El misterio del Jinete Fiel y Verdadero

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y televidentes. Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y nos permita entender Su Palabra en esta ocasión, y nos abra Su Palabra a todos nosotros, para así poderla comprender. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Para esta ocasión, ustedes tienen aquí el tema: “EL MISTERIO DEL JINETE FIEL Y VERDADERO”, el cual se encuentra ¿dónde? En Apocalipsis, capítulo 19; y vamos a leer esa Escritura de Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, y dice de la siguiente manera:

Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.

Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“EL MISTERIO DEL JINETE FIEL Y VERDADERO”.

Este Jinete fiel y verdadero que aparece en Apocalipsis, capítulo 19, sobre un caballo blanco como la nieve, es Cristo en Su Segunda Venida. Es viniendo Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero, en el tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, así como vino Cristo en el Antiguo Testamento en cada profeta mensajero: y se manifestó Cristo, el Espíritu de Dios, en cada profeta del Antiguo Testamento, en la porción correspondiente a cada edad y a cada dispensación del pasado.

Luego vino el Espíritu de Dios en Jesús de Nazaret, y por medio de Jesús de Nazaret le habló al pueblo hebreo; y allí estuvo la manifestación de Dios en toda Su plenitud en medio del pueblo hebreo.

San Pablo nos dice [Hebreos 1:1]:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.

Ahora vean, el mismo que habló en el Antiguo Testamento por medio de los profetas del Antiguo Testamento, luego habla por medio de Jesucristo. ¿Por qué? Porque aquel mismo Espíritu Santo, que estaba en los profetas del Antiguo Testamento, luego estaba en Jesús en toda Su plenitud.

Vean ustedes cómo el apóstol San Pedro, conocedor de este misterio, nos dice en su primera carta, capítulo 1, verso 10 al 12:

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,

escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos”.

¿Qué Espíritu era el que estaba en los profetas del Antiguo Testamento? Aquí dice San Pedro:

“… escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba (¿dónde?) en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos”.

¿Quién era el que anunciaba los sufrimientos que vendrían al Mesías y las glorias venideras después de esos sufrimientos? El Espíritu de Cristo que estaba en los profetas, y por medio de los profetas anunciaba todas estas cosas.

Porque es el Espíritu Santo el que conoce todas las cosas de Dios: Él es el que ha estado anunciando siempre el futuro, y ha estado revelando siempre el presente, a los que están escritos en el Libro de la Vida (y esos están escritos: unos en una sección y otros en otra sección).

Porque, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, el mismo Espíritu Santo, el mismo Espíritu que estaba en Jesucristo, el cual estaba en el Antiguo Testamento en los profetas de Dios: vean ustedes, estuvo anunciando por medio de los profetas las cosas que iban a suceder.

Luego, por medio de Cristo, también estuvo predicando; y luego por medio de los apóstoles, y luego por medio de cada ángel mensajero; y luego, en el Día Postrero, por medio del Ángel del Señor Jesucristo.

Es el mismo Espíritu de Cristo, es el mismo Ángel de Jehová, es el mismo Ángel del Pacto, es el mismo Dios en Espíritu Santo, manifestado de edad en edad y de dispensación en dispensación en el profeta mensajero de cada edad y de cada dispensación.

Ahora, vean que el Espíritu de Cristo es el Ángel de Jehová, es el mismo Jehová del Antiguo Testamento, el cual le apareció al pueblo hebreo y el cual, por medio del profeta Moisés (al cual se le reveló), libertó por medio del profeta Moisés al pueblo hebreo.

Vean, no fue Moisés de sí mismo, ni por su propia fuerza, que libertó al pueblo hebreo; sino fue el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico, en Espíritu Santo, el cual se manifestó por medio del profeta Moisés y libertó al pueblo hebreo.

Y este mismo Espíritu Santo es el que ha estado en los profetas del Antiguo Testamento manifestándose, y llevando a cabo —por medio de ellos— la Obra Divina correspondiente a cada edad y a cada dispensación.

Y luego lo encontramos, en las profecías bíblicas, prometido para venir en carne humana, para venir en medio del pueblo hebreo.

Y por eso es que en Malaquías, capítulo 3, nos habla de la Venida del Mesías, de la Venida de un hombre en el cual estará el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo manifestado en toda Su plenitud. Y para Su Venida Él envía un profeta mensajero que antecede a la Venida del Mesías y que le prepara el camino. Esto lo dice Malaquías, capítulo 3, verso 1 en adelante, donde dice:

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor…”.

¿Quién es el que vendrá? El Señor. ¿Después de quién? Después del precursor de Su Venida: después de Juan el Bautista. Porque si va (Dios) a enviar a un precursor que le prepara el camino, pues después tiene que venir Dios manifestado cumpliendo la Venida del precursado, y tiene que venir en un velo de carne.

Y ahora, vean, es el Señor el que viene en toda Su plenitud después que vino manifestado en la porción correspondiente a la séptima etapa de la Iglesia hebrea bajo la Ley, manifestado en Juan el Bautista, en la porción correspondiente a esa etapa. Y después vendría manifestado en toda Su plenitud en el Ungido, que es Jesús, el cual fue ungido con el Espíritu de Dios en toda Su plenitud, y en el cual el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, estuvo manifestado en toda Su plenitud cumpliendo las promesas de la Primera Venida del Mesías, de la Venida del hombre ungido con el Espíritu de Dios en toda Su plenitud.

Ahora, sigue diciendo. Dice:

“… y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros”.

¿Quién es el que viene? El Señor, a quien el pueblo hebreo deseaba y buscaba; y el Ángel del Pacto, a quién deseaba el pueblo hebreo.

El Ángel del Pacto es el Ángel de Jehová, el Ángel enviado para guiar al pueblo hebreo; y luego es enviado, en el Nuevo Testamento, para guiar a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y de ese Ángel, dice Dios por medio del profeta Moisés y al profeta Moisés, en el Éxodo, capítulo 23, verso 20 en adelante:

He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir”.

Ahora miren cómo Dios ha enviado Su Ángel; y en el Ángel está el Nombre Eterno de Dios, y el Ángel de Jehová es el mismo Jehová en Su cuerpo teofánico. O sea que, cuando se trata del Ángel de Jehová, es el mismo Dios manifestado en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Y por eso es que, a los profetas del Antiguo Testamento, en muchas ocasiones les apareció el Ángel de Jehová en forma de un varón, en forma de un Ángel, y dijeron que era el Ángel de Jehová. Y entonces, cuando hablaba, decían ellos: “Y dijo así Jehová, y dijo así Jehová”. ¿Por qué? Porque era el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob manifestado en Su cuerpo teofánico.

Y ha estado manifestado en Su cuerpo teofánico, que es llamado el Ángel de Jehová.

Era la manifestación de Dios, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, del Jehová del Antiguo Testamento, por medio de Su cuerpo teofánico; desde el cual también llevó a cabo toda la Creación.

Por eso es que cuando nos habla del Verbo:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (nos dice San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante; y dice).

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

O sea que Dios antes de estar en Su cuerpo teofánico no había creado nada; pero cuando se creó Su propio cuerpo teofánico, comenzó a crear toda Su Creación. O sea, todo el universo, los ángeles, los arcángeles, los querubines, y los planetas, y los animales en el planeta Tierra, las aves, los peces, los árboles; todo lo creó ¿quién? El Verbo, que era en el principio con Dios, y era ¿quién? El mismo Dios.

Y creó también al hombre: primero le creó un cuerpo teofánico, lo creó en la sexta dimensión (en cuanto a su cuerpo teofánico de la sexta dimensión), y luego le creó su cuerpo físico del polvo de la tierra, aquí en el planeta Tierra.

O sea que el ser humano, el hombre, en el principio, vean ustedes, fue creado su cuerpo, su primer cuerpo: su cuerpo teofánico, su cuerpo fue creado en la sexta dimensión; y luego, de ahí lo trajo Dios y le creó un cuerpo físico también.

Porque las cosas que se ven, las que Cristo ha creado, las que Dios ha creado, las que el Verbo ha creado, ¿de dónde han venido? Las cosas que se ven han sido hechas de las que no se ven1, esas son las cosas que Dios ha creado; porque primero las crea Él en la sexta dimensión, y después las trae y las materializa aquí en esta dimensión en forma tangible, con las cosas de esta dimensión.

Vean, así como le creó un cuerpo a Adán en la sexta dimensión, luego le creó un cuerpo acá en esta dimensión terrenal, que está en luz, tiempo y materia (que son la primera, segunda y tercera dimensión). O sea que el ser humano viene bajando de la séptima dimensión, donde estaba en Dios, en los pensamientos divinos, siendo un atributo de Dios; y luego baja a la sexta dimensión, donde ya Dios, vean ustedes, tenía Su cuerpo teofánico y donde Él es Rey allí también.

Él es Rey en la séptima dimensión, Él es Rey en la sexta dimensión también; y Él es el Rey venidero para esta dimensión terrenal, para el glorioso Reino Milenial, en donde se sentará sobre el Trono de David. ¿Quién? El mismo Dios, el cual con Su cuerpo teofánico estará aquí en la Tierra reinando en carne humana y a través de carne humana, sentándose sobre el Trono de David, y reinando por mil años y luego por toda la eternidad; porque Él es Rey de reyes y Señor de señores.

Ahora, vean ustedes que este es el Melquisedec del Antiguo Testamento, el Rey de Salem, Rey de Paz y Rey de Justicia2. Él es Sacerdote también según el Orden de Melquisedec. Y según el Orden de Melquisedec, Él es Rey de reyes y Señor de señores, y Él es Sumo Sacerdote también.

Ahora, vean ustedes cómo este Rey de Salem, Melquisedec, Rey de Jerusalén, aquí aparece, en Apocalipsis, capítulo 19, viniendo en un caballo blanco como la nieve. También aparece aquí en Apocalipsis, capítulo 17, verso 14 en adelante, en donde el anticristo con los reyes que le darán su poder y su autoridad harán guerra contra el Cordero, o sea, contra Cristo, pero el Cordero los vencerá. ¿Cuál es el misterio? Es que viene como Rey de reyes y Señor de señores, y el mundo no comprende este misterio.

Dice, miren, dice hablando de los diez cuernos que son los diez reyes, dice [Apocalipsis 17:12]:

Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.

Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.

Los que están con Él son los elegidos de Dios, los escogidos de Dios escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Ese es el Ejército del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis. Ese Ejército son los escogidos que están vivos en el Día Postrero y los escogidos de las edades pasadas.

Ese es el gran Ejército del Señor Jesucristo; Ejército que estará con su vestidura nueva: su cuerpo eterno y con su espíritu teofánico eterno también, cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados.

Y aquí estará sobre la Tierra el Ejército más poderoso que haya pisado este planeta Tierra: el Ejército del Señor Jesucristo, con cuerpos inmortales, con cuerpos eternos; o sea que no necesitan ni un escudo literal; no necesitan nada de eso, porque son cuerpos eternos los que hemos de tener.

Y tendremos una Espada, que es la Palabra de Dios. ¿Para qué una espada literal?, ¿para qué un rifle?, ¿para qué una ametralladora?, ¿para qué un tanque de guerra?, ¿para qué una bomba atómica? Si la Palabra de Dios es más poderosa que cualquier arma que puedan tener los seres humanos.

Por la Palabra de Dios fueron creadas todas las cosas; y por la misma Palabra de Dios pueden ser habladas fuera de existencia las cosas que tienen que ser habladas fuera de existencia. Eso es más poderoso…, esa Palabra es más poderosa que una bomba atómica.

Ahora, vean ustedes cómo este Jinete del caballo blanco de Apocalipsis viene cabalgando; dice que [Apocalipsis 19:15]:

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro…”.

Y en Apocalipsis, capítulo 1, verso 16, dice:

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.

Ahora, vean ustedes, aquí en Apocalipsis, capítulo 1, dice que de Su boca sale una Espada aguda de dos filos; pero acá… pero no explica qué va a hacer con la Espada. Pero acá en Apocalipsis, capítulo 19, verso 15, dice:

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso”.

Ahora, vean ustedes todo lo que hará con esa Espada de dos filos.

Y ahora, dice que sale de Su boca esa Espada, sale de la boca de Cristo, sale de la boca del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis.

Ahora, vean ustedes, en Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 29, dice:

Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,

y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre…”.

Vean, la misma autoridad que recibió del Padre, Jesús ahora dice que la dará al Vencedor. Y por eso es que Apocalipsis, capítulo 19, está unido a esta promesa de Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 27.

Porque no va a estar Jesucristo por un lugar con la Espada saliendo de Su boca (y dice) “para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro”, y otro por otro lugar con la misma autoridad que Cristo le da, ¿para qué? Para regir las naciones con vara de hierro y ser quebrantadas como vaso de alfarero.

Es que Cristo estará manifestado en el Día Postrero en el Vencedor; y estará Cristo manifestando ese poder, esa autoridad, en Su manifestación final.

Eso fue tipificado en el ministerio de Moisés.

Vean ustedes cómo Dios le había dicho a Abraham que su simiente sería esclava en tierra ajena por cuatrocientos años, pero que Dios los libertaría con mano poderosa, mano fuerte, y los llevaría a la tierra donde estaba Abraham, a la tierra de Canaán, en la cuarta generación.

[Génesis 15:16] “… en la cuarta generación volverán acá”, le dijo Dios a Abraham. Y Abraham todavía no tenía hijos, y ya Dios le estaba diciendo lo que sería de su descendencia; de su descendencia por medio (¿de quién?) de Sara; y Sara era estéril.

Miren cómo cualquier persona que escucha algo así, puede decir: “Pero es que esto no concuerda con la realidad que hay en la vida de Abraham y Sara”. Abraham ya está anciano, y desde los 75 años Dios le dijo a Abraham que iba a tener un hijo, que iba a ser padre de naciones; si va a ser padre de naciones, pues tiene que tener hijos.

Y ahora, miren ustedes, ya han ido pasando los años, y todavía Abraham no ha tendido un hijo por medio de Sara; y para colmo, Sara es estéril. ¿Qué puede hacer un hombre viejo con una mujer estéril? Ponerse a tomar café o a tomar té, y consolarse los unos a los otros; o tomar un niño en adopción; que fue lo que pensó Sara, dijo: “Bueno, si Dios ha dicho que Abraham va a tener un niño, pues entonces mi sierva Agar es joven; por medio de ella lo puede tener, y yo lo tomo como hijo mío (o sea, lo adopto)”.

Y pensó en esa forma; pero, aunque aparentemente funcionó, porque tuvo un hijo por medio de Agar, Ismael, como que no le agradó mucho a Sara ni Sara le agradó mucho a Ismael.

Así que el niño que ella pensaba que iba a amar mucho y que iba a adoptar como hijo suyo, no funcionó; pero Dios había dicho que era por medio ¿de quién? De Sara.

Y aunque parezca imposible lo que Dios ha prometido para ser cumplido, ¿hay alguna cosa imposible para Dios? No la hay. No importa el tiempo, no importa la edad, no importan las circunstancias que le rodeen a la persona que le ha sido hecha la promesa. Como Dios ha dicho, ¡así Dios va a hacer!

Así que no dependía de Abraham y Sara, dependía de Dios.

Por lo tanto, solamente se necesitaban dos cosas: al que hizo la promesa, para que la cumpliera; y a los que iban a recibir la promesa, que la creyeran. Porque por medio de creer a la promesa que Dios ha hecho: ¡Dios tiene que cumplir esa promesa!

O sea que esa es la parte que uno pone; y tiene que ser una fe genuina: la fe de Dios manifestada en la persona, la fe, la revelación de Dios, manifestada en la persona. Y Abraham estaba convencido de que eso era así como Dios se lo había dicho, aunque ya se estaba poniendo viejo: luego llegó a los 99 años.

¿Puede un hombre de 99 años estar esperando tener un niño por medio de su esposa que es estéril? Eso es imposible. Pero Abraham dice que creyó a Dios, ¿esperanza con… contra qué? Contra esperanza3. ¿Y qué significa esperanza contra esperanza? Esperando lo que no se puede esperar. Porque ¿qué se puede esperar de un hombre viejo, de casi 100 años, con una esposa ya, vamos a decir, medio anciana, o anciana, y para colmo estéril?, ¿se puede estar esperando un niño? No se puede estar esperando.

Ahora, ¿se puede estar esperando el cumplimiento de la Venida del Hijo prometido por medio de una Iglesia que lleva dos mil años…?, que aparentemente para la humanidad ya es una Iglesia vieja, ¿que ha estado diciendo por años y años (por dos mil años) que viene el Hijo prometido, que viene Cristo en Su Segunda Venida? ¿Se puede estar esperando algo así?

Todas las demás religiones pueden decir: “No se puede estar esperando, porque eso lo está diciendo desde hace dos mil años ¡y no se ha cumplido! Es la misma historia, que siempre está diciéndola”.

Pero la Iglesia del Señor Jesucristo se ha mantenido creyendo esa promesa de edad en edad, a medida que Dios ha enviado el mensajero de cada edad.

Pero miren, la venida del hijo prometido para Abraham no se cumplió en Abraham cuando tenía (vamos a decir) 50 años; que era un buen año para cumplirse, porque cincuenta es jubileo, es pentecostés; y luego siguió pasando el tiempo y no se cumplía la promesa del hijo prometido, no se cumplía la promesa de la simiente de Abraham según la carne viniendo, para (por medio de ese hijo) Abraham formar o formarse una nación poderosa; y Dios le había dicho a Abraham que sería padre de naciones y que sería una nación poderosa, o sea, padre de una nación poderosa y también padre de naciones.

Ahora, ¿cómo era posible esto cuando tenía esos problemas de salud (como siendo estéril su esposa, y Abraham cada día poniéndose más viejo)? Pero Abraham se mantenía firme, esperanza contra esperanza; o sea, esperando lo que no se podía esperar; porque todas las condiciones estaban en contra de eso que él estaba esperando.

Pero miren ustedes, cuando tenía 75 años Dios le apareció también. Cuando tenía 99 años, antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, también Dios le apareció, y le confirmó Su promesa: y le dijo que iba a venir el hijo prometido por ese tiempo; por el tiempo de la vida vendría el hijo prometido4.

Y durante ese año encontramos que Abraham fue rejuvenecido, teniendo la edad de 89 años para 100 años fue rejuvenecido, Abraham y Sara; y Sara concibió y dio a luz el niño, el hijo prometido, teniendo Sara 90 años y Abraham 100 años. Vino a los 100 años el hijo prometido; y 100 años nos muestra el segundo jubileo. El segundo año de jubileo de Abraham era el número 100.

Y ahora, hemos tenido el primer Año del Jubileo, que fue la Primera Venida de Cristo; y luego el segundo Año del Jubileo es la Segunda Venida de Cristo en el Día Postrero: el Hijo prometido a Abraham para sentarse en el Trono de David, y para reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Ahora, miren cómo por medio de Jesucristo, el Hijo de Abraham, miren cómo Dios ha estado formando naciones; miren cómo de edad en edad ha llamado y ha juntado Sus escogidos de cada edad por medio del mensajero de cada edad; y ya eso de por sí es una nación en cada edad, una nación del Reino de Dios, de los escogidos de Dios.

Y miren ustedes cómo también millones de seres humanos han creído, aunque no son de los escogidos de Dios; y por consiguiente, ellos entrarán a la vida eterna después del Juicio Final, y formarán también naciones.

Y vean cómo todo eso ha estado viniendo por medio de Jesucristo, la simiente de Abraham que vino dos mil años atrás en Su Primera Venida y que regresará en este Día Postrero.

Y la Venida del Hijo prometido fue ayer, o sea, fue dos mil años atrás en Su Primera Venida: la Venida del Ángel del Pacto, la Venida del Ángel de Jehová, la Venida del Verbo, la Venida de Dios en Su cuerpo teofánico, velado y revelado en la persona de Jesús de Nazaret, velado y revelado a través de un hombre sencillo de Nazaret, un joven carpintero.

¡Quién se iba a imaginar que un joven carpintero sería el cumplimiento de la Venida del Mesías, sería el cumplimiento de la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová en carne humana en medio del pueblo hebreo! ¿Quién se iba a imaginar eso? Nadie se lo imaginó. Todos estaban esperando la Venida del Mesías, pero no habían comprendido que sería por medio de un joven de… o criado en Nazaret, pero que nacería en Belén de Judea.

Todos sabían que el Mesías tenía que venir de Belén de Judea, nacer en Belén de Judea; pero se les perdió el Mesías, pues no estuvieron allí cuando nació; y luego cuando se crió, se crió en Nazaret; y cuando aparece en Su ministerio saliendo de Nazaret, le llaman Jesús de Nazaret y no Jesús de Belén de Judea.

Así que no podían entender cómo Jesús podía ser el Mesías cuando venía de Nazaret. Pero no comprendían, no sabían, que había nacido en Belén de Judea; y no sabían que el que estaba dentro de ese velo de carne era el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Por eso Jesús podía decir: “El Padre y yo una cosa somos”5; o sea, Dios, el Padre celestial, con Su cuerpo teofánico en un velo de carne.

Así como usted es uno. O sea que usted puede decir: “Mi espíritu y mi cuerpo una cosa somos”; usted puede decir: “Mi cuerpo, mi espíritu y mi alma, una cosa somos”. ¿Por qué? Porque usted es el que está dentro de ese cuerpo teofánico, de ese espíritu, y usted es el que está dentro de ese cuerpo de carne también, con ese espíritu, que es el cuerpo de otra dimensión. No son tres personas; es una sola persona, que tiene un cuerpo teofánico y que tiene un cuerpo físico.

Ahora, así también es Dios en Su manifestación en carne humana en la persona de Jesús de Nazaret.

Ahora, podemos ver este misterio; y ahora, vean ustedes qué fue el misterio de la Primera Venida de Cristo: fue el misterio de la Venida del Verbo en carne humana:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

¿Dónde estaba la vida? En el Verbo.

Y ahora, ¿de dónde procede toda la Creación? Del Verbo, porque ahí está la vida. De Él viene la vida para toda la Creación, ahí está el origen de toda la Creación.

Y ahora, en el capítulo 1 mismo que les estoy citando, en el verso 14, dice:

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Era el Verbo, la Luz del mundo, la Luz de todo ser humano, la cual venía a este mundo.

“En el mundo estaba (y el mundo no le conoció), y el mundo fue hecho (¿por quién?) por Él; pero el mundo no le conoció.

A lo Suyo vino (el pueblo hebreo), y los Suyos no le recibieron.

Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”6.

Les dio potestad ¿de qué? De nacer de nuevo en el Reino de Dios; recibir el nuevo nacimiento, por creer en Cristo como su Salvador y lavar sus pecados en la Sangre del Cordero y recibir el Espíritu de Jesucristo.

“Los cuales no son engendrados de carne, ni de voluntad de varón, sino (¿de qué?, ¿de quién?) de Dios”7. Son engendrados por Dios, por el Espíritu de Dios, y por eso son una Nueva Creación.

Dios está llevando a cabo una Nueva Creación, una nueva raza está siendo creada; y Cristo Jesús es el principio de esa Nueva Creación. Como nos dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 14, donde nos dice que Él es el principio de la Creación de Dios, de esta Nueva Creación que comienza con el segundo Adán.

Y ahora, hemos venido nosotros a esta Tierra por medio de la primera creación, por medio del primer Adán; y por cuanto el primer Adán con su esposa cayeron: perdieron todos los derechos a la vida eterna y a un cuerpo eterno y al gobierno eterno; por lo tanto, todo ser humano que viene a esta Tierra, viene por medio de una raza caída; y por consiguiente viene sentenciado a muerte, “porque la paga del pecado es muerte”8.

Y la raza caída que procede de Adán, es una raza caída sentenciada a muerte; y fue destituida de la gloria de Dios9. Fue destituida esa raza ¿de qué? Fue destituida del cuerpo teofánico que debía recibir cada persona al nacer aquí en la Tierra; porque primero tenía que nacer en la sexta dimensión, o sea, obtener su cuerpo teofánico en la sexta dimensión, y vivir allí en la sexta dimensión antes de venir a esta Tierra en un cuerpo visible.

Pero por causa de la caída, vean ustedes, los seres humanos han estado viniendo a la Tierra por medio de la unión de un hombre y de una mujer; y al nacer, han estado recibiendo un espíritu del mundo, no de la sexta dimensión, sino del mundo, de la quinta dimensión; y por consiguiente han estado siendo inclinados hacia el mal.

Y por eso se requiere el nuevo nacimiento, en donde la persona recibe un nuevo espíritu, en donde la persona recibe un espíritu teofánico de la sexta dimensión; el espíritu teofánico de la sexta dimensión o cuerpo teofánico de la sexta dimensión que tenía que recibir cada hijo de Dios antes de venir aquí a la Tierra, como lo recibió Adán y como lo recibió Jesucristo.

Él, antes de venir a la Tierra, Jesucristo antes de venir a la Tierra, ya estaba en Su cuerpo teofánico por millones de años. ¿Y por qué por millones de años? Pues cuenten ustedes los años que tiene la Creación; y cuando hayan contado los años que tiene la Creación, antes de comenzar la Creación de todo el universo ya Jesucristo estaba con Su cuerpo teofánico.

Y ahora, vean ustedes que para venir a la Tierra y poder vivir eternamente, se requiere tener el cuerpo teofánico, el cuerpo de la sexta dimensión; y eso es lo que Cristo nos da cuando hemos creído en Él y hemos recibido Su Espíritu Santo, y por eso entramos a vida eterna. “El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá condenación, mas pasó de muerte a vida”10.

Ya comenzó en la vida eterna, ya comenzó el Programa de la vida eterna, porque entró al Cuerpo Místico de Cristo por medio del nuevo nacimiento y recibió un cuerpo teofánico; ya se encuentra en la misma posición y condición en que se encontraba Adán antes de venir a la Tierra en carne humana, y en que se encontraba Jesucristo antes de venir en carne humana a este planeta Tierra.

O sea que cuando uno recibe a Cristo como Su Salvador y recibe Su Espíritu Santo, ¿qué sucede? Ha comenzado bien. ¡Ahí es donde el ser humano comienza bien!, porque ha comenzado en el Programa de la vida eterna y para vida eterna.

El que no entre en el Programa Divino se encuentra en muerte. Por eso dice: “El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó (¿de qué?) de muerte (donde se encontraba), pasó (¿a qué?) a vida”.

Ahora miren todo el misterio escondido en el nuevo nacimiento. Es un misterio que muchas personas no comprenden, pero es un misterio que se realiza en la persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, y cree a Jesucristo como su Salvador, y recibe el Espíritu de Cristo.

Y ahora, miren ustedes cómo cada escogido de Dios, cada primogénito de Dios, cada elegido de Dios, recibe su cuerpo teofánico; para luego, en el Día Postrero, recibir Su cuerpo físico y eterno que Cristo ha prometido para cada escogido de Dios.

Él dijo que: “El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación”. “Y yo le resucitaré (¿cuándo?) en el Día Postrero”11. El Día Postrero, como ya sabemos, es el séptimo milenio, para el cual está prometida la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Y ahora, vean ustedes, cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados, ¿qué estará sucediendo? Lo que estará sucediendo es lo que sucedió cuando Jesús nació en Belén de Judea, y cuando Dios creó el cuerpo físico de Adán; ese es el momento en que Él creará nuestro cuerpo físico y eterno y glorificado para vivir por toda la eternidad.

Este cuerpo terrenal que tenemos en la actualidad es temporal, es corruptible y es mortal; y por eso es que vivimos en este cuerpo un tiempecito. O sea, miren, la mayoría viven normalmente de 70 a 80 años, y (digamos) hasta 100 años llegan algunos; pero miren, después de los 70 años se pasa mucho trabajo; y algunas veces, si la persona no obtuvo facilidades, comodidades y dinero antes de los 70 años, después se le hace difícil para conseguir dinero.

Y si va a buscar trabajo a un lugar ni siquiera le preguntan la edad, porque ya la lleva en su rostro, ya escrita; le dicen: “No hay trabajo”; a menos que sea un trabajito así para cuidar una finca o una propiedad, que necesiten un viejito por allí.

Y esa es la condición del ser humano cuando llega a los 70 años; de ahí en adelante tiene mucho problema, y ni siquiera consigue trabajo en los lugares, se le hace muy difícil. Y ya las fuerzas se van agotando; porque los rayos de luz que tiene la persona cuando nace aquí en la Tierra se van agotando, y cada cierta etapa pierde un rayo de luz; y ya de cierta edad en adelante el ser humano está viviendo con el último rayito de luz.

Si ustedes quieren tener un ejemplo, busquen una linterna y con pilas bien nuevecitas… Una linterna es (¿qué?, ¿cómo le llaman ustedes?) una lámpara. Y de noche enfoquen a la pared. Dejen esa lámpara encendida, y a las dos o cuatro horas vuelvan y miren la pared, y verán que va teniendo menos luz, menos fuerza. Luego pasan dos o tres horas más, miren de nuevo la pared, y tienen menos luz, porque tiene menos fuerza; y ya cuando le han pasado unas cuantas horas más, vuelven y miran la pared, y ya tienen mucho menos luz.

Vamos a decir que cuando miraron la pared por primera vez, tenía todos los rayos de luz, toda la potencia, la energía de luz para alumbrar; y luego, cuando la miraron por segunda vez, ya había perdido un rayo de luz, una porción de luz.

¿Cuántos rayos de luz son, Julio? Y ya había perdido ¿qué? Una quinta parte de su energía. Cuando la miran por tercera vez, ven que ya ha perdido dos quintas partes; luego cuando lo miran por cuarta vez, ya ha perdido tres quintas partes; luego cuando lo miran por (¿por cuál?, ¿por quinta vez?) Pues la primera es cuando lo miran que tiene todos los rayos de luz, y ahora cuando la miran por quinta ocasión ya ha perdido cuatro quintas partes y le queda solamente una quinta parte.

Ahora, ¿qué puede alumbrar una linterna con una quinta parte de su potencia, sus pilas, sus baterías? Alumbra muy poco.

Y eso es lo que sucede con el ser humano cuando pasa de cierta edad; ya está viviendo con un rayito de luz, y por eso la habilidad para caminar y para hacer las cosas es más lenta. Como también un equipo de batería, cuando tiene toda su potencia en su batería, en sus pilas, es rapidito; pero cuando ya está bien agotadito hay que hasta estar empujándolo para que pueda caminar. Y así pasa cuando ya la persona ha llegado a una edad avanzada. Ya de… vamos a decir, de los 60 en adelante, ya lo que le queda es un rayito de luz.

Ahora, vean ustedes cómo estaba Abraham cuando tenía 75 años que recibió la promesa; vean cómo estaba cuando tenía 80 años, cuando tenía 90 años y cuando tenía 99 años; pero Dios lo rejuveneció. Y ya cuando Dios lo rejuveneció estaba nuevamente con todos los rayos de luz, y Sara también; nuevamente con todos los rayos de luz para comenzar de nuevo y cumplirse el Programa de Dios a través de Abraham y Sara; ¡y vino el hijo prometido!

Ahora, vean ustedes cómo para el Día Postrero la Iglesia del Señor Jesucristo tendrá los siete rayos de luz del arco iris, y en un círculo completo, lo cual nos muestra que no se acabará; no se agotará la energía, el poder de los siete rayos de luz del arco iris, del Pacto Divino con Su Iglesia.

¿Y dará a luz o no dará a luz el Hijo prometido? Por medio de la Palabra hablada, de la Palabra creadora hablada por los profetas de Dios en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, y por Su séptimo ángel mensajero, ese Hijo prometido tiene que venir; porque es una promesa dada por Dios. Y por eso vino el séptimo ángel mensajero hablando esa promesa a la Iglesia del Señor Jesucristo, y dijo: “Yo no moriré de viejo sin que Él esté aquí”12.

Y ahora, si nuestro hermano Branham estuviera aquí en la Tierra todavía, viviendo en su cuerpo de carne, ¿cuántos años tendría? Tendría 88 años. Y él dijo: “Yo no moriré de viejo sin que Él esté aquí”. Y dijo: “Si muero, pues sería o por accidente o por algún otro problema, pero de viejo yo no moriré sin que Él esté aquí”. O sea que él está señalando que si él no moría por algún problema de salud o de accidente, de viejo él no moriría sin ver la Segunda Venida de Cristo, sin ver la Venida del Hijo prometido.

Y si él no moriría de viejo sin verla, los que son más jóvenes que él pues mucho menos, si no mueren por causa de un accidente o por una enfermedad.

Y es en la Venida de Cristo que Él llama y junta a Sus escogidos ¿con qué? Con Gran Voz de Trompeta. Y es en el Día Postrero, en el séptimo milenio, donde Su Venida está prometida para ser cumplida y para llevar a cabo la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Miren todo lo que acompaña a la Venida del Señor. Ya cuando nuestro hermano Branham establece que él no moriría de viejo sin que Él, el Hijo prometido, estuviera aquí en la Tierra, ahí está colocando un tiempo; por lo tanto, Él está colocando un tiempo más o menos.

Ahora, para morir de viejo ¿a los cuantos años pensaba nuestro hermano Branham que moriría ya de edad, por edad, y no por enfermedad ni por accidente? Busquen eso, y entonces ustedes sabrán el tiempo, más o menos, que él dijo que en ese tiempo, o antes de ese tiempo, ya el Hijo prometido tenía que estar aquí en la Tierra13.

Ahora, ¿qué es la promesa del Hijo prometido?, ¿qué significa la Venida del Hijo prometido?, ¿y es por medio de quién? De la Sara espiritual, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, y es también representada en María; esos son tipos y figuras de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, así como vino el hijo prometido a Abraham, que fue Isaac, tipo y figura de Cristo, de la Primera y Segunda y Venida de Cristo; luego por medio María vino el Hijo prometido, el Hijo de Abraham, Jesucristo, el Mesías; y por eso Sara y María son tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo, para por medio de la Iglesia del Señor Jesucristo venir el cumplimiento de la Venida de Cristo en el Día Postrero.

Ahora, ¿qué es la Venida de Cristo para el Día Postrero?, ¿qué es la Venida del Señor para el Día Postrero? Es la Venida del Ángel del Pacto, del Señor, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; y cuando vino dos mil años atrás, hemos visto que vino en carne humana en la persona de Jesús de Nazaret. En aquel joven carpintero estaba (¿quién?) el Padre; en aquel joven carpintero estaba el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; en aquel joven carpintero estaba el Señor, el Ángel del Pacto. Y las personas no comprendieron este misterio que estaba allí cumplido en medio de ellos conforme a como fue prometido.

Y ahora, vean ustedes que fue (¿qué?) la Venida del Verbo, que se hizo carne y habitó entre los seres humanos. Tenía que venir por medio de un hombre que naciera en esta Tierra sin pecado; por lo tanto, tenía que ser por medio de creación divina el cuerpo físico de ese hombre, porque todavía no había venido un Cordero perfecto que quitara el pecado del mundo.

Si hubieran tenido un Cordero perfecto, que quitara el pecado del mundo, entonces podía venir el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el mismo Dios manifestado en un cuerpo redimido por la Sangre de ese Cordero; pero como no había un Cordero perfecto que quitara el pecado del ser humano (solamente tenían los corderos y machos cabríos allá en el Antiguo Testamento, que solamente cubría el pecado la sangre de esos sacrificios), por lo tanto todos estaban destituidos de la gloria de Dios.

Y ahora, no había ningún ser humano que pudiera ser el instrumento de Dios para poder traer a cumplimiento la promesa de la Primera Venida del Mesías; pero Dios proveyó: Él se proveyó de un cuerpo, creándolo en el vientre de María: creando una célula de vida, una célula de sangre, en el vientre de María; y esa célula multiplicándose y formando, creando así, el cuerpo de Jesús.

Un cuerpo que vino sin la manifestación o sin la intervención humana de un hombre y de una mujer en sus relaciones íntimas. Fue Dios el que creó en el vientre de María ese cuerpecito; célula sobre célula se multiplicó y se formó ese cuerpecito, el cual nació en Belén de Judea por medio la virgen María. Y en ese cuerpo moró el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que es el mismo Dios con Su cuerpo teofánico.

Felipe cuando le dijo a Jesús: “Muéstranos al Padre, y nos basta”. Jesús le dice: “¿Tanto tiempo hace, Felipe, que estoy con vosotros, y todavía no me has conocido? ¿No sabes que el Padre está en mí y yo estoy en el Padre (o viceversa); y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre? ¿Cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre y nos basta?”14.

Ahora, vean ustedes este misterio de la Primera Venida de Cristo.

San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 15 al 17, nos dice: “Grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne”. Fue la manifestación de Dios en carne, la manifestación del Verbo en carne.

Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, dice:

Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo”.

Ahora, vean ustedes que ahora el Verbo aquí en Apocalipsis, capítulo 19, viene con un nombre que nadie conoce; porque el nombre conocido del Verbo de Dios en Su Primera Venida fue Jesús; pero este nombre con el cual viene aquí en Apocalipsis, capítulo 19, nadie lo conoce; nadie lo conoce como el nombre del Verbo, como el nombre del Mesías en Su Primera Venida, porque el nombre del Mesías en Su Primera Venida fue Jesús, para Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario como Cordero de Dios.

Pero ahora Él viene, en el Día Postrero, sobre un caballo blanco como la nieve, y tiene un nombre que ninguno entiende, que ninguno conoce; el nombre del Verbo de Dios para el Día Postrero es el Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.

Y por eso es que la Biblia nos habla, tanto en el libro del Apocalipsis y también en el Antiguo Testamento, de un Nombre Nuevo.

En Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, dice: “Al que venciere, yo le daré a comer del Maná escondido, y le daré una Piedrecita blanca, y en la Piedrecita blanca (¿qué?) un Nombre Nuevo”; un Nombre Nuevo en esa Piedrecita blanca. Vamos a leerlo para que quede así grabado.

Esto es algo que la Biblia promete, por lo tanto, es una promesa divina; y hay que enfrentar esta realidad para la Segunda Venida de Cristo, para la Venida del Verbo, para la Venida del Hijo de Abraham, para la Venida del Hijo prometido para el Día Postrero, el cual está prometido a la Iglesia del Señor Jesucristo. Dice Apocalipsis, capítulo 2, verso 17:

Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.

¿Y quién es el que lo recibe? El Vencedor. Ese es el que conocerá completamente ese Nombre Nuevo que le es otorgado, en la otorgación de esa Piedrecita blanca con el Nombre Nuevo.

El profeta Daniel, en el capítulo 2, verso 34 al 45, vio esa Piedrecita viniendo, siendo esa Piedra cortada del Monte de Dios. Es la Segunda Venida de Cristo, la Venida del Ángel del Pacto, la Venida del Ángel de Jehová, la Venida del Verbo viniendo en el Día Postrero en carne humana con un Nombre Nuevo.

Ahora, sigue diciendo aquí en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12. Dice:

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios…”.

O sea que vendrá a formar parte ¿de qué? Del Templo de Dios; y siendo una columna, ¿qué significa esto? Que será una persona importante en el Templo de Dios.

“… y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.

¿Dónde escribirá Jesucristo Su Nombre Nuevo, que es el Nombre Eterno de Dios y Nombre también de la Nueva Jerusalén? ¿Dónde lo escribirá? En el Vencedor.

Ahora, el Vencedor vendrá entonces en el Nombre del Señor Jesucristo, vendrá en el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en el Día Postrero.

Ahora, hemos visto también en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, una promesa muy importante aquí. Dice:

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.

Se sentará en el Trono con el Señor Jesucristo. Así como Jesucristo se sentó con el Padre en Su Trono en el Cielo, ahora el Vencedor se sentará en el Trono del Señor Jesucristo, que en el glorioso Reino Milenial es el Trono de David; y en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular, Cristo tendrá Su Trono, y ahí estará el Vencedor.

Y vean ustedes, así como Cristo vino en el Nombre del Padre, y luego se sentó en el Trono allá en el Cielo y recibió un Nombre Nuevo, ahora el Vencedor viene en el Nombre del Señor Jesucristo y se sentará con el Señor Jesucristo en Su Trono.

Ahora, este misterio de este Nombre Nuevo nadie lo entiende, sino el Vencedor, que es el que recibe este Nombre Nuevo; y solamente Él podrá explicar este misterio del Nombre Nuevo y de la Venida del Verbo en carne humana en el Día Postrero.

Este Vencedor es el Ángel del Señor Jesucristo y es el que viene dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en el Día Postrero; porque él es el que tiene la revelación divina de todo este Programa Divino correspondiente a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Ahora, vean ustedes cómo en Apocalipsis, capítulo 19, nos habla de la Venida del Verbo con un nombre que ninguno entiende:

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.

Viene como Rey de reyes y Señor de señores; por lo tanto, viene como el León de la tribu de Judá, y viene también como el Sol de Justicia resplandeciendo; porque el sol es el astro rey, y el león es el rey de los animales.

Y Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores: es Rey en la séptima dimensión, es Rey en la sexta dimensión, y estará como Rey en esta dimensión terrenal en el Día Postrero, en el séptimo milenio; y se sentará sobre el Trono de David y reinará por mil años y luego por toda la eternidad.

En el libro de Los Sellos, página 131, nos dice:

131. Y ahora Jesús: Su Nombre sobre la Tierra fue Jesús el Redentor, porque fue el Redentor cuando estuvo sobre la Tierra; pero cuando conquistó el infierno y la muerte, los venció y ascendió, entonces recibió un nuevo Nombre. Por esa razón es que gritan y hacen tanto ruido y no reciben nada. Será revelado en los Truenos.

132. Fíjense en el misterio. Él viene cabalgando. Tiene que haber algo para cambiar esta iglesia. Ustedes saben eso. ¡Tiene que venir algo! Ahora noten: Nadie entendía ese nombre, sino Él mismo.

‘Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre: y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS.

Y los ejércitos que están en el cielo le seguían en caballos blancos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio.

Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella las gentes (o las naciones); y él los regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES’. (Apocalipsis 19:13-16)

133. Allí viene el Mesías, allí es donde está”.

Y ahora, vean que dice que tiene que venir algo para cambiar esta Iglesia, tiene que venir algo de parte del Señor; eso es lo que siempre él estuvo diciendo: “Viene algo de parte del Señor, y es ASÍ DICE EL SEÑOR”.

Eso que viene de parte del Señor es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.

Ahora en la página 128 de este mismo libro de Los Sellos en español, dice:

121. Ahora, los Siete Truenos de Apocalipsis permitirán que Él muestre a la Novia cómo prepararse para obtener esa gran fe de traslación”.

O sea, sin los Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, no hay fe para ser transformados y raptados. ¿Y qué es lo que revelan los Siete Truenos de Apocalipsis? Lo que revelan es el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo.

Vamos a ver por aquí, en algunos lugares, donde podamos ver algo con relación a esto, para que así tengamos un cuadro claro de lo que significa la Venida de este Jinete en este caballo blanco de Apocalipsis. Vamos a ver, página 481 [Los Sellos], dice:

193. Ahora, noten que la apertura del Séptimo Sello también es en un misterio triple. Les he dicho que es el misterio de los Siete Truenos. Los Siete Truenos en el Cielo abrirán este misterio. Será en la mera Venida del Señor Jesucristo, porque Él mismo dijo que ninguno sabría cuándo Él iba a volver”.

Más abajo dice: Todo fue silencio…”.

Vamos a seguir leyendo aquí, dice:

¿Notaron cómo fue cuando los judíos le hicieron esa pregunta? Comparamos las Escrituras de Mateo 24 con los siete Sellos. Entonces vimos que el Séptimo Sello no aparece, porque el mismo Cristo dijo que solamente Dios lo sabe, ni siquiera los ángeles lo saben; y con razón, porque no fue ni escrito. Todo fue silencio, nada aconteció en ese tiempo. Ni los ángeles ni nadie sabe cuándo Él viene. Pero habrá las siete voces de estos Siete Truenos que darán a conocer esa gran revelación en ese tiempo”.

La gran revelación del Séptimo Sello, de la Venida del Señor, los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, dan a conocer ese misterio, dan a conocer la Venida del Séptimo Sello, la Segunda Venida de Cristo; y los Truenos son la Voz de Cristo en Su Venida; y los Truenos emiten sus voces aquí en la Tierra, porque el Ángel Fuerte, que es Cristo en Su Venida, clamó como cuando un león ruge; y tenía Su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la Tierra cuando clamó.

Así que podemos ver que esta es la revelación para la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero, la revelación de la Segunda Venida de Cristo siendo predicada bajo el Mensaje y con el Mensaje del Evangelio del Reino, por el Ungido del Señor Jesucristo, por el Ángel del Señor Jesucristo, en este Día Postrero, para así darle a conocer a los escogidos de Dios este misterio de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida del Hijo prometido a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, veamos aquí: en la página 469, nos dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo:

153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás. Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el Oriente. Les dije también que: ‘Me levantó, me alzó’. ¿Se acuerdan?

154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello…”.

¿Quién es el que tiene el Séptimo Sello? Es este Ángel que apareció en esta constelación de ángeles, y aquí están los otros siete ángeles pertenecientes a las siete edades de la Iglesia gentil. Cada uno de estos ángeles, para tener su ministerio aquí en la Tierra en cada edad de la Iglesia gentil, tuvo que venir en carne humana en medio de la Iglesia del Señor.

Y ahora, para este Ángel tener Su ministerio, el ministerio del Séptimo Sello, el ministerio de la Segunda Venida de Cristo, el ministerio de Cristo en Su Venida, el ministerio del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, tiene que venir en carne humana en medio de Su Iglesia en el Día Postrero.

El Verbo se tiene que hacer carne en el Día Postrero para poder tener Su ministerio correspondiente al Día Postrero, y darle a conocer a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto, dárselas a conocer por medio de Su velo de carne aquí en la Tierra.

Ahora, veamos este Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, y veremos quién es, y veremos cómo será que se cumple esta profecía. En la página 277 del libro de Los Sellos en español, dice nuestro hermano Branham orando, dice:

[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.

¿Quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis? El Espíritu Santo, el Espíritu de Jesucristo. El mismo Jesucristo en Espíritu Santo es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis; Él es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que estuvo en medio del pueblo hebreo en los profetas que Él envió.

Y es el mismo que estuvo en carne humana también en Jesús de Nazaret, y es el mismo que estuvo en los apóstoles, y en los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, manifestado a través de cada uno de ellos en la porción correspondiente a cada edad. Él es el que viene en el Día Postrero conforme a Su promesa, ese es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.

Y ahora, para el cumplimiento de esta profecía, veamos cómo el precursor del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, dice que vendrá; porque siendo él el precursor (el reverendo William Marrion Branham, con el espíritu y virtud de Elías), él tiene que decir cómo vendrá. En el libro de Los Sellos en español, página 256, dice:

121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Eso es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, con un Nombre que ninguno conocía, es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, en el cumplimiento de esta promesa.

Y vean ustedes, eso es lo que le dará la fe para el rapto a los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Es la Venida de Cristo en Espíritu Santo en carne humana en Su Ángel Mensajero, velándose y revelándose como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Ese es el misterio de este Ángel que era muy diferente a los demás.

Vean, en la página 483, dice… 482 y 483, dice:

“[199]. … Vemos, pues, que es un misterio por completo, y la hora todavía no ha llegado para que se diera a conocer este misterio (o sea, el misterio del Séptimo Sello). Hemos llegado hasta aquí, y lo demás nos será dado allí: en el tiempo cuando aparezca Jesús nuevamente sobre la Tierra para llevar a Su Novia…”.

Vean ustedes, Jesús apareció en carne humana dos mil años atrás, pero después apareció manifestado en Sus ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil. Y después que ha terminado esa manifestación por medio de los siete ángeles mensajeros, cuando aparezca Jesucristo nuevamente en Espíritu Santo manifestado en carne humana, ahí será que el Séptimo Sello será revelado, y ahí será que la Iglesia del Señor Jesucristo conocerá el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.

Y estará la Iglesia escuchando la Voz de Cristo como León de la tribu de Judá, estará escuchando la Voz de Cristo clamando como cuando un león ruge y los siete truenos emitiendo sus voces.

Ese es el Mensaje del Evangelio del Reino siendo proclamado y revelando el misterio de la Segunda Venida de Cristo, como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Ese es el misterio de la Venida del Hijo de Abraham, es el misterio de la Venida del Hijo prometido a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, pasando a la página 484, nos dice… Y un poquito antes: la 483 al final, y después 484, dice: Allí escucharán…”. Hablando… dice:

“203. Quiero que noten otra cosa que sucedió. Y si ustedes llegan a escuchar la cinta (o sea, el mensaje): ‘Señores, ¿qué hora es?’. Allí escucharán que un Ángel me era muy sobresaliente; los demás eran comunes, pero este cierto Ángel era muy notable. Él estaba a mi izquierda en la constelación en forma de pirámide. ¿Recordarán también que fue en la pirámide donde estaba la piedra blanca misteriosa que no tenía nada escrito? Los ángeles me elevaron de donde estaba, adentro de esa pirámide formada por ellos mismos. Los misterios de Dios eran solamente conocidos por ellos…”.

O sea, cada ángel mensajero en su edad conocía el misterio de Dios, le fue revelado el misterio de Dios para cada edad.

Y ahora, el misterio del Séptimo Sello es solamente conocido por ese Ángel que era muy diferente a los demás.

“… y ellos fueron los mensajeros que vinieron para interpretar esa pirámide…”.

O sea, esta pirámide que está aquí en este diagrama, de edad en edad vino un ángel mensajero con la revelación de Dios y el Espíritu de Dios en él, e interpretó y cumplió la edad que le tocó vivir; ahí fue interpretada esa edad, fue construida esa edad en el Cuerpo Místico de Cristo.

Esa es la forma en que fue interpretada esa pirámide; y de la pirámide, solamente, para el Día Postrero quedaba la Edad de la Piedra Angular de ser interpretada, de ser cumplida.

Y así como en cada edad, para ser cumplida, fueron llamados y juntados los escogidos por medio del Espíritu Santo a través del ángel mensajero de cada edad, para formar la edad correspondiente con seres humanos; ahora para formar la Edad de la Piedra Angular es que Cristo llama y junta a Sus escogidos del Día Postrero con la Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje del Evangelio del Reino, revelándoles el misterio del Séptimo Sello, el misterio de Su Venida; y así llama y junta a Sus escogidos y los coloca en la Edad de la Piedra Angular, y así es como forma la Edad de la Piedra Angular del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Y de edad en edad, vean ustedes cómo el Espíritu de Cristo en cada ángel mensajero ha estado en el territorio donde Dios ha enviado a ese mensajero.

Asia Menor, fue la primera edad allí en Asia Menor, y allí estuvo San Pablo; luego Ireneo en la segunda edad, luego Martín en la tercera, luego Colombo en la cuarta, y luego Lutero en la quinta, y luego Wesley en la sexta, y luego el reverendo William Marrion Branham en la séptima edad. Vean cómo ha ido moviéndose Cristo en Espíritu Santo de mensajero en mensajero, y de edad en edad, y de territorio en territorio.

Y ahora, para la Edad de la Piedra Angular se mueve Jesucristo en Espíritu Santo ¿a dónde? A la América Latina y el Caribe, y revela este misterio, el misterio del Séptimo Sello.

Y con ese misterio revelado, llama y junta a Sus escogidos en este Día Postrero; y con ellos forma la Edad de la Piedra Angular. Con las personas más sencillas de este planeta Tierra forma la Edad de la Piedra Angular; personas que viven en el continente americano, en la parte oeste del planeta Tierra, en la parte que corresponde a la parte de Centroamérica, Suramérica y el Caribe. Esa es la parte donde el misterio del Séptimo Sello sería revelado, y donde se formaría la Edad de la Piedra Angular, que es el Lugar Santísimo del Templo espiritual del Señor Jesucristo.

Y ahora, miren ustedes lo que sigue diciendo aquí a continuación. Sigue diciendo:

“… el mensaje del secreto de estos Siete Sellos que están dentro de la pirámide”.

O sea, ellos fueron los mensajeros que vinieron para interpretar esa pirámide.

“… el mensaje del secreto de estos Siete Sellos que están dentro de la pirámide. Este ángel estaba a mi izquierda, Él era el último o séptimo ángel, contando de izquierda a derecha…”.

O sea, sin contarse nuestro hermano Branham, él estaba contando siete ángeles; pero si a usted le tocaba contar los ángeles que había allí, usted iba a contar ¿cuántos? Ocho ángeles. Dice:

“… Él era el último o séptimo ángel, contando de izquierda a derecha, porque Él estaba a mi izquierda, viéndolo yo así de frente hacia el Occidente, y él viniendo hacia el Oriente. Estaba a la izquierda y él sería el mensaje del último Ángel, uno muy extraordinario”.

Ahora, vean ustedes, el Mensaje de ese Ángel es uno muy extraordinario, es el Mensaje de la Segunda Venida de Cristo, es el Mensaje del Evangelio del Reino, que contiene el misterio de la Segunda Venida de Cristo, el misterio del Séptimo Sello.

Y ese sí que es un Mensaje extraordinario para la Iglesia del Señor Jesucristo; porque ese Mensaje es el que ha estado esperando la Iglesia del Señor Jesucristo en todos los tiempos; pero sería para el Día Postrero. Ese es el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final o Trompeta de Dios prometido en la Escritura.

Recuerden cómo dije que tenía su cabeza alzada y sus alas tan poderosas y agudas…”.

Está hablando aquí de este Ángel, ¿ven? Sus alas poderosas y agudas. Y sigue diciendo:

“… y cómo dije que voló directamente a mí. Ahora, eso es este Séptimo Sello”.

¿Qué es el Séptimo Sello? Este Ángel que era muy diferente a los demás, ese Ángel es el Séptimo Sello. Y cuando viene a la Tierra en el Día Postrero y se manifiesta en carne humana por medio de Su Ángel Mensajero, está cumpliendo el Séptimo Sello, está cumpliendo Su Venida, y está llevando a cabo la Obra correspondiente a Su Venida en el Día Postrero; y eso es la Venida del Hijo prometido a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Es una cosa muy extraordinaria y todavía no sabemos lo que es…”.

Para aquel tiempo, él dice: “… todavía no sabemos lo que es…”; pero ahora, ¿cómo podemos decir? ¡Ahora sí sabemos lo que es! Es el Verbo, la Palabra encarnada en un hombre. Eso es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.

Es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, dándonos testimonio de estas cosas que deben suceder pronto, y así revelándonos el misterio de la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero en este Día Postrero, viniendo Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Porque, vean ustedes, la apertura del Séptimo Sello ya, para los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, se ha convertido (¿en qué?) en una realidad, en la América Latina y el Caribe, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Ese es EL MISTERIO DEL JINETE FIEL Y VERDADERO de Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 al 21, que viene sobre un caballo blanco como la nieve, viene sobre la Palabra pura en este Día Postrero.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DEL JINETE FIEL Y VERDADERO” de Apocalipsis, capítulo 19.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y televidentes.

Y que Dios continúe revelándonos Su Palabra en este Día Postrero, y abriéndonos el entendimiento de nuestra alma y de nuestra mente, para poder comprender plenamente todos estos misterios del Reino de los Cielos que en este Día Postrero estarían siendo cumplidos en la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, que es el Jinete fiel y verdadero que aparecería en este Día Postrero.

El Jinete que aparecería en el occidente, como lo vio y lo mostró el reverendo William Marrion Branham en el mensaje “El único lugar escogido por Dios para adorar”, página 215. Él dijo: “Del occidente vendrá un Jinete en un caballo blanco; recorreremos esta senda, este camino, una vez más (o nuevamente)”. Ese es el Jinete de Apocalipsis, capítulo 19, ese es el Jinete fiel y verdadero que vendría en este Día Postrero.

Que Jesucristo, el Ángel del Pacto, en este Día Postrero, les bendiga; y pronto todos sean transformados y llevados a la Cena de las Bodas de Cordero con nuestro amado Señor Jesucristo. Y a mí también me transforme el cuerpo físico, y me lleve a la Cena de las Bodas del Cordero.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.

Dejo con nosotros nuevamente al ministro aquí, a nuestro amigo y hermano Daniel Carrera, para continuar y finalizar luego esta actividad; finalizarla cuando ya, pues, canten también su cántico final.

Recuerdan que cuando Jesús, luego que estaban reunidos, luego tenían su cántico final, su himno final y luego se despedían16.

Bueno, eso siempre así normalmente se ha hecho, porque uno termina con alegría, cantando y adorando a Dios, y dándole gracias a Dios por Sus bendiciones; o sea que termina con regocijo, cantando con regocijo a nuestro Dios.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo, que Dios les guarde; y con nosotros el reverendo Daniel Carrera para terminar.

Dios les bendiga.

“EL MISTERIO DEL JINETE FIEL Y VERDADERO”.

[Revisión febrero 2022]

1 Hebreos 11:3

2 Génesis 14:18-19, Hebreos 7:1-3

3 Romanos 4:18

4 Génesis 18:14

5 San Juan 10:30

6 San Juan 1:10-12

7 San Juan 1:13

8 Romanos 6:23

9 Romanos 3:23

10 San Juan 5:24

11 San Juan 6:39-40

12 Citas, pág. 110, párr. 1058

13 SPN65-0410 “El Sello de Pascua”, pág. 27, párr. 178 / SPN65-0718M “Tratando de hacer un servicio a Dios sin ser la voluntad de Dios”, pág. 42, párr. 204

14 San Juan 14:8-10

15 Citas, pág. 166, párr. 1485 / SPN65-1128M “El único lugar de adoración provisto por Dios”, párr. 6

16 San Mateo 26:30, San Marcos 14:26

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