Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión nuevamente, para continuar dándoles testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, darles testimonio de las cosas que deben suceder en la cuarta vigilia y luego también durante todo el Día Milenial, y también de las cosas que sucederán después del Reino Milenial.
Me detuve un poco buscando un lugar ahí (y lo había leído en otras ocasiones, pero ahora cuando lo necesitaba pasé un poquito de trabajo buscándolo; pero ya lo conseguí); y es de las cosas que están señaladas para suceder en este tiempo; por lo tanto, es importante para nosotros, porque esas son las cosas que Cristo prometió que nos daría a conocer.
Una de ellas también es nuestro tema de esta ocasión: “EL VENCEDOR QUE RECIBE LA ESTRELLA DE LA MAÑANA”.
Si Él dice: “Al que venciere yo le daré la Estrella de la Mañana”, es porque eso tiene importancia si Él lo dice; y a nosotros nos interesa saber qué es, cuál es esa Estrella, y también quién recibe esa Estrella.
Ahora, leamos en Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 en adelante, donde está la promesa; y esa promesa es para el Vencedor. Vean que siempre el Vencedor recibe una o muchas bendiciones de parte de Dios.
Los vencedores de Dios, tanto del pueblo hebreo como de la Iglesia gentil de Jesucristo, han recibido grandes bendiciones en el pasado; y para el Día Postrero habrá grandes bendiciones para el Vencedor del Día Postrero y para todos los que estarán con el Vencedor, los cuales también serán vencedores en este tiempo final; porque si al Vencedor le va a ser dada esa Estrella, los que estarán con el Vencedor tendrán en medio de ellos esa Estrella.
Dice Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 28:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;
y le daré la estrella de la mañana.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
¿Quién habla aquí? El Espíritu Santo, Jesucristo, el Ángel de Pacto; y dice que al Vencedor le dará autoridad sobre las naciones, y que también le dará la Estrella resplandeciente de la Mañana; y también le dará del Maná escondido, y también le dará una Piedrecita blanca, y en la Piedrecita un nombre nuevo escrito1; y también le dará a comer del Árbol de la Vida que está en medio del Paraíso de Dios2; y también le dará, escribirá sobre él, ¿qué escribirá sobre él? Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice: “… y le haré columna en el Templo de mi Dios; y escribiré sobre él el Nombre de mi Dios, y el Nombre de la Ciudad de mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del Cielo, de mi Dios, y mi Nombre Nuevo”.
Y ahora, veamos quién es el Vencedor que recibirá la Estrella de la Mañana, pues dice: “… y le daré la estrella de la mañana”, y veremos a ver quién es esa Estrella de la Mañana y a quién le será dada la Estrella de la Mañana.
Para ir comprendiendo esta promesa tan grande que Cristo ha hecho aquí y que será cumplida en el Día Postrero (pero que fue reflejada en edades pasadas), como también todas las demás promesas que están hechas aquí en el libro del Apocalipsis, encontramos que en toda su plenitud se cumplirán en el Día Postrero, pero fueron reflejadas en un cumplimiento parcial a través de los mensajeros de cada edad.
Porque así como Cristo se reflejó en los profetas del Antiguo Testamento y reflejó en ellos Su Primera Venida (y también Su Segunda Venida), luego, cuando apareció Cristo, en Él estaba la plenitud de Dios manifestada, cumpliendo en toda su plenitud lo que fue reflejado en los profetas con relación a la Primera Venida de Cristo.
Y para la Segunda Venida de Cristo, todo lo que estará sucediendo ya ha sido reflejado en los profetas del Antiguo Testamento y también en los mensajeros de la Iglesia de Jesucristo; y las bendiciones que estarán siendo manifestadas también fueron reflejadas.
Ahora, podemos ver que hay una promesa que dice: “Al que venciere, yo le daré a comer del Maná escondido”, y esto fue reflejado dándole a comer Maná; o sea, el Mensaje de la edad o de cada edad en el pasado, le fue dada esa promesa, le fue dado ese Maná a comer a cada mensajero, y él dio, compartió con la Iglesia de Jesucristo, con el grupo de su edad.
Así como cayó maná del cielo durante 40 años en medio del pueblo hebreo… vean ustedes, el pueblo hebreo comió 40 años maná del cielo, y también comió carne, codornices, y bebió de la roca que le seguía, bebió agua que Dios le dio en dos ocasiones; y la roca era Cristo.
Y ahí está la Primera Venida de Cristo, en la primera roca que fue herida por Moisés y dio aguas3. El agua representa al Espíritu Santo que Cristo nos ha dado.
Y la segunda roca, a la cual Dios le dijo y de la cual Dios dijo a Moisés4: “Ve y háblale a la roca, y ella dará aguas”, Moisés cometió un grave error, el cual aparentemente para muchas personas no fue tan grave, porque no pueden ver lo que significaba aquella roca y lo que significaba lo que Moisés tenía que hacer; y por cuanto no lo hizo exactamente como Dios le dijo, alteró lo que estaba siendo allí representado; porque en esa segunda roca estaba siendo representada la Segunda Venida de Cristo.
Y Moisés había herido la primera roca, lo cual representaba la Primera Venida de Cristo siendo herido en la Cruz del Calvario. Y para la Segunda Venida de Cristo, Moisés tenía que representarla allí en la segunda roca y tenía que hablarle a la segunda roca; pero Moisés lleno de ira… Recuerden que cuando la persona se llena de ira siempre comete graves errores, y Moisés cometió un grave error delante de Dios, que fue lo peor.
Y ahora, conforme al Programa Divino era hablarle a la roca. Estaba siendo allí colocado el fundamento en tipo y figura, o sea, el símbolo; porque primero tiene que ser colocado el simbolismo de lo que Dios va a hacer.
Y ahora, en el simbolismo de la Segunda Venida de Cristo, Moisés lleno de ira por causa del pueblo, que era un pueblo rebelde y era un pueblo que siempre estaba dando problemas (por diez ocasiones quiso apedrear a Moisés), ahora va con Aarón y va molesto, lleno de ira; toma la vara de Dios con la cual había abierto el mar Rojo y con la cual también había herido la roca, la primera roca; y ahora lleno de ira habla al pueblo y le dice que le va a dar aguas de esa roca.
Vamos a ver cómo lo dice aquí: capítulo 20 de Números, verso 7 en adelante, dice:
“Y habló Jehová a Moisés, diciendo:
Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias.
Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó.
Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña (no era una piedra pequeña, sino una peña gigante), y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?
Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias.
Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.
Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos”.
Ahora vean el error tan grande que cometió Moisés: golpear a la peña, cuando Dios le dijo: “Háblale”. Esa etapa era por la Palabra creadora, siendo hablada por Moisés, que las cosas sucederían y las bendiciones de Dios vendrían para el pueblo. Y el agua, que representa la plenitud del Espíritu Santo para el pueblo de Dios, vean ustedes, vendría sin herir la peña, solamente hablándole a la peña, el cual es Cristo en Su Segunda Venida.
Pero Moisés lleno de ira hirió la peña. La roca dio aguas, pero fue herida la peña; y por cuanto Cristo en Su Segunda Venida, en el cumplimiento de Su Segunda Venida, no va a ser crucificado nuevamente en carne como fue crucificado dos mil años atrás (porque ya el Sacrificio por el pecado fue hecho), por cuanto Moisés hirió la roca sucederá una segunda crucifixión espiritual.
Y toda persona que se levante en contra de la Segunda Venida de Cristo y hable en contra de la Segunda Venida de Cristo, le será contado al individuo, y también a cualquier grupo, como una segunda crucifixión; serán tenidos delante de Dios como personas que han crucificado a Cristo por segunda ocasión.
Ahora vean lo que Moisés colocó allá cuando hirió la roca.
Y ahora, podemos ver que el reino de los gentiles también, que fue el que hirió la Roca allá en la Cruz del Calvario, es el mismo que también se levantará en el Día Postrero conforme a Apocalipsis, capítulo 17, verso 11 en adelante, y se levantará en contra de la Roca, en contra de Cristo en Su Segunda Venida.
Dice Apocalipsis, capítulo 17, verso 11 en adelante:
“La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.
Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.
Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.
Los que están con Él son los escogidos de Dios del Día Postrero y los santos que han partido que van a resucitar en cuerpos eternos.
Y ahora vean ustedes cómo la misma bestia, el imperio romano que se levantó en contra de Cristo allá, y crucificó a Cristo a petición del pueblo hebreo, nuevamente se levantará en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, que es el imperio o reino del anticristo para el Día Postrero, y se levantará en contra de Cristo, en contra de la Segunda Venida de Cristo; pero Cristo lo vencerá, porque Él es Rey de reyes y Señor de señores.
Por eso también en Apocalipsis, capítulo 19, verso 19, también nos habla de la bestia y los reyes que le dieron su poder y su autoridad, y los ejércitos de esos reyes, que vendrán en contra del que monta el caballo blanco de Apocalipsis 19. Dice:
“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.
Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.
Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos”.
Ahora vean cómo el anticristo, el falso profeta, el hombre de pecado, la bestia, se levantará en contra del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es la Venida de Cristo, Su Segunda Venida, y viene como Rey de reyes y Señor de señores.
Y ahora vean cómo Cristo lo vencerá, porque para este tiempo final la Segunda Venida de Cristo no es para ser crucificado Cristo como fue allá dos mil años atrás, en la Cruz del Calvario, porque ya Él pagó el precio por el pecado.
Así que esta persecución y esa guerra que le harán a la Segunda Venida de Cristo será contada como una segunda crucifixión, una crucifixión espiritual; pero Cristo vencerá. Y por cuanto vencerá, quitará el reino de los gentiles, tomará los reinos de este mundo y establecerá el Reino Milenial; y reinará con Su Iglesia sobre todas las naciones y sobre el pueblo hebreo.
Ahora podemos ver todo este Programa Divino correspondiente a este tiempo final y podemos ver lo que sucedió allá, por lo cual Moisés no pudo entrar a la tierra prometida ni tampoco pudo entrar Aarón: porque hirió la roca dos veces allí, aquella segunda roca, la cual no podía ser herida sino que le tenían que hablar a la roca para que diera agua para el pueblo.
Moisés luego se dio cuenta lo que él había hecho, y él quiso corregir su error, su problema, pero ya era demasiado tarde. Encontramos a Moisés tratando de obtener misericordia de parte de Dios, pero no la pudo obtener.
Vean, en el libro de Deuteronomio encontramos ya a Moisés despidiéndose; y en Deuteronomio, capítulo 3, verso 23 al 29, vean lo que nos dice aquí Moisés con relación al error que él cometió, por el cual él no pudo entrar a la tierra prometida, sino que le fue dicho: “Sube al monte, y de ahí vas a ver la tierra prometida; pero no entrarás a ella”. Capítulo 3 de Deuteronomio, verso 23 al 29, dice:
“Y oré a Jehová en aquel tiempo, diciendo:
Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas?
Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano.
Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me hables más de este asunto”.
Dios se había enojado contra Moisés por haber herido la roca, a la cual y de la cual Dios dijo: “Háblale a la roca”. A la primera roca le había dicho Dios que la hiriera con la vara, pero a la segunda roca, le dijo: “Háblale a la roca”. Y las cosas hay que hacerlas en la forma en que Dios ordena, o si no, Dios no se agrada de lo que hacemos, y entonces no podemos recibir las bendiciones de Dios. Tenemos que saber lo que Dios nos dice que hagamos y cómo nos dice que hagamos las cosas.
Ahora vean cómo este hombre tan poderoso, Moisés, el que Dios usó para la liberación del pueblo hebreo, ahora al cometer ese error no pudo entrar a la tierra prometida. Y fue tan grave, porque siendo profeta, en él y en lo que él hacía se estaba reflejando el Programa de Dios, Cristo se estaba reflejando en él, tanto en Su Primera Venida, como también Su Segunda Venida; porque Dios se refleja por medio de Sus profetas.
Ahora vean cómo Moisés ahora se lamenta de haberse molestado con el pueblo y haber actuado en esa forma, y también le echa la mitad de la culpa al pueblo o casi toda la culpa, porque dice aquí:
“Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros…”.
Siempre uno trata de echarle la culpa a otras personas, pero miren, usted no puede enojarse aunque otra persona lo moleste y trate de que usted se enoje.
Moisés, a causa del pueblo que lo molestó tanto (y en muchas ocasiones quiso hasta apedrearlo y siempre estaba protestando), se enojó contra el pueblo.
Y cuando uno hace algo en la Obra de Dios molesto, enojado, comete siempre un error. Lo primero, el error es que uno no puede hacer nada para Dios enojado; con ira no se puede hacer la Obra de Dios, con ira no se puede trabajar en la Obra de Dios; mejor estese quieto; ore a Dios para que saque esa raíz de amargura de su alma, de su corazón.
Mire, otro hombre enojón: Jonás. No quería ir a llevar el Mensaje5, pero fue… no quiso ir ni en burro, ni en camello, ni en embarcación, pero tuvo que ir en un submarino llamado “un pez bien grande”6. Lo llevaron sin pagar flete; pero iba bien asustadito allí.
Dio el Mensaje, y el rey y todo el pueblo creyó, y entonces se arrepintieron delante de Dios; y entonces Dios le dijo al profeta Jonás7: “Mira, el rey y el pueblo se han arrepentido, así que no enviaré el juicio divino que iba a enviar sobre Nínive”.
Y ahora, en vez del profeta decir: “Gracias, Señor, que Tu misericordia es tan grande que has tenido misericordia de este pueblo que se merecía la destrucción; pero por cuanto han escuchado la Palabra, el Mensaje, y se han arrepentido, Tu misericordia ha sido extendida para este pueblo. Señor, gracias, porque mi ministerio ha obrado para bien de esta nación, de este rey y de toda esta gente que viven en esta nación; mi ministerio ha sido de bendición”.
Pero no; Jonás dijo8: “Por eso es que yo no quería venir, porque yo sé que Tú eres un Dios misericordioso y que te arrepientes del castigo si el pueblo se arrepiente; y yo sabía que si el pueblo se arrepentía Tú ibas a tener misericordia y no ibas a enviar el juicio divino que Tú me has dicho que ibas a enviar. Y ahora yo dije que iba a venir el juicio divino y ahora no va a venir el juicio divino, va a venir la misericordia de Dios sobre el pueblo”.
Pues entonces tenía que ir a decirle al pueblo y al rey: “Dios les ha visto a ustedes, ha visto que ustedes se han humillado, ha visto que ustedes se han arrepentido de sus pecados, ha visto que ustedes han pedido perdón a Dios; y ahora Dios ha tenido misericordia de ustedes, ¡y ahora Dios los va a bendecir en vez de destruirlos!”, y darles un mensaje positivo para que tomaran ánimo y le dieran gracias a Dios, y comenzaran una nueva vida, productiva, y de servicio al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Pero Jonás no estaba interesado en la salvación de esa gente, no estaba interesado en que la misericordia de Dios fuera manifestada en favor de esas personas; y se va muy enojado.
Y Dios, miren, Dios trata con Sus profetas, sean enojones o no sean enojones. Dios sabe cómo tratar con ellos; pero recuerden que son muy pocos los enojones.
Y ahora, estaba haciendo un día muy caluroso y Dios hace que una calabacera crezca y eche buenas hojas; y Jonás, como hacía mucha calor y sol, se metió debajo. Piensen como si fuera una planta de una vid, una planta de uvas, que ustedes la pueden colocar en cierta forma que se va enredando y va formando un techo muy bonito; y ahí, esa vid, esa planta de uvas le hace sombra a cualquiera que tenga calor y se siente debajo de ella.
Para el Milenio, dice que nos sentaremos debajo de la vid y comeremos el fruto, tomaremos del fruto de la vid9; y también comeremos higos y de todo lo que el campo va a producir.
Y ahora, Jonás cuando vio esa sombra enseguida buscó la sombra. Ustedes saben por qué uno busca la sombra, ¿verdad? Porque la sombra no lo busca a uno; entonces uno enseguida busca un lugar donde hay sombra y enseguida se mete; la única sombra que busca a uno o que sigue a uno es la de uno mismo, y bajo esa usted no se puede meter. Pero nosotros tenemos una sombra debajo de la cual nos podemos meter10:
“El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente”.
Bajo esa sombra es que nosotros nos podemos meter, y estaremos siempre seguros.
Ahora, Jonás estuvo lo más contento bajo la sombra de esa calabacera; pero no contento con que Dios había tenido misericordia del pueblo, de Nínive, un pueblo gentil; o sea que Jonás siendo hebreo no estaba contento que Dios tuviera misericordia de los gentiles.
Pero Dios, luego que le dio esa buena sombra, esa calabacera que creció en un día e hizo sombra, y Jonás estuvo ese día lo más contento ahí a la sombra, durante la noche sucedió lo que ustedes ven en algunas plantas: que nacen unos gusanitos, unos gusanos, y se van comiendo las hojas; pues nació un gusano en esa calabacera que se comió todas las hojas; o sea era un gusano de esos comilón: acabó con todas las hojas.
Y al otro día cuando comienza el sol a calentar y la calabacera sin hojas, y Jonás bajo el sol caliente, se puso molesto también; y Dios ahí le habló a Jonás y le dio una gran lección que todos debemos recibir.
Ahora, Dios nos ha enviado a nosotros a llevar el Mensaje, ¿para qué? Para Dios tener misericordia de las demás personas. No vaya condenándolos. Vaya llevándoles el Mensaje; y en el Mensaje ellos escucharán que viene el juicio divino sobre la Tierra, pero que hay misericordia para aquellos que clamen a Dios y busquen la misericordia de Dios. Y el que es de Dios, oirá la Voz de Dios; y al escuchar la Voz de Dios, recibirá la misericordia de Dios; y por consiguiente la bendición de Dios vendrá sobre la persona.
Así que llevemos la Palabra, el Mensaje, por todos los lugares, para que Dios tenga misericordia de las demás personas; porque lo que viene después es terrible: los juicios de la gran tribulación. Y ninguno de nosotros queremos esos juicios; por lo tanto, tampoco queremos que caigan esos juicios sobre las personas; y la única forma es llevándoles el Mensaje para que busquen a Dios. Si buscan a Dios arrepentidos: obtendrán misericordia.
No queremos que perezca ninguno de los escogidos de Dios. Y llevando el Mensaje es que podrán recibir la Palabra de Dios, oír la Voz de Dios. Estamos viviendo en el tiempo, en el ciclo divino más importante de todo el Programa Divino.
Vamos a ver aquí, lo que sucedió aquí… vamos a ver lo que pasó aquí: capítulo 4, verso 1 en adelante, dice [libro de Jonás]:
“Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó.
Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte (no como Jonás, que se enojaba rápido), y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.
Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida”.
Malagradecido también. Dios nos da la vida, seamos agradecidos a Dios, que nos da la vida y que nos da la oportunidad así de vivir y servir a Dios todos los días de nuestra vida.
Es un privilegio vivir en esta Tierra en estos cuerpos mortales, aunque no sean cuerpos perfectos. Nos da la oportunidad de hacer contacto con Cristo, la Vida Eterna, y servir a Cristo, y ser preparados para recibir el nuevo cuerpo que Él ha prometido para todos nosotros.
Pero si en lo poco no somos fieles: en este cuerpo mortal, corruptible y temporal, ¿cómo vamos a querer el nuevo cuerpo, que es eterno? Tenemos que probar, estando en estos cuerpos temporales, que amamos a Cristo y que le serviremos todos los días de nuestra vida; ya sea estando en este cuerpo temporal o estando en el cuerpo eterno; y lo demostramos estando en este cuerpo temporal, demostramos que serviremos a Dios en el cuerpo eterno por toda la eternidad.
Ahora, sigue diciendo:
“Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?”.
Y la pregunta para los que se enojan: “¿Haces bien en enojarte tanto?”. No haces ningún bien.
¿Moisés hizo bien en enojarse con el pueblo y herir la roca cuando Dios le dijo: háblale a la roca? No hizo bien, hizo mal, y perdió la oportunidad de entrar a la tierra prometida en el cuerpo físico, estando en el cuerpo físico; entró pero estando en su cuerpo teofánico, no en el cuerpo físico que tenía. El cuerpo teofánico entró, porque la persona sigue viviendo en el otro cuerpo, en el cuerpo teofánico. Y luego apareció en el Monte de la Transfiguración con Jesús y el profeta Elías.
Ahora, ¿se hace bien en uno enojarse? Uno no hace bien, le hace hasta daño a la salud el uno estar enojado. Pero el corazón alegre, feliz y agradecido a Dios es medicina para su cuerpo, es la mejor medicina que puede la persona tomar, esa es la mejor medicina.
Pero el peor veneno es el enojo, la ira, el odio; todas esas cosas son veneno para el cuerpo físico, son raíces de amarguras que uno no puede tener en el corazón; lo que le hacen es daño, le envenenan el alma a la persona.
“Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?
Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad”.
Ahora, de lejos está mirando a ver qué es lo que va a pasar en la ciudad; pero ya Dios le dijo a Jonás: “Mira, el rey se ha arrepentido con el pueblo”. En el capítulo 3 es que se lo dice: capítulo 3, verso 10, dice:
“Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo”.
Y ahora Jonás de lejos mira y ve que no viene ningún mal; pasó el día cuarenta y nada. El pueblo de Nínive y el rey no estaban enojados con Jonás, más bien estaban agradecidos a Jonás: “¡Gracias a Dios que nos envió este profeta! No quería venir pero Dios lo trajo para bendición nuestra”.
De seguro el rey diría: “¿Y dónde se habrá metido? Dónde se habrá metido Jonás, porque nosotros lo amamos: nos trajo el Mensaje de parte de Dios a nosotros; y al nosotros recibir su Mensaje hemos recibido la misericordia de Dios; no sabíamos que Dios nos iba a destruir”. Pero por cuanto Dios no hará nada sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas (aunque sean enojones), vean ustedes, llevó el Mensaje y lo recibieron.
Algunas personas miran a los mensajeros de Dios y algunas veces dicen: “No, yo no recibo el mensaje de este, porque o es muy serio o lo veo medio enojado”, pues miren, el rey y el pueblo de Nínive vio que Jonás era un profeta que estaba enojado pero recibió su Mensaje, y recibieron la misericordia de Dios.
Uno tiene que mirar a Dios y ver el Mensaje de parte de Dios aunque no le guste mucho el mensajero a través del cual Dios le envía el Mensaje; porque lo que la persona necesita es el Mensaje que viene de parte de Dios, necesita creerlo con toda su alma, con todo su corazón, para que le produzca las bendiciones de Dios.
Y ahora, Jonás quedó a la sombra de esa enramada que él hizo con esa planta, calabacera, que nació, y miraba para la ciudad a ver qué pasaba; y nada pasaba; y el juicio divino no cayó sobre Nínive.
Y ahora vean lo que dice el capítulo 4, verso 6 en adelante; dice:
“Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar…”.
Miren, aun Dios ayudando a Jonás para librarlo del malestar que tenía, estaba molesto; y ustedes saben que cuando el sol calienta y uno está sudando mucho y el sol dándole a uno, algunas veces uno se molesta un poquito. Pero miren, Dios hizo crecer una calabacera sobre Jonás, la cual cubrió toda esa área, y ahora tenía un aire acondicionado natural; porque árboles o calabaceras así, hacen que el ambiente esté fresco, porque absorben el calor del sol y no dejan que pase el sol, no dejan que pase el calor y que pase el sol, y ya el lugar es más fresco.
Si ustedes se paran al sol sienten que está caliente, se paran bajo la sombra de un árbol y sienten que está más fresco allí, ¿por qué? Porque todo el calor lo está recibiendo el árbol y no está pasando abajo; y usted está a la sombra de ese árbol, recibiendo los beneficios de la sombra de ese árbol que está ahí.
Ahora vean cómo sigue diciendo:
“… y Jonás se alegró grandemente por la calabacera (en un día de mucho sol se alegra cualquiera, cuando encuentra una sombrita dónde meterse).
Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó”.
Aquí no especifica si se comió las hojas; pudo haberse comido las hojas o pudo haberse comido la raíz; y al comerse la raíz se queda sin vida la calabacera, se secan las hojas; y hojas secas no dan sombra. Y ahora:
“Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano…”.
Vean, está probando al profeta y está enseñándole al profeta, está pasándolo por ciertas pruebas; porque cuando son así medios tercos necesitan pasar por etapas duras, donde esa forma así de enojones les sea quitada.
Y ahora, vean ustedes cómo dice:
“Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida”.
Todavía está enojado, todavía está pidiendo la muerte; pero, vean ustedes, seguía viviendo; porque la persona tiene un día para nacer y un día para morir, y Dios es el que determina cuándo se va a llevar a Sus hijos.
Ahora, veamos aquí:
“Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera?”.
Vean, Dios está tratando todavía con Su profeta, aunque es un profeta enojón; pero es el profeta de Dios. Y lo que estamos hablando no es criticando a Jonás, sino el mal genio; que le llaman mal genio, pero es esa forma de rebeldía y de estar enojado con todas la situaciones y con el mismo Dios.
Y ahora le dice Dios:
“¿Tanto te enojas por la calabacera?”.
Ahora estaba enojado porque se le secó la calabacera y ahora no tenía sombra, y el sol le estaba dando en la cabeza; y cuando da el sol en la cabeza en un día de mucho sol, uno suda mucho y se molesta, y se toca la cabeza y está caliente, y no encuentra uno dónde meterse, no encuentra uno sombrita. Y por esos territorios hay pocos árboles, por esos territorios que son bien áridos, son como áreas de muchos desiertos; ahí encontrar una sombrita parece que era difícil para Jonás. Y ahora está muy enojado; por una cosa tan sencilla (una calabacera); pero vean, Dios le está dando una lección.
¿Cuántos quieren que Dios les dé una lección así? Ninguno, ¿verdad? No se preocupen que ninguno de ustedes es así enojón; no se enoja con Dios, ni con Su Programa; por lo tanto, no se preocupen en esa parte.
Ahora, nosotros llevamos el Mensaje con amor divino, de buena voluntad; porque es un privilegio para nosotros llevar el Mensaje y ver que Dios tiene misericordia de la gente cuando recibe el Mensaje. Y nuestro deseo es que todo ser humano lo reciba, nuestro deseo es que toda la América Latina y el Caribe reciban la Palabra de Dios y obtengan la misericordia de Dios; sean buenos o sean malos, que reciban la Palabra y se arrepientan, para que Dios tenga misericordia de ellos.
“Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte”.
¡Ándale! ¡Como le contesta a Dios!: “¡Mucho!”. No le dice: “Poco”: “Mucho me enojo, hasta la muerte”. Enojado hasta la muerte. Y Dios tiene misericordia y tiene paciencia con Jonás; era el profeta de la hora para ese pueblo y Dios no lo podía cambiar.
Y en Jonás está representando algo que se cumpliría en Cristo; y fue cuando Jonás estuvo en el vientre de la ballena por tres días. Y como Jonás estuvo en el vientre de la ballena o del pez grande por tres días, así también el Hijo del Hombre, Jesucristo, estaría en el corazón de la Tierra por tres días11. ¿Ven? Porque en los profetas de Dios se refleja el Programa que Dios llevará a cabo más adelante; aun en profetas que se han enojado, como Moisés y como Jonás. Son muy pocos los que se enojan, pero algunos se enojan en algunos momentos.
En otra ocasión se enojó ¿quién fue? Se enojó Eliseo con unos jovencitos, con unos muchachos que se pusieron a criticarlo, y le decían12: “¡Sube calvo, sube!”. No tenía cabello y se estaban mofando de él; y como el profeta Elías había subido en un carro de fuego, le decían a él que también subiera. Pero se molestó y maldijo a aquellos muchachos molestosos, y salieron dos osos y se comieron, mataron a esos niños, cuarenta y dos niños.
Es mejor ver a un profeta contento y no enojado; porque si está enojado, difícil que hable bendiciones; pero si está contento, no podrá detener las bendiciones que Dios colocará en su boca para todo el pueblo.
Cualquier persona podrá decir: ¿Por qué el Mensaje del Evangelio del Reino, de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta es dado a los latinoamericanos y caribeños, por qué es enviado a ellos? Porque así estaba determinado en el Programa de Dios.
Y en una ocasión dijo Isaac a Esaú… cuando había bendecido a Jacob, y luego llegó Esaú buscando la Bendición de la Primogenitura, e Isaac estaba ciego… siendo un profeta y estaba ciego; porque no importa que tenga algún problema de salud un profeta, eso no le quita el que sea el profeta de Dios para ese tiempo.
Y encontramos a Isaac que ya estaba ciego, y eso fue de bendición para Jacob, para poder obtener la Bendición de la Primogenitura siendo hablaba por Isaac; porque aun estando ciego podía hablar las bendiciones de Dios.
Y ahora, habló las bendiciones de la Primogenitura para Jacob y después Jacob se fue; y cuando llegó Esaú buscando la Bendición de la Primogenitura ya había sido dada a otra persona, a su hermano Jacob. Y cuando Isaac le pregunta a Esaú13: “¿Quién tú eres?”, y Esaú le dice: “Pues yo soy tu hijo, tu primogénito”, dice Isaac: “Vino tu hermano primero que tú; y yo lo bendije, y será bendito”.
Y la Bendición de la Primogenitura es hablada para la Iglesia de Jesucristo, y en la Edad de la Piedra Angular es hablada la bendición para nosotros ser transformados en este tiempo final; ¡y seremos transformados!
La bendición para ser adoptados, para ser transformados en este tiempo final, eso es para la Edad de la Piedra Angular; y si se llena la Edad de la Piedra Angular de latinoamericanos y caribeños, esos son los que serán adoptados, esos son los que serán transformados.
No importa que haya muchas personas en otras naciones, si no reciben la Palabra de bendición, la Palabra de Dios para el Día Postrero, la Palabra de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, no podrán ser adoptados, no podrán ser transformados; pero los que la reciban, aunque sean latinoamericanos y caribeños, serán transformados; porque esa es la Palabra de Bendición para los escogidos de Dios del Día Postrero.
Y el Ángel del Señor Jesucristo podrá decirle a Jesucristo: “Yo les he dado Tu Palabra y ellos la recibieron. Y les he dicho que la transformación es para los que reciben Tu Palabra; y ellos la han recibido y lo creen con toda su alma. ¡Y yo los bendije en Tu Nombre, y serán benditos!”. Así es como viene la bendición para los escogidos de Dios del Día Postrero, así es como viene la fe para ser transformados y raptados en este tiempo final.
Por eso es que la Estrella resplandeciente de la Mañana es dada al Vencedor. Y el Vencedor es el Ángel del Señor Jesucristo del Día Postrero, que estará en el ministerio del Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, el cual estará viviendo en la Tierra en ese tiempo y ministrando para el tiempo de la Venida del Señor, de la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo; para ser, el Ángel de Jesucristo, el mensajero que recibe la Estrella resplandeciente de la Mañana.
¿Y qué es la Estrella resplandeciente de la Mañana? Vamos a ver qué es la Estrella resplandeciente de la Mañana. Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.
¿Quién es la Estrella resplandeciente de la Mañana? Nuestro amado Señor Jesucristo, Él es esa Estrella resplandeciente de la Mañana, y Él es la raíz y el linaje de David; y Él le dará al Vencedor la Estrella resplandeciente de la Mañana.
O sea que el Vencedor tendrá a Cristo en Él manifestado como la Estrella resplandeciente de la Mañana; por lo tanto, Cristo a través del Vencedor estará resplandeciendo en la mañana del séptimo milenio y de la séptima dispensación; y estará dándonos Su Luz, Su revelación, la revelación de que un nuevo día dispensacional ha comenzado y que un nuevo día milenial ha comenzado también; y que estamos en la mañana, rayando el alba.
Ya la Luz del nuevo día milenial y de la nueva dispensación (la séptima dispensación) está alumbrando nuestro entendimiento y nuestro corazón; es la Luz de la Estrella de la Mañana que está resplandeciendo en la Iglesia de Jesucristo en este Día Postrero; es la manifestación de Cristo, la Estrella resplandeciente de la Mañana, por medio de Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, por medio del Vencedor del Día Postrero.
Así como también la manifestación de Cristo como el Sol de Justicia para el Día Postrero será en el Vencedor también; y también las demás bendiciones que Cristo ha prometido para Su Iglesia las veremos manifestadas por medio de Cristo a través de Su Ángel Mensajero.
Por eso es que Juan el apóstol quiso adorar al Ángel en dos ocasiones: en Apocalipsis, capítulo 19, versos 6 al 10, y Apocalipsis 22, versos 6 al 10 también, y el Ángel le dijo: “Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y con tus hermanos los profetas, y con los que tienen el testimonio de Jesucristo. Adora a Dios”.
Él se identifica como un redimido con la Sangre de Cristo y como uno de los profetas de Jesucristo. Así que el Ángel solamente es el instrumento de nuestro amado Señor Jesucristo para este tiempo final.
Y él con gozo, desde lo profundo de su corazón, estará dando el Mensaje de Cristo para todos los seres humanos; y estará muy agradecido a Cristo por todo lo que el Mensaje de Cristo haga en favor de todos los latinoamericanos y caribeños, y de todas las demás personas de todas las demás naciones.
Le estará dando gracias a Cristo por Cristo tener misericordia de los latinoamericanos y caribeños, y de todas las demás personas que Cristo tenga misericordia en el Día Postrero al recibir el Mensaje de Cristo, de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino; y continuará siendo el Vencedor con la Estrella resplandeciente de la Mañana.
Si Cristo dice: “Le daré la Estrella resplandeciente de la Mañana”, entonces él la tendrá. ¿Y qué es eso? Pues Cristo es la Estrella resplandeciente de la Mañana. Así como Cristo estuvo en cada uno de los siete ángeles mensajeros, en la porción correspondiente a cada edad, estará en Su Ángel Mensajero manifestado en lo que corresponde a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Cristo en Espíritu Santo estará manifestado y estará reflejándose por medio de Su Ángel Mensajero, y cumpliendo las cosas que Él ha prometido a Su Iglesia. Él dijo: “Sube acá, yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Apocalipsis, capítulo 4, verso 1.
Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice: “Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado Su Ángel, para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto (las cosas que deben suceder, o sea, que deben acontecer pronto)”.
¿Por medio de quién las da a conocer? Por medio de Su Ángel Mensajero; porque es en Su Ángel Mensajero que para el Día Postrero estaría la Estrella resplandeciente de la Mañana, que es Cristo manifestado dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y así resplandeciendo en este Día Postrero, en la mañana de un nuevo día dispensacional y en la mañana de un nuevo día milenial, en la mañana del séptimo milenio.
Ahora, hemos visto este misterio de la Estrella resplandeciente de la Mañana, hemos visto que esta Estrella resplandeciente de la Mañana es Jesucristo. Él dijo: “Yo soy la Estrella resplandeciente de la Mañana”. Apocalipsis 22, verso 16.
Y ahora, la Estrella resplandeciente de la Mañana, el que la tendrá manifestada en él será el Vencedor, el Ángel del Señor Jesucristo; así como en cada mensajero de las edades pasadas estuvo Cristo manifestado, y en cada uno de ellos Cristo se reflejó; por eso ellos también fueron estrellas, pero no fueron… – ninguno de ellos fue la manifestación, o en ninguno de ellos estuvo la manifestación plena de la Estrella resplandeciente de la Mañana; porque ellos vivieron durante la noche y no durante la mañana de un nuevo día dispensacional.
Así que ellos fueron estrellas; y Cristo se reflejó a través de ellos, porque Cristo es la Estrella resplandeciente de la Mañana y se reflejó a través de ellos, pero ninguno de ellos y en ninguno de ellos estuvo plenamente cumplida esa promesa; solamente parcialmente, siendo ellos la estrella de cada una de las edades, la estrella, o sea, el mensajero de cada una de esas edades.
Y ahora Cristo, la Estrella resplandeciente de la Mañana, al estar en Su Ángel Mensajero, estará Cristo a través de Su Ángel Mensajero como el Mensajero a Su Iglesia y el Mensajero al pueblo hebreo también; porque Cristo es el Ángel del Pacto que desciende del Cielo envuelto en una nube, con Su rostro como el sol, y Él es el Mensajero a Israel y Él es también el Mensajero a Su Iglesia gentil.
Y Él, para manifestarse como el Mensajero a Su Iglesia y como el Mensajero al pueblo hebreo, se estará velando en carne humana y revelando por medio de carne humana a través del Vencedor, donde estará esa Estrella resplandeciente de la Mañana, Cristo viniendo como la Estrella resplandeciente de la Mañana, como el Mensajero a Israel.
Y así es como Cristo se revelará al pueblo hebreo; pero antes viene a Su Iglesia gentil, porque Su Iglesia está a punto de ser raptada, porque Su Iglesia ha llegado al final y tiene que obtener la fe para ser transformada y raptada, y llevada la Cena de las Bodas del Cordero.
Y esa fe solamente la puede recibir por medio de la manifestación de Cristo, la Estrella resplandeciente de la Mañana, y el Sol de Justicia, y el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, y el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, que es la misma Persona: nuestro amado Señor Jesucristo en Su manifestación final por medio de Su Ángel Mensajero.
Pero recuerden: Su Ángel no es el Señor Jesucristo, él solamente es el instrumento de Cristo para este tiempo final.
Hemos visto este misterio de la Estrella resplandeciente de la Mañana. Hemos visto que en la Biblia, desde el Génesis, se habla de estrellas, se habla también de luceros y se habla de la luna y del sol también.
Por ejemplo, el sueño que tuvo José, el hijo de Jacob, donde vio al sol, a la luna y a once estrellas inclinados delante de él14, ahí Dios estaba mostrando que llegaría un tiempo en que Jacob y también los hermanos de José se inclinarían delante de José15.
Y esto sucedió cuando José vino a ser el segundo en el imperio del Faraón; y se postraron delante de José, al cual no conocían como su hermano, porque estaba vestido como un gentil y hablaba el idioma de los gentiles, y estaba arreglado también su físico, su cabello y todo como un gentil; y casado con una gentil.
Y ellos no sabían que ese gentil era su hermano José; era un hebreo que pasaba como un gentil, pero era un hijo de Jacob, el que tenía la Bendición de la Primogenitura, y era profeta también. Por eso se reflejó Cristo en él en esa forma tan grande, a tal grado que reflejó en José Su Primera Venida y Su Segunda Venida también.
Ahora, podemos ver que José había visto once estrellas, el sol y la luna; o sea, once estrellas: sus once hermanos; a su padre Jacob como el sol y a su madre como la luna; aunque su madre ya había partido; pero todos se postraban delante de él.
Ahora, José vio once estrellas, pero cuando usted mira ¿cuántas ve usted? Usted ve doce estrellas, porque cada uno de los patriarcas es una estrella.
Así como cuando podemos mirar a través del Apocalipsis y ver en la diestra del Hijo del Hombre siete estrellas, pero cuando usted mira con revelación divina, usted ve ocho estrellas. ¿Por qué? Porque ve las siete estrellas, que son los siete ángeles mensajeros de las siete edades, y ve la Estrella resplandeciente de la Mañana, que es el Hijo del Hombre, el cual tiene esas otras siete estrellas en Su mano.
Jesucristo, el Hijo del Hombre, es la Estrella resplandeciente de la Mañana; y cuando usted ve a Jesucristo con siete estrellas en Su mano, usted ve siete estrellas en la mano de Cristo, y ve a Cristo como la Estrella resplandeciente de la Mañana, esa Estrella mayor.
Ahora, vean ustedes cómo todas estas cosas que para este tiempo final estarían sucediendo están colocadas en el libro del Apocalipsis, y también en el libro del profeta Daniel y en otros libros de la Biblia; están colocadas todas estas cosas en símbolos proféticos, que son abiertos en nuestro tiempo para poderlos entender y poder juntar el simbolismo bíblico con el cumplimiento de ese simbolismo; y así poder tener un cuadro claro de esos símbolos apocalípticos que contienen las cosas que han de suceder en este tiempo final, como también contienen las cosas que ya sucedieron en edades pasadas.
Ahora, hemos visto la Estrella resplandeciente de la Mañana, que es nuestro amado Señor Jesucristo, y hemos también visto quién es el Vencedor que recibe esa Estrella: es el Ángel del Señor Jesucristo, el Siervo fiel y prudente.
Que las bendiciones de Jesucristo, la Estrella resplandeciente de la Mañana, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos ilumine completamente, y nos llene del conocimiento de todo Su Programa; y se cumpla lo que fue profetizado por el reverendo William Branham en el libro de Las Edades, cuando dijo en la página 266:
“98. Si en alguna ocasión alguna gente ha tenido necesidad de una promesa de una tierra donde no hubiese noche, fue la gente de la Edad del Oscurantismo. Y por eso es que el Espíritu les está prometiendo la Estrella de la Mañana. Él les está diciendo que la Estrella Mayor, Jesús, Quien mora en una Luz a la cual ningún hombre puede llegarse, en el reino futuro los iluminará por medio de Su presencia personal. Él ya no estará utilizando las estrellas (o sea, los mensajeros) para dar Luz en la oscuridad (o sea, no estará usando a los siete ángeles mensajeros). Será Jesús mismo hablando con ellos cara a cara, mientras Él comparte Su Reino con ellos.
99. Es la estrella de la mañana que se ve cuando la luz del sol empieza a brillar. Cuando venga nuestro Sol (Jesús), no habrá más necesidad de mensajeros; Él mismo nos traerá Su Mensaje de Regocijo; y a medida que Él gobierna Su Reino, y nosotros vivimos en Su presencia, la Luz de la Palabra llegará a ser más y más brillante en nuestro día perfecto (o sea, en el séptimo milenio, que es el Día Postrero; y séptima dispensación, que es la Dispensación del Reino).
100. ¿Qué más podríamos desear que a Jesús mismo? ¿No es Él el todo, el Todo Perfecto?”.
Aquí, vean ustedes, nos presenta lo que es la Estrella resplandeciente de la Mañana: es el mismo Señor Jesucristo, el cual nos estará alumbrando, iluminando, en este tiempo final, y nos estará llenando del conocimiento de todo Su Programa.
“101. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Amén. Y así, Señor Dios, por medio de Tu Espíritu, déjanos oír Tu Verdad”.
Hemos llegado al tiempo final, hemos llegado al tiempo de la Estrella resplandeciente de la Mañana para todos nosotros, para ver y recibir Su Luz, y ser llenos del conocimiento de todo el Programa de Jesucristo para este Día Postrero, en la mañana de este nuevo día dispensacional y de este nuevo día milenial.
Que las bendiciones de la Luz de Cristo nos alumbre el alma, la mente y todo nuestro ser, y nos alumbre todas las Escrituras, todas las profecías correspondientes a este tiempo final, de modo que todos, hasta los niños, las puedan ver y las pueden comprender claramente; y puedan darle gracias a Cristo los niños, los adultos, los jóvenes y los ancianos y todos, por Su bendición de la Estrella resplandeciente de la Mañana resplandeciendo en este tiempo final. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde. Y recuerden una cosa: nunca se enojen. Miren lo que perdieron los que se enojaron. Y lo que faltó de leerles de Jonás, lean ustedes eso en sus hogares, para que así vean que no conviene estar enojados.
Estamos en un tiempo para estar llenos de regocijo y de agradecimiento a nuestro amado Señor Jesucristo. Este es el tiempo de Jubileo para la Iglesia de Jesucristo con todos Sus miembros, para cada uno de ustedes y para mí también.
“EL VENCEDOR QUE RECIBE LA ESTRELLA DE LA MAÑANA”.
[Revisión abril 2020]
1 Apocalipsis 2:17
2 Apocalipsis 2:7
3 Éxodo 17:5-6
4 Números 20:7-13
5 Jonás 1:1-3
6 Jonás 1:15-17
7 Jonás 3:1-10
8 Jonás 4:1-11
9 Zacarías 3:10
10 Salmo 91:1
11 San Mateo 12:39-40
12 2 Reyes 2:23-24
13 Génesis 27:32-33
14 Génesis 37:9
15 Génesis 42:6, 41:41-44