Muy buenas tardes, jóvenes aquí en Xalapa. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa, correspondiente a este tiempo final.
En esta ocasión vamos a leer en Apocalipsis, capítulo 21, verso 6 al 7… Vamos a comenzar un poquito antes, porque este es un pasaje muy importante: capítulo 21, verso 1 en adelante, dice:
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.
Tomando las palabras del verso 6, donde dice: “Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”.
Y leemos en San Juan, capítulo 7, versos 37 en adelante, donde dice:
“En el último y gran día de la fiesta (o sea, fue en la fiesta de los tabernáculos), Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.
“LA JUVENTUD ETERNA”.
Para poder obtener la juventud eterna, que conlleva a la vida eterna, esto conlleva a encontrar la fuente de la juventud, que es la Fuente del Agua de la vida eterna, el cual es nuestro amado Señor Jesucristo.
Y cuando creemos en Cristo como nuestro Salvador, y lavamos nuestros pecados en Su Sangre y recibimos Su Espíritu Santo, estamos recibiendo el Agua de la vida eterna, pues aquí el Agua que Cristo ofrece en San Juan, capítulo 7, verso 37 al 39, cuando dice: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”… Porque también dice: “El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán por su vientre, por su interior”, ¿hablando de qué? Del Espíritu que habían de recibir.
Ese Río de Agua de Vida, vean ustedes, es el Espíritu Santo; y cuando la persona lo recibe, ha recibido un Río de Agua de Vida; y viene ¿de dónde? De la Fuente del Agua de la Vida, del Espíritu de Dios.
Y ahora, vean ustedes cómo corre en nuestro interior el Espíritu de Dios, ese Río de Agua de Vida; y por eso es que recibimos vida eterna: porque recibimos el Río de Agua de vida eterna; y así, lo que Él dijo: “Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”: o sea, nos dará del Espíritu Santo, que es la Fuente del Agua de la Vida.
Ahora, vean ustedes, en San Juan, capítulo 1, versos 1 en adelante, dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
¿Dónde estaba la Vida? En el Verbo, que era con Dios y era Dios, y creó todas las cosas.
Y ahora, ¿dónde está la vida eterna? En el Verbo, que es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico. Y por consiguiente, ese cuerpo teofánico de Dios —que es el Ángel del Pacto— es el Espíritu Santo manifestado en las diferentes edades y dispensaciones; en Él estaba la Vida, la vida eterna, y de Él vino la vida para toda la Creación.
Y ahora, cuando nos da vida eterna, ¿de dónde viene esa vida eterna? De Él, del Verbo que era con Dios y era Dios y es Dios, y se hizo carne y habitó entre los seres humanos, en medio el pueblo hebreo; y estando en carne humana dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, Ríos de Agua viva correrán por su vientre (o sea, por su interior)”, hablando del Espíritu Santo que recibirían: ese Río de Agua de Vida, que es el Espíritu Santo, el cual nos da vida eterna cuando tomamos de ese Río de vida eterna.
Cuando tomamos de ese Río de vida eterna es cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibimos Su Espíritu Santo, ese Río de Agua de Vida; y nos da vida eterna.
El que cree, dice Jesucristo en el capítulo 5 de San Juan, verso 24:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Ahora vean cómo tomamos de la Fuente del Agua de la Vida gratuitamente. El hombre más rico puede tomar de ella, el hombre de la clase media puede tomar de ella, el hombre más pobre, que no tiene ni un solo centavo, puede tomar de ella también, porque es gratuita.
En Isaías también nos habla, en el capítulo 55, verso 1 en adelante, y dice:
“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.
Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.
He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.
He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.
Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”.
Aquí podemos ver cómo está la invitación de parte de Dios para venir a tomar de las Aguas de la vida eterna.
Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 al 17, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.
Aquí podemos ver también, nuevamente, la invitación y la oportunidad para toda persona venir y tomar del Agua de la vida eterna, para tener la juventud eterna, porque este Río o Fuente de Agua de la vida eterna es la fuente de la juventud.
Y el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo nuestro Salvador, el Espíritu Santo, es la Fuente del Agua de la vida eterna; y el que toma de la Fuente del Agua de la vida eterna, creyendo en Cristo como nuestro Salvador y lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibiendo Su Espíritu Santo, tiene vida eterna y tiene juventud eterna, porque ha tomado de la Fuente de la juventud.
Aunque nuestro cuerpo físico muera, porque es temporal, corruptible y mortal: tenemos vida eterna, porque hemos tomado de la Fuente del Agua de la vida eterna, de la Fuente de la juventud, y tenemos un cuerpo teofánico al cual vamos a vivir si muere nuestro cuerpo físico.
Y para el Día Postrero, para el séptimo milenio, en cierto año de ese séptimo milenio, Él resucitará a los muertos en Cristo, y entonces les dará el cuerpo eterno, con juventud física eterna también. Y a nosotros los que vivimos, si permanecemos vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten, pues nosotros seremos transformados, y entonces tendremos juventud eterna física también. Y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Y esto es porque hemos tomado (¿de qué?) de la Fuente del Agua de la vida eterna, hemos tomado de la Fuente de la juventud.
Vean, todas las personas quieren vivir eternamente y quieren vivir jovencitos, pero miren, no se han dado cuenta que hay una Fuente de la juventud.
Hubo conquistadores de los tiempos de España, donde estuvieron conquistando por el Nuevo Mundo (que le llaman al continente americano, incluyendo a Norteamérica, Centroamérica, Suramérica y el Caribe), y estaban buscando la Fuente de la juventud; pero no la encontraron, y murieron; porque pensaban que la fuente de la juventud era algún manantial o algún río, y eso era lo que estaban buscando. Y la Fuente de la juventud es nuestro amado Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo; y el que toma de esa Fuente es el que toma de Su Espíritu Santo y obtiene el nuevo nacimiento.
Vean lo sencillo que es; más sencillo de lo que ellos se imaginaban. Ellos pensaban que había que caminar muchísimo para llegar a cierto manantial o río, y encontrar ese río o manantial como la fuente de la juventud. ¿De cuántos ríos tomarían y de cuántos manantiales tomarían?, pensando: “Alguno de ellos va a ser el de la juventud”. Y a lo mejor, tomando de alguno de ellos los mataron los nativos o los indios, y no encontraron la juventud eterna y la vida eterna, sino que encontraron (¿qué?) la muerte.
Porque la Fuente de la juventud, la Fuente de la vida eterna es nuestro amado Señor Jesucristo; y se recibe creyendo en Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo. Y al recibirlo: hemos obtenido la juventud eterna. Aunque físicamente nuestro cuerpo no es eterno, pero Él nos transformará; y entonces tendremos un cuerpo físico glorificado, eterno, igual al de nuestro amado Señor Jesucristo.
“LA JUVENTUD ETERNA”.
Si ustedes se fijan, a sus padres, ellos pasaron por la edad que ustedes tienen y fueron jóvenes; pero después, a medida que han pasado los años se han ido poniendo más adultos; y algunos han llegado ya a una edad más avanzada, y algunos quizás son ancianos, alguno de vuestros padres; porque la juventud física es temporal, dura muy pocos años.
Por eso es que el predicador, el proverbista, dice (proverbista y también el que compone por ahí otros escritos), dice que la juventud es vanidad, porque es pasajera1: la tiene la persona por cierta cantidad de años y luego se le va de las manos.
Pero el que toma de la Fuente del Agua de la vida eterna la tendrá para toda la eternidad; tendrá juventud eterna, tanto en el cuerpo teofánico como en el cuerpo físico inmortal, incorruptible y glorificado que Jesucristo nos dará en el Día Postrero.
Pero primero hay que tomar ¿de qué? De la Fuente de la juventud, que es la Fuente del Agua de la vida eterna. Hay que tomar del Espíritu Santo recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, y lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibiendo Su Espíritu Santo; y así recibiendo el nuevo nacimiento.
Es un misterio la vida eterna; pero miren cómo ese misterio es abierto a todos los hijos de Dios; y es tan sencillo que algunas personas, y principalmente científicos o personas muy intelectuales, dicen: “Eso no lo entiendo… ¿Que una persona pueda recibir vida eterna, así, recibiendo a Jesucristo como su Salvador? ¿Y cómo puede ser eso?”.
Bueno, Él dijo que lo haría; a nosotros nos toca creerlo, recibirlo con toda nuestra alma y recibir Su Espíritu Santo; y el dar la vida eterna le toca a Él, porque Él es el que la tiene.
Y cuando nos da Su Espíritu Santo: nos está dando vida eterna, nos está dando un cuerpo teofánico eterno; y en el Día Postrero o séptimo milenio nos dará el cuerpo físico eterno y glorificado: transformará el cuerpo nuestro y resucitará a los muertos en Cristo en cuerpos eternos; para, también, la juventud eterna ser física también, como ya la tenemos en la sexta dimensión, en ese cuerpo teofánico; ahora nos falta solamente la juventud eterna, y juventud para toda nuestra vida, nos falta la física, la cual recibiremos en este tiempo final.
Conforme a Levítico, capítulo 25, verso 8 al 13, en el año del jubileo era que salían libres los esclavos y también las propiedades que habían sido tomadas (o por alguna deuda o por alguna venta), quedaban libres también, y cada persona regresaba a su familia y a su herencia.
Y eso será también así para los hijos e hijas de Dios, que han venido a este planeta Tierra y han sido esclavizados; pero seremos libertados físicamente también, como ya hemos sido libertados espiritualmente: en nuestra alma, en nuestro espíritu, hemos sido libertados, y ya tenemos un cuerpo teofánico eterno de la sexta dimensión, y ahora falta solamente la liberación física, o sea, la transformación de nuestros cuerpos, para así tener la adopción, que es la transformación de nuestros cuerpos, y que es también la liberación o libertad gloriosa de los hijos de Dios, en donde saldremos libres para recibir nuestra herencia, regresar todos a nuestra heredad, nuestra herencia, y a nuestra Familia celestial, porque somos del Cielo.
Así como Jesús dijo: “Yo del Cielo he descendido”2, ahora, vean ustedes de dónde han venido los hijos e hijas de Dios, las almas de los hijos de Dios: del Cielo también; pues si nuestro hermano mayor vino de Cielo, ¿pues de dónde vamos a venir nosotros? Del Cielo también.
Bueno, vean ustedes por qué estamos aquí en la Tierra: para hacer contacto con Jesucristo, la Vida Eterna, y recibir Su Espíritu Santo; y así recibir el nuevo nacimiento y recibir ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y ya estar con vida eterna, ser restaurados a la vida eterna en la sexta dimensión; y luego, en el Día Postrero, ser restaurados a la vida eterna física, y tener un cuerpo igual al de nuestro amado Señor Jesucristo, e ir con ese cuerpo eterno a la Cena de las Bodas del Cordero.
Y luego de la Cena de las Bodas del Cordero, que durará tres años y medio, mientras la gran tribulación estará llevándose a cabo aquí en la Tierra y los juicios divinos cayendo sobre la Tierra, nosotros estaremos en el Cielo, con Cristo, en la Cena de las Bodas del Cordero, en la Casa de nuestro Padre celestial; pero después regresaremos a la Tierra para el glorioso Reino Milenial.
Y regresaremos en el cuerpo glorificado y eterno, con el espíritu teofánico también dentro de ese cuerpo; y nosotros, que somos alma viviente: nuestra alma regresar dentro de ese cuerpo, de ese cuerpo teofánico y dentro de ese cuerpo glorificado. Y así estar restaurados a la vida eterna, tanto en nuestro espíritu como en nuestro cuerpo también, y reinar con Cristo como reyes y sacerdotes por mil años, y luego por toda la eternidad. Y estar trabajando con Él, y heredando con Él todas las cosas, porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro. Y estaremos así disfrutando el glorioso Reino Milenial, y luego toda la eternidad, con juventud eterna.
Así que no se preocupen, jóvenes, que aunque ustedes pasen por esa etapa de juventud, y luego a algunos los años les hagan salir de esa etapa (aunque falta muy poco tiempo para ser transformados; no sabemos cuánto, pero falta poco), pero vamos a decir: para los que ya pasaron por ahí y ya le dijeron adiós a esa etapa: no se preocupen, que vuelve esa etapa pero en un cuerpo eterno.
Y para ustedes también, jóvenes, aun si la resurrección y transformación ocurre ustedes estando jóvenes, no se preocupen que entonces pasarán a un cuerpo joven y eterno que nunca se pondrá viejo; y entonces ustedes no llegarán a lo que llegaron sus padres: a pasar por la juventud y luego decirle adiós a la juventud y estar en un cuerpo ya más maduro.
Ahora, es muy importante saber que la etapa o época de la juventud es la más hermosa de la vida, es la etapa en donde la persona se siente libre, en donde la persona se siente con todas sus fuerzas y con ánimo, y se siente con todo su potencial para usarlo; y debe aprovechar esa etapa para aprovecharla sirviendo a Dios; y limpiando siempre su camino con la Palabra de Dios.
“¿Con qué limpiará el joven su camino?
Con guardar tu palabra”3.
Con guardar la Palabra de Dios. Guardando la Palabra de Dios, Sus mandamientos, el joven limpiará así su camino; y caminará en su vida sirviendo a nuestro amado Señor Jesucristo, y agradará siempre a Dios; pues lo que queremos es servir a Cristo y agradarle en todo, y eso tiene que ser conforme a Su Palabra. Haciendo conforme a Su voluntad es que agradamos a nuestro amado Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio, jóvenes, estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LA JUVENTUD ETERNA”.
Así que en esta etapa de vuestra vida: sirvan a Cristo con toda vuestra alma, trabajen en Su Obra, lleven el Mensaje por todos los lugares, dando a conocer que hay juventud eterna para los que aman y sirven a nuestro amado Señor Jesucristo. Y para eso, pues es tomando de la Fuente de la juventud, que es la Fuente del Agua de la vida eterna, el cual es Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo; y al tomar de Él, Él nos da Su Espíritu Santo, y así nos da vida eterna.
Que las bendiciones de la Fuente de la Juventud, de la Fuente del Agua de la Vida Eterna, nuestro amado Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto todos seamos transformados, y tengamos también el cuerpo eterno y glorificado, igual al de nuestro amado Señor Jesucristo; y seamos todos a imagen y semejanza de Jesucristo; y luego vayamos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Bueno, vamos por aquí a darle la oportunidad a Benjie, si no ha cantado. ¿Cantó? Pues entonces, Benjie… por aquí, si puedes pasar acá.
(Si le explica ahí qué botón tiene que hundir y el número, cuando tú le digas). Si sabe pues… entonces pasa por aquí, Benjie, para así tener algún cántico. (Aquí yo soy el ayudante de Benjie, para así acompañarle aquí).
Nuestro deseo es ser como Cristo, ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, con vida eterna en nuestro cuerpo teofánico y vida eterna en el cuerpo físico también; eso es ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Y eso es lo que Él ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también. Y yo lo creo con toda mi alma: eso es una promesa de Cristo y se va a materializar en mí. ¿Y en quién más? En cada uno de ustedes también.
Y ahora, nuestro anhelo y también el de Jesucristo, es ser como Él. Miren, es como en una familia: tenemos un hermano mayor, y ve a sus hermanitos pequeñitos y dice: “Yo deseo que ya sean como yo, para yo compartir con él, porque aquí no tengo una persona en la casa de mi edad. Yo quiero que ellos lleguen a ser como yo”. Y los nenes, usted los ve, se ponen la camisa del hermano mayor, los zapatos y hasta los pantalones, porque quieren (¿qué?) ser también como su hermano mayor.
Y nuestro hermano mayor, Jesucristo, quiere que nosotros seamos como Él; y Él también quiere, y nosotros también queremos, ser como Él; queremos estar vestidos como Él: con un cuerpo físico glorificado y eterno. Ya eso es una vestidura de joven, para vivir joven por toda la eternidad; no es una vestidura de bebé, sino de joven, esa es la que Él tiene.
Ahora, nosotros queremos ser como Cristo; y es lo mismo que Él desea: es que nosotros seamos como Él; y entonces vamos a compartir más ampliamente con Él en todo el Programa de Dios.
Ser como Cristo, esa es la meta.
Y pronto seremos como Él, eso está pegadito; pues es para el séptimo milenio la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene pues ya estamos en ese séptimo milenio; y si no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, solamente faltan dos años y medio para terminar el sexto milenio y comenzar el séptimo milenio.
Ahora, ¿en qué año del séptimo milenio? Esperemos que los muertos en Cristo resuciten, y entonces hemos de saber en qué año Dios iba a llevar a cabo la resurrección. Lo que nos corresponde a nosotros es estar preparados.
Y ahora, Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre, excepto en Su cuerpo físico. Jesucristo es el mismo. Por lo tanto, Él, como bendijo en dispensaciones y edades pasadas a Su pueblo, a Sus escogidos de cada tiempo, también Él nos bendice a nosotros en este tiempo final; porque Jesucristo es el mismo.
Y para llegar a la juventud eterna física, Él nos pastorea, nos alimenta el alma; y llegaremos a ser como nuestro hermano mayor; porque Él nos está alimentando desde que hemos nacido, como ovejitas en el Reino de Dios, y vamos creciendo siendo bien alimentados. El Salmo 23 dice:
“Jehová es mi pastor; nada me faltará (nos dice también).
En lugares de delicados pastos me hará yacer;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma…”4.
¿Y qué más dice ahí?5
“Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte (eso es en este planeta Tierra, que es un valle de sombra y de muerte),
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…”.
¿Quién es “tú”? Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual está con cada uno de nosotros en nuestro tiempo, como ha estado con cada uno de Sus hijos en edades pasadas. Por lo tanto:
“No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores…”.
Tanto la Mesa espiritual como también la parte física. Siempre nos provee alimento para nuestro cuerpo, como también nos provee principalmente el Alimento para nuestra alma, que es la Palabra de Dios para la edad y dispensación que nos toca vivir a nosotros, como se la proveyó para los escogidos de Dios en las edades y dispensaciones pasadas. “Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”6.
“Unges mi cabeza con aceite (ese es el bautismo del Espíritu Santo, el aceite es el Espíritu Santo); mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días (o sea, por toda la eternidad)”.
Y ahora, “mi copa está rebosando” con la revelación del Vino de Su Palabra; y está dándonos el estímulo que da el Vino, a los que lo usan. Ahora, nos da el estímulo a nosotros, el estímulo por medio de la revelación de Su Palabra. Y todo eso lo hace Jehová, que es el Jesús del Nuevo Testamento, porque Él es nuestro Pastor; y Él nos pastorea, Jehová, o sea, Jesús nos pastorea, o me pastorea.
Yo voy con Él hasta el fin. ¿Y quién más? Ustedes también.
Y “el que perseverare hasta el fin, este será salvo”7: este será adoptado, este será transformado; y si partió, pues será resucitado; pero si está vivo, será transformado, y entonces tendrá el cuerpo eterno y tendrá juventud eterna.
Bueno, que Dios les bendiga; y dejo nuevamente a Benjamín, José Benjamín Pérez, para continuar.
Dios les bendiga.
“LA JUVENTUD ETERNA”.
[Revisión diciembre 2021]
1 Eclesiastés 11:9-10
2 San Juan 6:38
3 Salmos 119:9
4 Reina-Valera 1909
5 Reina-Valera 1960
6 San Mateo 4:4, San Lucas 4:4, Deuteronomio 8:3
7 San Mateo 24:13