Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en Tumbes, Perú; es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Quiero leer en Josué, capítulo 5, versos 11 al 12, donde dice:
“Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas.
Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “COMIENDO DEL FRUTO DE LA TIERRA NUEVA”; o sea de la Tierra Prometida.
Dios libertó al pueblo hebreo, y los llevó por el desierto hacia la tierra prometida conforme a la promesa que le había dado a Abraham, a Isaac y a Jacob: que su descendencia heredaría aquella tierra (la tierra de Canan); antes de heredar la tierra fueron a Egipto, se multiplicaron allí, fueron esclavizados y vivieron allí por 430 años, y luego conforme a la promesa divina dada a Abraham en el capítulo 15, del Génesis… veamos, capítulo 15, verso 12 en adelante, dice Dios a Abraham.. Aquí dice:
“Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.
Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años (pero no le dijo cual era esa tierra ajena, cuál era esa nación donde los hebreos irían y serían multiplicados y serían esclavizados).
Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.
Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.” Miren esto aquí: “Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.”
Porque cuando murió Abraham, fue a vivir al Paraíso donde estaba su padre, y cuando murió Isaac fue a vivir al Paraíso, al Seno de Abraham donde estaba Abraham, y cuando murió Jacob fue a vivir al Paraíso donde estaba Isaac y Abraham. Porque miren ustedes cómo nos dice en cada ocasión que uno de ellos partía; veamos en el Génesis y luego continuaremos aquí… Génesis, capítulo 49, verso 33 luego que bendijo a sus hijos, dice:
“Y acabó y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a Sus hijos encojió sus pies en la cama y expiró, y fue reunidos con sus padres.”
Y cuando los hijos e hijas de Dios parten de esta Tierra porque terminan sus días aquí, son reunidos con los hijos e hijas de Dios que están en el Paraíso.
Y ahora, continuemos leyendo aquí en Génesis, el capítulo 15, que estábamos leyendo, donde sigue diciendo:
“Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.
Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.
Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. En aquel día hizo Jehová un pacto con Abraham, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates.”
Y ahora cuando aparece Moisés en la escena y ya tiene 80 años de edad, encontramos que Dios descendió en la Columna de Fuego y le apareció al Profeta Moisés en un árbol, una zarza, allá en el desierto, lo llamó y se reveló a él, le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Y le dijo para lo cual él le había aparecido: le dijo que había escuchado el clamor, el gemido, de los hijos de Israel y había descendido para libertarlos; y por lo tanto enviaba a Moisés para que Moisés fuera el Instrumento de Dios a través del cual Dios se manifestaría y libertaría al pueblo hebreo conforme a lo que Dios prometió a Abraham.
Y ahora, ya cumplidos los 400 años, ya se habían cumplido; por lo tanto en algún momento luego de estar cumplidos los 400 años, en algún momento tenía que venir la liberación para el pueblo hebreo. “Pero Dios no hace nada sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas.” Y son los profetas de Dios, los Instrumentos de Dios, a través de los cuales Dios lleva a cabo Su Obra en cada edad y en cada dispensación.
Por lo tanto Dios envía a Moisés, y a través de Moisés se manifiesta y liberta al pueblo. Dios coloca en el corazón de Moisés Sus Pensamientos Divinos; los Pensamientos de Dios son colocados en el corazón de Moisés, revelados y son hechos esos Pensamientos Divinos, son hechos carne ahí en el corazón de Moisés, y entonces Moisés habla conforme a lo que está en su corazón, ¿habla qué? La Palabra de Dios que está hecha carne ahí en su alma, la cual le fue revelada, y cuando la habla Dios hace lo que El prometió hacer para ese tiempo.
Y ahora vean ustedes, el Instrumento de Dios fue el Profeta Moisés. Un Profeta es un hombre con las dos conciencias juntas, un hombre en el cual un Espíritu teofánico de la sexta dimensión de Profeta se manifiesta y ministra la Palabra de Dios al pueblo de Dios, a los herederos de Dios.
Y ahora, Moisés siendo un Profeta dispensacional viene con el Mensaje para una nueva dispensación, y viene en el Profeta Moisés sellado todo el Programa Divino que Dios va a llevar a cabo en ese tiempo para la liberación del pueblo hebreo y para darle al pueblo hebreo todas sus leyes divinas para establecer el pueblo hebreo como una nación; porque una nación sin leyes no es una nación bien constituida.
Y ahora, por medio del Profeta Moisés es que Dios va a llevar a cabo todo ese Programa. Por eso Moisés el gran Profeta de Dios es conocido como Profeta, como Libertador, como Caudillo, o sea, como líder de su pueblo, un rey, y es conocido como legislador; porque fue el que legisló para el pueblo hebreo, no por sí mismo, sino por la Palabra revelada que le fue dada a Moisés.
O sea, que otras personas no podían decir: “Mira Moisés, lo que conviene es establecer esta ley, vamos a establecer, vamos a reunirnos y vamos a establecer las leyes para el pueblo hebreo”; como hacen los gobiernos que reúnen a los legisladores y se reúnen todos, y comienzan a legislar leyes para el pueblo. Pero aquí es Dios el Legislador, y por consiguiente al estar manifestado en Moisés y a través de Moisés, Moisés viene a ser reconocido como legislador, como rey (o sea, como caudillo), como Profeta también, y así por el estilo.
Y Dios no le preguntó a las personas, ¿cuáles son las leyes que ustedes quieren? Dios estableció Sus leyes Divinas para el pueblo hebreo, porque el pueblo hebreo es un pueblo creado por Dios; por lo tanto el Creador cuando lleva a cabo una Obra de Creación, la establece bajo Sus Leyes (o sea, que toda la Creación está sujeta a las Leyes divinas).
Y ahora, el pueblo hebreo caminando en las leyes divinas se mantendría recibiendo las bendiciones de Dios. Si dejaban de escuchar la Voz de Dios, el pueblo hebreo recibiría las maldiciones y juicios divinos. Por eso es que en el Exodo, capítulo 23, verso 20 en adelante, dice Dios a Moisés y Moisés al pueblo hebreo:
“He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él (¿El Nombre de Dios dónde estaba? En el Angel que era enviado por Dios).
Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.
Porque mi Angel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.”
Y ahora, para el pueblo el secreto era estar atentos a la Voz del Angel de Jehová, porque era por medio del Angel de Jehová que Dios estaba manifestado allí en toda Su plenitud, y le hablaba a Moisés y Moisés le hablaba al pueblo hebreo. El Angel de Jehová es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico. Por eso el Angel de Jehová en muchas ocasiones dice: “Así dice Jehová.” Pero en otras ocasiones dice: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Y el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob es el Angel de Jehová, un Angel; pero ese Angel es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Por eso cuando Abraham vio a Dios en un cuerpo, él lo vio en dos ocasiones: primero lo vio como Melquisedec, Sacerdote del Dios Altísimo y Rey de Jerusalén, de Salém y Rey de Paz y de Justicia.
Y ahora, eso fue cuando venía victorioso de la batalla en contra de los reyes que se habían llevado a Lot y su familia y demás personas de Sodoma y Gomorra, se los habían llevado cautivos, pero Abraham salió con su gente y con su amigo o amigos confederados a él y peleó en contra de aquellos reyes y le ganó la batalla y libertó aquellas personas.
Vean ustedes, la liberación para Lot y para muchas personas… Lot, vean ustedes, representa las vírgenes insensatas o vírgenes fatuas que no tenían aceite en sus lámparas, Abraham representa las vírgenes prudentes: la Iglesia Novia del Señor Jesucristo.
Y ahora, cuando regresa victorioso, cuando obtiene la gran victoria le aparece Melquisedec y le da pan y vino. El Rvdo. William Branham dice que allí está en tipo y figura la Cena, la Santa Cena; y ahora también ahí podemos ver la pascua que el pueblo hebreo más adelante llevaría a cabo.
En la pascua está reflejada también la Santa Cena, porque la pascua y la Santa Cena representan a Cristo: Su cuerpo siendo crucificado, partido por nosotros y Su Sangre siendo derramada por nosotros para limpiarnos de todo pecado y ser colocados bajo el Nuevo Pacto, bajo la Sangre del Nuevo Pacto que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, el Rvdo. William Branham en el Mensaje: “Quién es este Melquisedec,” dice que cuando la Iglesia haya obtenido la victoria… y esto es para este tiempo final, Melquisedec que es Cristo, El es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, y Cristo ha estado por todos estos años desde que ascendió al Cielo, sentado en el Trono del Padre que es el Trono de Intercesión, haciendo Intercesión con Su propia Sangre como lo hacía el sumo sacerdote en el tabernáculo que construyó Moisés y templo que construyó Salomón; eso lo hacía el día diez del mes séptimo de cada año, que era el día de la expiación, en donde el pueblo hebreo cada año era reconciliado con Dios; así era para el Israel terrenal; y para el Israel Celestial y para la reconciliación del Israel Celestial; el Israel Celestial está compuesto por los hijos e hijas de Dios, es un Pueblo Celestial, y para la reconciliación de ese pueblo Celestial tenemos un Sacerdote, un Sumo Sacerdote, pero es del Templo Celestial, el cual es Melquisedec, el cual es Jesucristo nuestro Salvador, Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, Sumo Sacerdote del Templo Celestial; por eso es que también nosotros somos Sacerdotes de ese Orden Celestial.
Y ahora, siendo que Melquisedec también es Rey de Salém (o sea, de Jerusalén), Jesucristo es el Rey de Jerusalén también, porque El es el Melquisedec que le había aparecido a Abraham y luego se hizo carne y apareció en medio del pueblo hebreo.
Y ahora, Melquisedec le dio pan y vino a Abraham, y Abraham pagó a El los diezmos de todo. Melquisedec dándole pan y vino a Abraham señala que para el Día Postrero Melquisedec, Jesucristo, cuando termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, nos dará de Sí mismo, y seremos todos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.
Así como nos ha dado de Su imagen, al darnos Su espíritu y así producir en nosotros el nuevo nacimiento y obtener un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; la teofanía es la imagen, la imagen de Dios es la teofanía.
Miren, aquí en Hebreos, capítulo 1, nos dice San Pablo en el verso 3, dice… hablando de Jesucristo, dice… aquí hay que leer un poquito antes, del 1 al 3, dice, de Hebreos capítulo 1:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo (fue por medio de Sí mismo, por medio de Su propio cuerpo), se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”
Y ahora, Jesucristo, el cual en el Antiguo Testamento estaba en Su cuerpo teofánico, por lo cual El podía decir en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58, podía decir como dijo aquí a aquellos judíos:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
Y en vez de decir: “Gloria a Dios que tenemos un hombre que ya en Su cuerpo teofánico angelical le apareció a Abraham, al Padre de la fe; éste es el hombre que le aparecía, el Angel de Jehová hecho hombre, hecho carne, en medio de los seres humanos, se materializó en carne humana para visitarnos el Angel de Jehová”; porque esa era la promesa de Malaquías 3, que enviaría Su Mensajero delante de El para prepararle el camino y luego vendría a Su Templo el Señor, el Angel del Pacto, ¿cómo vendría? Vendría vestido de un cuerpo de carne humana el cual fue Jesús; por eso podía decir: “De cierto os digo: antes que Abraham fuese yo soy.” Era antes que Abraham y era también antes que el padre de Abraham, y era antes que Noé, era antes que Lot, era antes que Set, era antes que Abel y era antes que Adán también; porque El es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” [San Juan 1:1 – Editor].
Este Verbo es el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, es el cuerpo angelical de Dios en el cual Dios mora en toda Su plenitud, y en el cual Dios se manifestó a los profetas del Antiguo Testamento y algunos de ellos lo vieron; tenemos a Jacob que luchó con el Angel de Jehová y no lo soltó hasta que recibió la bendición de Dios, conforme al Génesis, capítulo 32, verso 24 al 32 y Oseas, capítulo 12. Lloró, clamó hasta que el Angel lo bendijo; es verdad que salió herido con una pierna ahí cojiando; pero es mejor estar cojiando pero con la bendición de Dios que estar en buena salud sin la bendición de Dios.
O sea, que es mejor un cojo con la bendición de Dios, antes que una persona bien de todo sin la bendición de Dios. ¿Porque de qué le vale al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma? De nada le ha servido.
Ahora, Jacob luego de recibir la bendición del Angel, cuando el Angel lo bendijo y le cambió el nombre, le dijo: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con los hombres y con Dios y has vencido.” ¿Y cómo había luchado con Dios? Pues estaba luchando con Dios allí, porque Dios estaba en Su cuerpo Angelical.
Los profetas de Dios pueden tener esas luchas, porque ellos en espíritu pueden así manifestarse y luchar con otro espíritu, o sea, con otro hombre, o con otro cuerpo de otra dimensión. Y aquí Jacob estaba luchando con el Angel por la bendición de Dios, porque ése era el único que lo podía bendecir en esa ocasión, y recibió la bendición y le llamó al lugar Peniel porque dijo: “Vi a Dios cara a cara.”
Y luego Dios le dice a Moisés en el capítulo 33 de Números o del Exodo, cuando Moisés quiere ver la Gloria de Dios, Dios le dice: “No podrás ver mi rostro, porque no me verá hombre y vivirá.” Y le dijo que iba a pasar frente a Moisés, lo iba a colocar en la hendidura de la roca, iba a colocar Su mano sobre Moisés en lo que pasaba frente a Moisés, y después de haber pasado vería las espaldas del Angel de Jehová, y cuando vio las espaldas, pues vio las espaldas de un hombre, pero de otra dimensión.
También encontramos a otros hombres de Dios como Manoa, que hablaron con ese Angel, le ofrecieron comida pero él dijo que no, que si querían ofrecer algo, lo ofrecieran a Dios, lo sacrificarán a Dios, cuando sacrificaron el animalito, el cabrito o corderito a Dios, y estaba siendo consumido por el fuego, por el mismo fuego subió el Angel y entonces ellos se dieron cuenta que era el Angel de Jehová, que era el mismo Dios, y Manoa muy asustado le dice a su esposa… recuerde que la promesa era que iban a tener un hijo y le iban a llamar por nombre Sansón, sería uno de los jueces de Israel.
Y ahora, cuando Manoa ve, se da cuenta que están hablando con el Angel de Jehová y no sabían que ese era el Angel de Jehová, un Varón, un Hombre, pero de otra dimensión, y le dice a su esposa: “Hemos de morir, porque hemos visto a Dios cara a cara, y la Escritura dice que no lo verá hombre y vivirá.” Pero la esposa de Manoa le dice: “No vamos a morir porque de otra forma no nos hubiese dicho que vamos a tener un hijo. Y entonces se consoló, se tranquilizó. Cualquiera se asusta.
Y ahora, vean ustedes como Manoa y su esposa vieron a Dios cara a cara, pero sin embargo la Escritura sigue diciendo que a Dios nadie le vio jamas.
Miren aquí en el capítulo 1 de San Juan, verso 20, dice o verso 18, dice:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró.”
Toda persona que vio a Dios, la vio velada en la Columna de Fuego, la vio como una Luz o como un Angel, como un Hombre de otra dimensión; Dios velado en un cuerpo angelical o en una Columna de Fuego. Luego dice en ese mismo capítulo 1, verso 14 de San Juan:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Y ahora, cuando el Verbo que era con Dios y era Dios se hizo carne, se hizo hombre, habitó en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el nombre de Jesús, y las personas no sabían que estaba en la Tierra el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Angel del Pacto, Dios con Su cuerpo teofánico dentro de un cuerpo de carne, el Angel de Jehová, al cual Juan le preparó el camino ahora estaba en carne humana para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario con Su propio cuerpo.
Dios se proveyó de un cuerpo para el Sacrificio por el pecado, el mismo cuerpo de Dios y Sangre de Dios fue la que nos limpió de todo pecado. Nadie, ningún hombre podía dar su vida por la raza humana, solamente el mismo Dios haciéndose hombre y viviendo en medio del pueblo hebreo y llevando a cabo la Obra de Redención con Su propio cuerpo. Y siendo Melquisedec en un cuerpo de carne, Melquisedec con Su propio cuerpo de carne llevó a cabo el Sacrificio por el pecado, el sacrificio como lo hacía el sumo sacerdote una vez al año, el sacrificio del macho cabrío, ahora tenemos a Jesucristo el Sacrificio por el pecado para nuestra reconciliación con Dios.
Y ahora, Cristo en el Templo que está en el Cielo fue que llevó Su Sangre derramada para la reconciliación nuestra con Dios, porque El es Sacerdote no del templo terrenal, del templo terrenal El no era Sacerdote, pues para ser sacerdote del templo terrenal tenía que ser de la tribu de Leví y tenía que ser de la descendencia de Coat, y para ser sumo sacerdote tenía que ser descendiente de Aarón, y El venía de la tribu de Judá, pero es Sacerdote según el Orden de Melquisedec que es el Orden Celestial, del Templo que está en el Cielo.
El sacerdocio levítico solamente representó, reflejó, el Orden del Sacerdocio Celestial, reflejó el y al Sacerdocio de Melquisedec.
Y ahora, nosotros no somos sacerdotes según el orden levítico, no somos del orden de Leví, sino del Orden de Melquisedec, y Cristo es el Sumo Sacerdote y nosotros somos Sacerdotes con El y Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores y nosotros somos Reyes con El, y Cristo es el Juez de toda la Tierra y nosotros somos Jueces con El. ¿O no sabean que los santos juzgaran al mundo? ¿Y cómo van a juzgar al mundo si no son jueces? La Corte de Justicia de Dios, vean ustedes es Cristo y Su Iglesia.
Y ahora, los santos juzgarán al mundo y aún a los angeles que se rebelaron en contra de Dios, porque los santos, la Iglesia del Señor Jesucristo con Cristo, son los Asistentes de Cristo, es la Corte de Cristo y Cristo es el Juez Supremo.
Y ahora, podemos ver este misterio de Jesucristo antes de venir a la Tierra.
¿Cómo era Jesucristo y quién era Jesucristo antes de venir a la Tierra? Pues era el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, en el cual estaba Dios en toda Su plenitud. Y cuando se hizo carne, pues Dios estaba en toda Su plenitud en carne humana también, porque allí dentro de aquel cuerpo de carne estaba el Angel del Pacto, estaba ese cuerpo angelical de la sexta dimensión, ese Hombre de la sexta dimensión estaba dentro de un cuerpo de carne en medio del pueblo hebreo, y ahí estaba la Plenitud de Dios.
Y ahora, podemos ver ese misterio tan grande que ha sido manifestado. San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 15 al 16, dice:
“Grande es el misterio de la piedad:
Dios ha sido manifestado en carne.”
Dice que ha sido visto de los Angeles, dice también que ha sido justificado en el espíritu, dice también que ha sido predicado al mundo, a los gentiles, ¿quién? Dios, Dios en Su manifestación en carne humana.
Cuando predicamos acerca de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y Su muerte, y resurrección y ascensión al Cielo, estamos predicando acerca de Dios, Dios que se hizo hombre y se hizo carne para llevar a cabo la Obra de Redención en favor de los seres humanos, para ser reconciliados consigo mismo, con Dios mismo.
Vean porqué el pueblo hebreo tenía estas fiestas y entre ellas la fiesta de la expiación, en donde se sacrificaba el macho cabrío, se llevaba la sangre del macho cabrío al lugar santísimo y se colocaba sobre el propiciatorio, se esparcía sobre el propiciatorio siete veces, y llevaba el sumo sacerdote todas las labores correspondientes a ese día en el lugar santísimo, y cuando terminaba sus labores, que tomaba muchas horas: comenzaba en la mañana y terminaba ya por la tarde, por la tardecita ya cansado; pero cuando terminaba quedaba el pueblo hebreo reconciliado con Dios, todos los que se habían humillado ante Dios, se habían arrepentido de sus pecados, habían afligido sus almas, pues Dios dice: “En este día el que no aflija su alma, será cortado del pueblo.”
Eso nos muestra que en todo este tiempo, para ser reconciliados con Dios desde que comenzó esa etapa para la reconciliación, luego del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, toda persona que viene a Cristo arrepentido de sus pecados, reconociendo que es un pecador, y clama a Cristo por Misericordia y reconoce el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el Sacrificio de la Expiación para nuestra reconciliación con Dios, y le pide perdón a Cristo por sus pecados reconociendo que es un pecador, y echa sus pecados en la Sangre de Cristo, la Sangre de Cristo lo limpia de todo pecado, es bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo y luego recibe el Espíritu Santo y recibe el nuevo nacimiento y ahora es una nueva criatura, una Nueva Creación, ahora pertenece a una Nueva Raza Celestial, ahora pertenece a la Familia de Dios, hijos e hijas de Dios nacidos en la Casa de Dios, en la Familia de Dios, para ser alimentados ahí de etapa en etapa, de edad en edad, a medida que va creciendo el Cuerpo Místico de Cristo de etapa en etapa, a medida que la Iglesia como Cuerpo Místico va creciendo y a medida que va creciendo cada persona como individuo, va creciendo espiritualmente.
¿Cómo es que viene el crecimiento para las personas? Pues usted le da comida al bebé que nace: primero leche y después le va a dar alimento más sólido a medida que va pasando el tiempo y en el tiempo correspondiente es que le puede dar alimento sólido y el niño a medida que va comiendo luego va creciendo, si no le da comida, ¿qué pasa? Pues se muere.
Y en lo espiritual cualquier persona se muere espiritualmente si no come la Comida Espiritual para su alma. “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” La Palabra revelada de Dios que sale de Dios, del Mensajero de Dios para cada edad y para cada dispensación, es el Alimento Espiritual para el alma de los seres humanos. No hay otro alimento que pueda alimentar el alma de las personas; así como alimentamos nuestro cuerpo físico con alimento de acá de la Tierra; pero nuestra alma es del Cielo, por lo tanto tiene que ser un alimento del Cielo, Celestial.
Y ahora, el pueblo hebreo como nación luego de haber nacido, como nación, allí en el Sinaí luego de ser libertados, nacieron como nación, fueron establecidos como una nación y recibieron sus leyes, y Dios les fue dando por esos 40 años maná del Cielo, o sea, llovía por la mañana maná y por la tarde un viento recio traía codornices y caían en medio del pueblo hebreo, el pueblo hebreo las recogía y cocinaba sus codornices, o sea, que Dios le daba desayuno en la mañana: ese cereal, y carne en la tarde: la cena, ¿qué mas querían? Y sin trabajar. Y les daba agua también; y con todo y eso protestaban.
Es como algunos hijos que se les da de todo y siempre están protestando, y quejándose y que no los tratan bien, cuando él es el que tiene que ponerse a luchar y a trabajar para ayudar a los padres, porque los padres lo han traído a esta Tierra, y tiene que hacer también su parte en la vida para honrar a sus padres y darle la mano a sus padres, y no dejar que sus padres lleven solos la carga terrenal. “Honra a tu padre y a tu madre.” Dice San Pablo que este es el mandamiento con promesa: “Para que tus días se alarguen.”
Y ahora, podemos ver cómo Dios también nos enseña a ser buenos hijos con nuestros padres terrenales, como también nos enseña a ser buenos hijos de Dios, con Dios, cumpliendo Sus leyes divinas y trabajando en la Obra en beneficio de la Causa de Dios.
Y ahora, siendo que Dios le dio maná al pueblo hebreo del Cielo y le dio carne, ahora encontramos que seis días el pueblo recibía ese alimento, y en el sexto día del maná que caía del Cielo Dios le daba comida, alimento, para dos días: para el sexto día y para el séptimo día, guardaban la porción correspondiente al séptimo día y se comían la porción correspondiente al sexto día, se la comían el sexto día; pero como el sábado era de descanso, de reposo, no podían salir al campo a buscar comida y Dios tampoco enviaba comida. En el sexto día se recibía el alimento para el séptimo día.
Y ahora, Dios ha estado dando a Su Iglesia, el Israel Celestial, Alimento espiritual del Cielo, por estas siete etapas o edades de la Iglesia entre los gentiles, eso es Maná espiritual, Comida Espiritual para el alma de todos nosotros: “El que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí mismo.” Cristo es nuestro Maná, Cristo es nuestro Alimento Espiritual, porque El es el Verbo, la Palabra; y la Palabra es el Alimento para nuestra alma.
Y la revelación de esa Palabra hecha carne, esa revelación, al recibirla estamos recibiendo Maná Espiritual, Alimento Espiritual para nuestra alma.
Y ahora, en el sexto día caía alimento doble, Dios le daba doble porción, tomaban lo correspondiente para el día sexto y lo preparaban, lo usaban y luego tomaban en adición la porción para el día séptimo, día que no podían salir fuera a buscar en el campo el alimento porque era sábado.
Luego Dios también le dijo al Profeta Moisés y a Aarón que tomarían una vasija de oro, la llenarían de maná y la colocarían en el lugar santísimo dentro del arca del pacto; allí dentro del arca del pacto por cuanto allí estaba la Presencia de Dios no se corrompía ese alimento.
Y ahora, este maná escondido representa también a Cristo como el maná que caía cada día en medio del pueblo hebreo; excepto los sábados, pero para el sábado ya el viernes habían tomado maná.
Y ahora, por cuanto los siete días de la semana están representados en los siete días delante de Dios, en donde Dios llevó a cabo la Creación y descansó el séptimo día, el séptimo día delante de Dios es: séptimo milenio; los siete días delante de Dios del Génesis son para los seres humanos siete milenios.
Y ahora, Dios ha tenido de Adán hacia acá seis días, seis días delante de Dios, y luego el séptimo día delante de Dios es el séptimo milenio.
Y ahora en este tiempo final antes de entrar al Reino Milenial de Cristo, Dios nos da Alimento para el séptimo milenio también, o sea, que con la llegada del Mensaje correspondiente al sexto día, viene también el Mensaje para el séptimo día, el Mensaje de la Segunda Venida de Cristo. El Mensaje de la Primera Venida de Cristo es el Alimento Espiritual para el pueblo, para las siete edades de la Iglesia, y el Mensaje de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá es el Alimento Espiritual, la revelación divina, para el séptimo milenio, o sea, para el Reino Milenial.
Y antes de estar en el Reino Milenial, ya ese Mensaje es dado a la Iglesia del Señor Jesucristo. Ese Mensaje también está representado por el maná escondido que fue colocado en el lugar santísimo dentro del arca del pacto en una vasija de oro, nadie podía ver ni entrar allí donde estaba ese maná escondido, porque el sumo sacerdote era el único que podía entrar allí —y eso una vez al año.—
Y ahora, veamos lo que Rvdo. William Branham dice que es el Maná escondido. En la página 230 del Mensaje de “Las siete edades,” dice:
“Ahora, también hay el pensamiento de la participación futura del maná escondido. Yo pienso que será la participación eterna de la revelación de Jesucristo en las edades venideras.”
¿La revelación de quién? La revelación de Jesucristo. La revelación de Jesucristo para las edades venideras, para el Reino Milenial y para todos los seres humanos cor la cual la Tierra y todos los seres humanos serán llenos del conocimiento de la Gloria de Jehová como las aguas cubren el mar, conforme a Isaías, capítulo 11, verso 9 y también Habacuc, capítulo 2, verso 14.
Con esa revelación divina de la Segunda Venida de Cristo la humanidad será llena del conocimiento de la Gloria de Dios, de la Gloria de Jehová manifestada en este tiempo final.
Y ahora, la promesa es que el Maná escondido sería colocado dentro del Arca del Pacto, y Cristo es el Arca del Pacto, y Cristo es el Maná escondido, la revelación de Jesucristo es el Maná escondido. La revelación de Jesucristo para el séptimo milenio, y séptima dispensación, y Reino Milenial, la revelación de Jesucristo de la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y ahora, siendo que ese Maná está escondido, el secreto o misterio de la Segunda Venida de Cristo ha sido escondido ese misterio, ese secreto, de todos los cristianos de edades pasadas; los apóstoles y los siete ángeles mensajeros hablaron, profetizaron, de este misterio, pero no pudieron abrir ese misterio, ese fue el misterio contenido en el Séptimo Sello de Apocalipsis, capítulo 8, verso 1, el cual para este tiempo final conforme a la promesa divina será cumplido ese misterio, será revelado al pueblo de Dios y entonces tendrá el Maná escondido para alimentar su alma con la revelación divina de la Palabra de Dios, que gira en el Día Postrero alrededor de la Segunda Venida de Cristo.
Así como hemos tenido maná cayendo del Cielo, que es la revelación divina de parte de Dios para todos Sus hijos desde el tiempo de Cristo y los apóstoles hasta este tiempo final, conociendo el misterio de Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario para comernos esa revelación divina y obtener vida eterna, obtener el perdón de nuestros pecados y obtener el Espíritu de Cristo y así obtener el nuevo nacimiento y obtener un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y para obtener el cuerpo físico, eterno, inmortal e incorruptible y glorificado igual al cuerpo de Jesucristo, recibimos el Maná escondido: la revelación de la Segunda Venida de Cristo, y nos comemos esa revelación para pronto obtener el cuerpo eterno, inmortal e incorruptible.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, Cristo hace una promesa muy grande aquí, y dice… capítulo 2, verso 17 del Apocalipsis:
“El que tiene oído para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
De etapa en etapa el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo ha estado hablando por medio de cada ángel mensajero. Dice:
“Al que venciere, daré a comer del maná escondido.”
Tenemos la promesa de comer del Maná escondido, ¿dónde estaba en el Templo? En el Lugar Santísimo dentro del Arca del Pacto. Ese Maná escondido es la revelación de la Segunda Venida de Cristo.
Hemos tenido las siete atapas o edades de la Iglesia que corresponden al Lugar Santo del Templo Espiritual de Cristo, y el Templo Espiritual de Cristo es la Iglesia del Señor Jesucristo, y el Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo (o sea, de la Iglesia de Jesucristo) es la Edad de la Piedra Angular.
¿Dónde estará el Maná escondido para comer ese Maná escondido: la revelación de la Segunda Venida de Cristo? Pues en el Lugar Santísimo, en la Edad de la Piedra Angular. Ahí estará la revelación de Lugar Santísimo Segunda Venida de Cristo para comernos esa revelación y alimentar nuestra alma, para ser preparados y ser transformados en este tiempo final y obtener el cuerpo físico eterno, inmortal e incorruptible. ¿Vieron lo sencillo que es todo?.
“Al que venciere, le daré a comer (¿de qué?) del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”
Esa Piedrecita Blanca es la Segunda Venida de Cristo con un Nombre Nuevo. El Rvdo. William Branham también habló acerca de esa Piedrecita Blanca y acerca de ese Nombre Nuevo, y él dice que el Vencedor es el Angel, es un Líder. Así como los líderes del pueblo hebreo a muchos de ellos le fue cambiado el nombre; por ejemplo: Abram le fue cambiado por Abraham (o sea, le fue añadida la “H,” y una “A,” adicional), y entonces el significado cambió favorablemente para Abraham. A Sarai le fue cambiado el nombre por Sara. A Jacob le fue cambiado el nombre por Israel; Jacob significa suplantador, pero le fue cambiado por Israel porque luchó con Dios, había luchado con los hombres y luchó también con Dios y venció.
A los vencedores, esos líderes les es dado un nombre nuevo. Jacob: suplantador, fue convertido, cambiado, a Israel: Príncipe con Dios. Luego tenemos también a Pedro, le fue cambiado su nombre, el nombre de Simón, por Pedro cuando tuvo la revelación de quién era Jesús, eso es una victoria. Y a Saulo de Tarso cuando obtuvo la victoria al recibir a Cristo como su Salvador, al tener el encuentro con Cristo obtuvo ahí la victoria y su nombre fue cambiado por Saulo; o sea, de Saulo, a Pablo.
Luego también tenemos a los hijos del trueno que son Jacobo y Juan, estos apóstoles que eran primos de Jesús según la carne, porque eran hijos de la hermana de María, la hermana de María era Salomé (eso está en San Juan, capítulo 19 por ahí…); y eran primos de Jesús según la carne y Juan era el apóstol, el discípulo amado: ese fue el que recibió la revelación del Apocalipsis y había recibido también esa bendición de estar en el monte de la transfiguración con su hermano Jacobo y el apóstol San Pedro.
Jesús los llamó a ellos por: Boanerges, que quiere decir hijos del trueno; ellos siempre querían los Ministerios de Moisés y Elías.¿Recuerdan que cuando en Samaria no quisieron recibir a Jesús el cual ya se iba dirigiendo a Jerusalén porque tenía que dar Su vida en Jerusalén, le dicen a Jesús: “¿Quieres que mandemos a descender fuego del Cielo y los queme a todos?” Jesús les dice: “Ustedes no saben de qué espíritu son (o sea, estén tranquilos, no hagan eso).”
En otra ocasión también, en el capítulo 20 de San Mateo, verso 20 en adelante; como ellos ya en el capítulo 17 habían estado en el monte de la transfiguración y habían visto a Jesús transfigurado con Su rostro como el sol, Sus vestiduras resplandecientes como la luz, y habían visto a Moisés y a Elías (uno a cada lado de Jesús) y a Dios hablando y diciendo: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia, a él oid.” Así como ellos vieron a uno a cada lado, y ellos sabían que esa era la Visión de la Venida del Hijo del Hombre en el Reino de Su Padre, ellos sabían que esa era la Venida del Reino; ellos querían en el Reino de Jesucristo estar uno a la derecho y el otro a la izquierda (o sea, ser uno el de la derecha y el otro el de la izquierda).
Pero Jesús les dijo cuando vinieron con su madre como ayuda, y como toda madre, pues quiere lo mejor para sus hijos, quiere la bendición de Dios para sus hijos, pues hablaron con ella y como ella era la tía de Jesús, dijeron: “Pues, no le puede negar a su tía una petición, así que vamos a ir bien acompañados.” Y eran los primos de Jesús según la carne, y le piden a Jesús… la madre de ellos le dice: “Quiero una petición, quiero que nos concedas una petición (o sea, no preguntaron si se podía o no se podía, sino ‘que nos conceda la petición’).”
Es como algunos de los niños le dicen a los padres: “Papi o mami, yo quiero algo, yo quiero pedirte algo, pero dime que sí, o sea, antes de decir lo qué es; dime que sí.” Porque después que ya digan que sí, aunque sea una cosa muy grande ya dijo que si, y ya está atado por sus propias palabras.
Pero Jesús no le dice que sí, les dice: “¿Qué quieren, cuál es la petición?” Y ellos le dicen o ella le dice (la madre de Salomé, la madre de Jacobo y Juan): “Yo quiero que en Tu Reino mis dos hijos: el uno esté a tu derecha y el otro a tu izquierda.” O sea, que después de Jesús ellos serían las personas más importantes en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo; que es el equivalente a Gabriel y miguel en el Cielo, que son los arcángeles de la Diestra y de la Siniestra de Dios, de la Derecha y de la Izquierda, de la mano derecha y de la mano izquierda.
Y ahora, Jesús les dice: “Ustedes no saben lo que piden, ¿pueden ustedes ser bautizados con el bautismo que Yo Soy bautizado?” Ellos le dicen: “¡Si podemos!.”
Porque una persona que está buscando la bendición de Dios, no va a estar diciendo: “No, no es que no podemos.” Cuando uno busca la bendición de Dios uno tiene que ser positivo, tiene siempre que creer que sí va a recibir esa bendición ¿si no cómo va a estar buscando la bendición, si no cree que Dios se la va a dar? Ellos buscaban esa bendición creyendo que la podían obtener.
Por lo tanto, Jesús les pregunta:
— “¿Pueden ustedes ser bautizados con el bautismo que Yo Soy bautizado?”
— “¡Sí podemos!”
— “¿Y de la copa que yo he de beber, podrán beber?”
— “¡Sí podemos!” El les dice: “Sí, eso es cierto.”
Ellos estaban diciendo la verdad. “Pero el sentarse ustedes dos: uno a mi derecha y el otro a la izquierda, no es mio darlo, sino a aquellos para los cuales está ordenado. Esa posición si va a ser otorgada a alguien, pero no es mio darlo a quien Yo quiero, sino a quién está ordenado por Dios, a quién está ordenado por Dios esa posición de la Diestra y de la Siniestra, le será concedida esa posición; no es mio darlo, sino a aquellos a quienes está ordenado por Dios.”
Cristo dará esa posición a este Vencedor que recibirá esa Piedrecita Blanca con un Nombre Nuevo escrito, y sigue diciendo: “Y ése es que le da el Maná escondido, la revelación de la Segunda Venida de Cristo para que se coma ese Alimento y se alimente el alma, y para que comparta con los escogidos de Dios del Día Postrero en la Edad de la Piedra Angular, para que también coman este Maná escondido y alimenten sus almas.”
Y ahora le dará la Piedrecita Blanca (eso es la Segunda Venida de Cristo), la recibirá, le dará la bienvenida a Cristo en Su Segunda Venida. También está dicho: “Le daré la estrella de la mañana.” Y Cristo dice: “Yo Soy la Estrella resplandeciente de la mañana.” Eso está en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 y capítulo 2, verso 28, lo relacionado a la Estrella de la mañana.
Y ahora, la Piedrecita Blanca viene con un Nombre Nuevo escrito que ninguno conoce, sino aquel que lo recibe (aquel que recibe ese Nombre y esa Piedrecita). Vean ustedes, dice: “que ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”
¿Y cómo va a recibir un vencedor, un hombre, la Piedrecita Blanca y ese Nombre Nuevo de esa Piedrecita Blanca? Vamos a ver en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, ahí explica más claramente sobre esa promesa, dice:
“Al que venciere, yo le haré columna en el templo de mi Dios (o sea, le haré una persona importante; las dos columnas: uno a la derecha y el otro a la izquierda; lo que querían ser Santiago y Juan. Recuerden que Jacobo es Santiago)…”
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios (y el Templo de nuestro Dios es la Iglesia del Señor Jesucristo, ese es el Nuevo Templo), y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios…”
Y ahora el misterio del Nombre de Dios, mire dónde va a estar: en un hombre que va a obtener la victoria sobre el cual Dios escribirá Su Nombre, Jesucristo escribirá el Nombre de nuestro Dios sobre esa persona.
“… y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios (la nueva Jerusalén tiene un Nombre y ese es el Nombre de Dios), y mi nombre nuevo.”
Un vencedor tendrá esa bendición, ese será el Vencedor del Día Postrero, del cual Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Ese es el que recibirá la victoria, la gran victoria en el Amor Divino en el Día Postrero, y recibirá el cumplimiento de estas promesas; lo que luchó Juan y Jacobo por obtener, lo obtendrá este Angel Mensajero al obtener la victoria en el Amor Divino, obtendrá todas esas bendiciones de las cuales Cristo habló en las siete etapas o edades de la Iglesia.
Y ahora, todas esas bendiciones, todas esas promesas hechas al vencedor, allá cuando fueron habladas en cada edad, estarán resumidas en esta promesa: Apocalipsis 21, verso 6 al 7, dice:
“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega (¿Quién está hablando aquí? Jesucristo el Alfa y Omega), el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida (¿Y si toma de la Fuente del Agua de la vida qué va a pasar? Pues va a ser restaurado a la vida eterna, va a ser transformado y va a tener un cuerpo glorificado).
“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.”
Vean, es un Redimido por la Sangre de Cristo, un Hijo de Dios por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, porque los hijos son los herederos de Dios, no los siervos; así como fue un hijo el que heredó a Abraham, no el siervo, no el siervo Eliezer, sino el hijo de Abraham: Isaac.
Y ahora, nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro. Y ahora el Vencedor aquí que heredará todas las cosas es el siervo fiel y prudente al cual Su Señor coloca sobre Su Casa para que les dé el Alimento a tiempo. En San Mateo, capítulo 24, verso 42 al 47, y Cristo dice:
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así…”
O sea, que el siervo fiel y prudente que esté en el tiempo de la Segunda Venida de Cristo, el que esté en la Casa de Dios dando el Alimento Espiritual a tiempo, ese Mensajero es el que recibe esa bendición tan grande, ¿quién es el siervo fiel y prudente al cual cuando Su Señor venga le halle haciendo así?:
“…De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.”
O sea, que será un Administrador de todas las cosas de su Señor. Por eso la promesa: “Al que venciere yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en Su Trono.” Vean, eso nos habla de una posición en la cual estará administrando o ministrando todos los negocios de Su Señor. Esa es la posición más alta después de la posición de Cristo, después le siguen las de los diferentes mensajeros y apóstoles.
Y ahora podemos ver que para este tiempo final Dios tiene grandes bendiciones, no solamente para el Angel Mensajero de Jesucristo del Día Postrero, sino para cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero; para que en este tiempo en adición de haber comido del Maná que ha caído del Cielo durante las siete edades de la Iglesia, el Maná de la revelación de la Primera Venida de Cristo coma del Alimento o del fruto o frutos de la Tierra prometida, coma del fruto de las revelaciones prometidas para el Día Postrero, para el séptimo milenio y para el glorioso Reino Milenial.
Todas esas revelaciones que estarán siendo dadas al pueblo que vivirá en el Reino Milenial, primeramente las comemos nosotros en este tiempo. Así como el pueblo tenía en el día sexto el pan que se iban a comer el séptimo día.
Y ahora nosotros tenemos en adición al Alimento Espiritual de la Dispensación de la Gracia, que es la revelación divina de la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios en Su Obra de Redención para obtener nuestra salvación, obtener el perdón de nuestros pecados, obtener el bautismo del Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento; en adición a eso, El nos da la revelación de Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, y esa es la revelación divina que se estará dando a todos los seres humanos que vivirán en el Reino Milenial.
Pero ya los escogidos del Día Postrero tendrán esa revelación, y por consiguiente con esa revelación divina siendo predicada, siendo dada a conocer, son llamados y juntados todos los escogidos de Dios del Día Postrero y son alimentados en sus almas con ese Maná escondido, con esa revelación divina que estaba escondida del cristianismo durante estos dos mil años que han transcurrido.
Y ahora con ese Alimento Espiritual somos preparados para ser transformados y llevados con Criso a la Cena de las Bodas del Cordero, y eso es estar comiendo del fruto de la Tierra nueva, el fruto de la Tierra nueva, de la Tierra milenial o del Reino Milenial.
Este Alimento que se estará dando allá, ya nosotros lo estaríamos comiendo en este tiempo final, lo tendríamos; ese es el Maná escondido también, esa la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
La evidencia de la Tierra nueva es el Hijo del Hombre, y el Hijo del Hombre vendrá con Sus ángeles y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras; y el Hijo del Hombre enviará Sus ángeles con Gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos.
Hemos visto que todo en este tiempo final gira alrededor de la Venida del Hijo del Hombre con Sus ángeles, porque ese es el misterio contenido en el Séptimo Sello, en la Venida del Señor, la Venida del Hijo del Hombre con Sus ángeles, la Venida del Señor con un Nombre Nuevo.
Y ahora toda esa revelación divina gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo con Sus ángeles, es el Alimento Espiritual para nuestra alma, en adición al Alimento Espiritual de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Y así es como comemos del fruto de la Nueva Tierra, y decimos: “Verdaderamente el fruto era bueno conforme a como Dios lo prometió, y la Tierra era buena, y fluye leche y miel: el Alimento Espiritual para nuestras almas que nosotros necesitamos, para estar en buena salud espiritual y para vivir por toda la eternidad siendo transformados en este tiempo final como El lo ha prometido.” Lo cual pronto ocurrirá para los que estarán comiendo del fruto de la Tierra nueva, y estarán comiendo también del Maná escondido; todo eso es la revelación de Cristo para este tiempo final, la revelación de la Venida del Hijo del Hombre con Sus ángeles llamando y juntando a Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta.
Y ahora, el territorio descubrimos que es el territorio latinoamericano y caribeño, bendición incomparable para los latinoamericanos y caribeños, bendición que no tiene otros continentes; porque ya la bendición de otros continentes fue en las edades que ya han pasado y si no la aprovecharon; ahora a nosotros nos ha tocado la bendición de este Día Postrero y la estamos aprovechando; si ellos no aprovecharon la bendición que tuvieron en su tiempo, ya eso fue problema de ellos. Ahora a nosotros nos toca aprovechar la bendición de Dios para este tiempo final, que El está derramando en la América Latina y el Caribe, para así estar comiendo del fruto de la nueva Tierra.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio: Del fruto de la nueva Tierra y cómo comer del fruto de la Nueva Tierra.
Y ahora, yo les puedo decir: “Yo estoy comiendo del fruto de la nueva Tierra.” Y pregunto, ¿y quién más está comiendo del fruto de la nueva Tierra? [la congregación responde ¡Amén! – Editor] todos ustedes también.
Así que aquí estamos los que estamos comiendo del fruto de la nueva Tierra; estamos comiendo del Fruto Espiritual, del Alimento Espiritual, que durante el Reino Milenial estarán comiendo la gente para alimentar sus almas. Nosotros somos los primeros que comemos de ese fruto.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio de cómo estar COMIENDO DEL FRUTO DE LA NUEVA TIERRA.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, prometidas para la Nueva Tierra, para la tierra Prometida se materialicen en cada uno de ustedes y en mí también, y pronto todos seamos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos, y sigan pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo nuevamente a mi esposa Erica y a mi hija América en el cántico-tema o lema que tenemos para estas actividades, y mientras ponemos el cántico pasa nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para terminar nuestra parte en esta noche.
Con nosotros el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín. Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“COMIENDO DEL FRUTO DE LA NUEVA TIERRA.”