Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes en esta tarde en la cual recordamos la crucifixión de Cristo dos mil años atrás aproximadamente. Y recordando Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, también recibimos por la fe todos los beneficios que allí El ganó para todos nosotros. A todos los visitantes: Bienvenidos a todos los visitantes y que las bendiciones de Cristo sean sobre todos ustedes y también sobre la congregación aquí en Cayey.
En esta ocasión quiero leer en San Mateo, capítulo 27, versos 45 en adelante, donde nos dice:
“Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Algunos de los que estaban allí decían, al oirlo: A Elías llama éste.
Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber.
Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle.
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;
y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”
Y leemos en Gálatas, capítulo 2, verso 20:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “CRUCIFICADOS CON JESUCRISTO.”
La crucifixión de Jesucristo era un misterio del Reino de Dios que tenía que ser cumplido. Ese misterio estaba representado, simbolizado, en el cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificó en la víspera de la pascua; la sangre de ese cordero pascual fue aplicada en el dintel y los postes de las casas de los hebreos, y el cordero fue asado y colocado dentro de los hogares, para durante la noche de la pascua comer ese cordero; y durante la noche de la pascua allá en Egipto Dios visitaría a los egipcios y todo primogénito de los egipcios moriría; de las personas y también de los animales; todos los primogénitos estaban sentenciados a muerte. Pero los hebreos tenían la revelación divina de cómo preservar la vida de los primogénitos: por medio del sacrificio del cordero pascual y su sangre aplicada en el dintel y los postes de las puertas, de la puerta de sus hogares.
Esta revelación vino al pueblo hebreo por medio del Espíritu de Dios al Profeta Moisés. Y aunque contra la muerte no hay nada que pueda librar, sin embargo a los primogénitos del pueblo hebreo los libró de la muerte el sacrificio del cordero pascual y su sangre aplicada en sus hogares, y el cordero estando dentro y siendo comido.
Dios dijo: “Cuando pase veré la sangre, y la sangre os será por señal”; y no dejaría Dios entrar a los hogares donde estaba la sangre aplicada, no dejaba entrar la muerte a esos hogares; por lo tanto los primogénitos seguían viviendo, no tenían que morir.
Esto funcionaba así porque ese cordero pascual y su sangre aplicada, representaba a Jesucristo, el Cordero de Dios, y Su Sangre siendo derramada en la Cruz del Calvario para la preservación de la vida eterna de todos los Primogénitos de Dios.
Los primogénitos del pueblo hebreo representan a los Primogénitos del Israel Celestial, a los Primogénitos del Cielo.
Y ahora, podemos ver que en el Israel terrenal (el pueblo hebreo) se reflejó todo lo que Dios haría con el Israel Celestial.
Y ahora, para el Israel terrenal y los primogénitos del Israel terrenal Dios tuvo un cordero pascual; y ahora para el Israel Celestial Dios tiene el Cordero Pascual, el Cordero de Dios, que es nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, tenemos al Cordero de Dios, Jesucristo, muriendo en la Cruz del Calvario; fue crucificado desde la mañana, a eso de las 9:00 de la mañana —mas o menos—, o sea, la tercera hora del día; y de las 12:00 hasta las 3:00 de la tarde hubo tinieblas sobre la Tierra.
Encontramos que Jesucristo allí en la Cruz del Calvario muriendo, estaba muriendo por todos nosotros; o sea, que fue a causa nuestra que El murió. El dijo: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar.” Fueron nuestros pecados los que lo hicieron morir; porque la paga del pecado es muerte, y al tomar El nuestros pecados vino a ser mortal y tuvo que pagar por nuestros pecados con Su vida. Dios demandaba la muerte y Cristo murió por todos nosotros, para que nosotros no tengamos que morir; como en Egipto el cordero pascual era sacrificado para que así no murieran los primogénitos del pueblo hebreo.
Y ahora para que los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero no mueran, Cristo murió por nosotros como el Cordero de Dios. Si Cristo no moría, entonces todos los Primogénitos de Dios escritos en el Libro de la Vida del Cordero en el Cielo tenían que morir. Cristo dijo: “Si el Grano de trigo no cae en Tierra y muere, El solo queda”; o sea, que seguiría viviendo Jesucristo aquí en la Tierra, todavía estaría vivo en la Tierra caminando en aquel cuerpo en el cual caminó en la tierra de Israel, sin ver muerte, pero todos los Primogénitos de Dios morirían.
Y ahora, Cristo siendo el Cordero de Dios (tipificado en el cordero pascual allá en Egipto siendo sacrificado) ha librado a los Primogénitos de Dios del Cielo de la segunda muerte, los ha librado de la muerte, segunda muerte, que es el lago de fuego.
Y ahora, por medio de Jesucristo, el Cordero de Dios, todos los Primogénitos del Cielo escritos en el Libro de la Vida del Cordero pueden vivir eternamente.
Ahora, así como Dios llamó de Egipto a Su pueblo, El ha llamado del Egipto espiritual, del mundo, y del reino de las tinieblas, ha llamado a Sus Primogénitos, a Sus hijos. Y es de ahí de ese reino de las tinieblas, representado en el imperio egipcio, y el faraón egipcio representa al diablo y el reino del faraón representa el reino del diablo… vean, ahora Cristo liberta al Israel Celestial y a Sus Primogénitos, los liberta del faraón, el diablo, del reino del faraón, el reino del diablo, y la vida eterna es preservada para todos los Primogénitos de Dios.
Cristo dijo en San Juan, capítulo 8, versos 31 en adelante:
“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie ¿Cómo dices tú: Seréis libres?
Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, es esclavo del pecado.
Y el esclavo no queda en casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”
Y ahora, tenemos a Jesucristo nuestro Salvador representado en Moisés. Moisés siendo ungido por el Espíritu de Dios para la liberación del pueblo hebreo, y ahora Jesucristo siendo nuestro Libertador que nos libertaría del imperio del diablo, del faraón, y nos sacaría de ese Egipto espiritual y nos colocaría en el Reino de Dios.
Ahora, vean cómo en el pueblo hebreo y el tiempo de esclavitud del pueblo hebreo allá en Egipto y luego su liberación, Dios está ahí reflejando algo mayor que sucedió mucho tiempo atrás cuando el ser humano cayó.
Y ahora, todo el problema de la raza humana, miren ustedes, aun desde antes del ser humano estar en la Tierra —Adán—, ya el problema estaba en el Cielo: el diablo se había rebelado contra Dios; y esa guerra que hubo en el Cielo, esa batalla que hubo en el Cielo, luego cuando el diablo fue echado a Tierra, luego vino a hacerle la guerra al ser humano como la había hecho en el Cielo; y el pecado que comenzó allá en el Cielo con la rebelión de ese arcángel llamado luzbel o lucifer o lucero, ahora la guerra viene a la Tierra entre los seres humanos.
Y ahora, al ser humano caer de la bendición de Dios viene a ser esclavo y toda su descendencia con él; toda la descendencia de Adán y Eva vienen a ser esclavos como el pueblo hebreo vino a ser esclavo en Egipto. Y por eso es que Cristo dice: “Si el Hijo os libertare seréis verdaderamente libres.”
Y ahora, esta liberación que Jesucristo lleva a cabo (así como la llevó a cabo Dios por medio del Profeta Moisés), es una liberación más grande, pero que está representada allá en aquella liberación que Dios llevó a cabo usando al Profeta Moisés para la liberación del pueblo hebreo.
Ahora cuando la raza humana viene a ser esclava del faraón, el diablo, y viene a estar cautiva la raza humana en el imperio del diablo, el diablo ha esclavizado al ser humano, lo ha tenido sometido bajo ese dominio del diablo; pero miren ustedes: Cristo es el Libertador para todo ser humano, el único que puede libertar al ser humano del poder del diablo, y sacar libre al ser humano del reino del diablo y colocarlo en el Reino de Dios.
El ser humano por cuanto pecó, cayó de la vida eterna, vino a ser esclavo; y por consiguiente al nacer cada persona en la Tierra, estando la raza humana destituida de la Gloria de Dios por causa del pecado, como nos dice el capítulo 3 verso… capítulo 3 de Romanos, verso 23, dice:
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
siendo justificados gratuitamente por su sangre, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.”
Y ahora en esta liberación que Cristo lleva a cabo, El saca del reino del maligno, del diablo, a todas esas personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Ahora, nacen en la Tierra, pero por cuanto están destituídos de la Gloria de Dios todos los seres humanos, pues se obtiene un cuerpo de carne mortal, corruptible y temporal, y se recibe un espíritu del mundo; no de Dios, no de la sexta dimensión, sino de la quinta dimensión, del mundo, de ese imperio del diablo. Y por eso se requiere que el ser humano nazca de nuevo, para poder entrar al Reino de Dios. “Porque el que no nazca del agua y del espíritu no puede entrar al Reino de Dios.”
Y es Cristo nuestro Libertador, es Cristo el que nos liberta de la esclavitud en la cual el diablo metió la raza humana; es Cristo el que nos saca del reino del diablo y nos coloca en el Reino de Dios; es Cristo el que produce el nuevo nacimiento en cada una de las personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por eso era tan importante la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario.
Parecía ser una derrota la muerte de Cristo, pero fue la más grande victoria en favor del Israel Celestial, en favor de toda persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Sin la crucifixión de Cristo el ser humano estaba perdido. Pero con la crucifixión de Cristo allí, todo lo que usted y yo teníamos que sufrir —y perder también la vida eterna— Cristo lo sufrió y murió por nosotros, para que así nosotros no tengamos que morir para siempre.
Y ahora, Cristo no va a perdonar sus pecados en la actualidad, ya El lo hizo dos mil años atrás aproximadamente; y lo que nosotros hacemos es aceptar con fe, creyéndolo con todo nuestro corazón, que ya El nos salvó hace dos mil años atrás aproximadamente cuando murió por nosotros en la Cruz. Y cuando El murió allá en la Cruz, nosotros estábamos siendo crucificados con El, porque estábamos en El; así como cuando Abraham diezmó a Melquisedec, dice San Pablo que Leví diezmo a Melquisedec, el cual estaba en los lomos de Abraham; y Abraham vino a ser el padre de Isaac, abuelo de Jacob y bisabuelo de Leví. Vean ustedes cómo Leví diezma a Melquisedec y todavía ni había nacido Leví, ni había nacido Jacob, ni había nacido Isaac.
Y ahora nosotros fuimos crucificados con Cristo aunque nos ha tocado vivir en este tiempo, pero estábamos en El desde antes de la fundación del mundo.
Y ahora, dondequiera que Jesucristo estuvo en edades y dispensaciones pasadas, estábamos nosotros con El.
Ahora, veamos lo que nos dice San Pablo en su carta a los Colosenses, capítulo 2, verso 9 en adelante, dice:
“Porque en él habita corporalmente la plenitud de la Deidad (o sea, en Cristo),
y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad (Cristo es la Cabeza de todo principado y potestad).
En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha de mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Y vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él,
perdonándoos todos los pecados,
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.”
Lo que parecía ser una derrota para Cristo, era un triunfo.
Y ahora, vean ustedes cómo Cristo despojó los principados y las potestades, derrotó al diablo, derrotó el imperio del diablo y libertó a todos los hijos e hijas de Dios con Su Sacrificio en la Cruz.
Y ahora, todos los que tienen sus nombres en el Cielo, escritos en el Libro de la Vida del Cordero, han sido libertados; y cuando la persona Lo recibe como su Salvador, se materializa en la persona esa bendición de salvación; pero ya El lo hizo dos mil años atrás aproximadamente.
Y ahora, los escogidos de Dios escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, de etapa en etapa vienen a esta Tierra, esas almas de Dios vienen a la Tierra en cuerpos mortales, corruptibles y temporales y con un espíritu del mundo, para recibir la bendición de la salvación que Cristo obró en la Cruz del Calvario, y obtener el nuevo nacimiento y obtener un espíritu teofánico de la sexta dimensión al recibir el Espíritu Santo, y así obtener el nuevo nacimiento, nacer en el Reino de Dios; esa es la forma en que se nace en el Reino de Dios. El primer nacimiento nuestro es en el reino de este mundo, es en el reino del maligno; pero el nuevo nacimiento es el Reino de Dios; por eso es necesario nacer de nuevo.
Y ahora, podemos ver en el Programa de Redención el porqué Jesucristo tuvo que morir.
Y ahora, ¿quién es Jesucristo nuestro Salvador? El es nada menos que el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, el Verbo que era con Dios y era Dios y se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, en medio del pueblo hebreo. Por eso El podía decir en el capítulo 8 de San Juan y versos 56 en adelante:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozo.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Cómo era Jesús antes que Abraham? El era el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, ese Angel que le aparecía a los profetas del Antiguo Testamento y ellos decían: “El Angel de Jehová me apareció.” Y el Angel de Jehová cuando le apareció —por ejemplo— al Profeta Moisés, le dijo: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Era Jesucristo en Su cuerpo teofánico, Su cuerpo angelical.
Cristo estando en Su cuerpo teofánico es conocido como el Angel de Jehová o Angel del Pacto, el cual es el mismo Dios en Su cuerpo angelical, cuerpo teofánico, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de la sexta dimensión.
Por eso es que en Malaquías cuando se anuncia la Venida del Mesías, para lo cual Dios enviaría un profeta mensajero preparándole el camino, dice que ése que vendrá será el Señor, el Angel del Pacto. Vean, Malaquías, capítulo 3, verso 1, dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (ése mensajero fue el profeta Juan el Bautista que vino preparándole el camino al Señor Jesucristo);
y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
¿Quién vendría? El Señor, el Angel del Pacto, el Angel de Jehová. Porque ése es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico, es el Logos que era con Dios y era Dios y se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo.
“Y aquel Verbo se hizo carne, y vimos su gloria (gloria como del unigénito del padre), lleno de gracia y de verdad.” (San Juan, capítulo 1, verso 14).
Ahora, podemos ver que Dios se proveyó de un cuerpo de carne, para poder colocar ese cuerpo de carne en Sacrificio por el pecado, para llevar a cabo la liberación de todos los hijos e hijas de Dios, para llevar a cabo la liberación de los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Sin el Sacrificio de Cristo no hay salvación para ninguna persona.
Y ahora, el mismo Dios hecho carne tiene un nombre humano para llevar a cabo la Obra de Redención, y ese nombre es Jesús, que significa: ‘Salvador o Redentor.’ Fue allí en la Cruz del Calvario muriendo un hombre llamado Jesús, el cual era nada menos que el mismo Dios hecho hombre, Dios se creó un cuerpo de carne: creando en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula y luego nació, y en ese cuerpo habitó Dios. Dios se creó un cuerpo semejante a la semejanza de nuestros cuerpos, para llevar a cabo esa Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Allí en la Cruz del Calvario estaba muriendo Dios en Su cuerpo físico, pero no estaba muriendo Dios en Su Espíritu, sino solamente en Su cuerpo físico, para luego resucitar ese cuerpo el domingo de resurrección en forma glorificada.
Ahora, podemos ver que no había otra persona digna para tomar nuestros pecados y morir; porque todo otro ser humano estaba contaminado con el pecado, el único que vino sin pecado fue nuestro amado Señor Jesucristo, donde moró Dios en toda Su plenitud para ofrecer Su propio cuerpo en Sacrificio por el pecado. Por eso era tan importante la muerte de Jesucristo en la Cruz del Calvario; aunque la gente de Su tiempo no comprendió lo que estaba sucediendo allá en la Cruz y pensó que era la derrota de Jesucristo, sin embargo era el triunfo de Cristo en favor de todos nosotros.
Y ahora, hemos visto quién es Jesucristo: es el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, el Verbo que era con Dios y era Dios, es el mismo Dios que se hizo hombre para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, Emanuel —que significa Dios con nosotros.—
Dios hizo al ser humano a Su imagen y semejanza, y cuando Dios se hizo carne, se hizo como uno de nosotros, un cuerpo de carne para ser sacrificado en la Cruz del Calvario y así libertar a todos los hijos e hijas de Dios, esas almas de Dios, que de etapa en etapa Dios ha estado enviando a este planeta Tierra.
Aun los que vivieron antes de Jesús y llevaron a cabo los sacrificios de los animalitos, para cubrir sus pecados con la sangre de aquellos animalitos, dependían de ese Sacrificio, y cuando fue llevado a cabo, el pecado de ellos fue quitado también; porque antes de Cristo morir en la Cruz del Calvario, el pecado de todas esas personas del Antiguo Testamento estaba cubierto con la sangre de los sacrificios que ellos habían ofrecido a Dios.
Y ahora, con el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario se marca la liberación de todos los hijos e hijas de Dios, y así Dios preserva la vida de los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero; por eso allá en Egipto donde murieron los primogénitos de los egipcios, pero los primogénitos del pueblo hebreo no murieron porque tenían el sacrificio de la pascua, del cordero pascual; luego Dios dice: “Todos los primogénitos son míos.” Todos los primogénitos de los animales y todos los primogénitos de la gente son de Dios. Luego encontramos que en lugar de los primogénitos – Dios le dio a Aarón los levitas en lugar de los primogénitos; por lo tanto los levitas representan a los Primogénitos delante de Dios.
Y ahora, todos los Primogénitos del Cielo son librados de la segunda muerte por medio del Sacrificio de Cristo, por medio del Cordero Pascual, y todos los Primogénitos de Dios vienen a ser Sacerdotes con Cristo y vienen a ocupar en el Reino de Dios la posición más alta del Reino de Dios juntamente con nuestro amado Señor Jesucristo.
En el libro del Apocalipsis, nos dice en el capítulo 1, verso 4 en adelante (dice):
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir,
y de los siete espíritus que están delante de su trono;
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra.
Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre;
a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”
Vean, El nos lavó con Su Sangre Preciosa, nos limpió de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes.
En el capítulo 5 del Apocalipsis también nos dice, verso 8 en adelante:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje, lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes,
y reinaremos sobre la tierra.”
Vean, por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, derramando Su Sangre allí por nosotros, nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes para reinar con Cristo en ese Reino Milenial y por toda la eternidad.
En el capítulo 20 del Apocalipsis, verso 4 al 6, dice:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron la facultad de juzgar;
y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”
Y ahora, vean cómo por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, El con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, nos ha reconciliado con Dios y nos ha colocado en el Reino de Dios como Reyes y Sacerdotes.
Ese Reino de Cristo será establecido físicamente también en la Tierra, y eso es para el próximo milenio que es el milenio número siete, séptimo milenio; y en algún año del séptimo milenio Cristo resucitará los creyentes en El que han partido, nos transformará a nosotros los que vivimos y luego nos llevará a la Cena de las Bodas del Cordero; estaremos tres años y medio con El en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre Celestial, en esa Gran Fiesta, y luego regresaremos a la Tierra para comenzar el Glorioso Reino Milenial de Cristo, donde nuestra posición es la de Reyes y Sacerdotes y Jueces; ese es un Reino Teocrático en el cual todos nosotros estaremos, porque nosotros estábamos con El siempre, y ahora hemos sido manifestados aquí en la Tierra en estos cuerpos mortales.
Ahora, podemos ver que todo el Sacrificio de Cristo ha sido en favor nuestro, para la preservación de la vida eterna de los escogidos de Dios; fue por todos nosotros que El murió en la Cruz del Calvario. “Si el Grano de trigo no cae en Tierra y muere El solo queda, pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva (o sea, muchos hijos e hijas de Dios iguales a Jesucristo, el Hijo de Dios).”
Y ahora, hemos visto que estábamos con Cristo allí cuando El fue crucificado; y ahora estamos aquí en la Tierra manifestados en carne humana, y eso es para hacer contacto con Cristo y que se materialice en nuestras vidas Su Obra Redentora llevada a cabo en la Cruz del Calvario.
Es necesario nacer de nuevo, y eso es nacer en el Reino de Dios por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizado en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo, y así nacemos del agua y del espíritu, y así somos colocados en el Reino de Dios, pasamos de muerte a vida, pasamos – somos pasados, libertados del reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Dios.
Hemos visto el porqué Cristo tuvo que ser crucificado dos mil años atrás: fue por cada uno de ustedes y por mí también.
Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 al 20, dice:
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”
Por Amor a nosotros fue manifestado Cristo y murió en la Cruz del Calvario.
Así que viendo que por nosotros El murió para darnos vida eterna, para que no tengamos nosotros que dejar de existir, sino que podamos vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Son millones de seres humanos los que han estado entrando al Reino de Dios, siendo libertados y siendo colocados en el Reino de Dios, obteniendo así el nuevo nacimiento; y la Puerta de salvación que es Cristo, ha estado abierta, pero algún día va a ser cerrada esa Puerta, como nos dice San Lucas, capítulo 13, verso 23 en adelante. Dice:
“Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.
Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.”
La Puerta de Salvación es Cristo, el que murió en la Cruz del Calvario; y cuando haya entrado hasta el último de los escogidos, cuando haya sido libertado hasta el último de los escogidos, la Puerta se cerrará como cuando las vírgenes prudentes entraron con El a las Bodas y se cerró la puerta.
Todavía la Puerta de la Misericordia está abierta, Cristo está en el Trono de Intercesión en el Cielo, haciendo intercesión por todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero. A medida que van entrando al Reino de Dios, recibiendo a Cristo como su Salvador, lavando sus pecados en Su Sangre, y siendo bautizados en Su Nombre y recibiendo el Espíritu Santo, van entrando al Reino de Dios, hasta que entre hasta el último de los que tienen sus nombres en el Cielo, escrito en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora, por medio de Jesucristo crucificado en la Cruz del Calvario, es que nosotros obtenemos todas estas bendiciones. Fue para nosotros que El murió en la Cruz del Calvario, para que nosotros podamos vivir eternamente.
Y por la fe en El, creyendo en El como nuestro Salvador, nosotros obtenemos los beneficios de Su muerte en la Cruz del Calvario, El ya le salvó a usted y a mí en la Cruz del Calvario; nosotros lo que hacemos es aceptar, recibir, esa salvación que El ganó para nosotros en la Cruz del Calvario, donde estábamos con El siendo crucificados.
“CRUCIFICADOS CON JESUCRISTO.”
Y ahora, en el bautismo es representado lo que sucedió allá. En el capítulo 6 nos habla el apóstol San Pablo. Romanos, capítulo 6, nos dice… en Romanos, capítulo 6, de la siguiente manera… vamos… verso 1 en adelante, dice:
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Porque si fuimos plantados juntamente con él a la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.
Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;
sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñoreará más de él.
Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.
Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.”
Y ahora, podemos ver cómo nosotros estábamos con El cuando El murió, y cuando fue sepultado y también cuando fue resucitado; por lo tanto, en nuestra vida terrenal se reflejaría luego todo lo que sucedió allá cuando estábamos con El siendo crucificados.
Y ahora, podemos ver que tenemos un Libertador que es nuestro amado Señor Jesucristo, con el cual estábamos siendo crucificados.
“CRUCIFICADOS CON JESUCRISTO.”
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de que estábamos con El siendo crucificados el día en que El fue crucificado; y cuando fue sepultado, estábamos siendo sepultados con El; y cuando fue resucitado, estábamos siendo resucitados con El; lo cual luego lo tipificamos, lo representamos, cuando somos bautizados; al ser bautizados muestra que hemos muerto y somos sumergidos en las aguas, eso es, eso representa siendo sepultados con El; y luego siendo levantados de las aguas, al salir de las aguas, eso representa la resurrección a una vida nueva, como un hombre nuevo para vivir sirviendo a Cristo todos los días de nuestra vida.
Por cuanto hemos sido crucificados con Jesucristo, también hemos sido sepultados con El y también hemos sido resucitados con El. Por eso luego para que se materialice en nuestras vidas todo el Programa de la Redención de Cristo en favor nuestro. Dice San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 36 en adelante:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Luego de la persona recibir a Cristo como su Salvador, el otro paso es ser bautizado en Su Nombre; y para los que han recibido a Cristo como su Salvador y todavía no han sido bautizados en Su Nombre, en esta tarde el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará bautizando todas las personas que para hoy están asignadas para ser bautizados, donde estarán representando que han muerto con Cristo; fueron crucificados con Cristo, fueron sepultados con Cristo y luego resucitados con Cristo, y así tendrán delante de Dios una demanda de una buena conciencia ante la Presencia de Dios.
El agua no limpia de pecado; en el bautismo usted representa lo que ha sucedido dentro de usted: que usted fue crucificado con Cristo, murió con Cristo, fue sepultado con Cristo y luego resucitó con Cristo cuando El resucitó.
Para esta tarde todos ustedes que serán bautizados estarán dando testimonio que han sido crucificados con Cristo, han sido sepultados con Cristo y resucitados con Cristo; y que el Espíritu Santo venga sobre ustedes cuando sean bautizados, y también sobre las demás personas que en los demás días serán bautizadas, y colocados así en el Reino de Dios con vida eterna.
“CRUCIFICADOS CON JESUCRISTO.”
Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presentes, y dejo nuevamente al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para continuar y luego llevar a cabo los bautismos en agua en el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo.
Mientras llega Miguel, tenemos el cántico una vez, el cual nos habla del Hombre que nos transformó, nos habla de Jesucristo nuestro Salvador.
Que Dios les bendiga y les guarde y con nosotros el cántico, y luego el Rvdo Miguel Bermúdez Marín.
[¿Mañana también tienen bautismos Miguel? ¿Mañana? Mañana a las 2:00 también habrá otro grupo de personas para ser bautizadas y luego el domingo también – y el domingo también, así que estaremos en estos días: mañana también y el domingo con ustedes aquí].
“CRUCIFICADOS CON JESUCRISTO.”