Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final; para lo cual quiero leer en Apocalipsis, capítulo 1, verso del 1 al 3, donde dice:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.
Juan el apóstol se encuentra en la Isla de Patmos por causa del testimonio de Dios, por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo. Él allí había sido enviado luego de haber tratado de matar a Juan en una olla o paila de aceite hirviendo, y no pudieron; y luego lo echaron hacia la Isla de Patmos. Y allí era el mejor lugar para estar allí Juan el apóstol porque, conforme a la promesa divina, Juan el apóstol, en adición a la promesa que Cristo había hecho en San Mateo, capítulo 16, verso 27 en adelante, donde dice:
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”.
Esa promesa fue cumplida en el Monte de la Transfiguración. Aquellos “algunos” que no verían la muerte hasta ver la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino fueron Pedro, Jacobo y Juan, los que estuvieron en el Monte de la Transfiguración y vieron la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino, en donde lo vieron viniendo con Sus Ángeles, o sea, con Moisés y Elías.
Y lo vieron con Su rostro como el sol, o sea, como Él estará en el Día Postrero en Su Venida. Y su rostro como el sol representa a Cristo como Rey de reyes y Señor de señores. “Porque a los que temen mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación”1.
Ahora, Cristo también en San Juan, capítulo 21, luego de Su resurrección, antes de ascender al cielo estuvo con Sus discípulos por 40 días y se encontró con ellos en diferentes ocasiones, no menos de ocho veces; y ahora, en una de estas ocasiones miren lo que sucedió.
Aquí Jesús está hablando con Pedro, vamos a ver qué sucedió… Aquí hay mucho de qué hablar, luego de la pesca milagrosa, en donde ellos no habían pescado nada. Vean aquí, en el capítulo 21, vamos a ver del verso 5 en adelante, donde dice… Todavía vamos a ir un poquito más arriba: verso 3 en adelante, dice:
“Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada”.
Vean, se ve que Pedro era el líder del grupo, porque dice: “Me voy a pescar”, y los demás dicen: “Contigo nos vamos”.
“… (y) no pescaron nada.
Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús”.
¿Cuando qué? Cuando ya iba amaneciendo. O sea, ¿en qué vigilia? En la cuarta vigilia.
“Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.
Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.
Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.
Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos (de distancia de la tierra a donde ellos estaban).
Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan.
Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar.
Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió”.
Esto habla de la pesca milagrosa de este Día Postrero. Esa es la pesca milagrosa de los escogidos de Dios que en la cuarta vigilia son llamados y juntados, en el Día Postrero, por medio de la red del Evangelio del Reino, siendo tirada esa red y recogiendo a los escogidos de entre los gentiles primeramente, y después los escogidos del pueblo hebreo.
Y esos son peces grandes todos; son primogénitos de Dios, escogidos de Dios, todos esos escogidos de entre los gentiles, que son buenos peces, pues forman parte del Cuerpo Místico de Cristo, de la Edad de la Piedra Angular. Y ahora, eso es ¿para qué? Para la cuarta vigilia. Sigue diciendo:
“Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres?”.
Aunque no lo conocían bien, porque ahora ha resucitado (como que se veía diferente); pero por las cosas que hizo Él era el mismo que les había dicho en otras ocasiones2: “Tiren la red. Boguen mar adentro y tiren la red”, cuando no habían pescado nada en otras ocasiones antes de Su muerte. Y ellos tiraron la red y la sacaron llena de peces; en esa red había peces grandes y peces pequeños, de toda clase de peces.
Pero ahora, ya resucitado Cristo, en la cuarta vigilia de ese día en que le aparece a Sus discípulos, vean ustedes, les dice: “Tiren la red a la derecha”; y la tiraron, y se llenó la red de peces grandes.
¿Recuerdan ustedes cuando el Ángel que le aparecía a nuestro hermano Branham le dijo que le iba a enseñar a pescar? Y le dijo: “Tira tu hilo, tu línea de pescar…”, lo llevó a un lago, y ahí en la visión él tiró la línea de pescar, nuestro hermano Branham.
Y le dijo: “Ahora vas a hacer como yo te digo. Vas a hacer como yo te digo que tú hagas. Será como yo te diga. Primero le das una movida a la cuerda, o sea, al hilo de pescar, para que los peces pequeños vean moviéndose la carnada, y entonces vengan a la carnada…”.
Porque siempre hay más peces pequeños que peces grandes, y los peces pequeños siempre se encuentran por el fondo; los grandes pues viajan por todas partes, pero los peces pequeños se esconden de los peces grandes algunas veces, porque se los comen.
Y ahora, le dice: “Ahora le das un haloncito”; él lo hizo. Y le dijo el Ángel: “Ahora los peces pequeños se van a acercar; y ahora le vas a dar otro halón, un halón un poquito más rapidito pero no tan rápido; y cuando los peces pequeños se van tras el anzuelo y la carnada, los peces grandes van a ver lo que está pasando; y cuando vean lo que está pasando y vean los pecesitos todos corriendo hacia una dirección, detrás de algo, los peces grandes verán e irán a donde están los peces pequeños. Y luego entonces, luego de eso, es que vas a dar el halón fuerte (eso es para pescar ¿qué? Peces grandes)”.
Pero cuando le tocó dar el halón para los peces pequeños ir siguiendo la carnada, dio un halón tan fuerte que agarró un pecesito pequeño, y era tan pequeño que cuando lo sacó parecía la carnada del anzuelo. Y cuando miró, toda la red, toda la línea de pescar, toda enredada.
Y él comenzó a desatarla, la línea que le quedó toda enredada; y el Ángel se le paró al frente y le miró con amor pero una mirada muy en serio, una mirada bien seria, y le habló con autoridad y le dijo: “Lo que te dije que no hicieras, eso hiciste. No dejes que la línea, el hilo de pescar, se te enrede en tiempos como este”. Y luego le explicó lo que eso significaba; porque siempre tiene que haber algo para simbolizarlo.
Y ahora vean en la forma en que Dios le simbolizó a nuestro hermano Branham el ministerio que Él había colocado en él y la forma de trabajar con ese ministerio para pescar a los peces buenos, que son los escogidos de Dios.
Y ahora, vean ustedes, Dios le dio una señal en la mano; esa fue la ocasión, dice nuestro hermano Branham, vamos a ver… Esto hay que leerlo directo aquí de lo que él dijo, para que así ustedes puedan ver bien lo que todo esto significa. Vamos a ver dónde encontramos la parte donde habla de la Tercera Etapa, y…
En el libro de Los Sellos, vamos a ver… En el libro de Los Sellos nos habla acerca de esa Tercera Etapa y nos dice que hubo dos etapas anteriores, en las cuales… vamos a buscarlo aquí en el libro de Citas, mucho más rápido… Bueno, en la página 40 nos habla de este gran evento y también en la página 26 nos habla de este gran evento. Y de esto también nos habla Dios en el libro de Los Sellos, vamos a ver qué número aquí tenemos del libro de Los Sellos…
Cuando nuestro hermano Branham recibió la señal en la mano, para darle su mano a las personas cuando venían para que él orara por ellos, por medio de cierta vibración o vibraciones en su mano era identificado el problema de salud que las personas tenían. Y su mano se hinchaba, y de acuerdo a las vibraciones y cosas que el Ángel le había dicho a él, él identificaba la enfermedad que la persona tenía.
¿Pero qué sucedió con esa señal, esa señal en la mano?, como Dios le había dado una señal en la mano al profeta Moisés cuando metió su mano debajo de su ropa así, y luego la sacó leprosa, y luego la volvió a meter y la sacó bien; ahora a nuestro hermano Branham le fue dada una señal en la mano pero él le mostró a todo el pueblo esa señal cómo operaba; y después la gente, mucha gente, aparecieron también con señales en sus manos y cosas así. ¿Y qué sucedió? La vista de la gente fue cambiada de nuestro hermano Branham a esas otras personas. Fueron personificadores que aparecieron tratando de imitar lo que hacía nuestro hermano Branham.
Esa fue la etapa en donde dio ese halón o jalón en el cual el anzuelo se llevó un pescadito pequeñito, pero no pudo captar a los peces grandes, pues Dios le dijo cómo sería que tenía que hacer y él no hizo exactamente como el Ángel le dijo.
Luego la segunda etapa fue representada en… Ahí nuestro hermano Branham cuando está pescando, vean, está mostrando esa primera etapa, la cual era la señal en la mano y cómo pescar; y él les dio a conocer a todos los ministros el secreto que Dios le había dado a él para pescar, y pescar buenos peces. Pero vean ustedes, salieron muchos después imitándolo; y en vez de, la atención del pueblo de su edad, estar con su mirada fija en el ministerio del Espíritu Santo, el ministerio del Ángel de Dios a través de nuestro hermano Branham, pusieron la vista en otros predicadores, en otras personas. ¿Por qué? Porque él descubrió el secreto de cómo pescar en esa primera etapa.
Luego la segunda etapa fue cuando él trató de colocar el gabete o cordón de zapato de un bebé, un zapatito de un bebé; el cordón o gabete de ese zapato tenía dos puntas: una gruesa y otra finita en la cual tenía envuelto un metal, como los gabetes o cordones de los zapatos que tienen una envoltura de un plástico, casi siempre, para que entre bien por el ojal o el lugar donde va a pasar ese cordón o gabete.
Pero vean ustedes, uno tenía esa partecita de metal y la otra parte no tenía; la parte que tenía esa… el lado que tenía esa parte de metal era fino, y la parte que no tenía la parte esta de metal era grueso. Y nuestro hermano Branham estaba tratando de colocar ese gabete por el ojal o el ojete del zapatito de bebé, y estaba usando la parte más gruesa y no podía colocarlo.
Y el Ángel le dijo: “Estás usando el lado incorrecto del gabete (o sea, del cordón del zapatito del bebé)”. Y cuando él se dio cuenta vio que el otro lado, la otra punta, tenía un metal alrededor y lo hacía finito y podía pasar bien. Esa fue la etapa, la segunda etapa, en donde él le contó a todos los ministros también esa segunda etapa. Le habló a esa séptima edad de la Iglesia gentil, le dio a conocer el secreto.
La séptima edad de la Iglesia gentil, que es la Edad de Laodicea, que representa la etapa pentecostal, está representada, vean ustedes, en ese zapatito de bebé, porque es una etapa de bebés en proceso; y cuando él dio a conocer a todos los ministros cómo pescar en esa etapa, o sea, cómo trabajar en esa etapa, le reveló a los ministros esa parte que él hacía, de discernir los pensamientos del corazón, y lo estaba haciendo en público y mostrándole a todos, luego aparecieron muchos imitadores también, tratando de imitarlo; y muchos… por ejemplo, algunos acertaban pero eran imitadores; y algunos pues decían: “María, tienes un dolor de cabeza…”. Bueno, y en una congregación, ¿cuántas Marías no hay? Y casi a todo el mundo le da dolor de cabeza; por lo tanto, salían con muchas cosas así.
Y a algunos les pasaba quizás como le pasó a un predicador (según he oído), que dijo: “María, tienes dolor de cabeza”, y una María que había, la única, se levantó y dijo: “Yo soy María pero no tengo dolor de cabeza”, y entonces el predicador (como listo) le dijo: “¿Tienes problemas?”. —“Sí, tengo problemas”. —“Esos son los dolores de cabeza que tienes”. Porque un problema es un dolor de cabeza que tiene la persona hasta que se le quita ese problema.
¿Ven? O sea que aparecieron muchos imitadores imitando al verdadero mensajero de Dios. Y la vista de todo el pueblo tenía que estar puesta en el mensajero de Jesucristo para ese tiempo.
Y ahora, para el tiempo final, la Tercera Etapa es donde serán captados los peces grandes, o sea, los escogidos de Dios del Día Postrero; pero esa etapa, ¿cómo estará operando esa etapa? Eso la guardará en secreto el instrumento que Él tenga para esa etapa; pues fue dicho que de eso, de esa Tercera Etapa, nadie conocería nada; de esa Tercera Etapa nadie entendería cómo funcionaría esa Tercera Etapa.
Todos sabemos que sería para el Día Postrero y sería bajo el ministerio del Espíritu Santo, pero ¿cómo operaría? Eso sería un misterio, un secreto; y no sería dado a conocer ese misterio de cómo opera esa Tercera Etapa para que no surjan imitadores en el Día Postrero, imitando esa Tercera Etapa.
Ahora, vean, dice [Sellos 467]:
“147. ¡RECUERDEN: Satanás tratará de personificar! Él tratará de copiar todo lo que hace la Iglesia. Así ha obrado en el pasado, pues lo vemos claramente en el anticristo. Pero esta es una cosa en particular que él no podrá personificar. Acerca de esto no habrá copiadores. Y así será porque él no lo sabe (el diablo no conoce, no sabe cómo opera esa Tercera Etapa), ni hay manera que lo llegue a conocer tampoco. Esta es la Tercera Etapa, y él no sabe nada en cuanto a eso, no lo entiende. Pero hay un secreto debajo de eso… ¡GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS! Yo nunca podré pensar igual como antes por más años que viva, después de haber visto… Ahora yo sé cuál es el próximo paso, pero no sé cómo interpretar eso. Pero ya no falta mucho.
148. Tengo escrito aquí… Si cuando esto sucede, ustedes pudieran ver mi libreta: ‘¡PÁRATE, NO PROSIGAS!’ (Ahora, vean, hasta le es ordenado que se detenga allí). Ahora, yo no tengo la costumbre de ser fanático, les estoy diciendo la verdad. Pero RECUERDEN aquel zapatito que siempre he tratado de explicar, cómo decía que el alma estaba próxima a esto y todo aquello otro, etc., y todo eso sirvió solamente para producir los impostores que vinieron después. Tal como era de tomar la mano de la persona y llegaban las vibraciones, entonces todo mundo tenía sus vibraciones en la mano. Pero acuérdese de cuando Él me elevó y me dijo: ‘Esto es la Tercera Etapa y nadie lo conocerá’. ¿Se acuerdan? Las visiones nunca fallan, más bien son perfectamente la verdad”.
Aquí vimos esas tres etapas: la señal en la mano (eso fue pescando), la del zapatito (eso fue el discernimiento), y luego la Tercera Etapa, que es la etapa final, la etapa que corresponde al Día Postrero para la pesca de los peces grandes, representados en esos 153 peces, que son los escogidos de Cristo para la Edad de la Piedra Angular.
Ahora, ¿cómo funciona todo? Eso no es manifestado públicamente. Y cuando comience la etapa en donde serán vistas manifestaciones de grandes maravillas y milagros, tampoco nadie comprenderá cómo opera esa fase, esa Tercera Etapa. Más bien será en una forma privada y solamente se verán los resultados. No será un espectáculo público, dijo el precursor de la Segunda Venida, pues así le fue dicho a él.
Dice… en la página 471 del libro de Los Sellos es que estaba todo lo de él pescando. Dice:
“[160]. … Y en eso le arranqué duro y la carnada se salió del agua, y vi que tenía un pez; pero era tan pequeño que parecía la piel del pez adornando la carnada”.
O sea, la carnada que le había puesto al anzuelo ahora le había puesto piel con el pescadito que había pescado, parecía la piel de la carnada.
“Entonces oí la Voz que me dijo: ‘Te dije que no hicieras eso’”.
Ahora miren cómo era que él tenía que hacer, dice:
“[160]. Yo amo a la gente (dice nuestro hermano Branham)…”.
Pero, ¿qué sucedió?
“[160]. … ‘hermano Branham, nosotros sabemos que usted lo puede hacer. Sí, hermano Branham’. Y allí es donde siempre me enredo, con los ministros. Yo amo a la gente, pero siempre quieren que uno les explique todo. Entonces yo dije: ‘Pues yo no sé. Yo entiendo cómo pescar. Lo primero es: Así se hace. Ustedes ven que hay muchos peces y hay que halarle duro la carnada’. Así es exactamente como se debe pescar. Entonces dije: ‘Ustedes ven que al halar duro la carnada, entonces los peces la siguen, pero son muy pequeños’, así como los que ellos estaban pescando. ‘Entonces uno está listo’. Y en eso le arranqué (o sea, le halé) duro y la carnada se salió del agua, y vi que tenía un pez; pero era tan pequeño que parecía la piel del pez adornando la carnada. Entonces oí la Voz que me dijo: ‘Te dije que no hicieras eso’”.
Ahora miren, más adelante es muy importante… Antes de eso dice:
“[160]. Ahora haz (tu primer halón) tu primer estirón, y cuando lo hagas, los peces seguirán la carnada; luego cuida bien (el segundo halón) el segundo estirón porque son peces pequeños; pero en el tercer estirón (o sea, en el tercer halón) los captarás (o sea, los pescarás; ¿a cuáles? A los peces grandes)”.
Era para la Tercera Etapa que los peces grandes serían pescados. O sea, de peces a pescados hay una diferencia: peces es cuando están en el agua, y pescados es cuando ya están en las manos de uno.
Y ahora, la Tercera Etapa para los peces grandes no pudo llevarla a cabo, excepto en una forma parcial; luego que estuvo predicando Los Siete Sellos, de ahí en adelante tuvo esa etapa, aunque siempre estaba en la Palabra, pero para esta manifestación de la Tercera Etapa esa fase tenía que ver con unas cuantas cosas, en donde está todo el mecanismo de esa Tercera Etapa.
Y ahora, veamos lo que dice:
“161. Entonces comencé a llorar; y la cuerda la tenía toda enredada (página 471 del libro de Los Sellos, ahí es que estoy leyendo). Estaba llorando con la cabeza inclinada, y dije: ‘Dios, perdóname. Yo soy tan torpe. Perdóname’. Tenía esta cuerda, y en la mano tenía el zapatito de niño muy pequeño. La cuerda que tenía en la mano era como del grueso de mi dedo, como de un centímetro, y el agujero en el zapatito tenía como un milímetro; y yo estaba tratando de meter esa cuerda en ese agujerito. En eso la Voz me dijo: ‘No puedes enseñarles las cosas sobrenaturales a los bebés pentecostales (o sea que no era para esa etapa estar mostrándole esas cosas sobrenaturales, así en esa forma en que él lo estaba haciendo). ¡Déjalos!’. Entonces me alzó y me colocó en un lugar muy elevado, donde había una reunión, y parecía una carpa o una especie de catedral. Yo miré, y así a un lado parecía que había una cajita, un lugar pequeño. Y esa Luz que ustedes ven sobre la fotografía estaba hablando con alguien más arriba de donde yo estaba”.
Y ahora, miren, la Columna de Fuego, que es el Ángel del Pacto, el Ángel que era diferente a los demás, encontramos que de edad en edad la Columna de Fuego ha estado hablando con cada ángel mensajero. Habló con San Pablo, luego subió más arriba, habló con Ireneo; luego subió más arriba, habló con Martin; luego subió más arriba, habló con Colombo; luego subió más arriba, habló con Lutero; luego subió más arriba, habló con Wesley; luego subió más arriba, habló con el reverendo William Branham; siempre hablándoles el Mensaje y las cosas que tenían que llevar a cabo en esa edad. Y luego ahora sube más arriba y habla con el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo.
Y ahora continuemos:
“… y se fue a posar sobre la carpa, y dijo: ‘Te encontraré allí. Esto será la Tercera Etapa, y no se lo dirás a nadie’.
162. Y allá en el Cañón Sabino, Él me dijo: ‘Esta es la Tercera Etapa’. Hay tres cosas muy grandes que acompañan la Tercera Etapa. Una de ellas se abrió ayer, otra hoy, y queda una cosa que no puedo interpretar, porque está en un idioma desconocido”.
Y si es un idioma desconocido para nuestro hermano Branham que hablaba inglés, pues está en otro idioma que no es inglés.
Dios habló por medio de Sus mensajeros, de edad en edad, en el idioma que tenía cada mensajero, y para la séptima edad estuvo hablando en inglés por medio de nuestro hermano Branham; y ahora, la Tercera Etapa para el Día Postrero será en otro idioma, diferente al inglés; por lo tanto, es en el idioma que tenga el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo. Y estará hablándole, Cristo por medio de ese mensajero, a los peces grandes, a los escogidos de Dios, a los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, de entre los gentiles, y después le hablará a los escogidos de Dios del pueblo hebreo.
Y ahora, vean ustedes, la Tercera Etapa en la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, la Tercera Etapa bajo el Séptimo Sello.
Y al estar hablando en otra idioma desconocido al séptimo ángel mensajero, es el idioma en el cual Cristo estará revelándose, hablándole a Su Iglesia y dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y abriéndole el misterio del Séptimo Sello; y por medio de ese Ángel Mensajero estará clamando como cuando ruge un león, y los siete truenos de Apocalipsis, capítulo 10, estarán emitiendo sus voces y estarán revelando el misterio del Séptimo Sello.
Y eso es otro idioma diferente al inglés; es el idioma que tenga el séptimo ángel mensajero dispensacional, es el idioma que tenga el Ángel del Señor Jesucristo; para, por medio de ese idioma, hablarle a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto y darle la revelación, la fe para el rapto, que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora vean, todo esto ha sido simbolizado en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento; y en el ministerio de nuestro hermano Branham encontramos que hay tantos y tantos símbolos acerca de la Segunda Venida de Cristo, acerca del ministerio de Cristo en Su Segunda Venida, acerca del ministerio de la séptima etapa, de la etapa de la Palabra, de la Espada de dos filos, que nos tomaría mucho tiempo traer a ustedes todo lo que ha sido hablado acerca de esta Tercera Etapa, de esta etapa de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles para el Día Postrero.
Ya Cristo no estará usando a ninguno de los siete ángeles mensajeros para esta etapa final, sino que estará en la Edad de la Piedra Angular Cristo, manifestado por medio de Su Ángel Mensajero en esta etapa correspondiente al Día Postrero.
Y miren ustedes, será Cristo manifestado por medio de Su Ángel Mensajero en medio de Su Iglesia en el Día Postrero; el Ángel que le apareció a Juan y le dio la revelación del Apocalipsis.
Y con la aparición de ese Ángel a Juan, apareció Cristo manifestado allí por medio de Su Ángel Mensajero, hablándole por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que iban a suceder.
Por eso en Apocalipsis dice: “Sube acá (capítulo 4, verso 1), y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”; y luego en Apocalipsis 22, verso 6, dice: “Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado Su Ángel, para manifestar a Sus siervos las cosas que han de suceder o deben suceder pronto”.
Las cosas que han de suceder después de estas que ya han sucedido en las siete edades de la Iglesia gentil, vean ustedes, son dadas a conocer por Cristo a través de Su Ángel Mensajero:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”. (Apocalipsis, capítulo 22, verso 6).
Y en Apocalipsis 22, verso 16, dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Cristo ha enviado Su Ángel, porque por medio de Su Ángel Mensajero Él viene manifestado en el Día Postrero. Así como vino manifestado en cada edad por medio del mensajero de cada edad, ahora, luego de Su manifestación a través de estos siete mensajeros en las siete edades de la Iglesia gentil, ahora viene manifestado en Su Ángel Mensajero en la Edad de la Piedra Angular.
Y por medio de Su Ángel Mensajero llevará a cabo la Obra correspondiente al Día Postrero así como llevó a cabo la Obra correspondiente a cada una de las edades de la Iglesia gentil.
Y ahora, por medio de Su Ángel Mensajero estará hablando en el idioma correspondiente al Día Postrero, a la Edad de la Piedra Angular, como habló a través de los diferentes mensajeros de las diferentes edades de la Iglesia gentil.
Y ahora, vean ustedes, en la página 3 del libro de Las Edades, dice:
“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca”.
Esta es la revelación de Jesucristo, la cual Dios le dio y dice que la envió a Juan. Vamos a leerlo desde el principio, dice:
“‘La Revelación de Jesucristo, que Dios le dio para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder (pronto) presto; y la declaró enviándola por su ángel a Juan su siervo (¿por medio de quién la envió? Por medio de Juan, por medio de Su Ángel).
El cual ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca’.
Apocalipsis 1:1-3
1. El escriba, no el autor (o sea, Juan no es el autor)…”.
El escriba no es el autor de este libro. ¿El escriba es quién? Juan el apóstol, el que escribió; pero el autor no es Juan el apóstol.
¿El escriba de este libro es quién? Juan el apóstol, el divino.
“Historiadores concuerdan en que él vivió la última parte de su vida en Éfeso, aunque para el tiempo de la escritura de este libro él estaba en la Isla de Patmos. Este libro no es la historia de la vida de Juan, sino que es la revelación de Jesucristo en las edades futuras de la Iglesia. En el versículo 3 es llamado una ‘profecía’, y eso es precisamente lo que es.
2. Casi siempre este libro es llamado la Revelación de San Juan, pero eso es incorrecto. Es la revelación de Jesucristo, dada a Juan para los cristianos de todas las edades. Es el único libro en toda la Biblia que está escrito por Jesús mismo, presentándose personalmente a través de un escriba.
3. Es el último libro de la Biblia, sin embargo relata el principio y el final de las dispensaciones del Evangelio (o de las edades del Evangelio y de la Dispensación del Evangelio)”.
Ahora, vean ustedes, el Ángel del Señor Jesucristo enviado por Jesucristo es el instrumento de Jesucristo. Vamos a ver en Apocalipsis, capítulo… en el libro de Los Sellos, página 301 a la 303, vamos a ver lo que dice de este Ángel. La página 301 dice:
“106. Noten bien: En el tiempo cuando Dios iba a librar al mundo antes del diluvio, Él mandó un águila (o sea, a Noé). Cuando decidió librar a Israel, también mandó un águila (esto fue ¿a quién? A Moisés). ¿No cree usted que cuando Juan estaba en la Isla de Patmos, este Mensaje era tan perfecto que aun no podía ser confiado a un ángel? Ahora, un ángel es un mensajero, pero ¿sabía usted que aquel mensajero era un profeta? ¿Lo creen? Vamos a probarlo. Veamos Apocalipsis 22:9 para ver si no fue un águila. Él era un ángel, un mensajero, pero era un profeta, el cual reveló a Juan completamente este libro de Apocalipsis. Ahora veamos lo que Juan vio:
‘Yo Juan soy el que ha oído y visto estas cosas. Y después que hube oído y visto, me postré para adorar delante de los pies del ángel que me mostraba estas cosas.
Y él (el ángel) me dijo: Mira que no lo hagas (ningún verdadero profeta recibiría adoración, o mensajero alguno): porque yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas, y con los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios’.
Apocalipsis 22:8-9
107. Ahora, el Libro era tan importante, y es la Palabra de Dios. ¡Cuidado! Cuando la Palabra de Dios es revelada, tiene que ser traída por el profeta, porque solamente a él llega la Palabra de Dios”.
Y ahora vayamos a la página 326, el último párrafo dice:
“243. Moisés será la misma persona. Hallamos lo mismo en Apocalipsis 22:8”.
Moisés, uno de los Dos Olivos, el cual vendrá, ¿será qué?, “la misma persona”. Y hallamos lo mismo ¿dónde? En Apocalipsis 22, verso 8; y lo que hallamos ahí es al Ángel del Señor Jesucristo, porque el Ángel del Señor Jesucristo es el instrumento donde estará el ministerio de Elías por quinta ocasión, y estará el ministerio de Moisés por segunda ocasión, y estará también el ministerio de Jesús por segunda ocasión.
Por eso es que dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo que esta revelación del Apocalipsis fue dada a Juan por Jesús mismo. Fue dada a Juan por Jesús, y Juan lo que hizo fue escribir esa revelación.
Y ahora, vean cómo fue que Jesucristo le dio a Juan esa revelación: por medio de Su Ángel Mensajero. ¿Y fue dónde? En una isla; en una isla donde… la Isla de Patmos, donde le apareció Jesucristo a Juan; y vamos a ver aquí por qué le apareció en aquel tiempo a Juan.
Luego que llevaron a cabo la pesca milagrosa de los 153 peces, en San Juan, capítulo 21, verso 11, ahora, sigue diciendo: verso 12 en adelante dice:
“Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.
Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado.
Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos”.
O sea que todos los días Él no estuvo con Sus discípulos, sino que estuvo de vez en cuando. En un lapso de tiempo de 40 días estuvo unas ocho veces, más o menos. Y ahora, vean lo que a continuación dice:
“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.
Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”.
Ahora, ¿por qué Jesús le pregunta así tres veces? Jesús le pregunta: “¿Me amas?”. Hay aquí dos palabras muy importantes, aunque usaron solamente una, pero son dos palabras diferentes las que son usadas aquí.
Jesús pregunta: “Pedro, ¿me agapas?”.
Ágape es amor divino. Filio es amor humano.
Y ahora, Jesús le dice: “Simón, hijo de Jonás, ¿me agapas?”. Y Pedro le dice: “Señor, tú sabes que te filio”. O sea, amor terrenal.
Luego le dice la segunda vez: “Simón, hijo de Jonás, ¿me agapas?”. Y Pedro le dice: “Señor, tú sabes que te filio”. Y eso es amor terrenal, amor humano.
Y la tercera vez le dice Jesús: “Pedro, ¿me agapas (me amas)?”. Y Pedro le dice: “Señor, ¡tú sabes que te agapo! ¡Tú sabes todas las cosas!”. Ahí le contestó con la palabra correcta, con la palabra que representa, que significa ‘amor divino’. Con ese amor es que tenemos que amar a nuestro Señor.
El amor terrenal, el amor humano, eso es amor que falla en muchas ocasiones; pero el amor divino nunca fallará. Y ahora nosotros estamos viviendo en la Edad del Amor Divino, la Edad del Amor Ágape, Amor Divino, Amor de Dios. Y ese es el amor que fluye en la Edad de la Piedra Angular, en el Cuerpo Místico de Cristo de la Edad de la Piedra Angular. Y ese es el amor que es manifestado en nuestras almas en este Día Postrero: el amor divino. Y en el amor divino están todas las demás virtudes.
Y ahora vean ustedes cómo para el tiempo de la cuarta vigilia donde pescaron, el tiempo en donde Jesucristo les apareció luego de resucitado, les apareció esa tercera ocasión, es donde Jesucristo les habla del amor ágape y espera que Pedro lo ame pero que lo ame con amor divino. Y eso también es para cada uno de ustedes y para mí también.
Ahora, continuamos leyendo donde dice:
“De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios (o sea, con qué muerte Pedro iba a morir y a glorificar a Dios con su muerte). Y dicho esto, añadió: Sígueme (le dijo a Pedro).
Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?
Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? (Porque los estaba siguiendo, por lo tanto, señala hacia atrás: ‘¿qué de éste?’)
Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.
Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén”.
No es una exageración; pues, de escribir todas las cosas que Jesús hizo, luego vendrían los teólogos y los diferentes escritores escribiendo y diciendo: “Esto lo que significa es tal cosa y esto lo que significa es tal cosa”. Y vean ustedes, ahora, en cuanto a todas estas cosas que hizo, si las hubieran escrito, sería no del tamaño de esta Biblia sino un volumen más grande.
Y ahora, Juan es el que recibe la promesa por segunda ocasión para ver la Venida del Señor.
La había visto ya en el Monte de la Transfiguración con Pedro, Jacobo y Juan, pero ahora tenía la promesa de nuevo de ver Su Venida: “Yo quiero que él quede hasta que yo vuelva”. Y en la Isla de Patmos recibió la visita de Cristo.
En el libro del Apocalipsis, capítulo 10, lo vio descender del cielo envuelto en una nube. Dice:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra”.
Puso el pie derecho sobre el mar, sobre las aguas; viene caminando sobre el mar, sobre las aguas, y su pie izquierdo sobre la tierra. Puso Su pie izquierdo sobre una isla, la Isla de Patmos, y puso su pie derecho sobre las aguas; las aguas representan pueblos, naciones y lenguas. Y esa isla allí es tipo y figura de una Isla donde Jesucristo pondrá Su pie en la Venida del Ángel que era diferente a los demás, la Venida del Ángel del Pacto, que será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; y eso será la Venida del Verbo, la Palabra encarnada en un hombre.
Será vista Su Venida con un pie sobre el mar y el otro sobre la tierra. Y eso es la Venida del Ángel Fuerte, del Ángel que era diferente a los demás, que apareció en esta nube viniendo velado en carne humana en Su Ángel Mensajero y colocando Su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra.
¿Y sus pies son de qué? De bronce, o sea, de latón fino y ardiente. Son los ministerios de Moisés y Elías. Los ministerios de Moisés y Elías, vean ustedes, colocados sobre las naciones, pueblos y lenguas por donde estará viajando ese ministerio en el Día Postrero. Y uno de los pies en tierra sobre una isla, allá estaba; por lo tanto, estará sobre una isla también.
Y ahora, vean ustedes cómo todo eso concuerda con todo lo que está prometido para este tiempo final.
Y ahora, viendo en el mensaje del reverendo William Branham, lo que él dijo en el mensaje “¿Qué hora es?”3, página 20 y 21 de ese mensaje… Recuerden que él es Elías en su cuarta manifestación, pero vendrá Elías en su quinta manifestación; y será la Palabra encarnada en un hombre, será el ministerio de Elías colocado sobre un hombre de este tiempo final. Dice:
“Yo he pensado que será un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu”, página 399 del libro de Los Sellos en español, cuando le hicieron la pregunta del quinto Elías que vendría y le predicaría al pueblo hebreo.
Y ahora, en los profetas del Antiguo Testamento y también del Nuevo Testamento se ha reflejado la Primera y Segunda Venida de Cristo, y se ha reflejado la venida de otros profetas que aparecerían más adelante. Y aquí en el cuarto Elías se refleja la venida del quinto Elías, se refleja la venida del segundo Moisés y se refleja la venida del ministerio de Jesús, se refleja la Segunda Venida de Cristo; se refleja la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel que era diferente a los demás.
Y ahora, miren ustedes cómo dice en un sueño que tuvo una persona, un hermano de la congregación de nuestro hermano Branham, dice… déjeme ver cómo puedo leerles algo aquí… eso fue un sueño que tuvo esa persona, en donde vio a nuestro hermano Branham juntando ganado; eso representa juntando a la Iglesia, y sobre todo a su congregación, tanto su congregación local como la congregación de su edad, el grupo de su edad; pero sobre todo la congregación de allá de Jeffersonville, Indiana.
Ahora, dice que él se asustó. Se le había desaparecido nuestro hermano Branham mientras iba por el campo así, juntando ganado; y había un arroyo que corría, y él los estaba juntando, pero este ganado iba por cierto lado y él quería juntarlos en cierta parte. Ahora vean, dijo:
“Cuando se asustó dijo que me oyó hablar y yo estaba parado en la cima de la montaña”.
Y ahora, la cima de la montaña ¿representa qué? La Edad de la Piedra Angular. Ya no estaba ¿dónde? En la séptima edad de la Iglesia gentil.
“Y le dije al hermano Beeler la interpretación de un sueño que no hace mucho tiempo le había dado, y le dije que esperase en el Señor, que algún día le encontraría a él en una isla; y ahí estaba él”.
Y ahora, leyendo un poquito más abajo, dice:
“Te encontraré en la isla, hermano Beeler”.
Ahora vean cómo ahí se refleja también algo que va a estar sucediendo en una isla, como se reflejó también en la Isla de Patmos. Son profecías, y por lo tanto se tiene que reflejar en esa forma, porque tiene que ser establecido el símbolo, el tipo y figura.
Vean, en la página 148 del libro de Citas, dice, verso 1321:
1321 – “Ustedes tienen que hacer algo para simbolizarlo. Como un hombre puso alguna sal en un frasco y la echó en el agua y dijo: ‘Así Dice el Señor, que haya agua dulce’ (¿Ese fue quién?, ¿el profeta quién? Eliseo). Y otro, Jesús cogió agua y la vertió en un jarro e hizo vino fuera de ella (convirtió el agua en vino). Tienen que tener algo para simbolizarlo, y eso es lo que eso fue que subió al aire y descendió… lo que comenzó ese pequeño torbellino echando al aire la roca en la montaña Sunset (Puesta del Sol)”.
En la montaña Puesta del Sol, allí hubo algo que estuvo simbolizando algo del Programa Divino.
Y ahora vamos a ver en la página 361 y 362 del libro de Las Edades, vamos a ver algo ahí muy importante:
“¿Qué es lo que queda? NADA, con la excepción de Hebreos 12:26:
‘La voz del cual entonces conmovió la tierra; mas ahora ha denunciado, diciendo: Aun una vez, y yo conmoveré no solamente la tierra, mas aun el cielo’.
17. Una vez más Dios sacudirá la tierra, y esta vez caerá todo lo que puede ser derrumbado. Entonces Él la renovará. En marzo de 1964, aquel terremoto en Alaska (el Viernes Santo) conmovió al mundo entero, aunque no lo desequilibró. Dios solamente estaba avisando con un temblor mundial lo que muy pronto hará en una escala (más grande) mucho mayor”.
En aquel terremoto de Alaska estaba representándose o reflejándose un terremoto mayor que vendrá sobre este planeta Tierra. ¿Ve? Allí está la representación, allí está el tipo y figura.
“Él castigará a este mundo maldito por el pecado, con truenos y temblores. Hermano y hermana, hay un solo lugar que puede soportar tales sacudidas, y ese lugar es en el redil del Señor Jesús”.
Y ese es el lugar donde Él está llamando y juntando a todos Sus escogidos en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Él está colocando ahí a Sus escogidos de este tiempo final, en una forma sencilla; pero los está llamando, los está juntando y nos está preparando para ser transformados y raptados en este tiempo final.
Y ahora, el Séptimo Sello, que es la Segunda Venida de Cristo, y la Isla de Patmos, vean ustedes, son aquí: la Isla de Patmos es tipo y figura de una isla en donde se estará cumpliendo la Venida del Séptimo Sello, la Venida del Ángel que era diferente a los demás; en donde el Ángel del Pacto, el Ángel que era diferente a los demás estará colocando uno de sus pies en tierra; o sea, estará colocando uno de esos dos grandes ministerios. Y Elías dijo: “Te encontraré en la Isla”.
En una Isla estará el ministerio de Elías por quinta ocasión; y sobre naciones y pueblos y lenguas estará el pie derecho; y los pies son de bronce, o sea, son los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios del Hijo del Hombre en Su Venida, los ministerios del juicio divino, pero primero viajando por las aguas de la América Latina y el Caribe; y colocando también Su pie izquierdo sobre una Isla; y todo eso en una etapa de bendición primero.
Y esa es la etapa que nos ha tocado a nosotros, es la etapa donde llama y junta a Sus escogidos no solamente en una Isla, sino en las muchas aguas de las naciones latinoamericanas y caribeñas; y esos ministerios después también serán para todas las demás naciones, pueblos y lenguas; pero comienza con la América Latina y el Caribe.
Y el ministerio de Jesús, vean ustedes, está también ahí. Es el ministerio del Ángel que era diferente a los demás, que viene con los ministerios de Moisés y de Elías y de Jesús manifestándolos por medio de carne humana en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero.
Pero Su Ángel Mensajero no es el Señor Jesucristo; por eso fue que Juan cuando trató de adorar al Ángel, el Ángel le dijo que no lo hiciera, porque él es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular, pero él no es Jesucristo; aunque en él Jesucristo en el Día Postrero estaría manifestado operando los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús, los tres grandes ministerios prometidos para este tiempo final.
Ahora, hemos visto el Séptimo Sello, que es la Segunda Venida de Cristo, y hemos visto la Isla de Patmos, lo que para el Día Postrero estaría representando, y cómo la Isla de Patmos estaría señalando a una Isla donde Cristo estaría colocando Su pie izquierdo, o sea, el ministerio de Elías; y ahí es donde encontrarían a Elías manifestado. Pero luego también encontrarían el ministerio de Moisés manifestado en su labor por todas las aguas, que son naciones, pueblos y lenguas en la América Latina primeramente, y después será un ministerio que recorrerá toda la Tierra, y el de Elías también lo recorrerá, y el de Jesús también lo recorrerá.
Ahora vean dónde sería hallado primeramente el Ángel que era diferente a los demás, descendiendo sobre la Tierra. Y recuerden que los Truenos emiten Sus voces teniendo Jesús Sus pies sobre la tierra y sobre el mar; o sea que estando ya el Ángel que era diferente a los demás, el Ángel del Pacto, Jesucristo viniendo en el Día Postrero y manifestándose por medio de Su Ángel Mensajero, es ahí en esa etapa donde Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, clama como cuando ruge un león, clama por medio de Su Ángel Mensajero, y los Siete Truenos emiten sus voces.
Bien dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo que los Siete Truenos le darían la fe para el rapto a la Iglesia.
¿Y cómo van a recibir la fe para el rapto si no oyen la Voz de los Siete Truenos? ¿Y cómo van a escuchar la Voz de los Siete Truenos si no es por medio de carne humana que Cristo estará hablando en el Día Postrero?
Vean, en la página 128 del libro de Los Sellos en español dice:
“121. Ahora, los Siete Truenos de Apocalipsis permitirán que Él muestre a la Novia cómo prepararse para obtener esa gran fe de traslación”.
¿Y cómo van a escuchar esa Voz de los Siete Truenos si no hay un velo de carne a través del cual Cristo hable y clame como cuando ruge un león, y esos siete truenos emitan sus voces, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje de Cristo para Su Iglesia en el Día Postrero, el Mensaje que revela el misterio de Su Venida como el León de la tribu de Judá y como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo?
Vean, son los Truenos, la Voz de Cristo hablándonos en el Día Postrero, lo que también nos dará el avivamiento, el despertamiento del Día Postrero; así como la Voz de Cristo por medio de cada ángel mensajero de cada edad dio el despertamiento, el avivamiento correspondiente a cada edad de la Iglesia de Jesucristo, en donde fueron llamados y juntados todos los escogidos de Dios de cada una de las edades de la Iglesia gentil, de las siete edades.
Y ahora para el avivamiento, despertamiento, de la Iglesia de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, la Voz de Cristo, la Voz de los Siete Truenos clamando como cuando un león ruge, nos despierta, nos da ese avivamiento, ese despertamiento; y con ese Mensaje de los Siete Truenos, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, llama y junta a todos los escogidos de Dios, nos da la fe para ser transformados y raptados en este Día Postrero, nos da la fe, la revelación del rapto, que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo, la Venida del Ángel que era diferente a los demás.
Dice en la página 212 del libro de Los Sellos en español:
“[104]. La Novia todavía no ha tenido un avivamiento; todavía no ha habido allí ningún avivamiento, ninguna manifestación de Dios para sacudir a la Novia. Estamos esperando eso. Se necesitarán esos Siete Truenos misteriosos para despertarla. Él los mandará, lo ha prometido”.
¿Qué es lo que despierta a la Iglesia de Jesucristo en un avivamiento de parte de Dios, luego de la séptima edad de la Iglesia gentil?
Es la Voz de Cristo clamando como cuando ruge un león, y los siete truenos emitiendo sus voces; y eso es en la Edad de la Piedra Angular, porque ya Él habló en las siete edades por medio de Sus siete ángeles mensajeros; tiene una edad eterna: la Edad de la Piedra Angular, la Edad de Oro, donde Cristo estará como el León de la tribu de Judá clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces, los Siete Truenos de la Voz de Cristo, la Voz de Cristo dándonos Su Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo.
Es el Mensaje del Séptimo Sello, de la Segunda Venida de Cristo, siendo revelado ese misterio de la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles, siendo revelado el misterio del Ángel que desciende del Cielo, el Ángel Fuerte envuelto en una nube; y desciende a la Tierra y se vela en carne humana en Su Ángel Mensajero, para hablarnos con esa Gran Voz de Trompeta y hablarnos así con esa Gran Voz de los Siete Truenos, y darnos la fe para ser transformados y raptados, la revelación para ser transformados y raptados, que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo.
Y esa es la revelación que nos da el avivamiento del Día Postrero, en donde nos da vida, la vida de Cristo para todos nosotros, a tal grado que llegará un momento en que nos dará vida al cuerpo físico también, la vida eterna, la transformación de nuestros cuerpos, como Él lo ha prometido, y a los muertos en Cristo los resucitará en el Día Postrero.
Eso lo estará haciendo Jesucristo, el Ángel del Pacto, en el Día Postrero; porque los muertos en Cristo escucharán la Voz del Hijo de Dios y resucitarán, y nosotros los que vivimos seremos transformados; esa es la promesa de Cristo para Su Iglesia para este tiempo final.
Y esto es el misterio bajo el Séptimo Sello; y aquí vemos también lo que tipificó la Isla de Patmos en aquel tiempo para la Venida del Hijo del Hombre para este tiempo final.
“EL SÉPTIMO SELLO Y LA ISLA DE PATMOS”.
Si Juan necesitó estar en una isla para ver la Venida del Señor…, como le fue prometida Su Venida, pues Dios dijo, Cristo dijo: “Yo quiero que él quede hasta que yo venga”; y allí en la Isla de Patmos Cristo cumplió esa promesa a Juan, él vio Su Venida allí.
Y ahora la Iglesia del Señor Jesucristo estaría viendo Su Venida en una Isla, Su Venida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, clamando como cuando ruge un león y los siete truenos emitiendo sus voces; y estaríamos viéndolo con Su rostro como el sol, o sea, como Rey de reyes y Señor de señores; y estaríamos viéndolo con el ministerio de Jesús manifestado, y estaríamos viéndolo con Sus ojos como llamas de fuego, los ministerios de Moisés y Elías, y estaríamos viéndolo con Sus pies de bronce bruñido, o sea, de latón fino, y encendidos en fuego, eso es los ministerios de Moisés y Elías.
Todo eso lo vio Juan el apóstol estando en una isla; porque en una isla arribó el Ángel Fuerte, el Ángel del Pacto que descendió del Cielo en el cumplimiento de Su Venida a Juan; y Juan representa la Iglesia del Señor Jesucristo encabezada con los ángeles mensajeros de cada edad; pero para el Día Postrero es que la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo sería cumplida aquí en la Tierra; como fue cumplida allá a Juan en una isla, sería cumplida en el Día Postrero en una isla.
Pero el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo; él es solamente el instrumento de Cristo. Y así como Juan recibe el Libro que estaba sellado con siete sellos, el cual Cristo lo abrió, el Ángel del Pacto es el que trae ese Libro abierto y se lo entregará a Su Ángel Mensajero para que se lo coma y luego profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas.
EL SÉPTIMO SELLO, o sea, la Segunda Venida de Cristo, Y LA ISLA DE PATMOS; allí fue donde Juan el apóstol obtuvo esa visión de la Venida del Ángel Fuerte que descendió del Cielo, y lo vio también como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.
Y ahora, ¿dónde están los que estarían viendo el Séptimo Sello y su cumplimiento en una Isla? Pues aquí estamos en la América Latina y el Caribe. Estaríamos viendo estas cosas siendo materializadas en el Día Postrero, así como Cristo le dijo a Juan el apóstol: “Yo quiero que él quede hasta que yo venga”, y se lo dijo a Pedro también, hablando acerca de Juan el apóstol, le dijo: “Yo quiero que él quede hasta que yo venga”; y ahora, Jesucristo ha dicho de Su Iglesia: “Yo quiero que ella quede hasta que yo venga”.
Y de Su Ángel Mensajero del Día Postrero Él dice: “Yo quiero que él quede hasta que yo venga”, al mensajero de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, el cual es el Ángel Mensajero de la Iglesia de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular; por lo tanto, la Iglesia de Jesucristo en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, es la que quedaría con Su Ángel Mensajero para ver y recibir Su Venida en el Día Postrero, como la vio y la recibió Juan el apóstol.
Ahora, hemos llegado al tiempo en donde aquí estamos los que veríamos lo mismo que Juan el apóstol vio, lo cual Cristo le había prometido: “Yo quiero que él quede hasta que yo venga”. Y ahora es Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular, con Su Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular, la que quedaría con Su Ángel Mensajero hasta Su Venida, hasta la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo.
Hemos llegado al Día Postrero, al tiempo final, para ver Su Venida en este tiempo final; porque Él ha deseado que nosotros quedemos vivos en esta Tierra, en este tiempo final, para ver Su Venida, la cual fue vista allá y la cual será cumplida acá en este Día Postrero.
Y Su Venida es la Venida del Verbo, del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, de Jesucristo en Espíritu Santo, del Verbo que se hizo carne dos mil años atrás, el Verbo viniendo nuevamente, la Palabra viniendo nuevamente encarnada en un hombre.
Esa es la promesa para la Iglesia de Jesucristo en este Día Postrero; y así estaremos viendo lo que Juan vio, estaremos viendo todos esos atributos que fueron descritos por Juan el apóstol cuando él lo vio viniendo allí en esa Isla de Patmos.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes dándoles testimonio de EL SÉPTIMO SELLO Y LA ISLA DE PATMOS.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén y amén.
Dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión, dándole gracias a Cristo por Sus bendiciones dadas a nosotros en este Día Postrero.
Con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Comencé con menos libros pero ya se me han ido multiplicando aquí; ya tengo que entregar a cada persona los que le pertenecen, y quedarme con los míos nada más. Pero, miren ustedes… Y así también cuando empezamos las actividades en estos días, empezamos con el primer mensaje, ¿y cuántos ya están grabados? Ya llevamos más de cinco, ¿verdad? [Hno. Miguel – ¡Un montón!] Pero por lo menos en estas actividades en estos días.
Pero cuando comenzamos en el 1974 (digamos, del 74 para acá), Miguel comenzó llevando el Mensaje; y llevaba ¿cuántos mensajes? ¿Tres mensajes? Tres mensajes en cinco casetes; y con esos tres mensajes comenzó la labor misionera en la América Latina y el Caribe.
Y ahora en una maleta no le caben ya los mensajes. De un solo viaje que demos en un mes o dos meses no caben en una maleta. Ya los videos, ya por lo menos para la cámara que Benjie está usando, ya por lo menos son pequeñitos y ya pues caben en una maleta; pero los que Miguel se lleva, él se los lleva en videos grandes y no le caben en una maleta.
Pero vean ustedes… y comenzó solamente con tres panecitos, unos panecitos, tres panecitos, con cinco casetes; y esos cinco casetes fueron los que comenzaron esa labor misionera en toda la América Latina y el Caribe, la cual ha ido creciendo cada día más y más. Nunca ha menguado.
Bueno, es que, digamos, nos echó la bendición nuestro hermano Branham cuando dijo: “A él le conviene crecer, y a mí menguar”.
Juan el Bautista también le echó la bendición a Jesús diciendo: “A Él le conviene crecer, y a mí menguar”.
Bueno, lo vamos a dejar ahí quietecito. Miguel continuará. Si él y ustedes quieren alguna explicación más, allá yo dejo a Miguel con ustedes; ya él sabe bastante. Él empezó con tres casetes nada más (me voy a llevar este porque voy a marcar algo en el otro) y ya, vean ustedes, ya ha escuchado bastante.
Pero solamente con lo que escuchó en marzo 1º de 1974… ya era 1º de marzo después de que terminamos… era un 28 de febrero, amanecer 1º de marzo. Con lo que él escuchó allí Dios le abrió el corazón, el alma, le abrió el entendimiento, y después se llevó esos tres mensajes, tres conferencias; y escuchándolas también Dios le fue dando más y más.
Y vean ustedes, ya ha escuchado más de mil por lo menos. Más de mil mensajes ha escuchado Miguel. No sé cuántos, ustedes, han escuchado; pues si en un solo recorrido de un mes… En México, Benjie, ¿cuántos se grabaron en este viaje? Hasta el momento van 95 de este viaje. Y Miguel, pues, ha escuchado por lo menos… no menos de 75. Esto es quitando cuando él ha estado en las reuniones con ministros, que no ha podido estar; pero después los escucha.
Y en el viaje anterior, Benjie, ¿cuántos se grabaron en México? En México nada más, en el viaje anterior que se hizo a México, como 85. ¿Y el recorrido completo de aquella ocasión? 114 conferencias fueron.
Algunas veces teníamos tres conferencias en el día, otras veces teníamos cuatro y otras veces llegamos a tener hasta cinco conferencias, y esos son cinco mensajes grabados.
Y vean, comenzamos con poquito; pero Dios ha ido dándonos más y más. Él ha multiplicado el pan, y lo que hay es una montaña de pan de vida eterna en nuestra edad y en nuestra dispensación; una montaña de alimento espiritual para la Dispensación del Reino y para la Edad de la Piedra Angular; de la cual comerán no solamente nosotros los que estamos aquí sino que todos los que vivan en el Reino Milenial estarán comiendo; pero hay en abundancia; comerá el pueblo hebreo también y comerá todo ser humano que viva en este planeta Tierra durante el Reino Milenial, y por toda la eternidad; porque ese es el Evangelio Eterno que predica el Ángel de Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7.
Bueno, ya había terminado, pero si no me voy de aquí… hay tanto para nosotros que no hay dónde ponerle punto final; pero vamos a ponerle una coma, y un punto suspensivo por ahí, y continuaremos en otra ocasión.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL SÉPTIMO SELLO Y LA ISLA DE PATMOS”.
[Revisión julio 2018]
1 Malaquías 4:2
2 San Lucas 5:1-11
3 “Señor, ¿es esta la señal del fin?”, 63-1230E. William Branham.