El Programa de Dios

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para esta ocasión leemos en el libro de los Hechos, capítulo 3, verso 13 en adelante, donde dice:

“El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerle en libertad.

Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida,

y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.

Y por la fe en su nombre, a este (hombre), que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a este esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.

Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes.

Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;

a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “El PROGRAMA DE DIOS”.

Cuando se habla de un programa, toda persona debe entender que hay una meta a la cual llegar con ese programa; porque no puede haber un programa si no hay una meta, y no puede haber una meta, para lograrse, si no hay un programa a través del cual se llegue a esa meta.

Y ahora, Dios tiene un Programa, ¿por qué? Porque Él tiene ¿qué? Una meta. Y ahora, la meta divina es antes, siempre, que el Programa.

Así como cuando se construye un edificio, ¿qué estuvo primero, el programa o la meta? La meta estuvo primero. Hubo una meta de construir un edificio, y entonces se hizo un programa, se hizo un plano; pensó el ingeniero y el arquitecto cómo construir ese edificio, para llegar a la meta de tener un edificio.

En el programa es que se ve todo lo que se necesita para llegar a esa meta: se ven los gastos que se van a tener, se ve también cuántas personas se van a usar en ese programa, y el tiempo que va a tomar llevar a cabo ese programa, para al final llegar a la meta de tener un edificio.

Por eso, vean ustedes, Dios es Arquitecto y Constructor también.

Y ahora, si Él es Arquitecto y Constructor e Ingeniero de los Cielos y de la Tierra, pues Él tuvo que tener un Programa: ese es Su Plano; un Plano para llevarlo a cabo, en el cual Él tiene todo ordenado, todo lo que se necesita para realizar ese Programa y obtener la meta que Él tiene.

Y ahora, encontramos que en el Programa de Creación de Dios, Él tuvo que tener una meta: de tener un universo, de tener en ese universo seres, seres invisibles a la vista humana, y también visibles. Y ahora, los visibles, pues son los que están materializados, y los invisibles son los que están en cuerpos espirituales.

Ahora, antes de Dios comenzar Su Obra de Creación tenía que tener la meta; y después de la meta, el Programa.

Ahora, la meta divina, eso es eterno, porque los pensamientos de Dios son eternos; y por consiguiente, esa meta son los atributos divinos.

Y ahora, para materializar los atributos divinos Él tuvo un Programa. Por lo tanto, ¿qué hacía Dios en la eternidad antes de comenzar Su Programa de Creación? Pues estaba haciendo Su Programa para llegar a la meta que Él tenía.

Algunas veces un plano, para llevarse a cabo la construcción de un edificio, toma bastante tiempo; pero vean, quizás más tiempo tomó surgir en el corazón de la persona esa meta, ese deseo; por lo tanto, es un atributo de la persona que deseó tener un edificio; y ahora tiene que llevar a cabo un programa.

Y ahora, eso es lo que ha sucedido; por lo cual Dios, vean ustedes, no comenzaba la Obra de Creación: estaba realizando Su Programa; con el cual, poniéndolo en acción, llegaría a la meta.

De Dios mismo salió el Verbo que era con Dios y era Dios, surgió en la forma de una Luz, y luego viene a ser un cuerpo angelical en el cual está esa manifestación de esa Luz; y por medio de ese cuerpo angelical Dios lleva a cabo toda la Creación.

Ahora, los atributos de Dios, los pensamientos de Dios, pasaron al Hijo de Dios. Recuerden que el Hijo de Dios existe desde antes de la Creación: es el Verbo que salió de Dios, el cual era con Dios y era Dios; y luego se hizo carne, y lo conocimos por el nombre de Jesús.

Por lo tanto, los pensamientos, los atributos divinos, pasaron a Su Hijo, en el cual estaba Dios en toda Su plenitud; y entonces pasaron a ser conscientes en Jesús esos pensamientos divinos, o sea, pasaron a la mente del Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cuerpo angelical de Dios; y entonces los hablaba y las cosas venían a existencia.

Ese es el Programa de Creación que Cristo en Su cuerpo angelical estuvo llevando a cabo; y fue Dios en Cristo, en Su Hijo, en cuerpo angelical, Jesucristo, a través del cual Dios creó todas las cosas. San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

Y ahora, vean, ¿todas las cosas por quién fueron hechas? Por el Verbo que era con Dios y era Dios. Sigue diciendo:

“La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz (o sea, para que diese testimonio del que vendría después de él, el cual es el Verbo, la Luz que alumbra a todo hombre, el cual venía a este mundo vestido de carne humana).

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (o sea, el pueblo hebreo no le recibió).

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Esto es por medio del nuevo nacimiento: son engendrados por Dios, entran a ser una nueva criatura, nacen de nuevo, y vienen a pertenecer a una Nueva Creación: la Creación de Dios de la cual Cristo es el primero.

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Y ahora, el Verbo que era con Dios y era Dios, y creó todas las cosas, se hizo carne, se hizo hombre de carne, y habitó en medio de la raza humana, en medio del pueblo hebreo; y el mundo – y el pueblo hebreo no conoció que estaba con ellos el Dios Creador de los Cielos y de la Tierra en el cuerpo angelical, y luego materializado en un cuerpo de carne. Dentro del cuerpo de carne estaba el cuerpo angelical de Dios, y en ese cuerpo angelical estaba Dios.

Por eso cuando le dicen a Jesús: “Muéstranos al Padre, y nos basta”. Cristo dice: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, Felipe, y no me has conocido?”.

[San Juan 14:9] “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?

¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.

Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras”.

Es como el cuerpo nuestro: el cuerpo nuestro, de sí mismo no habla; pero el alma que está en ese cuerpo es el que habla a través de ese cuerpo de carne; es usted, que es alma viviente, quien habla a través de ese cuerpo de carne. Por lo tanto, su cuerpo de carne no habla de sí mismo; es el alma viviente, que habita en ese cuerpo, quien habla. Por eso es que toda persona será juzgado por las palabras que habla; y Dios juzgará el corazón, el alma de las personas, que es quien ha hablado por medio del cuerpo de carne.

Ahora, Dios hablaba por medio de Jesús. Habló por medio de los profetas también temporalmente, pero luego en Jesús estaba en toda Su plenitud, porque era el Verbo hecho carne, Dios hecho carne, Dios con Su cuerpo angelical dentro de un cuerpo de carne.

Isaías dice, en el capítulo 7, verso 14, hablándonos acerca de Cristo:

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (y Emanuel significa: Dios con nosotros[1]. Dios con nosotros en la persona de Jesús de Nazaret, Dios vestido de un cuerpo de carne humana)”.

En el capítulo 9 también, de Isaías, verso 6 al 7, dice:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”.

¿Quién era ese niño que nacería? El Dios Fuerte, el Príncipe de Paz, el Consejero, el Padre eterno vestido de carne humana.

Y ahora, hemos visto quién es nuestro amado Señor Jesucristo: es Dios hecho carne, hecho hombre, en medio de la raza humana.

Nos dice San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16:

“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:

Dios fue manifestado en carne (así como cada uno de ustedes, siendo almas vivientes, han sido manifestados en carne humana).

Justificado en el Espíritu,

Visto de los ángeles,

Predicado a los gentiles,

Creído en el mundo,

Recibido arriba en gloria”.

Y ahora, el misterio de Dios en Cristo es el misterio que es manifestado conforme al Programa Divino para la realización del pensamiento de Dios, para llegar a la meta de tener una Creación con vida eterna.

Ahora, en el Programa que se lleva a cabo en la construcción de un edificio hay cosas que no estaban cuando llegó al pensamiento del corazón de la persona la construcción o la adquisición de un edificio, o sea, el tener un edificio.

Cuando una persona piensa en tener un edificio es algo que sale de adentro, como cuando piensa en tener una casa; pero, vean ustedes, cuando piensa en tener un edificio no está pensando en los andamios, no está pensando en los paneles que harán el falso piso; está pensando en un edificio pintadito, bien bonito, terminado, porque esa es la meta.

Pero luego, cuando llega a hacerse el programa (se hace el diseño y se hace todo el programa que se tiene que llevar a cabo para la construcción de ese edificio, y llegar así a la meta de tener un edificio), entonces ahí hay que colocar cosas que no estaban en el pensamiento original, cosas que no estaban en el atributo; el atributo es el edificio, pero luego, en el programa, luego hay que colocar andamios para llevar a cabo ese programa y obtener esa meta.

Ahora, encontramos que Dios, para llegar a la meta que Él tiene: de tener una Creación con vida eterna, ha colocado —para llevar a cabo ese Programa— cosas que no estarán en la eternidad. Y ahí podemos ver la causa por la cual surgió Lucero, Luzbel o Lucifer.

En la construcción de un edificio…; miren, el edificio no da problema, pero si se le cae un andamio encima a cualquiera: lo estropea; si se le caen paneles encima (que eso es provisional), le causa muchos problemas.

Ahora, encontramos que todas esas cosas que son temporales tienen un propósito; y por cuanto todo obra para bien para los que son los escogidos de Dios, los que aman a Dios y los que Dios ama, pues los andamios y los paneles, y todas esas cosas temporales, les van a ayudar.

Ahora, podemos ver que hay un Programa; y en el Programa pueden estar muchas cosas, pero en el atributo está lo que es eterno.

Y en el atributo divino está el tener un universo, un mundo, con hijos e hijas eternos. Ahí es donde estamos nosotros, por eso somos eternos con Dios.

Ahora, luego en el Programa que Él piensa para realizar toda esa labor, ahí surgen otras cosas para Dios llevar a cabo todo lo que Él tiene en Su alma, en Su mente.

Ahora, es como también la persona que sale a trabajar, pero en su mente no fue que él dijo: “Yo quiero trabajar”. Más bien él lo que quiere es ganar dinero para su familia, él quiere tener bien su familia, por lo tanto, tiene él que entrar en un programa en el cual obtenga el dinero para lograr la meta de tener alimentos, ropa y casa, y todas las cosas que necesita él para su familia. El trabajo es temporal; y cuando se ponen las cosas malas, se acaba el trabajo, pero la familia continúa; y hay entonces que ver cómo entrar o llevar a cabo un programa que le provea dinero, trabajando en alguna forma.

Por lo tanto, encontramos que Dios ha estado trabajando, desde que comenzó Su Programa ha estado trabajando; y aun desde que Dios comenzó en hacer Su Programa lo encontramos trabajando, para llevar a cabo todo lo que está en el corazón Suyo, que es tener una Creación con hijos e hijas, y un universo completo para ellos, y para Dios también, para toda la eternidad, para vivir ahí Dios y Su Familia por toda la eternidad.

Ahora, en ese Programa, así como en la construcción de un edificio colocamos…; en la construcción de un edificio, porque Dios está construyendo un edificio, que es Su Iglesia.

Ahora, en la construcción de un edificio hay diferentes etapas. Un edificio de ocho plantas, pues tiene ocho etapas. Y encontramos que los bloques o el concreto o el acero que es colocado en un piso o en una planta, no es el mismo que va a ser colocado más arriba; porque usted no lo puede sacar de ahí para colocarlo más arriba, porque rompería la etapa que ya pasó; entonces tiene que tener nuevo material; tiene que tener material asignado para esa parte, y ser colocado ahí, trabajando en esa etapa.

Y de edad en edad encontramos, en la Dispensación de la Gracia, que Dios ha enviado diferentes mensajeros. Pablo dijo: “Yo como perito arquitecto puse el fundamento; y los demás que vengan a sobreedificar – el que sobreedifica luego, mire cómo sobreedifica”[2]; o sea, tiene que ver cómo trabaja en esa construcción, que es la construcción de la Iglesia del Señor Jesucristo.

También en el Programa de Dios hay diferentes dispensaciones. Hay siete dispensaciones en el Programa que Dios tiene con el ser humano:

  • La primera dispensación: la Dispensación de la Inocencia; y por cuanto tiene un mensajero y un Mensaje para cada dispensación también, el mensajero fue Adán, con el Mensaje de la Inocencia.
  • Luego la segunda dispensación fue la Dispensación de la Conciencia; y el mensajero fue Set, con el Mensaje de la Conciencia.
  • Luego la tercera dispensación: la Dispensación del Gobierno Humano; y el mensajero fue Noé, con el Mensaje del Gobierno Humano.
  • Luego la cuarta dispensación: la Dispensación de la Promesa; y su mensajero (el cuarto mensajero) es Abraham, con el Mensaje de la Promesa.
  • Luego la quinta dispensación es la Dispensación de la Ley; y el quinto mensajero dispensacional es el profeta Moisés, con el Mensaje de la Ley.
  • La sexta dispensación es la Dispensación de la Gracia, y el sexto profeta dispensacional es nuestro amado Señor Jesucristo, y el Mensaje es el Mensaje de la Gracia.
  • Y la séptima dispensación es la Dispensación del Reino; y el Mensaje es el Mensaje del Evangelio del Reino, y el Mensajero es el Ángel del Señor Jesucristo.

Solamente siete profetas dispensacionales para siete dispensaciones. Así como también encontramos que ha tenido siete edades.

Ahora, luego de la Dispensación del Reino, que será – que termina al final del Reino Milenial, se entra a eternidad.

Y ahora, el séptimo milenio y el Reino Milenial está representado en la séptima edad de la Iglesia. Esa séptima edad representa el Milenio, como también el día sábado representa el Milenio; porque el sábado es el día de descanso en el Antiguo Testamento, y el séptimo milenio es el milenio de descanso para la Iglesia de Jesucristo y para Jesucristo.

Ya en ese tiempo del Reino Milenial de Cristo, el diablo estará atado y echado en esa dimensión quinta, atado ahí, y no podrá salir a molestar a los seres humanos que estarán viviendo en esta Tierra en ese Reino Milenial.

Ahora, la eternidad está representada en la Edad de la Piedra Angular. Por lo tanto, la Edad de la Piedra Angular es la edad en la cual Cristo resucitará a los creyentes que han partido y los colocará en eternidad física en cuerpos glorificados; y a nosotros nos transformará, y nos colocará en eternidad física en cuerpos eternos y glorificados.

Por eso el reverendo William Branham dijo que si una persona, un hombre, tomaba este Mensaje y lo entendía, eso lo colocaría en eternidad sin darse cuenta. ¿Por qué? Porque lo coloca en una edad eterna: la Edad de la Piedra Angular; de la cual el reverendo William Branham, en la página 4 del mensaje “La estatura de un Hombre perfecto”, dijo, acerca de la Edad de la Piedra Angular dijo: “Esa edad perfecta, donde la Iglesia será llamada, o subirá”[3].

Ahora, encontramos que siendo una edad eterna es la edad que tiene las promesas de cosas eternas, como un cuerpo eterno para los muertos en Cristo, y un cuerpo eterno para los que estamos viviendo; lo cual Cristo convertirá en una realidad conforme al Programa con el cual Él llevará a cabo la meta de Dios, que es tener hijos con vida eterna, con cuerpos eternos, hijos e hijas a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador; y siendo que serán a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador, por consiguiente serán a imagen y semejanza de Dios, porque la imagen de Dios es el cuerpo angelical de Jesucristo, y la semejanza de Dios es el cuerpo físico glorificado de Jesucristo.

Por lo tanto, seremos a imagen y semejanza de Dios, teniendo un cuerpo teofánico eterno, un cuerpo angelical, el cual recibimos al recibir Su Espíritu Santo; y tendremos un cuerpo físico glorificado cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos glorificados y nosotros seamos transformados, y tengamos así el cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Y así estará la Familia de Dios, los hijos e hijas de Dios, a imagen y semejanza de Dios.

Ese es el Programa Divino que Él está llevando a cabo de acuerdo a la meta que Él tiene. Su meta es eterna, porque esos son los atributos de Dios; y para manifestarlos, hacerlos realidad, materializarlos, Él tiene un Programa.

Por lo tanto, Él ha estado llevando a cabo Su Programa para tener un universo tangible; primero tuvo que estar en el mundo espiritual, de la sexta dimensión y luego ser materializado; y también la Tierra, incluyendo… – incluida en el universo completo.

Y ahora, de todos los planetas y de todas las galaxias, la galaxia más importante es la galaxia a la cual pertenece el planeta Tierra. ¿Y cuál es esa galaxia? La Vía Láctea. Y de todos los sistemas solares de la Vía Láctea, ¿cuál es el sistema solar más importante? El sistema solar nuestro. Hay muchos sistemas solares, pero el más importante es el nuestro. Y de todos los planetas que tiene ese sistema solar, ¿cuál es el más importante? El planeta Tierra.

Es aquí en el planeta Tierra donde, conforme al Programa de Dios, Él materializa a esos atributos que Él tiene, que son hijos e hijas de Dios. Y en este mismo planeta Tierra es que Él nos llama y nos junta, y nos da un cuerpo angelical de la sexta dimensión, y es en este mismo planeta Tierra donde Él nos dará un cuerpo glorificado interdimensional.

Y es en este mismo planeta Tierra donde el Reino de Cristo estará establecido en medio del pueblo hebreo, y el Trono será el Trono de David, y con Cristo estaremos nosotros en ese Reino Milenial; y ese Reino Milenial cubrirá todo el planeta Tierra, como lo vio el profeta Daniel y el rey Nabucodonosor cuando vio esa piedra que hirió la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, y luego esa piedra creció y se convirtió en un gran monte que llenó toda la Tierra, o sea, en un gran Reino que llenó toda la Tierra.

Ese es el Reino, el Imperio de Cristo, que será totalmente mundial, y también será universal; y universal no solamente hablando de que cubrirá la Tierra, sino que cubrirá los Cielos completos. Pero será después del Reino Milenial donde se verá marcado más ampliamente todo lo que tiene que ver con el universo completo.

Ahora, si la raza humana en tan pocos años de adelanto de la ciencia…, no llevan mil años todavía en ese adelanto de la ciencia, para conquistar el aire y el universo, el espacio; llevarán algunos… menos de 500 años, ¿verdad, Miguel? El avión no lleva 500 años todavía; porque si llevara 500 años Colón hubiera venido en avión, y era más fácil; pero no lleva 500 años y miren, ese adelanto, pues así estaba profetizado que la ciencia se multiplicaría[4].

Y si en menos de 500 años se ha multiplicado con seres de carne y hueso mortales, ¿cómo será en el Reino Milenial para con los inmortales en cuerpos glorificados? Dice la Escritura que la Tierra será llena del conocimiento de la Gloria de Jehová como las aguas cubren el mar. ¿Eso está dónde? En Habacuc, capítulo 2, verso 14; ¿y dónde más? En Isaías, capítulo 11, verso 9. Ese capítulo 11 nos habla del Mesías y Su Reino.

Ahora, para el Reino Milenial estaremos tan llenos del conocimiento de Dios, que misterios que no podemos comprender en la actualidad, para ese tiempo serán tan sencillos para nosotros que podremos enseñar a las demás personas que estarán en cuerpos mortales; porque para los que sobrevivirán de la gran tribulación continuarán en cuerpos mortales; y dice que habrá muerte, Isaías dice que el niño de cien años morirá[5]. O sea que una persona a los cien años será un niño, ¿por qué? Porque hay la posibilidad de que una persona pueda vivir mil años sin ver muerte, por lo tanto eso es una décima parte. Y actualmente, lo normal, dice la Escritura que los años del ser humano son 70 y en los más fuertes son 80 años[6]; eso es lo normal; algunos se pasan, pero lo normal…; y la ciencia, pues dice que es menos, unos 64 años más o menos.

Ahora, digamos, de 70 años, ¿cuánto es la décima parte de 70 años? 7 años. A los 7 años la persona es un niño. Por lo tanto, a los cien años en el Reino Milenial es un niño, tiene la décima parte también.

Ahora, dice que el pecador a los cien años será maldito[7], o sea que va a haber ahí un tiempo en donde se estará enseñando, predicando el Evangelio del Reino, y ahí algo importante estará llevándose a cabo; de lo cual ahora no vamos a hablar; eso está en el Programa de Dios, pues encontramos que el profeta Isaías habla de esto, y también Zacarías habla de esto. Aun Zacarías dice que los que no vengan a Jerusalén a adorar al Rey, sobre su país no vendrá lluvia, o sea que viene juicio de Dios[8].

Eso significa que al Reino Milenial entrarán también los sobrevivientes de la gran tribulación, y por consiguiente entrarán pecadores a ese tiempo o Reino Milenial. Por lo tanto, van a escuchar la predicación del Evangelio del Reino, y no van a tener más de cien años las personas, habrá muerte en ese tiempo para los que estarán en carne humana mortal.

Ahí en ese tiempo, pues habrá oportunidad para las personas; pero, por lo que se ve, algunos no van a aprovechar esa oportunidad. Pero las Leyes de Dios en ese tiempo serán fuertes, se gobernará con mano fuerte, con vara de hierro, y se cumplirá lo que Cristo pidió que Sus discípulos pidieran a Dios en oración: “Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad como en el Cielo también en la Tierra, aquí en la Tierra”[9].

Por lo tanto, las leyes celestiales estarán establecidas en la Tierra, y esas leyes celestiales serán obedecidas; y los que no las obedezcan, tendrán sus consecuencias.

Así que será un Reino de mano fuerte, un Reino que gobernará con vara de hierro. Esa es la única clase de Reino que podrá permanecer por el Milenio y por toda la eternidad.

Ahora, podemos ver que todo está en el Programa de Dios, y en el Programa está que haya personas en el Reino Milenial que luego no van a entrar a la eternidad. Y aun en el Reino Milenial, al comienzo el diablo será atado, y después de los mil años de Reino de Cristo será suelto; y vean, y volverá a engañar a las naciones; porque para ese tiempo resucitarán las personas que habían muerto, los malos también, y para ese tiempo será en que Dios va a llevar a cabo el Juicio Final.

El diablo engañará a todas esas naciones (porque formarán naciones); y no sabemos cuánto… – cuántos días, meses o años o siglos será ese lapso de tiempo que Dios dará. No sabemos cuánto es, pero será un lapso de tiempo en donde el diablo volverá a actuar en la misma forma que había actuado en otros tiempos; o sea que no, no se va a arreglar.

Ahora, podemos ver que todo eso está en la permisiva voluntad de Dios, por cuanto en los profetas de Dios, Dios refleja Su Programa; y también Él refleja, en diferentes personas y reyes, cosas que va a hacer, tanto de Su Programa o de la parte que tiene que ver con Sus hijos, como también son reflejadas cosas que tienen que ver con el enemigo.

Por ejemplo, en el rey de Babilonia representó al diablo, se reflejó el diablo en el rey de Babilonia, y también en el rey de Tiro, y también en la serpiente. Por eso el diablo es llamado la serpiente antigua, diablo y Satanás.

Y también es reflejado en Caín y en Judas Iscariote; también en otras personas, pero en Judas Iscariote también; y en el anticristo, el hombre de pecado, en el que se encarnará, como se hizo carne en Judas Iscariote también. También está representado el reino del maligno en reinos terrenales, y así por el estilo, lo cual vamos a dejar quietecito por el momento.

Ahora, encontramos que en el Reino Milenial ya no vamos a tener problemas; ya no vamos a estar como carpinteros o albañiles, o trabajando en una oficina sentados ahí todo el día, o trabajando en algún negocio nuestro acá terrenal, sino que vamos a estar allí en el Gabinete de Cristo. O sea, el Gabinete Ejecutivo de ese Reino ¿quiénes son? Somos nosotros.

Todo eso está en el Programa y todo eso está en la meta de Dios; todo eso está en los atributos divinos; estábamos en los atributos divinos y somos un atributo divino. Y por eso Él ha preparado un Programa: para llegar a la meta de tener hijos e hijas, y un Reino para toda la eternidad.

Ahora, el Programa de Dios va pasando por diferentes etapas, y por consiguiente los atributos de Dios correspondientes a cada tiempo van pasando por esas etapas. Pero los atributos de Dios son eternos, no pueden perderse esos atributos divinos, esos hijos e hijas de Dios: están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.

Pero hay otra sección, llamada “la sección del Libro de la Vida”, de donde pueden ser quitados nombres; o sea, porque esos no estaban en el pensamiento original de Dios, no estaban en el atributo de Dios, sino que estaban en el Programa de Dios, en los pensamientos que Él tuvo para llevar a cabo Su meta.

Y ahora, así como quitamos de una construcción los andamios, los moldes y todas estas cosas, Dios quitará todo lo que es temporal, y quedará lo que es eterno: los atributos de Dios.

Ahora, hemos visto el por qué de un programa, y sobre todo del Programa de Dios: es porque Él tiene una meta, y esa meta son los atributos divinos que tienen que ser manifestados, materializados, para existir por toda la eternidad materializados.

El mismo Dios se materializó en la persona de Jesús de Nazaret; por lo tanto ese cuerpo es eterno, está glorificado y es eterno.

Cristo dijo en Apocalipsis, capítulo 1: “Yo soy el que vivo y estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de los siglos (o sea, por toda la eternidad)”. Y para todos los atributos de Dios también es así. En la meta de Dios está que vivamos por toda la eternidad.

“EL PROGRAMA DE DIOS”.

Ese es el Programa que se está llevando a cabo en la Iglesia del Señor Jesucristo de etapa en etapa; y en ese Programa hay cosas también —fuera de la Iglesia del Señor Jesucristo— que ocurren en este planeta Tierra. Por ejemplo, tenemos las profecías dadas a Daniel, en donde nos muestra el reino de los gentiles; vean, todo eso está ahí en la Escritura.

¿De dónde las sacó el Arcángel Gabriel para darlas a Daniel? Él dice: “Yo te mostraré lo que está escrito (¿dónde?) en el Libro de la Verdad”. Por lo tanto, eso está escrito arriba en el Cielo, y tiene que cumplirse en la Tierra.

Encontramos que hay trigo pero hay cizaña también; pero todo eso ya Dios lo sabía. Por lo tanto, todas estas cosas quedan dentro del Programa de Dios. Hay cosas que son eternas y hay cosas que son temporales. Por lo tanto, es importante saber de dónde o de qué cosas somos nosotros: si de las temporales o de las eternas.

Y ahora, ¿quiénes son de las cosas eternas? Todos nosotros, los atributos eternos de Dios; por los cuales Dios tiene una meta: de que sean iguales a Jesucristo, a imagen y semejanza de Jesucristo; y eso, por consiguiente, es ser a imagen y semejanza de Dios, porque la imagen de Dios es el cuerpo angelical de Jesucristo, y la semejanza de Dios es el cuerpo físico glorificado de Jesucristo.

Por consiguiente, vamos a tener nosotros cuerpo angelical teofánico, igual al cuerpo de Jesucristo, el cual recibimos al recibir Su Espíritu Santo; y vamos a recibir un cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo físico glorificado de Jesucristo, el cual recibiremos cuando Cristo termine de juntar a todos Sus escogidos en Su Cuerpo Místico de creyentes, y entonces se levante del Trono de Padre, tome el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, lo abra en el Cielo y reclame todos los que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, resucite a los muertos en Cristo y a nosotros nos transforme.

Eso corresponde a la Obra de Reclamo de Jesucristo nuestro Salvador. Y todo eso está en el Programa de Dios, para llegar a la meta de tener hijos eternos a imagen y semejanza Suya, a imagen y semejanza de Dios, que es ser a imagen y semejanza de Jesucristo, o sea, tener un cuerpo angelical y un cuerpo físico glorificado.

Hemos visto el Programa de Dios y la causa de ese Programa: tener hijos e hijas eternos, y tener un universo eterno también, para vivir con todos Sus hijos.

Siempre que hay un programa tiene que haber una meta. Y siempre que se pone en acción ese programa, entonces la meta se va a lograr, pero tiene que ser puesto en acción en la forma correcta; si se pone en forma incorrecta, no se logra la meta.

Y Dios ha puesto en acción Su Programa en la forma correcta. Cualquier persona que trata de usar el Programa de Dios en forma incorrecta no logrará los resultados que están establecidos para ser logrados.

Ahora, nos encontramos nosotros en el tiempo final, en la etapa que corresponde a la Edad de la Piedra Angular, y en la etapa que corresponde a un entrelace dispensacional, en donde se entrelaza la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia; para lo cual, en el Programa Divino Él tiene establecido a quién usará, dónde colocará Su Palabra para que la hable, y así tengamos la Palabra creadora hablada correspondiente a este tiempo final; y así se cumpla todo el Programa de Dios correspondiente a este tiempo, en donde en el Programa de Dios está llegar a la meta de tener un cuerpo eterno, inmortal y glorificado, nosotros los que vivimos y los muertos en Cristo también, y así Dios llegar a la meta de tener hijos e hijas eternos, en cuerpo angelical y en cuerpo físico glorificado.

Este es el tiempo más glorioso de Dios, para Dios y para Sus hijos, para Sus atributos eternos, porque este es el tiempo en donde Dios llegará a Su meta de tener hijos iguales a Jesucristo.

Jesucristo es el Unigénito de Dios y también es el Primogénito. Significa que, Cristo al salir de Dios como el hijo Unigénito de Dios, luego no siguieron saliendo de Dios en esa forma hijos, sino a través de Jesucristo; por eso es el Unigénito Hijo de Dios. Y es el Primogénito porque es el primero de todos los hijos de Dios que ha sido manifestado en cuerpo físico glorificado, y es el que ha sido manifestado primero en cuerpo angelical también. Es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, del Antiguo Testamento, ese es Jesucristo nuestro Salvador; y de Él han salido todos los demás hijos e hijas de Dios.

Todo esto está en EL PROGRAMA DE DIOS; y todo esto corresponde a los atributos divinos, por los cuales Dios tiene una meta, y es manifestarlos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador para vivir con Cristo por toda la eternidad. Por eso en este planeta Tierra el Trono de Dios va a ser establecido, y el Trono del Cordero, que es el Trono de David.

En la Nueva Jerusalén, vean ustedes, estará el Trono de Dios y el Trono del Cordero también, los dos Tronos estarán fusionados aquí en la Tierra; y por consiguiente este planeta Tierra será el centro del universo y será la capital del universo como planeta; y el Trono de Dios ¿estará dónde? En la Nueva Jerusalén, y el Trono del Cordero.

Por lo tanto, el Trono desde el cual se gobernará el planeta Tierra estará en Jerusalén: el Trono de David; y el Trono desde el cual se gobernará el universo completo, toda la Creación, estará en Jerusalén también, la Nueva Jerusalén: el Trono de Dios.

Y ahí vamos a dejar esto quietecito aquí, porque si comenzamos a explicar mucho de esto tendríamos que llegar a la Escritura de Apocalipsis, capítulo 3, verso 21:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.

Y esa es una Escritura que contiene una promesa muy grande, paralela a la promesa de la herencia del Trono celestial; promesa que obtuvo Jesucristo. Y ahí tenemos que detenernos, porque si no, tendríamos que explicar ese misterio del que se sentará con Cristo en Su Trono y de cómo lo logrará: tiene que vencer, como Cristo para sentarse en el Trono del Padre tuvo que vencer.

Así que, este es un tiempo paralelo al tiempo de Jesús y al tiempo de todo entrelace dispensacional. Es como en los días de Abraham – de Lot (que eran los días de Abraham) y que hubo un profeta dispensacional; y como en los días (¿de quién más?) de Noé, que hubo un profeta dispensacional también, hubo un entrelace dispensacional; y como en los días también de Adán, como los días de Adán. Hay una Escritura que habla que “como Adán, traspasaron el Pacto”[10], pero Dios va a hacer un Nuevo Pacto con el pueblo hebreo, por lo tanto es como en los días de Adán también.

Ahora, hemos visto: “EL PROGRAMA DE DIOS”.

Y ahora nosotros estamos en el Programa de Dios; y estábamos como atributos de Dios; y somos, por consiguiente, atributos de Dios manifestados en cuerpos de carne, mortal, corruptible y temporal, pero con la promesa de que vamos a ser manifestados en cuerpos inmortales, incorruptibles y glorificados. Por nosotros, Cristo murió en la Cruz del Calvario, para restaurarnos a la vida eterna y darnos un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado.

En el Programa de Redención, vean ustedes cuál es la meta: que seamos eternos, darnos vida eterna, restaurarnos a la vida eterna.

Por lo tanto, continuemos en el Programa de Dios, conscientes de que somos los atributos de Dios como hijos e hijas de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y en el Programa de Dios obtendremos la Gran Victoria en el Amor Divino y obtendremos nuestra transformación.

Fuera del Programa de Dios no hay transformación para ninguna persona. Es en el Programa de Dios donde está prometida la transformación de los vivos en Cristo y la resurrección de los muertos en Cristo.

Fuera del Programa de Dios la única transformación que habrá es la transformación de las personas: de carne a ceniza, y esa transformación no es la que nosotros estamos esperando. La transformación que Él ha prometido para nosotros es la transformación de cuerpos de carne a cuerpos glorificados.

Por lo tanto, adelante en el Programa Divino, perseverando y sirviendo a Cristo con toda vuestra alma y con amor divino; agradecidos a Jesucristo por Su Programa Divino, en el cual llegaremos a la meta de la inmortalidad, llegaremos a la meta de tener un cuerpo glorificado y eterno como el de Jesucristo; y por consiguiente Dios también llegará a Su meta de tener hijos e hijas inmortales físicamente, con cuerpos eternos, inmortales y glorificados.

Adelante sirviendo a Cristo con toda nuestra alma.

“EL PROGRAMA DE DIOS”.

¿Vieron lo sencillo que es todo? Todo es tan sencillo que hasta los niños lo pueden entender.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete en el Cuerpo Místico de Cristo el grupo de los escogidos de Dios, esos atributos de Dios; y pronto Cristo se levante del Trono, tome el Título de Propiedad, lo abra en el Cielo, y resucite a los muertos en Cristo y a nosotros nos transforme, y nos lleve con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través de internet también, y los que verán y escucharán esta conferencia a través de video.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y pasen todos muy buenas noches.

Dejo nuevamente con ustedes al reverendo Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión. Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL PROGRAMA DE DIOS”.

[Revisión diciembre 2024]

[1] San Mateo 1:23

[2] 1 Corintios 3:10

[3] 62-1014M “La estatura de un Varón perfecto”

[4] Daniel 12:4

[5] Isaías 65:20

[6] Salmos 90:10

[7] Isaías 65:20

[8] Zacarías 14:17

[9] San Mateo 6:9-10, San Lucas 11:2

[10] Oseas 6:7

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