Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta noche, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban también saludos de mi esposa Erica, y también los cachorritos reciban saludos de América, quien les ama grandemente y espera siempre que Dios bendiga a todos los cachorritos.
En esta noche quiero leer en el Génesis, capítulo 15, verso 1 al 6, donde nos dice (esto fue cuando Dios le habló a Abraham), dice:
“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.
Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?
Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.
Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.
Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.
Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL GALARDÓN DE ABRAHAM.”
Siempre que Dios nos habla de que nos dará un galardón, siempre es algo que Dios nos dará; y cuando Dios le dice a alguien que le dará un galardón, todo el mundo quiere saber cuál es ese galardón.
Y ahora, Dios le habla aquí de que el galardón de Abraham es sobremanera grande, y ahora Abraham le dice a Dios: “¿Señor, qué me darás?” Pues Abraham quería saber qué Dios le iba a dar, porque eso es lo que toda persona quiere saber cuando le ofrecen un galardón.
Como los padres cuando le ofrecen a los hijos un regalo, un premio, eso es un galardón, un premio y le dicen a los hijos —algunas veces—: “Si sales bien en los estudios, y todo te sale bien en los estudios y te gradúas con buenas notas, te voy a dar un premio, una recompensa.” Y enseguida los hijos quieren saber con sus padres: “Papi, mami, ¿cuál es el premio, el galardón? ¿Me van a comprar una bicicleta o un carro o un viaje, cuál es el galardón que me vas a dar?” Pues todos quieren saber cuál es el galardón porque eso trae gozo y trae alegría para la persona; es un premio.
Y la persona no tiene que pagar nada por ese premio, es un premio, un galardón, un regalo, de parte de Dios, algo que la persona no tiene y Dios se la va a dar; y la mayor parte de las veces algo que la persona no puede obtener de sí mismo, pero que solamente Dios se lo puede dar como un premio a la persona.
Y ahora, Abraham enseguida le pregunta a Dios qué le va a dar; y le dice: “Siendo que yo ando sin hijos.” Y ahora el galardón, el premio más grande para unos ancianitos como Abraham y Sara, Abraham tenía 99 años y Sara 89; y Dios le había prometido desde que Abraham tenía 75 años y Sara tenía 60 y algo de años; le había prometido Dios a Abraham que tendría un hijo.
Sara tenía unos 65 años, y a los 65 años vean ustedes, ya muchas mujeres de nuestro tiempo quisieran estar como estaba Sara cuando tenía 65 años, que Abraham cuando la vio bien, la miró bien, y ellos iban a entrar a Egipto, dijo: “Ahora reconozco (como que antes, como que no lo había reconocido muy bien), ahora conozco o reconozco que eres mujer muy hermosa, de apariencia muy hermosa (tenía un rostro muy hermoso por lo que Abraham ahí le dice a ella); y ahora cuando entremos a Egipto, los egipcios me matarían a mí para quedarse contigo; por lo tanto tu vas a decir que tu eres mi hermana.”
Eran hermanos por parte de padre, pero en aquel tiempo si era permitido bajo aquella dispensación. Y le dice: “Vas a decir que eres mi hermana (o sea, vas a decir la mitad de la verdad); estarás diciendo la verdad, pero la otra parte de la verdad pues, si la saben me van a matar, vas a decir solamente la primera parte de la verdad.”
Y así dijo ella, y el faraón viendo que era una mujer muy hermosa, de seguro pensó en su corazón: “Esta va a ser la próxima reina de Egipto, esta va a ser mi esposa y Abraham va a ser mi cuñado.” Y comenzó a ayudar mucho a Abraham y muchos obsequios y muchos regalos como hacen los enamorados que con el cuñado, pues se lo quieren ganar, quieren tenerlo contento; y así hacía el faraón con Abraham.
Y Sara había sido apartada por el faraón, llevada al palacio del faraón, ellos acostumbraban a tenerla apartada enseñándoles a ellas todas las cosas correspondientes, para que conociera todas las cosas de una mujer que iba a ser reina; que por ejemplo: supiera sentarse a la mesa y comer en la forma correcta como los egipcios comían, supiera vestirse correctamente en las diferentes ocasiones, que conociera bien toda la forma de estado, de gobierno, de estado, que una esposa de un rey necesita tener; porque no puede ella continuar con las costumbres de semi-nómadas que ellos tenían, sino que tenía entonces que ya conocer todas las costumbres de Egipto.
Y ellos separaban, pues por cierta cantidad de tiempo —digamos, ¿cuánto Miguel: un año o dos años?—, mas o menos un año… Un año —como poco— separaban así la que iba a ser la esposa del rey, del faraón; así acostumbraban diferentes reinos; y ya cuando se casaban, pues ya sabía actuar como una reina y no como una mujer del campo que era semi-nómada.
Y ahora, encontramos que en ese lapso de tiempo Dios hirió al faraón y a toda su casa, y todo Egipto estaba bajo plagas, y ahí los sabios de Egipto, los magos y todos estos que el faraón tenía: adivinos y sabios y todas estas personas que estudiaban todas esas cosas y las causas por las cuales venían, pues le dan a conocer al faraón que algo estaba sucediendo, que eso era un juicio divino, y entonces buscan a Abraham.
Pues Dios, ya podemos ver que se encargó de cuidar la esposa de Abraham y cuidar a Abraham. Y buscan a Abraham para que él les explique qué estaba pasando y ahí Abraham tenía que responderle a faraón y entonces descubrieron que no eran hermanos, sino que eran esposos.
Y ahora la costumbre en todas esas regiones, conforme a las leyes divinas que ellos conocían, era que una mujer casada no podía ser tocada por otro hombre, porque estaba pecando ante Dios y por consiguiente el juicio divino vendría sobre esa persona.
Y ahora vean ustedes, el faraón ya sabe que las plagas que están viniendo son a causa de Sara; llama a Abraham y le entrega la esposa y le dice: “¿Por qué me dijiste que era tu hermana siendo que es tu esposa?” El le dijo: “También es mi hermana.” Y se la entregó y le dijo: “Ahora vete”; o sea, no lo trató bien, debió de decirle: “Aquí está tu esposa, disculpame que actué así, no lo sabía, lo hice de buen corazón y tu lo sabes. Ahora aquí está tu esposa, ora por mí para que Dios me perdone y quite las plagas que están en Egipto y en toda mi familia.” Pero no lo hizo así, por lo tanto no iba a tener buena recompensa el faraón.
Y vean ustedes, tenía 65 años, ¿y qué rey se va a enamorar de una mujer de 65 años? Si todos supieran el secreto que Abraham y ella tenían, todos los hombres y mujeres llevarían a cabo todo lo que ellos hacían, ya fuera la alimentación: tomando leche de ovejas, sería, o alguna otra forma o la forma de comer las carnes de las ovejas. Es que en aquellos tiempos las personas vivían más que en la actualidad.
Algunos dicen que la ciencia ha alargado la vida de las personas; pero si encontramos a través de la Biblia que ellos vivían 100 años, 200 años, 300 años, 400, 500, 600, 700, 800 y hasta 969 (que vivió Matusalén); entonces descubriremos que la vida del ser humano lo que ha sucedido es que se ha ido acortando.
Ahora, hubo etapas en que se acortó tanto, que el tiempo de vida de las personas era muy corto: de 40 a 50 años, y ahí lograron cierta solución para alargar más ese periodo de tiempo, pero normalmente conforme a la Biblia es 70 años y a los más fuertes 80 años, y el que pase de 80 es más fuerte todavía que el que llega a 70 años.
Y ahora, ser más fuerte para vivir más de 80 años – 80 años ó más, no quiere decir que sea de un cuerpo más fuerte, porque hay personas fuertísimas que duran 30 ó 40 años y 50 años, y hay persona flaquitas, que usted dice: “Esta persona el viento se la puede llevar;” pero sin embargo la muerte no se la ha podido llevar.
Por ejemplo, tenemos el caso de mi mamá, ya tiene unos 85 años ó quizás más, y la de Miguel —¿cuánto tiene Miguel tu mamá?— 97 años —¿Ya cumplió 98?—, cumplió 98, y en la familia de todos los hijos e hijas que ella tiene —¿Cuál es la persona que está mejor de salud?— Le dicen a Miguel cuando pregunta: “¿Cómo están todos por aquí?” Cuando llega a visitarla y ve la familia de los hijos o hijas de ella, y le dicen: “Todos aquí estamos con achaques, menos mamá” —y es bien delgadita ¿verdad todavía? Bien flaquita, bien delgadita— y mi mamá también es delgada, no gruesa y ya tiene 80 y algo de años, unos 85 años ó más.
Y vean ustedes como personas que aparentemente no son fuertes físicamente —¿verdad Miguel?— sin embargo son fuertes para resistir el tiempo, los años a medida que le pasan por encima.
Ahora, por eso ustedes pueden ver que Miguel es de esa clase de personas que duran muchísimos años; por lo tanto tenemos a Miguel, un Miguel para mucho tiempo. Y ya ustedes pueden ver, mi mamá tantos años y come igual o más que yo; o sea, que tiene buen apetito, y yo creo que esa es una de las cosas también —Miguel ¿verdad?— El buen apetito.
Y vean ustedes, Miguel y yo hemos venido de gente que duran muchos años; así que Dios nos ayudará hasta que se complete todo el Programa de Dios, hasta que recibamos el nuevo cuerpo.
Ahora, vean ustedes a Abraham y Sara. Estas son dos personas muy importantes en la Biblia, porque Dios le dijo a Abraham que él sería padre de naciones, que su galardón sería grande sobremanera, y que en su simiente serían benditas todas las naciones.
Ahora, Abraham, el Padre de la fe, el cual creyó a Dios cuando Dios les prometió tener un hijo y ya Abraham tenía bastantes años, encontramos que Abraham permaneció creyendo lo que Dios le prometió.
Cuando ya tenían 99 años y Sara tenía 89 años le apareció Dios de nuevo a Abraham en persona; Dios se creó un cuerpo para Sí mismo del polvo de la Tierra, porque Dios es el Creador, creó otro para Gabriel y otro para el arcángel Miguel y le aparecieron como tres hombres, apareciéndole, visitando, a Abraham en su casa que era una tienda, una casa de campaña, una carpa; y Abraham los invitó a comer y le dice: “Por eso ustedes han pasado por aquí.” Es como cuando llega alguien y llega la hora de comer, pues uno dice: “Ha venido por aquí buena hora, porque esta es la hora de comer, por algo has venido a esta hora.” Y si es la hora del café, ya usted sabe que ha venido a la hora del café y le ofrece el café, si tienen la costumbre de eso del café de las 3:00 de la tarde; en otros países eso es como las 4:00 o las 5:00 de la tarde, café con pan, le llaman la once, pero es como a las 4:00 o las 5:00 de la tarde.
Y ahora le aparecen Elohím, Gabriel y Miguel en forma de hombres, como hombres, porque Dios creó esos tres cuerpos para ellos tres, y Abraham los invitó a comerse un becerro tierno con todo lo que va con un becerro asado tierno: leche, panes y así por el estilo, y mantequilla; y le aceptaron la invitación, Elohím, Dios le aceptó la invitación, comió allí y luego le habló acerca del hijo que iba a tener; pero Sara aunque estaba trabajando en la cocina, estaba con la oreja parada —como hacen algunas—, y estaba escuchando la conversación, y cuando Dios le dijo que iba a tener un hijo por medio de Sara (pues ya eso se lo había dicho hacia años, unos 24 años atrás)…
Y ahora, cuando Sara escucha eso, en su corazón, en su alma se rió. Ustedes saben que ustedes se ríen allá por dentro (se rió por dentro como decimos nosotros), está riéndose uno en su alma allá, allá en el pensamiento, con su pensamiento; y en el pensamiento y la imaginación uno hace muchas cosas.
Y ahora, Sara hizo una que no agradó a Dios: fue reírse allá en su interior, se río por dentro de esa promesa de que iba a tener un hijo, y ahora dice: “¿Ya siendo vieja, ya habiendo pasado el tiempo de tener niños, siendo ya anciana con 89 años, he de tener deleites con mi esposo y tener un hijo?” Cuando ya todo eso ya había pasado de tiempo para ellos.
Y ahora Dios se molestó, porque reírse de una promesa divina a causa de que la persona ya estaba vieja, es un acto de incredulidad de la persona. Y Dios le dice: “¿Por qué se ha reído Sara tu mujer diciendo: ‘¿He de tener un hijo después de anciana, después de vieja?…” Vamos a leerlo para que lo tengan tal y como está en el Génesis, capítulo 18, verso 11 en adelante, dice… verso 10 en adelante… dice, aun tenemos que ir antes, 9:
“Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda (o sea, en la parte de atrás donde estaba Elohím).
Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él (estaba detrás de Elohím, el cual estaba sentado comiendo con Abraham).
Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada (99 años Abraham y Sara 89. ¿Y pueden ustedes pensar que unos ancianitos de 99 años, el esposo, y 89 años la esposa, ¿van a estar pensando en tener un hijo? No, si piensan en ver el bebé, son los nietos o los bisnietos)… Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres.
Se rió, pues, Sara entre sí (o sea, por dentro), diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?
Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? (miren cómo Dios lo vio, cómo Dios juzga el pensamiento del corazón de Sara, porque Dios discierne los pensamientos del corazón de todas las personas).
¿Hay para Dios alguna cosa difícil? (y si no la hay, pues aunque estaban viejitos iban a tener el hijo que Dios les había prometido) Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo.
Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo (no se río exteriormente, pero interiormente si se había reído; ella decía que no se había reído exteriormente, pero interiormente, por dentro, ella sabía que se había reído; y ahora vamos a ver qué Dios le dice). Y él dijo (o sea, Dios): No es así, sino que te has reído.”
Es que las intenciones del corazón delante de Dios es como si la persona hubiese hecho las cosas.
Por eso es que Jesús hablando acerca de mirar con mala intención a una mujer dice: “Cualquier hombre que mirare a una mujer para codiciarla (o sea, que la codicie en su corazón), ya adulteró en su corazón.” Vean cómo se ve delante de Dios esta situación, porque Dios ve lo que está dentro del corazón de las personas, y juzga lo que está dentro del corazón.
Así también es cuando Dios ve la fe en alma, en el corazón, de la persona; sin todavía la persona haber actuado, ya Dios ve la fe de la persona, después la persona actúa y hace esas obras de fe pero antes de hacerlas ya Dios vio la fe en el alma de la persona. Ahora Dios le dice:
“No es así, sino que te has reído.
Y los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos acompañándolos.”
Como que eso que pensó negativamente Sara, como producto de la incredulidad, ocasionó que ya se terminase esa visita y ya se levantaron, se despidieron y se fueron rumbo hacia Sodoma; pero Abraham continúo con ellos, e iba al lado del Elohím, y aún Elohím, luego que los arcángeles Gabriel y Miguel bajaron a Sodoma y Gomorra, Elohím todavía permanecía con Abraham.
Ahora vean ustedes la promesa de Dios para Abraham sería cumplida aun aunque hubo un poco de duda en Sara, pero en Abraham no (eso ayudó a Sara).
Y ahora, la bendición grande para Sara es que va a tener un hijo, va a darle un hijo a Abraham y Dios va a cumplir Su promesa, ese hijo va a ser el tipo y figura del Mesías; por eso es que para el cumplimiento de esta promesa, siendo que ellos no podían tener hijos ya por la edad avanzada y para colmo Sara era estéril, estéril y ya vieja, estéril dos veces.
Y ahora, ¿qué hace Dios? Miren haber… luego en el capítulo 20, dice:
“De allí partió Abraham a la tierra del Neguev, y acampó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en Gerar.
Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana (volvió a decir que era su hermana). Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara (ahora este rey hace lo mismo que hizo el rey de Egipto: la tomó para llevarla a su palacio, separarla por un tiempo para casarse con ella).
Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara.
Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido.
Mas Abimelec no se había llegado a ella, y dijo: Señor, ¿matarás también al inocente?
¿No me dijo él (o sea, Abraham): Mi hermana es; y ella también dijo: Es mi hermano? Con sencillez de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto (o sea, tenía una buena intención: quería hacerla su esposa, reina, y sus intenciones eran muy buenas) Con sencillez de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto.
Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases (vean cómo Dios protegió a este rey, un rey de buen corazón, y vean cómo Dios trataba con este rey, un rey gentil).
Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos (él y toda la familia de él y todo ese reino iba a desaparecer).
Entonces Abimelec se levantó de mañana y llamó a todos sus siervos, y dijo todas estas palabras en los oídos de ellos; y temieron los hombres en gran manera.
Después llamó Abimelec a Abraham, y le dijo: ¿Qué nos has hecho? ¿En qué pequé yo contra ti, que has atraído sobre mí y sobre mi reino tan grande pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo.
Dijo también Abimelec a Abraham: ¿Qué pensabas, para que hicieses esto?
Y Abraham respondió: Porque dije para mí: Ciertamente no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer.
Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer.
Y cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije: Esta es la merced que tú harás conmigo, que en todos los lugares adonde lleguemos, digas de mí: Mi hermano es.
Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, y siervos y siervas, y se los dio a Abraham, y le devolvió a Sara su mujer.
Y dijo Abimelec: He aquí mi tierra está delante de ti; habita donde bien te parezca (vean que bien trató este rey a Abraham, le dio ovejas, vacas, siervos y todo, y después le dice: ‘ahora la tierra está delante de ti, vive donde tu desees vivir.’ Y Dios le dijo también a Abimelec, a este rey: ‘devuelve su esposa, y él orará por ti, él es Profeta y él orará por ti’).
Y a Sara dijo: He aquí he dado mil monedas de plata a tu hermano (o sea, aun le dio plata, dinero); mira que él te es como un velo para los ojos de todos los que están contigo, y para con todos; así fue vindicada.
Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos.”
Es que Dios había cerrado la matriz de la esposa de Abimelec, y de toda la familia de Abimelec, vean, y de los siervos y siervas y ya durante todo ese tiempo no tenían niños.
Y un reino donde no nacen niños, es un reino que se va poniendo viejo y después a lo último lo que tiene es un montón de gente vieja y cuando se mueren, se acabó el reino; o viene otro reino, otra nación y le hace la guerra, y con ese ejército de viejitos que no pueden ni con las armas de guerra ¿qué van a hacer? Una nación llena de jóvenes y de niños es una nación que tiene futuro, porque el futuro —hablando en términos físicos, naturales— está en los hijos, una nación que no tiene jóvenes y que no tiene niños es una nación que se va poniendo vieja y a lo último va a desaparecer.
“Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos.
Porque Jehová había cerrado completamente toda matriz de la casa de Abimelec, a causa de Sara mujer de Abraham.”
Y ahora ¿cómo es posible que un rey se vaya a enamorar de una mujer de 89 años? Está bien el de Egipto que se enamoró de Sara cuando tenia 65 años, pero ahora de 89 años, una ancianita, y ella misma cuando Elohím dice que Sara va a y tener un hijo, ella se ríe en su corazón, en su alma, y dice: “¿Cómo va a ser esto, siendo yo vieja y mi esposo también?” Ya estaban bastante viejitos. ¿Pero qué sucedió? Que ahora después de la destrucción de Sodoma y Gomorra, y después de que Dios le da la promesa de que van a tener el niño al otro año, o sea, cuando tuviera Abraham 100 años y Sara 90, tendrían el niño.
Así que ella iba a tener un niño y estando viejos no podían tener un niño, pero Dios dijo que lo iban a tener.
Y ahora después que Dios le habla esa Palabra de promesa y se la confirma, después Abimelec se enamora de Sara; y entonces si se llegaba el rey Abimelec a casar con Sara, el hijo que iba a tener Sara iba a ser del rey y no de Abraham. Miren cómo Dios protegió esa bendición y esa promesa y ese galardón que Dios le daría a Abraham; ni Abimelec se lo podía quitar, ni tampoco el faraón, tampoco pudo.
Y ahora, Abraham y Sara fueron rejuvenecidos, pues ningún rey se va a enamorar de una anciana de 89 años, fueron rejuvenecidos, se fueron del lugar donde estaban viviendo y se fueron para Gerar donde no los conocían, y allá tuvieron el hijo prometido.
Abraham con 100 años dándole la bienvenida a un niñito; un niñito naciendo en el hogar de dos ancianitos como hijo de esos ancianitos, es una felicidad grande para esas dos personas, para ese matrimonio.
Y ahora, tenemos la felicidad de Abraham y Sara: un hijo, el hijo prometido apareciendo.
Y ahora, siendo que Abraham tenía 100 años; y cada 50 años, el año 50 es año de jubileo, en el segundo año de jubileo de Abraham vino la promesa del hijo prometido.
Ahora, para la Iglesia del Señor Jesucristo encontramos que conforme a la promesa divina dada por Dios a través de San Pablo, hay un misterio aquí, pues Sara en algunas ocasiones representa al pueblo hebreo, pero hay otras ocasiones que representa a la Iglesia del Señor Jesucristo; y en esta ocasión San Pablo toma en el tipo y figura a Sara como tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo, lo encontramos en el capítulo 4 de Gálatas, versos 22 en adelante… Gálatas, capítulo 4, verso 22 en adelante, esta es una alegoría o parábola que el pueblo hebreo creo que no le gustaría que fuese así; pero fue dicha por un apóstol muy grande del Señor Jesucristo, dice Gálatas, capítulo 4, verso 22 en adelante, dice:
“Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava (ese fue Ismael, la esclava fue Agar que era Egipcia), el otro de la libre (la libre era Sara y el hijo que tuvo fue Isaac).
Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.”
Por la promesa que Dios le había hecho a Abraham de que por medio de Sara tendría un hijo; y el otro nació según la carne, por la unión de Agar con Abraham, porque Sara quiso que fuese así para tener un hijo, porque ella pensó que la promesa iba a ser cumplida a través de la unión de Abraham con Agar, y entonces ella iba adoptar ese hijo como hijo suyo (Sara).
Pero la promesa para Abraham era que el hijo que tendría sería por medio de su esposa Sara. Dice:
“Lo cual es una alegoría, pues estas dos mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí (el pacto que Dios estableció con el pueblo hebreo en el Monte Sinaí, este es el pacto establecido bajo la Ley, Dispensación de la Ley), el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar.”
Y ahora vean ustedes, los que están bajo la Dispensación de la Ley y los que están bajo la Ley, están en esclavitud y están representados como Ismael (el hijo de Agar), lo cual no le gustaría al pueblo hebreo que fuese así, pero ya San Pablo dijo que es así.
Por eso es que Jesucristo le dice: “Conoceréis la verdad, y la verdad os libertará.” Y también les dice: “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” (Hablándole allá al pueblo hebreo en aquella ocasión):
“Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual (y corresponde a la Jerusalén actual allá en medio del pueblo hebreo).”
Ahora miren todo lo que San Pablo está diciendo, con todo eso que San Pablo está diciendo, si lo llegan a agarrar los judíos allá, lo podían hasta matar, pues trataron de matarlo en diferentes ocasiones:
“.y corresponde a la Jerusalén actual.
Pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.
Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre (y ahí Sara representa a la Jerusalén Celestial).
Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.
Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.
Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.”
Y por eso ustedes ven las persecuciones que los judíos llevaron a cabo en contra de Jesús y en contra de los apóstoles y en contra de toda la Iglesia del Señor Jesucristo, eso era el hijo de la esclava persiguiendo al hijo de la libre, eso era Ismael persiguiendo a Isaac en el tipo y figura:
“Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.
De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre (de la Jerusalén Celestial).”
Y ahora tenemos al hijo de Abraham según la carne del cual ha surgido el pueblo hebreo; pero tenemos al hijo prometido, Abraham, que fue representado en Isaac, el cual es el Mesías.
Y ahora, tenemos el Israel terrenal que es el Israel que ha venido según la carne como descendiente de Abraham, pero tenemos al Israel Celestial que son los creyentes en Cristo que Lo han recibido como su Salvador, han lavado sus pecados en Su Sangre, y han sido bautizados en Su Nombre, han recibido el Espíritu Santo y han obtenido el nuevo nacimiento, han nacido en y de la Jerusalén Celestial.
Y ahora, esas personas han nacido en la Iglesia del Señor Jesucristo que es la Jerusalén Celestial, y ahora pertenecen al Israel Celestial, son hijos que han venido conforme a la promesa divina por medio de Jesucristo el hijo de la promesa, el Isaac prometido.
Ahora el Isaac según la carne, encontramos que representó, tipificó, a Jesucristo nuestro Salvador; por eso fue ordenado por Dios que fuese sacrificado por Abraham, y Abraham lo creyó y fue efectuado ese sacrificio ya en su alma lo había efectuado.
Y por cuanto Dios mira la intención de la persona allá en su alma, para Dios Abraham lo sacrificó ya en su alma y en su mente, en su pensamiento y contó delante de Dios para ser el tipo y figura de Cristo, Su Venida y Su muerte en la Cruz del Calvario y Su resurrección. Abraham colocándolo sobre el altar para el sacrificio y luego tomándolo de regreso cuando Dios le dijo que no lo hiciera (todo eso nos habla de Cristo siendo crucificado, y luego cuando – eso es cuando Abraham lo coloca sobre el altar para sacrificarlo); y luego cuando Abraham escucha la Voz del Angel de Jehová que le dice: “Detén tu mano, ya sé que me temes.” Y así le habla. Y entonces Abraham se detiene, toma a Isaac y ve un cordero, un carnero, porque Dios proveyó un carnero, Dios lo creó allí; y entonces Abraham lo toma y lo sacrifica.
Y ahora, todo esto es tipo y figura de Cristo, Isaac representa a Cristo muriendo, y cuando Abraham lo toma de nuevo, eso es Cristo siendo resucitado; el Padre Celestial, vean ustedes, dando a Jesucristo (Su Hijo), para ser crucificado, ser sacrificado por nosotros, y luego Lo recibe siendo resucitado; luego el carnero que Dios proveyó también representa a Cristo, porque Dios se proveyó de Sacrificio cuando se proveyó un cuerpo de carne llamado Jesús en el cual Dios moró en toda Su Plenitud. Por eso Dios mismo se proveyó del Sacrificio para llevar a cabo la Redención de todos nosotros; por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, El también participó de lo mismo.
Y ahora vean ustedes cómo Dios se proveyó de un Sacrificio cuando Dios se proveyó de un cuerpo humano llamado Jesús, y así es como Dios redime al ser humano, y el ser humano cuando Lo recibe como su Salvador se materializa en la persona la Redención, y la persona recibe la bendición de la Redención.
Ahora, podemos ver esta bendición de Abraham cómo ha pasado a Cristo que es el Heredero, porque Cristo es el hijo prometido; el galardón más grande que Dios le daría a Abraham: que el Mesías en Su Primera Venida fuese un descendiente de Abraham según la carne para que luego la bendición de Abraham pase a los gentiles, pase así a la Iglesia del Señor Jesucristo, y la promesa del Espíritu Santo, del bautismo del Espíritu Santo pase a todos los creyentes en Cristo como nuestro Salvador, y así comience y continúe y se complete en el tiempo final una Nueva Raza que es creada por Dios, descendiente de Abraham a través de Jesucristo, el Hijo de Abraham.
Por eso ustedes pueden ver en Gálatas, capítulo 3, verso 6 al 9, que nos dice:
“Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
Sabed, por tanto, que todos los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.”
Ahora por medio de la fe en Cristo al recibirlo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre y recibir el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, nacemos en el Reino de Dios como hijos e hijas de Dios descendientes de Dios por medio de Jesucristo.
Y por cuanto Cristo es el Hijo de Abraham, el Hijo prometido, el Hijo de la promesa, pues somos hijos de Abraham; no de la Jerusalén terrenal, sino de la Celestial, y así se va formando y va Dios creando el Israel Celestial como creó el Israel terrenal.
Y ahora por medio de Jesucristo, el Hijo de Abraham prometido, la Simiente de Abraham, el Israel Celestial ha estado siendo creado. Vean, dice en el capítulo que estamos leyendo —capítulo 3— continuamos leyendo el verso 8, dice:
“Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.
De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.”
Luego pasamos en el mismo capítulo 3, verso 13 al 16, donde nos dice:
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero,
para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”
Y así nacer de nuevo y obtener un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y para el Día Postrero en adición obtener un cuerpo físico, eterno, inmortal e incorruptible y glorificado y así todos ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, el Hijo de Abraham prometido. Sigue diciendo:
“Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.”
Y ahora esa simiente de la cual Dios le dijo: “Y en tu simiente serán benditas todas las naciones,” se refiere a Jesucristo, El es la simiente de Abraham, de Abraham que fue prometida en el cual serán benditas todas las naciones.
Y vean cómo la bendición de Dios dada a Abraham ha estado pasando a todas las naciones, y la bendición de Abraham se ha extendido por todas las naciones y millones de hijos de Abraham, hijos e hijas de Abraham han estado naciendo por medio de Jesucristo; en el nuevo nacimiento los que nacen son hijos de Abraham por la fe en Cristo.
Y por eso pertenecemos a la Jerusalén Celestial, pertenecemos a la Iglesia de Jesucristo, y por consiguiente somos hijos e hijas de Abraham por medio del Hijo de Abraham: Jesucristo.
Jesucristo tiene cuatro Títulos de Hijo muy importantes: Hijo de Dios, que es heredero de los Cielos y de la Tierra; Hijo del Hombre, heredero de la Tierra; Hijo de Abraham, heredero de todo el territorio que Dios le dio a Abraham y de todas las promesas que Dios le dio a Abraham; e Hijo de David, heredero del Trono de David, por lo tanto Heredero del Reino de David, al heredar el Trono de David del cual le habló al arcángel Gabriel a la virgen María cuando le dijo que Dios le daría el Trono de David y que se sentaría sobre el Trono de David y reinaría sobre el pueblo hebreo para siempre; eso está en San Lucas, capítulo 1, verso 30 al 36, el arcángel Gabriel hablándole acerca del hijo que la virgen María tendría y del cual le dijo que sería llamado Hijo de Dios, y Dios le daría el Trono de David Su Padre, y se sentaría sobre el Trono de David y reinaría sobre Israel.
Y ahora vemos el porqué el Reino Milenial para el séptimo milenio pertenece a Jesucristo, el Heredero del Trono de David, sobre ese Trono se sentará Cristo y el Vencedor. Y del Vencedor Cristo dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” [Apocalipsis 3: 21 – Editor].
Y por cuanto somos Reyes y Sacerdotes, porque Cristo nos ha hecho Reyes y Sacerdotes porque nos ha lavado, nos ha limpiado de nuestros pecados con Su Sangre, y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad, reinaremos en ese Reino Milenial.
Y ahora, el galardón que Dios le ha dado a Abraham: este Hijo prometido, vean ustedes se ha estado reproduciendo por medio del nuevo nacimiento que ha producido en los creyentes en El.
Y ahora la simiente de Abraham, Jesucristo, se ha reproducido y son millones los hijos de Jesucristo por medio del nuevo nacimiento y forman el Israel Celestial; por eso somos Reyes y Sacerdotes y reinaremos en esta Tierra y en el universo completo con Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora podemos ver la bendición tan grande que la simiente de Abraham, Jesucristo, ha estado impartiendo para la formación de muchas naciones que serán formadas durante el Reino Milenial por los creyentes en Cristo y luego en la eternidad.
Y ahora, esa bendición de Abraham por medio de la simiente de Abraham, Jesucristo, vean ustedes cómo ha estado moviéndose entre las diferentes naciones gentiles y también en medio del pueblo hebreo.
Y ahora hemos visto cómo es que vendría la bendición para todas las naciones: “y en tu simiente serán benditas todas las naciones.” Si todas las naciones comprendieran la bendición tan grande que hay por medio de Cristo, todas las naciones serían cristianas completamente y no tendrían otro tipo de religión, y servirían a Cristo de todo corazón como naciones y sus ciudadanos como individuos.
Ahora, para el Reino Milenial y luego para la eternidad, las cosas van a ser mucho mejor para los creyentes en Cristo, para esa descendencia del Hijo de Abraham y también para el pueblo hebreo durante el Reino Milenial.
“EL GALARDÓN DE ABRAHAM.”
Y hemos visto que este galardón ha sido el Hijo prometido que fue representado en Isaac, pero que en realidad era Cristo el Mesías.
En Su Primera Venida no se sentó en el Trono de David porque eso es para Su Segunda Venida; luego de la Cena de las Bodas del Cordero, entonces El estará sentado sobre el Trono de David y nosotros con El reinando como Reyes y Sacerdotes; en ese Reino es que nosotros tenemos la posición más alta, en los reinos terrenales nuestra posición es sencilla: unos son carpinteros, otros albañiles, otros están en oficinas trabajando, en tiendas, otros son ingenieros, otros son médicos y así por el estilo; pero en el Reino de Jesucristo seremos una cosa: Reyes y Sacerdotes y Jueces también; o sea, que tendremos la posición más alta porque seremos Su gabinete de gobierno. Y en el gabinete de gobierno del Mesías, de Cristo, el Hijo de Abraham e Hijo de David, cada uno tendrá la posición que le corresponde, pues Dios le dará un galardón a cada creyente de acuerdo a como El determinará, porque El pagará a cada uno conforme a sus obras, y El viene para recompensar. Dice: “He aquí yo vengo pronto y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”
Apocalipsis, capítulo 22, verso 12, dice:
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”
O sea, que las obras de las personas van a tener algo que ver con el galardón que han de recibir, esas obras para los escogidos serán obras de fe; primero la fe estará en el alma y creerán todas las promesas de Dios, y creerán todo lo que El nos estará mostrando como fue en las edades pasadas, y estaremos trabajando en Su Obra en este tiempo como trabajaron en el pasado los hijos de Dios; y vuestro trabajo en el Señor no perderá su recompensa, tendrá un galardón de acuerdo a como la persona primeramente haya creído y haya obrado, haya trabajado en la Obra de Cristo de acuerdo a lo que ha creído, ya eso son obras de fe, pues la fe sin obras es muerta. Por lo tanto las obras de la fe ¿saben lo qué es? Es la fe expresada.
Y ahora, así como Abraham recibió un galardón grande, vean, también los hijos de Abraham tienen promesas de grandes galardones que Jesucristo nos dará.
“EL GALARDÓN DE ABRAHAM.”
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL GALARDÓN DE ABRAHAM”; en donde hemos visto que somos hijos de Abraham por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Jesucristo siendo el galardón que Dios le ha dado a Abraham y estando nosotros en Jesucristo, todos nosotros con Jesucristo somos el galardón de Abraham.
Jesucristo es la Cabeza de ese galardón, pero por cuanto estamos en Cristo y estábamos en Cristo, vean, en ese galardón veníamos también nosotros.
Así que Abraham va a estar muy feliz durante el Reino Milenial viéndonos a nosotros con Cristo en ese Reino Milenial.
Bueno, ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Hijo de Abraham, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto se complete el número de los escogidos de Dios y pronto todos seamos transformados y seamos todos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, y luego se manifieste en toda Su Plenitud en toda Su Iglesia, en todos nosotros, y luego nos lleve a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Dejo nuevamente con nosotros al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para terminar, concluir, en esta ocasión, mientras tenemos el cántico que nos habla del Hombre que nos transformó.
Que Dios les bendiga y pasen todos muy buenas noches.
“EL GALARDÓN DE ABRAHAM.”