Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
En este primer domingo del año 2003 tendremos un tema muy importante, donde yo espero que Dios me ayude mucho, ya que es un tema en donde, si Dios nos permite ver lo que contiene ese tema, estaremos viendo todo el Programa que Dios está llevando a cabo en nuestro tiempo y cómo es que Dios lo está llevando a cabo.
En el libro del profeta Daniel, capítulo 10, verso 10 en adelante, dice:
“Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.
Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.
Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.
He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.
Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido.
Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.
¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento.
Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció,
y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
Él me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.
Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL MISTERIO DE LOS ARCÁNGELES MIGUEL Y GABRIEL”. Ese es nuestro tema para esta ocasión.
Así como en el planeta Tierra hay diferentes órdenes o diferente orden en medio de los seres humanos y en los gobiernos humanos, donde encontramos que hay reyes (en los países que tienen reyes), y hay gobernadores también o virreyes en diferentes naciones también, que representan al rey principal…; y hay también presidentes, y hay gobernadores en la nación donde hay un presidente, y hay también alcaldes, y así por el estilo.
Ahora, en el Reino celestial, en el mundo invisible, en el Reino de Dios, Dios tiene diferentes posiciones, tiene arcángeles, tiene querubines, tiene serafines, y así por el estilo; y todo está bien ordenado en el Reino de Dios.
Ahora, encontramos que de muy pocos seres de esa dimensión invisible a la vista humana, del Reino de Dios, se mencionan los nombres de ellos. Tenemos muy pocos, como el Arcángel Miguel, el cual se encargó del funeral de Moisés.
En Judas, capítulo 1, verso 9, dice:
“Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda”.
Y ahora, vean ustedes, el diablo quería apoderarse del cuerpo de Moisés, pero el Arcángel Miguel se encargó del cuerpo de Moisés. Siempre Dios envía ángeles cuando va a partir un profeta de Dios, y también cuando va a partir un creyente en Dios.
Como dijo Cristo cuando habló del rico y de Lázaro: al rico no fueron los ángeles de Dios para tomarlo en la hora de su muerte y llevarlo al Seno de Abraham, pero cuando Lázaro fue a morir, fueron ángeles y lo llevaron al Seno de Abraham; Cristo dice: “… y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”1. Pero el rico cuando murió, luego cuando llegó al lugar que le correspondía, adonde llegó fue al infierno.
Y por consiguiente, así como los ángeles de Dios llevan al Paraíso a los hijos de Dios cuando terminan su vida aquí en la Tierra, los ángeles del maligno, ángeles caídos, los ángeles del diablo y del reino del diablo, se llevan a los que no son creyentes en Cristo; los llevan ¿a dónde? A la quinta dimensión, que es el infierno.
Ahora, encontramos que cuando Moisés murió, el Arcángel Miguel era el Arcángel a cargo de llevar a Moisés al Seno de Abraham, y también se encargó del cuerpo de Moisés. Si el diablo se apoderaba del cuerpo de Moisés, el diablo convertiría el cuerpo de Moisés en un objeto de adoración y, por consiguiente, de idolatría.
Como hicieron también con la serpiente de bronce que Moisés levantó en el desierto2; luego, en la tierra prometida, en uno de los reinos o etapas del reino, encontramos que el pueblo iba a adorar a la serpiente de bronce; esa serpiente de bronce tipificaba a Cristo, pero ya el tiempo para ese tipo y figura, ya había terminado; no era para adorar la serpiente sino para dar una mirada de fe a la serpiente, cuando fue levantada en el desierto.
Y por cuanto el pueblo iba luego (ya cuando estaban en la tierra prometida), iba y adoraban a esa serpiente de bronce en adoración idólatra, el rey que servía a Dios despedazó esa serpiente de bronce y quitó así la adoración a la serpiente de bronce3; pues el diablo se había aprovechado para hacer que el pueblo hebreo cayera en idolatría con algo que había servido su propósito allá en el desierto.
Y si tomaba el cuerpo de Moisés, lo convertiría en un santo, para que la gente fueran a adorarlo y para que fueran a orarle y pedirle cosas, hacerle peticiones a él. Pero el Arcángel Miguel fue encargado por Dios para tomar el cuerpo de Moisés; y dice la Escritura que nadie sabe el lugar donde Dios lo enterró. Eso está por Deuteronomio (el último capítulo), capítulo 34, verso 1 en adelante, dice:
“Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó; y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan,
todo Neftalí, y la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental;
el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar.
Y le dijo Jehová: Esta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá.
Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová.
Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy”.
¿Quién dice aquí que lo enterró? Dios. Y Judas dice que fue el Arcángel Miguel el que se encargó del cuerpo de Moisés.
“Disputando con él (contra el diablo) por el cuerpo de Moisés”, dice Judas, capítulo 1, verso 9.
Ahora, encontramos que el Arcángel Miguel es el Arcángel de la presencia de Dios, es el Arcángel de la diestra de Dios, así como también el Arcángel Gabriel. Son Arcángeles de la diestra de Dios, son Arcángeles de la presencia de Dios, y son Arcángeles que están delante de la presencia de Dios; y son los Arcángeles a través de los cuales Dios se manifiesta tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, por eso los encontramos tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.
Esos son los Dos Olivos en el Cielo, que están delante de la presencia de Dios, esos son los Arcángeles principales en el Cielo, son los seres principales que Dios tiene.
Por eso es que el reverendo William Branham, hablando acerca del Arcángel Miguel, dijo en más de una ocasión acerca de este Arcángel lo siguiente… en el libro de Citas (que contiene diferentes extractos de mensajes del reverendo William Branham), en la página 9 dice:
73 – “Y en aquel tiempo Miguel estará de pie, el gran príncipe. Miguel era Cristo, desde luego, que peleó las guerras angelicales en el Cielo con el diablo. Satán y Miguel pelearon en contra uno del otro. Él dijo, cuantos fueron hallados escritos en el Libro, fueron libertados (eso está en Daniel, capítulo 12, verso 1 en adelante)”.
También en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 12, aparece también el Arcángel Miguel para pelear contra el diablo. Dice capítulo 12, verso 7 en adelante, dice:
“Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;
pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.
Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”.
Aquí podemos ver que en el Nuevo Testamento aparece de nuevo el Arcángel Miguel.
Y ahora, encontramos que siendo que estos dos Arcángeles Miguel y Gabriel son los Ángeles de la diestra de Dios, son los Ángeles que están delante de la presencia de Dios: son los Ángeles del poder de Dios, son los Ángeles a través de los cuales el poder de Dios es manifestado.
Estos Ángeles estaban en el monte Sinaí cuando fue dada la Ley de fuego a Moisés para darla al pueblo hebreo. Por eso es que dice el apóstol Pablo en Hebreos, capítulo 2 [verso 2]:
“Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,
¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”.
Y ahora, encontramos que la Palabra dicha por los Ángeles en el monte Sinaí fue firme. En el libro de los Hechos también dice, en el capítulo 7, verso 53:
“… vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis”.
Por disposición de Ángeles fue dada la Ley al pueblo hebreo. Y en Deuteronomio 33, verso 1 en adelante, dice de la siguiente manera:
“Esta es la bendición con la cual bendijo Moisés varón de Dios a los hijos de Israel, antes que muriese.
Dijo:
Jehová vino de Sinaí,
Y de Seir les esclareció;
Resplandeció desde el monte de Parán,
Y vino de entre diez millares de santos,
Con la ley de fuego a su mano derecha.
Aun amó a su pueblo;
Todos los consagrados a él estaban en su mano”.
Y ahora, aquí dice el profeta Moisés, el cual estuvo en el monte Sinaí, y él vio —y siendo profeta él veía en la otra dimensión—, y él dice que Dios vino de entre diez millares de santos.
Y ahora, encontramos que en el monte Sinaí estaba el mismo Ángel de Jehová que le apareció a Moisés y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”; y Él fue el que libertó al pueblo hebreo, fue el Ángel de Jehová a través de Moisés; y era el Ángel de Jehová el que hablaba a través de Moisés.
En el Ángel de Jehová estaba Dios, porque el Ángel de Jehová es Cristo en Su cuerpo angelical; y, por consiguiente, fue Cristo en Su cuerpo angelical a través del profeta Moisés el que libertó al pueblo hebreo. Él fue también el que dio la Ley de fuego a Moisés para el pueblo hebreo.
Él también fue aquel Varón con Su espada en Su mano que le apareció a Josué en el capítulo 5. Veamos en el libro de Josué, capítulo 5, verso 13 al 15, donde dice:
“Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?
Él respondió: No; mas como Príncipe del Ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?
Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo”.
Y ahora, el Príncipe de los Ejércitos de Jehová, vean ustedes, es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que libertó al pueblo hebreo a través del profeta Moisés.
En el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical, estaba Dios en toda Su plenitud. Por lo tanto, Dios por medio de Su cuerpo angelical, que es el Ángel de Jehová, Cristo en Su cuerpo angelical, obró en el Antiguo Testamento y libertó al pueblo hebreo, le dio la Ley de fuego en el monte Sinaí, y le dio ordenanzas y leyes a Moisés para el pueblo hebreo; y luego los colocó, los llevó a la tierra prometida y los estableció allí. Josué se encontró con el Ángel de Jehová, el Príncipe de los Ejércitos de Jehová.
Y ahora, Él fue el que enterró a Moisés, Él fue el que se encargó de Moisés y Él es el que está a cargo de todos los escogidos de Dios.
Ahora, encontramos que el Arcángel Miguel y el Arcángel Gabriel son los Ángeles que están delante de la presencia de Dios, y son los Ángeles a través de los cuales se manifiesta Dios en todo Su poder.
Y estos Ángeles, por cuanto son Ángeles en sus cuerpos teofánicos angelicales en quienes Dios está y se manifiesta, pueden estos Ángeles, o Dios usando Sus Ángeles Miguel o Gabriel, puede Dios manifestarse a través de Moisés o a través de cualquiera de los profetas que Dios envía.
Y eso es lo que está en Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, donde dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los Ejércitos”.
Y ahora, Dios hablaba al pueblo hebreo por medio de Su Espíritu Santo a través de Sus profetas.
Y ahora, en Éxodo, capítulo 23, dice verso 20 en adelante:
“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.
Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.
Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir”.
Y ahora, encontramos que el Ángel de Jehová es el Ángel enviado por Dios y es el Ángel donde está el Nombre de Dios; y ese Ángel es Cristo en Su cuerpo angelical. Por eso cuando vino en carne humana, Él dijo: “Yo he venido en nombre de mi Padre”4.
Ahora, encontramos que Dios colocó en Su Ángel Su Nombre, porque el Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Dios; y el cuerpo angelical de Dios es Cristo en Su cuerpo angelical, porque Cristo es la imagen del Dios viviente, y la imagen es el cuerpo angelical teofánico de Dios. Y Él hace a Sus Ángeles espíritus5.
¿Ven? El cuerpo angelical de Dios es un cuerpo espiritual, el cual no puede ser visto o tocado con nuestras manos porque está en otra dimensión, no es tangible; pero muchos profetas lo han visto; y profetas como Jacob se agarraron del Ángel; porque ellos, siendo profetas, podían ver y podían actuar en esa otra dimensión.
Ahora, encontramos que el Ángel de Jehová, teniendo el Nombre de Dios, el cual es YHWH, cuando vino en carne podía decir: “Yo he venido en Nombre de mi Padre”. Y podía decir: “El Padre y yo una cosa somos”6.
Esa fue la forma en que Dios se hizo carne en medio de la raza humana y vino a ser así Emanuel (que traducido es: Dios con nosotros)7, como había sido prometido por Dios a través del profeta Isaías en el capítulo 7, verso 14. Así fue como el Verbo se hizo carne, se encarnó, el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas; el cual era, es y será, la Luz que alumbra a todo hombre. Él dijo:
“Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida (la Luz de la vida eterna)”8.
Y Cristo es la Luz de la vida eterna, el cual imparte Su Espíritu Santo a todos los que lo reciben; y así recibe la persona la Luz de la vida eterna. Y también es el Agua de la vida eterna9, que salta para vida eterna, lo cual es el bautismo del Espíritu Santo.
El Día de Pentecostés descendió el Espíritu Santo, y lenguas de fuego se posaron sobre los creyentes, como había sido prometido por Dios a través del profeta Juan el Bautista cuando dijo, hablando de Jesús: “Este es el que yo dije que vendría después de mí un Varón, el cual es mayor que yo”.
Él dijo: “Yo les bautizo en agua, en bautismo de arrepentimiento; pero el que viene después de mí, Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”. Él dijo también: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Todo esto está en San Juan, capítulo 1, verso 28 en adelante (vamos a ver… San Juan, capítulo 1 les dije, verso 28… solamente voy a verificarlo aquí), verso 28 al 37.
Y ahora, encontramos que Dios se hizo hombre, se hizo carne, y habitó en medio de la raza humana en la persona de Jesús nuestro Salvador; y ahí estaba Dios en alma, espíritu y cuerpo físico de carne; el cuerpo de Jesús nuestro Salvador en espíritu: cuerpo angelical, el cuerpo angelical de Cristo, el cual es el Ángel de Jehová.
Y ahí podemos ver el misterio de Dios en Cristo; ese es el misterio del Padre y de Cristo. Dios en Cristo hecho hombre para reconciliar consigo mismo al ser humano. Ninguna otra persona podía realizar la Obra de Redención para reconciliar al ser humano con Dios.
Ahora, encontramos que es, todavía, para la ciencia religiosa (que es la teología), todavía es un misterio el Arcángel Miguel y el Arcángel Gabriel, y cuánto más los otros arcángeles.
Ahora, encontramos que los Arcángeles Gabriel y Miguel son los Arcángeles de la presencia de Dios: dondequiera que ellos estén, Dios está allí manifestado; porque Dios se manifiesta a través de esos Arcángeles, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.
Y Dios manifestado en esos Arcángeles puede usar profetas, y a través de esos profetas manifestarse con esos cuerpos de esos Arcángeles.
Ahora, encontramos que esto es algo muy pero que muy grande, pero muy sencillo para ser entendido hasta por los niños.
Ahora, veamos algo que dijo el reverendo William Branham en el mensaje “El Ángel y Su comisión”10, dice… Esto fue predicado en el año – en noviembre 2 del 1947, en Phoenix, Arizona, Norteamérica. Página 6, párrafo 37 y 38, dice:
“[20] Por lo tanto, al tiempo de la persecución de Israel, entonces Dios tenía un Ángel para venir a la Tierra. Pero antes que Él tuviera el Ángel para venir, Él tenía a un muchachito que había nacido allí, de nombre Moisés. ¿Es eso correcto? Y este muchachito (Moisés) nació con un nacimiento peculiar; y entonces a la edad de madurez, él fue enviado para libertar a los hijos de Israel, porque ellos estaban en esclavitud. Y Dios le dijo a él antes que se fuera: ‘Yo enviaré mi Ángel delante de ti’.
Ahora, Dios pudiera haber enviado el Ángel, Él pudiera haberlo hecho, y Él pudo dejar que el Ángel mismo viniera. Pero en lugar de eso, Él envió al Ángel a hablar a través de la voz de un hombre”.
El Ángel de Jehová hablaba a través de la voz de Moisés, Dios le dijo: “Yo estaré con tu boca, y Yo pondré mis palabras en tu boca y tú hablarás lo que Yo te diga”11.
“Dios siempre usa al hombre para Su Obra. Él no usa organizaciones o todo lo demás, y cosas mecánicas; pero Él usa al hombre. El Espíritu Santo cae sobre el hombre, ese es el instrumento de Dios aquí sobre la Tierra.
21 Él fue el primero que tuvo la jurisdicción sobre la Tierra (o sea, el hombre; Adán fue el que tuvo esa jurisdicción sobre la Tierra). ¿Es eso cierto? Sobre todos los animales. Y él perdió su poder. Y se nos enseña en la Biblia que lo que el primer Adán perdió, el segundo Adán, Cristo, lo restauró de nuevo a la raza humana”.
Sigue diciendo… vamos a ver… en la página 7 vamos a leer dentro de unos momentitos – dentro de un momentito, algo muy importante ahí.
Hemos visto que el Ángel de Jehová, el cual es el cuerpo angelical de Dios, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, a través del profeta Moisés estuvo manifestado; y cuando Moisés hablaba la Palabra de Dios, era nada menos que Dios por medio de Su cuerpo angelical hablando a través del profeta Moisés; por eso le acompañaba a Moisés la Columna de Fuego.
Y ahora, Moisés quería ver la gloria de Dios, y Dios le dijo en una ocasión en el capítulo 33 y en el 34 del Éxodo…, Moisés lo vio, Dios le había dicho…, Moisés quiso ver la gloria de Dios y Dios le dijo: “No me podrá ver hombre, no podrá ver mi rostro ningún hombre, no me verá hombre y vivirá; por lo tanto, no podrás ver mi rostro, porque no me verá hombre y vivirá”. Le dijo: “Pero yo te voy a colocar sobre la hendidura de la peña, yo voy a pasar y tú vas a ver mis espaldas (o mi espalda)”.
¿Ve? Iba a ver la espalda de Dios como la espalda de un hombre, porque iba a ver a Dios en Su cuerpo angelical, que es el Ángel de Jehová, el cual apareció en el Antiguo Testamento en diferentes ocasiones y a diferentes personas.
Y ahora, encontramos que este Ángel de Jehová, el cual está en la Columna de Fuego y que era visto en algunas ocasiones…; pero vean, aparecía en una columna de fuego, una luz, y desde esa luz hablaba; pero era Dios hablando.
Pero cuando Moisés vio la espalda de Dios, él vio a un hombre; ese era el Ángel de Jehová, el cuerpo angelical de Dios a través del cual Dios hablaba. Por lo tanto, Moisés pudo ver de espalda al que le hablaba en diferentes ocasiones.
Luego también encontramos a Josué, que pudo ver al que le hablaba a Moisés y el que le hablaba a Josué también, lo pudo ver con Su espada en la mano.
También encontramos al padre de Sansón: Manoa, y a la madre de Sansón: la señora Manoa… (Ese es el nombre de ella, porque la esposa lleva el apellido de su esposo; al casarse recibe un nuevo nombre: el apellido de su esposo; y aun todo el nombre del esposo, también ella es portadora de ese nombre).
Y ahora, encontramos que ellos vieron al Ángel de Jehová, y Manoa dijo: “Hemos de morir, porque hemos visto a Dios cara a cara”, y él sabía que Dios le había dicho a Moisés: “No podrás ver mi rostro, porque no me verá hombre y vivirá”.
Y ellos habían visto a Dios cara a cara, habían visto el rostro de Dios al ver al Ángel de Jehová; pero lo que ellos habían visto era el cuerpo angelical de Dios, el cuerpo teofánico de Dios. En palabras más claras, ellos habían visto al Espíritu Santo.
Y encontramos que en el libro… eso está en Jueces, capítulo 13.
También en Ezequiel, capítulo 9, encontramos al Varón vestido de lino blanco con el tintero en su cintura para sellar a todos los que claman en la ciudad, a todos los que temen a Dios; ese es el Espíritu Santo también.
Ahora, encontramos que Dios por medio de Su Espíritu (que es el Ángel de Jehová) habló a través de los profetas. Dice el apóstol San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.
Vean, Dios habló a los padres hebreos por medio de los profetas; era Dios por medio de Su Espíritu Santo, Dios por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, hablando a través de los profetas. Y ahora, dice:
“… en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.
Dios hizo el universo por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová.
“… el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.
Se sentó ¿dónde? En el Trono de Dios; y por consiguiente esa es la primera ocasión y única ocasión en que un hombre, un cuerpo físico pero glorificado, se sienta en el Trono de Dios.
Ahora, ese Trono —siendo el Trono de Dios— es el Trono del Espíritu Santo; por consiguiente, ese Trono celestial ha sido ya ocupado por el Ángel de Jehová, que es Cristo, el cual tiene Su cuerpo físico glorificado.
Ahora, encontramos que en todo este misterio, vean ustedes, encontramos los Arcángeles de Dios, Gabriel y Miguel, que son los Arcángeles de la presencia de Dios, los cuales están delante de Dios, están en la presencia de Dios; y Dios, cuando tiene que llevar algo a cabo en la Tierra muy importante, envía Sus Arcángeles Miguel y Gabriel.
Vean ustedes, en el Nuevo Testamento como en el Antiguo Testamento aparecen los Arcángeles Miguel y Gabriel.
El libro del profeta Daniel es uno de los libros que da más luz acerca del Arcángel Miguel y del Arcángel Gabriel, y luego el otro libro es el libro del Apocalipsis, y el Evangelio según San Lucas, en el capítulo 1.
Ahora, encontramos que para los cambios del reino de los gentiles han estado presentes los Arcángeles Gabriel y Miguel.
En el tiempo del profeta Daniel, dice el Arcángel Gabriel al profeta Daniel, que él (el Arcángel Gabriel) estuvo luchando, peleando contra el príncipe de Persia. Está aquí: capítulo 10, verso 13, dice:
“Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia”.
Ahora, vean ustedes cómo Gabriel y Miguel pelearon, lucharon contra el príncipe de Persia. Está el príncipe de Persia físico, pero también está el príncipe de Persia espiritual, que es un ángel caído del reino de las tinieblas.
Así como está organizado este mundo (con naciones, pueblos, y también tienen lenguas, idiomas, tienen reyes, también otros países, tienen presidentes, y tienen gobernadores dentro de esas naciones, y tienen alcaldes…), en el Reino espiritual, tanto el de Dios (que es administrado por Cristo), y también el reino de las tinieblas, el reino del maligno, tienen un orden de gobierno en el mundo espiritual.
Esos reinos tienen su forma de gobierno; y esos reinos espirituales, esos reinos influyen sobre la raza humana y sobre los reinos de esta Tierra.
Encontramos que el reino de las tinieblas ha estado gobernando la raza humana desde que el ser humano cayó en el Huerto del Edén; o sea que el mundo espiritual de las tinieblas, el mundo espiritual del reino del maligno, de Lucero, el arcángel o ángel caído, se apoderó de la raza humana, del planeta Tierra y del gobierno de este planeta Tierra.
Por eso encontramos que la condición a nivel mundial es triste y es fuera de las leyes divinas, porque es el reino de las tinieblas el que gobierna a la humanidad y ha engañado a la humanidad.
Ahora, el reino de las tinieblas va a ser quitado y va a ser establecido el Reino de Dios en la Tierra en medio del pueblo hebreo y sobre todas las naciones. La capital será Jerusalén, y allí estará el Trono terrenal de Dios, al cual Cristo es heredero, el cual es el Trono de David.
Y ahora, encontramos que ese Reino de Dios fue el reino que Dios le dio a David; y el Trono de Jehová, de Dios, terrenal, es el trono de David, al cual luego fue heredero el rey Salomón, el hijo de David, el cual fue tipo y figura de Cristo, el Hijo de David.
Y ahora, nosotros somos parte de ese Reino, y somos reyes y herederos con Cristo, de ese Reino; por eso estaremos con Cristo en ese Reino terrenal.
Ahora, encontramos que el diablo, el cual era un ángel o arcángel llamado también Lucero o Lucifer, quiso tener un reino más hermoso que el Reino de Miguel, y se levantó en contra de Miguel; y hubo una guerra en el Cielo. Pero Miguel con Sus Ángeles le ganó la batalla y obtuvo la victoria en el Cielo.
De los grandes Arcángeles militares del Reino de Miguel, el mayor después de Miguel es Gabriel. Por eso ustedes ven que Gabriel dice que lo ayudó Miguel, el que está por el pueblo de Israel, el Príncipe. Dice: “Vuestro Príncipe”, le dice a Daniel, el cual es hebreo y el cual es descendiente de la tribu de Judá.
Daniel era un príncipe, el cual fue llevado en el cautiverio a Babilonia.
Ahora, veamos, dice aquí el verso 14. Ya leímos el 13, del capítulo 10 de Daniel. Verso 14, continuamos leyendo aquí. Dice:
“He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días”.
Los postreros días son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Y ahora, por cuanto ya estamos en el séptimo milenio, las profecías correspondientes a este tiempo final, al Día Postrero, al séptimo milenio, son las que tienen que ser cumplidas conforme a estas profecías dadas por el Arcángel Gabriel, al cual siempre yo le llamo: “El Arcángel profeta de la sexta dimensión”.
“Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido.
Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios (y ahora vean, ‘uno con semejanza de hombre tocó mis labios’). Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.
¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento.
Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció,
y me dijo: Muy amado, no temas”.
Y ahora, “el que tenía semejanza de hombre”. Por eso este que tiene semejanza de hombre es llamado Gabriel; porque Gabriel significa ‘Varón, hombre de Dios’. Tiene que ver su nombre con lo que él es. También significa su nombre: ‘fuerza de Dios’ o ‘la fuerza de Dios’. También tiene otros significados, porque su nombre tiene que ver con la fuerza, el poder de Dios, y tiene que ver también con su semejanza.
También encontramos en el capítulo 8, verso 15 en adelante, dice:
“Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión y procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí uno con apariencia de hombre.
Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a este la visión”.
Y ahora, Daniel escucha una voz de entre las riberas del Ulai (las riberas del río), que gritó y dijo: “Gabriel, enseña a este la visión”. Le gritó al que tenía semejanza de hombre, que estaba delante del profeta Daniel, y le dijo, le ordenó que le mostrara, le enseñara a este la visión.
“Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin.
Mientras él hablaba conmigo, caí dormido en tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me hizo estar en pie.
Y dijo: He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso es para el tiempo del fin”.
Y ahora, le va a mostrar el Arcángel Gabriel a Daniel lo que ha de venir en el fin de la ira de Dios.
Ahora, en el capítulo 9, verso 20 en adelante, el profeta Daniel está orando por su pueblo, el pueblo hebreo; dice:
“Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios;
aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel…”.
Y ahora, le dice “el varón Gabriel”. Varón pues es hombre: “El hombre Gabriel”.
“… cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.
Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.
Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones”.
Y ahora vean, el profeta Daniel estaba orando por sus pecados y por los pecados del pueblo, para que Dios lo perdonara a él y perdonara al pueblo de Dios: el pueblo hebreo; y ahora le aparece el Arcángel Gabriel enviado por Dios, porque es uno de los Ángeles de la presencia de Dios, de los que están en la presencia de Dios, y vino a Daniel para mostrarle toda esta revelación divina de las cosas que sucederán para el pueblo hebreo durante esas setenta semanas.
Cuando Cristo murió ya se estaba viviendo en la mitad de la semana setenta; y allí se detuvo la semana setenta porque el pueblo hebreo había rechazado a Cristo, el Mesías, y había pedido Su muerte.
Los otros tres años y medio de la semana setenta…, pues cada semana consta de siete años, un año por cada día de la semana; y los otros tres años y medio, o sea, la otra mitad de la semana setenta, se cumplirá durante el tiempo de la gran tribulación, donde Dios estará tratando con 144.000 hebreos que recibirán a Cristo como su Salvador.
Y ahora, esas personas entrarán al Reino del Mesías en lo espiritual primero; y luego, cuando mueran durante la gran tribulación los 144.000 hebreos, luego cuando termine la gran tribulación, cuando termine la semana número setenta, los últimos tres años y medio, que son los que corresponden a la gran tribulación, Cristo los resucitará, y entrarán físicamente al Reino Milenial de Cristo; y serán los eunucos que estarán a cargo de cuidar y servir a la Reina; y la Reina es la Iglesia del Señor Jesucristo, que estará con Cristo en el Reino Milenial.
Ahora, encontramos que el Arcángel Gabriel es el Arcángel de la revelación divina; por lo tanto, siendo el Arcángel de la revelación divina…
La revelación que fue dada al profeta Daniel, fue dada por el Arcángel Gabriel. La revelación que fue dada al sacerdote Zacarías, fue dada por el Arcángel Gabriel, cuando le habló del nacimiento de Juan el Bautista, el cual sería – vendría a ser hijo del sacerdote Zacarías y de su esposa Elisabet; ella era estéril y ya avanzada en edad, y el sacerdote Zacarías era ya anciano, era ya viejo (dice él mismo). “Pero no hay ninguna cosa imposible para Dios”12, dice el Arcángel Gabriel.
Vean, el Arcángel Gabriel habla palabras positivas para el pueblo de Dios: “No hay ninguna cosa imposible para Dios”.
Con esas mismas palabras le levantó la fe a María, y María dijo: “Hágase conforme a Tu Palabra”. Esto fue cuando luego le apareció a la virgen María en el mismo capítulo 1 de San Lucas, versos 26 al 38, y le dijo que ella iba a tener un niño, un hijo, iba a dar a luz un hijo, y Dios le daría – y sería llamado Hijo de Dios, Hijo del Altísimo; y Dios le daría el Trono de David, su Padre, y Él reinaría sobre el pueblo, sobre Su pueblo Israel, le dijo a la virgen María. Dice, capítulo 1, verso 31 en adelante [San Lucas]:
“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús”.
¿Quién fue el que reveló el nombre de la Primera Venida de Cristo, el nombre que usaría Cristo en Su Primera Venida, el nombre que usaría el Ángel de Jehová al venir hecho carne en medio del pueblo hebreo, el nombre que tendría el Verbo hecho carne en medio del pueblo hebreo? El Arcángel Gabriel; él tenía la revelación de cuál era el nombre del Mesías en Su Primera Venida.
¿Será que sabrá o no sabrá cuál será el nombre del Verbo en Su Segunda Venida? Pues Él viene con un Nombre que nadie entiende sino Él mismo, y Su Nombre es el Verbo de Dios; el Verbo viniendo, el Verbo viniendo a la Iglesia del Señor Jesucristo, el cual es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.
Cristo dijo que Él tiene un Nombre Nuevo, por lo tanto Él viene con un Nombre Nuevo el cual nadie entiende sino Él mismo. Esa es la Piedra que vio el profeta Daniel viniendo, y al venir hiere la imagen que vio el rey Nabucodonosor, la hiere en los pies de hierro y de barro cocido.
Esa misma piedra es de la cual Cristo habla en Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, cuando dice: “Al que venciere le daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en ella escrito un nombre nuevo…”. Vamos a ver, para darlo tal y como está aquí, tal y como se la dio esta revelación el Ángel de Jesús a Juan, el discípulo amado. Capítulo 2, verso 17, dice:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Es el Espíritu Santo el que trae el Mensaje para las iglesias, y lo da siempre al ángel de cada edad.
“Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.
El que recibe esa Piedrecita blanca es el que recibe también el Nombre que trae la Piedrecita blanca, así como el que recibió al Ángel de Jehová, al Ángel del Pacto en carne humana, fue el que y en el cual fue colocado el Nombre que tiene el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el Ángel sobre el cual y en el cual Dios colocó Su Nombre. Y cuando se hizo carne, allí estaba el Nombre de Dios que tenía el Ángel de Jehová; ahora estaba en el velo de carne donde estaba el Ángel de Jehová.
Y ahora, el que recibe esta Piedrecita blanca, que es Cristo, el Ángel del Pacto en Su Segunda Venida, por cuanto viene con un Nombre Nuevo, el que recibe esa Piedrecita blanca es el que conocerá el misterio del Nombre Nuevo que trae la Piedrecita blanca en Su Segunda Venida.
También en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice:
“Al que venciere, yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Y ahora, Cristo aquí dice que tiene un nombre nuevo, y Él lo va a escribir sobre el Vencedor, al cual hará columna en el Templo de nuestro Dios; y escribirá sobre él el Nombre de nuestro Dios, el Nombre Eterno de Dios, y escribirá sobre él el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios. El Nombre de la Ciudad de nuestro Dios es el mismo Nombre de Dios, y el Nombre Nuevo de Jesús.
Ahora vean, en una casa, cuando usted pasa por una casa y conoce quién es el dueño de esa casa, dice: “Esa es la casa de fulano de tal”. ¿Ven? La casa tiene el nombre aunque no todo el mundo le escribe el nombre (algunas veces sí, usted ve escrito el nombre en la casa del dueño de la casa).
Y ahora, Dios no va a ponerle el nombre de Su Ciudad, Él no le va a poner el nombre de otra persona, sino Su propio Nombre. Y ahora, ese Nombre es el que Cristo escribirá sobre el Vencedor, y Su Nombre Nuevo.
El misterio del Nombre Nuevo del Señor, el único que lo conocerá claramente, totalmente, será aquel que lo recibe: “Nadie entendía ese Nombre sino Él mismo”13. “Y su nombre es: el Verbo de Dios”14.
Por lo tanto, el Nombre del Verbo de Dios estará siendo dado y escrito sobre aquel en quien estará el Verbo de Dios manifestado en el Día Postrero, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino.
Y ahora, solamente hay dos personas en las cuales el Nombre de Dios sería manifestado, aunque en tipo y figura fue manifestado en otras personas del pasado.
Por ejemplo, en Josué fue manifestado el nombre de Jesús, porque Josué significa ‘Salvador’, ‘Redentor’; y Jesús significa ‘Salvador’, ‘Redentor’. El nombre Jesús es en griego, pero el nombre de Jesús en hebreo es Josué.
Y ahora, encontramos que, vean, Josué, el que llevó el pueblo hebreo al otro lado del Jordán, y el cual también era el que estaba al frente de los Ejércitos del pueblo hebreo, y el cual era ayudado por Dios… Ahora encontramos que ese fue el que vino a recibir el nombre que Dios le reveló a Moisés cuando Moisés quiso saber el nombre en Éxodo, capítulo 3, verso 13 en adelante.
Dios a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová, cuando Moisés quiso saber el nombre…, porque si le preguntaban cuál es Su nombre: “¿Qué les diré?”, dice Moisés a Dios. Dios le dice: “Yo soy el que soy, y dirás – les dirás: Yo soy me envió a vosotros”.
Cuando buscamos ese Nombre en los originales o en el original, es YHWH, ahí está contenido el Nombre de Dios.
Y ahora, encontramos que en la Primera y Segunda Venida de Cristo, el Nombre de Dios está prometido para ser manifestado, tanto en la Primera Venida de Cristo como en la Segunda Venida de Cristo.
Y ese misterio no se los puedo dar a conocer a ustedes todavía; tengo que mantener todo esto, todo este misterio que corresponde a la Segunda Venida de Cristo y Su Nombre Nuevo, con un Nombre Nuevo, tengo que dejarlo quietecito así, como va hasta el momento; pero consciente que estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos.
Cuando fue abierto en el Cielo el Séptimo Sello hubo silencio como por media hora, para que no se interrumpiera el Programa que está dentro del Séptimo Sello; y en el Cielo, cuando fue abierto ese Séptimo Sello, en el capítulo 8 del Apocalipsis, supieron cuál era el misterio del Séptimo Sello, supieron, conocieron el misterio de la Segunda Venida de Cristo, pero tuvieron que guardar silencio.
Ese es el misterio del cual Cristo dijo que ni los ángeles en el Cielo conocían, ni aun el Hijo conocía. Cristo no lo conocía, Jesús no lo conocía, hasta que fue resucitado glorificado (de ahí en adelante…), y luego ascendió al Cielo; de ahí en adelante sí, pero antes de eso no.
Ahora, ese misterio envuelve la Segunda Venida de Cristo con un Nombre Nuevo. Ese misterio también contiene la revelación, la fe para ser transformados y raptados. Ese misterio del Séptimo Sello está dentro de la revelación de los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante; y los Siete Truenos es la Voz de Cristo como el León de la tribu de Judá, Cristo con el Librito abierto en Su mano.
El Séptimo Sello en el Cielo es abierto cuando Cristo toma el Título de Propiedad, y eso es cuando haya terminado Su Obra de Intercesión; luego se va a saber, se va a dar a conocer abiertamente a la Iglesia de Jesucristo el misterio del Séptimo Sello, y todo lo que hay dentro del misterio del Séptimo Sello.
Y en toda la Obra del Séptimo Sello, que es la Obra de Cristo para el Día Postrero, estarán presentes los Arcángeles Miguel y Gabriel con Sus Ejércitos, y estarán con la Iglesia del Señor Jesucristo.
Miguel es el Arcángel que está por el pueblo hebreo, el Israel terrenal, y por consiguiente también está con el Israel celestial; y también el Arcángel Gabriel.
Ahora, encontramos que estos Arcángeles son los más importantes, los que tienen el rango más alto en el Ejército de nuestro amado Señor Jesucristo. En el Ejército de Dios, estos son los que tienen la posición más alta.
Por eso es que el reverendo William Branham dice que Miguel es Cristo, el cual peleó las batallas celestiales; por eso también aparece en Apocalipsis, capítulo 12, peleando en contra de Satanás, y venciéndolo. Como lo había hecho en la primera batalla, en donde lo venció, luego lo vence nuevamente en el Cielo; y lo vencerá en la Tierra también.
¿Y cómo lo va a vencer en la Tierra? En la Tierra el diablo estará encarnado en el anticristo, el hombre de pecado; y Cristo en Su Segunda Venida, viniendo con Su Iglesia, ya resucitados los muertos en Cristo y nosotros transformados, Cristo al venir luego, al final de la gran tribulación, luego que las Bodas y la Cena del Cordero en el Cielo ha terminado, luego regresaremos con Cristo a la Tierra, y Cristo quitará al anticristo, al hombre de pecado, y quitará el reino del anticristo, y establecerá Cristo Su Reino en esta Tierra.
Durante la gran tribulación es el tiempo de la ira de Dios sobre la raza humana, la cual para ese tiempo estará bajo los juicios divinos porque ya no habrá Sangre en el Trono de Intercesión en el Cielo; y por consiguiente el Trono celestial será un Trono de Juicio, y traerá al mundo a juicio por sus pecados: a las naciones por sus pecados como naciones, y a los seres humanos que quedarán en la gran tribulación los traerá a juicio por sus pecados.
Y por cuanto la paga del pecado es muerte, la muerte vendrá sobre la raza humana; y por eso vendrán los terremotos, maremotos, tormentas, y también una guerra atómica; y la raza humana sufrirá los juicios divinos por sus pecados: las personas como individuos, y las naciones como naciones (por sus pecados como naciones).
Y será un tiempo de angustia cual nunca fue desde que hay seres humanos sobre la Tierra. Será un tiempo paralelo al tiempo del diluvio, pero no será un diluvio de agua sino de fuego, lo que vendrá sobre la raza humana.
Y esto está tan cerca que todo eso se cumplirá en este siglo que ya comenzó. Y será tan cerca el tiempo en que caerá el juicio divino sobre la raza humana, que la presencia del precursor de la Segunda Venida de Cristo con el espíritu y virtud de Elías por cuarta ocasión, y la manifestación de los Dos Olivos, serán la señal del fin del tiempo, del fin del siglo; y será el tiempo en donde la cizaña será atada en manojos y echada al horno de fuego, a la gran tribulación, para ser quemada por el fuego, del cual Malaquías dice en el capítulo 4 de Malaquías, verso 1 en adelante:
“… he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho Jehová de los Ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”.
Va a ser un tiempo muy terrible para la raza humana, para las personas que quedarán aquí para la gran tribulación. Pero para los escogidos de Dios no habrá problemas, porque ya los que partieron serán resucitados en cuerpos eternos, glorificados, y nosotros los que vivimos seremos transformados; y nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y escaparemos de esos juicios divinos.
¿Por qué? ¿Dios hace acepción de personas? No, es que los que han sido lavados con la Sangre de Cristo no tienen pecados, y por consiguiente no tienen que pasar por los juicios divinos de la gran tribulación; porque los juicios de la gran tribulación es a causa del pecado de los seres humanos y de las naciones, que será visto delante de Dios, porque para ese tiempo ya la Sangre de Cristo no estará en el Trono de Intercesión; pero ya nosotros estaremos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ahora, cuando Cristo termine de traer a Su Iglesia hasta el último escogido, Él se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo; y en el Cielo habrá grande jubileo, pero en la Tierra habrá gran sufrimiento.
Pero para los escogidos será un tiempo glorioso, porque ese es el tiempo en que seremos transformados; y luego estaremos en la Tierra de 30 a 40 días en esa manifestación plena de Dios, en donde todo lo que Él ha prometido: la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación nuestra, se cumplirá; y la Visión de la Carpa que vio el reverendo William Branham se cumplirá plenamente; grandes maravillas y señales serán hechas, porque Dios estremecerá este mundo y manifestará Su poder en toda Su plenitud.
Por lo tanto, estarán los Arcángeles de Su poder, de Su diestra: los Arcángeles Miguel y Gabriel, manifestados en la Tierra; y por medio de ellos Dios va a hacer grandes cosas.
Al reverendo William Branham le acompañaba un Ángel, así como le acompañaba al profeta Moisés el Ángel de Jehová.
El Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical, era el que hacía las señales, los milagros y los juicios divinos sobre los egipcios; y el que hablaba a través del profeta Moisés.
El Ángel que acompañaba al reverendo William Branham, el cual le aparecía en una luz verde amarillosa, o sea, color ámbar, dijo el reverendo William Branham; ese Ángel, vean ustedes, aparecía en esa luz; pero en muchas ocasiones lo vio salir de esa luz y aparecerle al reverendo William Branham en la forma de un hombre de unos seis pies (6’)15 de estatura, atlético, de cabello negro y largo (hasta los hombros), de manos grandes, fuerte, como de 200 libras aproximadamente (que son unos 100 kilos aproximadamente, 90 o 100 kilos).
Y vean ustedes algo aquí, un detalle muy importante: tenía también ojos oscuros; o sea, no tenía ojos azules sino ojos oscuros. Vamos a ver, aquí él nos cuenta cómo le apareció cuando él estuvo en una cueva orando, dice…
Él nunca lo había visto personalmente pero fue el que apareció en esa luz cuando el hermano Branham nació, fue el que también le hablaba y le daba visiones desde que era un niñito muy pequeño o un bebé todavía.
Parece que a los 18 meses por ahí, parece que ya tenía visiones (o eran 18 meses, o dos años y medio; eran como unos 18 meses, creo yo), y le habló también a los 7 años de edad desde un árbol.
Y cuando bautizó en el año 33, en el mes de junio, cuando estaba bautizando un grupo de personas las cuales se habían convertido a Cristo en esa campaña que él dio en ese tiempo, allá en Jeffersonville, Indiana; luego cuando los llevó al río a bautizarlos, cuando estaba bautizando la persona número 17, bajó del cielo una luz, una estrella, una luz, y le habló; se posó sobre él y le habló y le dijo:
“Así como Juan el Bautista fue el precursor de la Primera Venida de Cristo, tú lo serás de la Segunda Venida de Cristo”. También él dice: “Tu Mensaje lo será de la Segunda Venida de Cristo”16.
Esto es porque el Mensaje y el mensajero son una misma cosa.
Y ahora, desde esa luz… Y él encontraba que esa Luz le hablaba. Así como le habló a Saulo de Tarso una luz más fuerte que la luz del sol, y le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coses contra el aguijón”. Eso está en el libro de los Hechos, capítulo 9, y el libro de los Hechos, capítulo 22.
Y Saulo pregunta a Ese que le habla desde esa luz, sabiendo que era el mismo que le había aparecido en esa luz a Moisés, y le había dicho: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”…
Y ahora le aparece a Saulo de Tarso, el cual perseguía a los cristianos, y le pregunta: “Señor…”. O sea, lo reconoce como que es el Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, le reconoce como Elohim; y le pregunta: “Señor, ¿quién eres?”. Y esa Luz le dice: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.
Y ahora, Jesús está en esa luz en la cual estaba en el Antiguo Testamento, y en la cual le apareció al profeta Moisés y le habló al profeta Moisés y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto.
Cristo dijo: “Salí de Dios y vuelvo a Dios; salí del Padre y vuelvo al Padre”17. Y también Cristo había dicho: “Glorifícame con aquella gloria…”. Vamos a ver. En San Juan, orando Cristo dice en el capítulo 17 de San Juan, versos 4 en adelante, dice:
“Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra”.
Y ahora, Cristo aquí pide ser glorificado con aquella gloria que tuvo con el Padre antes que el mundo existiera.
Y ahora, cuando le aparece a Saulo de Tarso, le aparece como le había aparecido a Moisés en esa Columna de Fuego, en esa luz más fuerte que la luz del sol.
Ahora, encontramos a Jesucristo en medio de Su pueblo manifestado en la Columna de Fuego.
Y ahora, el Ángel que aparece a Pedro también, en la cárcel18, y también el Ángel que aparece a Felipe19, y el Ángel que aparece a San Pablo cuando estaba en el barco que se estaba por hundir a causa de la tormenta que lo estaba azotando…; vean, Pablo dice que el Ángel de Dios le apareció, fue enviado a él, y le dijo que la embarcación iba a ser destruida, se iba a perder, pero ninguno de los pasajeros iba a morir; y dice a todos los tripulantes que no teman, que tengan ánimo, que coman, que el Ángel que Dios había enviado – que el Señor le había enviado Su Ángel a él para decirles estas cosas. Eso está en el libro de los Hechos20.
Ahora, veamos aquí en el mensaje “El Ángel y Su comisión”, del cual les leí una parte (fue predicado en noviembre 2 del 1947 en Phoenix, Arizona, en Norteamérica, por el reverendo William Branham), hablándonos de este Ángel, dice:
“25 Esto viene por vibraciones en la mano”.
O sea, él conocía las enfermedades que tenían las personas porque él colocaba la mano sobre la persona (sobre la mano de la persona), o la persona en la mano del hermano Branham; y ahí venían las vibraciones, y la mano se ponía de acuerdo a la enfermedad que tenían las personas; y él conocía qué enfermedad tenía la persona, y oraba por la persona, ordenaba que fuera quitada la enfermedad; y luego la mano, el brazo del hermano Branham, volvía a la normalidad si la persona quedaba sanada.
Si no sanaba la persona, el brazo continuaba igual; por lo tanto, él hacía una oración por la persona y le decía que se fuera creyendo. Y la persona luego podía quedar sana, si permanecía creyendo; dependía de la fe de la persona.
Ahora, veamos, continuemos aquí leyendo, dice:
“El mismo Dios que envió Su Ángel ante Moisés, el Ángel aquí, eso es cierto. Yo trato de ser sincero. Ahora, yo quiero que sepan esto para que yo salga antes de la mañana. Yo no sé, pero en el cuarto esa noche cuando Él vino…”.
O sea, eso fue cuando le apareció y lo envió con un ministerio de sanidad divina por el mundo entero, cuando le apareció en forma visible. Ahora él dice:
“Él me apareció a mí muchas veces en una forma de una estrella (o sea, el Pilar de Fuego), yo lo he visto muchas veces; pero cuando vino visiblemente, eso era un hombre…”.
El que le hablaba desde esa luz, cuando le apareció visiblemente, era un hombre.
“… eso era un hombre que aparentemente pesaría como doscientas libras (son unos 80 kilos).
Un poco más de hace dos años yo estaba sentado en mi cuarto. Estaba leyendo en mi pequeña Biblia Scofield, y oí algo. Primero yo vi una luz, y pensé que era un automóvil que había volteado en la esquina; pero eso se volteó, pero se puso más brillante; y yo miré a la puerta y no había ningún automóvil, pero oí algo venir como esto [el hermano Branham toca el podio cuatro veces –Ed.]… yendo, caminando.
Y yo miré, y la luz se hizo más grande. Y solo arriba de mí colgando una gran estrella (o sea, una Luz, una gran estrella, la Columna de Fuego), y la luz era como de un tipo de más verde, entre verde y amarilla, estaba brillando sobre el piso.
Y a través de esa luz vino caminado un hombre que parecía, así como lo dije antes, que pesaría doscientas libras, un hombre grande. Él no tenía barba sobre su rostro; así como la pintura de Cristo la tiene (o sea, no tenía barba como Cristo en la pintura de Hofmann)”.
También el reverendo William Branham dice en una ocasión que este no es el Señor Jesucristo; porque él dice que este Ángel le dijo a él: “¿No dijo nuestro Señor: cuando ores, entra en tu cámara secreta? ¿No dijo nuestro Señor así?”21. Al decir: “¿No dijo nuestro Señor?” está diciendo que el Señor de él es el Señor Jesucristo; por eso es que el reverendo William Branham dice que ese Ángel no es el Señor Jesucristo.
Él (si sabía quién era, y si sabía el nombre de ese Ángel) tuvo que mantenerlo en secreto; pero era el Ángel que le fue enviado. Miren cómo dice que era:
“Yo no sé quién es él, pero él era de una complexión como de oliva, él tenía ojos oscuros, él caminaba tan cerca de mí, así como este micrófono (o sea que su color, dice que era un color oliva; no blanco, sino un color oscuro, como de oliva)”.
Este Ángel también lo vio…, porque cuando le apareció a nuestro hermano Branham, estaba en una ocasión que le apareció estando nuestro hermano Branham en el hotel, pues estaban en tiempos de campañas; y estaba también Billy Paul en la habitación.
Y el hermano Branham le preguntó al Ángel si podía permitirle a Billy Paul verlo; y el Ángel le dijo que sí. Pero a otro jovencito que estaba con Billy Paul, a ese el Ángel no permitió que lo viera; solamente Billy Paul, porque nuestro hermano Branham le pidió al Ángel que le permitiera verlo, y el Ángel le dijo que estaba bien.
Y el hermano Branham colocó la almohada…, le había colocado la almohada a Billy Paul en el rostro, y le dijo: “Cuando yo te diga que mires, entonces tú miras”. Primero tenía que pedir permiso.
Y cuando el Ángel le dijo que sí, el Ángel estaba en el área donde está el lavamanos, parado; y ahí pues, la luz que había ahí, era la que daba, la que había en esa área, y podía ser visto; o quizás, si estaba apagado todo, la misma luz que estaba en Él, que le acompañaba, era la luz que lo haría visible para Billy Paul.
Pero el hermano Branham lo estaba viendo; pero para verlo Billy Paul, si no tiene las dos consciencias juntas, pues entonces era con permiso del Ángel, y el Ángel entonces se haría visible a él.
Y cuando le fue concedida la petición a nuestro hermano Branham para que su hijo Billy Paul (que era un jovencito) pudiera verlo, entonces el hermano Branham le dice: “Cuando yo quite la almohada tú miras hacia cierto lugar, hacia donde está el lavamanos”. Y le dijo: “¡Ahora!”, y quitó la almohada; y miró, y vio al Ángel. Y él cuenta también del color de la piel, que era un color así oliva, un color verde o verdoso.
Ese es el Ángel que le fue enviado por Dios al reverendo William Branham para acompañarlo; y ese Ángel hablaba a través del reverendo William Branham. Pero era el Espíritu Santo a través de ese Ángel hablando a través de labios humanos, a través del reverendo William Branham; y era el que le mostraba al reverendo William Branham las visiones.
Y el reverendo William Branham hablaba lo que veía, hablaba esas visiones; y le decía a la gente lo que él estaba viendo en visiones; y le decía los problemas de las personas, y qué originó el problema que tenían las personas, qué originó la enfermedad que tenían las personas.
En muchos casos iba hasta el origen; y si el origen había sido en el papá o en el abuelo o en el bisabuelo, también le decía dónde se había originado ese problema. Y luego lo declaraba sano. Y todo eso de acuerdo a como el Ángel lo guiaba.
Ahora, ¿quién era el que hacía los milagros? ¿Quién era el que sanaba a las personas? Vamos a ver. Dice… Esto fue en otra ocasión, cuando en una visión el Ángel le dice que lo va a enseñar a pescar; y eso significa: lo va a enseñar a pescar almas para Cristo; pero le va a mostrar una visión; y lo que va a pasar en la visión es lo que habría pasado en su ministerio.
Lo está enseñando a pescar, le dice cómo tirar el anzuelo con la carnada; y cuando lo tira bien lejos en un lago grande, le dice: “Bien hecho”.
Y luego le dice: “Ahora, vas a dar un halón suave, y los peces pequeños van a seguir la carnada – el anzuelo por causa de la carnada. Y luego vas a dar un halón más fuertecito; y cuando los peces pequeños estarán siguiendo el anzuelo con la carnada, los peces grandes van a ver a los peces pequeños siguiéndolo y van a venir también los peces grandes”.
Recuerden que peces representa personas, y aguas representa pueblos, naciones y lenguas, donde estarían los peces, las personas, que serían pescadas para el Reino de Cristo.
Cristo dijo a Sus discípulos: “Venid en pos de mí, y yo os haré pescadores de hombres”. Y el Ángel lo va a enseñar a pescar.
Y cuando le tocó dar su primer halón, lo dio bien; y luego cuando le tocó dar su segundo halón, lo hizo tan fuerte que sacó – se salió el anzuelo con toda la carnada, y pescó, pero pescó un pescadito tan pequeño que parecía la carnada del anzuelo; y la línea, el cordón o cordel, empezó a recogerlo e hizo un montón todo enredado; y por consiguiente los peces grandes no pudieron ser pescados.
Una cosa es peces y otra cosa es pescados: peces hay muchos en el mar y en los ríos y en los lagos, pero pescados es cuando ya usted los tiene y ya están para usted usarlos en su hogar.
Y ahora, hay muchas almas que están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo, pero están como peces en los pueblos, naciones y lenguas; y tienen que ser enviados pescadores para pescar esos peces, esas almas de Dios, para colocarlas (¿dónde?) en el Reino de Cristo.
Para el tiempo final, vean ustedes, dice Cristo en San Mateo, capítulo 13, verso 47 al 50, que para el fin del siglo el Hijo del Hombre, vean, va a enviar a Sus Ángeles; también en la parábola del trigo y de la cizaña.
Ahora, para el fin del siglo saldrán los Ángeles para hacer una labor muy importante. ¿Qué van a hacer? Van a tomar la red, a sacar la red fuera, y a tomar los peces buenos y echarlos en cestas o canastas; y a los peces malos y a los que no son peces, los van a echar al agua de nuevo.
En la explicación Cristo dice ahí: capítulo 13, versos 47 en adelante dice:
“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;
y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera (o sea que lo echan fuera: pueden botarlo aun a la orilla, en la arena o donde sea).
Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,
y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
Van a ser echados al lago de fuego, al día ardiente como un horno; y allí será el lloro y el crujir de dientes; en la gran tribulación, donde caerán los juicios divinos sobre la raza humana. Porque ya no habrá Sangre en el Cielo, en el Trono de Intercesión, y entonces el juicio divino tendrá que venir sobre la raza humana por causa de sus pecados.
Pero los peces buenos son colocados en cestas y son llevados al Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial.
Y ahora, los peces grandes representa a los escogidos de Dios; como en San Juan, capítulo 21, cuando Cristo resucitó y ordenó a Sus discípulos, dijo que tiraran la red, que pescaran, y sacaron 153 peces grandes; y eran tan grandes, que se llenaron de gozo, y la red con todo y eso no se rompió, eran peces grandes.
Y los peces más grandes de todos los peces de Cristo y de todos los escogidos de Cristo son los peces de este tiempo final, de la Edad de la Piedra Angular, y los peces del pueblo hebreo: 144.000 hebreos.
Esos son los escogidos de Dios de entre los gentiles, los escogidos de la Iglesia de Jesucristo de la etapa final de la Edad de la Piedra Angular, y los escogidos del pueblo hebreo (que son 144.000 hebreos). Esos peces están representados en los peces grandes que el Ángel le quería enseñar cómo pescarlos.
Ahora, encontramos que estos son los peces buenos que los Ángeles en el fin del siglo: “Así será al fin del siglo: saldrán los Ángeles”. ¿Ven? Es el ministerio de los Ángeles.
En el ministerio de los Ángeles bajo el ministerio de los Dos Olivos, estarán los Arcángeles Gabriel y Miguel manifestados en la Tierra, en esa labor de Dios correspondiente a este tiempo final.
Por lo tanto, habrá una intervención divina en donde Dios a través de Sus Ángeles Gabriel y Miguel —los Ángeles de Su poder y de Su presencia— Dios obrará; y se manifestará Dios, operará los ministerios del Día Postrero, y serán recogidos los escogidos de este tiempo final, de la Iglesia de Jesucristo y también del pueblo hebreo.
Ahí estarán los ministerios de Miguel el Arcángel, y el Arcángel Gabriel, porque esos son los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios en el Cielo.
Vean, cuando vino Gabriel al sacerdote Zacarías, le dijo: “Yo soy Gabriel, que estoy…”. ¿Dónde dice?… Vamos a ver cómo lo dice aquí el mismo Arcángel Gabriel. Verso 19 dice, del capítulo 1 de San Lucas:
“Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.
Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo”.
Porque las palabras del Arcángel Gabriel son las Palabras de Dios, que Dios le dio para hablárselas al sacerdote Zacarías.
“Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas”.
Dios le envió Su mensaje a través del Arcángel Gabriel; mensaje de buenas nuevas, de buenas noticias para el sacerdote Zacarías, el cual había orado y le había pedido a Dios un hijo, que le diera un hijo a través de su esposa Elisabet; y la petición había sido contestada, y la respuesta vino a través del Arcángel Gabriel.
Como cuando Daniel oró en diferentes ocasiones a Dios, y la respuesta vino de parte de Dios a través del Arcángel Gabriel; por lo tanto, Gabriel traía el mensaje de la presencia de Dios, por lo tanto, Dios estaba hablando a través del Arcángel Gabriel. Ese es el Arcángel con el mensaje profético al profeta Daniel, y al sacerdote Zacarías y a la virgen María.
Y ahí nos vamos a quedar en cuanto a Gabriel.
Gabriel y Miguel siempre trabajan juntos y trabajan en mutuo acuerdo.
El Arcángel Gabriel pertenece al poderoso Ejército de Miguel; por lo tanto, estos dos Arcángeles son los principales de Dios, a través de los cuales Dios se ha manifestado en el Antiguo y Nuevo Testamento.
Ahora, vamos a terminar lo que les estaba leyendo de la pesca que le estaba enseñando el Ángel al reverendo William Branham. Ya esto es aquí a lo último. Ahora, dice22:
“El Ángel del Señor anduvo detrás de mí, a mi lado derecho (vean, al lado derecho en la parte – detrás del hermano Branham, pero en el lado derecho le aparecía siempre el Ángel) y vino directamente en frente de mí (el mismo que he visto) un hombre alto, fuerte, del tamaño de un hombre de 200 libras, brazos grandes, vestido en túnica blanca, descalzo, cabello obscuro. Me miró directamente en la cara y dijo: ‘Lo que te dije que no hicieras, hiciste’. Yo pensé: ‘Esto es el fin mío ahora’.
Él dijo: ‘La primera vez que yo te dije que le dieras un estirón lento y que guardaras silencio acerca de ello, era cuando ellos ponían sus manos en las tuyas. Tu segundo halón cuando yo te dije que sacudieras más rápido y que guardaras silencio acerca de ello, era cuando yo te daba las visiones para que supieras los secretos de los corazones de las gentes; y mientras tú predecías lo que yo te decía, yo hacía exactamente lo que te decía que hicieras. En vez de guardarte silencio acerca de estas cosas, te subiste en la plataforma e hiciste un espectáculo público de estos dones divinos. Mira lo que has causado: una muchedumbre de personificaciones carnales’.
Yo comencé a llorar verdaderamente fuerte, yo dije: ‘Siento mucho, Señor, que hice eso’”.
Luego lo pasó a otra dimensión más alta, y luego más adelante le mostró ciertas cosas; y luego lo subió a otra dimensión más alta y lo colocó en una carpa grande, en un culto.
Por lo tanto, no era su carpa ni era un culto que él estaba llevando a cabo (de él), no era una actividad de él; él fue a un sitio donde se estaba llevando a cabo una actividad donde hubo una carpa establecida; y si se estaban llevando a cabo actividades, pues no era la primera ocasión, ya eran actividades que se estaban llevando a cabo; y eso corresponde a la Tercera Etapa.
Y esa etapa no se cumplió en el tiempo del reverendo William Branham. Él está viendo de antemano lo que va a suceder más adelante, cuando él no esté en la Tierra en el cuerpo de carne que él tenía.
Por lo tanto, será bajo el ministerio de otra persona que estará ungida con el Espíritu Santo, otra persona con quien estará la Columna de Fuego. Y estará hablándole, y estará usándolo, y estará Cristo obrando, y estarán viniendo a Cristo miles de personas; y luego también se estará orando por los enfermos cuando llegue ese momento.
Ahora, podemos ver que no era el reverendo William Branham el que hacía las cosas, sino el Ángel que lo acompañaba, que fue enviado por el Señor.
Ahora, hemos visto hasta el color del cabello, hemos visto hasta el color de los ojos, y hemos visto hasta el color de la piel y el color de su vestidura, de su túnica que llevaba; y hemos visto también que estaba descalzo. Es un hombre de la sexta dimensión. Y el reverendo William Branham dice que no es el Señor Jesucristo (ahora…), y dice que es un hombre como de 30 años en apariencia.
Algún día hemos de saber quién es ese hombre de la sexta dimensión; pero en esta ocasión todavía no es el tiempo para saberlo.
Ahora, hemos visto que hay un mundo invisible espiritual, y hay dos reinos: el Reino de Dios, que es el Reino de Cristo, y está también el reino del maligno, el reino de Lucero, el cual es Satanás o el diablo, el cual es el reino de las tinieblas; y esos dos reinos han estado en una lucha grande por muchos milenios.
Ahora, tenemos la profecía bíblica que señala que Cristo y Su Reino obtendrán la victoria; por lo tanto, Lucero, Lucifer o Satanás, perderá la batalla final: será quitado él y su reino de esta Tierra, y será establecido el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador; para lo cual estarán presentes los Arcángeles Gabriel y Miguel.
Y hasta aquí creo que es suficiente para nosotros saber hasta aquí el misterio de los Arcángeles Miguel y Gabriel.
Son los Arcángeles de la presencia de Dios. Dondequiera que estén ellos, estará Dios en ellos manifestado; y dondequiera que Dios esté manifestado, estarán estos Arcángeles también.
Y estos Arcángeles pueden hablar la Palabra de Dios a través de un profeta, como lo han hecho en tiempos pasados.
Por lo tanto, así como el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical, del cual dice el reverendo William Branham que Miguel era Cristo y habló en y a través de los profetas, así también en el Nuevo Testamento también lo hacen los Arcángeles Gabriel y Miguel; y sobre todo en los entronques, en los entrelaces dispensacionales, que es lo más grande que ocurre siempre; lo cual es un entrelace dispensacional, donde se entrelaza una dispensación con otra dispensación.
Y en este tiempo se está entrelazando la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia. La Dispensación de la Gracia está en sus últimos años desde la partida del reverendo William Branham.
Estamos en la encrucijada del tiempo; y siempre en la encrucijada del tiempo han aparecido los Arcángeles Miguel y Gabriel, y por consiguiente el Ejército de Miguel y Gabriel también.
Estos son los Ángeles que fueron y visitaron a Abraham y comieron con él, y luego fueron a Sodoma y Gomorra y destruyeron a Sodoma y Gomorra; y son también los mismos que estuvieron para el diluvio.
Y Cristo dijo que la Venida del Hijo del Hombre sería como en los días ¿de quién? De Noé, y como en los días de Lot.
Por lo tanto, para este tiempo final, en este entrelace dispensacional, tenemos la promesa que estarán los mismos Ángeles que estuvieron en el tiempo de Noé, y los que estuvieron en el tiempo de Lot (que fue el tiempo de Abraham).
Por lo tanto, en aquel tiempo hubo un profeta dispensacional, en el tiempo de Noé, el cual era Noé; y en el tiempo de Lot hubo un profeta dispensacional, el cual fue Abraham; y en el tiempo de Moisés también hubo un profeta dispensacional, el cual fue Moisés, para el éxodo que llevaría a cabo el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical.
Aun con todo lo que les he hablado acerca del misterio de los Arcángeles Miguel y Gabriel, con todo y eso no les he dicho ni una cuarta parte del misterio de los Arcángeles Miguel y Gabriel; pero ya algo les he dicho; pero no les puedo decir todo el misterio por ahora.
Este ha sido… este tema ha sido el más difícil para mí; y ha sido el del primer domingo del año 2003. Ha sido el más difícil, aun para yo estudiar, porque no debo decir muchas cosas para que no quede muy abierto el misterio de Miguel y Gabriel; porque este misterio de Miguel y Gabriel tiene que ver con el Séptimo Sello también. “Porque el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus obras”.
¿Ven? Siempre que Cristo habló de la Venida del Hijo del Hombre, habla también que viene con Sus Ángeles.
Ahora, todo ese misterio, vean, es muy importante, porque todo esto está dentro del Séptimo Sello.
Por lo tanto, les estoy hablando cosas que para más adelante es que las vamos a hablar abiertamente y que las van ustedes a entender plenamente. Y principalmente cuando yo sea adoptado ya les podré hablar con más claridad. Y cuando ustedes sean adoptados entonces podrán escuchar y entender plenamente el misterio de los Arcángeles Miguel y Gabriel.
Pero hasta el momento, lo único que me ha sido permitido darles a conocer es lo que les he hablado en esta ocasión; pero…, les podría decir el misterio completo de ellos, pero no conviene por el momento.
Este misterio está ligado al silencio que hubo en el Cielo como por media hora, porque tiene que ver con Cristo y Sus Ángeles.
¿Ven? Todo esto está ligado al Séptimo Sello; y es la Voz de Cristo en el Día Postrero el que abrirá plenamente este misterio a la Iglesia del Señor Jesucristo, en la manifestación final de Cristo a través de Su Ángel Mensajero.
Vean, así como Gabriel sabía el misterio de Miguel y también Su misterio; el Ángel del Señor Jesucristo, vean, sabe el misterio de Miguel, porque habla de Miguel en el capítulo 12 del Apocalipsis.
Por lo tanto, el Ángel del Señor Jesucristo entonces es el único que conocerá el misterio de Miguel, de Gabriel y de Cristo; y es el único que conocerá también el misterio de Cristo y Su Ángel.
Así como el misterio de Cristo y el Padre, ¿quién lo conocía? El Señor Jesucristo: “Nadie sabe quién es el Padre sino el Hijo – Nadie sabe quién sea el Hijo sino el Padre; y nadie sabe quién sea el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.
El que tenía la revelación para darla, de quién era el Padre y quién era el Hijo, era Jesucristo, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto en carne humana.
Ahora, para el tiempo final, en el Nuevo Testamento, nadie conocerá quién es el Ángel del Señor Jesucristo, sino el Señor Jesucristo; y nadie conocerá quién es el Señor Jesucristo, sino Su Ángel, y aquel a quien Su Ángel lo quiera revelar. Lo estará revelando en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la etapa correspondiente a este tiempo final, que es la etapa de la Edad de la Piedra Angular.
Por lo tanto, ¿quiénes son los que estarán recibiendo la revelación de Cristo a través de Su Ángel en el Día Postrero? Todos nosotros en este tiempo final; y por consiguiente también estaremos recibiendo la revelación del misterio del Arcángel Gabriel y del Arcángel Miguel.
Ya hemos visto que el Arcángel Miguel es el Príncipe del pueblo hebreo, y por consiguiente de la Iglesia del Señor Jesucristo; y que el Arcángel Gabriel es el Arcángel Profeta de la sexta dimensión, con toda la revelación divina, y que también lucha cuando tiene que surgir un cambio en el reino de los gentiles; y le ayuda el Arcángel Miguel.
Y estamos en el tiempo en que tiene que surgir un cambio en el reino de esta Tierra, tiene que ser cambiado el reino de este mundo, tiene que ser cambiado este reino que está bajo el reino de las tinieblas, gobernado por el reino de las tinieblas, tiene que ser cambiado por el Reino de Dios en la Tierra, para que Cristo, el Mesías, gobierne sobre todo el planeta Tierra.
Por lo tanto, tiene que haber un cambio; para lo cual estarán presentes los Arcángeles Miguel y Gabriel; los mismos que estuvieron presentes en el diluvio, en el tiempo de Abraham, cuando visitaron a Abraham y luego visitaron a Lot, y luego vino la destrucción de Sodoma y Gomorra, que es tipo y figura de la destrucción del mundo gentil por poder atómico.
Y para este tiempo hemos llegado al tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos, en donde Cristo dijo que será como en los días de Noé y como en los días de Lot, así será el día en que el Hijo del Hombre se revelará, se manifestará.
Cristo se revelará en la Tierra; y para eso tendrá un instrumento a través del cual se revelará, el cual es el Ángel del Señor Jesucristo, el cual es el Ángel con la revelación de Jesucristo para dar a conocer todas estas cosas en las iglesias:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”. Apocalipsis 22, verso16.
Y Apocalipsis 22, verso 6, dice: “Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
Y ahora, hemos visto la forma en que los escogidos de Dios conocerán todas las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final. Y para las cosas que deben suceder estarán presentes los Arcángeles Gabriel y Miguel, o Miguel y Gabriel.
Y ahora, hemos visto: “EL MISTERIO DE LOS ARCÁNGELES MIGUEL Y GABRIEL”.
Ellos son los que trabajan con el pueblo hebreo, en favor del pueblo hebreo, y trabajan con la Iglesia de Jesucristo, en favor de la Iglesia del Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento.
Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final está bien respaldada, está bien guardada por Cristo con Sus Ángeles Gabriel y Miguel, o Miguel y Gabriel; esto es desde otra dimensión.
Y ahora: “EL MISTERIO DE LOS ARCÁNGELES MIGUEL Y GABRIEL”. Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión.
Ahora, hemos visto, o ahora podemos ver por qué el éxito en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular.
No es por fuerza humana: “No es con ejércitos ni con fuerza, sino con mi espíritu”, ha dicho el Señor en Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14. ¿Ven? Es que están con nosotros los Arcángeles Miguel y Gabriel en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Son los Ángeles de la diestra de Dios, son los Ángeles del poder de Dios, son los Ángeles de la presencia de Dios; Ángeles a través de los cuales Dios se manifiesta.
Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LOS ARCÁNGELES MIGUEL Y GABRIEL” en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Nuevo Testamento, como estaban en medio del pueblo hebreo en el Antiguo Testamento.
Estaré con ustedes nuevamente el viernes próximo, y ahí si Dios me permite darles un poquito más acerca de estos misterios de Gabriel y Miguel, les daré, si Dios me permite; si no, tendré que dejar el misterio de Miguel y Gabriel hasta donde hemos hablado en esta ocasión.
Pero cuando Dios nos permita saber un poco más, nos vamos a gozar más de lo que nos estamos gozando en esta ocasión; porque en el tiempo de Abraham Dios dijo, Dios creó del polvo de la tierra un cuerpo para Sí mismo, otro para Gabriel y otro para Miguel, y fueron colocados en cuerpos físicos de carne, y comieron con Abraham; eso muestra que se manifestarán en el Día Postrero.
Y la manifestación de ellos en el Día Postrero será en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; y estarán hablando por medio de esa manifestación, como fue en los días de Lot. Todo eso está ligado al ministerio de los Dos Olivos, al ministerio de Moisés y Elías; ministerios que estarán en el Ángel del Señor Jesucristo.
Hasta ahí está bien por hoy, porque un poquito más y ya quedará muy abierto ese misterio, y no conviene hasta el momento.
Ahora, vean ustedes, cuando el reverendo William Branham tuvo la visita del Ángel él supo muchas cosas; y probablemente supo hasta el nombre del Ángel, pudo haberlo sabido; pero si lo supo, tuvo que quedarse callado; si no lo supo, pues también tuvo que quedarse callado porque no podía hablar nada más.
Lo único que yo sé es que en el misterio de Gabriel y Miguel está ligado el Nombre de Dios, es lo único que les puedo adelantar, y en otra ocasión hablarles un poquito más.
Miguel: ‘Quién como Dios’.
Gabriel: ‘Varón de Dios’, ‘Hombre de Dios’, ‘la fuerza de Dios’, ‘el poder de Dios’.
El nombre tiene que ver con lo que es el Ángel, y con la Obra y manifestación que Dios hará a través de ese Ángel.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y dejo con nosotros al reverendo José Benjamín Pérez para continuar y finalizar en esta ocasión nuestra parte; y luego tendremos un cántico y luego la oración, o la oración de despedida.
Y oren mucho por mí, porque el viernes veremos hasta dónde nos permite Dios llegar en la apertura de estos misterios correspondientes a este tiempo final. Porque para este tiempo final es tiempo para el cual Dios ha prometido (y Cristo también habló de esto) que estarán los Ángeles de Dios en la Tierra en medio de la Iglesia, y después en medio del pueblo hebreo.
Ahora, nosotros creemos lo que está profetizado para nuestro tiempo; y los que no creen en ángel o en ángeles, ni en resurrección, eran los fariseos allá. Si alguien dice: “No, nosotros no creemos que va a haber una resurrección” están como los saduceos. “No, que no creemos que hay ángel o ángeles para este tiempo”, los saduceos tampoco creían que había ángeles.
Así que… pero nosotros sí creemos que habrá una resurrección, Cristo habló de ella y los profetas hablaron de ella, y los apóstoles también, y el séptimo ángel mensajero también. Por eso yo también hablo de que habrá una resurrección para los muertos en Cristo y una transformación para nosotros los que vivimos; y también hablo de ángel y ángeles, porque la Biblia habla de Ángeles que serán enviados en este tiempo final: que el Hijo del Hombre enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos.
Bajo el ministerio de los Ángeles del Hijo del Hombre es que el recogimiento de los escogidos de Dios está prometido para ser llevado a cabo. Primero el recogimiento de los escogidos de la Iglesia de Jesucristo, y después el recogimiento de 144.000 hebreos.
Ya de eso podremos continuar hablando el viernes próximo en el nuevo local, donde no nos dará frío allí por el frío del río; aunque hay aire acondicionado allá, pero el frío acá es con humedad y el de allá es seco; y es mucho mejor aquel (en ese sentido) para mí, y yo creo que para casi todos ustedes también.
Así que vean, Dios nos ha provisto un lugar también, en donde en las noches podemos estar allí reunidos cómodos, y el ruido no saldrá fuera casi. Aunque terminamos bastante temprano. Yo terminé antes de las 10:00 de la noche el viernes. Y este viernes no sé hasta cuántos minutos hable; lo que Dios me dé, eso es lo que yo les voy a dar. Si me da media hora, media hora les voy a hablar; si me da una hora, pues una hora les hablaré, u hora y cuarto, u hora y media.
Oren mucho por mí para que Él me dé todo lo que yo deba hablar el próximo viernes, Dios mediante.
Todos los viernes estaré también con ustedes en el nuevo lugar para aprovechar estos días, y que Cristo nos dé todo lo que Él quiera darnos los viernes y también lo que Él desee darnos los domingos aquí. Los domingos es aquí, y los viernes es allá.
Bueno, en este año 2003 yo espero grandes bendiciones de parte de Dios, y yo espero que Cristo me abra las Escrituras más ampliamente, y las abra a ustedes también.
Oren mucho por mí, porque aunque yo sepa algunas cosas, si Él no me guía a hablarlas, no las puedo hablar. Oren mucho ustedes por mí y por ustedes también, para que ustedes estén listos, preparados, para recibir todo lo que Dios nos revele en este año 2003.
Que Él nos abra el entendimiento y el corazón, para recibir toda la revelación que Cristo tenga para nosotros en este año; y también me abra el entendimiento y el corazón para yo recibirla de parte de Jesucristo nuestro Salvador.
¿Dónde están las personas que estarán recibiendo y viendo la manifestación de los Arcángeles Miguel y Gabriel en este tiempo final? Aquí estamos presentes, miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo; tanto nosotros los que estamos aquí como los que a través de esta conferencia en video están viéndola, y los que también la leerán en el mensaje impreso que les llegará a ustedes.
Somos los que hemos tenido la bendición para este tiempo final; y en esa bendición están los Arcángeles Miguel y Gabriel.
Me he detenido un poquito más, pero no… trato de dar algo más pero no puedo. Si sigo, si doy lo que quisiera dar, quedaría muy abierto el Séptimo Sello. Así que vamos a dejarlo quietecito ahí, y vamos a esperar que Cristo siga obrando, siga cumpliendo lo que Él ha prometido para nuestro tiempo; y nosotros sigamos, continuemos recibiendo las bendiciones que Él tiene para todos nosotros.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos; y continúen pasando un día y un año lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Oren mucho por sus familiares, sus seres queridos, porque la Puerta de la Misericordia está a punto de cerrarse. Así que sepan eso, y oren mucho por sus familiares antes que se cierre la Puerta, para que Dios les hable al corazón, al alma; y suplan para ellos literatura también y videos, creyendo que Cristo los va a llamar antes de que se cierre la Puerta de la Misericordia, la Puerta de la Dispensación de la Gracia.
Cuando se cerró en Sodoma y Gomorra, vean lo que sucedió: Allí estaban presentes los Arcángeles Miguel y Gabriel.
Ahí lo vamos a dejar, porque si sigo tendré que decirles que ahí está envuelta la predicación del día de venganza del Dios nuestro. Eso fue lo que predicaron – lo que dijeron Gabriel y Miguel a Lot: que Dios iba a destruir ese territorio, y eso mismo le reveló Elohim a Abraham.
Bueno, que Dios les bendiga, que Dios les guarde; y que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. Y adelante, con gozo, sirviendo a nuestro amado Señor Jesucristo.
Con nosotros el reverendo José Benjamín Pérez para continuar.
“EL MISTERIO DE LOS ARCÁNGELES MIGUEL Y GABRIEL”.
[Revisión mayo 2020 – febrero 2022]
1 San Lucas 16:22
2 Números 21:9
3 2 Reyes 18:4
4 San Juan 5:43, 10:25
5 Hebreos 1:7
6 San Juan 10:30
7 San Mateo 1:23
8 San Juan 8:12
9 San Juan 4:14, Apocalipsis 21:6
10 47-1102 “The Angel of God” (“El Ángel y su comisión”)
11 Éxodo 4:12, Deuteronomio 18:18
12 San Lucas 1:36-37
13 Apocalipsis 19:12
14 Apocalipsis 19:13
15 6’ = 1.82 m
16 SPN55-0117 “Como el Ángel vino a mí”, pág. 23, párr. 127-128
17 San Juan 8:12, 16:28, 13:3
18 Hechos 12:6-11
19 Hechos 8:26-40
20 Hechos 27:13-44
21 Citas, pág. 13, párr. 98 (al final); pág. 14, párr. 103 (al final)
22 Citas, pág. 12, párr. 97