El misterio de los nombres escritos en el Cielo

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes este tema: “EL MISTERIO DE LOS NOMBRES ESCRITOS EN EL CIELO”.

Para lo cual quiero leer en San Lucas, capítulo 10, verso 17 al 20, donde dice… Esto es cuando volvieron los setenta que Jesús envió a predicar y a sanar enfermos, y a echar fuera demonios. Dice:

“Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.

(Él) les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.

Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones y bendiga nuestros corazones con Su Palabra; y nos abra Su Palabra las Escrituras, y nos abra nuestra mente y nuestro corazón, nuestra alma, para entenderla y para que entre en lo profundo de nuestra alma, y se haga realidad ahí en lo profundo de nuestra alma. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

“EL MISTERIO DE LOS NOMBRES ESCRITOS EN EL CIELO”.

Aquí Jesucristo nos habla que el motivo de una persona regocijarse no es que los espíritus se sujeten a él en el Nombre del Señor, sino que nuestros nombres están escritos o estén escritos en el Cielo: en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y ahora, para poder comprender este tema tenemos que entender el Programa Divino.

Los nombres de los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida, están escritos desde antes de la fundación del mundo. Y por eso es que Cristo, hablando acerca de Sus escogidos, tipificándolos en ovejas, dijo en el capítulo 10 de San Juan, verso… vamos a ver aquí, verso 1 en adelante, dice:

“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador.

Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.

A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca”.

Vean:

“… y a sus ovejas llama por nombre, y las saca”.

Ahora, podemos ver que Cristo conoce Sus ovejas y las llama por nombre; porque Él conoce los nombres de Sus ovejas, porque están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y por esa causa es que nuestro amado Señor Jesucristo ha estado buscando Sus ovejas, como Él dijo en San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante, cuando dijo:

“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”.

Ahora, vean ustedes que Cristo representa a todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, los representa en y con ovejas, las cuales escucharán la Voz del Buen Pastor; y Él las llamará por su nombre. Y Él las liberta y las coloca en Su Redil, y Su Redil es el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, o sea, Su Iglesia.

En Hebreos, capítulo 12, versos 22 en adelante, dice:

“… sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…”.

¿Dónde están registrados los nombres de los primogénitos de Dios? En el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Por eso es que encontramos la Jerusalén celestial, de la cual San Pablo nos habla y nos dice que pertenecemos, no a la Jerusalén terrenal sino a la Jerusalén celestial. Dice en el capítulo 4 del libro o carta a los Gálatas, el apóstol San Pablo dice, comenzando en el verso 22:

“Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre.

Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.

Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí (o sea, la Ley, el Pacto bajo la Ley), el cual da hijos para esclavitud; este es Agar.

Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues esta, junto con sus hijos, está en esclavitud.

Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.

Porque está escrito:

Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;

Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;

Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.

Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.

Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.

Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.

De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre (o sea, de la Iglesia del Señor Jesucristo)”.

Esa es la Jerusalén celestial. Y esa Jerusalén celestial tiene hijos e hijas, que son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, vean ustedes, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa, y por consiguiente los herederos.

Y por esa causa es que el pueblo hebreo fue echado fuera: para así los hijos de la promesa poder obtener la herencia divina, lo que perdió Adán y Eva en la caída; lo cual será restaurado por medio de Cristo a todos los hijos e hijas de Dios, a todos los descendientes de la Jerusalén celestial, a todos los descendientes de Cristo por medio de Su Iglesia, los cuales tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero; Libro que aparece en Apocalipsis, capítulo 5, como el Libro sellado con siete Sellos.

Y ahora, vean cómo también en el libro del Apocalipsis nos habla del Libro de la Vida. Y nos dice en el capítulo… vamos a ver, Apocalipsis, capítulo 21, verso 27, dice:

“No entrará en ella ninguna cosa inmunda (o sea, no entrará a la Nueva Jerusalén ninguna cosa inmunda), o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero”.

Estos están escritos ahí desde antes de la fundación del mundo.

Ahora, hay personas, vean ustedes, que están escritas en el Libro de la Vida del Cordero, que es la sección de los redimidos por Cristo y Su Sangre, los cuales están desde antes de la fundación del mundo escritos en ese Libro. Esa sección del Libro de la Vida del Cordero, encontramos que está en el Libro de la Vida.

Pero hay otra sección en donde están escritos nombres de personas que pueden ser borrados del Libro de la Vida, de los cuales Cristo habló y enseñó en Apocalipsis, capítulo 3, verso 5, diciendo:

“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”.

Cristo también había dicho en San Mateo, capítulo 16, y otros lugares, Él dijo… vamos a ver lo que dijo Cristo. Dice… capítulo 16, versos 24 en adelante, dice:

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.

Hay otros lugares donde Cristo dice: “El que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de Mi Padre y delante de Sus ángeles. Pero el que me negare, yo también le negaré delante de Mi Padre y delante de Sus ángeles”[1].

Y ahora, aquí en la lectura que tuvimos, vean ustedes que Cristo dice que lo confesará delante de Su Padre. Y en el capítulo 12, verso 8, de San Lucas, nos habla Cristo de esto también; dice:

“Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;

mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.

A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado”.

Ahora vemos aquí cómo Cristo estuvo prometiendo confesar delante de Su Padre y delante de los ángeles al que le confesare delante de los hombres; pero al que le negare, dice que le negará delante de los ángeles de Dios.

Y ahora, en Apocalipsis, Cristo vuelve y nos habla, diciendo:

“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”.

Ahora podemos ver la bendición tan grande que hay en confesar a Cristo delante de los hombres y permanecer fiel a Cristo todos los días de nuestra vida.

El futuro (vean ustedes) de la persona depende de la actitud que asuma frente a Cristo y Su Programa para el tiempo en que vive: depende de si recibe a Cristo como su Salvador y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, o si no lo hace. Si no lo hace, no será confesado delante de nuestro Padre celestial y de Sus ángeles; pero si lo confiesa delante de los hombres como su Salvador, y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibe Su Espíritu Santo: será confesado delante de nuestro Padre celestial y delante de Sus ángeles, delante de Sus mensajeros y delante de los ángeles del Cielo.

Y ahora, vean ustedes, Cristo mostrará, confesará, a cuál de los ángeles mensajeros esa persona pertenece; será reconocida como uno perteneciente al mensajero de la edad en que vivió esa persona.

Ahora, es un misterio esto de los nombres escritos en el Cielo, pero es un misterio del cual Cristo habló. Es un misterio que viene siendo dicho desde el Antiguo Testamento.

Por ejemplo, encontramos en el libro del Éxodo, capítulo 32 (donde Dios estuvo hablando con el profeta Moisés), y por el verso 9 en adelante, dice… Esto fue cuando el pueblo hebreo hizo un becerro de oro y adoró al becerro de oro mientras Moisés estaba en el monte, en donde ayunó 40 días y 40 noches; y allá obtuvo en dos tablas de piedra, de piedras, la Palabra de Dios escrita, la Ley para el pueblo hebreo. Dice [verso 7]:

“Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.

Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.

Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.

Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande.

Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?

¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo.

Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.

Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo”.

Ahora vean cómo Moisés detuvo ese juicio divino que venía sobre el pueblo hebreo.

Ahora, ¿cómo Moisés logró esto? Y cómo Moisés aquí aparece como que le está dando un consejo a Dios mejor de lo que Dios está diciendo que va a hacer contra el pueblo hebreo. Y Moisés habló con Dios en tal forma que dijo:

“Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado (verso 30 en adelante), pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado.

Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro,

que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito”.

Vean, Moisés sabía que había un Libro en el cual estaba su nombre, pues Dios le dijo a Moisés: “Yo te he conocido por tu nombre”[2]; y lo había conocido desde antes de la fundación del mundo, porque su nombre está escrito en el Libro de la Vida, como el de todos los profetas de Dios.

Y ahora, dice Dios a Moisés [verso 34]:

“Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado.

Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón”.

Ahora, vean ustedes cómo Moisés estuvo intercediendo por este pueblo, y aun le dijo a Dios:

“… y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito”.

¿Por qué Moisés logró que la ira de Dios se aplacara y no destruyera al pueblo hebreo? ¿Por qué obtuvo perdón para el pueblo hebreo? Porque en Moisés se estaba reflejando Cristo, era un reflejo de Cristo; Cristo estaba representado en Moisés.

Y ahora, cuando apareció Jesucristo en la Tierra dos mil años atrás, encontramos que la raza humana había llegado a la condición que se requiere para Dios destruir la raza humana. Y cuando llegó el tiempo para Dios destruir a la raza humana, Jesucristo tomó nuestros pecados y se hizo pecado por nosotros, por los seres humanos; y la ira de Dios no cayó sobre la raza humana, sino sobre nuestro amado Señor Jesucristo.

Fue Jesucristo el que impidió que la raza humana pereciera dos mil años atrás. Cuando Cristo fue crucificado y murió llevando nuestros pecados, era la raza humana la que tenía que morir allí en ese día; el juicio divino tenía que caer en ese día sobre la raza humana y desaparecer.

Cristo había dicho: “Si el Grano de Trigo no cae en tierra y muere, Él solo queda”[3]. Si no moría Jesucristo la víspera de la Pascua, el pueblo hebreo completo hubiera muerto y toda la raza humana; comenzaba allí el juicio divino sobre la raza humana hasta desaparecer la raza humana, y solo quedar nuestro amado Señor Jesucristo. “Si el Grano de Trigo no cae en tierra y muere, Él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva”; o sea, lleva muchos hijos e hijas de Dios a imagen y semejanza del Señor Jesucristo, el Grano de Trigo que fue sembrado en tierra.

Así como cuando usted siembra un grano de trigo, luego nace una plantita, sigue creciendo esa plantita; y cuando llega el tiempo de producir fruto, produce muchos granos de trigo; y maduran esos granos de trigo, y se lleva a cabo la cosecha. ¿Y qué usted obtiene en la cosecha? Usted obtiene muchos granos de trigo iguales al que fue sembrado en la tierra.

Y así es en y conforme a la Ley de la siembra y de la cosecha con Jesucristo, el Grano de Trigo que fue sembrado en tierra.

Para el Día Postrero, en la cosecha de los hijos e hijas de Dios, en la cosecha del trigo, habrá millones de seres humanos iguales al Señor Jesucristo; de entre los cuales ya millones de ellos tuvieron su temporada aquí en la Tierra y murieron, pero eran granos de trigo, eran el trigo potencialmente.

Y para el Día Postrero, por cuanto eran el trigo potencialmente (aunque todavía no habían nacido los granos de trigo en la Mata de Trigo y no habían madurado, porque estaban en las diferentes etapas de la Planta del Trigo, y la Planta del Trigo es la Iglesia del Señor Jesucristo), para el Día Postrero, esas personas en las cuales estuvo la Vida de Cristo y que eran trigo potencialmente: en el Día Postrero resucitarán en cuerpos eternos y estarán como granos de trigo; estarán como hijos e hijas de Dios manifestados en cuerpos eternos; estarán a imagen y semejanza de Jesucristo, el Grano de Trigo que fue sembrado en tierra, pues esas personas tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.

Y los que estamos vivos seremos transformados y tendremos también el cuerpo eterno, y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, a imagen y semejanza del Grano de Trigo que fue sembrado en tierra.

Ahora podemos ver que estas personas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero son los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo, son los granos de trigo que para el Día Postrero estarán a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y así como una planta de trigo tiene cierta cantidad de granos de trigo, así también la Planta de Trigo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, y la cual es el mismo Cristo en la forma de una planta de trigo; así como una plantita de trigo es el grano de trigo que fue sembrado en tierra, y aparece de nuevo como una planta de trigo para reproducirse.

Ahora, vean cómo Cristo, el Grano de Trigo, estaría reproduciéndose y estaría produciendo muchos granos de trigo, hijos e hijas de Dios; porque Él siendo el Hijo de Dios ¿qué es lo que va a producir?, ¿en qué se va a reproducir? En hijos e hijas de Dios. Esa es la forma para venir los hijos e hijas de Dios.

Y por eso es que dice la Escritura en San Juan, capítulo 1 y verso 9 al 13, dice:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino (o sea, el pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

O sea que estas son las personas que creen en Cristo como nuestro Salvador, reciben la Sangre de Cristo y lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, y reciben el Espíritu de Cristo; y así se produce en ellos el nuevo nacimiento, nacen en el Reino de Dios.

Esos son los hijos e hijas de Dios, los cuales para el Día Postrero serán a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo cuando resuciten los muertos en Cristo y cuando nosotros los que vivimos seamos transformados; y estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Esa es la manifestación de los hijos e hijas de Dios de la cual habla el apóstol San Pablo en Romanos, capítulo 8, verso 10 al 35.

La Creación completa está clamando y está gimiendo con dolores de parto hasta ahora, porque está clamando por la manifestación de los hijos e hijas de Dios: por la adopción; o sea, por la transformación de nuestros cuerpos y resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos, para estar manifestados en esta Tierra como hijos e hijas de Dios en cuerpos eternos, a imagen y semejanza de Jesucristo; y así ser restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno, y tener la herencia de Dios, y ser herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro; y así estar restaurados a la vida eterna, con un cuerpo físico eterno y glorificado, y con un espíritu teofánico eterno también.

Ahora, vean “EL MISTERIO DE LOS NOMBRES ESCRITOS EN EL CIELO”.

Los principales nombres son los nombres de los primogénitos que están inscritos o escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; esos son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y luego está, en otra sección del Libro de la Vida, están los nombres de personas que han creído en Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, pero no han recibido el Espíritu de Cristo; por lo tanto, no han nacido de nuevo. Son señaladas esas personas como el grupo de las vírgenes insensatas que no tenían aceite en sus lámparas.

Pero los que tienen sus nombres en la sección del Libro de la Vida del Cordero están representados en el grupo de las vírgenes prudentes que recibieron aceite, que tenían aceite en sus lámparas; o sea, tenían el Espíritu Santo en sus cuerpos y en sus espíritus y en sus almas; o sea, estaban llenos del Espíritu de Dios. Habían recibido el Espíritu de Cristo, y por consiguiente habían nacido de nuevo.

Encontramos que los primogénitos, los predestinados o elegidos de Dios, son esas personas que tienen sus nombres en la sección del Libro de la Vida de Cordero, y son los que oyen la Voz de Cristo en la edad que les toca vivir, y entran al Cuerpo Místico de Cristo por medio del nuevo nacimiento: al escuchar la Palabra de Cristo y al lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibir el Espíritu de Cristo.

Esas personas son los primogénitos de Dios, los escogidos de Dios; son los que serán a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Son los primogénitos de Dios, los hijos primogénitos de Dios.

Pero vean, en una casa encontramos que está el hijo primogénito, pero luego encontramos que hay más hijos en casi todas las casas. Y así también encontramos en el Programa Divino que hay más personas escritas en el Libro de la Vida; y aunque pertenezcan al grupo de las insensatas que no recibieron el Espíritu de Cristo, y por consiguiente no son de los primogénitos de Dios, esas personas entrarán a la vida eterna: ellos resucitarán después del Reino Milenial, serán juzgados y saldrán a vida eterna.

Esas son las ovejas que el Rey (como hace el pastor) colocó a Su diestra; como el pastor coloca a su derecha las ovejas y a su izquierda coloca los cabritos. Y el Rey Jesucristo en el Juicio del Trono Blanco colocará a Su derecha las ovejas y a Su izquierda los cabritos; y esos son seres humanos que irán ante el Trono Blanco para el Juicio Final, en donde serán juzgados.

Y ahora, vean cómo será todo esto. Dice así en el capítulo 25 de San Mateo, verso 31 en adelante, dice:

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,

y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.

Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.

Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;

estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.

Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?

¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

O sea que habían hecho estas cosas buenas ¿a quiénes? A los pequeñitos, lo habían hecho “a uno de estos mis hermanos más pequeños”; o sea, a uno de los hijos e hijas de Dios que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida Cordero; lo hicieron a uno de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Y Cristo dijo: “Cualquiera que diere un vaso de agua fría a uno de estos pequeñitos, no perderá su recompensa”[4].

Y ahora, vean, estos pequeñitos son los que han creído en Cristo como nuestro Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; estos son los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Y cualquier persona que haga favores a estos pequeñitos, a estos hermanos de Jesucristo, no perderá su recompensa.

Y estas vírgenes insensatas que no habían recibido aceite, o sea, el Espíritu Santo, no habían recibido el nuevo nacimiento, habían ayudado a los hijos e hijas de Dios, habían ayudado a los escogidos de Dios, habían ayudado a los primogénitos de Dios en las diferentes edades de la Iglesia del Señor Jesucristo; por lo tanto, no perderán su recompensa, que será entrar al Reino de Dios “preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.

Y Cristo con Su Iglesia, con esos pequeñitos, reinará sobre todas esas personas que entrarán a la vida eterna.

Y ahora, vean cómo estas personas aparecerán después del Reino Milenial para ser juzgadas y entrar a la vida eterna.

Y hay otras personas que sus nombres serán borrados, raídos, del Libro de la Vida, o sea, de esa sección correspondiente al Libro de la Vida; no de la sección del Libro de la Vida del Cordero, porque de esa sección del Libro de la Vida del Cordero ningún nombre puede ser quitado; solamente pueden ser quitados nombres de la otra sección.

Y ahora, encontramos que Cristo dice que no borrará su nombre del Libro de la Vida, o sea, no borrará su nombre a esas personas que han ayudado a los escogidos de Dios.

Y ahora, veamos cómo también hay personas que sus nombres fueron borrados en el pasado; y también habrá en este tiempo final personas que sus nombres serán borrados de la sección del Libro de la Vida, donde están escritos los nombres de las vírgenes insensatas; pero que para ser borrados esos nombres, encontramos que esas personas habrán actuado en contra de los hijos e hijas de Dios.

Y esas personas luego serán echadas al lago de fuego. Vean cómo en este mismo pasaje de San Mateo y en este mismo capítulo 25 dice [verso 41]:

“Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;

fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.

Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?

Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.

E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.

Ahora podemos ver que estas personas, por cuanto no fueron de ayuda, no fueron de beneficio para los escogidos de Dios, para los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero: esas personas serán echadas en el lago de fuego y serán quemadas en cuerpo, espíritu y alma también.

Encontramos que hay millones de seres humanos que tienen sus nombres escritos en esa sección del Libro de la Vida, del cual pueden ser quitados sus nombres si no actúan correctamente en el tiempo que les toca vivir. Si se levantan en contra de los primogénitos de Dios en la edad en que ellos se encuentran, sus nombres serán raídos, serán quitados de la sección del Libro de la Vida.

Y ahora, vean ustedes cómo Dios nos habla en la Escritura acerca del Libro Divino; y en el libro de los Salmos nos dice que van a ser raídos…, o pide el salmista que sean raídos del Libro de Dios todos sus enemigos. Vamos a ver estos salmos aquí: Salmo 69, vamos a ver… Vamos a ver aquí… Este es un salmo mesiánico, es un salmo en donde nos habla de la muerte de Cristo; es un salmo profético. Y nos dice: “Sácame…”. Verso 14 en adelante dice:

“Sácame del lodo, y no sea yo sumergido;

Sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas.

No me anegue la corriente de las aguas,

Ni me trague el abismo,

Ni el pozo cierre sobre mí su boca.

Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia;

Mírame conforme a la multitud de tus piedades.

No escondas de tu siervo tu rostro (vean, Cristo dijo en la Cruz[5]: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”),

Porque estoy angustiado; apresúrate, óyeme.

Acércate a mi alma, redímela;

Líbrame a causa de mis enemigos.

Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio;

Delante de ti están todos mis adversarios.

El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado.

Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo;

Y consoladores, y ninguno hallé.

Me pusieron además hiel por comida,

Y en mi sed me dieron a beber vinagre (¿Ven? Todo esto se cumplió en Cristo, y estuvo reflejándose en el rey David).

Sea su convite delante de ellos por lazo,

Y lo que es para bien, por tropiezo.

Sean oscurecidos sus ojos para que no vean,

Y haz temblar continuamente sus lomos.

Derrama sobre ellos tu ira,

Y el furor de tu enojo los alcance (y vean cómo desde el año 70 en adelante el enojo de Dios, la ira de Dios, cayó sobre el pueblo hebreo).

Sea su palacio asolado;

En sus tiendas no haya morador.

Porque persiguieron al que tú heriste,

Y cuentan del dolor de los que tú llagaste.

Pon maldad sobre su maldad,

Y no entren en tu justicia.

Sean raídos del libro de los vivientes,

Y no sean escritos entre los justos”.

Y ahora, vean ustedes cómo fueron perseguidos los hebreos y fueron raídos; como personas, fueron raídos de la tierra miles o millones de hebreos. Fueron quitados de entre los vivientes, fueron raídos del Libro de los vivientes; fueron raídos del Libro de los vivientes acá en la Tierra, donde sus nombres estaban registrados cuando nacieron; y encontramos que perecieron.

Y ahora, ¿cuántos de ellos han sido raídos del Libro de la Vida? No sabemos cuántos, de aquellos que estuvieron presentes en los días de Jesús.

Pero vean, Cristo dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”[6]. Ese perdón que Cristo pidió a Dios para el pueblo hebreo se traduce en: sus nombres permaneciendo escritos en el Libro de la Vida. Y por eso esas personas que murieron bajo los martirios de Hitler, Mussolini y Stalin, y otros dictadores, aparecen en Apocalipsis, capítulo 6 y versos… vamos a ver, versos 9 en adelante; dice:

“Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían”.

¿Ven? Ellos no murieron por el testimonio de Jesús, ellos no murieron por ser creyentes en Cristo, sino por el testimonio que ellos tenían; porque ellos eran hebreos, judíos, creyentes en el Mensaje de Moisés, en el Mensaje de la Ley, y ellos murieron por esa Palabra de Dios que Dios les dio por medio del profeta Moisés y los profetas; y esa Palabra ellos la tenían, y murieron por ser judíos guardadores de la Ley.

“Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?

Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”.

Hasta que se complete el número de 144.000, ese número que entrará en el Día Postrero bajo el ministerio de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, del Ángel que viene con el Sello del Dios vivo en Apocalipsis, capítulo 7, para llamar y juntar y sellar 144.000 hebreos en sus frentes con el Sello del Dios vivo, con el Espíritu Santo.

Y siendo Cristo en Espíritu Santo el que sella con el Sello del Dios vivo, y viene en el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, o sea, que viene en el Ángel que tiene el Espíritu Santo; ahora viene en Apocalipsis, capítulo 14, Cristo apareciendo sobre el Monte de Sion con 144.000 escogidos hebreos de las doce tribus de Israel, sellados en sus frentes con el Sello del Dios vivo. “Y tenían en sus frentes escrito el Nombre de su Padre y el Nombre del Cordero”.

Vean cómo tenían ahí ellos el Sello del Dios vivo; tenían el Espíritu Santo con el Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, Nombre del Cordero.

Ahora, cuando se habla del Nombre del Cordero, del Nombre Nuevo del Señor Jesucristo…; esto se habla porque es el mismo Jesucristo el que dice que tiene un nombre nuevo. ¿Y no vamos a hablar de lo que Cristo dice que tiene? ¡Pues claro que sí que vamos a hablar!, y más de ese Nombre Nuevo que Él dice que recibió.

Y vamos a leer ese pasaje para que tengamos el cuadro claro de ese Nombre Nuevo del Señor. Dice Apocalipsis, capítulo 3, verso 12:

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.

¿Ven que es el Señor Jesucristo el que dice que tiene un Nombre Nuevo? Ese Nombre Nuevo Él lo recibió cuando murió, resucitó y ascendió al Cielo, subió al Cielo victorioso, y se sentó en el Trono de Dios; a la diestra de Dios se sentó, y recibió un Nombre que es sobre todo nombre. Eso Él lo obtuvo, ese Nombre Él lo obtuvo cuando victorioso subió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios.

Así como José cuando ascendió al trono y vino a ser el segundo en el trono del faraón allá en Egipto, recibió un nombre nuevo: Zafnat-panea. Génesis, capítulo… vamos a ver, cuarenta y algo, por ahí. Capítulo 41, verso 45 en adelante, dice:

“Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto.

Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto; y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto”.

Ahora, vean cómo José fue colocado en el trono del faraón. Vean ustedes lo que dice aquí de José; capítulo 41, verso 38 en adelante, dice:

“… y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como este, en quien esté el espíritu de Dios?

Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú.

Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú (o sea que el segundo en el trono era José).

Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto.

Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello;

y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.

Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto”.

Ahora, vean cómo esto es tipo y figura de Cristo sentándose en el Trono de Dios en el Cielo, y así obteniendo un Nuevo Nombre, y obteniendo todo bajo Su mando, siendo el Administrador de los negocios de Dios.

Y encontramos que para el Día Postrero Cristo se levantará del Trono del Padre que está en el Cielo y se presentará en la Tierra con un nombre nuevo: con el que recibió cuando se sentó en el Trono del Padre en el Cielo. Ese es el Nombre del cual Cristo dice: “Y Mi Nombre Nuevo”, el cual dice que escribirá sobre el Vencedor.

Y ahora, vean ustedes que ese Nombre Nuevo del Señor Jesucristo estará escrito sobre el Vencedor, y estará escrito el Nombre de Dios sobre el Vencedor, y el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, el Nombre de la Nueva Jerusalén.

¿Y cuál es el Nombre de la Nueva Jerusalén? Es el Nombre Eterno de Dios. ¿Y cuál es el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo? Es el Nombre Eterno de Dios.

Ahora, encontramos que ese misterio del Nombre Nuevo del Señor, vean ustedes, fue reflejado en el Antiguo Testamento en la vida de José y cambio de nombre que José recibió. José con ese nombre nuevo, encontramos que ha obtenido el reino.

Y ahora, encontramos que Él es el que está a cargo de todos los negocios de Dios. ¿No dijo Cristo[7]: “En los negocios de Mi Padre me conviene estar”? Y ahora, lo encontramos sentado en el Trono administrando los negocios de Dios, y con un Nombre Nuevo, un Nombre que es sobre todo nombre; porque no hay otro nombre que sea sobre el Nombre Eterno de Dios.

Y cuando se dice que Dios le dio un Nombre que es sobre todo nombre, que ese Nombre no es solamente en la Tierra sino en el Cielo también, no puede ser otro sino el Nombre Eterno de Dios. Porque si no fuera el Nombre Eterno de Dios, entonces sobre ese Nombre que Cristo recibió estaría el Nombre Eterno de Dios; y la Escritura dice que no hay otro nombre ni en la Tierra ni en el Cielo sobre ese Nombre; es el Nombre Eterno de Dios. Y todo hijo viene en el nombre de su padre.

Ahora, Cristo en una ocasión, orando, allá en San Juan, dijo: “Padre, glorifica Tu Nombre”; y una Voz del Cielo, en San Juan, capítulo 12, habló. Y veamos lo que dice ahí en San Juan, capítulo 12, con relación a la glorificación de ese Nombre: capítulo 12, veamos lo que dice… capítulo 12, verso 27 al 29, dice:

“Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he (venido) a esta hora”.

O sea que había venido para esto que le esperaba: para morir en la Cruz del Calvario, tomando primeramente nuestros pecados y haciéndose así mortal.

“Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.

Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado”.

Decían que había sido un trueno porque cuando Dios habla, la Voz de Dios, vean ustedes, es presentada como un trueno.

“Otros decían: Un ángel le ha hablado”.

Así también Él habló en el monte Sinaí.

Y ahora, vean ustedes, cuando está hablando aquí a Jesús, la gente escuchó un trueno; otros decían: “Ha sido un ángel que le ha hablado”, pues ellos recordaban que Dios habló en el monte Sinaí, y cuando habló, lo que las personas estaban escuchando eran truenos, y estaban viendo relámpagos y luces, y el monte temblando; y no solamente el monte estaba temblando, sino todo el pueblo estaba temblando también, hasta Moisés; pues eso lo dice la Escritura en Hebreos, capítulo 12, verso 18 en adelante, y también en el libro del Éxodo[8].

Y ahora, vean ustedes:

“Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros.

Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.

Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”.

Y ahora, vean ustedes:

“Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez”.

En Su Primera Venida fue glorificado el Nombre de Dios, y para Su Segunda Venida será glorificado otra vez.

Y para Su Segunda Venida, Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, vean ustedes, es el que tiene el Nombre de Dios. Éxodo, capítulo 23 y versos 20 en adelante, dice de la siguiente manera:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”.

¿Dónde dice Dios que está Su Nombre, Su Nombre Eterno? Está en Su Ángel, el Ángel de Jehová, que es el cuerpo teofánico en el cual Dios está manifestado en la sexta dimensión. Dios en ese cuerpo teofánico tiene Su Nombre Eterno.

Y para el Día Postrero, el Nombre Eterno de Dios, vean ustedes, Cristo dice que lo va a escribir sobre el Vencedor; o sea que estará escrito el Nombre Eterno de Dios. Estará el Nombre Eterno de Dios ¿dónde? En el Vencedor, así como ha estado en el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová.

Y por eso es que para el tiempo final Jesucristo promete escribir Su Nombre Eterno, el Nombre Eterno de Dios, y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, promete escribirlo (¿dónde?) sobre el Vencedor. O sea que el Vencedor que esté viviendo en el Día Postrero tendrá esta bendición.

Dice: “Yo escribiré el Nombre de mi Dios y el Nombre de la Ciudad de mi Dios y mi Nombre Nuevo (¿dónde?) en el Vencedor”, en el que venciere.

Y en Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, nos dice:

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.

Ahora, la Piedrecita blanca es la Segunda Venida de Cristo.

La Primera Venida de Cristo tuvo un nombre para Redención; la Venida de la Piedra no cortada de manos en Su Primera Venida, que fue la Primera Venida de Cristo, tuvo el Nombre de Redención Jesús.

Y ahora, la Venida de esa Piedrecita blanca, la Venida de Cristo para el Día Postrero tendrá un nombre nuevo; ese es el Nombre Nuevo que Él dijo que recibió, ese es el Nombre Nuevo que Él dice que escribirá sobre el Vencedor.

“… y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe (o sea, el Vencedor)”.

Ese será el que conocerá ese Nombre Nuevo de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; y conocerá el misterio de Su Venida con Su Nombre Nuevo, y lo revelará a los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino por medio de la Voz de Cristo hablando por medio de él como cuando ruge un león y los Siete Truenos emitiendo sus voces.

Porque el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo es revelado en los Truenos; porque los Truenos revelan el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores y Su Obra de Reclamo con Su Nombre Nuevo.

Y ahora, vean ustedes cómo también en Apocalipsis, capítulo 19, versos del 11 al 16, nos dice:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea…”.

O sea…:

“… (que) se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo”.

Y ahora, vean ustedes que esta es la Segunda Venida de Cristo, y ahora tiene un nombre que ninguno conocía; por lo tanto, no es el nombre Jesús, porque el nombre Jesús todos en este planeta Tierra lo conocen; o sea que todos en el planeta Tierra conocen que el nombre Jesús es el nombre de la Primera Venida de Cristo.

Pero ahora, para la Segunda Venida de Cristo Él viene con un nombre que ninguno conoce, o sea, viene con un nombre nuevo; y ese es el Nombre Eterno de Dios y el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios.

Miren, así como en este planeta Tierra hay naciones y hay ciudades que tienen el nombre de algunas personas. Por ejemplo, Colombia tiene el nombre pues de Colón; le añadieron algunas letras, pero tiene el nombre de Colón: Colombia; y América tiene el nombre de Américo; y tenemos un sinnúmero de países que tienen nombres de personas.

Si ustedes buscan en la historia de las naciones y los nombres de las naciones, ustedes encontrarán que hay naciones que tienen nombres de personas.

Por ejemplo, el pueblo hebreo. ¿Cuál es el nombre del pueblo hebreo? Israel. Y ese es el nombre de un hombre, de un hombre que venció, luchó con el Ángel de Jehová, venció, y le fue cambiado su nombre de Jacob a Israel[9]. ¿Ven? Una nación, el Israel terrenal con el nombre que el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, le colocó, le dio al vencedor.

Y ahora, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Vencedor del Día Postrero, le dará ese Nombre Nuevo del Señor Jesucristo. Ese es el Nombre del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, el cual le dará al Vencedor.

Y el Vencedor vendrá en el Nombre del Señor Jesucristo, en el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, en el Nombre del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, en el Nombre Eterno de Dios y de la Ciudad de nuestro Dios.

“… y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.

Así como en la Primera Venida de Cristo, cuando el Verbo se hizo carne, tuvo un nombre ese velo de carne donde estaba la Palabra encarnada, donde estaba el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto; ahí ese velo de carne, esa vestidura, tenía escrito un nombre para redención: Jesús era el Nombre de Redención.

Y aquí nos dice que Su Nombre es el Verbo de Dios, porque el Verbo para el Día Postrero regresará en carne humana; el Verbo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, se hará carne en el Día Postrero, se manifestará en carne humana, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Espíritu Santo; y vendrá con un nombre nuevo. Un nombre nuevo; un nombre nuevo, porque dos mil años atrás cuando vino en carne humana vino con el nombre Jesús, que significa ‘Redentor’, para redimir a los seres humanos.

Y ahora, para el Día Postrero vendrá con el Nombre de León de la tribu de Judá, con el Nombre con el cual hace el Reclamo. Ese es el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo y ese es el Nombre Eterno de Dios y el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios; es el Nombre de la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén tiene un nombre eterno: es el Nombre Eterno de Dios.

Y ahora, sigue diciendo:

“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.

Ahí tiene escrito el Nombre con el cual Él es Rey de reyes y Señor de señores.

O sea, “Rey de reyes” no es nombre, y “Señor de señores” no es nombre; pero “Rey de reyes y Señor de señores” tiene un nombre: ese es el Nombre Eterno de Dios.

El Rey de reyes y Señor de señores tiene Su Nombre Eterno, y ese es el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo para ser manifestado en Su Segunda Venida; Nombre que recibió cuando ascendió al Cielo. Y cuando desciende del Cielo pues viene con Su Nombre Nuevo.

Y ahora, ¿dónde estará escrito este nombre: “Rey de reyes y Señor de señores”? ¿Dónde estará escrito el Nombre del Rey de reyes y Señor de señores? En Su vestidura. Si consiguen la vestidura de Cristo en Su Segunda Venida encontrarán Su Nombre Nuevo y Nombre Eterno de Dios y Nombre de Rey de reyes y Señor de señores, para reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y por toda la eternidad.

Ahora, de seguro hay personas que dirán: “A mí me gustaría que Jesucristo permaneciera con Su nombre Jesús”. Pero Él dice que tiene un nombre nuevo, y ese es el Nombre Nuevo para Su Segunda Venida, y ese es el Nombre Eterno de Dios; Nombre que Dios le dio, Nombre que es sobre todo nombre. Y el único Nombre que es sobre todo nombre es el Nombre Eterno de Dios.

Y ahora, quizás hay personas que digan: “Si Él no viene con el nombre que Él usó en Su Primera Venida, yo no lo voy a recibir”. Pues no lo reciba, el que pierde es usted. Él dijo: “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen”[10].

Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová del Antiguo Testamento, para el Día Postrero vendrá con un Nombre Nuevo, y en Su vestidura tendrá ese Nombre Nuevo; así como en Su vestidura de carne dos mil años atrás tuvo el Nombre para Redención: Jesús.

Y para el Día Postrero tendrá en Su vestidura el Nombre de Rey de reyes y Señor de señores, para reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Tendrá el Nombre Eterno de Dios escrito (¿dónde?) en Su vestidura; o sea que vendrá vestido de carne humana Cristo, el Ángel del Pacto, en el Día Postrero.

Y ahora, veamos lo que dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo en el libro de Los Sellos en español. En la página 277 del libro de Los Sellos en español, hablando del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, del cual hemos leído en estos momentos, nos dice, orando:

[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco (¿Quién es el Jinete del verdadero caballo blanco? El Espíritu Santo), mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.

Hemos visto que el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 es el Espíritu Santo; ese es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo.

Y ahora, vean cómo viene en Apocalipsis, capítulo 19: viene sobre un caballo blanco como la nieve.

Y ahora veamos lo que eso significa conforme a la explicación o revelación que nos dio Dios por medio del precursor de Su Segunda Venida, el profeta mensajero: el reverendo William Marrion Branham; el cual vino con el espíritu y virtud de Elías precursando la Segunda Venida de Cristo, precursando la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 con el Nombre Eterno, con el Nombre de Rey de reyes y de Señor de señores.

Y ahora, ¿qué dice que será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19? En la página 256 del libro de Los Sellos en español dice:

[121]. … cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Es la Palabra de Dios, el Verbo, haciéndose carne nuevamente en el Día Postrero, y eso es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis; es la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, de Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana en el Vencedor, en Su Ángel Mensajero, en el profeta de la Dispensación del Reino, en el Día Postrero, en el séptimo milenio y Dispensación del Reino.

Ahora vean lo que significa la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19: es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo, es la Venida del Ángel del Pacto, que es Jesucristo en Espíritu Santo, viniendo en el Día Postrero en carne humana, manifestado en Su Ángel Mensajero, en un profeta del Día Postrero; en el cual estará Jesucristo manifestado con Su Nombre Nuevo y con el Nombre Eterno de Dios y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios.

Vean ustedes el misterio aquí del Nombre Nuevo del Señor y Nombre Eterno de Dios y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios.

Y ahora, cada hijo e hija de Dios tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, y ellos tendrán —como Cuerpo Místico de creyentes— ese Nombre también para toda la eternidad; porque todo hijo lleva el nombre de su padre; y nosotros como individuos, vean ustedes, también tendremos esa bendición.

Ahora, ¿cómo será? Veamos más adelante, cuando estemos transformados, cómo será; porque nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Y ahora, tenemos nosotros que comprender que este misterio de los nombres escritos en el Cielo es un misterio que desde el Antiguo Testamento está siendo hablado, pero es en el Día Postrero en que totalmente es abierto este misterio para la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Vean ustedes cómo el profeta y patriarca Jacob quiso conocer el Nombre del Ángel de Jehová que le bendijo. Él sabía que, siendo Jehová manifestado en esa forma de hombre, pero de otra dimensión, tenía el Nombre Eterno de Dios, y lo quiso conocer, pues dice Jacob, dice: “Vi a Dios cara a cara”[11]; y si vio a Dios cara a cara, pues tenía que tener el Nombre; no podía llevar otro nombre, tenía que tener el Nombre de Dios. Y en la lectura que tuvimos del Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23, dice Dios que el Ángel, Su Ángel, lleva Su Nombre.

También Moisés quiso conocer el Nombre de Dios. Le dijo: “Si me preguntan por Tu Nombre, ¿qué les diré? Si me preguntan cuál es Tu Nombre…”[12]. Vean, Moisés aquí cuando habla, si no se dio cuenta, en esta pregunta hay dos intenciones:

  • Una: la que parece más normal, la de si le preguntaban por Su Nombre (por el Nombre del que le apareció, del Nombre de Dios), dárselo a conocer al pueblo hebreo, decir el Nombre del que lo estaba enviando.
  • Pero más, algo más de lo profundo del alma de Moisés: conocer el Nombre de Dios.

Así como sucedió con Jacob, que quiso conocer el Nombre de Dios manifestado en la forma de un Ángel, del Ángel de Jehová.

Y ahora Moisés quiere conocer también el Nombre de Dios, el Nombre del Ángel de Jehová, el cual era oculto para el pueblo hebreo; y encontramos que solamente Dios le dio unas consonantes que la humanidad no ha podido pronunciar en forma de nombre.

Encontramos que Manoa también quiso saber el Nombre del Ángel que le apareció en la forma de un hombre, y le dijo que tendría —él por medio de su esposa— un hijo, el cual sería Sansón. Y le preguntó al Ángel: “¿Cuál es Tu Nombre?, para que cuando se cumpla lo que Tú has dicho, te honremos”. Él le dice: “¿Por qué preguntas por Mi Nombre, que es oculto?”[13].

Porque ese Nombre no podía ser revelado allá, solamente estaban siendo dados al pueblo hebreo los nombres compuestos de Dios, pero no el Nombre Eterno de Dios. Porque esa es una revelación divina que vendrá de parte de Dios para el Día Postrero, para la Venida de la Piedra no cortada de manos que viene con un Nombre Nuevo, para la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, de Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana en el Día Postrero.

Busquen en Su vestidura ese Nombre, porque ahí lo encontrarán; pero nadie lo entenderá, sino aquel que lo recibe. Nadie entendía ese Nombre, sino Él mismo; o sea que todo lo que conlleva ese Nombre, sus detalles, Él mismo es el que lo entenderá, para que así nadie pueda usarlo incorrectamente.

Y ahora, encontramos que es en el Día Postrero que estas revelaciones tan grandes y eternas, la Iglesia del Señor Jesucristo estaría recibiendo; y por eso es que así como recibirá la visita del Dios Eterno, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, viniendo el Verbo, la Palabra en carne humana, viniendo en un hombre, vendrá con Su Nombre Eterno para los escogidos de Dios que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, los que han partido resuciten en cuerpos eternos y los que estamos vivos seamos transformados; y entremos a eternidad, entremos a un cuerpo eterno y vivamos por toda la eternidad.

Porque todo lo que Él tendrá será eterno: Su Nombre Eterno, que es el Nombre Nuevo del Señor y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios; y también tendrá (¿qué?) un pueblo que recibirá cuerpos eternos, y que estarán con vida eterna aquí en la Tierra cuando resuciten los que han partido y los que estamos vivos seamos transformados; y estaremos aquí de 30 a 40 días, y nos iremos luego a la Cena de las Bodas del Cordero en lo que pasa la gran tribulación, los juicios divinos que han de venir sobre la Tierra.

Pero nosotros estaremos en la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo, disfrutando esa gran Cena de las Bodas del Cordero. “Bienaventurados los que son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero”. Apocalipsis, capítulo 19, verso 9.

Y luego de esa temporada de tres años y medio con Cristo en la Casa de nuestro Padre celestial, cuando haya pasado, cuando haya terminado la gran tribulación, regresaremos a la Tierra con cuerpos eternos, en los cuerpos que nos fuimos (que serán eternos), y regresaremos a la Tierra para dar comienzo al glorioso Reino Milenial con nuestro amado Señor Jesucristo; y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.

Encontramos también que para la eternidad, luego del Reino Milenial y del Juicio Final, encontramos que a la Ciudad de nuestro Dios, a la Nueva Jerusalén, que estará sobre la Tierra, no entrará ninguna cosa sucia o que haga abominación, ninguna cosa inmunda, sino solamente los que tienen sus nombres ¿dónde? Escritos en el Libro de la Vida del Cordero. ¿Por qué? Porque esa Ciudad estará habitada por los miembros del Cuerpo Místico de Cristo; y cada parte de esa Ciudad contará una historia de las personas que vivirán en esa Ciudad.

Por ejemplo, cuando las personas vean los muros estará contándose la historia de los doce apóstoles de Cristo, porque tienen los nombres – esos doce muros tienen los nombres de los doce apóstoles de Jesucristo.

Cuando se vean las puertas de la Ciudad: doce puertas, tres por cada lado, tienen nombres de ángeles, tienen los nombres de las doce tribus de Israel; o sea que estarán contando la historia, dando testimonio de la historia de los doce patriarcas y las doce tribus de Israel.

O sea que todo allí es motivo de recuerdo histórico de lo que sucedió en el pasado, en medio del pueblo hebreo y en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo. Así es toda la Nueva Jerusalén.

Y nos vamos a detener ahí, porque si seguimos subiendo, ya ustedes saben a dónde vamos a llegar: vamos a llegar al Trono; y si llegamos al Trono, la historia que cuenta el Trono, de la cual da testimonio, es la historia de lo que aquí haya sucedido en el tiempo de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Y lo que está en el Trono de Dios en el Cielo es lo que estará allí en el Trono de esa Ciudad; y es lo que se habrá materializado, reflejado, en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Vean ustedes cómo todo lo que estará en esa Ciudad contará la historia de Amor de Dios con Su pueblo, de Jesucristo nuestro Salvador con Su pueblo, Su Iglesia, y con el pueblo hebreo; o sea que será la Ciudad del Amor, la Ciudad del Amor Divino, donde estará manifestado el Dios Todopoderoso, que es Amor[14]; y por Su Amor nos redimió.

Y ahora vean dónde nos colocará en este planeta Tierra después que haya pasado el Juicio Final: estaremos en la gran Ciudad, la Ciudad que tiene 1500 millas[15] de ancho y 1500 millas de largo y 1500 millas de alto; y ahí encontramos que vivirán los escogidos de Dios. Esa es nuestra Casa para la eternidad. Y de ahí, pues nos moveremos para todo el planeta Tierra y para todos los lugares.

Para dondequiera que usted apunte hay universo y hay estrellas y hay planetas. Si va hacia arriba, hacia acá… Decimos hacia arriba, porque siempre hacia arriba es hacia arriba, hacia la cabeza, y hacia abajo es hacia los pies.

Ahora, siempre que nos movamos hacia alguno de los lugares fuera del planeta Tierra, encontraremos otros planetas, encontraremos otras galaxias y encontraremos otras constelaciones, y encontraremos lugares dónde habitar; o sea que no hay problema que el planeta Tierra se llene de seres humanos.

El planeta Tierra es de los pequeñitos comparado con planetas que existen como Júpiter y Saturno, y otros planetas; y solamente del sistema solar nuestro, ¿cómo será de otros sistemas?

No hace mucho descubrieron un sol, una estrella, que es mucho más grande que nuestro sol, y es algo así como del tamaño de la órbita que tiene el planeta Tierra o que recorre el planeta Tierra, y en el centro de la órbita está el sol. Y si es del grande o cubre un área del tamaño de la órbita de la Tierra, el sol es pequeñito comparado con esa estrella, con ese sol. Dicen que es, el sol, la estrella más grande que haya existido probablemente, pero siempre encontrarán una más grande cada día.

Y ahora, es probable, vamos a decir, es probable que encuentren una más grande más adelante. Porque cuando la gente miraba hacia arriba, decían: “Hay como unos cuántos millones de estrellas”; no las podían contar. Dios le dijo a Abraham que las contara[16], y tampoco pudo, siendo profeta.

Y ahora, con los telescopios que tienen, pues dicen que son billones de galaxias. Y cuando se dice que son billones de galaxias, ya si empezamos a contar los planetas que hay en, vamos a decir, las… si comenzamos a contar las constelaciones que hay en cada galaxia, los sistemas solares que hay en cada galaxia o en cada constelación, y las estrellas que hay en cada sistema solar, y lo sumamos todo (los números), vean ustedes, recorrerían el planeta Tierra y todavía nos faltaría tinta para seguir escribiendo, y papel también.

Ahora, vean ustedes que Dios ha creado todo eso, y nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro[17]. Con razón dice la Escritura que Él nos ha lavado con Su Sangre, nos ha limpiado de nuestros pecados y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes[18].

Los reyes más ricos son los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. ¡Gozaos de que vuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo!

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LOS NOMBRES ESCRITOS EN EL CIELO”.

  • Hay nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, en esa sección donde no pueden ser borrados: esos son los redimidos por la Sangre de Jesucristo.
  • Y hay también, en otra sección, nombres de personas que permanecerán y entrarán a la vida eterna después del Reino Milenial y después del Juicio Final; entrarán a la vida eterna y así entrarán a la eternidad, al Reino de Dios.
  • Y hay otros que tienen sus nombres escritos en la sección del Libro de la Vida, que serán borrados sus nombres porque no ayudaron a los escogidos de Dios en el tiempo en que vivieron; no le ayudaron en nada, y muchos de ellos se levantaron en contra de los escogidos de Dios.
  • Y hay otras personas que no tienen sus nombres escritos en ningún lugar, excepto en donde nacieron, allá en el registro de su país; pero no tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
  • Y hay otros que no tienen sus nombres escritos ni siquiera en el registro de los que han nacido en la Tierra.

Y ahora, ¿será eso real, de que hay personas que no tengan sus nombres escritos en el Libro de la Vida? Veamos lo que la Biblia nos dice; y si la Biblia lo dice, así es. En Apocalipsis, capítulo 13, nos dice en los versos…, vamos a ver, capítulo 13, verso 1 en adelante, dice:

“Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo (otras versiones pueden decir ‘nombres de blasfemia’[19] o ‘nombres blasfemos’).

Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad.

Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada…”.

Esa bestia es el reino o imperio de los gentiles, la cuarta bestia que vio Daniel; y también es el reino de los gentiles en la etapa de hierro, de las piernas de hierro, que fue herido, pero después fue restaurado; y viene a ser luego, al final, los pies de hierro y de barro cocido; pero es la misma bestia.

“… pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia,

y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?

También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses (o sea, los 42 meses de la gran tribulación, que son los tres años y medio de la gran tribulación).

Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo.

Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.

Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”.

¿Ven que no tenían sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero?

Y ahora, leemos en Apocalipsis, capítulo 17, verso 8 en adelante, donde nos habla de la bestia nuevamente, y nos dice:

“La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será”.

¿Dice la Biblia que hay personas que no tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida? Claro que sí. Hay personas que no lo tienen en el Libro de la Vida del Cordero escritos, y hay otras que ni siquiera lo tienen en la otra sección del Libro de la Vida.

Hemos visto: “EL MISTERIO DE LOS NOMBRES ESCRITOS EN EL CIELO”, en el Libro de la Vida:

  • En la sección de la Vida del Cordero: esto es la sección de los primogénitos de Dios, de los escogidos de Dios.
  • Y en la otra sección, del Libro de la Vida, está el resto de las personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo. Muchos de ellos (de los que tienen sus nombres en esa sección) permanecerán con sus nombres escritos ahí; otros, por actuar en contra de los escogidos de Dios, de los primogénitos de Dios, perderán el derecho a tener sus nombres escritos ahí: serán raídos sus nombres, serán borrados sus nombres del Libro de la Vida y perderán el derecho a la vida eterna.
  • Y hay otros que ni siquiera tienen sus nombres escritos en la sección del Libro de la Vida.

Así que podemos ver: “EL MISTERIO DE LOS NOMBRES ESCRITOS EN EL CIELO”, en el Libro de la Vida.

Cristo cuando toma el Libro de los Siete Sellos está tomando el Libro de la Vida; ahí están escritos los nombres de los primogénitos de Dios que han sido llamados de edad en edad por su nombre; aunque ellos no hayan comprendido el misterio del llamado de Cristo cuando los ha llamado en la edad que les ha tocado vivir, pero Cristo dijo que el Buen Pastor llama a Sus ovejas por su nombre[20].

Y ahora, podemos ver que los primogénitos de Dios tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, en esa sección de la cual no puede ser borrado ningún nombre. “Nadie las arrebatará de Mi mano”[21], dice el Señor. Esos son los primogénitos de Dios, los escogidos de Dios, los predestinados de Dios desde antes de la fundación del mundo, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto complete el número de los escogidos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, sea completado su número en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en la América Latina y el Caribe. Y luego de ser completado ese número, sean resucitados los muertos en Cristo y nosotros los que vivimos seamos transformados, y recibamos el cuerpo eterno, conforme a la promesa divina; y luego nos vayamos de aquí a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, conforme a como Cristo ha prometido. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

“EL MISTERIO DE LOS NOMBRES ESCRITOS EN EL CIELO”, en el Libro de la Vida.

¿Dónde están los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero? Aquí estamos en la América Latina y el Caribe escuchando la Voz de Cristo, llamándonos en este Día final, en este Día Postrero, y colocándonos en Su Cuerpo Místico de creyentes, en la Edad de la Piedra Angular.

Vamos a ver dónde se encuentra Miguel por aquí. Vamos a pedirle a Miguel pase por aquí para continuar y finalizar nuestra parte en esta tarde dándole gracias a Cristo por la bendición tan grande de haber colocado nuestros nombres en el Cielo, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

¡Gozaos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero!

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde. Y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo.

“EL MISTERIO DE LOS NOMBRES ESCRITOS EN EL CIELO”.

[Revisión mayo 2023 – JR -RM]

[1] San Mateo 10:32-33

[2] Éxodo 33:17

[3] San Juan 12:24

[4] San Mateo 10:42, San Marcos 9:41

[5] San Mateo 27:46, San Marcos 15:34

[6] San Lucas 23:34

[7] San Lucas 2:49

[8] Éxodo 19:16-19

[9] Génesis 32:24-28

[10] San Juan 10:27

[11] Génesis 32:30

[12] Éxodo 3:13-14

[13] Jueces 13:17-18

[14] 1 Juan 4:8, 4:16

[15] 1500 millas = 2414 km

[16] Génesis 15:5

[17] Romanos 8:17

[18] Apocalipsis 1:5-6, 5:10

[19] Reina-Valera 1909

[20] San Juan 10:2-3

[21] San Juan 10:28

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