El fin del tiempo

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes y televidentes. Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y nos hable directamente a nuestra alma en esta ocasión, y nos permita entender Su Palabra, nos revele Su Palabra en nuestras almas en esta ocasión, y así nos llene del conocimiento de Su Programa correspondiente a este tiempo final. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Quiero leer en Apocalipsis, capítulo 10, versos 1 en adelante, donde nos dice de la siguiente manera:

“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.

Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más…”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es “EL FIN DEL TIEMPO”.

El fin del tiempo ha sido anunciado desde el Antiguo Testamento; y encontramos que aquí, en el libro del Apocalipsis, nos habla también del fin del tiempo; pero vemos que también en el Apocalipsis del Antiguo Testamento, que es el libro del profeta Daniel, Dios también habló del fin del tiempo, y le mostró al profeta Daniel algo muy importante: el profeta Daniel vio también allí a este Ángel Fuerte. En el capítulo 12 y versos 4 en adelante dice, del libro del profeta Daniel:

“Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.

Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río.

Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?

Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.

Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?

Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.

Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán”.

Aquí encontramos, en este pasaje del libro del profeta Daniel, que Dios le mostró al profeta Daniel lo mismo que le mostró al apóstol San Juan.

Este Ángel que está sobre las aguas del río, allá en el libro del profeta Daniel, es Cristo; y este Ángel que aparece aquí, en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, que desciende del Cielo y coloca Su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la Tierra, es también el mismo personaje: es Cristo en el tiempo final, viniendo conforme a Su promesa hecha a Su Iglesia para este tiempo final.

Ahora, vean ustedes cómo también encontramos a estos otros dos personajes en el libro del profeta Daniel, uno a un lado del río y el otro al otro lado del río. Encontramos que todo eso es tipo y figura de lo que estará sucediendo en el tiempo final.

Vean cómo la Venida de Cristo allá está mostrada sobre el río, con un Ángel a un lado y otro Ángel al otro lado, y Cristo sobre las aguas del río. El Ángel que está a un lado del río, uno es el Arcángel Miguel y el otro es el Arcángel Gabriel.

Este Ángel o Arcángel Gabriel fue el que le trajo la revelación al profeta Daniel allá en el Antiguo Testamento; y ese Ángel Mensajero es el que también trajo las buenas nuevas o buenas noticias de la Primera Venida de Cristo, pues fue el Ángel o Arcángel enviado de parte de Dios para darle la buena noticia al sacerdote Zacarías que tendría un hijo por medio de su esposa Elisabet, la cual era estéril y ya avanzada en edad, y el sacerdote Zacarías era ya también un hombre avanzado en edad, y no habían tenido hijos.

Y ahora, vean ustedes, ellos habían orado por un hijo a Dios, y ahora Dios les iba a conceder la petición; pues la oración del sacerdote Zacarías había llegado ante la presencia de Dios, y le iba a conceder un hijo aun en la vejez del sacerdote Zacarías. Así que iba a ser de alegría para el sacerdote Zacarías; aunque después no le quedarían muchos años para vivir, pero estaría disfrutando la llegada de un hijo que estaba prometido en el Antiguo Testamento como el precursor de la Primera Venida de Cristo.

En el Antiguo Testamento los profetas habían hablado de esa persona que vendría, y ahora el sacerdote Zacarías y su esposa Elisabet serían las personas bienaventuradas que tendrían a ese niño naciendo en su familia. Era un matrimonio muy privilegiado; aunque estaban ancianos ya, y no tenían niños, pero Dios les envió un niño aun ellos ya estando en edad avanzada.

El sacerdote Zacarías, cuando recibió la visita del Arcángel Gabriel estaba ministrando en el templo y estaba en la labor de ofrecer el incienso a Dios allí en el templo; y se le apareció el Arcángel Gabriel allí en el templo, nos dice capítulo 1 del libro de San Lucas, versos… Vamos a ver… verso 8 en adelante dice (Zacarías)… Vamos a comenzar en el verso 5 del capítulo 1 del libro o Evangelio según San Lucas, dice:

“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.

Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.

Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.

Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,

conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.

Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso”.

El altar del incienso estaba en el lugar santo, frente allí a la entrada del lugar santísimo; y cuando se ofrecía el incienso se estaba ahí ofreciendo las oraciones del pueblo, las súplicas del pueblo, y se estaba ahí llevando ante la presencia del Señor también la adoración del pueblo. Ahora, vean ustedes, dice:

“Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.

Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.

Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;

porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.

E irá delante de él (o sea, delante del Señor) con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.

Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel…”.

El Arcángel Gabriel no se había identificado todavía; el sacerdote Zacarías sabía que era un Ángel de Dios. Miren dónde llega: llega, dice que llegó allí, “a la derecha del altar del incienso”, allí se colocó el Ángel o Arcángel Gabriel; pero el sacerdote Zacarías no sabía quién era ese Ángel; pero ahora el Ángel le dice:

“Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.

Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo”.

Ahora vean cómo aquí, esta expresión del sacerdote Zacarías preguntándole al Arcángel Gabriel cómo sería esto; dice:

“Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada”.

Ya las esperanzas para el sacerdote Zacarías y para su esposa Elisabet, las esperanzas de la petición que ellos habían hecho a Dios de que les diera un hijo, ya se habían ido las esperanzas de ellos y también la fe; pues aquí el Arcángel dice:

“… por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo”.

O sea que la buena noticia que le estaba dando el Arcángel Gabriel al sacerdote Zacarías, de la venida del precursor de la Primera Venida de Cristo naciendo de ellos, de ese matrimonio, del matrimonio de Zacarías con Elisabet; esa promesa que estaba en la Biblia, y ahora la cual está siendo confirmada para ser cumplida al sacerdote Zacarías y a su esposa Elisabet; no la creyó el sacerdote Zacarías: no creyó que se cumpliría esa promesa por medio de tener ellos un hijo, porque él pensaba que ya estaba viejo y que ya la petición que él le había hecho a Dios, ya Dios no se la iba a cumplir, ya Dios no le iba a conceder tener un hijo; pero vean, el Arcángel dice que su petición había sido escuchada delante de Dios.

Y cuando la persona ve que lo que le ha pedido a Dios se tarda, pues debe pensar: “Pues la bendición que me va a dar es más grande de lo que yo me imaginaba”.

Y ahora, la bendición de un hijo, el cual le estaba pidiendo el sacerdote Zacarías a Dios, esa bendición de tener un hijo iba a ser tan grande que ese hijo sería el precursor de la Primera Venida de Cristo; sería un profeta que vendría, el cual estaba prometido para aparecer en aquel tiempo en que Dios le daría ese hijo al sacerdote Zacarías.

Para el tiempo en que le apareció el Arcángel Gabriel al sacerdote Zacarías, era el tiempo en que tenía que aparecer ese niño en la Tierra, pero primero tenía que ser engendrado en el vientre de una mujer; y allí estaba el sacerdote Zacarías, que sería el instrumento de Dios con su esposa para la venida del precursor de la Primera Venida de Cristo, en el cual vendría el ministerio de Elías manifestado por tercera ocasión; porque cuando Dios promete la venida de un profeta que ya vino en el pasado, cuando Dios cumple esa promesa de nuevo, es el ministerio de aquel profeta viniendo en otro hombre.

Vean, el ministerio de Elías estuvo en la Tierra en medio del pueblo hebreo por primera ocasión en Elías Tisbita, y por segunda ocasión en Eliseo, y por tercera ocasión estuvo el ministerio de Elías en el profeta Juan el Bautista precursando la Primera Venida de Cristo.

Y para este tiempo final, también la promesa de la venida de Elías está señalada en la Escritura; y esa es la venida de Elías por cuarta ocasión, que es la venida del ministerio de Elías, el ministerio de Elías viniendo en otro hombre, precursando la Segunda Venida de Cristo. Esa promesa también ya ha sido cumplida en este tiempo: en el reverendo William Marrion Branham, de Norteamérica.

Ahora vean cómo Dios cumple Sus promesas, y hay personas que ni creen en lo que Dios ha prometido para ser cumplido en el tiempo en que ellos están viviendo.

Y ahora, vean ustedes, el sacerdote Zacarías no podía creer que tendría ese hijo que él le había pedido a Dios, y que ese hijo sería el que le estaría preparando el camino al Señor, o sea, el precursor de la Primera Venida de Cristo, el cual sería —en las profecías— la venida de Elías.

Pero cuando Dios dice que viene Elías, viene el ministerio de Elías en un hombre del tiempo en donde Dios cumple esa promesa.

Por eso es que también el precursor de la Segunda Venida de Cristo, cuando estuvo predicando en la ocasión en que estuvo contestando preguntas, le hicieron una pregunta muy importante; esto fue en marzo 24 de 1963, cuando él estuvo predicando acerca de los siete Sellos de Apocalipsis y capítulos 6 en adelante. Encontramos que él tuvo actividad, y en esas actividades tuvo un día para preguntas y respuestas; y en esas preguntas y respuestas, una de ellas, la número 11, la cual aparece en la página 399 del libro de Los Sellos en español, fue:

“11. El Elías que viene a predicar a los judíos, ¿es el verdadero Elías que estuvo en los días de Achab, o será solamente el espíritu de Elías en otro hombre?”.

O sea que está hablando del quinto Elías, está preguntando quién será el quinto Elías: si será literalmente el profeta Elías que estuvo miles de años atrás, en el tiempo de Acab (o sea, el primer Elías, Elías Tisbita), o será un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu ministerial del profeta Elías. Ahora, él dice:

“94. Ahora, si yo pudiera responderles eso correctamente, también podría responderles en cuanto a Henoch; pero no puedo. Lo único que yo sé es lo que dicen las Escrituras en cuanto a cómo será”.

Él dice que lo que puede hacer es ¿qué? Es:

“Lo único que yo sé (lo único que él sabe, ¿es qué?) es lo que dicen las Escrituras en cuanto a cómo será”.

Y vamos a ver cómo él dice que será. Dice:

“Yo he pensado que será un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu; porque allá, cuando Elías ya había subido y Eliseo se encontró con los hijos de los profetas, ellos dijeron: ‘El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo’. Es que Eliseo obró igual a Elías”.

Ahora, ¿qué estará buscando el pueblo hebreo en este tiempo final?; porque tiene la promesa que Elías vendrá primero para el pueblo hebreo y después el Mesías; porque el pueblo hebreo está esperando la venida del profeta Elías.

Por eso es que en una de las fiestas importantes del pueblo hebreo, ellos colocan en la mesa, en la noche en que ellos van a tomar esa copa de vino, ellos colocan también una copa de vino para el profeta Elías; porque ellos están esperando la venida del profeta Elías.

Ahora, ¿qué será la venida del profeta Elías para el pueblo hebreo? Será la venida del espíritu ministerial del profeta Elías en un hombre de este tiempo final.

¿Qué estarán buscando los hebreos en este tiempo final en cuanto a la venida del profeta Elías y en cuanto a la Venida del Mesías?

Ellos lo que están buscando es la venida de un hombre en el cual esté Dios manifestado, en donde esté el Espíritu de Dios manifestado: están buscando un hombre ungido con el Espíritu de Dios. Porque cuando se habla del Mesías, del Cristo (Cristo: Mesías), y Mesías lo que significa es ‘Ungido’; ellos están buscando el Ungido con el Espíritu de Dios, ellos están buscando ese Mesías prometido para aparecer en este tiempo final. Y ellos están buscando la venida del profeta Elías.

¿Y qué será la venida del profeta Elías para el pueblo hebreo? Será la quinta manifestación del ministerio de Elías en carne humana en un hombre de este tiempo final.

Y por cuanto el ministerio de Elías, ¿todo el tiempo ha estado dónde? Todo el tiempo ha estado en el Templo de Dios… Así como el ministerio de Moisés estuvo en el Templo de Dios, estuvo en el Atrio del Templo de Dios; el Atrio del Templo de Dios, hablando de la raza humana como Templo; porque el ser humano ha sido creado por Dios para ser templo de Dios.

Y vean ustedes, la raza humana como Templo, de Adán hasta Cristo vivió en la parte correspondiente al Atrio; y por eso es que encontramos que los ministerios de Adán hasta Cristo se llevaron a cabo en la parte del Atrio; y el Sacrificio de Cristo, vean ustedes, se llevó a cabo en esa parte de la raza humana como Templo de Dios, en la parte que corresponde al Atrio de la raza humana.

Y esto es de acuerdo a la forma en que en el templo se efectuaba el sacrificio, pues era en el atrio donde se efectuaba el sacrificio y se ofrecía el sacrificio allí, en el altar de fuego. Y así, vean ustedes, en el Atrio de la raza humana, que corresponde al tiempo de Adán hasta Cristo, vino Cristo y ofreció Su cuerpo como Sacrificio vivo por todo ser humano, llevando así nuestros pecados.

Encontramos que los ministerios de todos los profetas de Dios desde Adán hasta Cristo, se efectuaron en esa parte de la raza humana como Templo de Dios. Encontramos que el ministerio de Moisés estuvo en esa parte, también el ministerio del profeta Samuel, como también el ministerio de Josué, como también los ministerios de los diferentes profetas de Dios, como el de Elías, el de Eliseo y de todos esos profetas de Dios; esos ministerios corresponden al Atrio de la Casa de Dios.

Y luego encontramos que el ministerio de Cristo no solamente permaneció en el Atrio, sino que luego que murió y resucitó, encontramos que entró al Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo.

Encontramos, vean ustedes, que Cristo lleva a cabo Su Sacrificio aquí en la Tierra en la parte del Atrio, porque también este planeta Tierra corresponde al Atrio. Y luego, cuando Cristo fue al Paraíso, encontramos que Él estuvo allí con los santos que estaban en el Paraíso; y luego, cuando resucitó, resucitaron con Cristo los santos del Antiguo Testamento1.

Y luego, cuando ascendió al Cielo, fue al Lugar Santísimo del Templo de Dios, de ese Templo celestial, y se presentó como Sumo Sacerdote con Su propia Sangre, Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec; porque Él es aquel Melquisedec que le apareció al profeta y patriarca Abraham, el padre de la fe2. Él es ese Melquisedec, sin padre y sin principio de días y sin fin de tiempo, Él es el Sacerdote del Templo que está en el Cielo3.

Ahora vean cómo el sacerdote del templo terrenal que fue establecido en medio del pueblo hebreo allá en Jerusalén, y también el tabernáculo y en el tabernáculo que levantó Moisés allá en el desierto; el sumo sacerdote, miren ustedes, para poder llevar al lugar santísimo la sangre de la expiación, tenía que ir al atrio, porque en el atrio era que se llevaba a cabo el sacrificio.

Y el sumo sacerdote llevaba a cabo el sacrificio del macho cabrío; y luego tomaba esa sangre y colocaba de esa sangre allí, en el lugar establecido, tanto en el atrio, lugar santo y también lugar santísimo.

Para poder llegar al lugar santísimo primero tenía que estar en el lugar del atrio, y luego pasar con esa sangre por el lugar santo, y luego pasar al lugar santísimo, y allí esparcir sobre el propiciatorio de esa sangre de la expiación.

Y miren cómo él hacía, cómo él hacía cuando pasaba por el lugar…, cuando llegaba al lugar santísimo; dice, vamos a ver… Primero tenía que entrar con la sangre de la becerra roja, que había sido sacrificada por el sumo sacerdote y la familia (su familia, la familia sacerdotal); y luego salía del lugar santísimo para el sacrificio del macho cabrío de la expiación. Dice… Vamos a ver cómo dice aquí: “Y hará traer…”. Capítulo 16 de Levítico, verso 5 en adelante, dice:

“Y de la congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos para expiación, y un carnero para holocausto.

Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo (o sea, es ese becerro o becerra roja o bermeja), y hará la reconciliación por sí y por su casa.

Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión.

Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel.

Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación (el sumo sacerdote era el que llevaba a cabo ese sacrificio del macho cabrío).

Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto.

Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la reconciliación por sí y por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo.

Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová (ese altar es el que está antes de entrar al lugar santísimo), y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo”.

O sea que entraba detrás del velo al lugar santísimo, con la sangre de esta becerra o becerro bermejo, para la reconciliación del sumo sacerdote y de su casa con Dios.

Ahora, vean ustedes el por qué el pueblo hebreo en estos días está a la expectativa: porque ha nacido en la tierra de Israel una becerra bermeja, como la que ellos usaban para este propósito. Y vean cómo el sumo sacerdote tenía que ofrecer esta expiación para la reconciliación de él y su casa, o sea, del sacerdocio, para poder ministrar ante la presencia de Dios. Y de seguro ellos piensan que de un momento a otro algo muy grande estará sucediendo para la nación hebrea.

Ahora, miren, él entra al lugar santísimo con el incensario; dice:

“Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo.

Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera”.

O sea que si no entraba en esta forma, moría allí el sumo sacerdote. Por eso fue que los hijos de Aarón, dos hijos de Aarón, los cuales entraron con incensarios pero con un fuego extraño, murieron en el lugar santísimo4. Dice:

“Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre”.

O sea, vean ustedes, sobre el propiciatorio (el propiciatorio…); dice:

“Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre”.

El propiciatorio, estando frente al sumo sacerdote, cuando él entraba… Digamos que él viene de allá, del este, porque está en el atrio; después del atrio, ya viene con la sangre; y luego, cuando pasa al lugar santo, antes de entrar al lugar santísimo, toma el incensario que está ahí en el lugar santo, en donde está el altar del incienso, y lo llena de fuego del altar; y toma también un puñado… dice:

“… y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo”.

O sea que entra con el incensario y sus puños llenos de ese perfume que está molido, ¿para qué? Para presentarse ante Dios allí y colocar en el incensario (que está con ese fuego del altar, esas brasas encendidas), echar ahí sobre el incensario; y cuando echa ese perfume molido ahí, se prende, y comienza a salir humo del incensario.

Vean, y él toma, con su dedo, de la sangre también que él lleva de la becerra o becerro bermejo, que fue sacrificado en expiación por el sumo sacerdote y por su casa, por su familia, y luego esparce siete veces sobre el lado oriente del propiciatorio.

Él viene caminando, toma el incensario; y luego pasa la cortina (la puerta, que tiene una cortina), pasa a través de la cortina, pasa al otro lado; y queda frente al arca del pacto. Y sobre el arca del pacto: la tapa del arca del pacto es el propiciatorio o asiento de misericordia, el asiento o trono de misericordia; y ahí él se coloca con el incensario, frente al arca del pacto; echa ese perfume molido en el incensario, y se llena de humo todo ese lugar, se llena de humo el propiciatorio; dice:

“Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera”.

Y luego toma de la sangre del becerro que él lleva en cierta vasija, y esparce siete veces con su dedo; o sea, mete su dedo en la vasija y esparce, ¿ve?, en esa forma; y esa parte oriental, que es la parte este del propiciatorio, es la parte que queda frente al sumo sacerdote.

Digamos, se coloca ahí el sumo sacerdote mirando hacia acá, y esta es la parte que queda hacia el este; la parte este del propiciatorio pues está aquí, la parte oeste está acá, y la parte norte es esta, y la parte del este… La parte este es esta, la parte oeste es esta, la parte norte es esta, y esta es la parte sur. ¿Ven?

Ahora, él esparce con su dedo sobre la parte este del propiciatorio; y Dios está ahí, en el propiciatorio; y a la parte sur del propiciatorio está un querubín y a la parte norte está otro querubín.

Ahora miren cómo Dios está en medio de los dos querubines de oro ahí, tipo y figura ahí de lo que sucedió tanto en el monte Sinaí…; porque Moisés allá, en el monte Sinaí, fue que vio todo lo que después él hizo en la Tierra por orden divina.

Dios le mostró en el Cielo el Templo del Cielo, y le mostró el modelo de lo que sería construido por el profeta Moisés por orden divina5; o sea que ese es el modelo del Templo que está en el Cielo. Todo está tipificado en ese tabernáculo que construyó Moisés y en ese templo que construyó el rey Salomón.

Ahora, vean ustedes cómo aquí el sumo sacerdote, luego de hacer esto… Cuando se habla de siete veces, eso habla de siete edades. Ahora vean:

“Después degollará el macho cabrío…”.

O sea, tiene que salir luego: salir, cambiar su ropa, ir para sacrificar el macho cabrío; y luego que lo sacrifica, luego se cambia de ropa de nuevo y se coloca la vestidura blanca con la cual entra al lugar santísimo. Para el sacrificio del macho cabrío él se coloca la ropa dorada, la ropa de oro; pero para entrar al lugar santísimo él entra con una vestidura, una vestidura o ropa blanca, de lino. Ahora, vean ustedes, dice:

“Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio (hará como hizo con la sangre del becerro o becerra bermeja).

Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas.

Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel”.

O sea que esa labor le toca hacerla al sumo sacerdote.

Y ahora Cristo, el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, ha estado haciendo esa misma labor. Vino aquí a la Tierra para ofrecer el Sacrificio de Su cuerpo por nuestros pecados, como expiación por todos nosotros; luego, miren ustedes, pasó por el Paraíso y resucitó luego con los santos del Antiguo Testamento; y luego entró al Cielo, cuando ascendió al Cielo, y se presentó en el Cielo con la Sangre de Su propio Sacrificio realizado en la Cruz del Calvario.

Al Templo que está en el Cielo, al lugar de intercesión, que es el Lugar Santísimo, donde está el Trono de Misericordia o Lugar de Misericordia o Asiento de Misericordia, no puede entrar nadie, excepto nuestro Señor Jesucristo con la Sangre de Su propio Sacrificio; por lo tanto, Él se coloca allí con Su propia Sangre.

Y desde que Él ascendió al Cielo, Él ha mantenido Su Sangre en el lugar de intercesión, sobre el Propiciatorio, que es el Trono de Intercesión o Asiento de Misericordia, para así estar intercediendo y obteniendo misericordia para el Orden Sacerdotal de Melquisedec; porque Cristo es el Melquisedec, el Sumo Sacerdote que ministra en el Cielo, en el Lugar Santísimo del Templo de Dios.

Pero la Escritura dice que Él nos ha limpiado, nos ha lavado con Su Sangre; así lo dice Apocalipsis, capítulo 1 y versos 5 en adelante, donde dice:

“… y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

Y en Apocalipsis, capítulo 5, versos 8 en adelante, dice (8 al 10, dice):

“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos (esas copas de oro llenas de incienso ¿son qué? Las oraciones de los santos);

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.

Ahora vean cómo Cristo por medio de Su Sacrificio nos ha lavado de nuestros pecados con Su Sangre, y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes.

En Apocalipsis, capítulo 20, aquí mismo leímos que nos ha hecho reyes y sacerdotes, y dice:

“… y reinaremos sobre la tierra”.

Ahora, ¿cómo es posible que un sacerdote vaya a reinar sobre la Tierra? Es que conforme al Orden de Melquisedec, el sacerdote tiene también su posición de rey.

Cristo, siendo el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, es el Melquisedec que le apareció a Abraham; y el Melquisedec que le pareció a Abraham es Sacerdote y Rey. Y por consiguiente, todos los que han sido lavados con la Sangre de Cristo y han recibido el Espíritu de Cristo: han sido limpios con la Sangre de Cristo, nos ha limpiado con Su Sangre, y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes de ese Templo que está en el Cielo.

Y ahora vean ustedes cómo el Orden Sacerdotal del Templo que está en el Cielo corresponde a Melquisedec y a todos los que son lavados con la Sangre de Jesucristo, el Melquisedec del Templo que está en el Cielo.

Y ahora vean cómo, siendo sacerdotes del Templo que está en el Cielo juntamente con nuestro Señor Jesucristo, durante el glorioso Reino Milenial estaremos reinando con Cristo aquí en la Tierra; y por consiguiente tendremos el privilegio de ser reyes y sacerdotes. Y por consiguiente, desde esta Tierra, la Iglesia del Señor Jesucristo, durante el Reino Milenial, reinando con Cristo, tendrá la representación del Cielo aquí en la Tierra, materializada esa representación en los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo. Y por eso es que habrá un orden sacerdotal aquí en la Tierra perteneciente al Templo que está en el Cielo, del cual Jesucristo es el Sumo Sacerdote; y también Él es el Rey de reyes y Señor de señores, y nosotros con Él somos reyes también y sacerdotes también.

Ahora vean cómo ese Orden celestial, el Orden según Melquisedec, fue reflejado en el orden de Aarón, con Aarón como sumo sacerdote y los demás sacerdotes ministrando en el templo, que era un reflejo del Templo que está en el Cielo.

Y si el templo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón era un reflejo, un tipo y figura del Templo que está en el Cielo, también el sacerdocio que hubo allí era un reflejo del Sacerdocio celestial, del Sacerdocio del Orden de Melquisedec.

Ahora podemos ver cómo también para el glorioso Reino Milenial, el pueblo hebreo, que ha sido también tipo y figura del Templo que está en el Cielo…; porque el pueblo hebreo como nación es —como nación— un Templo, y tiene las diferentes partes del Templo que está en el Cielo, lo tiene reflejado.

Por eso es que para el tiempo final, lo que estará en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Templo celestial reflejado en Su Iglesia…; porque la Iglesia, vean ustedes, es ese Tabernáculo de Dios, la Esposa del Cordero; y por consiguiente, todo lo que está en el Templo del Cielo ha estado materializándose aquí en seres humanos, en los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Por eso las edades, las siete edades de la Iglesia gentil, corresponden al Lugar Santo del Templo que está en el Cielo, y lugar santo del tabernáculo que construyó Moisés y del templo que construyó Salomón.

Por eso es que el apóstol San Pablo, hablándonos del templo de Moisés, dice de la siguiente manera: Capítulo 9, verso 19 en adelante (o un poquito antes): “Porque…”. Capítulo 9, verso 16 en adelante, dice [Hebreos]:

“Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador.

Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.

De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.

Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo (San Pablo dice que roció el libro y también al pueblo),

diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.

Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.

Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así…”.

O sea que todas las cosas que Moisés estaba rociando con la sangre del becerro y del macho cabrío, todo lo que él estaba rociando era tipo y figura de las cosas celestiales, de las cosas del Templo que está en el Cielo.

“… pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos”.

¿Que las cosas celestiales del Templo que está en el Cielo serían rociadas con Sangre también? Eso es lo que nos dice San Pablo:

“… pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.

Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero…”.

El “santuario hecho de mano” fue el lugar santísimo del tabernáculo de Moisés y el lugar santísimo del templo que construyó Salomón.

Ahora, no entró Cristo ni al lugar santísimo del tabernáculo que construyó Moisés, ni al lugar santísimo del templo que construyó Salomón, ni al lugar santísimo del templo que estaba en los días en que Cristo murió, que fue construido por el rey Herodes. No entró Cristo allí con Su Sangre, para ofrecerla en el lugar santísimo, como lo hacía el sumo sacerdote cada año, sino que Cristo con Su Sangre ascendió al Cielo; y fue al Templo que está en el Cielo, entró al Lugar Santísimo del Templo celestial, y allí entró con Su propia Sangre, y la ofreció allí; y allí ha estado Su Sangre haciendo intercesión por cada hijo e hija de Dios.

Cada hijo e hija de Dios pertenece al Templo que está en el Cielo; y por eso los hijos e hijas de Dios fueron representados en el templo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, y aquellos templos que fueron la reconstrucción en diferentes épocas del templo que había construido el rey Salomón.

Ahora, podemos ver de dónde nosotros hemos venido. Así como Cristo dijo que había venido del Cielo, que había descendido del Cielo, y regresaba al Cielo, que había venido de Dios y regresaba a Dios6; Cristo también nos ha enseñado que estábamos con Él desde antes de la fundación del mundo, y que nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

San Pablo, en Hebreos, capítulo 1 y versos 1 en adelante, dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.

Ahora vean ustedes cómo Cristo ascendió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios, se sentó en el Trono de Dios, y colocó allí la Sangre de Su Sacrificio por el pecado; y así, vean ustedes, Él como Sumo Sacerdote ha estado esparciendo Su Sangre de edad en edad, haciendo intercesión en el Cielo por cada hijo e hija de Dios que viviría aquí en la Tierra en cada una de estas edades.

Por eso es que Cristo ha estado en el Cielo, en el Lugar Santísimo, haciendo intercesión con Su propia Sangre por cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero.

Y es desde el Cielo que Dios envía cada uno de Sus hijos a vivir en esta Tierra, y por eso es que hemos nacido en esta Tierra a través de papá y mamá; nuestra alma fue enviada del Cielo, de Dios, hemos venido de Dios, y hemos sido manifestados en estos cuerpos mortales y hemos obtenido un espíritu del mundo para hacer contacto con Cristo y recibir a Cristo como nuestro Salvador; y así Cristo hacer intercesión por nosotros allá en el Cielo y así hacer la reconciliación de nosotros con Dios, y así Dios estar con nosotros y nosotros con Él reconciliados. Por eso San Pablo predicaba7: “Reconciliaos hoy con Dios”.

Ahora, vean ustedes cómo Cristo está reconciliando a cada uno de los hijos e hijas de Dios, que ¿dónde estaban? Allá en el Cielo, en el Templo que está en el Cielo; pero hemos venido aquí a la Tierra en estos cuerpos mortales: nuestra alma ha venido de allá, del Cielo, y estamos aquí en la Tierra manifestados en carne humana. Y cuando hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador y hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibido Su Espíritu Santo: hemos nacido de nuevo y hemos obtenido un cuerpo de otra dimensión, un cuerpo teofánico, un espíritu teofánico de la sexta dimensión, un espíritu teofánico del Lugar Santo del Templo que está en el Cielo; pero nuestra alma pertenece al Lugar Santísimo.

Y nuestro cuerpo físico, vean ustedes, será cambiado cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados, y entonces tendremos un cuerpo eterno; y ese cuerpo eterno pertenece al Atrio del Templo de Dios.

Por lo tanto, tendremos parte en el Atrio, en el Lugar Santo y en el Lugar Santísimo; porque tendremos el cuerpo, que pertenece al Atrio del Templo de Dios, tenemos espíritu teofánico, que pertenece al Lugar Santo del Templo de Dios, y tenemos alma, que pertenece al Lugar Santísimo.

El alma nuestra está representada en el Lugar Santísimo, o el Lugar Santísimo está representado en nuestra alma; o sea, en las dos formas. Por eso es que, siendo el Lugar Santísimo el Asiento o Trono de Dios, en el ser humano el trono de Dios, ¿en el ser humano es qué? El alma de la persona, el alma de cada hijo e hija de Dios.

Pero Dios tiene que estar manifestado no solamente en el alma de la persona, sino desde el alma Él se manifiesta hacia el espíritu y también hacia el cuerpo; como desde el templo Dios se manifestaba en el lugar santísimo, y de ahí la manifestación de Dios pasaba al lugar santo y al atrio también.

Por eso los siete vasos o lámparas en el candelabro, del lugar santo, estaban reflejando la luz que estaba dentro del lugar santísimo; pero en el lugar santísimo, encontramos que estaba la presencia de Dios allí manifestada.

Ahora vean cómo la Iglesia del Señor Jesucristo también ha estado siendo construida en la forma del Templo que está en el Cielo. Y las siete etapas o edades de la Iglesia gentil corresponden al Lugar Santo del Templo que está en el Cielo, y al lugar santo del templo que construyó Moisés y del templo que construyó el rey Salomón.

Luego, el Lugar Santísimo, que corresponde a la Edad de la Piedra Angular, es el lugar más importante de la Iglesia del Señor Jesucristo, porque es el lugar donde Cristo viene manifestado en el Día Postrero; así como estuvo manifestado en cada edad, correspondientes al Lugar Santo, ahora en el Lugar Santísimo es manifestado en la misma forma en que se manifestaba allá: por medio de carne humana.

Así como se manifestó en cada ángel mensajero, para el Día Postrero se manifestará en Su Ángel Mensajero, en la Edad de la Piedra Angular; y siendo que la Edad de la Piedra Angular corresponde al Lugar Santísimo, así como Dios ha estado materializando las cosas del Lugar Santo del Templo que está en el Cielo en Su Iglesia durante estas etapas pasadas, Él estará materializando las cosas que están en el Lugar Santísimo: las estará materializando en la Edad de la Piedra Angular, que es la edad que representa el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo.

Y vean ustedes, por eso es que Cristo, así como ha estado llamando y juntando a Sus escogidos en cada edad por medio del ministerio que ha manifestado en cada ángel mensajero (a través del cual ha resplandecido la Luz de Cristo, pues Cristo es la Luz del mundo8), y ha resplandecido en cada edad por medio de Su manifestación en cada ángel mensajero, en la Edad de la Piedra Angular Cristo se manifiesta; y ahí es donde Cristo estará manifestado primeramente en las primicias del Espíritu y luego en la plenitud.

Porque primero es Él manifestado en medio de Su pueblo, en esa etapa que corresponde a la parte espiritual que tiene que ver con nuestro cuerpo teofánico; pero cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados, ya tendremos un cuerpo eterno, y habrá una manifestación también en la parte física de parte de Cristo, en donde ya no solamente será la parte espiritual sino la parte física también.

O sea que no será una edad que solamente cubrirá la parte espiritual, sino que esa edad va a cubrir también la parte física, no solamente de la Iglesia del Señor Jesucristo sino de la raza humana completa.

Y por eso traerá un cambio en este planeta Tierra la manifestación de Jesucristo en este tiempo final. O sea que traerá la introducción al glorioso Reino Milenial; y por consiguiente los reinos de este mundo van a pasar a ser los reinos de nuestro Dios, de nuestro Señor Jesucristo; y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.

Ahora, esto es para este tiempo final, en donde se estará llevando a cabo este cambio profético y dispensacional; porque es un cambio en el Cielo, un cambio del Lugar Santo al Lugar Santísimo, en donde Cristo estará llamando y juntando a los escogidos que pertenecen a ese Lugar Santísimo de Su Templo espiritual; los cuales en este Día Postrero estarán viviendo en este planeta Tierra en cuerpos mortales, los cuales son llamados y juntados en este Día Postrero con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, que es el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino predicando, dando a conocer el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo; y con ese misterio siendo dado a conocer, son llamados y juntados todos los escogidos de Dios.

Y cuando se complete el número de los escogidos de Dios del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, ya Cristo dejará el Trono de Intercesión en el Cielo; y, de ahí en adelante, el Trono de Intercesión o Asiento de Misericordia en el Cielo se convertirá en un Trono, en un Asiento de Juicio; porque cuando hay Sangre en el Cielo, en el Trono de Intercesión, hay misericordia; pero si la Sangre no se encuentra en ese Trono o Asiento de Misericordia, entonces se convierte en un Asiento, en un Trono de juicio divino.

Por eso es que en Apocalipsis, capítulo 11 y versos 15 en adelante, dice de la siguiente manera…

Esto es el Trono de Intercesión en el Cielo o Asiento de Misericordia o Trono de Dios en el Cielo, donde Cristo se sentó a la diestra de Dios, haciendo intercesión por nosotros.

Ese Trono, para esta etapa que nos muestra Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 en adelante, ya es un Trono de Juicio, porque ya no hay Sangre, ya no está la Sangre del Cordero, la Sangre de Jesucristo, colocada en ese lugar; y ya Él no está allí como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre, porque ya ha hecho intercesión por el Israel celestial completo, ya ha hecho intercesión por todos los sacerdotes según el Orden de Melquisedec, y están listos ya; y ya para ese tiempo, ya están transformados y ya están reconciliados con Dios todos, no solamente espiritualmente sino físicamente también, con un cuerpo eterno.

Dice:

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.

Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,

diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.

Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo”.

Ahora vean cómo el Trono de Dios en el Cielo se encuentra sin la Sangre de Cristo, porque ya concluyó la Intercesión en el Cielo; y ahora se ha convertido, el Trono de Dios en el Cielo, ese Asiento de Misericordia, se ha convertido en un Trono de Juicio, para Dios traer a juicio a la raza humana, traer a juicio a todas las naciones.

Y así como cada persona como individuo tiene que dar cuenta a Dios cuando Dios le juzgue, también cada nación como nación tiene que dar cuenta a Dios. Y el juicio para las naciones, vean ustedes, viene el juicio para las naciones existentes del reino de los gentiles, que en este tiempo final se encontraría en los pies de hierro y de barro cocido; ese juicio divino viene antes del Reino Milenial. Por eso es que muchas naciones serán condenadas y dejarán de existir.

Nosotros oramos a Dios por la América Latina y el Caribe, para que las naciones latinoamericanas y caribeñas alcancen misericordia delante de Jesucristo.

Y Cristo va a estar manifestado en Su Iglesia, y desde Su Iglesia vendrá la bendición y misericordia de Cristo para muchas naciones; y estas naciones, en su mayoría serán latinoamericanas y caribeñas. ¿Esto por qué? Porque las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, que corresponden al Lugar Santo del Templo que está en el Cielo, y del tabernáculo que construyó Moisés y el que construyó Salomón, se cumplieron ya en territorios gentiles: Asia Menor, Europa y Norteamérica; o sea que esas edades tienen gente de esos territorios.

Y ahora, la Edad del Lugar Santísimo, que es la Edad de la Piedra Angular, se cumple en la América Latina y el Caribe, y tiene gente latinoamericana y caribeña para llenar la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Jesucristo.

Y por cuanto la Obra que Cristo está haciendo en la América Latina y el Caribe, donde está extendiendo Su amor y misericordia, y los siete colores del arco iris… Así como extendió un color del arco iris en cada edad del pasado, ahora extiende los siete colores del arco iris en forma de círculo completo sobre la América Latina y el Caribe, y sobre Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad de la Cabeza. Y es sobre la cabeza de Cristo, en Apocalipsis, capítulo 10, que estaba el arco iris, alrededor de Su cabeza, como también alrededor del Trono en el Cielo estaba el arco iris9.

Ahora, en la Edad de la Piedra Angular, alrededor de la Edad de la Piedra Angular está el arco iris; y al estar alrededor, estará sin final; por lo tanto, la manifestación de Cristo en misericordia para la Edad de la Piedra Angular continuará por el Milenio y por toda la eternidad.

Y el territorio latinoamericano y caribeño, que en su mayoría no comprende la bendición tan grande que le ha tocado en el Programa Divino, es el territorio privilegiado para esta manifestación del Lugar Santísimo del Templo espiritual del Señor Jesucristo, para llenar el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo con latinoamericanos y caribeños en este tiempo final; y luego le tocará la bendición al pueblo hebreo.

Y es de la América Latina y del Caribe que el Evangelio regresará a los judíos, al pueblo hebreo; es de la América Latina y el Caribe que el Evangelio del Reino irá al pueblo hebreo; y llamará y juntará 144.000 hebreos que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, y ellos recibirán la Segunda Venida de Cristo, y luego entenderán lo que fue la Primera Venida de Cristo.

En la actualidad el pueblo hebreo está esperando la Venida del Mesías; y todos ellos lo que están esperando es la llegada, la venida, de un hombre en el cual estará manifestado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová; eso es lo que ellos están esperando, y están clamando desde hace años por el cumplimiento de esa promesa que Dios le ha hecho al pueblo hebreo.

Está el pueblo hebreo, el Israel terrenal, y está el Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora vean ustedes cómo, así como del pueblo hebreo, del Israel terrenal, vino el Mensaje del Evangelio de la Gracia, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo, vino para el Israel celestial; ahora del Israel celestial el Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, irá para el pueblo hebreo, para el Israel terrenal.

Hemos visto este misterio, y hemos visto que esto es para EL FIN DEL TIEMPO; y para el fin del tiempo tendremos señales claras de que estaremos viviendo en el fin del tiempo.

En la parábola del trigo y de la cizaña Cristo dijo que enviaría Sus Ángeles (¿para qué?) para llevar a cabo la cosecha10. Una señal clara del fin del tiempo es el ministerio de los Ángeles del Hijo del Hombre llevando a cabo el recogimiento de los escogidos de Dios en este tiempo final.

Cristo también, en San Mateo, capítulo 24, verso 31, dijo: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”.

Los escogidos de Dios del Israel celestial son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que para el Día Final o tiempo final, o fin del tiempo, serán llamados y juntados en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el Cuerpo Místico del Señor de Jesucristo, así como fueron llamados y juntados los escogidos de Dios en las siete etapas o edades pasadas de la Iglesia del Señor.

Y los escogidos del Israel terrenal pues son 144.000 hebreos, que en este tiempo final van a ser llamados y juntados por el mismo ministerio de los Ángeles del Hijo del Hombre.

Estos ministerios son los ministerios de los Dos Olivos y de los Dos Candeleros de oro de Apocalipsis, capítulo 11, y de Zacarías, capítulo 4. Estos son los ministerios que Él dijo que enviaría en este tiempo final para llevar a cabo esa labor. Y con la venida de esos ministerios a la Tierra, a la Iglesia del Señor Jesucristo primeramente, son llamados y juntados los escogidos de Dios del Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular; son llamados y juntados: son llamados en el territorio que corresponde a la Edad de la Piedra Angular en este tiempo final, que es el territorio latinoamericano y caribeño.

Por eso es que en este tiempo final, la labor de la Iglesia del Señor Jesucristo, teniendo el ministerio correspondiente al tiempo final en medio de ella: tiene la labor de trabajar y buscar, con ese ministerio y con el Mensaje que trae ese ministerio, llamar y buscar a todos los escogidos de Dios en toda la América Latina y el Caribe.

Y cuando haya terminado esa labor, todos los escogidos correspondientes a la Edad de la Piedra Angular estarán en la Edad de la Piedra Angular, en el Cuerpo Místico de Cristo, y así se habrá completado la construcción de la Iglesia del Señor Jesucristo; y así se habrá materializado en la Tierra, en seres humanos, el Templo que está en el Cielo; y así Dios tendrá un Templo compuesto por seres humanos que han vivido en este planeta Tierra en cuerpos mortales, pero luego tendrán el cuerpo eterno; porque Dios glorificará la Casa de Su gloria, como Él lo ha prometido a través del profeta Isaías en el capítulo 60 y verso 7. Dice:

“… y glorificaré la casa de mi gloria”.

Ahora vean dónde estará la gloria de Dios manifestada en toda Su plenitud en este tiempo final, dónde estará el Logos, la Shekinah, la Columna de Fuego, manifestada en toda Su plenitud en este tiempo final: estará en el Templo espiritual de Cristo, que es Su Iglesia.

Cuando Su Iglesia sea completada, será dedicada a Dios, para morada de Dios en toda Su plenitud; y Dios morará en toda Su plenitud en Su Iglesia: los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados; y así estará glorificada la Casa de la gloria del Señor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Israel celestial, en el cual se materializa el Templo que está en el Cielo.

Por lo tanto, para el glorioso Reino Milenial y para toda la eternidad, la representación del Templo que está en el Cielo será la Iglesia del Señor Jesucristo aquí en la Tierra.

Y por cuanto el pueblo hebreo es el Israel terrenal, lo que estará manifestado en el Israel celestial pasará a ser manifestado en el Israel terrenal también. ¿Por qué? Porque en el Israel terrenal estará el Israel celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso es que tenemos la promesa de vivir en el Israel terrenal: porque somos el Israel celestial.

Ahora, vean cómo para este tiempo final todas estas cosas serían abiertas completamente a los escogidos de Dios, para poder comprender el tiempo que nosotros estamos viviendo, y no caminar fuera de tiempo, no estar caminando fuera de paso; porque la Iglesia del Señor Jesucristo de edad en edad ha tenido que caminar en la edad que le corresponde, que es el paso que le corresponde dar en cada edad.

Y Cristo ha estado en cada edad en el momento en que ha estado vigente cada una de esas edades; y ahora Cristo está en la Edad de la Piedra Angular, que es la edad vigente para este tiempo final.

Ahí es donde Cristo se manifiesta, ahí es donde Cristo camina; y ahí, en esa edad, es donde caminamos nosotros en los negocios de nuestro Padre celestial, trabajando en ellos y llevando a cabo así la Obra que Cristo ha encomendado a Su Iglesia en este y para este tiempo final.

Somos instrumentos de Jesucristo, del Espíritu Santo, llevando el Mensaje del Evangelio del Reino por toda la América Latina y el Caribe, para bendición de los latinoamericanos y caribeños, para el recogimiento de los escogidos de Dios, y para que la América Latina y el Caribe pueda entrar al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo. Por cuanto somos sacerdotes, oramos por la América Latina y el Caribe, pedimos a Dios por la América Latina y el Caribe.

Así que vean ustedes la bendición tan grande que nos ha tocado en el fin del tiempo.

Estamos viviendo en el tiempo final, donde de un momento a otro se completa el número de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, y Cristo sale del Trono de Intercesión en el Cielo, del Asiento de Misericordia; y se convertirá luego en un Trono de Juicio; pero nosotros seremos transformados y los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos.

Y, luego, no importa los juicios divinos que vengan sobre el planeta Tierra, no nos harán daño a nosotros, porque estaremos ya transformados; estaremos en un nuevo cuerpo eterno y glorioso para vivir con Cristo por toda la eternidad.

Hemos llegado a la fase final del Programa de Dios para ser preparados; ser juntados todos los escogidos de Dios, con la Gran Voz de Trompeta, con el Mensaje del Evangelio del Reino, y ser preparados para ser transformados y raptados nosotros los que vivimos, y los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos eternos.

Si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el séptimo milenio. Si no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, pues solamente faltan unos 2 o 3 años para entrar al glorioso séptimo milenio, en donde los muertos en Cristo resucitarán primero; pues Cristo dijo, hablando acerca de los creyentes en Él, Él dijo que los resucitaría y dijo cuándo sería esa resurrección. Él dijo en San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.

¿Para cuándo tiene la comisión Cristo de resucitar a los creyentes en Él? Dice que es para el Día Postrero.

“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

¿Cuándo dice que resucitará a los que han creído en Él? Dice que será en el Día Postrero, a los que han creído en Él y sus cuerpos han muerto; y para nosotros los que vivimos, luego que los muertos en Cristo sean resucitados, nosotros seremos transformados. Por lo tanto, la transformación nuestra es también para el Día Postrero, y el rapto o arrebatamiento de la Iglesia de Jesucristo es también para el Día Postrero.

Y el Día Postrero es el séptimo milenio, porque “un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día”11; y los días postreros son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Así que el Día Postrero, que es el séptimo milenio, pertenece a los días postreros: es el último de los días postreros.

Ahora podemos ver dónde nos encontramos en el Programa Divino: nos encontramos en el tiempo del fin, nos encontramos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos; nos encontramos en el tiempo en que estaríamos escuchando la Voz de Cristo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final.

Él prometió darnos a conocer todas estas cosas y lo está haciendo. ¿Y dónde están las personas que estarían escuchando todas estas cosas siendo reveladas, todas estas cosas que debían suceder siendo reveladas a la Iglesia de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular? Aquí estamos, en la América Latina y el Caribe, presentes, escuchando la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta en el Día del Señor, en el séptimo milenio, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder en el fin del tiempo.

“EL FIN DEL TIEMPO”.

Hemos visto las cosas que estarían sucediendo en el fin del tiempo, en donde el tiempo para el mundo y sus reinos, o sea, los Gobiernos gentiles, el reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, estará llegando a su final; porque la Piedra no cortada de manos es la que le puso fin al reino de los gentiles en Su Venida12.

Así que estaremos viendo este cambio de reino también. Estaremos viendo este cambio de reino cuando estemos nosotros ya transformados. Porque los reinos de este mundo pasarán a ser de nuestro amado Señor Jesucristo, y Él establecerá Su Reino, y habrá mil años de paz sobre este planeta Tierra.

Pero antes viene la gran tribulación, donde el juicio divino se va a derramar sobre la Tierra; pero no tenemos miedo a la gran tribulación, porque ya para ese tiempo estaremos transformados y estaremos en la Casa de nuestro Padre celestial, en la Cena de las Bodas del Cordero.

Todas estas bendiciones las ha prometido Cristo ¿para quiénes? Para todos nosotros que vivimos en este tiempo final, y para los que han partido en edades pasadas.

“EL TIEMPO DEL FIN”.

En la tarde, en la próxima actividad, a las 3:00 de la tarde, comenzaremos la próxima actividad; y ya a las 3:30, si estoy listo, estaré con ustedes nuevamente para continuar viendo las grandes bendiciones que Jesucristo tiene para el fin del tiempo para cada uno de nosotros que vivimos en este tiempo final.

Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de EL FIN DEL TIEMPO y de todas estas cosas que hemos visto a través de la Escritura en esta ocasión, señaladas en la Escritura para el fin del tiempo.

Así que estaremos nuevamente a las 3:00 de la tarde reunidos; tendremos un receso, y luego regresaremos para continuar viendo todas las bendiciones que Él tiene para nosotros para este tiempo final, para EL FIN DEL TIEMPO.

Que Dios les bendiga, que Dios les guarde, y muchas gracias por vuestra amable atención.

“EL FIN DEL TIEMPO”.

[Revisión octubre 2020]

1 San Mateo 27:52-53

2 Génesis 14:18-20

3 Hebreos 7:1-3

4 Levítico 10:1-2

5 Éxodo 25:40, 26:30; Hebreos 8:5

6 San Juan 16:28

7 2 Corintios 5:20

8 San Juan 8:12

9 Apocalipsis 4:3

10 San Mateo 13:36-43

11 2 Pedro 3:8, Salmos 90:4

12 Daniel 2:34-35

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