Jesús hace ver al que no veía

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este Día Postrero.

Para lo cual quiero leer en San Juan, capítulo 9. Este es el caso de un joven que era ciego y fue sanado por Jesús; y luego lo echaron fuera de la sinagoga, al dar testimonio acerca de Jesús. Vean, el caso dice… Dice que los padres del niño, por miedo a los judíos, no se atrevían decir quién fue el que sanó al joven; dice… vamos a ver… vamos a comenzar en el verso 13, lo vamos a leer en parte aquí; dice:

“Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego.

Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos.

Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo.

Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre (o sea, Jesús) no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos.

Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta.

Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista,

y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?

Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego;

pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo.

Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga.

Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.

Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador (o sea, que Jesús es pecador).

Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.

Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?

Él les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?

Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos.

Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése (o sea, a Jesús), no sabemos de dónde sea”.

¿Y por qué no buscaron el acta de nacimiento de Jesús? Ya llevaba 30, 33 años con ellos; si querían saber de dónde era, pues…

“Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos.

Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye”.

Ahí les está enseñando, ahí les está enseñando la Biblia, a esos que querían saber cómo había sido que Jesús le abrió los ojos. Y ahora, sigue diciendo:

“Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego.

Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer.

Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? (Y ahora les estaba enseñando lo que ellos no sabían). Y le expulsaron (le sacaron fuera, de allá, de la sinagoga).

Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?

Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?

Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es”.

Miren cómo se revela a este hombre que le abrió los ojos y le dice: “Yo soy”. Le muestra que la promesa de la Venida del Mesías está delante de él; y es el cumplimiento de la promesa del Mesías en Jesús de Nazaret, quien hizo el milagro de abrirle los ojos para ver.

“Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.

Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.

Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos?

Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”.

No había forma de defenderse de Jesús; porque Él es la Palabra, el Verbo, y Él con la Palabra les respondía.

“JESÚS HACE VER AL QUE NO VEÍA”.

Ahora, podemos ver que en medio del pueblo hebreo hubo ciegos físicamente y hubo ciegos espirituales. Y ahora, es una cosa más terrible ser un ciego espiritual que un ciego físico.

Vean, hubo ciegos físicamente que creían a Jesús; y cuando Jesús pasaba decían1: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!”; lo reconocían como el Hijo de David; y luego Jesús les daba también la vista física. Y a este ciego, Jesús colocó lodo sobre sus ojos2.

¿Cuántos recuerdan cómo Jesús hizo el lodo? Una forma antihigiénica, ¿verdad? Pero vean ustedes, una saliva de Jesús era más efectiva que todas las medicinas que los hospitales tenían; porque ninguna de las medicinas de los hospitales pueden darle la vista a un ciego de nacimiento.

Y ahora, era el poder de Dios manifestado a través de Jesús; pero Él usó… Él podía hablar solamente la Palabra y también así ocurría, pero lo hizo en esa forma.

Vean ustedes, usó diferentes formas: en otras ocasiones colocaba Sus dedos, Sus manos, sobre los ojos de las personas3, y otras veces podía hablar la Palabra y la persona quedar completamente restaurada de la vista4.

Pero en este caso colocó lodo; o sea, escupió en tierra, hizo lodo y lo colocó en los ojos del ciego; ciego de nacimiento, o sea, que no había tenido la vista nunca. No era una restauración, porque nunca había visto, era una creación.

Y vean ustedes, cuando Dios creó al hombre ¿de dónde lo creó? Del polvo de la tierra; y del polvo de la tierra le hizo los brazos, los pies, le hizo la cabeza y los ojos también. Y ahora Cristo le está creando vista a este ciego; era por creación divina ese milagro.

Y ahora, por creación divina, por la Palabra creadora de Dios es que Dios puede abrirles los ojos espirituales a las personas.

Y ahora, vean ustedes cómo este hombre que era ciego, al recibir la vista, estuvo hablando la Palabra – hablando acerca de Cristo y defendiendo a Cristo, diciendo… Cuando le preguntan: “¿Qué tú dices de este hombre?”, dice: “Que es profeta”; y cuando le dicen que ese hombre es pecador, él dice: “Si él es pecador o no, yo no lo sé; pero una cosa yo sé, que antes yo era ciego y ahora veo”. Y no hay argumentos contra el éxito.

Y ahora, después les dice: “Dios no oye a los pecadores (les está enseñando la Palabra); pero si un hombre es temeroso de Dios, Dios lo escucha”. Y sigue enseñándoles la Palabra de Dios a estas personas. Y luego les dice…, luego de decirles:

“… si (un hombre) es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye”.

Está diciéndoles que Jesús es temeroso de Dios y que hace la voluntad de Dios. Y luego les dice:

“Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que (naciese) ciego.

Si éste (o sea, si Jesús) no viniera de Dios, nada podría hacer”.

Y ahora, vean ustedes, este milagro tan grande —en este hombre ciego de nacimiento— es tipo y figura del milagro espiritual que Dios hace en las personas: que les abre los ojos espirituales para poder ver el cumplimiento de la promesa divina correspondiente al tiempo que la persona está viviendo, para así ver el Programa Divino y entrar al Programa Divino, y dar testimonio —como este hombre— dar testimonio del Programa de Dios correspondiente a ese tiempo.

Ahora, podemos ver cómo Cristo también, allá en Su Primera Venida, en el capítulo 4 de San Lucas, nos habla aquí citando la Palabra de Isaías; porque llegó a la sinagoga de Nazaret, donde se había criado (y esto fue comenzando Su ministerio); dice, capítulo 4, verso 14 en adelante:

“Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.

Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.

Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre (porque acostumbraba ir a la sinagoga el sábado, cuando estaba allí en Nazaret; y cuando estaba en otro lugar, también), y se levantó a leer.

Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor.

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.

Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.

Ahora vean cómo Cristo dio testimonio de las Escrituras que se estaban cumpliendo en aquellos días en Él; y eran las Escrituras mesiánicas, las Escrituras que prometían la Venida del Mesías; y Jesús da testimonio que en Él se están cumpliendo esas promesas.

Pero no pudieron creer los que estaban allí en la sinagoga; y encontramos que en ese mismo pasaje, al final [verso 29], luego se levantan y echan fuera de la sinagoga a Jesús y lo llevan a un despeñadero de la ciudad (porque la ciudad estaba sobre un monte); y llevan a Jesús hasta ese despeñadero para tirarlo por ese risco, por ese despeñadero, para matarlo.

¿Cómo es posible que gente que van a la iglesia, a la sinagoga, para servir a Dios el día sábado, y dicen que el sábado no se puede trabajar, no se pueden hacer obras, excepto estar sirviendo a Dios en el templo?, y ahora se levantan para matar a una persona. Esa sí que es una obra, y mala; malas obras.

Para hacer malas obras, ellos sí podían romper el sábado y decir que no estaban invalidando el sábado; y Jesús haciendo buenas obras el sábado, decían que Jesús estaba quebrantando el sábado. Pero el Hijo del Hombre es Señor del sábado5; y Él hace todas las obras que Él tiene que hacer el sábado, el domingo, el lunes, el martes, el miércoles, el jueves, el viernes, y vuelve el sábado y hace también el sábado de nuevo obras.

Y ahora, vean ustedes cómo Jesús en medio de un pueblo que le daba tantos problemas todavía continuaba con ellos; y continuaba ministrándoles la Palabra, sanando a los enfermos y predicando el Evangelio, y dándoles testimonio que el cumplimiento de la Venida del Mesías estaba cumplida en medio de ellos. Aunque ellos lo rechazaban, Él daba testimonio que Él era el Mesías prometido, el Rey de Israel.

Y con la Venida de Jesús, la Venida del Mesías en medio del pueblo hebreo, los ojos de los grandes sabios en teología, en asuntos religiosos del pueblo hebreo, fueron cegados, por causa del velo de carne en el cual se cumplió la Primera Venida del Mesías.

Dios, para cumplir la promesa de la Venida del Mesías se veló en carne humana: entró en un cuerpo de carne llamado Jesús y cumplió en Él la Venida del Mesías; y a causa de ese velo fue cegado el pueblo que lo rechazó.

Cerró, cegó a unos el velo de carne, porque decían: “No puede ser este el Mesías. No puede ser este el Mesías. Es un joven carpintero de Nazaret; nosotros no estamos esperando un carpintero, estamos esperando un rey”. Pero miren en la forma sencilla que vino el Rey de Israel: en la forma de un obrero de la construcción; y fueron cegados por el velo.

El velo no les dejó ver la Venida del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, en el cumplimiento de Su Venida, pues estaba en carne humana, en un joven carpintero de Nazaret. Por lo tanto, espiritualmente los ojos de unos fueron cegados y los de otros espiritualmente fueron abiertos; así como le abrió los ojos a aquel joven ciego de nacimiento.

Y ahora, para Su Segunda Venida, ¿qué dice el reverendo William Branham? Vamos a ver en la página 151 del libro de Citas lo que dice el reverendo William Branham con relación a la Segunda Venida de Cristo.

Nos habla del tiempo en que fue dedicado el templo (aquí no veo si fue el templo que construyó Salomón), pudo ser el templo que construyó Salomón. Así como cuando Moisés dedicó el tabernáculo a Dios, vean ustedes, entró la gloria de Dios, y los sacerdotes no podían ministrar por causa de la presencia de la gloria de Dios. Y ahora, en esta ocasión, cuando Salomón dedicó el templo, no podían ministrar los sacerdotes.

Y ahora miren lo que dice: en la página 151, verso 1345, del libro de Citas, dice:

1345 – “Y la gloria de Dios estaba allí adentro hasta que ellos no podían ver cómo ministrar. ¡Amén! Cerrará los ojos de cada teólogo cuando Él venga por Su Novia (y ahora nos habla de la Segunda Venida del Señor). Ella será subida en medio de la noche, así como fue a ellos. Ellos ni siquiera la verán ir”.

Ahora vean, cuando venga por Su Novia —Cristo—, por Su Iglesia, cerrará los ojos de todo teólogo.

Vamos a ver en la página 126 también; verso 1117 dice:

1117 – “‘¿Esos Siete Truenos estallando, eso no será una revelación dada a algún hombre?’. (Es una pregunta). Dije: ‘No, señor, sería añadiendo algo a ello o quitando algo de ello’. ¡Todo está revelado allí dentro, y esos Siete Sellos abrieron la revelación de lo que era eso! ¿Ven?, todavía está en la Palabra. ¿Ven ustedes? No pueden salir de esa Palabra. No saldrá de la Palabra. Y el Espíritu de Dios nunca saldrá de esa Palabra. Quedará bien con esa Palabra: cegando a algunos, y abriendo los ojos a otros”.

Ahora vean que esos Siete Truenos no es la revelación dada a un hombre por allá, que venga diciendo algo, sino que es lo que está ya prometido en la Escritura; y en la Escritura está prometido que los Siete Truenos revelarán el misterio del Séptimo Sello.

Los Siete Truenos son los que contienen la revelación de lo que es el Séptimo Sello; y el Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo; y los Siete Truenos son la Voz de Cristo, la Voz del Ángel Fuerte que desciende del Cielo. Y ese Ángel Fuerte…

(Vamos a pedirle a Benjie me ayude por aquí. Me trae el maletín acá).

Esos Siete Truenos contienen la revelación del Séptimo Sello; y los Siete Truenos son la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia.

Y ahora vean cómo nos dice que Cristo viniendo a Su Iglesia cerrará los ojos de los teólogos. Esto fue en la página 151 que les leí, el verso 1345:

1345 – “Y la gloria de Dios estaba allí adentro hasta que ellos no podían ver cómo ministrar. ¡Amén! Cerrará los ojos de cada teólogo cuando Él venga por Su Novia”.

Y ahora vamos a ver cómo vendrá por Su Novia. Es muy importante saber cómo está prometida Su Venida por Su Novia y a Su Novia. En la página 57 del libro de Los Sellos, dice el reverendo William Branham hablando del Ángel Fuerte que desciende del Cielo:

“‘Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre su cabeza…’.

17. Ahora, si usted se fija bien, notará que esta persona es Cristo, porque aun en el Antiguo Testamento Él fue llamado el Ángel del Pacto; y Él ahora viene directamente a los judíos porque la Iglesia ha llegado a su fin”.

El Ángel de Apocalipsis, capítulo 10, el Ángel Fuerte, viene a los judíos. Es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová que libertó al pueblo hebreo, y luego vino, más adelante, en carne humana en el velo de carne llamado Jesús. Y ahora, en Apocalipsis 10, este Ángel del Pacto desciende del Cielo.

“‘… y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego’.

18. ¿Recuerdan el Ángel de Apocalipsis capítulo 1? Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel (viene como el Mensajero a Israel, Él es el Mensajero a Israel). ¿Ve usted? La Iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su Iglesia”.

El Mensajero a Israel viene por Su Iglesia; el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, viene por Su Iglesia, en Apocalipsis, capítulo 10.

Y Él es el mismo que vino dos mil años atrás velado en carne humana en un velo de carne llamado Jesús, el mismo Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová; y ahora, para el Día Postrero, volverá. Él es el Verbo, que era con Dios y era Dios.

Y ahora, este Ángel del Pacto viene en el Día Postrero y (vamos a ver) Él es también el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.

Vamos a ver, en la página 134… Recuerden que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, es Cristo en Su cuerpo teofánico, es Cristo en Espíritu:

“142. Y noten ustedes: Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse, el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como ‘Rey de reyes y Señor de señores’”.

Y luego, en la página 277, orando el reverendo William Branham dice, del libro de Los Sellos:

“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco (¿Quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19? El Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová), mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.

Y ahora vamos a ver cómo es que vendrá. En la página 146 del libro de Los Sellos, en el último párrafo (leyendo una parte del último párrafo), dice:

“[192]. Y al mismo tiempo que el diablo cae del Cielo y se encarna en un hombre, el Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”.

Y para el Día Postrero, estará sobre la Tierra manifestado: por un lado, el Espíritu Santo, Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, estará manifestado en carne humana en un hombre de este tiempo final; y por otro lado, el diablo (que es echado del Cielo y cae a la Tierra) se encarnará en el anticristo, en el hombre de pecado, y vendrá manifestado a través del anticristo, del hombre de pecado, la bestia.

Y ahí tendremos, en el tiempo final, a la manifestación en carne humana del diablo por un lado, en el anticristo, en el hombre de pecado; y por otro lado tendremos a Cristo, el Ángel del Pacto, al Espíritu Santo, en carne humana en un hombre de este tiempo final. El Ángel del Pacto viniendo en carne humana, conforme a la promesa divina.

Y ahora vamos a la página 256 del libro de Los Sellos, donde dice (a la mitad, o sea, el tercer párrafo dice):

“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Si conseguimos ese hombre, conseguiremos el instrumento en donde estará el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Mensajero a Israel manifestado, hablándole a Su Iglesia, hablándoles a Sus hijos y abriéndoles sus ojos espirituales para que puedan ver todo el Programa Divino correspondiente a este tiempo final; y estará abriéndonos las Escrituras y el entendimiento, los ojos espirituales, para comprender todo el Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

Y podremos ver al mismo Jesucristo, el Ángel del Pacto, Jesucristo en Espíritu Santo, el cual ha estado durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil velado y revelado por medio de cada ángel mensajero; porque siempre necesita un hombre.

Cristo en Espíritu Santo necesita un hombre aquí en la Tierra, a través del cual velarse y revelarse a Su Iglesia, y hablarle a Su Iglesia de edad en edad. Y eso es la revelación de Jesucristo para Su Iglesia en cada edad; esa revelación, que viene por medio del mensajero en cada edad; porque toda revelación tiene que venir al mensajero correspondiente a cada edad, toda revelación viene a y por medio de un profeta.

Y ahora podemos ver cómo vino la revelación de Cristo, cómo Cristo se reveló en medio de Su Iglesia, en cada edad: fue por medio de carne humana en el mensajero de cada edad, en la porción correspondiente a cada edad.

¿Y para el Día Postrero cómo estará Cristo revelado en medio de Su Iglesia, dándonos a conocer todas las cosas correspondientes a este tiempo final e identificándose en Su manifestación o revelación correspondiente a este tiempo final? Dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿Y de cuáles cosas estará dando testimonio? De todas estas cosas que deben suceder pronto, las cuales Cristo prometió dar a conocer a Su Iglesia en Apocalipsis, capítulo 4, cuando dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Cristo con esa Voz de Trompeta dijo esas palabras.

Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas…”.

¿De quién son los espíritus de los profetas? De Dios. Son espíritus teofánicos de la sexta dimensión, enviados a la Tierra en un cuerpo de carne para tener el ministerio correspondiente a ese tiempo.

“… el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para (manifestar) a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿Quién es el Enviado de Jesucristo? Su Ángel Mensajero, para (por medio de Su Ángel Mensajero, Cristo manifestado en Su Ángel Mensajero, velado y revelado en y a través de Su Ángel Mensajero) hablarle a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto.

Por consiguiente, así como la revelación de Jesucristo a Su Iglesia en cada edad fue a través del mensajero de cada edad, la revelación de Jesucristo a Su Iglesia y en medio de Su Iglesia será en el Día Postrero a través de Su Ángel Mensajero; la revelación del Séptimo Sello, la revelación prometida de Jesucristo para el Día Postrero.

Por eso es que Juan el apóstol quiso adorar al Ángel de Jesucristo, y el Ángel le dijo que no lo hiciera6. Es por medio de ese Ángel —el cual es un profeta dispensacional, el profeta de la Dispensación del Reino— que Jesucristo, el Ángel del Pacto, Cristo en Espíritu Santo, estará velado en Su Ángel y revelado por medio de Su Ángel; y esa será la revelación de Cristo en Su Iglesia en el Día Postrero.

Y eso será el Séptimo Sello, la revelación del Séptimo Sello, la revelación del Ángel que era diferente a los demás, que apareció en esa nube formada por ángeles en febrero 28 de 1963, en donde estaban los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil y un Ángel que era diferente a los demás, el cual es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual para el Día Postrero estará manifestado en la Tierra en Su Ángel Mensajero; estará velado y revelado en Su Ángel Mensajero, en la revelación del Día Postrero en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ese es el Ángel que desciende del Cielo, el Ángel que era diferente a los demás; y se vela en carne humana en Su Ángel Mensajero, y se revela por medio de Su Ángel Mensajero, y nos abre los ojos espirituales para ver todo el Programa Divino correspondiente a este tiempo final; y así nos abre todas las profecías bíblicas que hablan de este tiempo final, y nos da a conocer así el cumplimiento de cada una de ellas a medida que van siendo cumplidas; y nos da la revelación, la fe para ser transformados y raptados, que es la fe, la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

La fe, la revelación del rapto es la revelación del Séptimo Sello, la revelación de Jesucristo viniendo en el Día Postrero, el Ángel del Pacto, Cristo en Espíritu Santo viniendo y velándose en Su Ángel Mensajero y revelándose a través de Su Ángel Mensajero.

Y cuando se haya completado la Obra de Cristo a través de Su Ángel Mensajero, se habrá completado el número de los escogidos de Dios; y Cristo saldrá del Trono de Intercesión en el Cielo, y hará Su reclamo de todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, y resucitará a los muertos en Cristo y a nosotros nos transformará.

Él adoptará a Su Ángel Mensajero en el Día Postrero; y luego, por consiguiente, serán adoptados todos los que han recibido el milagro de sus ojos ser abiertos —sus ojos espirituales— para ver todo el Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

“JESÚS HACE VER AL QUE NO VEÍA”.

Y para este tiempo final tenemos las profecías de la Segunda Venida de Cristo, la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, y esa es la profecía que toda persona ha deseado ver; pero para eso se requiere que Jesucristo nos abra los ojos espirituales: para ver.

Y eso es lo que hace Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su manifestación a través de Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, abriéndonos las Escrituras y abriéndonos el entendimiento, los ojos espirituales, para ver la promesa de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles para este tiempo final, y el resto de las profecías correspondientes a este tiempo final; y verlas en la forma sencilla en que Cristo estará cumpliéndolas en este tiempo final, que será la Venida del Verbo, la Palabra, encarnada en un hombre.

Muchas personas verán al hombre, que es el Ángel de Jesucristo, y tropezarán con él, estarán tropezando con el velo de carne; y por consiguiente estarán siendo cegados por el velo de carne. Pero otros verán a Cristo, el Espíritu Santo manifestado a través de Su Ángel Mensajero, y sus ojos espirituales serán abiertos, porque estarán viendo quién estará detrás o dentro del velo de carne; y verán que es Jesucristo en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, hablándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto, y así abriéndonos el entendimiento y abriéndonos las Escrituras para poder comprender todos estos misterios correspondientes a este tiempo final.

“JESÚS HACE VER AL QUE NO VEÍA”.

Y ahora nosotros podemos decir: “Una cosa sí nosotros sabemos: que antes éramos ciegos, no veíamos; antes éramos ciegos, pero ahora vemos”. Vemos todas estas profecías correspondientes a este tiempo final, y vemos el significado de ellas, porque Cristo nos ha abierto nuestros ojos espirituales, como le abrió los ojos físicos a aquel joven ciego de nacimiento.

“JESÚS HACE VER AL QUE NO VEÍA”.

Jesús nos ha hecho ver a nosotros en este tiempo final; por lo cual le damos gracias a Él por abrirnos los ojos espirituales, y verlo a Él en este tiempo final velado y revelado en medio de Su Iglesia, dándonos testimonio por medio de Su Ángel Mensajero de todas estas cosas que deben suceder pronto, y así abriéndonos las Escrituras y nuestros ojos espirituales.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de Jesús. JESÚS, QUE HACE VER AL QUE NO VEÍA.

Que Dios les continúe bendiciendo grandemente a todos y que Él continúe abriéndonos las Escrituras, porque Él nos ha abierto nuestros ojos espirituales para ver todas las Escrituras correspondientes al tiempo final. Si Él nos abre las Escrituras, veremos, porque Él nos ha abierto nuestros ojos espirituales.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y que sigan pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, o un día (todavía no son las 12:00, ¿verdad?).

Bueno, que continúen pasando un día maravilloso, lleno de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.

“JESÚS HACE VER AL QUE NO VEÍA”.

[Revisión junio 2020]

1 San Mateo 9:27, 20:30; San Marcos 10:47; San Lucas 18:38

2 San Juan 9:1-12

3 San Mateo 9:29, 20:34

4 San Marcos 10:52, San Lucas 18:42

5 San Mateo 12:8, San Marcos 2:28, San Lucas 6:5

6 Apocalipsis 19:9-10, 22:8-9

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