Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es una bendición grande estar nuevamente con ustedes, para continuar en esta tarde teniendo compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Leemos en el libro de los Hechos, capítulo 15, versos 13 en adelante, donde dice… vamos a ver, verso 12 en adelante, dice (esto fue cuando San Pablo y Bernabé fueron a Jerusalén y estuvieron reunidos con los Apóstoles, y contaron lo que Dios estaba haciendo entre los gentiles), dice:
“Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles.
Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme.
Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre.
Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
Después de esto volveré
Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído;
Y repararé sus ruinas,
Y lo volveré a levantar,
Para que el resto de los hombres busque al Señor,
Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,
Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.”
El verso 14 es el que tomaremos para nuestro tema, donde dice:
“Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre.”
“TOMANDO UN PUEBLO PARA SU NOMBRE.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.
Así como Dios tomó al pueblo hebreo, el cual estaba esclavizado en Egipto, y lo libertó, lo redimió, y lo llevó a la Tierra prometida, y lo tomó así para Su Nombre, como el pueblo de los siervos de Dios; ahora Dios en el Nuevo Testamento ha estado tomando un pueblo para Su Nombre (el cual es el pueblo redimido por la Sangre de Cristo nuestro Salvador), el cual ha sido libertado del reino de las tinieblas.
Así como libertó al pueblo hebreo del reino del faraón, ahora ha libertado al pueblo tomado para Su Nombre en el Nuevo Testamento, lo ha libertado del reino de las tinieblas y lo ha tomado para Su Nombre; por esa causa es que ha recibido el Mensaje en el Nombre del Señor Jesucristo de etapa en etapa y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y así el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo ha sido invocado sobre este pueblo, porque es un pueblo que ha estado siendo tomado para Su Nombre.
Ahora vean, cuando Dios obró con el pueblo hebreo, reflejó todo lo que haría con este pueblo del Nuevo Testamento, el cual es el pueblo de los hijos e hijas de Dios.
Vean, San Pablo hablándonos de este pueblo en Romanos, capítulo 9, nos dice… vean ustedes aquí cómo Jacobo dijo que Dios ya había dado a conocer esto:
“Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.” Es el verso 18 del capítulo 15 del libro de los Hechos, lo cual habíamos leído.
Y ahora, vean cómo desde tiempo antiguo ya Dios había hablado de este pueblo que iba a llamar para Su Nombre. Dice en Romanos, capítulo 9, dice el Apóstol San Pablo, versos 21 en adelante, dice:
“¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?
¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,
y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,
a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
Como también en Oseas dice:
Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,
Y a la no amada, amada
Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío,
Allí serán llamados hijos del Dios viviente.”
El pueblo hebreo cuando rechazó a Cristo, rechazó la bendición de tener como parte del pueblo hebreo, naciendo en medio del pueblo hebreo, a los hijos e hijas de Dios, o sea, perdió la oportunidad de que Dios enviara esas almas, de los hijos e hijas de Dios, a nacer en medio del pueblo hebreo y ser hebreos por nacimiento.
En el capítulo 21 de San Mateo, verso 42 en adelante, dice:
“Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.
Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.”
O sea, la persona que cayere rendido a los pies de Cristo, la Roca, la Piedra del Angulo que fue rechazada por el pueblo hebreo, el que cayere rendido a los pies de Cristo será quebrantado, o sea, será compungido de corazón y reconocerá que es un pecador, se dolerá, se lamentará en su alma y se arrepentirá de sus pecados y obtendrá la Misericordia de Dios, porque será quebrantado en su corazón, así como fue establecido en Levítico, capítulo 23, donde nos habla del día de la expiación, en donde todo el pueblo tenía que ser compungido de corazón ese día para alcanzar la Misericordia de Dios.
Vean, capítulo 23 de Levítico, versos 26 en adelante, dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.”
¿Ven? Es un día para afligir las almas los seres humanos, los hijos de Israel; y ahora esto pasa a los gentiles también.
“Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.”
Y ahora, vean ustedes, este Día de la Expiación es para la reconciliación de las personas con Dios.
“Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”
Y ahora, Dios ha dado unos dos mil años aproximadamente hasta el momento, de Día de Expiación, pues la Expiación está allá en el Trono de Intercesión en el Cielo, donde Cristo como Sumo Sacerdote está haciendo Intercesión con Su propia Sangre; y mientras El esté allí, estamos en Día de Expiación, Día para ser reconciliados con Dios, eso es durante la Dispensación de la Gracia.
Ahora, vean ustedes, la persona tiene que reconocer que es un pecador, tiene que afligirse allá en su alma por ser un pecador y clamar a Cristo por Misericordia para que sus pecados sean perdonados, confesando a Cristo sus pecados para poder obtener el perdón de sus pecados y ser reconciliado con Dios.
Ahora, vemos también en Zacarías, donde nos habla también de esto en el capítulo 12, verso 10 en adelante, dice:
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.
En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-rimón en el valle de Meguido.
Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí;
los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí;
todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí.”
Ahora, vean ustedes cómo esto era una profecía que tenía que ser cumplida, y esta profecía comenzó a ser cumplida en medio del pueblo hebreo, y luego pasó a los gentiles y luego regresará nuevamente al pueblo hebreo donde ciento cuarenta y cuatro mil hebreos van a afligir sus almas y van a reconocer que rechazaron al Mesías en Su Primera Venida, y lo van a recibir en este tiempo final. Por lo tanto, van a tener gran llanto de arrepentimiento por haber pecado y haber crucificado a su Mesías, al pedir la muerte de Cristo, pedirle a Pilato que lo crucificara.
Ahora, encontramos que el Reino de Dios fue pasado a los gentiles, y ahora es la Iglesia del Señor Jesucristo la que tiene el Reino de Dios.
Y ahora, entre los gentiles está el Reino de Dios en la forma de la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde están naciendo de nuevo de edad en edad los hijos e hijas de Dios, que son el pueblo, el pueblo llamado para Su Nombre.
Y ahora, vean ustedes cómo está siendo llamado un pueblo para Su Nombre de edad en edad, a través de la predicación del Evangelio, en la cual el Espíritu Santo obra por medio de cada Mensajero en cada edad, y junto a cada Mensajero Dios coloca maravillosos colaboradores para trabajar en la Obra de Cristo de edad en edad, para que lleve el Mensaje por todos los lugares y sean llamados los que tienen Sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, los cuales son llamados para formar la Iglesia del Señor Jesucristo, y son el pueblo llamado para Su Nombre. ¿Ven lo sencillo que es todo?
Y ahora, cada uno de ustedes y yo también hemos sido llamados para Su Nombre en este tiempo final, para formar parte del Cuerpo Místico de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y vean, del pueblo del cual Dios dijo: “Este no es pueblo mío.” Ahora en medio de ese pueblo Dios está llamando para Su Nombre seres humanos. Y ahora Dios dice que el pueblo del cual dijo: “Este no es mi pueblo.” Ahora Dios dice: “Este es pueblo mío.” Como también en Oseas dice: “Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada. Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente.”
Y ahora, por eso es que entre los gentiles han estado siendo llamados por su nombre seres humanos, para recibir a Cristo como su Salvador, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibir el Espíritu Santo, y así ser sellados con el sello del Dios vivo y nacer en el Reino de Cristo, obtener el nuevo nacimiento y obtener el cuerpo angelical, y así ser las personas llamadas para Su Nombre.
En este tiempo Dios está llamando de entre los gentiles los últimos escogidos para Su Nombre en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular. Y también de entre los hebreos también entran de edad en edad hebreos para el Nombre del Señor Jesucristo, porque de ambos pueblos: hebreos y gentiles, Dios ha estado llamando para Su Nombre un pueblo, y ese pueblo viene a ser la Iglesia del Señor Jesucristo, ése es el pueblo llamado para Su Nombre, ése es el pueblo tomado por Cristo para Su Nombre. Por eso se predica en el Nombre del Señor Jesucristo la Palabra, y luego se bautizan las personas en el Nombre del Señor Jesucristo y así es invocado el Nombre del Señor sobre los creyentes, porque esas personas son un pueblo llamado para Su Nombre.
Y ahora, siendo que este pueblo es el que forma la Iglesia, es la Iglesia del Señor Jesucristo, y la Iglesia del Señor Jesucristo es un Templo Espiritual, así como Dios colocó Su Nombre en el tabernáculo que construyó Moisés y el Templo que construyó Salomón, El coloca en Su Iglesia Su Nombre.
Vean, en el templo estaba el Nombre de Dios, porque el Angel de Jehová estaba ¿dónde? En el templo de Dios, en el lugar santísimo, por lo tanto allí estaba el Nombre de Dios. Cuando Moisés construyó el tabernáculo, construyó un tabernáculo para Dios, por lo tanto construyó un tabernáculo para el Nombre de Dios; y cuando Salomón construyó un templo, construyó un templo para el Nombre de Dios, y ese Nombre estaba en el Angel de Jehová.
Y ahora, Cristo está construyendo un Templo para Dios, por consiguiente está construyendo un Templo para el Nombre de Dios, un Templo siendo construido con los que son llamados y tomados para Su Nombre.
Y ahora, podemos ver lo importante que es la Iglesia del Señor Jesucristo en el Programa de Dios, porque es un pueblo tomado para Su Nombre. En la Iglesia del Señor Jesucristo están los llamados de y por Su Nombre. Un pueblo llamado para Su Nombre está ¿dónde? En el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo. Los que componen la Iglesia del Señor Jesucristo son los llamados para Su Nombre.
Ahora, hemos visto que el Nombre de Dios está ¿dónde? En el pueblo llamado para Su Nombre, está en el Mensaje, está en el bautismo en agua, y está en ese Templo en el Lugar Santísimo en el Día Postrero, ahí es donde queda colocado el Nombre de Dios, que es el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre Nuevo de nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso dice:
“Al que venciere, yo le daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.” (Apocalipsis, capítulo 2, verso 17).
Y en Apocalipsis, capítulo… vean ahí quién es el que recibe y conoce ese Nombre: aquél que lo recibe. Siendo que esto es en el Cuerpo Místico de Cristo para ser colocado el Nombre del Señor Jesucristo, la Piedra no cortada de manos, tiene que esto ser efectuado en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo, para que quede el Nombre de la Piedrecita Blanca, el Nombre nuevo de esa Piedrecita Blanca quede ¿dónde? En el Templo Espiritual de Cristo, en el lugar que le corresponde, que es el Lugar Santísimo. Así como estaba en el Lugar Santísimo allá en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón; el Nombre de Dios estaba allí en el lugar santísimo, porque allí estaba el Angel de Jehová, el cual tiene el Nombre de Dios.
Ahora vean, Dios escribió sobre Su Angel Su Nombre.
Y ahora, en el Nuevo Testamento, vean ustedes, la promesa es que la Piedrecita Blanca, que es Cristo, tiene un Nombre Nuevo; y el que recibe la Piedrecita Blanca, Cristo en Su Segunda Venida, lo recibe con un Nombre Nuevo, el cual ninguno conoce sino aquél que lo recibe. Todos los teólogos conocen el Nombre del Señor Jesucristo, pero el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo no lo conocen; pero la promesa es que lo conocerá aquél que lo recibe. Y cuando se habla de un Nombre Nuevo, pues es un Nombre Nuevo.
Y ahora, así como Dios escribió sobre Su Angel, el Angel de Jehová, Su Nombre, porque el Nombre de Dios está en el Angel de Jehová, en el Antiguo Testamento; ahora veamos Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, lo que dice:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
Esa es la promesa de Cristo, por lo tanto habrá un Vencedor sobre el cual Cristo escribirá el Nombre de nuestro Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Su Nombre Nuevo; y ese Vencedor tiene que estar en el Día Postrero en el Templo Espiritual de Cristo, que es Su Iglesia, en la parte del Lugar Santísimo, que es la Edad de la Piedra Angular, y por consiguiente éste será el Mensajero de la Edad de la Piedra Angular, el Mensajero del Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo.
Y el único que califica para ser ese Vencedor y ser esa persona sobre la cual Cristo escriba Su Nombre Nuevo, y el Nombre de nuestro Dios y el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, el único que califica para esa bendición es el Angel del Señor Jesucristo. Así como el único que calificó para Dios escribir sobre El Su Nombre, fue el Angel de Jehová, el cual es Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora Cristo ha prometido escribir Su Nombre y Nombre de nuestro Dios, y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios sobre el Vencedor. El Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, Nombre Eterno de Dios y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, Nombre de la Nueva Jerusalén.
Ahora, podemos ver que hay una bendición muy grande para el pueblo llamado y tomado para Su Nombre, porque en ese pueblo es que Cristo escribirá el Nombre de nuestro Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Su Nombre Nuevo, lo escribirá en el Vencedor del Día Postrero, ése será el que vencerá al antricristo, ése será el que obtendrá la gran victoria en el Amor Divino.
Así como Cristo venció al diablo cuando Cristo murió, fue sepultado, bajó al infierno en cuerpo teofánico, y allí luchó con el diablo, El predicó allá en la quinta dimensión, el infierno, a los espíritus que estaban encarcelados allá, que fueron desobedientes en el tiempo de Noé, dice Primera de Pedro, capítulo 3, verso 17 al 22; y luego El tomó las llaves del infierno y de la muerte, se las quitó al diablo, y luego salió del infierno, pasó al Paraíso, y luego del Paraíso trajo con El en la resurrección a los santos del Antiguo Testamento.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 1, verso 18, dice… 17 al 18, dice:
“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades (o sea, las llaves del infierno y de la muerte).”
Por eso es que en Apocalipsis, capítulo 20, verso 1, dice:
“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.
Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;
y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.”
Ahora, vean cómo las llaves del infierno y de la muerte las tiene Cristo, El también dijo que tenía las llaves del Reino de los Cielos, las cuales dijo que le dio a San Pedro; también El tiene la llave de David, por lo tanto El es el que da lugar al Reino de David, y El es el que abrirá ese Reino de David, ese Reino Milenial, porque El es el heredero al Trono de David, y El tiene la llave de David, siendo El, el heredero. Y en ese Trono es donde Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21:
“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Vean, hay un paralelo entre Cristo y el Vencedor: en la misma forma en que el Padre hace con Jesús, Su Hijo, Jesucristo hace con el Vencedor.
Y ahora, encontramos que así como Cristo obtuvo la victoria en contra del diablo, ahora el Vencedor del Día Postrero obtendrá la victoria en contra del anticristo. Ahora, de eso no hablamos mucho para que no se interrumpa todo el Programa Divino; pero esa será la gran victoria en el Amor Divino.
Ahora, podemos ver que hay una gran bendición para el pueblo que es llamado para Su Nombre.
En Apocalipsis, capítulo 22, verso … en Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 (dice), en adelante:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”
¿Ve? En la misma forma en que Cristo recibió esa autoridad del Padre ahora la otorga al Vencedor, el cual para el Día Postrero será el Angel del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, ese será el único Angel Mensajero que obtendría, sería el único Angel Mensajero que obtendría autoridad sobre todas las naciones en su ministerio.
Ahora, en Apocalipsis, capítulo 21, verso 5 en adelante, dice:
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.”
Ahora, de todos los hijos de Dios por medio de Cristo, pues Cristo en Hebreos, capítulo 2, vean, San Pablo dice hablando de Cristo… dice capítulo 2, verso 10 en adelante, dice… 9 en adelante:
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria…”
¿Quién es el que llevará muchos hijos a la gloria? ¿Quién es el que llevará muchos hijos a ser perfectos a imagen y semejanza de Jesucristo? Jesucristo nuestro Salvador.
¿Y quién es el que llevará a la Casa de nuestro Padre Celestial muchos hijos e hijas de Dios para la gran Cena de las Bodas del Cordero? Jesucristo nuestro Salvador.
“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.”
Si El nos llama hermanos, entonces El es nuestro hermano mayor, y entonces nosotros somos esos hermanos menores más pequeños de los cuales El en San Mateo, capítulo 25, verso 31 al 46, dice: “Por cuanto lo hiciste a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hiciste.” ¿Quiénes son esos hermanos más pequeños? Los que pertenecen al pueblo de Su Nombre o para Su Nombre, los que pertenecen al pueblo llamado para Su Nombre, esos son los hermanos menores de Jesucristo, El es nuestro hermano mayor.
Por lo tanto: “…no se avergüenza de llamarlos hermanos,
diciendo:
Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
En medio de la congregación te alabaré.
Y otra vez:
Yo confiaré en él.
Y de nuevo:
He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.”
Todos los hijos de Dios han sido dados a Cristo para que Cristo los redima, los salve, los restaure a la Vida eterna. Por lo tanto, todos estos hijos e hijas de Dios vienen a Vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Salvador, son llamados y tomados para el Nombre del Señor, y forman un pueblo para Su Nombre, ese es el pueblo para Su Nombre.
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.”
Y ahora, Cristo destruye al diablo, el cual tenía el imperio de la muerte.
Y ahora, encontramos que Cristo tiene las llaves del infierno y de la muerte, y por consiguiente El resucitará a todos creyentes en El, porque pertenecen al pueblo llamado para Su Nombre.
Cuando llegue el momento preciso que será cuando se complete el número de los escogidos de Dios en la Iglesia de Jesucristo, entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, terminará Su Obra de Intercesión como Sumo Sacerdote, y tomará el Título de Propiedad, el Libro de la Vida del Cordero, y llevará a cabo la Obra de Reclamo, y entonces resucitará a los muertos creyentes en El, y a nosotros los que permanezcamos vivos nos transformará, esto es para el pueblo llamado para Su Nombre.
Y ahora, este pueblo llamado para Su Nombre son Reyes y Sacerdotes del Reino de Dios, que tenían que venir a la Tierra en carne humana, para recibir a Cristo como su Salvador; estos son el Israel Celestial, que son como las estrellas del Cielo.
Y ahora, encontramos que esta bendición de tener los hijos e hijas de Dios, la perdió el pueblo hebreo: de tener todos los hijos e hijas de Dios como parte de la nación hebrea; y por eso desde que rechazaron a Cristo han estado naciendo no solamente en medio del pueblo hebreo, sino entre los gentiles, las almas que son de Dios, hijos e hijas de Dios, para ser llamados por medio de la predicación del Evangelio para el Nombre del Señor Jesucristo.
Ahora, Dios no ha rechazado para siempre al pueblo hebreo, cuando termine de llamar al pueblo para Su Nombre de entre los gentiles, y termine la Obra entre los gentiles, entonces Dios llamará ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, pero no pertenecerán a la Iglesia del Señor Jesucristo, no serán de los escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo, vendrán a ser los siervos de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Como los eunucos en los reinos de la antigüedad servían al rey y a la reina, servían a la reina, así servirán los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos a la Iglesia del Señor Jesucristo; y durante el Reino Milenial será donde ellos llevarán a cabo una labor mayor en favor de la Iglesia del Señor Jesucristo, pero ellos son escogidos, son predestinados para ser del grupo bendecidos de Dios del pueblo hebreo para este tiempo final.
Por lo tanto, de un momento a otro cuando se complete el número de los escogidos de Dios en la Iglesia de Jesucristo, entonces Dios llamar esos ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu. Dios no permitió al Rvdo. William Branham ir al pueblo hebreo para llevarles el Mensaje, porque no era el tiempo para Dios llevar esos ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, tiene que ser después que se haya completado la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ahora, podemos ver el misterio por el cual ni le permitió a Pedro ni a San Pablo ni a los demás Apóstoles ni a los siete Angeles Mensajeros convertir el pueblo hebreo a Cristo, pero de entre los hebreos Dios llamó personas para Su Nombre también, para formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo. Pero la conversión del pueblo hebreo como nación no podía llevarse a cabo, porque eso corresponde a este tiempo final, cuando ya haya entrado hasta el último escogido de Dios en el Cuerpo Místico de Jesucristo, nuestro Salvador.
Y ahora, encontramos que este pueblo llamado para Su Nombre son los que reciben a Cristo como su Salvador, se arrepiente de sus pecados, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en Su Nombre, y reciben el Espíritu Santo y obtienen el nuevo nacimiento, y obtienen el cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión; ese cuerpo angelical es la imagen de Dios, es imagen de Dios, es a imagen de Dios, es igual al cuerpo angelical de Dios, es igual al cuerpo teofánico de Jesucristo; y luego recibiremos la semejanza física de Dios, que es el cuerpo glorificado de Jesucristo.
Un cuerpo glorificado recibiremos y entonces todos estaremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador. En Jesucristo nuestro Salvador está la imagen y semejanza de Dios; la cual es el cuerpo angelical la imagen, y el cuerpo glorificado la semejanza; y de esa misma clase de cuerpo teofánico angelical es que Cristo nos da, cuando nos da el bautismo del Espíritu Santo, y obtenemos el nuevo nacimiento; y de la misma clase de cuerpo glorificado que Cristo tiene nos dará Dios cuando nos transforme, y a los muertos en Cristo cuando los resucite, porque esta es una promesa para el pueblo llamado para Su Nombre. Por eso es tan importante ser parte de ese pueblo tomado para Su Nombre.
Y ahora, ¿dónde están los pertenecientes a este pueblo tomado para Su Nombre en este tiempo final? Pues aquí estamos en esta tarde, glorificando a Jesucristo nuestro Salvador y escuchando Su Palabra; esto es así porque somos un pueblo tomado para Su Nombre, por eso es que hemos sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y por eso es que todo lo que hacemos, ya sea de palabra o de hechos, lo hacemos todo en el Nombre del Señor Jesucristo.
“TOMANDO UN PUEBLO PARA SU NOMBRE.”
Eso es lo que Cristo ha estado haciendo de edad en edad: llamando un pueblo para Su Nombre. Este pueblo que es llamado para Su Nombre, vean, es formado por personas que son llamadas por el Espíritu Santo a través de la predicación del Evangelio, y vienen a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ahora, cuando Dios llamó al pueblo hebreo de Egipto, lo llamó para Su Nombre, y con ese grupo de esclavos formó una nación, en el Monte Sinaí le dio Sus leyes, porque un pueblo tiene que tener sus leyes, y los encaminó a la tierra donde los establecería como una nación libre y soberana.
Y ahora, Dios está llamando un pueblo para Su Nombre de entre los gentiles, y también entran de entre los hebreos a ese pueblo llamado para Su Nombre, porque de ambos pueblos: hebreos, pueblo hebreo y los gentiles, El está formando Su Cuerpo Místico de creyentes, que es el pueblo llamado para Su Nombre.
Ahora vean, en medio del pueblo hebreo, el pueblo hebreo tuvo 12 tribus; la tribu de José, por cuanto José tenía la Bendición de la Primogenitura, siendo el hijo primogénito por medio de su esposa amada con la cual se casó, la cual fue Raquel, aunque le habían dado a la hermana de Raquel, Lea, pero esa no fue con la cual Jacob se casó; por lo tanto, Rubén, el cual fue el primogénito a través de Lea no pudo obtener la Bendición de la Primogenitura, como tampoco Esaú pudo obtener la Bendición de la Primogenitura. Ahora, aunque había nacido primero, pero vean, la bendición vino a Jacob.
Y ahora, encontramos que Rubén aunque fue el primogénito, el primero que nació a Jacob pero a través de Lea, no pudo obtener la Bendición de la Primogenitura, sino que pasó esa bendición a José; y la Bendición de la Primogenitura tiene una doble porción, por eso la tribu de José forma dos tribus, o sea, la bendición de José se compone de la tribu de Efraín y de la tribu de Manasés, ¿ven? Una doble porción de tribu, tribal.
Ahora, encontramos que en Manasés está representado el pueblo hebreo, y en Efraín está representada la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, en Génesis, capítulo 48, cuando Jacob bendice a los hijos de José, porque José fue a donde su padre Jacob, el cual ya estaba enfermo y postrado en cama; José sabiendo que le faltaba poco para morir, fue para buscar la Bendición de la Primogenitura, y fue con sus hijos Manasés y Efraín, para que Jacob echara la bendición sobre ellos. Y vean lo que sucedió aquí: capítulo 48, verso 14 en adelante, dice:
“Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito.
Y bendijo a José, diciendo (¿ven? Está bendiciendo a José, que es el hijo de Jacob, está bendiciendo a José al bendecir a los hijos de José)…
Y bendijo a José diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día,
el Angel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra.
Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.
Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.
Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.”
Siendo que Manasés representa al pueblo hebreo, el pueblo hebreo aquí tiene la promesa que será un pueblo engrandecido por Dios, será un pueblo con la bendición de Dios. Pero siendo que Efraín representa a la Iglesia del Señor Jesucristo, la Iglesia del Señor Jesucristo será un pueblo mayor, y dice: “Formará multitud de naciones.” Así como el pueblo hebreo fue formado por los patriarcas, los descendientes de los patriarcas formaron las tribus, y esas tribus fueron reconocidas por los nombres de los hijos de Jacob; y la tribu de José por cuanto tenía una doble bendición, la tribu de José es conocida también como la tribu de Manasés y la tribu de Efraín. La tribu de Manasés y la tribu de Efraín es la tribu de José.
Y ahora, por cuanto Efraín representa la Iglesia del Señor Jesucristo, la Iglesia del Señor Jesucristo será un pueblo mayor. “Pero su hermano menor será más grande que él,” será más grande que el pueblo hebreo la Iglesia del Señor Jesucristo. “Y su descendencia formará multitud de naciones.”
Y ahora, tenemos a los Apóstoles, tenemos a los Angeles Mensajeros de las siete edades, y el Angel del Señor Jesucristo para la Edad de la Piedra Angular, todos esos hombres de Dios con el grupo de su tiempo para el Reino Milenial y para la eternidad estarán formando esas naciones de ese reino.
Y ahora, vean ustedes cómo reyes también saldrán de Efraín, reyes para muchas naciones. Esto está conforme a la promesa que Dios hizo a Abraham. En la promesa que Dios hizo a Abraham, veamos capítulo *17, verso 15 en adelante, dice del Génesis:
“Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre.
Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella.”
Y ahora, tenemos que hay una bendición grande para Abraham: todos los creyentes en Cristo son hijos de Abraham por la fe en Cristo. De eso nos habla el Apóstol San Pablo en Gálatas, capítulo 3, y también Gálatas, capítulo 4, por lo tanto son hijos de Abraham y por consiguiente son hijos e hijas de Dios bajo el Nuevo Pacto en el cual han sido llamados y tomados como un pueblo para Su Nombre.
Y ahora, esos son los que aparecen en Apocalipsis, capítulo 5, verso 9 en adelante, donde dice:
“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
Esos son los que están tipificados en Efraín y su descendencia, porque en Efraín y su descendencia están tipificados la Iglesia del Señor Jesucristo con todos los hijos de Cristo en la Iglesia de Jesucristo, y es ahí donde está la bendición grande, la Bendición de la Primogenitura. Por eso es que los llamados para Su Nombre, que son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, son los que tienen una doble bendición, vean, una doble bendición en todo, una bendición doble en cuanto a cuerpo teofánico angelical y cuerpo físico glorificado; esa es una doble bendición que El ha prometido para nosotros, primero nos da el cuerpo angelical teofánico, y luego nos dará el cuerpo físico glorificado, y así nos habrá dado la imagen y semejanza de Jesucristo.
Y tienen también bendición en medio del pueblo hebreo y en medio de los gentiles en el glorioso Reino Milenial de Cristo, y es con los llamados para Su Nombre que Cristo formará multitud de naciones para el Reino Milenial y para la eternidad, así como formó un pueblo: el pueblo hebreo, con las doce tribus de Israel.
Y ahora con el grupo de cada edad y el Mensajero de cada edad formará esas naciones y continentes para el glorioso Reino Milenial y luego en la eternidad.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que hay para el pueblo que es llamado para Su Nombre.
Y ahora, ¿dónde ese pueblo llamado para Su Nombre? Pues aquí estamos glorificando a Cristo y recibiendo Sus bendiciones en este tiempo final. Ese es el pueblo de los Reyes y Sacerdotes y Jueces para el Reino Milenial y para la eternidad, esos son los santos del Altísimo, esos son los que vienen con Cristo, el Jinete del Caballo Blanco, y vienen en caballos blancos y vestidos de lino blanco finísimo.
Ahora, podemos ver que este grupo llamado para Su Nombre es el grupo más importante de los Cielos y de la Tierra, porque es el grupo de Jesucristo nuestro Salvador, los hijos e hijas de Dios, con los cuales Cristo reinará en la Tierra sobre el planeta Tierra completo, incluyendo al pueblo hebreo, incluyendo el reinado de Cristo sobre el pueblo hebreo como Hijo de David y también sobre los gentiles, y reinará sobre todo el Universo con el pueblo llamado para Su Nombre, los cuales en ese Reino con el cual o bajo el cual estará el Universo completo, reinaremos con Cristo no solamente sobre la Tierra sino sobre el Universo completo, ¿por qué? Porque somos un pueblo llamado y tomado para Su Nombre, es el pueblo donde el Nombre del Señor está, y es el pueblo que para este tiempo final tendrá aun el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, porque este es el tiempo donde Cristo es el Novio Celestial, se casa con Su Novia terrenal, que es Su Iglesia; y cuando se casan los novios, siempre ahí es donde la novia se convierte en la esposa y obtiene el nombre de su esposo; ahí lo obtiene, lo hereda.
Así que, vean ustedes porqué el Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo y de la Ciudad de nuestro Dios, lo tendrá también la Iglesia del Señor Jesucristo: porque ese es el pueblo llamado y tomado para Su Nombre; y si es llamado y tomado para Su Nombre, pues tiene que tener Su Nombre en El.
Hemos visto este misterio de un pueblo para Su Nombre, el cual Cristo está tomando durante todos estos años, desde el Día de Pentecostés hasta este tiempo final. El ha estado tomando un pueblo para Su Nombre, por eso es el Templo Espiritual de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, vean ustedes lo sencillo que es: cuando lo registraron a usted al nacer, pusieron, le pusieron un nombre a ese cuerpecito que nació, porque ese cuerpecito es el templo humano terrenal suyo, y por eso el nombre que le colocan a usted lo colocan en su cuerpo, y dicen: “Nació el día tal en tal lugar fulano de tal.” Y lo que nació fue el cuerpecito físico, pero ahí nació, ahí vino a existencia en esta dimensión terrenal usted que es alma viviente.
Y ahora, por cuanto la Iglesia del Señor Jesucristo es el Cuerpo Místico de Cristo, el Templo Espiritual de Cristo, pues tiene que Cristo colocar Su Nombre en Su cuerpo, Su Templo Espiritual, como Dios colocó en Jesucristo Su Nombre, porque es el Templo humano de Dios. Por eso Cristo dijo: “Destruyan este Templo y en tres días lo levantaré.” Las personas pensaron que estaba hablando del templo literal, pero El estaba hablando de Su cuerpo, que es el Templo de Dios en el cual Dios moró en toda Su plenitud; y Dios va a morar en toda Su plenitud en Su Templo Espiritual, Su Iglesia en este tiempo final, y eso es la Adopción para los hijos e hijas de Dios, para el pueblo llamado para Su Nombre.
Ahora, hemos visto: el misterio del pueblo que es llamado para Su Nombre, el cual es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesto por los creyentes en Cristo.
“TOMANDO UN PUEBLO PARA SU NOMBRE.”
Es un privilegio grande pertenecer a ese pueblo llamado para Su Nombre, y es la bendición más grande que usted puede tener: pertenecer a ese pueblo que es llamado para Su Nombre, el cual Cristo está tomando de etapa en etapa. Y en este tiempo final El está llamando y tomando los últimos escogidos de Dios para Su Nombre. Ya, pienso que están —digamos— no menos de tres cuartas partes del pueblo llamado para Su Nombre del Día Postrero, pero nos falta todavía un grupo pequeño de llegar, de ser llamados y juntados en el Cuerpo Místico de nuestro amado Señor Jesucristo.
Cristo no puede tener un Templo incompleto, tiene que estar completo ese Templo espiritual, ese pueblo llamado para Su Nombre. Por lo tanto, Cristo sigue tomando un pueblo para Su Nombre, y nosotros seguiremos trabajando en la Obra de Cristo para que El continúe tomando un pueblo para Su Nombre, hasta que se complete ese pueblo, esa Iglesia que formará multitud de naciones.
Así que, en el gran Reino Milenial, veremos como cada Angel Mensajero con su grupo estará en el territorio que le corresponde, y ese será un rey con el grupo de escogidos de su edad. Por eso le dijeron al Rvdo. William Branham cuando El estuvo en el Paraíso y lo colocaron sobre un lugar alto, y luego le dijeron… él preguntó porqué hacían eso con él, y ellos le dijeron: “Porque tú en la Tierra fuiste un líder.” Fue el líder de ellos.
Y ahora, le dijeron también: “Nosotros estamos esperando aquí la Venida del Señor, cuando El venga te juzgará a ti primero, y luego regresaremos a la Tierra contigo y seremos tus súbditos.” ¿Por qué? Porque el Mensajero viene a ser el rey, y el grupo de su edad el pueblo que estará con ese Mensajero.
Ahora, vean ustedes, formarán cada grupo con su Mensajero una nación, y ya eso va a ser distribuido en la forma correcta.
Vean, cada uno de esos grupos con su Mensajero será un pueblo poderoso, ¿ven? La Iglesia del Señor Jesucristo es la que forma multitud de naciones, luego el pueblo hebreo es una sola nación; pero la Iglesia del Señor Jesucristo formará multitud de naciones.
Por lo tanto, cuando estemos en el Reino Milenial podremos decir: “Vamos a ir a la nación de San Pablo o a la de Ireneo (y así por el estilo), o a la del rey San Pablo, a la del rey Ireneo (y así por el estilo).” Va a ser algo maravilloso el Reino Milenial, será tan maravilloso que no hay palabras para expresar la bendición tan grande que tendremos en ese Reino Milenial.
Estamos pasando por esta etapa terrenal en donde somos probados, y en donde confirmamos nuestro lugar en la Vida eterna, y somos identificados como el pueblo llamado para Su Nombre, es una etapa donde sufrimos, pero lo que aquí se sufre no es comparable con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada por Jesucristo nuestro Salvador.
Así como Dios probó al pueblo hebreo durante cuarenta años por el desierto, ha estado la Iglesia de Jesucristo pasando por esa etapa de prueba durante las siete edades, y ahora estamos en una etapa donde entraremos a la Tierra prometida del nuevo cuerpo, del cuerpo glorificado, y luego iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y luego regresaremos a la Tierra después de tres años y medio de fiesta en las Bodas del Cordero, mientras en la Tierra estarán pasando por la gran tribulación. Pero luego regresaremos con Cristo para el glorioso Reino Milenial, en donde entraremos todos a ese Reino Milenial, a la nueva tierra del Reino Milenial, a la tierra prometida del nuevo Reino.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que tienen los llamados y juntados como pueblo para Su Nombre, lo que ha sucedido con cada uno de ustedes y conmigo es que El nos ha tomado como pueblo para Su Nombre, y sigue llamando gente para ser pueblo Suyo, ser pueblo para Su Nombre, eso es lo que ha estado sucediendo desde el Día de Pentecostés hacia acá, hasta que se complete el pueblo para Su Nombre, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; luego Dios comenzará a tratar de nuevo con el pueblo hebreo.
“TOMANDO UN PUEBLO PARA SU NOMBRE.”
Eso es lo que está Cristo haciendo desde el Día de Pentecostés hacia acá, y por eso usted ha sido llamado y colocado en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, que es el pueblo llamado para Su Nombre.
Que las bendiciones de Cristo, el Angel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre cada persona perteneciente al pueblo llamado para Su Nombre, o sea, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y se materialicen en ustedes y en mí todas las bendiciones prometidas para el pueblo llamado para Su Nombre; y pronto se complete ese pueblo, la Iglesia de Jesucristo, y pronto Cristo se levante del Trono del Padre, resucite a los muertos creyentes en El y nos transforme a nosotros los que vivimos y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Hemos visto en este tema: “TOMANDO UN PUEBLO PARA SU NOMBRE.” La hilaridad (Nota – Ilación) o el hilo de pensamiento divino que hay entre este Mensaje y el que tuvimos en la mañana, porque ha sido un Mensaje por el mismo hilo del pensamiento divino del que tuvimos en esta mañana, que fue: “SIGUIENDO EL CONSEJO SABIO DE DIOS.”
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde, y dejo nuevamente con todos ustedes a nuestro hermano Félix Caro para continuar y finalizar.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“TOMANDO UN PUEBLO PARA SU NOMBRE.”