Muy buenas noches, amados amigos y hermanos aquí en Torreón, Coahuila, República Mexicana; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
En el año 1971 estuve también acá en Torreón, y no sé cuántos estaban en ese tiempo acá, no sé cuantos recuerdan… hay por aquí algunos. Recuerdo que les prediqué acerca de la fe de Rapto en los Truenos, y revelación que los Truenos traerían para la Iglesia de Jesucristo; y todavía les estoy predicando acerca de los Siete Truenos, de la fe del Rapto, del Nombre Nuevo, de una nueva Dispensación y de una nueva Edad, la Edad de la Piedra Angular. Pero vean, ya en el 1971, estuve acá y estuve predicando sobre la fe de Rapto en los Truenos.
Y ahora, en esta noche nos toma la atención el tema: “SIGUIENDO LAS PISADAS DEL MAESTRO.”
Para lo cual quiero leer en Primera de Pedro, capítulo 2, versos 4 en adelante, donde dice:
“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,
vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,
La piedra que los edificadores desecharon,
Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.
Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,
manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.”
Luego, en este mismo capítulo 2, de Primera de Pedro, versos 21 en adelante, dice:
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “SIGUIENDO LAS PISADAS DEL MAESTRO.”
Lo que sucedió en la vida de Cristo, en Su Primera Venida, sucede a Su Iglesia y sucede a cada persona como individuo. Cristo vino a este planeta Tierra para participar de Carne y Sangre, ¿por qué? Porque los hijos participaron de carne y sangre. Al venir en cuerpos de carne y sangre nosotros a la Tierra, Cristo tuvo que venir en un cuerpo de carne y sangre, para tomar nuestros pecados, y llevar El la paga del pecado que es la muerte (ésa es la maldición por el pecado conforme a la Ley).
La maldición establecida en la Ley divina para el pecado, es la muerte del alma que pecare: “El alma que pecare, ésa también morirá”; o sea, que no se refiere solamente al cuerpo de carne ni al espíritu, sino al alma de la persona. También dice la Escritura en Proverbios que el que peca, defrauda su alma.
Ahora, podemos ver que se requiere la Vida Eterna para nuestra alma, y esa vida solamente está en Jesucristo, el cual vino en carne humana, en ese cuerpo que Dios creó en el vientre de María, al crear una célula de vida, una célula de sangre en su vientre; y esa célula se multiplicó célula sobre célula, creció así el cuerpo de Jesús en el vientre de María, y luego en el tiempo correspondiente nació en Belén de Judea, conforme a la profecía que decía que tenía que ser de Belén de Judea.
Y así fue como Dios se hizo a la semejanza de los seres humanos, se hizo hombre, se hizo carne y sangre, para tomar nuestros pecados, y tomar la responsabilidad por nuestros pecados, y tomar el castigo El sobre Sí mismo, sobre Su propio cuerpo, el castigo del pecado que es la muerte.
Y ahora, por cuanto todos pecaron, y todos han sido destituídos de la Gloria de Dios, ningún ser humano podía llevar a cabo la Redención, la salvación de los demás seres humanos; por lo tanto el mismo Dios era el único que lo podía hacer, y para eso tenía que hacerse hombre, hacerse carne en medio de la raza humana, y venir a ser Emanuel —que traducido es Dios con nosotros.—
El profeta Isaías en el capítulo 7, dice… y verso 14, que Dios dará una señal, y vamos a ver cuál es esa señal para la raza humana, es una señal de Vida Eterna, de salvación, dice:
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel —que traducido es, Dios con nosotros.—”
Y ahora, la promesa del Génesis, capítulo 3, verso 15, de que la simiente de la mujer heriría en la cabeza al diablo, esa promesa se cumpliría a través de un niño que nacería a través de una virgen; pero acá en el Génesis no dice que sería a través de una virgen que nacería ese niño, pero ya a través del profeta Isaías, Dios le dio a la humanidad, al pueblo hebreo, y por consiguiente la humanidad completa, más luz acerca de la promesa de la Venida del Mesías que es la simiente de la mujer; la simiente de la mujer, porque sería sin intervención de un hombre, que sería creado en el vientre de una mujer virgen, la vida de un cuerpo, el cual nacería luego en Belén de Judea, y sería descendiente del rey David según la carne, porque esa virgen tenía que ser descendiente del rey David.
Vean, aquí Génesis, capítulo 3, verso 15, dice:
“Y pondré enemistad entre ti (le dice Dios a la serpiente allí) y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya (la mujer tendría una simiente, y una simiente es un hijo)…”
Y ahora, la mujer de por sí no tiene simiente, porque el que tiene simiente es el hombre; pero por cuanto esta Simiente de la cual habla aquí sería el Mesías, el Cristo, vendría sin intervención de un hombre, porque vendría por Creación Divina el cuerpo de ese niño que nacería y el cual heriría la cabeza de la serpiente. Dice:
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”
O sea, en los talones, por eso Cristo fue crucificado, fue herido en los talones y en Sus manos y en Su costado; pero el Mesías, la Simiente de la mujer, heriría a la serpiente en la cabeza, y eso significa que el Mesías, Cristo, heriría al diablo en la cabeza, porque el diablo es la serpiente antigua, el cual es el diablo y satanás, conforme a Apocalipsis, capítulo 12. Pero el diablo, satanás, estaba hecho carne en la serpiente que engañó a Eva, y por medio de esa serpiente engañó a Eva.
Y ahora, tenemos en la Tierra simiente de la serpiente y Simiente de Dios.
Y ahora, en la parábola del trigo y de la cizaña, Cristo en esa parábola coloca el misterio de los hijos de Dios y el misterio de los hijos del diablo; pero por cuanto fue colocada en una parábola, para que así quedara sellado en esa parábola ese misterio, la humanidad todavía no ha comprendido ese misterio de los hijos de Dios y de los hijos del diablo, en este mismo planeta Tierra.
Pero miren ustedes, a través de la historia de la raza humana hemos visto la manifestación de ambas simientes, hemos visto la manifestación del trigo (que son los hijos del Reino, los hijos de Dios), y hemos visto la manifestación de la cizaña (que son los hijos del malo).
Por eso es que el mismo Juan el Bautista y Jesús, en sus ministerios terrenales llamaron a algunas personas serpientes, generación de víboras, y les dijeron también que eran hijos del diablo; aunque eran muy religiosos, como lo era también Caín; pero la Escritura dice: “No como Caín que era del maligno, y mató a su hermano Abel.”
Y ahora, vean ustedes, aquellas personas que querían matar a Jesús, los cuales era muy religiosos —incluyendo al sumo sacerdote—, Cristo señala que son del maligno; y por eso tienen esa intención maligna de matar a Jesús; en sus corazones deseaban matar a Jesús, pero tenían que usar los mecanismos que estaban a la disposición de ellos, para ellos aparecer que eran muy santos, y que le estaban aplicando ciertas leyes a Jesús, para poderlo matar; pero en sus corazones ellos deseaban matarlo; por eso les decía Jesús que ellos querían matarlo, y entonces le decían a El: “Tu tienes demonios, ¿quién te quiere matar?.” Ellos mismos lo querían matar.
En muchas ocasiones trataron de matarlo, pero no pudieron hasta que llegó el día para El morir; porque si moría antes de ese día, no tendría ningún valor Su Primera Venida y no llevaría a cabo por consiguiente la Obra de Redención por la raza humana; pero Cristo decía: “Nadie me quita la vida, Yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar.”
¿Y cómo El iba a poner Su vida? Pues por cuanto no tenía pecados nadie le podía quitar la vida, pero cuando tomó nuestros pecados allí en Getsemaní, El aceptó nuestros pecados y clamaba a Dios preguntándole si era posible pasar de El esa copa, pero supo que no era posible. Sin El tomar esa copa, la humanidad estaría perdida.
O sea, que el momento más crítico para la humanidad fue allí en Getsemaní; pero El dijo: “Mas hágase conforme a tu voluntad”; porque Cristo siempre hacía la voluntad del Padre, lo que le agradaba al Padre. Y El había venido para ese propósito, el propósito principal de Cristo en Su Primera Venida fue para tomar nuestros pecados y morir, tomar la sentencia, el juicio por el pecado, la paga del pecado que es la muerte, tomarla sobre Sí mismo, poner Su vida por nosotros, para poder quitar de nosotros nuestros pecados, y que nosotros podamos vivir eternamente.
Y cuando lo recibimos como nuestro Salvador, se materializa en nosotros toda la Obra de Redención de Cristo y obtenemos en nuestras vidas como individuos, la salvación, la cual El realizó dos mil años atrás aproximadamente; pero no se puede materializar en la persona hasta que no lo recibe como su Salvador.
Es como en algún concurso, o algún gobierno que le diga a los ciudadanos de su país: “Para el último día del año todos los ciudadanos de este país, recibirán un cheque, tienen un cheque, de parte del gobierno para aliviar la situación, y para que puedan tener unas navidades muy felices. Todo el mundo tiene un cheque de cierta cantidad, de parte del gobierno de su país (del país que sea).” Pero cualquier persona puede decir:
—“Yo tengo un cheque de parte del gobierno de mi país.”
Y puede ir a alguna tienda y decir: —“Quiero esto, y esto y esto.”
Y ahora cuando le dicen: —“Bueno, tiene que pagar.”
—“No, si yo tengo un cheque del país.”
—“Pues déme el cheque.”
No lo fue a buscar, pues no se materializó en él ese dinero que el gobierno le ofreció; pero los que fueron, entonces cuando venían con sus productos, podían decir: “Yo recibí un cheque de parte de un gobierno, aquí está.” Y con eso pagaba lo que compró.
Y ahora, la salvación que Cristo compró para nosotros y que nos ha dado gratuitamente, se materializa en nosotros, la tenemos cuando lo hemos recibido como nuestro Salvador; mientras tanto no es efectiva la salvación que Cristo ha ganado para nosotros, hasta que no lo hemos recibido. Por eso es que hay millones de seres humanos que están sin salvación y Vida Eterna, porque todavía no han recibido a Cristo como su Salvador.
Ahora, toda persona que lo recibe como su Salvador, comienza en su vida siguiendo las pisadas del Maestro.
Así como Cristo vino a esta Tierra, viene cada persona que lo ha recibido como su Salvador; y cuando la persona lo ha recibido como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en Su Nombre y ha recibido Su Espíritu Santo, la persona por cuanto está representada la persona en Cristo; cuando Cristo murió, nosotros estábamos muriendo con El allí, cuando El fue sepultado estábamos siendo sepultados nosotros con El allí, y cuando El resucitó, nosotros estábamos siendo resucitados con El, y cuando ascendió al Cielo, nosotros ascendimos con El al Cielo, y cuando se sentó en el Trono del Padre, nosotros nos sentamos con El en el Trono del Padre. Y hemos sido colocados *en lugares Celestiales con Cristo Jesús, Señor nuestro, lugares Celestiales.
Y ahora, por medio del nuevo nacimiento hemos obtenido un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y hemos nacido de nuevo. Pero vean ustedes, antes de nacer de nuevo, hemos muerto al mundo y al pecado, hemos sido sepultados y luego hemos sido resucitados con Cristo.
En el bautismo en agua representamos la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, y también la muerte, sepultura y resurrección de nosotros. Cuando hemos sido bautizados y hemos sido sumergidos en las aguas, ahí está siendo representada nuestra sepultura, y se sepulta a un muerto, a uno que murió al mundo; y luego cuando es levantado de las aguas por el que lo bautiza, está representando ahí su resurrección espiritual, resucitado con Cristo.
También en la Santa Cena está representada la muerte de Cristo, Su cuerpo partido por nosotros y Su Sangre derramada por todos nosotros, la Sangre del Nuevo Pacto para que nosotros al creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre, y recibir Su Espíritu Santo, entremos así al Nuevo Pacto; ya no al Pacto que corresponde al tiempo de la Ley, sino al Pacto que corresponde al tiempo de la Gracia, al Pacto bajo la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, que es la Sangre del Nuevo Pacto y del cual Jesucristo ha sido hecho fiador, y El es el Sumo Sacerdote de un Nuevo Pacto, El es el Sumo Sacerdote de un Nuevo Orden Sacerdotal, del Orden Sacerdotal Celestial, que es el Orden de Melquisedec.
El es Sumo Sacerdote en el Templo Celestial, El es Sumo Sacerdote haciendo Intercesión con Su propia Sangre en el Cielo, en el Lugar Santísimo sobre el Propiciatorio, que es el Trono de Dios hasta que entre hasta el último de los escogidos de Dios, los cuales siguen las pisadas de Jesucristo nuestro Maestro.
Y ahora, vean ustedes cómo pasamos por las mismas etapas, por las cuales pasó nuestro amado Señor Jesucristo; y así como Cristo tiene un cuerpo teofánico, nosotros hemos recibido un cuerpo teofánico, un espíritu teofánico de la sexta dimensión; y así como Cristo tiene un cuerpo glorificado, nosotros recibiremos de Cristo un cuerpo glorificado. O sea, que nosotros como individuos seguimos las pisadas de Cristo en el Programa de Dios; y por eso es que San Pablo nos dice: “Sed imitadores de mí, como yo lo soy de Cristo.”
Y ahora, todos nosotros estamos llamados a seguir las pisadas de Jesucristo nuestro Salvador. También la Iglesia del Señor Jesucristo, como Cuerpo Místico de creyentes, ha seguido las pisadas de Jesucristo nuestro Maestro.
Hemos visto que la Iglesia de Jesucristo a través de las etapas por las cuales ha pasado, ha seguido las pisadas de Cristo de edad en edad, porque Cristo ha estado en medio de Su Iglesia, caminando en medio de Su Iglesia de edad en edad, velado y revelado en el ángel mensajero de cada edad, y el mensajero de cada edad ha seguido las pisadas de Cristo en esa edad, y los que han escuchado la Voz de Cristo, del Buen Pastor, han seguido las pisadas del Buen Pastor en esa edad, han seguido a Cristo en esa edad, han seguido las pisadas de Cristo y han estado caminando con Cristo en cada edad, o en la edad que les tocó vivir.
Y cada miembro de la Iglesia de Jesucristo, vean ustedes, estando en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo, ha seguido así las pisadas del Maestro, nuestro amado Señor Jesucristo, en esas etapas en las cuales Cristo, en Espíritu Santo, ha estado en medio de Su Iglesia; El caminando en medio de Su Iglesia y Sus hijos siguiendo Sus pisadas.
Y ahora, hemos llegado al tiempo de la Edad de la Piedra Angular, edad que se cumple ¿dónde? En la América Latina y el Caribe, donde los hijos e hijas de Dios siguen las pisadas de Jesucristo, nuestro Maestro, en este tiempo final, en el Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo.
Esto es así para la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de Creyentes, y para esos creyentes en ese Cuerpo Místico de Jesucristo; y donde Cristo ha caminado en cada edad, han caminado Sus escogidos de cada edad; durante las siete edades han caminado, ¿dónde? En el Lugar Santo del Templo Espiritual de Cristo.
¿Y en este tiempo final dónde caminan? En el Lugar Santísimo del Templo Espiritual, de Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, vean ustedes, en el tiempo de los apóstoles Cristo caminó en la tierra de Israel, y allí caminaron con El, siguiendo al Maestro, los creyentes en El, siguiendo Sus pisadas. Luego en la primera edad de la Iglesia de Jesucristo entre los gentiles, Cristo caminó en Espíritu Santo en el mensajero San Pablo, en Asía Menor; y allí los escogidos de entre los gentiles caminaron con Cristo, el cual estaba caminando entre los gentiles en Asia Menor y de ahí pasó a Europa, en donde caminó en y por 5 etapas o edades, en los cinco ángeles mensajeros de cada edad, y allí caminaron con El los escogidos de cada edad.
Y luego pasó Cristo a Norteamérica en Su caminar, en Su trayectoria, caminando en medio de Su Iglesia, caminó a Norteamérica, y se veló y reveló en el Rvdo. William Marrion Branham (séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil y precursor de la Segunda Venida de Cristo), y con él caminaron los escogidos de ese tiempo.
Y ahora, Jesucristo en Espíritu Santo, así como caminó en medio de las siete edades, en medio de los siete candeleros, ahora camina en medio de los latinoamericanos y caribeños, y nos revela las cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Y ahora, esta etapa entre los latinoamericanos y caribeños, corresponde al Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Jesucristo, donde está el Maná escondido, que es la revelación de Jesucristo correspondiente al tiempo final; esa revelación de Jesucristo prometida para este tiempo final, es la que El nos da como Alimento Espiritual, como Maná escondido, para que comamos ese Maná escondido.
Esa revelación no estuvo disponible en edades pasadas, porque el Maná escondido ¿dónde estaba? Estaba en el arca del pacto, dentro del lugar santísimo donde estaba el arca del pacto. Y hasta que Cristo caminara en y hasta el Lugar Santísimo, estaría disponible la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, estaría disponible esta revelación para los hijos e hijas de Dios.
Y ésa es la revelación que no pudieron comer los escogidos de edades pasadas, pero ellos estuvieron comiendo la revelación, el Maná de la Primera Venida de Cristo, durante las siete etapas o edades de la Iglesia, y nosotros también hemos comido de ese Maná; pero hay un Maná escondido que no fue dado a comer a los escogidos de las edades pasadas, y ése es el Maná escondido, de la revelación de la Segunda Venida de Cristo.
Cristo dijo: “Yo Soy el Pan de vida, y el que come de este Pan, vivirá eternamente.” Ese es el Maná, el Maná de la Primera Venida de Cristo y el Maná de Su Segunda Venida. El Maná de la Primera Venida de Cristo lo hemos estado comiendo, desde que nació la Iglesia de Jesucristo en el día de Pentecostés, desde ese tiempo la Iglesia de Jesucristo ha estado comiendo el Maná, que ha estado cayendo de etapa en etapa, como cayó el Maná por 40 años en el desierto para el pueblo hebreo; pero después quedó un maná escondido en el arca del pacto, dentro del lugar santísimo, donde estaba el arca del pacto.
Y luego de toda la revelación de la Segunda Venida de Cristo y Su Obra que El ha realizado, queda una revelación que ha estado escondida de la Iglesia de Jesucristo durante estas siete etapas o edades que han transcurrido, y es la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes [Aquí hubo un corte en el audio original —Editor] que es Cristo, el Maná escondido de la Segunda Venida de Cristo, para ser dado a comer a todos los escogidos de Dios que viven en este tiempo final.
Para así, como Cristo en Su Primera Venida siendo el Pan del vida, el Maná, que comerían los escogidos durante todas estas edades, para obtener la salvación, y nosotros también; porque toda persona para poder recibir la salvación tiene que comerse el Maná que ha estado cayendo del Cielo durante todo este tiempo, que es la revelación divina de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, para así poder obtener el nuevo nacimiento, luego de ser perdonados nuestros pecados y poder obtener el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y ser raptados espiritualmente, ser trasladados al Reino del Hijo de Dios, lo cual sucede al nacer de nuevo.
Pero hay un Rapto literal también, prometido para todos nosotros, para ir a la Cena de las Bodas del Cordero, y ese Rapto literal puede venir, hasta que obtengamos la transformación de nuestro cuerpo, y luego podremos ser raptados y trasladados a la Casa de nuestros Padre Celestial, para la Cena de las Bodas del Cordero.
Y para poder obtener esa transformación y Rapto, tenemos que tener la fe, para ser transformados y raptados, la fe, la revelación, para ser transformados y raptados, que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y así como con la revelación de la Primera Venida de Cristo, recibimos el cuerpo teofánico, con la revelación de la Segunda Venida de Cristo y Su Obra de Reclamo, recibiremos el cuerpo físico, eterno, inmortal e incorruptible, y seremos trasladados a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero. Cristo nos llevará con El a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ahora, podemos ver que hay una fe de Rapto (fe es revelación), es la fe, la revelación, de la Segunda Venida de Cristo; porque Su Segunda Venida es para resucitar a los muertos en Cristo y para transformar los que estarán vivos en este tiempo final, y que estarán siguiendo las pisadas del Maestro de Nazaret, Jesucristo nuestro Salvador.
Por eso es tan importante estar siguiendo las pisadas del Maestro nuestro, que es Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, podemos ver las diferentes formas, desde los diferentes ángulos, que seguimos las pisadas del Maestro. Como Cuerpo Místico de creyentes seguimos las pisadas del Maestro, trabajando en Su Obra, como El trabajó aquí en la Tierra, haciendo lo que agrada al Padre Celestial, como El hizo también; y así como El llevó el Mensaje por todos los lugares, la Iglesia de Jesucristo llevando el Mensaje de Cristo por todos los lugares; y la Iglesia del Señor Jesucristo de edad en edad también, a medida que Cristo va caminando en medio de Su Iglesia, Su Iglesia va caminando con El siempre hacia adelante.
La Iglesia de Jesucristo ha ido caminando de abajo hacía arriba, ha ido subiendo de edad en edad, a medida que Cristo va llamando y juntando Sus hijos, y los va colocando en Su Cuerpo Místico de creyentes, la Iglesia de Jesucristo ha ido creciendo, creciendo de etapa en etapa, de edad en edad, hasta que ha llegado a este tiempo final, en el cual llegará plenamente a la estatura de Jesucristo, llegará plenamente a la perfección; y cuando se complete el número de los escogidos de Dios, la Iglesia de Jesucristo estará completa, habrá crecido hasta la estatura que le corresponde. Eso es como Cuerpo Místico de creyentes.
Como individuos, vamos creciendo a medida que vamos siguiendo los pasos de Jesucristo en nuestra vida personal, y vamos recibiendo Su Palabra, y vamos creciendo espiritualmente hasta que obtengamos nuestra transformación; y ahí habremos llegado a la perfección, y seremos iguales a Jesucristo, con un cuerpo teofánico y un cuerpo glorificado también.
Dentro del cuerpo físico y glorificado estará el cuerpo teofánico, que es el cuerpo de la sexta dimensión, y ahí estará nuestra alma, porque somos alma viviente, almas vivientes que han estado siguiendo las pisadas de Su Maestro, las pisadas de nuestro amado Señor Jesucristo como individuos.
Y para seguir las pisadas de nuestro Maestro Jesucristo, como individuos, tenemos que estar en el Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia, la cual sigue las pisadas de Jesucristo, Su Maestro.
No podemos seguir las pisadas de Jesucristo, nuestro Maestro, como individuos, si no estamos dentro del Cuerpo Místico de Jesucristo, que es Su Iglesia; y para estar ahí tenemos que haber aceptado a Cristo como nuestro Salvador, haber lavado nuestros pecados en Su Sangre, haber sido bautizados en Su Nombre y haber recibido Su Espíritu Santo, y así es como nacemos en la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia que sigue las pisadas de Jesucristo nuestro Maestro.
Y ahora, hemos visto cómo seguir las pisadas del Maestro. Y cada uno de nosotros como individuos, siendo imitadores de Jesucristo nuestro Salvador en nuestra vida personal, amando a Dios sobre todas las cosas, trabajando en Su Obra, y también amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Hemos visto cómo seguir las pisadas del Maestro. El fue bautizado, nosotros también hemos sido bautizados; El recibió el Espíritu Santo, y nosotros también hemos recibido Su Espíritu Santo; El tomaba la pascua, la cena, y nos enseñó a hacer esto en memoria de El, lo cual haremos en esta noche en memoria de nuestro amado Señor Jesucristo. Y todo esto es siguiendo los pasos del Maestro, de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y pronto vamos a ser transformados y vamos a ser como El en toda la plenitud: a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, con un cuerpo teofánico eterno y con un cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado; y vamos a ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Vean cómo, como individuos, seguimos los pasos del Maestro, de nuestro amado Señor Jesucristo.
Hemos visto también cómo la Iglesia de Jesucristo, como Cuerpo Místico, sigue los pasos de Jesucristo; y trabajamos en Su Obra, tanto como Cuerpo Místico de creyentes, como también como individuos.
“SIGUIENDO LAS PISADAS DEL MAESTRO.”
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para así tener estos momentos de compañerismo espiritual alrededor del Programa Divino, y así disfrutar esta noche aquí en Torreón, en donde estaremos recordando la muerte, sepultura y resurrección de nuestro amado Señor Jesucristo.
En esta ocasión —como han visto— me está acompañando mi esposa Erica y también mi niña América, y también nuestra hermana, la doctora Nelly Fuentes del Perú, y también nuestro hermano José Benjamín Pérez de Puerto Rico, quiénes ya ustedes han visto y ya les saludaron también; así que también, pues Miguel está con nosotros, está en este recorrido o estamos nosotros con él en este recorrido, en el cual hoy hemos llegado hasta ustedes, para disfrutar en esta noche de la Santa Cena en memoria de Jesucristo nuestro Salvador.
Así como el pueblo hebreo llevaba a cabo la fiesta de la pascua cada año el día 14 del mes primero, el mes de Abib del calendario eclesiástico, calendario religioso del pueblo hebreo, sacrificaban la pascua, sacrificaban el cordero pascual; y luego durante la noche que ya correspondía al día 15; porque para el pueblo hebreo la noche de un día es primero, y después el día (o sea, la parte clara).
Y el pueblo hebreo sacrificaba la pascua el día 14, y luego el día 15, pero en la noche, que era ahí al terminar el día 14 en la tarde, comenzaba en la tarde también el día 15 y luego llegaban las tinieblas (la noche), y durante la noche comían la pascua con hierbas amargas y con panes sin levadura; lo cual celebraban en memoria de aquella pascua que habían celebrado en Egipto, y de aquella liberación que Dios había realizado en favor del pueblo hebreo; o sea, que lo que estaban celebrando ellos era la Redención de Israel.
Y ahora, nosotros en el Nuevo Testamento bajo el Nuevo Pacto, bajo la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, lo que era para ellos la pascua, ahora para nosotros es bajo un Nuevo Pacto, la Santa Cena; y en memoria de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, donde Su cuerpo fue partido por nosotros y Su Sangre derramada por nosotros, lo cual El simbolizó en el pan, representando con el pan Su cuerpo, y en el vino representó Su sangre, que sería derramada por nosotros, la Sangre del Nuevo Pacto.
El luego de dar a Sus discípulos y decir: “Este es mi Cuerpo que por vosotros es partido, comed.” Y luego cuando dio a ellos la copa de vino, dijo: “Tomad, esta es mi Sangre que por vosotros es derramada, la Sangre del Nuevo Pacto que por vosotros es derramada, tomad (o sea, bebed) en memoria de mí.” Es en memoria de Cristo y Su Obra de Redención.
Por lo tanto, en cada ocasión que comemos el pan de la Santa Cena y tomamos el vino de la Santa Cena, la muerte del Señor anunciamos hasta que El venga, hasta que El termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, se levante del Trono de Intercesión, tome el Título de Propiedad, resucite a los muertos en Cristo y nos transforme a nosotros.
Y ahora, en memoria de Jesucristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, tomamos la Santa Cena; es el memorial de nuestra Redención lo que celebramos en cada ocasión que tomamos la Santa Cena; así como el pueblo hebreo celebraba la pascua como el memorial de la Redención de Israel, memorial en donde el cordero pascual murió, y en donde luego en la noche de la pascua comieron el cordero pascual, y la sangre estuvo aplicada sobre el dintel de los postes de las puertas de sus hogares, para la preservación de la vida de los primogénitos, para luego salir libres en la mañana del día 15.
Todo eso está contenido en la pascua que el pueblo hebreo luego sacrificaba, esa fiesta de la pascua.
Y ahora, en la Santa Cena está representada toda la Obra de Cristo llevada a cabo en la Cruz del Calvario: muerte, sepultura y resurrección, para darnos la salvación, la Redención de nuestra alma.
Así que, todas las veces que comemos este pan y bebemos esta copa, la muerte del Señor anunciamos hasta que El venga, y así estamos anunciando y proclamando nuestra Redención realizada por nuestro amado Señor Jesucristo, todas las bendiciones de la Redención que Jesucristo realizó por nosotros, están representadas en la Santa Cena.
Por eso cualquier persona al comer el pan y tomar el vino, están simbólicamente tomando todas las bendiciones de la Redención, y la persona con fe cree que va a ser sanado —si está enfermo— puede ser sanado, porque ahí está representada la salvación y la sanidad del cuerpo también, la sanidad del alma y la sanidad del cuerpo también.
En toda ocasión en que celebramos la Santa Cena, estamos recordando que tenemos un Salvador, un Redentor, que Dios no nos ha abandonado, sino que tenemos un Redentor, el cual murió dos mil años atrás —aproximadamente— en la Cruz del Calvario, y que El llevó nuestros pecados y que El nos ha colocado bajo un Nuevo Pacto, bajo la Sangre del Nuevo Pacto, y que la Sangre de Jesucristo nos limpió de todo pecado; y de toda falta, error o pecado que cometamos, también nos limpiará, porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.
Así que, este memorial de la Santa Cena, vean ustedes todas las cosas que nos mantiene frescas, al día, para que nunca olvidemos que en la Cruz del Calvario murió el Cordero de Dios, ¿por quiénes? Por cada unos de nosotros, para que así nosotros sigamos las pisadas del Maestro.
Solamente recibiéndolo a El como nuestro Salvador, nuestro Redentor, es que podemos seguir Sus pisadas, y en la Santa Cena recordamos Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Con este memorial de la Santa Cena se mantiene viva la Obra de la Redención, realizada por Cristo en la Cruz del Calvario, se mantiene viva en nuestra alma, en nuestra mente y en todo nuestro ser, y nos da la revelación, para que así nosotros sepamos que no estamos perdidos, porque Uno murió por todos nosotros.
Y aunque tengamos problemas aquí en la Tierra, El está con nosotros, El tuvo problemas también aquí en la Tierra, El siguió hacia adelante haciendo la voluntad del Padre; y nosotros seguimos hacia adelante, seguimos haciendo la voluntad de Dios, siguiendo las pisadas del Maestro.
Para ministrar la Santa Cena en esta noche, la cual —como les dije— representa el Cuerpo de Cristo y la Sangre de Cristo, y El es el Verbo, la Palabra; por lo tanto el pan representa el Cuerpo de Cristo, el Verbo, la Palabra, y el vino representa la Sangre de Cristo; y por cuanto la Vida de la Sangre es el Espíritu Santo, nosotros al recibir el Espíritu Santo, hemos recibido la Vida de la Sangre de Cristo. Por lo tanto la muerte espiritual no puede tocarnos a nosotros, tenemos Vida Eterna, estamos protegidos bajo la Sangre del Nuevo Pacto para que la muerte espiritual, la muerte que está matando el alma de millones de seres humanos no pueda matar nuestra alma, y así podamos nosotros vivir eternamente con nuestro amado Señor Jesucristo.
En conmemoración a Su muerte, resurrección y ascensión al Cielo, tomemos en esta noche la Santa Cena, sabiendo que el pan representa el Cuerpo de Cristo (no es el cuerpo de Cristo literalmente, sino que lo simboliza, lo representa), y el vino representa la Sangre de Cristo la cual está aplicada en nuestras almas, en nuestros corazones.
Para ministrar la Santa Cena, le pedimos al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, pase en esta noche. Miguel, vamos a pedirle aquí se acerque, tienen listo para… mientras preparan la mesa, entonces Miguel les daría un recesito para algunos cánticos —¿verdad?—, mientras estamos cantando cánticos de adoración, cánticos suaves de adoración.
Miguel con las personas que van a estar en esta labor, estarán preparando, todo para que conmemoremos el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y así le demos gracias a Cristo por Su Obra de Redención realizada en la Cruz del Calvario, en favor de cada uno de nosotros, para que así pudiésemos seguir las pisadas del Maestro, Sus pisadas.
Con nosotros el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para continuar en esta ocasión.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde, y que el Señor Jesucristo perdone vuestras faltas, errores y pecados.
Mientras tenemos este tiempito en lo que nos entregan el pan y luego el vino, meditamos, hacemos un inventario de nuestra vida, y todo pecado, falta o error, que no hemos confesado a Cristo, la confesamos a Cristo pidiéndole a El perdón, y El con Su Sangre nos limpiará de todo pecado, porque El es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, el que intercede con Su Sangre por todos nosotros.
Así que, cada uno haga su propio inventario de su vida, para que tome cada uno la Santa Cena dignamente; porque el que la toma indignamente, juicio come y bebe, dice San Pablo: “Por lo cual hay muchos debilitados entre vosotros, y muchos están enfermos, y otros duermen.”
O sea, al tomar la Santa Cena indignamente, la persona se está ganando un problema muy grande; debilitados algunos, otros enfermos y otros mueren, o sea, que la persona – a la persona le es demandada la Sangre de Cristo de sus manos, porque fue por nuestros pecados que Cristo murió, o sea, que nuestros pecados lo mataron, fue a causa de nuestros pecados que la muerte vino sobre Cristo.
Pero si nosotros confesamos a El nuestros pecados, son echados en Su Sangre y Su Sangre está en nuestra alma, por lo tanto no estará en nuestras manos; al estar en nuestro corazón, ya entonces el juicio por el pecado no puede venir sobre nosotros. Recuerden que el fin del juicio por el pecado es la muerte, pero antes de morir tiene una trayectoria. Por eso tomemos la Santa Cena dignamente.
Vean ustedes, si al tomarla indignamente hay todos esos problemas para la persona, si la tomamos dignamente hay una lista de bendiciones para cada uno de ustedes y para mí también; si al tomarla indignamente hay un lista de problemas, y el final es muerte; al tomarla dignamente hay una lista de bendiciones y el final es Vida Eterna. Bueno, es vida para todos nosotros tomarla dignamente.
Bueno, vamos a dejar al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para continuar, y llevar a cabo en esta noche la Santa Cena.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y les dé a ustedes y a mí grandes bendiciones en esta noche tan gloriosa.
Que Dios les bendiga y les guarde.
“SIGUIENDO LAS PISADAS DEL MAESTRO.”