Bendito el que viene en el Nombre del Señor

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio estar con ustedes en este segundo culto del año 2004, en el cual esperamos grandes bendiciones de parte de Dios. Para esta noche leemos en San Lucas, capítulo 19, versos 28 en adelante, 28 al 40, donde dice:

“Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén.

Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos,

diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo.

Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.

Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.

Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?

Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.

Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima.

Y a su paso tendían sus mantos por el camino.

Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto,

diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!

Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.

Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si estos callaran, las piedras clamarían”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Tomando el verso 38, de ahí tomamos nuestro tema; el verso 38, dice:

… diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!”.

Nuestro tema es: “BENDITO EL REY QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR”.

Conforme a las profecías del Antiguo Testamento, vendría el Mesías a la Tierra y sería un hombre, un profeta; un profeta que Dios levantaría en medio del pueblo hebreo, y por consiguiente nacería en medio del pueblo hebreo, el Israel terrenal; y eso sería Emanuel, conforme a Isaías, capítulo 7, verso 14, donde nos dice:

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (que traducido es: Dios con nosotros)1”.

Ese sería el que salvaría al pueblo hebreo de sus pecados, y sería Él la expiación por el pecado. En el capítulo 1 de San Mateo, verso 18 en adelante, dice:

“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.

José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.

Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Él salvara a Su pueblo de sus pecados, ¿por qué? Porque sería el Sacrificio por el pecado: Él moriría por Su pueblo. Por lo tanto, el Único que puede salvar al ser humano de sus pecados es Jesucristo nuestro Salvador.

A través de la Escritura podemos ver otros lugares donde aparece el Ángel. Por ejemplo, a la virgen María le apareció el Ángel Gabriel o Arcángel Gabriel, en el capítulo 1 de San Lucas, versos 30 en adelante…; aunque nos habla desde el verso 26 en adelante, pero vamos a ver del verso 30 en adelante; dice:

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.

Ahora, podemos ver que este niño que nacería, que sería Emanuel: Dios con nosotros, el nombre que le sería puesto sería Jesús, que significa ‘Salvador’, porque Él salvaría a Su pueblo de sus pecados. Y Él también es el heredero al Trono de David, por consiguiente Él es el Rey de Israel, heredero del Trono de David para sentarse sobre el Trono de David.

Por lo tanto, estaban correctos los discípulos cuando estaban diciendo: “¡Bendito el que viene, bendito el Rey que viene en el Nombre del Señor!”. Era el Rey venidero, el Rey prometido que vendría al pueblo hebreo, el cual se sentaría sobre el Trono de David.

Por eso en otros lugares, como en San Mateo, capítulo 21, el verso 4 en adelante dice:

“Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:

Decid a la hija de Sion:

He aquí, tu Rey viene a ti”.

¿Quién vendría? El Rey de Israel; el Rey de Israel que había estado en medio del pueblo hebreo, que había libertado al pueblo hebreo a través del profeta Moisés; porque Dios es el Rey de Israel, y estaba en Su Ángel, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical; y ahora vendría en carne humana, y ahí estaría el Rey de Israel materializado, hecho carne.

“He aquí, tu Rey viene a ti,

Manso, y sentado sobre una asna,

Sobre un pollino, hijo de animal de carga.

Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó;

y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.

Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.

Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”.

Aquí proclaman a Cristo como el Hijo de David, y dicen: “¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!”. O sea, que también proclaman que venía en el Nombre del Señor, o sea, en el Nombre Eterno de Dios.

También encontramos en el capítulo 11 de San Marcos, versos 9 en adelante; dice:

“Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!”.

Y ahora, aquí la multitud que viene aclamando así, reconoce que este que viene, viene en el Nombre del Señor; por lo tanto trae el Nombre del Señor, en Él viene el Nombre del Señor. Y también proclama que el Reino de David venía; porque ese es el heredero al Reino de David y al Trono de David.

“¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!”.

Por lo tanto, el pueblo hebreo que había creído en Cristo, estaban esperando que Cristo restaurara el reino a Israel en ese tiempo, y se sentara sobre el Trono de David y reinara sobre el pueblo hebreo; aunque no todos los hebreos, pero el grupo que había creído que Jesucristo era el Hijo de Dios, el Mesías.

Pero ellos estaban esperando que Cristo como Rey obrara y se sentara en el Trono de David y reinara; lo estaban esperando como Rey, lo estaban esperando como un líder político. Pero ellos no comprendían que en la Primera Venida del Mesías, Él vendría como Cordero de Dios, para quitar el pecado del mundo; porque el Reino que Cristo tendrá, será un Reino sin pecado, será un Reino en donde morará la Justicia y la Paz; por lo tanto, los miembros de Su Reino tienen que ser redimidos primero, tienen que ser limpiados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Cuando el diablo le ofreció el reino o los reinos de este mundo a Cristo, Cristo los rechazó2; porque Cristo tenía la promesa de que tendrá un Reino en el cual morará la Justicia y la Paz, y en donde los que morarán en ese Reino estarán redimidos por la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, el pueblo que clamaba: “¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!”, estaba clamando bien, estaba diciendo la palabra correcta.

Ahora, encontramos que la nación hebrea como nación, y sus líderes religiosos con la religión del pueblo hebreo, de la nación hebrea, que es el judaísmo bajo la Ley, rechazaron a Cristo, al Mesías; y por cuanto lo rechazaron: cuando se rechaza la bendición de Dios que viene en el Mensajero que Dios envía, entonces las personas y el pueblo pierde la bendición de Dios, y por consiguiente lo que le queda es el juicio divino.

Vean, en San Lucas, capítulo 19, verso 41 al 44, que fue el capítulo donde leímos, pero ahora en esta parte que le sigue, dice:

“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,

diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.

Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,

y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”.

La Visitación de Dios al pueblo hebreo fue en carne humana en la Persona de Jesús, en el cumplimiento de la Venida del Mesías, en el cumplimiento de la Venida del Rey de Israel, el cual vino en el Nombre del que lo envió: en el Nombre del Padre.

Ahora, el pueblo hebreo tenía todas esas promesas en el Antiguo Testamento, correspondientes a la Primera Venida de Cristo y a la Segunda Venida de Cristo; y fueron cumplidas las correspondientes a la Primera Venida de Cristo en los días en que Jesús estuvo en la Tierra; y todas las profecías correspondientes a la Primera Venida de Cristo fueron cumplidas en Jesucristo nuestro Salvador, el Mesías prometido para el pueblo hebreo.

Ellos no conocían, no comprendían, el misterio del Mesías viniendo como Cordero de Dios, viniendo como Cordero para morir, para así quitar el pecado del ser humano; pues estaba prometido en el libro del profeta Isaías que el Mesías llevaría a cabo la remisión de los pecados del pueblo. Vean, en el capítulo 53 de Isaías, verso 10, dice:

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada”.

Ahora vean, aquí nos dice: “Cuando haya puesto Su vida en expiación por el pecado”. Y si pondría el Mesías Su vida en expiación por el pecado, tenía que morir; como tenía que morir cada año el macho cabrío de la expiación; y como tuvo que morir el cordero pascual en la víspera de la Pascua allá en Egipto, lo cual luego lo hacían en memoria de aquel día de la víspera de la Pascua allá en Egipto.

Luego cada año, en memoria, un memorial, realizaban la Pascua, la cual hablaba de lo que había pasado en Egipto, la Pascua allá en Egipto3; y hablaba también, para el futuro, de un Cordero Pascual que vendría, el cual quitaría el pecado del mundo4. Por esa causa, cuando Juan el Bautista vio a Jesús, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”5.

Por este misterio de la Expiación, que sería cumplido, lo cual fue tipificado en los machos cabríos que ofrecían en expiación por el pecado, el día diez del mes séptimo de cada año, ellos no comprendían que algún día vendría un hombre, y en ese hombre se cumpliría ese Sacrificio por el pecado, y ese hombre sería el Mesías.

Y cuando vino Jesús, en Él se cumplió.

Aunque decían de Él los líderes religiosos del pueblo hebreo, que era Beelzebú, que tenía demonios, que era samaritano, y todas esas cosas; o sea, que hablaban mal de Él.

La religión organizada no recibió a Cristo; pero personas como individuos sí lo recibieron.

Ahora, “el Rey que viene en el Nombre del Señor” traía el Nombre de Dios en Él, el Nombre de Dios para Redención: Jesús, que significa ‘Salvador’, ‘Redentor’.

Ahora, todo esto se cumplió en medio del pueblo hebreo, que es el Israel terrenal y que es el pueblo compuesto por los siervos de Dios; pero hay un Israel celestial.

Ahora, vamos a leer algo aquí: En San Mateo, capítulo 23, versos 37 al 39, dice:

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!

He aquí vuestra casa os es dejada desierta.

Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor”.

Los teólogos y todos los grandes estudiosos de la Biblia están de acuerdo en que esta profecía de San Mateo, capítulo 23, verso 39, corresponde a la Segunda Venida de Cristo; porque en Su Segunda Venida Él viene como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, como lo muestra Apocalipsis, capítulo 19, el cual viene sobre un caballo blanco y tiene escrito: “El Verbo de Dios”.

O sea que regresa, viene el Verbo. El Verbo vino en carne humana dos mil años atrás, y en Apocalipsis 19 vuelve el Verbo. Para venir el Verbo, tiene que venir en carne humana nuevamente.

Ahora, veamos lo que nos dice Apocalipsis 19, acerca del Verbo. Capítulo 19, verso 11 en adelante, dice:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo”.

O sea, que viene con un Nombre que nadie conocía. O sea, que no es el nombre Jesús, porque el nombre Jesús todo el cristianismo lo conoce, y aun los hebreos, y aun el mundo que tiene otras religiones. Cuando hablan del cristianismo, ya relacionan el nombre Jesús con el cristianismo.

Es un nombre que nadie conoce, el cual es el Nombre Eterno de Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.

Vamos a ver Apocalipsis, capítulo 3, y luego continuamos con ese pasaje. Dice Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice:

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.

O sea que el Nombre Nuevo y Nombre Eterno de Dios y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, estará escrito en el Vencedor. Y aquí en el capítulo 19, verso 12, dice:

… y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.

Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.

Y ahí es donde viene Cristo como Rey de reyes y Señor de señores. Y eso es lo que verá el pueblo hebreo, y dirá: “¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!”. Y ahí es, para este tiempo final, donde el pueblo hebreo va recibir a Cristo, luego que Cristo haya llamado y juntado a todos Sus escogidos de Su Iglesia, de Su Cuerpo Místico de creyentes.

Ahora, es muy importante conocer este misterio de la Venida de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores para el Día Postrero; porque de otra forma nos pasará por encima ese misterio divino siendo cumplido en medio de Su pueblo, y no lo captaremos.

Veamos lo que el reverendo William Branham dijo acerca de ese misterio, ya que el reverendo William Branham es el precursor de la Segunda Venida de Cristo; y por consiguiente, así como Juan el Bautista dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, y precursó así Juan el Bautista la Primera Venida de Cristo; para la Segunda Venida de Cristo también Dios enviaría un precursor con el espíritu y virtud de Elías.

Por lo tanto, el Mensaje del precursor de la Segunda Venida de Cristo introduce la Segunda Venida de Cristo, introduce a Cristo en el cumplimiento de Su Segunda Venida. Así como Juan con su Mensaje —fue el Mensaje de Juan, Juan con su Mensaje— fue el que introdujo a Cristo en Su Primera Venida.

Porque un precursor sin un Mensaje, no puede precursar nada; tiene que tener un Mensaje, el cual tiene que hablar. Y eso es el Espíritu Santo en ese hombre colocando esa Palabra; porque realmente el que precursa es el Espíritu Santo, pero tiene que usar un hombre.

Ahora, veamos lo que dijo el reverendo William Branham en la página 22 del libro de Citas, párrafo 176, el cual contiene un extracto del libro o mensaje: “Hebreos, Preguntas y Respuestas”. Eso fue predicado en el año 1957. Y si esto que es dicho aquí, luego es confirmado a la luz de los Sellos y de la apertura de los Sellos en adelante, esto es así:

176 – “Y allí están esos dos testigos. Y cuando ellos atormenten al mundo con sus predicaciones, y reúnan otra vez a los judíos, trayéndolos a arrepentimiento, trayéndolos otra vez a que crean… cuando vean a Jesucristo viniendo por la Novia, ellos dirán: ‘Mirad, este es el Dios a quien esperábamos. ¡Este es Él!’. Pero Él no viene por ellos, viene por Su Novia (y Su Novia es Su Iglesia)”.

Y más abajo, en ese mismo párrafo, dice:

“Cuando el Señor Jesucristo venga por Su Novia, y ellos lo vean a Él, ellos dirán: ‘Ese es el que hemos esperado, allí está El’. Él se levantará con sanidad en Sus alas”.

Ahora vamos a ver lo que fue dicho en Los Sellos. Recuerden que “sanidad en Sus alas”: Sus Alas son los ministerios de Moisés y Elías. Y bajo el ministerio de Moisés y Elías es que serán llevados a cabo los grandes milagros; y esto es para Israel. Israel verá eso “porque los judíos buscan (¿qué?) señales; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado”6. Por lo tanto, nosotros para creer, lo que necesitamos es oír la Palabra de Dios siendo revelada a nosotros.

Ahora veamos, lo que dijo el reverendo William Branham en el libro de Los Sellos, y queda confirmado; porque todo tiene que ser visto a la luz de los Sellos; porque con la apertura aquí de los Sellos, es que queda abierta la Escritura para los escogidos, lo que corresponde a ser abierto bajo la predicación del precursor de la Segunda Venida de Cristo; y lo demás es abierto en este tiempo, bajo el Séptimo Sello.

Ahora, vamos a ver en la página 57 del libro de Los Sellos en español; esta versión dice:

17. Ahora, si usted se fija bien, notará…”.

Vamos a ver…:

Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre su cabeza (o sea, esto está citando Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante)…’.

17. Ahora, si usted se fija bien, notará que esta persona es Cristo, porque aun en el Antiguo Testamento Él fue llamado el Ángel del Pacto; y Él ahora viene directamente a los judíos porque la Iglesia ha llegado a su fin. Bien, ahora continuado:

‘… y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego’.

18. ¿Recuerdan el ángel de Apocalipsis capítulo 1? Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel. ¿Ve usted? La Iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su Iglesia”.

Y ahora, el Ángel del Pacto, Cristo, en Apocalipsis 10, viene directamente a los hebreos, pero es el mismo tiempo en que la Iglesia está a punto de ser raptada; porque la Iglesia se completa en este tiempo final, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular; por lo tanto, Él viene por Su Iglesia.

Porque la Venida del Señor es para la resurrección de los muertos en Cristo y para la transformación de nosotros los que vivimos.

Ahora, veamos entonces sobre este misterio de Cristo viniendo por Su Iglesia, en la forma en que el Espíritu Santo lo habló a través del precursor de la Segunda Venida de Cristo. Y no puede ser de otra forma, tiene que ser en la forma en que el Espíritu Santo precursó a través del reverendo William Branham, precursó la Segunda Venida de Cristo; porque fue el Espíritu Santo hablando a través del reverendo William Branham.

Lo mismo que los milagros y maravillas que fueron vistos bajo el ministerio del reverendo William Branham, fue el Espíritu Santo el que llevó a cabo esos milagros.

Ahora, vamos a ver entonces este misterio; porque estoy viendo como que en este año puede ser abierto completamente este misterio a la Iglesia del Señor Jesucristo; porque este es el misterio que —siendo revelado a la Iglesia— le da la fe, la revelación, para ser transformados los escogidos de Dios, y los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos glorificados. No hay otro misterio que dé la fe para el rapto.

Muchas personas quizás dicen: “Yo me voy a ir a orar y a ayunar en cierto lugar, hasta que Cristo me transforme”. Otros dirán: “Yo voy a hacer tal cosa”. Pero miren: hay una sola cosa que da la fe para ser transformados y raptados; y es lo que los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, hablan; y lo que hablan es la revelación divina del Séptimo Sello; revelan el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo.

En la página 128 del libro de Los Sellos, dice el reverendo William Marrion Branham, o el Espíritu Santo a través del reverendo William Branham:

121. Ahora, los Siete Truenos de Apocalipsis permitirán que Él muestre a la Novia cómo prepararse para obtener esa gran fe de traslación”.

¿Ven? La fe de rapto está en los Truenos, o sea, en lo que los Truenos hablan. Y lo que los Truenos hablan ¿qué es? Eso es la Voz de Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, clamando como cuando un león ruge y siete truenos hablando sus voces.

Ahora, vamos a ver en la página 131 del libro de Los Sellos, dice:

131. Y ahora Jesús: Su Nombre sobre la Tierra fue Jesús el Redentor, porque fue el Redentor cuando estuvo sobre la Tierra; pero cuando conquistó el infierno y la muerte, los venció y ascendió, entonces recibió un nuevo Nombre. Por esa razón es que gritan y hacen tanto ruido y no reciben nada. Será revelado en los Truenos”.

¿Ven? Los Truenos son los que dan la revelación de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida de Cristo y de Su Nombre Nuevo.

132. Fíjense en el misterio, Él viene cabalgando…”.

O sea, que los Truenos revelan el misterio de ese Jinete que viene cabalgando en ese caballo blanco de Apocalipsis 19.

“… Él viene cabalgando. Tiene que haber algo para cambiar esta Iglesia”.

¿Ven? Tiene que haber algo. ¿Y qué es lo que hay de parte de Dios? La Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.

Tiene que haber algo para cambiar esta Iglesia. Ustedes saben eso. ¡Tiene que venir algo! Ahora noten: Nadie entendía ese nombre, sino Él mismo.

‘Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es llamado: EL VERBO DE DIOS.

Y los ejércitos que están en el Cielo le seguían en caballos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio.

Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las gentes; y él los regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES’.

Apocalipsis 19:1316

133. Allí viene el Mesías, allí es donde está”.

Y ahora, vamos a ver por qué Él viene a Su Iglesia y después es que se revelará al pueblo hebreo; porque Su Iglesia es el Israel celestial.

Recuerden que el Reino de Dios fue quitado de en medio del pueblo hebreo y dado a un pueblo que llevaría sus frutos7; y esa es la Iglesia del Señor Jesucristo, que es llamada de entre gentiles y hebreos.

Vamos a ver en la página 134 para ver todo ese mecanismo:

142. Y noten ustedes: Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse, el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como ‘Rey de reyes y Señor de señores”.

O sea, le daremos la bienvenida: “¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!”. Viene con el Nombre Eterno de Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo; con un Nombre que ninguno entendía sino Él mismo.

Ahora, ya vimos que eso será el Espíritu Santo encarnado: tendrá un velo de carne, se velará en carne humana; porque dondequiera que esté la Palabra, estará encarnada, estará velada.

Ahora, vamos a ver algo más. En la página 146, nos dice también (el último párrafo), del libro de Los Sellos, dice:

[192]. Y al mismo tiempo que el diablo cae del Cielo y se encarna en un hombre, el Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”.

Y ahora nos habla que esa encarnación del Espíritu Santo será en un hombre. Si viene encarnado, pues tiene que venir encarnado en un hombre. Si conseguimos ese hombre, entonces conseguiremos el Espíritu Santo hablándonos y revelándonos los misterios que necesitamos conocer: el misterio del Séptimo Sello, el misterio que no pudo abrir el precursor, sino que le toca al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.

En la página 352 del libro de Los Sellos, también dice:

107. Y sucede que al tiempo cuando el anticristo venga en su plenitud, Dios también vendrá en Su plenitud para redimirnos (o sea, para transformarnos a nosotros los que vivimos y resucitar a los muertos en Cristo).

La Segunda Venida de Cristo tiene un propósito: tiene el propósito de la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Luego en la página 277, dice el reverendo William Branham, o el Espíritu Santo a través de él; mientras él está orando, dice:

[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco (¿Quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19? El Espíritu Santo), mientras su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.

Ahora, el Espíritu Santo, conforme a la promesa divina, se encarnará en un hombre.

Y ahora, vamos a ver un poco más. La página 256 del libro de Los Sellos, dice:

121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Ahora, estamos ya aprendiendo lo que es el misterio del Séptimo Sello, y lo que es el misterio del Rey que viene en el Nombre del Señor, el cual el pueblo hebreo lo verá y dirá: “¡Este es el que nosotros estamos esperando!”. Y dirán: “¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!”.

Ahora, veamos, ese es el misterio del Séptimo Sello. Ahora miren a qué está ligado el misterio del Séptimo Sello. En la página 469 dice, del libro de Los Sellos:

153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás. Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el Oriente. Les dije también que: Me levantó, me alzó. ¿Se acuerdan?

154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello, lo cual he mantenido como una pregunta en mi mente toda mi vida. Los otros Sellos significaron mucho para mí, desde luego; pero ustedes no se imaginan lo que ha significado este Séptimo”.

Y ahora, el que tiene el Séptimo Sello es el Ángel que era diferente a los demás. Los demás ángeles eran los ángeles de las siete edades, y el reverendo William Branham era uno de los ángeles de las siete edades. Él vio siete ángeles, sin contarse él; si se contaba él, eran ocho ángeles. Ocho ángeles. Cuando fue levantado a estar con ellos en esa constelación ya eran ocho ángeles: los siete ángeles de las siete edades y el Ángel que era diferente a los demás, el Ángel que no era un ángel de edad, sino dispensacional, era el que tenía el Séptimo Sello.

Por lo tanto, el Séptimo Sello no puede ser desligado, separado, de ese Ángel que era diferente a los demás, el cual vuela de oeste a este.

En Su Primera Venida Él vino de este a oeste, y en Su Segunda Venida es de oeste a este. El Mensaje de la Primera Venida es un Mensaje de este a oeste: eso es el Evangelio de la Gracia; para traer una transformación interior en las personas y producir el nuevo nacimiento, y producir la entrada de personas al Reino de Dios, y obtener así un cuerpo angelical. Pero para obtener el cuerpo físico glorificado es un Mensaje de oeste a este, el cual nos da la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Tiene que ver con nuestra transformación física el Mensaje del Séptimo Sello, el Mensaje de la Segunda Venida de Cristo.

Ahora vean, en la página 472 dice, del libro de Los Sellos.

“Noten bien…”. Un poquito antes, dice:

[163]. Esto muestra que viene de Dios, porque vemos que cuadra perfectamente con las promesas de Dios para el Mensaje del tiempo del fin.

164. Noten bien el Mensaje del tiempo del fin (este Sello)… Él nos ha revelado los seis Sellos, pero no dice nada del séptimo. El Sello del tiempo del fin, cuando empiece (o sea, cuando comience) será algo completamente secreto, según la Biblia”.

O sea que el Sello del tiempo del fin, que es el Séptimo Sello, cuando comience será algo secreto según la Biblia; o sea que estará, habrá comenzado, y el mundo no sabrá nada, será algo secreto según la Biblia.

En palabras más claras, como cuando el pueblo hebreo tenía la promesa de la Venida del Mesías; y cuando comenzó en el vientre de María, y luego nació, y luego fue un niño, y luego un jovencito: allí estaba la Primera Venida de Cristo, pero era un secreto. Y todos los teólogos decían: “El Mesías va a venir”. Pero no sabían que ya estaba entre ellos, y era un niñito, y después un jovencito hebreo, hasta que llegó a los casi 30 años, en donde se manifestó, se reveló, y comenzó Su ministerio mesiánico; pero antes de eso, todo era un misterio.

Y cuando se abrió ese misterio, vean, los incrédulos, no creyeron; los creyentes, creyeron. Siempre van a haber esos dos grupos principales: creyentes y no creyentes. Los creyentes se agarran de esa verdad divina, ven la promesa hecha realidad, hecha carne, y lo creen de todo corazón.

Los incrédulos no creen, y comienzan a combatir el cumplimiento de esa promesa; porque ellos dicen: “Yo no lo veo de esa manera. Yo creo que será de esta otra forma. No puede ser en esa persona tan sencilla: un joven carpintero de Nazaret que no ha estudiado, ¿qué nos puede enseñar? Teniendo nosotros un sumo sacerdote que tiene sus doctorados, y ahora venga un joven carpintero, que de lo único que puede hablar es de carpintería, de clavos, madera, martillo, y cosas así, ¿que venga ahora a enseñarnos?, y para colmo a decir que en Él se está cumpliendo la Venida del Mesías”. ¿Ven? Era una cosa que no tenía lógica para los grandes doctores en divinidad, en teología, de la religión hebrea; pero era el cumplimiento de lo que Dios había prometido.

El reverendo William Branham dice que cuando Dios promete algo grande, lo cumple en forma sencilla. “Y de diez ocasiones (dice), nueve se cumplen en medio del pueblo, y no lo pueden entender, no lo pueden ver”.

Ahora, continuemos leyendo aquí. Sigue diciendo:

[164]. Recuerden que Apocalipsis 10:17: que al fin del Mensaje del séptimo ángel, TODOS los misterios de Dios serían conocidos. Estamos en el tiempo del finla apertura del Séptimo Sello.

165. El domingo pasado, hace una semana hoy, cuando estaba predicando sobre: ‘Sed humildes, sed humildes, recuerden que Dios obra en cosas pequeñas, en verdad no me daba cuenta de lo que estaba hablando, pero ahora lo veo bien. Será de una manera tan humilde. Uno pensaría que una cosa tan tremenda sería revelada allá en el Vaticano, pero más bien viene como vino Juan el Bautista, viene como el nacimiento de nuestro Señor, ¡allá en un establo! ¡GLORIA A DIOS! ¡La hora está a la mano! ¡Aquí estamos! ¡Oh, hermanos!”.

Ahora vean, si la Primera Venida se cumplió en forma sencilla, en forma humilde, también Su Segunda Venida tiene que cumplirse en forma sencilla, y tiene que tener sus diferentes etapas. Y si va a venir el Espíritu Santo encarnado en un hombre, pues ese hombre tiene que nacer primero: tiene que nacer, ser un bebé, ser luego un niñito, ser un jovencito, y luego tener el comienzo de su ministerio.

Sigue diciendo en la página 474, dice:

172. Ahora noten: Es por Dios que yo les digo la verdad, ya que estas cosas me son espiritualmente discernidas; son discernidas por el Espíritu Santo. Y cada cosa ha identificado su lugar en la Biblia. Ahora, el gran secreto bajo este Sello yo no lo conozco (él dijo que no lo conocía). ¡No lo conozco! No lo pude descifrar; no pude captar lo que decía. Pero yo sé que eran los Siete Truenos tronando rápidamente uno tras otro, haciendo siete estruendos; y eso se abrió hacia algo más que vi. Cuando vi eso, busqué la interpretación y me pasó tan rápidamente que no lo pude descifrar. Eso es correcto. Todavía no es la hora para eso, pero está llegando a ese ciclo, está llegando cerca. Entonces lo que hay que hacer es recordar que les estoy hablando en el Nombre del Señor. Estén preparados, porque no saben en qué hora algo pueda suceder”.

Y más abajo, el penúltimo y último párrafo, dice:

[173]. Yo no sé quién será, ni qué va suceder (no sabe quién será ni qué va suceder). ¡No sé! Solamente sé que esos Siete Truenos contienen el misterio por cuya razón hubo silencio en el Cielo. ¿Todos entienden?

174. Quizás sea ahora el tiempo y la hora cuando aparezca esta gran persona que hemos estado esperando. Quizás este ministerio, por el cual he tratado de convertir las gente a la Palabra, ha servido de fundamento”.

¿El Mensaje del precursor qué es? El fundamento para el que viene después de él.

“Si así es, entonces les estaré dejando para siempre. No habrá dos aquí al mismo tiempo. Y si así fuera, él crecerá y yo menguaré”.

Ahora está hablando de una persona, y él dijo que será el Espíritu Santo encarnado en un hombre.

¿Qué fue la Primera Venida de Cristo? El Espíritu Santo encarnado en un hombre llamado Jesús.

“¡Yo no sé! Pero Dios me ha dado el privilegio de ver y mirar lo que es; lo vi abrirse hasta donde lo vi”.

O sea, que no vio todo; vio abrirse algo, pero no pudo descifrar el misterio, y hasta allí él llegó en cuanto al conocimiento. Y aun él dice, cuando vio todo lo relacionado a la Tercera Etapa, que los Truenos…, o la Tercera Etapa estaba en un idioma desconocido. Vamos a ver si conseguimos esa parte rápido, para que la tengan. Hablando de la Tercera Etapa. Porque todo eso corresponde a la Tercera Etapa, y la Tercera Etapa tiene sus diferentes fases. Dice, hablando de la Columna de Fuego, dice [pág. 471]:

[161]. En eso la Voz me dijo: ‘No puedes enseñarles las cosas sobrenaturales a los bebés pentecostales. ¡Déjalos!’. Entonces me alzó y me colocó en un lugar muy elevado, donde había una reunión (o sea que no era una reunión de él; era una reunión de otra persona), y parecía una carpa o una especie de catedral. Yo miré, y así a un lado parecía que había una cajita, un lugar pequeño. Y esa Luz que ustedes ven sobre la fotografía estaba hablando con alguien más arriba de donde yo estaba”.

Y si ustedes miran de edad en edad… Si Pablo llegaba a tener la visión o un sueño de cómo Dios hablaría más adelante, luego que terminara de hablar a través de él, vería que la Columna de Fuego le hablaría a un hombre más arriba de donde él estaba. Porque habló en esta primera edad a través de San Pablo y a San Pablo, pero después habló más arriba: a Ireneo y a través de Ireneo; y después habló más arriba de Ireneo a otro hombre: a Martín; y después más arriba a otro hombre: a Colombo; y después más arriba a otro hombre: Lutero; y después más arriba a otro hombre: a Wesley; después más arriba a otro hombre: al reverendo William Branham; y después más arriba a otro hombre: a aquel velo de carne en el cual el Espíritu Santo se encarnará.

Y ese será el y a través del cual el Espíritu Santo cumplirá la Visión de la Carpa cuando llegue el momento, que será cuando venga la apretura.

Pero antes estará el Espíritu Santo llamando y juntado a Sus escogidos, y completará Su Iglesia con los escogidos; y luego llamará al pueblo hebreo. Ellos serán llamados cuando esa Tercera Etapa esté haciendo la parte de maravillas, milagros, físicamente. Porque los milagros son: para Moisés y Elías, para el llamado de 144.000 hebreos. Y cuando eso ocurra, ya los escogidos de la Iglesia estarán completos en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, vamos a continuar leyendo aquí, dice:

“… estaba hablando con alguien más arriba de donde yo estaba. Se fue volando de donde yo estaba, y se fue a posar sobre la carpa, y dijo: ‘Te encontraré allí. Esto será la Tercera Etapa, y no se lo dirás a nadie’.

162. Y allá en el cañon Sabino, Él me dijo: ‘Esta es la Tercera Etapa’. Hay tres cosas muy grandes que acompañan la Tercera Etapa. Una de ellas se abrió ayer, otra hoy, y queda una cosa que no pude interpretar, porque está en un idioma desconocido”.

No era el inglés. Si está en un idioma desconocido está en otro idioma que no es el inglés; porque si él lo escuchaba en inglés, lo entendía; pero él escuchó y no pudo entender.

Pues si él estaba en esa Visión de la Carpa viendo todo lo que estaba aconteciendo, vio el llamamiento al altar, vio todas las cosas; vio también cómo se ministraba, que era una forma nueva o diferente a la que el reverendo William Branham ministraba. Porque él ministraba para orar por los enfermos públicamente, y todo el mundo veía; y por esta causa surgieron los imitadores.

Ahora, es en una forma diferente a la que él ministraba, en una forma donde habrá privacidad para que nadie pueda imitar.

“Pero estuve allí parado, y lo mire directamente; y esta es la Tercera Etapa, lo que viene, y el Espíritu Santo de Dios”.

¿Ve? Es el Espíritu Santo que estará obrando en esa etapa. Por lo tanto, el Espíritu Santo tiene que estar en alguien para obrar. Será el Espíritu Santo el que estará haciendo todas esas maravillas y milagros, pero tendrá un velo de carne.

Ahora, eso será el Espíritu Santo manifestado, velado y revelado en carne humana, manifestado a través de un velo de carne. Y eso es lo que verá el pueblo hebreo: verá a Cristo viniendo a Su Iglesia.

Y si viene a Su Iglesia, tiene que venir en una edad; y viene en la Edad de la Piedra Angular, en el Día Postrero. Vino en cada edad manifestado en cada ángel mensajero; y vendrá en el Día Postrero, conforme a las promesas, manifestado en carne humana en un mensajero, que es el Ángel del Señor Jesucristo. No puede ser otro.

Ese es el Vencedor del Día Postrero, sobre el cual Cristo escribirá Su Nombre Nuevo y el Nombre Eterno de Dios y de la Ciudad de nuestro Dios, conforme a Apocalipsis, capítulo 3 [verso 12]:

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del Cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.

Por lo tanto, estará el Nombre Eterno de Dios, de la Ciudad de nuestro Dios, y Nombre Nuevo de Jesucristo, en el Vencedor del Día Postrero.

Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, también dice:

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.

Alguien recibirá esa Piedrecita blanca, que es la Segunda Venida de Cristo con un Nombre Nuevo; y ese será el único que conocerá el misterio de ese Nombre Nuevo, porque tendrá esa Piedrecita blanca, tendrá a Cristo.

Cristo vendrá en Su Segunda Venida a ese Vencedor. Ese es el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, con el Espíritu Santo en él manifestado en carne humana; y por consiguiente ahí estará el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, el Nombre Eterno de nuestro Dios, y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.

Y cuando el pueblo hebreo vea eso, ya en la fase de grandes milagros y maravillas, que serán hechos físicamente cuando venga la apretura, será que el pueblo hebreo dirá: “¡Esto es lo que estamos esperando! ¡Este es el hombre que estamos esperando nosotros!”. Pero Él viene por Su Iglesia, estará en medio de Su Iglesia. Ellos verán a Cristo en medio de Su Iglesia.

Por eso es que muchos tratarán de convertir el pueblo hebreo a Cristo e irán allá con grandes actividades, y nada sucede. Aunque pueden recibir a Cristo como individuos muchos hebreos, porque comenzó con hebreos la Iglesia de Jesucristo. Pero para llamar y juntar 144.000 hebreos, eso será por medio de Cristo, el Ángel Fuerte, manifestado a través de un hombre, en el cumplimiento de la Visión de la Carpa, donde verán a Cristo viniendo por Su Iglesia. Y ellos verán y dirán: “¡Este es el que nosotros estamos esperando!”.

Por lo tanto, ¿dónde lo van a ver a él? En medio de la Iglesia, en medio de los gentiles.

Por eso todos los que quieren convertir el pueblo hebreo a Cristo, tratarán de ir a Israel; pero conforme al Programa Divino: ellos van a ver desde allá lo que estará pasando entre los gentiles, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en medio del grupo del Día Postrero, en medio de la etapa de la Edad de la Piedra Angular.

Y ahora veamos en la página 155… Recuerde que el Israel terrenal es el pueblo hebreo, pero el Israel celestial es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, veamos lo que sucede en la Iglesia del Señor Jesucristo: página 151 del libro de Citas, verso 1345, dice:

1345 – “Y la gloria de Dios estaba allí (o sea, en el templo) adentro hasta que él… ellos no podían ver cómo ministrar. ¡Amén! Cerrará los ojos de cada teólogo cuando Él venga por Su Novia”.

¿Por quién viene Cristo? Por Su Novia, Su Iglesia. Y cerrará los ojos de todo teólogo. O sea, si cerrará los ojos de todo teólogo: estarán ciegos al cumplimiento de Su Venida, como estaban ciegos los teólogos de la religión hebrea en la Primera Venida de Cristo.

La Primera Venida fue en medio del pueblo hebreo y por el pueblo hebreo. La Segunda Venida de Cristo es en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la que está esperando la Segunda Venida de Cristo. Dice:

“Ella será subida en el medio de la noche, así como fue a ellos. Ellos ni siquiera la verán ir”.

O sea que la Iglesia del Señor Jesucristo va ser transformada y raptada, y el mundo no se va a dar cuenta de lo que habrá sucedido. Dice: “La trompeta sonará…”. Párrafo 1348:

1348 – “La trompeta sonará, los muertos se levantarán primero; entonces nosotros seremos subidos con ellos. Cuando la gloria de Dios esté sobre la Tierra, esconderá la Iglesia fuera del mundo. Ni siquiera la verán cuando se vaya”.

Y ahora, vamos a leer un lugar que está más claro todavía. En la página 155, párrafo 1383 del libro de Citas, el cual es un extracto aquí del mensaje “¿Qué es la atracción en el Monte?”, predicado en agosto 25 del año 1965.

1383 – “Oh, habrá una verdadera lluvia temprana y tardía en los postreros días sobre ese grupo pequeño que viene con Él sobre este asno manso y humilde, sin una denominación, clamando: ‘Hosanna al Rey que viene en el nombre del Señor”.

Y ahora, vemos que lo que sucedió en medio del pueblo hebreo cuando Cristo hizo Su entrada triunfal a Jerusalén, sucederá en medio del Israel celestial. Y habrá un grupito pequeño, comparado con los millones de seres humanos que hay sobre la Tierra; pero ese grupito pequeño estará clamando: “¡Hosanna al Rey que viene en el Nombre del Señor!”. Porque el que viene es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, el cual es el Verbo de Dios; y viene con un Nombre Nuevo, con un Nombre que ninguno conoce sino Él mismo.

“Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores8.

Ahora, “Rey de reyes y Señor de señores” no es un nombre; pero el nombre que tendrá es el Nombre del Rey de reyes y del Señor de señores, y es el Nombre del Verbo de Dios, que estará hecho carne en el Día Postrero.

Y el pueblo que lo verá y creerá en Él, dirá: “¡Bendito el Rey que viene en el Nombre del Señor!”. Reconocerá que en él está el Espíritu Santo manifestado, hecho carne; y reconocerá el Nombre: que viene en el Nombre del Señor.

Por lo tanto, la experiencia que tuvo el pueblo hebreo con la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén, la tiene la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Israel celestial, y es la Nueva Jerusalén.

Por lo tanto, con nuestros ojos espirituales bien abiertos, para que no se nos pase por alto esta promesa que luego el pueblo hebreo verá cumplida en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Todo esto corresponde al Séptimo Sello; por lo tanto, este misterio de Cristo viniendo a Su Iglesia es el misterio más grande de todos los misterios, es el misterio del Séptimo Sello.

Hay cosas, todavía, que no pueden ser explicadas; pero más adelante serán explicadas. No son explicadas todavía para que no haya interrupción en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y se cumplan todas las profecías como Dios las ha establecido.

Por eso le fue dicho al reverendo William Branham: “De esto no dirás nada a nadie”. ¿Para qué? Para que no haya imitadores; y para que cualquiera que trate de imitar: no conozca la mecánica y no le pueda cuadrar una cosa con la otra. ¿Ve? Pero la verdadera revelación del Espíritu Santo cuadra desde el Génesis hasta el Apocalipsis.

Por lo tanto, estamos viviendo en un tiempo paralelo al tiempo que vivió el pueblo hebreo en los días de nuestro amado Señor Jesucristo.

La humanidad verá cuando esté sucediendo lo de la Visión de la Carpa siendo cumplido; pero eso es el final, y corresponde al final del Séptimo Sello; eso corresponde a la etapa de adopción. Y para que una persona sea adoptada, primero tiene que tener una trayectoria ministerial, la cual sea conforme al Programa que Dios tiene para ese tiempo.

Por ejemplo, una persona que venga predicando el Mensaje de Noé y haciendo un arca: esa persona nunca puede ser adoptada, nunca será transformada.

Una persona que venga predicando el Mensaje de la Ley, y haciendo sacrificios de animalitos, y guardando días de fiestas hebreos, y guardando el sábado, y así por el estilo: nunca podrá ser adoptada.

Porque ya el ministerio sacerdotal de Aarón fue quitado, conforme dice San Pablo en Hebreos, capítulo 7. Dice fue quitado ese ministerio…, él dice que hubo un cambio de sacerdocio, y por consiguiente tiene que haber un cambio de la Ley también9.

Por lo cual, ya no estamos en el tiempo de la Ley, no estamos bajo el ministerio sacerdotal de Aarón, de esa línea de Aarón, sino que estamos bajo el tiempo del ministerio de Melquisedec, del Orden de Melquisedec.

Y de ese Orden es el ministerio del Día Postrero, en el cual el Espíritu Santo viene velado y revelado a través de carne humana; así como el ministerio de cada ángel mensajero fue bajo el Orden de Melquisedec también; y el ministerio de Jesucristo también, aquí en la Tierra; y el ministerio como Sumo Sacerdote en el Cielo es del Orden de Melquisedec, no del orden de Aarón.

Por lo tanto, para este tiempo final el ministerio para la Edad de la Piedra Angular es del Orden de Melquisedec.

Y por cuanto la Edad de la Piedra Angular es la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, es un ministerio de Sumo Sacerdote; por eso puede entrar al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, que es la Edad de la Piedra Angular.

Ningún otro ministerio de los ángeles pasados podía entrar a ministrar a la edad y en la edad de la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; y por consiguiente es un ministerio dispensacional.

Es el ministerio más grande que el Espíritu Santo tendría en medio de Su Iglesia. Y ese ministerio corresponde al Ángel que era diferente a los demás, que es el Ángel que tiene el Séptimo Sello.

Él estará manifestado en el cumplimiento del Séptimo Sello, y estará en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; así como estaban cada uno en su edad en medio de la Iglesia de Jesucristo, cada uno de los otros siete ángeles de las siete edades de la Iglesia.

Por lo tanto, el misterio del Séptimo Sello gira alrededor del Ángel que era diferente a los demás; y estará ese ministerio manifestado en la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular, para cumplir el misterio del Séptimo Sello.

“BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR”.

Es la Venida de Cristo, del Espíritu Santo, en medio de Su Iglesia, como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19: el Verbo hecho carne.

El Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19: la Palabra viniendo en carne humana en un hombre.

Ahí está el misterio del Séptimo Sello, ahí está el misterio por el cual clamarán los escogidos de la Iglesia en el Día Postrero y luego el pueblo hebreo: “¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!”. Ahí viene el Nombre del Señor.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, en esta segunda actividad de este año 2004.

Por lo que veo, Dios comenzó este año, vean, hablándonos acerca del Sacerdocio de Melquisedec; y hoy con el tema: “BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR”. Es Melquisedec, Cristo.

Y ya para el próximo domingo (pasado mañana) tenemos como tema: “LA TRAYECTORIA DE JESUCRISTO”.

O sea que en esa trayectoria de Jesucristo vamos a ver Su trayectoria hasta este tiempo final, y el territorio donde está señalado en la Escritura que estará en este tiempo final en Su ministerio del Día Postrero; y luego pasará al pueblo hebreo.

Como el sol que sale del oriente hasta llegar al occidente; y después regresa al este, al oriente.

Ahora, ¿saben ustedes una cosa? El sol viene, sale del este, viene caminando hasta el oeste; y luego se regresa por el otro lado del mundo, hasta el oeste. Y ahí lo vamos a dejar calladito para no abrir mucho ese misterio hasta que llegue el momento.

San Pablo quiso coger la ruta del regreso del sol, cuando tenía que coger la ruta de la salida del sol, rumbo al oeste; pero la de regreso del sol es de oeste a este. Ahí lo vamos a dejar.

Yo creo que Miguel (que estaba ahí pendiente) se dio cuenta de algo ahí; pero lo vamos a dejar quietecito ahí. En otra ocasión, pues, quizás hablemos. O cuando veamos, cuando esté regresando el Sol al este, yo les diré: “Vean, en aquella ocasión les dije que el Sol, cuando viene del este hacia el oeste, toma una ruta. Pero vean, cuando va de regreso, se va por el otro lado”. Y ahí lo vamos a dejar, hasta que tome esa ruta, quizás; para que no se interrumpa todo el Programa que Dios tiene para el regreso del Sol al este.

Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR”.

Eso es en la entrada de Cristo a la Jerusalén espiritual, que es Su Iglesia, como lo fue en Su entrada a la Jerusalén física, allá en medio del pueblo hebreo; y después ya pasará de nuevo al pueblo hebreo.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo nuevamente con nosotros al misionero, el reverendo Miguel Bermúdez Marín, para así finalizar nuestra parte en esta noche.

Oremos mucho por nuestro hermano Bermúdez, para que Dios lo bendiga y lo use grandemente en Su Obra en este año 2004, y también a su esposa Ruth.

Bueno, ya con nosotros nuestro hermano Bermúdez. A él le gusta mucho el postre; y siempre también en las reuniones de ministros no pasa rápido para que siga hablando; pero ya el postre lo tuvimos, ya cuando habíamos terminado: lo otro que hablamos, ya eso era como el postre, y también como un aperitivo para el mensaje de pasado mañana.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos; y adelante sirviendo a nuestro amado Señor Jesucristo.

“BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR”.

[Revisión marzo 2022]

1 San Mateo 1:23

2 San Mateo 4:8-11, San Lucas 4:5-8

3 Éxodo 12:14, 12:24-27

4 1 Corintios 5:7

5 San Juan 1:29

6 1 Corintios 1:22-23

7 San Mateo 21:43

8 Apocalipsis 19:16

9 Hebreos 7:12

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