El don de Dios dándonos Agua viva

Muy buenas tardes, amables amigos y hermanos presentes. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual quiero leer en San Juan, capítulo 4, versos 1 al 14, donde dice:

“Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan

(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),

salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.

Y le era necesario pasar por Samaria.

Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José.

Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta (o sea, de 11 a 12 del mediodía).

Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.

Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.

La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.

Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?

¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?

Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;

mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“EL DON DE DIOS DÁNDONOS AGUA VIVA”, o sea, Agua de vida eterna. Esa es el Agua que da Cristo, el don de Dios manifestado en carne humana.

El Mesías prometido para el pueblo hebreo estaba en medio del pueblo hebreo llevando a cabo Su ministerio mesiánico; y ese es el don de Dios para el pueblo hebreo y para la raza humana.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”1.

El don de Dios, lo que Dios ha dado para salvación para la raza humana: ha dado a Su Hijo unigénito, “para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Ese es el don de Dios para los seres humanos, para darles vida eterna a los seres humanos.

Y ahora, Cristo habla aquí del Agua que Él da para vida eterna.

El Agua que Él da para vida eterna es Su Espíritu Santo. Y por eso es que en San Juan, capítulo 7, verso 37 al 39, en el último y gran día de la fiesta de los tabernáculos, dice:

“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.

Ahora, vean que esa Agua viva, que salta para vida eterna, es el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, el cual Él da a los creyentes en Él.

Y cuando la persona cree en Jesucristo como nuestro Salvador y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibe Su Espíritu Santo: ha recibido esa Agua de vida eterna, ha recibido ese Espíritu de vida eterna, y por consiguiente ha obtenido el nuevo nacimiento y ha obtenido un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Y si la persona muere después de haber creído en Cristo como su Salvador y lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y recibido Su Espíritu Santo, no tiene ningún problema: ya está seguro, ya tiene vida eterna.

“El que oye mi Palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”2.

Y si ha pasado de muerte a vida, aunque su cuerpo físico muera no tiene ningún problema: ya tiene vida eterna; porque en los días que vivió en la Tierra aprovechó su tiempo sabiendo que el propósito del ser humano aquí en la Tierra es hacer contacto con la vida eterna, y recibir la vida eterna que da Cristo; y eso se obtiene creyendo en Cristo como nuestro Salvador y lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo; y así ríos de Agua viva, el Espíritu Santo, corre por nuestro interior.

Ahora podemos ver que la persona después que ha recibido la vida eterna, no importa que su cuerpo físico muera, la persona va al Paraíso a vivir en el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y vive allí hasta que ocurra la resurrección de los muertos en Cristo; para lo cual Cristo ha establecido el Día Postrero; porque Dios tiene todo bien programado.

Dice aquí en San Juan, capítulo 6, verso 40:

“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

El Día Postrero es llamado también el Día del Señor o Día de Jehová. Ese es el séptimo milenio, por cuanto un día delante del Señor para los seres humanos es como mil años, y mil años de los nuestros es un día delante del Señor. De esto da testimonio San Pedro en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y también el profeta Moisés en el Salmo 90 y verso 4.

Ahora, podemos ver que es para el Día Postrero (o sea, para el séptimo milenio) que Cristo resucitará a todos los creyentes en Él que han partido; esa es la resurrección de los muertos en Cristo.

Y los que queden vivos en la Tierra, y vean y reciban la Segunda Venida de Cristo, y permanezcan vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten, ¿qué sucederá? Pues seremos transformados.

Ahora, Cristo tiene todo bien ordenado, porque es un Programa Divino el cual Cristo está llevando a cabo.

Vean, en Primera de Corintios, donde nos habla San Pablo de la resurrección también…, ya hemos visto que es para el Día Postrero o séptimo milenio. Ahora, San Pablo nos dice de lo mismo que Cristo nos habló: de la resurrección.

Y ahora, Cristo nos habló también en el capítulo 5, verso 24 en adelante (vamos a leerlo completo); dice [San Juan]:

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.

De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.

Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;

y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.

No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;

y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida…”.

¿Oirán la voz de quién? Oirán la Voz del Hijo del Hombre; porque para el Día Postrero, que es el séptimo milenio, el Hijo del Hombre estará manifestado en la Tierra.

Y ahora vamos a ver esa Voz del Hijo del Hombre, esa Voz de Jesucristo hablando en el Día Postrero.

Vamos a leer Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, y luego leeremos también en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, todos esos lugares, y también en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 en adelante.

En Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…”.

¿En qué día estaba Juan el apóstol en el espíritu (porque fue transportado en el espíritu)? Fue transportado al Día del Señor, que es el Día Postrero, el cual es el séptimo milenio, en el cual ya estamos viviendo si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene.

“… y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta…”.

Escuchó una voz de una persona, y dice que era una gran voz como de trompeta; no era una trompeta literal, sino una gran voz como de trompeta.

Siempre la Voz de Cristo hablando en este planeta Tierra, a través de Sus mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, se ha escuchado como una trompeta hablando; pero no es una trompeta literal, sino la Voz de Cristo por medio del mensajero de cada edad, con el Mensaje de cada edad. Pero ahora Cristo en el Día Postrero, en el Día del Señor, habla con una Gran Voz de Trompeta; eso es un Mensaje dispensacional.

Y ahora veamos, dice:

“… y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

¿Y quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Pues nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de Jesucristo en el Día Postrero hablándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto; y así es como la Iglesia del Señor Jesucristo escuchará la Gran Voz de Trompeta, para que luego los muertos en Cristo resuciten, luego que los escogidos de Dios hayan sido llamados y juntados con esa Gran Voz de Trompeta; de la cual Cristo también habló en San Mateo 24, verso 31, cuando dijo:

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.

Los escogidos del Día Postrero de entre los gentiles son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, que en el Día Postrero estarán esperando la Venida del Señor y estarán esperando escuchar la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta, llamándolos y juntándolos en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular.

Y ahora, la Voz de Cristo, la Gran Voz de Trompeta, la Trompeta Final, la Voz del Alfa y Omega, nuestro amado Señor Jesucristo, ¿qué estará hablando? En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice:

“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta…”.

Aquí tenemos de nuevo la Voz de Cristo como una trompeta hablando.

Cuando se dice “una trompeta” es un Mensaje urgente para el pueblo de Dios, de parte de Jesucristo; o sea, Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en un mensajero hablándole a Su pueblo un Mensaje urgente; y con ese Mensaje llama y junta a Sus escogidos en cada edad.

Ahora, esta Voz ¿qué dijo?:

“… y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Cristo les pide a los que le escuchan que suban donde Él está.

¿Y dónde Él ha estado en edades pasadas? Él ha estado en etapas pasadas en cada edad correspondiente a la Iglesia de Jesucristo, y en el territorio correspondiente a esa edad, y en el mensajero correspondiente a esa edad; y ha estado hablando por medio de cada uno de esos siete mensajeros que Él ha tenido en las siete edades de Su Iglesia.

Pero ahora, para el Día Postrero, Él sube a la Edad de la Piedra Angular, y ahí es donde Él se manifiesta y le habla a Su Iglesia con esa Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que es un Mensaje dispensacional; y le habla urgentemente a Su Iglesia y le revela todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, luego de las que ya han sucedido en tiempos pasados.

Ahora vean, dice:

“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas (después de las que ya han sucedido en tiempos pasados)”.

Ahora, la forma de conocer las cosas que estarán sucediendo en este tiempo final es escuchando la Voz de Cristo.

¿Y por medio de quién estará Cristo hablando en el Día Postrero y dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto?

Así como habló por medio de los profetas en el Antiguo Testamento —el Espíritu de Cristo— las cosas que tenían que ser habladas, y luego habló por medio de Jesús, y luego habló por medio de los apóstoles, y luego habló por medio de Sus siete ángeles mensajeros; ahora veamos por medio de quién estará hablándole a Su Iglesia y dándole a conocer todas las cosas que han de suceder en este tiempo final. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿A quién ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto. Le muestra a Su Iglesia las cosas que han de suceder en este tiempo final.

Es por medio de Su Ángel Mensajero que Jesucristo se manifiesta en el Día Postrero, ungiendo a Su Ángel Mensajero, y colocando en la boca y el corazón de Su Ángel Mensajero la revelación de todas estas cosas que deben suceder; y por medio de Su Ángel Mensajero le da a conocer a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final.

Y ese Mensaje con el cual viene el Ángel de Jesucristo es un Mensaje dispensacional: es el Mensaje de la Dispensación del Reino, el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Por eso es que también en Apocalipsis 22, verso 16, Cristo reitera:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿Quién es el Enviado de Cristo para dar testimonio de todas estas cosas que han de suceder? El Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, que es el último profeta que Jesucristo envía al planeta Tierra; y lo envía a Su Iglesia primeramente y después lo enviará al pueblo hebreo; y lo envía con el Mensaje del Evangelio del Reino, con el cual son reveladas todas las cosas que han de suceder en este tiempo final.

Ese Mensaje, siendo la Voz de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero, es esa Gran Voz de Trompeta, la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia en este tiempo final; de la cual habló San Pablo también, cuando dijo en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 49 al 54:

“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial (o sea que seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Señor).

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.

O sea que no podemos continuar viviendo por toda la eternidad con este cuerpo mortal, corruptible y temporal, porque este cuerpo es para vivir solamente una temporada aquí y hacer contacto con la vida eterna, y tomar del Agua de la Vida gratuitamente, y vivir por toda la eternidad; pero viviremos en un nuevo cuerpo, el cual será eterno, el cual será glorificado, el cual será igual al cuerpo de Jesucristo y el cual será jovencito por toda la eternidad. Sigue diciendo:

“He aquí, os digo un misterio (recuerden que es un misterio del Reino de Dios): No todos dormiremos (o sea que no todos vamos a morir); pero todos seremos transformados (o sea que tendremos un cambio de cuerpo, una transformación, y entonces tendremos un nuevo cuerpo)…”.

Los muertos que han de resucitar, resucitarán en un cuerpo eterno, y nosotros seremos transformados, y entonces tendremos un cuerpo eterno. Y dice:

“… en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad (es necesario, para poder vivir eternamente físicamente en un cuerpo inmortal).

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.

Y de ahí en adelante no habrá más muerte para los hijos e hijas de Dios. El cuerpo en el cual viviremos nunca morirá, nunca se enfermará, nunca tendrá los problemas que tiene este cuerpo mortal, corruptible y temporal.

Pero para obtener ese cuerpo, primeramente tenemos que tomar del Agua de la vida eterna que nos ofrece Cristo, creyendo en Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo; y así recibimos el cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Y todo esto es posible por cuanto Cristo en Su Primera Venida llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario para darnos del Agua de la vida eterna, y así darnos Su Espíritu, y así darnos vida eterna.

Ya tenemos vida eterna, al creer en Cristo y recibir Su Espíritu Santo, pero el cuerpo físico todavía es mortal, corruptible y temporal. Y con la Venida de Cristo, el Ángel del Pacto manifestado en el Día Postrero, hablándonos por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto, estará sonándonos, tocándonos esa Trompeta Final (que es la Voz de Cristo, la Voz del Alfa y Omega), y estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y estará preparándonos para ser transformados y raptados en este tiempo final, y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial.

Por eso, así como tomamos y creemos en el Evangelio de la Gracia, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios, para recibir el nuevo nacimiento; también para el Día Postrero los escogidos estarán creyendo en la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, para recibir la transformación de su cuerpo, y así recibir el nuevo cuerpo que Cristo ha prometido para todos nosotros.

Y los muertos en Cristo también escucharán la Voz del Hijo del Hombre y resucitarán en cuerpos eternos. La Voz del Hijo del Hombre, la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, la Voz del Alfa y Omega, la Voz de nuestro amado Señor Jesucristo dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, dándonoslas – dándonos a conocer estas cosas por medio de Su Ángel Mensajero.

Y así como nosotros escuchamos en esta Tierra Su Voz, también los santos que están en el Paraíso, los que han partido, escuchan también allá la Voz de Cristo; porque ellos pueden mirar de allá hacia acá, y pueden escuchar también lo que acá se habla; y pueden escuchar la Voz del Hijo del Hombre hablándonos, la Voz del Alfa y Omega, la Voz del primero y el último, hablándonos por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto, para ser llamados, juntados y preparados para ser transformados en este tiempo final; y los santos que han partido, para ser resucitados en este tiempo final en cuerpos eternos.

Ahora hemos visto que con la Venida del Ángel del Pacto, Jesucristo, el Ángel Fuerte, velándose y revelándose por medio de Su Ángel Mensajero y hablándonos con esa Gran Voz de Trompeta, con ese Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, todas estas cosas que deben suceder pronto, ¿estamos escuchando qué? La Gran Voz de Trompeta, esa Trompeta Final de la cual habla San Pablo, para ser llamados, juntados y preparados para ser transformados en este tiempo final.

Y en Apocalipsis, capítulo 21, verso 6, nos dice Cristo por medio de Su Ángel Mensajero:

“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”.

Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice (al 17):

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.

Y así como para obtener vida eterna y obtener el cuerpo teofánico de la sexta dimensión hemos creído en Cristo como nuestro Salvador, creyendo en Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, para poder recibir de Su Espíritu Santo y obtener vida eterna y obtener el cuerpo teofánico de la sexta dimensión; para este tiempo final, también los hijos e hijas de Dios creerían en Su Segunda Venida para recibir el Agua de Vida, para recibir la plenitud del Espíritu Santo, y recibir el cuerpo eterno y glorificado que Él ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también.

Para eso es que Él viene en Su Segunda Venida: para llamar, juntar a Sus escogidos, y prepararlos para ser transformados y raptados, y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Ahora, hemos visto este misterio de EL DON DE DIOS DÁNDONOS AGUA VIVA”.

Nos ha dado las primicias del Espíritu y así nos ha dado vida eterna, y tenemos vida eterna y tenemos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y por eso, si nuestro cuerpo físico muere no hay ningún problema: nos vamos a vivir al Paraíso, donde no hay problemas como hay aquí en la Tierra.

Pero ¿saben ustedes una cosa? Que sin la Segunda Venida de Cristo no hay resurrección ni hay nuevo cuerpo, el cual Él ha prometido.

Y con Su Venida (la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová), manifestado en el tiempo final y hablándonos por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto, Cristo hablándonos, es esa Gran Voz de Trompeta: la Voz de Cristo hablándonos y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, para que nosotros podamos ser preparados para tomar del Espíritu Santo en toda Su plenitud.

Ya hemos tomado del Espíritu Santo en las primicias, que es el bautismo del Espíritu Santo, pero tenemos la promesa para el Día Postrero de la plenitud del Espíritu Santo; pero antes de tener la plenitud, tenemos que tener las primicias: tenemos que haber nacido de nuevo creyendo en Cristo como nuestro Salvador y recibiendo Su Espíritu Santo.

Ahora, para los que han recibido a Cristo como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, es la Gran Voz de Trompeta llamándolos y juntándolos y preparándolos para ser transformados en este tiempo final; o sea que la plenitud del Espíritu Santo es para los que tengan las primicias del Espíritu Santo.

Y eso será la adopción para los hijos e hijas de Dios; la adopción, que es la redención del cuerpo, en donde los hijos de Dios volverán a tener un cuerpo eterno, y tendrán un cuerpo como el cuerpo eterno de nuestro amado Señor Jesucristo; y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, a imagen y semejanza del Alfa y Omega, del primero y el último.

Hemos visto la bendición tan grande que Dios nos ha dado al darnos la Primera Venida de Cristo y también la bendición tan grande que hay en la Segunda Venida de Cristo.

En la Primera Venida Él viene como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo muriendo en la Cruz del Calvario en Su Obra de Redención. Y en Su Segunda Venida viene como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para darnos la plenitud del Espíritu Santo, para los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos ser transformados.

Así como en Su Primera Venida nos da las primicias, produciendo en nosotros el nuevo nacimiento al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y ahí es que tomamos del Agua de la vida eterna y obtenemos vida eterna: al tomar de Su Espíritu Santo, al recibir Su Espíritu Santo.

Y para el Día Postrero recibiremos la plenitud del Espíritu Santo, y así recibiremos la inmortalidad física también.

Todo eso viene de parte de EL DON DE DIOS DÁNDONOS AGUA DE VIDA, o Agua viva, que es Agua de vida eterna.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión dándoles testimonio de EL DON DE DIOS DÁNDONOS AGUA VIVA”.

“EL DON DE DIOS DÁNDONOS AGUA VIVA”.

[Revisión mayo 2020]

1 San Juan 3:16

2 San Juan 5:24

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