Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través de internet en los diferentes países.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos hable Cristo Su Palabra en esta ocasión, y nos edifique, y nos muestre todo lo que Él desea mostrarnos en esta ocasión, de Su Obra correspondiente a este tiempo final. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Leemos en Génesis, capítulo 1, verso 1 en adelante; y luego leeremos también en Habacuc, capítulo 3, verso 1 al 2, y en Eclesiastés, capítulo 3, verso 14 al 15. Dice:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.
Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.
E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así.
Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.
Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así.
Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.
Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así.
Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.
Y fue la tarde y la mañana el día tercero.
Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años,
y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.
E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.
Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra,
y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.
Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.
Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.
Y fue la tarde y la mañana el día quinto.
Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.
E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto”.
Y el capítulo 2 del Génesis dice, comenzando en el verso 1:
“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.
Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.
Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos,
y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra,
sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra.
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos”.
Que Dios nos permita comprender Su Palabra aquí del Génesis.
Ahora pasemos a Habacuc, capítulo 3, verso 1 al 2, donde dice:
“Oración del profeta Habacuc, sobre Sigionot.
Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí.
Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos,
En medio de los tiempos hazla conocer;
En la ira acuérdate de la misericordia”.
Y en Eclesiastés, vamos a ver, el capítulo 3, versos 14 al 15, dice:
“He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó”.
También en el capítulo 1, aquí también nos habla algo, de Eclesiastés; capítulo 1, verso 9 al 10, dice:
“¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.
¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido”.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL ORDEN Y PROCESO DE DIOS EN SU OBRA DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FIN”.
A todos los padres en Puerto Rico y demás naciones que conmemoran el Día de los Padres: ¡Felicidades a todos los padres! Y que Dios les bendiga mucho; y que Dios les ayude a ser responsables como padres, con sus familias, con sus hijos, con sus esposas; y a trabajar en favor siempre de sus hogares para mantenerlos unidos, con amor, expresándole ese amor a su esposa y dándole gracias a Dios por el hogar que tienen; y que Dios les ayude siempre a mantener su hogar bien unido, sirviendo a nuestro amado Señor Jesucristo, y mantener a sus hijos unidos en el amor divino, llevándolos en el camino de Dios.
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando sea viejo (o sea mayor) no se apartará de él”1.
Que Dios ayude a todos los padres para tomar completamente en serio la responsabilidad de padres y de esposos, para mantener el hogar bien unido, sirviendo a nuestro amado Señor Jesucristo. Que Dios los bendiga grandemente y los use también en esa posición de padres todo el tiempo de sus vidas.
Y ahora, “EL ORDEN Y PROCESO DE DIOS…”.
Nuestro Padre celestial, vean, hoy el Día de los Padres (allá en Puerto Rico y quizás en otros lugares) vamos a estar hablando aquí del Padre celestial, y vamos a ver: “EL ORDEN Y PROCESO DE DIOS EN SU OBRA DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FIN”.
Y si Dios, nuestro Padre celestial, tiene un orden y un proceso en Su Obra, cada padre tiene que tener un orden y un proceso en su hogar, en su familia, para así llevar a cabo toda su función como padre responsable delante de Dios y con su familia.
Ahora, nuestro Dios, nuestro Padre celestial, es un Padre responsable; y vamos a ver el orden y proceso en Su Obra desde el principio hasta el fin.
Es muy importante saber que Su Obra ya fue predestinada, o sea, que ya Su Obra fue elegida por Dios para llevarla a cabo desde antes de la fundación del mundo.
Tenemos la Obra de Dios, la Obra de Redención en la Primera Venida del Mesías, la Primera Venida de Cristo, por medio del cual Dios manifestado en ese velo de carne llevó a cabo Su Obra de Redención. Esa Obra ya estaba destinada por Dios desde antes de la fundación del mundo; así nos dice el apóstol San Pedro en su primera carta. Capítulo 1 de Primera de Pedro, versos 18 en adelante, donde nos habla de la forma en que hemos sido rescatados, dice:
“… sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo…”.
¿Desde cuándo estaba destinada esa Obra de Redención para ser llevada a cabo? Desde antes de la fundación del mundo. La Obra de Dios, para ser llevada a cabo, ya está destinada desde antes de la fundación del mundo.
“… pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros…”.
Y también por amor a mí; de ustedes, por amor a ustedes, y también por amor a mí; y por amor a todos los que tienen sus nombres escritos (¿dónde?) en el Libro de la Vida del Cordero.
“… y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”.
Ahora podemos ver que esta Obra de Dios, la Obra de Redención llevada a cabo en la Cruz del Calvario por el mismo Dios a través de Su cuerpo físico que Él se creó en el vientre de María…; el cual nació en Belén de Judea y luego creció; y a través de ese cuerpo (Dios manifestado en Él, el Ángel del Pacto manifestado en Él) llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Pero esa Obra estaba destinada por Dios desde antes de la fundación del mundo. O sea que no fue algo que sucedió así por mera casualidad, sino que ya estaba ordenada, destinada, predestinada por Dios desde antes de la fundación del mundo.
Porque toda la Obra de Dios, desde el principio hasta el fin, es una Obra destinada por Dios, ya pensada por Dios y ordenada por Dios, para ser llevada a cabo —cada parte de Su Obra— en el tiempo correspondiente que Dios determinó.
Y ahora, es muy importante saber que hay tres cosas las cuales tenemos que entender para poder comprender la Obra de Dios desde el principio hasta el fin:
Una es que la Obra de Dios ya ha sido destinada por Dios desde antes de la fundación del mundo. Ya Dios pensó en lo que Él ha de hacer, y lo pensó (¿desde cuándo?) desde antes de la fundación del mundo.
Por lo tanto, cuando Él comenzó ya a hacer Su Obra, ¿qué comenzó Él a hacer? Él comenzó a realizar, materializar, lo que Él pensó desde antes de la fundación del mundo; y Él realizando lo que Él pensó hacer desde antes de la fundación del mundo, eso es la Obra de Dios siendo llevada a cabo.
Ahora, Su Obra tiene también un orden y tiene también un proceso. El orden de la Obra de Dios fue establecido por Dios también desde antes de la fundación del mundo, y Su Obra está sujeta a ese orden.
Así como encontramos que, si usted quiere tener agua, usted tiene que conseguir el líquido que tiene la fórmula de agua; porque hay un orden divino establecido. Y ese orden divino establecido son leyes divinas.
Si usted, a la fórmula de agua, le añade algo más, ya no es agua pura; puede ser agua oxigenada. Y si se la toma, ¿qué le va a pasar? Así como le coloca el cabello blanco a la persona que se echa el agua oxigenada en la cabeza, de seguro lo va a poner tan blanquito que lo va a mandar para el cementerio.
Así que necesitamos tener el orden de la Obra de Dios. Y el orden de la Obra de Dios lo tenemos manifestado aquí en la Palabra de Dios.
Miren ustedes cómo para el pueblo hebreo Dios prometió una liberación.
Ya Dios le había hablado al profeta y patriarca Abraham acerca de que su simiente sería cautiva, esclava, en una tierra ajena, y Abraham todavía no tenía hijos; ya en el capítulo 15 le está diciendo de la esclavitud en la cual se encontrará la descendencia de Abraham [Génesis].
Y ahora, cuando Dios llamó a Abraham en el capítulo 12, le dijo que haría de él una nación grande; y si iba a hacer de Abraham una nación grande, pues iba a tener hijos.
Y ahora, Dios promete que por medio de un hijo suyo —el cual es el hijo prometido— iba a traer a existencia una nación grande; y dice Dios a Abraham, en la promesa mesiánica: “Y en tu simiente serán benditas todas las naciones”2: eso es hablando del Mesías.
Y el Mesías, por esa causa, dos mil años atrás, cuando vino tenía que venir por medio de la nación hebrea: nacer en medio de la nación hebrea, a través de una virgen descendiente de Abraham; y, por consiguiente, descendiente de Isaac, el hijo prometido, que era tipo y figura del Mesías.
Y ahora, vean ustedes cómo de etapa en etapa, de edad en edad, Dios fue dando más y más luz acerca de la Obra que Él llevaría a cabo, y fue dando el orden de esa Obra.
Vean, en el orden de esa Obra de Redención que Él llevaría a cabo, encontramos en el Génesis que sería la simiente de la mujer (eso es para la Obra de Redención); o sea que tenía que nacer por medio de una mujer, el Mesías, el que heriría en la cabeza a la serpiente y su simiente, y por consiguiente al diablo.
Pero también ahí dice que su simiente, la simiente de la serpiente (que es la misma serpiente reproducida, y por consiguiente es la misma descendencia del diablo), encontramos que heriría al Mesías ¿dónde? Vamos a ver la promesa aquí cuando Dios maldijo la serpiente: capítulo 3, verso 14 en adelante, dice:
“Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste (o sea, que engañó a Eva), maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida”.
O sea que con la maldición cambió el cuerpo físico de la serpiente. La serpiente no era un reptil, sino el animal más cercano al ser humano: el eslabón perdido que la ciencia está buscando.
En la actualidad, usted ve alguna serpiente y la ve en forma de reptil; y le puede usted hablar, y no le contesta la serpiente a usted. ¿Por qué? Porque ya no habla; pero antes hablaba, porque antes no era un reptil sino un animal parecido al ser humano, el cual razonaba y hablaba y tenía conocimiento de cómo reproducirse, pero no tenía alma; eso es lo que hace de la serpiente un animal y no un ser humano. Y en el lugar que tenía para ser colocada el alma, ahí se colocó el diablo; y ahí el diablo por medio de la serpiente engañó a Eva.
Y ahora, la maldición que cayó sobre este animal (que podía hablar y que era muy parecido al ser humano) por dejarse usar del diablo, lo mismo sucede para toda persona que sea instrumento del diablo: la maldición de Dios caerá sobre la persona.
Y ahora, ¿qué dice? Dice Dios a la serpiente:
“… sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya (o sea que la serpiente tendría simiente y la mujer tendría simiente también)<em>; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.
Y ahora, la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer tendrían enemistad.
Y por eso es que encontramos la lucha que hay en medio de la raza humana desde el Génesis, en donde la simiente de la serpiente, Caín, se levantó en contra de Abel y lo mató3</a>; fue el primer homicida, cuando solamente había muy pocas personas: Adán y Caín y Abel (tres hombres), y algunas mujeres.
Y ahora, Caín mata a su hermano; y vean ustedes cómo comienza ahí esa situación. Y Abel representa a Cristo, y Caín representa a los que matarían a Cristo.
Y ahora, vean ustedes cómo la serpiente —representada en su simiente— crucificó a Cristo; y se cumplió esta profecía que dice: “… esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.
Por eso fue crucificado, y fueron los clavos romanos los que hirieron en los tobillos y los pies, los talones, ahí, al Mesías, a la simiente de la mujer (y también en las manos); y luego fue herido con una lanza por un soldado romano, en Su costado fue herido4. Ahora, vean cómo se cumplió esta profecía.
Y ahora, la simiente de la mujer, representada en Abel, luego vino a ser el Mesías.
También Set representa a Cristo, pues cuando muere Abel luego Dios le da otra simiente, otro hijo, a Adán y a Eva; y ahora representa a Cristo resucitado5.
Y ahora, a través de la historia bíblica podemos ver EL ORDEN Y PROCESO DE DIOS EN SU OBRA DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FIN.
Vean, antes de suceder todo esto de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, desde el Génesis ya Dios está hablando de la simiente de la mujer y de lo que ha de suceder en el tiempo en que la simiente de la mujer —el Mesías— esté en la Tierra.
Cuando Dios dijo que sería la simiente de la mujer… y la mujer no tiene simiente, sino que la simiente está en el hombre; y la mujer tiene hijos por medio de la unión con un hombre. Ahora, ¿cómo puede ser posible que la mujer vaya a tener simiente sin la unión con un hombre? Cuando llegó el tiempo para el cumplimiento de esa promesa, ya Dios había dado más luz acerca de esa promesa; porque Dios, a medida que va pasando el tiempo, va dando más y más luz acerca de las promesas que Él ha hecho.
Vean, Oseas, capítulo 12, nos habla de la forma en que Dios da más luz a la humanidad acerca de las promesas divinas. O sea que para Dios dar más luz acerca de Sus promesas divinas, también tiene Él un orden. Vamos a leer capítulo 12, verso 9 en adelante; dice:
“Pero yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; aún te haré morar en tiendas, como en los días de la fiesta.
Y he hablado a los profetas, y aumenté la profecía, y por medio de los profetas usé parábolas”.
¿Cómo Dios aumenta la profecía? Por medio de los profetas que Él envía, los cuales aparecen en la Tierra hablando acerca de cosas que ya Dios habló en el pasado, y vienen hablando de esas profecías, y vienen dando más luz acerca de esas profecías.
Dios en el principio, en el Génesis, capítulo 3, verso 15, dijo que sería la simiente de la mujer la que heriría a la serpiente en la cabeza; y ahora por medio del profeta Isaías, en el capítulo 7, verso 14, nos da más luz; porque por medio de los profetas es que Dios aumenta la profecía.
Cuando la da por primera vez, usted ve esa profecía y a lo mejor no la entiende; ¿por qué? Porque la dio ahí como una semilla, y eso queda ahí. Pero Dios aumenta el cuadro y la visión de esa profecía, y da más detalles acerca de esa profecía, cuando envía otros profetas hablando acerca de esa misma profecía. Y aquí tenemos al profeta Isaías hablando de esa misma profecía y dando más luz: capítulo 7, verso 14, dice:
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”.
Aquí está hablando de la misma profecía pero con más luz, dando más detalles.
Cuando usted en la madrugada se levanta, y está comenzando a esclarecer, usted puede ver alguna cosa y lo ve con poca luz, por lo tanto no podrá apreciar todos los detalles; pero a medida que van pasando los minutos, la luz va aumentando; y ya cuando pasa una hora, ya hay más luz, y entonces puede ver otros detalles que no podía ver cuando estaba rayando el alba.
Y ya cuando es de 7:00 de la mañana a 3:00 de la tarde (o a 4:00 de la tarde), usted puede mirar eso, y darle la vuelta y mirarlo por todos los lados, y ver todos los detalles de aquello que cuando estaba rayando el alba solamente usted podía verlo y podía ver (digamos) ese bulto, y podía saber que eso era tal cosa pero los detalles no los podía ver.
Y ahora, así fue en esta profecía: la simiente de la mujer; por lo tanto, una mujer tendría un hijo.
Y ahora, ¿cómo sería? El profeta Isaías dice que sería una virgen. Por lo tanto, sería no por medio de la unión de una mujer con un hombre; porque ese Hijo de la Promesa, el Mesías que vendría, no podía ser el producto de la unión de un hombre y de una mujer, porque ese cuerpo no serviría para ser ofrecido en sacrificio por el pecado, porque sería un cuerpo contaminado con el pecado también (con el pecado original).
Y ahora, tenía que ser un cuerpo que no tuviera nada que ver con la unión de un hombre con una mujer; y eso sí que sería un milagro grande.
Y ahora, sería por medio de una virgen la venida de ese niño que nacería y sería llamado Su nombre Emanuel.
Ahora, esto no significa que al nacer le iban a poner por nombre Emanuel, sino que Emanuel significa ‘Dios con nosotros’: ese niño que vendría a existencia en la Tierra sería el mismo Dios vestido de carne humana; eso es lo que significa Emanuel.
Y ahora, en San Juan, capítulo 1, y también San Lucas, capítulo 1, nos habla de la Venida del Mesías. Dice, capítulo 1 de San Lucas, versos 30 en adelante (esto fue cuando el Arcángel Gabriel le apareció), dice:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Ahora, encontramos esa mujer de la cual Dios habló en el Génesis y de la cual el profeta Isaías dijo que sería una virgen.
Y ahora, cuando el Arcángel Gabriel le aparece a la virgen María, ahí tenemos la mujer de la cual Dios habló en el Génesis y de la cual el profeta Isaías habló que sería una virgen, la cual tendría un hijo y llamaría Su nombre Emanuel.
Y ahora el Arcángel Gabriel le dice el nombre que le va a poner a ese niño, le dice que le pondrá por nombre: Jesús.
Y ahora, cualquier persona puede decir: “¿Pero Isaías no dijo que Su nombre sería Emanuel?”. Emanuel significa ‘Dios con nosotros’; y cuando el Arcángel Gabriel le apareció a la virgen María y le dio el nombre Jesús, es porque Jesús es Dios con nosotros.
Y ahora, veamos si es Dios con nosotros o no es Dios con nosotros. En San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (o sea, Juan el Bautista).
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz (o sea, para que diese testimonio del Verbo que vendría, que es la Luz), a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz (o sea, Juan el Bautista no era la Luz), sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo (aquella Luz verdadera, que es el Verbo que era con Dios y era Dios, y creó todas las cosas)”.
Ahora, vamos a ver cómo vendría el Verbo, cómo vendría Dios, cómo vendría esta Luz verdadera que alumbra a todo hombre, el Creador de los Cielos y de la Tierra. Dice:
“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino (o sea, el pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón (o sea, no son engendrados por medio de la unión de un hombre y de una mujer. Cuando una persona nace aquí en la Tierra por medio de papá y mamá, no ha nacido como un hijo de Dios), sino de Dios (o sea que el nuevo nacimiento es lo que hace que la persona nazca como un hijo de Dios)”.
Por medio del nacimiento natural, pues usted nace como hijo de su papá y de su mamá; pero por medio del nuevo nacimiento, que es el nacimiento que Dios realiza en la persona al creer en Cristo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo: ahí es donde obtenemos el nuevo nacimiento y obtenemos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; para nosotros es concedido un cuerpo de otra dimensión, la misma clase de cuerpo que es llamado el Verbo de Dios.
Cuando se habla del Verbo de Dios: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”, y “por Él fueron hechas todas las cosas”, se está hablando del cuerpo teofánico de Dios, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de la sexta dimensión; llamado también el Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento; en el cual le apareció a diferentes profetas, y ellos lo vieron como un varón, como un ángel: era el mismo Dios en Su cuerpo teofánico.
Manoa y su esposa, que son los padres de Sansón, lo vieron y dijeron: “Hemos de morir, porque hemos visto a Dios cara a cara”6.
También Moisés lo vio. Dios le dijo: “No verás mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Vas a ver mi espalda cuando yo pase”7. Y cuando pasó, Moisés vio a Dios en Su cuerpo teofánico.
También encontramos a Josué, que lo vio como el General a cargo de los Ejércitos de Jehová8.
Moisés también lo había visto en diferentes ocasiones.
Y Dios con ese cuerpo teofánico se puede manifestar en una luz, que es la Columna de Fuego, y en esa Luz y desde esa Luz hablarle a un profeta o al pueblo; y así aparecía en diferentes ocasiones.
Y ahora, lo encontramos en una ocasión hablando con Abraham y comiendo con Abraham: cuando le apareció con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel; se materializaron, le aparecieron a Abraham el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Y Abraham invitó a Elohim para que comiera con él; le ofreció un becerro o una ternera, y panes, y así por el estilo todo lo que conllevaba una buena comida ofrecida a un huésped, a un invitado especial, como lo era Elohim (Dios) para Abraham9.
Y ahora, lo encontramos allí con Abraham, y Abraham está viendo a Elohim cara a cara.
También Moisés pudo ver a Dios cara a cara; dice la Escritura que Dios hablaba con Moisés cara a cara. Vamos a ver por aquí: en Deuteronomio, capítulo 34, verso 9 al 12, dice:
“Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.
Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara;
nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra,
y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel”.
Y ahora, con todo esto que podemos ver en Moisés, en Manoa y en Abraham; y también en Jacob…:
Vean, Génesis, capítulo 32, dice acerca de Jacob; cuando se iba a encontrar con su hermano Esaú, dice; capítulo 32, verso 24 en adelante, del Génesis, dice:
“Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.
Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.
Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices”.
Jacob fue un hombre luchador por la bendición de Dios; y toda persona debe luchar por la bendición de Dios, porque la bendición de Dios es para toda la eternidad.
“Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.
Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.
Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.
Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera”.
Peniel significa ‘el rostro de Dios’. Por eso le colocó como nombre, a ese lugar donde le apareció el Ángel de Jehová, le colocó por nombre Peniel, que significa ‘el rostro de Dios’.
Este varón con el cual Jacob luchó, y no lo soltó hasta que recibió la bendición de ese Ángel…; y vean, la bendición fue cuando lo bendijo y le cambió el nombre. Y ahora, ese es el Ángel de Jehová, ese es el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, el cual apareció a Jacob en la forma de un hombre, pero de otra dimensión.
Hay personas que cuando se les habla de personas de otra dimensión se asustan; y cuando a través de la Escritura podemos ver que hay personas de otra dimensión: los ángeles de Dios…, que son personajes que están en un cuerpo como el nuestro, pero de otra dimensión. Y en esa clase de cuerpo estaba ahí Dios, que es este Ángel del Pacto, el cual es el mismo Dios con Su cuerpo teofánico.
¿Y saben ustedes una cosa? La promesa de la Venida del Mesías, conforme a Malaquías, capítulo 3… Veamos, la promesa de la Venida del Mesías ¿es la venida de quién? Vamos a ver la venida de quién es la Venida del Mesías. Capítulo 3 de Malaquías dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero (ese fue Juan el Bautista), el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis (el Señor, ¿Dios de quién?, de Abraham, de Isaac y de Jacob), y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros”.
El Ángel del Pacto, o sea, el Ángel de Jehová, el que bendijo a Jacob, con el cual Jacob luchó; el cual es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión: de la sexta dimensión. Dice:
“He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
¿Quién vendría? El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová (que es el mismo Dios con Su cuerpo teofánico) vendría vestido de carne humana, en el cumplimiento de la Venida del Mesías, en el cumplimiento del Hijo de la virgen, que nacería en medio del pueblo hebreo.
Y ahora, vean ustedes, hay un orden divino, el cual no podemos ignorar. Sin ese orden divino, las promesas divinas no pueden ser cumplidas.
Ahora, vean ustedes, la promesa es que viene el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová. Y para la Venida del Ángel del Pacto, para la Venida del Ángel de Jehová, tiene que tener un cuerpo de carne aquí en la Tierra; para el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová (que es el mismo Dios con Su cuerpo teofánico), estar dentro de ese cuerpo de carne y cumplir la Venida del Mesías como el Cordero de Dios: y ese cuerpo de carne ofrecerlo en Sacrificio vivo por el pecado de todos nosotros, para la redención de todos nosotros.
Y ahora, sigue diciendo en San Juan, capítulo 1, verso 14… Juan, hablando acerca del Verbo que era con Dios y era Dios, el cual creó todas las cosas, el cual es la Luz de todo hombre que viene a este mundo; y “la Luz verdadera, la Luz que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”: Ese Ángel del Pacto o Ángel de Jehová (que es el mismo Dios, el cual es Luz, vestido de Su cuerpo teofánico) ahora vendría a esta Tierra vestido de carne humana. Dice:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…”.
Y le conocimos por el nombre de Jesús.
Jesús o Jesucristo, vean ustedes, es nada menos que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el mismo Dios Creador de los Cielos y de la Tierra.
Por eso podía tomar los panes y los peces, y multiplicarlos10: porque es el Creador, por lo tanto podía multiplicar Su Creación. Podía caminar sobre las aguas del mar embravecido, porque es el Creador de las aguas también11. Podía Él darle la vista a los ciegos, podía Él hablar toda Palabra que Él necesitaba hablar, y por medio de esa Palabra (con la cual creó los Cielos y la Tierra) podía hacer cualquier milagro que fuese necesario en favor de las personas.
Vean que nuestro amado Señor Jesucristo no es cualquier hombre, sino el mismo Dios vestido de un cuerpo de carne llamado Jesús; y vino en la forma de un profeta, por eso lo llamaron el profeta de Nazaret12.
Pero la religión hebrea, con sus grandes líderes religiosos (encabezado el cuerpo ministerial por el sumo sacerdote y el concilio de la religión hebrea, el Concilio del Sanedrín), no pudieron comprender que Dios estaba en medio de ellos: Emanuel, el Hijo de la virgen, estaba en medio de ellos cumpliendo Su Obra prometida para aquel tiempo; y estaba haciéndolo conforme al orden establecido por Dios en Su Palabra.
Vean, por medio de una mujer nació ese cuerpo de carne, y por medio de una mujer virgen sobre la cual el Espíritu de Dios hizo sombra y creó en el vientre de ella una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula, y fue formado así el cuerpo de Jesús, el cual nació; y, conforme al orden para la Venida del Mesías, ¿tenía que nacer dónde? En Belén de Judea13. Y María y José estaban viviendo ¿dónde? En Nazaret. Por lo tanto, ellos tenían que estar en Belén de Judea para el momento del nacimiento de Jesús.
Y, algunas veces, cuando Dios quiere cumplir en alguna persona una profecía, si la persona no comprende dónde debe estar para el cumplimiento de esa profecía, surgen cosas en la vida de esa persona (o en la nación donde vive esa persona) para que la persona vaya al lugar donde —conforme al orden divino— tiene que estar la persona para esa profecía ser cumplida. Y eso sucedió en los días en que Jesús tenía que nacer.
Ahora, ¿qué hombre va a tomar a su esposa, estando en el mes número nueve (que es el mes para dar a luz), y va a viajar de una ciudad a otra? Y para aquel tiempo ni tenían aviones, ni tenían automóviles: los carros que tenían eran carros de caballos y carros tirados por bueyes; y los hombres pobres, pues su medio de transportación, si eran muy pobres, eran sus pies; y si tenían un poquito más, pues era su burrito; y si tenían un poquito más, podían comprar un caballo, o si querían algo más rápido, pues un camello (ese sería el Cadillac).
Pero José y María eran personas pobres; por lo tanto la Escritura no nos menciona de que José y María llegaron o salieron de Nazaret rumbo a Belén en un camello, o en un carro tirado por caballos o por bueyes, ni siquiera dice que iban en un burrito; aunque la tradición lo muestra o muestran que iban en un burrito, quizás, pero la Escritura no menciona en qué iban.
Y si no menciona en qué iban, y no iban ni en un camello, ni en un carro tirado por caballos, ni iban a caballo, ni siquiera en burro: pues iban a pie, que era la forma común de viajar de un sitio a otro la gente pobre.
Y ahora, cualquier persona dice: “De Nazaret a Belén de Judea, pues, eso debe ser cerca”. Pues miren, en el mapa de Israel, aquí tenemos a Nazaret (acá arriba), y acá abajo tenemos a Belén de Judea. Y con una mujer embarazada en el mes número nueve, salir de Nazaret para llegar a Belén de Judea es un trayecto bastante largo.
¿Cuánto tiempo le tomaría a José y María llegar de Nazaret a Belén de Judea, con María en el mes número nueve? No sabemos; pero no fue ni en media hora, ni en una hora, ni en seis horas tampoco: fue un trecho bastante largo; pero todas las cosas obran para bien.
A las mujeres, cuando llegan al mes número nueve, la mayor parte de los médicos, si está en buena salud, la mandan a caminar. Así que tuvo un buen ejercicio para dar a luz.
Ahora, José no hubiera salido con ella, estando en el mes número nueve, de Nazaret hasta Belén de Judea; pero por cuanto el rey ordenó un censo…, y toda persona tenía que ir a la ciudad de la cual él descendía, al lugar de su ascendencia. Y por cuanto José y María descendían de Isaí, de esa línea de Isaí y por esa línea del rey David, ¿ellos tenían que ir a la ciudad de quién? A la ciudad de Isaí, que era Belén de Judea, y ahí ser registrados en ese censo14.
Cuando llegaron allá, llegó el momento de dar a luz; y no habían encontrado hospedaje, todo estaba lleno; y tuvieron que irse a un pesebre.
Cuando ustedes van al campo, y hay reses y caballos y animales, ustedes pueden ver que tienen ciertos lugares donde hay un pesebre con pasto ahí, donde colocan algunos animales; y en ese lugar fue donde único encontró lugar José y María para pasar allí la noche (y no sabemos después cuántos días más pasaron allí).
Y allí, en el lugar donde los animales eran colocados… Por ejemplo, los que viajaban, al llegar a ese lugar (digamos, al lugar de hospedaje), pues, como no venían en un automóvil: muchos venían en burritos, otros a caballo y quizás otros a camello, pues llevaban esos animales al pesebre, para que ahí estuvieran comiendo, y les tenían agua también; y ese, pues, sería como el garaje para ese medio de transportación de aquel tiempo.
Y vean ustedes, eso es, y fue ahí, en el pesebre que tenía (digamos) el mesón o el hotel a donde ellos trataron de conseguir hospedaje; pues dice que no hubo lugar en el mesón para ellos15</a>; por lo tanto ellos fueron a un lugar de hospedaje, lo que sería la casa de hospedaje o el hotel de este tiempo en el cual nosotros vivimos.
Y si le apretaron los dolores ahí, cuando José estaba tratando de conseguir hospedaje, pues el mejor lugar era el pesebre que estaba allí, para dar a luz. O si ya se habían ido del lugar, pues encontraron un pesebre ahí en el campo, en algún sitio, y allí dio a luz la virgen María.
Ahora, miren, el Rey del universo completo, ahora no nace en una cuna de oro, no nace en medio de una familia multimillonaria, sino que nace en medio de una pareja pobre y sencilla, pero descendientes del rey David; porque tenía que venir por la descendencia del rey David, conforme al orden divino; o sea, no podía ser en otra forma; y no podía nacer en Nazaret tampoco: tenía que nacer en Belén de Judea, conforme a la profecía de Miqueas, capítulo 5, verso 2.
Por eso es que en San Mateo, capítulo 2, cuando nos habla del nacimiento de Jesús, dice [versos 1-6]:
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel”.
¿Ve? Tenía que ser de acuerdo al orden divino, el cual Dios estableció, diseñó y estableció, desde antes de la fundación del mundo, y lo reveló por medio de Sus profetas; porque los profetas de Dios lo que traen es la revelación de lo que Dios pensó hacer desde antes de la fundación del mundo: traen a conocimiento de la raza humana los pensamientos divinos.
“Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore (pero la intención del corazón de Herodes era ir para matar al niño).
Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”.
Ahora, vean, cuando los magos llegaron a Belén de Judea, la estrella, la señal: la estrella que representaba al Mesías, que era la señal del Hijo del Hombre en el cielo para aquel tiempo, la señal de que el Mesías ya estaba en la Tierra y ya había nacido en la Tierra, vean ustedes dónde estaba: se posó sobre la casa donde estaba el niño.
O sea, en alguna forma ellos vieron esa estrella, y en la dirección en que ellos estaban vieron esa estrella. Como cuando nosotros colocamos en las Navidades alguna estrellita sobre la casa; en esa forma, así a la distancia, ellos vieron esa estrella, esa estrella del cielo, coronando la casa donde estaba el niño. Ellos llegaron hasta esa casa. Y al llegar hasta esa casa, encontraron al niño allí.
O sea que ellos llegaron no a un pesebre, sino a una casa. ¿Y no era en un pesebre donde el niño nació? Sí, donde el niño nació fue en un pesebre; pero ya cuando llegaron los magos, los magos cuando fueron entrevistados por el rey Herodes…
Vean ustedes lo que ellos le habían dicho al rey Herodes, vamos a ver:
“Después que partieron ellos (o sea, los magos), he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo (¿Ve? Esas eran las intenciones del rey Herodes: buscar al niño para matarlo).
Y él (José), despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto,
y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo”.
Todo hijo primogénito pasa por Egipto, y de Egipto Dios lo llama.
Y para los hijos e hijas de Dios, que son los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero (conforme a Hebreos, capítulo 12, verso 23, son los primogénitos que tienen sus nombres inscritos en el Cielo), pasan por el Egipto de este mundo; porque este mundo es el Egipto para los hijos e hijas de Dios.
Pero vean ustedes, del mundo Dios llama y junta a Sus hijos en la edad que les toca vivir, y los coloca en el Cuerpo Místico de Jesucristo.
Y ahora, vean ustedes cómo en Jesús se cumple nuevamente lo que Dios había cumplido en Israel, el pueblo hebreo, cuando Dios llamó al pueblo hebreo de Egipto y los llevó a la tierra prometida. Y ahora:
“Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos”.
O sea que cuando le preguntó a los magos: “¿Desde cuándo comenzó a salir esa estrella?”, los magos le dijeron: “Ya hace dos años que comenzó a salir esa estrella; y nosotros la vimos allá en el este”.
Porque ellos estaban viviendo allá en el territorio de Babilonia: eran descendientes de aquellos hebreos que habían ido cautivos en el cautiverio babilónico, y habían quedado allá en Babilonia y se habían multiplicado, y ahora tenían descendientes; y de esos descendientes creyentes en las profecías de Dios, vienen estos magos buscando al Mesías. Aún en Babilonia había muchas personas que creían las profecías que Dios había dado al pueblo hebreo; y por medio del mismo profeta Daniel había dado muchas profecías para el pueblo hebreo, aún Daniel estando allá en Babilonia.
Y ahora, conforme al tiempo en que la estrella había comenzado a aparecer, el rey Herodes, sabiendo que ya llevaba dos años que esa estrella estaba apareciendo, él dijo: “Si hace dos años que está apareciendo esa señal en el cielo, que es la señal del Mesías, la señal de la Venida del Hijo del Hombre, la señal de que el Mesías ya está en la Tierra, pues el Mesías tiene que tener unos dos años de edad”.
Por eso es que los magos, cuando encontraron a Jesús, lo encontraron no en un pesebre, sino en una casa; pues ya José había o alquilado una casa, o había comprado una casa, o estaba en alguna casa de alguno de sus familiares; y por eso lo encontraron en una casa.
Por lo tanto, Jesús teniendo alrededor de 2 años de edad habló con los magos; porque ya a los 2 años cualquier niño que se haya desarrollado en forma normal, que no haya tenido retraso para aprender a hablar, ya habla claramente; por lo tanto, los magos de seguro tuvieron una buena conversación con el niño Jesús.
Y los magos estaban muy contentos porque habían encontrado al Mesías, aunque todavía era un niño de aproximadamente 2 años de edad, el cual todavía no podía comenzar Su ministerio mesiánico, el cual comenzaría a los 30 años aproximadamente; pero ya el Mesías estaba en la Tierra, porque ya se había cumplido la promesa del nacimiento de ese niño por medio de una virgen descendiente del rey David.
Dios tiene un orden.
Ahora, muchas personas, quizás, que no comprendían estas profecías, podían estar esperando la Venida del Mesías en un platillo volador. Algunos, vean ustedes, dijeron en una ocasión, cuando hablaron acerca de Jesús de Nazaret como el Mesías, otras personas dijeron: “Cuando venga el Mesías, no se sabe de dónde vendrá”16. No creían lo que Dios había dicho: que tenía que venir de Belén de Judea. Tenía que nacer allá en Belén de Judea y tenía que ser un descendiente del rey David.
Dios tiene un orden y Dios no le pasa por encima a ese orden. Y nadie le podrá interrumpir el cumplimiento de Su Obra, cumpliendo el orden que Él estableció. Y el orden para el cumplimiento de Su Obra, Él lo estableció desde antes de la fundación del mundo.
Vean cómo, por medio del cumplimiento de la promesa mesiánica para ser cumplida en medio del pueblo hebreo en la Primera Venida de Cristo, ese orden divino fue cumplido.
Luego encontramos la profecía que dice que los que habitaban en tinieblas y sombra de muerte: “Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán”, vean ustedes, dice la Escritura que verían gran luz, luz resplandecería sobre ellos; y esa promesa se cumplió en la Venida del Mesías dos mil años atrás, cuando Jesucristo comenzó Su ministerio; pues aunque nació en Belén de Judea, luego se crio (¿dónde?) en Nazaret, para cumplirse la profecía de que esa tierra de Zabulón y Neftalí vería esa gran luz: la Gran Luz de la Venida del Mesías, pues Él dijo: “Yo soy la Luz del mundo”17.
Y esa Luz del mundo, la Venida del Mesías, estaba allí resplandeciendo a medida que llevaba a cabo Su ministerio y predicaba el Evangelio. Y así resplandeció la Luz en medio de ese territorio que estaba en tinieblas y sombra de muerte, llamado el territorio de los gentiles.
Vamos a ver, San Mateo, capítulo 4, dice, verso 12:
“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;
y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles…”.
Se llamaba o le decían “Galilea de los gentiles”, porque en ese territorio el rey, un rey gentil que conquistó ese territorio, sacaba a los hebreos de ahí y colocaba a gentiles; y ahí también se mezclaron gentiles con hebreos; y por esa causa se le llama a ese territorio “Galilea de los gentiles”.
Ese territorio es un lugar que no tiene muy buena fama; y ese territorio, vean ustedes, cubre todo ese lugar de Capernaúm, de Galilea, Nazaret…; todo eso, Naín y todos esos lugares, pertenecen a esas tribus de Zabulón y Neftalí; y eso es al otro lado del Jordán, o sea, viniendo de este lado, y pasando el Jordán, y entrando al territorio de Neftalí y de Zabulón. En ese territorio fue que Cristo estuvo predicando luego que Juan el Bautista fue tomado preso.
Y ahora, ese territorio es el que vería esa gran luz. Sigue diciendo:
“… para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo…”.
Eso fue en el capítulo 9, verso 2 en adelante, de Isaías, donde da esa profecía. Dice:
“… para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
Ahora podemos ver lo que estuvo cumpliéndose allí, conforme a la promesa de Dios a través del profeta Isaías; y esto fue conforme al orden divino para llevar a cabo Su Obra en ese territorio, en el cumplimiento de esa profecía. Y vean ustedes cómo en el Israel terrenal hubo un territorio donde se cumpliría esa profecía en la Venida del Mesías.
Ahora, recuerden que Dios tiene el Israel terrenal pero también Dios tiene el Israel celestial, que es Su Iglesia. Y en el Israel celestial Dios cumple las profecías correspondientes al Israel celestial, las cuales fueron reflejadas en el Israel terrenal.
Miren, para el Israel terrenal hubo un día en el cual Dios ordenó tomar un cordero, y sacrificar ese cordero el día 14 del mes primero (el mes primero del año religioso del pueblo hebreo, el mes de Abib), y su sangre ser colocada en el dintel y los postes de la puerta de las casas de los hebreos; y ese cordero ser asado (no podía ser preparado en otra forma, sino ser asado) y colocado dentro de cada una de esas casas, y durante la noche ser comido por los hebreos; para que así la muerte, que vendría sobre los habitantes de Egipto en esa noche, no entrara la muerte a las casas de los hebreos18.
Porque en esa noche, los primogénitos que estarían en Egipto morirían; y si los hebreos no tenían la sangre del cordero pascual aplicada en el dintel de sus puertas y en los postes de sus puertas, la muerte entraría a esas casas y moriría el primogénito de la familia.
Pero con la sangre aplicada en el dintel y en los postes de la casa, y el cordero asado y siendo comido dentro de las casas, la noche en que ellos estarían reunidos y la muerte estaría suelta entrando a las casas de las personas que no tendrían la sangre aplicada en el dintel y el cordero dentro…
Vean ustedes, los días siempre, conforme al Génesis, comienzan en la tarde y terminan en la tarde; y así sigue siendo para el pueblo hebreo.
Por ejemplo, para el pueblo hebreo, ayer a la caída del sol terminó el día sábado y comenzó el día domingo; y el viernes en la tarde, a la caída del sol, había terminado el viernes y había comenzado el sábado; porque siempre viene la noche primero y después el día.
Por eso dice en el Génesis, vamos a ver, capítulo 1, verso 5 (verso 3 al 5):
“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día”.
O sea, el primer día; porque siempre los días terminan en la tarde, y comienza el otro día en esa misma tarde.
O sea que cada día tiene un lapso de tiempo corto, en donde tiene un poco de luz ese día durante la tarde en la cual comienza; pero después viene la oscuridad, la noche; y luego comienza de nuevo la luz en la mañana, y alumbra entonces todo el día.
Pero tiene, vamos a decir, una muestra de lo que será la luz de la mañana y de todo el día, primero obtiene una muestra durante la tarde, antes de comenzar la noche. Siempre al tiempo de la tarde hay luz: la luz que luego saldrá en la mañana durante ese día que ha comenzado en la tarde.
Por eso para los hebreos, para la observancia del sábado, ustedes encontrarán que comienzan el sábado el viernes a la caída del sol, ahí comienza el sábado para el pueblo hebreo; y termina el sábado el día sábado a la caída del sol. Eso es de acuerdo también al libro del Génesis y de acuerdo a las leyes y ordenanzas de Dios dadas al pueblo hebreo; porque Dios tiene un orden, y las cosas son de acuerdo al orden divino.
Usted no puede esperar, o hacer algo, y agradar a Dios, si no es de acuerdo al orden establecido por Dios. Las cosas para Dios no son de acuerdo a como las personas quieran hacerlas, sino de acuerdo al orden establecido por Dios. Y la Obra de Dios, que Él realiza de generación en generación, y de edad en edad, y de dispensación en dispensación, es de acuerdo al orden que Él ha establecido para llevar a cabo Su Obra en cada tiempo.
Dios ha establecido, para llevar a cabo Su Obra: edades y dispensaciones; las edades pertenecen a las dispensaciones. Y para cada dispensación Él ha establecido un profeta dispensacional, y ha establecido un Mensaje dispensacional. Y un Mensaje dispensacional no puede venir por cualquier persona, sino por un profeta dispensacional.
Por eso es que usted encuentra que Dios ha enviado diferentes profetas a través de la historia bíblica, en el cumplimiento de la Obra de Dios a través del tiempo, desde el Génesis hasta este tiempo final.
Y ahora, podemos ver que la Obra de Dios, que Él realiza en cada tiempo, es conforme al orden que Él se estableció desde antes de la fundación del mundo; porque la Obra de Dios es una Obra ordenada en el tiempo en que Él la cumple. Y si es una Obra ordenada, ¿tiene que tener qué? Un orden. No hay cosa ordenada si no tiene un orden. Por lo tanto, en el cumplimiento de ese orden se lleva a cabo la Obra de Dios.
Ahora, la Obra de Dios también tiene un proceso: no aparece la Obra de Dios así de momento y ya está cumplida.
Vean ustedes, la Obra de Dios prometida para el cumplimiento de la Venida del Mesías ya estaba ordenada por Dios desde antes de la fundación del mundo, y tenía un orden para llevarse a cabo el cumplimiento de esa Obra.
Tenía que ser conforme a lo que Dios ya había ordenado: por medio de una mujer, y esa mujer tenía que ser una virgen, y esa virgen tenía que ser descendiente del pueblo hebreo; y tenía que ser no de cualquiera de las tribus del pueblo hebreo, sino tenía que ser descendiente de la tribu de Judá; y no de cualquiera de las familias de la tribu de Judá, sino descendiente de la línea del rey David: tenía que ser una descendiente de Isaí19</a>; y no por cualquiera de los hijos de Isaí, sino por medio del hijo menor de Isaí, por medio del octavo hijo de Isaí, que era David.
El octavo hijo, ese fue el que vino a ser el rey de Israel, un hombre conforme al corazón de Dios aun desde niño20</a>; y ese fue el rey más grande del pueblo hebreo; por eso a ese rey le fueron hechas las promesas de su trono: que sería para toda la eternidad21.
El Trono de David, siendo para toda la eternidad, es el Trono del Mesías, para reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Por eso el Arcángel Gabriel le dijo a María que ese niño que nacería de ella sería Hijo del Altísimo y Dios le daría el Trono de David Su padre; y dice el Arcángel Gabriel, hablándole de ese Trono de David, dice que se sentará en ese Trono (o sea que eso conlleva sentarse en ese Trono), dice:
“Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Ahora vean la bendición tan grande que recibió este hombre conforme al corazón de Dios: la promesa de que de su descendencia vendría el Cristo, el Mesías, el Heredero al Trono de David; y fue representado o simbolizado o reflejado ¿en quién? En Salomón.
Y ahora, vean ustedes cómo Jesús es el Heredero al Trono de David.
¿Y por qué no se sentó en el Trono de David cuando vino dos mil años atrás? Porque tenía que llevar a cabo la Obra de Redención, conforme al orden divino para la Obra de Dios correspondiente a aquel tiempo.
Pero para Su Segunda Venida, Cristo, el Mesías, se sentará en el Trono de David. Y el Ángel del Pacto, que es el mismo Jesucristo en Su cuerpo teofánico, para el Día Postrero estará aquí en la Tierra y reclamará el Trono de David, y se sentará en el Trono de David.
Y Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Jesucristo, al morir, resucitar y ascender al Cielo victorioso, se sentó en el Trono de Dios en el Cielo22.
Y ahora, lo mismo que el Padre celestial, Dios, hizo con Jesús, ahora Jesús ha prometido hacerlo con el Vencedor.
Y ahora: “Así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en Su Trono (¿qué dice Él?), yo le daré (¿a quién? Al Vencedor) que se siente conmigo en mi Trono”.
Ahora, el Trono del Padre es el Trono de Dios que está en el Cielo. Y ahora, el Trono de Jesús es el Trono de David, para sentarse sobre el Trono de David y reinar sobre el pueblo hebreo. “Y al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono”. Y eso será el Vencedor del Día Postrero: el Ángel de Jesucristo, el siervo fiel y prudente, del cual Cristo dice23:
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.
¿Por qué le pondrá sobre todos Sus bienes? Porque se sentará con Jesucristo en Su Trono: el Trono de David.
Ahora, vean que todo el Programa Divino, toda la Obra de Dios que Él estará llevando a cabo en este tiempo final, tiene un orden.
No puede ser llevada a cabo la Obra de Dios en ningún tiempo, en ninguna generación, en ninguna edad y en ninguna dispensación, fuera del orden establecido por Dios.
¿Y desde cuándo Dios estableció ese orden? Desde antes de la fundación del mundo; y lo ha estado revelando por medio de Sus profetas; porque los profetas de Dios no revelan nada, sino lo que Dios pensó desde antes de la fundación del mundo; y luego lo ha estado hablado por medio de Sus profetas.
Y cuando envía un profeta que habla de algo que ya otro profeta anterior habló, ¿qué está haciendo? Dios está enviando otro profeta con más Palabra, más revelación, de ese pensamiento divino que Dios tuvo desde antes de la fundación del mundo; el cual reveló por medio de un profeta pasado, pero que ahora está dando más luz acerca de ese pensamiento divino que ya fue hablado por un profeta anterior; pero que por medio de ese profeta no lo habló con toda la luz, con todos los detalles que serán cumplidos en el tiempo en que Dios haga esa Obra.
En el tiempo en que Dios haga esa Obra, todos esos detalles tienen que ser cumplidos; porque lo que Dios está mostrando son todos los detalles también de la Obra que Él llevará a cabo; porque Él ha establecido un orden para llevar a cabo Su Obra, la cual Él desde antes de la fundación del mundo pensó y determinó realizar.
Y ahora, la Obra de Dios para ser llevada a cabo, hemos visto que fue ya pensada, diseñada por Dios, desde antes de la fundación del mundo; y fue colocada bajo un orden divino: tiene un orden ya establecido desde antes de la fundación del mundo, y tiene también un proceso.
Y en ese proceso no puede venir, en el cumplimiento de la Obra de Dios, lo que es para el final no puede ser cumplido al principio; tiene un proceso.
Y vean ustedes, la Escritura para la Primera Venida de Cristo decía que el Mesías estaría sobre la Tierra en la semana número setenta, y le confirmaría el Pacto al pueblo hebreo, y a la mitad de la semana la vida le sería quitada al Mesías24.
Y ahora, cuando el rey Herodes busca al Mesías para matarlo, no era el tiempo para el Mesías morir, porque tenía que morir de acuerdo al orden y proceso divino en el cumplimiento de la Obra de Dios.
En muchas ocasiones trataron de matar a Jesús, pero no pudieron matarlo; porque la muerte de Jesús tenía que ser de acuerdo al orden divino, en el proceso del cumplimiento del Programa de Dios, de la Obra de Dios; y la muerte de Jesús tenía que caer en la mitad de la semana número setenta.
O sea que tenía un proceso toda esa Obra de Dios. Y lo que era para el final, Herodes, siendo el rey, trató de que se cumpliera cuando Jesús tenía 2 años de edad; pero no pudo.
A Dios nadie lo puede vencer; y a Dios nadie le puede interrumpir Su Obra, y el orden de esa Obra, y el proceso por el cual esa Obra Divina tiene que pasar.
El Mesías, luego de nacer en la Tierra tenía que tener un tiempo para criarse como un niño, luego como un joven y luego llegar a la edad de adulto. Y luego, al tener cerca de 30 años, el Mesías tenía que comenzar Su ministerio: Su ministerio mesiánico, en la semana número setenta de la profecía del profeta Daniel; y tenía que tener en ese ministerio un lapso de tiempo ministrando la Palabra de Dios, trabajando en los negocios de Dios, en la Obra de Dios correspondiente a ese tiempo; y luego subió al Monte de la Transfiguración y allí fue adoptado25.
Y luego de Su adopción, de ahí en adelante le quedaban pocos meses para cumplir Su muerte en la Cruz del Calvario26.
De ahí en adelante encontramos que Jesús siempre estaba mirando hacia Jerusalén, y siempre Su trayectoria era hacia Jerusalén, pues Él dijo que ningún profeta puede morir fuera de Jerusalén27.
Y ahora, encontramos que en Jerusalén Él dijo que sería Su muerte. Trataron de matarlo en diferentes lugares, pero tenía que ser conforme al orden divino y conforme al proceso de esa Obra Divina que estaba llevándose a cabo en aquel tiempo. No lo podían matar antes de tiempo tampoco.
Y ahora, conforme al proceso divino, a medida que se acercaba el día para Su muerte, Jesús se encaminaba a Jerusalén. Lloró sobre Jerusalén, luego que entró a Jerusalén en Su entrada triunfal en aquel burrito28. Vean, eso fue después de ser adoptado, eso fue después del Monte de la Transfiguración.
Y ya Jesús estaba diciéndoles a ellos que Él sería tomado preso, sería juzgado, sería condenado y entregado a los gentiles para ser crucificado; pero les dijo: “Pero al tercer día resucitaré”29. Ellos no comprendían esas profecías que Él les estaba hablando, las cuales eran profecías que ya también habían sido habladas en el pasado en diferentes formas, pero no con toda la luz que ahora Jesús les estaba dando a ellos allí.
Y ahora, el Sacrificio del Cordero de Dios en la Cruz del Calvario tenía que ser realizado en la Obra Divina conforme al orden divino y conforme al proceso; y conforme a ese proceso, tenía que llegar a la etapa final de Su ministerio. No podía ser al comienzo de Su ministerio, sino al final de Su ministerio en aquel cuerpo de carne.
Y vean ustedes cómo todo fue cumplido conforme a la Obra de Dios que Él pensó desde antes de la fundación del mundo: la Obra de Redención; y conforme al orden que Él pensó y estableció desde antes de la Creación; y conforme al proceso que Él estableció por el cual pasaría el Mesías en Su Primera Venida.
Así también hay un orden y hay un proceso para la Obra de Dios en el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo. No puede salirse fuera del orden que ya Dios estableció desde antes de la fundación del mundo, el cual ya está hablado aquí en la Palabra de Dios; y por medio del precursor de la Segunda Venida de Cristo Dios nos dio más luz.
Por eso, para el orden y proceso de Dios en Su Obra para este tiempo final…
Miren, tenemos que para el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo tenía que, el Programa de Dios, la Obra de Dios, pasar desde el Génesis hasta que apareció Jesús sobre la Tierra. Hubo un proceso; y estuvo reflejándose la Primera Venida de Cristo en los patriarcas y en los profetas: tenemos en el Antiguo Testamento el fundamento allá de los patriarcas, y luego tenemos la parte de las siete etapas o edades de los profetas bajo la Dispensación de la Ley, y también tenemos otros profetas.
Y ahora, fue subiendo ese Programa Divino hasta que llegó a la Edad de la Piedra Angular, la Edad de la Primera Venida de Cristo; pero en todos los mensajeros que Dios había enviado antes de Jesús se reflejó la Primera Venida de Cristo, y también se reflejó la Segunda Venida de Cristo.
Ahora, para llegar a la Edad de la Piedra Angular, le tomó a Dios, en Su Obra y proceso, conforme al orden que Él había establecido, le tomó unos cuatro mil años desde Adán hasta Jesús. Y cuando llegó Jesús, esa fue la Edad de la Piedra Angular, la edad en donde Dios colocaba en este planeta Tierra una Obra Maestra; ahí llegó la perfección de la Obra de Dios. Y por medio de esa Obra perfecta de Dios, llevó a cabo Dios la redención del ser humano: la redención de toda persona que tiene su nombre escrito en el Libro de Dios allá en el Cielo.
Y ahora, de Cristo hacia acá tenemos que Dios ha colocado “el fundamento de los apóstoles y profetas, y como principal Piedra del Ángulo Jesucristo mismo”30</a>; tenemos todo este fundamento acá.
Y luego tenemos las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, que forman el Cuerpo Místico de Cristo con el grupo de cada edad, durante este tiempo de las siete edades de la Iglesia gentil, que forman el Lugar Santo de ese Templo espiritual.
Han transcurrido, de Cristo hacia el mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil, unos dos mil años aproximadamente; y hasta llegar acá, a la Edad de la Piedra Angular, ya tenemos unos dos mil años, para la Iglesia de Jesucristo —que ha ido de edad en edad subiendo— llegar a la etapa más gloriosa; en donde Cristo, el Ángel del Pacto, así como ha estado manifestado de edad en edad por medio de cada ángel mensajero…, a través del cual se ha estado reflejando y ha estado reflejando lo que será la Segunda Venida de Cristo: ha estado reflejando lo que será la Venida del Ángel del Pacto velado en carne humana en el Día Postrero, y lo que será la Iglesia de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular.
Cada edad de la Iglesia ha representado lo que será la Edad de la Piedra Angular, y cada mensajero ha representado lo que será el mensajero de la Edad de la Piedra Angular; y cada manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en cada ángel mensajero ha representado, ha reflejado, lo que será la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero en la Edad de la Piedra Angular.
Y ahora, nos dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo en la página 6 del mensaje “La estatura de un hombre perfecto”31 en español, dice:
“31 Estamos acercándonos a ‘Los Siete Sellos’. Acabamos de estudiar ‘Las Siete Edades de la Iglesia’. Y este Mensaje de enseñanza ayudará a aparejar a todo aquel que es redimido por la Sangre del Señor Jesús, y que estará en aquella edad de la Iglesia, la Edad Eterna de la Iglesia al fin de los Sellos”.
Ahora, ¿cuál es la Edad Eterna de la Iglesia? Es la Edad de la Piedra Angular, a donde Él llama a todos Sus hijos en Apocalipsis, capítulo 4, diciéndoles en el verso 1, con esa Voz de Trompeta: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
Las cosas que han de suceder después de las que ya han sucedido en las siete edades de la Iglesia gentil, ¿son mostradas dónde? En la Edad de la Piedra Angular, en la manifestación del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, que es el mismo Jesucristo en Espíritu Santo manifestado por medio de Su Ángel Mensajero.
Subir a la Edad de la Piedra Angular es subir a la Edad de la Adopción, donde serán adoptados los hijos e hijas de Dios con un cuerpo eterno y glorioso, pues seremos transformados los que vivimos y los muertos en Cristo serán resucitados.
Cristo Jesús, vean ustedes, se encontró en la Edad de la Piedra Angular; Su vida y ministerio fue en la Edad de la Piedra Angular.
Vean ustedes, tuvimos para el Antiguo Testamento el fundamento de los patriarcas; luego los profetas, de los cuales Juan el Bautista fue el último de los profetas del Antiguo Testamento: él fue el séptimo profeta mensajero de la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley. Y después vino la Edad de la Piedra Angular, donde vino Cristo como el mensajero de la Edad de la Piedra Angular.
El Mensajero de la Edad de la Piedra Angular fue el Ángel de Jehová manifestado en carne humana en ese velo de carne llamado Jesús.
Por eso Juan decía… Cuando le dijeron: “Mira, hay uno el cual es aquel del cual tú diste testimonio…”32, pues Juan el Bautista estuvo dando testimonio de Uno que vendría después él, del cual Juan no era digno de desatar la correa de Su calzado. Él dijo: “Yo les bautizo con agua, a todos los que vienen arrepentidos de sus pecados; pero el que viene después de mí (o sea, detrás de mí), Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”33.
Ahora, los discípulos del precursor obtendrían el bautismo en agua, pero los discípulos del precursado obtendrían el bautismo en Espíritu Santo y Fuego, y así obtendrían el nuevo nacimiento; porque para los creyentes en Jesucristo, arrepentidos de sus pecados, que lavarían sus pecados en la Sangre de Cristo, sería la promesa del Espíritu Santo, para así obtener el cuerpo teofánico de la sexta dimensión y así obtener el nuevo nacimiento.
Vean ustedes, los seguidores de Juan el Bautista que después no siguieron a Jesús: no recibieron el bautismo del Espíritu Santo y, por consiguiente, no recibieron el nuevo nacimiento.
San Pablo, en el capítulo 19 del libro de los Hechos, se encontró con unos discípulos de Juan el Bautista y les preguntó: “¿Recibieron ustedes el Espíritu Santo cuando creyeron (o después que creyeron)?”, y ellos dijeron: “Ni aun sabemos que hay Espíritu Santo”. Y entonces les dijo San Pablo que Juan había predicado y había anunciado al pueblo que creyeran en Aquel que vendría después de él; esto es, en Jesús el Cristo34.
Y ahora, no es solamente decir: “Yo he recibido al precursor”. Es —en adición de recibir al precursor— recibir al precursado; porque un precursor viene preparándole el camino al que él está precursando, para, los que creen en el precursor luego crean en el precursado. Y Juan el Bautista dijo que era mayor que él y que era primero que él.
Y cuando en una ocasión lo identificó, pues había visto al Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre Jesús, cuando le bautizó…; y esa era la señal que Dios le había dado para conocer a Aquel al cual él le estaba preparando el camino, o sea, al Mesías. Y Juan, cuando vio esa señal sobre Jesús, al Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre Jesús y permanecer sobre Jesús, lo identificó y dijo: “Este es Aquel del cual yo dije que vendría después de mí. El que me mandó a bautizar me dijo: ‘Sobre aquel que tú veas al Espíritu Santo descender en forma de paloma, ese es Él’. Y yo le vi, y he dado testimonio que ese es Él”35.
Y presentó a Jesús como el Mesías, y dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”36. “Yo no le conocía”37. Pero fue una bendición grande para Juan conocerlo. Y cuando lo vio bien, vio que era su primo; y es una cosa muy hermosa ver entre la familia la bendición de Dios.
Ahora, Juan el Bautista luego, en otra ocasión, también, cuando vio a Jesús caminando por la orilla allí del río, dijo: “He aquí el Cordero de Dios”. Y Juan el apóstol y también Andrés hermano de Pedro, cuando escucharon a Juan diciendo que Jesús era el Cordero de Dios, ¿qué hicieron? Dejaron a Juan y se fueron con Jesús38.
Ahora, ¿hicieron mal en dejar a Juan el Bautista, este profeta tan poderoso, dejar al precursor e irse con Jesús? No. Ellos hicieron lo que todos los discípulos de Juan tenían que hacer; porque Juan vino para preparar el camino a Aquel que vendría después de él, para que todos creyeran ¿en quién? En el que vendría después de Juan.
Miren, Andrés y Juan el apóstol siguieron a Jesús, y vinieron a ser dos apóstoles de Jesucristo. Y los que se quedaron con Juan el Bautista… Vamos a ver. ¿De cuántos dice la Escritura que fueron apóstoles (los que se quedaron con Juan)? De ninguno.
Pero de los que habían creído en Juan el Bautista y después siguieron a Jesús, encontramos que muchos fueron apóstoles de Jesucristo; porque no solamente Juan y Andrés creyeron en Juan el Bautista, sino que hubo otros de los apóstoles de Jesucristo que también habían creído en Juan el Bautista; y fueron preparados para recibir al Mesías, porque Juan el Bautista les hablaba de Uno que vendría después de él. Y cuando apareció, pues ya era tiempo de (los que seguían a Juan) seguir a Jesús.
Y ahora, cuando encontramos a Jesús ya comenzando Su ministerio, y Juan también en su ministerio predicando, una parte seguía a Juan el Bautista y otra parte seguía a Jesús.
Y ahora, le llegan a Juan [el Bautista] las noticias del ministerio de Jesús, y le dicen a Juan el Bautista: “Mira, aquel del cual tú diste testimonio, ahora a él le siguen más personas que a ti y bautiza más personas que tú”. Juan dijo: “A Él le conviene crecer, y a mí menguar”39.
Y ahora, Juan el Bautista estaba en la séptima edad de la Iglesia hebrea, y lo habían rechazado: la religión hebrea lo había rechazado; pensaban que era un loco.
Jesús dijo acerca de Juan el Bautista, y acerca del Hijo del Hombre, Él dijo: “Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía…”. No quiere decir que no comía ni bebía, sino que no comía y bebía como los demás seres humanos; porque Juan comía langostas (y no de la playa, que salen muy caras, sino esos saltamontes), y miel silvestre, y agua pues del río o de algún lugar donde la conseguía.
Y dice Jesús: “Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijeron: ‘Demonios tiene’. Y ahora viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen que es un hombre comilón, bebedor de vino, y amigo de publicanos y rameras y de toda esta clase de gente de la baja sociedad”40. O sea, a Juan, porque ni comía ni bebía, decían que tenía demonios; y a Jesús, porque comía y bebía, entonces decían que era un hombre comilón y bebedor de vino. O sea que a la gente no hay cómo entenderlas.
A los incrédulos nadie los puede complacer para convencerlos del cumplimiento de la Obra de Dios conforme al orden establecido por Dios en el proceso del Programa Divino. El que es incrédulo es incrédulo aunque Dios cumpla Su Obra delante de sus ojos. Pero el que es de Dios, la Voz de Dios oye41, y ve la Obra de Dios, y ve el orden perfecto en que esa Obra está siendo cumplida, y ve el proceso por el cual esa Obra viene siendo realizada.
Ahora, vean ustedes cómo sucedió dos mil años atrás. Y lo que sucedió en Jesús de Nazaret fue nada menos que la Obra de Dios conforme al orden divino y proceso divino establecido desde antes de la fundación del mundo para ser manifestado.
Todo estaba conforme a la Obra que Dios había pensado para la Primera Venida de Cristo, y conforme al orden establecido por Dios desde antes de la fundación del mundo, y conforme al proceso por el cual tenía que pasar esa Obra de Dios; y así también ha sido para la Iglesia de Jesucristo de etapa en etapa.
La Iglesia de Jesucristo para este tiempo final no podía aparecer sin pasar por este proceso de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil. Por eso es que la Iglesia de Jesucristo para la Edad de la Piedra Angular está en línea con todo este proceso por el cual ha estado pasando la Obra de Dios en medio de Su Iglesia.
Ahora, podemos ver que hay un orden establecido para la Obra de Dios en medio de Su Iglesia de edad en edad.
La Edad de la Piedra Angular para la Iglesia de Jesucristo no podía venir fuera de este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.
La Edad de la Piedra Angular no podía ser cumplida en ninguna de estas siete edades de la Iglesia gentil, porque se estaba en el proceso que desembocaría al final en la Edad de la Piedra Angular.
Y Cristo, manifestado por medio de Sus mensajeros de cada edad, todo desembocaría en la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero en la Edad de la Piedra Angular. Y todo desembocaría en una nueva edad y una nueva dispensación, en donde Jesucristo, el Ángel del Pacto, estaría manifestado en el Día Postrero para la adopción de todos los hijos de Dios como individuos, y de la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes.
Y ahora, para la Iglesia de Jesucristo ser adoptada, vean ustedes: así como Cristo tuvo que subir a esa edad en Su Primera Venida, y estar en esa edad, también la Iglesia de Jesucristo, dice nuestro hermano Branham que estaría en esa edad perfecta; dice… Y recuerden que él en ese mensaje usó este mismo diagrama42 (aquí lo tenemos en el librito, en el folleto); usando ese diagrama, coloca la Edad de la Piedra Angular como esa edad perfecta. Y siendo una edad perfecta, es una edad para toda la eternidad; por lo tanto, tendrá un Mensaje eterno.
¿Y es que acaso hay un Mensaje eterno? ¡Claro que sí! ¿Y está en la Biblia dicho que hay un Mensaje eterno? Vamos a ver si hay un Mensaje eterno. Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 en adelante, dice:
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado…”.
En ese Evangelio Eterno se predica la hora del juicio divino, o sea, se predica el día de venganza del Dios nuestro.
“… y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”.
O sea, enseña a la humanidad a adorar a Dios, y le dice a la humanidad que adoren a Dios.
Ese Ángel con el Evangelio Eterno es el Ángel del Señor Jesucristo, el profeta mensajero de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino.
Ahora, hablando de dispensaciones, por cuanto Dios tiene para Su Obra y en Su Obra un orden y un proceso, Dios tiene dispensaciones, y en las dispensaciones tiene edades; y Él tiene para cada edad un mensajero, y para cada dispensación tiene también un profeta mensajero.
Encontramos que, en cuanto a dispensaciones, Dios tiene solamente siete dispensaciones; y como mensajeros, solamente tiene siete profetas dispensacionales; y como Mensajes dispensacionales, tiene siete Mensajes dispensacionales.
• La primera dispensación es la Dispensación de la Inocencia, y su Mensaje fue el Mensaje de la Inocencia; y su mensajero, su profeta mensajero fue Adán.
• La segunda dispensación es la Dispensación de la Conciencia (luego que el ser humano cayó), y su Mensaje es el Mensaje de la Conciencia; y su mensajero fue Set, un profeta también.
Adán fue un profeta, Set también fue un profeta.
• Y ahora, la tercera dispensación es la Dispensación del Gobierno Humano, y su Mensaje es el Mensaje del Gobierno Humano; y su mensajero es el profeta Noé.
• Luego la cuarta dispensación es la Dispensación de la Promesa, el Mensaje es el Mensaje de la Promesa; y su mensajero es el profeta y patriarca Abraham.
• Luego la quinta dispensación es la Dispensación de la Ley, y su Mensaje es el Mensaje de la Ley; y su profeta dispensacional es el profeta Moisés.
• Y luego la sexta dispensación es la Dispensación de la Gracia, el Mensaje es el Mensaje de la Gracia, el Evangelio de la Gracia; y su mensajero dispensacional es Jesús.
• Luego la séptima dispensación es la Dispensación del Reino, y su Mensaje es el Mensaje del Reino; y su mensajero es el Ángel de Jesucristo.
Y en esos siete mensajeros dispensacionales ha estado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el Espíritu Santo, manifestado de dispensación en dispensación, llevando a cabo la Obra de cada dispensación.
Al final de cada dispensación aparece el mensajero de una nueva dispensación.
Al final de la Dispensación de la Ley, allí teníamos a Jesús, el mensajero de una nueva dispensación: la Dispensación de la Gracia.
Y al final de la Dispensación de la Gracia tenemos que tener aquí en la Tierra al mensajero de la séptima dispensación: de la Dispensación del Reino, en la manifestación del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero; para abrir una nueva dispensación el Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, que es el Ángel de Jesucristo, el profeta de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino. Y así ser llamado cada hijo e hija de Dios, en y a la Edad de la Piedra Angular, para poder ver y entender todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; y trabajar en la Obra de Cristo en este Día Postrero para recibir nuestra adopción como individuos, que es la transformación de nuestro cuerpo; y para la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico, como Iglesia, recibir su adopción aquí en la Edad de la Piedra Angular.
O sea que en la Edad de la Piedra Angular es el lugar donde la Obra que la Iglesia de Jesucristo y nosotros como individuos realizamos en y conforme al Programa de Dios en la Obra de Dios; es la labor que al final hará que seamos adoptados como hijos e hijas de Dios.
Ninguna persona puede ser adoptada si no ha realizado la Obra de Dios correspondiente a ese tiempo, trabajando en los negocios de nuestro Padre celestial.
Jesucristo tuvo que trabajar en los negocios de nuestro Padre celestial, ya en el ministerio mesiánico, por tres años, para luego en el Monte de la Transfiguración ser adoptado; y después de ese tiempo de adopción tuvo un corto tiempo de algunos meses, donde ya adoptado llevó a cabo una parte muy importante del Programa Divino, que fue lo que coronó la Primera Venida de Cristo.
Y así es para cada primogénito de Dios como individuo, para cada hijo e hija de Dios, en este tiempo final; y así es para la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final.
Pero no estén preocupados, sino estén trabajando en la Obra de Cristo correspondiente a este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular; porque esos son los negocios de nuestro Señor Jesucristo en los cuales estaríamos trabajando en este tiempo final, conforme al orden divino para la adopción y conforme al proceso divino, que tomará una cantidad de tiempo, en donde nosotros como individuos, y el Cuerpo Místico de Cristo como Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular estarán trabajando en la Obra correspondiente a la Edad de la Piedra Angular, para ser adoptados luego que realicemos completamente esa labor y entre hasta el último de los escogidos de Dios a la Edad de la Piedra Angular.
Vean, con esa labor que realiza la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico en la Edad de la Piedra Angular, y nosotros como individuos, están siendo llamados y juntados todos los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular, para recibir nuestra adopción.
Ahora, vean cómo hay una Obra Divina para ser llevada a cabo de edad en edad y de dispensación en dispensación, la cual Dios determinó, pensó y predestinó (o sea, ordenó) para ser llevada a cabo; todo eso en Su Mente. Y también colocó un orden para realizar esa Obra, esa labor; y colocó un proceso. O sea que irá de etapa en etapa esa Obra de Dios.
No podemos ignorar esas etapas por las cuales pasa la Obra de Dios; porque ese es el proceso por el cual pasa la Obra de Dios, conforme al orden establecido por Dios.
Y así como hubo —en el orden establecido por Dios y proceso establecido por Dios en la Obra de Dios para cada edad— una edad, un mensajero y un Mensaje; y un pueblo que recibiría ese Mensaje y que vendría a formar parte de esa edad; y hubo una manifestación del Espíritu de Dios, del Espíritu de Cristo, en el mensajero: Ahora para la Edad de la Piedra Angular hay un Mensaje: el Mensaje del Evangelio del Reino, hay un mensajero: el Ángel de Jesucristo, y hay una manifestación del Espíritu Santo: la manifestación del Espíritu Santo, del Ángel del Pacto, de Jesucristo, en Su Ángel Mensajero; y hay un pueblo que en el Día Postrero, así como estaba en la primera edad ese pueblo en Asia Menor; en la segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta: en Europa; en la séptima: en Norteamérica; ahora hay un pueblo que estará en este tiempo final, el cual subirá a la Edad de la Piedra Angular, y el cual estará en el territorio latinoamericano y caribeño.
Por eso la bendición de Cristo para la Edad de la Piedra Angular en este Día Postrero, en la Obra, orden y proceso de Su Programa, ¿ha caído dónde? En la América Latina y el Caribe.
Y ahora, en la Edad de la Piedra Angular es donde Él coloca a todos los escogidos Suyos, a todos los que serán adoptados, serán transformados, en este tiempo final. Pero antes de recibir esa adopción, tenemos que estar trabajando en los negocios de nuestro Señor Jesucristo correspondientes a la Edad de la Piedra Angular; como trabajaron en los negocios correspondientes a cada edad los que han partido, los cuales resucitarán en cuerpos eternos.
Y ahora, hemos visto: “EL ORDEN Y PROCESO DE DIOS EN SU OBRA DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FIN”.
Y ahora, estamos viviendo nosotros en el fin del tiempo, estamos viviendo nosotros en el Día Postrero, que es el séptimo milenio, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene. Y estamos viviendo nosotros en la Edad de la Piedra Angular, trabajando en los negocios de nuestro Señor Jesucristo, en Su Cuerpo Místico de creyentes en la Edad de la Piedra Angular, llevando el Mensaje, para que sean llamados y juntados todos los escogidos de Dios de este Día Postrero; y viviendo en la Edad de la Piedra Angular, recibiendo la Palabra de Cristo correspondiente para este tiempo final, siendo bien alimentados en la Casa de Dios (que es Su Iglesia) en la Edad de la Piedra Angular, con el alimento espiritual de la Palabra de Dios para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; con el alimento espiritual representado en el maná escondido que Moisés y Aarón colocaron en una vasija de oro, y lo llevaron al lugar santísimo, y lo colocaron dentro del arca del pacto43.
Y ahora, por cuanto la Edad de la Piedra Angular está representada en el lugar santísimo, es en la Edad de la Piedra Angular donde Cristo nos da del Maná escondido, como Él dijo: “Al que venciere, yo le daré a comer del Maná escondido”44. Es el Maná escondido de la revelación divina de la Palabra de Dios: la revelación divina de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Ese es el Maná escondido para todos los hijos e hijas de Dios de este tiempo final. Es el Maná escondido que Él nos da como alimento espiritual en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el orden y proceso de Dios en Su Obra correspondiente a este tiempo final.
Y ahora, luego de haber recibido al precursor de la Segunda Venida de Cristo en la séptima edad de la Iglesia gentil; luego, los que estarán recibiendo y siguiendo al precursado y su Mensaje (que será el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová viniendo en el Día Postrero en carne humana), tienen la promesa de que recibirán la plenitud del Espíritu de Dios, esto es, la adopción, o sea, la transformación de nuestros cuerpos.
Dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo, hablando del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, dijo así en la página 256 del libro de Los Sellos:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Si encontramos ese hombre en la Edad de la Piedra Angular, que es el Ángel de Jesucristo, estaremos encontrando al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo, manifestándose por medio de carne humana en Su Ángel Mensajero en la Edad de la Piedra Angular; estaremos encontrando al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 viniendo en el Día Postrero.
Y el precursor de la Segunda Venida de Cristo, cuando habló de este Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, él por medio de los sueños y visiones que él tuvo (y también que tuvieron otras personas): encontramos que lo presenta como el Jinete de un caballo blanco, en donde aparece en sueños el reverendo William Branham en un caballo blanco; eso está representando la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.
Porque en los profetas de Dios —en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo Testamento— se ha reflejado, se ha representado, la Segunda Venida de Cristo viniendo en un caballo blanco; como también se había representado la Primera Venida de Cristo en los profetas del Antiguo Testamento.
Cuando el profeta y rey David dijo: “Horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos”45, allí se estaba reflejando la Primera Venida de Cristo muriendo en la Cruz del Calvario. Y así encontramos que en los profetas que Dios ha enviado se ha reflejado no solamente la Primera Venida de Cristo, sino la Segunda Venida de Cristo.
Ahora, ¿de dónde vendrá este Jinete en ese caballo blanco?, ¿de qué parte del planeta Tierra?, pues es la Venida del Ángel del Pacto, la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores. Por eso tiene en Su vestidura y en Su muslo escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores, y también Su Nombre es llamado el Verbo de Dios. Y en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios; y ese Verbo se hizo carne y habitó entre los seres humanos, en medio del pueblo hebreo, en un velo de carne llamado Jesús46.
Y ahora, para el Día Postrero, la Venida de ese Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 será la Venida del Verbo hecho carne nuevamente: la Palabra hecha carne en un hombre.
Dos mil años atrás, para ver el Verbo hecho carne, había que encontrar el velo de carne llamado Jesús. Y para el Día Postrero, para ver al Verbo nuevamente, el Ángel del Pacto, viniendo manifestado en carne humana en el Día Postrero como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, con el título de Rey de reyes y Señor de señores, Hijo del Hombre, Hijo de David: tenemos que encontrar el velo de carne. Si no encontramos el velo de carne, pues nunca encontraremos la manifestación de Cristo, el Ángel del Pacto, en carne humana en el Día Postrero.
Ahora, miren, el precursor de la Segunda Venida de Cristo también nos habló en la página 146 del libro de Los Sellos acerca de este gran evento, y también nos mostró que para ese tiempo el diablo también se estaría manifestando en carne en otro hombre. Y ahora, miren cómo lo muestra aquí: página 146 del libro de Los Sellos dice:
“[192]. … luego será el diablo mismo encarnado. ¿Ve usted? Y al mismo tiempo que el diablo cae del Cielo y se encarna en un hombre, el Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”.
Y ahora, ¿cómo va a subir y por qué va a subir? El Espíritu Santo ha estado de edad en edad manifestándose por medio de diferentes mensajeros, de diferentes hombres: ha estado subiendo de edad en edad; y luego de la edad séptima, donde estuvo manifestado en carne humana en el reverendo William Branham, sube a la Edad de la Piedra Angular y viene encarnado en Su Ángel Mensajero.
Por otro lado, el diablo se va a encarnar, estará encarnado en otro hombre; y ahí habrá un enfrentamiento en cierto momento, como lo muestra Apocalipsis, capítulo 17 y verso 14, ahí aparece un enfrentamiento; y también en Apocalipsis, capítulo 19 (capítulo 19 de Apocalipsis), muestra un enfrentamiento.
Veamos ese enfrentamiento aquí: Apocalipsis, capítulo 19, verso 19, dice:
“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército”.
El anticristo, la bestia, que será el diablo encarnado en otro hombre, se levantará en contra del Espíritu Santo, del Ángel del Pacto, de Jesucristo, del Verbo encarnado en un hombre.
Y ahora, viene el Verbo como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19. Y viene el anticristo (la bestia, el diablo) encarnado en otro hombre, como el jinete del caballo amarillo de Apocalipsis, capítulo 6, versos 7 al 8; y lleva por nombre Muerte, y el infierno le sigue. ¿A quién? Al caballo amarillo y al jinete del caballo amarillo de Apocalipsis, capítulo 6, versos 7 al 8.
Ahora podemos ver que esta manifestación de estos dos jinetes, cada uno en un caballo: uno en un caballo amarillo (el anticristo, la bestia) y el otro en un caballo blanco (Cristo, el Ángel del Pacto); ahora, ese enfrentamiento lo hemos visto también ahí en Apocalipsis, capítulo 19, verso 19.
Y en Apocalipsis, capítulo 17, verso 13 al 14, también muestra ese enfrentamiento; 11 al 14, dice:
“La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición (¿ve?; ¿por qué?, porque el infierno le sigue).
Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.
Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.
¿Y vienen de dónde? Del Cielo, porque son los que tienen sus cuerpos teofánicos en el Cielo, en la sexta dimensión; son los nacidos del Cielo, son los redimidos por la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo: tanto los que ya han partido como los que estamos viviendo en este tiempo final aquí en la Tierra.
Y ahora, ¿de dónde y en dónde estará manifestado el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, el Verbo viniendo en el Día Postrero, que tiene por nombre el Verbo de Dios, y tiene escrito en Su muslo y en Su vestidura: Rey de reyes y Señor de señores? En la página 166, verso 1485, del libro de Citas, el cual contiene un extracto del mensaje “El único lugar provisto por Dios para adorar” (página 1 y 2); aquí veamos este extracto, donde dice:
1485 – “Ahora, yo estaba poniéndome bastante viejo y pensé: ‘¿Habrá otro avivamiento, veré otro tiempo?’. Y tan solo recuerden, del oeste vendrá un jinete en un caballo blanco. Cabalgaremos esta senda otra vez. Eso es correcto. Tan pronto como estemos listos. ¿Ven ustedes? Es una promesa”.
Si es una promesa, tiene que estar en la Biblia.
Está en la Biblia, en Apocalipsis, capítulo 19: el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que tiene por nombre el Verbo de Dios, y tiene escrito en Su muslo y en Su vestidura: Rey de reyes y Señor de señores; y de Su boca sale una Espada aguda de dos filos, que es la Palabra de Dios; y viene sobre un caballo blanco, que es la Palabra pura de Dios. En el poder de la Palabra pura viene el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; viene el Verbo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo, manifestándose por medio de carne humana en Su Ángel Mensajero.
¿Y de dónde viene este Jinete en ese caballo blanco? Del oeste, que es el occidente, que es el continente americano. Y el continente americano consta de Norteamérica, Centroamérica, Suramérica y el Caribe. Y ya en Norteamérica se cumplió la séptima edad de la Iglesia gentil; solamente queda Centroamérica, Suramérica y el Caribe para este Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 ser manifestado; y eso es la Palabra encarnada en un hombre.
En el continente latinoamericano y caribeño estará ese velo de carne donde la Palabra estará encarnada en un hombre, el cual será el Ángel del Señor Jesucristo, mensajero de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Ahora, hemos visto que Dios nos dio más luz por medio del precursor de la Segunda Venida de Cristo, mostrándonos que sería del occidente que vendría el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; o sea, la Venida de Cristo, el Ángel del Pacto, en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular. Y por eso es que la Edad de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, ¿se cumple dónde? En la América Latina y el Caribe.
Ahí es donde se cumple la Edad de la Piedra Angular; y ahí es donde el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el mismo Dios con Su cuerpo teofánico, estará manifestado en carne humana por medio de Su Ángel Mensajero, hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto; y así es como estaremos viendo y estaremos escuchando al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Espíritu Santo viniendo en el Día Postrero: subiendo el Espíritu Santo, subiendo a la Edad de la Piedra Angular, y viniendo encarnado el Espíritu Santo en un hombre, que es Su Ángel Mensajero.
Hemos visto este gran misterio de la Obra de Dios prometida para este tiempo final.
Y así como la Obra de Dios correspondiente a cada edad y a cada dispensación fue cumplida conforme al orden establecido por Dios, y tuvo que pasar por el proceso correspondiente, ahora estamos viendo la Obra de Cristo prometida para este tiempo final, para la Edad de la Piedra Angular; y hemos estado viendo el orden que sería cumplido para llevarse a cabo la Obra de Dios correspondiente a la Edad de la Piedra Angular; y hemos visto también el proceso por el cual estaría pasando la Obra de Cristo correspondiente a la Edad de la Piedra Angular.
Hemos visto que no se puede evadir ninguna de estas tres cosas: no se puede evadir el orden, tampoco se puede evadir el proceso y tampoco podemos evadir la Obra de Dios.
Aunque de momento la persona no la comprenda, pero se pone a orar a Dios, y continúa leyendo la Palabra, los mensajes; y a medida que va leyendo Dios le va abriendo el entendimiento; como le abrió el entendimiento a los discípulos Suyos cuando resucitó, que no comprendían que Él era Jesús, pero Él les abrió las Escrituras y les mostró todo ese proceso por el cual Él —el Mesías— tenía que pasar47. Y eso era conforme al orden que ya Dios había establecido para la Primera Venida de Cristo.
Y ahora, en la Obra de Dios que sería llevada a cabo en este tiempo final, vean ustedes, estaba un proceso por el cual tenía que pasar esa Obra y estaba un orden establecido por Dios; no puede ser fuera de ese orden.
Por ejemplo, la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 no se puede cumplir fuera del continente del occidente, que es el continente americano; y ya la séptima edad se cumplió en Norteamérica, y solamente queda la América Latina y el Caribe para cumplirse la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; y tiene que ser por medio de uno, de un velo de carne, de ese territorio.
O sea que no puede venir un velo de carne de otro territorio, y Dios cumplir por medio de ese velo de carne de otro territorio lo que Él ha prometido en Apocalipsis 19, que es la Venida del Verbo, la Palabra, viniendo en carne humana en el Día Postrero como Rey de reyes y Señor de señores.
La Obra de Dios que fue predestinada, fue pensada y ordenada por Dios desde antes de la fundación del mundo, también tiene un orden para ser cumplida y tiene un proceso, en el cumplimiento de esa Obra. O sea que tampoco puede aparecer un hombre que haya estado trabajando en cualquier otra cosa menos en la Obra de Dios, y decir que el Ángel del Pacto está en él manifestado y que él es el mensajero de la Edad de la Piedra Angular; no puede ser así.
Tiene que ser el Ángel del Señor Jesucristo; y él tiene que estar trabajando en los negocios de su Padre celestial, los negocios de nuestro amado Señor Jesucristo; y él tiene que ser el mensajero de esa edad, y conocer el Mensaje de esa edad, y ser el dador de ese Mensaje al pueblo de Dios; y por medio del cual Cristo en Espíritu Santo llama y junta a Sus escogidos en la Edad de la Piedra Angular.
O sea que tiene que ser de acuerdo al orden divino, y tiene que ser un profeta: “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas”48</a>; y tiene que ser un profeta dispensacional.
Y ahora, vean ustedes, tiene que ser de acuerdo al orden divino. Toda revelación tiene que venir siempre (¿a quién?) a un profeta.
Y toda revelación para la Dispensación del Reino y para la Edad de la Piedra Angular en este tiempo final, tiene que venir por medio de un profeta; y ese tiene que ser el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular.
Y es la primera ocasión en que Jesucristo envía a Su Iglesia un profeta dispensacional, y lo envía en la Edad de la Piedra Angular. Los otros mensajeros, aunque de entre ellos hubo profetas como San Pablo y también Martín y también el reverendo William Branham, ninguno de ellos fue profeta dispensacional. Por eso es que el profeta de la Dispensación del Reino es diferente a los mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil; y por eso es que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, estará manifestado en una forma mayor que la manifestación que tuvo en los siete ángeles mensajeros; y será la Palabra encarnada, el Verbo, el Ángel del Pacto, encarnado en un hombre: Su Ángel Mensajero.
Y ahora, podemos ver que este Ángel Mensajero tendrá la manifestación de este Ángel que era diferente a los demás, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Su cuerpo teofánico, Jesucristo en Espíritu Santo, el cual tiene el Séptimo Sello; y el Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo.
Y para este Ángel tener Su ministerio aquí en la Tierra, en el cumplimiento del Séptimo Sello siendo cumplido en la Tierra, tiene que ser en la misma forma que hicieron los siete ángeles mensajeros, que hicieron estos ángeles mensajeros de las siete edades, que están aquí en sus cuerpos teofánicos, en esta nube formada por ocho ángeles: Estos siete ángeles mensajeros, que están aquí en sus cuerpos teofánicos, para tener sus ministerios aquí en la Tierra tuvieron que venir en carne humana, y así tener sus ministerios en la edad que les tocó vivir.
Y ahora, para el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Ángel que era diferente a los demás, que tiene el Séptimo Sello: para tener Su ministerio y cumplir el Séptimo Sello, tiene que venir en carne humana en Su Ángel Mensajero en este tiempo final. Y eso será el Espíritu Santo en carne humana en el Día Postrero, el Ángel del Pacto en carne humana, el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, viniendo en carne humana; eso será el Verbo, la Palabra encarnada en un hombre.
Y eso será la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo, que apareció aquí en esta nube49, viniendo en carne humana en el Día Postrero en Su manifestación, para hablarle a Su Iglesia primeramente y después al pueblo hebreo.
Ahora, hemos visto el misterio de “EL ORDEN Y PROCESO DE DIOS EN SU OBRA DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FIN”.
¿Y qué más podemos decir? Pues que la Iglesia de Jesucristo llegará a una total perfección, con sus miembros de las edades pasadas y los de este tiempo final, siendo transformados los que vivimos y los muertos en Cristo siendo resucitados en cuerpos eternos; lo cual pronto sucederá: cuando se termine la labor de la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes en la Edad de la Piedra Angular, la cual hará que sea adoptada.
Y los miembros del Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular, cuando terminen o terminemos la labor que Cristo nos ha encomendado, y hasta el último de los escogidos esté llamado y juntado, recogido en la Edad de la Piedra Angular, entonces Cristo saldrá del Trono de Intercesión en el Cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seremos transformados; y así seremos adoptados.
Porque esa es la adopción para los hijos e hijas de Dios: es la transformación de nuestros cuerpos para nosotros los que vivimos, y la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos. Es la adopción del cuerpo, la redención del cuerpo50. Y así en este tiempo final tendremos en este planeta Tierra millones de seres humanos con cuerpos eternos, que son los muertos en Cristo que resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos que seremos transformados.
Y estaremos aquí en la Tierra de 30 a 40 días, así como Jesucristo luego que fue adoptado estuvo en Su ministerio unos cuantos meses aquí en la Tierra; y aun cuando Cristo murió y resucitó, luego también estuvo aquí en la Tierra ya resucitado, y los santos que resucitaron con Él51 (del Antiguo Testamento), todos estuvieron aquí en la Tierra por unos 40 días52</a>; y después ascendieron al Cielo y fueron a la Casa de nuestro Padre celestial53.
Así también nosotros estaremos después, con el cuerpo eterno, de 30 a 40 días aquí en la Tierra, donde estarán aconteciendo cosas que ningún ser humano se imaginó que podían suceder; porque Dios estará ahí en una manifestación en toda Su plenitud, en una escala mayor, a nivel de hijos e hijas de Dios adoptados, con todo el poder y autoridad que Adán y Eva perdieron allá en la caída.
O sea que todos estaremos como nuestro amado Señor Jesucristo: con todo el poder y autoridad, y con cuerpos eternos; y así estaremos a imagen y semejanza de Jesucristo: o sea, “a imagen”, o sea, con el cuerpo teofánico; y “a semejanza”, o sea, con el cuerpo físico nuevo, eterno, glorificado; para vivir por toda la eternidad.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que nos ha tocado a nosotros en la América Latina y el Caribe, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en “EL ORDEN Y PROCESO DE DIOS EN SU OBRA DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FIN”.
Hemos visto cómo Dios ha tenido un orden y un proceso siendo llevado a cabo (¿dónde?) en Su Obra que Él ha estado realizando, conforme a la Obra que Él desde antes de la fundación del mundo se propuso llevar a cabo.
Y ahora nosotros somos los que recibimos el beneficio de la Obra de Dios correspondiente al Día Postrero, conforme al orden y proceso de Su Obra que está siendo llevada a cabo en este tiempo final.
¿Y dónde están los que en el Día Postrero estarían viendo la Obra de Dios siendo realizada, y estarían viendo el orden y proceso por el cual esa Obra estaría pasando en este Día Postrero? Pues aquí estamos, en la América Latina y el Caribe, en este Día Postrero; dándole gracias a Cristo por Su bendición y por estar llevando a cabo Su Obra en la América Latina y el Caribe en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre ustedes y sobre mí; y pronto todos seamos transformados y raptados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén y amén.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, mostrándoles: “EL ORDEN Y PROCESO DE DIOS EN SU OBRA DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FIN”.
Que las bendiciones de Dios continúen con todos ustedes todo este día, y todos los días de vuestra vida, desde ahora y por toda la eternidad.
Dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar en esta ocasión.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y muchas gracias por vuestra amable atención.
(Bueno, que Dios te bendiga, Miguel, y que Dios les continúe bendiciendo a todos).
“EL ORDEN Y PROCESO DE DIOS EN SU OBRA DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FIN”.
[Revisión agosto 2021]
1 Proverbios 22:6
2 Génesis 22:18
3 Génesis 4:1-8
4 San Juan 19:34
5 Génesis 4:25
6 Jueces 13:21-22
7 Éxodo 33:19-23
8 Josué 5:13-15
9 Génesis 18:1-8
10 Alimentación de los 5000: Mt. 14:13-21, Mr. 6:30-44, Lc. 9:10-17, Jn. 6:1-13 / Alimentación de los 4000: Mt. 15:32-38, Mr. 8:1-9
11 San Mateo 14:22-25, San Marcos 6:45-48, San Juan 6:16-21
12 San Mateo 21:10-11
13 San Mateo 2:6, Miqueas 5:2
14 San Lucas 2:1-6
15 San Lucas 2:7
16 San Juan 7:27
17 San Juan 8:12
18 Éxodo 12:1-28
19 San Mateo 1:1
20 1 Samuel 13:14, 16:11-13; Hechos 13:22; Salmos 89:20-37
21 2 Samuel 7:8-16
22 Hebreos 12:2
23 San Mateo 24:45-47, San Lucas 12:42-44
24 Daniel 9:25-27
25 Mt. 17:1-8, Mr. 9:2-9, Lc. 9:28-36
26 Mt. 27:1-55, Mr. 15:1-40, Lc. 23:1-49; Jn. 18:1-40, 19:1-37
27 San Lucas 13:33
28 San Lucas 19:41-42
29 Mt. 16:21, 17:22-23, 20:17-19; Mr. 9:31-32, 10:32-34; Lc. 9:21-22, 18:31-34
30 Efesios 2:20
31 SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto”, pág. 6, párr. 31
32 San Juan 3:26
33 San Mateo 3:11, San Lucas 3:16; San Marcos 1:7-8
34 Hechos 19:1-4
35 San Juan 1:32-34
36 San Juan 1:29
37 San Juan 1:31, 1:33
38 San Juan 1:36-40
39 San Juan 3:26-30
40 San Mateo 11:18-19, San Lucas 7:33-34
41 San Juan 8:47
42 SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto / El diagrama de la pirámide se puede observar en https://branham.org/en/documents
43 Éxodo 16:31-34, Hebreos 9:3-4
44 Apocalipsis 2:17
45 Salmos 22:16-17
46 San Juan 1:1-17
47 San Lucas 24:45-48
48 Amós 3:7
50 Romanos 8:23
51 San Mateo 27:53
52 Hechos 1:1-3
53 Hechos 1:9