La Palabra haciendose carne

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual quiero leer en San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18, donde nos dice (donde nos dice el Apóstol Juan):

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.

Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “LA PALABRA HACIENDOSE CARNE.”

LA PALABRA HACIENDOSE CARNE.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.

Así como Jesucristo, el Hijo de Dios, el Verbo que era con Dios y era Dios se hizo carne, también cada hijo de Dios tiene que hacerse carne, y por consiguiente la Palabra tiene que hacerse carne en cada persona que está escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y ahora, a través de la Escritura encontramos la promesa de Dios para cada edad y para cada dispensación, la cual se hace realidad en cada edad (la correspondiente para cada edad), y la correspondiente a cada dispensación se hace carne en cada dispensación, se cumple en cada dispensación, en las personas correspondientes a ese tiempo.

Y a medida que las personas reciben la Palabra de su edad, se hace carne la Palabra de su edad en esas personas, se convierte en realidad la Palabra, la Palabra escrita se hace realidad, la Palabra profética correspondiente a esa edad se hace realidad en personas que viven en esa edad. Por ejemplo: la Palabra profética que anunciaba la Venida del Mesías, se hizo carne en la persona ¿de quién? De Jesús de Nazaret, ¿por qué? Porque el Verbo que era con Dios y era Dios se hizo carne y fue conocido por el nombre de Jesús, y se cumplió en Jesús todo lo que estaba escrito acerca de la Venida del Mesías.

Ahora, vean ustedes, el Verbo que era con Dios es nada menos que el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, el cual se hizo hombre en medio de la raza humana, pero es un hombre de otra dimensión, llamado el Angel de Jehová o Angel del Pacto, en el cual Dios estaba, está y estará, en toda Su plenitud. Y ya tiene un cuerpo físico también llamado Jesús, un cuerpo físico pero glorificado. Pero antes de tener ese cuerpo físico glorificado, lo tuvo sin estar glorificado y vivió en medio de los hebreos, nació en Belén de Judea y se crió en Nazaret.

Ahora, vean la persona tan importante que es nuestro amado Señor Jesucristo: el Verbo que era con Dios y era Dios, y sigue siendo Dios, porque el Angel del Pacto, el Angel de Jehová es nada menos que el cuerpo angelical de Dios.

Por eso cuando le apareció a Moisés el Angel de Jehová, le dijo también: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Y cuando le preguntó Moisés por Su nombre el Angel de Jehová le dijo Su nombre y le dijo, le dio las palabras, las cuatro consonantes: “YHWH,” la cual han traducido como YO SOY, y también como JEHOVA; o sea, le han añadido letras a esas cuatro consonantes para que suene como JEHOVA. Primero le añadieron ciertas letras y sonaba: YAVE o YAWE, y luego le añadieron otras y la pusieron a sonar como JEHOVA.

Ahora, encontramos que en ese nombre está la Primera Venida y Segunda Venida de Cristo. Por eso es que en Apocalipsis, capítulo 2, verso 12, la piedra no cortada de manos, que es Cristo, viene con un Nombre Nuevo, tiene un Nombre Nuevo que ninguno conoce, sino aquél que lo recibe. Aquél que recibe esa Piedrecita blanca es el que recibe ese Nombre Nuevo.

Y en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice:

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera (nunca más saldrá de allí); y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”

Es Cristo el que dice que tiene un Nombre Nuevo, y es Cristo el que dice que lo escribirá sobre el Vencedor. Por lo tanto habrá un Vencedor en el Cuerpo Místico de Cristo, un Mensajero, que obtendrá la gran victoria en el Amor Divino, y ése será el que tendrá el Nombre de Dios, de la ciudad de nuestro Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo escrito sobre él, escrito sobre él; ¿quién lo escribirá? Nuestro amado Señor Jesucristo es el que dice: “Yo lo escribiré.”

…y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”

Ahora, podemos ver que hay un misterio ahí en el Nombre del Señor Jesucristo, tanto en Su Primera Venida, como para Su Segunda Venida también. Y no se puede salir del Nombre que le dio el Angel de Jehová a Moisés, por lo tanto, en la Primera Venida y Segunda Venida de Cristo estará todo consolidado. El contenido del Nombre dado por el Angel de Jehová a Moisés estará manifestado en la Primera Venida y Segunda Venida de Cristo.

Ahora, el Verbo se hizo carne dos mil años atrás y cumplió el propósito de Su Primera Venida.

Ahora, vean ustedes, para el Verbo hacerse carne ¿qué hizo? Por creación divina fue creada una célula de vida en el vientre de María, la cual se multiplicó célula sobre célula, y así se formó el cuerpo de Jesús.

Ahora, encontramos que para hacerse carne la Palabra en cada uno de ustedes y en mí también, tenemos que recibir la Palabra; y a medida que recibimos la Palabra, se hace carne en nosotros la Palabra.

Ahora, vean ustedes, para cada edad las personas en las cuales se hará carne la Palabra prometida de su edad, son aquellos que reciben la Palabra de su edad, y esos son los escogidos de esa edad, y aparece la promesa de los escogidos de esa edad hecha carne en seres humanos que han recibido la Palabra de su edad; porque a medida que la persona recibe la Palabra, se hace carne en la persona la Palabra de Dios para ese tiempo, y la persona recibe el bautismo del Espíritu Santo, recibe el cuerpo angelical teofánico.

Ahora, encontramos que la persona tiene que hacerse la Palabra de su tiempo, no la de otro tiempo. Para cada tiempo hay Palabra de Dios para hacerse carne en los que la reciban, y obtener el nuevo nacimiento, y obtener el cuerpo angelical de parte de Dios.

Ahora, encontramos que tiene que venir la Palabra en forma de Mensaje, para poder recibir la persona esa Palabra en forma de Mensaje, para que se materialice en la persona ese Mensaje, y alrededor de esa Palabra que la persona ha recibido, se materializa lo que Dios ha prometido en ese Mensaje, en esa Palabra prometida para esa edad.

Por ejemplo, a través de las diferentes edades se habló de la resurrección de los muertos en Cristo y de la transformación de nosotros los que vivimos. Pero para ninguna de las edades pasadas fue la promesa de una resurrección o de una transformación física; pero las personas tenían que creer esa promesa, que se materializaría más adelante, en el Día Postrero, porque Cristo prometió la resurrección de los muertos creyentes en El para el Día Postrero.

Ahora, todos tenían que estar esperando en su tiempo la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos; pero vean, no se podía materializar en ellos ¿por qué? Porque no era para aquél tiempo sino para nuestro tiempo, para el Día Postrero, y el Día Postrero es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá o Tercer Milenio de Cristo hacia acá.

Ahora, los escogidos de este tiempo final serían los que estarían esperando la transformación física; pero si alguno parte antes, pues no tiene ningún problema, estaremos esperando la resurrección de ellos para reunirse con nosotros, porque en ellos se hizo carne la Palabra de la promesa de nuestra edad.

Ahora, cada Angel Mensajero tendrá su grupo, los que recibieron la Palabra de Cristo de su edad, por lo tanto los nuestros vendrán a estar con nosotros, y cada grupo de cada Mensajero estará con su Mensajero, y todos los grupos con sus Mensajeros estarán con nosotros. Pero el mundo no los va a ver a ellos, ¿por qué? Porque ellos estarán en cuerpos glorificados y no tendrán que estar apareciéndole a la humanidad, podrán aparecerle a algunas personas, pero no a todas las personas.

Ahora, ellos estarán con nosotros, y nosotros, pues estaremos transformados, y después que estemos transformados solamente vamos a estar unos 30 ó 40 días aquí para una manifestación plena del poder de Dios que está prometida; ahí es donde las vírgenes fatuas van a escuchar, y ahí es donde los hebreos van a ver el poder de Dios en toda Su plenitud manifestado, y dirán: “¡Esto es lo que nosotros estamos esperando!”

¿Pero quiénes son esas personas en los cuales se va a manifestar el poder de Dios en toda Su plenitud? Son aquellos en los cuales la Palabra se ha hecho carne a medida que la han estado recibiendo. Por eso es tan importante recibir la Palabra para nuestro tiempo, la Palabra de nuestro tiempo es la Palabra que se tiene que hacer carne en cada uno de ustedes y en mí también; y cuando se hace carne en la persona esa Palabra, usted sabe que esa Palabra es parte suya y usted es parte de esa Palabra.

Ahora, vean ustedes, cuando se hizo carne la Palabra para el tiempo de Lutero, pues las personas de ese tiempo, pues eran Luteranos; cuando se hizo carne en el tiempo de Wesley, pues las personas eran Wesleyanas.

Ahora, la Palabra de un tiempo no trabaja para otro tiempo; las personas que quieran hacerse la Palabra del tiempo de Lutero, ya se les ha hecho tarde, ya esa Palabra llevó a cabo su Obra en su edad, pero ya esa edad pasó. Y la Palabra para la séptima edad, la edad pentecostal, se hizo carne en las personas correspondientes a esa edad, pero ya no funciona para este tiempo, tiene que ser la Palabra de la Edad de la Piedra Angular, esa es la que se hace carne y cumple la Obra de Dios correspondiente a este tiempo. Por eso es tan importante escuchar la Palabra de Dios correspondiente a nuestro tiempo, a nuestra edad, para que se haga carne en nosotros y se materialice en nosotros lo que dice esa Palabra que Dios hará en ustedes y en mí.

Ahora, no es un asunto de ir a la Iglesia por ir a la Iglesia, sino tenemos que saber el propósito por el cual nos reunimos: uno es adorar a Dios en Espíritu y en verdad, y escuchar Su Palabra para que se haga carne en nosotros Su Palabra, Su Mensaje correspondiente a nuestro tiempo, y produzca en nosotros aquello que dice esa Palabra que hará en nosotros.

Como fue con Abraham y Sara: la Palabra que ellos habían recibido de parte de Dios se materializó en ellos, Dios les había prometido tener un hijo, se lo había prometido a Abraham, y luego le dijo a Abraham que por medio de Sara le daría ese hijo, y ellos creyeron esa Palabra; al creerla, vean ustedes, se materializó, alrededor de esa Palabra que ellos habían recibido se materializó un rejuvenecimiento, y luego pudieron tener el hijo prometido.

Fue tan grande esa bendición de rejuvenecimiento en Sara, que vean ustedes, el día antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra, Elohím con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel visitó a Abraham, Abraham le ofreció un becerro tierno preparado, asado con panes y mantequilla y todo lo que va con una buena comida para un buen amigo, pues dice la Escritura que Abraham fue llamado: “Amigo de Dios.”

Así que Abraham tenía el Amigo más grande que una persona puede tener, a Dios. Y le preparó esa comida para estas personas celestiales: Elohím, el Arcángel Gabriel y el Arcángel Miguel, y la cosa es que ellos comieron con Abraham, porque Dios había creado un cuerpo para el Arcángel Miguel, otro para el Arcángel Gabriel, y otro para Sí mismo; y aparecieron a Abraham en forma visible, comieron con Abraham y luego se fueron a Sodoma, pero Elohím se quedó un poco más de tiempo con Abraham y le dijo lo que iba a hacer.

Ahora, vean estos tres personajes: Elohím, Gabriel y Miguel, apareciendo a Abraham, Su amigo, y hablando con él y comiendo con él; fue ahí también que le confirmó la promesa del hijo prometido, y fue la ocasión también en que Sara se rió en su corazón, pues ya Sara tenía 89 años, y pensó: “Ya siendo de 89 años (o sea, de edad avanzada, siendo una anciana), ¿he de tener deleites con mi esposo Abraham para tener un hijo y tener un hijo, y amamantar un hijo?” Pues ya su tiempo le había pasado, era una cosa increíble humanamente, pero Abraham continuaba creyendo.

Por lo tanto, la fe de Abraham, la fe de Abraham haría algo muy importante, y es que esa Palabra prometida se había hecho carne en Abraham, y tenía que producir lo que Dios había prometido.

Y ahora, Dios le dice a Sara, o a Abraham: “¿Por qué se ha reído Sara tu mujer?” Recuerden que Sara representa a la Iglesia.

Y ahora ella dice: “Yo no me he reído.” O sea, físicamente no se había reído, pero en su corazón sí, y Dios mira el corazón, Dios juzga conforme al corazón de las personas, conforme a la intención del corazón de las personas. Dios le dice: “Sí que te has reído.” ¿Por qué? Porque Dios está mirando lo que ella pensó en su corazón.

Ahora, Dios le dice a Abraham y le confirma a Abraham que va a tener el hijo que El le ha prometido, y le dice: “Por este tiempo vendré a ti y Sara tu mujer tendrá un hijo, tendrá el hijo prometido.”

Ahora, vean ustedes, cuando luego fue destruida Sodoma y Gomorra, Abraham al otro día miró, pues la destrucción fue rayando el alba por la mañana, y cuando Abraham se fue a cierto lugar para mirar hacia Sodoma, porque Abraham vivía en la montaña, y miró hacia la llanura, hacia el valle, y vio como un horno que subía; de seguro escuchó una gran explosión, y eran los Arcángeles Gabriel y Miguel a cargo de la destrucción de Sodoma y de Gomorra.

Recuerden que ellos dijeron a Lot: “Hemos venido, Dios nos ha enviado para destruir esta ciudad.” Así que vinieron como Angeles de juicio para destruir la ciudad de Sodoma y también la de Gomorra y otras ciudades. Recuerden que estos Arcángeles tienen ejércitos celestiales a su cargo, y son los principales Arcángeles de Dios. O sea, que en todas las cosas que Dios hace están estos dos Arcángeles, Dios obra por medio de estos Arcángeles, son los Arcángeles de la diestra y de la siniestra, de la derecha y de la izquierda de Dios.

Y ahora, estos son los Arcángeles del poder de Dios.

Ahora, estos Arcángeles se encargaron de sacar a Lot, y Lot representa… Lot representa ahí las vírgenes insensatas que tiene que salir antes que Sodoma y Gomorra sean destruidas. Abraham representa a los escogidos de Dios, por lo tanto toda la simiente de Abraham estará a salvo en este tiempo final antes de la destrucción del reino de los gentiles o del reino del anticristo; o sea, que antes de la gran tribulación donde caerán los juicios divinos sobre la Tierra como cayeron sobre Sodoma y Gomorra, antes de eso la simiente de Abraham, los miembros de la Iglesia de Jesucristo, que es la simiente celestial de Abraham, estará a salvo.

Ahora, como fue en los días de Noé, así será la Venida del Hijo del Hombre, y como fue en los días ¿de quién? De Lot. ¿Ven? Ahí estaban presentes Elohím, Gabriel y Miguel, en los días de Lot, y ahí estaba un Profeta dispensacional, el cual fue Abraham.

Ahora, la Palabra que había recibido Abraham, y por consiguiente Sara, a la cual Abraham se la había dado, alrededor de esa Palabra que ellos habían recibido, se materializó en ellos un cambio, una transformación de ancianos, Sara con 89 años y Abraham con 99 años, volvieron a ser jóvenes, personas jóvenes.

Y al ser destruida Sodoma y Gomorra, luego Abraham y Sara se fueron a otro lugar, se fueron a otro lugar a vivir, y Abimelec, el rey de ese territorio se enamoró de Sara. ¿Y qué rey se va a enamorar de una señora, de una anciana de 89 años? Ningún rey va a enamorarse de una anciana de 89 años, habiendo en su reino jóvenes.

Ahora, algo tuvo que haber sucedido en Sara para el rey colocar sus ojos en Sara, fue un cambio grande que Dios efectuó alrededor de la Palabra que se había hecho carne en Sara y en Abraham.

Ahora, luego de ese cambio, de esa transformación, de ese rejuvenecimiento en ellos vendría el hijo prometido. Y hubo un riesgo ahí, porque Sara fue tomada por el rey y separada para el rey casarse con ella. Pero el hijo que tenía que tener Sara no era el hijo del rey Abimelec, sino de Abraham, por lo tanto Dios intervino para que la promesa de Dios a Abraham se cumpliera a través de Sara.

Y ahora, encontramos que el rey de Gerar, el cual fue Abimelec, no logró hacer a Sara su esposa para tener hijos por medio de ella, porque conforme al Programa de Dios, Sara tendría un hijo de Abraham, el hijo prometido que sería Isaac.

Y ahora, siendo rejuvenecida Sara y Abraham, es tipo y figura de la transformación de los escogidos de Dios para este tiempo final. Los escogidos de Dios para este tiempo final van a ser transformados. Pero primero viene una transformación espiritual para la Iglesia del Señor Jesucristo. Al pasar la Iglesia de Jesucristo de las edades a la Edad de la Piedra Angular, ha recibido un cambio; así como Sara vino a ser una mujer joven, de una anciana de 89 años, vean ustedes, vino a ser una mujer joven, la cual podía tener hijos, por lo tanto ella bajó de edad a tal grado que podía concebir, y Abraham también bajó de edad, o sea, fue transformado su cuerpo. O sea, miren, así como el tiempo obra en la persona, en el cuerpo de la persona, y lo va poniendo viejo, Dios obró en el cuerpo de ellos, y le dio para atrás al tiempo y los puso jóvenes.

Ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo que tiene cerca de dos mil años, desde el Día de Pentecostés hacia acá, vean ustedes, una Iglesia con dos mil años es una Iglesia bastante de edad. Pero ahora Cristo en la Edad de la Piedra Angular ha hecho la Iglesia Suya una jovencita, una jovencita para tener los hijos e hijas de Dios del Día Postrero, y darles cuerpos jovencitos, glorificados a cada miembro de Su Iglesia.

Los santos de edades pasadas cuando sean resucitados serán jovencitos también, y estarán no en la edad que les tocó vivir, porque ya su edad pasó, terminó, vendrán a estar ¿dónde? En una edad nueva, la Edad de la Piedra Angular. Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo completa cuando todos tengamos el cuerpo glorificado será también una Iglesia joven, con jovencitos que representarán de 18 a 21 años de edad.

Esas son las personas que han vivido en su edad y se ha hecho carne la Palabra de su edad, por lo tanto alrededor de esa Palabra es que viene el cuerpo nuevo, eterno y glorificado; así como ha venido el cuerpo angelical teofánico para aquellos y en aquellos que han recibido la Palabra de Dios en el tiempo que les ha tocado vivir, y han recibido el nuevo nacimiento y han recibido al Espíritu Santo, y han recibido el cuerpo angelical teofánico, y así la Palabra se ha cumplido en los que han recibido la Palabra de Dios.

Para que se cumpla una promesa de Dios en usted, usted tiene que recibir esa Palabra, usted tiene que creerla con toda su alma. No puede dudarla, aunque las circunstancias sean contrarias usted la sigue creyendo, Dios se encargará de cumplir lo que El prometió.

Vean, para Abraham y Sara las circunstancias eran contrarias, ya una anciana, Sara, de 89 años, y Abraham de 99 años, ya no hay esperanzas. Pero la esperanza de Abraham estaba en lo que Dios había prometido, en la Palabra dada por Dios.

Ahora, Abraham y Sara, vean, Abraham teniendo 89 años, encontramos que vino a tener el hijo prometido cuando tuvo 100 años.

¿Y qué tiene que ver el número 100 con el nacimiento o venida del hijo prometido? Cuando en medio del pueblo hebreo Dios le dio las leyes, entre ellas dio también las fiestas y ordenó que cada cincuenta años se llevara a cabo el año del jubileo, el año cincuenta sería el año del jubileo. El año cincuenta siendo el año del jubileo venía a traer la liberación, era el año de redención, de liberación. Cincuenta es Pentecostés. Por eso también en el Día de Pentecostés vino el Espíritu Santo y allí nació la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, el año cincuenta siendo el año de pentecostés como año, es el año que representa la Edad de la Piedra Angular. Miren lo sencillo que es: los cuarenta y nueve años que anteceden al año cincuenta, corresponden a las siete edades de la Iglesia, siete por siete son cuarenta y nueve, son siete edades; por lo tanto, esas siete edades están representadas en esos cuarenta y nueve años, y luego viene el día cincuenta, que corresponde a la Edad de la Piedra Angular.

Ahora, cada siete años, el año séptimo era un año de descanso para la Tierra, era un año de redención para la Tierra; y cada siete años, el año séptimo, representa una edad de la Iglesia. En cuarenta y nueve años hay siete años festivos, que representa las siete edades de la Iglesia, y luego viene el año cincuenta.

Ahora, después de siete años festivos viene un año octavo, que corresponde a la Edad de la Piedra Angular. La Edad de la Piedra Angular es una edad eterna, está en nuestro tiempo, estará en el milenio y por toda la eternidad. Recuerden que el ocho nos habla de volver otra vez a una nueva semana, y el ocho, el día número ocho es el primer día de la semana que va a comenzar.

Hoy es domingo, es el día número ocho, ayer fue el día número siete, el sábado; pero el día número ocho es domingo y es el primer día de una nueva semana; o sea, que se regresa a una nueva semana, y ése es el día que tipifica la Edad de la Piedra Angular, donde regresaremos a eternidad con cuerpos eternos y glorificados, seremos restaurados, seremos adoptados, y entonces todos seremos iguales a Jesucristo nuestro Salvador.

Por eso es tan importante que la Palabra se haga carne en cada uno de ustedes y en mí también.

Miren la promesa, la Palabra prometida de los escogidos para el Día Postrero ser llamados y juntados con gran Voz de Trompeta por medio del ministerio de los Angeles del Hijo del Hombre, los ministerios enviados en San Mateo, capítulo 24, verso 31, donde dice:

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos.”

Esa Palabra se hace realidad, ¿cómo? Bajo el ministerio del Espíritu Santo en el Angel del Señor Jesucristo, donde opera los ministerios de los Dos Olivos, de Moisés y Elías, y a través del cual coloca el Mensaje y le habla al pueblo, y esa es la gran Voz de Trompeta, el Mensaje del Día Postrero, y con ese Mensaje llama y junta a todos los escogidos de Dios del Día Postrero, y se hace realidad esa promesa, y aparecen los escogidos del Día Postrero siendo llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Cristo, los escogidos de entre los gentiles, los escogidos de la Iglesia de Jesucristo; y luego serán llamados y juntados los escogidos del pueblo hebreo, que son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu.

De la Iglesia del Señor Jesucristo no sabemos cuántos son, pero hay un número, porque si están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, pues hay un número ahí. O sea, que si una persona cuenta todos los nombres que están escritos ahí en el Libro de la Vida del Cordero, entonces sabe cuál es el número de los escogidos de Dios, de la Iglesia de Jesucristo. Y si cuenta los que están para una edad, pues sabe cuántos fueron los de esa edad, y cuenta los de otra edad, entonces saben cuántos fueron los escogidos de esa otra edad, y cuentan los que son para la Edad de la Piedra Angular, y entonces se sabe cuál es el número de los escogidos de la Edad de la Piedra Angular.

Por lo tanto, hay un número para cada edad y un número en conjunto para todos los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Jesucristo. Pero no se preocupen cuál es ese número, lo importante es que usted sea parte de ese número. ¿Y cómo usted sabe si es parte de ese número? Porque recibe la Palabra de Cristo para la edad que nos ha tocado vivir, esa es la evidencia de que usted es un escogido de este tiempo final, escucha la gran Voz de Trompeta bajo el ministerio de los Angeles del Hijo del Hombre, llamando y juntando a los escogidos de Dios.

No hay que pelear con usted para que crea, sino darle el Mensaje, y usted dice: “Esto era lo que yo estaba esperando.” ¿Por qué? Porque usted es un escogido de Dios, del Día Postrero, que escucharía la gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino llamándolo y juntándolo en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Y ahora, la promesa de los escogidos del Día Postrero escuchando la gran Voz de Trompeta y siendo reunidos, se hace carne en usted y en mí.

Ahora, vean cómo se materializa en nosotros esa promesa, esa Palabra escrita de los escogidos siendo llamados y juntados con la gran Voz de Trompeta, bajo el ministerio de los Angeles del Hijo del Hombre.

Y ahora, la Palabra está haciéndose carne en ustedes y en mí, y nosotros nos estamos haciendo la Palabra, la Palabra de Dios para este tiempo final, cartas abiertas y leídas de todos los hombres. Por lo tanto, seguimos adelante, recibiendo la Palabra, para que siga haciéndose carne en nosotros la Palabra de Dios correspondiente a este tiempo final, porque alrededor de esa Palabra es que se materializará en nosotros el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, y glorificado.

Cristo dijo: “Mis Palabras son Espíritu y son Vida.” Y también dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me ha enviado, tiene Vida Eterna, y no vendrá a condenación, más pasó de muerte a vida.”

Y ahora, la Palabra haciéndose carne en usted y en mí, la Palabra haciéndose carne en usted y en mí en forma de Mensaje, y la Palabra haciéndose carne en usted y en mí en forma de cuerpo angelical. La Palabra, vean ustedes, en forma de Mensaje, y la Palabra en forma de cuerpo angelical.

Así que, el Verbo, la Palabra, haciéndose carne en ustedes y en mí en este tiempo final, para recibir nuestra Adopción, para recibir el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

El Rvdo. William Branham hablándonos de la Palabra haciéndose carne para el Día Postrero, nos dice en el Mensaje: “Tratando de hacer servicio a Dios fuera de su voluntad,” en la página 85, nos dice:

Noten, Dios le dijo al Profeta: ‘Come el rollo.’ (Eso fue en el Antiguo Testamento), en el Antiguo Testamento. Al Profeta del Nuevo Testamento, El le dijo: ‘Come el librito.”

Apocalipsis, capítulo 10, verso 7 al 11, el librito que el Angel Fuerte trae en Su mano derecha en Apocalipsis, capítulo 10, el cual es el libro de los Siete Sellos, el cual Cristo tomó en el Cielo y lo abrió, vean, este libro o librito nadie en el Cielo ni en la Tierra, ni debajo de la Tierra era digno de tomar ese libro y abrirlo, ni siquiera de mirar ese libro. El único digno era Jesucristo y no aparecía, hasta que luego apareció.

¿Y por qué no aparecía Jesucristo cuando se hizo el llamado? Porque estaba en el Trono de Intercesión como Sumo Sacerdote, haciendo Intercesión por los últimos escogidos de Dios que serían llamados, juntados, en el Cuerpo Místico de Cristo en este tiempo final. En palabras más claras: El no podía salir, hasta completar Su Iglesia, y Su Iglesia es completada en la Edad de la Piedra Angular. Por lo tanto, el llamado surgió cuando todavía faltaban personas de ser llamadas y juntadas en el Cuerpo Místico de Cristo, por eso El no se presentaba.

Ese llamado en el Cielo para que se presente una persona y tome el libro y lo abra, puede ya haberse escuchado en el Cielo hace años, y todavía Cristo no se ha presentado para tomar el libro y abrir esos sellos en el Cielo, porque todavía está llamando y juntando Sus escogidos del Día Postrero.

Cuando llame y junte hasta el último, entonces habrá hecho intercesión hasta por el último escogido ahí en el Cielo como Sumo Sacerdote con Su propia Sangre, y entonces ya estará completo el Cuerpo Místico de Cristo, se levantará del Trono del Padre, y tomará el Libro de los Sellos, el Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos creyentes en El y a nosotros nos transformará.

Ahora, el contenido de ese Libro de los Sellos se ha estado cumpliendo de edad en edad, y para nuestro tiempo, lo que corresponde al Séptimo Sello y al sexto sello y también al cuarto sello, y parte del quinto sello, se tiene que cumplir.

Ahora, hay cosas que luego se van a cumplir, luego que Cristo tome el Título de Propiedad, las cuales también están ahí en el Libro de los Sellos, son cosas que deben suceder. O sea, que en este Libro de los Sellos está todo lo que debe suceder.

Ahora, para cada edad se ha ido cumpliendo, se han ido cumpliendo estos sellos, corren paralelos con las edades de la Iglesia. Por lo tanto, el Séptimo Sello con el sexto sello corre paralelo con la Edad de la Piedra Angular, y también el cuarto sello. Es en nuestro tiempo donde esos sellos tienen que ser cumplidos; porque la persecución o apretura que viene para la Iglesia, y escaparán las vírgenes prudentes, pero las fatuas o insensatas no escaparán, sino que serán masacradas durante la gran tribulación, por el anticristo, por la bestia. Todo eso está bajo el cuarto sello.

Ahora, este Título de Propiedad, vean ustedes aquí en Apocalipsis, capítulo 10, ya Cristo lo tiene en Su mano y está abierto, porque en el capítulo 5 El lo tomó, lo abrió en el Cielo, lo abrió en el Cielo en el capítulo 6 y el capítulo 8; en el capítulo 8 abrió el Séptimo Sello, y en el capítulo 10 desciende a la Tierra Cristo, el Angel del Pacto, el Angel de Jehová con el libro abierto en Su mano, ¿y luego qué hace? Lo entrega a un hombre para que se lo coma; siendo ese el Título de Propiedad, le está dando un Título de Propiedad a un hombre para que se lo coma y se haga carne en él.

Vean, dice:

Al Profeta del Nuevo Testamento, El le dijo: ‘Come el Librito.’ ¿Por qué? Para que el Profeta y la Palabra fuera uno. ¿Ve? Ese es el Arca, la Palabra de Dios.”

Y ahora, el contenido de ese libro va a estar ¿dónde? En un hombre que se va a comer ese libro, al cual Cristo le estará dando ese libro, lo cual tipificó con Juan el Apóstol, recibiendo ese librito y comiéndoselo. Por lo tanto, siendo que Juan representa la Iglesia con sus Angeles Mensajeros, Juan ahí recibiendo el libro está representando al Angel del Señor Jesucristo y el grupo de escogidos del Día Postrero de la Edad de la Piedra Angular, recibiendo el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos; y comiéndose ese Librito el Angel de Jesucristo, y por consiguiente la Iglesia de Jesucristo, porque cada grupo recibe lo que Cristo le da al Angel de su edad.

Por lo tanto, el grupo de los escogidos del Día Postrero estará recibiendo el Título de Propiedad con todo su contenido. Por lo tanto, toda la revelación contenida en el Título de Propiedad estará siendo recibida por la Iglesia de Jesucristo, al ser recibido ese Título de Propiedad por el Angel del Señor Jesucristo, al cual Cristo le entrega en el Día Postrero.

Ahora, vean ustedes, que todo esto es así para que podamos regresar a eternidad, podamos regresar a Vida eterna física, podamos recibir el cuerpo glorificado, y podamos ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Alrededor de esa Palabra que Cristo le da para que se coma el Angel del Día Postrero, y por consiguiente la recibe el grupo de escogidos del Día Postrero, la Iglesia de Jesucristo en la edad correspondiente, que es la Edad de la Piedra Angular, la cual también se come ese Título de Propiedad, se come el contenido de ese libro, vean ustedes, alrededor de esa Palabra vendrá la restauración nuestra a la Vida eterna, restauración nuestra a un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, podemos ver porqué es tan importante recibir la Palabra correspondiente a nuestro tiempo. Nos ha tocado a nosotros recibir la Palabra correspondiente a nuestro tiempo contenida en el Título de Propiedad, para que se materialice alrededor de esa Palabra la transformación de nuestro cuerpo.

Por eso es tan importante que se haga carne en cada uno de ustedes y en mí también esa Palabra revelada, contenida en el Título de Propiedad. Ese es el libro más misterioso de todos los libros de la Tierra y también del Cielo, porque ese es un libro celestial, es el Título de Propiedad. Adán lo tuvo y perdió el derecho a tenerlo y Dios lo tomó. Y vean, por unos seis mil años ha estado en la Diestra de Dios. Pero se ha estado cumpliendo el contenido de ese libro.

Si Adán no pecaba, Adán permanecía con ese Título, y por consiguiente iba a tener hijos e hijas de Dios. Pero por cuanto lo perdió, perdió el derecho a tener hijos e hijas de Dios, hijos e hijas de Dios con Vida eterna.

Pero ahora vean ustedes: Cristo, el Segundo Adán, es el que ha estado teniendo hijos e hijas de Dios; pero en la parte física, en cuerpos físicos eternos todavía; ha estado por estos dos mil años aproximadamente en la parte espiritual o invisible en la creación de hijos e hijas de Dios, o sea, naciendo hijos e hijas de Dios por creación divina, naciendo hijos e hijas de Dios en la sexta dimensión. Por eso estamos sentados en lugares celestiales con Cristo Jesús, Señor nuestro.

Ahora, espiritualmente hemos sido adoptados al recibir el Espíritu Santo y recibir así el nuevo nacimiento y recibir el cuerpo angelical, pero nos falta la Adopción física, que es nuestra transformación, para así físicamente estar como hijos e hijas de Dios con Vida eterna física en cuerpos glorificados, iguales todos a Jesucristo nuestro Salvador, y así todos ser a imagen y semejanza de Jesucristo, nuestro hermano mayor.

Si El logró obtener el cuerpo glorificado, lo lograremos también nosotros. O en palabras más claras, para que no se les haga tan difícil y no vayan a decir: “Esto es difícil para mí.” Si Dios logró tener un cuerpo glorificado, glorificar el cuerpo físico de Jesús, logrará glorificar nuestro cuerpo.

¿Ven? Así que no va a ser asunto nuestro sino de Dios. Por eso nos da Su Palabra correspondiente a nuestro tiempo, nos da la revelación divina para nuestro tiempo, que es la fe de Rapto, la revelación para ser transformados y raptados, la revelación del misterio del Séptimo Sello, la revelación contenida en la Voz de los Siete Truenos, para así darnos esa fe, esa revelación, para ser transformados y raptados con Cristo nuestro Salvador, e ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Cuando Cristo termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, entonces se pondrán más difíciles las cosas para la humanidad, entonces será que entrará la humanidad a la etapa de lloro y crujir de dientes. Pero para nosotros será más glorioso todavía, para nosotros será una entrada a las grandes bendiciones prometidas por Cristo, en donde obtendremos nuestra transformación, entraremos a Vida eterna física. Y ya ustedes no me verán con el cabello blanco, sino que me verán jovencito, representando de 18 a 21 años de edad; y cuando yo los mire a ustedes, lo que yo estaré mirando será una congregación de jóvenes de 18 a 21 años de edad.

Y cuando los muertos en Cristo resuciten, los que resucitarán serán jóvenes, ¿por qué? Porque entran a Vida eterna física juntamente con nosotros o nosotros con ellos.

Ahora, ellos dependen de nosotros, de que nosotros nos comamos la Palabra y se haga carne en nosotros esa Palabra, para que así ellos puedan llegar a la perfección, obtener la resurrección en cuerpos glorificados y ser perfectos, ser a imagen y semejanza de Jesucristo, y nosotros obtengamos nuestra transformación, que es la Adopción de hijos e hijas de Dios, y seamos jovencitos con cuerpos eternos y glorificados y seamos inmortales físicamente.

Ahora, vean dónde y quiénes son los inmortales: los inmortales son los que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en Su Nombre y reciben el Espíritu Santo. Cristo dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me ha enviado tiene Vida eterna, y no vendrá a condenación, más pasó de muerte a vida.” Ha entrado a inmortalidad, viene a ser inmortal, aunque su cuerpo físico muera, Cristo le dará un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Así que, hemos visto quiénes son los inmortales como Jesucristo: son los creyentes en Cristo, y ellos son los que reciben la Palabra de su tiempo, los de las edades pasadas las recibieron y los de nuestro tiempo reciben la Palabra de Cristo para nuestro tiempo, y la Palabra se hace carne en nosotros. Eso es lo que está sucediendo: la Palabra de Cristo se está haciendo carne en nosotros, la Palabra de Cristo en forma de Mensaje se está haciendo carne en nosotros, y el cuerpo angelical teofánico se hace carne en nosotros y nosotros nos hacemos la Palabra; la Palabra se hace carne en nosotros y nosotros nos hacemos la Palabra, la Palabra de nuestra edad.

Y lo que está sucediendo en el Programa de Dios es la Palabra haciéndose carne ¿en quién? ¿o en quiénes? En todos nosotros en la Edad de la Piedra Angular. La Palabra haciéndose carne en la Iglesia de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, en los miembros de la Iglesia de Jesucristo, en ustedes y en mí, en ustedes que están presentes y en ustedes también que están a través de Internet, en toda persona nacida de nuevo.

LA PALABRA HACIENDOSE CARNE.” Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión.

Estaré nuevamente con ustedes durante todo este mes, y todos los domingos estaré con ustedes.

Así que oren mucho por mí, para que Cristo me dé lo que debo hablar, y me dé todo lo que debo hablar en el Mensaje correspondiente al próximo domingo. También tenemos las actividades de los diferentes días, los miércoles y los viernes, en donde siempre tenemos algún video, un Mensaje en video, una conferencia en video, para que así puedan aprovechar estas conferencias que han sido dictadas en otros países, y puedan recibir sus beneficios.

Para el próximo domingo el tema será: “SIRVIENDOLE A DIOS EN TIEMPO PRESENTE.”

“SIRVIENDOLE A DIOS EN TIEMPO PRESENTE,” será el tema del próximo domingo.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde, y adelante recibiendo la Palabra, para que siga haciéndose carne en ustedes y en mí la Palabra de Dios correspondiente a nuestro tiempo, y nosotros continuemos haciéndonos la Palabra de Dios para nuestro tiempo.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, bendiciones espirituales y materiales sean sobre ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto Cristo se levante del Trono del Padre, tome el Título de Propiedad, lo abra en el Cielo y haga Su Obra de Reclamo, resucite a los muertos creyentes en El, y a nosotros nos transforme y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados hermanos y amigos presentes, y dejo nuevamente con ustedes a nuestro hermano Félix Caro para algún cántico y finalizar esta actividad dándole gracias a Cristo por Sus bendiciones.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y nuevamente nuestro hermano y amigo Félix Caro con ustedes.

LA PALABRA HACIENDOSE CARNE.”

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