, y desde esa Columna de Fuego escuchó la voz que le dijo: “Moisés, Moisés, quita las sandalias de tus pies, porque el lugar que pisas, santo es”2.

Moisés hizo como Dios le dijo, y esa Columna de Fuego le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; y yo he descendido, porque he oído el clamor de mi pueblo y he descendido para libertarlos”. Y comenzó a darle a conocer, esa Columna de Fuego, el motivo de Su aparición a Moisés, el profeta señalado por Dios para ser el instrumento de Dios y ser ungido con esa Columna de Fuego.

Allí estaba el Pilar de Fuego, la unción; allí estaba el Logos para ungir al profeta mensajero que llevaría a cabo el éxodo del pueblo hebreo hacia la tierra prometida.

Moisés tenía un conocimiento acerca de las promesas de Dios para aquel tiempo, pero él necesitaba ser ungido por el que dio esa promesa; él necesitaba ser ungido por el Pilar de Fuego, para que el Pilar de Fuego estuviera encarnado en él, velado en carne humana, y pudiera por medio de Moisés llevar a cabo el cumplimiento de cada una de las promesas correspondientes para aquel tiempo.

Así que cuando Moisés se encontró con el Pilar de Fuego, la Columna de Fuego, el Yo Soy…, pues Moisés le preguntó: “¿Cuál es Tu nombre? Porque el pueblo me va a preguntar por Tu nombre. ¿Cuál es tu nombre? Para que yo le diga Tu nombre al pueblo”.

El Pilar de Fuego le dijo: “Yo Soy. Tú le dirás al pueblo que Yo Soy me ha enviado a ti, que Yo Soy te ha enviado al pueblo para sacarlos de la esclavitud y llevarlos a la tierra prometida que fluye leche y miel”. Ahora, vean, Él dijo: “Yo Soy”. Y Él dijo: “Este es mi nombre, mi memorial. Por lo tanto, mi memorial será este”3.

Por eso cuando Jesús estuvo diciéndole a aquellas personas: “Antes que Abraham fuera, Yo Soy”, estaba utilizando el mismo nombre, las mismas palabras. El Yo Soy que le apareció a Abraham y a Moisés estaba en carne humana, y se identificó como el Yo Soy en el Nuevo Testamento; era el Yo Soy velado en carne humana, encarnado.

“Grande es el misterio de la piedad: Dios (el Yo Soy) ha sido manifestado en carne”, dijo San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16.

Ahora, el Yo Soy tenía que descender, y Él dijo: “He descendido, porque he escuchado el clamor de mi pueblo y los he reconocido”.

Los reconoció como la simiente de Abraham que tenían la promesa para ser libertados en aquel tiempo, cuando los cuatrocientos años de esclavitud se habían cumplido.

Ahora, Dios descendió; allí estaba el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, para llevar a cabo la liberación del pueblo hebreo. Allí estaba, en aquel Pilar de Fuego, Dios velado. Dios estaba dentro de ese Pilar de Fuego hablándole a Moisés para darle las instrucciones de la liberación, del éxodo del pueblo hebreo, y darle a conocer también los juicios divinos que vendrían sobre la nación que había oprimido al pueblo hebreo.

Pues Dios le dijo a Abraham, ese Yo Soy, el mismo Pilar de Fuego, le dijo: “A los cuatrocientos años yo los libertaré con mano fuerte, y castigaré a la nación que los ha oprimido”4.

Así que venía para la liberación, para bendición del pueblo hebreo; pero para juicio de los que habían esclavizado, que habían oprimido al pueblo hebreo.

Ahí está el Yo Soy, el Pilar de Fuego: Dios velado en el Pilar de Fuego para luego velarse en Moisés, velarse en carne humana; porque Dios no hace nada a menos que sea a través de carne humana. Dios, para manifestarse en medio de los seres humanos, necesita un velo de carne, para el Yo Soy (el Dios Todopoderoso manifestado en ese Pilar de Fuego) velarse en carne humana y llevar a cabo Su obra correspondiente para el tiempo en que Él se manifiesta.

Allí estaba cumpliéndose la Venida del Yo Soy, la Venida de Elohim, la Venida del que le dijo a Abraham que Él los libertaría con mano poderosa.

Así que allí sobre el monte Sinaí estaba cumpliéndose la Venida de Dios: la Venida de Dios en el Pilar de Fuego, velado en el Pilar de Fuego, la Columna de Fuego.

El monte Sinaí tembló. Moisés tuvo esa gran visión. Él estaba viendo a Dios manifestado en ese Pilar de Fuego, en esa teofanía. Siendo profeta, con las dos consciencias juntas, estaba viendo en la dimensión de la teofanía y estaba escuchando la Voz de la Escritura, la Voz de la Palabra, hablando las promesas divinas para ese tiempo. Y estaba el Pilar de Fuego, el Yo Soy, señalándole a Moisés que Moisés era el profeta mensajero, el instrumento de Dios para ser usado en la liberación del pueblo hebreo.

Ese Pilar de Fuego le dijo a Moisés: “Ve, yo pondré mi Palabra en tu boca y yo estaré contigo; y te será dada por señal que tú traerás al pueblo a este monte y yo me manifestaré aquí en este monte, para que ellos sepan que yo te aparecí a ti en este monte y que fue verdad lo que tú les dijiste a ellos”5.

Ahora, ese Pilar de Fuego nunca aparece en esta Tierra a menos que sea para cumplir lo que Él ha prometido para ese tiempo en que Él aparece. Y siempre tendrá en ese tiempo al hombre, al mensajero, al cual ungirá ese Pilar de Fuego. Y por medio de ese hombre el Pilar de Fuego, que es Dios en esa teofanía, cumplirá lo que Él ha prometido para ese tiempo.

Ahora, ya que estamos hablando sobre el tema “El Ungido de Dios”, para el éxodo del pueblo hebreo se necesitaba el hombre ungido de Dios con el Pilar de Fuego, para llevarse a cabo esa liberación del pueblo hebreo; porque ningún hombre podía llevar a cabo esa obra de la liberación del pueblo hebreo, porque era una Obra del Pilar de Fuego, del Yo Soy; el cual prometió que libertaría al pueblo hebreo. Por lo tanto, se necesitaba el Ungido de Dios, el Ungido con el Pilar de Fuego, para la liberación del pueblo hebreo.

Y Moisés fue ungido en el monte Sinaí con ese Pilar de Fuego, y fue a Egipto y llevó a cabo la liberación del pueblo hebreo. Por eso él podía decirle al pueblo las cosas que acontecerían, él podía darle a conocer al pueblo las promesas de la liberación del pueblo hebreo, conforme a como le fueron dadas a Abraham. Él le podía mostrar al pueblo que los cuatrocientos años ya estaban cumplidos y era el tiempo para la liberación del pueblo hebreo y para el juicio divino sobre el reino del faraón, ese reino gentil que había oprimido a la simiente de Abraham.

Él también podía decirle a los ancianos de Israel que saldrían hacia la tierra prometida, él podía darles a conocer todas las cosas que Dios llevaría a cabo de acuerdo a las promesas divinas; podía mostrarle al pueblo que todas esas promesas correspondientes para la liberación del pueblo hebreo Dios las cumpliría por medio de Moisés, porque en Moisés estaba el Pilar de Fuego encarnado, velado en carne humana.

Por eso cuando Moisés hablaba no era la palabra de Moisés, sino la Palabra del Pilar de Fuego, la Palabra del Ángel de Jehová, la Palabra de Dios, velado en el Pilar de Fuego, y velado el Pilar de Fuego en Moisés. Moisés, el Ungido de Dios, el ungido por el Pilar de Fuego para la liberación del pueblo hebreo.

Por eso Moisés fue al faraón con los ancianos de Israel y le dijo que dejara ir al pueblo hebreo; pero ya él sabía que no los dejaría ir sino por mano fuerte, que significa: por los juicios divinos que serían derramados sobre el pueblo egipcio.

Ahora, Moisés recibía del Pilar de Fuego la Palabra que tenía que hablarle al faraón. Cada una de las plagas que Moisés habló, las habló por palabra del Pilar de Fuego; pues el Pilar de Fuego le comunicaba a Moisés lo que tenía que hablar.

El Pilar de Fuego, Dios velado en ese Pilar de Fuego el cual estaba en Moisés, dentro de Moisés, le hablaba dentro a Moisés. Era una comunicación interior. Y le decía a Moisés lo que tenía que hablar.

Dios le dijo: “Yo pondré mis Palabras en tu boca, y tú hablarás lo que yo te mande. No te preocupes de que tú no sabes hablar bien, de que eres tardo en hablar. Eso no tiene que preocuparte”. Porque lo importante es que salga la Palabra de Dios por la boca del Ungido de Dios, del ungido con el Pilar de Fuego, aunque no sean palabras doctas, de humana sabiduría, aunque no sea en palabras muy finas, lo importante es que salga esa Palabra; y se cumplirá esa Palabra.

Así que ¿para qué se necesitaban palabras de humana sabiduría, palabras de universidad, de una educación fina?, ¿para qué se necesitaban esas palabras, para traerle las plagas al faraón? Lo que se necesitaba era la palabra hablada por el Ungido de Dios en lo que tenía que realizarse en ese día.

Moisés decía: “Yo soy de torpes palabras”, pero para un torpe como el faraón: uno de palabras torpes hablándole los juicios, las maldiciones de Dios, en palabras torpes.

Así que lo importante no era la educación, la delicadeza de Moisés; no era eso lo que tenía valor para Dios. Por lo tanto, Dios permitió que Moisés estuviera cuarenta años por el desierto pastoreando ovejas, y se le olvidara bastante esa forma fina de hablar allá en el reino del faraón.

Si en menos de veinte años, a muchas personas que van a otros países que hablan otro idioma…, si no están en contacto con las personas que hablan su propio idioma, se les olvida su propio idioma, ¡cuánto más a Moisés en cuarenta años!

Así que la forma de hablar de Moisés quizás no era tan elocuente, tan fina, como era antes de huir de Egipto.

Ahora, vean ustedes, lo que no tenía Moisés cuando huyó de Egipto (teniendo aquella educación tan grande) lo tuvo cuando ya él decía que era torpe y lento para hablar; porque lo importante es la unción: la unción del Pilar de Fuego, que es Dios en teofanía, en esa teofanía, ese Pilar de Fuego.

Ahora, Moisés hablaba aquellas plagas, y las plagas aparecían; porque era la misma Palabra creadora que en el principio dijo: “Sea la luz”, y fue la luz; que en el principio habló, y las cosas fueron creadas.

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”6. En el principio creó Dios, en Su teofanía, los Cielos y la Tierra, por la Palabra. Él habló la Palabra y las cosas vinieron a existencia; porque todas las cosas fueron creadas por la Palabra de Dios, y por la Palabra de Dios se sostienen.

Así que podemos ver al hombre ungido. Y cuando las personas de aquel tiempo podían ver al hombre ungido para ese tiempo, el hombre con el Pilar de Fuego velado en él, las promesas correspondientes para ese tiempo tenían que cumplirse conforme a la Escritura; porque cuando aparece el Pilar de Fuego y se vela en un hombre es para cumplir lo que Él ha prometido para ese tiempo.

Y toda persona que está en el Programa Divino desde antes de la fundación del mundo verá a ese hombre como el ungido con el Pilar de Fuego, y creerá que toda promesa correspondiente para ese tiempo será cumplida, será realizada por el Pilar de Fuego que está velado en ese hombre ungido por Dios, por ese Pilar de Fuego.

Podemos ver que Dios cumplió toda promesa dada al pueblo hebreo porque allí estaba el Ungido de Dios, el ungido con el Pilar de Fuego. Así que hemos visto a Moisés como el ungido de Dios con el Pilar de Fuego.

Ese Pilar de Fuego guio al pueblo hebreo por mano de Moisés hacia la tierra prometida. Algunas personas o muchas personas se rebelaron contra Moisés, y eso contó como una rebelión en contra del Pilar de Fuego, que era Dios velado en ese Pilar de Fuego y velado en Moisés; por eso Moisés tuvo que colocarse un velo, porque el Pilar de Fuego estaba velado en él.

El pueblo que se levantó en contra de Moisés, pereció; el pueblo que protestó la forma en que Dios estaba guiándolos a través de Moisés, pereció. Ellos pensaban que era Moisés, pero era el Pilar de Fuego, el Yo Soy a través de Moisés.

Aun Miriam o María, la hermana de Moisés, y Aarón, cuando hablaron criticando a Moisés porque se casó con una etíope, con una mujer morena, que no era una hebrea, Dios les llamó la atención, e hirió a Miriam con lepra, y Aarón estaba en grave peligro también. Dios les dijo: “Ustedes no temieron a Dios cuando hablaron en contra de Moisés”.

Dios les dijo: “Si entre ustedes hay algún hombre espiritual, algún profeta, yo me declararé a él en sueños y visiones; pero no así con mi siervo Moisés, el cual es fiel en toda mi casa”7 (porque el pueblo hebreo es la casa de Dios como nación). Y Dios le dijo a Aarón y a María: “A Moisés no me declaro en sueños o en símbolos, sino cara a cara”.

Moisés siendo un mensajero dispensacional, para la Dispensación de la Ley, tenía el privilegio de recibir la revelación divina cara a cara. Eso Él lo hace solamente con un mensajero dispensacional. Y él puede ver cara a cara las cosas como son. Y todo lo que era un simbolismo antes o un simbolismo para el pueblo, para el mensajero dispensacional es algo cara a cara, es algo que él entiende en el contenido de esos simbolismos.

El apóstol San Pablo dice: “Ahora conocemos como por espejo en oscuridad, pero conoceremos como somos conocidos: cara a cara”8. Eso corresponde no para un mensajero de una edad. Para el tiempo de San Pablo: “como en espejo en oscuridad” era en las edades de la Iglesia durante la noche; pero “cara a cara” es para este tiempo final, para esta tercera dispensación, bajo un ministerio que estará en la Tierra.

Ahora, Dios le dijo: “Con Moisés ha sido cara a cara que yo me he declarado. Yo he hablado con Moisés cara a cara”.

Moisés pudo ver a Dios en el Pilar de Fuego, velado en el Pilar de Fuego, y hablar con Dios en el Pilar de Fuego; eso fue cara a cara. Él también lo vio cuando pasó frente a Moisés, y vio las espaldas como las espaldas de un hombre.

Ahora, Moisés tuvo esa experiencia. Ahora, algunos me preguntarán: “Dios dice que se ha declarado a Moisés cara a cara, y en otro lugar le dice a Moisés: Nadie puede verme y vivir”. Esto fue manifestado a Moisés. Moisés vio a Dios en teofanía cuando pasó frente a él.

Ahora, Moisés se escondió en la roca, porque a través de la roca y escondiéndose uno en la roca —que representa a Cristo— podemos ver a Dios y no perecer; porque nadie puede ver a Dios y vivir. Por eso dice: “A Dios nadie le vio jamás, sino que el Unigénito Hijo del Padre le declaró, le reveló”.

Porque el Señor Jesucristo es la revelación visible de Dios. La revelación del Dios invisible en forma visible es el Señor Jesucristo.

Ahora, Moisés siendo el velo de carne en donde estaba el Pilar de Fuego, una palabra en contra de Moisés…, aunque las personas pudieran pensar que lo que estaban diciendo era la verdad, era correcto; criticar a Moisés, hablar algo que afectara su imagen, era algo en contra del que estaba en Moisés. Y eso tenía unas consecuencias muy graves.

Moisés tuvo que interceder por María (o sea, Miriam, su hermana) y por Aarón; porque la ira de Dios se manifestó en contra de ellos.

Así que vean ustedes lo que es ser el Ungido de Dios, el Ungido del Pilar de Fuego, y la labor que él tiene para llevar a cabo, y lo que significa esa persona para el pueblo. Y la actitud del pueblo va a determinar si va a recibir las bendiciones de Dios o los juicios de Dios, las bendiciones o las maldiciones de Dios.

Viendo al ungido por el Pilar de Fuego podían ver que las promesas que Dios había hecho para ese tiempo estaban cumpliéndose cada una en su tiempo, por el Pilar de Fuego manifestado por medio de Moisés.

Ahora vean, el pueblo pudo ver al Ungido de Dios, al ungido por el Pilar de Fuego. Y dice Moisés que por diez veces quisieron apedrearlo por el desierto. Y aun en Egipto lo criticaron y le decían: “Desde que tú has venido a nosotros somos más oprimidos y esclavizados por el faraón, y se ha hecho más fuerte la esclavitud para nosotros”.

Siempre el pueblo hebreo protestando por los problemas que tenían, porque ellos querían las bendiciones de Dios sin tener problemas en la vida; pero Dios dice en Deuteronomio que Dios los probó: los hizo vagar por el desierto cuarenta años, les hizo tener sed, les hizo tener hambre, para probarlos, para que se manifestara lo que había en el corazón de cada uno de ellos9. Y lo que salió no fue nada bueno, no fue una expresión de fe, sino una expresión de incredulidad. Por lo tanto, los que salieron perecieron en el desierto, porque no creyeron a Dios y se levantaron en contra del Ángel del Pacto.

Y Dios dijo acerca del Ángel del Pacto, en Éxodo, capítulo 23, verso 20:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él (en ese Pilar de Fuego está el nombre de Dios).

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir”.

El nombre de Dios estaba (¿dónde?) en el Ángel del Pacto, el cual se veló en Moisés, se veló en carne, para llevar a cabo el éxodo y llevar al pueblo a la tierra prometida; pero él no perdonaría al pueblo la rebelión del pueblo, no perdonaría a las personas que se rebelasen en su contra.

Así que vean ustedes que siempre el nombre de Dios está en ese Pilar de Fuego, el nombre de Dios está en el Ángel del Pacto.

Ahora, Él dijo que los sacaría de Egipto, de la esclavitud de entre los gentiles, y los llevaría a la tierra prometida que fluía leche y miel.

Ese Ángel del Pacto, cuando fue hecho el templo estuvo en el lugar santísimo. Y cuando el pueblo entró a la tierra de Israel, el Ángel del Pacto, esa Columna de Fuego, entró a la tierra de Israel, a la tierra en donde le había aparecido a Abraham, a Isaac y a Jacob. Y cuando Salomón hizo el templo, en el lugar santísimo de ese templo moró ese Pilar de Fuego.

Y en cada ocasión en que ese Pilar de Fuego enviaba un profeta, lo ungía, era ungido con ese Pilar de Fuego; y hablaba la Palabra que ese Pilar de Fuego ponía en su boca.

La aparición y ministerio de cada profeta de Dios ungido por Dios era nada menos que la manifestación del Pilar de Fuego ungiendo a cada uno de esos profetas y llevando a cabo Su Obra en cada etapa del Antiguo Testamento, conforme al programa para el Antiguo Testamento.

Juan el Bautista fue el último del Antiguo Testamento, de la Dispensación de la Ley, ungido con el Pilar de Fuego, lleno del Espíritu de Dios desde el vientre de su madre.

Y luego apareció Jesús de Nazaret, sobre el cual Juan el Bautista vio el Espíritu Santo descendiendo en forma de paloma, vio el Pilar de Fuego descendiendo en forma de paloma sobre Jesús, cuando estaba siendo bautizado.

Y Jesús fue identificado por Juan el Bautista como el Mesías, como el Cristo, como el Ungido de Dios con el Pilar de Fuego; fue reconocido y proclamado por Juan como el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo; porque el Pilar de Fuego había descendido a la Tierra y estaba encarnado en un hombre llamado Jesús de Nazaret.

Por eso Él podía decir10: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido…”. Estaba ungido con el Pilar de Fuego para cumplir toda promesa correspondiente para ese tiempo y llevar a cabo la Obra de Redención como Cordero de Dios y quitar el pecado del mundo.

Él dijo11: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo”.

Ahora, las personas lo podían ver allí, y podían pensar: “Este hombre está mintiendo, porque él está en la Tierra y dice que está en el Cielo”. Había descendido el Pilar de Fuego, y estaba en la Tierra; pero siendo omnipresente, no había perdido Su omnipresencia, por lo tanto estaba en el Cielo aunque estaba velado en esta Tierra en carne humana. Por lo tanto, Él podía ver en todas las dimensiones y tener el control de todas las dimensiones.

Ahora, Él dijo12: “Padre, glorifícame con aquella gloria que yo tuve antes del principio, antes de la fundación del mundo, con aquella gloria que tuve cerca de ti”.

Él dijo13: “Salí del Padre, y vuelvo al Padre; salí de Dios, y vuelvo a Dios”. Él salió de ser el Pilar de Fuego, se hizo carne; y regresaría a ser el Pilar de Fuego.

Por esa causa, cuando Él ascendió al Cielo Él dejó Su cuerpo (lo colocó) en el Trono de Intercesión, en el Trono de Dios; y el Día de Pentecostés descendió a la Tierra el Pilar de Fuego que había acompañado al pueblo hebreo y lo había sacado en el éxodo y lo llevó a la tierra prometida; había descendido nuevamente a la Tierra el Día de Pentecostés ese Pilar de Fuego, el Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto en forma de Pilar de Fuego, el Pilar de Fuego en Espíritu; y allí había llegado nuevamente el Pilar de Fuego, el Yo Soy, para llevar a cabo la Obra correspondiente para las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, comenzando con el fundamento de los apóstoles, para luego pasar al pueblo gentil.

Luego encontramos que el Pilar de Fuego, el Ángel del Pacto, el Señor Jesucristo en forma de Pilar de Fuego, le abrió la puerta a San Pedro cuando él estaba preso, y lo libertó de la cárcel; y le dijo lo que tenía que hacer: continuar hablando la Palabra para ese tiempo. Y esa Palabra era el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de la Dispensación de la Gracia dando a conocer al Señor Jesucristo como el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo.

Luego, en medio de aquellas persecuciones que se llevaron a cabo en contra de aquellas personas que estaban siguiendo al Pilar de Fuego manifestado, que estaban siguiendo al Espíritu Santo (porque el Espíritu Santo es el Pilar de Fuego), Él le apareció a Saulo de Tarso, el cual estaba persiguiendo aquellas personas que estaban siendo guiadas por el Pilar de Fuego, aquellas personas en donde estaba ese Pilar de Fuego guiándolos.

Y cuando le apareció a Saulo de Tarso, que iba en persecución de los creyentes en Jesús, Saulo cayó del caballo, de su montadura, al suelo; y aquel Pilar de Fuego más fuerte – aquel Pilar de Fuego, aquella luz celestial más fuerte que la luz del sol, le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”14.

Saulo de Tarso sabiendo que aquel Pilar de Fuego que le estaba apareciendo era el Pilar de Fuego que había sacado al pueblo hebreo de Egipto en el éxodo con Moisés, y los había llevado a la tierra de Israel, y que era el mismo Pilar de Fuego que estaba en el lugar santísimo del templo que hizo Moisés y del templo que hizo Salomón, le pregunta: “¿Quién eres, Señor? ¿Quién eres, Elohim, quién eres?”. Porque él está reconociendo que Aquel es Elohim, el que le apareció a Abraham, a Isaac, a Jacob y a Moisés en el monte Sinaí, y guio al pueblo hebreo.

Pablo estaba teniendo un encuentro como el que tuvo Moisés en el monte Sinaí con aquel Pilar de Fuego, con Dios velado en la Columna de Fuego. Y aquella Columna de Fuego le dice: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.

Saulo de Tarso no sabía que aquella Columna de Fuego que le había aparecido a Abraham, a Isaac, a Jacob, y también le había aparecido a Moisés, y había sacado al pueblo hebreo y los había llevado a la tierra prometida, aquella Columna de Fuego que estaba en el lugar santísimo, sobre el arca del pacto; él no sabía que se había velado en carne humana y era Jesús de Nazaret: la Columna de Fuego velada en carne humana; no sabía que la Columna de Fuego, el Verbo, se había hecho carne y había habitado entre los seres humanos por 33 años, y que había tenido un ministerio profético de tres años y medio, conforme a la primera parte de la semana septuagésima de la profecía de Daniel.

San Pablo o Saulo de Tarso, desconocía que el Pilar de Fuego, la Columna de Fuego que le había aparecido a Moisés en el monte Sinaí, nuevamente había aparecido sobre la Tierra velada en carne humana. El Verbo, la Columna de Fuego, se hizo carne y habitó entre nosotros.

Y por cuanto la Columna de Fuego, que es Dios velado en esa Columna de Fuego, siendo el Ángel del Pacto, tenía el nombre de Dios; por esa causa, cuando se veló en carne humana, y fue conocida esa Columna de Fuego en carne humana por el nombre de Jesús, era el nombre humano de Dios para llevar a cabo la Redención como Cordero de Dios por la Sangre del Señor Jesucristo.

Donde esté la Columna de Fuego velada, ahí está el nombre de Dios manifestado. Por eso Moisés quería saber el nombre de aquella Columna de Fuego que le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Y [Moisés] le preguntó: “¿Cuál es Tu nombre?”. Él le dijo: “Tú le dirás al pueblo: Yo Soy me ha enviado a ti”.

Así que Él estaba allí en aquella Columna de Fuego, el Creador de los Cielos y de la Tierra; y no podían comprender lo que estaba aconteciendo. Estuvo allá en el tiempo de Moisés y también en el tiempo de Jesús, velada en carne humana. Por esa causa Él podía decir: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido…”. Ungido con la Columna de Fuego: esa unción, la unción de la Columna de Fuego para cumplir el Programa Divino para ese tiempo.

Saulo de Tarso desconocía lo que había aconteciendo en el Programa de Dios y estaba persiguiendo el mismo Programa de Dios que se estaba llevando a cabo en ese tiempo; pero cuando conoció esa Columna de Fuego, y la Columna de Fuego se identificó como Jesús, entonces Saulo fue cambiado; le fue dicho: “Tú me eres varón escogido para ser Luz de los gentiles, para llevar mi nombre a los gentiles”. ¿Llevar el nombre de Quién? De la Columna de Fuego, del Yo Soy, el nombre de Redención, el nombre que Dios utilizó para llevar a cabo la Redención por la Sangre del Cordero de Dios.

Porque ninguna persona puede recibir el beneficio de la Obra de la Columna de Fuego para la edad o dispensación en que vive, a menos que conozca la Obra que Él lleva a cabo en ese tiempo y conozca el velo de carne en donde se ha velado esa Columna de Fuego. A menos que conozca al Ungido por la Columna de Fuego, la persona no puede recibir el beneficio de la Obra que Dios lleva a cabo en el tiempo en que la persona está viviendo.

Ahora, aquella Columna de Fuego tenía una Obra para llevar a cabo, aquella Columna de Fuego que se identificó como el Yo Soy a Moisés, aquella Columna de Fuego que en una ocasión uno le dijo: “Dime cuál es Tu nombre”, ese Ángel le dijo: “¿Por qué tú preguntas por mi nombre, el cual es oculto?”; pero cuando le apareció a Saulo de Tarso le dijo Su nombre para la segunda dispensación.

Y San Pablo, cuando fue convertido, su nombre fue cambiado. Él utilizó el nombre de Pablo entre los gentiles, adonde fue enviado, y llevó el nombre de la Columna de Fuego en la Obra que hizo la Columna de Fuego cuando se manifestó en carne humana como Jesús de Nazaret. Eso era lo que San Pablo daba a conocer en medio de los gentiles, y la Obra que estaba llevándose a cabo en medio de los gentiles; la cual estaba llevando a cabo la Columna de Fuego.

Por eso San Pablo fue ungido también con la Columna de Fuego y decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”15.

Por lo tanto, allí estaba el Ungido para la primera edad de la Iglesia gentil, ungido con la Columna de Fuego, a través del cual llevó a cabo la Columna de Fuego, el Señor Jesucristo, el Espíritu Santo, llevó a cabo la Obra en la primera edad, y llamó y recogió a los escogidos de esa primera edad con la primera trompeta tocada por el primer ángel mensajero de la primera edad.

Luego Jesús, la Columna de Fuego, el Espíritu Santo, pasó a la segunda edad o segunda etapa de la Iglesia gentil y ungió allí al hombre, al mensajero enviado para la segunda edad de la Iglesia gentil; y fue el hombre ungido con la Columna de Fuego a través del cual la Columna de Fuego, el Señor Jesucristo, llevó a cabo la Obra de la segunda edad de la Iglesia gentil, y llamó y juntó a los escogidos de la segunda edad (así como lo hizo en la primera edad). Y todo esto llevándose a cabo en el Templo espiritual del Señor Jesucristo, en el Lugar Santo del Templo espiritual del Señor Jesucristo, que es la Esposa del Cordero, el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

La Obra del Pilar de Fuego moviéndose en el Lugar Santo en cada uno de los ángeles mensajeros de cada edad. Pasó del primero al segundo, del segundo al tercero, del tercer mensajero al cuarto mensajero, del cuarto mensajero al quinto mensajero, y del quinto mensajero al sexto mensajero.

El primer mensajero en Asia Menor, y del segundo al quinto mensajero en Europa, en donde la Columna de Fuego, el Señor Jesucristo, el Espíritu Santo se detuvo por más de mil años llevando a cabo la Obra del Pilar de Fuego, la Obra del Espíritu Santo, y llamando y juntando a Sus hijos europeos que vivieron cada uno en su edad. Luego voló la Columna de Fuego.

Así como la Columna de Fuego pasó del monte Sinaí, donde le apareció a Moisés, pasó a Egipto, y después de Egipto acompañó al pueblo hebreo hasta la tierra prometida, fue moviéndose con ellos; así la Columna de Fuego, el Espíritu Santo, el Señor Jesucristo, se ha ido moviendo de Israel a Asia Menor, a los gentiles; y de Asia Menor, entre los gentiles, continuó a Europa; y de Europa voló el Pilar de Fuego, la Columna de Fuego, el Señor Jesucristo, a Norteamérica, en donde allí envió al séptimo mensajero de la séptima edad de la Iglesia de Laodicea en Norteamérica, al cual ungió la Columna de Fuego con ese ministerio de ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil y como precursor de la Segunda Venida del Señor Jesucristo, con el espíritu y virtud de Elías.

“EL UNGIDO DE DIOS”.

El Ungido de Dios en las siete edades de la Iglesia gentil fue cada mensajero en su edad y para su edad, y para el lugar o continente en donde Dios lo levantó.

El ángel mensajero de cada edad fue el Ungido de Dios con la Columna de Fuego para su edad y para todos los seres humanos que vivieron en ese tiempo. Fue la Voz de Dios, la Voz del Pilar de Fuego, la Voz del Señor Jesucristo en la Tierra, en el tiempo en que vivió el mensajero de cada edad.

Ahora, podemos ver en Norteamérica el Pilar de Fuego, el Espíritu Santo, el Señor Jesucristo ungiendo a William Marrion Branham, nuestro amado hermano en Cristo, como el mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil. Fue el Pilar de Fuego velado en carne humana llevando a cabo la Obra correspondiente para la séptima edad, y luego para la brecha entre la séptima edad y la Edad de la Piedra Angular, siendo llevada a cabo la Obra que precursó la Segunda Venida del Señor, la Segunda Venida del Pilar de Fuego, que en el fin del tiempo se manifestaría en Su Segunda Venida como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, para llevar a cabo la Obra de Reclamo.

Así que en cada edad el Pilar de Fuego se veló en carne humana pero no en toda su plenitud; porque solamente para la Primera Venida y Segunda Venida del Señor Jesucristo (la Segunda Venida del Señor Jesucristo, la Segunda Venida del Pilar de Fuego, la Segunda Venida del Espíritu Santo) se velaría en toda Su plenitud.

Y en el ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil tuvimos una manifestación en carne humana del Pilar de Fuego, del Ángel del Pacto, el que en Apocalipsis, capítulo 10, vendría —conforme a la revelación apocalíptica— con el Librito abierto en Su mano; el Ángel del Pacto, el Pilar de Fuego, el Señor Jesucristo, el Espíritu Santo, con el Título de Propiedad en Su mano para Su última manifestación en la Tierra a través de carne humana.

Y en el que el Pilar de Fuego en el fin del tiempo se vele en carne humana, será el velo de carne ungido con el Pilar de Fuego para (el Pilar de Fuego, el Ángel del Pacto, el Señor Jesucristo) dar cumplimiento a toda promesa que Él ha hecho para Sus hijos, para Su pueblo de entre los gentiles y para Su pueblo de entre los hebreos también.

El Pilar de Fuego: el Ángel del Pacto, el Señor Jesucristo en el fin del tiempo para cumplir el éxodo y llevar a la tierra prometida del glorioso Reino Milenial al Israel espiritual, al Israel celestial, y también a 144.000 hebreos, que son el Israel de en medio del pueblo hebreo, que están señalados como las primicias de Dios, los escogidos de Dios; los cuales serán llamados y juntados conforme a la promesa hecha por el Señor Jesucristo cuando dijo: “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos”.

Los escogidos de entre los hebreos, 144.000, serán llamados, juntados y sellados con el Sello del Dios vivo en el fin del tiempo; pero a ellos le anteceden los escogidos de entre los gentiles que serán llamados en el fin del tiempo por el Pilar de Fuego, por el Señor Jesucristo, por el Mensaje y con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final en Su manifestación en el Ungido de Dios para el tiempo final, para llevar a la tierra prometida del Reino Milenial a todos los escogidos de entre los gentiles, los que estamos vivos, y a los escogidos que partieron en el pasado, los cuales resucitarán en este tiempo final, en la manifestación del Pilar de Fuego, del Ángel del Pacto en Su manifestación final ungiendo al profeta mensajero que Él ha prometido para el fin del tiempo.

Cuando Él dijo: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias”, Él está enviando a Su Ungido: ungido con el Pilar de Fuego, ungido con el Espíritu Santo, ungido por el Señor Jesucristo en este tiempo final, para cumplir entre los gentiles y luego entre los hebreos toda promesa que Él ha hecho para el fin del tiempo.

Él nos llevará a la tierra prometida del glorioso Milenio. ¿Quién? El Pilar de Fuego en Su última manifestación, conforme a Su promesa, y nos llevará a la tierra prometida del cuerpo nuevo o eterno.

“En la casa de mi Padre muchas moradas (muchos cuerpos) hay; si no fuera así, yo lo hubiera dicho antes, pero es así; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez”16.

¿Quién? El Pilar de Fuego que estaba encarnado allí en medio del pueblo, ese Pilar de Fuego dijo que volvería otra vez, ¿para qué?

“Volveré otra vez, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo (porque somos el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo), para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. (“Estéis en una morada eterna, en un cuerpo eterno, como yo también estoy”, dice el Señor).

Ahora, vean ustedes que Él prometió regresar a la Tierra para tomar a los miembros de Su Cuerpo Místico y llevarlos en el rapto, colocarlos en cuerpos eternos. Él hizo esta promesa para ser cumplida en el fin del tiempo.

Y nosotros estando viviendo en el fin del tiempo tenemos estas promesas para así el Pilar de Fuego, la Columna de Fuego que guio al pueblo de Israel en el desierto y que se hizo carne en la persona de Jesús de Nazaret, y que descendió el Día de Pentecostés, y que le apareció a San Pablo en el camino a Damasco y le dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”…; ese mismo Pilar de Fuego fue visto por el séptimo ángel mensajero en una visión que él tuvo, y él dijo: “Esta Columna de Fuego que me acompaña siempre, la cual fue retratada”… Ustedes han visto el retrato en donde la Columna de Fuego apareció sobre la cabeza del séptimo mensajero, mostrando que él fue el ungido por esa Columna de Fuego para la séptima etapa de la Iglesia gentil y para precursar la Segunda Venida del Señor.

Él dijo: “Y yo vi esa Columna de Fuego que se fue de mí, y se fue para un lugar, y estaba hablando con otro”. Y después él dice que comenzó a ver las cosas que estaban aconteciendo.

¿Por qué? Porque era la Columna de Fuego la que estaba llevando a cabo esa Obra; era la Columna de Fuego, el Señor Jesucristo en Espíritu llevando a cabo esa Obra por medio de Su Ungido para el fin del tiempo: el Ungido de Dios, el Ángel del Señor Jesucristo, para dar testimonio de estas cosas a todas las iglesias y a todas las naciones. Él dice que vio ese Pilar de Fuego que voló de él.

Pues a través de las edades (como en el Antiguo Testamento) estuvo volando de un mensajero a otro, de una nación a otra, a través de la trayectoria que tomó de Egipto hacia Israel, y luego de Israel (en la segunda dispensación) hasta los gentiles; hasta llegar a su destino final, hasta llegar al último ungido por la Columna de Fuego, para cumplir toda promesa hecha para el fin del siglo, para el fin del tiempo; y cumplir así todo lo que ha sido prometido.

Cada cosa que sea llevada a cabo en el fin del tiempo, conforme a cada promesa hecha para el fin del tiempo, la llevará a cabo la Columna de Fuego, el Señor Jesucristo en Espíritu, conforme a Su promesa.

Y en Su Venida Él vendrá con Su nombre nuevo para manifestarse en medio de los gentiles y darles la fe a los hijos de Dios para ser transformados y raptados; y a los que partieron en el pasado: la fe para ser resucitados.

Por eso Él en el fin del tiempo viene rugiendo, clamando como cuando ruge un león, y siete truenos (que es la Voz del Pilar de Fuego, la Voz del Ángel del Pacto de Apocalipsis 10)…, él viene rugiendo como un león, y siete truenos, que es la Voz del Ángel Fuerte, siete truenos emiten sus voces. La Voz de los Siete Truenos revelan la Venida del Ángel Fuerte, revelan Su Venida con el Librito abierto en Su mano.

¿Para qué? Para colocar ese Librito abierto en Su Ungido del fin del tiempo, colocar Su Palabra en la boca de Su Ungido, para que él hable todo lo que Dios coloque en Su boca, y pueda ser producido todo lo que Dios prometió que llevaría a cabo en el fin del tiempo.

Cuando Moisés estuvo clamando a Dios, porque tenía al ejército del faraón a sus espaldas y el mar Rojo frente a ellos, Moisés no sabía qué hacer; y clamó a Dios, y Dios le dijo: “¿Por qué clamas a mí? Habla; di al pueblo que marche”. Porque Moisés había sido ungido con la Columna de Fuego para sacar al pueblo y llevarlo a la tierra prometida.

Por lo tanto, Moisés, siendo ungido con la Columna de Fuego, tenía en su boca la Palabra de Dios para aquel tiempo, la Palabra para aquella dispensación, para ser hablada, y que las cosas se llevaran a cabo conforme a la promesa de Dios.

Hablando la Palabra, Moisés tenía que resolver todo problema que se presentara al pueblo; porque era la Palabra del Ángel del Pacto en él, era la Palabra del Pilar de Fuego, de la Columna de Fuego, la cual había sido puesta en su boca. Y la Columna de Fuego estaba en él.

Por lo tanto, Dios se molestó con Moisés porque clamó a Dios, cuando lo que tenía que hacer era hablar la Palabra, porque lo que él hablaba era la Palabra de Dios para aquel tiempo, para cumplirse toda promesa hecha al pueblo hebreo.

Así que Moisés estaba buscando la dirección de Dios, cuando ya la tenía desde que fue ungido para esa labor, fue ungido con el Pilar de Fuego. Por lo tanto, en su boca estaba la Palabra del Ángel del Pacto, la Palabra del Pilar de Fuego, la Palabra del Yo Soy; y esa era una Palabra creadora para hacer posible lo que humanamente era imposible.

Ahora, para el fin del tiempo será la misma cosa, pues nosotros tenemos la promesa de entrar a un cuerpo eterno, un cuerpo nuevo, porque este cuerpo, esta tierra, ya ha llegado a su final. Por lo tanto, la carne y la sangre no pueden entrar al Reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios; se requiere un cuerpo nuevo, una transformación, para poder vivir eternamente.

Y tenemos la promesa que entraremos a ese nuevo cuerpo, a esa nueva tierra prometida. Y para eso el Pilar de Fuego, el Ángel del Pacto, se ha movido en el tiempo final, para llevar a cabo todo lo que Él ha prometido para Sus hijos y realizar la entrada al cuerpo eterno, esa tierra prometida, a cada hijo de Dios, y también para la entrada a la tierra prometida del glorioso Reino Milenial.

El Pilar de Fuego en su manifestación en el cuarto Elías, con la unción del Pilar de Fuego, dijo en el mensaje titulado “El Tercer Éxodo”, página 51: “El Pilar que vemos entre nosotros, el Pilar de Fuego, nos guiará al Milenio”.

El Pilar de Fuego que fue retratado sobre él; el Pilar de Fuego que lo acompañó en su ministerio y que lo acompañó en su nacimiento; el Pilar de Fuego que descendió cuando él estaba bautizando allá en el río [Ohio], en Jeffersonville, Indiana. Dice:

“El Pilar de Fuego nos guiará al Milenio, donde Él retornará a Su pueblo en ese gran Reino Milenial después de este éxodo, donde viviremos eternamente con Él. Él siempre tiene la Palabra del Padre, siempre prueba que eso es correcto”.

Ahora, él sigue diciendo: “Permítame, como su hermano y ciudadano del Reino de Dios: salga en este éxodo; porque es el éxodo hacia la tierra prometida del Milenio; porque todos los que se queden atrás llevarán la marca de la bestia. Salgan de Babilonia, salgan de esta confusión, salgan de estos sistemas y sirvan al Dios viviente. Permitan que este Ángel del Pacto, permitan que este gran Ángel del Pacto… Jesucristo en la forma de Dios no estimó ser igual a Dios. Ahora, Él es el Pilar de Fuego, en la misma forma en que era allá atrás trayendo ese primer éxodo, trayendo el segundo éxodo; y aquí está Él con el tercer éxodo.

El primer éxodo que Él hizo, Él les sacó de una tierra natural a una tierra natural: de Egipto a la tierra de Israel. El segundo éxodo, Él les sacó de una condición espiritual a un bautismo espiritual del Espíritu Santo. Ahora Él está trayéndonos de un bautismo espiritual del Espíritu Santo, de nuevo a la tierra eterna del Milenio, y al gran porvenir”.

¿Quiénes son los que tienen un glorioso porvenir? Los que están en el tercer éxodo, en el cual el Pilar de Fuego está guiándonos a la gloriosa tierra del glorioso Reino Milenial. El mismo Pilar de Fuego por el mismo sistema ungido.

¿Y cuál es el sistema de Dios? El Ungido de Dios en cada edad y en cada dispensación (tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento) siempre ha sido el sistema de Dios para el Pilar de Fuego manifestarse y llevar a cabo lo que Él prometió para cada edad y para cada dispensación.

Estamos en el tiempo más grande y más glorioso de todos los tiempos. Y para este tiempo final, para tocar la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, y llamar y juntar a todos los escogidos, para que pueda ocurrir la resurrección de los santos que murieron en las edades pasadas y producir también la transformación de los escogidos de entre los gentiles que están vivos, el Pilar de Fuego en este tiempo final ha volado de Norteamérica, ha volado del séptimo ángel mensajero (como él lo vio en su visión cuando voló de él para irse a otro lugar y hablarle a otra persona), el Pilar de Fuego ha volado de Norteamérica a Puerto Rico, el Caribe y a toda la América Latina.

¿Para qué? Para traer el ministerio del Ungido por el Pilar de Fuego, para traer el ministerio de Su Ángel Mensajero prometido para dar testimonio de estas cosas en las iglesias, conforme a Apocalipsis, capítulo 22 y verso 16, y Apocalipsis 22 y verso 6, que dice: “Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado Su Ángel, para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿Para manifestar a Sus siervos qué cosas? Las cosas que deben acontecer pronto: tanto la resurrección de los santos en Cristo como nuestra transformación, como el recogimiento de los escogidos, como el rapto, y como la entrada al glorioso Reino Milenial.

Estas cosas, siendo promesas, bendiciones para los escogidos de entre los gentiles, y también para los escogidos de entre los hebreos; y para dar a conocer los juicios que han de venir sobre la Tierra, sobre el reino de los gentiles.

Él se detuvo (en Su Primera Venida) cuando leyó: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ungió…”, y comenzó a decir para lo cual había sido ungido; y se detuvo en ese verso, porque si continuaba leyendo tenía que leer: “Y para proclamar, anunciar, el día de venganza del Dios nuestro”. Y eso corresponde para la Venida del Señor Jesucristo, la Venida del Pilar de Fuego en el fin del tiempo, en donde Él unge al Ángel Mensajero del Señor Jesucristo con ese Espíritu, con ese Pilar de Fuego, y proclama el día de venganza del Dios nuestro al reino de los gentiles, y lo muestra por la Escritura, y habla esa Palabra para que se realice el día de venganza del Dios nuestro.

¿Y Quién es el que trae esa Palabra, el que proclama ese mensaje, el que trae esa palabra de juicio? El Pilar de Fuego, el Ángel del Pacto, el Señor Jesucristo en Su Venida en el fin del tiempo, ungiendo a Su Ángel Mensajero con el Pilar de Fuego para —por medio de Su Ángel Mensajero— revelarse a Su pueblo; porque en él viene la revelación de Jesucristo para todos los escogidos en el fin del tiempo, conforme a la promesa divina.

Por esa causa, Juan el discípulo amado viendo al Ungido del Señor Jesucristo, al Ungido del Pilar de Fuego; y el Ungido del Pilar de Fuego mostrándole a Juan toda la revelación apocalíptica; viendo todo lo que el Pilar de Fuego estuvo haciendo en esa revelación apocalíptica por medio de Su Ángel Mensajero, Juan el discípulo amado se postró a los pies del Ángel para adorarlo.

Y Él le dijo: “Mira, no lo hagas, porque yo soy siervo contigo y con tus hermanos los profetas. Adora a Dios (no al velo de carne, no al Ángel del Señor Jesucristo, sino al Señor Jesucristo que es Espíritu, adora a Dios que es Espíritu, a ese Pilar de Fuego que guio al pueblo hebreo y se hizo carne en la persona de Jesús de Nazaret)”17.

Juan lo quiso hacer en dos ocasiones, porque vio al Ángel del Señor Jesucristo, el último profeta mensajero que se comería el Título de Propiedad, lo cual fue simbolizado en Juan tomando ese Libro y comiéndoselo.

Juan, viendo toda la gloria del Señor Jesucristo manifestada en Su Venida, viendo la gloria del Pilar de Fuego manifestada en Su Ángel Mensajero, quiso adorar por segunda ocasión al Ángel del Señor Jesucristo; pero él le dijo: “Mira que no lo hagas; adora a Dios; porque yo soy siervo contigo y con tus hermanos”18.

Era el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, de la Dispensación del Reino, con el Mensaje del Evangelio del Reino que el Pilar de Fuego le dio para manifestar a todos los hijos de Dios las cosas que tenían que acontecer en el fin del tiempo.

Y los hijos de Dios, los escogidos, al ver al Ungido del Señor, al Ungido de Dios, al Ungido por el Pilar de Fuego, ellos estarían viendo a un hombre, a un mensajero, a un profeta; pero ellos mirarían Quién estaría detrás de ese Ángel Mensajero y ellos estarían viendo al Pilar de Fuego, al Señor Jesucristo, al Espíritu Santo manifestado en carne humana, llevando a cabo lo que Él prometió para el fin del tiempo; porque ninguna persona puede hacer las obras que estará haciendo el Ángel del Señor Jesucristo, porque ninguno podrá hacer esas cosas si el Pilar de Fuego no está con él y en él velado en carne humana, cumpliendo todo lo que Él prometió para el fin del tiempo.

Él podrá decir: “Las obras que yo hago no las hago de mí mismo, sino como yo veo al Pilar de Fuego hacer, así yo hago”. Porque es la Obra del Pilar de Fuego llevando a cabo lo que Él prometió para el fin del tiempo.

Así que nosotros que vivimos en el fin del tiempo hemos visto cómo el Pilar de Fuego se ha movido a Puerto Rico, y está llevando a cabo Su Obra en Puerto Rico, el Caribe y toda la América Latina, llamando y juntando a todos los escogidos en este éxodo hacia la tierra prometida.

Estamos en el tiempo en que el Pilar de Fuego está con nosotros manifestándose y llevando a cabo lo que Él prometió para el fin del tiempo en favor de todos los hijos de Dios.

Es el Pilar de Fuego en este tiempo final cumpliendo cada promesa a medida que llega el momento para cumplir cada una de las promesas hechas para este tiempo final.

Pronto veremos al Pilar de Fuego llevando a cabo la Obra que Él señaló como la Tercera Etapa manifestada en toda su plenitud, para la Novia (la Esposa del Cordero), para la iglesia (las vírgenes fatuas) y para los perdidos que ya no tienen oportunidad. Y esa será la Obra del Pilar de Fuego, la Obra del Señor Jesucristo, la Obra del Espíritu Santo en Su manifestación final, velado en carne humana en el fin del tiempo.

Él no hace nada a menos que sea por un hombre ungido con el Pilar de Fuego. Y hemos identificado en la Escritura y por la Escritura quién sería el hombre ungido para el fin del tiempo con el Pilar de Fuego, para llamar el Pilar de Fuego, llamar por medio de ese hombre, con Gran Voz de Trompeta, a todos los escogidos, juntarlos, y luego producir la resurrección de los santos en Cristo y luego la transformación de nosotros los que vivimos.

Estas promesas, todas, estarán siendo cumplidas por el Pilar de Fuego, que es el Señor Jesucristo en Espíritu manifestado en Su Ángel Mensajero. Y así se realizará todo el Programa Divino que fue anunciado para el fin del tiempo, así se realizará esa etapa final conocida como la Tercera Etapa en toda su plenitud manifestada, la cual ha sido prometida para ser manifestada en toda su plenitud y ser usada plenamente, sin limitaciones. Y fue dicho que sería manifestada, que sería usada, cuando la apretura llegara a los escogidos.

Así que, hijos de Dios, escogidos de Dios, no tengan miedo a las apreturas o apretura que ha de venir sobre los escogidos; porque con nosotros está el Pilar de Fuego manifestándose en medio de los escogidos, en el ministerio final del Ángel del Señor Jesucristo, para ser manifestada esa etapa, ese poder del Pilar de Fuego ser manifestado en toda su plenitud en favor de todos los hijos de Dios.

Así que no hay por qué tener miedo a los problemas, a las apreturas, porque con nosotros está el Ángel del Pacto con el Nombre Eterno de Dios. El Ángel del Pacto que apareció a Moisés y guio al pueblo a la tierra prometida, está con nosotros guiándonos hacia la transformación de nuestros cuerpos, hacia el cuerpo nuevo, dándonos la fe para ser transformados, la fe de la tercera dispensación, con la predicación del Evangelio del Reino presentando la Venida del Pilar de Fuego, del Ángel del Pacto, del Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en el fin del tiempo, en el cual nosotros estamos viviendo; Su Venida en este tiempo, la Venida del Pilar de Fuego a nosotros, a Su pueblo de entre los gentiles, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, manifestándose y llevando a cabo Su Obra de Reclamo.

Es la Obra del Pilar de Fuego, la Columna de Fuego, nuevamente en la Tierra, en tierra gentil, teniendo el privilegio de la visita del Pilar de Fuego: Puerto Rico, toda la América Latina y el Caribe, para ser realizada la Obra para nuestro regreso a la tierra prometida del Reino Milenial, y a la tierra prometida del cuerpo eterno. Para eso el Pilar de Fuego, el Señor Jesucristo, Dios en este tiempo final, está manifestándose en medio de Su pueblo, en la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Todo esto está ocurriendo conforme a las Escrituras, y continuará el Pilar de Fuego llevando a cabo todo lo que falta por ser llevado a cabo.

Así que Él no se irá de entre los latinoamericanos y caribeños hasta que seamos transformados y estemos en la tierra prometida del cuerpo eterno. Y luego volará de entre los gentiles al pueblo hebreo.

Ahora, el pueblo hebreo tuvo el Pilar de Fuego en medio de ellos. ¿Pero dónde fue que el pueblo hebreo se encontró el Pilar de Fuego con ellos? En el monte Sinaí, en medio de los gentiles, en tierra gentil. Él se encontró con Moisés en tierra gentil, y Moisés casado con una gentil, con un suegro gentil también.

Y luego pasó a Egipto, y de Egipto sacó al pueblo por mano de Moisés. El Pilar de Fuego sacó el pueblo en el éxodo y los encaminó al monte Sinaí, y les dio allí el Mensaje de la Ley; y luego los encaminó a la tierra prometida con el Mensaje que ellos tendrían en la tierra prometida.

El Mensaje de la Dispensación de la Ley para los hebreos, para ser establecido en la tierra hebrea, fue recibido en tierra gentil. Y el Mensaje para el glorioso Reino Milenial es recibido en tierra gentil: en Puerto Rico, el Caribe y la América Latina. Y ese Mensaje es el Evangelio del Reino, es el Mensaje con el cual entraremos a la tierra prometida del Milenio y a la tierra prometida del nuevo cuerpo.

Y es el Mensaje que el pueblo hebreo, 144.000, recibirán; un Mensaje, el Mensaje del Pilar de Fuego, el Evangelio del Reino, dado en tierra gentil para los hebreos también.

Así que en Israel recibirán el Mensaje del Reino de Dios, que es traído por el Pilar de Fuego entre los gentiles, en el comienzo de la Dispensación del Reino. Y todo esto en este tiempo final, conforme a las promesas de Dios.

Así como cuando fue visto Moisés en el cual estaba la Columna de Fuego velada, podía el pueblo decir: “Todo lo que Dios ha prometido para nosotros, Él lo cumplirá en este tiempo; y nos iremos a la tierra prometida, seremos libertados”.

Luego cuando el Pilar de Fuego se veló en carne humana en Jesús de Nazaret, el pueblo que lo reconoció, los discípulos, podían decir: “Toda promesa que Dios ha hecho para este tiempo, para la Venida del Mesías, será cumplida en Jesús de Nazaret; porque toda promesa sería cumplida por el Pilar de Fuego manifestado en carne humana”.

Y en este tiempo final toda promesa que Él ha hecho para Su pueblo, toda bendición que Él le ha prometido: la resurrección de los muertos, la transformación de nuestros cuerpos, el rapto…; todas estas promesas: el recogimiento de los escogidos, la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, que es el Evangelio del Reino, todas estas promesas son cumplidas en el fin del tiempo.

Y toda promesa que falta por ser cumplida, la esperamos, será cumplida, porque las esperamos en este tiempo final; porque podemos ver al Pilar de Fuego, al Señor Jesucristo, el Espíritu Santo: Dios en este tiempo final en medio de los gentiles manifestándose en Su manifestación final, velándose el Pilar de Fuego y ungiendo al Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, el Ungido de Dios con el Pilar de Fuego, para el Pilar de Fuego cumplir todo lo que fue prometido para este tiempo final.

EL UNGIDO DE DIOS CON EL PILAR DE FUEGO. Hemos visto a través de las edades (en el Antiguo y Nuevo Testamento) todos los velos de carne que usó el Pilar de Fuego, en los cuales se veló y se manifestó. Fueron manifestaciones del Pilar de Fuego por medio de carne humana en Sus santos profetas mensajeros del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Y en este tiempo final, el mismo que se manifestó a Moisés y el mismo que se manifestó dos mil años atrás en carne humana y fue conocido por el nombre de Jesús, es el que se manifiesta en este tiempo final en Su Ángel Mensajero; y lo envía para dar testimonio de estas cosas a todos los seres humanos, para dar testimonio de estas cosas a todas las iglesias; a todas las iglesias también de las edades pasadas, que están en el Paraíso; y para dar testimonio de estas cosas a todas las naciones, a todos los seres humanos, comenzando por el continente en donde Él ha llegado y se ha velado y se está manifestando: el continente latinoamericano, incluyendo al Caribe.

Así que tenemos todas las promesas de Dios para ser cumplidas en medio de los latinoamericanos y caribeños.

Por eso les digo: toda promesa que falta por ser cumplida, la veremos cumplida; porque el Pilar de Fuego en Su manifestación final la cumplirá como Él ha prometido para este tiempo final.

Cuando el pueblo en cada tiempo pudo ver al Ungido con el Pilar de Fuego, pudo ver las promesas divinas cumpliéndose para ese tiempo, como habían sido prometidas; y así también nosotros: en la Escritura hemos visto quién es el Ungido por el Pilar de Fuego para el fin del tiempo; para, a través de él, el Pilar de Fuego manifestarse y cumplir toda promesa correspondiente para nuestro tiempo.

Todo lo que hemos hablado en esta ocasión es para bendición nuestra, para que cada uno de nosotros conozcamos la bendición que nos ha tocado en el Programa Divino: Es la bendición más grande que pueblo o nación o grupo alguno haya tenido en este planeta Tierra, es la bendición de tener al Pilar de Fuego que guio al pueblo hebreo; y luego que se manifestó con el nombre de Jesús, y luego que le apareció a San Pablo y le dijo: “Yo soy Jesús…”, en este tiempo final está manifestándose en Puerto Rico, la América Latina y el Caribe, en el continente latinoamericano, entre latinoamericanos, dándonos Su mensaje de amor en nuestro propio idioma.

No hay palabras para expresar la bendición tan grande que nos ha tocado; pero les puedo decir que estas palabras que ustedes han escuchado en esta ocasión son palabras fieles y verdaderas. Estas no son palabras humanas, no son mis propias palabras: son Palabras que Él ha colocado en mi boca para que yo se las dé a conocer a ustedes, para que todos podamos tener la transformación de nuestros cuerpos y los santos que murieron puedan tener la resurrección en cuerpos incorruptibles.

“EL UNGIDO DE DIOS”. El Ungido de Dios, con el Espíritu de Dios, con el Pilar de Fuego.

Ese Pilar de Fuego que hemos visto manifestado en el Antiguo y Nuevo Testamento, ya no solamente hemos visto en la Escritura las Obras que Él hizo, sino que lo estamos viendo en nuestro tiempo en las obras que Él está haciendo, y lo continuaremos viendo en las obras que faltan por ser hechas; y todas las que Él ha hecho han sido de acuerdo a lo que Él prometió; y las que Él hará serán de acuerdo también a lo que Él ha prometido; porque Él no se puede salir de Su Programa.

Él no se puede salir de Su Programa, y Su Programa está anunciado en la Escritura; así que Él estará cumpliendo cada promesa que falta por ser cumplida.

Y nosotros, cuando miremos al Ungido por el Pilar de Fuego, estaremos viendo que con él está el Pilar de Fuego y que las obras que él estará haciendo no son obras de un hombre sino del Pilar de Fuego que está en él, y que lo ha ungido para llevar a cabo todo lo que ha sido prometido para este tiempo final.

Así que podemos ver la importancia del Ungido de Dios, del ungido con el Pilar de Fuego en cada edad y en cada dispensación.

Porque si no aparece el hombre profetizado, el hombre predestinado para recibir esa unción, para el Pilar de Fuego velarse en carne humana y llevar a cabo lo que Él prometió para esa edad o dispensación, no se puede llevar a cabo la Obra de Dios.

Lo hemos visto en el pasado ungiendo profetas, hombres, y llevando a cabo Su Obra en cada tiempo; y hoy lo estamos viendo también llevando a cabo la Obra del fin del tiempo. Y no se ha concluido todavía esa Obra; por lo tanto, Él continuará entre nosotros, entre los gentiles, entre los latinoamericanos y caribeños, hasta que lleve a cabo completamente la Obra que Él prometió para el fin del tiempo.

Algunos podrán confundir al Ángel del Señor Jesucristo con el Señor Jesucristo; pero el Ángel es un hombre, un profeta, el último profeta enviado por el Señor Jesucristo; pero el Señor Jesucristo es el Pilar de Fuego que guio al pueblo hebreo por el desierto.

Otros podrán decir que las cosas, las obras que él estará haciendo y lo que él estará hablando no es de Dios sino del diablo; porque así dijeron cuando apareció el Pilar de Fuego en carne humana en Jesús de Nazaret, dijeron que por el dedo de Beelzebú echaba fuera a los demonios. Y una palabra en contra del Espíritu Santo, del Pilar de Fuego en este tiempo final, en la Obra que Él estará haciendo, tendrá graves consecuencias para las personas.

Él está preparándose y preparando a Su Ungido para una parte de Su Obra muy importante, en donde el mundo entero verá el Poder Divino manifestado sin limitaciones. Él estará haciendo cosas muy grandes, las cuales han sido prometidas. Pero no será el hombre sino el Pilar de Fuego, el Señor Jesucristo en forma de Espíritu velado en Su Ángel Mensajero y hablándole a él, así como le habló al séptimo mensajero y así como le habló también a Moisés.

Así que vean ustedes, el Pilar de Fuego es el Señor Jesucristo. Y Él en este tiempo final prometió que se manifestaría como en los días de Noé. Como en los días de Noé, así sería la Venida del Hijo del Hombre, así sería el día en que el Hijo del Hombre se manifestaría, así sería el día en que el Pilar de Fuego, el Señor Jesucristo, se manifestaría en carne humana.

Estamos viviendo en el fin del siglo, el fin del tiempo, el tiempo de la manifestación final del Pilar de Fuego, del Señor Jesucristo, del Espíritu Santo.

Estamos viviendo en el tiempo en que Él está llevando a cabo Su Obra para nuestro regreso a la vida eterna, para nuestra liberación de la esclavitud, a la que todos los hijos de Dios han sido sometidos desde la caída en el Huerto del Edén. Seremos libertados en este tiempo final y regresaremos a la vida eterna.

En Él, en el Pilar de Fuego, está la vida eterna, en Él está todo lo que nosotros necesitamos; y Él nos está guiando de regreso a la vida eterna, nos está guiando para nuestra transformación y el rapto, y para nuestra entrada al glorioso Reino Milenial.

Esto es así en este tiempo final en la manifestación del Pilar de Fuego, del Ángel Fuerte, del Ángel del Pacto, en Su Ángel Mensajero, en el Ungido de Dios, el Ungido del Pilar de Fuego.

Que Dios nos continúe bendiciendo a todos, que Dios nos guarde, y nos continúe guiando el Pilar de Fuego, y nos lleve a la tierra prometida del Milenio y también del cuerpo nuevo, en la redención o transformación de nuestros cuerpos.

¡El Ángel de Dios, el Ángel del Pacto, el Ángel Fuerte, el Señor Jesucristo, el Pilar de Fuego, está entre nosotros hoy, para cumplir todo lo que Él prometió ungiendo a Su Ángel Mensajero!

Y todo lo que el Pilar de Fuego hará en este tiempo final, lo hará por medio del Ungido de Dios, el Ángel del Señor Jesucristo, el Siervo fiel y prudente, al cual su Señor: el Ángel del Pacto, el Ángel Fuerte, su Señor: el Pilar de Fuego, el Señor Jesucristo en el fin del tiempo, coloca sobre todos Sus bienes, para a través de él administrar todos los bienes del Reino.

Todo en este tiempo final, toda promesa divina para este tiempo: de bendición, y también de juicio, será administrada por el Pilar de Fuego, ¿a través de quién? Del Ungido de Dios, del ungido con el Pilar de Fuego.

EL UNGIDO DE DIOS CON EL PILAR DE FUEGO. Que Dios no continúe bendiciendo, que el Pilar de Fuego nos continúe bendiciendo y continúe hablándonos Su Palabra de bendición por medio del Ungido por el Pilar de Fuego.

“EL UNGIDO DE DIOS”.

Que Dios nos continúe bendiciendo a todos, que el Pilar de Fuego nos continúe bendiciendo a todos.

Será hasta esta noche, Dios mediante, a las 7:00 de la noche, en donde estaremos nuevamente aquí para continuar escuchando ¿a quién? Al Pilar de Fuego, en nuestro propio idioma; para que Él nos dé a conocer las cosas que deben acontecer, para que Él nos dé todo lo que Él tiene para nosotros en este tiempo final, para que Él nos hable todas las bendiciones que Él tiene y con las que Él viene, para que se materialicen en cada uno de nosotros. Eso lo ha estado haciendo y lo continuará haciendo el Pilar de Fuego.

Esta noche estaremos nuevamente aquí, no para escuchar las palabras de un hombre, no para escuchar el mensaje de un hombre, sino para escuchar el Mensaje del Pilar de Fuego manifestándose en este tiempo final y hablándonos Su Palabra colocada en la boca de un hombre, en la boca de un hombre ungido con el Pilar de Fuego.

Eso es lo que todo ser humano necesita escuchar. Por eso: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de la profecía de este libro”19. ¿Por qué? Porque son las Palabras del Pilar de Fuego por medio de Su Ángel, por medio del Ungido de Dios.

Es tan grande lo que está aconteciendo en este tiempo y en nuestro medio, en el continente latinoamericano incluyendo al Caribe, que pasan los minutos, pasan las horas, pero el Mensaje no se acaba; porque son tantas las bendiciones que Dios tiene para Sus hijos en este tiempo final, y que nosotros necesitamos para nuestra transformación, que aunque llevamos muchos años escuchando no la Palabra de un hombre sino la Palabra del Pilar de Fuego, la Palabra del Señor Jesucristo en Espíritu, todavía no se ha agotado la Palabra de Dios para nosotros: Es un manantial de Agua de vida eterna, para tomar de esa Agua de la vida eterna y vivir eternamente.

Dios sea con cada uno de nosotros y nunca se aparte Su Santo Espíritu, el Pilar de Fuego, de nosotros; nunca se aparte de nosotros, como se apartó en cada edad cuando terminó su tiempo; nunca se aparte de nosotros, como se apartó de cada nación cuando terminó la edad en cada nación o continente.

Nos alumbre Su Luz, la Luz del Pilar de Fuego, alumbre nuestro camino hacia la tierra prometida, nos guíe y nos proteja en el camino hacia la vida eterna; cuide de cada uno de nosotros, que no tropecemos en nada, y menos en la Obra del Pilar de Fuego, ni tropecemos en el Ungido del Pilar de Fuego.

Que la bendición de Dios sea sobre cada uno de ustedes y también sobre mí; sobre cada uno de ustedes aquí presentes, y ustedes a través de la línea telefónica, y ustedes a través de esta película de video que ustedes estarán viendo y escuchando.

Sea también sobre mí Su bendición, y me cuide, me proteja en el camino hacia la tierra prometida, y me proteja y me cuide de todos los enemigos que se levanten en mi contra y en contra del Programa Divino y en contra del pueblo de Dios. Y proteja a todos los escogidos, y los cuide y los defienda de todos los enemigos que se levanten en contra de los hijos de Dios.

Ha sido algo maravilloso lo que Él en esta mañana, en este día, nos ha dado. Ha sido algo maravilloso para mí. He disfrutado esta bendición, no solamente desde el momento en que en esta mañana ustedes han comenzado a escuchar este tema: EL UNGIDO DE DIOS; pues toda la noche yo estuve disfrutando esta bendición con Él.

Y en esta mañana, a las 5:40 de la mañana (o seis menos veinte) todavía yo estaba despierto disfrutando esta bendición de la que he estado dándoles testimonio a cada uno de ustedes en esta mañana.

Así que yo le doy gracias a Él, al Señor Jesucristo, al Dios Todopoderoso, al Ángel del Pacto, al Pilar de Fuego, el cual me ha encontrado y ha encontrado a cada uno de ustedes aquí en el continente latinoamericano, incluyendo el Caribe.

Para mí ha sido una bendición tan y tan grande que no tengo palabras para expresar mi agradecimiento a Dios: que el Pilar de Fuego, el Señor Jesucristo en Espíritu me haya encontrado, me haya aparecido y me haya ungido, y me haya dicho el ministerio que ha colocado en mí, y me haya dado el Mensaje para todo Su pueblo. Es un privilegio tan y tan grande que no tengo palabras para agradecer lo que Él me ha dado y ha colocado en mí.

Solo digo una cosa: Mi vida yo la he colocado en las manos de ese Pilar de Fuego, que es el Señor Jesucristo, desde el momento en que Él me dijo quién Él era y quién era yo en Su Programa, y cuál era el ministerio que estaba en mí.

Yo dije: “Muéstrame en la Escritura todo eso”.

Él me lo mostró.

Y yo le dije: “¡Yo lo creo, aunque nadie más lo crea! ¡Y lo predicaré, aunque nadie más lo predique!”. Y así he estado haciendo desde ese momento por muchos años.

Y la Obra que ha estado siendo llevada a cabo no es una obra mía sino de ese Pilar de Fuego, que es el Señor Jesucristo en Espíritu, el cual me ungió y me envió para darles a conocer a ustedes todas estas cosas, para que todos regresemos a la vida eterna con un cuerpo glorificado, transformado, y vivamos por toda la eternidad.

Así que yo le doy gracias a Dios por lo que ha hecho por mí, le doy gracias a Dios por cada uno de ustedes y por lo que ha hecho con cada uno de ustedes, y por abrirles el entendimiento, el corazón, para comprender estos misterios que se están llevando a cabo en este tiempo final, en la Venida del Pilar de Fuego, del Ángel Fuerte, conforme a como Él prometió para el fin del tiempo con el Librito abierto en Su mano.

Bueno, yo no encuentro cómo terminar en esta mañana o en esta tarde; pero no voy a terminar: vamos a hacer una pausa, un paréntesis, y continuaremos en la noche hablando acerca de ese Pilar de Fuego; vamos en la noche a continuar escuchando al Pilar de Fuego dándonos a conocer todo lo que Él quiere darnos a conocer en este tiempo final, para que seamos transformados, para que recibamos la fe para ser raptados, para ser transformados y regresemos a la vida eterna.

“EL UNGIDO DE DIOS”. El Ungido del Señor Jesucristo, el Ungido del Espíritu Santo. El Ungido del Pilar de Fuego. ¿Quién es? El Ángel del Señor Jesucristo, enviado en el fin del tiempo para dar testimonio de estas cosas a todas las iglesias, a todos los seres humanos, a todos los hijos de Dios.

Pasen todos una tarde feliz, llenos todos de las bendiciones del Pilar de Fuego, del Señor Jesucristo; y nos veremos nuevamente a las 7:00 de la noche, Dios mediante, para continuar escuchando al Pilar de Fuego en este tiempo final hablándonos el Mensaje del Evangelio del Reino.

Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín. Dios les bendiga a cada uno de ustedes aquí en Puerto Rico y en todos los países que a través de la línea telefónica están escuchando.

Dios te bendiga, Miguel, Dios te guarde y te use poderosamente llevando el Mensaje del Pilar de Fuego que nos está dando en este tiempo final.

Hacia adelante, Miguel, para así concluir nuestra parte en esta tarde y luego regresar en la noche. Luego nuestro hermano y amigo Félix Caro con algún cántico y luego nos despedimos hasta la noche, Dios mediante.

(Estamos esperando escuchar la voz de nuestro amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín para concluir nuestra parte en esta tarde).

Dios les bendiga y Dios les guarde a todos.

“EL UNGIDO DE DIOS”.

[Revisión marzo 2019]

1 San Juan 1:1-5

2 Éxodo 3:1-6

3 Éxodo 3:13-15

4 Génesis 15:13

5 Éxodo 3:12

6 Génesis 1:1

7 Números 12:5-8

8 1 Corintios 13:12

9 Deuteronomio 8:2-3

10 San Lucas 4:18

11 San Juan 3:13

12 San Juan 17:5

13 San Juan 16:28, 13:3

14 Hechos 9:5 (pasaje completo 1-19)

15 Gálatas 2:20

16 San Juan 14:2-3

17 Apocalipsis 19:10

18 Apocalipsis 22:8-9

19 Apocalipsis 1:3

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