Dios separa la luz de las tinieblas

Muy buenos días, amados hermanos y amigos presentes aquí en Tuluá, Colombia. Es para mí una bendición grande estar con ustedes, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino, y ver a Dios separando la luz de las tinieblas, porque Dios siempre separa la luz de las tinieblas.

Dice el Génesis, capítulo 1, verso 1 al 5:

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.

Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones y bendiga nuestros corazones con Su Palabra en esta ocasión.

Nuestro tema es: “DIOS SEPARA LA LUZ DE LAS TINIEBLAS”.

En el principio Dios creó los Cielos y la Tierra, y pasaron millones de años —lo más probable— desde que Dios creó los Cielos y la Tierra. Y, después de cierta cantidad de años o millones de años, encontramos a Dios aquí moviéndose sobre la faz de las aguas, y la Tierra estaba desordenada y vacía.

Y ahora, se está moviendo sobre la faz de las aguas, ¿quién? Dios, el Creador de los Cielos y de la Tierra, el cual es llamado también el Verbo, que era con Dios y era Dios, porque es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico; y ese cuerpo teofánico de Dios, que es parecido a nuestro cuerpo físico, es llamado el Verbo de Dios; es también llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová. Es ahí donde Dios colocó Su Nombre, pues dice el Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”.

¿Dónde? En Su Ángel, que es ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, el cual les apareció a diferentes profetas del Antiguo Testamento en la forma de un varón, de un ángel, de un hombre de otra dimensión, o sea, de la sexta dimensión. Y en ese cuerpo de la sexta dimensión, ¿quién estaba? Dios, el Creador de los Cielos y de la Tierra, el cual desde ese cuerpo creó los Cielos y la Tierra.

Y ahora, vean el misterio de ese Ángel, el Ángel de Jehová, que aparece en el Antiguo Testamento; el cual le apareció al profeta Moisés en la forma de una Columna de Fuego, y le habló a Moisés y le dijo1: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”; el cual también apareció en diferentes ocasiones en la forma de un hombre, pero de otra dimensión.

Ese hombre de otra dimensión es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico, ese hombre de otra dimensión es el Creador de los Cielos y de la Tierra.

Ahora podemos ver que el que creó los Cielos y la Tierra es un hombre de otra dimensión, llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, que es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico.

Y ahora, encontramos que Él se hizo carne y habitó entre los seres humanos, se vistió de un cuerpo de carne y fue conocido por el nombre de Jesús. Miren el personaje tan grande que es nuestro amado Señor Jesucristo: es nada menos que el Dios Todopoderoso, Creador de los Cielos y de la Tierra, viniendo con Su cuerpo teofánico y metiéndose dentro de un cuerpo de carne llamado Jesús de Nazaret.

Por eso es que los judíos estaban siempre en contra de Jesús, y Jesús les decía: “Y ahora, ¿por qué causa y por cuál de las buenas obras que yo he hecho entre ustedes me quieren ustedes apedrear?”. Ellos le decían: “Por buena obra no queremos apedrearte, sino por la blasfemia de que tú, siendo hombre, te haces Dios”2. Pero no era así. Era que, siendo Dios, se hizo hombre y habitó entre los seres humanos.

El Verbo, que era con Dios y era Dios, se hizo hombre, se hizo carne, y habitó entre los seres humanos; pero ellos pensaban que era un hombre tratando de hacerse Dios, y no sabían que era Dios que se había hecho hombre, se había hecho carne, estaba vestido de un cuerpo de carne; y por eso Él podía hacer todas esas maravillas que Él hacía: porque era el Creador de los Cielos y de la Tierra, y del ser humano, en medio de Su propia Creación.

Y si Él pudo crear, pues entonces, ¿no podía sanar a los enfermos?, ¿no podía crearles vista a los ciegos?, ¿no podía crear, multiplicar, los panes y los peces?, ¿no podía hablarle a la tempestad, a los vientos y al mar para que se calmasen? Claro que sí, porque es el Creador de los Cielos y de la Tierra, y tiene completo control de toda Su Creación; y aun lo vemos caminando sobre las aguas en la cuarta vigilia, allá cuando los discípulos estaban en medio de la tempestad3.

Solamente Dios podía hacer estas cosas; y estaba en un cuerpo de carne; pero, vean ustedes, aun estando en un cuerpo de carne podía continuar actuando como Dios. No era el hombre, sino Dios a través del hombre llamado Jesús.

El profeta Isaías había dicho que la virgen concebiría, y daría a luz un hijo, y se llamaría su nombre (¿cómo?) Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros4; Dios con los seres humanos en la forma de un hombre, de un profeta, para llevar a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario; Dios ha sido manifestado en carne5 en Jesús de Nazaret.

Y ahora, este es el mismo Dios que dijo: “Sea la luz”, y fue la luz; es el mismo Dios que separó la luz de las tinieblas y las tinieblas de la luz; porque, vean ustedes, las tinieblas y la luz no pueden existir a la misma vez. Cuando llega la luz, desaparecen las tinieblas; cuando llega la luz, las tinieblas huyen, y usted las busca y no las encuentra. ¿Pero para dónde se van las tinieblas?, ¿dónde están las tinieblas? Siempre las tinieblas están donde no hay luz.

Y ahora, vean ustedes cómo Dios llama a la luz “día”, y a las tinieblas llamó “noche”. Y ahora, la vida que Dios había colocado en el planeta Tierra necesitaba de esa luz, porque sin luz no puede existir la vida; y Dios es luz6. Por eso Él es el que origina la vida de toda la Creación. Por eso nos dice:

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.

Y en San Juan nos explica con más detalles cómo fue todo este misterio de la Creación; dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

O sea que todas las cosas fueron hechas por el Verbo, que era con Dios y era Dios. Era con Dios porque ese es Su cuerpo teofánico, y era Dios porque en ese cuerpo teofánico está habitando Dios; y desde ese cuerpo teofánico Dios habla, y lleva a cabo toda Su Creación por medio de Su Palabra creadora siendo hablada a través de Su cuerpo teofánico.

Y luego crea al hombre: le da un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, de esa misma dimensión del cuerpo teofánico de Dios. O sea que cuando Adán recibió ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, obtuvo un cuerpo igual al de Dios: de la sexta dimensión; y vino a ser (Adán) un ser de la sexta dimensión en ese cuerpo; pero recuerden que el alma es lo que es en sí la persona.

Y ahora, el alma de Adán es colocada en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, así como Dios estaba en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Y de esa dimensión es que viene a existencia toda la Creación visible; o sea que Dios, antes de traer a existencia visible —de luz, tiempo y materia— la Creación, primero la trajo en la sexta dimensión.

Dice San Pablo a los Hebreos, hablándonos de la Creación, en el capítulo 11:

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.

O sea que del mundo invisible, de la sexta dimensión, es que viene lo que nosotros podemos ver: se materializa en esta dimensión visible de luz, tiempo y materia. Y todo lo que Dios creó, lo creó primero en la sexta dimensión, en esa dimensión teofánica; y de ahí lo materializó en esta dimensión terrenal. Así ha sido con el universo completo.

Y antes de estar materializado todo en esa sexta dimensión, ¿dónde estaba? Todo estaba en el cuerpo teofánico de Dios, que es ese Ángel de Jehová o Ángel del Pacto. Y antes de estar Dios con ese cuerpo teofánico visible, de la sexta dimensión, ¿dónde estaba todo? Pues en Dios; y de ahí es que ha venido saliendo todo: primero el cuerpo teofánico de Dios; y ahí, en ese cuerpo teofánico, Dios colocó todo; y por eso desde ese cuerpo teofánico viene a existencia toda la Creación de Dios; y ahí están también nuestros cuerpos teofánicos, y de ahí vienen nuestros cuerpos teofánicos.

Y luego, cuando Dios materializó aquí en la Tierra al ser humano, tomando del polvo de la tierra y creándole un cuerpo físico, encontramos que ya el ser humano se encontraba en otra dimensión (dimensión de luz, tiempo y materia): aquí, en este planeta Tierra.

Y aquí, en este planeta Tierra, pues vio la luz que en esta dimensión nosotros vemos. ¿Pero saben ustedes una cosa? Que aun sin la luz del sol o de las lámparas, en otras dimensiones… por ejemplo, la sexta dimensión, está de día, no hay ahí tinieblas. Recuerden que los que están en el Paraíso le dijeron a nuestro hermano Branham: “Aquí ni trabajamos, ni comemos, ni dormimos”7, pues allí pues no hay noche, ni les da sueño a las personas; es una dimensión de luz.

Y ahora, vean ustedes, usted puede estar viviendo aquí en la Tierra, y estar durante la noche (lo cual es oscuro, excepto cuando uno tiene luz eléctrica o luz de alguna lámpara; pero pensemos que está de noche y no hay luces encendidas); y sin embargo, si Dios le permite a usted mirar a la sexta dimensión, usted podrá ver en esa dimensión todo claro, aunque aquí en la Tierra se esté en oscuridad, porque la sexta dimensión no depende del sol para su luz.

Ahora, Dios ha separado la luz de las tinieblas. Al separar Dios la luz de las tinieblas, encontramos que a las tinieblas llamó “noche” y a la luz llamó “día”.

Y el mismo orden que Dios ha establecido para el planeta Tierra, por cuanto el ser humano fue tomado del polvo de la tierra en cuanto a su cuerpo físico, Dios le ha establecido al ser humano el mismo orden que estableció para la Tierra. Y así como para el planeta Tierra resplandeció el sol, vino la luz, cuando Dios dijo: “Sea la luz”, y fue la luz; así también para el ser humano, como individuo, Dios ha determinado que el sol nacería para el ser humano. Y así como dijo: “Sea la luz” para el planeta Tierra, Dios ha dicho: “Sea la luz” para el ser humano.

El sol representa a Cristo. Cristo es el Sol de Justicia. Y nos dice San Pablo en su carta de Segunda de Corintios, capítulo 4, versos 3 al 6:

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto;

en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.

Cristo es la imagen de Dios; o sea, esa imagen, esa teofanía, ese cuerpo teofánico de Dios, es Cristo. Cristo, con Su cuerpo de la sexta dimensión, ese cuerpo teofánico, es la imagen de Dios. Ahora, la semejanza física de Dios es el cuerpo físico de Jesucristo.

Y ahora, todos los hijos de Dios, en la Nueva Creación, conforme a la Escritura… San Pablo nos dice8: “Así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”. Primero obtenemos esa imagen teofánica, el cuerpo teofánico, al recibir a Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo; y luego recibiremos la semejanza de Jesucristo, o sea, un cuerpo físico eterno, glorificado, el cual Él nos dará en el Día Postrero, cuando resucite a los muertos en Cristo en el cuerpo eterno y transforme nuestros cuerpos mortales; y así seremos a imagen y semejanza de Jesucristo.

Y ahora, sigue diciendo:

“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.

Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.

Ahora vean cómo Dios mandó que resplandeciese la Luz; así ha resplandecido en nuestras almas, en nuestros corazones. Él es el que ha resplandecido, porque Dios es Luz; y cuando se manifestó en carne humana, dijo9: “Yo soy la Luz del mundo; y el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la vida”.

En San Juan, en el capítulo 1, en el cual habíamos leído anteriormente, antes de esta lectura de San Pablo, dice que el Verbo que era con Dios y era Dios fue el que hizo todas las cosas:

“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida…”.

¿De dónde vino la vida de toda la Creación, del universo completo y de los seres que existen? Del Verbo, que es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico. En ese cuerpo teofánico de Dios, parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, Dios colocó la vida para toda la Creación; y por eso de Él procede toda la Creación. Y toda la Creación ha sido hecha primero en la sexta dimensión, y luego materializada en la dimensión de luz, tiempo y materia; porque lo que se ve fue hecho (¿de qué?) de lo que no se veía.

Y ahora, Dios todavía sigue creando: Él está creando una nueva raza; ya no la Creación antigua, sino una Nueva Creación.

Y ahora, en la Nueva Creación, así como en la antigua Creación resplandeció la luz, ahora en la Nueva Creación de una nueva raza, a imagen y semejanza de Cristo, la Luz de Dios —que es Cristo— ha resplandecido en nuestras almas, y nos alumbra acá en lo profundo de nuestra alma; y Él ha comenzado esa Nueva Creación; y por eso, al creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo, recibimos un cuerpo teofánico y ya entramos en esa Nueva Creación.

Y primero Él nos crea un cuerpo teofánico eterno, para después crearnos un cuerpo físico eterno y glorificado, que será creado y vendrá de lo que no se ve, o sea, que vendrá de otra dimensión que no se ve pero que existe; y es la dimensión donde Dios ahí comenzó la Creación, creándose un cuerpo teofánico para Sí mismo, y ahora nos está creando a nosotros, de edad en edad, un cuerpo teofánico también.

Así de edad en edad: en el tiempo de los apóstoles y después en la primera edad, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta, séptima y en la Edad de la Piedra Angular, está llevando a cabo la Obra de Creación de una nueva raza.

Muchas personas pensaron quizás, que creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu era una religión más; pero no es una religión más: es la Creación de una nueva raza con vida eterna.

Cristo en San Juan, capítulo 5, dice [verso 24]:

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.

Y ahora, hemos visto que creer en Jesucristo no es solamente decir: “Yo voy a ser un creyente en Jesucristo y me voy a meter a la religión”. No. Creer en Jesucristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu, eso significa pasar de muerte a vida eterna.

La primera Creación, que comenzó con Adán, la primera Creación de la raza humana, cayó en el Huerto del Edén; y por lo tanto entró la muerte a esa primera Creación, a la raza, y por consiguiente a la descendencia de Adán. Y por esa causa es que el ser humano nace, vive y después se muere físicamente: porque viene a través de esa Creación del primer hombre, y esa Creación cayó. Pero ahora por medio del segundo Adán, que es Jesucristo, recibimos vida eterna, pues recibimos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y ya ahí nos muestra que ha resplandecido la Luz, que es Jesucristo, que es Dios, y la Luz ha resplandecido en un mundo espiritual. La Primera Venida de Cristo, vean ustedes la Obra que ha realizado.

Ahora, recuerden que el mismo orden divino que Dios usa para el planeta Tierra, usa para el ser humano. Y vean cómo la raza que desciende de Adán es una raza caída, y ahora Cristo está creando una nueva raza con vida eterna. Por eso cuando la persona ha creído en Cristo y ha recibido Su Espíritu, ha recibido vida eterna, y ya pertenece a esa Nueva Creación.

Ahora, el planeta Tierra también recibirá un cambio; porque así como el ser humano recibe un cambio por medio de Cristo: por creer en Cristo es justificado, por la Sangre de Cristo es santificado y por el Espíritu de Cristo es purificado…; porque por medio del Espíritu de Cristo todo lo malo es quitado, todo pecado ha sido quitado; porque el Espíritu de Cristo, aplicando la Sangre de Cristo, nos limpia de todo pecado, y nos llena de Su Espíritu Santo, de ese Fuego Santo; y luego de darnos las primicias del Espíritu, en el Día Postrero… Las primicias del Espíritu es el bautismo del Espíritu Santo, en donde recibimos ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y para el Día Postrero nos dará la plenitud del Espíritu, que será la transformación de nuestros cuerpos, y así obtendremos la redención del cuerpo.

La redención del cuerpo, esto es: volverán los hijos e hijas de Dios a tener un cuerpo físico eterno y glorioso; y todos seremos iguales a nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, el planeta Tierra también pasa por este mismo proceso, y la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes también pasa por ese mismo proceso.

Ahora, vean, el planeta Tierra, con el bautismo del diluvio, por las aguas del diluvio en el tiempo de Noé, fue que recibió la etapa de justificación; y luego, con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario derramando Su Sangre sobre la Tierra (allí en la Cruz del Calvario), el planeta Tierra fue santificado.

Y Cristo, vean ustedes, está pagando el precio de la redención de toda la Creación: del ser humano, del planeta Tierra y de todo lo que Él tiene escrito en el Libro de la Vida del Cordero.

Y ahora, encontramos que la Tierra ha sido santificada por medio de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, derramando Su Sangre sobre este planeta Tierra.

La Iglesia de Jesucristo pasa por las mismas etapas que pasa el planeta Tierra y pasamos cada uno de nosotros como individuos.

La Iglesia, que nació el Día de Pentecostés, cayó; y, al caer, encontramos que vinieron tinieblas espirituales sobre ella; pero en el Programa de Redención, lo mismo que Dios aplica al planeta Tierra y aplica a nosotros como individuos, lo aplica a Su Iglesia. Y la etapa de justificación para la Iglesia viene en el tiempo de Lutero, para una restauración de la Iglesia; y luego la etapa de santificación viene en el tiempo de John Wesley; y luego la etapa de bautismo del Espíritu Santo, con la restauración de los dones, viene en la etapa de la edad séptima, la edad representada en la Edad de Laodicea, que es la etapa pentecostal, para la cual el reverendo William Marrion Branham fue enviado como el mensajero de esa séptima edad de la Iglesia gentil.

Y luego, para el Día Postrero, para la Iglesia, tenemos la promesa que el Espíritu Santo vendrá manifestado en toda Su plenitud en medio de Su Iglesia. Y esa cuarta etapa es la etapa en donde Jesucristo quitará de Su Iglesia todo lo que no tiene que estar en Su Iglesia, y en donde Cristo hará una separación total de la Luz de las tinieblas; porque Cristo, el Sol de Justicia, está prometido en Malaquías, capítulo 4, verso 2, y dice:

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación…”.

Eso es la Venida de Cristo, la Venida del Ángel del Pacto, la Venida del Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero, en esta etapa en donde la Iglesia de Jesucristo obtendrá la total restauración; y sus miembros recibirán la transformación de sus cuerpos, y luego los que han muerto en las edades pasadas estarán con nosotros también ya resucitados en cuerpos eternos.

Ahora, vean cómo las mismas etapas por las cuales Dios pasa al planeta Tierra, nos pasa a nosotros como individuos, y pasa a Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes.

Y ahora, cuando seamos nosotros transformados, eso será para nosotros como individuos el bautismo del Espíritu Santo en toda Su plenitud; y eso será la transformación de nuestros cuerpos, eso será la adopción de cada hijo e hija de Dios. Y ya en ese cuerpo no habrá gérmenes de enfermedades, será un cuerpo perfecto, con vida eterna; en ese cuerpo no habrá nada que lo pueda dañar, porque ya será un cuerpo glorificado.

Y el planeta Tierra pasará por esa etapa también, después del Reino Milenial. Después del Reino Milenial el planeta Tierra pasa por su bautismo de fuego en toda su plenitud, que recibirá un cambio; recibirá un cambio, a tal grado que lo que en la actualidad tenemos en aguas, que es dos terceras partes de la Tierra, para el tiempo en que Dios purificará esta Tierra (después del Reino Milenial), dice la Escritura que el mar ya no es10. Y si el mar será quitado, solamente tendremos ríos y lagos, pero ya no tendremos mares como en la actualidad; por lo tanto, ya no tendremos una tercera parte de tierra en seco, sino que tendremos mucho más. Y así será la Tierra cuando sea transformada por Dios después del Reino Milenial.

Y ya el territorio de Israel no será un territorio pequeñito. Solamente la Nueva Jerusalén, esa Ciudad que tendremos en este planeta Tierra cuando sea transformado, solamente la Ciudad mide, de ancho, 1500 millas11. ¿Cuánto sería en kilómetros, Miguel? Esos serían casi 2500 kilómetros más o menos (por ahí, más o menos), de ancho y también de largo. [Los presentes comentan: 2400]. (Casi la pegamos ahí. Por 100 kilómetros no vamos a…).

Así que, vean ustedes, 2400 kilómetros a lo largo y 2400 kilómetros a lo ancho y 2400 kilómetros de alto también. Así que esa sí que es una ciudad grande.

Para pasar de un punto de la Ciudad a otro punto de la Ciudad, toma unas cuantas horas. ¿Como cuántas horas tomará (vamos a decir) a 100 kilómetros por hora? Debe tomar (¿cuántas?, ¿24 horas?) 24 horas. Así que se lleva el día completo usted viajando a 100 kilómetros por hora en un automóvil.

Para atravesar la ciudad más grande que tengamos aquí en la Tierra, no se lleva tanto tiempo, ¿verdad? Pero en esta Ciudad sí que se lleva bastante tiempo, si uno va en un automóvil (eso es haciendo un… para tener una idea). Así que esa sí que es una ciudad grande.

Y como esa Ciudad nunca habrá existido ciudad alguna; porque esa es la Ciudad de nuestro Dios, que estará materializada aquí en la Tierra; y que tendrá el Nombre de nuestro Dios, en donde estará Dios habitando.

El Cielo y la Tierra se unirán. Ahí estará, en esa Ciudad, manifestada la dimensión que todos entendemos aquí en la Tierra, estará manifestada la dimensión terrenal, pero también estará manifestada la sexta dimensión, y también estará manifestada la séptima dimensión en esa Gran Ciudad.

Ahora, vean ustedes que también en el orden en que cada hijo e hija de Dios haya venido a esta Tierra, en el Cuerpo Místico de Dios, que es Su Iglesia, en ese mismo orden estará en esa Ciudad. Los hijos e hijas de Dios que vivieron en las edades pasadas… Por ejemplo, los apóstoles pertenecen a la parte baja de la Ciudad; y por eso es que los doce apóstoles serán doce reyes allí, sentados uno en cada puerta, pues la Ciudad tiene doce puertas12; y uno estará sentado frente a cada puerta o en cada puerta; porque en la puerta de la ciudad, allá en el Antiguo Testamento, se sentaba el juez.

Y ahora, ellos estarán ahí. Y por eso Cristo les dijo a Sus discípulos, cuando ellos dijeron… Él dijo: “No hay ninguno que haya dejado padre, madre, hijos, que no reciba cien veces, más la vida eterna”. Y los discípulos enseguida le dijeron: “Y nosotros, ¿qué hemos de recibir?”. Cristo dijo: “Ustedes se sentarán en doce tronos, y juzgarán a las doce tribus de Israel”13.

Ahora, podemos ver que vendrán a los apóstoles, y ahí será que se llevará a cabo juicio en medio del pueblo hebreo, frente a esas puertas de la Gran Ciudad, la Nueva Jerusalén. Dentro de esa Ciudad estarán los redimidos con la Sangre de Jesucristo.

Y ahora, en el orden en que han aparecido manifestados en la Tierra… Vean ustedes, los apóstoles aparecieron acá abajo, pues ahí les toca en la Ciudad; porque este diagrama representa la Iglesia de Jesucristo y también está representando la Nueva Jerusalén; porque en la misma forma en que Dios construye Su Iglesia, será construida esa Nueva Jerusalén.

Ese es el mismo orden de construcción del templo de Moisés y del templo de Salomón. Aquí tenemos el Atrio, que es de Adán hasta Cristo; aquí tenemos, de aquí a la séptima edad de la Iglesia gentil, tenemos el Lugar Santo del Templo (porque la Iglesia es el Templo de Jesucristo); y acá, en la Piedra Angular aquí, tenemos el Lugar Santísimo de ese Templo espiritual de Jesucristo.

Y de acuerdo a como han estado manifestados los hijos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, estarán en la Nueva Jerusalén, que es una ciudad en forma de un monte, donde habitarán los hijos e hijas de Dios, los redimidos por la Sangre de Jesucristo. O sea, será un monte que tendrá esa forma de pirámide y que en la parte baja tendrá 2400 kilómetros (o sea, 1500 millas), y cada uno vivirá en el lugar que representó la edad que le tocó vivir.

Ahora, nuestra edad, vean ustedes, es la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Trono de Jesucristo en Su Iglesia; y ahora vean dónde estaremos nosotros en esa Gran Ciudad. O sea que la bendición más grande es para los escogidos de Dios del Día Postrero, y esa es una bendición para toda la eternidad. Es tan grande la bendición de Dios para los escogidos del Día Postrero que no hay palabras para expresar la bendición tan grande que Dios eligió para nosotros desde antes de la fundación del mundo.

En esta ciudad de 1500 millas… Son 1459 millas, pero decimos 1500 para redondear. Y, vean ustedes, ahí estaremos viviendo por toda la eternidad. Y dice que “al que venciere (dice Cristo), yo le daré que se siente conmigo (¿dónde?) en mi Trono”14. Y también hay un sinnúmero de bendiciones para nosotros los que vivimos en este tiempo final.

Ahora, todas esas bendiciones que hemos de tener en la Nueva Jerusalén estarán reflejándose en este tiempo final en todos nosotros y en nuestra edad. Lo que Dios tiene para nosotros para toda la eternidad se estará reflejando y se estará manifestando en nuestras vidas en este tiempo final.

Y ahora, podemos ver el por qué hemos de recibir un cambio, una transformación. Esa es la misma transformación que para el planeta Tierra será la etapa en la cual pasará por fuego (no solamente fuego físico, sino fuego divino), y será cambiado el planeta Tierra. Y eso se refleja en nosotros cuando seamos transformados físicamente y tengamos el cambio, el nuevo cuerpo. Y en la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico se refleja en la Edad de la Piedra Angular: es cambiada la Iglesia de Jesucristo de lo que era, de edades terrenales, a una edad celestial.

Y la Iglesia de Jesucristo será cambiada de lo que ha sido durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, humanamente hablando…, pues han sido personas sencillas los que han pertenecido a la Iglesia de Jesucristo, redimidos por la Sangre de Cristo, y han estado viviendo en la Tierra —cada uno— llevando a cabo sus labores terrenales; pero para el glorioso Reino de Cristo la Iglesia estará cambiada: de personas sencillas y humildes a reyes y sacerdotes, reinando con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.

La Iglesia de Jesucristo recibe ese cambio en la Edad de la Piedra Angular, en donde el Ángel que era diferente a los demás, que apareció en esta nube, en febrero 28 de 1963, juntamente con los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil…

Vean ustedes, ninguno de estos siete ángeles pudo traer ese cambio, y por medio del ministerio de ninguno de esos siete ángeles mensajeros pudo venir el cambio de nuestro cuerpo físico; pero para el Día Postrero estará ministrando el Ángel que era diferente a los demás, por medio de carne humana en el Ángel de Jesucristo, y estará dándonos Su Palabra creadora para que venga ese cambio que Él ha prometido para todos nosotros.

Estará dándonos la Palabra creadora de Dios, el Mensaje del Evangelio Eterno, que es el Mensaje de la Edad de la Piedra Angular; y estará dándonos la revelación, la fe del rapto, que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo, la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel que era diferente a los demás, viniendo en el Día Postrero y manifestándose por medio de carne humana: por medio de Su Ángel Mensajero, y dándonos así Su Palabra creadora para obtener nuestra transformación en el Día Postrero; pero por medio de ese Mensaje primeramente llama y junta a todos los escogidos de Dios.

Ese Mensaje fue representado en la Gran Voz de Trompeta de San Mateo, capítulo 24, verso 31, cuando Jesús dijo:

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.

Y también, en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, San Juan dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

¿Quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo. Fue la Voz de Jesucristo en el Día Postrero, en el séptimo milenio, en el Día del Señor, que Juan escuchó. La escuchó hablando como una gran voz de trompeta; o sea, escuchó la Voz de Cristo, del Ángel del Pacto, del Ángel que era diferente a los demás, hablando por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto.

Pues vean, cuando lo escuchó hablando con esa Gran Voz de Trompeta, le reveló el libro del Apocalipsis. Fue Cristo por medio de Su Ángel Mensajero, colocando Su Voz (Su Palabra) en Su Ángel Mensajero, que le dio a Juan el apóstol toda esta revelación apocalíptica.

Ese Ángel es el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino, el cual en el Día Postrero es enviado a la Iglesia de Jesucristo, como dice Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿A quién envía Jesucristo? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto. ¿Para darles testimonio a quiénes? A Su Iglesia y también al mundo entero, a todo pueblo, nación y lengua.

Y es solamente por medio de Su Ángel Mensajero que en el Día Postrero podremos comprender el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, que es el misterio de la Segunda Venida de Cristo.

Ese es el misterio de la Venida de este Ángel que era diferente a los demás, el cual viene en el Día Postrero manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero para darnos la fe, o sea, la revelación, para ser transformados y raptados en este tiempo final; y esa revelación gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Y ahora, Cristo en Su Primera Venida fue la Luz del mundo, el Sol resplandeciendo, resplandeciendo en el alma de los seres humanos para producir una Nueva Creación, para producir el nuevo nacimiento en la sexta dimensión, de los cuerpos teofánicos de todos los hijos e hijas de Dios.

Y ahora, para producir la creación del cuerpo eterno que Él ha prometido para nosotr os los que vivimos y para los muertos en Cristo, resplandece Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel que era diferente a los demás, manifestándose en medio de Su Iglesia por medio de Su Ángel Mensajero para la transformación de nuestros cuerpos y la resurrección de los muertos en Cristo.

Y Él sigue siendo la Luz del mundo. Es la Luz del mundo en Su Primera Venida y es la Luz del mundo en Su Segunda Venida, porque Él es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Él es la Luz que alumbra a todo hombre; y aquella Luz venía a este mundo.

Ya vino dos mil años atrás en carne humana, en el cumplimiento de Su Primera Venida como el Cordero de Dios, y llevó a cabo la Obra de Redención. Y ahora, para el Día Postrero Él viene como el León de la tribu de Judá. ¿Quién? El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, manifestado en medio de Su Iglesia, para darnos la fe para ser transformados y raptados en este tiempo final; para así recibir el cuerpo nuevo, el cuerpo eterno que Él ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también; porque así como ustedes necesitan un cuerpo eterno para vivir eternamente, yo también necesito un cuerpo eterno. Todavía no lo he recibido, pero Él lo ha prometido para mí.

Y antes de recibir ese cuerpo tenemos que recibir la Palabra creadora, por la cual vendrá a creación ese nuevo cuerpo. Y nosotros seremos transformados y tendremos el nuevo cuerpo porque en este tiempo final estamos escuchando la Voz del Ángel del Pacto, la Voz del Ángel que es diferente a los demás ángeles de las siete edades de la Iglesia gentil. Yo también estoy escuchando la Voz de ese Ángel que es diferente a los demás.

Es la Voz del Ángel Fuerte que desciende del Cielo, es la Voz del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, y Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10; es la Voz del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová; es la Voz de Jesucristo en Su cuerpo teofánico hablándonos en el Día Postrero por medio de Su Ángel Mensajero.

Esa es la Voz de Cristo para este tiempo final: es la Gran Voz de Trompeta del Alfa y Omega; y es también la voz de los siete truenos de Apocalipsis, capítulo 10, que son la Voz del Ángel Fuerte que desciende del Cielo y clama como cuando ruge un león, y siete truenos emiten sus voces. Esa es la Voz del Ángel Fuerte, la Voz de Cristo, la Voz del Ángel del Pacto, la Voz del Mensajero a Israel, el cual en el Día Postrero se estará manifestando en Su Ángel Mensajero, y se estará revelando por medio de Su Ángel Mensajero a Su Iglesia gentil primero y después al pueblo hebreo.

Por eso el precursor de la Segunda Venida de Cristo, en la página 57 del libro de Los Sellos, hablándonos de este Ángel Fuerte de Apocalipsis, capítulo 10, que desciende del Cielo envuelto en una nube, nos dice:

“16. Este Libro sellado con siete sellos es revelado en el tiempo de los siete truenos de Apocalipsis 10. Demos lectura allí también para tener un mejor entendimiento antes de entrar más profundamente. Ahora, esto ya es el tiempo del fin porque dice así:

‘Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre su cabeza…’.

17. Ahora, si usted se fija bien, notará que esta persona es Cristo, porque aun en el Antiguo Testamento Él fue llamado el Ángel del Pacto; y Él ahora viene directamente a los judíos porque la Iglesia ha llegado a su fin. Bien, ahora continuando:

‘… y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego’.

18. ¿Recuerdan el Ángel de Apocalipsis capítulo 1? Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel. ¿Ve usted? La Iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su Iglesia”.

Ahora, vean cómo el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, este Ángel que era diferente a los demás, el cual es el Mensajero a Israel, viene directamente a Israel; pero ahora, por cuanto Su Iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su Iglesia. O sea, tiene que visitar a Su Iglesia; y esa es la Visitación de Dios a Su Iglesia, la Visitación del Ángel del Pacto a Su Iglesia.

Es la Visitación de Jesucristo a Su Iglesia en el Día Postrero, por medio de carne humana a través de Su Ángel Mensajero, a través del cual estará hablando todas estas cosas que deben suceder pronto; y así nos estará llamando y nos estará juntando en este tiempo final; y estará así separando la Luz de las tinieblas.

Y así estará separando a los escogidos de Dios, los primogénitos de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, los estará separando; pues Él dijo en la parábola del trigo y de la cizaña que dejaran todo hasta el tiempo de la cosecha, que es el tiempo del fin, en donde el Hijo del Hombre enviaría a Sus Ángeles; y ahí sería realizada la separación del trigo y de la cizaña15.

El trigo está representado en la luz y son los hijos de Dios, los hijos de Luz. San Pablo y los demás apóstoles nos dicen que somos hijos (¿de qué?) de Luz16. No somos hijos de las tinieblas, sino de la Luz. Y para este tiempo final hay una separación de los hijos de Luz de los hijos de las tinieblas; esa es la separación del trigo y de la cizaña.

Y durante las edades pasadas, vean ustedes, San Pablo decía que la luz no tenía nada que ver con las tinieblas17, y los hijos de Luz, que son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, no tenían nada que ver con los hijos de las tinieblas; y por eso él enseñó que los hijos de Luz, que son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, estaban llamados a vivir en Luz: una vida conforme a la Palabra de Dios.

Y para este tiempo final, los hijos de Luz, que son los hijos del Cuerpo Místico de Cristo, estarán viviendo en la Edad de la Piedra Angular, a donde son llamados y donde estará la Luz de Cristo manifestada; pues ya en las siete edades de la Iglesia, que ya han transcurrido, ya no hay Luz, porque ya terminaron esas edades. Y ahora, donde únicamente habrá Luz en este tiempo final será en la Edad de la Piedra Angular, para alumbrar el alma y el entendimiento de todos los hijos e hijas de Dios, para ser preparados para ser transformados en este tiempo final.

Por eso el llamado de la Gran Voz de Trompeta es en la Edad de la Piedra Angular en este tiempo final; pues ya el llamado de Cristo en las edades pasadas fue hecho por medio de la manifestación de Cristo en Espíritu Santo en cada ángel mensajero de las edades pasadas, los cuales vivieron cada uno en el territorio donde Dios los envió.

Y ahora, así como la primera edad fue cumplida en Asia Menor, y su mensajero fue San Pablo…; y la segunda edad fue cumplida en Francia, y su mensajero fue Ireneo; y la tercera edad fue cumplida en Francia y en Hungría, y su mensajero fue Martín; y la cuarta edad fue cumplida en Escocia y en Irlanda, y su mensajero fue Colombo; y la quinta edad fue cumplida en Alemania, y su mensajero fue Lutero; y la sexta edad fue cumplida en Inglaterra, y su mensajero fue Wesley; y la séptima edad fue cumplida en Norteamérica, y su mensajero fue el reverendo William Branham, que vino con el espíritu y virtud de Elías precursando la Segunda Venida de Cristo.

Y ahora, la Edad de la Piedra Angular, ¿dónde se cumple? Pues se cumple en el territorio latinoamericano y caribeño. Y ahí es donde Cristo se manifiesta: así como se manifestó en cada mensajero, se manifiesta en Su Ángel Mensajero, en la Edad de la Piedra Angular, y llama y junta a Sus escogidos de la Edad de la Piedra Angular en la América Latina y el Caribe.

Y si alguno de los latinoamericanos o caribeños se ha ido a otro territorio, y tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, hasta donde él esté viviendo llegará el llamado de la Gran Voz de Trompeta; y será llamado y juntado en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular. Y ahí es donde recibimos la revelación de Jesucristo por medio de Su Ángel Mensajero, de todas estas cosas que deben suceder pronto, en la Edad de la Piedra Angular, en donde nosotros seremos transformados y los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos.

Y así, cuando ocurra la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, habrá una total separación de los hijos de Luz de los hijos de las tinieblas; porque los hijos de Luz, los hijos de Jesucristo, el Sol de Justicia, tendrán un cuerpo eterno; y ya físicamente habrá también una separación: un cuerpo eterno los escogidos de Dios, y un cuerpo mortal y corruptible los demás que estarán viviendo en este planeta Tierra.

Ahora, podemos ver cómo DIOS SEPARA LA LUZ DE LAS TINIEBLAS, cómo separa el trigo de la cizaña, y cómo separa los peces buenos de los peces malos18, y cómo separa también la Luz de las tinieblas, y cómo separó también la tierra seca de las aguas. Así también, para este tiempo final, podemos ver que Él estará haciendo una separación; y colocará a Sus hijos en cuerpos eternos en este tiempo final, que son los hijos de Luz.

Tendremos un cuerpo interdimensional, con el cual podremos viajar a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero. Sin ese cuerpo ninguna persona podrá ir a la Cena de las Bodas del Cordero. No puede ir a un aeropuerto a decir: “Yo quiero un boleto que me lleve directamente a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero”, sino que necesita ese cuerpo eterno, el cual Él nos dará para ir a la Cena de las Bodas del Cordero en este tiempo final, a la cual hemos sido nosotros invitados.

“Bienaventurado y santo…”. Dice, Apocalipsis 19… capítulo 19, verso 7 en adelante, dice:

“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.

Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero”.

Son bienaventurados porque son los que tendrán un cuerpo eterno y los que irán con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Cuando tengamos el cuerpo eterno, entonces veremos a Jesucristo en Su cuerpo eterno también; pero antes de eso estaremos viendo a Jesucristo en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, manifestado a través de Su Ángel Mensajero, hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto; y manifestando a través de Su Ángel Mensajero los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez; pero este Ángel no es el Señor Jesucristo.

Sigue diciendo aquí:

“Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.

Yo me postré a sus pies (o sea, a los pies del Ángel) para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.

Este Ángel no permitió que Juan lo adorara porque este Ángel no es el Señor Jesucr isto, aunque en este Ángel estaría manifestado Jesucristo. Y Juan vio a Jesucristo manifestado en Su Ángel y por eso quiso adorarlo, pero no le fue permitida su adoración. Este Ángel es un profeta, el profeta de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino, y por eso no permitió adoración. En el capítulo 22 y versos 6 al 9 también trató de adorarlo, y el Ángel le dijo nuevamente que no lo hiciera.

¿Y por qué Juan trató de adorar al Ángel en dos ocasiones, luego de haberle dicho el Ángel que no lo hiciera? Porque vio al Ángel del Pacto, al Ángel de Jehová, a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero, en el cumplimiento de las promesas correspondientes a este tiempo final; y lo vio hablando como cuando ruge un león, lo vio hablando por medio de Su Ángel Mensajero y revelando el misterio del Séptimo Sello; lo vio hablando con esa Gran Voz de Trompeta, y llamando y juntando a todos los escogidos de Dios. Pero recuerden, es Jesucristo, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el que realiza esas cosas por medio de Su Ángel Mensajero.

Por lo tanto, Su Ángel Mensajero no es el Señor Jesucristo; él solamente es el instrumento, el velo de carne que Jesucristo estaría usando en este tiempo final, para llevar a cabo el llamado y recogimiento de todos Sus escogidos; y así realizarse la separación del trigo y de la cizaña, de los peces buenos y de los peces malos; y así realizarse la separación de la Luz de las tinieblas.

Ahora podemos ver cómo lo que sucedió allá en el Génesis, cuando Dios dijo: “Sea la luz”, y fue la luz, y separó Dios la luz de las tinieblas, luego se cumple tanto en la Primera Venida de Cristo (siendo Él la Luz)…; y vean, allí hubo una separación también.

Los hijos de Luz, que son los hijos e hijas de Dios que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, vean cómo siguieron la Luz, y vinieron a ser hijos de Luz; y Cristo dijo de ellos: “Vosotros sois la Luz del mundo”19. O sea que lo mismo que Cristo es, vienen a ser Sus hijos, porque son los hijos de Luz. Y por eso Dios muestra a Sus hijos, los hijos de Luz, cómo vivir en este planeta Tierra conforme a la Palabra de Dios.

Y ahora, para este tiempo final, así como en el tiempo de Jesús… Dice San Mateo, capítulo 4, versos 12 en adelante:

“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;

y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,

para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:

Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,

Camino del mar, al otro lado del Jordán,

Galilea de los gentiles;

El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;

Y a los asentados en región de sombra de muerte,

Luz les resplandeció.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.

Y así comenzó a resplandecer en medio de los habitantes de Zabulón y de Neftalí, que corresponden al territorio de Galilea: allá comenzó Él Su ministerio y comenzó la Luz a resplandecer. Por eso Él podía decir: “Yo soy la Luz del mundo; y el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la vida”, o sea, de la vida eterna, para poder vivir eternamente.

El profeta Isaías en el capítulo 9 había dicho que la Luz resplandecería; y con el ministerio de Jesús resplandeció la Luz, Cristo, en medio de los galileos.

Y ahora, espiritualmente ha estado resplandeciendo de edad en edad en nuestras almas, en las almas de todos los hijos e hijas de Dios; como dice San Pablo en una de las Escrituras que les leí, o sea, en el capítulo 4 de Segunda de Corintios, verso 3 al 6, donde dijo:

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto;

en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo (vean cómo resplandece la Luz: por medio de la predicación del Evangelio), el cual es la imagen de Dios (o sea, que Cristo es la imagen de Dios).

Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.

Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.

Vean para qué resplandece en nuestros corazones: resplandece para la iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

Y en este Día Postrero, en el territorio representado en Zabulón y Neftalí, en Galilea de los gentiles, camino del mar, al otro lado del Jordán (donde allá fueron estas tribus de Zabulón y Neftalí); ahora, en este Día Postrero, en el Cuerpo Místico de Cristo, miren ustedes… Así como en medio del Israel terrenal tenían doce tribus… Y la Primera Venida de Cristo vean ustedes cómo se movió en medio del Israel terrenal; y hubo estas dos tribus donde Cristo comenzó Su ministerio, allá en Galilea, y donde resplandeció la Luz, y siguió resplandeciendo en todo Israel.

Y ahora, el Israel celestial, que es la Iglesia de Jesucristo, ha estado moviéndose de edad en edad: por los territorios de Asia Menor, entre los gentiles, allí resplandeció la Luz de Cristo, de la Primera Venida de Cristo, la revelación de la Primera Venida de Cristo para salvación; luego resplandeció en Europa, en cinco etapas o edades que se cumplieron allá; luego resplandeció en Norteamérica.

Y ahora, la Venida del Ángel del Pacto, la Venida de Cristo, el cual ha estado manifestado en Sus ángeles mensajeros de las siete edades, se manifiesta en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero, ¿y resplandece dónde? Hay un territorio, ese es el territorio latinoamericano y caribeño, el cual está representado en Zabulón y Neftalí, en Galilea de los gentiles; y:

“El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;

Y a los asentados en región de sombra de muerte,

Luz les resplandeció”.

Y ahora se cumple nuevamente esta Palabra en la América Latina y el Caribe. Ahí tenemos a América Latina y el Caribe, una región de tinieblas y de sombra de muerte, pues es un territorio que las naciones desarrolladas llaman —a la América Latina— como un territorio subdesarrollado, en donde hay grandes problemas sociales, económicos, políticos…, y de toda clase de problemas.

Y aun el planeta Tierra también, todo está en tinieblas y sombra de muerte; pero vean cómo Cristo ha estado resplandeciendo en el planeta Tierra, en las diferentes naciones que también han estado en tinieblas y sombra de muerte: ha resplandecido por medio del mensajero de cada edad.

Y ahora le toca a la América Latina y al Caribe. Ese es el territorio donde Él en este Día Postrero estaría resplandeciendo por medio de Su manifestación en Su Ángel Mensajero, predicándonos el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje Eterno, para así —por medio de la predicación del Evangelio— resplandecer la Luz de la Venida del Señor, de la Venida del Ángel del Pacto, en este tiempo final, en la América Latina y el Caribe.

Pedro nos dice en Segunda de Pedro, capítulo 1, verso 19:

“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones…”.

Y Cristo dijo20: “Yo soy el Lucero, o la Estrella resplandeciente de la Mañana”. Cristo en Su Venida en el Día Postrero es el Lucero resplandeciente de la Mañana y también es el Sol de Justicia resplandeciendo. ¿Para qué? Para resplandecer en nuestras almas, en nuestros corazones, y darnos la luz, la revelación de Su Venida, la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel que era diferente a los demás manifestado en el Día Postrero; y así alumbrarnos plenamente el alma y el entendimiento, y ser llamados y juntados y preparados para ser transformados en este tiempo final.

Estamos viviendo en el tiempo en que Dios está separando la Luz de las tinieblas, a tal grado que nos dará un cuerpo eterno, y ahí se verá más ampliamente esa separación total que Dios hará. Pero aquí, al ser colocados en la Edad de la Piedra Angular, vean ustedes, somos separados de las siete edades de la Iglesia gentil; porque Dios está separando la Luz de las tinieblas.

Ya las siete edades de la Iglesia gentil están en tinieblas, porque ya la Luz que Dios manifestó en ellas terminó, porque ya terminó la manifestación de Cristo a través de Sus siete ángeles mensajeros; y ya estas etapas de la Iglesia pasaron, y los que han quedado en esas etapas han quedado en etapas que ya están en oscuridad, en tinieblas. Pero Dios está separando los hijos de Luz, los está separando acá, en la Edad de la Piedra Angular; porque Él separa la Luz de las tinieblas.

La Edad de la Piedra Angular es la Edad de la Luz de Dios para este tiempo final; es la Edad de Luz Eterna para el Milenio y para toda la eternidad; es la única edad que no será afectada por las tinieblas, sino que será una edad de luz por el Milenio y por toda la eternidad. Y ahí veremos a Dios separando la Luz de las tinieblas; y los hijos de Dios son la Luz del mundo, y Él los llama y los junta y los coloca separados de los hijos de las tinieblas.

Estamos en el tiempo más grande de todos los tiempos: el tiempo en que Dios está separando la Luz de las tinieblas; lo cual ha estado haciendo también en diferentes etapas y en diferentes épocas; y ahora nos ha tocado a nosotros en este tiempo final experimentar lo que es la separación de la Luz de las tinieblas.

Y eso es lo mismo que sucede cuando el sol aparece; ¿qué sucede? El sol, a medida que se va levantando va empujando las tinieblas y va trayendo luz. Ustedes pueden ver que el sol, cuando sale, comienza a verse la luz, y las tinieblas comienzan a echarse hacia atrás.

Por ejemplo, sale la luz en el territorio de Israel: sale la luz en la mañana; pero para los territorios que están más adelante es tinieblas. Y a medida que el sol va levantándose, va empujando las tinieblas: las va empujando de este a oeste; y cuando llega al oeste el sol, luego las va empujando de oeste a este. ¿Ve? O sea que es la luz quien va empujando las tinieblas, y las tinieblas van huyendo de la luz; porque donde hay luz, no hay tinieblas; y Dios es luz.

Por eso les dije también que si ustedes, aunque estén en una noche muy oscura, si son pasados para ver en la sexta dimensión o en la séptima dimensión, ustedes allí estarían viendo todo en luz; porque allí no hay tinieblas, no hay oscuridad, porque Dios, que es Luz, está allí; y DIOS SEPARA LA LUZ DE LAS TINIEBLAS.

Ahora hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos: la Edad de la Piedra Angular, la Edad de Luz para todos los hijos de Dios, donde Dios está llamando y juntando a todos Sus escogidos; y eso es Dios separando la Luz de las tinieblas; y la Luz está resplandeciendo en la Edad de la Piedra Angular, en la América Latina y el Caribe.

¿Y dónde están los que verían la Luz resplandeciendo en este tiempo final? Pues aquí estamos, en la América Latina y el Caribe, viendo la Luz resplandecer en la Edad de la Piedra Angular, en el territorio latinoamericano y caribeño. Ese es el territorio donde se cumple la Edad de la Piedra Angular, donde se cumple la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; y con latinoamericanos y caribeños Él está formando la Edad de la Piedra Angular y está formando el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, o sea, de Su Iglesia.

Los latinoamericanos y caribeños, en su mayoría, no saben la bendición tan grande que desde antes de la fundación del mundo Dios decretó en Su Programa para la América Latina y el Caribe. ¡Es la bendición más grande que nación alguna haya tenido!

Y solamente la bendición decretada para el pueblo hebreo es la que le puede ganar, porque en medio del pueblo hebreo estará el Trono del Rey de Israel y del mundo entero. Pero, digamos, en conjunto con la bendición del pueblo hebreo, Dios decretó la bendición más grande para nación gentil alguna, y la decretó para la América Latina y el Caribe. O sea que, de las naciones gentiles, la bendición más grande ha caído en la América Latina y el Caribe. Y esa es la bendición más grande, porque es la bendición que Él tenía para el Israel celestial, o sea, para Su Iglesia.

Y todo lo que el Israel terrenal tendrá allá en Israel, lo tendrá la Iglesia de Jesucristo manifestado en la América Latina y el Caribe. Y de eso hablaremos en otra ocasión, porque ahí sí que hay mucho de que hablar. Todo lo que Dios tendrá en medio del pueblo hebreo, primero será manifestado en medio de Su Iglesia en la América Latina y el Caribe. Y eso significa que las personas que estarán reinando en medio del pueblo hebreo y en el mundo entero como reyes y sacerdotes con Cristo, primeramente estarán en la América Latina. ¿Por qué? Porque ahí estarán los escogidos del tiempo final; y los muertos en Cristo van a resucitar y van a estar con nosotros en la América Latina y el Caribe, y nosotros vamos a ser transformados en la América Latina y el Caribe. ¿Ven la bendición tan grande que Dios tiene para nosotros?

Y el Ángel del Pacto, el Ángel que era diferente a los demás, que es el Rey de Israel y que va a sentarse sobre el Trono de David, estará con nosotros en este tiempo final (¿dónde?) en la América Latina y el Caribe primeramente. El Ángel que desciende del Cielo envuelto en una nube, el Mensajero a Israel, primero viene al Israel celestial, a Su Iglesia; porque Su Iglesia está a punto de ser raptada, y necesita recibir la fe para ser transformada y raptada en este tiempo final.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes dándoles testimonio de: “DIOS SEPARA LA LUZ DE LAS TINIEBLAS”.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, la Luz de este mundo, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y pronto todos seamos transformados y raptados en este tiempo final. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Vamos a pedirle nuevamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín pase por aquí, y continúe nuestra parte, y finalice nuestra parte en esta ocasión, dándole gracias así a Cristo por la bendición tan grande que Él nos está dando en la América Latina y el Caribe. Es la bendición más grande que Dios haya dado a nación gentil alguna; en donde el mismo Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios del pueblo hebreo, estaría manifestado en este tiempo final, en medio de los latinoamericanos y caribeños, usando a Su Ángel Mensajero en este tiempo final.

Bueno, vamos a pedirle a Miguel pase por aquí.

Que Dios les bendiga, que Dios les guarde; y pasen todos muy buenas tardes o continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo.

Ya en la tarde o en la noche (¿a qué hora, Miguel?) estaremos en… En Buga estaremos a las 3:00 de la tarde, Dios mediante, para los que estarán allá; y estaremos viendo el tema que corresponde a Buga. Miguel les dará el tema, si lo tiene por ahí; y estaremos viendo bajo ese tema lo que Dios desea que nosotros podamos entender en este tiempo final.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y muchas gracias por vuestra amable atención.

“DIOS SEPARA LA LUZ DE LAS TINIEBLAS”.

[Revisión enero 2021]

1 Éxodo 3:6

2 San Juan 10:32-33

3 Mt. 14:22-25, Mr. 6:45-48, Jn. 6:16-20

4 Isaías 7:14, San Mateo 1:23

5 1 Timoteo 3:16

6 1 Juan 1:5

7 Los Sellos, pág. 322, párr. 219

8 1 Corintios 15:49

9 San Juan 8:12

10 Apocalipsis 21:1

11 Citas, pág. 133, párr. 1182

12 Apocalipsis 21:12-14

13 San Mateo 19:27-29; San Lucas 22:29-30

14 Apocalipsis 3:21

15 San Mateo 13:24-30, 36-43

16 Efesios 5:8, 1 Tesalonicenses 5:5

17 2 Corintios 6:14

18 San Mateo 13:47-50

19 San Mateo 5:14

20 Apocalipsis 22:16

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