Dios liberta a Su pueblo

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y los que a través de esta conferencia grabada han de estar escuchando.

Que las bendiciones de Jesucristo, nuestro Salvador y Libertador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos llene del conocimiento de Su Programa, nos abra las Escrituras y nos abra nuestro corazón para entender; y nos llene, cada día más y más, de Su bendición; y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Para esta ocasión tenemos nuestro tema: DIOS LIBERTA A SU PUEBLO”.

Y para comprender cómo DIOS LIBERTA A SU PUEBLO, leeremos en el libro del Éxodo, capítulo 3 y verso 1 en adelante, donde dice:

“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.

Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.

Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.

Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.

Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

Dijo luego (Dios): Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,

y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.

El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.

Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.

Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?

Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.

Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?

Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros”.

Hasta aquí la lectura, por el momento.

Nuestro tema es: DIOS LIBERTA A SU PUEBLO”.

Para poder comprender lo que significa la liberación o libertad que Dios realizará, el Libertador realizará, con Su pueblo para este tiempo final, tenemos que comprender que tenemos el Israel terrenal, que es el pueblo hebreo, y también tenemos el Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ambos son simiente de Abraham; porque el pueblo hebreo es simiente de Abraham por medio de Isaac, y de Isaac a Jacob, y de Jacob a los patriarcas. Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo, sus miembros son descendientes de Abraham por medio de Cristo, el cual nació en la tierra de Israel, y por nacimiento es ciudadano hebreo o israelita; pero Él es el Dios encarnado, el Dios hecho carne, el Ángel del Pacto, el Libertador, que se hizo hombre, se hizo carne, en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, por medio de Su Primera Venida y Su Obra realizada en Su Primera Venida, encontramos que nos ha limpiado de todos nuestros pecados; y al recibirlo a Él como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en Su Sangre, y recibir Su Espíritu Santo: obtenemos el nuevo nacimiento y nacemos de nuevo. Como le dijo Cristo a Nicodemo, en el capítulo 3 de San Juan: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios”, o sea, no lo puede entender.

Nicodemo pensó que era nacer por medio de una mujer, y pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto?, ¿puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre, y nacer de nuevo?”; pero Jesús le hablaba de un nuevo nacimiento, el cual sería obtenido por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo; y Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”.

Ahora, Cristo aquí nos habla ampliamente acerca de ese nuevo nacimiento, y por eso es que después le hablaba a Sus discípulos que era necesario Él irse para que pudiera venir el Espíritu Santo, para Él poder enviar el Espíritu Santo; y por eso es que Sus discípulos tenían que recibir el Espíritu Santo; pero, para eso, Cristo tenía que irse.

Los discípulos de Jesucristo no habían nacido de nuevo (aunque eran creyentes en Cristo); y cuando Cristo murió, resucitó y ascendió al Cielo, los creyentes en Jesucristo el Día de Pentecostés, 120 personas que hubo allí esperando el Espíritu Santo, fueron llenos del Espíritu Santo; y así nacieron 120 personas, y así nació la Iglesia de Jesucristo. 120 personas nacieron de nuevo, nacieron en el Reino de Dios, obtuvieron ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Y encontramos que de ahí en adelante miles de personas o millones de personas han creído en Cristo como nuestro Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; y, por consiguiente, han nacido de nuevo, han nacido en el Reino de Dios, han nacido en la Iglesia de Jesucristo, y han obtenido así un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Y para el Día Postrero podemos ver —a través de la historia— que la liberación que Dios llevó a cabo por medio del profeta Moisés allá en Egipto, libertando al pueblo hebreo, esto mismo ha hecho Cristo por medio de Su Obra realizada en Su Primera Venida; y ha libertado espiritualmente, primeramente, a Sus hijos; porque la liberación que Cristo trae, primeramente comienza dentro, por dentro de la persona.

Y el alma de todos los hijos e hijas de Dios: en sus cuerpos o en sus espíritus (cuerpos de otra dimensión) se ha efectuado esa liberación, pues han sido libertados los hijos e hijas de Dios, de edad en edad, al obtener el nuevo nacimiento y obtener así un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Y para el Día Postrero, en esta parte correspondiente al Día Postrero, que llamamos también el tercer éxodo: Él nos libertará físicamente también, resucitando a los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y transformando a los vivos en Cristo en este Día Postrero. Y así tendremos todos un cuerpo eterno, físico, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al de nuestro amado Señor Jesucristo; y también con un espíritu teofánico eterno, igual al de nuestro amado Señor Jesucristo; por eso es que seremos, en toda su plenitud, a imagen y semejanza de Dios. A imagen: esto es el cuerpo teofánico; y a semejanza: esto es el cuerpo físico y glorificado que hemos de tener.

Ahora, en esta gran liberación que Dios realiza con Su pueblo, el Israel celestial, lo cual fue representado en la liberación que Él llevó a cabo con el Israel terrenal (el pueblo hebreo), encontramos que Él tuvo un profeta allá dispensacional.

Y luego, para la Primera Venida de Cristo, en donde Él vendría proclamando el día o el año de libertad, año de la buena voluntad de Jehová, encontramos que tuvo también un profeta dispensacional: nuestro amado Señor Jesucristo; y por medio de Él llevó a cabo esa liberación acá, en lo profundo de nuestro ser.

Y para el Día Postrero, Él tendrá también un profeta dispensacional: el profeta de la séptima dispensación, de la Dispensación del Reino, para usarlo en la Obra que estará realizando en este tiempo final; y así llamar y juntar a Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y prepararlos para ser transformados y arrebatados al Cielo, y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en cuerpos eternos.

Él, vean ustedes, tendrá un profeta dispensacional: el profeta de la séptima dispensación, la Dispensación del Reino, con el Mensaje del Evangelio del Reino, y con el Espíritu Santo en él manifestado. O sea que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual libertó al pueblo hebreo allá en Egipto, es el mismo que vino en carne humana también; así como vino en el Antiguo Testamento por medio de los profetas, manifestado en carne humana por medio de Moisés y otros profetas, ahora vino en carne humana manifestado en Jesús de Nazaret, en la Obra de liberación del segundo éxodo.

Y para el Día Postrero, en la Obra del tercer éxodo, vendrá manifestado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en carne humana en Su Ángel Mensajero, en el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, del cual Cristo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Y Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, también Jesucristo da testimonio diciendo:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para (manifestar) a sus siervos las cosas que (han de) suceder pronto (o sea, las cosas que han de acontecer pronto)”.

¿A quién Él envía? A Su Ángel Mensajero; porque ese Ángel Mensajero es el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular, para dar a conocer todas estas cosas, mostrar todas estas cosas que deben suceder pronto; y el pueblo ser llamado y juntado para este tercer éxodo, en el cual los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados; y así escaparemos de lo mortal, corruptible y temporal, y entraremos a lo eterno: con vida eterna y un cuerpo eterno para vivir toda la eternidad.

Ahora, los juicios divinos caerán en este tiempo final sobre el planeta Tierra; pero no tocarán a los escogidos de Dios, porque los escogidos de Dios serán transformados. Y entonces nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, mientras la gran tribulación, en donde los juicios divinos estarán cayendo sobre el planeta Tierra; pero nosotros estaremos en la Cena de las Bodas del Cordero, donde estarán siendo dadas las bendiciones de Dios, los galardones de Dios por todas las labores que hemos realizado en el Reino de Dios.

Ahora, podemos ver quién es el que liberta a Su pueblo: es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico; y usa un cuerpo de carne, un profeta, como usó a Moisés, y luego como usó a Jesús; usa un profeta en el Día Postrero, para manifestarse por medio de él y darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y ser llamados y juntados todos, y preparados para ser transformados en este tiempo final.

Por medio de esa manifestación de Cristo y el llamado de la Gran Voz de Trompeta, recibimos la fe para ser transformados y raptados en este tiempo final; pues esa Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final es la Voz de Cristo, como la escuchó Juan el apóstol en Apocalipsis, capítulo 1 y verso 10 al 11, donde él dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

Y ¿quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de Jesucristo en el Día Postrero, en el Día del Señor, hablándole a Su pueblo, a Su Iglesia, y dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Y ahora, esta Voz estará manifestada en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero, hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto; y así llamando y juntando a todos los escogidos de Dios, y colocándolos en el Cuerpo Místico de Cristo, en el Reino de Dios, para ser transformados y raptados en el tiempo final.

Ahora, podemos ver que este misterio de Dios libertando a Su pueblo, es un misterio del Programa Divino prometido para ser cumplido en este tiempo final, en el cual nosotros nos encontramos.

Ahora, así como sucedió en el tiempo de Moisés, donde Dios libertó a Su pueblo, también estará sucediendo en este tiempo final para la liberación de todos los hijos e hijas de Dios.

En el capítulo 8 de Romanos, versos 14 en adelante, nos dice:

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.

La redención de nuestro cuerpo es la transformación de nuestro cuerpo, en donde este cuerpo mortal, corruptible y temporal será transformado; y entonces tendremos un cuerpo eterno, glorificado, incorruptible, inmortal; un cuerpo igual al de nuestro amado Señor Jesucristo. Y esto es la liberación o libertad gloriosa de los hijos de Dios, prometida para ser manifestada en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.

Y para eso es que viene el llamado final, el llamado de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final: para juntar al pueblo de Dios en amor divino, y revelarle a Su pueblo todas estas cosas que deben suceder pronto; y todos recibir la fe, la revelación, para ser transformados y raptados, o sea, trasladados o arrebatados al Cielo, para ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial.

Este es el evento más grande prometido para ser realizado en el Día Postrero, en el séptimo milenio; y esto ya fue representado, tipificado, en el éxodo del pueblo hebreo. Y si allá se realizó, se cumplió perfectamente la liberación, la libertad de los hebreos: también en el tiempo final será cumplida la liberación de todos los hijos e hijas de Dios, los cuales tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Ahora, podemos ver que esta es la liberación gloriosa o libertad gloriosa de los hijos de Dios, por la cual la Creación completa, toda la naturaleza, clama a Dios, gime a una, por esa liberación gloriosa de los hijos de Dios; porque luego también la Creación completa será libertada, en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Ahora, podemos ver que este es un Programa Divino para llevar a todos los hijos e hijas de Dios a vida eterna físicamente también, para que así seamos físicamente inmortales.

Ya somos inmortales en nuestro interior, nuestra alma es inmortal, nuestro espíritu también, pero nuestro cuerpo físico es mortal, corruptible y temporal; pero Cristo nos dará un cuerpo inmortal: transformando nuestro cuerpo (este cuerpo en el cual vivimos), y resucitando a los muertos en Cristo en cuerpos eternos, cuerpos inmortales; y así todos seremos iguales a Jesucristo, todos seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, podemos ver que el pueblo hebreo, siendo el pueblo al cual Dios libertó allá en Egipto; cuando vino el Libertador, Jesucristo, en Su Primera Venida, el cual era nada menos que el mismo Ángel del Pacto, Ángel de Jehová, que libertó al pueblo hebreo allá en Egipto por mano de Moisés; ahora cuando viene el Ángel del Pacto hecho hombre, hecho carne, el pueblo hebreo lo rechazó; y por consiguiente el pueblo hebreo perdió una bendición muy grande.

Y el corazón del pueblo hebreo ha estado endurecido, pero San Pablo, hablándonos de ese endurecimiento del pueblo hebreo, nos dice que es temporal, es en parte. Dice en el capítulo 11, verso 25 al 29, de su carta a los Romanos:

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles…”.

Ese endurecimiento del corazón de los hebreos es en parte, es temporal, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; o sea, hasta que haya entrado hasta el último escogido de Dios de entre los gentiles, al Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Y cuando se haya completado el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo… el cual podemos ver en un diagrama que usó el reverendo William Branham, podemos ver el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia de Jesucristo representada aquí en este diagrama.

De edad en edad, de etapa en etapa, hemos visto cómo Dios ha enviado Sus mensajeros. Envió primero a los apóstoles y después envió a San Pablo, que fue el último apóstol que fue llamado, y fue el apóstol para los gentiles; el cual llevó el Mensaje a los gentiles y estableció la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles; y vino a ser el primer ángel mensajero del Señor Jesucristo.

Un ángel significa un ‘mensajero’.

Y ahora, de edad en edad, encontramos que Cristo por medio de Sus ángeles mensajeros ha llamado y ha juntado a Sus hijos, en cada edad y en cada tiempo, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, que es Su Iglesia.

Asia Menor, Europa y Norteamérica han sido los territorios donde se han cumplido estas siete etapas o edades de la Iglesia gentil.

Y ahora llegamos a la Edad de la Piedra Angular, que es la edad más importante, donde Dios llama y junta a Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Y ahora, esta etapa de la Edad de la Piedra Angular, de la Iglesia del Señor Jesucristo, en su cumplimiento corresponde al territorio latinoamericano y caribeño, donde Cristo por medio de Su Ángel Mensajero llama y junta a Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y los prepara para ser transformados y raptados en el Día Postrero.

Y cuando el último de los escogidos de Dios haya sido llamado y juntado, y colocado en la Edad de la Piedra Angular, en el Cuerpo Místico de Cristo, entonces se cumplirá lo que está escrito, dice San Pablo, pues ya habrá entrado la plenitud de los gentiles cuando entre hasta el último de los escogidos de entre los gentiles al Cuerpo Místico de Cristo. Dice San Pablo:

“… y luego todo Israel será salvo, como está escrito:

Vendrá de Sion el Libertador,

Que apartará de Jacob la impiedad.

Y este será mi pacto con ellos,

Cuando yo quite sus pecados.

Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”.

Ahora, podemos ver que luego que el Cuerpo Místico de Cristo se complete, luego que la Iglesia de Jesucristo se complete, los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados; y luego Dios le hablará al pueblo hebreo, se tornará al pueblo hebreo; y el endurecimiento del corazón del pueblo hebreo será quitado, y será abierto el corazón del pueblo hebreo; y entonces ellos recibirán al Libertador, que estará en medio de la Iglesia gentil.

Estará en medio de Su Iglesia el Libertador, y por eso es que de Sion (Sion representa a la Iglesia de Jesucristo), “de Sion vendrá el Libertador” para el pueblo hebreo; o sea, de la Iglesia del Señor Jesucristo irá Cristo, el Ángel del Pacto, a los hebreos, y les hablará directamente al corazón. Y entonces el corazón de ellos se abrirá, y el entendimiento de ellos se abrirá, y entonces dirán: “¡Este es al que nosotros estamos esperando!”.

Y así recibirán al Ángel del Pacto, al Ángel de Jehová, manifestado por medio de Su Ángel Mensajero; recibirán Su Mensaje y recibirán las bendiciones de Dios; y así los pecados del pueblo hebreo serán perdonados; y serán restaurados en el Programa Divino, serán restaurados a Dios.

Y el pueblo hebreo, entonces, al recibir las bendiciones de Dios para el glorioso Reino Milenial de Cristo, vendrá a ser el territorio donde estará el Trono del Mesías. O sea, en Jerusalén estará el Trono del Mesías; porque el Trono del Mesías es el Trono de David, donde se sentará el Mesías, Cristo, para gobernar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; y Jerusalén será la capital del mundo, y el territorio de Israel completo será el Distrito Federal.

Ahora, vean la bendición tan grande que hay para el pueblo hebreo cuando sea quitado el endurecimiento del corazón, el cual será quitado en este tiempo final.

En este tiempo final es donde Dios levantará bandera1. La bandera que Dios levantará es la Venida del Ángel del Pacto, del Libertador, manifestado en el Día Postrero a través de Su Ángel Mensajero, para darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y así poder todos ser transformados y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero.

Cristo en el libro de San Juan, en el Evangelio según San Juan, capítulo 14 nos dice [verso 2]:

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.

Siendo que la Iglesia de Jesucristo es el Cuerpo Místico de Cristo, Él tomará Su Cuerpo Místico —que es Él mismo en la forma de Su Iglesia— y nos llevará a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Para los muertos en Cristo, Cristo ha hecho grandes promesas para ser cumplidas en el Día Postrero. Cristo, nos dice en San Juan, capítulo 11, verso 25 en adelante, le dijo Jesús… Marta le… vamos a ver (24 y 25 dice):

“Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero (o sea, Lázaro, el hermano de Marta y María, había muerto; y ahora, ellas sabían que él iba a resucitar en el Día Postrero).

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo”.

Ahora vean la promesa de Cristo para todo aquel que vive en esta Tierra y cree en Él: “No morirá eternamente”: aunque su cuerpo físico muera, esa persona volverá a vivir: en un nuevo cuerpo, en un cuerpo eterno y glorificado.

¿Y para cuándo será que él volverá a vivir sobre la Tierra, y caminará en un nuevo cuerpo? En San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, dice Jesucristo:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

¿Cuándo dice Jesucristo que resucitará a los creyentes en Él que han partido, o sea, que sus cuerpos físicos han muerto? Cristo dice: “… y yo le resucitaré en el día postrero”.

Y ahora, ¿cuál es el Día Postrero? “Un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”, nos dice San Pedro en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y también el profeta Moisés en el Salmo 90 y verso 4 nos dice lo mismo; pues un día delante de Dios, para los seres humanos es un milenio, un día milenial (un día milenial, que consta de mil años). Y cuando nos habla de los días postreros, está hablando para los seres humanos de los milenios postreros, que son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.

Cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad comenzó el quinto milenio, y por consiguiente comenzaron los días postreros; desde los días de Jesús ya la raza humana está viviendo en los días postreros. Por eso es que San Pablo en su carta a los Hebreos, en el capítulo 1, habla de los días postreros y señala que en esos días postreros, que comenzaron en aquel tiempo, Dios habló por medio de Su Hijo. Dice Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 2:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.

¿Cuándo dice que ha hablado por medio de Su Hijo? Dice: “… en estos postreros días”; y ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá.

¿Cómo puede ser posible que en aquellos días ya eran los días postreros? Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.

Y ahora, los días postreros son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Conforme al calendario de los gentiles estamos muy cerca del comienzo del séptimo milenio, que es el tercer milenio de Cristo hacia acá.

Ya han transcurrido dos mil años (o sea, dos milenios) de Cristo hacia acá. Conforme al calendario de los gentiles solamente falta lo que falta del 98, el 99 y el 2000, y ya terminan los primeros dos mil años de Cristo hacia acá; y comienza el tercer milenio de Cristo hacia acá, que es el Día Postrero, y es también el séptimo milenio de los siete milenios del Programa de Dios.

Y ahora, si examinamos el calendario de los gentiles, encontraremos que está atrasado, y que también el calendario de los gentiles tiene cinco días y cuarto más que el calendario que se usaba antes, que era de unos 360 días.

Si tomamos esos días adicionales: cinco días y cuarto cada año, que le han añadido al calendario; y tomamos esos cinco días y cuarto, de estos 1998 años que han transcurrido de Cristo hacia acá, conforme al calendario gentil, el cual tiene más días que los que antes tenía el calendario; pero si tomamos esos días que le han añadido y los convertimos en años, nos encontraríamos por el año 2025 al 2029, que era también el año en que Jesús estuvo sobre la Tierra en el quinto milenio; o sea que Jesús estuvo sobre la Tierra en Su ministerio por el año 25 más o menos, al año 29, del calendario actual.

Y ahora, eso fue en el primero de los días postreros, o sea, en el quinto milenio, el primer milenio de los tres milenios postreros.

Y ahora, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, estaríamos por el año número 25 al 29 del séptimo milenio, o sea, un tiempo paralelo al tiempo de la Primera Venida de Cristo y de Su ministerio aquí en la Tierra de tres años y medio.

Ahora, podemos ver que si no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, solamente faltan unos dos años y medio para comenzar el séptimo milenio.

Pero ¿se le habrá atrasado el calendario a Dios? Esa es una buena pregunta. Y si no se le ha atrasado a Dios el calendario, entonces ya estamos en el séptimo milenio.

Y para obtener un mayor entendimiento de todas estas profecías que corresponden al Día Postrero (y el Día Postrero es el séptimo milenio), entonces podemos ver que debemos estar preparados en este tiempo final recibiendo la Palabra de Dios, con nuestras vidas arregladas delante de Dios, habiendo creído en Cristo como nuestro Salvador, habiendo lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y habiendo recibido Su Espíritu Santo; y por consiguiente habiendo recibido el nuevo nacimiento, y siendo preparados para ser transformados y raptados en este tiempo final, que es el Día Postrero delante de Dios, que para los seres humanos es el séptimo milenio o milenio postrero, en donde Jesucristo establecerá Su Reino Milenial y se sentará sobre el Trono de David, y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Ahora, ¿en qué año del séptimo milenio Cristo transformará nuestros cuerpos y resucitará a los muertos en Cristo? No sabemos, pero es para el séptimo milenio, que es el Día Postrero delante de Dios.

Nos toca a nosotros estar preparados, escuchando la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que es el Mensaje de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero para Su Iglesia en este tiempo final, con el cual Cristo a través de Su Ángel Mensajero nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y nos prepara para ser transformados y raptados, y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en este Día Postrero.

Ahora, podemos ver que tenemos que estar preparados para esa transformación, escuchando la Voz de Cristo en este tiempo final, esa Gran Voz de Trompeta.

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”, dice Jesucristo en San Mateo, capítulo 24 y verso 31.

Ahora, hemos visto cómo Dios libertará a Su pueblo, a Su Iglesia, a los miembros de Su Cuerpo Místico de creyentes en este tiempo final: es por medio de la manifestación del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, el mismo que libertó al pueblo hebreo allá en Egipto; y el mismo que murió en la Cruz del Calvario al hacerse carne y vivir en medio del pueblo hebreo, y ser conocido por el nombre de Jesús.

Y para este tiempo final, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo, vendrá manifestado en Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y preparándonos para ser transformados y raptados en este tiempo final; y así ser libertados, y obtener el cuerpo eterno y glorioso que Él ha prometido para todos nosotros; y así cumplirse la libertad gloriosa de los hijos de Dios, en donde estaremos libertados con cuerpos eternos, cuerpos inmortales y glorificados, iguales al de nuestro amado Señor Jesucristo. Esto es una promesa para el Día Postrero, para el séptimo milenio, el cual, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya comenzó.

Ahora, ¿en qué año del séptimo milenio cumplirá Dios esta promesa? No sabemos en qué año, pero nos toca a nosotros estar preparados para esa transformación en el momento que Él la lleve a cabo; y solamente podemos estar preparados escuchando la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta, por medio de Su Ángel Mensajero.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de esta libertad o liberación que Dios realizará de Su pueblo, Su Iglesia, en este tiempo final, como realizó la liberación del pueblo hebreo, libertando al pueblo hebreo por mano del profeta Moisés.

Ya la libertad gloriosa de los hijos e hijas de Dios que Él va a llevar a cabo en este tiempo final, ya se cumplió en tipo y figura en el pueblo hebreo, siendo libertados por el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, a través del profeta Moisés; y si ya el tipo y figura se cumplió, es porque se iba a cumplir la realidad con el Israel celestial, o sea, con la Iglesia del Señor Jesucristo.

O sea que nosotros viviremos lo que vivió el pueblo hebreo allá, siendo repetido en la liberación de los hijos e hijas de Dios, siendo transformados los que vivimos, y los muertos en Cristo siendo resucitados en cuerpos eternos.

Y luego le tocará la bendición al pueblo hebreo, para recibir a Cristo y ser restaurado con Dios, ser reconciliado con Dios el pueblo hebreo, el Israel terrenal; esto será después que el Israel celestial sea completado y seamos transformados y tengamos el nuevo cuerpo, y los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos.

Ahora, hemos visto este misterio de: DIOS LIBERTA A SU PUEBLO”.

Hemos visto cómo es que DIOS LIBERTA A SU PUEBLO, hemos visto cómo Dios libertó a Su pueblo dos mil años atrás allá – o miles de años atrás allá, en medio del pueblo egipcio, libertó a Su pueblo Israel.

Y luego, dos mil años atrás, por medio de Jesucristo, hemos visto cómo Cristo llevó a cabo esa liberación muriendo en la Cruz del Calvario, y lavando nuestros pecados con Su Sangre preciosa, y luego produciendo el nuevo nacimiento en cada uno de los hijos e hijas de Dios; y produciendo así la liberación espiritual de todos los hijos de Dios, libertándonos interiormente, dándonos un cuerpo teofánico eterno, un cuerpo de la sexta dimensión.

Y para este tiempo final, el tercer éxodo será Dios libertándonos físicamente, dándonos un cuerpo eterno y glorioso como el cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo; un cuerpo glorificado, para vivir con Cristo por el Milenio y por toda la eternidad, como reyes y sacerdotes reinando con Cristo. Es para bendición del Israel celestial, primeramente, y después del Israel terrenal.

Hemos visto el misterio de Dios libertando a Su pueblo, hemos visto cómo es que Dios libertará a Su pueblo en este tiempo final, cumpliendo así Sus promesas que Él ha hecho para este tiempo final para Su Iglesia, para Su pueblo, para esa liberación.

“DIOS LIBERTA A SU PUEBLO”.

Vean cómo vendrá para efectuar esa liberación.

Veamos aquí en Isaías (para que tengan el cuadro claro). Esto es lo que citó San Pablo en Romanos, que les leí; ahora miren cómo lo muestra el profeta Isaías: En el capítulo 59 de Isaías, verso 17 al 21, dice:

Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto,

como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios; el pago dará a los de la costa.

Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.

Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.

Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre”.

Vean, esto nos habla de la Venida del Ángel del Pacto, de la Venida del Ángel de Jehová para este tiempo final, en Su manifestación para la liberación de Su Iglesia, que es el Israel celestial, y luego del Israel terrenal, que es el pueblo hebreo.

Ahora, hemos visto este misterio y hemos visto en Apocalipsis, capítulo 19, versos 11 en adelante, que Él viene sobre un caballo blanco como la nieve, y Su Nombre es llamado el Verbo de Dios; y viene con un nombre escrito en Su muslo y en Su vestidura, el cual es Rey de reyes y Señor de señores, porque Su Venida es como Rey de reyes y Señor de señores.

Así viene el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, para la liberación gloriosa de los hijos e hijas de Dios. Y esto será el Ángel del Pacto viniendo manifestado en Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, para darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y nosotros obtener toda esa revelación, y materializarse en todos nosotros todo ese Programa Divino de la liberación de todos los hijos de Dios, para obtener así la fe para ser transformados, y luego ser llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Ahora, hemos visto que es un Programa sencillo, el cual ya fue reflejado en el pueblo hebreo, en el éxodo que tuvo el pueblo hebreo. Y ahora, aquel éxodo es tipo y figura del tercer éxodo que Él estará llevando a cabo en este tiempo final.

Recuerden que es el mismo Ángel de Jehová, Ángel del Pacto, que es el mismo Dios; pero siempre ha estado usando seres humanos, profetas, los cuales han sido enviados con las dos consciencias juntas, y por eso pueden ver en otras dimensiones, y pueden escuchar la Voz de Dios, y pueden ver a Dios en Su cuerpo teofánico, al Ángel de Jehová, al Ángel del Pacto; y Él habla con él, con cada uno de Sus profetas, y ellos hablan con Él, y así por el estilo, y reciben el Mensaje de parte de Dios para darlo al pueblo.

Ahora, hemos llegado al tiempo en que Dios libertará a Su pueblo: el Israel celestial, resucitando a los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y transformándonos a nosotros los que vivimos; y luego libertará al pueblo hebreo, y serán restaurados y serán reconciliados con Dios.

DIOS LIBERTA A SU PUEBLO”.

Ahora, hemos visto también dónde llama y junta a Sus últimos escogidos y los coloca en Su Cuerpo Místico de creyentes: es en la América Latina y el Caribe donde se realiza ese llamado final; porque la América Latina y el Caribe está en el occidente, y en el occidente fue que Cristo dijo que el Hijo del Hombre resplandecería como el relámpago que sale del oriente y se muestra (¿dónde?) en el occidente. San Mateo, capítulo 24, versos 27 al 28, encontramos que Cristo habla acerca de la Venida del Hijo del Hombre como el relámpago que sale del oriente y se muestra en el occidente.

Ahora, hemos visto la bendición tan grande que hay para los latinoamericanos y caribeños que viven en este tiempo final. Este es el tiempo más glorioso para los latinoamericanos y caribeños, esta es la Edad de Oro para la América Latina y el Caribe, esta es la Edad de Oro para la Iglesia del Señor Jesucristo en este Día Postrero, la cual pasa a la etapa latinoamericana y caribeña; y las cuerdas nos han caído en lugares deleitosos, y grande es la heredad y bendición que nos ha tocado en el Programa Divino2.

Dios liberta A Su Pueblo”.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y adelante sirviendo a nuestro amado Señor Jesucristo, porque pronto seremos libertados físicamente, seremos transformados, y tendremos el cuerpo eterno; y los muertos resucitarán y tendrán el cuerpo eterno también.

Ahora, ¿dónde están los que serán libertados en este tiempo final? ¿Dónde están los que serían libertados en este tiempo final? Aquí estamos en esta ocasión, en esta noche, una parte aquí en Tizayuca; y también en diferentes lugares de la República Mexicana, y en diferentes lugares de la América Latina y el Caribe, para escuchar la Voz del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, y ser preparados para esa transformación, esa liberación que Cristo efectuará en este Día Postrero.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto todos seamos transformados y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial en el Cielo.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y pasen todos muy buenas noches.

Dejo con nosotros nuevamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión.

Con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín.

“DIOS LIBERTA A SU PUEBLO”.

[Revisión octubre 2021]

1 Isaías 59:19

2 Salmos 16:6

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