Uno mayor que Salomón: El Hijo de David

En esta tarde quiero leer una Escritura en San Mateo, capítulo 12, verso 41 al 42, y dice así:

“Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar.

La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar”.

“UNO MAYOR QUE SALOMÓN: EL HIJO DE DAVID”.

Que Dios bendiga nuestros corazones con Su Palabra, y nos abra las Escrituras en esta tarde, y nuestro corazón, y nos permita entenderlas.

La Escritura nos dice que Salomón fue el hombre más sabio, el rey más sabio, en esta Tierra. ¿Y en qué consistía la sabiduría de Salomón?

Encontramos que Salomón, siendo el hijo de David según la carne, del cual Dios dijo que sería el que se sentaría en el trono de David; el cual fue ungido y fue proclamado rey por David, y se sentó en el trono de David…

Salomón, encontramos que pidió a Dios, en un sueño que tuvo, en donde Dios le apareció; pidió a Dios sabiduría para poder guiar, dirigir, al pueblo de Dios. Y encontramos el relato de este hermoso sueño de Salomón. Dice así en Primera de Reyes, capítulo 3, verso 3 en adelante:

“Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos (o sea, lugares donde el pueblo hebreo sacrificaba y ofrecía incienso a Dios).

E iba el rey a Gabaón, porque aquel era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar.

Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.

Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día.

Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir.

Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.

Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?

Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.

Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio,

he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.

Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.

Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.

Cuando Salomón despertó, vio que era sueño; y vino a Jerusalén, y se presentó delante del arca del pacto de Jehová, y sacrificó holocaustos y ofreció sacrificios de paz, e hizo también banquete a todos sus siervos”.

Ahora podemos ver aquí la historia de cómo el rey Salomón: siendo un joven recibió sabiduría e inteligencia en su corazón. Esa es una sabiduría que viene de parte de Dios, y que es colocada en el alma, en el corazón, de la persona; y desde el corazón de la persona gobierna la mente de la persona, gobierna el espíritu de la persona.

Y con esa sabiduría el rey Salomón podía llevar a cabo el Programa Divino correspondiente para aquel tiempo, que era la construcción del templo que el rey David quería hacer, construir, para Dios, pero que Dios le dijo: “Tú, por cuanto has derramado mucha sangre en las guerras, no puedes construir ese templo. Pero el deseo de tu corazón es bueno, el deseo de tu corazón está correcto; pero tu hijo Salomón será el que edificará ese templo”1.

Ahora, ¿por qué Salomón concibió en su corazón ese pensamiento? Porque David era un hombre conforme al corazón de Dios, y el pensamiento y deseo del corazón de Dios era la construcción de ese templo, en donde el arca del pacto estaría colocada en el lugar santísimo de ese templo.

Ahora, por cuanto el templo que construiría Salomón, el cual estuvo en el corazón de David; por cuanto estuvo en el corazón de Dios, sería un templo conforme al Templo que está en el Cielo. Y ya Dios le había mostrado al profeta Moisés cómo era en el Cielo, y le dio el diseño del tabernáculo. Y ahora a Salomón le toca construir un templo donde colocaría el arca del pacto y los utensilios que correspondían a ese templo, los utensilios que estaban en el tabernáculo y los que tenía que hacer para ese nuevo templo.

Para la construcción de ese templo se requería no la sabiduría humana, sino la sabiduría divina en el corazón de un hombre; para con esa sabiduría divina poder construir un templo aquí en la Tierra que representara el Templo que está en el Cielo, y que sería tipo y figura también del Templo espiritual que Cristo construiría.

Así que la sabiduría que tenía que tener el rey Salomón era una sabiduría del Cielo; de la cual Dios dotó al rey Salomón, y el cual con esa sabiduría divina construyó ese templo.

Él estuvo a cargo, al cuidado, del diseño y construcción de ese templo; porque ese templo tenía que ser de acuerdo al que está en el Cielo, para representar así al Templo que está en el Cielo; y para así, siendo la representación del Templo que está en el Cielo, ser recibido cada sacrificio y cada oración que el pueblo hiciera en ese templo; y aún, aunque no estuviera la persona en ese templo, sino en otra ciudad o en otra nación, si con su rostro mirando hacia donde está ese templo, la persona oraba, esa oración le era contada como si la hubiera hecho en y desde ese templo, y Dios escucharía esa oración.

Eso fue lo que le pidió Salomón cuando dedicó ese templo, para que así, en caso de que el pueblo hebreo fuera esparcido, mirando hacia donde estaba el templo hicieran sus oraciones, y Dios las escuchara. Porque ese templo representaba el Templo que está en el Cielo; por eso era tan importante la construcción de ese templo.

Era la construcción más importante de este planeta Tierra, era la construcción más importante del pueblo hebreo, era la construcción más importante que nación alguna pudiese hacer; porque era un templo que representaba el Templo que está en el Cielo.

Y por esa causa los sacrificios y oraciones llevadas a cabo en ese templo eran recibidas por Dios en el Templo que está en el Cielo; porque la representación del Templo que está en el Cielo estaba en la Tierra, en el templo que Salomón construyó, para lo cual fue escogido por Dios, y para lo cual fue dotado de esa sabiduría divina.

No podía fallar Salomón en hacer de acuerdo al Templo que está en el Cielo. Por eso fue que en el lugar santísimo él colocó dos querubines grandes; y en medio de esos dos querubines, colocados en el lugar santísimo, colocó el arca del pacto, donde estaban las tablas de la Ley; y sobre el propiciatorio del arca del pacto estaban también dos querubines de oro macizo, de una sola pieza juntamente con el propiciatorio.

Pero ahora Salomón hace dos querubines adicionales, mayores, y los coloca en el lugar santísimo. Hizo dos querubines gigantes, mirando el uno hacia el otro, hacia el lugar donde estaba el arca del pacto. Hizo estos dos querubines de madera (¿de qué?) de olivo, y los cubrió de oro; hizo los dos olivos, colocó los dos olivos allí cubiertos de oro.

Los dos olivos, esos dos querubines construidos de madera de olivo, son tipo y figura de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, y Zacarías, capítulo 4; los Dos Olivos que están delante de la presencia de Dios, allí en el lugar escogido por Dios para ser colocados estos dos querubines de madera de olivo.

La madera de olivo, ya que es madera, nos habla de la humanidad, nos habla del ministerio de los Dos Olivos en carne humana; y al ser cubiertos con oro, el oro representa la Divinidad, la Divinidad sobre los Dos Olivos.

Cristo, el Ángel del Pacto, la Divinidad, en los Dos Olivos, en el ministerio de Moisés y Elías, en el tiempo correspondiente a su manifestación en carne humana:

La madera, representando la naturaleza humana; y el oro, representando la naturaleza Divina, representando al Ángel del Pacto, a Jesucristo, a Dios, a la Shekinah.

Y la madera representando la naturaleza humana: el velo de carne donde estos ministerios de los Dos Olivos estarán manifestados en el fin del tiempo; ministerios prometidos para el fin del tiempo ser revelados en beneficio de los escogidos de entre los gentiles y de los escogidos de en medio del pueblo hebreo; de los cuales habló el Señor Jesucristo en San Mateo 24, verso 31, diciendo:

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”.

Ahí tenemos a los Dos Olivos, el ministerio de Moisés y de Elías para el fin del tiempo, para con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, el Mensaje del Evangelio del Reino, llamar y juntar a todos los escogidos dándoles a conocer las cosas que deben suceder pronto.

El ministerio de los Dos Olivos es el ministerio de las alas del Sol de Justicia; son los ministerios donde están representados los muertos en Cristo, en Moisés, y los vivos que serán transformados representados en Elías.

Por eso el rey Salomón, aún siendo un joven, recibió esa sabiduría de Dios e inteligencia para la construcción de ese templo. Y ahí fue donde la sabiduría e inteligencia divina que Dios colocó en el corazón de Salomón fue manifestada al máximo en la construcción del templo, llamado el templo de Salomón, aunque es el templo de Dios construido por Salomón.

Para la construcción de ese templo se requería la sabiduría divina, para hacerlo de acuerdo al modelo divino mostrado a Moisés en el monte Sinaí; modelo divino conforme al Templo que está en el Cielo. Ahí fue que la sabiduría de Salomón fue manifestada en toda su plenitud.

Y por eso Salomón fue el hombre más sabio: porque construyó en la Tierra un templo que representó el Templo de Dios que está en el Cielo. Y para eso sí se requiere ser sabio; pero no sabio con sabiduría humana, sabiduría intelectual, sino sabio en el corazón, con sabiduría de Dios, con la sabiduría de Dios con la cual Él creó todas las cosas, con la cual Él hizo Su Templo que está en el Cielo; se requería esa misma sabiduría para hacer un templo aquí en la Tierra, que representara el Templo de Dios que está en el Cielo.

Con la misma sabiduría que Dios usó para construir Su Templo que está en el Cielo, Salomón construyó el templo aquí en la Tierra, que representaba el Templo que está en el Cielo. Dios colocó en Salomón esa sabiduría; por eso fue el hombre más sabio de esta Tierra.

Encontramos que en el templo que hizo Salomón, al igual que en el tabernáculo que hizo Moisés, se encuentran los grandes misterios del Reino de Dios, colocados ahí en tipos y figuras en todas esas cosas que son parte del templo que hizo Moisés y del templo que hizo Salomón.

Por eso encontramos que Dios ordenó a Moisés —y también así lo hizo Salomón— la construcción de un candelabro o candelero con siete lámparas, y le ordenó colocarlo en el lugar santo; porque ese candelabro o candelero con esas siete lámparas, en donde estaba una luz en cada lámpara (porque fueron encendidas esas siete lámparas, y sus mechas estaban ardiendo en el lugar santo), encontramos que eso está en el Cielo.

Dice en Apocalipsis, capítulo 4…; vamos a ver verso 1 en adelante, para que tengamos un cuadro claro del Templo que está en el Cielo. Dice:

“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.

Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido (¿dónde?) en el cielo, y en el trono, uno sentado.

Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.

Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.

Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”.

Ahora, vamos a detenernos ahí.

Encontramos que había en el Cielo un Trono; y sobre el Trono: Uno sentado (ese es Dios sentado en Su Trono); y dice que delante del Trono o alrededor del Trono estaba un arco iris: ese es el Pacto eterno de Dios. El arco iris siempre representa un pacto.

“Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos”.

Ahora, vean ustedes cómo en el Cielo está distribuido todo. Esos 24 ancianos en el Cielo en 24 tronos, vamos a ver dentro de unos momentos quiénes son.

Ahora, encontramos que también estaban… dice: “Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”.

Ahí estaban siete lámparas ardiendo, ¿ven? Y Dios ordenó colocar un candelabro con siete lámparas, y ordenó que fuesen encendidas esas siete lámparas. Y esto lo colocó Moisés en el tabernáculo que hizo, y también lo colocó Salomón en el templo que él construyó; y esto es de acuerdo al Templo que está en el Cielo.

Porque si Dios ordena hacer un templo, un tabernáculo, aquí en la Tierra, tiene que ser hecho de acuerdo al Templo que está en el Cielo, para que tenga valor delante de Dios, y para que lo que se haga en ese templo sea aceptado por Dios; y para que Dios pueda morar en ese templo y manifestarse en ese templo, y ser el templo de Dios representativo al Templo que está en el Cielo.

Ahora, por esa causa Salomón fue el hombre más sabio del mundo; porque hizo en la Tierra un templo el cual representó el Templo que está en el Cielo. Por eso es que las cosas que el pueblo hebreo hacía en aquel templo: los sacrificios y sus oraciones y el incienso que era ofrecido en ese templo, todo eso era aceptado por Dios.

Se llevaba a cabo cada año, el día décimo del mes séptimo, que era el día de la expiación, se llevaba a cabo la expiación, el sacrificio de un macho cabrío, el cual era tipo y figura de Cristo muriendo en la Cruz del Calvario.

Con el sacrificio de aquel macho cabrío se llevaba a cabo la reconciliación del pueblo hebreo con Dios, era el día de reconciliación. Y el pueblo hebreo efectuaba ese sacrificio cada año. Si no lo llegaba a efectuar, el pueblo hebreo no quedaba reconciliado con Dios; por lo tanto los juicios divinos caerían sobre el pueblo hebreo durante un año completo, hasta que en el otro año, en esa fecha exacta, llevaran a cabo el sacrificio del macho cabrío.

Y si destruían el templo con todas las cosas del templo durante ese año de juicio, ¿dónde iban a llevar a cabo los sacrificios, el sacrificio del macho cabrío?, ¿y dónde iban a efectuar estas oraciones?, ¿y dónde iban a quemar el incienso?

Así que tenían que ser muy cuidadosos y llevar a cabo cada sacrificio en su tiempo señalado por Dios; y este sacrificio del macho cabrío en el mes séptimo, el día diez de ese mes, no podía fallar. Por eso es que cuando moría un sumo sacerdote, en seguida ahí tenían el otro. ¿Por qué? Porque era el sumo sacerdote el que tomaba la sangre de aquel macho cabrío y pasaba al lugar santísimo, y colocaba sobre el propiciatorio esa sangre, para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios; y ahí ofrecía también incienso.

Ahora, podemos ver la importancia de los sacrificios que el pueblo hebreo, los sacerdotes y el sumo pontífice, realizaban en el templo. Por eso podemos ver la importancia del templo que hizo Salomón, y podemos ver que verdaderamente fue el rey más sabio de todos los reyes del planeta Tierra.

¿Qué otro rey del planeta Tierra ha hecho un templo que represente el Templo que está en el Cielo? Ningún otro rey. Por lo tanto, todavía no hay rey terrenal, un rey de esta Tierra, más sabio que el rey Salomón.

Ahora, cuando nos encontramos con el Señor Jesucristo predicando en la Tierra y diciendo aquellas palabras que leímos hace algunos momentos:

“La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar”.

Hemos encontrado entonces a Uno mayor que Salomón. ¿Y quién es? Nuestro Señor Jesucristo, el cual tiene el título de Hijo de David. No el hijo de David según la carne, en el sentido de haber sido engendrado por David, sino Hijo de David según la promesa dada a David de que no faltaría uno que se sentara en el Trono de David. Y ese es el Mesías: Uno que se sentará en el Trono de David, y reinará por mil años y luego por toda la eternidad.

Por eso es que Cristo es conocido en la Escritura con cuatro títulos de Hijo, y quizás cinco.

Uno de los títulos es Hijo del Hombre. Y como Hijo del Hombre Él es el Rey y Dueño de toda la Tierra.

Otro título es Hijo de Abraham. Como Hijo de Abraham Él es el Dueño y Rey sobre el territorio de Israel.

También tiene el título de Hijo de David. Como Hijo de David Él es el Rey sobre el pueblo hebreo, Él es el Rey heredero al Trono de David, como Hijo de David.

Y tiene otro título, que es Hijo de Dios. Como Hijo de Dios Él es el Rey y Dueño de toda la Creación, de los Cielos y de la Tierra, también con todo lo que posee.

Estos títulos de Hijo son muy importantes en las diferentes manifestaciones de nuestro Señor Jesucristo. En Su Primera Venida Él apareció como Hijo del Hombre e Hijo de Dios, aunque Él era también Hijo de Abraham e Hijo de David; pero estaba manifestando los título de Hijo de Dios e Hijo del Hombre en Su Primera Venida. Y siempre —para manifestar Sus títulos— Él se manifiesta en carne humana.

Por eso encontramos que Él no a todo el mundo le decía que era el Hijo de Dios; Él siempre decía que era el Hijo del Hombre; pero ese título no lo entendían muy bien en aquel tiempo las personas que lo escucharon identificándose como el Hijo del Hombre. Pero el mismo Cristo dijo que Él, por cuanto era el Hijo del Hombre, había recibido la autoridad de juzgar, por cuanto era Hijo del Hombre. Y Él dijo: “El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo; por cuanto es el Hijo del Hombre”2. Y era Hijo del Hombre e Hijo de Dios.

Siempre que la manifestación de Hijo del Hombre está en la Tierra, siempre será Cristo, Dios, manifestado en un velo de carne; y para ese tiempo es señalado como un profeta. Por eso se le llamaba Jesús el profeta de Nazaret; porque era el Hijo del Hombre.

Ahora, el Señor Jesucristo, el Hijo del Hombre e Hijo de Dios, aquí en esta Escritura está diciendo: “He aquí uno mayor que Salomón, he aquí uno más que Salomón”, o sea, uno mayor que Salomón. Y ahora vamos a ver la sabiduría del Hijo de David, de Uno mayor que Salomón.

Encontramos que no podían resistir la sabiduría de Jesucristo los que estaban en Su contra. Y el pueblo se maravillaba cuando Jesucristo contestaba a Sus enemigos, y se tenían que quedar calladitos.

En una ocasión en que estaban comentando acerca del Hijo de David, y el pueblo pensaba y decía: “¿No es este acaso, el Hijo de David?”. Los líderes religiosos decían: “Ese es Beelzebú, y por el poder de Beelzebú hecha fuera los demonios”3. Pero no era Beelzebú, era el Rey de Israel, era el Príncipe de Paz, era el Hijo de David allí presente; pero estaba manifestando los títulos de Hijo del Hombre e Hijo de Dios.

Ahora, encontramos que Jesús les pregunta a aquellos doctores de la Ley: “El Cristo cuando venga, ¿de quién será hijo?”, le dijeron: “De David”4. Y David ya había muerto o dormido; pero como Hijo de David tomando el título de David para sentarse en el Trono de David.

Y ahora miren ustedes cómo Jesús los confundió, y les pregunta a ellos: “¿Y cómo dice la Escritura que David dijo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra en tanto que pongo a tus enemigos por estrado de tus pies. Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra? Ahora, David dice del Cristo: Dijo el Señor a mi Señor… ¿Y cómo pues le llama su Señor si es su hijo?”. Y no sabían qué contestar. Y el pueblo se gozaba…

[CORTE EN ORIGEN] … Jesús, y viendo que Jesús tenía la sabiduría que se necesitaba para dar a conocer el Programa de Dios para ese tiempo.

Y ellos decían: “Este hombre no enseña como los doctores de la Ley, como los sacerdotes y como los fariseos, sin autoridad; sino que enseña con autoridad, sabiendo de lo que habla”5.

Cuando le trataron de tentar para ver si Él cometía un error en contra del gobierno romano, para acusarlo y pedir Su muerte, le dicen: “Señor, nosotros sabemos que Tú eres un Maestro que ha venido de Dios y que enseñas la justicia de Dios. ¿Debemos nosotros pagar tributo al César?”. ¿Ve? “¿Debemos nosotros pagar tributo al César?”. Ellos querían – lo que ellos deseaban era que Jesús dijera: “No”, para acusarlo y decir que estaba en contra del César. Y Jesús les dice a ellos: “¿Tienen ustedes una moneda por ahí?”. Dicen: “Sí, por aquí tenemos”. —“Vamos a ver la moneda. ¿De quién es la imagen de la moneda?”. Le dicen: “Del César”. —“Pues dadle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Ustedes paguen los tributos al Gobierno”6.

Eso es para todos los hijos de Dios, para todo ser humano, en la nación donde vivan.

Y a Dios lo que es de Dios: las ofrendas y los diezmos que se le pagan a Dios, pues a Dios lo que es de Dios; y las oraciones y el servicio a Dios, eso es de Dios, pues, a Dios lo que es de Dios; pero al César lo que es del César, o sea los impuestos.

Y se maravillaron todos de la contestación o respuesta del Señor Jesucristo, y quedaron avergonzados Sus enemigos que querían tomarlo en algo fuera de lugar, para acusarlo delante del Gobierno romano y pedir Su muerte.

Pero no pudieron nunca engañarlo. Jesús sabía siempre cuál era la intención del corazón de ellos. Estaban en Sus actividades no porque creían, sino porque estaban buscando faltas al Señor Jesucristo, le estaban buscando faltas a Uno más sabio que el rey Salomón, a Uno mayor que Salomón.

Ahora, el Señor Jesucristo conocía todo el Programa Divino, y Él sabía que tenía que morir, y Él aceptó llevar a cabo ese Sacrificio; y oró por el pueblo hebreo que estaba ciego, y dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”7.

Jesús vio que la ceguedad del pueblo hebreo estaría obrando para bien de la raza humana: para Cristo, con Su muerte en la Cruz del Calvario, con Su Sacrificio, quitar el pecado del mundo y limpiarnos de todo pecado con Su Sangre preciosa.

Y dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. O sea, “no saben ellos quién yo soy. Ellos no saben que yo soy Su Rey”. Y aún teniendo escrito encima de Él, sobre Su cabeza: “Jesús, el Rey de los Judíos”8, ellos lo leían y no lo creían. Más lo creyó el gobernador Pilatos, que el mismo pueblo hebreo.

Ahora, Cristo conociendo el Programa Divino, y siendo más grande, Uno mayor que Salomón, le tocaba construir un templo; porque Él dijo que aquel templo de Jerusalén sería destruido9, y no quedaría piedra sobre piedra; por lo tanto se requería un nuevo templo.

Y ahora, Jesucristo como el Hijo de David, Jesucristo como Uno mayor que Salomón, le toca la construcción de un Templo mayor, un Templo con una gloria mayor; porque la gloria del segundo templo es mayor que la gloria del primer templo.

Ahora le toca a Uno que tiene mayor gloria que Salomón, y a Uno que es más sabio que Salomón, construir un Templo más sublime, más glorioso y con mayor gloria que el templo que hizo Salomón; y tiene que construir ese Templo de acuerdo al mismo modelo que usó el profeta Moisés y que usó el rey Salomón.

Pero ahora, ¿cómo lo va a construir? Moisés construyó el templo con pieles, y colocó diferentes utensilios. Y luego Salomón construyó un templo de piedra y madera, y colocó en ellos los utensilios de ese templo, del arca del pacto en el lugar santísimo, y colocó dos querubines gigantes de madera de olivo cubiertos de oro.

Y ahora ¿de qué, Cristo, el Hijo de David, Cristo, el Sabio de los sabios, Uno más sabio que Salomón, en donde estaba la sabiduría del Cielo con la cual Dios creó el universo, con la cual Dios creó todas las cosas existentes…? Ahora le toca fabricar, construir, un Templo. ¿De qué lo va a hacer?

Moisés hizo el tabernáculo de pieles de tejón, y colocó dentro los utensilios del templo y el arca del pacto en el lugar santísimo. Salomón lo construyó de piedra y madera; ya no de pieles, sino de piedra y madera.

Y ahora ¿de qué construirá Cristo el nuevo Templo? El nuevo Templo el Señor Jesucristo lo construiría de pieles humanas, de seres humanos10. Y el Día de Pentecostés comenzó esa construcción: el Día de Pentecostés11, allí nació la Iglesia del Señor Jesucristo, el Cuerpo Místico de Cristo, el Templo espiritual del Señor Jesucristo, en donde comenzaron aquellos materiales de la construcción de ese templo, aquellos seres humanos, aquellas personas, a formar parte de ese Templo espiritual del Señor Jesucristo. Y así comenzó la construcción del Templo espiritual de nuestro Señor Jesucristo, que representa el Templo que está en el Cielo.

Por lo tanto, todo lo que está en el Cielo, en el Templo que está en el Cielo, sería representado en seres humanos del Templo espiritual de Cristo.

Por eso aquellas lámparas que fueron vistas en el Templo que está en el Cielo y que son representadas en la Tierra en aquel candelero o candelabro de oro con siete lámparas, ahora en el Templo de nuestro Señor Jesucristo viene a ser la Iglesia del Señor Jesucristo en sus siete edades durante la Dispensación de la Gracia con sus siete ángeles mensajeros, alumbrando ese candelero o candelabro con esas lámparas, alumbrando en el Lugar Santo del Templo espiritual de nuestro Señor Jesucristo.

Y luego ¿qué más tenemos? Tenemos el Lugar Santísimo donde está el Arca del Pacto, donde están los Querubines de gloria sobre el Arca del Pacto; y los dos querubines gigantes de madera de olivo, cubiertos de oro, que construyó Salomón, y fueron colocados en el lugar santísimo, y en medio de ellos fue colocada el arca del pacto con los dos querubines pequeños que estaban en el arca del pacto o sobre el arca del pacto.

Ahora, encontramos que después que terminan los ministerios de los siete ángeles mensajeros, en donde Dios fue manifestado…; o sea, en el Lugar Santo de Su Templo espiritual, donde llamó y juntó a Sus hijos durante las siete edades de la Iglesia gentil, para formar el Lugar Santo de Su Templo espiritual, el cual fue formado durante las siete edades de la Iglesia gentil por los hijos de Dios de las siete edades de la Iglesia gentil.

Pero luego de terminadas las siete edades de la Iglesia gentil, del Templo espiritual del Señor Jesucristo, nos queda el Lugar Santísimo; el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, donde el Arca del Pacto es colocada, y en donde Cristo, la Columna de Fuego, el Ángel del Pacto, la Shekinah, es colocado sobre el Arca del Pacto; o sea, donde viene Cristo, el Ángel del Pacto, o sea, al Lugar Santísimo.

Pasa del Lugar Santo al Lugar Santísimo, y se coloca sobre el Arca del Pacto, sobre la Palabra; y ahí resplandece, de en medio de los Dos Querubines de Oro, que representan el ministerio de Moisés y Elías, y los Dos Querubines gigantes de olivo cubiertos de oro.

O sea, ahí tenemos una doble confirmación del ministerio de Moisés y Elías, del ministerio donde y de donde la gloria de Dios en el Lugar Santísimo es manifestada; y en donde Dios llama a todos Sus escogidos para entrar al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual y formar parte de ese Lugar Santísimo; así como el ministerio de Moisés y Elías forma parte del Lugar Santísimo, pues están representados en los dos querubines de oro macizo sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio, y también están representados en los dos querubines gigantes de madera de olivo cubiertos de oro.

Eso que fue hecho por Salomón en el lugar santísimo es de acuerdo a lo que está en el Cielo, y de acuerdo a lo que Cristo materializaría en seres humanos aquí en la Tierra.

Ya han pasado las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, ya han pasado las etapas que representan el Lugar Santo del Templo que está en el Cielo; siendo esas las etapas que corresponden al Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo. Y ahora hemos pasado a la parte más importante del Templo espiritual de Cristo: la parte del Lugar Santísimo, donde Cristo materializa todo lo que está en el Cielo aquí en la Tierra, en Su Templo espiritual.

Por eso en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual es que el Trono del Señor Jesucristo es colocado, es donde está Su Trono, y donde Cristo como Rey de reyes y Señor de señores, como el Hijo de David, se sienta en Su Templo espiritual; para luego materializar eso en medio del pueblo hebreo y sentarse en el Trono de David, y reinar por mil años y luego por toda la eternidad.

Hemos visto la obra de sabiduría que hizo Salomón, por lo cual fue llamado el rey más sabio de este planeta Tierra, del pasado y del presente; porque ningún rey de la Tierra hizo lo que hizo Salomón.

Y más sabio que Salomón: nuestro Señor Jesucristo, el cual con la sabiduría con la cual Dios creó los Cielos y la Tierra, con la cual Dios hizo Su Templo que está en el Cielo, esa sabiduría manifestada en Cristo ha traído a existencia un Templo espiritual, un Templo espiritual que representa el Templo que está en el Cielo.

Y para eso sí que se necesitaba sabiduría, pero del Cielo, la sabiduría de Dios siendo manifestada. Para hacer un Templo no con pieles literales, ni con piedras y madera literal, sino con seres humanos, sí que se necesitaba la sabiduría creadora, la sabiduría con la cual Dios creó los Cielos y la Tierra. Y esa sabiduría ha sido manifestada en la construcción del Templo espiritual del Señor Jesucristo.

Su Templo espiritual es Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes, el cual en este tiempo final se encuentra en la parte del Lugar Santísimo.

Por eso encontramos que aquel templo que hizo Salomón, la parte del atrio donde se llevaban a cabo los sacrificios, estaba en el este, y luego encontramos que si se caminaba del este hasta el occidente, entonces entraba al lugar santo.

Y eso es lo que encontramos. Encontramos que Cristo llevó a cabo Su Sacrificio allá en el este, o sea, en el Medio Oriente, en la tierra de Israel; y luego encontramos las edades de la Iglesia gentil en el Lugar Santo, caminando del este hacia el oeste.

Y esa fue la trayectoria que tomó Cristo, el Espíritu Santo, al caminar de la tierra de Israel a Asia Menor, donde llevó a cabo la primera edad de la Iglesia gentil correspondiente al Lugar Santo de Su Templo espiritual; usando a San Pablo, Su ángel mensajero para esa primera edad.

Y luego pasó a Europa; siguió caminando y pasó a Europa, donde llevó a cabo cinco etapas o edades de la Iglesia gentil, pertenecientes al Lugar Santo de Su Templo espiritual.

Y luego pasó a Norteamérica, donde llevó a cabo la séptima edad o etapa de Su Iglesia gentil, perteneciente también el Lugar Santo de Su Templo espiritual.

Y luego pasa a la América Latina y al Caribe, para llevar a cabo la parte de la construcción de Su Templo espiritual del Lugar Santísimo, con seres humanos latinoamericanos y caribeños. Hay algunos que están viviendo en otras naciones, pero son latinos, caribeños o latinoamericanos que forman parte de ese Templo espiritual, y por eso han recibido el Mensaje también.

Ahora, vean ustedes, el lugar santísimo estaba en el oeste, para la parte oeste del templo era que estaba el lugar santísimo, la parte más importante del templo que hizo Salomón y del templo o tabernáculo que hizo Moisés. Y en la construcción del Templo del Señor Jesucristo encontramos que Él ha viajado del este hacia el oeste, para en el fin del tiempo construir con seres humanos el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual; y colocar ahí, en el Lugar Santísimo, a los escogidos, los predestinados, los primogénitos de Dios, que estarán viviendo en el fin del tiempo.

Y podemos ver que así como para la parte del Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo, Dios colocó seres humanos de diferentes naciones, de diferentes nacionalidades, de Asia Menor, de diferentes naciones también de Europa: colocó alemanes, colocó ingleses, colocó irlandeses, y así por el estilo. Y ahora para el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual está colocando latinoamericanos y caribeños, en la parte más importante de Su Templo espiritual. Eso es la sabiduría divina, la cual Cristo ha estado usando en la construcción de Su Templo espiritual.

Y las cosas que están en el Cielo, en el Templo que está en el Cielo, hemos visto cómo Cristo las ha convertido en seres humanos; porque Él ha construido o ha estado construyendo Su Templo con seres humanos, con piedras vivas, seres humanos; porque Él es la Piedra no cortada de mano, la Piedra que los edificadores desecharon, la Piedra del Ángulo. Y Sus escogidos, pertenecientes a Su Templo, son también piedras vivas; pero la principal Piedra es nuestro Señor Jesucristo.

Por eso la Segunda Venida de Cristo es la Venida de la Piedra no cortada de mano, la Venida de la Piedra Angular, para ser colocada esa Piedra en el Lugar más importante de Su Templo espiritual, en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, sobre el Arca del Pacto, de en medio de los dos querubines.

Cristo, el Ángel del Pacto, la Columna de Fuego, se ha movido del Lugar Santo al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual; y está manifestando Su gloria en este tiempo final; pero solamente los que entran al Lugar Santísimo la pueden ver; como el sumo pontífice cuando entraba al lugar santísimo veía la gloria de Dios, la gloria de la Shekinah, la Columna de Fuego, el Logos, allí sobre el arca del pacto, resplandeciendo; y desde allí hablaba Dios, el Ángel del Pacto, al pueblo hebreo.

Por eso le dijo a Moisés en el capítulo 25, verso 20 al 22, dice [Éxodo]:

“Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines.

Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.

Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”.

¿De dónde viene el Mensaje para los hijos de Israel? Del Lugar Santísimo. Por eso le dijo a Moisés: “Desde ahí yo me revelaré, me manifestaré a ti, te hablaré a ti, y te hablaré a ti todo lo que yo te mande para los hijos de Israel”.

Vean dónde estaba el ministerio de Moisés recibiendo la Palabra de Dios en el tabernáculo: en el lugar santísimo; porque el Mensaje bajo el ministerio de Moisés es un Mensaje directo del Lugar Santísimo.

Y el Mensaje para el pueblo hebreo, para el fin del tiempo, es un Mensaje directo del Lugar Santísimo, de donde sale la Voz de Dios, la Voz de Cristo, la Voz del Ángel del Pacto, la Voz de la Columna de Fuego que guio al pueblo hebreo, del Lugar Santísimo del Templo espiritual del Señor Jesucristo, de en medio de los Dos Querubines, de en medio del ministerio de Moisés y de Elías.

El ministerio de Moisés recibiendo la Palabra de Dios allí desde el lugar santísimo, de sobre el arca del pacto, podemos ver que estaba recibiendo un Mensaje dispensacional. Y el Mensaje que sale del Lugar Santísimo del Templo espiritual del Señor Jesucristo es un Mensaje dispensacional para el pueblo hebreo, es el Mensaje de la Dispensación del Reino, es el Mensaje del Evangelio del Reino, presentando, revelando, a Cristo al pueblo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, donde Él se sienta sobre Su Trono, y en donde Él lleva a cabo la Obra que Él ha prometido para el fin del tiempo.

Estas cosas son las que nuestro Señor Jesucristo, Uno mayor que Salomón y Uno más sabio que el rey Salomón, ha estado haciendo a través de las edades; hasta llegar a este tiempo final a la América Latina y el Caribe, en donde ha estado construyendo Su Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, y desde donde nos habla el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje con el cual llama y junta a todos los escogidos de Dios, a los primogénitos de Dios, en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Y luego el Mensaje pasará al pueblo hebreo, porque es un Mensaje para todos los hijos de Dios en la Dispensación del Reino. De ahí es de donde sale el Mensaje para el pueblo hebreo, y se cumplirá lo prometido: Así como los judíos, los hebreos, trajeron el Mensaje a los gentiles; los gentiles lo llevarán al pueblo hebreo.

¿Y desde dónde saldrá el Mensaje para el pueblo hebreo? Desde el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, donde Él se encuentra en la actualidad, y donde Él está llevando a cabo la Obra del fin del tiempo, y en donde Él se sienta sobre Su Trono, para así llevar a cabo Su Obra como Rey, Rey de reyes y Señor de señores, como León de la tribu de Judá, como la raíz y el linaje de David, como la Estrella resplandeciente de la Mañana, como el Sol de Justicia trayendo salvación en Sus alas.

El Hijo de David: Uno mayor que Salomón. Ese es nuestro Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto.

En Su Primera Venida Él dijo: “He aquí Uno mayor que Salomón”. ¿Quién era? Era el Hijo del Hombre e Hijo de Dios, el Ángel del Pacto manifestado como Cordero de Dios en aquel tiempo; y era Uno mayor que Salomón, porque era el Ángel del Pacto, el mismo Dios, velado en un cuerpo humano, Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros12.

Y el Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Venida en el fin del tiempo al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, es Uno mayor que Salomón.

Uno mayor que Salomón ha construido el Templo espiritual de Dios, el Templo espiritual de Cristo, que representa el Templo que está en el Cielo. Y por esa causa encontramos que las oraciones de los hijos de Dios que forman parte de ese Templo, cada uno en el tiempo o edad en que vivió, sus oraciones fueron escuchadas en el Trono de Dios, en el Templo que está en el Cielo.

Y en este tiempo final los escogidos que forman parte del Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo, son predestinados, son primogénitos de Dios, los cuales son escuchados por Dios porque están en el Templo espiritual de Cristo, en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, esperando la transformación de sus cuerpos.

Cuando el maná fue colocado en el lugar santísimo del templo que hizo Moisés, aquel maná no se corrompía, continuaba en perfecto estado.

Y los hijos de Dios en el Lugar Santísimo tienen la promesa de ser transformados y recibir un cuerpo eterno para vivir eternamente, sin corromperse su cuerpo, el cual han de recibir; y los muertos en Cristo resucitarán y estarán con nosotros en este tiempo final.

El Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo es lo más importante de Su Templo, y a ese Lugar es que todos nosotros pertenecemos.

Él ha construido ese Lugar Santísimo de Su Templo con piedras vivas, con seres humanos, con latinoamericanos y caribeños, en este tiempo final; los cuales han reconocido su lugar, su posición, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, en el Templo espiritual de Cristo.

Y estando en el Lugar Santísimo de Su Templo, la promesa que hizo Cristo: “Al que venciere, yo le daré a comer del Maná escondido”13, es una promesa para cada uno de nosotros; porque hemos entrado al Lugar Santísimo de Su Templo, y el alimento ahí es el Maná escondido: es la revelación de Jesucristo correspondiente a este tiempo final y a toda la eternidad, es la revelación del Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Venida en el fin del tiempo al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Para eso es la Venida del Señor en el fin del tiempo, para ocupar Su lugar en Su Templo; construir Su Lugar, el Lugar Santísimo, y ocupar ese Lugar; y ahí colocar a los escogidos, los primogénitos de Dios, que viven en este tiempo final.

Uno mayor que Salomón. ¿Quién es? El Ángel del Pacto, nuestro Señor Jesucristo: en Su Primera Venida como Cordero de Dios, y en Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo del Hombre e Hijo de David. Ese es mayor que el rey Salomón.

Él ha construido con la sabiduría con la cual Dios creó los Cielos y la Tierra, con la cual Dios creó, hizo, Su Templo en el Cielo; con esa misma sabiduría nuestro Señor Jesucristo ha hecho, ha creado, por Su Palabra hablada, ha creado Su Templo espiritual; porque somos una Nueva Creación con nuestro Señor Jesucristo.

Él es el principio de la Creación de Dios, Él es el principio, el Primogénito de esa Nueva Creación, de ese cuerpo espiritual de creyentes. Él es la cabeza, Él es el principio, Él es el fundamento, para todos los hijos de Dios pertenecientes al Templo espiritual de nuestro Señor Jesucristo.

Él es mayor que el rey Salomón, Él es el Rey de reyes y Señor de señores, el Hijo del Hombre e Hijo de David, para sentarse pronto literalmente en el Trono de David, allá en Jerusalén, donde lo están esperando; pues el pueblo hebreo está esperando al Hijo de David; y están esperando un hombre.

Ellos dicen: “Cuando el Mesías venga, Él será un profeta, un hombre”. En ese hombre estarán los títulos de Hijo del Hombre e Hijo de David e Hijo de Abraham manifestados en él. Y el pueblo hebreo verá esos títulos manifestados, y recibirá a nuestro Señor Jesucristo manifestado en el fin del tiempo en Su Ángel Mensajero con el ministerio de Moisés y Elías.

Ahora pueden ver por qué la relación del ministerio de los Dos Olivos, del ministerio de Moisés y Elías, con el pueblo hebreo, y la relación de Cristo como Hijo de David con el pueblo hebreo, es por medio del ministerio de Moisés y Elías en el Ángel del Señor Jesucristo, que nuestro Señor Jesucristo en Espíritu, manifestado en Su Ángel Mensajero, se revela al pueblo hebreo y le da el Mensaje del Evangelio del Reino; Mensaje que da a conocer, que revela, el gran misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, como Hijo del Hombre e Hijo de David.

Y Ese es nuestro Rey: nuestro Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores. Y Ese es el Rey también de todo el pueblo hebreo, y el Rey de este planeta Tierra para el Reino Milenial.

Él es el Rey de reyes y Señor de señores, Él es el Rey-Dios, Rey-Teofanía y Rey en carne. Él es nuestro Señor Jesucristo: Uno mayor que Salomón; Uno mayor que Salomón en Su Primera Venida, y Uno mayor que Salomón en Su Segunda Venida; el cual ha construido un Templo más glorioso, con más gloria, que el templo que hizo Salomón.

Aun con toda la gloria que tuvo aquel templo, fue destruido; pero este Templo, el Templo del Señor Jesucristo, nunca será destruido: será un Templo para toda la eternidad. Y los miembros de ese Templo espiritual, de ese Cuerpo Místico de creyentes, dice la Escritura: “Y nos ha redimido para nuestro Dios con Su Sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes, y reinaremos con Cristo mil años (¿y luego qué?), luego por toda la eternidad”14.

Para eso tenemos a Uno mayor que Salomón. Y Ese mayor que Salomón es el Ángel del Pacto, nuestro Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en el fin del tiempo; el mismo que fue el Cordero de Dios dos mil años atrás, aproximadamente, y dijo: “He aquí Uno mayor que Salomón”.

Y ahora nuevamente Cristo, el Ángel del Pacto, es Uno mayor que Salomón en Su Segunda Venida y Su Obra como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Él es el Hijo del Hombre e Hijo de David. Ese es el Ángel del Pacto, nuestro Señor Jesucristo, en Su manifestación o revelación final, en carne humana, por medio de Su Ángel Mensajero. Es Uno mayor que Salomón.

¿Quién? Jesucristo, el Ángel del Pacto en Su manifestación final como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.

“UNO MAYOR QUE SALOMÓN: EL HIJO DE DAVID”. Nuestro Señor Jesucristo. El cual heredará el Trono de David, heredará la tierra de Israel completa con todos sus habitantes, y heredará todas las naciones; porque los reinos del mundo vendrán a ser los reinos de nuestro Dios y de Su Cristo, o sea, de Su Ungido. Y reinaremos con Cristo mil años para comenzar, y luego por toda la eternidad; porque es un Reino que nunca será destruido. Y a ese Reino pertenecemos cada uno de nosotros.

“EL HIJO DE DAVID: UNO MAYOR QUE SALOMÓN”.

Salomón como hijo de David, según la carne, representó a Cristo como Rey de reyes y Señor de señores, como León de la tribu de Judá, como la raíz y linaje de David, en Su Segunda Venida.

Es el mismo Señor Jesucristo, el mismo Ángel del Pacto, que vino como Cordero de Dios, viniendo como León de la tribu de Judá y manifestándose en el fin del tiempo; tomando un velo de carne: Su Ángel Mensajero, para cumplir esa promesa y revelarse a Su pueblo como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo del Hombre e Hijo de David, como León de la tribu de Judá. Ese es Uno mayor que Salomón.

Uno mayor que Salomón: Ese es nuestro Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá. Ese es la raíz verdadera de David, para reinar por mil años y luego por toda la eternidad.

“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi padre en su trono”15. Esa es una promesa para el vencedor, que el Ángel del Señor Jesucristo obtendrá, para sentarse con Cristo en Su Trono; tanto en Su Trono en Su Templo espiritual, en el Lugar Santísimo, como en Su Trono en Jerusalén. Y todos nosotros podemos ver que nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos con Cristo mil años y luego por toda la eternidad, en ese glorioso Reino de nuestro Señor Jesucristo, en ese Reino de David.

El Reino de David es restaurado por nuestro Señor Jesucristo, por Uno mayor que Salomón, el cual restaurará ese Reino. Por eso dice que será un retoño o pimpollo de David el cual reinará16. Y dice: “Y buscarán a David su Rey”17. Será David su Rey en el Hijo de David. O sea que será el Reino de David siendo dirigido por Cristo como Hijo de David.

Va a ser un tiempo muy glorioso para todos nosotros y para la raza humana, ese glorioso Reino Milenial; en donde solamente habrá un líder mundial que gobernará todas las naciones. Pero por cuanto Él nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, entonces tendremos una parte muy importante en ese Reino.

Cuando Él reparta los galardones, ustedes verán (y yo también) la parte que le tocará a cada uno, y veremos la Herencia gloriosa que recibiremos de parte de Cristo; porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.

¿Por qué? Porque somos hijos de Dios. Porque los que son guiados por el Espíritu Santo, estos son hijos de Dios, los que son guiados por el Espíritu de Dios.

Y eso es lo que ha estado haciendo el Espíritu de Dios, a través de las edades, en Su Templo espiritual: guiando a los hijos de Dios, colocándolos en Su Templo espiritual, y formando así un Templo espiritual que representa el Templo que está en el Cielo, y que está representado en el templo que hizo Moisés y en el templo que hizo Salomón.

Y ahora tenemos un Templo mayor que el que hizo Moisés y un Templo mayor y más glorioso que el que hizo Salomón. Y veremos a Uno mayor que Salomón: a nuestro Señor Jesucristo, al Ángel del Pacto, como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.

El Hijo del Hombre e Hijo de David: Ese es Uno mayor que Salomón. El Hijo de David: Uno mayor que Salomón. Nuestro Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá: Uno mayor que Salomón. Nuestro Señor Jesucristo como Rey de reyes y Señor de señores: Uno mayor que Salomón.

El Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que tiene escrito en Su vestidura y en Su muslo… Vamos a leer aquí un poquito. Este es Uno mayor que Salomón, este que vamos a ver aquí en el capítulo 19 de Apocalipsis. Dice:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.

Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.

Ese es mayor que Salomón. Ese es nuestro Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto, viniendo en el fin del tiempo a Su Iglesia y por Su Iglesia gentil al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Es el Ángel del Pacto, nuestro Señor Jesucristo, como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo de David, en Su manifestación final en Su Ángel Mensajero: Uno mayor que Salomón.

Uno mayor que Salomón estuvo en la Tierra en Su Primera Venida como Cordero de Dios, y dijo: “He aquí Uno mayor que Salomón”.

Y Uno mayor que Salomón en el fin del tiempo estaría en la Tierra: nuestro Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo del Hombre e Hijo de David en Su Ángel Mensajero: Uno mayor que Salomón.

Uno mayor que Salomón: El Hijo de David, nuestro Señor Jesucristo, como León de la tribu de Judá. Uno mayor que Salomón: El Hijo de David, que se sentará en el Trono de David.

Uno mayor que Salomón está aquí, dijo nuestro Señor Jesucristo dos mil años atrás; y eso se repetiría en el fin del tiempo en la Venida del Ángel Fuerte, del Ángel del Pacto, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.

“Uno mayor que Salomón está aquí”. Ese es el tema, esas fueron las palabras de Jesús de Nazaret: Uno mayor que Salomón estaba allí. Era el Ángel del Pacto dentro de un velo de carne.

Uno mayor que Salomón es Cristo, el Ángel del Pacto, en el fin del tiempo en Su Ángel Mensajero, en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

“UNO MAYOR QUE SALOMÓN”.

Que Dios les guarde, que Dios les bendiga, y que las bendiciones de Ese mayor que el rey Salomón sean sobre cada uno de ustedes; las bendiciones del Ángel del Pacto, de nuestro Señor Jesucristo, que es mayor que Salomón, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también.

Uno mayor que Salomón está aquí; dijo nuestro Señor Jesucristo: “He aquí Uno mayor que Salomón”.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta tarde, y también estar con ustedes a través del satélite Galaxy VII, canal 11, dándoles a conocer que Uno mayor que Salomón es nuestro Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto, que estuvo dos mil años atrás aquí en la Tierra en cuerpo humano, en la persona de Jesús de Nazaret, el cual en el fin del tiempo estaría nuevamente aquí en la Tierra, en Su Templo espiritual, en el Lugar Santísimo, en Su Ángel Mensajero.

Ha sido para mí un privilegio muy grande darles a conocer a ustedes este gran misterio del Reino de Dios, y mostrarles a ustedes que Uno mayor que Salomón: nuestro Señor Jesucristo, es el que ha estado construyendo ese Templo espiritual; y ahora se encuentra en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, en Su última manifestación.

Estuvo en el Lugar Santo de Su Templo en cada ángel mensajero de cada edad de la Iglesia gentil, y allí estaba Uno mayor que Salomón llevando a cabo la construcción de Su Templo, y colocando en Su Templo, en Su Cuerpo Místico de creyentes, los escogidos de cada edad. Y Uno mayor que Salomón ha continuado en Su Templo, pasando al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Tenemos entonces a Uno mayor que Salomón en la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de nuestro Señor Jesucristo.

Ha sido para mí una bendición muy grande poder darles a conocer a ustedes este gran misterio que se está llevando a cabo, que se está manifestando en este tiempo final; un misterio del Reino de Dios, para ser dado a conocer a todos los escogidos de Dios en Su Templo espiritual, en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Para mí es motivo de mucha alegría, de gran alegría, de regocijo y de agradecimiento a Dios, conocerles a ustedes y ver que ustedes son los escogidos del fin del tiempo que han sido llamados y han sido colocados en el Lugar Santísimo del Templo espiritual del Señor Jesucristo, con los cuales Cristo en este tiempo final ha estado construyendo el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Le doy gracias a Dios por ello y me alegro que sean ustedes, los latinoamericanos y caribeños, como yo. Estoy muy contento de esa bendición que le ha tocado a la América Latina y al Caribe. Estoy muy agradecido a Dios, porque Él nos escogió desde antes de la fundación del mundo para ser parte de Su Templo, y de la parte más importante de Su Templo espiritual, en donde se está y se estará materializando o reflejando todo lo que está en el Trono del Templo que está en el Cielo.

Que el Ángel del Pacto, que el Dios Todopoderoso, desde Su Trono que está en el Cielo, derrame Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, sobre el Trono del Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Que Dios les guarde, y Dios les bendiga, y será hasta una próxima ocasión en que estaré nuevamente con ustedes.

Con nosotros Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar en esta tarde.

Y adelante sirviéndole a Dios, y dándole gracias a Dios, porque nosotros estamos viendo a Uno mayor que Salomón, el cual ha estado construyendo un Templo espiritual, conforme al Templo que está en el Cielo.

En lo que llega Miguel por aquí estoy hablándoles algunas cositas, pero ya Miguel va a pasar para acá.

Hemos visto las grandes bendiciones que Dios tiene para nosotros. Son las bendiciones más grandes, son las bendiciones del Trono de Dios que está en el Cielo al Trono de nuestro Señor Jesucristo en Su Templo espiritual, para todos los que están en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

La bendición de Dios para nosotros es tan grande que nadie en esta Tierra ha tenido esa bendición anteriormente; es una bendición exclusiva para todos nosotros. Así como la bendición de cada edad fue exclusiva para los hijos de Dios de cada edad y cada mensajero; así también es para nosotros la bendición del Trono de Dios para la Edad del Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, donde Cristo en esta Tierra, en Su Templo espiritual, tendría un Trono que reflejaría y que representaría al Trono que está en el Cielo. Y ahí lo vamos a dejar quietecito, porque tenemos un tema pendiente, que le vamos a llamar: “EL TRONO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO”. Y vamos a ver cara a cara el Trono de nuestro Señor Jesucristo aquí, como Juan cuando subió al Cielo vio el Trono de Dios en el Cielo, y a Uno sentado en el Trono: a Dios. Vamos a ver ese Trono del Señor Jesucristo en Su Templo espiritual.

Y le voy a pedir a Miguel que pase rapidito, porque si no, vamos a seguir, y vamos a comenzar ese tema, y nos va a tomar de 1 a 3 horas para conocer con todas las Escrituras el Trono de nuestro Señor Jesucristo.

Así que ya tenemos por aquí un tema: “EL TRONO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO”. Vamos a dejarlo quietecito ahí, porque ese es un tema que tiene mucha tela para cortar, como dicen la gente; o sea que tiene Escrituras en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, y en los mensajes del precursor de la Segunda Venida de Cristo, para ser mostradas esas Escrituras y el cumplimiento de esas Escrituras.

Ahora, podemos ver que cuando entramos a estos temas proféticos que corresponden al fin del tiempo, y comienzan a ser dados a conocer estos eventos proféticos, el tiempo se nos va volando; pero estamos aprovechando bien el tiempo en este tiempo final, dando a conocer las cosas que deben suceder en este tiempo final; y a medida que van siendo cumplidas, van siendo dadas a conocer.

Y los escogidos solamente dicen una cosa: “¡Esto era lo que yo estaba esperando!”. Y esto era lo que todos estábamos esperando: Uno mayor que Salomón, Uno que ha estado construyendo un Templo más glorioso que el templo que hizo Salomón; porque la gloria del segundo Templo es mayor que la gloria del primer templo.

La gloria del templo que hizo Salomón, desapareció, la gloria se fue de allí; el templo desapareció también. Pero del Templo que ha estado haciendo nuestro Señor Jesucristo, la gloria de Dios no se irá de ese Templo.

La gloria de Dios está en el Templo espiritual de nuestro Señor Jesucristo, en el Lugar Santísimo. Y permanecerá ahí para siempre, porque ese Templo es un Templo indestructible, es un Templo eterno, con vida eterna, para vivir por toda la eternidad.

Bien dijo nuestro Señor Jesucristo en Apocalipsis capítulo 3 y verso 12: “Al que venciere, yo le haré columna en el Templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré sobre él el Nombre de mi Dios, y el Nombre de la ciudad de mi Dios, la Nueva Jerusalén, y mi Nombre Nuevo”. Esa es una promesa para el Vencedor.

Y el Templo espiritual de nuestro Señor Jesucristo también tiene el Nombre Eterno de Dios, que es el Nombre Nuevo de nuestro Señor Jesucristo, el cual viene como Rey de reyes y Señor de señores con un Nombre que ninguno entiende, sino Él mismo. Ese es el Nombre Nuevo de nuestro Señor Jesucristo.

Y de ese Nombre serán llamados y conocidos todos los pertenecientes al Templo espiritual del Señor Jesucristo; porque así como Dios puso Su Nombre en Su Templo, en el lugar que Él escogió allá en Jerusalén en Su Templo, luego Él puso también Su Nombre en Su Templo humano: Jesús, el Nombre de Redención. Y Él pone Su Nombre en Su Templo espiritual, en Su Cuerpo Místico de creyentes.

Vamos a dejar ahí todo, porque esto que estamos hablando como que pertenece ya al tema: “EL TRONO DEL SEÑOR JESUCRISTO”.

O sea, ese tema va a ser muy pronto: “EL TRONO DEL SEÑOR JESUCRISTO EN EL LUGAR SANTÍSIMO DE SU TEMPLO ESPIRITUAL”. Para que tengan un cuadro, una idea, de lo que… de dónde estaría el Trono y en qué lugar: en el Templo espiritual del Señor, en el Lugar Santísimo de ese Templo.

¿Y quién es el que hace todo eso en Su Templo espiritual? Uno mayor que Salomón: nuestro Señor Jesucristo como León de la tribu de Judá en este tiempo final.

Bueno, vamos a pedirle a Miguel que pase por aquí para concluir nuestra parte en esta tarde, dándole gracias a Dios, porque hemos visto a Uno mayor que Salomón, hemos visto a Cristo, el Hijo de David: Uno mayor que Salomón.

Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de David: Uno mayor que Salomón. Y no hay nadie más grande que Él.

Dice que por Él fueron hechas, creadas, todas las cosas; así que Él sabe de construcción. Y apareció como un sencillo carpintero. Pensaban: “Este no sabe, quizás, ni de carpintería”. Y fue el que construyó todo el Universo, toda la Creación; y después aparece con el oficio de carpintero, siendo el Arquitecto, Ingeniero y Constructor de todo el Universo.

Bueno, vamos a dejarlo ahí porque no podemos continuar hablando.

Hemos visto la construcción de Su Templo espiritual, porque Él es el Ingeniero, el Arquitecto y Constructor de ese Templo espiritual; y era, cuando apareció en la Tierra, un sencillo carpintero.

¿Quién se iba a imaginar que iba a construir un Templo de más gloria y con más gloria que el que hizo Salomón?

Bueno, lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios; y para nuestro Señor Jesucristo, que es el Hijo de David, el cual es Uno mayor que Salomón, no fue imposible la construcción de un Templo mayor, de más gloria, un Templo espiritual formado, construido, con seres humanos: con los hijos de Dios, con los primogénitos de Dios, con los escogidos de Dios en cada tiempo, y con todos los hijos de Dios.

Bueno, vamos a dejar a Miguel por aquí. Cuando hablemos sobre el tema: “EL TRONO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO”, tocaremos lo de los 24 ancianos. Los 24 ancianos son los 12 patriarcas y los 12 apóstoles. Ya pues, vamos a dejarlo ahí quietecito, clarito, y en otro ocasión ya les tocaremos un poquito más acerca de eso.

Vieron cómo Cristo ha estado materializando o humanizando el Templo que está en el Cielo con Su Templo espiritual, haciendo Su Templo espiritual con seres humanos. O sea, es un Templo con vida eterna, un Templo andante, un Templo que camina, un Templo en donde la gloria de Dios se manifiesta, un Templo de donde sale la Voz de Dios, un Templo hecho con seres humanos.

Bueno, Miguel no acaba de llegar, pero vamos a pedirle que llegue por aquí.

“NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, EL HIJO DE DAVID: UNO MAYOR QUE SALOMON está aquí”. Uno Mayor que Salomón está aquí. He aquí Uno mayor que Salomón: Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de David.

“He aquí Uno mayor que Salomón: Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de David”.

Bueno, que el Ángel del Pacto, nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de David, nos bendiga con todas las bendiciones del Trono de Dios.

Muchas gracias y buenas tardes.

“UNO MAYOR QUE SALOMÓN: EL HIJO DE DAVID”.

[Revisión febrero 2022]

1 1 Crónicas 22:8-10, 28:1-7

2 San Juan 5:22, 5:27

3 San Mateo 12:22-24

4 San Mateo 22:41-46, San Marcos 12:35-37, San Lucas 20:41-44

5 San Mateo 7:28-29, San Marcos 1:22, San Lucas 4:32

6 San Mateo 22:15-21, San Marcos 12:13-17, San Lucas 20:20-26

7 San Lucas 23:34

8 San Mateo 27:37, San Marcos 15:26, San Lucas 23:38, San Juan 19:19

9 San Mateo 24:1-2, San Marcos 13:1-2, San Lucas 21:5-6

10 1 Pedro 2:5

11 Hechos 2:1-4

12 San Mateo 1:23

13 Apocalipsis 2:17

14 Apocalipsis 1:6, 5:10

15 Apocalipsis 3:21

16 Isaías 11:1

17 Isaías 11:10

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