Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual quiero leer en Hebreos, capítulo 1, versos 1 al 14 (o sea, el capítulo completo), donde dice San Pablo:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.
Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
Mi Hijo eres tú,
Yo te he engendrado hoy,
y otra vez:
Yo seré a él Padre,
Y él me será a mí hijo? (O sea, está preguntando)
Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice:
Adórenle todos los ángeles de Dios.
Ciertamente de los ángeles dice:
El que hace a sus ángeles espíritus,
Y a sus ministros llama de fuego.
Mas del Hijo dice:
Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;
Cetro de equidad es el cetro de tu reino.
Has amado la justicia, y aborrecido la maldad
(y ha aborrecido la maldad),
Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Y:
Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra,
Y los cielos son obra de tus manos.
Ellos perecerán, mas tú permaneces;
Y todos ellos se envejecerán como una vestidura,
Y como un vestido los envolverás, y serán mudados;
Pero tú eres el mismo,
Y tus años no acabarán.
Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?
¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?”.
Y nuestro tema para esta ocasión es: “ÁNGELES UNGIDOS CON LA COLUMNA DE FUEGO EN LA DIMENSIÓN INVISIBLE”.
“¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?”.
Hablando de estos ángeles ministradores, aquí San Pablo nos dice que son ángeles, espíritus ministradores, enviados para servicio a los que serán herederos de salvación, o sea, enviados a la Iglesia del Señor Jesucristo: ÁNGELES UNGIDOS CON LA COLUMNA DE FUEGO.
Es un misterio grande el misterio de los ángeles, pero toda la Biblia está llena de relatos de ángeles y profecías de ángeles que vendrían para ministrar la Palabra de Dios, espíritus ministradores enviados a los herederos de salvación.
Para poder comprender el misterio de los ángeles tenemos que comprender que hay diferentes dimensiones. Hay siete dimensiones, las cuales son:
• Las primeras tres: luz, tiempo y materia; esas son las primeras tres dimensiones.
• La cuarta es la dimensión de las ondas, en la cual trabaja la radio y la televisión; y todo queda ahí grabado, en esa dimensión cuarta, todo lo que usted habla queda grabado en esa dimensión; y aun todos los días de su vida, toda su vida queda grabada ahí, en esa dimensión.
Ahora, también tenemos más dimensiones en el Programa Divino.
• Está, luego de la cuarta dimensión hay una quinta dimensión; esa es la dimensión llamada el infierno; de la cual el mismo Cristo habla en San Mateo, capítulo 25, cuando Él lleva a cabo o llevará a cabo este juicio del cual Él profetizó que será cuando el Hijo de David se siente en el Trono de David.
Dice capítulo 25, verso 31 en adelante, de San Mateo:
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,
y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos”.
Luego que lleva a cabo ese juicio desde Su Trono de gloria, el Trono de David, donde Cristo estará como Rey para gobernar ese Reino Milenial, luego coloca a los de la derecha, que son las ovejas… Vean, dice:
“Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
Estas son personas que serán juzgadas por Cristo. Y ahí con Cristo estará Su Iglesia, los redimidos por la Sangre de Cristo, que son los hermanos más pequeños de Jesús; porque Jesucristo es nuestro hermano mayor, el cual vino y nos redimió y nos restauró a la vida eterna, y nos reconcilió con Dios.
Por eso es que Cristo dijo: “Cualquiera que diere un vaso de agua fresca, fría, a uno de estos más pequeños – mis hermanos más pequeños, no perderá su recompensa”1.
Y ahora aquí, vean ustedes, la recompensa es vida eterna, para esas personas que a través de las diferentes etapas por las cuales pasaría la Iglesia de Jesucristo, esas personas que le ayudarían, que le harían bien a los escogidos de Dios: no perderán su recompensa, sino que recibirán vida eterna en el Juicio Final; serán juzgados, pero aparecerá a favor de ellos todas las cosas buenas que han hecho en favor de los escogidos de Dios, que son los hermanos más pequeños de Jesús; porque Él es nuestro hermano mayor.
Y ahora, podemos ver que habrá personas que por haber ayudado a los escogidos de Dios, en el Juicio Final van a recibir vida eterna. Antes de llegar al Juicio Final no tienen vida eterna y no están perdonados tampoco; pero cuando llegan al Juicio que Cristo llevará a cabo, ahí es que será concedida la vida eterna a ellos, será concedido a ellos que entren al Reino de Cristo preparado desde antes de la fundación del mundo, o desde la fundación del mundo. O sea que es un Reino que ya está ordenado por Dios, preparado por Dios, y que entrará en fusión en el Reino Milenial, y después continuará por la eternidad.
Ahora, veamos a los otros que no ayudaron a la Iglesia del Señor Jesucristo; dice:
“Y respondiendo el Rey…”. Vamos a ver, a terminar aquí [verso 40]:
“Y respondiendo el Rey, les dirá (esto es, a los que le ayudaron, les hicieron favores a los escogidos): De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.
Y ahora, Cristo habla del infierno aquí, y dice que fue preparado para el diablo y sus ángeles; y serán echados ahí también los que no ayudaron a los escogidos de Dios, sino que obraron en contra de los escogidos de Dios. Solamente no ayudar, ya es motivo para ser condenados. Y ponerse en contra de los escogidos de Dios es mayor motivo para ser condenados en ese Juicio y ser echados al infierno: el infierno preparado para el diablo y sus ángeles, los ángeles caídos que se rebelaron en contra de Dios juntamente con el diablo.
Y ahora, dice Cristo que el infierno fue preparado (¿para quién?) para el diablo, para el diablo y sus ángeles. Y son ahí echados también los que no siguieron a Cristo sino que siguieron al diablo, serán echados con aquel al cual siguieron.
“Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.
Ahora, podemos ver que todo lo que el ser humano hace aquí en la Tierra queda registrado en el Libro de Memorias, y será todo sacado a la luz en ese Juicio.
Allí Cristo está mostrando los hechos de estas personas, de los que saldrán a la vida eterna – entrarán a vida eterna, y también los que serán echados en el infierno o lago de fuego para ser destruidos; porque perdieron el derecho a vivir eternamente; fueron hallados en contra de Cristo y Su Iglesia, por lo tanto fueron hallados en favor del diablo. Y por cuanto el diablo es echado al infierno y al lago de fuego, entonces los que lo siguieron a él también serán echados en ese lago de fuego.
En el libro del Apocalipsis, capítulo 20, verso 1, dice:
“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.
Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;
y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo”.
Así que vamos a tener mil años de paz; porque el diablo será atado y será echado al abismo y encerrado en el abismo; por lo tanto, el diablo estará atado, estará encerrado en esa quinta dimensión. Esa quinta dimensión no podrá manifestarse aquí en la Tierra, ni el diablo ni sus ángeles que se rebelaron en contra de Dios (con el diablo), no podrán hacer nada en la Tierra, estarán allí encerrados; o sea que no podrán pasar a la dimensión terrenal para molestar.
Luego entra el glorioso Reino Milenial, donde dice… sigue diciendo en el verso 4, de Apocalipsis 20:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años (eso es el Reino Milenial para los hijos e hijas de Dios).
Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,
y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la Tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar”.
Es que para el final del Reino Milenial, luego viene la resurrección de todo ser humano que vivió en esta Tierra y que no perteneció ni a los escogidos del Antiguo Testamento ni a los escogidos del Nuevo Testamento; porque los escogidos del Antiguo Testamento y los escogidos del Nuevo Testamento pertenecen a la primera resurrección; los del Antiguo Testamento resucitaron con Cristo cuando Cristo resucitó, conforme a San Mateo.
En San Mateo, capítulo 27, verso 51 al 53, dice:
“Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;
y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él (o sea, después de la resurrección de Cristo), vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”.
Esa fue la resurrección de los santos del Antiguo Testamento. Y la resurrección de los santos del Nuevo Testamento será muy pronto.
Así como la resurrección de los santos del Antiguo Testamento fue en la Primera Venida de Cristo, cuando Cristo realizó Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, la resurrección de los santos del Nuevo Testamento será en la Segunda Venida de Cristo, en la Obra de Reclamo de Jesucristo como el León de la tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores; en esa Obra de Reclamo, en donde Él estará como Rey de reyes y Señor de señores y León de la tribu de Judá.
Y ahora, los santos resucitados del Antiguo Testamento y los santos del Nuevo Testamento que resucitarán, pertenecen a la primera resurrección, porque es una resurrección para vida eterna; y nosotros, pues seremos transformados, y entraremos a vida eterna física en y con un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, la segunda resurrección es la resurrección para el resto de los seres humanos que vivieron en este planeta Tierra, los cuales vivieron desde Adán hasta el último que viva en la Tierra antes de esta resurrección.
Durante el Reino Milenial habrá personas que no pertenecerán al grupo de los escogidos de Dios, porque los escogidos de Dios estarán en cuerpos glorificados; pero habrá personas aquí en la Tierra en cuerpos de carne, como nuestros cuerpos actuales de carne.
Y por eso es que la Biblia dice en Isaías que el niño morirá de 100 años, y el pecador a los 100 años será maldito2. Es que en el Reino Milenial habrá muerte para los que no tienen cuerpos glorificados, los cuales son los cuerpos glorificados de los escogidos del Nuevo Testamento y de los escogidos del Antiguo Testamento. Por lo tanto, los que tengan cuerpos que no sean glorificados, entonces tendrán un límite de vida.
Ahora, podemos ver que esto es una promesa divina para ser cumplida en el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Es un Reino maravilloso el que Cristo tendrá en la Tierra; pero el pecador, o sea, las personas… porque de entre las naciones que existen en la actualidad habrá naciones y personas que sobrevivirán a los juicios de la gran tribulación, y por consiguiente entrarán al Reino Milenial de Cristo; y al entrar a ese Reino Milenial de Cristo escucharán la predicación del Evangelio del Reino durante el Reino Milenial de Cristo.
“Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”3.
Y bajo la predicación del Evangelio del Reino, ahí las personas obtendrán el conocimiento del Dios verdadero, conocerán el misterio de la Segunda Venida de Cristo. Y ahí las personas que estarán viviendo, porque tuvieron la oportunidad de pasar al glorioso Reino Milenial de Cristo, se agarrarán de esa revelación. Pero los que no se agarren de esa revelación, de ese Mensaje, durante el Reino Milenial, vean ustedes, en Isaías, capítulo 65, dice, verso 20 (está hablando del Reino Milenial):
“No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito”.
O sea que el que llegue a los 100 años y no sea un creyente genuino bajo el Nuevo Pacto, pues será maldito: pierde el derecho a continuar viviendo. Es más o menos el tiempo que nosotros tenemos también aquí en la Tierra: de 50 a 100 años es la vida de los seres humanos aquí en la Tierra; unos pasan un poquito más, pero otros ni llegan a los 50 años; así que el promedio de vida es unos 60 años o 70 años, y en los más fuertes: 80 años.
Ahora, Dios le da al ser humano tiempo para que escuche la Palabra de Dios y se arrepienta de sus pecados, y lave sus pecados en la Sangre de Cristo, sea bautizado en Su Nombre, y reciba el Espíritu Santo y obtenga el nuevo nacimiento. Cristo le ha dado tiempo a todo ser humano. Por lo tanto, el que no ha aprovechado el tiempo es maldito.
Ahora, continuamos leyendo… Ya les expliqué el por qué el diablo cuando sea suelto engañará a las naciones y se levantará en contra de Cristo y Su Reino, rodeará la santa ciudad de Jerusalén, donde estará Cristo sentado en el Trono de David y donde estarán los redimidos por Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo gobernando con Cristo; y el diablo tratará de dar el último golpe de Estado.
Pero el diablo falló, cuando trató de dar el golpe de Estado en el Cielo falló. El Arcángel Miguel con Su Ejército luchó contra el diablo y lo venció. El diablo con su ejército, los ángeles que él tenía bajo su mando, dio o trató de dar ese golpe de Estado, pero fracasó.
Desde que el diablo se llenó de orgullo y se rebeló en contra de Dios, ha sido el diablo un fracasado, y ha continuado siendo un fracasado. Y su último fracaso será ese golpe de Estado que tratará de darle a Cristo y a ese Reino glorioso de Cristo, Reino Milenial, que Él tendrá y gobernará desde Jerusalén, la ciudad del pueblo hebreo, que vendrá a ser la capital del mundo entero.
Ahora, vean ustedes, el diablo es un fracasado, pero no escarmienta; él cree siempre que va a lograr algo, pero vean ustedes, siempre llega un ciclo divino en donde el fracaso del diablo se hace manifiesto.
Ahora, el diablo tiene un ejército, y no podemos decir que no es un ejército poderoso; pero si podemos decir una cosa: ¡Pero Cristo tiene un Ejército más poderoso! Y nosotros pertenecemos a Cristo y Su Reino; por lo tanto, la victoria final también será de Cristo. Y nosotros somos los que recibiremos el beneficio de esa Gran Victoria que Cristo obtendrá en contra del diablo.
Ahora, el diablo gobierna la quinta dimensión, esa dimensión en la cual está el diablo y sus ángeles; y desde ahí el diablo y sus ángeles gobiernan los gobiernos de este planeta Tierra. Y por eso es que en la Escritura nos habla el mismo Cristo que el diablo es el príncipe de este mundo4; porque con la caída del ser humano en el Huerto del Edén, este planeta Tierra cayó en las manos y gobierno del diablo.
Pero Cristo es la Cabeza de todo imperio y de todo gobierno; por lo tanto, aun ese gobierno e imperio del diablo está sujeto a Cristo; aunque es rebelde. Como algunas veces tienen en la familia hijos rebeldes, así es el diablo con su ejército. Es más bien una revolución en medio del gobierno de Dios; pero está sujeto a Dios (el diablo).
Ahora miren, en San Juan, capítulo 12, verso 31, dice Cristo:
“Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”.
El príncipe de este mundo, el príncipe de este planeta Tierra y de los gobiernos de este planeta Tierra, del cosmos, o sea, de los sistemas terrenales.
Por eso fue que el diablo le ofreció a Cristo allá, cuando trajo tres tentaciones: una, que las piedras se convirtieran en pan, porque Cristo ya llevaba 40 días sin haber comido ni tomado agua. Y ahora, le dice: “Si Tú eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan (o sea, para que comiera pan, Cristo)”5.
Si Cristo hacía ese milagro estaba obedeciendo al diablo, estaba siendo un juguete del diablo. Y lo otro: si hacía pan de esas piedras y comía, se moría; porque después de 40 días comerse un pedazo de pan, eso es la muerte para una persona. Pero el diablo quería que Cristo mostrara Su poder, que hiciera una exhibición. Pero Cristo no es un exhibicionista, Cristo solamente hacía los milagros que el Padre le mostraba. Por lo tanto, no eran las obras de un hombre, sino las Obras de Dios realizadas por Dios a través de un hombre.
“El Padre hasta ahora obra, y Yo obro”6, decía Cristo. Él decía que las obras que Él hacía eran las obras que el Padre le mostraba; por lo tanto, eran las obras de Dios prometidas para ser realizadas en ese tiempo, siendo realizadas por Jesús; porque estaba ungido con la Columna de Fuego. Era la Columna de Fuego en Jesús el que llevaba a cabo esas obras.
Ahora, pasamos a San Juan, capítulo 14, verso 30, donde Cristo dice:
“No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”.
Nuevamente dice Cristo que el diablo es el príncipe de este mundo; porque en el Reino de Dios hay principados, potestades, dominios y así por el estilo; y el diablo tiene el principado de este planeta Tierra.
Es como un reino grande en esos tiempos antiguos; reino que tenía, en países conquistados, un representante; y ese hombre era el representante de la corona. Pero algunas veces se rebelaba ese hombre con el ejército que tenía, se rebelaba en contra de la corona, en contra del rey que lo había colocado ahí; y se convertía ese territorio en un territorio rebelde, en donde el rey principal de todo el reino podía enviar su ejército para destruir ese representante y al ejército de ese representante que había colocado en ese territorio. O sea que un representante del rey en un país, gobernando, vendría a ser el virrey; el representante de la corona, del reino al cual pertenece ese hombre y ese ejército, y pertenece la gente de ese territorio.
Así podemos ver que Dios tiene distribuido todo Su Reino.
Pero ahora, vean ustedes, el diablo fue colocado aquí en la Tierra con un propósito, pero se rebeló.
En este mismo planeta Tierra Dios ha colocado Sus hijos; porque este planeta Tierra, conforme al Programa de Dios, es el centro del universo; como planeta en el universo entero es la capital del universo.
Y por esa causa es que en este planeta Tierra, Cristo estará como Rey, sentado en el Trono de David, gobernando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Aquí, en este planeta Tierra, es que Dios establecería Su Trono, Su Trono terrenal; y en ese Trono terrenal y ese Trono terrenal es el Trono de David.
Por eso cuando el pueblo hebreo salió de Egipto con Moisés, y por el desierto se levantó Amalec y luchó contra Israel, miren lo que Dios dice en Éxodo, capítulo 17, verso 13 en adelante, dice:
“Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.
Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.
Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi (lo cual significa ‘Dios es ayuda’)…”.
Vamos a ver… Y encontramos que Dios ya ha dictado el juicio divino sobre Amalec. Dios ha dictado el juicio divino sobre Amalec.
“… y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová…”.
¿Y cómo se levantó contra el Trono de Jehová? Al levantarse en contra de Moisés y el pueblo hebreo, se ha levantado en contra del Trono de Dios; porque desde el Trono de Dios, Dios estaba dirigiendo todo ese éxodo a través del Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en esa Columna de Fuego, manifestándose por medio del profeta Moisés.
“Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación”.
Y Amalec es el tipo y figura del diablo; y por consiguiente es tipo y figura del anticristo, el hombre de pecado, el cual en el Día Postrero se levantará en contra de Cristo, conforme a Apocalipsis, capítulo 17, verso 14. Dice (13 y 14):
“Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.
Y los que están con Él son los redimidos por la Sangre de Cristo. Los que están con Cristo, el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo, y que es también el León de la tribu de Judá, los que están con Él son los miembros de Su Iglesia, fieles a Cristo y Su Palabra.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 19, verso 19, también dice:
“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército”.
Ahí podemos ver de nuevo una rebelión del diablo en contra de Cristo. Con esos diez reyes que le darán su poder y su autoridad a la bestia, al anticristo, al hombre de pecado: el anticristo, el hombre de pecado, se levantará en contra de Cristo y la Iglesia del Señor Jesucristo. En el anticristo, el hombre de pecado, estará el diablo encarnado.
Y ahora, ese es un combate – eso será un combate grande aquí en la Tierra, una lucha muy grande; pero la victoria es de Cristo.
“Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.
Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos”.
Esto ocurre durante el tiempo del revestimiento o resurrección de los muertos en Cristo y transformación de nosotros los que vivimos; de ahí en adelante es que ocurre esto; sigue para la gran tribulación y finaliza al final de la gran tribulación, donde la bestia será echada en el lago de fuego que arde con azufre. El anticristo será echado en el lago de fuego.
Y ahora, podemos ver que después de eso vendrá el Reino Milenial. Y después de terminado el Reino Milenial: la resurrección de todas las personas que no habían resucitado, no habían pertenecido a la primera resurrección; a la cual pertenecen los santos del Antiguo Testamento, pertenecen los santos del Nuevo Testamento, pertenecen los Dos Olivos y pertenecen los 144.000 hebreos.
Y ahora, luego que el diablo es suelto de su prisión, el diablo que los engañaba, luego de haber levantado esa rebelión, dice, capítulo 20, verso 7 en adelante, de Apocalipsis:
“Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,
y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.
Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió (o sea que Dios no les dio oportunidad a ellos)”.
Ahora, no sabemos cuántos días durará esa lucha, esa batalla, esa guerra.
“Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.
“Por los siglos de los siglos”, o sea, hasta que queden exterminados totalmente el diablo y sus ángeles, y todos los que fueron echados en el lago de fuego; todos los que serán echados ahí serán exterminados. Cuando queden exterminados todos, hasta el diablo, entonces terminará el lago de fuego, porque ya no hay nada más que quemar.
“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.
Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos (¿ven que hay libros?), y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras (porque toda la vida del ser humano es registrada en el Cielo, en estos libros celestiales).
Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.
Y eso será el final del diablo, de los ángeles del diablo, del anticristo, del hombre de pecado y de todos los que no sirvieron a Dios.
¿Pero qué será de los que sirvieron a Dios? En el capítulo 21, verso 1 en adelante, dice:
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido”.
Y ahí comienza la eternidad para el planeta Tierra y para los que salieron bien en el Juicio Final.
Para los escogidos de Dios, la eternidad en cuerpos físicos eternos comienza cuando seamos transformados; y para los muertos en Cristo, cuando sean resucitados en cuerpos eternos.
La vida espiritual, la vida eterna espiritual, pues comienza para el creyente cuando recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en Su Nombre y recibe el Espíritu Santo, y obtiene así el nuevo nacimiento; y ahí comenzó: fue restaurado a la vida eterna el creyente en Cristo.
Ahora, tenemos que entender lo que es entrar a la vida eterna espiritualmente, y lo que es entrar a la vida eterna físicamente. La parte física es cuando tengamos el cuerpo físico. Entrar a la vida eterna en lo espiritual es al nacer de nuevo; así hemos sido restaurados a la vida eterna; ya entonces nuestra alma está restaurada a la vida eterna con un cuerpo eterno teofánico, angelical.
• Estos cuerpos angelicales, teofánicos, que recibimos al obtener el nuevo nacimiento, son llamados “el Ángel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen y los defiende”. Cada creyente tiene un ángel protector, un ángel guardián: es su cuerpo teofánico de la sexta dimensión, que recibe cuando nace de nuevo.
Siempre que hay un nacimiento: un cuerpo tiene que haber surgido. Cuando nacimos en nuestra familia terrenal, nacimos porque un cuerpecito nació de nuestra madre. Y así es al nacer del Cielo, al nacer en el Reino de Jesucristo: un cuerpo teofánico ha sido obtenido por cada uno de nosotros.
Y ahora, los santos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento tenían conocimiento de estas cosas. “El Ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen, y los defiende”7, dice uno de los Salmos. Y también dice que “a Sus ángeles enviará acerca de ti, para que te guarden, y tu pie no tropiece en piedra”; eso está en el Salmo 91, verso 11. Y eso es un misterio; pero encontramos que, aunque es un misterio, es una realidad en otra dimensión.
Ahora, podemos comprender que hay estos cuerpos teofánicos, angelicales, que son pertenecientes a los redimidos por la Sangre de Cristo.
Y ahora, cada escogido tiene un cuerpo teofánico, angelical, de la sexta dimensión. Los que no son creyentes no tienen cuerpo teofánico de la sexta dimensión, sino de la quinta dimensión; por eso, cuando el pecador muere, va a la quinta dimensión, que es el infierno; es llevado por ángeles de la quinta dimensión, por ángeles del diablo es llevado al infierno.
Cuando un creyente en Cristo muere, es llevado por los ángeles al Paraíso, que es la sexta dimensión. De esta sexta dimensión nos habló el reverendo William Branham, el cual visitó ambas dimensiones.
Él visitó la quinta dimensión cuando tenía alrededor de unos 14 años de edad, cuando fue herido por un disparo de escopeta que se le zafó a un compañero suyo; y él fue al infierno y vio cómo era en el infierno: es otra dimensión en donde hay gente, pero en cuerpos espirituales, o sea, cuerpos como nuestros cuerpos, pero de otra dimensión.
Él estuvo observando la gente que vivía en ese sitio. Dice que allí la gente vestía en cierta forma, y las mujeres usaban ciertos peinados, y usaban pintura en los ojos y en la boca, y cosas así. Eso muestra de dónde es que viene todo eso: viene de la quinta dimensión. Por eso deben cuidarse las creyentes para evitar traer cosas que donde se usan es en la quinta dimensión. De allá es que viene esa inspiración para la humanidad.
Ahora, en la sexta dimensión o a la sexta dimensión también fue el reverendo William Branham ya cuando tenía más edad; y estuvo viendo a los que vivían en la sexta dimensión.
En la quinta dimensión, pues vivían los que habían muerto sin Cristo; como en la enseñanza de Jesús del hombre rico que fue al infierno. En el Paraíso viven los creyentes en Cristo.
Ahora, veamos por unos momentos cómo describe el Paraíso el reverendo William Branham… Vamos a ver algunos lugares donde él habla del Paraíso. En la página 320 del mensaje, del mensaje del libro de Los Sellos en español, dice el reverendo William Branham… Hay que comenzar en la página 319, dice:
“194. Pero estando allí parado, me toqué la cabeza con la mano y tenía mi cabello de nuevo. Yo era joven”.
Recuerden que nuestro hermano Branham, ya después de tener cierta edad, no tenía cabello en la parte de arriba; y eso le causaba resfriados a cada momento, se resfriaba fácilmente. Pero ahora, cuando él va a la sexta dimensión, al Paraíso, porque Dios lo llevó al Paraíso con un propósito: de visita; y entonces cuando se encuentra allá en el Paraíso, él miraba hacia abajo, veía su cuerpo abajo en la cama; y luego se viraba y se veía él en un cuerpo. Se tocó la cabeza y tenía todo el cabello. Y entonces dice: “¿Estaré soñando o sería que tuve un ataque al corazón y he muerto?”. Y entonces dice, en una ocasión dice que se mordió un dedo y tenía tacto. O sea que allí se siente, tienen el sentido del tacto en ese cuerpo.
Vean, dice:
“… me toqué la cabeza con la mano y tenía mi cabello de nuevo. Yo era joven (o sea, estaba jovencito; porque en el cuerpo teofánico no hay edad de viejos ni edad de niños, es edad de joven, es un cuerpo jovencito para siempre). Dije: ‘¿No es raro? Aquí estamos’. Entonces miré a lo lejos, y vi que venía mi primera esposa, Esperanza. Ustedes saben que ella murió a los veintidós años, y todavía era tan hermosa como antes (como murió joven, en el nuevo cuerpo por cuanto también es joven, entonces se veía tan joven como era cuando estaba en la Tierra en el cuerpo de carne). Muchos de ustedes la recuerdan. Tenía los ojos negros y cabello negro que le caía por toda la espalda, era alemana. Y pensé: ‘Ahora cuando ella llegue me va a llamar por mi nombre: ‘Bill’. Yo sé, cuando llegue va a decirme: ‘Bill’. (Y Bill, pues es el diminutivo de William). Y me fijaba en cada una de esas damas que pasaban; cada una me abrazaba y me decía: ‘Nuestro precioso hermano, estamos tan contentas de verlo’. Y vi que cada una estaba vestida igual. Pero tenían su cabello de distintos colores, algunas de cabello rubio, y otras de cabello rojo, y unas de cabello negro (en otros lugares dice que tenían el cabello largo; porque esa es la forma de la sexta dimensión). Pasaban, y todas eran jóvenes. Entonces cuando ella llegó, pensé: ‘Voy a ver qué me va a decir’. Y me miró y me dijo: ‘¡Oh, nuestro precioso hermano!’. (Porque ahí en el Paraíso todos son como los ángeles: que ni se casan ni se dan en casamiento. No hay eso de estarse enamorando allá. Hay muchos jóvenes, todos son jóvenes, jovencitas y jovencitos, pero no están enamorándose allá; no hay eso de amor terrenal ni cosas terrenales). Y me abrazó, y luego se alejó, y llegó otra y me abrazó.
195. Oí un gran ruido, y miré hacia esa dirección, y allí venía corriendo un gran número de varones jóvenes, como de veinte años (o sea que ahí, por lo que se ve, los jóvenes están en un grupo y las jovencitas en otro grupo; es lo que muestra aquí. A menos que en ciertas actividades no estén todos juntos, o que estén en un lado los varones y en otro lado las mujeres. Dice). Tenían cabello oscuro, rubio, etc., y cada uno estaba vestido con una vestidura blanca, y estaban descalzos. Y llegaron y me abrazaron, diciendo: ‘Nuestro precioso hermano’.
196. Volví la vista, y allí estaba todavía en la cama…”.
O sea, miró desde el Paraíso, desde la sexta dimensión, miró hacia su casa y hacia su habitación, y vio sobre la cama su cuerpo terrenal; pero él estaba en un cuerpo jovencito. Por eso era que después no quería volver para la Tierra.
Ahora, yo le pregunto a usted (para que usted pueda comprender por qué él no quería volver a la Tierra): Si Dios le da un cuerpo jovencito a usted para toda la eternidad, y luego usted ve su cuerpo terrenal ahí. ¿Volvería usted a meterse en su cuerpo terrenal? “Ahí no, ahí yo tuve muchos problemas; con ese cuerpo yo tuve muchísimos problemas: problemas de salud, problemas de esto, problemas de lo otro, problemas económicos, problemas de todas clases. Y en este nuevo no tengo ningún problema”. ¿Quién va a volver para el cuerpo viejo? Nadie.
Pero él tenía que venir, porque él solamente estaba en el cuerpo teofánico, cuerpo angelical allá, y Dios le está dando una vista por anticipado de lo que será cuando él sea llamado, cuando sus días terrenales terminen; entonces estará – estaría con todo ese grupo de creyentes. Le decían: “Nuestro precioso hermano”, porque todo ese grupo de hombres y mujeres jóvenes eran el grupo de su edad, eran los convertidos bajo el ministerio del reverendo William Branham.
Cada profeta de Dios en el Antiguo Testamento, encontramos (como Abraham, Isaac, Jacob y los patriarcas, y así por el estilo) que cuando morían ellos, dice la Escritura: “Y fue reunido con su pueblo”. Y así es también con los ángeles mensajeros de cada edad: cuando terminan sus días ministeriales aquí en la Tierra, son reunidos con su pueblo en la sexta dimensión.
Vamos a continuar leyendo… Cuando uno puede ver y entender que es una realidad esta sexta dimensión, entonces uno no le tiene miedo a la muerte después de haber recibido a Cristo, después de haber recibido la salvación.
Antes de recibir a Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo: sí, hay que tenerle miedo a la muerte; porque si la persona muere sin Cristo, pues va para la quinta dimensión; y no va a salir de ahí hasta que llegue el tiempo para el Juicio Final, lo cual será después del Reino Milenial.
Ahora, vamos a continuar leyendo:
“196. Volví la vista, y allí estaba todavía en la cama (o sea, su cuerpo físico), y pensé: ‘Esto en verdad es raro’. Y en ese momento una voz me comenzó a hablar, y nunca vi de dónde venía. Dijo: ‘Tú has sido reunido con tu gente’. (¿Ve cómo los profetas y patriarcas, cuando morían eran reunidos con su pueblo?, en la sexta dimensión, en el Paraíso). Luego unos hombres me levantaron y me colocaron sobre un lugar alto, así elevado. Dije: ‘¿Porqué han hecho eso?’.
197. La voz dijo: ‘Sobre la Tierra tú fuiste un líder’”.
Y ahora vean, por cuanto fue un líder, un mensajero aquí en la Tierra, es colocado en un lugar alto, una posición alta, allá en el Paraíso; fue colocado en un lugar alto.
“198. Entonces dije: ‘Yo no entiendo esto’. Y la voz me estaba hablando, pero nunca vi de dónde venía, pero estaba más arriba hablándome. Dije: ‘Si yo he muerto, yo quiero ver a Jesús. Él fue toda mi vida, ahora quiero verlo’.
199. La voz dijo: ‘No lo puedes ver ahora. Él todavía está más arriba’. ¿Ve usted? Esto fue debajo del altar en el sexto lugar (o sea, la sexta dimensión), el lugar donde va el hombre”.
O sea, el lugar donde va el creyente cuando muere físicamente, luego va a la sexta dimensión, que es el Paraíso, va en su cuerpo teofánico a vivir allí; vive como una persona, con un cuerpo, pero no es un cuerpo de esta dimensión, sino de la sexta dimensión; se le llama también ‘el cuerpo de la Palabra’.
“Esto fue debajo del altar en el sexto lugar, el lugar donde va el hombre. Todavía no era el séptimo lugar, donde está Dios, era el sexto…”.
Y ahora, el séptimo lugar está más arriba del sexto lugar: la séptima dimensión está más arriba de la sexta dimensión.
Él quería ver a Jesús, pero le fue dicho: “Todavía no lo puedes ver, Él está más arriba”. Más arriba, o sea, en la séptima dimensión, haciendo intercesión por todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Cristo está sentado en el Trono del Padre, en la séptima dimensión.
“Allí estaban todos…”. O sea…:
“Todavía no era el séptimo lugar, donde está Dios; era el sexto lugar. Allí estaban todos, estaban pasando, parecía que había millones. Yo nunca había visto tanta gente. Y yo allí estaba sentado, y esas personas pasaban abrazándome y llamándome ‘hermano’.
200. Entonces la voz dijo: ‘Tú has sido reunido con tu gente como lo fue Jacob’.
201. Y pregunté: ‘¿Todos estos son mi gente? ¿Son todos estos Branham?’.
202. Él dijo: ‘No. Son tus convertidos a Cristo’.
203. Y los miré muy bien y había una dama muy hermosa, la cual vino y me abrazó. Todas eran casi de la misma edad; y ella vino, me abrazó y dijo: ‘Oh, mi precioso hermano’. Me miró, y pensé: ‘Parece un ángel’. Y pasó.
204. Entonces la voz me preguntó: ‘¿No la conoces?’.
205. Respondí: ‘No’. No la conozco.
206. Dijo (o sea, la Voz): Tú la condujiste a Cristo cuando tenía más de noventa años. ¿Sabes por qué te tiene tanto amor?’.
207. Dije: ‘¿Esa joven tan hermosa tenía más de noventa años?’.
208. Dijo: ‘Ella ahora jamás podrá cambiar. Por eso está diciendo: ‘Precioso hermano’”.
“Jamás podrá cambiar”, jamás podrá ponerse vieja, jamás podrá dejar de existir; tiene vida eterna ahí en el Paraíso. Porque la persona, cuando ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en Su Nombre y ha recibido Su Espíritu, ha obtenido vida eterna.
“El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”8.
Así que esa joven había sido una señora de más de 90 años, y le llegó la oportunidad a esa edad de recibir a Cristo y obtener vida eterna; estaba cerca de la muerte, y cerca de la muerte le llegó la vida eterna.
“209. Pensé: ‘¿Y de esto tenía yo temor? (Porque algunas personas, usted sabe, tienen miedo de morirse; pero después que ya la persona está en Cristo no tiene que tener ningún miedo de morir, porque va a este lugar: al Paraíso). Estas personas son reales. No iban para ninguna parte; no estaban cansados de estar allí’. Y dije: ‘¿Por qué no puedo ver a Jesús?’.
210. Dijo (la Voz le dijo): ‘Algún día Él vendrá, y vendrá a ti primero y tú serás juzgado. Estas personas son tus convertidos que has guiado’”.
Ahora miren, aquí está una profecía que le da la Voz que le está hablando a él; la Voz de más arriba, de la séptima dimensión, que está hablando, y la está escuchando ahí en la sexta dimensión, le está diciendo que algún día Él vendrá; o sea que algún día Cristo bajará de la séptima dimensión a la sexta dimensión.
“‘Algún día Él vendrá, y vendrá a ti primero y tú serás juzgado. Estas personas son tus convertidos que has guiado’.
211. Dije: ‘¿Y por ser un líder tengo que ser juzgado?’.
212. Respondió: ‘Sí’.
213. Entonces dije: ‘¿Todo líder tiene que ser juzgado de esta manera?’.
214. Respondió: ‘Sí’.
215. Pregunté: ‘¿Qué de San Pablo?’.
216. Dijo: ‘Él tendrá que ser juzgado con los suyos (‘tendrá que ser juzgado con los suyos’. Y cada ángel mensajero será juzgado con los suyos)’.
217. Entonces dije: ‘Si el grupo de él entra, entonces los míos también, porque he predicado exactamente la misma Palabra. Él bautizó en el Nombre de Jesucristo, y yo también. Yo prediqué…’. Y en ese momento millones gritaron a una sola voz: ‘EN ESO ESTAMOS CONFIANDO’. Pensé: ‘Si yo hubiera sabido esto antes de venir aquí, yo hubiera forzado a la gente para que vinieran. Ellos no pueden perder esta oportunidad. Fíjense…’.
218. Entonces él dijo: ‘Algún día Él vendrá. Ahora, allá no bebemos, ni comemos, ni dormimos’. Todos son iguales. ¿No es eso perfecto? Es algo más allá de lo perfecto. No es sublime, sino aún más allá de lo sublime. No hay palabras en el vocabulario para describirlo. Simplemente cuando lleguemos allá, habremos llegado donde debemos llegar. Pensé: ‘Ahora, si esto es tan perfecto, entonces ¿cómo será más (arriba)? (‘Si esto aquí en la sexta dimensión es tan perfecto, ¿cómo será más arriba en la séptima dimensión?’)”.
Sigue diciendo (paso a la página 322):
“219. Él dijo: ‘Cuando llegue Jesús, y te juzgue según tu ministerio, entonces regresaremos a la Tierra para habitar en el cuerpo nuevamente’. Ahora, yo nunca había pensado acerca de esto anteriormente, pero eso es perfectamente de acuerdo a las Escrituras. ‘Regresaremos a la Tierra para habitar en el cuerpo, y allí comeremos. Aquí ni comemos, ni tampoco dormimos. Allá comeremos cuando volvamos a la Tierra’”.
Por lo tanto, nosotros somos sus anfitriones; comerán con nosotros arroz y frijoles, y de todo lo que les tengamos para ofrecerles. No los vamos a poner a ellos a cocinar, ¿verdad? Más bien, de lo que tengamos les ofreceremos a ellos; y ellos entonces compartirán con nosotros su estadía aquí en la Tierra, que será por unos 30 o 40 días nada más. Y nosotros, cuando los veamos, seremos transformados.
Fue cuando Abraham y Sara vieron a Elohim, Gabriel y Miguel, que vino la transformación para ellos, el cambio para ellos: fueron rejuvenecidos; y ellos en ese mismo año fueron rejuvenecidos. Y cuando Abraham llegó a los 100 años, Abraham tuvo por medio de Sara el hijo prometido. O sea que fue rejuvenecido Abraham y Sara, y entonces tuvieron el hijo prometido, que fue Isaac. Tipo y figura de lo que estará sucediendo en este tiempo final; tiempo para el cual el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles, o sea, Elohim, Gabriel y Miguel.
Esos son el Hijo del Hombre y Sus Ángeles viniendo en el tiempo final, en la manifestación final de Cristo, el Ángel del Pacto, operando los ministerios del Día Postrero, que estarán respaldados por Cristo, el Ángel del Pacto, y por los Arcángeles Gabriel y Miguel.
Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo para este tiempo final tendrá la bendición más grande. Y así como vino Gabriel a Daniel para darle la revelación de todas aquellas cosas que habrían de suceder al pueblo hebreo, y también las que le sucederían al reino de los gentiles, el Espíritu Santo viene en este tiempo final a la Iglesia del Señor Jesucristo para revelar estos grandes misterios de este tiempo final.
Y con la revelación de estos misterios viene la fe, la revelación, para ser transformados y raptados, y ser así rejuvenecidos para toda la eternidad; porque nos dará Cristo un cuerpo jovencito, que representará de 18 a 21 años de edad; será un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, el cual Cristo ha prometido para cada uno de los que le han recibido como su Salvador.
Y ahora, esta bendición es tan grande que cuando estemos en ese nuevo cuerpo entonces es que comprenderemos el valor de haber recibido a Cristo como su Salvador, haber lavado nuestros pecados en Su Sangre, haber sido bautizados en Su Nombre y haber recibido Su Espíritu Santo; y así haber obtenido el nuevo nacimiento. Porque cuando tengamos el cuerpo nuevo es que toda la herencia de Dios será dada a nosotros; porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro; entonces es que disfrutaremos esa herencia físicamente, en un cuerpo físico pero glorificado.
Y ahora, podemos ver que la bendición para nosotros es muy grande; así como para los santos que partieron en las edades pasadas.
Sigue diciendo el reverendo William Branham:
“[220]. Allí estábamos debajo del altar, esperando la venida…”.
O sea, esperando la Venida de Cristo al Paraíso; pasa por el Paraíso primero, traerá con Él los santos que han partido, como sucedió cuando resucitó dos mil años atrás: Él pasó por el Paraíso y trajo a los santos del Antiguo Testamento en la resurrección. Y ahora:
“… esperando que Él fuera a recoger a los cuerpos que duermen en el polvo, para resucitarnos de nuevo. Pasaría y nos resucitaría, como sucedió cuando Jesús pasó por el Paraíso y trajo a Abraham, Isaac y los demás que estaban esperando la primera resurrección. Ellos entraron en la ciudad y aparecieron a muchos. Es algo perfectamente de acuerdo a las Escrituras. Si fue una visión o lo que fue, fue perfectamente escritural”.
Y ahora podemos ver la bendición tan grande que hay para los que ya han partido, y la bendición tan grande que hay para nosotros los que vivimos. Si permanecemos vivos hasta que ellos resuciten: seremos transformados, los veremos y seremos transformados; y entonces tendremos un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado que ellos tendrán, que será un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Y cuando tengamos el cuerpo glorificado entonces veremos a Jesucristo en Su cuerpo glorificado.
Ahora, ellos están esperando en el Paraíso hasta que Cristo haya llamado y juntado hasta el último de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, que es Su Iglesia; y entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, del Trono de Intercesión, tomará el Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo y reclamará todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, resucitará a los muertos creyentes en Él y a nosotros nos transformará, y entonces todos estaremos redimidos físicamente; eso es la redención del cuerpo.
Ya tenemos la redención interior, porque hemos recibido el cuerpo angelical, cuerpo teofánico; pero necesitamos la redención del cuerpo físico, que será nuestra transformación, que será el nuevo cuerpo que Él ha prometido para todos nosotros, el cual, por medio de San Pablo dice que será a la Final Trompeta: “Porque se tocará la Trompeta, y los muertos en Cristo resucitarán primero, y nosotros los que vivimos seremos transformados”. Eso está en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58. Y entonces la muerte será sorbida, desaparecerá de nosotros. ¿Por qué? Porque, en el nuevo cuerpo, no puede la muerte hacer nada; en el nuevo cuerpo ni siquiera un resfriado, ni siquiera una gripe nos podrá dar.
Así que podemos ver que hay una bendición muy grande para cada uno de ustedes y para mí también.
Ahora, cada grupo de los que han partido, encontramos que en el tiempo que les tocó vivir en la Tierra recibieron la Palabra revelada para su edad, por medio del mensajero que Cristo envió para cada edad; cada mensajero fue un espíritu ministrador enviado de Dios a Su Iglesia. Y estos espíritus ministradores son espíritus de mensajeros, llamados ángeles ministradores.
En esa sexta dimensión hay ángeles ministradores: espíritus de mensajeros, que vendrían a la Tierra para traer la Palabra revelada de Dios para cada edad.
Encontramos en Apocalipsis, capítulo 1, verso 4, lo siguiente:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono”.
Aquí tenemos los siete espíritus que están delante del Trono de Dios; esos son espíritus ministradores que Él enviaría a Su Iglesia en las siete etapas o edades de la Iglesia. Esos espíritus ministradores, ángeles ministradores, vendrían a la Tierra en carne humana para poder tener sus ministerios; están delante del Trono de Dios, como lo muestra también Apocalipsis, capítulo 4, verso 4 al 5. Ahí también delante del Trono están los veinticuatro ancianos, que son los doce patriarcas y los doce apóstoles.
“Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.
Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”.
Ahí tenemos los siete espíritus de Dios delante del Trono de Dios. Y así como los veinticuatro tronos con los veinticuatro ancianos se materializaron en los doce patriarcas y los doce apóstoles; ahora, estas siete lámparas de fuego, que son los siete espíritus de Dios, ahora se han materializado en los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia.
Y tenemos ese candelabro que estuvo en el lugar santo, en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón. Ese candelabro con siete lámparas encendidas alumbrando dentro del lugar santo, eso es lo mismo acá en el Cielo.
Ese candelabro con las siete lámparas en el lugar santo, en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón, está tipificando estas siete lámparas de fuego que están delante del Trono de Dios, que son los siete espíritus de Dios; y se materializó en la Iglesia de Jesucristo, que es el Templo espiritual de Cristo, se materializó ese candelabro con las siete lámparas, siendo las siete edades con sus siete ángeles mensajeros, encendidos con el fuego del Espíritu Santo.
Lo que está en el Cielo Dios lo ha estado materializando en la Tierra, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Así como se materializó en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón, pero se materializó en símbolos. Aquellos fueron los símbolos, y ahora la realidad está en el Cielo.
Y ahora, la realidad celestial ahora se materializa en la Iglesia del Señor Jesucristo; por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo en la Tierra es la realidad de lo que está en el Cielo: materializado todo lo que está en el Cielo en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, los siete espíritus de Dios, que son esas siete lámparas que están delante de la presencia de Dios, han sido los siete ángeles mensajeros en las siete edades de la Iglesia.
Y ahora pasamos al capítulo 5, verso 5 al 6, del Apocalipsis, donde dice:
“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”.
Y ahora, los siete espíritus de Dios aparecen aquí en el Cordero, en los siete cuernos del Cordero; en cada uno de los cuernos del Cordero hay un ojo. Esos siete cuernos son las siete edades, y en cada edad hay un ojo, un mensajero; y esos son ángeles ministradores enviados de parte de Dios a Su Iglesia, para ministrarle la Palabra revelada para cada edad.
Ángeles ministradores: seres del Cielo, que vienen a la Tierra en carne humana como espíritus ministradores, para ministrar a los herederos de salvación la Palabra revelada para cada edad.
Esos son espíritus de mensajeros, son ángeles mensajeros que aquí están, en el Templo celestial, y vienen del Templo celestial al Templo espiritual de nuestro amado Señor Jesucristo. Es lo que vio Jacob en el capítulo 28, verso 12 en adelante, del Génesis; y de lo cual habló Cristo en San Juan, capítulo 1, verso 51.
Jacob vio una escalera que se apoyaba en tierra, y la parte de arriba llegaba hasta el cielo; y vio ángeles de Dios subiendo y bajando por esa escalera; y en la cúspide de la escalera vio a Dios sentado, lo vio sentado ahí en Su Trono. Y de esto mismo habló Cristo cuando dijo en San Juan, capítulo 1, verso 51… esto fue cuando le habló a Natanael; le dice:
“Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”.
Y el Cielo ha estado abierto en la Iglesia del Señor Jesucristo, y ha estado materializándose en la Iglesia de Jesucristo lo que está en el Cielo: ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre: esos ángeles mensajeros de Cristo, y también cada miembro del Señor Jesucristo, los cuales son como los ángeles del Cielo subiendo por esa escalera; subiendo por esta escalera, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Esa es la escalera que vio Jacob.
Esa escalera que vio Jacob representa a la Iglesia del Señor Jesucristo, por donde suben todos los que entran al Reino de los Cielos. Por lo tanto, están subiendo al Cielo por esa escalera: por Cristo en Su Iglesia. Cristo es la Puerta, y al entrar por la Puerta se entra a la Iglesia del Señor Jesucristo, que tiene diferentes etapas, diferentes escalones.
Y ahora nos encontramos en el tope, la cúspide de la escalera que vio Jacob, en donde lo que está en el Trono de Dios en el Cielo tiene que materializarse en la Iglesia del Señor Jesucristo; y Cristo tiene que enviar a Su Iglesia los Dos Olivos que están delante de la presencia de Dios.
Vean, en Apocalipsis, capítulo 11, nos dice, verso 3:
“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra”.
Y ahora, los Dos Olivos y los Dos Candeleros que están en pie delante del Dios de la Tierra, tienen que aparecer manifestados en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Trono de Jesucristo, que es la cúspide de la escalera que vio Jacob.
Por eso en Zacarías, capítulo 4, encontramos que Zacarías pregunta acerca de los dos olivos, y estas dos ramas de olivos y dos árboles de olivo. Vean, dice, capítulo 4, verso 10 en adelante, dice:
“Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces…”.
O sea, los que han menospreciado la vida terrenal, que han dicho: “No, esta no es la vida que a mí me interesa. A mí la vida que me interesa es la vida eterna con Cristo”; y han recibido a Cristo como su Salvador; vean ustedes: han menospreciado la vida terrenal y han amado la vida eterna con Cristo.
“… los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la Tierra”.
Esos son los siete ángeles mensajeros, en los cuales estuvo el Espíritu Santo operando el ministerio correspondiente a cada edad. En cada ángel mensajero estuvo un espíritu teofánico de la sexta dimensión operando el ministerio correspondiente a cada edad; y ese fue el cuerpo teofánico de cada ángel mensajero nacido de nuevo.
“Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos; a la derecha del candelabro y a su izquierda?
Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?
Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no.
Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra”.
Y ahora, en el Cielo están delante del Señor de toda la Tierra los Dos Ungidos; y tienen que llevar a cabo una Obra en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por eso es que en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón: en el que construyó Moisés, encontramos que en la tapa del arca del pacto estaban dos querubines de oro. La tapa del arca del pacto, hecha de oro macizo juntamente con los dos querubines de oro; ese es el propiciatorio o trono de Dios en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón.
Esos dos querubines de oro representan a Miguel y Gabriel, los Arcángeles que están delante de Dios en el Cielo.
Y en el tabernáculo que construyó el rey Salomón, en adición colocó dos querubines de madera de olivo gigantes, con sus alas extendidas: una llegaba a la pared, la de este querubín; la del otro querubín llegaba a la pared; y el ala de este lado de este querubín llegaba hasta el centro, y el del otro también hasta el centro; y bajo las alas de esos querubines estaba el arca del pacto.
Siendo de madera de olivo, los querubines de olivo representan los Dos Olivos que están delante de la presencia de Dios; por eso fueron construidos dentro del lugar santísimo. Y cubiertos de oro: eso nos habla de la Divinidad, la manifestación de Dios en ellos.
Y esos son los ministerios correspondientes al Día Postrero para la Edad de la Piedra Angular, con los cuales el Hijo del Hombre viene. “Porque el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a Sus obras”, conforme a San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28.
Y también en San Mateo, capítulo 17, verso 1 al 9, donde Jesús subió con Pedro, Jacobo y Juan a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos: Su rostro resplandeció como el sol, Sus vestidos se hicieron resplandecientes como la luz, y aparecieron a cada lado de Jesús: Moisés y Elías hablando con Él.
Cristo allí les está mostrando la visión de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. Y ese es el orden para la Venida del Hijo del Hombre: es con Sus Ángeles, que son Moisés y Elías, los Dos Olivos.
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”. (San Mateo, capítulo 24, verso 31).
Ese es el ministerio correspondiente al Día Postrero: el ministerio del Hijo del Hombre con Sus Ángeles; el ministerio de Jesús, de Moisés y de Elías; siendo manifestados en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, para llamar y juntar a los escogidos de Dios. ¿Juntarlos dónde? En la Edad de la Piedra Angular.
Y así el llamado de: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder pronto”, convertirse en una realidad para la Iglesia de Jesucristo; y subir a la Edad de la Piedra Angular, y escuchar la revelación de todas estas cosas que deben suceder pronto.
Pero ahora, ¿cómo vamos a recibir la revelación de todas estas cosas que van a suceder pronto? ¿Cómo vamos a escuchar la Voz de Cristo dándonos a conocer todas estas cosas? En Apocalipsis 4 Él promete darnos a conocer estas cosas si subimos: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que deben suceder después de estas”.
Y luego en Apocalipsis 22, verso 6, nos dice cómo es que Él nos va a dar a conocer estas cosas. Dice Apocalipsis 22, verso 6:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
Y ahora, es por medio del Ángel del Señor Jesucristo que Cristo nos muestra todas estas cosas que deben suceder pronto.
Este Ángel, que le dio a Juan el apóstol la revelación del Apocalipsis, es un profeta; es un espíritu de profeta que le está dando a Juan la revelación del Apocalipsis; pero ese espíritu de profeta tiene que venir a la Tierra en medio de la Iglesia de Jesucristo en el Día Postrero, para hablarle a la Iglesia de Jesucristo todas estas cosas que deben suceder pronto, o sea, revelarle estos misterios; estos misterios que están en estos símbolos, de estas cosas que deben suceder.
Todas las cosas que deben suceder después de las siete edades están en estos símbolos apocalípticos correspondientes a este tiempo final. Y solamente el Ángel del Señor Jesucristo puede abrir estos misterios de estas cosas que deben suceder después de las siete edades, de estas cosas que deben suceder después de lo que ya sucedió en las siete edades.
Y ahora, en todas estas cosas que deben suceder, está tanto lo que debe suceder para el reino de los gentiles y a todas las naciones, y al pueblo hebreo, y lo que debe suceder con la Iglesia del Señor Jesucristo. Todas las cosas que deben suceder en el Reino de Jesucristo están selladas en estos símbolos apocalípticos que corresponden a este tiempo final.
Y ahora, es por medio de Su Ángel Mensajero que Cristo estará dándole a conocer a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto.
El reverendo William Branham, hablando acerca de este Ángel, dijo en el mensaje de “Las Siete Edades de la Iglesia”, página 15 en español, dice… este es el libro de “Las Siete Edades” sin editar. En el párrafo 112 hasta el 113, dice9:
“108 Y esto fue enviado… ‘Y la declaró enviándola por medio de Su ángel a Su siervo Juan’. No sabemos quién era el ángel. La Biblia no declara quién era el ángel. Pero sí sabemos que era un profeta…”.
Y ahora, sabemos que era un profeta ese Ángel, un Ángel ministrador; está ministrando la Palabra profética a Juan el apóstol en forma simbólica.
“… porque la Biblia después dice: ‘Yo Jesús he enviado Mi Ángel para daros testimonio de estas cosas, las cuales pronto acontecerán’.
109 Después encontramos que cuando Juan empezó a adorar al ángel, el ángel dijo: ‘Mira, no lo hagas’, Apocalipsis 22, ‘porque yo soy consiervo tuyo y de los profetas’. Pudo haber sido Elías; pudo haber sido uno de los profetas. Juan era un apóstol, pero este profeta fue enviado.
110 Y Juan siendo un apóstol, fíjense en la naturaleza de sus otras epístolas: eso prueba que no era Juan quien lo escribió, porque no tiene la naturaleza de Juan”.
Juan solamente fue el escribiente, pero el que le dictó, le reveló estas cosas fue el Ángel de Jesucristo.
“… eso prueba que no era Juan quien lo escribió, porque no tiene la naturaleza de Juan. Fíjense en Primera de Juan y Segunda de Juan, y lo demás, y léanlo. Y miren la naturaleza de eso, después miren la naturaleza de esto (o sea, ‘después miren la naturaleza del libro del Apocalipsis’). Juan era un escritor y era un apóstol, pero este es el espíritu de un profeta. Es una persona completamente diferente. ¿Ven? No eran los escritos de Juan; no era la revelación de Juan; era la Revelación de Dios, de Jesucristo, a las iglesias (pero por medio de Su Ángel: enviado Su Ángel a Juan para mostrarle todas estas cosas que iban a suceder. Le mostró las que iban a suceder durante el tiempo allá de Juan, de las siete edades, y las cosas que sucederían después de las siete edades)”.
Y ahora, este Ángel que le reveló a Juan la revelación del Apocalipsis era un profeta, un espíritu de profeta. Y los espíritus de profeta tienen que manifestarse en la Tierra antes de que termine el tiempo.
Antes de que se termine el tiempo de Jesús en el Cielo como Intercesor, tienen que haberse manifestado todos esos espíritus de profetas, tanto los del Antiguo Testamento (los cuales ya se manifestaron) como los del Nuevo Testamento: que son los de los apóstoles (que corresponden a los que se sentarán; los doce ancianos que se sientan en doce tronos), y los de los siete ángeles mensajeros de las siete edades, y el del Ángel del Señor Jesucristo, que es el último de los profetas de Dios. Es el Benjamín de los profetas, porque es el último. Como en los hogares, el último varoncito que nace casi siempre le ponen Benjamín, porque es el último. “El Benjamín de la familia”, le dicen.
Y ahora, el Benjamín de los profetas es el Ángel del Señor Jesucristo. Pero recuerden que José dio a Benjamín una porción mayor; o sea que el Benjamín se lleva una doble porción. Le dio…, fueron unas cinco veces más que a sus hermanos.
José ordenó que le sirvieran, miren, que le sirvieran más comida, unas cinco veces más que a sus hermanos; siendo el menor, ahora le sirven más comida que a sus hermanos: cinco porciones.
Vamos a ver, Miguel, si lo puedes tener por ahí listo. Eso está en el Génesis, por el capítulo (…) 43, el verso 34 dice:
“Y José tomó viandas de delante de sí para ellos; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos. Y bebieron, y se alegraron con él”.
Y todavía no se había revelado a sus hermanos.
Ahora, 5 es número de gracia; por lo tanto podemos ver que es una bendición de gracia la que recibe el Benjamín del pueblo hebreo; y por consiguiente, eso corresponde al Benjamín de los profetas también.
Y ahora, podemos ver el por qué está ligado el ministerio del Ángel del Señor Jesucristo con los 144.000 hebreos también: porque los 144.000 hebreos también están simbolizados, representados, en Benjamín.
Ahora, para llevar el Mensaje al Benjamín de los 144.000 hebreos, pues tiene que ser el Benjamín de los profetas con esa porción quíntuple de gracia para 144.000 hebreos, con una comida espiritual muy especial.
Y ahora, podemos ver que el último de los mensajeros, de los profetas, es el Ángel del Señor Jesucristo. Y toda revelación tiene que venir por medio siempre de un profeta; viene a un profeta y después el profeta la da al pueblo.
“Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”10. Por lo tanto, toda revelación correspondiente a este tiempo final, después de las siete edades, viene a la Iglesia de Jesucristo y después al pueblo hebreo por medio del Benjamín de los profetas, por medio del Ángel del Señor Jesucristo.
Por medio del Ángel del Señor Jesucristo tiene que venir la revelación de los Siete Truenos, que revelan el misterio del Séptimo Sello. No se puede esperar la revelación del Séptimo Sello a menos que sea por medio de un profeta; porque toda revelación tiene que venir por medio de un profeta para el pueblo de Dios, para la Iglesia y también para el pueblo hebreo.
La revelación de Jesucristo para cada edad vino por medio del mensajero de cada edad. La revelación de Jesucristo para la Edad de la Piedra Angular viene por medio del Ángel del Señor Jesucristo. La revelación de Jesucristo para el pueblo hebreo viene por medio del Ángel del Señor Jesucristo. ¿Ven?
Ahora, ¿por qué esto es así a través de la historia bíblica? Porque estos son espíritus ministradores, ángeles ministradores, a los herederos de salvación; estos son ángeles ministradores ungidos con la Columna de Fuego para cada edad; y son respaldados por el Cielo completo, por las huestes celestiales.
Ahora, tenemos ángeles ungidos con la Columna de Fuego en la dimensión invisible, dimensión espiritual.
Vean ustedes, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo teofánico, lo vemos ungido con la Columna de Fuego en la sexta dimensión; pero se hizo visible en algunas ocasiones en la forma de un hombre, de un varón de la sexta dimensión; estaba ungido con la Columna de Fuego.
Luego, cuando vino a la Tierra en carne humana y fue bautizado: el Espíritu Santo vino sobre Él11, la Columna de Fuego; y allí lo tenemos ungido con la Columna de Fuego.
Esos ángeles ministradores ungidos con la Columna de Fuego, cuando aparecen aquí en la Tierra están ungidos con la Columna de Fuego para hablar la Palabra creadora de Dios, y Dios crear lo que Él ha prometido para ese tiempo, llevar a cabo Su Obra; y Su Obra es una Obra de Creación.
Y ahora, hemos visto que estos ángeles ministradores son los espíritus de los profetas; y por eso encontramos que cuando Jesús vino a la Tierra era un profeta también; pero Él es el Dios de todos los profetas, de Él vienen todos los profetas. Por eso dice Apocalipsis, capítulo 22, verso 6:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
El Dios de los espíritus de los profetas.
Ahora, hemos visto de dónde vienen los espíritus de los profetas, ¿vienen de dónde? De Dios. En Hebreos, capítulo 12, verso 22 al 23, dice San Pablo:
“… sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.
Y ahora, “los espíritus de los justos hechos perfectos” son los espíritus teofánicos, los cuerpos teofánicos de los profetas, de los mensajeros de Dios y de cada escogido de Dios nacido de nuevo. Los espíritus de los justos hechos perfectos es nuestro cuerpo teofánico, nuestro cuerpo angelical.
Y ahora, en el Salmo 82 también nos habla algo muy importante: verso 1 en adelante, verso 1 al 8, dice:
“Dios está en la reunión de los dioses;
En medio de los dioses juzga.
¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente,
Y aceptaréis las personas de los impíos?
Defended al débil y al huérfano;
Haced justicia al afligido y al menesteroso.
Librad al afligido y al necesitado;
Libradlo de mano de los impíos.
No saben, no entienden,
Andan en tinieblas;
Tiemblan todos los cimientos de la tierra.
Yo dije: Vosotros sois dioses,
Y todos vosotros hijos del Altísimo”.
Estos de los cuales Dios dice: “Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo”, ¿quiénes son? Son los profetas de Dios. Y ahí pues también luego entran los escogidos de Dios de la Iglesia del Señor Jesucristo; pero aquí son los profetas, a los cuales viene la Palabra de Dios.
“Pero como hombres moriréis,
Y como cualquiera de los príncipes caeréis.
Levántate, oh Dios, juzga la tierra;
Porque tú heredarás todas las naciones”.
Y ahora, veamos lo que dijo el reverendo William Branham acerca de esta Escritura, lo cual también Jesús citó en San Juan, capítulo 10, verso 34… Vamos a ver exactamente el… Capítulo 10, verso 34, donde Cristo dice:
“Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?
Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada)…”.
¿A quiénes llamó dioses? Aquellos a los cuales vino la Palabra de Dios, o sea, los profetas, a los cuales vino la Palabra de Dios.
Y en la página 160 del libro de Citas, párrafo 1424, dice el reverendo William Branham:
1424 – “Ni siquiera una puntuación, una expresión, cualquier cosa, no fallará alguna vez en la Palabra de Dios. No puede fallar, porque es Dios, Dios manifiesto en la forma de carne humana (o sea que cuando Dios envía un espíritu de profeta a la Tierra, Dios unge ese profeta con la Columna de Fuego; y en ese profeta viene Dios manifestado en carne humana, velado en él y revelado a través de él). Porque es Dios Mismo en la forma de letra, forma de profeta, manifiesto en carne. Ahora, eso es la razón que Jesús podía decir: ‘Los que os hablaron, les llaméis dioses, quienes os hablaron por la Palabra de Dios’, dijo: ‘y ellos fueron dioses’. Esos profetas cuando fueron ungidos con el Espíritu de Dios y trajeron exactamente la Palabra de Dios, entonces fueron dioses”.
Cuando hablaron la Palabra eran dioses, porque era Dios hablando a través de una persona. Era Dios en un hombre, en carne humana, hablándole Su Palabra a Su pueblo.
Ahora, podemos ver que esos son espíritus ministradores enviados a los herederos de salvación.
Ahora, podemos ver que la posición de estos mensajeros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento es la posición más alta en el Cielo y también en la Tierra; y en el glorioso Reino Milenial será la posición más alta que ser humano alguno podrá tener.
Pero vean ustedes, no es un profeta el que dice: “Yo quiero ser un profeta”. Es un profeta aquel en el cual Dios ha colocado un espíritu de profeta, un espíritu del Cielo para traer la Palabra de Dios correspondiente a ese tiempo. Y tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento aparecen ahí ángeles, de entre los cuales hay algunos que son espíritus de profetas, que tienen que materializarse en carne humana para traer el Mensaje de Dios para su tiempo.
Dios protegió mucho los nombres de esos espíritus de profeta, para que el diablo no pudiera hacer imitaciones y no pudiera confundir a la humanidad.
Aunque el diablo siempre ha tratado de confundir a la humanidad, pero vean ustedes, son pocos los nombres de ángeles que aparecen en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento; como el Arcángel Miguel y el Arcángel Gabriel, y algún otro ángel; porque Dios está protegiendo todo; porque la gente empezaría a ponerle a sus niños los nombres de esos personajes celestiales, y eso no conviene; se debe tener respeto a las cosas celestiales y también a los nombres de los grandes mensajeros de Dios.
Si usted quiere hacer algo bueno con relación a algún mensajero y su nombre, pues crea su Mensaje y manténgase sirviendo a Dios. No trate de tomar los nombres de los ángeles o de los mensajeros para usted tratar de usarlos para sus hijos; porque eso no le conviene a usted ni a sus hijos tampoco.
Ahora, si ya los tienen puestos o usted tiene el nombre de uno, y puede decir: “Bueno, me pusieron este nombre, y miren, fue el nombre de un ángel o de un arcángel o de un mensajero”, eso está bien, déjelo quietecito así. Pero no traten de estar haciendo imitaciones o cosas así.
Cuando le van a poner nombre a sus hijos, busquen los significados, busquen nombres y el significado de ellos, y escojan de acuerdo al deseo del corazón suyo para con el niño o niña que ustedes tengan. De acuerdo a la bendición que ustedes quieren que Dios les dé, el nombre que ustedes le van a poner va a influir en eso.
Así que por respeto a los ángeles del Cielo, y arcángeles y espíritus de profetas mensajeros, es mejor cuidarnos en esa parte, para que así no tengan problemas ni aparezcan como que están imitando.
Aunque podamos ver que algunos mensajeros le pusieron por nombre a sus hijos algún nombre de algún mensajero; pero eso es asunto de esos mensajeros. Como el reverendo William Branham, le puso por nombre a uno de sus hijos, al mayor: “Pablo”, “William Pablo”; y al otro le puso “José”. Él está tipificando o representando algo ahí.
Y en cuanto a nombres, aparte de los nombres de los mensajeros y los profetas, pues ya los demás nombres, pues no hay ningún problema ahí; porque hay nombres para niñas y para niños (bíblicos) que están ahí. Pero mientras se pueda evitar tomar el nombre de algún mensajero, y sobre todo un mensajero grande, pues es bueno evitarlo.
Ahora, Dios tiene mensajeros, profetas, en el Antiguo Testamento y Nuevo Testamento; porque Dios tiene diferentes edades y diferentes dispensaciones, y en cada dispensación Él envía para abrir cada dispensación un profeta dispensacional.
Y luego que se ha ido ese profeta dispensacional, Él ha enviado mensajeros menores en esa dispensación; como después de Moisés vinieron los Jueces y los profetas, y Juan el Bautista fue el último. Y después vino Jesús, y abrió Jesús una nueva dispensación; y Jesús dijo que enviaría profetas también: envió a los apóstoles y envió a los siete ángeles mensajeros. Y en el Día Postrero enviaría a Su Ángel Mensajero, y abriría una nueva dispensación: la Dispensación del Reino.
Ahora, después de ese mensajero último ya no hay más profetas mensajeros, porque con ese se llega al último de los profetas dispensacionales; y por consiguiente, con ese, Cristo hará la Obra correspondiente al Día Postrero, y nos revelará todas estas cosas que deben suceder pronto.
De todos los profetas dispensacionales (los cuales son solamente siete) los más grandes son Jesucristo y luego Su Ángel; después le siguen los demás.
Ahora, podemos ver que en este tiempo estamos en el tiempo en que la promesa de Cristo tiene que ser cumplida a la Iglesia del Señor Jesucristo, donde dice [Apocalipsis 22:16]:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Ese Ángel Mensajero es un profeta en la sexta dimensión, y es un profeta en esta dimensión; porque todo profeta verdadero de Dios es profeta en la sexta dimensión y es profeta en esta dimensión también.
Por eso miren ustedes al reverendo William Branham en la sexta dimensión, allá siendo colocado en un lugar alto; porque Él fue profeta aquí en la Tierra, y también lo es en la sexta dimensión; como también lo fue Jacob, Isaac, Abraham, todos ellos, los cuales al morir fueron reunidos con su pueblo.
Encontramos a Samuel también, que después de muerto, vean ustedes, le profetizó a Saúl12; porque seguía siendo profeta.
Ahora, estos profetas, estos ángeles profetas, son espíritus de profeta, ángeles; pero por cuanto están en esos cuerpos teofánicos, aparecen como ángeles; y cuando se hacen carne aquí en la Tierra es que aparecen como profetas; pero son profetas, ángeles, espíritus de profeta en la sexta dimensión.
Y ahora, estos son profetas ungidos con la Columna de Fuego, ungidos con el Espíritu Santo para hablar la Palabra revelada de Dios correspondiente al tiempo en que Dios los envía.
Y ahora, los nombres de estos ángeles mensajeros, por ejemplo, de las siete edades de la Iglesia, no están mencionados aquí mientras estaban aquí como las siete lámparas de fuego delante de Dios o siete espíritus que están delante del Trono de Dios y que recorren toda la Tierra. Y tampoco el nombre del Ángel del Señor Jesucristo fue mencionado; y eso protegió todo el Programa que Cristo tenía con Su Ángel.
Pero algún día, ya sea en este cuerpo terrenal o cuando estemos en el nuevo cuerpo, el nombre por el cual él era llamado cuando le dio a Juan la revelación del Apocalipsis, podrá ser revelado a los escogidos de Dios. Pero por el momento todavía será dejado quietecito, para evitar que el enemigo trate de pervertir o de hacerle daño al Programa de Dios. Pero tiene que tener un nombre.
Como también cuando Moisés le preguntó el nombre al Ángel de Jehová, al Ángel del Pacto, el cual era Dios allí apareciéndole a Moisés. Le dio cuatro letras consonantes, que fueron: Y (o sea, la ‘i’ griega) -H-W-H. Y ese fue el nombre que le dio como Nombre Suyo. Pero con todo y eso quedó en un misterio, quedó en un misterio. Y todavía se rascan la cabeza los grandes estudiosos de la teología, y no pueden descifrar el misterio de esas cuatro letras nada más, de esas cuatro letras consonantes. Pero ese es un misterio que algún día será abierto totalmente a los escogidos de Dios.
Pero mientras tanto, recordemos las palabras de Jesús en Apocalipsis, capítulo 2, verso 17:
“Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.
Por lo tanto, lo recibirá un hombre, un vencedor, un mensajero; y lo conocerá ese mensajero. Y ese será el único que podrá darlo a conocer. La Piedrecita blanca es Cristo en Su Segunda Venida. Él es la Piedra del Ángulo viniendo con un Nombre Nuevo.
Y Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, también debemos recordarlo, donde Cristo dice:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Así que Cristo escribirá sobre el Vencedor el Nombre de nuestro Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre Nuevo Suyo, el cual Él recibió cuando ascendió victorioso al Cielo y se sentó en el Trono de Dios.
Y ahora, tenemos el misterio de las cuatro consonantes: YHWH, de Éxodo, capítulo 3, verso 13 al 16.
Y luego, ahora en Apocalipsis tenemos el misterio del nombre de Dios, de la Ciudad de nuestro Dios, y nombre nuevo del Señor Jesucristo, y dice que será escrito sobre el Vencedor. Ese es un misterio que solamente el Vencedor conocerá y podrá revelar a la Iglesia del Señor Jesucristo cuando lo vea conveniente y Cristo se lo indique; porque cuando lo haga será el tiempo más favorable. Porque es que siempre hay personas que tratan de saber algo para darle un uso incorrecto, un uso para su propio beneficio.
Por eso es que en el Antiguo Testamento, dice la historia que antes el sumo sacerdote mencionaba el Nombre cuando salía del lugar santísimo, el cual también en el lugar santísimo hablaba; y luego había personas que estaban pendientes a cuando el sumo sacerdote hablara el nombre al salir al atrio, y estaban pendientes para oír la pronunciación de ese nombre, y usarlo para cosas incorrectas, como magia y cosas parecidas.
Y entonces lo que hicieron fue que cuando salía el sumo sacerdote y él iba a hablar el Nombre de Dios: “YHWH”, dice que ahí sonaban los instrumentos todos, y se confundía la pronunciación del nombre con el ruido de todos los instrumentos: trompetas, tambores y todo, una gran fiesta; y ahí nadie entendía el Nombre que fue pronunciado, y así evitaba que usaran el Nombre para beneficio propio muchas personas.
Todos ustedes saben que en un momento de problemas, en donde esté una persona pasando por una situación difícil (por ejemplo: lo estén tratando mal, le hagan algo que no le gusta), esa persona se atrevería a hacer muchas cosas si tuviera en la mano con qué defenderse, con qué hacer cosas. Y si tuviera algo así como el Nombre de Dios, y pudiera usarlo, lo usaría; y entonces lo usaría en ira, y lo estaría usando (y usando esas cosas santas) para satisfacer su ira, su rencor, su odio, o para hacerse rico y cosas así. Cuando el Nombre de Dios es para beneficio de la Obra de Dios, para que se cumpla el Programa de Dios. Cristo vino en el Nombre de Su Padre para hacer la Obra de Dios correspondiente a aquel tiempo.
Y ahora, podemos ver que es para bendición que Cristo vino en el Nombre de Su Padre; será para bendición que Cristo dará al Vencedor una Piedrecita blanca con un Nombre Nuevo; será para bendición de la Iglesia de Jesucristo, que Cristo escribirá sobre el Vencedor Su Nombre Nuevo, que es el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre Eterno de nuestro Dios. Pero ese misterio solamente lo conocerá plenamente aquel que lo recibe; pero estará en el Vencedor; Cristo lo escribirá y estará en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Así que podemos ver que eso será en un Ángel ungido con la Columna de Fuego para una edad ungida con la Columna de Fuego, que es la Edad de la Piedra Angular, para una Iglesia ungida con la Columna de Fuego, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
“ÁNGELES UNGIDOS CON LA COLUMNA DE FUEGO EN LA DIMENSIÓN INVISIBLE”.
Y ahora, hemos visto ángeles que han sido ungidos con la Columna de Fuego, como el Arcángel Gabriel y el Arcángel Miguel; pero vean ustedes, los ángeles de las siete edades también han sido ungidos con la Columna de Fuego para cada edad. Moisés estuvo ungido con la Columna de Fuego también.
Donde esté Dios en cada edad y en cada dispensación estará velado en carne humana en un ángel mensajero, un espíritu de profeta, y a través de ese velo de carne se estará revelando al pueblo. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus Siervos Sus profetas”; porque esos profetas son ángeles ministradores a los herederos de salvación.
Hemos visto, hasta donde hemos podido ver, este misterio de: “LOS ÁNGELES UNGIDOS CON LA COLUMNA DE FUEGO”.
Por el momento hasta aquí podemos llegar; y podemos decir como Jacob, cuando vio esa escalera y ángeles subiendo y bajando; ahora miramos la Iglesia del Señor Jesucristo y podemos decir como Jacob dijo13: “¡Esto no es otra cosa sino Casa de Dios y Puerta del Cielo!”. Ahí es donde están en el Nuevo Testamento los ángeles ungidos con la Columna de Fuego, los ángeles mensajeros, como los apóstoles y los siete ángeles mensajeros, y el Ángel del Señor Jesucristo. Esos son ángeles ungidos con la Columna de Fuego, manifestados en cuerpos mortales de etapa en etapa, de edad en edad.
“ÁNGELES UNGIDOS CON LA COLUMNA DE FUEGO EN LA DIMENSIÓN INVISIBLE”.
Ahora, todos ustedes también han venido de la séptima dimensión, y mi alma también; y nuestro espíritu teofánico es de la sexta dimensión. Así que somos todos hermanos en el Cuerpo Místico de Cristo, somos hermanos en la sexta dimensión y hermanos en la séptima dimensión también: hermanos del alma en la séptima dimensión; hermanos de la teofanía, del cuerpo teofánico, de la sexta dimensión. Y aunque no somos hermanos de carne, pronto seremos hermanos de cuerpo físico también, en el cuerpo glorificado que Cristo nos dará.
Así que tendremos esa triple hermandad: del cuerpo teofánico, del cuerpo [glorificado] y del alma también.
Bueno, ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “ÁNGELES UNGIDOS CON LA COLUMNA DE FUEGO EN LA DIMENSIÓN INVISIBLE”.
Oren mucho por mí, para que en otra ocasión también hable un poquito más acerca de este tema, y ustedes puedan juntar con lo de hoy lo que en otras ocasiones Dios nos dé; y también juntar con lo que ya nos ha dado en otros mensajes, juntarlo para tener un cuadro más amplio. Pero no le vayan a añadir ni le vayan a quitar. Dejen eso quietecito ahí, porque cuando sea el momento (cuando sea el momento) entonces Dios nos permitirá saber aun los nombres de los siete ángeles mensajeros como ángeles ministradores, cuál era el nombre correspondiente antes de ellos venir a la Tierra, y también el del Ángel del Señor Jesucristo.
Ahora, con lo que ya hemos escuchado yo creo que tenemos suficiente para estar agradecidos a Cristo por Él enviar a Su Iglesia ángeles ministradores, para ministrar la Palabra revelada para cada etapa; y para este tiempo: para revelarnos la Palabra revelada correspondiente a la Edad de la Piedra Angular.
La Palabra revelada para cada edad no puede venir por conocimiento humano, no puede venir por intelecto humano, no puede venir por teología humana, sino por revelación divina; para lo cual Dios envía un mensajero con las dos consciencias juntas, para poder traer la Palabra revelada para su edad.
Así que otra de las cosas de esos ángeles mensajeros, espíritus de profeta, es que vienen con las dos consciencias juntas. Así todos los escogidos de Dios serán cuando tengan el nuevo cuerpo: todos tendremos las dos consciencias juntas.
Ha sido una bendición grande estar con ustedes dándoles testimonio de: “LOS ÁNGELES UNGIDOS CON LA COLUMNA DE FUEGO EN LA DIMENSIÓN INVISIBLE”.
Que Dios les bendiga y les guarde; y adelante sirviendo a Jesucristo nuestro Salvador, y dándole gracias, porque la Iglesia del Señor Jesucristo no es otra cosa sino Casa de Dios y Puerta del Cielo, en donde los ángeles de Dios suben y bajan conforme a lo que vio Jacob y lo que Jesús enseñó.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios; y pronto Cristo se levante del Trono del Padre, tome el Título de Propiedad, reclame todos los que Él ha redimido con Su Sangre, resucite a los muertos en Cristo y a nosotros nos transforme, y nos lleve con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Dejo nuevamente con ustedes al misionero, al reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión.
“ÁNGELES UNGIDOS CON LA COLUMNA DE FUEGO EN LA DIMENSIÓN INVISIBLE”.
[Revisión febrero 2022]
1 San Mateo 10:42, San Marcos 9:41
2 Isaías 65:20
3 Habacuc 2:14
4 San Juan 12:31, 14:30, 16:11
5 San Mateo 4:1-4, San Lucas 4:1-4
6 San Juan 5:17
7 Salmos 34:7
8 San Juan 5:24
9 SPN60-1204M “La Revelación de Jesucristo”, pág. 15, parrs. 108-110
10 Amós 3:7
11 San Lucas 3:21-22
12 1 Samuel 28:15-19
13 Génesis 28:17