Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes aquí en San José de los Campos, Brasil, y también para cada uno de ustedes allá en Cayey, Puerto Rico, y en los demás lugares que estén a través de la línea telefónica o del satélite.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y nos hable directamente al corazón en esta ocasión, y nos abra el entendimiento para comprender las Escrituras correspondientes a este Día Postrero.
(Vayamos a la Escritura…).
En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo.
En San Mateo, capítulo 21, verso 1 en adelante, donde nos dice… Esto fue para la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Nos dice así:
“Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos,
diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos.
Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará.
Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Decid a la hija de Sion:
He aquí, tu Rey viene a ti,
Manso, y sentado sobre una asna,
Sobre un pollino, hijo de animal de carga.
Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó;
y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.
Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.
Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es este?
Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea”.
Que Dios bendiga nuestros corazones con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “LA ENTRADA TRIUNFAL DEL HIJO DE DAVID A JERUSALÉN”.
El pueblo hebreo tenía promesas para aquel tiempo ligadas a la Venida del Mesías, y cada promesa correspondiente a la Primera Venida del Mesías se cumplió en medio del pueblo hebreo. Ellos pensaban que la Venida del Mesías solamente sería una parte, pero la Venida del Mesías tiene dos partes.
La primera parte ya ha sido cumplida por Jesucristo dos mil años atrás, donde el Mesías, el Ungido con el Espíritu de Dios en toda Su plenitud, apareció en medio del pueblo hebreo, nació en Belén de Judea; fue llevado a Egipto cuando Herodes estaba buscando a los niños para matarlos; y luego que Herodes murió fue a Nazaret con José y María, donde se crio.
Ahora, Jesús había nacido en Belén de Judea, y se cumplió la Escritura que tenía que ser de Belén de Judea, porque así estaba escrito por el profeta Miqueas, el cual en el capítulo 5, verso 2, profetiza acerca de Belén de Judea y de la persona que nacería allí, que gobernaría al pueblo hebreo. Y en San Mateo, capítulo 2, se cumplió esa profecía.
Ahora, en el cumplimiento de esa profecía, los cielos y la Tierra estaban dando testimonio de la Primera Venida del Mesías como el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo.
Nació en Belén de Judea y fue colocado en un pesebre. Él nació en medio de los animales, pues era un Cordero, y eso iba de acuerdo a Su naturaleza también como Cordero de Dios.
Y en los cielos estaban dando testimonio de la Venida del Mesías. Y unos magos, o sea, unos astrólogos y astrónomos (o sea, científicos que observaban los cielos), vieron una señal muy grande en el cielo, y ellos entendieron que era la señal de la Venida del Mesías; y ellos sabían que el Mesías tenía que venir al pueblo hebreo, tenía que nacer en medio del pueblo hebreo, conforme a las profecías, y una Estrella de Jacob saldría[1].
Y ahora, en el cielo fue mostrada una señal también, y aquellos magos la vieron. ¿Y qué sucedió? En el capítulo 2 de San Mateo dice, verso 1 en adelante:
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel”.
Esa es una profecía mesiánica para la Primera Venida de Cristo; y tiene aplicación también para la Segunda Venida de Cristo, para el Israel celestial.
Porque está el Israel terrenal, que es el pueblo hebreo, y está el Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. La simiente de Abraham terrenal es el pueblo hebreo, y han venido por medio de Isaac y Jacob y los patriarcas; pero la simiente celestial de Abraham, de la Jerusalén celestial y del Israel celestial, viene por medio de Jesucristo, que es la simiente de Abraham por la cual vendría esa descendencia espiritual y celestial de Abraham.
Así que observemos con mucho entendimiento estas cosas que sucedieron en el Israel terrenal y la entrada de Cristo a la Jerusalén terrenal; porque el Israel celestial y Jerusalén celestial también tiene la promesa de la Venida del Mesías, de la Venida de Cristo, para Su entrada al Israel celestial y Jerusalén celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y esta promesa tiene que ser cumplida en el Día Postrero al Israel celestial y Jerusalén celestial.
Veamos en la carta a los Hebreos, del apóstol San Pablo, en el capítulo 12, versos 18 al 23, nos dice así:
“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar (o sea, al monte Sinaí), y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad,
al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,
porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo;
y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;
sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.
Cuando la persona ha creído en Cristo como su Salvador y ha recibido Su Espíritu se encuentra en la Jerusalén celestial, y por lo tanto pertenece al Israel celestial; es un miembro del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Israel celestial y también la Jerusalén celestial.
San Pablo en su carta a los Gálatas, en el capítulo 4, verso 22 en adelante, nos dice:
“Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre.
Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.
Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; este es Agar”.
Y bajo ese Pacto obtenido en el monte Sinaí, ha estado el pueblo hebreo bajo la Dispensación de la Ley; y los hijos del pueblo hebreo bajo la Dispensación de la Ley han estado como Ismael, han estado sujetos a ese Pacto del monte Sinaí.
“Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues esta, junto con sus hijos, está en esclavitud.
Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.
Porque está escrito:
Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;
Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;
Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.
Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.
Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.
Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.
De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre”.
Y la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Jerusalén celestial, es la libre; y el pueblo hebreo bajo la Dispensación de la Ley es la esclava, conforme a esta alegoría que presenta el apóstol San Pablo.
Y ahora, ¿quiénes son los que obtendrán la herencia? Los hijos de la libre. La herencia de Abraham, el padre de la fe, y la bendición de Dios que estaba en Abraham, la Bendición de la Primogenitura, no la recibió Ismael, sino que la recibió Isaac.
Y ahora, la Bendición de la Primogenitura, vean ustedes, es la Iglesia del Señor Jesucristo la que la recibe, porque Cristo ha pasado la bendición de Abraham a Su Iglesia gentil. De esto nos habla la Escritura en el capítulo 3 de la carta a los Gálatas, verso 13 al 16, y nos dice:
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (y Cristo fue colgado en un madero: en la Cruz del Calvario, la cual era de madera),
para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu (Santo)”.
Y es por medio de la fe en Cristo que la persona recibe la promesa del Espíritu Santo y obtiene el nuevo nacimiento, del cual Cristo le habló a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan.
“Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”.
Ahora, podemos ver que la simiente de Abraham es Cristo. Y por medio de Cristo es que viene esa descendencia de Abraham celestial, viene la Jerusalén celestial y el Israel celestial, que son los hijos e hijas de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo, los cuales son manifestados en la Tierra en la edad y dispensación que les toca vivir; los cuales oyen la Palabra de Dios correspondiente a su edad y reciben a Cristo y Su Palabra, y entran al Programa Divino, y son colocados en la edad que les corresponde, bajo el ministerio correspondiente a esa edad que Cristo está manifestando en y por medio de Su mensajero de esa edad; y por medio de ese mensajero es que le habla a Sus hijos, a esa descendencia divina. Así es como les habla en cada etapa o edad: por medio del ángel mensajero ungido con el Espíritu Santo para ese tiempo.
Ahora podemos ver lo importante que es comprender la edad y dispensación en que uno está viviendo, para poder oír la Voz de Dios por medio del mensajero ungido con el Espíritu Santo para ese tiempo.
Hay personas que, al no tener este conocimiento, rechazan al mensajero, y no se dan cuenta que están rechazando al que lo envió: al Señor Jesucristo; y algunos hasta hablan mal del mensajero, sin darse cuenta que con esto están hablando mal en contra de Cristo, el cual ha enviado a ese mensajero.
Todo ser humano tiene sus fallas. Y encontramos a través de la Biblia que los profetas de Dios han tenido sus fallas también, han cometido sus errores algunas veces; pero Dios no da por inocente al que hable mal en contra de un mensajero que Él ha enviado, porque está hablando mal en contra del Ungido de Dios.
El rey David, antes de sentarse en el trono, encontramos que tuvo que luchar. Él cometió muchísimos errores, pero era el Ungido de Dios; Samuel lo ungió como rey sobre Israel. Los que se unieron a él y trabajaron con él estaban en la perfecta voluntad de Dios. Ellos no miraron sus errores, sino que miraron la unción de Dios que estaba en él como el Ungido de Dios para ser rey sobre Israel. Ya era rey, porque estaba ungido, pero todavía no se había sentado en el trono; pero tenía ya la unción de Dios.
Ahora, David fue perseguido por su suegro Saúl, que era el rey en Israel, y no quería soltar el trono; y ya lo había perdido delante de Dios, ya Dios lo había rechazado y había escogido uno conforme al corazón de Dios; ¡y era un jovencito!, pero ese era el Ungido de Dios. Fue ungido siendo un jovencito, digamos que tenía como 17 años de edad, más o menos; pero ese era el Ungido de Dios.
David tenía siete hermanos mayores que él, pero ninguno de sus hermanos había sido ungido para ser el rey de Israel, solamente David. Sus hermanos estaban llamados a estar brazo a brazo con él; y toda persona que supiera de esa unción que Samuel había colocado sobre David por mandato divino estaba llamado a estar de parte de David.
Ahora, el suegro de David persiguió a David, sabía que ese joven iba a lograr éxito, y Saúl iba a perder el trono; ya delante de Dios lo había perdido. Debió ser más inteligente y decirle a David: “David, Dios te ha escogido a ti, te ungió a ti, ya yo lo sé, las noticias llegaron a mí, y yo no voy a pelear contigo. Ya mi tiempo ha terminado, yo no me porté como debí portarme y perdí esta bendición delante de Dios; ahora te toca a ti sentarte en el trono. Yo te ayudaré en todo lo que tú me digas que te ayude, como un buen suegro tuyo. Estaré a tu lado siempre, trabajando contigo en el Programa de Dios”. Esa era la posición correcta para ser asumida por Saúl.
Pero algunas personas cuando están en una posición alta y ven que otra persona va a ser colocada en esa posición, le hacen la guerra para que no puedan llegar a esa posición, en vez de darle la mano y decirle: “Dios te ha escogido para que estés en esta posición, y yo te voy a ayudar”. Y Dios bendice a Su Ungido, y bendice al que lo ayude.
Si dice que “cualquiera que diere un vaso de agua fría a uno de estos mis pequeñitos no perderá su recompensa”[2], mostrándonos que la cosa más insignificante que una persona haga en favor de un escogido de Dios no perderá su recompensa, ¿cómo será si la persona hace algo grande en favor de ese Ungido o escogido de Dios? Pues la recompensa es mayor. Pero el que hace algo en contra, el juicio divino cae sobre la persona en esta Tierra, estando viviendo aquí, y luego en el Juicio Final también.
Ahora, podemos ver que hay personas que hacen cosas pequeñas en contra del Ungido de Dios, el Ungido de Dios para cada edad o para cada dispensación, el profeta ungido de Dios del tiempo en que Dios lo envía; y no saben que están poniéndose en contra de Dios al hacer esto, aunque sea algo pequeño; y si hacen algo grande en contra de ese Ungido de Dios es mayor el problema que tienen.
Ahora, el rey David, cuando todavía no había tomado el trono, siendo perseguido por el rey Saúl, tuvo la oportunidad de matar a Saúl y luego sentarse en el trono rápido; pero David, vean lo que decía.
Dice que en una ocasión el rey Saúl se encontraba persiguiendo a David, y cuando llegó la hora de dormir, el rey Saúl se acostó, y su ejército, todos ellos se acostaron alrededor del rey. Pero David fue con uno de sus oficiales del ejército, del ejército de David; este se llamaba Abisai, hijo de Sarvia, o sea, hijo de una hermana de David; o sea que era un sobrino de David este oficial del ejército de David, igual que Joab. Esas personas que estaban al lado de David como oficiales importantes eran sobrinos de David.
Ahora, encontramos que David descendió con Abisai. Vamos a leer aquí en Primera de Samuel, capítulo 26, verso 6 en adelante:
“Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo”.
Era un peligro, pues iba a meterse en la cueva donde estaba el rey Saúl. Estaba durmiendo, pero si despertaba, teniendo su ejército allí, tomaba a David, pues lo estaba buscando. Y ahora David va a llegar donde está Saúl.
“David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él.
Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano (así le dice el sobrino de David a David); ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe (o sea, porque del primero va a morir).
Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?”.
Y aun Saúl habiendo pecado contra Dios, David respetó a Saúl, porque había sido ungido como rey por Samuel; y habiendo sido el ungido de Dios para esa etapa, David estando también ungido para ser rey sobre Israel, no le hizo la guerra ni lo mató cuando tuvo la oportunidad de hacerlo, sino que le perdonó la vida, porque era el ungido de Dios el rey Saúl. Y David, aunque estaba ungido por Dios también, no hizo nada en contra de Saúl, respetó esa unción de Dios que había sido colocada en Saúl.
Dice:
“… ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?”.
Porque ninguna persona que extienda la mano contra un ungido de Dios luego será inocente delante de Dios; no será inocente, sino que será culpable delante de Dios.
Así que David no extendió su mano, ni permitió que su sobrino lo hiciera contra Saúl. Eso muestra respeto y reverencia a Dios y la unción de Dios que había sido colocada sobre ese hombre que fue ungido por Samuel.
Ahora podemos ver un cuadro claro de lo que es un ungido de Dios.
Veamos el caso de Jesucristo: todos los que se pusieron en Su contra son hallados culpables delante de Dios. A través de la Escritura podemos ver que lo persiguieron, hablaron mal en contra de Él para que el pueblo no escuchara a Jesús; pero el pueblo estaba viendo en Jesús el Ungido de Jehová. Y Ungido significa ‘Cristo’ y significa ‘Mesías’, es lo mismo. Cristo, Mesías y Ungido es lo mismo.
Ahora, Jesús, el Ungido de Jehová con el Espíritu Santo, en una ocasión fue a Nazaret, donde se había criado, y tomó la Escritura de Isaías, capítulo 61, la cual le fue entregada, y leyó donde dice:
[San Lucas 4:17] “Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí”.
¿Qué espíritu estaba sobre Jesucristo? El Espíritu de Jehová. Y estaban diciendo los líderes religiosos que era Beelzebú y por el dedo de Beelzebú echaba fuera a los demonios. Así decían acerca de Jesús. Estaban hablando en contra de Jesús y estaban diciendo que ese Espíritu que estaba en Él era el de Beelzebú y no el de Jehová; y eso es una blasfemia.
Cuando una persona ve que hay en un mensajero de Dios un Espíritu de Dios o el Espíritu de Dios manifestado, llevando a cabo las cosas correspondientes a ese tiempo, y si la persona dice que eso es del diablo y que es un espíritu del diablo lo que está dentro de esa persona: está blasfemando en contra de ese Espíritu que está dentro de esa persona.
Y por eso es muy importante que toda persona vea y escuche y aguante su lengua, y no hable en contra de lo que no entiende, para que no blasfeme en contra de Dios, porque después tendrá graves problemas delante de Dios. Es mejor que espere —si no entiende— y ore a Dios, y le pida a Dios que le abra el entendimiento para comprender lo que está sucediendo; y así Dios le abra el entendimiento, y podrá comprender el Programa de Dios que está siendo llevado a cabo por medio del Ungido de Dios de ese tiempo; y podrá ver que es el Espíritu de Dios el que está manifestado en esa persona ungida por Dios para ese tiempo y para esa labor y para esa edad y para esa dispensación.
Así fue con los profetas del Antiguo Testamento, así fue con Jesucristo, así fue con los apóstoles, así fue con San Pablo y así fue con los diferentes ángeles mensajeros de cada edad. Ellos fueron los ungidos, o sea, los mesías de su edad, ungidos con el Espíritu de Cristo en la edad en que Dios los envió. Y Jesucristo es el Ungido, el Mesías, el Cristo, ungido con la plenitud de Dios.
Y ahora, para el Día Postrero tenemos la promesa de la Venida de un mensajero ungido con el Espíritu de Dios, con el Sello del Dios vivo, y se encuentra en Apocalipsis, capítulo 7, verso 2, donde nos dice:
“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,
diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.
Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel (y comienza a enumerar doce mil de cada tribu)”.
Este Ángel Mensajero viene con el Sello del Dios vivo. ¿Cuál es el Sello del Dios vivo? San Pablo en Efesios, capítulo 4, verso 30, dice:
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.
O sea, para el día en que los muertos en Cristo van a resucitar en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados. Para ese Día Postrero en que esto ha de suceder, han sido sellados con el Espíritu Santo los escogidos de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo: al creer en Cristo y recibir Su Espíritu Santo.
Ahora, este Ángel Mensajero viene con el Sello del Dios vivo, viene con el Espíritu Santo; y la forma de recibir el Espíritu Santo es creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador. Este Ángel Mensajero es un creyente en el Señor Jesucristo como su Salvador, y por eso recibe el Sello del Dios vivo, es sellado con el Sello del Dios vivo, con el Sello del Espíritu Santo.
Ahora, podemos ver que ese Ángel Mensajero es el Ungido con el Espíritu Santo para el ministerio del Día Postrero. O sea que así como hubo un mensajero ungido con el Espíritu Santo en cada edad y dispensación del Antiguo Testamento y también del Nuevo Testamento, este Ángel Mensajero para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino viene ungido con el Espíritu Santo para el ministerio del Día Postrero.
Ese es el último ministerio que Jesucristo estará manifestando en la Tierra, y por eso es enviado primeramente a Su Iglesia, la Iglesia del Señor Jesucristo: para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto, y para así los escogidos ser llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Porque es como Rey de reyes y Señor de señores que Jesucristo viene en el Día Postrero y entra a la Jerusalén celestial, a Su Iglesia, que es también el Israel celestial.
Ahora, podemos ver que para este tiempo final Cristo tendría un ministerio, manifestándolo aquí en la Tierra en carne humana; es el ministerio de Jesucristo correspondiente al Día Postrero a través de Su Ángel Mensajero, de Su Ungido con el Espíritu Santo para el Día Postrero.
Por eso es que en Apocalipsis, capítulo 10, Cristo descendiendo del Cielo clama como cuando ruge un león: porque viene como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores; y siete truenos emiten sus voces. Es la Voz de Cristo hablándonos un Mensaje completo, un Mensaje dispensacional, con el cual nos da a conocer el misterio de Su Venida, el misterio de la Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora, las cosas que Cristo ha prometido realizar en el Día Postrero las estará realizando por medio de Su Ungido. Por medio de Su Ungido será que veremos el cumplimiento de las promesas divinas correspondientes al Día Postrero.
En Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, nos dice el apóstol San Juan:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor”.
¿En qué día estaba? En el Día del Señor; o sea que fue transportado de la década del 90 del quinto milenio, fue transportado a este tiempo final. O sea que fue transportado al Día Postrero para ver y escuchar las cosas que él vio y escuchó en estas visiones apocalípticas; visiones y cosas que vio y oyó. ¿Y quién se las mostró? Vamos a leer lo que Juan dice, y que él mismo nos diga quién le mostró estas cosas. En Apocalipsis, capítulo 22, versos 6 al 10, nos dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel…”.
Ese Ángel es el Ungido de Jesucristo para el Día Postrero. Ahora, ¿para qué lo envía?
“… ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
Nadie podrá comprender estas cosas que deben suceder pronto si no es por medio del Mensaje del Ángel del Señor Jesucristo, porque es enviado para dar a conocer estas cosas. Él es el único que entenderá estas cosas, y luego las podrán entender aquellos que lo recibirán; porque estarán recibiendo su Mensaje, y en su Mensaje estarán reveladas estas cosas que deben suceder pronto, y estarán identificadas las que ya han sucedido.
Sigue diciendo:
“¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”.
¿Por qué son bienaventurados? Porque estas palabras son las palabras de Jesucristo, enviadas por medio de Su Ángel Mensajero. Este es el Ángel Mensajero que trae la revelación de Jesucristo.
“Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas”.
¿Quién le mostró todas estas cosas del Apocalipsis al apóstol San Juan? El Ángel del Señor Jesucristo. Y Juan quiso adorarlo, pero él se lo prohibió, porque el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo.
El Ángel del Señor Jesucristo es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino, que viene con la revelación de Jesucristo para el Día Postrero, para tener el ministerio del Día Postrero, del séptimo milenio; y a través de Su Ángel Mensajero Jesucristo manifestarse y hablarle a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder.
O sea que por medio de Su Ángel Mensajero es que Jesucristo en Espíritu Santo estará manifestándose y estará hablándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto; y estará llamando y juntando a todos Sus escogidos con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino; el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo viniendo a la Jerusalén celestial y al Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y en Su entrada triunfal a la Jerusalén celestial y al Israel celestial, encontramos que viene como el Hijo del Hombre e Hijo de David, como Rey de reyes y Señor de señores, como el León de la tribu de Judá.
En la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén encontramos que también se reflejó la Venida de Cristo para el Día Postrero como Hijo del Hombre e Hijo de David.
Hijo del Hombre significa profeta. Siempre que se habla de Hijo del Hombre está en la escena un profeta, o sea, es la manifestación de Dios en carne humana en un profeta para esa edad o esa dispensación.
Y ahora, encontramos que por medio de Su Ángel Mensajero será que Jesucristo estará obrando en el Día Postrero y estará cumpliendo las cosas que Él prometió.
En Su Primera Venida Jesucristo, el Hijo del Hombre, decía: “Y bienaventurado el que no halle tropiezo en mí”[3]. ¿Por qué? Porque la gente siempre tropiezan con el velo de carne, con el Ungido de Dios; así ha sido en todas las edades y dispensaciones.
Y por eso persiguieron a los profetas; a muchos de ellos los apedrearon y los mataron, a otros los mataron en otras formas, a otros los metieron presos, los azotaron; los trataron muy mal. Pero ¿serán tomados por inocentes esas personas que hicieron eso? No, porque no será tomado por inocente el que obre mal contra el Ungido de Dios de la edad o dispensación en que la persona está viviendo.
Ahora podemos ver quién es el Ungido de Jesucristo con el Espíritu Santo para el Día Postrero. Y junto a él serán llamados y juntados todos los escogidos de Dios del Día Postrero, con el Mensaje del Evangelio del Reino; y así todos estarán escuchando la Voz de Cristo, y todos estarán reunidos en el Redil del Señor, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la edad correspondiente al Día Postrero, para pronto ser transformados y raptados.
Ahora podemos ver dónde estamos en el Programa Divino.
Así como hubo señales en el cielo en el nacimiento de Jesús, y estaba en el cielo aquella señal llamada la Estrella de Belén, la cual siguieron los magos, porque esa Estrella estaba dando testimonio que el Mesías, el Ungido de Dios, ya estaba en la Tierra.
Ahora, Cristo habló para el Día Postrero, para el tiempo final, y nos dice que habrá señales en el cielo y también en la Tierra; y Él nos enseña que cuando estas cosas estén sucediendo levantemos nuestras cabezas al Cielo porque nuestra redención está cerca, o sea, nuestra transformación está cerca.
Dice en San Lucas, capítulo 21, verso 25 en adelante:
“Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;
desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que (sucederán) en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos (o sea, que nos levantemos; y esto es en lo espiritual, que nos levantemos del sueño, que despertemos) y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”.
Tenemos que levantar nuestras cabezas al Cielo, o sea, a las cosas celestiales, a las cosas de Dios. No es tiempo de estar con nuestras cabezas inclinadas a la Tierra mirando las cosas terrenales, sino con nuestras cabezas levantadas al Cielo mirando las cosas celestiales, mirando las cosas de Dios, mirando el Programa Divino, y sirviendo a Jesucristo con toda nuestra alma; porque nuestra redención, nuestra transformación, está cerca.
En febrero 28 de 1963 apareció esta nube en el cielo, y le llamaron una nube misteriosa[4]. ¿Por qué una nube misteriosa? Porque estaba a 26 millas de altura[5], donde no hay humedad para formar nubes y donde no vuelan los aviones; por lo tanto, era una nube que no sabían de qué estaba formada, porque no hay con qué formar una nube a esa altura. Y tenía 30 millas de ancho por 50 de largo[6], aproximadamente; o sea que era una nube gigante. Donde no se podía formar una nube pequeña, ahora se forma una nube gigante; porque lo que es imposible para los hombres es posible para Dios[7].
Esta nube apareció sobre los estados de Arizona, en Nuevo México de Norteamérica. Apareció de las 6:00 de la tarde en adelante.
Ahora, ¿cuál es el misterio de esta nube? ¿De qué está formada esta nube? Está formada por ángeles de Dios. Así como al pueblo hebreo encontramos que una Nube los cubría del sol durante el día, y durante la noche esa Nube era una nube de fuego, una columna de fuego, que les alumbraba todo el camino; y caminaban de noche como si fuera de día, caminaban a la luz de Dios, caminaban al resplandor de la presencia de Dios, alumbrándoles el camino durante la noche, y protegiéndolos del sol durante el día[8].
Ahora, esta nube fue formada por ocho ángeles en sus cuerpos teofánicos. Allí estaban los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, comenzando por el apóstol San Pablo y terminando por William Marrion Branham, el séptimo ángel mensajero de la Iglesia gentil. Y hubo otro Ángel que era muy diferente a los siete ángeles anteriores; y ese Ángel que era diferente a los demás era el que tenía el Séptimo Sello.
Ahora, encontramos que cada uno de los siete ángeles mensajeros que estaban allí en sus cuerpos teofánicos habían venido en carne humana en la edad que les tocó vivir; y luego ese otro Ángel Mensajero estaría en la Tierra en carne humana en el Día Postrero.
Cristo estaría manifestado en Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, para llevar a cabo la Obra del Día Postrero, y así poderse llevar a cabo la adopción de todos los hijos e hijas de Dios prometida para el Día Postrero, para el Día de la Redención, para el séptimo milenio, en donde los muertos en Cristo resucitarán y nosotros los que vivimos seremos transformados.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que hay para los escogidos de Dios que viven en el Día Postrero. Y para los que partieron, también hay bendición grande para ellos, pues resucitarán en el Día Postrero en cuerpos eternos, para vivir por toda la eternidad jovencitos; nunca se pondrán viejos, porque estarán en el cuerpo eterno; y nosotros los que vivimos seremos transformados y tendremos el cuerpo eterno también.
Ahora, si alguno de los nuestros se va antes de la resurrección, no se preocupe: va a regresar. Y cuando regrese, no va a regresar en un cuerpo viejo, ni en un cuerpo enfermo, sino que regresará en un cuerpo jovencito.
Así que si usted conoció creyentes en Jesucristo que recibieron Su Espíritu, y por consiguiente nacieron de nuevo: si murieron, cuando regresen no espere un viejito o una viejita para que les diga: “Yo soy Fulano o Fulana de tal”; espere ver un jovencito o una jovencita que le diga: “Yo soy Fulano o Fulana de tal”. Y en la conversación podrá hablarle de muchas cosas del pasado que sucedieron y que usted conoce; y cuando les hable de esas cosas, usted se dará cuenta que esa es aquella persona que usted conoció.
Ahora, cuando resuciten nuestros familiares que han partido, y que fueron creyentes y entraron a la edad correspondiente del tiempo en que les tocó vivir, ellos podrán hablarle a ustedes y decirle cosas que solamente usted conoce y que usted sabe que ellos conocían.
O sea, un ejemplo, podrán decirle: “¿Recuerdas aquella monedita que coloqué en aquel lugar, y que tú la encontraste y te fuiste a comprar dulces con ella? ¿Te recuerdas?”. Cuando le diga así, si a usted le pasó algo así, usted dirá: “Solamente mi abuelito sabía eso. A mi abuelito fue que yo le tomé esa moneda”.
Ahora, eso no significa que está correcto tomar lo que no es de uno, pero si pasó por eso es un recuerdo que usted tiene, y él se lo puede recordar, o cualquier otra experiencia que usted recuerde; y si no la recuerda, la va a recordar cuando él se la recuerde, cuando él se la mencione. O sea, son cosas sencillas, pero que usted conoce.
Ahora, podemos ver que eso va a ser algo maravilloso, algo glorioso, cuando los muertos en Cristo resuciten; pues ahí seremos transformados nosotros, cuando los veamos a ellos.
Recuerden, cuando los vean no tengan miedo, no será para regañarlos a ustedes; más bien será ese momento para usted ser transformado, porque cuando los veamos seremos transformados.
Ahora, podemos ver el Programa Divino y las bendiciones que hay para nosotros en este tiempo.
El pueblo hebreo rechazó a Cristo en Su Primera Venida (el pueblo hebreo como nación); pero hubo personas que como individuos lo recibieron, y más adelante recibieron Su Espíritu Santo.
Y para el Día Postrero, la Segunda Venida de Cristo será manifestada y será vista y recibida por los escogidos de Dios; y esos son los que estarán escuchando la Voz de Cristo, la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, y esos serán los que serán llenos del Espíritu Santo en toda Su plenitud. Esos serán los que en el Día Postrero serán transformados, porque serán llenos de la plenitud de Cristo, y obtendrán un cuerpo eterno y glorioso; y todos seremos a imagen y semejanza de Jesucristo.
Ahora, podemos ver que, para nuestra transformación, la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, entrando a la Jerusalén celestial y al Israel celestial, es un requisito del Programa Divino, para que pueda ocurrir más adelante la transformación de nosotros los que vivimos y la resurrección de los muertos en Cristo.
Por eso en la Venida de Cristo los Siete Truenos emiten Sus voces: es la Voz de Cristo dándonos Su Mensaje del Evangelio del Reino, Su Mensaje de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y así es como escucharíamos la Voz de Cristo, esa Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, llamándonos y juntándonos en este Día Postrero, para pronto ser transformados y raptados.
En el cielo hemos estado viendo las señales, están dando testimonio de lo que Jesucristo está haciendo en la Tierra.
Para estos días ha estado apareciendo una señal muy grande, y es un cometa: el cometa Hale Bopp; y en estos días ha estado apareciendo en la constelación de Cisne, en el Brasil, de 6:30 de la tarde a 7:30 de la tarde; eso es hora 18:30 a las 19:30; pero hay que buscarlo por la constelación de Cisne, por ahí. Es más grande que la Tierra, pero quizás usted lo vea pequeño, porque está por un área lejos; pero eso es cerca, porque el año pasado estaba más lejos, o sea que es la temporada en que más cerca está de la Tierra y del sol.
Este cometa había pasado por nuestro sistema solar, o por nuestra galaxia, hace 4000 años, y su regreso es una señal muy grande para la raza humana, es una señal muy grande para la Iglesia del Señor Jesucristo, y es una señal muy grande para el pueblo hebreo.
Cristo dijo que veríamos señales en el cielo, y están siendo vistas.
Nadie esperaba la venida de este cometa, pero fue descubierto por el año 95, por ahí más o menos, el mes de julio; y ahora ya está siendo visto desde la Tierra por esta temporada.
Así que los que lo puedan ver luego me cuentan. Yo ayer traté de verlo, pero no pude, porque uno tiene que enfocar sus binoculares hacia el lugar donde está, y no sabía en qué área estaba ayer. En todos estos días está en esa misma área; pero al no saber dónde está la constelación de Cisne, uno se pone a buscar en todo el cielo y no lo encuentra. Tiene uno que saber hacia qué lugar está esa constelación y buscarlo en ese territorio. Así es también en el Programa Divino que Dios lleva a cabo aquí en la Tierra.
La Primera Venida de Cristo fue prometida en la Escritura, pero la gente no podía decir: “Yo lo voy a esperar en Egipto, o yo lo voy a esperar en Francia, o yo lo voy a esperar en Inglaterra”; su nacimiento tenía que ser en Belén de Judea, ese era el lugar para esperarlo en su nacimiento. Y los magos cuando vieron la señal en el cielo fueron a Jerusalén, ellos fueron a la tierra de Israel.
Estas personas vivían en Babilonia, por allá en Caldea, y eran creyentes en las profecías; tenían las profecías del profeta Daniel y de otros profetas, y eran descendientes de hebreos, pues el profeta Daniel vivió allá y tuvo hijos allá también, y también los amigos o compañeros de Daniel: Sadrac, Mesac y Abed-nego, también vivieron allá, y tuvieron familia allá; o sea, tuvieron sus hijos allá, fueron personas muy importantes.
Y todas esas profecías ellos las tenían; por lo tanto, ellos estaban esperando la Venida de la Piedra no cortada de manos, la Venida del Mesías. Y cuando vieron la señal en el cielo supieron que el Mesías ya estaba en la Tierra.
Fueron a la tierra de Israel buscando el Mesías en Jerusalén, y allí no estaba; porque en Jerusalén Él estaría de año en año en la fiesta que Él iba con sus padres, o con María y José, y luego en Su ministerio Él iría de vez en cuando; y la última vez que iría a Jerusalén sería crucificado, y después resucitaría, y después de 40 días ascendería al Cielo.
Ahora, encontramos que los magos o sabios fueron a la nación correcta, la tierra de Israel; pero al ir a Jerusalén se fueron a la ciudad equivocada. Pero por medio de las Escrituras supieron en qué ciudad tenía que nacer el Mesías; y fueron a Belén de Judea y encontraron al Mesías allí.
Ahora, la Primera Venida de Cristo fue cumplida en el este, la tierra de Israel; la Venida del Hijo del Hombre como el relámpago que sale del oriente (la tierra de Israel, donde fue la Primera Venida de Cristo) y se muestra, se manifiesta, en el occidente; el occidente es el continente americano, incluyendo al Caribe.
El continente americano tiene la parte norte, la parte del centro y la parte sur, y el Caribe. La séptima edad de la Iglesia gentil se cumplió en Norteamérica, en la parte norte del continente americano, en la parte norte del occidente (el occidente es el oeste).
Y ahora, por cuanto la promesa de la Venida del Hijo del Hombre es para resplandecer en el occidente, solamente nos queda la América Latina y el Caribe para que resplandezca el Hijo del Hombre como el relámpago en Su Venida en el Día Postrero.
En algunas naciones hay sabios o magos y gurús, y personas así, que han venido de Europa y otras naciones para vivir en la América Latina, porque ellos dicen que viene una destrucción sobre la Tierra pero que la América Latina sobrevivirá. También dicen que en la América Latina estaría Melquisedec.
¿En dónde es que dice así, Salomón? En Mato Grosso. Ah, pero eso es acá en el Brasil. Dicen que es en un área donde también hay como un ¿ovnipuerto es? Discopuerto, porque es para los discos o platillos voladores; dicen que hay eso. Eso lo hicieron acá para que aterricen ellos.
Acá en el Brasil tienen unos cuantos discopuertos que han hecho para que aterricen los platillos voladores, porque acá pues se están viendo muchos platillos voladores; y acá en el Brasil pues están muy interesados en la visita de los que vienen en esos platillos voladores; hasta discopuerto le han hecho para que ahí aterricen. O sea que es una obra de buena voluntad para los viajeros de los platillos voladores.
Ahora, encontramos que en toda la América Latina están sucediendo cosas parecidas, y en el Caribe también.
Cuando Noé estaba en la Tierra Dios descendió y habló con Noé. También en el tiempo de Abraham: Dios le apareció a Abraham como Melquisedec[9], o sea, Dios en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión. También le apareció en otra ocasión como Elohim, y comió con Abraham[10], y luego vino la destrucción de Sodoma y Gomorra durante la madrugada[11].
O sea que para los hijos de Dios es señal de grandes bendiciones, pero para el mundo es señal del juicio divino que ha de caer sobre la raza humana, llamado (ese juicio divino) las copas y las plagas que caerán en la gran tribulación. Son los juicios divinos de la gran tribulación, para ser quitado el reino de los gentiles y dar paso al Reino de Jesucristo, y ser establecido el Reino de Jesucristo en Jerusalén, ser establecido el Hijo de David sobre el Trono de David, para reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Ahora podemos ver dónde nos encontramos en este tiempo: nos encontramos en el Día Postrero, en el séptimo milenio, escuchando la Voz de Jesucristo, esa Gran Voz de Trompeta dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, para así ser preparados para nuestra transformación y escapar de los juicios divinos que han de venir sobre la Tierra.
Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos. Estamos viviendo en un tiempo paralelo al tiempo de la Primera Venida de Cristo, y estamos viviendo en un tiempo paralelo a la entrada triunfal del Señor Jesucristo a Jerusalén, a la entrada triunfal del Hijo de David a Jerusalén.
Ahora, primero la entrada triunfal del Hijo de David a la Jerusalén celestial, a la Iglesia del Señor Jesucristo como Hijo del Hombre e Hijo de David, siendo manifestado Cristo en el Día Postrero en medio de Su Iglesia gentil, y hablándonos con la Gran Voz de Trompeta por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que Él prometió que serían cumplidas.
Y luego entrará también a la Jerusalén terrenal. Para ese tiempo, en donde el pueblo hebreo lo recibirá en Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, Él viene como Hijo del Hombre e Hijo de David, como Rey de reyes y Señor de señores; así lo recibirá el pueblo hebreo en Su Segunda Venida; y se sentará en el Trono de David.
Habrá luchas, como las tuvo David, pero al final se sentó en el trono y reinó sobre el pueblo hebreo. No importa las luchas que surjan, al final de las luchas la Victoria en el Amor Divino será obtenida, y Jesucristo se sentará en el Trono de David como Hijo de David y como Hijo del Hombre en el Día Postrero; y con Él se sentará el que venciere.
Y el que vencerá será el último Ángel Mensajero, el que vencerá en el Día Postrero. Porque los otros ángeles mensajeros vencieron en las edades pasadas, vencieron en el quinto día delante de Dios, que fue el quinto milenio, y los otros vencieron en el sexto milenio, que fue el sexto día delante de Dios; pero el Vencedor del Día Postrero delante de Dios, del séptimo día delante de Dios, del séptimo milenio, lo es el Ángel del Señor Jesucristo.
“Y el que venciere se sentará conmigo en Mi Trono”, ha dicho Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21. Y también en Apocalipsis, capítulo 21, verso 7, nos dice que “el que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será Mi hijo”. O sea que será un hijo, no será un siervo, sino que será un hijo; porque los que heredan son los hijos, no son los siervos.
Tiene que ser un hijo; y ese Vencedor del Día Postrero será un hijo de Dios, será un hijo de Jesucristo: será el Ángel del Señor Jesucristo. Y con él estarán los escogidos del Día Postrero, los cuales vencerán juntamente con él, y serán adoptados y serán transformados; y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
También estarán los siete ángeles mensajeros con el grupo que tuvieron en su edad; y todos juntos estaremos con nuestros cuerpos eternos, estaremos adoptados en el Reino de Dios. Y habrá una manifestación muy grande de los hijos e hijas de Dios en este Día Postrero, con cuerpos eternos; o sea que habrá millones de hijos e hijas de Dios con cuerpos eternos a imagen y semejanza del Señor Jesucristo.
Y si con Uno dos mil años atrás ocurrieron tantas cosas, tantas cosas maravillosas que fueron hechas conforme a la voluntad de Dios, ¿cómo será con millones que estarán en cuerpos eternos en este Día Postrero? Va a ser una temporada muy maravillosa, llena de las bendiciones de Jesucristo. Y no habrá limitaciones en cuanto a las cosas que Dios estará haciendo por medio de Sus escogidos, por medio de todos Sus hijos, que serán adoptados en el Día Postrero; y estarán bajo el liderazgo de Jesucristo manifestado en Su Ángel Mensajero.
Para esa temporada también Su Ángel Mensajero estará adoptado con su cuerpo eterno; y todos ustedes pues también.
Así que podemos ver el tiempo en que vivimos, y podemos ver la importancia de la entrada triunfal del Hijo de David a Jerusalén; lo cual da testimonio también de la Segunda Venida de Cristo y Su entrada triunfal a Su Iglesia, a la Jerusalén celestial y al Israel celestial, para la Obra correspondiente al Día Postrero: la Obra de Reclamo, que le corresponde realizar a Jesucristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
“LA ENTRADA TRIUNFAL DEL HIJO DE DAVID A JERUSALÉN”. Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión.
Para los que están en Puerto Rico, estaré con ustedes el viernes próximo a las 3:00 de la tarde, pues es viernes santo; y tendremos la actividad a las 3:00 de la tarde, para así recibir lo que Dios tenga para nosotros. Estaremos viendo la crucifixión de Cristo de dos mil años atrás, y los beneficios obtenidos con la muerte de Cristo. Y también estaremos viendo la crucifixión espiritual de Cristo para el Día Postrero o para el tiempo final.
Así que para los de Puerto Rico, recuerden, estaré con ustedes el viernes próximo, viernes santo, de esta misma semana que ha comenzado hoy; y luego también estaré el domingo en la mañana y el domingo en la tarde.
Y para los que están en la actividad de las 8:00 de la mañana, ya el viernes les diré si tendremos una actividad especial a las 8:00 de la mañana o antes de las 8:00 de la mañana; y también la actividad normal de las 10:00 de la mañana, y luego la actividad de las 3:00 de la tarde. Estará también Miguel con nosotros, y también estará en Puerto Rico la doctora Nelly, la cual llega hoy domingo a Puerto Rico, y así ella estará con nosotros para compartir con nosotros estos días de Semana Santa allá en Puerto Rico.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos y que Dios les guarde.
Y nos veremos nuevamente dentro de una hora u hora y media para continuar viendo lo que sucedió dos mil años atrás bajo el ministerio de Jesucristo, y lo que está sucediendo en este Día Postrero en medio de los hijos e hijas de Dios.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y pronto todos seamos transformados y raptados.
Vamos a pedirle a Miguel pase por aquí para que continúe y concluya nuestra parte, y tengamos el receso para tomar algún alimento, y luego regresar para continuar las actividades.
Por aquí tenemos a Miguel. Miguel me dice que a las 3:00 de la tarde es buena hora; así que estaremos a las 3:00 de la tarde nuevamente con ustedes para continuar, y así recibir las bendiciones que Dios nos tenga para esta tarde.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA ENTRADA TRIUNFAL DEL HIJO DE DAVID A JERUSALÉN”.
[Revisión marzo 2023 – JR]
[1] Números 24:17
[2] San Mateo 10:42
[3] San Mateo 11:6, San Lucas 7:23
[4] La aparición de esa nube fue fotografiada y publicada en dos revistas:
Revista CIENCIA (SCIENCE): Publicación del 19 de abril de 1963, volumen 140, número 3564. Autor: James E. McDonald / https://www.science.org/toc/science/140/3564.
Revista LIFE: Publicación del 17 de mayo de 1963. Título del artículo: “And a High Cloud – Ring of Mystery”. / https://bit.ly/3ureXyD
[5] 26 millas = 41.8 km de alto
[6] 30 millas (de ancho) x 50 millas (de largo) = 48.3 km (de ancho) x 80.46 km (de largo)
[7] Lc. 18:27, Mt. 19:26, Mr. 10:27
[8] Éxodo 13:21-22
[9] Génesis 14:18-20
[10] Génesis 18:1-33
[11] Génesis 19:1-29