El Ángel con el Sello del Dios vivo

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y también los que están a través de internet o del satélite, o a través de algún otro medio de comunicación en diferentes naciones.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Para esta ocasión leemos en el capítulo 7 de Apocalipsis, versos 1 en adelante, donde dice:

“Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.

Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,

diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.

De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.

De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados.

De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados.

De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “EL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

En este pasaje tenemos la promesa de un ángel, lo cual significa: un mensajero; porque ángel significa ‘mensajero’; un mensajero que estará en la Tierra y llamará y juntará 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu.

En este pasaje faltan dos tribus: la tribu de Dan y la tribu de Efraín; y en lugar de esas dos tribus fueron colocadas la tribu de Leví y la tribu de José.

Pero vean ustedes algo aquí muy importante: cuando se habla de la tribu de José se dice: “Doce mil sellados”. Y luego… o anteriormente, en el verso 6, se dijo: “De la tribu de Manasés, doce mil sellados”. Y la tribu de José, vean ustedes, por cuanto él es el que tiene la Bendición de la Primogenitura, y por consiguiente le corresponde a la tribu de José, tenemos dos hijos de José, que son Manasés y Efraín, o Efraín y Manasés. Y Manasés está mencionado aquí con 12.000 señalados, pero Efraín no está mencionado sino en José. Por lo tanto, fue quitado el nombre de Efraín y fue colocado el nombre de José, su padre.

Por lo tanto, ¿dónde están los de la tribu de Efraín? En José. Cuando se dice: “La tribu de José”, corresponde a la tribu de Efraín, porque la tribu de Manasés está mencionada aparte. Y José es el que tiene la Bendición de la Primogenitura, y corresponde al Mesías; porque José es tipo y figura del Mesías, del Cristo.

Y ahora, los de la Bendición de la Primogenitura están mencionados en José, y eso corresponde al Mesías. Y por ahí no vamos a explicar mucho, porque el tema es: “EL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

Por lo tanto, vamos a hablar un poquito más del Ángel, porque si podemos captar la revelación divina acerca de ese Ángel, el resto está resuelto.

Siendo que un ángel es un mensajero, este Ángel es un mensajero que estará en la Tierra en el tiempo correspondiente al llamado de estos 144.000 hebreos, que estarán en la Tierra y que estarán al final de las siete etapas de la Iglesia, y que serán llamados y juntados por el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo.

El Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo, el cual viene en ese Ángel, y por consiguiente se estará manifestando el Espíritu Santo a través de ese mensajero que será enviado a la raza humana y que llamará y juntará 144.000 hebreos.

San Pablo dice en Efesios, capítulo 4, verso 30:

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

Ahí tenemos que el Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo.

En Ezequiel, capítulo 9, encontramos a un varón, o sea, un hombre, el cual tiene un tintero de escribano en su cintura. Dice en el capítulo 9 de Ezequiel, verso 1 en adelante, dice:

“Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.

Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.

Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano,

y le dijo Jehová…”.

Recuerden que cuando se dice aquí “Jehová”, es “el Señor”, pero fue traducido “Jehová” en estas traducciones al español, y en esta que estamos leyendo.

“… y le dijo Jehová (podemos decir: el Señor): Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.

Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.

Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.

Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad.

Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?

Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve.

Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas.

Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste”.

Este Varón vestido de lino con el tintero de escribano en su cintura es el Espíritu Santo.

Un espíritu es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión; por eso cuando en el Antiguo Testamento aparece el Ángel de Dios o Ángel de Jehová, luego que algunos profetas, hombres de Dios, lo vieron, dijeron que habían visto a Dios cara a cara.

Y también el mismo Dios, en Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, nos habla acerca de la forma en que Él le hablaba al pueblo hebreo, y dice que ellos no querían escuchar. Dice:

“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”.

El Dios de Israel por medio de Su Espíritu, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová… Vean aquí en el Éxodo, capítulo 23… Ahora, dice que no quisieron escuchar las palabras que Dios hablaba y les enviaba por medio de Su Espíritu a través de los profetas.

Y ahora, en el capítulo 23, verso 20 al 23, del Éxodo, dice:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Ángel irá delante de ti…”.

Y ahora, tenemos aquí la orden divina para el pueblo hebreo, de escuchar al Ángel de Dios; llamado, en las versiones en español que usan el nombre Jehová, aquí aparece este Ángel como el Ángel de Jehová, en el cual está el Nombre de Dios.

Por esa causa, en diferentes ocasiones en que algunos profetas como Moisés, como Josué y otros hombres de Dios anteriores a Moisés, como Jacob cuando luchó con el Ángel de Dios[1], y como el mismo Abraham que en diferentes ocasiones lo vio y lo recibió[2], encontramos que ese Ángel de Dios o Ángel de Jehová es el mismo Cristo en Su cuerpo angelical; y por consiguiente es el Espíritu Santo. Es un hombre de otra dimensión, a través del cual Dios creó los Cielos y la Tierra. Es el Verbo, el cual y a través del cual Dios hizo los Cielos y la Tierra; y el cual luego se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, y fue conocido por el nombre de Jesús en español, y Yeshua en hebreo.

El nombre “Yeshua” lo había colocado en el Antiguo Testamento Moisés a su siervo, el cual tenía otro nombre: Oseas[3]. Y Oseas, hijo de Nun, un valiente guerrero y hombre que estaba al frente a esas huestes hebreas, y fiel a Moisés, vino a ser el sucesor de Moisés. Y Moisés, por cuanto conocía un misterio que actualmente los grandes estudiosos de las Escrituras no lo conocen…, pero Moisés sí lo conocía, porque el mismo Ángel, cuando Moisés le preguntó por Su Nombre, el Ángel le dijo Su Nombre[4].

Y por cuanto en hebreo son vocales [consonantes] las que son usadas o son escritas, tenemos… [CORTE DE AUDIO] … vocales; por lo tanto, allí, cuando le son dadas esas cuatro consonantes, Moisés escucha la pronunciación; o sea, digamos: las vocales que hacen sonar esas consonantes. Y él podía hacer todas esas cosas que él hacía, porque las hacía en ese Nombre; él conocía ese misterio. Y otros, como el profeta Elías también, y otros profetas.

Y Moisés no va a poner cualquier nombre, no le va a cambiar el nombre a su siervo fiel, para ponerle cualquier nombre si no tiene un significado importante. Y le colocó el nombre Yeshua a su siervo Oseas, hijo de Nun, porque ese nombre significa ‘Salvador’, y era con ese nombre que tenía que entrar el pueblo a la tierra prometida.

Ese nombre, vean ustedes, y esa persona, había sido elegida por Dios. Moisés ni sabía quién era el hombre que iba a colocar el pueblo hebreo en la tierra prometida, porque ya Moisés no podía hacerlo, por lo tanto Moisés no pudo recibir un cambio de nombre. Ese era el nombre apropiado para un cambio de nombre para Moisés; porque Moisés significa ‘sacado de las aguas’, y aguas representan naciones, pueblos y lenguas. Y Dios por medio de Moisés sacó al pueblo hebreo de Egipto, de las aguas de Egipto[5], y después lo pasó (al pueblo) por el mar, y pasó en seco[6]; pero ahora tenía que venir uno que los colocara dentro de la tierra prometida.

Y Moisés sabía más de lo que algunas personas se imaginan; acerca de los misterios de Dios, era la persona que más sabía en su tiempo, y aun más de lo que saben la mayor parte de los grandes teólogos acerca del Antiguo Testamento; y aun del Nuevo Testamento, porque todas las cosas del Nuevo Testamento Dios las dio a Moisés en tipos y figuras, por lo tanto Moisés conoce todas esas cosas; y más ahora, más actualmente, que pasó a una mejor etapa de su vida; hasta en el Monte de la Transfiguración apareció; y también Elías[7].

Por eso esos dos profetas conocían, conocen y conocerán los grandes misterios de Dios. Y por eso están prometidos esos ministerios para ser repetidos en este tiempo final; y por consiguiente, esos son los ministerios que llamarán y juntarán 144.000 hebreos. Son ministerios que el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, estará operando en ese mensajero que estará en este tiempo final, para el Espíritu Santo llamar y juntar esos escogidos del pueblo hebreo, los cuales fueron tipificados en los 7000 del tiempo del profeta Elías[8].

Y ahora, ese Ángel vendrá con el Sello del Dios vivo; en palabras más claras, el Espíritu Santo vendrá en él manifestado llevando a cabo la Obra del tiempo final.

Y venir el Espíritu Santo en un hombre en el Día Postrero para cumplir esa promesa y llevarse a cabo ese ministerio que llamará y juntará 144.000 hebreos, eso será Cristo en Espíritu Santo en un hombre del Día Postrero; y el Día Postrero es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá.

Y será mensajero no a una de las siete edades de la Iglesia, sino a la Edad de la Piedra Angular, que es la edad eterna, en donde se cumplirán todas estas promesas divinas. Ahí es donde estará ese Ángel, y de ahí él se manifestará en su ministerio, o el Espíritu Santo manifestará ese ministerio a través de ese mensajero en favor del pueblo hebreo, pero también de la Iglesia del Señor Jesucristo, y también en favor de las vírgenes insensatas, que no tenían Aceite.

A través de ese mensajero es que Dios, por medio de Su Espíritu Santo, hará la Obra del Día Postrero entre los gentiles y también en medio del pueblo hebreo.

Y la promesa de Malaquías, capítulo 4, verso 5 al 6: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día del Señor (de Jehová), grande y terrible”. O sea que antes que venga ese tiempo del juicio divino sobre la raza humana —lo cual será en el tiempo de la gran tribulación, que durará tres años y medio—, antes de eso el profeta Elías, el ministerio del profeta Elías, estará aquí manifestado.

Y eso estará manifestado en ese Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, pues siendo que el Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que estará manifestado en un profeta del Día Postrero: estará operando en ese profeta ese ministerio.

Y el pueblo hebreo lo va a reconocer, porque para el pueblo hebreo ese será el precursor de la Venida del Mesías. Ellos están esperando al Mesías, pero antes de ver y recibir al Mesías están esperando un hombre que le prepare el camino, el cual está identificado como Elías.

Vean aquí en este libro hebreo: “La Religión de Israel”[9], dice en la página 73 y en la página 77… Vamos a leer la 77; al final dice:

“Una de las costumbres más importantes del Pésaj es la colocación de una copa de vino ‘para el profeta Elías’ (o sea, en la fiesta de la Pascua colocan una copa de vino, y por consiguiente también una silla, para una visita que ellos están esperando), que ascendió al cielo en un carro de fuego, y regresará para anunciar al Mesías”.

La página 73 dice:

“Cuando llegue el tiempo del reino de la fe israelita, Dios enviará a Su profeta Elías, que ‘unirá el corazón de los padres al de los hijos, y el corazón de los hijos al de los padres’, y proclamará así la paz universal imperecedera. Ese es el verdadero precursor del Mesías judío, el ángel de la unión y de la concordia en el mundo”.

Miren lo que está esperando el pueblo hebreo. Por esa causa es que no han recibido a ningún predicador que les ha estado predicando el Evangelio; o sea, el pueblo hebreo como nación no ha recibido a los predicadores; aunque millones de seres humanos han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han recibido a Cristo como Salvador, pero son dos cosas diferentes. Una cosa es recibir a Cristo, la persona como individuo; y la nación hebrea (como nación) creer y recibir a Cristo. Son dos cosas diferentes.

Y ahora, siendo que Israel es, como nación, el hijo primogénito de Dios, va a recibir a Elías, y eso será: al Espíritu Santo manifestado en un profeta del Día Postrero, en el cual estará operando el ministerio de Elías. Y ese hombre, ese profeta, será el Ángel de Apocalipsis, capítulo 7, que viene con el Sello del Dios vivo para llamar y juntar y sellar 144.000 hebreos. Y ya en Apocalipsis, capítulo 14, aparecen llamados, juntados y sellados. Dice:

“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente (ya ahí fueron llamados, juntados y sellados).

Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas.

Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.

Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes (o sea, no quiere decir que no se han casado, sino que no se han contaminado con sectas religiosas, no se han contaminado con sistemas religiosos gentiles). Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”.

Y ahora, vean ustedes, estos son los que el Ángel llama y junta y sella en sus frentes, y luego los encontramos siguiendo al Cordero; porque el Ángel que viene con el Espíritu Santo, en el cual el ministerio de Elías estará siendo operado, los introduce e introduce al Mesías a ellos; y ellos van a seguir al Mesías.

“Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero;

y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios”.

Y ahí tenemos a los 144.000 que, bajo el ministerio del Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, reciben la Palabra de Dios y son sellados en sus frentes.

Y ahora, tenemos también, en el mismo capítulo 7, otro grupo de personas que salen de la gran tribulación y que tienen palmas en sus manos. Ese grupo no es la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo, porque la Iglesia-Novia de Cristo no pasa por la gran tribulación. Durante la gran tribulación Ella estará en el Cielo, en la Casa del Padre celestial, en la Cena de las Bodas del Cordero.

Ese grupo que sale de la gran tribulación son las vírgenes insensatas, que no tenían Aceite en sus lámparas; o sea, son los cristianos, o llamados “cristianos”, que no habían recibido el Espíritu Santo, pero son creyentes profesantes, creyentes en Cristo, pero sin el Espíritu Santo; pero que dan su vida por Cristo durante la gran tribulación. Son las vírgenes insensatas, que cuando regresan tocan a la Puerta, pero ya la Puerta está cerrada (San Mateo, capítulo 25, versos 10 al 13).

Por lo tanto, este ministerio del Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, el mensajero que viene con el Espíritu Santo, será de bendición para la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo, será de bendición para el pueblo hebreo y será de bendición para las vírgenes insensatas también. Bajo el ministerio de ese Ángel se estará manifestando la Tercera Etapa, de la cual habló el reverendo William Branham.

Y por consiguiente, estará en ese mensajero cumpliéndose un sinnúmero de profecías bíblicas en las cuales están selladas grandes bendiciones para la Iglesia del Señor Jesucristo y para el pueblo hebreo.

Por cuanto Dios está tratando con la Iglesia del Señor Jesucristo, aparecerá primero en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; porque el Espíritu Santo ha estado en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo durante estos dos mil años que han transcurrido del Día de Pentecostés hacia acá.

Y aun antes del Día de Pentecostés el Espíritu Santo estaba en carne humana en la persona de Jesús, era el Verbo hecho carne. Y en el Antiguo Testamento estaba manifestado en los profetas que Él envió de etapa en etapa.

Para este tiempo final, el Espíritu Santo vendrá en ese mensajero; y ese será el último mensajero que tendrá Dios en la Tierra, y a través de él hará todo lo que corresponde a este tiempo final; y por consiguiente, continuará siendo el instrumento que tendrá el Espíritu Santo para obrar en medio de Su Iglesia y obrar en medio del pueblo hebreo, y obrar en medio de las vírgenes insensatas y obrar en medio de la humanidad.

Por lo tanto, ese Ángel con el Sello del Dios vivo es el Ángel más importante que estará en la Tierra en el Día Postrero. Será un Ángel diferente a los ángeles de las siete edades de la Iglesia, o sea, será un mensajero diferente; porque los mensajeros de las siete etapas de la Iglesia, ninguno tuvo un doble ministerio y ninguno fue mensajero a Israel. Este es un mensajero a la Iglesia y un mensajero a Israel también.

Y tendrá ambas lluvias: la Lluvia Tardía y la Lluvia Temprana; la Lluvia Temprana de la enseñanza del Evangelio de la Gracia y la Lluvia Tardía de la enseñanza del Evangelio del Reino; y por esa causa podrá trabajar con el cristianismo y también con el judaísmo. Será el único mensajero de Dios que tendrá ese privilegio.

El Ángel con el Sello del Dios vivo para este tiempo final estará en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y lo vamos a conocer por su Mensaje y por esa manifestación del Espíritu de Dios en él. Y el pueblo hebreo también lo va a reconocer, y va a decir: “Este es el Elías que nosotros estamos esperando”.

Y bajo el ministerio de ese mensajero será preparado Israel para recibir al Mesías y para —por consiguiente— obtener la restauración del Reino de Dios, que es la restauración del Reino de David. E Israel recibirá la bendición más grande que Dios ha prometido para este tiempo final.

Israel está siendo restaurado, y la restauración tiene diferentes etapas; y viene la etapa más grande y gloriosa para este tiempo final, para la restauración total de Israel, en donde Israel vendrá a ser cabeza de todas las naciones. Jerusalén vendrá a ser la capital no solamente de Israel sino de todas las naciones; y por consiguiente, Israel será colocada, o colocado, en la posición más alta que nación alguna pueda ser colocada: la cabeza de todas las naciones; el Distrito Federal del Reino Mundial del Mesías, con Jerusalén como la ciudad más importante: la capital del mundo. Todo eso está reservado en la restauración del Reino para Israel.

Y este Ángel con el Sello del Dios vivo estará trabajando en favor de la Iglesia de Jesucristo y en favor de Israel. Este es el Ángel que le habla a esos otros cuatro ángeles para que detengan los vientos, o sea, las guerras, y no haya una Tercera Guerra Mundial, hasta que sean llamados, juntados y sellados los 144.000 hebreos.

Y aunque la humanidad no sepa qué es lo que ha impedido una Tercera Guerra Mundial, la cual será atómica, aquí el capítulo 7 del Apocalipsis dice qué es lo que impide que suceda esa Tercera Guerra Mundial antes del llamado de 144.000 hebreos. Pero después que sean llamados y juntados esos 144.000 hebreos, después de eso vendrá una Tercera Guerra Mundial atómica. Pero todo obrará para bien, y obrará para todo ser preparado para el Reino Milenial del Mesías. Obrará para bien para aquellos que aman a Dios y Dios los ama a ellos. Para los amados de Dios: todo obrará para bien.

“EL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

Yo lo voy a conocer. ¿Y quién más lo va a conocer? Todos ustedes también.

Él es el que viene conforme a San Mateo, capítulo 24, verso 31, donde dice: “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos desde un extremo del Cielo hasta el otro”.

Viene con Gran Voz de Trompeta, viene con la Gran Trompeta de Isaías, capítulo 27, verso 13, para juntar a los escogidos de Dios.

Esa es la Gran Voz de Trompeta prometida para sonar. Esa es la Trompeta Final de Primera Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58; y de Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 12 al 17. Esa es la Gran Trompeta o Trompeta de Dios, la Trompeta Final, que está representada en la fiesta de las trompetas.

Por lo tanto, esa es la Séptima Trompeta de Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 en adelante, la Trompeta que habla acerca del Reino de Dios, que anuncia al pueblo hebreo el Reino de Dios y el tiempo para la restauración del Reino de Dios en medio del pueblo hebreo.

Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo y el pueblo hebreo necesitan la Venida del Ángel con el Sello del Dios vivo.

Todos necesitamos que aparezca en la escena terrenal en medio del cristianismo y luego en medio del pueblo hebreo, para que se cumpla el propósito por el cual está prometido que será enviado, en donde la Iglesia del Señor Jesucristo y el pueblo hebreo serán bendecidos grandemente.

En ese Ángel, en ese mensajero (el cual será el profeta final, y será un profeta dispensacional), estará el palo de Judá y el palo de Efraín. Así como estuvo el palo de Judá y palo de Efraín en la mano de Ezequiel[10], así también estará en la mano del Ángel que viene con el Sello del Dios vivo.

Por lo tanto, convergen esos dos palos en un profeta. Ese es uno de los misterios de la unión de esos dos palos para la restauración del Reino de David.

Sin la unión de esos dos palos —y, por consiguiente, de los pueblos bajo esos dos palos— no habrá restauración para Israel.

Restauración total habrá cuando esos dos palos, con los pueblos correspondientes a esos dos palos, se junten.

Y para el llamado y recogimiento, para juntar los escogidos, viene el Ángel con el Sello del Dios vivo.

Por consiguiente, la labor que estará haciendo Dios a través de él será de unión: unión del pueblo hebreo, unión de las diez tribus con las dos tribus, para que Israel esté completo; para que pueda descender el fuego de Dios, la bendición de Dios, el fuego del Espíritu sobre el pueblo hebreo; pueda entrar en esos huesos secos que luego se juntó cada hueso con su hueso, subieron nervios, músculos, piel, pero no hubo Espíritu en ellos; por lo tanto todavía estaban muertos.

Pero el Espíritu fue llamado, Dios ordenó al profeta que llamara al Espíritu de los cuatro vientos[11].

El Espíritu regresa a Israel bajo el ministerio del Ángel con el Sello del Dios vivo, el Ángel con el Espíritu Santo. Ese es el que llama al Espíritu y lo coloca y es colocado en Israel.

Bajo el ministerio de este Ángel vendrán todas las bendiciones de Dios para el pueblo hebreo, como también para la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, el ministerio de este Ángel, de este mensajero, tiene que ver con el cristianismo y con el judaísmo también, y tiene que ver con toda la humanidad. Será un mensajero dispensacional, un profeta dispensacional; de los cuales solamente hay siete, y este es el séptimo profeta dispensacional.

Después de ese profeta dispensacional para la dispensación séptima, la Dispensación del Reino, no habrá otro profeta dispensacional; con ese se completará el Programa de Dios.

Y con ese mensajero la Iglesia obtendrá la fe, la revelación, para ser transformado cada miembro de la Iglesia, y luego ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Y con el ministerio que el Espíritu Santo estará obrando – operando a través de ese Ángel serán llamados 144.000 hebreos.

Dijo el reverendo William Branham en una ocasión: “Cuando este Ángel comience a sellar a estos hebreos, la puerta de los gentiles estará cerrada (o se cerrará)”[12].

Recuerden que en San Lucas, capítulo 13, versos 21 al 27, Cristo dice que la Puerta va a ser cerrada.

Por lo tanto, tenemos que estar alertas, con nuestros ojos espirituales bien abiertos y nuestros oídos espirituales abiertos, para oír la Voz de Dios por medio de Su Espíritu Santo en el Día Postrero.

Estará hablándonos a través del Ángel que viene con el Sello del Dios vivo. Y esa será la Voz que estremecerá no solamente la Tierra sino los Cielos también[13]. Será Dios hablándole a Su Iglesia y luego al pueblo hebreo, será la Voz de Dios en la boca del mensajero del Día Postrero.

Estaremos escuchando la Palabra que Dios colocará en la boca de ese mensajero, llamado el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo.

“EL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

En palabras más entendibles: el mensajero con el Espíritu Santo en el Día Postrero.

“EL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

Que todos escuchemos la Voz de ese Ángel, de ese mensajero, porque esa es la Voz de Dios por medio de Su Espíritu Santo a través del mensajero del Día Postrero, del último profeta que Dios ha prometido enviar a Su Iglesia y luego al pueblo hebreo. Por su Mensaje lo vamos a conocer.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

“EL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

[Revisión noviembre 2024]

[1] Génesis 32:24-32

[2] Génesis 14:17-20, 18:1-33

[3] Números 13:16

[4] Éxodo 3:13-15

[5] Éxodo 12:37-51

[6] Éxodo 14:1-31

[7] Mt. 17:1-8, Mr. 9:2-8, Lc. 9:28-36

[8] 1 Reyes 19:18

[9] “La religión de Israel” – Libro hebreo impreso en México, 1953. Autor y redactor S. Blösch.

[10] Ezequiel 37:15-17

[11] Ezequiel 37:1-14

[12] Citas, pág. 2-A, párr. 15

[13] Hebreos 12:26

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