Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes aquí en Risaralda, Caldas, Colombia. Es para mí un privilegio estar con ustedes aquí, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa.
Quiero leer la Escritura donde dice, en Génesis, capítulo 1, verso 1 al 5, donde dice:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
En el capítulo 1, verso 1, nos habla de la Creación de los Cielos y de la Tierra, y eso ocurrió hace millones de años; y dice la Escritura que fue Dios el que creó los Cielos y la Tierra.
Y en Isaías también nos dice que fue Dios el que creó los Cielos y la Tierra; por ejemplo, Isaías nos habla de esto (vamos a ver): Isaías, capítulo 43 y también el 42, nos habla de esta Creación; y también nos dice que Él creó a Israel.
Ahora, vean ustedes, un orden divino en cuanto a la Creación. Dios, así como creó los Cielos y la Tierra, también creó al ser humano, y también creó al pueblo hebreo como nación, y también Él está creando una nueva raza.
Ahora, siendo que Dios es el Creador de los Cielos y de la Tierra, veamos con detenimiento quién es este Dios Todopoderoso, Creador de los Cielos y de la Tierra. Nos dice el Evangelio según San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, como también Isaías, capítulo 42, verso 5… son dos lugares muy importantes.
Miren, Génesis, capítulo 1, verso 1, dice:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
E Isaías, capítulo 42, verso 5, dice:
“Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan.
(Dice): Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones…”.
Y ahora, en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Y en el verso… Leímos hasta el verso 4. Y ahora, continuando esta lectura, dice:
“La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (o sea, Juan el Bautista).
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz (o sea, Juan el Bautista no era la luz), sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo (el que creó los Cielos y la Tierra venía a este mundo).
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
¿Quién se hizo carne? El Verbo que era con Dios y era Dios, y creó los Cielos y la Tierra. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que creó los Cielos y la Tierra, venía a este mundo en carne humana; y cuando vino en carne humana fue conocido por el nombre de Jesús.
Ahora miren la persona tan grande e importante que es nuestro amado Señor Jesucristo: Él es el Creador de los Cielos y de la Tierra, porque Él es el Dios encarnado, el Dios que descendió entre los seres humanos en la forma de un hombre.
Nadie podía llevar a cabo la redención del ser humano, solamente Dios; y Dios tomó la responsabilidad del pecado, y la culpa del pecado Dios la tomó: se hizo hombre, tomó nuestros pecados y se hizo mortal físicamente, en Su cuerpo físico, y murió en la Cruz del Calvario. Ninguna otra persona podía llevar a cabo esa Obra de Redención, porque todos los demás seres humanos habían caído con la caída de Adán y Eva allá en el Huerto del Edén, y no había ningún ser humano que pudiera redimir a la raza humana; el mismo Dios haciéndose hombre llevó a cabo esa Obra.
Ahora miren la persona tan grande que es nuestro amado Señor Jesucristo.
Lo acusaban de que siendo hombre se hacía Dios1, sin embargo, siendo Dios se hizo hombre. Esa era la verdad, la revelación verdadera de quién es Jesucristo. Pero cuando torcieron esa revelación verdadera y dijeron: “Siendo hombre se hace Dios”, fallaron en ver quién era nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, ¿cómo fue que Él creó todas las cosas?
Lo primero es que el Dios Todopoderoso, Creador de los Cielos y de la Tierra, que mora en esa dimensión, la séptima dimensión, descendió (Dios descendiendo) y se creó un cuerpo teofánico de la sexta dimensión…; un cuerpo teofánico de la sexta dimensión es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión.
Estando Dios en ese cuerpo teofánico de esa sexta dimensión, es conocido como el Verbo de Dios, o sea, el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, que es un hombre, un varón de la sexta dimensión.
Y estando en esa forma de un hombre, pero de la sexta dimensión, de otra dimensión que los seres humanos no pueden ver… Esa es la dimensión de los ángeles, por eso Él aparece como el Ángel de Jehová. Y estando en esa dimensión, con ese cuerpo parecido al nuestro pero de otra dimensión, creó los Cielos y la Tierra.
En palabras más claras: que la Creación fue realizada por un hombre de otra dimensión, o sea, un extraterrestre, como dirían los que estudian esto de los platillos voladores y de los extraterrestres; pues la sorpresa es que el Creador de los Cielos y de la Tierra es un extraterrestre, pero que después se hizo terrestre cuando se hizo un cuerpo de carne llamado Jesús. O sea que Jesús es un extraterrestre.
Pero la sorpresa grande para los seres humanos, ¿saben cuál es? Que también los seres humanos son extraterrestres. Así que no hay por qué asustarse ni sorprenderse de los extraterrestres, porque nosotros mismos somos extraterrestres. Nuestra alma y nuestro espíritu no es de la Tierra, no es de esta dimensión, sino de otra dimensión; pero hemos venido aquí, a esta dimensión, para cumplir un propósito divino en el cual Dios se está moviendo, como se movía sobre las aguas allá en el principio.
Y ahora, miren ustedes cómo Dios llevó a cabo toda la Creación: Dios tomando para Sí mismo un cuerpo. ¿De dónde lo sacó? De Sí mismo. Y en ese cuerpo, parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, estando en ese cuerpo habló a creación todas las cosas, y fueron creadas.
Y luego le creó al hombre un cuerpo de esa dimensión sexta también; y cuando le creó un cuerpo teofánico, vino a ser un cuerpo teofánico a imagen del cuerpo teofánico de Dios, o sea, un cuerpo teofánico como el de Dios.
Y después lo trajo a esta dimensión terrenal, donde le dio un cuerpo de carne del polvo de la tierra, de donde creó ese cuerpo de carne; pero Dios todavía no tenía un cuerpo de carne. (Ahora, vean ustedes…). Y luego le dio una compañera al ser humano, y colocó a Adán como rey en este planeta Tierra; le dio el Título de Propiedad de todo el planeta Tierra, y Adán gobernaba en este planeta Tierra.
Ahora, encontramos que el ser humano cayó, pues hubo una interrupción, en donde el diablo interrumpió ese Programa de Creación Divina y el diablo hizo que la raza humana —que estaba comenzando allí con Adán y Eva— cayera.
Dios todavía no tenía un cuerpo de carne, pero ya a Su primer hijo, Adán, le dio un cuerpo de carne de esta dimensión terrenal.
Pero el diablo también estaba moviéndose para interrumpir el Programa de Dios; y el diablo, por cuanto no es un creador, no se podía crear para sí mismo un cuerpo físico para estar manifestado aquí en la Tierra en un cuerpo físico; ¿y qué hizo? Se metió en un cuerpo de carne animal, llamado la serpiente, y se manifestó a través de ese animal llamado la serpiente (que no era un reptil, como en la actualidad se conoce a la serpiente, sino que era un animal muy parecido al hombre).
Ese es el eslabón perdido que la ciencia está buscando; y ha desenterrado miles de esqueletos de personas que datan de miles o de millones de años, y dicen: “Así era el ser humano antes de ser como es”; pero lo que han descubierto es cuerpos de esa raza de la serpiente, que era muy parecida al ser humano. La ciencia está buscando el eslabón perdido, porque dice que entre el chimpancé y el hombre hay otro ser, que es el eslabón que une la raza animal con la raza humana; pero cuando Dios maldijo la serpiente, desapareció la forma de la serpiente.
La serpiente era el animal más astuto que había entre todos los animales: razonaba, hablaba también… Y no es raro que la serpiente hable, pues si hasta las cotorras hablan y los pericos también, pajaritos también hablan. Y la serpiente, siendo el animal más astuto, hablaba; y fue la que engañó a Eva, fue el instrumento del diablo.
El diablo se hizo carne antes de Dios hacerse carne; pero el diablo se hizo carne en un animal. Cuando Dios se hizo carne, se hizo carne en un hombre llamado Jesús. Esa fue la primera ocasión en que Dios fue manifestado en la forma de un ser humano en toda Su plenitud.
Ahora, vean ustedes, Dios dejó para esa etapa Su manifestación en carne humana, para llevar a cabo la Obra de Redención de la raza humana.
Ahora, vean ustedes cómo con la maldición que Dios le echó a la serpiente… que era un animal tan parecido al hombre que tenía aun espíritu; por eso podía hablar y podía razonar también; porque la persona razona con su espíritu, pues ahí están esas virtudes y esos sentidos con los cuales se razona, se piensa y se quiere, se siente ese querer o amor; y también tiene un sinnúmero más de funciones el espíritu.
Ahora, podemos ver que el diablo pues usó ese animal que era muy parecido al ser humano, el cual tenía espíritu pero no tenía alma, porque no era un ser humano; el único que tiene alma es el ser humano. Y en el lugar que la serpiente tenía para el alma, ahí se colocó el diablo, y vino a ser el diablo el alma de ese animal.
La serpiente era lo más parecido al ser humano, pero perdió toda esa belleza y esa apariencia por la maldición que Dios le echó. Y ahora la ciencia busca ese eslabón perdido y no lo encuentra; pero fue la serpiente, esa raza de la serpiente, que recibió la maldición divina.
Ahora, la raza humana ha estado bajo la maldición por causa del pecado; pero con la Venida de Cristo y con Su muerte en la Cruz del Calvario, Cristo nos redimió y ha estado moviéndose. Vean ustedes, se estuvo moviendo en medio de la raza caída, en medio de esa Creación que cayó; y luego se ha estado moviendo en una Nueva Creación, una Nueva Creación que comenzó con Jesucristo nuestro Salvador.
Apocalipsis, capítulo 3, verso 14, dice que Él es el principio de la Creación de Dios. Él es el principio de esa Nueva Creación que comenzó con Jesucristo; y el Día de Pentecostés, 120 personas que estaban allí, que recibieron el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, nacieron de nuevo; y con el nuevo nacimiento es que la persona nace en esa Nueva Creación, una Nueva Creación de una nueva raza.
Y lo que la descendencia de Adán por medio del nacimiento físico no puede obtener (pues no puede obtener un cuerpo teofánico de la sexta dimensión antes de venir aquí a la Tierra y nacer por medio de papá y mamá); en la Nueva Creación, a través de Cristo, obtenemos ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión: cuando hemos creído en Cristo como nuestro Salvador, y hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y hemos recibido Su Espíritu Santo, ahí recibimos ese espíritu de la sexta dimensión y ahí es donde nacemos de nuevo. Así es como nacemos de nuevo en esa nueva raza, de la cual Jesucristo es el primero; por eso es nombrado por San Pablo como el segundo Adán2.
Y así como el primer Adán ha tenido una descendencia, pero mortal, ahora el segundo Adán tiene una descendencia, pero inmortal.
¿Y cómo es posible que si tiene una descendencia inmortal (luego de que la persona ha creído en Cristo, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha recibido Su Espíritu Santo; y así ha recibido el nuevo nacimiento), luego, cuando se ponen viejas las personas, se mueren? Porque lo que muere es el cuerpo físico, que viene por medio de la primera Creación: viene por medio del primer Adán, de la descendencia del primer Adán.
Pero, aunque ese cuerpo físico muere, la persona en sí no muere: lo que murió fue el cuerpo físico que pertenece a la antigua Creación, o sea, a la primera Creación, y es un descendiente de la primera Creación (el cuerpo físico), un descendiente de Adán. Pero miren lo que Cristo dice en San Juan, capítulo 5, verso 24:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Cuando la persona ha creído en Cristo como su Salvador, y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha recibido Su Espíritu Santo: ha pasado de muerte a vida, ha recibido un espíritu teofánico de la sexta dimensión; y ese espíritu teofánico es para toda la eternidad. Y así se encuentra como Jesucristo se encontraba antes de venir a la Tierra con un cuerpo físico.
Y si la persona físicamente muere, no tiene ningún problema: lo que murió fue el cuerpo perteneciente a la vieja o antigua Creación; y la persona se va a vivir al Paraíso, que es la sexta dimensión, que es la dimensión a la cual pertenece el cuerpo teofánico que recibió cuando obtuvo el nuevo nacimiento por medio de Jesucristo.
Y luego permanece allí, en esa dimensión sexta, viviendo en un cuerpo parecido al nuestro, hasta que ocurra la resurrección de los muertos en Cristo. Y cuando ocurra la resurrección de los muertos en Cristo, resucitará en un cuerpo eterno. No resucitará en el mismo cuerpo viejo, que perteneció a la antigua Creación, sino en un cuerpo nuevo que pertenece a la Nueva Creación, un cuerpo como el de nuestro amado Señor Jesucristo, un cuerpo eterno. Y ahora, Dios creará un cuerpo eterno para todos los hijos e hijas de Dios que han partido.
Y nosotros los que vivimos no tenemos tampoco problema, porque cuando los muertos en Cristo resuciten, nuestros cuerpos físicos serán transformados, y entonces tendremos el cuerpo eterno; y así estaremos en el espíritu y en el cuerpo físico en inmortalidad.
Ahí se cumplirá la Palabra que está escrita: “Sorbida es la muerte en victoria”3. Ya no habrá más muerte para los hijos e hijas de Dios, ni en el cuerpo físico ni en el espíritu tampoco, porque ya todo el problema de la caída habrá pasado, y estaremos como nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, Cristo es el principio de esa Nueva Creación; por eso es que la Escritura dice que seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. San Pablo dice [Primera de Corintios 15:49]:
“… así como hemos traído la imagen del terrenal (o sea, de Adán), traeremos también la imagen del celestial (o sea, de nuestro amado Señor Jesucristo)”.
Y ahora, podemos ver que Dios ha estado moviéndose en medio de Su Obra, de Su Creación, así como se movió en medio de Su Creación antes de crear al ser humano (¿para qué?) para crear el ser humano aquí en la Tierra.
Y luego que cayó el ser humano, luego continúa en medio de esa Creación caída, manifestándose de etapa en etapa por medio de cada profeta mensajero, a través de las diferentes edades y dispensaciones; porque nunca Dios abandonó Su Creación, aunque había caído.
Y Él prometió una Nueva Creación, y Él prometió darles un nuevo espíritu y un nuevo corazón4 a los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero; y también ha prometido darnos un nuevo cuerpo eterno, igual al de nuestro amado Señor Jesucristo. Y por eso es que Él se ha estado moviendo y continúa moviéndose en medio de esa Nueva Creación, que es llamada Su Iglesia, de la cual Jesucristo es la cabeza5.
La Iglesia de Jesucristo es lo más grande que Jesucristo tiene en este planeta Tierra; y por eso es que Jesucristo está en medio de Su Iglesia, de edad en edad, en Espíritu Santo manifestado; y ha estado hablándole a Su Iglesia, de edad en edad, por medio de cada mensajero que Él ha enviado.
Así como envió profetas en el Antiguo Testamento, encontramos que ha enviado mensajeros de edad en edad. Por ejemplo, tenemos a San Pablo, el primer ángel mensajero de la primera edad de la Iglesia de Jesucristo entre los gentiles; y después continúa enviando de edad en edad Sus diferentes mensajeros en los diferentes territorios donde se cumplieron esas edades:
Comenzó en Asia Menor la Obra de Jesucristo entre los gentiles, luego pasó a Francia (o sea, pasó a Europa); luego de Francia continuó la Obra de Cristo, en medio de la cual Jesucristo ha estado moviéndose: pasó a Francia, y de Francia pasó a Hungría, y de Hungría pasó a Irlanda y Escocia, y de Escocia pasó a Alemania, y de Alemania pasó a Inglaterra (todo eso en Europa); y de Inglaterra pasó a Norteamérica. Y así siete etapas o edades de la Iglesia gentil se han cumplido, desde San Pablo hasta el reverendo William Branham.
Este diagrama fue el que usó el reverendo William Branham para mostrar las diferentes etapas por las cuales ha pasado la Iglesia de Jesucristo. Y vean ustedes, envió a San Pablo, a Ireneo, a Martín, a Colombo, a Lutero, a Wesley, y al reverendo William Branham con el espíritu y virtud de Elías, en esas diferentes etapas por las cuales la Iglesia de Jesucristo ha pasado entre los gentiles; y eso ha sido el Espíritu de Dios, el Espíritu de Jesucristo moviéndose en medio de Su Iglesia.
Y luego que ha recorrido esas siete etapas, de las cuales la séptima pertenece a Norteamérica, ¿qué más hay en el Programa de Dios donde se estaría moviendo el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesucristo? ¿Y cuál es el territorio donde en el Día Postrero, en el cual vivimos, se estará moviendo Dios en Espíritu llevando a cabo Su Obra en medio de Su Iglesia? Pues para sorpresa y bendición nuestra, el territorio es la América Latina y el Caribe.
Algunas personas pensaron que Dios se había olvidado de la América Latina y el Caribe a causa de tantos problemas que hay en la América Latina y el Caribe; y las naciones desarrolladas piensan de la América Latina y el Caribe como naciones subdesarrolladas; pero miren, en el Programa Divino la América Latina y el Caribe es el territorio donde el Espíritu de Dios en este Día Postrero estaría moviéndose llevando a cabo Su Obra correspondiente a este Día Postrero.
Y en la Obra correspondiente al Día Postrero, que Jesucristo dice en San Mateo, capítulo 24, verso 31: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”, esa Obra, en la América Latina y el Caribe Jesucristo la hace; porque el Espíritu de Cristo se mueve en la América Latina y el Caribe para llevar a cabo Su Obra correspondiente a este Día Postrero.
Y ahora, ¿qué es la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final? Es la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu de Dios hablando en el Día Postrero a la América Latina y el Caribe, y llamando y juntando a Sus escogidos en el Cuerpo Místico de Cristo; y esa Obra corresponde a la Edad de la Piedra Angular.
O sea que, en el Programa Divino, la América Latina y el Caribe tiene la bendición más grande que nación alguna haya tenido, y el continente latinoamericano y caribeño es el continente que tiene las grandes promesas de prosperidad para el séptimo milenio; y eso Dios lo hará realidad para la América Latina y el Caribe.
Y la América Latina y el Caribe pertenecerá a ese glorioso Reino Milenial de Jesucristo, que Él establecerá en este planeta Tierra en el séptimo milenio, en el cual Jesucristo estará sobre el Trono de David sentado y reinando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. La América Latina y el Caribe es el territorio que será más beneficiado en ese glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, para la América Latina y el Caribe es que tenemos a Dios moviéndose en el Día Postrero, llamando y juntando a Sus escogidos, y colocándolos en Su Cuerpo Místico de creyentes en la Edad de la Piedra Angular; y así completando el número de los miembros de la Iglesia de Jesucristo, y así completando el número de esa Nueva Creación; una Nueva Creación que para el Día Postrero recibirá el cuerpo físico inmortal, incorruptible y glorificado, que será igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.
En el Día Postrero, que es el séptimo milenio, estarán sobre este planeta Tierra seres con cuerpos eternos; serán los muertos en Cristo, que resucitarán en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos, que seremos transformados.
Y así como dos mil años atrás, aproximadamente, hubo un hombre con un cuerpo inmortal, el cual fue Jesucristo… Él dijo: “Nadie me quita la vida; yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar”6.
Y así como hubo un hombre llamado Jesús, dos mil años atrás, con un cuerpo inmortal… Ahora me pregunta alguno: “Y si era un cuerpo inmortal, ¿cómo pudo morir en la Cruz del Calvario?”. Sencillo: la Escritura dice que la paga del pecado es muerte7.
Jesús, por cuanto no tenía pecado, pues no tenía muerte, no podía morir; es inmortal. Y para hacerse mortal, para morir y redimir a todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, ¿qué hizo? Pues tomó nuestros pecados y se hizo mortal; y por cuanto la paga del pecado es la muerte, la muerte tuvo que venir sobre Jesucristo; y así tomó nuestros pecados, se hizo mortal, para que nosotros podamos vivir eternamente.
Porque si Él tomó nuestros pecados: cuando nosotros confesamos nuestros pecados a Cristo, son quitados por la Sangre de Cristo; porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado8. Y entonces, ¿qué sucede? Si Él nos deja sin pecado, entonces tenemos el derecho a vivir eternamente; porque si no tenemos pecado, pues la sentencia de la muerte no puede venir sobre nosotros.
Ahora, en esta Nueva Creación Él nos dará un nuevo cuerpo; y ahí entonces la muerte no podrá venir sobre nuestro cuerpo eterno que hemos de tener.
Ahora, vean ustedes, esto es un misterio del Reino de Dios. San Pablo habló de este misterio en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, y Primera de Corintios, capítulo 15; y nos dijo en el capítulo 15, verso 42 en adelante, para que veamos este misterio de la vida y la muerte y la resurrección, dice:
“Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción (o sea, se siembra un cuerpo corruptible y mortal, pero se resucitará un cuerpo incorruptible).
Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.
Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual”.
¿Y qué recibimos nosotros primero? El cuerpo animal. Después recibiremos el cuerpo espiritual, el cuerpo eterno, que es igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo. Dice:
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual”.
¿Primero es qué? El cuerpo animal, que es el cuerpo que recibimos por medio de papá y mamá; y es animal por cuanto viene por medio de la unión de un hombre y de una mujer.
“El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.
Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.
Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial (o sea, de Jesucristo).
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.
No podemos heredar el Reino de Dios con estos cuerpos mortales, temporales y corruptibles; y no podemos heredar la incorrupción estando con un cuerpo corruptible; o sea, no podemos vivir por toda la eternidad con este cuerpo de carne, que es mortal, corruptible y temporal. Para vivir por toda la eternidad en un cuerpo físico, tiene que ser el cuerpo eterno que Él nos dará pronto, como Él lo ha prometido. Ahora, sigue diciendo San Pablo:
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir); pero todos seremos transformados (seremos transformados de lo mortal a lo inmortal, de lo corruptible a lo incorruptible, de lo temporal a lo eterno),
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta…”.
¿Cuándo? A la Final Trompeta. Vamos a ver dentro de unos momentos qué es esa Trompeta Final.
“… porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”.
Es necesario, porque de otra forma la persona no puede vivir eternamente en un cuerpo físico; tiene que ser en el cuerpo eterno que Él ha prometido. Dice:
“Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.
Ya la muerte no existirá para esas personas que tendrán el cuerpo eterno; y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, y así reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad como reyes y sacerdotes.
Ahora, nos dice que eso será “a la Final Trompeta”. ¿Y qué es esa Final Trompeta, ya que aquí menciona la Final Trompeta o Trompeta Final; y también Jesucristo menciona la Gran Voz de Trompeta, con la cual envía los Ángeles, Sus Ángeles, para llamar y juntar a los escogidos de Dios?
En Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, nos habla de la Gran Voz de Trompeta, y nos identifica de quién es y quién es el que suena esa Gran Voz de Trompeta. Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, dice, el apóstol San Juan, dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor (o sea, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio), y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (ahí tenemos esa Gran Voz de Trompeta; ahora vamos a ver lo que es),
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿Quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo; es la Voz de Jesucristo hablando en el Día Postrero. Esa es la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta que estará sonando, que estará hablando en el Día Postrero, en el cual ya nosotros estamos viviendo.
En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice San Juan:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta (aquí tenemos de nuevo la Trompeta, que decía), hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Esa Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, vean ustedes, es la Voz de Cristo, es Cristo hablando.
Y en Apocalipsis, capítulo 22, veremos por medio de quién los seres humanos estarán escuchando esa Gran Voz de Trompeta hablando y mostrando todas estas cosas que deben suceder pronto. Dice así, Apocalipsis 22, verso 6:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
Y eso fue lo prometido por Cristo en Apocalipsis, capítulo 4: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”, las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en estas siete etapas o edades de la Iglesia gentil.
Ahora, Cristo va a mostrar las cosas que han de suceder en el tiempo de la Edad de la Piedra Angular; y para eso hay que subir donde Él está manifestado en el Día Postrero, que es en la Edad de la Piedra Angular, por medio de Su Ángel Mensajero; porque por medio de Su Ángel Mensajero, enviado para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto, es que Jesucristo en Espíritu Santo estará manifestado hablándole a Su pueblo, a Su Iglesia —y después al pueblo hebreo—, y estará dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Es la Voz de Cristo en la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, hablando con esa Gran Voz de Trompeta todas estas cosas que deben suceder pronto. Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién ha enviado Jesucristo? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para dar testimonio de estas cosas en y a las iglesias. ¿De qué cosas? De estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Ese Ángel Mensajero que le reveló a Juan el apóstol este libro del Apocalipsis en esta forma simbólica, es el Ángel de Jesucristo enviado a Su Iglesia para darle testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y en el Día Postrero Su Ángel Mensajero es enviado a Su Iglesia en carne humana, para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Y por medio de Su Ángel Mensajero, Jesucristo en Espíritu Santo estará manifestado hablándole a Su Iglesia con esa Gran Voz de Trompeta, y dándole a conocer así todas estas cosas que deben suceder pronto, en el tiempo final.
Y estar escuchando al Ángel del Señor Jesucristo dando testimonio de todas estas cosas, es estar escuchando a Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto; y eso es estar escuchando esa Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo, es estar escuchando la Trompeta Final, la Voz de Cristo revelándonos todos estos misterios de todas estas cosas que están prometidas para suceder en este tiempo final.
Ahora vean lo sencillo que es escuchar esa Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Hemos visto que es la Voz de Cristo la Gran Voz de Trompeta que escuchó Juan el apóstol; la cual escucharía la Iglesia de Jesucristo en este Día Postrero, en Su manifestación a través de Su Ángel Mensajero, para así ser llamados y juntados todos los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular, y ser preparados para ser transformados en este tiempo final.
Y esto es DIOS MOVIÉNDOSE EN MEDIO DE SU OBRA, en medio de la Obra que Él está llevando a cabo en Su Iglesia de etapa en etapa. La Obra correspondiente a esta etapa del tiempo final es la Obra que Él realiza por medio de Su Ángel Mensajero.
Dios no ha abandonado a la raza humana. Él ha estado siempre en medio de la raza humana en Espíritu Santo; y se ha manifestado, se ha revelado, por medio de Sus profetas mensajeros, de etapa en etapa, de edad en edad, y de dispensación en dispensación, y de generación en generación. “Porque no hará nada el Señor Jehová sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas”9; y luego Sus profetas son los que le revelan a la raza humana estos secretos o misterios divinos; por eso tenemos la Biblia, que es la Palabra de Dios venida por medio de los profetas de Dios de edad en edad.
Ahora, hemos visto el misterio de cómo es que Dios se ha estado moviendo en medio de Su Obra y en medio de Su pueblo, de edad en edad, de generación en generación y de dispensación en dispensación.
Cuando llega el tiempo para una etapa del Programa Divino, para una edad, Dios envía un profeta, coloca Su Palabra en la boca de ese profeta, él habla esa Palabra, y se cumple el Programa de Dios correspondiente a esa etapa del Programa Divino.
En Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 en adelante, dice así; el profeta Moisés hablando, dice:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…”.
¿A quién dice el profeta Moisés que el pueblo está llamado a escuchar? Al profeta que Él levante en medio del pueblo. ¿Por qué? Vamos a ver por qué: porque todas las personas a través de los tiempos dicen: “Yo escucho a Fulano de Tal”, otros dicen: “No, yo escucho al doctor Fulano de Tal, en cuanto a las cosas de Dios”; y así por el estilo cada uno trata de conseguir a quién escuchar. Pero Moisés dice:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…”.
Los que quieren escuchar la Voz de Dios están llamados a buscar al profeta que Dios ha levantado para ese tiempo en medio del pueblo, y ahí escuchar ese profeta, porque en ese profeta está la Voz de Dios; es la Voz de Dios por medio de un ser humano. Dice:
“… conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb (o sea, en el monte Sinaí) el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.
Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca…”.
¿Dónde Dios coloca Sus palabras? En la boca del profeta que Él levanta, y lo envía al pueblo. Y toda persona que quiera escuchar la Voz de Dios, la Palabra de Dios, para la edad o dispensación en que vive, tiene que buscar a ese profeta prometido por Dios para ese tiempo, y ahí escuchar la Voz de Dios por medio de ese profeta.
Si estuviésemos viviendo en el tiempo – si estuviéramos viviendo en el tiempo de Noé, ¿a quién teníamos que escuchar? A Noé. ¿Y eso sería estar escuchando a quién? A Dios, porque Dios colocó Su Palabra en la boca de Noé; aunque era inconcebible lo que Noé estaba hablando. Esto es porque los pensamientos de Dios son más altos que nuestros pensamientos10; y conforme a los pensamientos humanos, lo que Noé estaba hablando era algo inconcebible.
En aquel tiempo no llovía como llueve en la actualidad, es una; y lo otro, siendo que Dios es amor, lo cual todas las religiones profesan o confiesan y proclaman, todas las religiones podían decir: “Dios no puede destruir la raza humana con un diluvio, por dos cosas: porque Dios es amor y Dios ama al ser humano; y lo otro: porque no llueve, y si no llueve pues no puede caer un diluvio”. En aquel tiempo, de la tierra subía un vapor durante la noche, que cubría la Tierra, y con eso se regaba la vegetación11.
Y ahora, aparentemente la ciencia de aquel tiempo y las religiones de aquel tiempo tenían razón en lo que decían en contra de Noé: que no podía Dios destruir la Tierra y que no podía venir un diluvio. Científicamente no podía venir un diluvio porque no llovía, y religiosamente no podía Dios destruir la raza humana porque Dios es amor12. Pero es que también la Biblia dice que Dios es fuego consumidor13; y hay tiempo para Dios manifestar Su amor sobre la raza humana pero también hay tiempo para Dios manifestar Su juicio divino sobre la raza humana.
Y ahora, había llegado el tiempo para el juicio divino caer sobre la raza humana, y el único que lo sabía era Noé; aunque Enoc también había profetizado de esa destrucción, ese Mensaje14. Luego, cuando Noé lo predicó, lo predicó con más luz; porque Dios se le reveló, le apareció y le habló que había ya llegado el tiempo para esa destrucción.
Y ahora, Noé estaba predicando algo inconcebible a la mente humana, pero ya había sido concebido en la mente de Dios. Y no importa lo que los seres humanos dijeran en aquel tiempo, lo que Dios le reveló a Noé era lo que iba a suceder en aquel tiempo. Y la humanidad no conoció lo que iba a suceder en aquel tiempo (¿por qué?) porque no escucharon la voz de Noé, que era la Voz de Dios, la Palabra de Dios en un hombre de aquel tiempo.
¿Y saben ustedes una cosa? Que Jesucristo dice que el Día Postrero será como los días de Noé. San Mateo, capítulo 24, versos 37 en adelante, dice:
“Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,
y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos…”.
¿Qué no entendieron? No entendieron el Programa Divino. ¿Por qué? Porque no escucharon la Voz de Dios a través del profeta Noé.
“… así será también la venida del Hijo del Hombre”.
¿Cómo será la Venida del Hijo del Hombre? Será en un tiempo paralelo al tiempo de Noé.
Noé era un profeta dispensacional. ¿Y saben ustedes una cosa? Esa es la clase de profeta más grande que Dios envía al planeta Tierra. Otra cosa: de esa clase de profeta Dios tiene muy pocos; solamente tiene siete profetas dispensacionales, cada uno para cada dispensación, y son siete dispensaciones.
La primera dispensación es la Dispensación de la Inocencia, y su profeta dispensacional es Adán; ese fue el primer profeta que Dios envió a la Tierra.
(La segunda dispensación es la Dispensación de la Inocencia; ahora, es la dispensación de la…).
La Dispensación de la Conciencia es la segunda… La primera es la Dispensación de la Inocencia, y el Mensaje era el Mensaje de la Inocencia; y para la segunda dispensación, la Dispensación de la Conciencia, el Mensaje es el Mensaje de la Conciencia, y su mensajero fue Set. Luego la tercera dispensación es la Dispensación del Gobierno Humano, y su profeta mensajero es Noé. Y la cuarta dispensación es la Dispensación de la Promesa, y su profeta mensajero es el patriarca Abraham.
Y en la quinta dispensación, la quinta dispensación es la Dispensación de la Ley, y el profeta de la quinta dispensación es el profeta Moisés, con el Mensaje de la Ley. Y la sexta dispensación es la Dispensación de la Gracia, y su mensajero es Jesús. Y la séptima dispensación es la Dispensación del Reino, y su mensajero es el Ángel del Señor Jesucristo.
Ahora, en todos ha estado Dios moviéndose sobre Su Obra y sobre la Tierra, desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
El mensajero de la séptima dispensación, la Dispensación del Reino, viene con el Mensaje del Evangelio del Reino; y viene dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero.
Si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el séptimo milenio, y por consiguiente estamos en el Día Postrero; porque “un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día”15.
Cuando Dios habla de los días postreros delante de Él, para los seres humanos son los milenios postreros, los cuales comenzaron cuando Jesucristo estaba aquí en la Tierra. Cuando Jesucristo tenía de 3 a 7 años de edad comenzaron los días postreros, porque comenzó el quinto milenio cuando Jesús tenía de 3 a 7 años de edad. Por eso es que San Pablo, en su carta a los Hebreos, en el capítulo 1, dice, verso 1 al 2:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas (¿Cómo habló Dios? Por medio de Sus profetas),
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (¿Cuándo? En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, por Jesucristo), a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.
Y ya han transcurrido, de Jesús hacia acá, dos mil años, y San Pablo está diciendo que cuando Dios estaba hablando por medio de Jesús eran los días postreros. ¿Se equivocaría San Pablo al decir que aquellos eran los días postreros? No se equivocó.
Tampoco San Pedro, tampoco se equivocó cuando dijo en el capítulo 2 y versos 14 en adelante, allá en el Día de Pentecostés, cuando pensaban que ellos estaban borrachos porque los oían hablar en otras lenguas las maravillas de Dios, Pedro se levantó: puesto en pie, dice [Hechos 2:14]:
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día (o sea, de 8 a 9 de la mañana).
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán…”.
¿Para cuándo Dios dijo que derramaría de Su Espíritu Santo? Para los postreros días; y ya allá, dos mil años atrás, el Día de Pentecostés, está derramando de Su Espíritu Santo sobre aquellos que habían creído en Cristo, habían lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ahora estaban recibiendo el Espíritu de Cristo.
Y de ahí en adelante, ha estado derramando de Su Espíritu Santo sobre toda carne que se ha arrepentido de sus pecados, y ha recibido a Cristo como su Salvador, y ha lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo: han estado recibiendo el Espíritu de Cristo, y así obteniendo el nuevo nacimiento, del cual le habló Cristo a Nicodemo; porque el que no nazca de nuevo, del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. (De esto nos habló Jesús en San Juan, capítulo 3, verso 1 en adelante).
Y ahora, los postreros días, vean ustedes, comenzaron cuando Jesús tenía de 3 a 7 años de edad; los postreros días delante de Dios, que para los seres humanos son los postreros milenios, o sea, quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. En los días de Jesús comenzó el quinto milenio, que es el primero de los tres milenios postreros, y que para Dios solamente es un día.
Ahora, de los días postreros delante de Dios, que son los tres días postreros, para los seres humanos son los tres milenios postreros, que son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya han pasado los dos milenios primeros de los tres milenios postreros; y solamente nos queda el milenio postrero, que es el séptimo milenio. Y delante de Dios solamente han transcurrido dos días, pero para los seres humanos dos milenios, que son dos mil años.
Y ahora, estamos delante de Dios en el Día Postrero, que para los seres humanos es el séptimo milenio; esto es si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene. Y si no se los añadimos, solamente faltan poquitos años: estamos en el 1998, falta lo que resta del 98, luego el 99 y el 2000; y en el 2000 termina el segundo de los días postreros y comienza el último de los días postreros, comienza el séptimo milenio.
¿Pero se le habrá atrasado a Dios Su calendario? Yo pienso que no. Y si a Dios no se le ha atrasado, pues ya estamos en el Día Postrero.
Y en el Programa de Dios y Obra de Dios hay grandes cosas, grandes bendiciones prometidas para ser cumplidas en el Día Postrero, entre las cuales tenemos esta que Jesús mismo prometió: en el capítulo 6, verso 39 al 40, de San Juan, dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.
¿Para cuándo Cristo ha dicho que Él tiene la comisión de resucitar a todos los que el Padre le ha dado; los cuales de edad en edad Él ha estado llamando y juntando; los cuales son representados en las ovejas, son las ovejas que el Padre le ha dado; y Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen”16?
Él dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil, las cuales también me conviene traer”. ¿Que no son de qué redil? Del Redil hebreo; y son llamadas y juntadas en el Redil de Cristo, que es Su Iglesia, donde también junta las ovejas de en medio del pueblo hebreo. (Y ahora…). Eso está en San Juan, capítulo 10, verso 14 al 16.
Y ahora, la promesa es que para el Día Postrero, Cristo dice: “… yo le resucitaré…”. Esto es a los creyentes en Cristo que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; y luego sus cuerpos físicos han muerto, pero han muerto con la esperanza de una resurrección en un cuerpo eterno, porque Cristo así lo ha prometido.
Y ahora, en el verso 40, de este mismo capítulo 6 de San Juan, dice:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Cuándo dice que le resucitará, al creyente en Él? En el Día Postrero, si su cuerpo físico ha muerto; pero si permanecemos vivos y ocurre la resurrección de los muertos en Cristo, entonces seremos transformados sin ver muerte.
En San Juan, capítulo 11, también Cristo habló; en el verso 23 en adelante, de San Juan, capítulo 11, dice:
“Jesús le dijo (esto es a Marta, la hermana de Lázaro; pues Lázaro había muerto y estaba en la tumba; y ahora le dice): Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero”.
Pues esto lo había enseñado Cristo, que la resurrección sería para el Día Postrero; pero ahora Cristo va a colocar el tipo y figura de la resurrección de los muertos en Cristo; Él va a mostrar aquí el tipo y figura, mostrando que Él tiene el poder para resucitar a todos los creyentes en Él, para resucitarlos en el Día Postrero; por lo tanto, Él va a resucitar a Lázaro como ejemplo de lo que Él hará en el Día Postrero. Lázaro, siendo un creyente en Él, es la persona escogida por Cristo para dar el ejemplo de lo que Él hará en el Día Postrero.
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”.
O sea, aunque su cuerpo físico muera, no permanecerá la persona sin un cuerpo físico eternamente, sino que será resucitado en un cuerpo eterno, y vivirá eternamente con un cuerpo físico eterno y glorificado. Y ahora, Jesús le dice a Marta (le dijo a Marta):
“¿Crees esto?
Le dijo (ella): Sí, Señor…”.
Y nosotros decimos lo mismo: “¡Sí, Señor! ¡Nosotros creemos que Tú eres la Resurrección y la Vida; y que el que cree en Ti, aunque esté muerto, vivirá! Y Tú resucitarás a cada persona que ha creído en Ti, y ha lavado sus pecados en Tu Sangre, y ha recibido Tu Espíritu Santo. Aunque haya muerto físicamente, resucitará (¿cuándo?) en el Día Postrero, porque Tú has dicho que en el Día Postrero Tú los resucitarás”.
Y si nosotros permanecemos vivos y ocurre la resurrección de los muertos en Cristo, pues Cristo nos transformará en este Día Postrero. ¡Y eso nosotros lo creemos con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón!
Ahora, Cristo resucitó a Lázaro ahí en el cuarto día, y lo dio a sus hermanas; les dijo: “Ahora ustedes desaten a Lázaro, quiten todas esas vendas que le colocaron, porque ya él ha resucitado”.
Ahora, ¿con qué resucitó? Con una voz fuerte que Cristo emitió; clamó con fuerte voz, y Lázaro salió fuera. Y ahora, la Gran Voz de Trompeta, esa es la Voz de Cristo. Cristo dijo en San Juan, capítulo 5, versos 28 en adelante; dice:
“No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;
y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida…”.
La Voz de Cristo en el Día Postrero llamará a los santos que han partido y los traerá en un nuevo cuerpo, en un cuerpo eterno, en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio; y a nosotros los que vivimos nos transformará, y nos dará un cuerpo nuevo también.
Ahora, todo esto es el Programa Divino en la Obra de Dios, de Jesucristo, correspondiente al Día Postrero.
Dios ha estado moviéndose en medio de Su Obra y en medio de Su Iglesia de edad en edad: Así como se movió en medio del mundo antiguo y de la antigua Creación, ahora lo encontramos moviéndose en medio de la Nueva Creación, que es Su Iglesia, de edad en edad, llevando a cabo Su Obra correspondiente a cada edad, y en el territorio correspondiente a cada edad.
Y ahora, en la América Latina y el Caribe se encuentra Dios, Jesucristo en Espíritu Santo, moviéndose en medio de Su Obra, y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, por medio de Su Ángel Mensajero; y así llamando y juntando a todos los escogidos de Dios con esa Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y así completando el número de los escogidos de Dios, completando el número del Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular.
Y ahora, los latinoamericanos y caribeños tienen el privilegio más grande que pueda tener nación alguna, y es que el Cuerpo Místico de Cristo es completado con latinoamericanos y caribeños; y por eso es que el glorioso Reino Milenial de Cristo va a estar lleno de latinoamericanos y caribeños; y esa es una bendición grande que Cristo tiene para los latinoamericanos y caribeños.
Y lo que aparentemente era un problema para la América Latina y el Caribe, que no podía prosperar como las grandes naciones europeas, las grandes naciones desarrolladas; durante el Reino Milenial la América Latina y el Caribe, junto al pueblo hebreo, serán los territorios de mayor progreso en todos los campos de la vida del ser humano.
La Escritura dice en Habacuc, capítulo 2, verso 14, que la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar:
“Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”.
También esto mismo lo habla el profeta Isaías en el capítulo 11, verso 9; y esto está hablando del glorioso Reino Milenial. La Tierra será llena del conocimiento de la Segunda Venida de Cristo, donde la gloria de Jehová es manifestada, y en donde Él resucitará a los muertos en Cristo y transformará a los vivos en Cristo, los elegidos de Dios, en este Día Postrero.
Del conocimiento de toda esa Obra que Él estará llevando a cabo en este tiempo final, la Tierra será llena; y la humanidad, durante el Reino Milenial, tendrá el conocimiento de la Segunda Venida de Cristo y las bendiciones que Él trae en Su Segunda Venida para los escogidos y para toda la raza humana.
Ahora podemos ver que Dios moviéndose en medio de Su Obra y en medio de Su Iglesia en este tiempo final, en medio de esa Nueva Creación, trae grandes bendiciones para nosotros en la América Latina y el Caribe.
La América Latina y el Caribe es el territorio de la bendición de Jesucristo en este tiempo final; bendición que luego pasará también al pueblo hebreo.
Ahora, estamos viviendo en el tiempo en que Dios está moviéndose en medio de los latinoamericanos y caribeños, en la Obra correspondiente a esa Nueva Creación, a esa nueva raza; porque lo que Cristo ha estado realizando en Su Obra es la creación de una nueva raza.
No es un asunto de sectarismos o de religiones, sino es un asunto de la creación de una nueva raza, que ha comenzado con un nuevo hombre, que es el Señor Jesucristo. Y por eso es que la Escritura dice: “Anunciaré a mis hermanos Tu Nombre”17. Cristo es nuestro hermano mayor.
Y esa Nueva Creación, de la cual Jesucristo es el primero, ha continuado con todos los miembros de la Iglesia de Cristo, con todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, dándonos, por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo: dándonos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y luego en el Día Postrero nos dará un cuerpo físico glorificado y eterno; y así viviremos eternamente siendo inmortales con Cristo, y reinaremos como reyes y sacerdotes en ese glorioso Reino de Jesucristo.
Para reinar con Él se requiere obtener la inmortalidad, la cual Cristo ha prometido para todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Ahora podemos ver que Cristo ha estado moviéndose en medio de Su Obra de edad en edad; hemos visto los lugares, los territorios por donde se ha movido en medio de Su Obra; y ahora podemos ver dónde se está moviendo en este tiempo final para completarse así el Cuerpo Místico de Cristo, que es también representado en un templo. Por eso se llama, la Iglesia de Jesucristo: el Templo de Jesucristo, Templo espiritual.
Y tenía, el templo que construyó Moisés y el que construyó Salomón: atrio, lugar santo y lugar santísimo; y el lugar santísimo estaba al occidente, o sea, al oeste. Y en la construcción del Templo espiritual de Cristo, el Lugar Santísimo de ese Templo está al oeste también, que es el territorio latinoamericano y caribeño. Con latinoamericanos y caribeños Jesucristo está construyendo el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, de lo cual en otra ocasión hablaremos con más detalles.
Ahora, Dios está moviéndose (¿dónde?) en medio de Su Obra, en medio de Su Iglesia, en medio de esa Nueva Creación de seres humanos.
Saber que Dios está realizando una Nueva Creación de seres es algo tan y tan grande que, si la ciencia lo llega a descubrir, todos los científicos estarían buscando a Cristo para obtener esa Nueva Creación, obtener ese nuevo nacimiento.
Ahora, en la actualidad… Miren ustedes, antes creer en Cristo no era ser científico; pero ahora no creer en Cristo es no ser científico. Ahora los científicos están creyendo en Dios, han descubierto los científicos que Dios existe; y ahora no creer en Dios, para un científico es no ser científico. Vean cómo las cosas cambian, y ahora vean cómo la ciencia ha estado descubriendo que Dios existe. Y ahora ellos quieren conocer a ese Dios Creador de los Cielos y de la Tierra.
Y ahora los científicos, vean ustedes, son más creyentes en Dios que muchas personas que viven en la Tierra. Han estado viendo hasta con todos sus equipos toda la Obra de Dios: cosas que los seres humanos a simple vista no pueden ver, ahora los científicos con sus equipos, telescopios, y también con sus naves espaciales que han enviado a otros planetas, han podido ver toda esa Obra de Dios, y ver que Dios tiene un orden (aunque no lo puedan comprender completamente), y ver cómo esa Obra Divina se mantiene ahí existiendo.
Ahora, miren ustedes, creyendo en Dios los científicos, han dado un paso grande en su adelanto científico. Y ahora, hay científicos que hablan o escriben acerca de Dios porque ya descubrieron que Dios existe. Pero miren, primero eso lo habían descubierto personas sencillas; o sea que lo que están descubriendo no es algo nuevo; desde el Génesis dice la Escritura que Dios creó los Cielos y la Tierra.
Así que todo creyente en la Biblia ya lo había descubierto; o sea que la ciencia ha estado por miles de años atrasada. Ahora han dado el paso más grande, un paso gigante, muchos científicos, y ya es aceptado por la ciencia que Dios existe. Han dado el paso más grande, porque el principio de la sabiduría es el temor a Dios18; y si no se sabe que Dios existe, pues no se puede tener el principio de la sabiduría y temer a Dios.
Ahora, hemos visto a DIOS MOVIÉNDOSE EN MEDIO DE SU OBRA; y cuando Dios se mueve en medio de Su Obra, Él está creando. Él ha estado creando miles de seres en esa Nueva Creación, ha estado produciendo esa Nueva Creación de seres en el Reino de Dios.
Y para el Día Postrero, luego que se complete hasta el último de los escogidos y obtenga su nuevo nacimiento y nazca en el Reino de Dios, luego vendrá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, en donde obtendremos el cuerpo eterno; eso es lo que Dios hará en este Día Postrero, luego que se haya completado hasta el último de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Jesucristo. Y por eso Dios se está moviendo en medio de Su Obra, en medio de Su Iglesia en este Día Postrero, en la América Latina y el Caribe.
Y ahora, es un privilegio para la América Latina y el Caribe que los escogidos que completan el Cuerpo Místico de Cristo sean latinoamericanos y caribeños. Con latinoamericanos y caribeños es que Dios corona Su Iglesia, con latinoamericanos y caribeños es que se corona el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; y, por consiguiente, grandes bendiciones Dios tiene para la América Latina y el Caribe.
Por eso oramos por la América Latina y el Caribe, para que la bendición de Cristo permanezca en la América Latina y el Caribe; y cuando sean derramados los juicios divinos que han de venir sobre la Tierra, Dios guarde a la América Latina y el Caribe, y no sea destruida la América Latina y el Caribe; porque van a venir los juicios divinos de la gran tribulación, que serán terribles, pero oramos a Dios por la América Latina y el Caribe. Queremos que toda la América Latina y el Caribe, con sus habitantes, entren al glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y cuando entren todos a ese glorioso Reino de Jesucristo, Reino Milenial, entonces todos comprenderán estas cosas que yo he estado diciéndoles por muchos años. Allí nos encontraremos y allí platicaremos, y allí ustedes comprenderán más claramente todas estas cosas de las cuales les he estado dando testimonio que han de cumplirse en la América Latina y el Caribe; y ya han comenzado a ser cumplidas las que corresponden para estos días, y las que faltan también serán cumplidas.
Así que la América Latina y el Caribe es el territorio donde Dios está moviéndose en medio de Su Obra y llevando a cabo Su Obra correspondiente a este tiempo final. Es el territorio más importante en la actualidad para Dios, juntamente con el territorio de Israel.
Ahora miren, en los territorios donde Dios ha colocado Su vista, vean ustedes, siempre hay problemas. Miren el territorio de Israel y miren Jerusalén: Jerusalén, la Ciudad de Paz, es la ciudad que más guerras tiene; pero en el Reino Milenial Dios confirmará que es la Ciudad de Paz y es la Ciudad del Gran Rey que reinará sobre Israel y sobre toda la humanidad.
Y en el Reino Milenial será confirmado que el territorio latinoamericano y caribeño es el territorio de más prosperidad y más bendición divina; porque para el Reino Milenial toda bendición divina que ha sido hablada, y no se haya cumplido, será cumplida en la América Latina y el Caribe; porque Dios está moviéndose en medio de Su Obra, Su Obra correspondiente al Día Postrero, al territorio latinoamericano y caribeño; y esto es Dios moviéndose en medio de Su Creación, de esa Nueva Creación.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “DIOS MOVIÉNDOSE EN MEDIO DE SU OBRA”.
Y ahora, ¿dónde están los que verían a Dios moviéndose en medio de Su Obra? Pues aquí estamos, en la América Latina y el Caribe, viendo a Dios moviéndose en medio de Su Obra.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro amado Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios; y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y los que a través de esta conferencia grabada en video estarán escuchando esta conferencia.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión. Dios les bendiga y les guarde a todos.
“DIOS MOVIÉNDOSE EN MEDIO DE SU OBRA”.
[Revisión enero 2021]
1 San Juan 10:33
2 1 Corintios 15:45
3 1 Corintios 15:54
4 Ezequiel 11:19, 36:26
5 Colosenses 1:18
6 San Juan 10:17-18
7 Romanos 6:23
8 1 Juan 1:7
9 Amós 3:7
10 Isaías 55:9
11 Génesis 2:6
12 1 Juan 4:8
13 Deuteronomio 4:24, Hebreos 12:29
14 Judas 1:14-15
15 2 Pedro 3:8, Salmos 90:4
16 San Juan 10:27
17 Salmos 22:22, Hebreos 2:12
18 Proverbios 1:7