Muy buenas noches, ministros, compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, en este tiempo final, en la etapa correspondiente a este tiempo de la Iglesia: la Edad de la Piedra Angular.
Es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual leemos en Nehemías, capítulo 4, versos 14 al 17, donde dice:
“Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.
Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea.
Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá.
Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada.
Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.
Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de otros.
En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros”.
Que Dios bendiga nuestra almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LUCHANDO POR NUESTRO PUEBLO Y POR NUESTRA FAMILIA”.
En este pasaje que hemos leído, encontramos que todo gira alrededor de la restauración del templo de Dios en Jerusalén.
Dios había dicho por el profeta Jeremías que serían setenta años allá en Babilonia (¿o dónde era, Miguel? En… [Hno. Miguel: Babilonia] En Babilonia), y luego regresarían a la tierra de Israel para la restauración del templo[1].
Y en la profecía de Daniel, capítulo 9, ahí nos dice que serían setenta semanas en las cuales sería llevada a cabo la restauración. Los primeros siete [7] años [semanas] tenía una etapa del Programa Divino, y luego otros – otras sesenta y dos [62] semanas, que vendrían a ser… (62 por 7 son 14… y…), son ¿cuatrocientos cuánto? 434 años; o sea que sería un trabajo duro, arduo, y sería en tiempos (¿qué?) angustiosos.
La restauración de Jerusalén y del templo establecerían el cimiento, pondrían el cimiento, y así por el estilo; allí pues estaría Zorobabel y Josué; y luego vendrían (en diferentes etapas de esa restauración) diferentes hombres enviados por Dios.
Y ahora, encontramos que así fue en la restauración del templo y de la ciudad.
Y por consiguiente, siendo que eso sucedió en el Israel terrenal, el pueblo hebreo, viene a ser también tipo y figura del Israel celestial y las cosas que sucederían en el Israel celestial; pues encontramos la cautividad del Israel celestial: que fue llevado a Babilonia en lo espiritual, y luego encontramos… Eso fue por el año 325, de ahí en adelante, del tiempo también de Constantino y todo ese tiempo.
Pero luego, así como hubo una restauración de la Jerusalén terrenal y del templo terrenal allá en Jerusalén, también está señalada la restauración del Israel celestial, de la Jerusalén celestial, y del Templo de Dios, ese Templo celestial: la Iglesia del Señor Jesucristo, que es un Templo espiritual.
Y así como la lucha que ellos tendrían era por su pueblo y por su familia, por sus hijas, sus hijos, sus mujeres y sus casas; ahora la lucha en el campo espiritual es por nuestro pueblo, el pueblo celestial de Dios, los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; es por nuestra familia, para que reciban la salvación y vida eterna; y es por nuestra casa, nuestra familia, nuestros descendientes; y por toda la Familia de Dios.
Por lo tanto, tenemos que estar conscientes de estas cosas; porque esta lucha no es contra carne y sangre, sino contra potestades en los aires, potestades y todo el reino de las tinieblas, que usa lo terrenal para levantarse en contra de Cristo y todo el Programa de Cristo, de Cristo y Su Iglesia; porque él no desea que la Iglesia del Señor Jesucristo sea restaurada a como fue cuando nació el Día de Pentecostés.
La restauración del fundamento, del cimiento donde se pone el fundamento, y la restauración del muro, vean ustedes, todo esto tiene un significado en el Programa Divino.
Vamos a ver lo que nos habla Zacarías en el capítulo 4, verso 8 en adelan-… (vamos a ver…), verso 1 en adelante, vamos a ver:
“Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño.
Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él;
Y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda.
Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?
Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor mío.
Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es (la) palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.
¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella.
Vino palabra de Jehová a mí, diciendo:
Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa…”.
Ahí tenemos la forma en que el cimiento de la casa sería echado: Zorobabel lo colocaría.
“Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros.
Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra.
Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda?
Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?
Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no.
Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra”.
Para aquellos días los dos ungidos aquí en la Tierra que estaban delante de Dios era el príncipe Zorobabel (gobernador allá en Judá, descendiente del rey David) y el sumo sacerdote Josué. Por eso en el capítulo 3, verso 1 en adelante, dice [Zacarías]:
“Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle.
Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del incendio?
Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel.
Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala.
Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron (de) las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie.
Y el ángel de Jehová amonestó a Josué, diciendo:
Así dice Jehová de los ejércitos: Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre estos que aquí están te daré lugar.
Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son varones simbólicos. He aquí, yo traigo a mi siervo el Renuevo.
Porque he aquí aquella piedra que puse delante de Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí yo grabaré su escultura, dice Jehová de los ejércitos, y quitaré el pecado de la tierra en un día.
En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, cada uno de vosotros convidará a su compañero, debajo de su vid y debajo de su higuera”.
Y ahora, aquí en el capítulo 4, verso 11… verso 10, dice [Zacarías]:
“Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra”.
Y ahora, en la Jerusalén celestial y el Templo celestial: la Iglesia del Señor Jesucristo (y la Jerusalén celestial: la Iglesia del Señor Jesucristo), encontramos que hay siete ojos, que son los siete espíritus de Dios que recorren toda la Tierra. Dice Apocalipsis, capítulo 1, verso 4:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante (del) trono”.
Y ahora vamos a ver esos siete espíritus que están delante del Trono: Apocalipsis, capítulo 4, verso 4 al 5, dice:
“Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas”.
Esos son (los veinticuatro ancianos) los doce patriarcas hijos de Jacob y los doce apóstoles del Señor Jesucristo. “Y delante del Trono había como…”. Vamos a ver:
“Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”.
Y aquí podemos ver lo que son los siete espíritus de Dios: las siete lámparas de fuego que están delante del Trono de Dios en el Cielo.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 5, verso 6, dice:
“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”.
Y ahora, los siete espíritus de Dios enviados por toda la Tierra son los siete ojos que están en los siete cuernos del Cordero. Los siete cuernos son las siete etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo. Todo esto se ha estado materializando en la Iglesia del Señor Jesucristo.
El Cielo se ha estado materializando en la Iglesia del Señor Jesucristo; porque la Iglesia del Señor Jesucristo es la Jerusalén celestial, la Jerusalén espiritual, y también el Templo espiritual de Cristo.
Y ahora, todo lo que vimos allá, en la Jerusalén terrenal y en el templo terrenal en medio del pueblo hebreo, es lo que se vería también en el Templo espiritual de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, la Jerusalén espiritual y el Israel espiritual.
Ahora, podemos ver… Vamos a ver aquí un poco más: en Apocalipsis, capítulo 21, verso 9 en adelante, dice:
“Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
Tenía un muro grande y alto (ahí tenemos el muro)…
Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las (doce) puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;
al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.
Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”.
Y ahora, vean, en el muro están los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
“El que (estaba hablando) conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro”.
Y ahora, vean esto aquí en Apocalipsis 11 (luego continuaremos ahí)… La Ciudad iba a ser medida; pero miren, acá, en Apocalipsis 11, verso 1 en adelante, dice:
“Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.
Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses”.
Ahora, continuemos acá en el capítulo 21; verso 15, continuamos ahí, dice:
“El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.
(Y) La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.
Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.
El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio;
y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio”.
Ahí tenemos que el fundamento del muro, los cimientos del muro, estaban adornados con doce clases de piedras. Encontramos que en el muro estaban escritos los nombres de los apóstoles.
Ahora, en la restauración del muro es que viene la restauración de la Iglesia del Señor Jesucristo: siendo restaurada a la fe de los apóstoles. Ahí tenemos la restauración del muro.
Y así por el estilo sigue toda esa labor de restauración de Cristo; porque Cristo está tipificado allá en Zorobabel y en Josué; porque Cristo es el Príncipe de Su pueblo, y también Él es el Sumo Sacerdote del Templo celestial.
Veamos lo que nos dice Zacarías, capítulo 6, verso 12:
“Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová.
Él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos”.
Aquí podemos ver a Cristo representado en el príncipe Zorobabel, el cual edificaría el templo y se sentaría también luego en – como príncipe y como gobernante, y él dominaría en su trono; tipo y figura de Cristo llevando a cabo la restauración de Su Templo, Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes, llevando a cabo la restauración del ser humano a lo que era antes de la caída del ser humano (el ser humano era templo de Dios); y a lo que era también la Iglesia en los días de los apóstoles.
Ahora, encontramos que todo lo que hacemos, toda la lucha y el trabajo que llevamos a cabo es por nuestro pueblo y por nuestra Familia: es por la Iglesia del Señor Jesucristo, que es nuestro pueblo, que es la Jerusalén celestial y el Israel celestial; y es por nuestra Familia: nuestra Familia celestial —porque somos descendientes de Dios, somos la Familia de Dios— y también por nuestra familia terrenal: nuestra esposa, nuestros hijos y nuestros parientes, para que ellos reciban la bendición de la salvación y vida eterna.
Por eso trabajamos en la Obra del Señor Jesucristo en esta labor de restauración: de la restauración de la Iglesia del Señor Jesucristo a lo que era antes del tiempo allá del año 325; lo que era antes de ese año, de ahí hacia atrás, lo que era – a como era en el tiempo de los apóstoles es que la Iglesia es restaurada en este tiempo final.
Por lo tanto, en la Obra de restauración de la Iglesia del Señor Jesucristo, del Templo de Jesucristo, y de la Jerusalén espiritual, que es la Iglesia de Jesucristo, es que estamos luchando y trabajando.
Pero siempre aparecen adversarios, como Sanbalat, Tobías, ¿y cuál más? [Hno. Miguel: Ahí había otro, eh… Gel-… ¿Cómo se llamaba?] Y otros más ahí que se oponían a la restauración de la Jerusalén terrenal y del templo terrenal, porque no querían que Dios regresara a Su templo y la Gloria de Dios fuera manifestada en el templo, y la bendición de Dios viniera al pueblo hebreo[2].
Pero Nehemías era un hombre valiente, que trabajó con sus siervos en la restauración del templo.
Y así han trabajado en la restauración del Templo de Dios los mensajeros que Cristo ha enviado de etapa en etapa; y así es para este tiempo también. Por lo tanto, estamos luchando por nuestro pueblo y por nuestra familia.
Aunque hay adversarios que son inspirados por el reino de las tinieblas, a los cuales el enemigo de Dios, el diablo, les envía espíritus malignos y los unge con esos espíritus malignos para que se levanten en contra de la Obra de la restauración de la Iglesia del Señor Jesucristo; y también se levantan personas que tratan de que tomen o cojan miedo los que están en la Obra de restauración; y se levantan también personas que profetizan – que hablan y profetizan de que esa labor no va a llegar a nada.
Como le decían a Nehemías y a los que estaban trabajando en la obra: que vendría una zorra ¿era? Y tumbaría los ladrillos; o sea, que la obra que estaban haciendo era tan débil que no servía para nada[3].
Pero Dios estaba con Nehemías y su gente, y la obra era la obra de restauración de la ciudad y del templo, que estaba profetizada en las profecías de Daniel, capítulo 9. Por lo tanto, ellos estaban trabajando conforme a lo que estaba prometido para ese tiempo; ellos eran instrumentos de Dios en la obra de la restauración de Jerusalén, del muro y del templo.
Y ahora nosotros estamos luchando por nuestro pueblo y por nuestras familias en la Obra de la restauración de la Iglesia del Señor Jesucristo.
No podemos poner oído a las críticas, a las amenazas y a los consejos que estén en contra de lo que Dios quiere que hagamos en este tiempo, lo cual está establecido en Su Palabra. Lo que Él quiere es que trabajemos en la Obra de la restauración de la Iglesia del Señor Jesucristo, hasta que la Iglesia llegue a su total perfección, y los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos glorificados, y nosotros seamos transformados, lo cual será con la Venida de la Gloria de Jesucristo en y a Su Iglesia en este tiempo final, en donde Él llenará de Gloria Su Iglesia.
Y cuando los hebreos vean la Gloria de Cristo manifestada en toda Su plenitud en Su Iglesia, dirán: “¡Este es el que nosotros estamos esperando!”. Pero Él no viene por ellos, viene por Su Iglesia.
Será en el Templo espiritual de Cristo —que estará restaurado totalmente para esos días— que el pueblo hebreo verá a Cristo manifestado en toda Su Gloria y en toda Su plenitud, viniendo en la Gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y llevando a cabo la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Así como en el tiempo en que Moisés dedicó el templo o tabernáculo a Dios, y en el tiempo en que Salomón dedicó el templo a Dios, entró la Gloria de Dios en la Columna de Fuego; y los sacerdotes no podían ministrar, no sabían cómo ministrar, porque la Gloria de Dios estaba allí en el templo cuando fue dedicado[4].
Y cuando sea dedicado el Templo espiritual de Cristo, cuando se complete y sea dedicado a Dios, a Cristo: Cristo vendrá en Su Gloria y tomará ese Templo, y en ese Templo se manifestará en toda Su plenitud.
Y desde ahí será que la misericordia de Cristo será extendida al pueblo hebreo, y ahí estará la intercesión por el pueblo hebreo; y ahí será que el pueblo hebreo verá a Cristo y lo recibirá, y obtendrá la misericordia de Cristo; porque allá en el Cielo no estará la misericordia de Dios, sino que estará el Trono celestial como Trono de Juicio, porque no habrá Sangre en el Trono celestial; pero la Sangre estará en la Iglesia del Señor Jesucristo: en sus corazones aplicada.
Y Cristo estará en Su Templo espiritual en la parte más importante, que es el Lugar Santísimo de ese Templo espiritual. Porque ya Él ha pasado por otras etapas de Su Iglesia, por el Lugar Santo; pero en ninguna de esas etapas extendió Su misericordia y Su trato al pueblo hebreo como nación, sino a individuos de los gentiles y a individuos de los hebreos; pero no al pueblo hebreo como nación.
La misericordia de Dios es extendida desde el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, que es la Edad de la Piedra Angular; desde ahí es que Cristo extenderá Su misericordia al pueblo hebreo. Por eso lo verán viniendo a Su Iglesia, y dirán: “Este es el que nosotros estamos esperando”. De lo cual ahora – por ahora no podemos hablar mucho, para que no se interrumpa el Programa de Dios.
Pero veamos aquí, en la página 150 y 151 del libro de Citas, lo que estará pasando en este tiempo final; 151, párrafo 1345[5], dice:
1345 – “[175] Y la Gloria de Dios estaba allí adentro hasta que ellos no podían ver cómo ministrar”.
Esto fue tanto en el tiempo de Moisés como en el tiempo de Salomón, cuando fue dedicado el templo. En el tiempo de Salomón sucedió así.
1345 – “[175] ¡Amén!
Cerrará los ojos de cada teólogo cuando Él venga por Su Novia. Ella será subida en medio de la noche, así como fue a ellos. Ellos ni siquiera la verán ir”.
¿Ven? Aquello que pasó allá se repetirá en el Templo espiritual de Jesucristo.
También en esta misma página 151, en el párrafo 1348[6] dice [Citas]:
1348 – “[193] ‘La Trompeta sonará, los muertos se levantarán primero; entonces nosotros seremos subidos con ellos’. Cuando la Gloria de Dios esté sobre la Tierra, esconderá la Iglesia fuera del mundo. Ni siquiera la verán cuando se vaya”.
Ahora vean, todo eso tiene que ver con el Templo espiritual de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, y su restauración; para eso es que está siendo restaurado el Templo espiritual de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora estamos en una etapa muy importante.
Recuerden que en la profecía de Daniel hay setenta semanas de años, que son cuatrocientos… (cuántos años, Miguel?) noventa años. En los últimos siete años, que son – que comienzan en el… Son 490 años; en el año 483, al final, luego comienza el año 484, luego 485, luego 486, luego 487, luego 488, luego 489 y luego 490. ¿Ven? Ahí tienen los siete años, que es la última semana: la semana setenta de la profecía de Daniel, semana septuagésima.
Ahora, encontramos que en la semana septuagésima de la profecía de Daniel, encontramos a Cristo en esa semana teniendo Su ministerio de tres años y medio; y luego que murió (a la mitad de esa semana) se detuvo esa semana; y le quedan al pueblo hebreo tres años y medio, que corresponde también a los tres años y medio de la gran tribulación.
Y encontramos que para comenzar el trato de Dios con el pueblo hebreo, de esos tres años y medio que le faltan, tiene que haberse cumplido en el antitipo —que es la Iglesia de Jesucristo (la cual es, el tipo y figura del templo y de la Jerusalén terrenal)—, tiene que haberse cumplido todas esas setenta semanas en el campo espiritual.
Y cuando se trata del campo espiritual, ya entonces no está sujeto a 490 años el tiempo de restauración de la profecía de Daniel, capítulo 9; pero todo eso tiene un cumplimiento en lo espiritual, aunque no esté sujeto a —literalmente— 490 años.
Ahora, encontramos que en la semana septuagésima o número setenta, el ministerio del Mesías tenía que comenzar, y a la mitad de la semana tenía que morir[7].
Ahora, esto, por consiguiente, enmarca la manifestación del Séptimo Sello al final de las siete etapas o edades de la Iglesia del Señor Jesucristo; y por consiguiente, todo esto de la semana número setenta corresponde a la Edad de la Piedra Angular. Y ahí no vamos a explicar mucho.
Y todo esto no está sujeto a una cantidad de años; aunque cuando termine todo el Programa: sí entonces podremos ver cuántos años eran los que Dios tenía en Su Programa para esa etapa mesiánica, para la etapa que precursó el reverendo William Branham; porque él está precursando una etapa que vendrá en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo. Así como Juan el Bautista estaba precursando una etapa que vendría en medio del pueblo hebreo; y antes de venir la etapa en que se cumpliría el ministerio mesiánico, y en donde comenzaría la semana número setenta, antes de eso ya el Mesías estaba en la Tierra; ya el velo de carne donde el Ángel del Pacto estaba hecho carne, ya estaba en la Tierra por casi treinta años.
Y si el Espíritu tenía en la Tierra el velo de carne en donde el Espíritu, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Espíritu Santo se manifestaría en carne humana; si lo tuvo en la Tierra por casi treinta años, y después se manifestó en Su ministerio terrenal para cumplir la primera parte de la semana número setenta, la primera parte…; y la segunda parte pues la cumplirá en ese lapso de tiempo de la gran tribulación (esto es con el pueblo hebreo).
Pero antes de eso Cristo tendrá en la Tierra Su manifestación en medio de Su Iglesia; y eso cumplirá todo lo que fue profetizado por el Espíritu Santo a través del reverendo William Branham, que dijo que “el Espíritu Santo, este Espíritu que tenemos ahora mismo”, dice que se hará carne[8].
Por lo tanto, tendrá que tener un velo de carne para poderse hacer carne; y tendrá que, ese velo de carne, crecer, hasta llegar al tiempo en que cumpla esa parte de su ministerio, esa parte en donde Cristo cumplirá a través de él lo que Él tiene para llevar a cabo a través de un velo de carne. Será Cristo en Espíritu Santo manifestado en la Tierra en medio de Su Iglesia.
“El Espíritu Santo vendrá encarnado en un hombre”, dijo el reverendo William Branham. ¿Qué está haciendo él? Está precursando la Venida del Espíritu Santo en carne humana.
Ahora, todo eso tiene que ver con lo que corresponde a la semana número setenta, allá para el pueblo hebreo. Eso allá refleja lo que Cristo hará en Su Iglesia, y eso corresponde a la parte final de Cristo con Su Iglesia.
Ahora, vamos a dejar eso quietecito ahí; porque hay muchas cosas grandes, en donde hay grandes bendiciones para nosotros, pero tenemos que seguir luchando y trabajando en la Obra de la restauración de la Iglesia, hasta que cada piedra del Templo espiritual de Cristo sea colocada en su lugar y esté completada la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo, y descenderá a la Tierra con el Librito abierto en Su mano, y lo dará a un hombre que se lo coma; ese hombre se lo comerá y profetizará sobre muchos pueblos, naciones y lenguas, bajo el ministerio de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías.
Y será la primera ocasión en que alguien se coma el Título de Propiedad, para la restauración de todas las cosas, para la restauración total de todos los escogidos de Dios a la vida eterna física.
Y cuando eso se haga una realidad, cuando Cristo tome el Título de Propiedad, lo abra en el Cielo, y se lo entregue a un hombre en la Tierra y se lo coma, entonces de ahí en adelante todos los problemas terminarán. Y entonces ese hombre hablará claramente, hablará claramente las cosas que van a suceder sobre muchos pueblos, naciones y lenguas; porque tendrá el Título de Propiedad. Y eso significa, que teniendo el Título de Propiedad…
Vean, si Adán (el cual tenía el Título de Propiedad pero no se lo había comido)…, podía decirle a los árboles: “Árbol de mango, pásate de aquí allá”, y se pasaría; o a una montaña decirle: “Pásate de aquí allá”, y se pasaría; porque tenía la Palabra creadora de Dios en él. Cristo también hacía estas cosas.
Pero vean, nadie se comió ese Título de Propiedad, pero ahora… Está en el Cielo, en la diestra de Dios todavía; pero ese Título de Propiedad, el contenido, está cumpliéndose en medio de la Iglesia de Jesucristo de etapa en etapa.
Los que han sido llamados en cada edad por el Espíritu Santo a través del mensajero de cada edad: están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y son llamados y sacados del reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Cristo, en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo, en unión completa con Cristo.
Y el llamado hecho en cada edad por el Espíritu Santo ha llamado y juntado los escogidos de cada edad. Y el llamado de Cristo para este tiempo, pues llama y junta a los escogidos de este tiempo final con la Gran Voz de Trompeta. No trompetas de las siete edades, y no mensajeros de las siete edades, sino la Gran Voz de Trompeta de la Edad de la Piedra Angular.
Por lo tanto, en este tiempo se están cumpliendo cosas; y las cosas contenidas en el Título de Propiedad, en el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro de los Siete Sellos; se están cumpliendo cosas. Pero luego será abierto el Libro; y ahí aparecerá, en la historia de ese Libro, la parte correspondiente a nuestro tiempo y las personas correspondientes a nuestro tiempo, escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y lo que han hecho en la Obra del Señor Jesucristo en la restauración del Templo espiritual de Jesucristo; los cuales han estado luchando por nuestro pueblo y por nuestra familia.
Somos ciudadanos celestiales. “Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos a nuestro Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la Gloria suya, con el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. Con ese poder es que va a transformar nuestro cuerpo físico, conforme a Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21.
Por lo tanto, ¡adelante luchando por nuestro pueblo y por nuestra Familia!; y los tendremos con nosotros en la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, y también en el Reino Milenial de Cristo.
Por lo tanto, luchen por nuestro pueblo y por nuestra Familia celestial, y por nuestra familia terrenal: nuestra esposa, nuestros hijos y nuestros parientes, para que entren al Reino de Jesucristo nuestro Salvador; y haciendo que la fe de los creyentes en Cristo vaya creciendo cada día más.
¿Cómo crece la fe? A medida que escuchan la Palabra de Cristo correspondiente al tiempo en que la persona le toca vivir; porque la fe viene por el oír (¿el oír qué?), el oír la Palabra de Dios[9]; la Palabra de Dios para el tiempo en que la persona está viviendo. Con esa Palabra es que alimenta su alma, y su fe crece, y echa músculos de fe.
Así como con el alimento físico las personas van creciendo y van echando músculos, y van aumentando de estatura: desde unos bebés hasta unas personas mayores. Así es en lo espiritual con los músculos de la fe; necesitan el alimento espiritual de la Palabra de Dios revelada para el tiempo en que nos toca vivir.
Y veamos aquí, en la página 150, párrafo 1342[10], al final dice:
1342 – “[137] ‘Pero nuestro pastor…’”.
Hablando de las personas – de las denominaciones, que dicen: “Pero nuestro pastor dice tal cosa y tal cosa”. Ahora miren, dice:
1342 – “[137] Ustedes les muestran aquí mismo en la Palabra de Dios donde es ASÍ DICE EL SEÑOR: ‘Pero nuestro pastor…’.
No me importa lo que dice su pastor, no me importa lo que digo yo, o dice cualquier otra persona. Si es contrario a la vindicada Palabra de Dios, la hora, el tiempo, el Mensaje, y así sucesivamente, olvídenlo. Quédense lejos de ello”.
Quédese lejos de todo lo que sea contrario a la Palabra de Dios para la hora y el tiempo que a usted le toca vivir. Quédese lejos de todo lo contrario, pero manténgase en la Palabra de Dios para el tiempo que a usted y a mí nos toca vivir; y continúe luchando por nuestro pueblo, y por nuestra Familia celestial y nuestra familia terrenal: nuestros hijos – nuestra esposa, nuestros hijos y nuestros familiares.
¡Siempre luchando con nuestra fe puesta en Cristo y Sus promesas!
En Hebreos, capítulo 6, verso 12, dice “A fin de que no os hagáis…” [verso 11]:
“Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza,
a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”.
Tenemos que ser imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
En el capítulo 11, verso 13, también dice… verso 32 al 33 dice, de Hebreos, capítulo 11, verso 32 al 33, dice:
“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas;
que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros”.
Imitadores de estas personas valientes, que por la fe alcanzaron promesas que Dios había hecho, que por la fe obtuvieron el cumplimiento de lo que Dios había prometido; heredaron las promesas que Dios había hecho.
Y hay grandes promesas para nosotros en este tiempo final, que por la fe y la paciencia un grupo de creyentes en Cristo las heredará. ¿Y quiénes son esas personas? Todos nosotros, porque estamos luchando por nuestro pueblo y por nuestra familia.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y nos fortalezca, y nos use grandemente en Su Obra de restauración en este tiempo, en esta lucha por nuestro pueblo y por nuestra familia.
Muchas gracias por vuestra amable atención; y que Dios les continúe bendiciendo y usando grandemente en Su Obra en este tiempo final.
Con nosotros nuevamente el misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín.
“LUCHANDO POR NUESTRO PUEBLO Y POR NUESTRA FAMILIA”.
[Revisión septiembre 2025]
[1] Jeremías 25:11, 29:10
[2] Nehemías 2:10 (Pasaje completo: 2:1-20), 4:1-8, 6:1-19
[3] Nehemías 4:3
[4] Éxodo 40:34-35, 2 Crónicas 5:11-14
[5] Cita 1345: 65-0718M “Tratando de hacer un servicio a Dios sin ser la voluntad de Dios”, párr. 175
[6] Cita 1348: 65-0718M “Tratando de hacer un servicio a Dios sin ser la voluntad de Dios”, párr. 193
[7] Daniel 9:27
[8] Los Sellos, pág. 134, párr. 142
[9] Romanos 10:17
[10] Cita 1342: 65-0718M “Tratando de hacer un servicio a Dios sin ser la voluntad de Dios”, párr. 137