El socio de Dios del Día Postrero

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, y televidentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión aquí en Cayey, Puerto Rico, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa, y así ver el tiempo en que estamos viviendo y lo que Dios está realizando en este tiempo en el cual, por la gracia de Dios, nos ha tocado a nosotros vivir.

Para eso quiero leer en Primera de Corintios, capítulo 3, verso 5 al 17, donde nos dice el apóstol San Pablo:

“¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor.

Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.

Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.

Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.

Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,

la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.

Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.

Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL SOCIO (O ASOCIADO) DE DIOS DEL DÍA POSTRERO”.

A través de la historia de la raza humana podemos ver que Dios ha colocado en la Tierra profetas. Encontramos que el primer hombre que Dios colocó en la Tierra, conocido en la Biblia como Adán, era un profeta; y no solamente un profeta de una edad, sino un profeta dispensacional, que es el tipo de profeta mayor que Dios envía a la Tierra.

Y podemos ver a Dios asociado con el ser humano, y podemos ver al ser humano asociado con Dios; y podemos ver estos profetas que Dios ha enviado de dispensación en dispensación asociados con Dios y Dios asociado con ellos.

Porque el socio de Dios para cada dispensación es el profeta mensajero de esa dispensación; como también el profeta de cada edad, correspondiente a cada dispensación, es el socio de Dios para esa edad, es el mensajero asociado de Dios para esa edad, así como lo es el mensajero de una dispensación con Dios.

  • Ahora, podemos ver, por ejemplo, a Adán asociado con Dios; porque el socio de Dios aquí en la Tierra era Adán para la primera dispensación.
  • Luego podemos ver a Set asociado con Dios; porque el mensajero de Dios para esa segunda dispensación era Set.
  • Luego, más adelante, podemos ver a Noé asociado con Dios; porque Noé era el socio de Dios para esa tercera dispensación: la Dispensación del Gobierno Humano; así como lo fue Set para la Dispensación de la Conciencia, y así como lo fue Adán para la primera dispensación: la Dispensación de la Inocencia.
  • Y así encontramos más adelante al profeta y patriarca Abraham asociado con Dios; porque ese fue el socio de Dios para la cuarta dispensación: la Dispensación de la Promesa.
  • Luego, más adelante, podemos ver a Moisés asociado con Dios y a Dios asociado con Moisés; porque ese fue el socio de Dios para la quinta dispensación: la Dispensación de la Ley.
  • Luego podemos ver a Jesús asociado con Dios y Dios asociado con Jesús, pues Dios estaba manifestado en toda Su plenitud en Jesús.

Era el mismo Dios, el mismo que se había asociado con los profetas del Antiguo Testamento, los profetas de las dispensaciones que habían transcurrido; ahora viene en carne humana y aparece como el velo de carne donde Dios estaba manifestado para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Y por eso podemos ver a Dios asociado con Jesús y a Jesús asociado con Dios; y era nada menos que el mismo Dios manifestado en carne humana asociándose con la raza humana.

Y ahora, podemos ver que Jesús aparece al final de la quinta dispensación (de la Ley), y abre una nueva dispensación: la Dispensación de la Gracia; y podemos ver a Jesús sentado a la diestra de Dios, llevando a cabo la Obra de Dios para la Dispensación de la Gracia. Porque Jesús, siendo el socio de Dios, lleva a cabo la Obra de Dios aquí en la Tierra; y llega el Día de Pentecostés en Espíritu Santo para cumplir la Obra de la construcción de Su Templo, de Su Iglesia.

Y encontramos que para las siete etapas o edades de la Iglesia gentil Cristo ungió siete ángeles mensajeros, siete hombres, uno para cada edad de Su Iglesia gentil durante las siete etapas o edades de Su Iglesia; y esos siete ángeles mensajeros fueron los siete socios de Cristo para las siete edades de la Iglesia gentil.

San Pablo fue el primero allá en Asia Menor; luego vinieron cinco ángeles mensajeros, que vinieron a ser cinco socios de Dios, cinco socios del Señor Jesucristo para las cinco etapas o edades que se cumplieron en Europa; y luego vino el asociado o socio de Jesucristo para la séptima edad de la Iglesia gentil: el reverendo William Marrion Branham, en Norteamérica.

Ahora vean cómo para cada territorio Dios ha enviado un asociado en la construcción de Su Templo espiritual, de Su Iglesia, que es la Casa de Dios, la cual fue reflejada o representada en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón.

La sabiduría escondida en ambos templos es la sabiduría divina, el cual o la cual contiene el secreto de la construcción del Templo espiritual de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Así que el misterio del templo de Salomón y del tabernáculo que construyó Moisés, es más grande de lo que los seres humanos se pueden imaginar; pues allí estaba representado el Templo que está en el Cielo, el cual se materializaría en la Tierra en y con seres humanos, los cuales vendrían a ser los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Ahora, podemos ver que para cada una de estas siete etapas de la Iglesia gentil Cristo ha tenido un asociado o un socio; y fue el ángel mensajero de cada edad, en el cual estuvo el Espíritu de Cristo, o sea, el Espíritu Santo.

Y a través de esos siete ángeles mensajeros Cristo le ha dado la vuelta al mundo siete veces; como a Jericó se le dieron siete vueltas, y las murallas cayeron[1].

Ahora, el mundo está representado en Jericó; Jericó representa los reinos gentiles. Y por medio de la manifestación de Cristo en Espíritu Santo en estos siete ángeles mensajeros, ya le ha dado la vuelta al reino de los gentiles siete veces.

Ahora, podemos ver que también el séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil, en una ocasión dice: “Ya le he dado la vuelta al mundo siete veces”[2].

Y ahora, podemos ver que después de la séptima ocasión, Jericó, los muros de Jericó cayeron, y el reino de Jericó cayó. Por lo tanto, después de este recorrido de siete etapas o siete edades, el reino o los reinos del mundo caerán, y vendrán a ser los reinos de nuestro amado Señor Jesucristo.

De esto nos habla también Apocalipsis, capítulo 11, donde nos dice (del verso 15 en adelante):

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.

Ahora, podemos ver aquí que los reinos pasarán a ser de nuestro Señor y de Su Cristo, de Su Ungido, en el glorioso séptimo milenio.

Encontramos que para el séptimo milenio es que Cristo ha prometido llevar a cabo la resurrección de los muertos en Cristo de las edades pasadas y algunos de los nuestros que han partido, y la transformación de nosotros los que vivimos. Pues Cristo dijo: “Y Yo le resucitaré en el Día Postrero”[3]; y el Día Postrero es el séptimo milenio.

Ahora, la Venida de Cristo también está prometida para el Día Postrero, o sea, para el séptimo milenio. Y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el séptimo milenio. Y por eso es que Cristo dijo que estuviésemos vigilando, orando y velando, ¿por qué?, por la Venida de Cristo[4]; por la Venida del Señor de Su Casa, o sea, de Su Templo, de Su Iglesia, la cual está prometida para el Día Postrero.

Ahora, hemos visto que han transcurrido estas dispensaciones, y sus mensajeros han traído el Mensaje para cada una de esas dispensaciones.

Luego también hemos visto que han transcurrido ya siete etapas o siete edades correspondientes a la Dispensación de la Gracia, así como habían transcurrido (en los días de Jesús) siete edades de la Dispensación de la Ley.

Y Juan el Bautista, el precursor de la Primera Venida de Cristo, fue el séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley.

Y ahora, hemos visto que el séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil del Señor Jesucristo, vino, trajo su Mensaje y se fue; y ese fue el precursor de la Segunda Venida de Cristo.

Ahora, Juan el Bautista, el precursor de la Primera Venida de Cristo, decía: “Yo no soy Él; Él viene después de mí”. O sea que Juan el Bautista estaba anunciando que después de él vendría un Hombre, un Varón mayor que él, el cual sería un mensajero dispensacional, y en el cual estaría la plenitud de Dios; y ese mensajero sería el que los bautizaría con Espíritu Santo y Fuego[5].

Pero eso tendría un Programa para ser llevado a cabo; y para así obtener ese bautismo del Espíritu Santo: para eso tenía Cristo que llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y luego podría llenar de Su Espíritu Santo a todos los creyentes en Él.

O sea que primero tenía que llevar a cabo la Obra de Su Primera Venida como Cordero de Dios en la Cruz del Calvario; y después los creyentes en Él podían recibir Su Espíritu Santo, y así producirse en ellos el nuevo nacimiento, y así obtener su cuerpo teofánico.

Para la Segunda Venida de Cristo, como el León de la tribu de Judá, Él viene para llevar a cabo Su Obra de Reclamo y producir la transformación de nuestros cuerpos para nosotros los que estamos vivos, y para los muertos en Cristo producir la resurrección en cuerpos eternos. Eso es producido en la Obra de Reclamo de Cristo en Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá.

Ahora, encontramos que Juan el Bautista decía: “Después de mí viene Uno”; o sea que Juan el Bautista estaba anunciando un Hombre, un profeta que vendría después de él y que sería mayor que él.

Juan el Bautista era un profeta de una edad: de la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley; pero después de él vendría un profeta dispensacional, el cual fue nuestro amado Señor Jesucristo. Y un profeta dispensacional es mayor que un profeta de una edad.

Y ahora, el precursor de la Segunda Venida de Cristo ha dicho que después de él viene Uno mayor que él, y él dice como Juan el Bautista: “A Él le conviene crecer, y a mí menguar”[6]; así fue con Juan el Bautista.

Pues cuando viene un profeta dispensacional, conviene que mengüe el profeta de la edad que está pasando, para que crezca el profeta de la dispensación que está comenzando. Y así se establezca la nueva dispensación, se establezca el nuevo Mensaje, se establezca el nuevo mensajero; y entren a esa nueva dispensación los que están ordenados por Dios, escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; y así se cumpla el Programa de la nueva dispensación.

Ahora, siempre hay una lucha cuando una edad llega a su final y aparece el mensajero de una nueva edad; siempre hay una lucha, una batalla religiosa que se lleva a cabo: los que se quedan en la edad pasada comienzan a criticar y a pelear en contra del nuevo mensajero que es enviado para una nueva edad; y las personas que reciben a ese nuevo mensajero son criticados, son perseguidos y son fichados por los incrédulos; son fichados como herejes, en la mayor parte de las ocasiones.

¿No fueron acusados de herejes los que creyeron en Jesús de Nazaret? ¿No decían que ese era un camino de herejía?[7] ¿No persiguieron a Jesús y lo mataron?, ¿y no persiguieron a los discípulos, a los apóstoles, y mataron a todos, excepto a Juan el apóstol?

Porque la religión hebrea bajo la Ley decía que Jesús era un hereje, y que Sus apóstoles también, y que Sus enseñanzas también; y que esa nueva religión, nuevo camino, “nueva secta religiosa”, era una herejía; y lucharon por exterminar a todos los seguidores de ese nuevo camino.

Pero San Pablo, que era uno de los perseguidores y que mataba a los creyentes en Cristo (los perseguía hasta la muerte)[8], luego creyó[9]; pues era un escogido de Dios, aunque estaba persiguiendo el Camino de Dios. Pues el Camino de Dios es el Programa de Dios correspondiente a cada edad y a cada dispensación.

Moisés le dijo a Dios que le mostrara Su Camino[10]. Y cuando una persona quiere que Dios le muestre el camino, pues lo que está pidiendo es que le muestre la edad y dispensación en que está viviendo, y el Programa que Dios está llevando a cabo en esa edad y en esa dispensación, y el mensajero correspondiente a esa edad y a esa dispensación, y el Mensaje correspondiente a esa edad y a esa dispensación.

Y cuando Dios le muestra el camino, Su Camino, a una persona: la persona entonces conoce, llega al conocimiento —por revelación divina— de quién es el mensajero para esa edad y para esa dispensación, y cuál es el Mensaje para esa edad y esa dispensación, y cuál es la edad correspondiente a ese tiempo, y cuál es la dispensación correspondiente a ese tiempo. Y la persona es colocada en esa edad y en esa dispensación, y recibe las bendiciones de Dios.

Ahora, podemos ver cómo fue en el tiempo de Juan el Bautista y de Jesús de Nazaret: fue como en el tiempo de Moisés, como en el tiempo de Abraham, como en el tiempo de Noé, como en el tiempo de Set y como en el tiempo de Adán.

Y así también Cristo dijo que sería en la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero; pues Cristo dijo que la Venida del Hijo del Hombre sería como en los días de Noé y como en los días de Lot[11].

Los días de Lot eran los días de Abraham. En el tiempo de Lot hubo un mensajero dispensacional, el cual conocemos por el nombre del patriarca Abraham; fue el mensajero de la Dispensación de la Promesa, al cual Dios le apareció en diferentes ocasiones y se reveló a él.

Abraham tenía el Mensaje para esa dispensación; así como Noé tenía el Mensaje para la Dispensación del Gobierno Humano, y Set para la Dispensación de la Conciencia, y Adán para la Dispensación de la Inocencia.

Ahora, podemos ver que Cristo nos habla que la Venida del Hijo del Hombre sería como en los días de Noé y como en los días de Lot. Los días de Lot son los días de Abraham.

Y también la Venida del Hijo del Hombre es como en los días de Moisés: pues Egipto representa al mundo, y Canaán representa la tierra prometida del glorioso Reino Milenial al cual entraremos nosotros; y también, vean ustedes, representa, para los escogidos de Dios, el nuevo nacimiento; representa también, para los escogidos de Dios, la entrada al nuevo cuerpo; aunque también la entrada al nuevo cuerpo está representada en nuestra entrada a la eternidad después del glorioso Reino Milenial.

Pero nosotros entramos a la eternidad antes de comenzar la gran tribulación. Por lo tanto, en nosotros se estará reflejando lo que será después del Reino Milenial; o sea, se estará reflejando la entrada a la eternidad, que vendrá después del Reino Milenial. O sea que este planeta Tierra entrará a eternidad después del Reino Milenial.

Y los que vivirán eternamente y no entrarán a eternidad antes de comenzar la gran tribulación, y no han entrado a eternidad cuando Cristo resucitó dos mil años atrás, y no entrarán a eternidad cuando resucitarán los 144.000 para entrar al Reino Milenial; esas personas que no entrarán a eternidad en ninguna de esas etapas donde se entra a eternidad, pero que vivirán eternamente, ellos entrarán a eternidad después del Reino Milenial y después del Juicio Final; pues saldrán bien en el Juicio Final y entrarán a eternidad.

Pero miren ustedes, los escogidos de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que son los que han nacido de nuevo del Agua y del Espíritu en la edad y dispensación que les ha tocado vivir, ellos —en cuanto a su cuerpo teofánico o espíritu— entran a eternidad cuando nacen de nuevo; pero en cuanto a la parte física, ellos entrarán a eternidad cuando reciban el nuevo cuerpo, o sea, cuando los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seamos transformados.

Ahora, podemos ver que hay, de edad en edad y de dispensación en dispensación, un asociado de Dios y con Dios para ser el instrumento de Dios y representante de Dios en la Tierra en ese tiempo, en esa edad o en esa dispensación.

Y los que han estado brazo a brazo con ese mensajero de Dios, han sido reconocidos por Dios como colaboradores de Dios; como nos dice San Pablo en su carta a los corintios: Primera de Corintios, capítulo 3 y verso 9, donde nos dice:

“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”.

Ahora, los colaboradores de Dios, vean ustedes, trabajan con Dios en Su Programa correspondiente a la edad y dispensación que les ha tocado vivir; y siempre el mayor colaborador de Dios es el asociado de Dios, o sea, el socio de Dios.

Hemos visto a través de la historia bíblica quiénes han sido los socios de Dios de las dispensaciones que ya han transcurrido. La primera, segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta, los cuales sus mensajeros son, sus profetas son:

  • Adán, el profeta de la Dispensación de la Inocencia (primera dispensación).
  • Set, el segundo profeta dispensacional, de la Dispensación de la Conciencia; el profeta de la Dispensación de la Conciencia, el cual fue Set.
  • Y Noé, el profeta de la Dispensación del Gobierno Humano, que es la tercera dispensación.
  • Luego Abraham, el profeta de la Dispensación de la Promesa, la cual es la cuarta dispensación.
  • Moisés, el profeta de la Dispensación de la Ley, la cual es la quinta dispensación.
  • Jesús, el profeta de la Dispensación de la Gracia, la cual es la sexta dispensación.

Vean ustedes cómo estos colaboradores de Dios, estos socios de Dios, estos asociados de Dios, llevaron a cabo la Obra de Dios correspondiente a cada dispensación; era Dios en cada uno de ellos llevando a cabo esa Obra.

Y luego hemos visto también los mensajeros de cada edad de la Iglesia gentil, y también hemos visto los mensajeros de las siete etapas o edades de la Iglesia hebrea bajo la Ley.

San Juan el Bautista fue el séptimo mensajero de la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley, y William Marrion Branham fue el séptimo mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil bajo la Dispensación de la Gracia. Tanto Juan el Bautista como William Marrion Branham fueron los precursores de la Venida de Cristo: Juan el Bautista de la Primera Venida de Cristo y William Marrion Branham de la Segunda Venida de Cristo.

Ahora miren, cuando Juan el Bautista apareció anunciando que después de él vendría otro profeta, otro mensajero; cuando vino ese profeta prometido, ese mensajero prometido, era el profeta de una nueva dispensación: el profeta de la próxima dispensación que comenzaría; en el cual estaba Dios, estaba el Ángel de Jehová, estaba Jehová —que es el Ángel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob—, estaba manifestado en carne humana.

Y cuando se manifestó en carne humana lo conocimos por el nombre de Jesús. Ese era el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, manifestado en carne humana en el mensajero de la Dispensación de la Gracia, el cual vino como el Cordero de Dios.

El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, vino manifestado en carne humana como el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo: entregando Su cuerpo físico en Sacrificio vivo en la Cruz del Calvario; y así llevando en Su cuerpo nuestros pecados y pagando por nuestros pecados. Porque la paga del pecado es muerte[12]; por eso tuvo que morir el cuerpo donde se hallaron nuestros pecados, pues Él tomó nuestros pecados.

Por eso Dios no ve nuestros pecados: porque Cristo los llevó y nos cubrió con Su Sangre preciosa. Todo pecado confesado a Cristo es echado en la Sangre de Cristo; y no es visto ni por Dios, porque ha sido quitado de la persona.

Ahora, podemos ver cómo la Obra de Dios en la Tierra ha estado siendo llevada a cabo de edad en edad y de dispensación en dispensación; y hemos visto cómo siempre ha estado en la Tierra un profeta, un hombre, el cual ha sido el asociado de Dios: ha sido el socio de Dios para la Obra de Dios correspondiente a cada edad y a cada dispensación; y ha sido el velo de carne en el cual el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, se ha manifestado en carne humana en la porción correspondiente a esa edad o a esa dispensación.

Y ahora, luego de ver la historia de todo lo que Dios ha realizado en edades y dispensaciones pasadas, nos preguntamos: “Y para nuestro tiempo, ¿quién es el asociado de Dios? ¿Quién es el socio de Dios?”.

Después del séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil vendría el asociado de Dios para la séptima dispensación: la Dispensación del Reino, y para una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular.

Y Cristo enviaría a Su asociado, a Su socio; y Jesús dice:

[Apocalipsis 22:16] “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Ese es el asociado de Jesucristo, ese es el socio de Dios para el Día Postrero.

Por eso es que, en Apocalipsis, capítulo 4, Cristo dice: “Sube acá, y Yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Así habla Cristo con esa Gran Voz de Trompeta o con esa Trompeta en Apocalipsis, capítulo 4.

Juan la escuchó también en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, en el Día del Señor; escuchó esa Voz, esa Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo, la Voz del Alfa y Omega.

Y luego, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, las cosas que Cristo prometió dar a conocer las da a conocer el Enviado de Jesucristo, que es el Ángel del Señor Jesucristo. Y vean ustedes, nos dice así:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Lo que Cristo prometió, de dar a conocer estas cosas que deben suceder pronto, ahora envía (¿a quién?) a Su asociado, envía a Su socio. ¿Por qué? Porque en Su asociado viene Cristo en Espíritu Santo dando a conocer estas cosas que deben suceder pronto. Y tiene que usar a Su asociado, a Su socio, que es Su Ángel Mensajero, y poner en la boca y el corazón de Su Ángel Mensajero la revelación divina de estas cosas que deben suceder pronto, y ser habladas por el Ángel del Señor Jesucristo.

Pero estas no son palabras humanas, sino las palabras de nuestro amado Señor Jesucristo siendo habladas por el asociado de Jesucristo; siendo habladas por el socio de Dios, el socio de Jesucristo, en el Día Postrero.

Ahora hemos visto quién es el socio de Dios del Día Postrero: hemos visto que es el Ángel del Señor Jesucristo, en el cual en el Día Postrero estaría Jesucristo en Espíritu Santo manifestado; en el cual estaría el Sello del Dios vivo, que es el Espíritu Santo.

“… no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

¿Con qué hemos sido sellados? Con el Espíritu Santo. Eso está en Efesios, capítulo 4, verso 30; y Efesios, capítulo 1, verso 11 al 13.

Pero en Apocalipsis, capítulo 7, aparece un Ángel con el Sello del Dios vivo.

Ahora, les dije Efesios, capítulo 1, verso… vamos a leer solamente verso 13 al 14, dice:

“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,

que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”.

Y en Apocalipsis, capítulo 7, vean ustedes, viene un Ángel con el Sello del Dios vivo. Apocalipsis, capítulo 7, verso 2, dice:

“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo (o sea que tenía el Espíritu Santo); y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,

diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel (y enumera doce mil sellados de cada tribu)”.

Ahora, este Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, o sea que viene con el Espíritu Santo, es el que tiene el ministerio del Día Postrero; es nada menos que el asociado de Dios, o sea, el socio de Dios del Día Postrero. Ese es el Ángel del Señor Jesucristo, ese es el asociado de Dios del Día Postrero.

Por eso es que los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías, son manifestados por el Espíritu Santo que en él es manifestado; son esos ministerios operados por el Espíritu Santo en el Día Postrero, en y a través de Su asociado, o sea, a través del Ángel del Señor Jesucristo.

Por eso es que vienen esos ministerios con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje del Evangelio del Reino, dando a conocer el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Y así viene abriendo el misterio del Séptimo Sello, o sea, el misterio de la Segunda Venida de Cristo; de la Venida de Cristo, de la Venida del Espíritu Santo en el Día Postrero, en una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular, y en una nueva dispensación: la Dispensación del Reino.

Ahora, podemos ver que la Venida de Cristo es la Venida del Ángel del Pacto, la Venida del Espíritu Santo en el Día Postrero, siendo manifestado en el Día Postrero; y por medio de Su Ángel Mensajero dándonos a conocer estas cosas que deben suceder pronto; y así llamando y juntando a todos los escogidos de Dios, y así completando el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Ahora, el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo; el Ángel del Señor Jesucristo es un miembro del Cuerpo Místico de Cristo; o sea, un redimido por la Sangre del Señor Jesucristo, el cual en el Día Postrero estaría aquí en la Tierra dándonos a conocer estas cosas que deben suceder pronto; y así siendo el Ungido con el Sello del Dios vivo, el Ungido con el Espíritu Santo; y por consiguiente siendo el socio de Cristo, el socio de nuestro amado Señor Jesucristo en el Día Postrero, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Y por eso estará trabajando en el Cuerpo Místico de Cristo, en la construcción de la parte más importante del Templo espiritual de Jesucristo; estará trabajando en la construcción del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Jesucristo.

Y así como cada ángel mensajero de cada edad, en la construcción del Templo espiritual de Cristo, fue enviado al territorio donde estaban las piedras vivas que serían colocadas en el Cuerpo Místico de Cristo, o sea, en ese Templo espiritual; el Ángel del Señor Jesucristo, siendo el socio de Dios, el socio de Jesucristo del Día Postrero, para ser enviado a la Iglesia del Señor Jesucristo en la Obra de la construcción de ese Templo, es enviado al territorio donde estarían las piedras vivas que vendrían a formar parte del Lugar Santísimo del Templo espiritual del Señor Jesucristo.

O sea que es enviado a la América Latina y el Caribe, donde Cristo tendría las piedras vivas que completarían la construcción del Templo espiritual del Señor Jesucristo; construcción que es completada y que es coronada con la Edad de la Piedra Angular, que es la edad donde son llamados y juntados los escogidos del Día Postrero, para así completarse la construcción del Templo espiritual de Jesucristo.

Esa Edad de la Piedra Angular es el Lugar Santísimo de ese Templo espiritual.

Un templo sin lugar santísimo no puede ser dedicado a Dios; un templo sin lugar santísimo no tiene un lugar para morada de Dios en toda Su plenitud. Porque Dios moró en toda Su plenitud (¿dónde?) en el lugar santísimo del tabernáculo que hizo Moisés y del templo que hizo Salomón; y moró en toda Su plenitud en Jesucristo.

Y ahora, en Su Templo espiritual Él ha prometido morar en toda Su plenitud. ¿En qué parte del Templo? En el Lugar Santísimo, que es la Edad de la Piedra Angular. Y esa edad corresponde al Día Postrero, y es una edad eterna; y en esa edad estará el séptimo milenio y toda la eternidad.

Y en esa edad estarán los escogidos del Día Postrero; y estará el asociado o socio de Dios, el asociado de Jesucristo para el Día Postrero, con el Mensaje del Evangelio del Reino.

En la Edad de la Piedra Angular es donde se abre una nueva dispensación, y en donde se abre el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

En la Edad de la Piedra Angular es donde los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, emiten sus voces y revelan el misterio de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida del Ángel del Pacto, de la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en una nueva edad y en una nueva dispensación, velándose y revelándose en Su Ángel Mensajero, y llevando a cabo la Obra correspondiente al Día Postrero, la Obra correspondiente a la Edad de la Piedra Angular y a la Dispensación del Reino; para que los muertos en Cristo puedan resucitar y nosotros los que vivimos podamos ser transformados.

Para eso es la Obra de Cristo en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino, a través de Su asociado del Día Postrero.

“EL SOCIO DE DIOS DEL DÍA POSTRERO”.

Ahora, hemos visto quién es el socio de Dios del Día Postrero. La Biblia en Apocalipsis nos dice quién es:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Toda revelación tiene que venir por medio de un profeta. Y toda revelación correspondiente al pasado vino por medio de cada profeta que Dios envió para cada edad y para cada dispensación; o sea que la revelación divina vino por medio del profeta de cada edad o de cada dispensación, para cada edad o para cada dispensación.

Y la revelación de Jesucristo para el Día Postrero, para la Edad de la Piedra Angular y para la Dispensación del Reino y para el Día Postrero, tiene que venir también por medio de un profeta; y tiene que ser por medio de un profeta dispensacional en el Día Postrero, porque es la revelación divina para una nueva dispensación. Y ese profeta es el Ángel del Señor Jesucristo; y ese es el socio de Jesucristo del Día Postrero.

Y todos los que estarán trabajando con él en el Día Postrero serán hallados por Dios, por Jesucristo, como colaboradores de Cristo, de Dios; y también como labranza de Él, de Dios; y como edificio de Dios, o sea, como miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

“EL SOCIO DE DIOS DEL DÍA POSTRERO”. Ese es el Ángel del Señor Jesucristo; ese es Su asociado.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión dándoles testimonio de: “EL SOCIO DE DIOS DEL DÍA POSTRERO”; o sea, del socio de Jesucristo del Día Postrero, del séptimo milenio.

Que las bendiciones de Jesucristo prometidas para el Día Postrero sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos transformados y raptados, y tengamos así el cuerpo eterno, y entremos todos físicamente también a eternidad.

Continuaremos en la tarde, a las 3:00 de la tarde continuaremos; o sea, comenzaremos un poquito antes, si es posible; si no, pues a las 3:00 de la tarde, y… A las 3:00 de la tarde es la hora oficial que tenemos.

Y esperamos que Dios nos hable Su Palabra, ponga Su Palabra en mi boca para ustedes, para así ser edificados en nuestras almas con la Palabra de Dios; y así podamos comprender quiénes somos, de dónde hemos venido, qué hacemos aquí y hacia dónde vamos en el Programa Divino.

Muchas gracias por vuestra amable atención nuevamente; y pasen todos, o continúen pasando todos, un día lleno de las bendiciones de Jesucristo.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos. Amén.

“EL SOCIO DE DIOS DEL DÍA POSTRERO”.

[Revisión abril 2023 DM-RM]

[1] Josué 6:15-20

[2] SPN64-0410 “Señales escriturales del tiempo”, pág. 6, párr. 37

[3] San Juan 6:39, 6:44, 6:54

[4] San Mateo 24:42-44, San Marcos 13:33-37

[5] Mt. 3:11-12, Mr. 1:7-8, Lc. 3:15-17, Jn. 1:19-27

[6] San Juan 3:30 / Los Sellos, pág. 474, párr. 174

[7] Hechos 24:14

[8] Hechos 8:3

[9] Hechos 9:1-18

[10] Éxodo 33:13

[11] San Mateo 24: 37-39, San Lucas 17:26-30

[12] Romanos 6:23

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