Muy buenos días, amados hermanos y amigos presentes aquí en Minatitlán, República Mexicana; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Reciban también un saludo de mi esposa Erica y también de mi niña América. Todos los cachorritos del León de la Tribu de Judá reciban un saludo de América quien les ama grandemente, y quien estará ya para el próximo mes viajando hacía la República Mexicana y también Erica; esos son los planes que tenemos, oren mucho por ese viaje y por las actividades que se llevarán a cabo, esperamos grandes bendiciones de parte de Dios en esos días.
En esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis, capítulo 2, donde nos dice (verso 7):
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LA TRAYECTORIA DEL ARBOL DE LA VIDA.”
Siendo que aquí el Espíritu Santo ofrece al Vencedor darle a comer del Arbol de la Vida, toda persona quiere comer del Arbol de la Vida para vivir eternamente.
Y ahora, veamos la trayectoria de este Arbol de la Vida del cual nos habla aquí en el Apocalipsis, capítulo 2, verso 7, y también en dos lugares más del Apocalipsis. Por ejemplo, nos habla en el capítulo 22, verso 2, donde dice… verso 1 al 2, dice:
“Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.
En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.”
Y luego en el mismo capítulo 22, verso 14, dice:
“Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.”
Tres veces aquí en el Libro del Apocalipsis nos habla del Arbol de la Vida, y cuando leemos estas Escrituras, pues todos queremos comer del Arbol de la Vida. También nos habla en el libro del Génesis, nos habla del Arbol de la Vida en el capítulo 2, verso 8 al 10, donde dice… verso 7 en adelante, dice:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.”
Aquí tenemos la primera mención del Arbol de la Vida, en el capítulo 2, verso 9 del Génesis. Luego en capítulo 3, verso 22 nos habla de nuevo del Arbol de la Vida, y dice:
“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.”
Esta es la segunda ocasión en que aparece aquí el Arbol de la Vida en el libro del Génesis, capítulo 3, verso 22 —yo les había dicho capítulo 4, es capítulo 3, verso 22.—
Y ahora el capítulo 3, verso 23 al 24 también ahí tenemos de nuevo el Arbol de la Vida, y dice:
“Y lo sacó Jehová del huerto del Edén (¿a quién? Al hombre con su esposa Eva) Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.”
Esa es la tercera ocasión en el Génesis donde aparece el Arbol de la Vida. Ese Arbol de la Vida es un misterio bíblico, un misterio de la Biblia, y vean ustedes, que Dios sacó del Huerto del Edén al ser humano cuando ya había pecado para que no alargase su mano y comiese del Arbol de la Vida.
Y ahora, ¿cuál es el misterio de este Arbol de la Vida? Siendo que el que come del fruto de ese Arbol de la Vida vive eternamente, nos conviene saber, conocer, cuál es ese Arbol de la Vida para comer de él.
El Rvdo. William Branham hablándonos en el libro de “Las Edades,” hablándonos acerca de este Arbol de la Vida, nos dice de la siguiente manera, en la página 102, dice:
“Al que venciere daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del Paraíso de Dios.’ Esta es la recompensa para todos los vencedores de todas las edades. Cuando la última llamada a la batalla haya sido hecha, cuando hayamos dejado nuestra armadura, entonces reposaremos en el Paraíso de Dios y nuestra porción será el Arbol de la vida para siempre.
‘El Arbol de la Vida.’ ¿No es una expresión hermosa? Se menciona tres veces en el Génesis y tres veces en Apocalipsis. Es el mismo árbol y simboliza la misma cosa en cada una de las seis escrituras (de las 6 escrituras: 3 Escrituras en el Génesis y 3 Escrituras en el Apocalipsis). Pero ¿qué es el Arbol de la Vida? Ahora, en primer lugar tenemos que saber qué es lo que significa el árbol. en Números 24:6, cuando Balaam describía a Israel, dijo que eran ‘como lináloes plantados por Jehová.’ Arboles, a través de las Escrituras (o sea, árboles)… a través de las Escrituras, se refiere a personas – como dice en el Salmo 1.”
Y vamos a leer el Salmo uno para que tengamos el cuadro lo más claro posible:
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.”
Ahí tenemos representado en un árbol al Justo.
Y ahora, siendo que árboles aquí representa personas, este Justo es Cristo y por consiguiente Su Iglesia también, y cada miembro de Su Iglesia. Vean ustedes, Cristo lleno del Espíritu Santo tiene esa Fuente o corriente de Agua de Vida; por eso le ofreció a la mujer Samaritana Agua de Vida eterna, Agua que salta para Vida eterna, y esa Agua estaba ¿dónde? En El, porque en El estaba el Espíritu Santo que es el Agua que salta para Vida eterna.
También eso está en San Juan, capítulo 4, verso 1 al 14, y en San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39, nos habla nuevamente de esa Agua de la Vida, y dice de la siguiente manera nuestro amado Señor Jesucristo en el último y gran día de la Fiesta de los tabernáculos, dice:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Pero El ya está ofreciendo del Agua de la Vida eterna, está ofreciendo el Espíritu Santo para todos aquellos que creerían en El como dice la Escritura, para todos aquellos que creerían en la predicación del Evangelio y recibirían a Cristo como el Mesías y Salvador de nuestras almas.
Y ahora, creyendo en Jesucristo al escuchar la predicación del Evangelio, y siendo echados en la Sangre de Cristo nuestros pecados, confesando nuestros pecados sobre el Sacrificio de Cristo, esa es la base de nuestra confesión: nuestra fe en Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Por lo tanto nosotros pedimos perdón a Dios por nuestros por nuestros pecados trayendo y viniendo con el Sacrificio por el pecado, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, para ser reconciliados con Dios. San Pablo dice: “Reconciliaos hoy con Dios.”
¿Y cómo vamos a ser reconciliados con Dios? Por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, El es nuestra Pascua, nuestro Cordero Pascual para nuestra liberación espiritual, y El es también el Macho Cabrío de la Expiación, la Expiación para arrepentidos de nuestros pecados y afligiendo nuestras almas por haber pecado ante Dios, venimos a El, y El hace Intercesión por nosotros y extiende Su Misericordia sobre nosotros. De esto es que nos habla el libro de Levítico, en el capítulo 23, verso 26 en adelante.
Y ahora, todo esto que era una fiesta para el pueblo hebreo en donde el sumo sacerdote el día diez del mes séptimo de cada año sacrificaba el macho cabrío de la expiación, y llevaba la sangre del macho cabrío de la expiación al lugar santísimo en una vasija, y rociaba con su dedo siete veces sobre el propiciatorio. Todo eso es tipo y figura de lo que Jesucristo, el Sumo Sacerdote Melquisedec del Templo de Dios en el Cielo, haría con Su Propia Sangre obtenida de Su Propio Sacrificio en la Cruz del Calvario. El ascendería al Templo de Dios en el Cielo, entraría al Lugar Santísimo que es el Trono de Dios o donde está el Trono de Dios y colocaría sobre el Propiciatorio que es la Silla o Asiento o Trono de Misericordia, representado en el tabernáculo que construyó Moisés y templo que construyó Salomón en el propiciatorio que estaba sobre el arca del pacto.
Allí ese propiciatorio era el Trono de Dios, de la Shekinah, de la Columna de Fuego; y en el Cielo el Trono de Dios es el Trono sobre el cual Cristo coloca Su Sangre Expiatoria para hacer Intercesión por todos Sus hijos que están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero; o sea, para hacer Intercesión y reconciliar a todo el Israel Celestial que son los hijos e hijas de Dios, la descendencia Celestial de Abraham, porque somos hijos de Abraham por la fe en Jesucristo.
Siendo Cristo el hijo de Abraham tipificado en Isaac, ahora así como Isaac, el hijo de Abraham, ha tenido una descendencia que es el pueblo hebreo y por consiguiente es descendencia de Abraham, son todos hijos de Abraham según la carne; ahora por medio de Jesucristo, el Hijo de Abraham, ha venido una descendencia la cual ha estado naciendo en el Reino de Dios, y por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo y así obtenemos el nuevo nacimiento, y obtenemos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Así es como nacemos en el Reino de Dios, y esta Nueva Raza que está siendo creada por Dios y que está naciendo en el Reino de Dios por Creación Divina, es esa descendencia de Abraham Celestial, porque son de la fe en Cristo, por lo tanto son personas que creen como Abraham.
Cuando Abraham sacrificaba el cordero y demás animales para cubrir sus pecados y los de su familia, pues estaba en tipo y figura sacrificando a Cristo, o sea, que estaba en tipo y figura recibiendo ese Sacrificio de Cristo y Su Sangre; pero por cuanto eran animalitos que representaban a Cristo, la sangre de esos animalitos no podía quitar el pecado, solamente lo cubría en lo que aparecía el Cordero Perfecto, el Mesías, el Cristo, el Cordero de Dios y también el Macho Cabrío de la Expiación para ser sacrificado en la Cruz del Calvario. Y cuando fue sacrificado y Su Sangre fue derramada, los pecados de todos aquellos santos del Antiguo Testamento que tenían sus pecados cubiertos con la sangre de aquellos animalitos que habían ofrecido a Dios por el pecado, todos esos pecados que ellos tenían cubiertos fueron quitados cuando la Sangre de Cristo fue derramada en la Cruz del Calvario (porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado); quedaron limpios de todo pecado, los pecados que estaban cubiertos ya quedaron quitados de ellos, porque ya había aparecido una Sangre Perfecta para quitar el pecado del mundo.
Y ahora vean ustedes, Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario fue representado en el cordero pascual que Moisés ordenó al pueblo hebreo sacrificar la noche, en la víspera de la pascua, para ser aplicada esa sangre en el dintel y los postes de los hogares de ellos, y su carne ser asada y comida durante la noche de la pascua, pues durante la noche de la pascua la muerte estaría visitando a los egipcios y todo primogénito moriría; pero los hijos de Israel tenían un sacrificio el cual los protegía, protegía a sus hijos primogénitos.
Y ahora, para la preservación de los primogénitos del Israel terrenal fue sacrificado el cordero pascual en la víspera de la pascua; y para la preservación de la vida eterna de los Primogénitos de Dios escritos en Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero que son los hijos e hijas de Dios, fue Sacrificado el Cordero de Dios en la Cruz del Calvario; y cuando la persona lo recibe como su Salvador y lava sus pecados en Su Sangre y es bautizado en Su Nombre y recibe Su Espíritu Santo, se ha materializado en él lo que fue un tipo y figura allá en el Antiguo Testamento.
Por lo tanto no necesitamos sacrificar animalitos, porque ya nuestro Sacrificio, el Sacrificio por nosotros fue efectuado en la Cruz del Calvario, fue el Sacrificio del Cordero de Dios, nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, todo lo que el pueblo hebreo hacía era tipo y figura de lo que Cristo llevaría a cabo en favor del Israel Celestial, en favor del Israel Celestial que son los hijos e hijas de Dios.
Y ahora veamos aquí en Levítico, capítulo 23, verso 26 en adelante, donde dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.
Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”
Y ahora, Cristo es ese Macho Cabrío de la Expiación sacrificado en la Cruz del Calvario, para que así toda persona se arrepienta de sus pecados y aflija su alma por ser un pecador y reciba a Cristo como su Salvador, y se materialice en él todo lo que Cristo llevó a cabo en la Cruz del Calvario, lo cual está tipificado aquí en el libro de Levíticos, capítulo 23, verso 26 en adelante en esta fiesta de la expiación.
Y ahora nuestra Expiación por el pecado es Jesucristo, Jesucristo crucificado en la Cruz del Calvario.
Y ahora, durante la Dispensación de la Gracia toda persona ha tenido la oportunidad de afligir su alma por ser un pecador y obtener la Misericordia de Dios, al recibir a Cristo, nuestra Expiación, para así ser reconciliado con Dios el individuo. No hay otra forma para nuestra reconciliación con Dios, así como no había otra forma para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios, sino por medio de ese sacrificio de la expiación el día diez del mes séptimo de cada año.
Y ahora, nuestra Expiación ya fue sacrificado en la Cruz del Calvario para poder ser reconciliados con Dios. Por eso San Pablo dice en el libro a los Romanos y en otros lugares: “Reconciliaos hoy con Dios.”
Es muy importante la reconciliación nuestra con Dios, porque al ser reconciliados con Dios podremos continuar viviendo por el Milenio y por toda la eternidad; y aunque nuestro cuerpo físico es mortal, corruptible y temporal, El nos dará un nuevo cuerpo con el cual podremos vivir por el Milenio y por toda la eternidad, porque este cuerpo mortal, corruptible y temporal no puede heredar, no puede heredar la incorrupción y por consiguiente tampoco puede heredar la vida eterna, no puede heredar esta bendición de vivir eternamente ese cuerpo físico, porque vino por medio de la unión de un hombre y de una mujer en una raza caída; pero Dios en Su voluntad permisiva nos ha permitido vivir en este cuerpo terrenal con un propósito y por un propósito divino.
Dice el Rvdo. William Branham en el libro de “Citas,” página 134 y párrafo 1197, lo cual es un extracto del mensaje: “Probando Su Palabra,” página 42, predicado en el mes de agosto, día 16 del año 1964, dice:
“El prueba todas Sus Palabras – todas Sus Palabras. Sólo piensen en eso: ¡Todas Sus Palabras! Y Uds. eran Su Palabra (porque somos un Atributo de Dios, un Pensamiento Divino). Y Uds. eran Su Palabra. El era la Palabra (y ahora, El también era la Palabra, Jesucristo), y Uds. eran parte de Su Palabra, y esa es la razón que Uds. fueron mandados acá para confirmar su lugar en la vida.”
Para confirmar nuestro lugar en la vida eterna. O sea que no es para perder el tiempo en cosas terrenales, sino para aprovecharlo bien, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador porque El es nuestra Pascua y también El es el Macho Cabrío de la Expiación, para nuestra reconciliación con Dios.
Y El por medio del Sacrificio de Su cuerpo realizado en la Cruz del Calvario, nos ha reconciliado con El mismo, porque fue Dios en un cuerpo de carne llamado Jesús el que allí en la Cruz del Calvario murió, murió Su cuerpo de carne, pero el que estaba dentro no murió; pero luego fue resucitado aquel cuerpo en forma glorificada y se sentó a la Diestra de Dios, o sea, se sentó en el Trono de Dios. La primera ocasión en la historia divina que un hombre, que un cuerpo o un hombre con cuerpo se sienta en el Trono de Dios; un cuerpo glorificado que es la clase de cuerpo del nivel más alto que hay, esa es la clase de cuerpo que El nos dará a todos nosotros, con el cual se puede ir a cualquier dimensión, por eso El ascendió al Cielo y se sentó en el Trono de Dios en la séptima dimensión. ¿Ven ustedes?
Y ahora para nuestra reconciliación, para hacer Intercesión por nosotros, El ha estado en el Trono de Dios en el Cielo, así como el sumo sacerdote entraba el día diez del mes séptimo con la sangre de la expiación y rociaba sobre el propiciatorio; y mientras sobre el propiciatorio estaba la sangre colocada, era un propiciatorio de Misericordia, un trono, un asiento, de Misericordia, porque ese es el Trono de Dios en el tabernáculo que Moisés construyó y el que construyó el rey Salomón; porque ese propiciatorio con los dos querubines de oro, uno a cada lado, representan el Trono de Dios en el Cielo con Sus arcángeles Gabriel y Miguel, uno a cada lado.
Y ahora, nosotros hemos sido enviados a este planeta Tierra a vivir en estos cuerpos mortales y con un espíritu del mundo, para nosotros confirmar nuestro lugar en la vida eterna, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, al escuchar Su Palabra, el Evangelio de la Gracia siendo predicado, y colocar nuestros pecados en Cristo y Su Sacrificio y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario para ser limpios de todo pecado, ser bautizados en Su Nombre y recibir – y para recibir el Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento; por eso San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 37 al 39 nos habla acerca del bautismo en agua, y nos dice: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo.”
¿Y por qué en el Nombre de Jesucristo? Porque este es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Señor Jesucristo es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; y para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”
Y ahora, vean lo que nos dice Cristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, dice:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
¿Vieron lo sencillo que es todo? Creer y ser bautizado para ser salvo, o no creer y entonces, pues no es bautizada la persona y el que no creyere será condenado; y es aquí donde la persona tiene la oportunidad de creer o de rechazar la salvación, porque toda persona tiene el libre albedrío; y por eso viene a la Tierra con libre albedrío para que así la persona confirme su lugar en la vida eterna.
Pero hay personas que se conforman con vivir 50 años, 60 años, 70 años, 80 años ó 90 años aquí en la Tierra y no les interesa continuar viviendo por toda la eternidad; esos son los que escuchan la predicación del Evangelio y no creen, y por consiguiente el que no creyere será condenado; por lo tanto pierde el derecho a la vida eterna y vivió solamente una cantidad de años, quizás 50, ó 60 ó 70, 80 ó 90 ó algunos quizás llegaron hasta 100 ó un poquito más en nuestro tiempo; en los tiempos antiguos —digamos—, 3000 ó 4000 años atrás, llegaban hasta 500 años y hasta 800 años y hasta 900 años; uno llegó hasta 969 años que fue Matusalén.
Pero miren, ahora la gente no se preocupa —algunas personas no se preocupan— de la vida eterna, de vivir por toda la eternidad; y algunos al no creer en Cristo, pues no saben que hay una vida eterna la cual toda persona la puede recibir, pero hay una forma establecida por Dios para que la persona pueda obtener la vida eterna.
Y ahora vean ustedes, toda persona tiene la oportunidad, porque el Arbol de la Vida que es Cristo está a la disposición de toda persona para que Lo reciba como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo, sea bautizado en Su Nombre y reciba el Espíritu Santo.
Pero hay personas que si dicen: “Yo estoy consciente de que soy un ser viviente aquí y quiero vivir por toda la eternidad.” Y esas son las personas que escuchan la predicación del Evangelio y dicen: “Yo recibo a Cristo como mi Salvador, yo confieso mis pecados a Cristo, confieso que soy un pecador y pido perdón a Cristo afligiendo mi alma por ser un pecador, y coloco mis pecados en el Sacrificio de Cristo y Su Sangre, y soy bautizado en Su Nombre. ¡Bautícenme en el Nombre de Jesucristo, quiero ser bautizado! Pues Pedro dijo: ‘Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el Don del Espíritu Santo.’ ¡Quiero obtener el perdón de mis pecados, quiero ser bautizado y quiero recibir el Don del Espíritu Santo, para así obtener el nuevo nacimiento en el Reino de Dios para vivir por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo! Pues El es el dador de la vida eterna, porque El es el Camino, la Verdad y la Vida, El es el Arbol de la Vida.”
Y ahora, las personas que actúan en esa forma, están actuando correctamente y están confirmando su lugar en la vida, la vida eterna, para vivir por toda la eternidad.
Es aquí en la Tierra donde Cristo está llamando por sus nombres a Sus ovejas, porque El tiene en el Cielo el Libro de la Vida del Cordero donde están todos los nombres de todas las ovejas de Dios.
Y ahora, El dijo que El llamaría Sus ovejas por su nombre, por el nombre de cada oveja y ellas escucharían Su Voz, y dice: “Y habrá un rebaño y un pastor.” El dice, también dice: “Yo soy el Buen Pastor, y el buen pastor su vida da por las ovejas.” Dice: “También tengo otras ovejas que no son de este redil, las cuales también debo traer, y habrá un Rebaño y un Pastor.” O sea, las otras ovejas que no son del redil hebreo, son ovejas que estarán entre los gentiles y que Cristo las estará llamando de etapa en etapa, de edad en edad, por medio de la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo a través del mensajero de cada edad, al cual Dios le da colaboradores maravillosos para que trabajen en la Obra de Cristo, y extienden el Mensaje por todos los lugares y las ovejas oyen la Voz de Cristo, el llamado de Cristo en la edad que les toca vivir y dicen: “Presente.” Y confirman su lugar en la vida eterna. Confirman su lugar en la vida eterna al recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre y recibir el Don del Espíritu Santo, y así nacen de nuevo, así nacen en el Reino de Dios, en esa Nueva Creación, en esa Nueva Raza que Dios está creando con vida eterna.
Y para que haya una raza con vida eterna, primero tiene que obtener por Creación Divina el cuerpo teofánico que es el espíritu de la sexta dimensión, así como Cristo antes de tener el cuerpo de carne tenía el cuerpo teofánico y apareció en el Antiguo Testamento como el Angel de Jehová o Angel del Pacto; ese Angel de Jehová o Angel del Pacto que le aparecía a Abraham, a Isaac, a Jacob y que bendijo a Jacob y que le apareció también al Profeta Moisés y le dijo: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Este Angel del Pacto es nada menos que nuestro amado Señor Jesucristo en Su cuerpo teofánico. Por eso en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58, El dice:
“Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó. Le dicen: No tienes aún cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham? Cristo dice: Antes que Abraham fuese, Yo Soy.”
“Antes que Abraham fuese Yo Soy.” Dice nuestro amado Señor Jesucristo.
¿Y cómo era antes de Abraham? Era antes de Abraham, era antes de Noé y era antes de Adán también, porque El es el Verbo que era con Dios y era Dios. Dice:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Todo esto está en el capítulo 1 de San Juan, verso 1 al 18. El es la parte visible de Dios en esta dimensión, y la parte visible en la sexta dimensión de Dios es el cuerpo teofánico o angelical llamado el Angel de Jehová.
Y ahora, podemos ver cómo Jesucristo antes de estar en Su cuerpo de carne, ministró en la Tierra, El fue el que libertó al pueblo hebreo estando en Su cuerpo teofánico, El fue el que se manifestó en y a través de Moisés y usó al Profeta Moisés, El fue el que llevó a cabo las señales, las maravillas, los milagros; Moisés solamente fue el instrumento de Dios, de Jesucristo, a través del cual obró el Espíritu Santo en aquel tiempo. Jesucristo, el Espíritu Santo, es el Angel de Jehová, el Angel del Pacto.
Y ahora vean ustedes cómo este Varón vestido de lino blanco y fino, es el Espíritu Santo en Ezequiel, capítulo 9 y también en el libro del profeta Daniel, capítulo 12.
Y ahora, ese es Jesucristo nuestro Salvador en Su cuerpo teofánico.
Y ahora, El ha llevado a cabo un Programa de salvación, un Programa de liberación el cual fue reflejado en la liberación que Dios llevó a cabo con el pueblo hebreo que estaba esclavizado en Egipto, y Cristo fue representado en aquel cordero pascual, porque para la liberación del Israel Celestial, de los hijos e hijas de Dios sería sacrificado un Cordero Pascual y ese fue nuestro amado Señor Jesucristo, el Cordero de Dios, como lo presentó Juan el Bautista cuando dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”
Y ahora, nuestra liberación la efectúa Jesucristo con Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, sin ese Sacrificio no hay liberación para los hijos e hijas de Dios, sin ese Sacrificio toda persona, toda alma que tiene su nombre escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero estará esclavizada por el faraón, el diablo; pero con ese Sacrificio cuando lo recibe la persona, recibe la liberación, sale libre rumbo a la tierra prometida.
Y ahora, aquí en la Tierra es que Cristo llama y junta Sus ovejas, Sus escogidos y dice: “Y habrá un Rebaño y un Pastor,” y Sus ovejas tienen sus nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Ahora podemos ver que Jesucristo es ese Arbol de la Vida. Por eso El dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre sino por mí.” Y también El dijo que las ovejas que el Padre le dio, El les da vida eterna.
Y ahora, vean cómo el Rvdo. William Branham en la página 102 del libro de “Las Edades,” que comenzamos a leer al principio cuando comenzamos hablar, dice:
“Pero, ¿qué es el Arbol de la Vida? Ahora, en primer lugar tenemos que saber qué es lo que significa el árbol en Números 24:6, cuando Balaam describía a Israel, dijo que eran ‘como lináloes plantados por Jehová.’ Arboles a través de las Escrituras, se refieren a personas – como dice en el primer Salmo. Así que el Arbol de la vida tiene que ser la persona de la vida, que es Jesús.
Ahora, habían dos árboles en medio del Huerto de Edén. Uno era el Arbol de la Vida, y el otro era el árbol ciencia del bien y del mal. El hombre habría de vivir por medio del Arbol de la Vida; y no habría de tocar el otro árbol porque moriría; pero el hombre tomó del otro árbol, y cuando lo hizo, la muerte entró en él por medio de su pecado, y él fue separado de Dios.
Ahora, aquel Arbol allá en el Edén, aquel Arbol que era el origen de la Vida, era Jesús. En San Juan capítulo seis al ocho, Jesús se presenta como el origen de la Vida. El mismo dijo que El era el Pan del Cielo. El habló del ofrecimiento de Sí mismo diciendo que si algún hombre comiere de El, nunca moriría. El proclamó que conocía a Abraham, y que antes de que Abraham fuera, El era. El profetizó que El mismo les daría agua viva y que todo aquel que bebiere de esa agua, nunca jamás tendría sed, sino que viviría eternamente. El se mostró como el Gran ‘Yo Soy.’ El es el Pan de Vida, el Pozo (o fuente) de Vida, el Ser Eterno, el Arbol de la Vida. El estuvo allá en medio del Huerto del Edén así como también estará en medio del paraíso de Dios.”
Y pasamos a la página 103, donde dice:
“Bien. Si el Arbol de la Vida es una persona, entonces al Arbol de ciencia del bien y del mal también es una persona. No puede ser de otra manera. Así que el Ser Justo y el ser maligno estaban allí lado a lado en medio del huerto del Edén.
Ezequiel 28:13, dice (hablando del diablo, dice):
En Edén, en el huerto de Dios estuviste (hablando de satanás).”
Y ahora hemos visto que allí estaban los dos: estaba el Arbol de la Vida, Cristo Jesús, y también estaba allí el diablo.
Ahora, ¿cómo estaban ellos allí? Estaban en espíritu, o sea, en un cuerpo de otra dimensión. Cristo estaba en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión llamado el Angel del Pacto o Angel de Jehová; y el diablo, pues estaba en su cuerpo angelical, pero como se había rebelado en contra de Dios, pero continúo con su cuerpo como los otros ángeles también, pero son ángeles caídos y están en cuerpos de la quinta dimensión.
Y ahora, así estaban allí en el Huerto del Edén para ofrecer al ser humano de lo que estaba en ellos: en el Arbol de la Vida está la vida eterna, en el árbol de ciencia del bien y del mal, pues estaba la muerte.
Y ahora, el pecado y la muerte estaba en ese árbol de ciencia del bien y del mal, y por cuanto el ser humano comió del árbol de ciencia del bien y de mal, murió, entró la muerte a la raza humana y aunque aparentemente no murió sino que continúo viviendo, la muerte entró a la raza humana y vino a ser mortal el ser humano; si no llega a comer del árbol de ciencia del bien y del mal, todavía tendríamos a Adán en esta Tierra, y ninguno de nosotros nos pondríamos viejos, sino que estaríamos viviendo en un cuerpo eterno por toda la eternidad, y Adán también.
Pero ahora, por cuanto el ser humano pecó, dice San pablo en el capítulo 3, verso 23 de Romanos:
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”
Por lo tanto, ya ningún ser humano de la caída en adelante podía recibir un cuerpo teofánico, un espíritu teofánico de la sexta dimensión, y el ser humano al nacer entonces lo que recibe es un espíritu del mundo de la quinta dimensión, y recibe un cuerpo mortal, corruptible y temporal de esta dimensión terrenal para vivir por una temporada de tiempo aquí, y para que esa persona se identifique con Cristo y confirme su lugar en la vida eterna.
Solamente los que se identifican con Cristo están confirmando su lugar en la vida eterna para vivir por toda la eternidad, para recibir un cuerpo eterno, inmortal e incorruptible y así vivir por toda la eternidad con un cuerpo teofánico, un espíritu teofánico de la sexta dimensión que es un cuerpo angelical y con un cuerpo glorificado, eterno, inmortal para así estar con Jesucristo en el Cielo, en la Cena de las Bodas del Cordero y estar con Jesucristo luego en el Reino Milenial y por toda la eternidad, y estar como Reyes y Sacerdotes en el Glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora hemos visto quién es el Arbol de la Vida; y ahora, Cristo en Su Primera Venida y Cristo en Su Segunda Venida es el Arbol de la Vida.
Y ahora, para recibir vida eterna y recibir el cuerpo eterno, teofánico de la sexta dimensión, al escuchar la predicación del Evangelio de la Gracia que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios quitando el pecado del mundo, al creer la predicación del Evangelio a los que recibimos a Cristo el Cordero de Dios como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en Su Nombre y recibimos el Espíritu Santo y así nacemos de nuevo, y así recibimos el cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y para el Día Postrero para todas esas personas que han nacido de nuevo, tanto los de las edades pasadas como los del tiempo final, los del Día Postrero que estarán bajo el Ministerio del Angel del Señor Jesucristo, en adición a darnos la bendición del cuerpo teofánico de la sexta dimensión, nos dará el cuerpo físico, eterno, inmortal e incorruptible y glorificado, porque resucitará los muertos en Cristo en cuerpos eternos y nos transformará a nosotros los que vivimos.
Y ahora, ¿cómo será que nosotros seremos preparados y recibiremos esa fe para ser transformados y obtener el cuerpo eterno y ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero? Por medio de la predicación del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, recibimos así la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por medio de la predicación del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, al escuchar la predicación del Evangelio del Reino y creer, entonces nosotros estamos recibiendo la fe, la revelación de la Segunda Venida de Cristo, la revelación de la Venida del Hijo del Hombre con Sus ángeles para recibir el cuerpo eterno, inmortal e incorruptible.
Con la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, al ser predicada la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención y creer nosotros y ser bautizados en Su Nombre, recibimos el Espíritu Santo y así recibimos un cuerpo teofánico, un cuerpo angelical de la sexta dimensión.
Y con la revelación divina de la Segunda Venida de Cristo y Su Obra de Reclamo en y para el Día Postrero, al creer entonces recibimos la fe para ser transformados y raptados; así como recibimos la fe para recibir el nuevo nacimiento y recibir el cuerpo eterno teofánico de la sexta dimensión, ahora recibimos la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, al escuchar la predicación del Evangelio del Reino que es la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino sonando y revelando el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; y El es el Arbol de la Vida en Su Primera Venida y El es el Arbol de la Vida en Su Segunda Venida, y El es la Fuente del Agua de la Vida en Su Primera Venida y El es la Fuente del Agua de la Vida en Su Segunda Venida.
Por eso es que en San Juan, capítulo 4, verso 1 al 14 ofrece a la mujer Samaritana agua de la vida. “Y el que tome de esta agua no tendrá sed jamás, sino que será una fuente que salte para vida eterna.”
Y ahora, en San Juan, capítulo 7, verso 37 al 39: “En el último y gran día de la fiesta de los tabernáculos, se puso en pie Jesús y dijo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre.” Y esto dijo hablando acerca del Espíritu Santo que recibirían los que creerían en El, pues aún no había sido El glorificado.
Y ahora, en el libro del Apocalipsis también Cristo nos ofrece del Agua de la vida. Apocalipsis capítulo 21, verso 6 al 7, dice de la siguiente manera, hablando del que tenga sed, dice:
“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.”
Esta Escritura se aplica al Espíritu Santo, al cuerpo teofánico que recibimos cuando creemos en El, y se aplica al cuerpo glorificado que hemos de recibir, pues al tomar de la Fuente del Agua de la Vida que es Cristo en Su Primera Venida, recibimos el Espíritu Santo y recibimos el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, cuerpo angelical y al tomar del Agua de la vida que es Cristo en Su Segunda Venida, recibiremos el cuerpo físico y glorificado para vivir en El por toda la eternidad.
En el libro del Apocalipsis también, capítulo 22, verso 16 al 17, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
Dice al que quiera, porque toda persona tiene libre albedrío; y así como hemos tenido libre albedrío para tomar del Agua de la vida, al recibir a Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en Su Sangre y ser bautizados en Su Nombre, y recibir Su Espíritu Santo y así beber del Agua de la vida, también tenemos libre albedrío para tomar de la Fuente del Agua de la Vida en Su Segunda Venida para recibir el cuerpo eterno, inmortal e incorruptible que El ha prometido para todos nosotros.
Y ahora, siendo que El es el Arbol de la Vida y es también la Fuente del Agua de la Vida y es el Pan de Vida y es el Camino, la Verdad y la Vida y nadie viene al Padre sino por El. El dijo: “Y nadie viene al Padre sino por mí.” Ahora no hay otro camino para el ser humano regresar a Dios, ser reconciliado con Dios. No hay otra verdad. Hay muchas religiones y sectas religiosas, pero hay solamente una Verdad y es Cristo, y hay solamente una Vida Eterna y ese es Jesucristo nuestro Salvador. “En El estaba la vida y la vida era la luz de los hombres (y El es la Vida) y aquella luz verdadera que alumbra venía a este mundo (y cuando vino ¿cómo vino? Vino en carne humana) y aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (y lo conocimos por el nombre de Jesús).” San Juan, capítulo 1, verso 14.
Y ahora, era nada menos que el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, que se hizo hombre. Vean en Malaquías, capítulo 3, dice:
“He aquí yo envío mi mensajero delante de mí (¿quién fue ese mensajero que Dios envió, que el Angel del Pacto envió delante de El? Fue Juan el Bautista, él fue el que cumplió esa promesa, pues él fue el precursor de la Primera Venida de Cristo); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
¿Quién vendría? El Angel del Pacto, el Angel de Jehová, el Señor Dios Todopoderoso, el Señor Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob vendría en forma de hombre, se haría carne, se haría hombre y así tendría un cuerpo a la semejanza nuestra pero sin pecado, para poder llevar a cabo con ese cuerpo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario y reconciliar a cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
Y ahora, la promesa es que El nos hará a Su imagen y semejanza. Por eso es que primero nos da Su imagen que es el cuerpo teofánico de la sexta dimensión al recibir Su Espíritu, al ser bautizados en Su Nombre arrepentidos de nuestros pecados; y luego nos dará el cuerpo físico, eterno, inmortal y glorificado que es la semejanza, la semejanza de Jesucristo. La semejanza de Dios es el cuerpo glorificado de Jesucristo; y aquel cuerpo físico que Dios creó en el vientre de María creando una célula de vida, una célula de sangre la cual se multiplicó célula sobre célula y formó así, creó así el cuerpo de Jesús (un cuerpo sin pecado); luego cuando murió y resucitó, resucitó glorificado.
Y ahora, El nos dará Su semejanza también; por lo tanto nos dará un cuerpo semejante al Suyo, a Su semejanza como nos dice el apóstol San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 45 en adelante… vamos a ver 42 en adelante, dice del capítulo 15 de Primera de Corintios:
“Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción.
Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.
Se siembra cuerpo animal (este cuerpo que tenemos es cuerpo animal), resucitará cuerpo espiritual (o sea, el cuerpo glorificado). Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.
Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante (el postrer Adán es nuestro amado Señor Jesucristo).
Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal.”
O sea, que Dios no le permite al ser humano tener el cuerpo espiritual, el cuerpo glorificado y después tener el cuerpo animal, sino primero venimos a la Tierra en este cuerpo mortal, corruptible y temporal que es cuerpo animal, y después que cada uno haya tomado su lugar en el Reino de Dios, en la Iglesia de Jesucristo, después que cada uno se haya identificado con Cristo y así haya la persona tomado su posición correcta en el Reino de Dios, luego es que El nos dará el cuerpo glorificado.
Toda persona que vivirá en la eternidad tiene que confirmar su lugar, y para eso necesita recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en Su Sangre, ser bautizado en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo, y así ha confirmado su lugar en el Reino de Dios, en la Iglesia de Jesucristo y ha recibido un espíritu teofánico de la sexta dimensión que ya tiene vida eterna, tiene vida eterna espiritual, tiene vida eterna en la sexta dimensión, tiene vida eterna en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, pero le falta recibir vida eterna física, la cual recibirá cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados.
Por eso necesitamos la fe para ser transformados y raptados; y la fe para ser transformados y raptados es la revelación de la Segunda Venida de Cristo, así como la fe para recibir esa transformación interior en donde recibimos el nuevo nacimiento, hemos necesitado la fe, la revelación de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Y ahora, la persona cuando ha recibido a Cristo y ha lavado sus pecados en Su Sangre y ha sido bautizado en Su Nombre y ha recibido Su Espíritu, ha confirmado su lugar en la vida eterna; pero le falta todavía su transformación, le falta todavía el cuerpo teofánico para poder vivir en un cuerpo teofánico que es un cuerpo inter-dimensional, puede viajar por todas las dimensiones sin ningún problema como Jesucristo en Su cuerpo glorificado.
Ahora podemos ver dónde nos encontramos en el Reino de Dios, y podemos ver quién es la Fuente del Agua de la Vida, y podemos ver quién es el Arbol de la Vida, y Cristo el Arbol de la Vida está en medio del Paraíso de Dios. Aquí en la Tierra el Paraíso de Dios es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora Cristo, pues en el Cielo está allá en el Trono del Padre, sentado en el Trono del Padre haciendo Intercesión. Pero Cristo, el Arbol de la Vida, ha estado en Su Iglesia de etapa en etapa, de edad en edad manifestado en Espíritu Santo como lo estuvo en el Huerto del Edén y ha estado dándonos Su Palabra por medio de Sus mensajeros que El ha enviado, ha estado Cristo, el Angel del Pacto, en Espíritu Santo manifestado a través de Sus instrumentos de etapa en etapa dándonos Su Palabra, para que así nosotros podamos comer de Cristo, el Arbol de la Vida, comer Su fruto, el Fruto del Arbol de la Vida, recibirlo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizado en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo.
Y ahora vean en lo espiritual, ya desde que Cristo murió y resucitó y ascendió al Cielo y envió Su Espíritu Santo el día de pentecostés, desde ahí en adelante ha estado a la disposición de todo ser humano el Arbol de la Vida para que pueda comer y vivir el ser humano eternamente.
Dios no permitió al ser humano cuando cayó, permanecer en el Huerto del Edén para que no comiera del Arbol de la Vida porque no había un sacrificio perfecto para el ser humano, porque el Cordero de Dios moriría más adelante cuando el Arbol de la Vida se hiciera carne, se hiciera hombre para poderle dar al ser humano a comer del Arbol de la Vida y el ser humano pudiera vivir.
Cristo dijo: “El que come de este Pan, vivirá eternamente.” El dijo: “Yo Soy el Pan que he descendido del Cielo (el Pan de Dios, el Pan de Vida, de Vida Eterna). Yo Soy el Pan de Vida que he descendido del Cielo, y el que come de este Pan vivirá eternamente.” También El dijo: “Y el que come de este Pan vivirá eternamente y Yo le resucitaré en el Día Postrero.”
Y ahora podemos ver que el Arbol de la Vida nos da a comer de Sí mismo para que podamos vivir todos nosotros por toda la eternidad.
Así como en Su Primera Venida y Su Obra de Redención El nos dio de Sí mismo (El es Melquisedec), para este Día Postrero El nos dará nuevamente de Sí mismo en Su Segunda Venida (el mismo Melquisedec). Dice en la página 24 del mensaje: “¿Quién es Este Melquisedec?,” dice el Rvdo. William Branham:
“Noten, que después de que la batalla se había acabado, Melquisedec le sirvió a Su hijo victorioso (a Abraham) la Comunión (¡piensen en eso!), parte de Sí Mismo.”
Pero allá era el símbolo del cuerpo de Cristo y de la Sangre de Cristo y en la Santa Cena es el símbolo del Cuerpo de Cristo el pan y de la Sangre de Cristo el vino. El vino representa la Sangre de Cristo, la Sangre del Nuevo Pacto y se toma la Cena en memoria de Cristo, recordando Su muerte.
Y ahora, Cristo nos dio de Sí mismo porque El es el Arbol de la Vida.
Y ahora, podemos ver que El nos ha dado de Sí mismo, nos ha dado Su Espíritu, nos ha dado un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y nos dará de Sí mismo en este tiempo final en adición a ese cuerpo teofánico que nos ha dado, nos dará un cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, nos dará de Sí mismo, de Su propio cuerpo glorificado El nos dará un cuerpo glorificado creado por Jesucristo para los muertos en Cristo, los cuales resucitan en cuerpos inmortales y a nosotros nos transformará y entonces tendremos un cuerpo inmortal.
Y ahora continuamos leyendo aquí:
“Después de la batalla El dio de Sí Mismo, porque la Comunión es parte de Cristo. Y después de que la lucha se ha acabado, después de que Uds. ya se han cansado, entonces es cuando Uds. toman parte de Cristo, se hacen parte de este Ser.”
Y ahora, ya con la Obra de Su Primera Venida al recibirlo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, nos hemos hecho parte de El en lo espiritual, obteniendo un cuerpo teofánico como el de El, el cual El nos da. Pero nos haremos parte de Sí mismo en lo físico también, nos haremos parte de Sí mismo, de El mismo en el cuerpo glorificado que El tiene, y así nos dará Su semejanza también. Nos ha dado Su imagen (cuerpo teofánico) y nos dará Su semejanza (cuerpo físico, eterno, inmortal y glorificado), y esto es para este tiempo final, cuando todas las edades han terminado y hemos llegado a la Edad de la Piedra Angular, porque las siete edades ya terminaron.
Y ahora, nos encontramos en la Edad de la Piedra Angular siendo llamado y juntado cada escogido de Dios con y por medio de la Gran Voz de Trompeta para que puedan arrepentidos de sus pecados, recibir el perdón de parte de Cristo, ser lavados sus pecados en la Sangre de Cristo y ser bautizados en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo (o sea, la imagen de Cristo), recibir así el cuerpo teofánico para luego cuando entre hasta el último de los escogidos y haya nacido en el Reino de Dios, luego viene la otra parte: la parte física, en donde obtendremos el cuerpo eterno, inmortal e incorruptible.
Todo este Programa para el cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado gira alrededor del Séptimo Sello, alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Si usted le pregunta a todas las personas que han leído la Biblia o que van alguna iglesia, le pregunta: “¿Para qué tu estás esperando la Segunda Venida de Cristo?” Le dice enseguida: “Para ser transformado.” ¿Por qué? Porque la transformación nuestra y la resurrección de los muertos en Cristo gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, depende de la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y los que van a ser transformados van a ver a Cristo viniendo y van a creer en Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo y van a recibir su transformación: cuerpo eterno, inmortal e incorruptible y glorificado.
Hemos visto este misterio del Arbol de la Vida.
Y ahora vean ustedes cómo hemos comido del Arbol de la Vida en Su Primera Venida, creyendo en Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario para obtener nuestra transformación interior que es el nuevo nacimiento y obtener el cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y hemos visto también cómo los escogidos de Dios en el Día Postrero estarán comiendo del Arbol de la Vida en Su Segunda Venida para obtener la transformación de su cuerpo (los que están vivos y permanezcan vivos hasta que los muertos en Cristo sean resucitados), y los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos y luego los escogidos que estarán vivos y habrán visto Su Venida y estarán creyendo en Su Venida, serán transformados y todos tendremos el cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y por eso es que luego de tener de 30 a 40 días aquí ya transformados y los muertos en Cristo resucitados y una manifestación plena de Dios en Su Iglesia, luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, para esa Gran Fiesta Celestial que nos espera como Cuerpo Místico de Jesucristo, y como individuos que hemos obtenido el nuevo nacimiento y que en el Día Postrero obtendremos en adición el cuerpo eterno y glorificado; eso será un nuevo nacimiento pero físico en un cuerpo eterno, inmortal y glorificado, y así habremos comido del Arbol de la Vida en Su Primera Venida y del Arbol de la Vida en Su Segunda Venida.
El en Su Primera Venida y en Su Segunda Venida sigue siendo el Arbol de la Vida y sigue siendo la Fuente del Agua de la Vida, y El sigue siendo el Pan de Vida Eterna, y El sigue siendo la Luz del mundo.
Ahora hemos visto este MISTERIO DEL ARBOL DE LA VIDA Y SU TRAYECTORIA. El ha estado en medio de Su Iglesia de edad en edad en Espíritu Santo así como estuvo en Espíritu Santo, en cuerpo teofánico en el Huerto del Edén.
Y ahora hemos visto esta trayectoria, la trayectoria del Arbol de la Vida, hemos visto Su trayectoria desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Cristo, el Arbol de la Vida, fue el que estuvo en los profetas manifestado, Cristo, el Arbol de la Vida, fue el que estuvo en carne humana en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el nombre de Jesús. Cristo, el Arbol de la Vida, el Angel del Pacto, fue el que estuvo en los apóstoles y en los ángeles mensajeros en medio de Su Iglesia, y Cristo, el Angel del Pacto, el Arbol de la Vida es el que estaría en Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular en Su manifestación final.
Y cuando se complete el número de Sus escogidos, entonces adoptará a Su Angel Mensajero y también adoptará todos los escogidos del Día Postrero que estarán comiendo del Arbol de la Vida, y entonces todos tendremos el cuerpo eterno, inmortal e incorruptible y glorificado.
Y ahora hemos visto cómo alargar la mano y tomar del Arbol de la Vida y tomar del Arbol de la Vida y comer y vivir eternamente. ¿Vieron lo sencillo que es todo? Con razón Dios sacó a Adán y a Eva del Huerto del Edén.
Bueno, eso no lo vamos a explicar cómo ellos podían extender la mano y comer y vivir; pero si Dios nos permite en alguna ocasión lo explicaremos.
Pero ahora lo importante es cómo comer, extender la mano ahora y comer del Arbol de la vida. Ya el tiempo de ellos pasó, pero ahora es el nuestro, para extender nuestra mano y tomar del Arbol de la Vida y comer, y vivir eternamente.
Bueno, ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de la trayectoria del Arbol de la Vida, la trayectoria de Cristo, el Angel del Pacto, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Cristo, el Angel del Pacto, el Espíritu Santo, es el Arbol de la Vida, y donde está Cristo en Espíritu Santo, ahí está el Arbol de la Vida porque es Cristo el Angel del Pacto, el Espíritu Santo.
Y ahora hemos visto este misterio del Arbol de la Vida.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, el Arbol de la Vida, sean sobre todos ustedes y que nos dé mucho fruto, muchas bendiciones Cristo, el Arbol de la Vida, a nuestras almas en este tiempo final; y se complete pronto el número de los escogidos de Dios, y pronto los muertos en Cristo sean resucitados y nosotros los que vivimos seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Dejo nuevamente a nuestro amado amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar. En lo que llega Miguel, para los que tienen familiares que han partido y eran creyentes y no habían sido bautizados, si estuvieran viviendo en estos días en donde están siendo bautizados los creyentes, ¿qué usted piensa? Hubieran dicho: “¡Yo quiero ser bautizado!” Pues Dios conoce el corazón de ellos; por lo tanto con ellos no hay problema, la cosa ahora es con nosotros.
Bueno, vamos a dejar por aquí a Miguel Bermúdez Marín, nuestro amigo y hermano; él se encargará del resto; y mientras escuchamos el cántico —si lo tienen por aquí listo.— Me disculpan que tuve que detenerme unos cuantos minutos allá antes de venir hablarle a ustedes, es que el tema… ¿Cuando me diste el tema Miguel? Me dio el tema aquí y entonces tuve que buscar las Escrituras para… y en los mensajes del Rvdo. William Branham para darles la base de lo que les iba hablar a ustedes.
Bueno, que Dios me los continúe bendiciendo a todos y me los guarde y que pronto todos seamos transformados, pues yo no quiero irme de aquí sin ustedes, y yo creo que ustedes tampoco quieren irse sin mí; por lo tanto no nos vamos a ir de aquí hasta que no esté completo el grupo de los escogidos de Dios y todos seamos transformados.
Yo deseo que Jesucristo nos lleve a todos para la Cena de las Bodas del Cordero, yo los amo a todos y quiero que El nos lleve a todos a la Cena de las Bodas del Cordero y quiero que El nos transforme a todos en este tiempo final. O sea, que nuestra Edad no va a pasar, o sea, no va a pasar como pasaron las edades pasadas que comenzaron y terminaron; nuestra Edad no pasará, como decía Jesús: “Mis palabras no pasarán.” Y ahora la Edad de la Palabra no puede pasar porque es la Edad de la Palabra; por lo tanto nuestra Edad no pasará.
Y nosotros siendo la Palabra, los Atributos de Dios, la Simiente Palabra, no pasará nuestra Edad y nosotros sin que seamos transformados, aunque algunos se nos hayan ido adelante por alguna causa, pero veamos la causa en forma positiva: necesitamos algunos testigos que vengan del Paraíso en cuerpos eternos y digan: “¡Ya he resucitado y aquí estoy con el cuerpo nuevo!” Y si son ancianitos, cuando vengan en cuerpos jóvenes, sus familiares dirán: “Pero mi papá o mi abuelito era un ancianito —o mi abuelita— y cómo ahora tu un joven, más joven que nosotros nos va a decir que eres nuestro abuelo o nuestro papá.” Pues claro que sí porque en el nuevo cuerpo todos seremos jovencitos representando de 18 a 21 años de edad.
Así que cuando los veamos, entonces seremos rejuvenecidos porque seremos transformados y entonces estaremos rejuvenecidos para toda la eternidad.
Bueno, es que Miguel no llega y tengo que seguir hablándoles, pero ya es hora que Miguel esté por aquí, me está haciendo lo mismo que yo le hice, me aguanté allá y ahora él se me aguanta por acá; pero ya es bueno que Miguel pase por aquí y que Dios bendiga grandemente a Miguel y lo siga usando cada día más y más en Su Obra.
Cuando Dios colocó a Miguel a mi lado y me colocó a mí al lado de Miguel, Dios colocó a mi lado lo máximo que podía colocar; ya San Pablo y todos los ángeles mensajeros hubieran deseado un compañero en el Ministerio como Miguel.
Yo estoy muy agradecido a Dios por un compañero en el ministerio como Miguel, que Dios lo bendiga grandemente y lo use cada día más y más. Ha sido de bendición no solamente para mí, sino para cada uno de ustedes aquí y para todos los creyentes en la República Mexicana y en todos los países de la América Latina y también de Norteamérica.
Hemos visto cómo Dios lo ha usado, y yo lo acompaño en los viajes, yo lo acompaño para ayudarlo en todos los viajes. Así que para mí es una bendición grande acompañar a Miguel y así estar trabajando en la Obra del Señor Jesucristo con un hombre tan grande como nuestro amado Miguel Bermúdez Marín. Grande delante de Dios.
Y lo importante, pues es ser grande delante de Dios, aunque uno sea pequeño delante de los hombres, ya sea en estatura o en sabiduría humana o en riquezas humanas; pero lo importante es qué sea uno en el Programa de Dios.
Cuando el arcángel Gabriel habló de Juan el Batista, dijo que sería ¿qué? Grande delante de Dios. y Jesús dijo: “De los nacidos de mujer no se ha levantado ninguno más grande, mayor, que Juan el Bautista.” Pero más grande que Juan fue Aquel al cual Juan le preparó el camino, porque Jesús dijo: “Juan era una antorcha que ardía (o sea, una lámpara que ardía) y vosotros quisisteis caminar a su luz, mas Yo tengo mayor testimonio que Juan.”
Siempre el precursado tiene mayor testimonio que el precursor, siempre el precursado tiene más luz que el precursor. El precursor era una antorcha que ardía, pero cuando vino Cristo dijo: “Yo Soy la Luz del mundo.” Y una antorcha, una lamparita que alumbra no alumbra más que un área, pero cuando dice “la Luz del mundo,” es como el sol que alumbra el mundo entero en 24 horas; porque Cristo está representado en el sol, Juan el Bautista en una estrella y los mensajeros de cada edad en estrellas.
Bueno, vamos a dejar eso quietecito ahí. “Porque a los que temen mi nombre (¿nacerá qué?) el Sol de Justicia y en Sus alas traerá salvación, traerá salud,” ¿nacerá qué? El Arbol de la Vida, el Sol de Justicia.
Vamos a dejarlo ahí, y vamos a dejar a nuestro hermano Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión. ¿Y tienes bautismos hoy Miguel? Ya el agua está esperando a Miguel y a cada uno de los que van a ser bautizados para cumplir el llamado de Cristo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere, será condenado.” — “Arrepentíos y bautícese cada uno en el Nombre del Señor Jesucristo para perdón de los pecados y recibiréis el Don del Espíritu Santo.” Y ahí lo dejamos y Miguel continúa.
Bueno, Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA TRAYECTORIA DEL ÁRBOL DE LA VIDA.”