El misterio del cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo

Muy buenos días, amados hermanos y amigos aquí en Puerto Príncipe, Haití. Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos permita entender Su Palabra en esta ocasión, y nos permita comprender el misterio de Su Segunda Venida, y nos llene así de sabiduría y conocimiento del Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Quiero leer en el Evangelio según San Mateo, capítulo 24, versos 1 al 3; y luego el mismo capítulo 24, versos 30 al 31. Leamos San Mateo 24, verso 1 al 3, donde dice:

“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos (aparte) para mostrarle los edificios del templo.

Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”.

Capítulo 24, verso 30 al 31, dice:

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.

“EL MISTERIO DEL CUMPLIMIENTO DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO”. Ese es nuestro tema para esta ocasión.

Para poder comprender el misterio de la Segunda Venida de Cristo es muy importante comprender lo que fue la Primera Venida de Cristo; por lo tanto, veamos lo que fue la Primera Venida de Cristo, y también veamos las promesas de la Primera Venida de Cristo, y también veamos las promesas de la Segunda Venida de Cristo.

La Primera Venida de Cristo estuvo anunciada por Dios desde el Huerto del Edén, en Génesis, capítulo 3, verso 15, cuando Dios dijo que la Simiente de la mujer heriría en la cabeza a la serpiente, y habría enemistad entre la simiente de la serpiente y la Simiente de la mujer.

Veamos cómo lo dice aquí: capítulo 3, verso 15, dice… Veamos, aquí está cuando Dios maldijo la serpiente; por lo tanto, leamos capítulo 3, verso 14 al 15, del Génesis, y dice así:

“Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida”.

La serpiente antes no se arrastraba, no era un reptil; era en la forma erecta como un hombre, hablaba, razonaba y era el animal más inteligente, más astuto; pero después perdió la bendición que tenía porque fue un instrumento del diablo a través del cual el diablo se manifestó y engañó a Eva, e hizo caer la raza humana de la vida eterna.

Y toda persona que sea un instrumento del diablo está bajo maldición divina, y pierde el derecho a la vida eterna.

Ahora, sigue diciendo Dios, le dice a la serpiente:

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.

Por eso cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, allí estaba herido en el calcañar; fue herido en esta parte de las manos y también fue herido por los tobillos; y allí se cumplió la herida que el diablo le daría al Mesías, la Simiente de la mujer.

Desde el Génesis, vean ustedes, se habla del Mesías.

Ahora veamos cómo el Mesías le ha estado ganando la batalla al diablo.

En la Cruz del Calvario el Mesías venció al diablo, llevó nuestros pecados, pagó la deuda del pecado y resucitó; le quitó las llaves del infierno y de la muerte al diablo.

Y ahora Cristo resucitará, en el Día Postrero, en cuerpos eternos, a todos los creyentes en Él que han partido, o sea, que han muerto sus cuerpos físicos; y a los que están vivos los transformará; a todos los creyentes en Cristo que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; y por consiguiente se ha efectuado en la persona el nuevo nacimiento, ha nacido de nuevo, ha nacido en el Reino de Dios, y tiene un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Y solamente le falta el cuerpo eterno que Cristo ha prometido para los creyentes en Él, el cual recibiremos cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos, y nosotros entonces seremos transformados y tendremos también el cuerpo eterno; y así regresaremos a la vida eterna con un cuerpo eterno.

Ahora, ya tenemos vida eterna, porque hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo y hemos recibido Su Espíritu Santo, y por consiguiente hemos nacido de nuevo; y ya estamos con vida eterna.

Cristo dijo, hablando acerca de la vida eterna y de los creyentes en Él, en el capítulo 5 de San Juan, verso 24:

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.

Vean cómo pasamos de muerte a Vida.

¿Y por qué pasamos de muerte a Vida al creer en Jesucristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo? Pasamos de muerte a Vida porque nosotros hemos venido a esta Tierra en este cuerpo mortal, corruptible y temporal, y hemos venido en muerte, un cuerpo mortal; y pasamos de muerte a vida eterna cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, y lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibimos Su Espíritu Santo.

Ahora vean la forma de pasar de muerte a vida eterna: es por medio de Jesucristo. Jesucristo dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por Mí”[1]. No hay otra forma para obtener vida eterna y para regresar con vida eterna a nuestro Padre celestial, solamente hay un Camino: ese es Jesucristo; solamente hay una Verdad: y ese es Jesucristo; y solamente hay una Vida Eterna: y ese es Jesucristo.

Y cuando lo recibimos estamos recibiendo vida eterna; y Él efectúa en nosotros el nuevo nacimiento, y al nacer de nuevo obtenemos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, del Paraíso.

Y luego, en el Día Postrero, recibiremos el cuerpo físico eterno, un cuerpo glorificado; y seremos a imagen y semejanza de nuestro Señor Jesucristo.

Él es el principio de la Nueva Creación, de la Creación de Dios[2], de esa Nueva Creación de personas que vivirán eternamente con Jesucristo como reyes y sacerdotes.

Ahora veamos cómo todo esto sucedió por medio de Su Venida.

¿Qué fue Su Venida dos mil años atrás? Su Venida dos mil años atrás fue el cumplimiento de las profecías que hablaban de la Venida del Mesías como Cordero de Dios, y como Cordero sería llevado al matadero[3].

Por eso Juan el Bautista cuando habló que después de él vendría Uno del cual él no era digno de desatar la correa de Su calzado[4], cuando lo vio, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”[5]. Estaba viniendo como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo.

Vean ustedes, cuando Moisés hirió la roca aquella primera ocasión en el cual el pueblo tuvo sed, y Dios le dijo: “Ve frente a la roca con la vara con la cual abriste el mar; ve allí, estate allí, y Yo voy a estar sobre la roca. Y golpearás la roca, y la roca les dará agua”[6], San Pablo en Primera de Corintios nos dice que esa roca es Cristo.

Vean ustedes cómo esa Roca, que es Cristo, estuvo en medio del pueblo hebreo, reflejándose en aquella roca que Moisés hirió. Primera de Corintios, capítulo 10, verso 4 al 6, dice que la Roca que los seguía, que seguía al pueblo hebreo, era Cristo.

Y ahora vean cómo Cristo se reflejó a través de esa roca; porque Cristo es la Roca de Salvación, el que nos da Agua de vida eterna, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Ese es el Señor Jesucristo, ese es el Ángel del Pacto, el cual vendría en medio del pueblo hebreo en carne humana.

Dice el profeta Isaías en el capítulo 7, verso 14:

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”.

¿De quién está hablando aquí el profeta Isaías? ¿Está hablando aquí de él mismo o está hablando de otra persona? Está hablando de otra persona: está hablando del Mesías, de la Simiente de la mujer, de la cual Dios habló en Génesis, capítulo 3, verso 15.

Y ahora, la Simiente de la mujer pues tenía que venir por medio de una mujer. Y ahora Dios da más información acerca de esa mujer y de ese hijo que nacería por medio de esa mujer: ahora dice que será una virgen; y ahora identifica el pueblo a través del cual vendrá esa virgen y a través de la cual vendrá el Mesías: el pueblo es el pueblo hebreo.

Y ahora, también identifica, en otras ocasiones y en otros lugares, que será un descendiente de David: vendrá por medio de la tribu de Judá. Y por eso la virgen María era una descendiente del rey David; por lo tanto, era una princesa; aunque era una mujer pobre, una joven pobre, pero era una princesa.

La posición de ella como descendiente del rey David nadie se la podía quitar, aunque era pobre; pero la pobreza no le quita a usted lo que usted es, y la riqueza tampoco puede hacer nada para que usted sea una cosa que usted no es. Y para los hijos de Dios, ni las riquezas terrenales ni la pobreza impiden que sean hijos de Dios.

Ahora podemos ver que esta joven descendiente del rey David sería esta virgen de la cual habló el profeta Isaías, y tendría un hijo esta virgen. Isaías nos habló en el capítulo 9 más acerca de ese niño, en el verso 6 y 7 del capítulo 9 de Isaías, y dijo:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.

Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.

Ahora miren cómo habla acerca de este descendiente de David. Él es el heredero al Trono de David, por eso el Trono de Jesucristo es el Trono de David.

Ahora, vean ustedes cómo Jesucristo, siendo el heredero al Trono de David, primero tenía que venir en Su Primera Venida como Cordero de Dios, para tomar nuestros pecados y morir en la Cruz del Calvario. Si Él se sentaba en el Trono de David en Su Primera Venida tendría un reino de pecado y pecador; pero Él tendrá un Reino en donde estarán con Él los reyes y sacerdotes, que son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo, y estarán sin pecado.

El problema de los gobiernos terrenales es que sus gobernantes son seres humanos que están en cuerpos mortales y que el pecado los ataca, y por esa causa encontramos que tienen muchos problemas en la Tierra. Y los reinos gentiles, por cuanto son reinos que están envueltos en el pecado, tienen tantos problemas.

Pero el Reino del Mesías será un Reino donde el pecado no estará en ese Reino, en donde Cristo como Rey de reyes y Señor de señores estará con Sus redimidos en ese Reino. Y en esas personas que formarán parte de ese Reino como reyes y sacerdotes no habrá pecado.

Miren lo que dice Apocalipsis, capítulo 1, verso 4 al 6:

“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;

y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

Con Su Sangre nos lavó de todo pecado, y nos hizo reyes y sacerdotes.

En el capítulo 5 del Apocalipsis, versos 9 en adelante, dice:

“… y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación (ahí están incluidos ustedes y yo también);

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.

En ese glorioso Reino Milenial de Cristo estaremos reinando como reyes y sacerdotes, y el pecado no estará en ese Reino y las personas que estarán frente a ese Reino, que es Jesucristo con Sus redimidos, con Su Iglesia; será un Reino de justicia y de paz para los seres humanos.

Ahora podemos ver cómo ese Reino gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones gentiles. Por eso es que Apocalipsis, capítulo 11 y verso 15, nos habla de ese Reino, y nos habla de que los reinos de este mundo van a ser de nuestro Señor.

Cuando dice “los reinos de este mundo” no solamente se refiere al pueblo hebreo, sino a todas las naciones; porque Jesucristo es el heredero al Trono de David, para reinar sobre el pueblo hebreo, Él es el heredero como Hijo de David; pero como Hijo del Hombre Él es el heredero al planeta Tierra con todos los habitantes, para reinar sobre el planeta Tierra completo.

Ahora, vean ustedes, Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 en adelante, dice:

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.

Ahora, vean ustedes, los reinos de este mundo pasarán a ser de nuestro Dios, de nuestro Señor y de Su Cristo, de Su Ungido.

Ahora, vean ustedes lo que está prometido. Por eso Cristo tuvo que morir en la Cruz del Calvario en Su Primera Venida: para pagar el precio de la Redención; de otra forma no podía venir una restauración del ser humano a la vida eterna, y tampoco una restauración del Trono y Reino de David sobre el pueblo hebreo y sobre el planeta Tierra completo; porque la promesa a David es un Reino sobre el pueblo hebreo, y ese Reino se extenderá a todo el planeta Tierra.

La Piedra no cortada de manos que vio el profeta Daniel en la interpretación que le dio al rey Nabucodonosor, en el libro de Daniel, capítulo 2, verso 30 al 45, dice que esa Piedra en Su Venida hirió la estatua en los pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó; y esa Piedra creció y se hizo un gran Monte que llenó toda la Tierra.

Ese gran Monte que llenará toda la Tierra, vean ustedes, es la Segunda Venida de Cristo, que vendrá en una forma pequeña, pero luego crecerá y llenará toda la Tierra; y reinará sobre el planeta Tierra completo, no solamente sobre el pueblo hebreo.

Ahora, podemos ver el gran misterio del cual estamos hablando. Estamos hablando del misterio de la Segunda Venida de Cristo; pero para poder comprender la Segunda Venida de Cristo tenemos que comprender la Primera Venida de Cristo.

Ahora, vean cómo fue la Primera Venida de Cristo: fue el cumplimiento de las promesas mesiánicas como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo.

En Malaquías, capítulo 3, verso 1, nos dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”.

Ese es el precursor de la Primera Venida de Cristo. ¿Y quién fue el precursor de la Primera Venida de Cristo?, ¿qué profeta vino preparándole el camino a Jesucristo? Pues Juan el Bautista, él es este mensajero prometido para venir preparándole el camino al Señor.

Y ya vino dos mil años atrás aproximadamente, y le preparó el camino al Señor, y lo presentó delante del pueblo diciéndoles: “Este es Aquel del cual yo dije que vendría después de mí. Yo no lo conocía; pero el que me mandó a bautizar y a predicar, me dijo: Sobre aquel que tú veas al Espíritu Santo descender en forma de paloma, ese es Él. Y yo le vi”[7]. ¿Cuándo lo vio Juan? Cuando lo bautizó vio al Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre Jesús de Nazaret[8].

Ahora vean ustedes cómo Juan el Bautista fue identificado como este profeta que vendría preparándole el camino al Señor.

También estaba prometido que sería Elías el que vendría preparándole el camino al Señor.

El pueblo hebreo estaba esperando al profeta Elías, que apareciera preparándole el camino al Señor; y Juan el Bautista, cuando llegó, era ese profeta Elías.

El Arcángel Gabriel en el capítulo 1, verso 17, de San Lucas, nos dice:

“E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.

Esto fue lo que dijo el Arcángel Gabriel acerca del hijo que tendría el sacerdote Zacarías y su esposa Elisabet, la cual era avanzada en edad, y el sacerdote Zacarías era ya anciano. Pero tendrían un hijo, un varón, y sería profeta de Dios, y sería el precursor de la Primera Venida de Cristo; vendría con el espíritu y el poder de Elías.

Y cuando apareció, el pueblo hebreo estaba esperando la venida del profeta Elías, pero no se daban cuenta que Juan el Bautista era ese profeta Elías que tenía que venir.

¿Y cómo puede ser posible esto? Cuando Dios promete enviar un profeta que ya vino en el pasado y tuvo su ministerio y partió, cuando Dios promete enviarlo de nuevo, es el ministerio de ese profeta viniendo en otro hombre, es el Espíritu de Dios operando aquel ministerio que estuvo en aquel profeta, operándolo en otro profeta del tiempo presente en que Dios lo envía.

Vean ustedes, Juan el Bautista fue el Elías que tenía que venir en ese tiempo. El mismo Jesús dio testimonio de Juan el Bautista, en el capítulo 11 de San Mateo, verso 14, y dijo de Juan el Bautista:

“… si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir”.

No solamente el Arcángel Gabriel dice que Juan el Bautista es Elías, sino que Jesús también dice que él es aquel Elías que tenía que venir en ese tiempo preparándole el camino al Señor.

Cuando Jesús estuvo en el Monte de la Transfiguración y se transfiguró delante de Sus discípulos (Pedro, Jacobo y Juan), en el capítulo 17 de San Mateo, los discípulos de Jesucristo (Pedro, Jacob y Juan) vieron a Jesús con Su rostro resplandeciendo como el sol, y vieron también a Moisés y a Elías hablando con Jesús. Moisés y Elías estaban en sus cuerpos teofánicos, sus cuerpos de la sexta dimensión: de la dimensión del Paraíso.

Y ahora, vean ustedes cómo allí estaban ellos hablando con Jesús acerca de la partida de Jesús hacia Jerusalén para cumplir la Obra de Redención; donde la Roca, Cristo, sería herido, lo cual fue representado en la roca que Moisés hirió allá en el desierto por primera vez, o sea, esa primera roca.

Y ahora, allí está Moisés con Jesús y también está el profeta Elías, en sus cuerpos teofánicos. Luego que bajan del Monte de la Transfiguración… Pues todo lo que fue mostrado en el Monte de la Transfiguración es la Venida del Reino de Dios en la Segunda Venida de Cristo.

Y ahora, vean ustedes cómo Su rostro resplandeció como el sol, porque la Segunda Venida de Cristo está prometida como el sol naciente. Malaquías, capítulo 4, verso 2, dice:

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación…”.

El sol literal no tiene alas literales, pero por cuanto Cristo es el Sol de Justicia, las Alas del Sol de Justicia son los Ángeles del Hijo del Hombre. Él dijo que el Hijo del Hombre vendría con Sus Ángeles[9], esas son Sus Alas; y Sus Ángeles son Moisés y Elías.

Los ministerios de Moisés y Elías son las Alas del Sol de Justicia en la Segunda Venida de Cristo, y por eso aparecieron en el Monte de la Transfiguración, en donde se estaba presentando en miniatura todos los elementos que tendrá el Reino de Dios en Su Venida.

Es para el tiempo final que tenemos la promesa de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, y de Zacarías, capítulo 4.

Ahora, los apóstoles de Jesucristo que vieron a Moisés y Elías hablando con Jesús en el Monte de la Transfiguración, luego bajaron con Jesucristo del Monte de la Transfiguración; y cuando bajan, cuando están bajando, vean ustedes… Ellos habían visto en el Monte de la Transfiguración a Moisés y Elías. Dice San Mateo, capítulo 17, verso 9 en adelante:

“Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos”.

Fue una visión, fue la visión de la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino con Sus Ángeles.

Ahora, sigue diciendo:

“Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.

Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.

Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista”.

Vean ustedes, ahí fue donde esos discípulos comprendieron que Juan el Bautista era el Elías que tenía que venir en ese tiempo. Porque cuando Dios promete la venida del profeta Elías, es viniendo el ministerio que estuvo en el profeta Elías en otro velo de carne, en otro hombre del tiempo presente donde Dios cumple esa promesa.

Cuando Dios le dijo al profeta Elías que fuera y ungiera a Eliseo en lugar suyo, y a Jehú como rey de Israel, y a Hazael como rey de Siria[10]… Vean ustedes, Eliseo sería el sucesor del profeta Elías; y cuando Elías le dijo[11]:

—“¿Qué tú quieres que yo haga por ti? Pide lo que tú quieras, y te será concedido”.

Eliseo dijo:

—“Que venga una doble porción sobre mí del espíritu que está en ti”.

Elías le dijo:

—“Cosa difícil tú has pedido”.

¿Y por qué era una cosa difícil? Porque una persona no puede decirle a Dios: “Yo quiero ser un profeta”, y Dios enseguida va a decirle: “Está muy bien, vas a ser un profeta”.

Dios desde antes de la fundación del mundo ha ordenado en Su Programa cuántos profetas Él tendría para enviar a la Tierra en Su Programa; por lo tanto, Dios envía Sus profetas en los tiempos señalados por Dios, para las diferentes edades y diferentes dispensaciones.

No es por el deseo de una persona que esa persona puede ser un profeta, sino porque Dios lo haya predestinado como un profeta y lo haya enviado como un profeta a Su pueblo en este planeta Tierra. Por eso cosa difícil había pedido el profeta Eliseo; pero el profeta Elías sabía lo que Dios le había dicho: que el profeta sucesor de Elías sería Eliseo.

Y ahora, la petición de Eliseo estaba correcta. Y el profeta Elías le dijo: “Si tú me ves cuando yo sea quitado de en medio de ti, te será concedida tu petición; pero si no me ves, no te será concedida la petición”. Y Eliseo siempre estaba pendiente a Elías.

Cuando Elías decía: “Quédate aquí, que Dios me envía al otro lado del Jordán”, Eliseo le decía: “Yo no te dejaré; dondequiera que tú vayas yo voy contigo”; si la promesa era: “Si me ves cuando yo sea quitado, cuando Dios me lleve…”, porque Dios se lo iba a llevar en un carro de fuego, o sea, en un platillo volador.

Será en esa misma forma en que Dios se llevará a Su Iglesia en el rapto.

Ahora, Elías tenía que irse, y Eliseo iba a quedar como sucesor del profeta Elías; y necesitaba el mismo Espíritu de Dios y el ministerio de Elías; ese ministerio Eliseo lo necesitaba en él, y por eso pidió ese ministerio en una doble porción.

Y no podía dejar a Elías, porque si lo dejaba ir solo y Dios se lo llevaba, no lo veía y perdía la bendición de tener una doble porción del espíritu ministerial del profeta Elías.

Pero cuando cruzaron el Jordán, al otro lado del Jordán, vino un carro de fuego en un torbellino, o sea, un platillo volador, y se llevó al profeta Elías. El manto se le cayó al profeta Elías. Eliseo vio los carros de Dios que se llevaron al profeta Elías: “Carros de Israel, carros de caballo de Israel se han llevado a mi señor, a mi padre”[12], porque era su padre espiritual.

Y un padre espiritual, un profeta, como Elías siendo el padre espiritual de Eliseo, era muy amado por su hijo Eliseo. Y cada profeta mensajero de cada edad y de cada dispensación, vean ustedes, tienen hijos espirituales, los cuales aman a su padre espiritual, al mensajero que Dios les envía. Pero nuestro Padre celestial es Dios, el cual usa a esos mensajeros, a esos profetas.

También tenemos, vean ustedes, al padre de la fe: Abraham. Y todos los creyentes en Cristo, dice San Pablo que son hijos del padre de la fe, de Abraham; somos hijos de Abraham[13].

Ahora, vean ustedes, cuando el profeta Eliseo, muy triste, llorando él, toma el manto de Elías y camina de nuevo hacia el Jordán, se para frente al Jordán…; y él no iba a regresar a nado, él no iba a cruzar el Jordán nadando; él se paró frente al Jordán y dobló su manto (como lo había hecho el profeta Elías), y dijo: “¿Dónde está el Dios de Elías?”, e hirió las aguas, y se abrieron; el Jordán se abrió, y Eliseo pasó en seco.

Los hijos de los profetas, que estaban al otro lado, cuando vieron esto dijeron: “El espíritu de Elías ha reposado sobre Eliseo”[14]; se llenaron de alegría: el ministerio de Elías continuaba en la Tierra. Y cuando continúa el ministerio de Elías en la Tierra hay grande bendición para todos los hijos de Dios.

Es muy importante siempre ver dónde está el ministerio de Elías, porque donde esté el ministerio de Elías, ese es el Elías para ese tiempo.

Y el Elías para aquel tiempo del ministerio de Eliseo era Eliseo, en él estaba el ministerio de Elías. Esa fue la segunda vez o segunda manifestación del ministerio de Elías.

La tercera manifestación fue en Juan el Bautista. Jesús dijo: “Él es aquel Elías que había de venir”[15]. ¿Y quién dice lo contrario? Nadie se atreve a decir lo contrario. Juan el Bautista es aquel Elías que tenía que venir preparándole el camino al Señor; y luego vino el Señor, el Mesías.

Cualquier persona podía decir: “Pero es que Juan el Bautista es hijo del sacerdote Zacarías y su esposa, y nosotros estamos esperando al profeta Elías que se fue en un carro de fuego”. Pero cuando Dios promete enviar de nuevo al profeta Elías, es el ministerio del profeta Elías en otro hombre. Esa es la forma de Dios, es en esa forma en que se cumple la venida del profeta Elías para preparar al pueblo para la Primera Venida de Cristo.

Las personas podían decir: “Y ahora, para colmo, Juan el Bautista dice que Jesús, el cual es primo de él, dice que es el Mesías ahora, Jesús de Nazaret”, o sea, Juan el Bautista ahora dice que su primo Jesús es el Mesías; pero Jesús sí era el Mesías, era el cumplimiento de la promesa de la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo. Vino en una forma tan sencilla que las personas no se podían dar cuenta que allí estaba presente el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, como había dicho el profeta Malaquías en el capítulo 3.

Vean ustedes, había enviado al mensajero que le prepararía el camino, y ese fue Juan el Bautista. Pero ¿qué continúa diciendo en este mismo capítulo 3 de Malaquías, verso 1?

“… y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

¿Quién vendría? ¿A quién le estaría preparando el camino Juan el Bautista? Al Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, al Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que libertó el pueblo hebreo en Egipto; el Ángel de Jehová que le había aparecido al profeta Moisés en aquel árbol allá en el desierto en el Sinaí, el cual le había dicho: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”[16].

Ahora vean, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que es el Ángel del Pacto, ahora vendría en medio del pueblo hebreo en carne humana, vendría en carne humana en la forma de un profeta. Por eso es que San Juan, capítulo 1, verso 1 al 14, nos dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

¿De dónde viene la vida del ser humano y de los animales y de toda la Creación? Del Verbo, que era con Dios y era Dios.

¿Y qué es entonces el Verbo? El Verbo es el cuerpo teofánico de Dios, que era con Dios y era Dios. Era Dios dentro de ese cuerpo teofánico. Y ese cuerpo teofánico es un cuerpo como nuestros cuerpos, pero de otra dimensión.

Dios estando en ese cuerpo teofánico, el cual luego en medio del pueblo hebreo y en medio de Adán y de sus descendientes fue visto en la forma de un hombre, de un varón, de un Ángel; y ese Hombre de la sexta dimensión es llamado el Verbo de Dios.

Ese Hombre de la sexta dimensión es la persona donde Dios estaba metido y desde donde Dios llevó a cabo toda la Creación. Fue un Hombre el que llevó a cabo toda la Creación, pero un Hombre de la sexta dimensión, llamado el Verbo de Dios, que era con Dios y era Dios. Dios se creó Su propio cuerpo teofánico en la forma de un hombre, pero de otra dimensión.

Por eso cuando Dios creó al ser humano, encontramos que lo creó a Su imagen, o sea, esa imagen, ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión. En ese cuerpo teofánico vivió Adán por cierta cantidad de tiempo, y luego Dios le creó un cuerpo del polvo de la tierra, un cuerpo físico de esta dimensión.

Ahora encontramos el por qué los seres humanos no pueden ver a Dios en ese cuerpo teofánico: porque es de otra dimensión. Pero cuando Dios se hizo carne, Emanuel, ese niño que nació de la virgen María, el cual fue Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros[17], cuando se hizo carne pudo ser visto por los seres humanos en medio del pueblo hebreo; y por eso podía decir: “El Padre y yo una cosa somos”[18]. “Y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre”[19]. Él dijo que el Padre moraba en Él y Él moraba en el Padre.

Felipe quería ver al Padre: “Muéstranos al Padre, y nos basta”. Y Jesús dice: “¿Tanto tiempo hace, Felipe, que estoy con vosotros, y no me has conocido? ¿No sabes que el Padre está en mí, y yo estoy en el Padre (o viceversa); y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre?”.

El Dios Todopoderoso se hizo un cuerpo teofánico, desde ese cuerpo teofánico llevó a cabo toda la Creación; y después se creó un cuerpo de carne en el vientre de María, una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula y formó el cuerpo de Jesús que nació en Belén de Judea.

Y ese cuerpo de Jesús es un cuerpo sin pecado, porque vino por creación divina; por eso Jesús decía: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar”[20].

Y para poner Su cuerpo por nosotros y morir, por cuanto no tenía pecado para ser mortal, tomó nuestros pecados y se hizo mortal, porque la paga del pecado es muerte[21]. No había otra forma para Él morir, tenía que tomar nuestros pecados y morir por nuestros pecados, y después resucitar.

Y ahora, Él llevó nuestros pecados. Bien dijo Juan el Bautista: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Él los tomó. Y cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador y lava sus pecados en la Sangre de Cristo: ha aceptado, ha recibido el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario y ha recibido los beneficios de ese Sacrificio.

Ya Él tomó nuestros pecados y los quitó, pero se hace efectivo en nosotros cuando lo recibimos. Si no lo recibimos, no se hace efectivo en nosotros el beneficio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario.

Ahora podemos ver quién es Jesucristo: es el mismo Dios que se hizo hombre y habitó entre los seres humanos. Por eso le podía hablar al mar y a los vientos, y le obedecían. Y los discípulos de Jesucristo decían, se preguntaban: “¿Quién es este hombre, que aun le habla al mar y a los vientos, y le obedecen?”[22]. Él es el Creador de los vientos y también del mar y de toda la Creación.

Miren ustedes, cuando Pedro necesitaba peces, porque había pescado toda la noche y nada había recogido, Cristo le dijo: “Tira la red a la derecha”, y encontró, y se llenó la red, y tuvo que pedir ayuda[23]. Cristo creó peces para que Pedro los pescara.

Cuando hubo hambre en dos ocasiones en medio del pueblo que estaba escuchándolo, Él dijo a Sus discípulos:

—“No tienen necesidad de irse, dadle vosotros de comer”.

Ellos decían:

—“No tenemos nada. Y para tanta gente, aunque compremos alimento, pan, no se pueden alimentar, son demasiados. Despídelos”.

Jesús dijo:

—“No, dadle vosotros de comer”.

—“Pero no tenemos nada, excepto unos panecitos y unos pececitos que tiene un niño por ahí”.

Jesús dijo:

—“Traigan eso acá”.

Tomó los panes y los peces, los bendijo, y partía y daba a Sus discípulos que los repartieran a las personas; y se iba multiplicando, hasta que comieron todos los que allí estaban; en una ocasión cinco mil personas, sin contar los niños y las mujeres; y en otra ocasión cuatro mil personas, sin contar los niños y las mujeres[24]. ¿Por qué? Porque Él es el Creador.

Ahora podemos ver quién es nuestro amado Señor Jesucristo; es un personaje más grande de lo que nosotros nos imaginábamos. Es el personaje más grande que existe, porque Él es el Dios Todopoderoso que se hizo hombre, se hizo carne, para morir por nosotros.

Ahora podemos ver lo que ha sido la Primera Venida de Cristo: fue la Venida del Verbo, del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, en un velo de carne llamado Jesús, Jesús de Nazaret, el cual nació a través de una virgen llamada María, descendiente del rey David; nació allá en Belén de Judea conforme a la profecía.

La Primera Venida de Cristo fue el cumplimiento de las profecías mesiánicas correspondientes a aquel tiempo, las profecías que hablaban acerca de la Venida del Verbo en carne humana.

Juan dio testimonio (el apóstol San Juan) en su Evangelio, en el capítulo 1, verso 14 en adelante, diciendo:

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

¿Quién es el Señor Jesucristo que vino dos mil años atrás? El Verbo que se hizo carne, la Palabra que se hizo carne; o sea, Dios con Su cuerpo teofánico, que se creó un cuerpo de carne y vivió en ese cuerpo de carne 33 años aquí en la Tierra como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo.

¿Ven lo sencillo que es la Primera Venida de Cristo? Es la Venida del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob vestido de carne humana.

Y ahora, veamos lo que será la Segunda Venida de Cristo.

La Primera Venida de Cristo fue en forma sencilla; porque cuando Dios promete algo grande, es grande para Dios, pero a la vista humana es algo muy sencillo el cumplimiento de esa promesa tan grande.

Y ahora, tenemos la promesa de la Segunda Venida de Cristo. ¿Y qué será el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo para el Día Postrero, para el séptimo milenio? Será la Venida del Verbo, del Ángel del Pacto, vestido de carne humana en este Día Postrero.

En Apocalipsis, capítulo 19, nos dice así; verso 11 al 16, dice:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.

Vuelve el Verbo de Dios, vuelve en este Día Postrero. ¿Y quién es el Verbo de Dios? Es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que vino dos mil años atrás vestido de carne humana en un velo de carne llamado Jesús de Nazaret, nacido por medio de la virgen María allá en Belén de Judea. Vino manifestado en ese velo de carne el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo.

Y para el Día Postrero tenemos la promesa de la Venida del Verbo; y la Venida del Verbo en este tiempo final será como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Dice:

“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.

La Venida del Verbo, del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, es en este tiempo final como Rey de reyes y Señor de señores, para sentarse en el Trono de David, porque ese es el Trono del Señor Jesucristo como Hijo de David.

Él se sentó en el Trono del Padre cuando ascendió al Cielo, pero ese no es el Trono del Señor Jesucristo, ese es el Trono del Padre en el Cielo, en el Templo que está en el Cielo; pero el Trono del Señor Jesucristo es el Trono de David, donde Él se sentará en Su Segunda Venida como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Y en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, dice Jesucristo:

“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.

Lo mismo que hizo el Padre en el Cielo cuando Jesús ascendió al Cielo es lo que Jesucristo hará con el Vencedor que esté aquí en la Tierra en el tiempo de Su Venida. Dice:

“… yo le daré que se siente conmigo en mi trono”.

Y ese es el Trono de David en medio del pueblo hebreo.

Ahora, ¿qué será la Segunda Venida de Cristo para la Iglesia del Señor Jesucristo y para el pueblo hebreo en el Día Postrero?

Así como hubo un precursor para la Primera Venida de Cristo, Dios ha enviado un precursor para la Segunda Venida de Cristo, el cual vino en el espíritu y virtud de Elías, y fue la cuarta ocasión en que el ministerio de Elías ha estado manifestado en la Tierra. Y si ustedes quieren conocer quién es el cuarto Elías o cuarta manifestación del ministerio de Elías, él es el reverendo William Marrion Branham, él es el Elías que vendría en el tiempo final precursando la Segunda Venida de Cristo.

Y ahora, veamos lo que él dice que es Apocalipsis, capítulo 19, el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, veamos quién es. En el libro de Los Sellos en español, página 277, dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, orando:

[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.

¿Quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19? Es el Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.

Y por cuanto la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 es la Segunda Venida de Cristo, tenemos entonces que ver en la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, en la Venida del Espíritu Santo, tenemos que ver el velo de carne donde estará Jesucristo en Espíritu Santo viniendo en el cumplimiento de Su Segunda Venida, tenemos que ver este misterio de la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, para este Día Postrero.

El precursor de la Segunda Venida de Cristo, en el mensaje del libro de Los Sellos en español, en la página 256 dijo:

121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Es la Palabra de Dios, el Verbo de Dios, el Espíritu Santo, viniendo en carne humana en el Día Postrero, en un hombre de este Día Postrero. Eso será el cumplimiento de la Venida de Jesucristo, el Ángel del Pacto, en Espíritu Santo manifestado en carne humana en este Día Postrero.

Por lo tanto, necesitamos encontrar el velo de carne en donde Jesucristo estará en Espíritu Santo manifestado en este Día Postrero, para poder ver la Venida del Señor Jesucristo en este Día Postrero como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Ahora, el velo de carne no será el Señor Jesucristo, pero el que estará dentro de ese velo de carne manifestado será Jesucristo en Espíritu Santo; para así llamar y juntar a Sus escogidos en este Día Postrero, y prepararnos para ser transformados y raptados, y los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos eternos y ser llevados todos a la Cena de las Bodas del Cordero.

Cuando estemos ya transformados, entonces veremos al Señor Jesucristo literalmente; pero mientras tanto estaremos viendo a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado a través de un velo de carne de este tiempo final. Y estaremos viendo también a Elías por quinta ocasión, a Elías que está prometido para venir en el Día Postrero; y será el ministerio de Elías por quinta ocasión manifestado en un velo de carne, en un profeta de este tiempo final. Y también tenemos la promesa de que veremos al profeta Moisés, como fue mostrado en el Monte de la Transfiguración.

Por lo tanto, el ministerio de Moisés estará nuevamente aquí en la Tierra, y ese es un ministerio dispensacional; ese es el ministerio que le dio al pueblo hebreo la Ley; y Dios lo envía en este tiempo final, conforme a Su promesa, por segunda ocasión. Él está prometido para venir, y será el ministerio de Elías [Moisés] en un profeta de este tiempo final.

En el velo de carne en que estará ese ministerio, estará también el ministerio de Elías y estará también el ministerio de Jesús. Esos son los tres grandes ministerios prometidos para aparecer en medio de la Iglesia de Jesucristo en este Día Postrero, y eso es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en este Día Postrero, para llamar y juntar a todos los escogidos de Dios con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Hemos visto lo que será la Segunda Venida de Cristo, hemos visto el misterio de la Segunda Venida de Cristo.

Siempre que Dios ha prometido enviar un profeta que ya vino en el pasado y tuvo su ministerio, cuando cumple esa promesa es el ministerio de aquel profeta viniendo en otro hombre del tiempo presente. Así es para la venida de Moisés por segunda vez, para la venida de Elías por quinta ocasión y para la venida de Cristo por segunda ocasión.

Es la Venida del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, velado y revelado en carne humana en un profeta de este tiempo final. Pero ese profeta ni será Jesucristo, ni será el profeta Moisés, ni será el profeta Elías, pero en él estarán los ministerios de Jesús, de Moisés y de Elías. ¿Por qué? Porque en él estará el Ángel del Pacto, Jesucristo en Espíritu Santo manifestado, y Él es el que tiene los ministerios. Nadie más tiene ministerios, los tiene Jesucristo.

El Espíritu Santo es el que tiene ministerios, y Él los coloca de edad en edad y de dispensación en dispensación en los hombres asignados por Dios como profetas para esas edades o esas dispensaciones. Y para el Día Postrero, Jesucristo dice en Apocalipsis 22, verso 16:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Nadie podrá comprender estas cosas, estos misterios de la Segunda Venida de Cristo con Moisés y Elías, a menos que sea por medio de la enseñanza de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero, porque Él envía a Su Ángel Mensajero para dar testimonio de estas cosas en las iglesias.

¿Quién es el mensajero de Dios para todas las iglesias enviado por Jesucristo? El Ángel del Señor Jesucristo; el Ángel del Señor Jesucristo, el profeta del Señor Jesucristo del Día Postrero y de la dispensación postrera: de la Dispensación del Reino, enviado por Jesucristo para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder; dar testimonio de todas estas cosas a todas las iglesias y a todos los seres humanos, para que reciban las bendiciones de Jesucristo en Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

El Ángel del Señor Jesucristo no viene discutiendo con las iglesias, no viene peleando con los ministros, no viene discutiendo con los ministros, no viene discutiendo con los grupos religiosos; sino que viene con la revelación, con el Mensaje de Jesucristo, dando testimonio de estas cosas a todas las iglesias, para que reciban las bendiciones de Jesucristo en este Día Postrero como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Hemos visto para qué Jesucristo envía Su Ángel Mensajero; y en él coloca los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez.

Pero el Ángel, aun con todo y eso, no es el Señor Jesucristo, ni tampoco es el profeta Elías, ni tampoco es el profeta Moisés, sino que es un hombre redimido por la Sangre de Cristo de este tiempo final, en el cual Jesucristo estaría manifestado en Espíritu Santo en este tiempo final operando esos ministerios, y por medio de ese mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Él dijo en Apocalipsis, capítulo 4: “Sube acá, y Yo te mostraré las cosas que han de suceder pronto”, las cosas que han de suceder después de estas, las cosas que han de suceder después de las que ya han sucedido en estos dos mil años que han transcurrido. “Ahora te voy a dar a conocer las cosas que han de suceder en el tiempo final. Sube acá”.

¿A dónde vamos a subir? A la Edad de la Piedra Angular, donde estará Jesucristo velado y revelado, manifestado en Su Ángel Mensajero, a través del cual estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; estará hablándonos con esa Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final.

Por eso es que en Apocalipsis 22, verso 6, las cosas que Jesucristo dijo que nos daría a conocer si subíamos donde Él estaba, ahora las da a conocer el Ángel del Señor Jesucristo; pero es Jesucristo a través de Su Ángel dándonos a conocer estas cosas. Dice así Apocalipsis 22, verso 6:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas…”.

¿De quién son los espíritus de los profetas? De Dios. Son espíritus teofánicos de la sexta dimensión enviados a la Tierra en carne humana para traer la Palabra de Dios, son espíritus ministradores a los herederos de salvación enviados. Hebreos, capítulo 1, verso 14, así lo dice.

Ahora, continuemos leyendo aquí:

“… ha enviado su ángel (¿para qué?), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿Para qué? Para mostrar a Sus siervos, a Su Iglesia, a los hijos e hijas de Dios de entre los gentiles, y después para el pueblo hebreo, ¿mostrarle qué? Las cosas que deben suceder pronto.

No es para pelear con los ministros, no es para discutir; es para darle a conocer todas estas cosas que deben suceder en este Día Postrero, y así ser preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.

Nadie podrá conocer estas cosas, a menos que sea por medio de la enseñanza de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero. Para eso envía a Su Ángel Mensajero: para ser el instrumento de Jesucristo este Ángel Mensajero.

Ese es el Ángel Mensajero que le dio a Juan el apóstol la revelación del Apocalipsis; y en este Día Postrero Jesucristo lo enviará a la Tierra en carne humana a Su Iglesia para darnos testimonio, darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. En él estará Jesucristo en Espíritu Santo manifestado, dándonos a conocer todo lo que nosotros necesitamos saber para ser transformados y raptados en este Día Postrero.

Hemos visto el misterio de la Segunda Venida de Cristo. ¿Vieron lo que es este misterio? Y está profetizado en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo Testamento.

Es muy importante que en este tiempo final las personas no hagan lo que Moisés hizo en la segunda ocasión en que estuvo frente a la roca, en otro lugar del desierto, en donde Dios le dijo: “Ve a la roca, y háblale a la roca, y dará agua para todo el pueblo”. Pero Moisés, lleno de ira, tomó la vara y fue con Aarón y le habló fuerte al pueblo e hirió la roca; y Dios se molestó, y le dijo: “Por cuanto no me honraste delante del pueblo, no entrarás a la tierra prometida”[25].

Moisés, vean ustedes, solamente cometió dos errores que podamos mencionar. El primero fue cuando pidió a Dios uno que hablara por él, porque él no podía hablar bien, y Dios le dio a Aarón su hermano. Y después Aarón le hizo un becerro de oro al pueblo hebreo, le trajo problemas; y Aarón también criticó a Moisés, juntamente con María, la hermana de Aarón, porque Moisés había tomado como esposa a una mujer de color, una mujer etíope, de piel oscura, y ellos estaban con racismos; y a Dios no le agradó eso, e hirió a María con lepra[26]. Y María, la hermana de Aarón, al tiempo después murió, o sea, no pudo entrar a la tierra prometida; y luego, más adelante, Aarón también murió, y no pudo entrar a la tierra prometida.

Ahora, miren ustedes, cuando Moisés hirió la roca en aquella ocasión en que Dios le dijo: “Háblale a la roca”, no herir la roca, sino hablarle a la roca; porque la Roca es Cristo, y la Roca sería herida en Su Primera Venida, pero no en Su Segunda Venida. Y Moisés fue con Aarón, sabiendo que tenía el poder, e hirió la roca; y Dios le dijo que no entraría a la tierra prometida por herir a la roca, cuando Dios le dijo que le hablara; porque estaba rompiendo el tipo y figura de la Segunda Venida de Cristo, que no es para ser herida.

No hay una segunda crucifixión, porque con la crucifixión de Cristo en la Cruz del Calvario Él quitó el pecado del mundo, para eso fue la Primera Venida y Su muerte en la Cruz del Calvario. Pero Moisés cuando hirió la roca puso el tipo y figura de una segunda crucifixión, y rompió el tipo y figura correspondiente a la Segunda Venida de Cristo. Y no puede ocurrir una segunda crucifixión física; por lo tanto, habrá una crucifixión espiritual, una segunda crucifixión.

Por lo tanto, los ministros de todas las iglesias están llamados a tener mucho cuidado con relación a la Segunda Venida de Cristo: No vayan a crucificar la Segunda Venida de Cristo espiritualmente, y les suceda como le sucedió al pueblo hebreo con la religión del judaísmo bajo la Ley: sus líderes religiosos rechazaron al Mesías y pidieron Su muerte en la Cruz, y luego dijeron: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”[27]. Y decían: “¡Crucifícale! No reinará este sobre nosotros”[28].

Y luego encontramos que el juicio divino ha estado cayendo sobre el pueblo hebreo, por dos mil años aproximadamente, porque rechazaron la Primera Venida de Cristo.

¿Cómo será para aquellos que rechacen la Segunda Venida de Cristo? Pasarán por los juicios de la gran tribulación, porque les será contado como una segunda crucifixión; lo cual fue tipificado en lo que hizo Moisés hiriendo la roca en aquella segunda ocasión.

Ahora podemos ver que tenemos que estar con nuestros ojos abiertos, nuestros ojos espirituales, para en este Día Postrero que no se nos escape el misterio del cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo, como está profetizada Su Venida aquí en la Biblia, y como el precursor de la Segunda Venida de Cristo dijo que será la Segunda Venida de Cristo.

Hemos visto las profecías de la Biblia que hablan de la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles, y hemos visto también en el Apocalipsis la Venida de Cristo como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; también en Apocalipsis, capítulo 10, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo es Cristo en Su Segunda Venida. Y para este Día Postrero Él estará manifestado en Espíritu Santo en carne humana en Su Ángel Mensajero.

Si encontramos al Ángel del Señor Jesucristo, estaremos encontrando a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero; y estaremos viendo el misterio del cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo en carne humana en este tiempo final.

Pero ese velo de carne no será el Señor Jesucristo, ese velo de carne será el velo de carne del Ángel del Señor Jesucristo, a través del cual Jesucristo estará en Espíritu Santo manifestado, ungiendo a Su Ángel Mensajero y hablando a través de Su Ángel Mensajero.

“EL MISTERIO DEL CUMPLIMIENTO DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO”. Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión.

En la tarde estaré nuevamente con ustedes para continuar viendo estos misterios del Reino de Dios. Estaremos viendo el misterio de “CRISTO EL MISTERIO DE LA VICTORIA DEL AMOR DIVINO”. Ese será el tema para esta tarde.

En esta ocasión hemos visto: “EL MISTERIO DEL CUMPLIMIENTO DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO”.

¿Y dónde están los que verían este misterio, entenderían este misterio? Aquí estamos presentes en este Día Postrero, en la América Latina y el Caribe; porque a vosotros es dado a conocer, es dado a saber los misterios del Reino de Dios correspondientes a este Día Postrero.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de este misterio de la Segunda Venida de Cristo.

Pero recuerden que les dije que el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo, para que ninguno vaya a decir que yo dije que el Ángel del Señor Jesucristo es el Señor Jesucristo. Ni es el Señor Jesucristo, ni es el profeta Elías, ni es el profeta Moisés.

Lo que les dije es que en el Ángel del Señor Jesucristo estarían los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta ocasión y de Jesucristo por segunda ocasión; y quien opera esos ministerios es el Espíritu Santo, Él es el que da y opera ministerios; y los estará operando en este Día Postrero en el Ángel del Señor Jesucristo: el mismo ministerio del profeta Moisés, y el mismo ministerio del profeta Elías, y el mismo ministerio del Señor Jesucristo. Esos son los ministerios que estarán siendo operados por el Espíritu Santo en este Día Postrero en el Ángel del Señor Jesucristo, en cumplimiento a la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, que es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo con los ministerios de Moisés, de Elías y de Cristo manifestados en el Ángel del Señor Jesucristo.

Ha sido para mí un privilegio muy grande darles testimonio de este misterio, del misterio de la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles.

Que Dios les bendiga, que Dios les guarde.

Y adelante recibiendo el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder en este Día Postrero.

Será hasta la tarde, Dios mediante. Tendremos un receso de alrededor de ¿cuánto tiempo, Miguel? Alrededor de una hora, u hora y algo. Ya les anunciarán a qué hora comenzaremos la segunda actividad. Y estaré dándoles testimonio nuevamente de estas cosas que deben suceder en este tiempo final; estaré dándoles testimonio bajo el tema “CRISTO ES EL MISTERIO DE LA VICTORIA DEL AMOR DIVINO”.

Que Dios les bendiga y les guarde, y hasta la próxima actividad.

“EL MISTERIO DEL CUMPLIMIENTO DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO”.

[Revisión junio 2023 – RM – JR]

[1] San Juan 14:6

[2] Apocalipsis 3:14

[3] Isaías 53:7

[4] Mr. 1:7, Lc. 3:16, Jn. 1:27

[5] San Juan 1:29

[6] Éxodo 17:1-7

[7] San Juan 1:30-34

[8] Mt. 3:16, Mr. 1:9-10, Lc. 3:21-22

[9] San Mateo 16:27

[10] 1 Reyes 19:15-16

[11] 2 Reyes 2:9-10

[12] 2 Reyes 2:11-12

[13] Gálatas 3:7

[14] 2 Reyes 2:13-15

[15] San Mateo 11:13-14

[16] Éxodo 3:1-6

[17] San Mateo 1:23

[18] San Juan 10:30

[19] San Juan 14:9-10

[20] San Juan 10:17-18

[21] Romanos 6:23

[22] Mt. 8:23-27, Mr. 4:35-41, Lc. 8:22-25

[23] San Juan 21:1-6

[24] Alimentación de los cinco mil: Mt. 14:13-21, Mr. 6:30-44, Lc. 9:10-17, Jn. 6:1-13 / Alimentación de los cuatro mil: Mt. 15:32-38, Mr. 8:1-9

[25] Números 20:1-12

[26] Números 12:1-15

[27] San Mateo 27:25

[28] Mt. 27:22-23; Mr. 15:12-14; Lc. 23:20-23; Jn. 19:6, 19:14-15

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