Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes y radioyentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.
Para eso quiero leer el pasaje que fue leído hace algunos momentos por el reverendo Miguel Bermúdez Marín, del libro de los Hechos, capítulo 3, verso 18 en adelante, donde dice:
“Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”.
Que Dios nos permita entender Su Palabra, Su Programa correspondiente a nuestro tiempo.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL MISTERIO DE LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS”.
Para esta restauración de todas las cosas hay grandes promesas divinas en la Escritura Sagrada; y fue, cada una de esas promesas, habladas por Dios a través de los santos profetas del Antiguo Testamento y también del Nuevo Testamento. Y encontramos que todas esas promesas son para ser cumplidas en el Día Postrero, que es el tiempo de la restauración de todas las cosas para los escogidos de Dios; luego vendrá otra etapa para la restauración del universo completo.
Ahora, veamos lo que toca a nosotros en este Día Postrero. La promesa es que vienen los tiempos de la restauración de todas las cosas.
Cuando se habla de una restauración es porque hubo una caída, se salió del lugar correspondiente algo; y por eso tiene que ser tomado y traído de nuevo a su lugar, y así ser restaurado; o sea, ser colocado de nuevo en su lugar.
Y ahora, el ser humano allá en el principio fue creado por Dios en su cuerpo teofánico, en la sexta dimensión, en donde estuvo viviendo una temporada; y Dios estaba también allí, en la sexta dimensión, en Su cuerpo teofánico, el cual es conocido también como el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, o el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el cual le apareció a Abraham, a Isaac y a Jacob, y a diferentes profetas en el Antiguo Testamento, en la forma de un Ángel con un cuerpo.
También le apareció en la forma de un varón. Y Dios dijo que en ese Ángel, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico, estaba el Nombre de Dios1.
Y ahora, vean cómo Adán moró en esa dimensión divina, en esa sexta dimensión, la dimensión llamada el Paraíso; donde primeramente Dios le creó a Adán un cuerpo teofánico, o sea, un espíritu teofánico, y así Adán vivió en su cuerpo teofánico, en su teofanía, cierta cantidad de tiempo; pero luego Dios lo trajo a un cuerpo de carne creado del polvo de la tierra.
Vean, Adán no podía labrar el Paraíso, el Huerto del Edén, porque él todavía no estaba en un cuerpo de carne; y por eso Dios le creó un cuerpo de carne también, para así que Adán se encargara del Huerto del Edén y allí labrara el Huerto del Edén.
Ahora, ¿saben ustedes qué fue lo primero que Dios creó cuando creó al hombre? Creó un agricultor. Y vean ustedes, lo colocó en el Huerto del Edén, ¿para qué? Para labrar el Huerto del Edén. ¿Qué es lo que hace un agricultor? Pues labrar el terreno que él tiene.
Ahora, miren cómo en tal simplicidad Dios colocó la creación más importante que Él había colocado en la Tierra, que es el ser humano. Encontramos que todas las cosas las colocó Dios bajo el dominio de Adán: árboles, peces, aves, animales, todo lo colocó bajo el dominio o gobierno de Adán.
Y Adán, vean ustedes, era el rey, gobernante de todas las cosas; pero su gobierno o dominio iba a ser confirmado, iba a ser confirmado; pero antes de ser confirmado, encontramos que Dios le hizo también una compañera a Adán. ¿De dónde la sacó? De su costado.
Y por eso es que cuando le decimos a la esposa, o los jóvenes le dicen… un joven le dice a su novia: “Yo te amo…”, no le dice: “Yo te amo con toda mi cabeza”, ni le dice: “Yo te amo con toda mi mano”, o “yo te amo con mis pies”. Le dice: “Yo te amo con todo mi corazón”; porque de su costado salió la primera mujer: Eva, carne de su carne y huesos de sus huesos (de Adán); y fue llamada ¿cómo? Varona2. Luego le fue cambiado el nombre a causa de la caída, pues Eva significa ‘madre de todo viviente, de todo ser viviente’3.
Y ahora, vean ustedes, ellos estaban en el Huerto del Edén; y allí estaban dos árboles, los cuales, vean ustedes, árboles en la Biblia representa hombres (vean, vamos a ver esto claro), seres, hombres, aquí.
Vean aquí esto claro, para que tengan un cuadro claro de lo que estamos hablando y de lo que la Escritura nos enseña, para que podamos comprender que en esas parábolas, en esos símbolos, Dios refleja, representa, las cosas del Reino de Dios.
Dice San Mateo, capítulo 3, versos 10 en adelante, dice… vamos a ver, 7 en adelante:
“Al ver él (Juan) que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?
Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,
y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras”.
Vean, aun está usando piedras para representar (¿qué?) seres humanos, hijos de Abraham; y aun está usando víboras, serpientes, para representar a aquellos fariseos, o saduceos y fariseos que venían a él, no para creer, sino para ver en qué podían encontrarlo fuera de la Escritura para condenarlo como un falso profeta y apedrearlo; o sea que no venían porque querían escuchar la Voz de Dios y arrepentirse, sino venían por criticar, y para ver si podían lograr que Juan fuera condenado a muerte.
Sigue diciendo, Juan:
“Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego”.
¿A qué árboles se refiere? Se refiere a seres humanos.
También el Señor Jesucristo usó esos símbolos, esas parábolas; y vean ustedes, en San Mateo, capítulo 15 y verso 13, nos dice de la siguiente manera… Y veamos, capítulo 15, verso 13, nos dice nuestro amado Señor Jesucristo; y quiero leer esta Escritura, dice:
“Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada”.
Está representando a seres humanos (¿en qué?) en plantas. Y en la parábola del trigo y de la cizaña, Cristo, con el trigo representó a los hijos del Reino, a los hijos de Dios; y con la cizaña representó a los hijos de malo.
Son, estas parábolas o proverbios o comparaciones, tipos y figuras de cosas que están en el Programa de Dios; y todo lo que Dios ha de hacer está simbolizado a través de toda la Escritura.
Siempre usted encontrará los símbolos de lo que Dios hace en cada tiempo, usted encontrará los símbolos también de lo que Dios hará en el futuro; por lo tanto, es muy importante conocer estos símbolos, para así poder ver lo que está anunciado para el tiempo en que uno vive y lo que está anunciado para tiempos futuros.
Y ahora, encontramos que en estos símbolos de árboles, plantas y cosas así… Vean ustedes, serpientes también; porque Juan dijo, acerca de esas personas dijo4:
“¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?”.
También Cristo habló de serpientes, refiriéndose a personas que se levantaron en contra de Él. Y ahora, también la Biblia nos habla en el Génesis de la serpiente, que era más astuta que todos los animales del campo5, y engañó a Eva.
Ahora, veamos estos dos árboles que se encuentran en el Huerto del Edén: el Árbol de la Vida es Cristo, y el árbol de ciencia del bien y del mal es el diablo. Y para el ser humano poder comer de uno de los dos, tiene que —uno de esos árboles— hacerse carne, para así poder comer el ser humano.
Y ahora, vean ustedes, el diablo se hizo carne en la serpiente. La serpiente no era un reptil como en la actualidad ustedes conocen a las serpientes; sino que la serpiente, esa raza de la serpiente, era el animal más cercano al ser humano; estaba entre el chimpancé y el ser humano. Era alto, más alto que el ser humano, de unos dos o tres metros, o más de dos metros, unos tres metros; y tenía cuerpo parecido al ser humano: caminaba erecto, hablaba (vean, está hablando con Eva ahí en Génesis, capítulo 3), era el más astuto, razonaba…; vean todas las cosas que tenía la serpiente.
Cuando se habla de la serpiente, todos saben que hay serpiente hembra y serpiente macho; y así es esta raza de la serpiente que hubo allá en el libro del Génesis.
Esa es la raza que la ciencia ha tratado de conseguir, y solamente ha encontrado sus cuerpos; y cuando ha encontrado sus cuerpos, dicen: “El ser humano existió hace dos millones de años, porque hemos encontrado un cuerpo de dos millones de años”.
Luego encuentran otro de 20.000 años atrás, dicen: “Hemos encontrado un cuerpo de 20.000 años atrás; por lo tanto, el ser humano estaba viviendo hace 20.000 años atrás”.
Encuentran un cuerpo de esos, de esa raza de la serpiente, de cien millones de años, y dicen: “El ser humano ya estaba en la Tierra hace cien millones de años”; y así por el estilo, para que tengan un ejemplo de lo que les quiero decir.
Y ellos no saben que esos son los cuerpos de la raza de la serpiente, que existió, y que por causa de la maldición que Dios le echó a la serpiente por engañar a Eva…; un engaño…; seducción, dice que fue. Dice: “No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano (Abel)”6.
Si era del maligno, Adán no era el maligno. ¿Quién fue el que engañó a Eva? Pues la serpiente. Un hijo de la serpiente fue Caín.
Por eso es que la raza humana perdió su derecho a la vida eterna y a tener un cuerpo eterno: porque no fue un pecado de comerse una fruta literal, sino fue un pecado de infidelidad de Eva a su esposo Adán; le fue infiel con ese hombre de esa raza de la serpiente, en el cual estaba el diablo encarnado.
Ese animal (la serpiente) no tenía alma, pero tenía lugar para el alma; y ahí entró el diablo y se hizo carne: en un animal, en la serpiente; ahí está el misterio del pecado original allá en el Huerto del Edén. Y ahí podemos ver los dos árboles: el Árbol de la Vida, que es Cristo, y el árbol de ciencia del bien y del mal.
El árbol de ciencia del bien y del mal, vean ustedes cómo se hizo carne en la serpiente y engañó a Eva, e hizo que la raza humana cayera de la vida eterna y perdiera los derechos al Título de Propiedad que le había sido concedido por Dios. Y el ser humano, al perder sus derechos, encontramos que aparece en la Tierra, vive un tiempo y después se muere; esa es la realidad del ser humano.
Y vean, y tanto orgullo que tienen algunas personas, y vean, solamente vienen, viven un tiempo aquí, después se van poniendo viejos…; y cuando son jóvenes, algunos se ponen muy orgullosos porque son muy hermosas o muy hermosos, y después, cuando llegan a los 70 o 90 años, ya no se nota tanto la belleza que tenían cuando tenían 18 a 30 años o a 40 años. ¿Por qué? Dice la Escritura que la juventud es (¿qué?) vanidad7.
Así que tiene que haber entonces un propósito por el cual nosotros estamos aquí: el propósito es el Programa Divino que corresponde al tiempo en que la persona vive, para que la persona haga contacto con Dios y Su Programa, y reciba el perdón de sus pecados, sean lavados sus pecados en la Sangre de Cristo y reciba el Espíritu de Cristo, y así nazca de nuevo del Agua y del Espíritu, y reciba un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Porque desde la caída del ser humano, el ser humano ha estado naciendo en la Tierra y ha estado obteniendo un cuerpo mortal, corruptible y temporal; y ha estado obteniendo un espíritu del mundo, de la quinta dimensión; cuando realmente tenía que obtener un cuerpo de la sexta dimensión, un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, un espíritu teofánico de la sexta dimensión primero, y vivir en él una temporada, y después venir a esta Tierra y hacerse carne aquí.
Pero por causa de la caída en el Huerto del Edén, el ser humano ha estado viniendo por medio de la unión de un hombre y de una mujer; porque allí, en el Huerto del Edén, se echó la suerte de cómo vendría la raza humana; y al venir por sexo está condenada a muerte, porque “la paga del pecado es muerte”8; y vean ustedes, viene en la forma en que Eva pecó con la serpiente.
Y ahora, vean ustedes que por eso se requiere la Sangre de Jesucristo para limpiarnos de todo pecado. Por eso vino Cristo, el Árbol de la Vida, se hizo carne, se hizo hombre, para poder llevar a cabo Su Obra de Redención.
Y ahora, del Día de Pentecostés en adelante han estado naciendo en el Reino de Dios millones de seres humanos, creyendo en Cristo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo el Espíritu de Cristo; y así naciendo en la sexta dimensión, naciendo en ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, obteniendo ese cuerpo teofánico, que es llamado el Ángel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen y los defiende9; para luego, en el Día Postrero, recibir un cuerpo eterno.
Los que han partido ya, pero que han sido creyentes en Cristo y han recibido Su Espíritu Santo, van a resucitar en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio, que es el tiempo de la restauración para los escogidos de Dios. Y nosotros los que vivimos vamos a ser transformados, y vamos a tener el cuerpo eterno. Y así estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Vean que el nuevo cuerpo que hemos de tener no vendrá por medio de la unión de un hombre y de una mujer, naciendo por medio de una mujer, sino que será por medio de creación divina: Cristo creará, para cada uno de ustedes y para mí también, un cuerpo eterno. Él transformará estos cuerpos, si estamos vivos cuando los muertos en Cristo resuciten en el cuerpo eterno en el cual van a resucitar ellos, y nosotros pues seremos transformados, y tendremos también el cuerpo eterno.
Dios, para la creación del cuerpo eterno de los que han partido, de los que han muerto, tomará del polvo de la tierra y les creará un cuerpo nuevo; y para nosotros también tomará del polvo de la tierra y nos creará un nuevo cuerpo.
Pero, ¿dónde está ese polvo de la tierra que tomará? Este cuerpo es del polvo de la tierra; o sea que ya ustedes tienen, y yo también, ya tenemos el polvo de la tierra que Dios va a usar para transformarlo y crear un cuerpo eterno.
Así que vean ustedes cómo va a ser todo este Programa Divino correspondiente al Día Postrero, que es el tiempo de la restauración de todas las cosas, la restauración de todas las cosas para la Iglesia del Señor Jesucristo; no solamente la restauración a la fe de los padres (los apóstoles), sino la restauración a todo lo que perdió Adán y Eva en la caída, la restauración a un cuerpo eterno, la restauración a la vida eterna, la restauración al gobierno eterno, la restauración a todo lo que Adán y Eva tenían antes de la caída.
Por eso Cristo murió en la Cruz del Calvario: para redimirnos, comprar todos los que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Y en el Día Postrero Él ha prometido la restauración total a la vida eterna con un cuerpo eterno, para vivir por toda la eternidad como reyes y sacerdotes en el glorioso Reino de Jesucristo, Reino Milenial, y luego el Reino por toda la eternidad; porque ese Reino de Jesucristo será para toda la eternidad.
Así que podemos ver que viene de parte de Dios una restauración de todas estas cosas que perdió Adán y Eva en la caída. Pero para esa restauración se requiere que el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, de toda la Creación, el cual se encuentra en la diestra del que está sentado en el Trono en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, sea tomado de la mano, de la diestra del que está sentado en el Trono, sea abierto, y sea hecho el reclamo de todo lo que Cristo ha redimido; sea hecho el reclamo de toda la Creación, incluyendo el ser humano. Dice Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos”.
Aquí el Anciano le anuncia a Juan que hay Uno que tomará ese Libro y lo abrirá, el cual ha vencido, y Él ha prevalecido; y Él es el único digno para tomar ese Libro. Ese es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, es el Libro de la Redención, es el Libro de la Vida, es el Libro de la Vida del Cordero, el cual está en la diestra de Dios. Y para la restauración de todas las cosas se requiere que ese Libro regrese a la raza humana; porque la raza humana, el ser humano, no puede ser restaurado a la vida eterna sin que ese Título de Propiedad le sea restaurado al ser humano.
Y ahora, continuamos leyendo. Dice:
“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”.
Ahora vean, el Anciano le dijo a Juan: “No llores”. Juan estaba llorando, porque él sabía que si no se hallaba a ninguno digno de tomar ese Libro y abrir esos Sellos todo estaba perdido, todo regresaría a lo que era antes de la Creación; o sea, todo regresaría a Dios; y solamente Dios continuaría existiendo, pero todas las demás cosas dejarían de existir; y todo regresaría a ser un pensamiento en la mente divina, o sea que todo volvería a ser un atributo de Dios sin manifestarse.
Pero el Anciano le dijo a Juan: “No llores”.
O sea, cuando se le dice a una persona: “No llores”, lo están consolando. Y si le dicen: “Mira, no llores, porque el problema que tú tienes o que estás viendo tiene una solución”, ¿y te van a mostrar la solución?, pues enseguida te secas los ojos para ver; porque nadie quiere estar llorando.
Se llora por algún motivo que le causa tristeza o alegría; y Juan estaba llorando no por alegría, sino por tristeza.
Toda la Creación volvería a la nada, dejaría de existir; eso sí que era una cosa muy triste, lo cual Juan estaba viendo, porque no se hallaba a ninguno digno, ni en el Cielo ni en la Tierra ni debajo de la tierra, que tomara ese Libro y abriera ese Libro sellado.
Pero el Anciano le dice: “No llores. He aquí el León de la tribu de Judá, el cual ha prevalecido, el cual ha vencido para abrir el Libro y desatar sus siete sellos”. Y cuando le dicen así a Juan, en seguida Juan miró, buscó ese León:
“Y miré (dice Juan), y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”.
Ahora, aparentemente aquí hay una contradicción, porque el Anciano le dice: “He aquí el León de la tribu de Judá”; y cuando Juan mira, lo que ve es un Cordero. ¿Hay alguna contradicción ahí? Aparentemente la hay, pero realmente no hay ninguna contradicción.
Este Cordero, que es también para el Anciano el León de la tribu de Judá, vino y tomó de la mano del que está sentado en el Trono el Libro sellado con siete Sellos. Ni era un león, ni era un cordero; era un hombre, porque vino y tomó… Un cordero no puede tomar un libro, ni un león tampoco, a menos que lo agarren con la boca. Pero vean ustedes, Cristo es el León de la tribu de Judá, y Cristo también es el Cordero de Dios que murió en la Cruz del Calvario.
¿Cómo le conoció Juan el apóstol? Juan el apóstol le conoció como el Cordero de Dios que murió en la Cruz del Calvario, pues así lo presentó Juan el Bautista: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”10. Pero el Anciano lo está viendo como el León de la tribu de Judá, porque ha salido del Trono de Intercesión para presentarse ante Dios, ante el Trono de Dios, para tomar el Libro, y así obtener los derechos por los cuales Él murió, para llevar a cabo la restauración de todas las cosas.
Y cuando Cristo toma ese Título de Propiedad, todo le pertenece ahora. Y ahí es donde, lo que fue visto por el profeta Daniel en el capítulo 7, en donde el Hijo del Hombre, que es Cristo…:
“… vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”. (Daniel, capítulo 7, verso 13 al 14).
Él obtiene ese poder, dominio y autoridad y reino, cuando Él toma ese Librito de la diestra del que está sentado en el Trono, porque obtiene el Título de Propiedad, obtiene todos los derechos contenidos en ese Título de Propiedad.
Así como cuando hay un testamento de una propiedad, o sea, una escritura de una propiedad; y esa escritura, vean ustedes, está a nombre de una persona; y en esa escritura hay una casa o muchas casas (vamos a decir, hay 8 casas), hay también árboles, hay también unas cuantas hectáreas de terreno; todo eso está en esa escritura; y ahí está el nombre de la persona que es dueña de esa propiedad.
Pero esa persona no puede presentarse y decir: “Yo soy dueño de esta propiedad”. Eso está muy bueno; pero cuando se requiere la evidencia en una Corte, la evidencia es la escritura, una escritura a nombre de esa persona, una escritura que hable acerca de esa propiedad y que esa propiedad le pertenece a él; y si ha sido vendida, pues que aparezca que él la compró.
Y ahora, ese Título de Propiedad, el Libro de la Vida del Cordero, es la escritura en donde está todo lo que Cristo compró con Su Sangre preciosa cuando murió en la Cruz del Calvario; lo cual le pertenece a Dios. Pero en el Huerto del Edén se había perdido, y el diablo se había apoderado de la propiedad de Dios, de la Herencia de los hijos e hijas de Dios.
Y ahora, Cristo, el cual murió en la Cruz del Calvario, pagó el precio y compró así esa propiedad contenida en esa escritura, en ese Libro sellado con siete Sellos.
Y ante la Corte Divina, vean ustedes, ese Libro tiene que ser abierto. Y vean que ese Libro está en la diestra del que está sentado en el Trono. O sea que es Dios el Juez de toda la Tierra.
Y Cristo, el Cordero de Dios, que es también el León de la tribu de Judá, toma ese Libro, lo abre en el Cielo, y en el Cielo Él hace Su reclamo; y viene a la Tierra en Apocalipsis luego (en Apocalipsis, capítulo 10), con el Librito abierto ya en Su mano.
Libro que estuvo cerrado: Desde que el ser humano cayó en el Huerto del Edén, encontramos que el ser humano no había sabido de ese Libro; y aunque estaba en la revelación apocalíptica y en las profecías de Daniel, el ser humano no comprendía lo que era ese Libro.
Pero ahora, vean cómo Dios permite que Sus hijos sepan lo que es ese Libro, lo que representa para nosotros; y que ese Título de Propiedad, al ser tomado por Cristo en el Cielo y traído a la Tierra, significa que el ser humano va a ser restaurado a la vida eterna nuevamente.
Y por eso Cristo, en Apocalipsis, capítulo 10, viene con el Librito abierto en Su mano: para poder llamar y juntar a Sus escogidos, y traer a los muertos en Cristo resucitados en cuerpos eternos, y a nosotros los que vivimos poder transformarnos, y darnos un cuerpo eterno como Él ha prometido, para ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Todo hijo de Dios escrito en el Libro de la Vida del Cordero será restaurado a la vida eterna, tendrá un cuerpo eterno y también el espíritu teofánico de la sexta dimensión, que es un cuerpo de la sexta dimensión; y todos seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Esta restauración a la vida eterna, de los escogidos de Dios, es para el Día Postrero, que es el séptimo milenio y que también es el Día del Señor; “porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”, nos dice Dios por medio del profeta Moisés en el Salmo 90, verso 4; y también nos dice por el apóstol San Pedro en su segunda carta, capítulo 3 y verso 8: que un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.
Ahora, vean cómo LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS viene para el Día Postrero.
Y ahora, el ser humano va a tener la oportunidad de comer ese Título de Propiedad, ese Librito. Vean que este Librito, el cual estando en el Cielo nadie podía ni mirarlo, ni abrirlo, ni leerlo, ahora en Apocalipsis, capítulo 10, vean lo que sucede con ese Librito:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces”.
Es Cristo viniendo. Es la Venida de Cristo en las nubes, como dijo Jesucristo en San Mateo 24, verso 30 en adelante. Y leemos también esa Escritura para que tengamos el cuadro claro. Dice:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Aquí tenemos la profecía por Cristo; y en Apocalipsis tenemos más luz acerca de la Venida de Cristo en las nubes.
Aquí lo encontramos viniendo en una nube, envuelto en una nube; y viene con el Librito abierto en Su mano. Es Cristo, el Ángel Fuerte, viniendo en las nubes, para luego estar manifestado en la Tierra en carne humana; y así el Verbo nuevamente hacerse carne, estar manifestado en carne, para darnos a comer de ese Árbol de la Vida.
¿Y qué nos dará a comer? ¿Cuál es el fruto del Árbol de la Vida? Nos estará dando a comer ese Librito abierto; pero hay un orden divino para poder comer de ese Librito abierto. Vean ustedes, en Apocalipsis, capítulo 10, verso 8 en adelante, dice:
“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.
Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.
Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.
Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.
Vean ustedes que ese Librito que nadie podía ni mirar, cuando Cristo lo toma en el Cielo y lo abre, y luego lo trae a la Tierra en Su Venida, luego lo entrega a un hombre.
Juan el apóstol es tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo con sus mensajeros, pasando por sus diferentes etapas o edades. Y encontramos que Juan el apóstol, representando a la Iglesia con sus ángeles mensajeros, ha estado viendo a Cristo manifestado de edad en edad, y Cristo le ha dado Su Palabra de edad en edad.
Pero para el Día Postrero Cristo nos dará toda Su Palabra, nos dará Su Mensaje final; y para eso Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, estará dándonos a comer ese Título de Propiedad: Lo entrega a Su Ángel Mensajero para que se lo coma —es la Palabra—, él se come la Palabra… Es dulce en su boca, porque no hay ninguna cosa más dulce en la boca, para predicarla, que la Palabra de Dios; para hablar no hay otra cosa más dulce que la Palabra de Dios; pero en el vientre será amargo. O sea que por causa de esa Palabra le vendrán pruebas, persecuciones, apreturas y muchos problemas.
Pero es mejor tener la Palabra de Dios, aunque uno tenga problemas, que no tener problemas y no tener la Palabra de Dios.
¿De qué le vale al hombre si granjeare todo el mundo y pierde su alma?11. De nada le sirve. “Y el que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna”12.
Así que no importan las amarguras que una persona pase por la Palabra de Dios, tiene vida eterna; y después toda lágrima será secada, enjugada; y ya ni se recordará del dolor de las pruebas y sufrimientos por los cuales pasó; o sea, no se recordará ni sentirá el dolor, porque eso es temporal. Pero la Palabra de Dios permanece para siempre; y el que hace la voluntad de Dios, permanece también para toda la eternidad.
Y ahora, vean cómo esa Palabra viene en el Día Postrero. Y ese Ángel, representado en Juan el apóstol, que se come esa Palabra, que recibe esa Palabra y se la come, que recibe ese Librito y se lo come, es el Ángel del Señor Jesucristo de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, que es el mensajero de la etapa de la Edad de la Piedra Angular de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y él, al comerse esa Palabra, ese Mensaje, ese Librito, luego lo comparte con la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular; porque ese es el siervo fiel y prudente que le da ese alimento espiritual a los escogidos de Dios en la Casa de Dios, en la Edad de la Piedra Angular; como los siete ángeles mensajeros fueron los siervos fieles y prudentes de sus edades, que le dieron el alimento espiritual correspondiente a cada edad a los hijos de Dios.
San Mateo, capítulo 24, verso 42 al 47 nos habla del siervo fiel y prudente; y también el capítulo 12 de San Lucas, verso 35 al 44; y también el capítulo 13 de San Marcos [verso 34].
Y vean ustedes cómo para el Día Postrero estaríamos escuchando el Mensaje que da a conocer todas las cosas que han de suceder pronto; porque ese es el Mensaje que trae el Ángel del Señor Jesucristo, el cual se come el Librito que le es entregado, el Libro que había sido sellado, pero que ya está abierto; y él profetiza sobre muchos pueblos, naciones y lenguas, las cosas que han de suceder sobre esos pueblos, naciones y lenguas: tanto los juicios divinos que han de venir sobre la Tierra, sobre pueblos, naciones y lenguas, como también las bendiciones divinas que han de venir sobre pueblos también, sobre naciones, sobre lenguas.
Ahora, vean ustedes, habrá naciones que van a recibir los juicios divinos y habrá naciones que van a recibir las bendiciones de Dios. Todo eso será revelado por el Ángel de Jesucristo a la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, porque ese es el mensajero enviado por Cristo para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto, de las cuales Cristo habló en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, donde dice: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
“Sube acá”, o sea, a la Edad de la Piedra Angular, y ahí Cristo manifestado en Su Ángel Mensajero nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Este Ángel Mensajero es el profeta de la Dispensación del Reino, de la séptima dispensación, que viene con el Mensaje del Evangelio del Reino, predicando la Palabra de Dios y dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Ese es el Ángel que en el Día Postrero se come ese Librito y profetiza sobre muchos pueblos, naciones y lenguas, y da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
En Apocalipsis, vean, capítulo 22, verso 6, las cosas que Cristo dijo que daría a conocer a los que subieran donde Él estaba (porque Él estaría manifestado acá arriba, en la Edad de la Piedra Angular, en Su Ángel Mensajero), ahora es por medio de Su Ángel Mensajero que Él da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Y dice Apocalipsis 22, verso 6:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Por medio de quién son dadas a conocer las cosas que deben suceder pronto? Por medio del Ángel del Señor Jesucristo; porque ese es el instrumento de Cristo en el cual Cristo estaría manifestado en el Día Postrero. Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, ¿para qué? Para ser restaurados en este Día Postrero, ser restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno, y ser restaurados al Reino de nuestro amado Señor Jesucristo, al glorioso Reino que Cristo tendrá aquí en la Tierra, ese glorioso Reino Milenial.
Para poder estar en ese glorioso Reino Milenial con Cristo reinando, necesitamos recibir el cuerpo eterno, necesitamos ser restaurados a la vida eterna, y ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
En Apocalipsis 22, verso 16, también Cristo nos habla de Su Ángel Mensajero, y nos dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién envía Jesucristo para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto? A Su Ángel Mensajero. Es por medio de Su Ángel Mensajero que Cristo estará manifestado en Espíritu Santo hablándonos, y dándonos a comer de ese Libro que Él abrió en el Cielo y lo trae a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 10.
Y es por medio del Mensaje de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero que nosotros, al recibir ese Mensaje, al comerlo allá en el alma… “Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”13.
Es la Palabra viniendo a los escogidos de Dios en el Día Postrero; y los escogidos de Dios recibiendo esa Palabra por medio del Espíritu Santo a través del Ángel Mensajero de Jesucristo, y comiéndonos esa Palabra allá en el alma; y así alimentando nuestras almas en este Día Postrero.
Dios, vean ustedes, coloca Su Palabra ¿dónde? Aquí en Apocalipsis, capítulo 10, es colocada en la boca del Ángel del Señor Jesucristo, representado en Juan el apóstol. Ya no está Juan el apóstol aquí en la Tierra, pero en el Día Postrero estaría el Ángel del Señor Jesucristo; por lo tanto, en el Ángel de Jesucristo se cumpliría esta Escritura.
Ahora, ¿por qué él se come ese Libro, y luego le toca profetizar sobre muchos pueblos, naciones y lenguas? Porque él es un profeta, el profeta de la Dispensación del Reino. “Y no hará nada el Señor Jehová, sin que revele antes Sus secretos a Sus siervos los profetas” (Amós, capítulo 3 y verso 7).
Y en Deuteronomio, capítulo 18 y verso 15 en adelante, nos dice el profeta Moisés:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…”.
Y en el verso… del verso 18 en adelante, de este mismo capítulo 18; capítulo 18, verso 18 en adelante de Deuteronomio, sigue diciendo:
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú (o sea, le dice Dios a Moisés: ‘Le voy a levantar al pueblo un profeta de entre ellos, como tú’); y pondré mis palabras en su boca…”.
¿Dónde Dios coloca Sus palabras? En la boca del profeta que Él envía. Por eso es que la Biblia ha venido por medio de los profetas de Dios, porque Dios ha colocado en la boca de ellos Su Palabra; ellos han hablado esa Palabra y también han escrito esa Palabra, y la tenemos impresa.
“… y él les hablará todo lo que yo le mandare”.
¿Qué habla un profeta cuando es enviado por Dios? Todo lo que Dios le mande; y Dios lo coloca en su corazón y en su boca para ser hablado; esa persona se come esa Palabra, se come ese Mensaje de parte de Dios.
Esto también está representado también allá en el libro del profeta Ezequiel, cuando él se comió un libro, un rollo, un libro en forma de rollo, el cual le fue entregado para que se lo comiera, y luego profetizara las cosas que tenían que suceder.
Vean ustedes, aquí en el capítulo 3 de Ezequiel, verso 1 en adelante, dice…; y también el capítulo 2 de Ezequiel vamos a ver lo que dice. Dice, capítulo 2 de Ezequiel, versos 6 en adelante dice… verso 3 en adelante, dice:
“Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día.
Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor.
Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.
Y tú, hijo de hombre, no les temas…”.
Vean, ¿por qué le dice Hijo de Hombre? Porque un profeta es Hijo de Hombre o Hijo del Hombre. Ese es un título de profeta: Hijo del Hombre o Hijo de Hombre. Por eso Cristo usaba ese título también, porque era un profeta. Dice:
“Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde.
Les hablarás, pues, mis palabras…”.
Ahora, vean, Dios le dice: “Les vas a hablar Mis palabras”. Por lo tanto, Dios tiene que colocar en la boca de este profeta, en el corazón de este profeta Ezequiel, Su Palabra, la Palabra Divina. Vamos a ver cómo es que Dios coloca esa Palabra en la boca y el corazón de este profeta. Dice:
“Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.
Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro”.
¿Por qué un libro de rollo? Porque antes la Biblia, la Escritura, y los libros, no eran en esta forma así, encuadernados así, sino que eran rollos, pergaminos enrollados, y tenían el nombre o título de ese libro, y dentro estaba el contenido de ese libro. Así como en la actualidad tenemos un libro, y por fuera tenemos el título de ese libro, pero por dentro está el contenido.
Y ahora, vean ustedes, aquí Dios le dice al profeta Ezequiel: “Abre tu boca para que te comas lo que yo te voy a dar”. Y cuando abre su boca para comer lo que Dios le va a dar, hay una mano extendida con un libro enrollado, como se hacían los libros en aquel tiempo; y ahora, él se tiene que comer ese libro.
Pero vean, él está viendo esto en la sexta dimensión, que es la dimensión de la teofanía, es la dimensión de la Palabra. No es en esta dimensión, ni es un libro literal de esta dimensión; porque una persona no se va a comer un libro de esta dimensión, para después decir: “Ahora yo voy a profetizar todo lo que me comí”. Más bien, si es un profeta de Dios, recibe esa Palabra en la sexta dimensión; se la come, y…, se la come allá en su alma, y luego da a conocer el contenido de esa Palabra que le fue dada por Dios.
Y ahora, vean ustedes, dice:
“Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes”.
O sea, estaban escritos ahí juicios divinos para el pueblo hebreo. Capítulo 3, continuamos leyendo; dice:
“Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.
Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.
Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.
Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras (con esas palabras que estaban en ese libro, en ese rollo)”.
Y en Apocalipsis, vean ustedes cómo se repite el mismo panorama, en donde el Ángel Fuerte, que es Cristo en Su Venida, le da a un hombre ese Libro, ese Título de Propiedad ya abierto, para que se lo coma, y luego profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas.
Y ahora, vean ustedes cómo para el Día Postrero tendríamos la Palabra revelada en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y serían dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder en este Día Postrero; o sea, serían abiertas; y así la restauración de los hijos e hijas de Dios se convertiría en una realidad.
Cuando se habla de LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS, se habla de la restauración a la vida eterna de los hijos e hijas de Dios con un cuerpo eterno; o sea, se está hablando de la adopción de los hijos de Dios, que es la transformación de nuestros cuerpos y la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos; porque los primeros que entran al Programa de la restauración de todas las cosas son los primogénitos de Dios, los escogidos de Dios, o sea, los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Y para la restauración, vean ustedes, también el Señor Jesucristo habló en San Mateo, capítulo 17, verso 10 al 13, diciendo:
“Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?
Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.
Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.
Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista”.
Ahora, vean que para la restauración del corazón de los padres a los hijos, o sea, la restauración de la fe de los padres, la fe de los hebreos bajo la Ley siendo restaurados, o sea, siendo convertidos a la fe cristiana, la fe de los apóstoles, vino Juan el Bautista. Y luego, para la restauración del corazón de los hijos a la fe de los padres, a la fe de los apóstoles, a la fe apostólica, vino el reverendo William Marrion Branham, que fue el Elías que vendría en su cuarta manifestación, como precursor de la Segunda Venida de Cristo, restaurando la fe cristiana, restaurando a los hijos de Dios a la fe de los padres, los apóstoles.
Y luego, para el Día Postrero, tenemos también la promesa que Elías volverá por quinta ocasión. ¿Y qué estará haciendo Elías por quinta ocasión manifestado? Vean ustedes, cuando vino por tercera ocasión vino restaurando, cuando vino por cuarta ocasión vino restaurando, y cuando viene por quinta ocasión vendrá también restaurando: vendrá en el tiempo de la restauración de todas las cosas; él restaurará todas las cosas.
“Elías vendrá primero y restaurará todas las cosas”. Para esta restauración del Día Postrero estará Elías, o sea, el ministerio de Elías manifestado por quinta ocasión; y también estará Moisés, el ministerio de Moisés estará manifestado por segunda ocasión; porque esos son los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, y de Zacarías, capítulo 4. Esos son los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, y que son enviados en el Día Postrero, en el tiempo de la restauración de todas las cosas. Y también el ministerio de Jesús por segunda vez estaría aquí en la Tierra en el Día Postrero.
Todo esto es para estar manifestado en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino en este Día Postrero, en el tiempo de la restauración de todas las cosas, en donde los muertos en Cristo serán resucitados y nosotros los que vivimos seremos transformados.
Estos ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús, estarán manifestados por Jesucristo, por el Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero; y vendrá la restauración de todas las cosas. Por eso es que Cristo entrega a Su Ángel ese Título de Propiedad; porque ha llegado el tiempo para la restauración de todas las cosas.
Ahora, hemos visto este MISTERIO DE LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS. Será restaurado hasta el Reino y Trono de David en medio del pueblo hebreo, en donde Cristo se sentará como Rey de reyes y Señor de señores. Y con Él se sentará (¿quién?) Cristo. Dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en Mi Trono”.
Y ahí estará el Ángel del Señor Jesucristo en el Día Postrero, presente en el tiempo de la restauración de todas las cosas, para ser el instrumento de Jesucristo para ser usado por Jesucristo; porque Jesucristo estará manifestado en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero, llevando a cabo todo Su Programa de la restauración de todas las cosas.
Ahora, vean ustedes que para el tiempo final, para el tiempo de la restauración de todas las cosas, es que tenemos la promesa de la Venida de los Ángeles del Hijo del Hombre con Gran Voz de Trompeta, llamando y juntando a Sus escogidos en el Día Postrero.
Y ahora, para el Día Postrero hay un territorio donde Cristo estará manifestado por medio de Su Ángel Mensajero, donde Él enviará a Su Ángel Mensajero; así como hubo un territorio donde Cristo estuvo manifestado en cada ángel mensajero de cada etapa o edad de la Iglesia gentil, de estas siete edades que ya han transcurrido.
En San Pablo estuvo manifestado, y el territorio fue Asia Menor; en el segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto ángel mensajero, estuvo Cristo manifestado en el territorio de Europa, en diferentes naciones europeas; y luego, en la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil, estuvo Cristo manifestado a través de Su ángel mensajero, el reverendo William Marrion Branham, para la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil (¿en dónde?) en Norteamérica.
Y para el Día Postrero estaría Cristo manifestado en Su Ángel Mensajero, el Ángel Mensajero de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular, ¿en dónde? Pues en la América Latina y el Caribe.
Ese es el territorio señalado por Dios para este gran evento del Día Postrero, en donde Cristo estaría manifestado a través de Su Ángel Mensajero y estaría dándonos a comer de Su Palabra, dándonos a comer de ese Título de Propiedad, dándonos a comer el Título de Propiedad; por lo tanto, lo entrega a Su Ángel Mensajero, él se lo come, y nos da a nosotros ese Título de Propiedad (¿cómo?) hablándonos esa Palabra.
Y cuando nosotros recibimos esa Palabra allá en el alma: nos estamos comiendo ese Título de Propiedad, nos estamos comiendo esa Palabra, ¿para qué? Para, en este Día Postrero, en el séptimo milenio, el Día del Señor, en el cual vivimos, ser transformados conforme a la promesa de Cristo, y los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos eternos; porque el Día Postrero para los escogidos de Dios es el tiempo de restauración: para ser restaurados a vida eterna con un cuerpo eterno, y ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Así que la imagen y semejanza que perdió Adán en la caída será restaurada en este Día Postrero. Al creer en Cristo como nuestro Salvador, recibir Su Espíritu Santo, recibimos Su imagen, Su cuerpo teofánico, o el cuerpo teofánico nuestro, que Él nos dio; y al recibir la transformación de nuestros cuerpos, y así obtener el cuerpo eterno, vean ustedes, recibiremos la semejanza; y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y todos tendremos las dos consciencias juntas, y podremos mirar y ver en las demás dimensiones, y podremos ver aun a las huestes celestiales, como las podía ver Moisés, como las podía ver Abraham, Isaac, Jacob, como las podía ver el profeta Elías, como las podía ver el profeta Eliseo, como las podía ver cada uno de los profetas de Dios, y como Cristo las podía ver también cuando estuvo aquí en la Tierra.
Ahora, vean cómo hemos llegado al tiempo para la restauración de todas las cosas. Hemos llegado al Día Postrero, al séptimo milenio y a la Dispensación del Reino, donde vendrá la restauración de cada hijo de Dios a la vida eterna con un cuerpo eterno; y con todo el poder y autoridad que le confiere esa posición de un hijo de Dios adoptado, para reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS”, y hemos visto también el tiempo en que ese misterio sería abierto a los hijos de Dios para ser cumplido en el Día Postrero, que es el tiempo de la restauración de todas las cosas.
Y para ir ya finalizando (vamos a ver el tiempo que nos queda en la radio…): En el libro de los Hechos nos dijo el apóstol San Pedro, en su segundo mensaje, en su segundo sermón, dice [3:18-21]:
“Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”.
¿Para qué tiempo es la promesa de la Venida de Cristo? Para los tiempos de la restauración de todas las cosas.
Es para el Día Postrero, el séptimo milenio, que es el día para el cual Cristo ha prometido resucitar a los creyentes en Él que han muerto, y transformar los cuerpos de los que estamos vivos en esta Tierra.
Y cuando los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos, nosotros los que vivimos, que hayamos quedado hasta ese momento en que los muertos sean resucitados, nosotros seremos transformados14.
Pero si alguno se va antes de la resurrección (pues todavía no ha ocurrido la resurrección), si alguno se va antes, pues regresará en un cuerpo eterno, y nos dirá:
—“He regresado, y puedes ver el cuerpo que Cristo dijo que me daría”.
Y nosotros al verlos a ellos, pues seremos transformados, y también les diremos:
—“Pues mira también el cuerpo que me está dando el Señor Jesucristo en estos momentos: un cuerpo igual al tuyo, un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, un cuerpo que representa de 18 a 21 años”.
Ese es el cuerpo eterno que Él ha prometido para cada uno de Sus hijos.
Y vean ustedes que es para el tiempo de la restauración de todas las cosas; y estamos en ese tiempo: Estamos en el Día Postrero, el séptimo milenio y en la Dispensación del Reino, que es el tiempo para la restauración de todas las cosas.
Hemos visto “EL MISTERIO DE LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS” y el tiempo para esa restauración.
Así que amados amigos y hermanos presentes y radioyentes: estén preparados para esa transformación. ¿Cómo? Pues recibiendo la Palabra de Dios, el Mensaje de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero en este Día Postrero, que nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y así nos prepara para ser transformados y raptados en este Día Postrero, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
¿Dónde están los que recibirían ese Mensaje, los que recibirían esa Palabra, los que recibirían ese Título de Propiedad, y se lo comerían en este Día Postrero para ser restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno?
Pues aquí estamos: en la América Latina y el Caribe, recibiendo esa Palabra, recibiendo ese Título de Propiedad, para pronto ser transformados y raptados, como Cristo lo ha prometido a Sus hijos, a Su Iglesia, para el tiempo de la restauración de todas las cosas.
Ahora, hemos visto este misterio; misterio grande; pero vean la forma tan sencilla en que este misterio sería revelado a los hijos de Dios para estar preparados en este Día Postrero para ser transformados y raptados, y estar conscientes que estamos viviendo en el tiempo de la restauración de todas las cosas.
“EL MISTERIO DE LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS”.
Vean cómo ese misterio ha sido abierto a nosotros en este Día Postrero, y ahora podemos ver todo lo que conlleva ese misterio.
Todo el Programa Divino correspondiente a la restauración de todas las cosas gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo. Ese es el Mensaje, esa es la revelación divina más grande que Cristo le daría a Su Iglesia en el tiempo de la restauración de todas las cosas.
Y esa revelación de la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá es predicada y está contenida en el Mensaje del Evangelio del Reino; así como el misterio de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios, llevando a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, está contenida esa revelación (¿dónde?) en el Mensaje del Evangelio de la Gracia.
Y ahora, el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, está ¿dónde? En el Mensaje del Evangelio del Reino, siendo dada a conocer esa revelación a todos los hijos e hijas de Dios en el Día Postrero; ¿en qué territorio? La América Latina y el Caribe.
Ese es el territorio para este misterio ser revelado a los hijos e hijas de Dios, y de ahí extenderse al mundo entero.
Llegará hasta el pueblo hebreo, que está esperando la revelación de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida del Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para reclamar el Trono de David, reclamar el Reino; y reclamar el Reino también sobre, no solamente sobre el pueblo hebreo, sino sobre todas las naciones.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de este misterio correspondiente al Día Postrero, el misterio que se abre en este Día Postrero. Y Cristo lo abre en el Día Postrero a Su Iglesia por medio de Su Ángel Mensajero; porque Él viene en este Día Postrero como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo; por eso trae el Título de Propiedad. Y al traer el Título de Propiedad, viene con poder y gloria.
Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes, amigos y hermanos presentes y radioyentes, dándoles a conocer: “EL MISTERIO DE LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS”.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes; y Cristo les abra plenamente el entendimiento y el corazón para poder ver, para poder recibir, y para poder comprender estos misterios del Reino de los Cielos, y así ser preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Que Jesucristo, el Ángel del Pacto, les bendiga; y pronto todos sean transformados y raptados, y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero, y a mí también.
Yo estoy esperando esa transformación también; porque con este cuerpo no puedo ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. Necesito un nuevo cuerpo, como también cada uno de ustedes. ¡Y lo vamos a tener! Porque Cristo lo ha prometido para este tiempo, que es el tiempo de la restauración de todas las cosas.
A todos los amigos y hermanos radioyentes: pueden escribir o llamar a las direcciones y teléfonos que les estará dando el reverendo Miguel Bermúdez Marín, para pedir, solicitar literatura completamente gratis, con conferencias similares a esta, para obtener cada día más conocimiento de estas cosas que están prometidas para suceder en este tiempo final.
Que Dios les bendiga y les guarde. Y dejo con ustedes, radioyentes y los presentes, al reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar y darles las direcciones y teléfonos (tengan lápiz y papel para tomar esas direcciones y teléfonos).
Que Dios les bendiga, y buenas noches.
“EL MISTERIO DE LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS”.
[Revisión junio 2022]
1 Éxodo 23:21
2 Génesis 2:23
3 Génesis 3:20
4 San Mateo 3:7, San Lucas 3:7
5 Génesis 3:1
6 Primera de Juan 3:12
7 Eclesiastés 11:10
8 Romanos 6:23
9 Salmos 34:7
10 San Juan 1:29, 1:36
11 Mt. 16:26, Mr. 8:36, Lc. 9:25
12 San Juan 5:24
13 Deuteronomio 8:3, San Mateo 4:4, San Lucas 4:4
14 Primera de Corintios 15:51-52