Solo Dios es digno de adoración y servicio

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos aquí en Santiago de Chile, en la dedicación de este lugar para nuestro Dios, para servicio a Dios, para escuchar Su Palabra, Su Voz, y servirle a Él de todo corazón.

Es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para darles testimonio del Dios verdadero y eterno; el único Dios, al cual todos estamos llamados a adorar; porque “SOLO DIOS ES DIGNO DE ADORACIÓN Y SERVICIO”.

Leemos en Deuteronomio, capítulo 10, versos… verso 19 al 22 del capítulo 10 de Deuteronomio, dice:

“Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.

A Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás.

Él es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto.

Con setenta personas descendieron tus padres a Egipto, y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud”.

Y en el capítulo 12 de Deuteronomio, verso 5, dice:

“… sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ese buscaréis, y allá iréis.

Y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y de vuestras ovejas;

y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “SOLO DIOS ES DIGNO DE ADORACIÓN Y SERVICIO”.

A través de toda la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, encontramos la historia del ser humano; y encontramos que en el alma del ser humano está esa inclinación a servir a Dios, a adorar a Dios; y también, a través de la Escritura podemos ver en la historia del ser humano que muchos hombres han buscado a Dios para adorarlo, pero por no tener el conocimiento correcto del Dios verdadero han estado adorando equivocadamente, y en vez de adorar a Dios han adorado al enemigo de Dios; por no conocer, entender, la forma correcta de adorar al Dios creador de los Cielos y de la Tierra.

Aun el mismo Señor Jesucristo fue tentado a adorar incorrectamente cuando estuvo ayunando por cuarenta días y fue tentado; y el diablo le ofreció los reinos del mundo: le dijo que si postrado lo adoraba, le daría todos los reinos del mundo1.

Ahora vean cómo no solamente Dios es adorado, sino que también el diablo busca ser adorado; y las personas que no saben cómo adorar correctamente a Dios, pierden la bendición de adorar a Dios y se hallan adorando al enemigo de Dios sin darse cuenta.

Ahora vean cómo el diablo hasta le faltó el respeto al mismo Cristo, demandándole adoración a Jesucristo y prometiéndole que le daría los reinos del mundo.

Ahora, ¿saben ustedes lo que eso significaba? Que si Jesús aceptaba la proposición del diablo, Jesús vendría a ser el rey de todos los reinos del mundo; o sea, venía a ser el rey del imperio romano, que era el que estaba en aquellos tiempos en la etapa de las piernas de hierro y de barro cocido. Y la adoración del rey de ese reino (posición que le ofreció a Cristo el diablo), pues el rey de ese reino adoraría al diablo; y por si consiguiente la adoración de ese reino sería adoración al diablo.

Ahora vean todo lo que conllevaba la oferta del diablo a Jesús. Pero Jesús no aceptó la oferta y le dijo que se apartará de Él: “Apártate de mí, Satanás. Al Señor tu Dios servirás, y a Él solo adorarás”.

Ahora, vean ustedes, el que tenía que adorar estaba demandando adoración; porque toda persona, y los ángeles y los arcángeles, todos, han sido creados por Dios para servir a Dios, para adorar a Dios, para hacer la voluntad de Dios.

Ahora, conscientes de que la Escritura nos habla de que hay personas que sin saberlo adoran al enemigo de Dios, entonces necesitamos conocer la forma correcta de adoración al Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.

Desde el Génesis encontramos personas ofreciendo adoración a Dios. Encontramos, por ejemplo, a Caín y a Abel. Caín trajo de los frutos del campo a Dios y trajo una ofrenda a Dios, pero Dios no miró con agrado la ofrenda de Caín; Abel trajo una ofrenda a Dios de los animales, de las ovejas, y ofreció esa ofrenda, ese sacrificio a Dios, y agradó a Dios.

¿Y por qué Dios acepta la ofrenda (sacrificio) de uno y la del otro no? Porque uno trajo una ofrenda y sacrificio incorrecto, y otro trajo la ofrenda correcta, el sacrificio correcto. O sea que no es como algunas personas piensan, que a Dios uno le sirve como quiera y que Dios lo aceptará: tiene que ser como Él ha establecido en Su Palabra.

Ahora, ¿por qué no aceptó la adoración y ofrenda de Caín, y sí aceptó la de Abel? Porque la ofrenda de Abel, siendo un animalito, un cordero, representaba a Jesucristo: el Cordero de Dios que vendría a este mundo y sería sacrificado por el ser humano, y con Su Sangre nos limpiaría de todo pecado.

Y ya, vean ustedes, está reflejando allí, en aquel sacrificio que Abel ofreció a Dios, se está reflejando la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Y Abel quedó cubierto con la sangre del sacrificio que él ofreció a Dios, sus pecados fueron cubiertos (no borrados pero cubiertos); porque con el tipo y figura, la sombra, no eran quitados los pecados, sino cubiertos; porque la sangre de los animalitos no puede quitar el pecado, solamente los cubría, en lo que llegaba el Sacrificio perfecto y Su Sangre era derramada en la Cruz del Calvario, para quitar así el pecado del ser humano.

Ahora, Abel, vean ustedes, creyó en Jesucristo y en Su Primera Venida, allá en el Antiguo Testamento, en la sombra, o sea, en el tipo y figura. Y el Espíritu de Cristo, que estaba en Abel, trajo esa revelación divina a Abel, y Abel adoró correctamente a Dios.

Ahora, vean ustedes, Dios le dice a Caín, el cual se había enojado, y vino celo religioso… Y el celo religioso, a través de la historia de la raza humana ha causado muchas muertes en el campo religioso; y comenzó allá en el Génesis, vean ustedes, Caín matando a Abel. O sea, el que adoró incorrectamente, y no fue aceptado por Dios su adoración y su sacrificio, persiguiendo y matando al que había adorado bien a Dios y había ofrecido el sacrificio correcto a Dios.

Y así, a través de la raza humana, encontramos esa situación de celo religioso.

Miren, a los profetas los persiguieron también, y mataron a muchos profetas de Dios. Y también al mismo Jesús lo persiguieron. Y los mismos líderes religiosos, incluyendo al sumo sacerdote, vean ustedes, los encontramos con celo religioso persiguiendo a Jesús y poniéndose de acuerdo en matar – para matar a Jesús; o sea, el celo religioso causando en la vida de esas personas una condición mala, y colocándolos como asesinos, y por consiguiente efectuando la muerte de Cristo por mano del imperio romano.

Pero tan culpable es el que mata como el que manda a matar; por lo tanto, el pueblo hebreo ha sido hallado culpable de la muerte de Cristo. Vean, San Pedro y los apóstoles predicando, señalan que el pueblo hebreo, por medio del Concilio del Sanedrín y el sumo sacerdote, dieron muerte a Jesucristo, usando pues al imperio romano.

Ahora, podemos ver que es necesario conocer el orden divino para adorar a Dios, porque de otra forma la persona estará adorando y pensando que está adorando a Dios, sin estar adorando a Dios.

Es necesario saber también, que hay edades y dispensaciones en el Programa Divino; y cuando hay un cambio de dispensación, hay ahí un adelanto en el Programa de servicio a Dios, o sea, un paso de adelanto en el servicio a Dios; y por consiguiente viene una revelación más amplia de parte de Dios para el pueblo, por medio del mensajero para esa nueva dispensación.

Cuando apareció Moisés en la escena, encontramos que le dijo el Ángel de Jehová —que es el mismo Jehová en Su cuerpo teofánico— que había descendido porque había escuchado el clamor de Su pueblo Israel, y había descendido para libertarlos; y por consiguiente estaba enviando a Moisés, para usar a Moisés en ese propósito.

Y Moisés le dice: “Si ellos me preguntan por Tu Nombre, ¿qué les voy a decir?”. Y el Ángel de Jehová le dice… o Moisés le dice: “Si ellos me preguntan por Tu Nombre, ¿qué yo les diré a ellos?”. Y entonces el Ángel de Jehová le dice: “Yo soy el que soy. Y dirás: Yo soy me envió a vosotros”. Capítulo 3, verso 13 al 15, del Éxodo.

Y estas palabras: “Yo soy”, cuando vamos al original son cuatro consonantes llamadas el tetragramatón, y son las cuatro consonantes Y-H-W-H.

Moisés escuchó la pronunciación de ese Nombre, pero solamente fueron escritas esas cuatro consonantes; pero cuando se pronuncian esas cuatro consonantes como un nombre, pues tienen otras letras que son colocadas.

Ahora, Dios le dice a Moisés luego, en el capítulo 6 del Éxodo (vamos a ver), acerca de Su Nombre, el cual le está revelando a Moisés; le dice en el capítulo 6 del Éxodo, verso 1 en adelante:

“Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra.

Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy Jehová.

Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre Jehová no me di a conocer a ellos”.

Y ahora, por cuanto una nueva dispensación está entrelazándose con la Dispensación de la Promesa (o sea, la quinta dispensación se está entrelazando con la cuarta dispensación), ahora la revelación del Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, que adoraba Abraham, Isaac y Jacob bajo la Dispensación de la Promesa; ahora Dios dice que a Abraham, Isaac y Jacob Él no se dio a conocer con el nombre Jehová; y ahora se está dando a conocer con el nombre Jehová a Moisés.

O sea que por cuanto una nueva dispensación está allí comenzando, se está entrelazando, ahora Dios viene revelándose a Moisés con una mayor amplitud, y viene dándole a conocer a Moisés Su Nombre. Moisés deseó conocer Su Nombre, y Dios le habló.

Ahora, ¿por qué a Moisés? Porque Moisés es el profeta para esa nueva dispensación, y “no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”2.

Es al profeta de una dispensación —el cual siempre viene al comienzo de la dispensación para comenzar, para abrir esa dispensación— al cual viene toda la revelación divina para esa nueva dispensación; y viene todo el Programa de Dios, y todo lo que tenga que ver con el Nombre de Dios y la adoración a Dios.

Y ahora vean ustedes el por qué a Moisés viene toda esa revelación.

Y ahora, el Nombre lo tiene el Ángel de Jehová, el cual se lo revela a Moisés.

Luego Moisés, cuando libertó al pueblo hebreo (o sea, Dios por medio de Moisés), llevó el pueblo hebreo al monte Sinaí, donde Dios le había dicho que lo llevaría y servirían a Dios en ese monte; y eso sería por señal de que Dios lo había enviado3.

Y ahora, allí Dios le dio los mandamientos al pueblo hebreo; allí Dios se manifestó, se reveló, delante del pueblo hebreo.

Ahora, cuando luego —más adelante, miles de años después— llega Jesús a la Tierra, encontramos que otra nueva dispensación se está entrelazando: la dispensación sexta, que es la Dispensación de la Gracia. Y Jesús viene en el nombre de Su Padre, y Jesús viene dando testimonio de un Programa que está siendo llevado a cabo; y Dios está obrando por medio de Jesús, cumpliendo Sus promesas para ese tiempo.

Y cuando la mujer samaritana le habla a Jesús y le dice que los judíos adoran en Jerusalén porque dicen que en Jerusalén es que hay que adorar, pero que ellos (los samaritanos) adoran en aquel monte donde había adorado Jacob; Jesús, vean, al ver la situación religiosa que había…; pues la mujer samaritana decía y creía (ella juntamente con los samaritanos) que era en aquel monte, y los judíos decían que era en el monte allá en Jerusalén porque allá estaba el templo. Jesús le dice: “Ustedes adoran lo que no saben; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos”4.

Ahora: “Viene la hora cuando ni en este monte ni en aquel monte (o sea, ni en este monte ni en el monte de Jerusalén) adoraréis al Padre, a Dios (¿por qué?); porque los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad”. Y ahí está el secreto que está dando a conocer nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora, Dios había establecido al pueblo hebreo también un tabernáculo, el cual construyó Moisés de acuerdo al modelo que Dios le mostró en el monte Sinaí; y en ese templo, el cual tenía atrio, lugar santo y lugar santísimo, se llevaban a cabo los sacrificios establecidos por Dios para acercarse a Dios y para cubrir sus pecados; y la sangre de la expiación del macho cabrío era llevada al lugar santísimo, rociada sobre el propiciatorio, para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios, lo cual tenía que ser hecho cada año porque duraba solamente un año. ¿Por qué? Porque no era un sacrificio perfecto, por lo tanto eso era algo temporal; pero era el tipo y figura, la sombra, de un Sacrificio perfecto que iba a venir: el Sacrificio de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, cuando llegase ese Sacrificio ya no habría más sacrificio por el pecado, porque con uno solo se llegaría a la perfección.

Ahora, la Sangre de Jesucristo es la que nos limpia de todo pecado5; por lo tanto, no se requiere que Cristo haga cada año el Sacrificio por el pecado: lo hizo una sola vez, y con un solo Sacrificio nos ha limpiado de todo pecado para siempre. Y estamos bajo la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, con la Vida de la Sangre, el Espíritu Santo, en nosotros colocado; y por consiguiente nacidos de nuevo.

Y ahora, ya no se tiene la casa que construyó Moisés, el templo o tabernáculo que construyó Moisés, ni tampoco se tiene el templo que construyó el rey Salomón. Para aquellos tiempos, en aquellos lugares era que el pueblo tenía que efectuar el sacrificio por el pecado, o sea, el sumo sacerdote; pero ahora no tenemos ni el tabernáculo que construyó Moisés ni el templo que construyó el rey Salomón; pero tenemos el Sacrificio por el pecado, que es el Sacrificio de nuestro amado Salvador Jesucristo.

Y Jesucristo también, como Sumo Sacerdote, realizó el Sacrificio por el pecado con Su propio cuerpo; y no llevó la Sangre de ese Sacrificio al lugar santísimo del templo que estaba en Jerusalén… Aún más: ese templo que estaba en Jerusalén fue hecho por el rey Herodes, y no tenía el arca del pacto; no tenía tampoco la Columna de Fuego, la Shekinah, allí; pero Cristo llevó Su Sangre al Lugar Santísimo del Templo celestial de Dios, porque en aquellos templos terrenales estaba tipificado, reflejado, el Templo celestial de Dios; y entró al Lugar Santísimo, y llevó Su Sangre allí para hacer intercesión con ella por todos nosotros, hasta que entre hasta el último de los escogidos de Dios y Cristo haya hecho intercesión hasta por el último de los escogidos de Dios, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.

Y ahora vean cómo en el Cielo Cristo ha estado como Sumo Sacerdote, realizando lo que el sumo sacerdote en la Tierra cada año, el día 10 del mes séptimo, tenía que llevar a cabo.

Ahora, hubo un cambio de templo: ya no se requería el templo que construyó Moisés ni el que construyó Salomón; ahora el mismo Templo de Dios celestial estaba en función con el Sumo Sacerdote Melquisedec trabajando en él, en la Obra de Intercesión. Y eso es lo que ha estado haciendo Cristo en el Cielo: se sentó a la diestra de Dios, en el Trono de Dios, y ese es el Asiento de Intercesión en el Cielo.

Y ahora, Cristo ha estado construyendo con seres humanos una nueva raza de seres humanos: con vida eterna. Y la persona, cuando ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido Su Espíritu Santo: ha nacido de nuevo; ese nuevo nacimiento del cual le habló Cristo a Nicodemo en el capítulo 3, verso 1 al 6; porque sin ese nacimiento nuevo, la persona no puede entrar al Reino de Dios.

Ahora, cuando la persona ha nacido de nuevo: ha recibido el Espíritu Santo y ha recibido un cuerpo teofánico, un espíritu teofánico de la sexta dimensión, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de la sexta dimensión. Por lo tanto, ya la persona tiene vida eterna, y la persona puede adorar a Dios en espíritu y en verdad.

Y ahora, la persona viene a ser parte de un Nuevo Templo que Cristo está construyendo; un Nuevo Templo que Cristo está construyendo, el cual representa el Templo celestial de Dios.

Así como Moisés construyó un templo, un tabernáculo, que representaba el Templo celestial de Dios; y Salomón construyó un templo que representaba el Templo celestial de Dios; ahora Jesucristo está construyendo un Templo que representa el Templo celestial de Dios.

Y ahora, ese Templo lo está construyendo Cristo con seres humanos, con piedras vivas, que son seres humanos llamados y juntados de edad en edad. Ese es el Templo que el Príncipe, Jesucristo, está construyendo. Y fue tipificado Cristo como Príncipe en Zorobabel, el príncipe de en medio del pueblo hebreo descendiente de la tribu de Judá (Y ahora…); y fue el príncipe que junto al sumo sacerdote Josué edificaron el templo en Jerusalén, o sea, llevaron a cabo la restauración del templo.

Y ahora, vean cómo San Pedro nos habla; en Primera de Pedro, capítulo 2, verso 4 en adelante, dice:

“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,

vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

Por lo cual también contiene la Escritura:

He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;

Y el que creyere en él, no será avergonzado.

Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,

La piedra que los edificadores desecharon,

Ha venido a ser la cabeza del ángulo;

y:

Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,

porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia”.

Y ahora vean cómo nosotros hemos alcanzado misericordia por medio de Jesucristo nuestro Salvador y ahora somos Casa de Dios, pueblo de Dios; somos el Nuevo Templo de Dios aquí en la Tierra, que representa el Templo celestial de Dios, y somos Real Sacerdocio.

Y así como hubo sacerdotes en medio del pueblo hebreo para el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, ahora nosotros somos sacerdotes de Dios del Templo celestial; y Jesucristo es el Sumo Sacerdote del Templo celestial.

Por eso por medio de Jesucristo ofrecemos a Dios sacrificios y alabanzas a nuestro Salvador; por medio de Jesucristo, a Dios ofrecemos todas esas alabanzas y sacrificios espirituales. Y todo, ¿dónde? En la Casa de Dios. En el Templo espiritual de Dios, que es Su Iglesia, la Iglesia de Jesucristo, desde ahí va al Templo celestial de Dios en el Cielo.

Y ahora, estando nosotros en la Casa de Dios, que es la Iglesia de Jesucristo, Cristo en Su Iglesia está transfiriendo las cosas del Templo celestial.

Ahora vean, en el tiempo de Moisés y el tiempo de Salomón fueron transferidas en las cosas que estaban en aquel templo, las cuales reflejaban o representaban las que estaban en el Cielo; o sea, fueron transferidas en tipos y figuras. Pero ahora, vean cómo Cristo las transfiere en Su Iglesia, Su Templo espiritual: las transfiere en seres humanos.

Por ejemplo, el Candelabro o Candelero que está en el Cielo, y las siete lámparas encendidas en el Cielo, que son los siete espíritus de Dios que recorren toda la Tierra6; cuando han sido manifestados en la Tierra en el Templo espiritual de Cristo, vean ustedes, son las siete manifestaciones del Espíritu Santo en los siete ángeles mensajeros de las siete edades de Su Iglesia.

El candelabro que estaba en el lugar santo en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón, pues es la Iglesia de Jesucristo pasando por sus siete etapas o siete edades con sus siete mechas encendidas, que son los siete ángeles mensajeros encendidos con el Fuego del Espíritu Santo.

Ahora vean ustedes que todo lo que estaba en el tabernáculo que construyó Moisés, luego cuando vemos el Templo celestial en el libro del Apocalipsis, capítulo 4 en adelante, encontramos allá la realidad de lo que estaba en tipo y figura en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón.

Y por cuanto Cristo está construyendo un Nuevo Templo para Dios, el cual es construido de acuerdo al que está en el Cielo; en el Templo espiritual de Cristo, todas las cosas que estuvieron en el que construyó Moisés y el que construyó el rey Salomón, las cuales eran tipo y figura de las que están en el Cielo, ahora estarán en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por eso es que nos dice el apóstol Pablo en Hebreos, capítulo 9, verso 11 en adelante, dice:

“Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,

y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”.

¿Al lugar santísimo de qué templo entró? Al Lugar Santísimo del Templo celestial, para obtener (y obtuvo) eterna redención.

“Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,

¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.

Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador.

Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.

De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.

Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,

diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.

Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.

Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así (o sea, las figuras de las cosas celestiales estaban allí en el templo, y el mismo templo es figura del Templo celestial; y tenían que ser purificadas con sangre); pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos”.

¿Y cuál es el mejor sacrificio? El Sacrificio de Cristo. Con la Sangre del Sacrificio de Cristo, las cosas celestiales mismas son rociadas. ¿Y quiénes son esas personas, esas cosas celestiales? La Iglesia del Señor Jesucristo. Somos rociados con Sangre mejor que la de los machos cabríos: somos rociados con la Sangre del Cordero de Dios, Jesucristo nuestro Salvador.

“Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios…”.

Ahora podemos ver el por qué nosotros hemos sido rociados con la Sangre de Cristo: es que nosotros hemos venido de la séptima dimensión, del Cielo, como también Cristo nos dijo que Él descendió del Cielo7.

Ahora, de donde Él vino hemos venido también nosotros. Y ahora: “Tal el terrenal, tales también los terrenales; pero tal el celestial, tales también los celestiales”8.

Ahora podemos ver el por qué Cristo vino a la Tierra y murió. ¿Por quiénes vino y murió? Por cada uno de ustedes y por mí también; porque “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda”9. Estaría viviendo aquí en la Tierra, pero solito.

Piense usted: si todo el mundo que vive en la Tierra muere y solamente queda usted, ¿qué haría usted aquí? Pasaría el primer día, miraría, no encontraría ninguna persona; pasaría el primer mes, no podría hablar con nadie; pasaría el primer año, no encontraría con quién hablar ni dónde ir a comprar algo.

¿Cómo sería su vida así? Una vida solitaria, sin nadie más en la Tierra; pero esa clase de vida Cristo no la quería para Él; pero Él dijo que Él podía tener esa clase de vida: “Si el grano de trigo no cae en tierra, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva”.

El fruto de un grano de trigo, ¿se obtiene dónde? En la planta de trigo, que es el mismo grano de trigo en la forma de una planta de trigo; y en la planta de trigo es que luego viene todo el fruto, muchos granos de trigo iguales al grano de trigo que fue sembrado en tierra. Y muchos hijos e hijas de Dios iguales a Jesucristo son los que Cristo tendrá en la Planta de Trigo: la Iglesia del Señor Jesucristo, a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, cuando tengamos el nuevo cuerpo, todos seremos iguales a Jesucristo: con un cuerpo teofánico eterno de la sexta dimensión, y con un cuerpo físico eterno, inmortal y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo; y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y así se completará la Iglesia del Señor Jesucristo, el Nuevo Templo, y será glorificado el Nuevo Templo; será glorificado el Nuevo Templo cuando nosotros seamos transformados y entonces tengamos nuestro cuerpo glorificado.

Y esta promesa de Isaías, capítulo 60, estará en pleno cumplimiento. Capítulo 60, verso 7, dice:

“… y glorificaré la casa de mi gloria”.

La Casa de Su gloria aquí en la Tierra es Su Iglesia, como Cuerpo Místico de creyentes.

Y ahora, tenemos la promesa de una transformación para nosotros los que vivimos, y una resurrección en cuerpos eternos para los que han partido; para así estar en cuerpos glorificados, que es la clase de cuerpo más importante que hay; y esa es la clase de cuerpo que tiene nuestro amado Salvador Jesucristo.

Hay tres clases de cuerpos: cuerpo físico, mortal y corruptible, que es el que tenemos (y nos dura poco tiempo). Está el cuerpo teofánico, que es el cuerpo de otra dimensión: para los nacidos de nuevo, pues ese es el cuerpo teofánico de la sexta dimensión: un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión. Para los que no han recibido a Cristo como su Salvador: pues es su cuerpo espiritual, su espíritu, el cual pertenece a la quinta dimensión. Eso es una clase de cuerpo, o sea, el espíritu de la persona es un cuerpo de otra dimensión.

Y el tercer cuerpo, que es el más importante, es el cuerpo glorificado, porque ese cuerpo es interdimensional; es la clase de cuerpo que Jesucristo tiene. Y vean ustedes, ni se pone viejo ni tiene los problemas que tiene nuestro cuerpo terrenal. Esa clase de cuerpo es que nosotros tendremos; o sea que tendremos el tercer cuerpo, que es el cuerpo glorificado.

Hemos tenido el cuerpo físico, pero ese es temporal. Y ahora, pronto recibiremos el cuerpo inmortal, incorruptible, el cuerpo glorificado.

Y todo eso es para los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que componen la Casa de Dios, el Nuevo Templo, que es el Templo espiritual de nuestro amado Salvador; el cual, cuando esté terminado, pues será dedicado a Dios, y Dios morará en ese Templo en toda Su plenitud. Y ese es el Templo que durante el Reino Milenial estará funcionando; y desde ese Templo es que se obrará para transferir, del Templo celestial a los seres humanos, las cosas a través de ese Templo. Así que vean ustedes cómo Dios obrará en ese Templo.

Ahora, el tiempo ya se nos acabó, para continuar hablando de cómo será cuando estemos en el Reino Milenial; pero hay ya mensajes muy importantes con relación a cómo Dios va a estar obrando con ese Nuevo Templo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y si durante estos dos mil años, aproximadamente, Dios ha obrado grandemente con ese Templo espiritual en la construcción, ¿cómo será cuando esté construido, cuando esté terminado? Y Cristo es el que lo está construyendo, un Templo para nuestro Dios. Y ahí estará todo actualizado: todo lo que está en el Cielo estará actualizado ahí; la representación de las cosas que están en el Cielo estarán ahí.

Y ahora, no podemos seguir hablando ya, porque si empezamos no tendremos dónde detenernos. Estaríamos viendo las cosas que están en el lugar del Atrio, las cosas que están en el Lugar Santo; y si pasamos al Lugar Santísimo estaríamos viendo todo lo que está en el Cielo en el Lugar Santísimo, y cómo se materializa en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo. Y el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo es la Edad de la Piedra Angular; y todo lo que está allá, en el Trono de Dios en el Cielo, en el Lugar Santísimo…, allí está el Trono de Dios. Así que miren lo que estará en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.

Así que vamos a dejar quietecito todo eso ahí, porque si empezamos tendríamos que ver un sinnúmero de cosas.

Pero, vean ustedes, Cristo estuvo aquí en la Tierra, y fue el Templo humano de Dios y Trono humano de Dios; y desde ese Trono humano Dios habló en medio del pueblo hebreo, y después ese Trono humano de Dios ascendió al Cielo y se sentó en el Trono de Dios.

Ahora, en el Trono de Jesucristo… Recuerden que Cristo tiene un Trono aquí en la Tierra, y Él se va a sentar sobre el Trono de David. Pero luego también Él dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en Su Trono”10. Por lo tanto, el Vencedor que se sentará con Cristo en Su Trono, pues será el Trono humano que Él tendrá. Y ahí lo dejamos.

“SOLO DIOS ES DIGNO DE ADORACIÓN Y SERVICIO”.

Juan el apóstol, cuando vio esa manifestación de Cristo en Su Ángel, quiso adorar al Ángel; y el Ángel le dijo: “No. Adora a Dios”. ¿Por qué? Porque SOLO DIOS ES DIGNO DE ADORACIÓN Y SERVICIO.

Pero miren, Juan es un apóstol, conocedor de la Palabra de Dios; y quiso adorar al Ángel en Apocalipsis, capítulo 19, y el Ángel le dijo que no; y luego, en el capítulo 22, trató de nuevo, y el Ángel le dijo que no. ¿Pero y qué estaba viendo Juan en el Ángel de Jesucristo que quiso adorarlo? Pues estaba viendo nada menos que a Cristo, el Ángel del Pacto, manifestado a través de Su Ángel Mensajero.

La revelación de Jesucristo estaba en Su Ángel11:

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan…”.

Y ahora, la revelación de Jesucristo es por medio de Su Ángel. Y ahora, para el Día Postrero, la revelación de Jesucristo en y a Su Iglesia es por medio de Su Ángel. Por eso Jesús dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”. (Apocalipsis 22, verso 16).

Y Apocalipsis 22, verso 6, dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para (manifestar) a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Esas son las cosas que Cristo en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dijo que nos daría a conocer, cuando dijo con esa Voz de Trompeta:

“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Y ahora, en Apocalipsis 22 es por medio de Su Ángel que Él las da a conocer; porque Su Ángel viene a ser el instrumento de Cristo, como fueron los siete ángeles mensajeros los instrumentos de Cristo en cada edad, en donde Cristo se veló y se reveló en Su Iglesia y a Su Iglesia; y para el Día Postrero, en el Lugar Santísimo de Su Templo, Cristo estará velado y revelado en Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Y ahí tendremos actualizándose y Cristo transfiriendo las cosas que están en el Cielo, transfiriéndolas a la Tierra en y a Su Iglesia; y las cosas que están en el Cielo estarán representadas en Su Iglesia; y las que están en el Lugar Santísimo del Templo celestial estarán reflejadas en Su Iglesia (¿dónde?) en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo. Así que hasta el Trono estará ahí representado.

Bueno, hemos visto ahí algo muy importante.

Y así como Dios habla desde Su Trono en el Cielo, y luego habló desde Su Trono humano cuando estuvo aquí en la Tierra: Jesús, Su Trono humano y Su Templo humano; Cristo, vean ustedes, ha estado hablando por medio de cada ángel mensajero en cada edad, y para el Día Postrero hablará a través de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto; porque ese será el instrumento de Cristo para el Día Postrero, ese será el que obtendrá la bendición de sentarse con Cristo en Su Trono, el Trono de David.

Ahora, Cristo hablará por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; porque ese será el instrumento que Él ha prometido enviar para dar testimonio de todas estas cosas en las iglesias. El mismo que le envió a Juan en espíritu, en cuerpo teofánico, lo enviará a Su Iglesia en carne humana en el Día Postrero. Y a través de ese mensajero, Cristo estará velado y revelado hablándole a Su Iglesia en este tiempo final.

Y ahora, recuerden que todas las cosas que están en el templo que construyó Moisés y el que construyó Salomón son tipo y figura de las cosas que están en el Cielo, son la representación. Y así también en la Iglesia de Jesucristo estará la representación de las cosas que están en el Cielo; estarán en la Iglesia de Jesucristo en personas, en seres humanos.

Así que cuando pasamos por el Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo, y vemos cómo se han materializado las cosas que están en el Cielo, en el Templo espiritual de Cristo…: como se habían materializado —pero en tipo y figura— en las cosas que estaban en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón; pero ahora todo se materializa en seres humanos en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por eso la Iglesia de Jesucristo es celestial, aunque está en la Tierra; pero no es del mundo, como tampoco Cristo es del mundo.

Y la Iglesia de Jesucristo es la que tiene la adoración correcta al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; y ahí es donde Él se manifiesta y donde adoran a Jesucristo, porque es ahí donde Cristo está y donde Él se manifiesta de etapa en etapa.

Y es ahí, en Su Iglesia, donde nacen los hijos e hijas de Dios, donde nacen de nuevo, por medio del Espíritu Santo, que está en la Iglesia, en el Templo espiritual de Cristo.

Y es ahí donde la adoración al Dios verdadero, al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se lleva a cabo de edad en edad; siempre en tiempo presente, siempre en la edad presente.

Y se adora a Dios, porque SOLO DIOS ES DIGNO DE ADORACIÓN Y SERVICIO.

Esa es la Casa de Dios; por eso tiene la Sangre del Cordero; y por eso los hijos de Dios, en la Casa de Dios, la Iglesia, están protegidos con y por la Sangre de Cristo.

Ahí es donde están los primogénitos de Dios bien seguros; como estaban los primogénitos en medio del pueblo hebreo en Egipto cuando la muerte pasó a la medianoche: en sus hogares estaba la sangre del cordero pascual aplicada sobre el dintel y los postes de las puertas, y el cordero estaba dentro, y se lo estaban comiendo asado.

Y ahora nosotros estamos comiendo a Cristo, la Palabra, y Su Sangre está aplicada en la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, y en nuestras almas. Por eso estamos seguros en la Casa de Dios, siendo alimentados con la Palabra de Dios; y adorando al Dios verdadero, al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; porque SOLO DIOS ES DIGNO DE ADORACIÓN Y SERVICIO.

Que las bendiciones del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, nuestro amado Señor Jesucristo, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto todos los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y pasen todos muy buenas noches.

“SOLO DIOS ES DIGNO DE ADORACIÓN Y SERVICIO”.

[Revisión abril 2021]

1 San Mateo 4:8-11, San Lucas 4:5-8

2 Amós 3:7

3 Éxodo 3:12

4 San Juan 4:1-24

5 1 Juan 1:7

6 Zacarías 4:2; Apocalipsis 4:5, 5:6

7 San Juan 6:38

8 1 Corintios 15:48

9 San Juan 12:24

10 Apocalipsis 3:21

11 Apocalipsis 1:1

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