Moisés y Elías en el Monte de Dios

Muy buenas tardes, ministros, compañeros en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para saludarles y pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes.

Que Cristo, el Ángel del Pacto, les bendiga, les prospere espiritualmente y materialmente, y les use grandemente en Su Obra correspondiente a este tiempo final.

Realmente es una bendición y privilegio grande estar con ustedes y ver que ustedes están brazo a brazo respaldando el proyecto divino correspondiente al tiempo final, o sea, toda la Obra de Dios correspondiente a la Edad de la Piedra Angular.

Algunas veces nos preguntaríamos: “¿Qué yo hubiera hecho (cada uno de ustedes se preguntaría) si yo viviera en el tiempo de Moisés?”. Lo mismo que hace en nuestro tiempo. “¿Qué haría si viviera en el tiempo de Elías?”. Sería uno de aquellos siete mil que no doblaron su rodilla a Baal[1]. (Y/o Eliseo). ¿Y si viviéramos en el tiempo de Samuel o viviéramos en el tiempo de alguno de los profetas? Pues estaríamos escuchando el Mensaje que Dios estaría hablando por medio de ellos.

Siempre estaríamos identificados como creyentes; porque lo que somos en nuestro tiempo, si viviéramos en otro tiempo, seríamos lo mismo: creyentes en la Palabra de Dios, en la forma que estaría viniendo la Palabra de Dios para el tiempo que nos tocase vivir.

Así que no tendríamos problema, sabemos lo que seríamos en el pasado si viviéramos allá en el pasado; y sabemos quiénes somos ahora: creyentes; y sabemos lo que seremos en el futuro: creyentes también.

La promesa para nuestro tiempo es dada por Dios a través de las Escrituras, y es recordada por medio del reverendo William Branham a todo el pueblo de Dios, y por eso aparece precursando lo que está prometido que va Dios a hacer en el tiempo final. Por eso, precursando la Venida del Señor, usa también los pasajes del Antiguo Testamento, como Juan el Bautista usaba los pasajes del Antiguo Testamento que hablaban de la Venida del Mesías.

Y está prometiendo Dios —por medio de los profetas del Antiguo Testamento, y hablando por medio del reverendo William Branham—: la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles para el tiempo final. Y los Ángeles enviados, del Hijo del Hombre, con la Gran Voz de Trompeta, son los Dos Olivos: Moisés y Elías, que van a llamar y juntar 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu.

Y lo que es la Séptima Trompeta (que son los Dos Olivos, Moisés y Elías), lo que es la Séptima Trompeta para los judíos, es el Séptimo Sello para la Iglesia. El Séptimo Sello para la Iglesia es la Venida del Señor.

Ahora, Moisés en su tiempo, y también Elías en su tiempo, ambos estuvieron en el monte de Dios y se encontraron con Dios, Dios les habló; allá también fue que Dios le dio a Moisés el Mensaje para la dispensación quinta: la Dispensación de la Ley.

Y con Elías: allí Dios le habló en el silbo apacible, lo cual corresponde a la cuarta etapa; porque primero viene… vamos… (si lo tiene Miguel por ahí, me lo puede leer; o si lo encontramos rápidamente…). Primero pasó un viento recio, que rompía los árboles… Reyes, por ahí por el 17 en adelante… eh… 19, verso 11 en adelante… [Hno. Miguel: ¿17:19?]. (19… 19). Capítulo 19 de Primera de Reyes, verso 8 en adelante, dice:

“Se levantó, pues, y comió…”.

Ahora vean, el verso 6 dice: “Entonces…”; verso 5:

“Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come (ya esta es la segunda vez…, o la primera…; lo vemos a medida que leamos).

Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse (esa es la primera vez entonces).

Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta”.

Vean, es el Ángel de Dios, el Ángel de Jehová, el mismo que le apareció a Moisés.

“Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios”.

Y ahora vean, así como Moisés llegó hasta el monte de Dios (monte Horeb, monte Sinaí) pastoreando las ovejas de su suegro, Elías también viaja hacia el monte Horeb (monte de Dios) cuando se vio en peligro; viajó a territorio gentil. Y Moisés había viajado en territorio gentil a un monte gentil, y Moisés pastoreando las ovejas de su suegro.

Ahora, continuemos aquí…

Estos dos profetas son muy importantes, porque son el tipo y figura del ministerio profético que vendrá para el tiempo final.

“Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.

Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?

Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida”.

Recuerden que Elías pertenecía al reino del norte, a una de las diez tribus del reino del norte; y Moisés a la tribu de Leví.

“Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.

Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.

Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?

Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.

Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.

A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar.

Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.

Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron”.

Ahora, aquí en este pasaje nos muestra algo histórico muy hermoso; y nos muestra el lugar donde Moisés tuvo el encuentro con Dios; y en donde también ahí Elías tuvo un encuentro con Dios en el silbo apacible.

Vean, hubo un viento recio: edad luterana; hubo un terremoto: edad wesleyana; hubo un fuego: edad pentecostal; y luego un silbo apacible, que es en la Edad de la Piedra Angular.

Y ahora, ¿todo eso Elías lo escuchó dónde?, ¿lo vio, lo experimentó dónde? En el monte de Dios.

Vamos a Hebreos, capítulo 12; verso 18 en adelante dice:

“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad,

al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,

porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo;

y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;

sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,

a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.

Y ahora, no estamos en el monte Sinaí, sino que estamos en el Monte de Sion, en el Monte de Dios, en la Ciudad de nuestro Dios, Jerusalén la celestial, con la compañía de muchos millares de ángeles, en y con la congregación y como miembros de la congregación de los primogénitos escritos en el Cielo, que son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que tienen sus nombres escritos en el Cielo; y nos hemos acercado al Dios Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos perfectos, y a Jesús el Mediador del Nuevo Pacto, y a la Sangre rociada que habla mejor que la de Abel: la Sangre del Nuevo Pacto.

Ahora, todo aquello que sucedió allá en el monte Sinaí, se repite, pero en una esfera más alta, bajo un Nuevo Pacto.

Y ahora, Moisés, para darle el Mensaje de la Dispensación de la Ley, tuvo que ir al monte de Dios, al monte Sinaí; pero ahora Moisés en su segunda manifestación tiene que ir al Monte de Sion, donde Dios da el Nuevo Pacto.

Y Moisés está pastoreando allá ovejas gentiles. Moisés, lo encontramos como pastor de ovejas; por lo tanto, el ministerio de pastor de ovejas allá es tipo y figura del ministerio de pastor en el tiempo final. Y allá está entre los gentiles y viviendo entre los gentiles, en territorio gentil, vean ustedes, luego que había sido rechazado por su propio pueblo.

Ahora, encontramos que allí fue que Dios le dio la Ley a Moisés; y ahora acá, en el Monte de Sion… En la cúspide del monte de Sion [Sinaí] él subió para recibir la Ley; allí era que Dios le hablaba luego que ya había venido con el pueblo hasta ese lugar, porque Dios le dijo: “Te será por señal esto: que cuando hayas sacado al pueblo, vendréis a este monte y adoraréis en este monte a Dios”[2].

Y ahora, veamos Apocalipsis, capítulo 14; vamos a ver lo que nos dice aquí: “Después…”; y el capítulo 7.

Capítulo 7: viene el Ángel con el Sello del Dios vivo para llamar y juntar 144.000, y sellarlos en sus frentes; ese mensajero que viene con el Espíritu Santo, con el Ángel del Pacto. Como llegó Moisés al monte Sinaí con el pueblo: el Ángel del Pacto estaba con él, que es Cristo en Su cuerpo angelical manifestándose en esa Columna de Fuego, y en algunas ocasiones era visto en forma de hombre.

Pero ahora, en el capítulo 14, dice [verso 1]:

“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion…”.

No sobre el monte Sinaí, sino sobre el Monte de Sion; porque sobre el monte Sinaí fue el Pacto de la Ley, fue el Mensaje de la Dispensación de la Ley; pero en el Monte de Sion es el Nuevo Pacto y el Mensaje de la Dispensación de la Gracia.

“… y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el (Nombre) de su Padre escrito en la frente”.

Tenían el Nombre del Cordero (del Señor, del Mesías) y el Nombre de Su Padre escrito en sus frentes: “en la frente”.

“Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas.

Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.

Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero;

y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.

(Y) Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”.

Y ahora vean, ahí aparecen los 144.000 nuevamente, los cuales son llamados y juntados y sellados por el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo.

Y sabemos que son los Dos Olivos, Moisés y Elías, los que vienen para llamar y juntar 144.000; son los que con Gran Voz de Trompeta el Hijo del Hombre envía “para juntar Sus escogidos desde un extremo del Cielo hasta el otro”[3]. En otras versiones dice, o en otro de los Evangelios dice: “Desde un extremo de la Tierra hasta un extremo – o el otro extremo del Cielo”[4].

Así que podemos ver ahora, en el Nuevo Pacto y bajo el Nuevo Pacto, que el Monte de Dios ya no es el Sinaí; es el Monte de Sion. Y el Monte de Sion es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y todos los que están en la Iglesia del Señor Jesucristo se han juntado con la multitud de ángeles y de los escritos en el Cielo en el Libro, en el Libro de la Vida del Cordero.

Ahora, miren ustedes también, el Evangelio bajo el Nuevo Pacto o el Mensaje del Nuevo Pacto, el Evangelio de la Gracia, surgió ¿dónde? En el Monte de Sion, Jerusalén. ¿Ven? Desde el Monte de Sion, que es Jerusalén, surgió el Mensaje de la Dispensación de la Gracia, bajo el Nuevo Pacto; de ahí salió. Y por consiguiente, vean ustedes, es el Pacto que se hace y se predica en el Monte de Sion, en Jerusalén.

Y de ahí es que el ministerio de Moisés y Elías toman el Mensaje; porque del monte de Sion literal, que es Jerusalén, surgió la Dispensación de la Gracia y el Mensaje de la ley escrita en el corazón y el alma, y la mente, de las personas.

Y por eso ahora, para el tiempo final, la Iglesia del Señor Jesucristo (que nació en Jerusalén), vean ustedes, es la que tiene las bendiciones de Dios bajo el Nuevo Pacto.

Y por consiguiente, Moisés y Elías, para encontrarse con Dios, tienen que estar en el Monte de Dios, el Monte de Sion, la Jerusalén celestial, y así por el estilo, donde están los escritos en el Cielo, los primogénitos, que son los miembros de la Iglesia; ahí y de ahí es que tiene que surgir el ministerio de Moisés y Elías.

Y Moisés estaba pastoreando ¿qué?, ovejas literales; y después pastoreando gente, que fueron tipificadas en ovejas. Por lo tanto, ese ministerio de pastor es importante para Moisés.

En el ministerio de Moisés estaban todos los ministerios siendo operados: de profeta, de evangelista, de pastor, de maestro, y así por el estilo.

Ahora, Elías también tiene que surgir, aparecer. El ministerio de Elías, vean ustedes, pasó al Monte de Sion, al Monte de Dios, ahí en el reverendo William Branham; ahí estaba, en el Monte de Sion; y tiene que permanecer ahí, en ese Monte, en su quinta manifestación; y de ahí es que puede tornarse a Israel. Y el de Moisés también.

En el silbo apacible es que Elías escucha la Voz y Mensaje de Dios; y, vean ustedes, tiene que ver con ungir tres personas: al rey para Israel, al rey para Siria y al sucesor de Elías: Eliseo. Y solamente Elías llamó a Eliseo[5]; pero como el ministerio de Elías pasó a Eliseo y estaba en una doble porción[6] (vean, una doble porción), obró para continuar la labor de Elías.

Un sucesor pues tiene que continuar la labor de aquel que está sucediendo, tiene que seguir la misma línea; y las metas que tuvo esa persona y que tenía de parte de Dios, tiene que continuarlas hasta hacerlas una realidad; porque viene con el mismo espíritu de aquel al cual él está sucediendo; es la continuación.

Y ahora, podemos ver que hay un cuadro muy hermoso para ser realizado en este tiempo final.

A Moisés lo encontramos viniendo ya con la – con un tabernáculo, pero tuvo que construirlo primero.

Y a Elías lo encontramos arreglando el altar, reconstruyendo el altar, con doce piedras[7]; cada piedra representa una tribu. Tiene que reunir las tribus perdidas, juntamente con las dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín, para que la presencia de Dios, el Fuego de Dios, el Espíritu de Dios, regrese al pueblo hebreo.

Y así por el estilo encontramos un sinnúmero de cosas que allá sucedieron, que son tipo y figura de las que tienen que suceder en nuestro tiempo; o sea que tiene que mantener la línea profética que ha sido trazada por Dios.

Así que podemos ver que estamos en un tiempo muy hermoso, muy glorioso, en donde tenemos la promesa de una visión, en donde el reverendo William Branham vio una Carpa y vio la manifestación plena de Dios en esa Carpa.

Está ligado ahí —en esa manifestación plena—: creación de miembros que le falten al cuerpo[8], sanidades, llamamiento al altar[9], y resurrecciones (dice ahí), resurrección[10], y todas esas cosas, dice el reverendo William Branham. Y él no encontraba el momento… luchando, buscando… a materializar esa visión que él tuvo.

Pero vean ustedes, no le fue permitido, aunque él trató; porque no era bajo el ministerio del cuarto Elías; tiene que ser bajo el ministerio del quinto Elías y segundo Moisés (para, entonces, que…), y esté la presencia de la Columna de Fuego.

Ahí está el Ángel que acompañaba al reverendo William Branham, ahí está el Espíritu Santo, obrando en la etapa del silbo apacible, la etapa de la Edad de Oro de la Iglesia, que es la Edad de la Piedra Angular.

Todas las cosas que fueron dichas que acontecerían en el tiempo de Elías, que Dios le dijo: “Ungirás a Hazael por rey de Siria, a Jehú por rey de Israel y a Eliseo por profeta en lugar tuyo”, y solamente tuvo que ver con Eliseo; pero Elías en su segunda manifestación tuvo que ver con los otros que estaban señalados para ser ungidos.

Y encontramos que para ungir al rey de…, a Jehú, ni siquiera tuvo que ir Eliseo: envió a uno de los hijos de los profetas con el aceite para ungirlo[11]. Ya quizás estaba con algunos años, o…, o así lo guio Dios, porque él tenía que decidir —de acuerdo a la voluntad de Dios— cómo iba a realizar ese… esa etapa, el ungimiento de Jehú.

Así que podemos ver que la obra de Elías, que comenzó con Elías Tisbita, continúa de etapa en etapa.

El reverendo William Branham, en la página 449 del libro de Los Sellos, dice: “El único espíritu de Elías que yo conozco es el Espíritu Santo”, o “el único Elías que conozco es el Espíritu Santo”, algo así; porque es el Espíritu Santo operando el ministerio de Elías en cada etapa.

Así que podemos ver que es una Obra del Espíritu Santo: la Obra que ha sido realizada por Dios a través de los profetas, a través de los apóstoles, a través de los diferentes ángeles mensajeros de cada edad, y también para este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.

Recuerden que en la profecía de Ezequiel, capítulo 37, versos 1 al 14, para el tiempo de la resurrección de los huesos secos, encontramos que tuvo diferentes etapas; y… (parece que es en la cuarta etapa) para la cuarta etapa tenía que venir espíritu a ellos; porque pasaron las diferentes etapas y estaba un ejército poderoso en pie, pero sin espíritu, les faltaba el espíritu; y entonces le fue dicho al profeta que llamara al espíritu, de los cuatro vientos.

Y llamando al Espíritu, vean, ¿por qué? Porque estaba el Espíritu viajando entre los gentiles, en la Obra de la creación de la Iglesia del Señor Jesucristo, un pueblo celestial; y ahora tiene que volver el Espíritu de Dios a Israel.

Escuché a un embajador diciendo que lo más triste fue que la presencia de Dios se fue de Jerusalén, la cual estaba allá en el templo. Y ahora, a través de la profecía de Ezequiel, capítulo 37, verso 1 al 14, vemos que el Espíritu de Dios, la presencia de Dios, va a regresar a Jerusalén, va a regresar a Israel.

Así que… Un profeta fue el que llamó al espíritu para que entrara en esos cuerpos…, en ese ejército que ya había… se había levantado, y ahora le faltaba solamente el espíritu; y cuando entró, era un ejército, un pueblo, maravilloso.

Así que solamente un profeta podrá llamar al Espíritu de Dios para que regrese a Israel, ¡y lo va a hacer! Para eso es que estará el ministerio de Moisés y de Elías en el tiempo final; y por eso es que luego va a ser establecido el Reino de Dios en la Tierra, y el Mesías-Príncipe se va a sentar en el Trono de David.

“MOISÉS Y ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS”.

Ya no en el monte Sinaí, sino en el Monte de Sion: la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual comenzó allá en el monte de Sion, Jerusalén.

Que Dios les bendiga y les guarde, y ya nos estaremos viendo nuevamente en la actividad de esta noche.

Y ya este mismo año espero estar nuevamente con ustedes en el viaje que tendrá el misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín; ¿o no viene por acá este año? Viene por acá. ¿Para qué fecha, Miguel?

[Hno. Miguel: Eso es para el 14 y 15 de mayo].

¿Le va a dar dos días también – otra vez acá, o un día?

[Hno. Miguel: Le vamos a dar dos días otra vez, porque… para darle dos días a Guatemala, dos días a El Salvador y dos días a Honduras. A Honduras le tocaría sábado y domingo].

Sábado y domingo. Un domingo, Miguel, siempre es importante…

[Hno. Miguel: Sí, pero ya yo… ellos dicen que tienen tan – tienen buen internet y buena capacidad para transmitir].

Eso hay que hacer las pruebas; porque lue-… en uno de los últimos sitios que fuimos hubo problema, que se afectaron todos los demás.

Bueno, ya saben que en el sitio que se tenga una actividad un domingo, y no funcione bien la comunicación, ya hay que eliminar ese sitio; o tener otros equipos, no los mismos; porque si es los mismos, vuelven a hacer lo mismo. Sí. Entonces, pues…

Porque no es un solo grupo, sino son todos los grupos de todos los países los que se afectan cuando se afecta la transmisión en un sitio. O sea que los ministros de ese lugar son responsables delante de tooodas las demás congregaciones. Tienen una responsabilidad de tener algo bien preparado para un viernes… un viernes, sábado y domingo, que son los tres días principales que se reúnen en todos los países: viernes: en las congregaciones; sábados: las reuniones de ministros; y domingo: todas las congregaciones.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde.

Y recuerden: Moisés y Elías ¿dónde? En el Monte de Dios, el Monte de Sion.

Vamos a dejar por aquí ya a Miguel, ya lo tenemos. Que Dios te bendiga, Miguel.

Dios les bendiga a cada uno de ustedes. Y nos vemos en la noche, Dios mediante.

“MOISÉS Y ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS”.

[Revisión noviembre 2025]

[1] 1 Reyes 19:18

[2] Éxodo 3:12

[3] San Mateo 24:31

[4] San Marcos 13:27

[5] 1 Reyes 19:19-21

[6] 2 Reyes 2:9-15

[7] 1 Reyes 18:30-39

[8] Citas, pág. 93, párr. 804: 63-0322 “El Quinto Sello”, párr. 24

[9] Citas, págs. 12-13, párrs. 97-98: Marzo, 1956 “Magazín de la Voz, Vol. IV, No. 2”

[10] Citas, pág. 12, párr. 96: 56-0224 “Jehová-Jireh”, (párrs. 49-50 en inglés)

[11] 2 Reyes 9:1-10

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