Saludo a valientes

Muy buenos días, “Valientes del Hijo de David” y “Hombres y Mujeres de Negocios del Evangelio del Reino”. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, en esta dedicación de este salón para las actividades de los valientes, y también de los hombres y mujeres de negocios, para esta inauguración de este lugar en el cual ustedes tendrán reuniones especiales.

Que Dios les bendiga grandemente, y que Dios les prospere grandemente espiritualmente y materialmente; y que la labor que ustedes lleven a cabo bajo la bendición de Dios sea grande en todo este territorio de Pachuca y sus alrededores; y Dios llame y junte a Sus escogidos de todos estos alrededores, y se complete el número de los escogidos de este territorio. Y les use también en toda la Obra de Cristo correspondiente a este tiempo final. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Es una bendición grande estar con ustedes, sabiendo que así como hubo valientes en el tiempo de Abraham; en el tiempo de Moisés también, como Josué y Caleb; en el tiempo de David… Como esos valientes que luchaban brazo a brazo a su lado, para que David llegara al trono; y llegó al trono, y esos valientes fueron colocados en posiciones importantes en ese reino.

Jesús también, cuando estuvo [hace] dos mil años aquí en la Tierra en carne humana, tuvo valientes a Su lado: Sus apóstoles y setenta más, los cuales, vean ustedes, tienen una bendición muy grande; excepto Judas Iscariote, que la perdió. Los demás tienen una bendición grande: Los doce apóstoles se sentarán en doce tronos, para gobernar y juzgar a las tribus de Israel. Esa es una posición muy importante para esos valientes del Hijo de Dios que estuvieron brazo a brazo con Jesús en Su ministerio terrenal, y después continuaron trabajando en la Obra de Cristo. Y vean ustedes, la bendición que ellos tienen es grande en el Reino de Dios, y durante el Reino Milenial estarán en esa posición importante que Cristo les prometió.

Dos de ellos: Jacobo y Juan, vean ustedes, estarán allí, en esos tronos también, pero ellos querían estar más cerca del Señor; porque en esos tronos, vean ustedes, esos tronos, doce tronos, corresponden no a la parte alta sino a la parte de abajo; y eso va de acuerdo también al tiempo en que ellos vivieron, que fue la parte baja, de abajo, de la Iglesia de Jesucristo.

Y ahora, ellos querían en la parte de arriba también tener allí lugar para sentarse; y hablaron con su madre, le contaron también lo de la visión del Monte de la Transfiguración, donde vieron a cada lado de Jesús a Moisés y a Elías, mostrando que a la diestra y a la siniestra (o sea, a la derecha y a la izquierda) estarían allí con Jesús, en Su Reino, dos personas muy importantes. Y en esa visión, ahí estaban Moisés y Elías en esa posición. Por lo tanto, ellos querían esa posición de Moisés y Elías, se les materializara en ellos.

Por esos ustedes encuentran que en una ocasión en que Jesús quería ir a Jerusalén, pero quería pasar primero por Samaria, por un lugar de Samaria, no los quisieron recibir, no quisieron recibir a Jesús y a Sus discípulos. Y Jacobo y Juan le dicen a Jesús: “¿Quieres que mandemos a descender fuego del Cielo como hizo Elías, y sean destruidos esta gente?”. Jesús les dice: “Ustedes no saben de qué espíritu son”1.

Vean, ellos querían algo que está señalado para ser manifestado en el Día Postrero bajo los ministerios de Moisés y Elías, que son los ministerios de los Dos Olivos. Ellos querían los ministerios de los Dos Olivos para ser manifestados en aquel tiempo.

Y por eso también después vinieron con su madre donde Jesús para pedirle una posición importante en el Reino de Dios. Pero ya ellos tenían una posición importante, pero querían más.

Es que los hijos de Dios siempre quieren más y más de Cristo, quieren más y más bendiciones de parte de Dios. Y la madre de ellos, pues vino con ellos para esa petición tan importante.

Como también todas las madres deben hacer con sus hijos: traer siempre a las actividades a sus hijos para que escuchen la Palabra de Dios, y reciban esa bendición de parte de Dios; y esa Palabra hablada, que les habla de las bendiciones de Dios, ellos la escuchan y ellos la creen con todo su corazón, para que se les materialice en sus vidas a ellos, tanto en esta vida terrenal como en la vida venidera en el cuerpo eterno.

Toda madre que ama a sus hijos hace como hizo la madre de Jacobo y Juan: que los trae al Señor siempre para hablar con el Señor, orar, pedirle a Dios Su bendición; y para que Cristo los bendiga con Su Palabra hablada.

Ahora, le dicen a Jesús (ellos y su madre): “Tenemos una petición que hacerte: queremos que en Tu Reino, un hijo mío se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda”. Casi nada estaban pidiendo (!). Y, por supuesto, su madre pues iba a ser bendecida también, porque con sus hijos en esa posición, pues iban a obrar en favor de ella también.

Pero esa posición no estaba disponible ni en aquellos días ni durante las siete edades de la Iglesia gentil; porque esa es la posición para los Dos Olivos, esa es la posición para Moisés y Elías; y, por consiguiente, esa es la posición para en el Día Postrero ser concedida por Cristo a quien tenga los ministerios de Moisés y de Elías.

Vean cómo en San Mateo, capítulo 20; y también San Marcos, capítulo 10, verso 35 al 45 en San Marcos; y capítulo 20 de San Mateo, verso 20 al 23, dice:

“Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.

El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.

Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos”.

Porque cuando una persona está buscando la bendición de Dios no puede mirar los obstáculos, sino tiene que mirar la promesa, y ver esa promesa o esa meta como algo que puede ser obtenido por ellos, porque es una promesa divina.

Y ahora, ellos quieren una bendición de parte de Dios. Y cuando uno quiere una bendición de parte de Dios, uno tiene que mirar esa bendición como esa meta para alcanzarla, sin uno estar mirando los obstáculos y decir: “Por estos problemas no puedo llegar a esa meta”. No. Tiene que mirar esa meta y saber que puede llegar a esa meta con la ayuda de Dios.

“Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre”.

Dice: “…no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre”.

O sea, no es de Él darlo a cualquier persona, sino a aquellos para quienes está preparado por Su padre. En Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, dice:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. 

Ahí está la promesa para dar esa posición al Vencedor: Al Vencedor que estará viviendo en el tiempo final, en el tiempo de Su Venida, ese es el Vencedor que se sienta con Cristo en Su Trono; y por consiguiente tiene la bendición de la mano derecha y de la mano izquierda.

Y por eso, miren ustedes, Jacob colocó su mano derecha sobre Efraín: ahí está la bendición de la mano derecha; y Efraín representa a la Iglesia del Señor Jesucristo. Y luego colocó la mano izquierda sobre Manasés; y Manasés representa al pueblo hebreo. Ahí está la bendición de la mano derecha y de la mano izquierda.

Y ahora, el Ángel Mensajero de Jesucristo, que será el que vencerá en el Día Postrero y se sentará con Cristo en Su Trono, tendrá la bendición de la mano derecha; y por eso podrá hablarle la bendición de Dios a la Iglesia del Señor Jesucristo, para que la bendición de Cristo de la mano derecha, la Bendición de la Primogenitura, venga sobre la Iglesia de Jesucristo; y los escogidos sean llamados y juntados, y se complete el número de los escogidos de Dios; y luego sean resucitados los muertos en Cristo y los que vivimos seamos transformados.

Todo esto está en la mano derecha.

¿Qué estaba en la mano derecha del que estaba sentado en el Trono? El Libro sellado con siete Sellos. Y luego lo toma Cristo, y toma ese Libro, lo abre en el Cielo y lo trae a la Tierra. Y Juan el apóstol allí, tomando ese Libro y comiéndoselo, es tipo y figura del Ángel del Señor Jesucristo tomando ese Libro y comiéndoselo en el Día Postrero, tomando la bendición de la mano derecha de Dios y recibiendo esa bendición; y ahora, vean ustedes, y dándole a la Iglesia de Jesucristo esa bendición de la mano derecha, por medio de esa bendición siendo hablada a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, podemos ver que luego será hablada para el pueblo hebreo la bendición también: corresponde la bendición de la mano izquierda que le echó Jacob a su nieto Manasés.

Ahora podemos ver la posición que querían Jacobo y su hermano Juan; porque Jacobo es el mismo Santiago.

Jacob y Santiago es lo mismo, como también Jacob e Israel es lo mismo.

Y ahora, vean, Jacob: el nombre nuevo de Jacob es Israel; y también Jacobo es Santiago, un nombre nuevo para Jacobo: Santiago.

Ahora, vean ustedes, estos dos hermanos querían esa bendición; pero esa es la bendición de Moisés y Elías; esa es la bendición que para el Día Postrero estará manifestada, para recibir la Iglesia de Jesucristo la bendición de la diestra, y recibir el pueblo hebreo la bendición de la siniestra (o sea, de la mano izquierda).

Y por consiguiente, donde estén esos ministerios de Moisés y Elías, que es en el Ángel del Señor Jesucristo, ahí estará la bendición de la posición de la diestra y de la siniestra, o sea, de la derecha y de la izquierda, la posición que querían Santiago y Juan.

Ahora esa es la bendición más grande, porque vean, esa es la bendición del Trono. Por eso lo que dijo Jesús:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.

En esa bendición está envuelta toda esta autoridad que Dios dará en el Día Postrero.

Recuerden que lo que llama la atención de los ministerios de los Dos Olivos ahí —para la gente que ha leído la Biblia—, es el poder que es manifestado por medio de los Dos Olivos: un poder sin limitaciones.

En Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 29, dice:

“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 

y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre”. 

Vean, la autoridad que Cristo ha recibido del Padre, ahora la otorga al Vencedor. Esos son los ministerios de Moisés y Elías, que estarán manifestado en el Ángel del Señor Jesucristo; y por consiguiente, esa autoridad y poder que Cristo ha recibido del Padre, lo otorgará al Vencedor, a Su Ángel Mensajero; y por eso recibirá autoridad sobre las naciones, “y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también las he recibido de mi Padre”.

Ahora, vean que lo mismo que el Padre hizo con Jesús cuando venció, es lo mismo que Jesús hace con Su Ángel Mensajero, con el Vencedor.

Jesús vino a la Tierra, tuvo Su ministerio, y tomó nuestros pecados y murió en la Cruz del Calvario; y luego resucitó y subió al Cielo victorioso, y se sentó a la diestra de Dios. O sea, el Padre le sentó en Su Trono, el Trono de Dios, que es el Trono que está en el Cielo; en ese Trono se sentó Jesucristo. Y ha estado haciendo Intercesión por todos los escogidos de Dios, que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Y Cristo también dice: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra”2.

Y ahora, para el tiempo final, lo mismo que el Padre ha hecho en el Cielo, en Su Trono…: sentar a Jesús en Su Trono y darle toda autoridad: todo poder le es dado en el Cielo y en la Tierra; ahora Cristo para el Día Postrero coloca al Vencedor, que será Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, lo colocará en Su Trono; porque:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. 

Y cuando se sentó con el Padre en Su Trono, recibió la autoridad sobre todos los Cielos y la Tierra: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra”.

Y ahora, Cristo, así como recibió todo poder en el Cielo y en la Tierra cuando se sentó en el Trono de Dios, y también recibió un Nombre nuevo; ahora Cristo hará lo mismo en Su Trono sentando al Vencedor en Su Trono.

Dice: “Y escribiré sobre él…”. “Al que venciere (dice), yo le daré del maná escondido…”3.

“… y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”. Apocalipsis capítulo 3, verso 12.

Así como cuando Jesús obtuvo la victoria y subió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios, recibió también un nuevo Nombre.

Y ahora aquí, al Vencedor Cristo le promete escribir sobre él el Nombre de nuestro Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo. Lo mismo que el Padre hizo con Jesús, es lo que Jesús hará con el Vencedor, con Su Ángel Mensajero.

Y dice también Apocalipsis, capítulo 2, verso 17… Les cité algo en el capítulo 3, verso 12, que no iba ahí; es del otro capítulo. Esto de: “Al que venciere, yo le daré del maná escondido”, corresponde al capítulo 2, verso 17. El capítulo 3, verso 12, solamente dice:

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”. 

Y en el capítulo 2, verso 17, de Apocalipsis, dice:

“Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.

Esa Piedrecita blanca es la Piedra no cortada de manos de la profecía de Daniel, capítulo 2, versos 30 al 45. Esa Piedrecita blanca es la Segunda Venida de Cristo con un nombre nuevo, con el nombre nuevo que recibió cuando ascendió al Cielo: ese es el Nombre que será escrito sobre el Vencedor, ese es el Nombre que el Vencedor recibe en esa Piedrecita blanca.

Ahora, el Vencedor recibe la Segunda Venida de Cristo; y con la Segunda Venida de Cristo recibe el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, es el Nombre Eterno de Dios. Y ninguno entiende ese Nombre, sino aquel que lo recibe. Y ese que recibirá esa Piedrecita blanca en el Día Postrero, es el mismo que recibirá la Estrella resplandeciente de la Mañana; porque dice en el capítulo 2, verso 28: “… y le daré la estrella de la mañana”. 

Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice: “Yo soy la Estrella resplandeciente de la Mañana”.

O sea que Su Venida viene a él. Él, Cristo, viene a Su Ángel. Y viene con un Nombre nuevo; y coloca en Su Ángel ese Nombre. Y coloca en Su Ángel esa Piedrecita blanca. Y coloca en Su Ángel esa Estrella resplandeciente de la Mañana.

O sea que Cristo se coloca en Su Ángel y se manifiesta por medio de Su Ángel. Y ahí, por cuanto Cristo estará en Su Ángel, pues ahí estará Su Nombre Nuevo, ahí estará la manifestación de Jesucristo con Su Nombre Nuevo para el Día Postrero.

O sea que el misterio del Vencedor es el ministerio de Cristo con Su Nombre Nuevo manifestado por medio de Su Ángel Mensajero; es la manifestación del Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo de Jesucristo en el ministerio de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero; y por consiguiente, la labor de Cristo para el Día Postrero a través de Su Ángel Mensajero está bajo el Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.

Es una Obra y manifestación del Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo de Jesucristo. Es una manifestación de YHWH para este tiempo final.

Por eso es que tendrá la Gran Victoria en el Amor Divino en este tiempo final, Cristo con Su Iglesia y Su Ángel Mensajero; y dará como resultado el recogimiento de todos los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular.

Y así se completará el Cuerpo Místico de Cristo; y Cristo traerá nuevamente a los muertos en Cristo en cuerpos, pero cuerpos eternos y glorificados; y a nosotros los que vivimos nos transformará; cuando se complete el número de los escogidos de Dios.

Y luego estaremos de 30 a 40 días aquí en la Tierra, en el cuerpo nuevo, en una manifestación gloriosa de Dios en Su Iglesia en toda Su plenitud. Y el pueblo hebreo verá esa manifestación, que durará de 30 a 40 días en toda Su plenitud.

Ahora podemos ver dónde nos encontramos en el Programa Divino; y podemos ver el por qué en este tiempo final en el cual nosotros estamos viviendo, Cristo está cumpliendo todas esas promesas que Él ha hecho para este tiempo final; y nos está abriendo el entendimiento para poder comprender cosas que nunca antes habían sido entendidas por la Iglesia del Señor Jesucristo.

Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, estamos viviendo en el tiempo en donde Él está llevando a cabo la Obra correspondiente al Día Postrero en la América Latina y el Caribe.

O sea que el territorio latinoamericano y caribeño es el territorio bienaventurado: tiene la bendición y bienaventuranza de la Obra de Cristo del Día Postrero y de la Edad de la Piedra Angular; y por consiguiente tiene la gente que vendrían a formar parte de la Iglesia de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, que comienza en la América Latina y el Caribe, o sea, esa introducción al glorioso Reino Milenial.

Vean, toda la introducción, todos los preparativos, Cristo los realiza en Su Iglesia; ahí va poniendo el fundamento para ese glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo; y ahí coloca también el Nombre que Él usará para ese glorioso Reino Milenial, que es el Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo; ahí es donde se coloca todo el fundamento, por eso es la introducción al Reino Milenial.

Ahí, en la Edad de la Piedra Angular, es que se realiza esa introducción, esos preparativos para ese glorioso Reino Milenial de Cristo. Por eso es que se coloca el fundamento de la Venida de la Piedra no cortada de manos con Su Nombre Nuevo, que es el Nombre Eterno de Dios; y se colocan a los escogidos de Dios de este Día Postrero.

Y el Mensaje del Evangelio del Reino para el glorioso Reino Milenial, vean dónde es colocado: en la Edad de la Piedra Angular; porque de la Edad de la Piedra Angular es que vendrá el Milenio, porque la Edad de la Piedra Angular es una edad eterna; de ahí surgirá el Milenio y luego pues toda la eternidad.

Y para este tiempo Dios tendrá muchas personas trabajando en esa labor con el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, así como tuvo muchas personas trabajando junto a cada mensajero del Antiguo Testamento; y también tuvo muchos colaboradores en Su Primera Venida Cristo, y también tuvo muchos colaboradores cada ángel mensajero de cada edad. Pero los mejores colaboradores estarán ¿dónde? En este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular. Aunque Jesús tuvo buenos colaboradores en Su tiempo, y también los mensajeros de cada edad, pero para nosotros los mejores son los de este tiempo.

Bueno, adelante trabajando en la Obra de Cristo en este Día Postrero, sabiendo que nuestro trabajo en el Señor no es en vano: es el único trabajo, que usted hace, que es para toda la eternidad, y que tendrá beneficios para toda la eternidad.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde, y les siga usando grandemente en Su Obra cada día más y más; y que les llene del conocimiento de todo Su Programa; y que siga añadiendo a esta congregación más y más escogidos, más y más hijos Suyos; y que use esta congregación y a cualquier otra congregación de este tiempo final, de la Edad de la Piedra Angular que Dios abra o levante en este territorio, que les use también junto a ustedes, para completarse el número de los escogidos de Pachuca y sus alrededores; y así la Obra de ustedes sea recompensada grandemente por Dios. Y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y muchas gracias por vuestra amable atención.

Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín.

“SALUDO A VALIENTES”.

[Revisión octubre 2021]

1 San Lucas 9:51-56

2 San Mateo 28:18

3 Apocalipsis 2:17

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