Muy buenos días, “Hombres y Mujeres de Negocios del Evangelio del Reino” y “Valientes del Hijo de David”… Todos son valientes, ¿verdad? Todos los que trabajamos en la Obra de Cristo somos valientes también, de Cristo, para servirle con toda nuestra alma.
Es un privilegio grande trabajar en la Obra de Cristo en este tiempo final, como trabajaron en la Obra de Cristo junto a cada mensajero de cada edad los ministros de cada edad y el pueblo de cada edad; entre los cuales hubo personas que dedicaron más tiempo, y más de sus facilidades económicas, para trabajar en la Obra, y trabajaron también para producir más en lo económico, para que la Obra siguiera adelante.
Hubo un tiempo en donde los que trabajaban en la Obra daban hasta todo lo que tenían, porque amaban la Obra y querían que siguiera adelante. En este tiempo, pues no se le ha dicho a nadie que dé lo que tiene, sino que conforme a su corazón trabaje en la Obra y contribuya como sienta en su corazón. Y cada uno haga lo máximo en la Obra de Dios, “porque vuestro trabajo en el Señor no es en vano”1.
Cuando nos vayamos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, los galardones Él nos dará de acuerdo a nuestras labores. Dice: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, (¿para qué?) para recompensar a cada uno según sea su obra”; porque las recompensas serán en esa forma. (También en…). Eso está en Apocalipsis, capítulo 22, el verso 12.
Y en San Mateo, capítulo 16, versos 27 y 28, dice… 26 en adelante, dice: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Así que podemos ver que al trabajar en la Obra de Cristo no trabajamos en vano. No es que trabajamos porque queremos recompensas de parte de Cristo, no es así que trabajamos; trabajamos por amor a Cristo. Pero así como Cristo no quiere vagos en Su Reino, Él le dará Su recompensa a cada uno.
Porque Él, cuando recompense a cada uno en la Cena de las Bodas del Cordero, y luego cuando estemos en el Reino Milenial aquí, vean ustedes, será de acuerdo a como hayamos trabajado, por amor en Su Obra; no porque hayan obligado a uno a hacer las cosas… Ese, la recompensa que tiene es de siervo.
¿Y cuál es la recompensa de los siervos cuando hacen el trabajo que su señor les dice que hagan? Pues ninguna, porque es un siervo; y el siervo tampoco tiene herencia; no es un heredero, sino un siervo.
Ahora, como hijos, nosotros, miembros de la Iglesia de Jesucristo, tenemos la recompensa de parte de Cristo y trabajamos por amor divino, y con amor divino, porque amamos a Jesucristo con toda nuestra alma. Y trabajamos en la edad que nos corresponde.
Trabajamos reconociendo la edad que nos ha tocado, y sabiendo, conociendo, el Cuerpo Místico de Cristo, que es el Templo de Jesucristo, y la parte que nos ha tocado en ese Templo espiritual.
Y ahora, conscientes de todas estas cosas, vean ustedes, así como de edad en edad, como en una actividad de una ópera, la sinfónica va a interpretar una ópera, colocan sus páginas musicales, las hojas musicales; y ellos, de acuerdo al director, ellos toman la hoja correspondiente para ese momento; y el director… Vean ustedes, todos tienen hojas musicales e instrumentos, y el que los dirige a todos lo que tiene es una varita.
¡Así pasó con Moisés! Vean ustedes, el pueblo hebreo tenía…, cuando ya tenían espadas y armas, lo único que Moisés tenía era una vara. Pero vean ustedes, cuando se necesitó abrir el mar Rojo, con las espadas no se podía abrir el mar Rojo; sin embargo, Dios le dijo a Moisés: “Extiende tu mano con la vara. Extiende tu mano”. Y Moisés —con la vara siempre— extendió su mano y habló la Palabra, y el mar se abrió2.
Y en una ocasión en que estaban peleando contra Amalec, encontramos que Moisés levantaba su mano con la vara, y la victoria era a favor del pueblo hebreo. Cuando bajaba sus manos, porque se le cansaban, la victoria se ponía entonces en favor de los enemigos de Israel3.
Y se dieron cuenta, algunos fieles servidores de Moisés, que cuando Moisés bajaba las manos el pueblo hebreo se veía en apuros, porque el enemigo entonces iba teniendo la victoria en la batalla, pero cuando Moisés levantaba otra vez sus manos, con la vara, la victoria se ponía en favor del pueblo hebreo. Y entonces dos personas del pueblo hebreo (que fueron ¿quiénes? Hur y Aarón) se dieron cuenta, dijeron: “Pues esto está sencillo. El secreto es mantener las manos de Moisés en alto”.
Buscaron una piedra, la colocaron… o buscaron la piedra… si era grande, pues buscaron la piedra pero entonces llevaron a Moisés donde estaba la piedra; o si tenían que llevar la piedra donde estaba Moisés, pues buscaron gente, la llevaron, y sentaron a Moisés ahí; y se paró uno a un lado, y el otro al otro lado, y le mantuvieron los brazos en alto a Moisés (porque se cansan los brazos al estar en alto); y la victoria fue del pueblo hebreo.
(Después confirmamos si fue con Amalec).
Y vean ustedes, manteniendo los brazos de Moisés en alto se obtenía la victoria. ¿Por qué? Porque la vara, que representa la Palabra, estaba en alto; y Dios respalda Su Palabra.
Ahora, podemos ver que nosotros tenemos el privilegio más grande de todos los seres humanos que viven en este planeta Tierra en este tiempo final; como los escogidos de Dios de cada edad tuvieron el privilegio más grande de cada edad.
(Con Amalec era… Éxodo 17, 8 al 16).
Y después, más adelante, en otra ocasión, Dios le dijo a Moisés: “Prepara la batalla para la venganza en contra de Amalec”. Y cuando se dice “la venganza en contra de Amalec”, para tomar venganza, eso nos habla del día de venganza del Dios nuestro para este tiempo final; o sea que allí está tipificado todo.
Ahora, en el Programa Divino encontramos que todo es como una sinfónica, una orquesta, que va a interpretar las diferentes piezas musicales que tiene para esa ocasión, esa presentación; y ya tiene todo listo, y sus instrumentos, y están sentados en su lugar; y el director con su varita también listo.
Y cuando el director mueve la varita es como si les estuviera hablando; y como no puede hablar, porque interrumpe, entonces la varita es la que habla; porque la vara: la mueve, y ya ellos saben lo que está diciendo. Con la vara, con la palabra… vean ustedes, ahí está: la palabra del director.
Y ahora, Cristo de edad en edad, el cual es el Director de Su Sinfónica, de Su Iglesia, para interpretar cada pieza musical correspondiente a cada edad, lo encontramos —a Cristo— velado y revelado en cada ángel mensajero, con la Varita, la Palabra, en Su mano, dirigiendo la pieza musical de cada edad. Y la pieza musical de cada edad es la Obra de Dios para cada edad.
Y ahora, ¿cuántas notas musicales hay? ¿Cómo se le llama a eso? La escala musical. ¿Y cuáles son? ¿La primera? [Do]. Do.
[Do, Re, Mi…].
¿La primera? [Do]. San Pablo tenía Do.
¿Y la última? [Si]. Y el reverendo William Branham tenía Si.
Ya ustedes buscarán las que les toca a los demás mensajeros.
Y ahora, se acabó el solfeo. Pero no se preocupen, que el solfeo se repite ¿cómo? En una escala más alta, o mayor.
Y en una escala más alta o en una escala mayor, para el Día Postrero Cristo estará dirigiendo Su Iglesia en la pieza musical del Día Postrero.
Vean ustedes, siempre, en cada pieza musical, encontraremos que la hoja musical es la Biblia, lo que dice la Biblia para cada edad. Y Cristo con Su Sinfónica, con Su Iglesia, tiene que interpretar esa pieza musical cumpliéndola; tiene que cumplir lo que está prometido para cada edad.
Y cuando vemos a Cristo dirigiendo a Su Iglesia con la Vara de la Palabra; y Su Iglesia interpretando la pieza musical de su edad, en cada edad, o sea, cumpliendo lo que corresponde a cada edad, llevando a cabo la Obra correspondiente a cada edad; vean ustedes, vemos esa interpretación divina de esa Sinfónica de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, en esa pieza musical o sinfonía que está interpretando.
Y ahora, para el Día Postrero es lo mejor; porque siempre el fin del negocio es mejor que el principio. Y Cristo terminará en el Día Postrero con la pieza musical correspondiente al Día Postrero, con la cual estremecerá a la humanidad.
Pero recuerden que en una sinfónica interpretando la obra que tiene para ese momento, los instrumentos, cada uno tiene su sonido, y van interpretando esa pieza; y algunas veces van lentamente, otras veces suenan los tambores, y en otros momentos suenan la trompeta, y suenan por acá otros instrumentos; y en esos momentos la gente se emociona, cuando escuchan esos tambores y la trompeta sonar.
Y para el Día Postrero la promesa es que la Trompeta Final sonará. Así que vean ustedes todo lo que Cristo tiene para nuestro tiempo, para la Edad de la Piedra Angular, donde la escala musical completa va a ser manifestada.
Para las edades se necesitaron siete edades. Para la Edad de la Piedra Angular: en una sola edad se manifestará la escala completa, en una nota más alta.
Cuando el reverendo William Branham estuvo predicando el mensaje “Cristo es el misterio de Dios revelado”, al finalizar les dice: “Si ustedes miran hacia la parte de atrás, al reloj, se darán cuenta que está en las 2:00 de la tarde; 2:00 en punto, de la tarde”. Y dice: “La segunda etapa ha terminado, ha llegado a su final. La tercera etapa está a la mano”4.
Y en esa ocasión fue que, cuando estaban cantando, él dijo: “¿No se dieron cuenta que cantamos en una nota más alta?”5; porque la Tercera Etapa es en una nota más alta.
Y ahora, vean ustedes, para nuestro tiempo Cristo es el que interpreta con Su Iglesia la pieza musical, la obra musical, para cumplir todo lo que está ahí escrito. Él lo cumplirá; y eso es Su interpretación con Su Iglesia y en medio de Su Iglesia.
Y ahora vean cómo en la música se refleja el Programa de Dios, porque la música es perfecta.
En la música encontramos, miren: la escala con siete notas; y si queremos más notas, entonces hay que subir a una escala más alta para tener las siete notas de nuevo; las mismas siete notas, pero en otra escala más alta.
En las matemáticas también encontramos el Programa Divino; por eso encontramos números en la Biblia.
Por ejemplo, cuando los discípulos vieron a Jesús ya resucitado, cuando ellos estaban pescando y no habían pescado nada; y lo vieron en la orilla, y no sabían que era Jesús. Y Él les dice: “¿Tienen algo de comer?”. Jesús en la orilla y ellos allá en sus embarcaciones. Y ellos dicen: “No hemos pescado nada”. Jesús les dice: “Tiren la red a la derecha”6.
Quizás ellos pensaron: “Este debe ser uno de los que conocen de pesca”; porque las compañías que se dedican a la pesca tienen en una torre o en el barco donde van, en la parte alta, a un hombre que lo que hace es estar mirando el mar; pero de ese hombre depende de que cuando tiran la red saquen peces.
¿Cómo se llama esa persona que hace esa labor? En otra ocasión… Busquen ustedes eso; y cuando nos veamos en otra ocasión, en otro viaje, si yo no lo he conseguido, pues ustedes lo tienen.
Y esa persona (Miguel debe saber cómo se llama, porque Miguel pues fue pescador también), esa persona está pendiente mirando las aguas, y él ve a larga distancia. Y si tiene binoculares, entonces ve mucho más lejos; y él, por el conocimiento que tiene, puede ver las manchas de peces en el mar. Y si va en un avión es más fácil, porque usted mira hacia abajo y lo ve todo. Por eso lo colocan en una parte bien alta, porque de lo alto se ve todo lo que está abajo.
Y cuando Él dice, señala, que tiren la red para la derecha: la tiran para la derecha, obedeciendo lo que Él dice, y consiguen peces. ¿Por qué? Porque es que la mancha de peces (se le llama “la mancha de peces”) va por ese sitio, está por ese lugar, y ahí es donde hay que estar pescando.
Cristo dijo a Sus discípulos7: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”.
Vean, Cristo les llama – llama a Sus discípulos, a los que son pescadores, y les dice: “Yo los voy a hacer pescadores de hombres”.
Ahora, miren, los discípulos, siendo tan buenos pescadores, en diferentes ocasiones fueron a pescar sin Jesús, y no pescaron nada. Y Jesús les dice después: “Tiren la red hacia tal lugar”; y pescaban. A tal grado que se llenaba la red, y necesitaban ayuda para sacar la red.
En este caso, cuando ya Cristo está resucitado, cuando tiran la red hacia la derecha, pero no sabían que era Jesús, y se llena la red, pues Cristo creó para ellos peces. Y donde no hay, pues Cristo provee, porque Él es el Creador. Creó para Abraham un carnero, para sacrificarlo a Dios8.
Y ahora, la red se llenó, necesitaron ayuda para sacar la red. Y eran tantos los peces, y eran grandes; y la red no se rompía, siendo tantos peces grandes; y los contaron, y eran 153 peces.
153 peces para una red grande no es mucho; pero si los peces son grandes, con muy poquitos se llena la red; y un pez grande, por el peso, puede romper la red, o por sus dientes, que pueden romper la red.
Y ahora, la sacan a la orilla y eran peces grandes. Y ahora, ellos están muy contentos. Cuando están saliendo, Juan dice: “¡Es el Señor!”. Y Pedro, que se había quitado su ropa…; quizás estaba sin camisa; ustedes saben cómo son los pescadores, y (son personas sencillas), y no iba a mojar la ropa… pues si se tenía que meter para estar moviendo la red, no iba a mojar la camisa o la túnica; y de seguro la colocaban en – y se quedaban con menos ropa para meterse al agua.
Y cuando Pedro escucha a Juan diciendo: “¡Es el Señor!”, Pedro se tiró nadando y llegó a la orilla. Se llevó, pues, la ropa; se colocó la ropa también; y fue a Jesús.
Y ahora, Jesús le dice…, o sea, cuando llegan donde Jesús, ven que Jesús tiene uno o dos peces en un fuego que Él había preparado. Ahora, los discípulos necesitaban ir a pescar, y miren, y ahora Jesús está comiendo pescado asado… ¿Y quién se lo preparó? Él sabía prepararlo también, y sabía cómo tomar los pescados; y si no había, pues los podía crear a la orilla y tomarlos; no había ningún problema. O crearlos fuera del agua; porque los necesitaba afuera.
Ahora, vean ustedes cómo hacía Jesús. Y los discípulos sabían que si Él les enseñaba dónde tirar la red…, y cuando Él lo hacía y ellos obedecían, sacaban la red llena.
Y ahora, si los va a hacer pescadores de hombres, la red va a estar llena siempre que sea tirada, echada, en el lugar correcto, en el lugar que Él indique.
Y el Día de Pentecostés… Vean ustedes, antes del Día de Pentecostés, antes de Jesús irse, les dice a Sus discípulos: “Permanezcan en Jerusalén hasta que sean llenos del Espíritu Santo”9; o sea: “No se vayan a pescar todavía”.
Y permanecieron en Jerusalén hasta que fueron llenos del Espíritu Santo; diez días después de Jesús irse, a los diez días, fueron llenos del Espíritu Santo. Y comenzaron la pesca: Pedro tiró la red y sacó, ¿cuántas personas? Tres mil personas10. Luego… (Es como cuando los panes y los peces, fueron miles también). Y luego en otra ocasión… Eso fue el primer mensaje. En el segundo mensaje que predicó Pedro… Eso es tirar la red: cuando se predica el Mensaje, cuando se coloca el Mensaje sobre la gente, la red del Evangelio ha sido lanzada al agua de naciones, pueblos y lenguas, para recoger los peces de Dios, los hijos e hijas de Dios, recogerlos y colocarlos en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Y Pedro, vean ustedes, fue un buen pescador en lo espiritual también, porque seguía siendo guiado por el que creó los peces y a los pescadores también. Por lo tanto, Él sabía más que todos ellos; aunque no parecía como un pescador entre ellos; pero era el más que sabía de peces, de agua…
Vean, los pescadores, los apóstoles, no pudieron parar la tormenta, la tempestad, siendo buenos pescadores; y la barca por poco se hunde, y por poco ellos perecen; pero Jesús vino caminando sobre el mar y detuvo la tempestad11. Eso fue en otra ocasión.
Ahora, vean cómo en esta forma común, de personas sencillas, de pescadores y peces, encontramos el Programa de Dios ahí, velado y revelado; hasta que se lleve a cabo la última pesca. Y habrá una última pesca, como aquella pesca que aparece en San Juan, por ahí capítulo 21, luego de resucitado Jesús, donde pescaron peces grandes; y fueron 153 peces; que representan a los escogidos de Dios del Día Postrero; los escogidos de Dios del Día Postrero de la Iglesia de Jesucristo, y los escogidos de Dios también del pueblo hebreo; los escogidos están representados en esa pesca milagrosa.
Y ahora, eso no solamente aparece allí por aparecer, sino porque tiene un significado profético, para ser cumplido en el Día Postrero.
Vean, en San Mateo, capítulo 13, versos 47 al 50, dice:
“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;
y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.
Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,
y los echarán en el horno de fuego (¿a quiénes?, a los malos); allí será el lloro y el crujir de dientes”.
Ahora vean cómo para el Día Postrero, para el fin del tiempo, Cristo dice que enviará Sus Ángeles para llevar a cabo esa labor; y esa es la última pesca, la cual se realiza en nuestra edad; porque ya la pesca de cada edad la llevaron a cabo los mensajeros de cada edad: cada mensajero de cada edad con los ministros y colaboradores que Dios le dio, y con todo el grupo que junto a él trabajó en la Obra de Cristo.
Y ahora, vean ustedes, dice:
“… y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.
Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos”.
Esa es la labor de los Ángeles del Hijo del Hombre para el Día Postrero, para el tiempo final, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Él estará trabajando con ese doble ministerio de los Dos Olivos, en esa labor de pesca, y va a obtener los peces grandes que el Ángel del Señor Jesucristo le dijo al hermano Branham, y le enseñó al hermano Branham…
Le estaba enseñando cómo pescar: lo llevó a un lago cristalino, donde estaba lleno de peces. Había peces pequeños y peces grandes, y le dijo que le iba a enseñar a pescar.
Le dijo12: “Prepara tu línea, coloca la carnada. Y ahora tira tu línea, o sea, el anzuelo…”. Y por lo que se ve tenía una vara de pescar, probablemente. Si no era como normalmente hacemos: una rueda, como se enrolla el cable en una… algo redondo, así; y después uno tira y se va desenrollando.
Y tiró su línea. El Ángel le dijo: “Tírala bien lejos”. La tiró bien lejos, cayó bien lejos; y comenzó a hundirse en el agua. Y Él le dijo: “¡Bien hecho!” (o sea, lo felicitó).
Luego le dice: “Ahora hala suavemente. Los peces pequeños van a ver el anzuelo con la carnada y van a seguir el anzuelo con la carnada”.
Luego de cierto momento el Ángel le dice: “Ahora hala más rápido, un poco más fuerte; un jalón (o halón) más fuerte”. Y lo hizo tan fuerte… Y el Ángel le dijo: “Y luego, en la tercera ocasión el halón será el más fuerte…”. O sea, el halón será más fuerte cuando haya más bien tomado de los peces grandes.
“Pero ahora da un halón un poco más fuerte que el primero que diste; y cuando lo hagas (o sea, un halón, estar halando más rápido)… y cuando lo hagas, los peces grandes, al ver a los pequeños siguiendo algo, siguiendo esa carnada, los peces grandes van a venir”. Es que los peces grandes, cuando ven peces pequeños, siempre vienen.
Y ahora, los peces grandes quizás venían pendientes a los peces pequeños, pero había algo allí para captar, pescar, los peces grandes; pero el hermano Branham en la visión, el halón que dio fue tan fuerte que se salió fuera del agua la línea con el anzuelo; y quedó en el anzuelo un pescadito pequeñito; dice, del tamaño de la misma carnada, parecía más bien la carnada en vez de un pescado.
“Y la línea, el hilo de pescar, yo lo tenía todo enredado, y comencé a desenredarlo: colocaba una parte en los dientes para estirar y sacar por aquí y por allá… Y el Ángel (dice) me dijo: ‘Lo que te dije que no hicieras, eso hiciste’”. Ahí pues no fue una felicitación, sino le llamó la atención, pero con amor; porque Él le está enseñando a pescar; y todo eso tiene que ver con la labor en la Obra de Dios.
Y en la Obra de Dios: si vas a trabajar, si vas a hacer el trabajo, hazlo (¿cómo?) bien hecho; porque si uno lo hace mal, miren cómo el Ángel de Dios le dice al reverendo William Branham: “Lo que te dije que no hicieras, eso hiciste”; le llamó la atención.
Por lo tanto, nosotros aprendamos —por experiencia— de otros siervos de Dios que ya han pasado por esas etapas. No criticamos a nuestro hermano Branham; más bien sentimos compasión por él, por todo lo que le sucedió; y lo amamos.
Y sabemos que aunque tuvo esa situación, lo cual significaba en su ministerio que la primera etapa de su ministerio (que era la señal en la mano, en el brazo, para identificar las enfermedades por medio de unas vibraciones, y su brazo se le hinchaba, y así él sabía qué enfermedad tenía la persona)…; el Ángel le dice: “Cuando te di esa señal, te paraste frente al público y diste un espectáculo público; y mira todos los imitadores que surgieron”.
Y luego, cuando el discernimiento, el cual fue representado en el segundo halón, dice que en público (en las actividades, pues, públicas), dio un espectáculo (dice) de esos dones, y causó que se levantaran imitadores. Y eso, vean ustedes, fue representado en ese halón que dio, y por consiguiente no podía captar a los peces grandes que vendrían después. Ya cuando le tocaba captar a los peces grandes, ya su línea estaba afuera.
Y ahora, la Tercera Etapa se la mostró, y le dio la muestra de lo que sería la Tercera Etapa, como le dio a Moisés la muestra mandándolo a subir sobre un monte alto y diciéndole que mirara todo el territorio de Israel. Lo vio, él vio la tierra prometida; pero no pudo entrar a la tierra prometida.
Y ahora, vean ustedes, Dios le dio una muestra al reverendo William Branham de la Tercera Etapa; él la vivió, la experimentó, supo lo que es la Tercera Etapa, pero no pudo entrar a la etapa o al tiempo, pasar al tiempo donde esa Tercera Etapa estará manifestada. Y cuando venga la apretura, esa Tercera Etapa estará manifestada en toda su plenitud, dice el reverendo William Branham. Y será esa etapa para la Novia, la Iglesia-Novia, será también para las fatuas, y será también para el mundo.
Y por supuesto, el pueblo hebreo verá esa etapa y dirá: “¡Este es al que nosotros estamos esperando!”. En esa etapa es que el pueblo hebreo, los escogidos del pueblo hebreo, los 144.000 peces grandes serán captados.
Y antes, vean ustedes, de llegar esa apretura, pues la Tercera Etapa estará, pero no en un espectáculo público, sino en forma reservada, abriéndonos las Escrituras, dándonos a conocer los misterios contenidos en la Biblia para este tiempo final, dándonos a conocer las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; y revelándonos el misterio del Séptimo Sello, que es el misterio más grande de los Cielos; que fue abierto en el Cielo; y cuando fue abierto en el Cielo, en el capítulo 8 del Apocalipsis, verso 1, hubo silencio en el Cielo como por media hora; esto fue para que el enemigo de Dios no supiera lo que era el Séptimo Sello, para que no pudieran surgir imitaciones.
Y ahora, será el Séptimo Sello el misterio de la Segunda Venida de Cristo, el cual será revelado a la Iglesia de Jesucristo en el Día Postrero. Y esa revelación solamente puede venir a la Iglesia por medio de Cristo manifestado en Su Ángel, en el cual Él pondrá Su Palabra en su corazón y en su boca, para que le dé testimonio de estas cosas que deben suceder en este tiempo final, y le muestre a la Iglesia las que están siendo cumplidas, las que ya se han cumplido, y las que están en proceso de cumplimiento, y las que están para más adelante ser cumplidas.
Y con esa revelación de las cosas que deben suceder pronto, siendo dada esta revelación por Cristo a través de Su Ángel, son pescados los peces grandes, que completarán la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, vean ustedes, esos 153 peces representan a los escogidos. Y ahora, a los escogidos de la Edad de la Piedra Angular nadie los puede colocar en la Edad de la Piedra Angular, nadie los puede pescar con la red del Evangelio, excepto el Ángel de Jesucristo con el doble ministerio de Moisés y de Elías, y el ministerio de Cristo en él siendo operado por Cristo, por el Espíritu Santo.
Vean, por eso es que aparecen aquí, para el fin del siglo, los Ángeles del Hijo del Hombre echando la red y sacándola, y recogiendo lo bueno en cestas: recogiendo lo bueno en el Cuerpo Místico de Cristo; y lo malo, echándolo fuera. Así dice aquí, en esta profecía dada por Jesús.
Es lo mismo del trigo y de la cizaña, donde Él envía en el tiempo final a Sus Ángeles para llevar a cabo la labor de la cosecha.
Y para este tiempo final, la pieza musical, la obra musical del Programa Divino, que tiene que ser interpretada, la dirige Cristo con Su Vara, Su Palabra; y por medio de Su Ángel Mensajero estará frente a Su Iglesia dirigiendo toda la labor; y todos en el Cuerpo Místico de Cristo trabajando en la interpretación de la pieza musical del Día Postrero, en una escala o nota más alta, en donde toda la escala es manifestada.
En las edades pasadas: una nota para cada edad; para este tiempo final: todas las notas, pero en una escala más alta.
Ahora, podemos ver ahí el por qué para este tiempo final hasta el siete es muy importante. ¿Ven? Los números son muy importantes, porque en los números las matemáticas son una ciencia, como otras ciencias que hay. Y ahora, en la música también, eso es una ciencia, y así por el estilo.
Lo que sucede es que en la actualidad la música muchas personas la han afectado usándola incorrectamente; pero la música viene de Dios. Pero muchos han hecho interpretaciones que no glorifican a Dios sino al enemigo de Dios.
Ahora, en la escala musical podemos ver la nota de cada edad y podemos ver la nota que nos toca a nosotros en la Edad de la Piedra Angular.
¿Cuál es la nota que nos toca a nosotros? La número uno, la número dos, la tres, la cuatro, la cinco, la seis y la siete. O sea que nos toca la escala completa en una octava (se le llama), en una octava. Y en una octava la Edad de la Piedra Angular (que le corresponde el ocho), ahí la pieza musical para el Día Postrero, y para el Milenio y para toda la eternidad, estará siendo interpretada por Cristo y Su Iglesia.
Hemos visto cómo la Obra de Dios es representada en esa forma tan sencilla, pero certera.
En el tiempo de nuestro hermano Branham, interpretando la séptima nota musical, de…, el Si, en la escala musical, vean ustedes las cosas grandes y maravillosas que Cristo hizo a través del reverendo William Branham. Solamente algunas cositas hubo, en las cuales pues Cristo no estuvo de acuerdo; pero siguió siendo el mensajero de Cristo para la séptima edad, y Cristo nunca lo rechazó. Obtuvo misericordia en las cosas en que él pudo haber fallado; y él dice, o sea, él no obró consciente en algunas ocasiones en que hizo cosas así, mostrando el poder de Dios; no lo hizo para afectar la Obra, sino para que la gente viera y creyera.
Pero ustedes saben que… es como cuando una persona tiene mucho dinero, y lo enseña para que sus amistades sepan que tiene dinero y que Dios lo ha bendecido; también los ladrones dan la vuelta y ven que hay dinero, y después se meten a la casa cuando no hay nadie, y le roban el dinero; o estando él, también lo asaltan y le llevan el dinero. Así también es en lo espiritual.
Y vean ustedes, el pueblo tenía que estar con su mirada puesta en Cristo manifestado en el séptimo mensajero, en la séptima edad de la Iglesia gentil. Y a causa de lo que el Ángel le mostró en ese sueño o visión, de la Primera y Segunda Etapa, surgieron los imitadores, los cuales vieron lo que Cristo hacía por medio de nuestro hermano Branham, y quisieron aprender; y nuestro hermano Branham pues les dijo cómo funcionaba todo.
Y después ellos trataron y pudieron hacer muchas cosas también. Y la vista de la gente, del cristianismo, se tornó hacia ellos; y después muchas de esas personas atacaban al reverendo William Branham; o sea, no hablaban tan bien como tenían que hablar del reverendo William Branham, del cual ellos surgieron.
Tenían ellos que decir: “Esta bendición que hemos recibido, la he recibido porque Dios usó a nuestro hermano Branham; y ese es el profeta. Ese es el profeta; por lo tanto, cuando se trata de saber de parte de Dios todo lo relacionado a doctrina, ese es el hombre; y todo lo relacionado a cosas que han de suceder o que ya sucedieron, ese es el hombre; para averiguar con él”.
Y decir: “Nosotros solamente predicamos el Evangelio y les damos a conocer a ustedes la oportunidad de salvación para que ustedes vengan al Reino de Dios. Pero en cuanto a doctrina y en cuanto a profecía, el reverendo William Branham es el hombre; y de su ministerio hemos salido nosotros”; y así honraban el ministerio que Cristo tenía en el reverendo William Branham, y honraban al reverendo William Branham, y estarían honrando a Jesucristo también. Pero no hicieron así.
Y vean ustedes cómo una bendición tan grande la despreciaron algunas personas; pero la bendición siempre está.
Y ahora la bendición ha pasado a una nueva edad y una nueva dispensación. Y ha pasado el Mensaje a otra nación, otro continente, y a otro idioma, y a otra edad, y a otra dispensación.
Y nosotros no apartaremos la mirada de Cristo y Su Obra que Él está haciendo en este tiempo final. Y nuestro oído estará atento a lo que Él estará hablando, revelándonos, dándonos a conocer por medio de Su Ángel Mensajero. Y no prestaremos atención a palabras o cosas que quieran enseñar, revelaciones que quieran traer otras personas.
Mantendremos nuestro oído y nuestro corazón escuchando la Palabra de Cristo dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; palabras que están prometidas para venir a la Iglesia de Jesucristo por medio del Ángel del Señor Jesucristo.
Y así la pesca milagrosa de los peces grandes, para este Día Postrero entre los gentiles, será la pesca de los escogidos del Cuerpo Místico de Cristo siendo colocados en la Edad de la Piedra Angular por medio de la predicación del Evangelio del Reino, la red del Evangelio, captándolos y colocándolos en el Reino de Dios, en la Edad de la Piedra Angular.
Y para los hebreos también esa bendición luego los alcanzará. Serán también captados, colocados en la red del Evangelio del Reino, y pescados.
Hay una diferencia entre peces y pescados. ¿Sabe cuál es? Que usted nunca tiene peces. El agua, el mar, tiene los peces. Usted solamente tiene pescados, porque ya están pescados y los puede tener.
Y ahora, cuando los peces vienen a ser pescados, ya están fuera del agua, porque ya están pescados, ya son pescados. Y eso es lo que Cristo primeramente hace con los escogidos del Día Postrero.
¿Y hay mejores peces que los escogidos? No los hay. Esos son los mejores peces que tiene Cristo. Y los mejores peces son los del Cuerpo Místico de Cristo, los escogidos del Cuerpo Místico de Cristo, y luego los escogidos del pueblo hebreo.
Así que vean ustedes todo lo que estaba en el Programa de Dios, en ese sueño o visión, con relación a los peces grandes, que seguirían a los peces pequeños.
Así que trabajemos en la Obra de Cristo con amor divino. No por intereses terrenales, no por interés personal, sino por amor divino; sirviendo a Cristo todos los días de nuestra vida, y siguiéndole, y trabajando siempre en Su Obra, siempre aprovechando bien el tiempo.
Aun en el trabajo también hacer algo. Hay folletos, hay cintas y hay videos, y puede compartir con sus compañeros de trabajo, sus amistades, y así por el estilo; y cuando está en diferentes lugares, si lleva folletos puede repartir a las personas. Pero eso todo lo tiene que hacer con amor divino, desde lo profundo de su corazón; no porque le obliguen, no porque se le dice que es bueno hacerlo, sino porque usted quiere hacerlo de todo corazón; porque usted quiere trabajar en la Obra de Cristo en este tiempo final. Y es un privilegio grande que Él nos da —el de trabajar en Su Obra en este tiempo final—, en diferentes formas en la Obra de Cristo, porque hay diferentes formas para trabajar en la Obra de Cristo.
Así que aprovechemos bien este tiempo que Dios nos ha dado antes que seamos transformados, porque después que estemos transformados ya será más fácil: no habrá limitaciones ni se necesitará ni dinero ni nada de eso para lo que se va a hacer en la Obra de Cristo más adelante; porque ya estaremos transformados, y por consiguiente todos los problemas resueltos.
Ahora, no sabemos bien cómo será esa etapa; por lo tanto, aprovechemos bien este tiempo, en donde podemos trabajar estando todavía en nuestros cuerpos mortales, y trabajar que cuente para el Reino de Dios.
Ha sido para mí un privilegio estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LA NOTA MUSICAL DEL DÍA POSTRERO”.
Y en la nota musical del Día Postrero están los hombres de negocios del Evangelio del Reino, están los valientes del Hijo de David, están todos los maravillosos colaboradores que Dios le ha dado en el tiempo final a Su Ángel Mensajero para trabajar en Su Obra.
Y por consiguiente, todos somos colaboradores de Cristo, como dice San Pablo13, somos colaboradores de Dios; y ahora Dios nos ha tenido en cuenta para que nosotros seamos colaboradores de Él.
¿Sabe lo que significa ser colaborador de Dios? En otra ocasión hablaremos de lo que es ser un colaborador de Dios.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde. Y por favor oren por mí para que en las próximas actividades esté mucho mejor para la predicación.
“LA NOTA MUSICAL DEL DÍA POSTRERO”.
[Revisión mayo 2021]
1 1 Corintios 15:58
2 Éxodo 14:15-30
3 Éxodo 17:8-16
4 SPN63-0728 “Cristo es el misterio de Dios revelado”, pág. 90, párr. 637
5 Siguiente párrafo 638
6 San Juan 21:3-14
7 San Mateo 4:19, San Marcos 1:17
8 Génesis 22:1-14
9 San Lucas 24:49
10 Hechos 2:41
11 San Mateo 14:23-33, San Marcos 6:45-52
12 Citas, pág. 10-B, párr. 87
13 1 Corintios 3:9