Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes y todos los que se encuentran en otras naciones y todos los ministros presentes y en otras naciones. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Para esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis, capítulo 8, versos 1 al 5, donde nos dice:
“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.
Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.
Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.
Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos
Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL INCENSARIO EN EL LUGAR SANTÍSIMO.”
Encontramos en el Cielo un Templo, encontramos que hay un Orden sacerdotal en ese Templo, llamado el Orden de Melquisedec, del cual el Sumo Sacerdote de ese Templo es Melquisedec; y Melquisedec es el Ángel del Pacto, el que le había aparecido a Abraham, cuando regresaba de la victoria sobre los reyes que se habían llevado cautivo a Lot y a su familia y a muchos habitantes de Sodoma, donde vivía Lot.
Este Melquisedec, dice San Pablo en el Capítulo 7 de Hebreos, que es sin padre, sin madre y sin fin de tiempo, o sea, que es un personaje eterno. Y si es un personaje eterno, solamente puede ser el Ángel del Pacto. Y por consiguiente, siendo que Dios está en el Ángel del Pacto, entonces es Dios velado en ese Ángel, llamado el Ángel de Dios; en algunas versiones llamado el Ángel de Jehová.
Ese Ángel, encontramos que aparece en diferentes ocasiones a través de toda la Biblia, ese Ángel es nada menos que el Verbo, que era con Dios, era Dios y creó todas las cosas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Y luego, encontramos que es la imagen del Dios viviente. Cuando encontramos a personajes como Adán, Abel, Set, Noé, también a Abraham, también en Isaac y Jacob (o Israel), los cuales vieron a Dios, también Moisés del cual dice el mismo Dios, que él hablaba cara a cara con Dios [Éxodo 33:11]; y también Jacob dice que vio a Dios y fue librada su alma. Eso está en el capítulo 32, versos 24 al 32 del Génesis.
Luego encontramos también a Moisés que vio las espaldas de Dios, lo cual fue las espaldas del Ángel de Dios, encontramos también al padre de Sansón: Manoa y su esposa, que vieron al Ángel de Dios; y luego Manoa le dice a su esposa: “Hemos de morir porque hemos visto a Dios,” y lo que habían visto era al Ángel de Dios, porque el Ángel de Dios es el cuerpo angelical de Dios, es la imagen del Dios viviente; también Jacob dice en el capítulo 32, verso 30:
“Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.”
Encontramos todos estos personajes diciendo que vieron a Dios cara a cara, pero Dios le había dicho a Moisés en el Éxodo, les voy a decir cuál es el… capítulo 33, versos 18 en adelante:
“Él (o sea, Moisés) entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria.
Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.
Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.”
Aquí el mismo Dios dice que no podrá hombre alguno ver a Dios, porque no verá un hombre a Dios y continuar viviendo. Por eso Manoa dijo: “Hemos de morir porque hemos visto a Dios cara a cara.” Ahora, vean lo que le dice Dios a Moisés:
“Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña;
y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.
Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.”
Y ahora, luego de todos estos testimonios en donde encontramos a personajes que vieron a Dios, pero que el mismo Dios dice que no podrá ser humano verlo y vivir, o sea, que la persona muere, por eso el temor de Manoa.
Y ahora, ¿vieron a Dios, o no vieron a Dios? Vamos a ver: vieron a Dios pero no vieron a Dios, ¿y cómo se puede entender esto? Miren aquí en San Juan, capítulo 1, verso 18, dice:
“A Dios nadie le vio jamás (por lo tanto, todas esas personas que dijeron que vieron a Dios, no vieron a Dios);
el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”
Todas las personas que han dado testimonio de que vieron a Dios y que Dios habló con ellos, sí vieron a Dios velado en el Hijo de Dios, en el Ángel del Pacto, el cual es el Cristo, el Ungido, el cual dijo en una ocasión:
“Antes que Abraham fuese, yo soy.” [San Juan 8:58]
¿Como era antes de Abraham? Era el Ángel del Pacto, y por consiguiente, a través del Ángel del Pacto Dios estaba velado y revelado, era Dios en y a través de Su velo angelical apareciéndole a diferentes personas, apareciéndole también al pueblo hebreo y dándole la Ley en el monte Sinaí, porque la Ley fue dada por comisión de Ángeles, y por consiguiente, por medio del Ángel del Pacto, que es el Ángel de Dios (traducido en algunas versiones como el Ángel de Jehová), Dios le dijo al pueblo hebreo la Ley en el monte Sinaí.
Y ahora, vean lo sencillo que es comprender el misterio de cómo fue dada la Ley al pueblo hebreo: fue por comisión de Ángeles. Eso lo dice la Escritura en el capítulo 2 de Hebreos, verso 2:
“Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,
¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron,
testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.”
Y ahora, en el capítulo 7 nos dice, del libro de los Hechos, que la Ley fue dada por comisión de Ángeles; y si fue dada por comisión de Ángeles, entonces allí estaba el Ángel de Dios, el Ángel del Pacto, porque le está dando un Pacto al pueblo hebreo; y el que da los pactos es Dios por medio del Ángel del Pacto. Y para dar un nuevo Pacto, tiene que venir el mismo Ángel del Pacto para establecer un nuevo pacto, lo cual se cumpliría con la Venida del Mesías que es el Ángel del Pacto, el cual estaría estableciendo ese nuevo Pacto con la Casa de Israel y con la Casa de Judá.
Y ahora, el Ángel del Pacto siendo el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, luego se hizo carne y habitó en medio de la raza humana y fue conocido por el nombre de Jesús. Era nada menos que el Ángel del Pacto viniendo a Su pueblo: el pueblo hebreo, para establecer el nuevo Pacto que Él había prometido a través del profeta Jeremías en el capítulo 31, versos 31 al 36, de lo cual también San Pablo nos habla en su carta a los Hebreos, por el capítulo 8, verso 7 al 13.
Y aun el mismo Cristo en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29 en la última pascua que Él tuvo con Sus discípulos, la última cena, Él da gracias al Padre por el pan, lo parte y da a Sus discípulos, y dice a ellos: “Comed, éste es mi cuerpo,” y luego toma la copa de vino y habiendo dado gracias, da a Sus discípulos diciendo: “Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Nos está hablando de un nuevo Pacto, del Nuevo Pacto que ya Dios había prometido por medio del profeta Jeremías en el capítulo 31, versos 31 al 36. Capítulo 31, versos 31 al 36, nos habla de un nuevo Pacto; no como el pacto que Dios había hecho con Su pueblo allá en el monte Sinaí, es un nuevo Pacto. Y es un Pacto de unión de Dios con Su pueblo, y Su pueblo con Dios, un Pacto representado en el pacto matrimonial que lleva a cabo un joven con una joven cuando se casan.
Por eso es que Dios habla de Su pueblo como Su Esposa, y Él se refiere a Sí mismo como el Marido de Su pueblo. El dice: “Yo soy tu Esposo, tu Marido,” le dice al pueblo hebreo.
Y ahora, encontramos que Israel rompió el pacto, quebró el pacto, así como Moisés cuando bajó del Monte Sinaí y vio al pueblo adorando un becerro de oro, rompió las tablas de la Ley, las tablas del pacto, y molió esas tablas, o molió el becerro de oro y lo echó en el río en donde ellos tomaban agua, y luego Dios le ordenó, o clamó a Dios por misericordia y luego subió al monte por orden de Dios nuevamente.
Un hombre de 80 años subir nuevamente al monte Sinaí, no es fácil. ¿Cuántos han subido al monte Sinaí? Ya ustedes saben que no es fácil, subir una vez, y subir por segunda vez en tan corto tiempo, para un hombre de 80 años (que tenía Moisés), pues era un viaje difícil, y quizás no tenía las facilidades que tiene actualmente el camino hacia la cima del monte Sinaí, pero subió.
Había estado 40 días sin comer y sin beber agua, y ahora va rumbo a la cima del monte Sinaí para encontrarse con Dios; 40 días más sin comer y sin beber, buscando la misericordia y perdón para el pueblo que Dios por medio de él había sacado de Egipto. Si Moisés no intercede por el pueblo, no existiría el pueblo hebreo. En Moisés está Cristo, el Mesías, reflejándose, así como se reflejaba en otros profetas.
Y ahora, encontramos que Moisés obtuvo la petición que le hizo a Dios, tuvo que cortar dos tablas de piedra porque rompió las que Dios le dio, y sube al monte para ser escritas las mismas palabras que estaban en las tablas de piedra que Dios le había entregado; el pueblo había pecado contra Dios con un becerro de oro, adorando un ídolo.
Y ahora, encontramos que lo mismo hace Israel en el tiempo de Jeroboam, al cual le fueron dadas las diez tribus del Reino del Norte, y para que no fueran a Jerusalén a adorar a Dios y no retornaran al Reino de David bajo el reinado de Roboam, y temiendo que luego lo iban a matar a él (a Jeroboam), le prepara dos becerros de oro en su territorio para que vayan a adorar esos dos ídolos, el mismo ídolo, pero uno hecho en dos becerros.
Y ahora, lo mismo que fue hecho allá en el monte Sinaí cuando Moisés estaba en la cima del monte, que el pueblo se tornó a la idolatría, ahora este rey Jeroboam hace nuevamente lo mismo que el pueblo había hecho, y estableció sacerdotes para esa religión pagana.
De esos sacerdotes, de esa línea sacerdotal pagana, es que estaban en contra de Elías, porque Elías les enseñaba el camino de Dios. Pero Jezabel estaba en contra de Elías porque estaba en contra del Dios de Israel, Jezabel, porque ella había establecido la idolatría juntamente con Acab, la idolatría que ya había introducido Jeroboam.
Ahora, encontramos que el pueblo hebreo tuvo esos problemas. Y el mismo Dios le dice a Moisés que era dado a hacer esas cosas el pueblo, y Dios le dijo: “Déjame destruirlo,” o sea, pidiéndole permiso a Moisés: “Déjame destruirlos, y yo te voy a poner sobre un pueblo mayor que él.” Pero Moisés intercedió tipificando a Cristo, el Mesías, el cual intercedería por el pueblo.
Ahora, encontramos que Dios también le había dicho a Moisés que construyera un templo, un tabernáculo; todo eso se lo había mostrado en el monte Sinaí, que lo construyera de acuerdo al modelo que le fue mostrado en el monte Sinaí, y por medio de ese tabernáculo y lo que contiene y lo que se hace en él y al orden sacerdotal ahí establecido, ahora nosotros podemos tener conocimiento de lo que hay en el Cielo, de que hay un Templo celestial en la Jerusalén celestial, en donde está Dios sentado sobre Su Trono.
El Trono de Dios en el tabernáculo terrenal, es el propiciatorio o tapa del Arca del pacto que está dentro del Lugar Santísimo.
Y ahora, para nosotros comprender este capítulo 8 del Apocalipsis, donde es abierto el séptimo Sello y se hace silencio en el Cielo como por media hora, y luego aparecen siete Ángeles con siete trompetas, y aparece también un Ángel con un incensario de oro en su mano, al cual se le da mucho incienso para añadirlo a las oraciones de los santos sobre el altar de oro que está delante del Trono, o sea, todo lo que hemos visto en el tabernáculo que Dios ordenó que llevaran a cabo, sería lo mismo que se estaría llevando a cabo en el Cielo en el Templo celestial.
Si estas cosas no hubieran sido ordenadas para que se hicieran en la Tierra, la fabricación o construcción de un tabernáculo y todos los utensilios allí, y un orden sacerdotal para ministrar, no comprenderíamos sobre un altar de oro para quemar incienso, un incensario de oro, y todo esto está frente al Lugar Santísimo, no dentro del Lugar Santísimo sino a la parte fuera, y todo esto es tan importante en el Cielo, y no solamente para el Cielo, sino para la raza humana, lo entienda o no lo entienda. Para que lo entienda, nos ha permitido los tipos y figuras, de lo cual habló San Pablo en Hebreos, capítulo 9, y nos dice, verso 1 en adelante. Dice:
“Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.”
Y por consiguiente, así también es en el Cielo: hay ordenanzas de culto a Dios en el Cielo; por eso usted ve en Apocalipsis, para que tengan un ejemplo, capítulo 5, versos 7 en adelante, dice:
“Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.”
Y ahora, podemos ver un orden de culto religioso en el Cielo, pues si hay un Templo en el Cielo, hay adoración al que está sentado en el Trono. Sigue diciendo:
“…y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
Ahí tenemos a los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, adorando a Dios en el Templo celestial, ahí están también los veinticuatro ancianos, que son los doce hijos de Jacob, doce patriarcas, y los doce apóstoles del Señor.
“Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones (o sea, que habrá para el Reino milenial suficiente gente para poblar el planeta Tierra), que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.”
O sea, es digno de tomar todo: la parte política, la parte religiosa también, todo le pertenece a Él, la gloria y la alabanza:
“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.”
Ahí tenemos un cuadro claro de lo que estará pasando cuando Cristo complete Su Iglesia, salga del Trono de Intercesión, tome el Título de Propiedad, que es el Libro de la Vida del Cordero, el Libro donde están escritos los nombres de todos los que serían redimidos, y lo abra en el Cielo y haga su Obra de Reclamo, reclamará todo lo que Él ha redimido con Su Sangre, resucitará a los muertos creyentes en Él, y a los vivos creyentes en Él, los transformará.
Ahora, tenemos un cuadro más claro de las cosas que estarían sucediendo en el Cielo a través del tiempo. Todavía Cristo no ha salido del Trono de Intercesión, Él todavía está como Sumo Sacerdote en el Templo Celestial; por esa causa encontramos que Cristo viene a ser el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec del Templo celestial.
Él, siendo Sumo Sacerdote del Templo celestial, así como Aarón tomaba el incensario de oro colocando carbones encendidos del altar del incienso, luego entraba al lugar santísimo con sus manos llenas de incienso molido y el incensario, y lo echaba el incienso en el incensario que estaba encendido con los carbones encendidos, y ahí se quemaba el incienso, y una nube de humo cubría el propiciatorio.
Por lo tanto, no veía a Dios cara a cara. Todas las oraciones del pueblo subían a la presencia de Dios en ese humo del incienso que era quemado. Él también esparcía con su dedo la sangre de expiación por siete veces sobre el propiciatorio.
Luego, más adelante cuando regresaba del lugar santísimo donde había entrado el incensario, el cual entraba una vez al año (entraba una vez al año al lugar santísimo), porque una vez al año entraba el sumo sacerdote al lugar santísimo.
En otras ocasiones podía ser usado el incensario pero en el lugar santo donde está el altar del incienso, pero al lugar santísimo una vez al año, y solamente el sumo sacerdote podía llevar su incensario.
Ahora, podemos ver el incensario en el lugar santísimo, por lo tanto, el incensario de oro del Templo celestial, entrará al Lugar Santísimo del Templo celestial en cierto momento, por eso las oraciones de los santos que tienen estos ancianos, aquí en Apocalipsis, capítulo 5, verso 8, que dice:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.”
Y luego en Apocalipsis, capítulo 8, cuando es abierto el séptimo Sello, cuando es abierto en el Cielo el secreto, el misterio de la Venida del Señor para el Día Postrero, o sea, de la segunda Venida de Cristo, o sea, de la Venida del Hijo del Hombre o manifestación o revelación del Hijo del Hombre, de lo cual habló Cristo en muchas ocasiones, que dijo que “será como en los días de Noé y como en los días de Lot el día en que el Hijo del Hombre se manifestará,” se revelará, vendrá.
Pues ese misterio no era conocido en el Cielo, el mismo Cristo dice que ni los Ángeles en el Cielo saben cuándo será el día y la hora.” [San Mateo 24:36]. Y también dice en San Marcos, que ni el Hijo sabe, o sea, que ni Jesucristo sabía mientras estaba en Su ministerio terrenal; ya luego cuando fue crucificado, murió, fue sepultado y luego resucitó glorificado, ya de ahí en adelante sí sabía.
Y ahora, ese es el misterio más grande de los Cielos y por consiguiente de la Tierra también, no hay misterio más grande que el misterio de la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero; pero Cristo da las señales, dice cómo estará la humanidad para el tiempo de la Venida del Hijo del Hombre, pero dice que vendrá como ladrón en la noche, o sea, que vendrá en forma secreta, misteriosa para los seres humanos.
Si la primera Venida de Cristo fue un misterio y no fue dicho que sería un misterio, sino que fue dicho que una virgen concebiría, daría a luz, por lo tanto, tenía que nacer en la Tierra a través de una joven virgen, sería en Belén de Judea, porque el Mesías Príncipe sería un descendiente del Rey David; o sea, todos esos detalles se tenían en la profecía para la primera Venida del Señor.
Para la segunda Venida del Señor, están las señales: la condición mundial que será como los días de Noé y como los días de Lot. Buscamos cuál era la condición allá y concuerda con la condición en que está la humanidad actualmente, y ya lleva muchos años en esa condición.
También habló de señales en el cielo, en el sol, la luna y las estrellas, y en la Tierra angustia, angustia de los hombres por el temor de las cosas que sobrevendrán sobre la Tierra; y actualmente con la situación del calentamiento global la humanidad está angustiada, está preocupada, está con temor, y por muchas otras cosas.
Por lo tanto, la condición de la humanidad está como Dios dijo que estaría, la situación en el Cielo está dando las señales, porque cuando Dios va a hacer algo en la Tierra, lo anuncia en el cielo primero; por eso los magos supieron que el Mesías había nacido, el Rey de Israel: porque vieron la señal en el cielo.
El profeta Balaam, el cual perdió la Bendición de la Primogenitura porque se vendió, vendió sus derechos de profeta, vendió sus derechos de la primogenitura, siendo un hombre que oía de Dios, que conocía de Dios, que conocía la ciencia de Dios, sabía cómo comunicarse con Dios, cómo llegar a Dios, vendió toda esa bendición, por dinero.
Y ahora, Dios habló por medio del profeta Balaam. Dios le dijo: “No vas a hablar nada, sino lo que yo ponga en tu boca.” O sea, que hablaría la Palabra de Dios, por eso las profecías de Balaam están correctas, y él dijo: “De Jacob saldrá estrella,” capítulo 24, verso 17 del libro de Números, y los magos sabían eso, ellos vivían por allá por Babilonia, Ur de los Caldeos, por esas áreas, pero ellos conocían las profecías. Conocían también las profecías de Daniel que vivía en Babilonia, y vivió en todos esos territorios de esos imperios en los cuales él sirvió.
Por lo tanto, muchos descendientes del pueblo hebreo vivían en esos territorios, y muchos descendientes de Daniel, Sadrac y Abed-nego, vivían en esos territorios y que estaban esperando la Venida del Mesías.
Por eso cuando ven esa señal en el cielo, pues ellos estudiaban el cielo, los astros digamos, eran astrólogos, astrónomos y conocían los asuntos religiosos, sabían que siempre que Dios va a hacer algo en la Tierra, aparece en el cielo la señal.
Por eso es que Cristo habla también de señales en el cielo, en el sol, en la luna y las estrellas. Es que las estrellas representan a la descendencia de Abraham; y el Mesías siendo un descendiente de Abraham, es una estrella. Él mismo dijo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16:
“Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
Y no solamente Él es una estrella, sino yo también soy una estrella representado en alguna estrella del cielo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, pues Dios le dijo a Abraham que su descendencia sería como las estrellas del cielo, ¿Ven? Están tipificados los descendientes de Abraham en las estrellas del cielo.
El apóstol Pablo dice que todos los que son de la fe de Cristo, son hijos de Abraham. Por lo tanto, somos estrellas en el campo espiritual; cuando vemos el cielo estrellado podemos ver el simbolismo: la descendencia de Abraham, a los cuales Dios socorrió, porque no socorrió sino a la descendencia de Abraham. No socorrió los ángeles sino la descendencia de Abraham. Eso está en Hebreos, capítulo 2, verso 10 en adelante.
Por eso me socorrió a mí, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también. Cristo vino a socorrer a la descendencia de Abraham. Un S.O.S. llegó hasta el Cielo y Él vino para socorrernos en el tiempo preciso.
Y ahora, todo lo que ocurre en el Cielo está reflejado en el tabernáculo que construyó Moisés y todo el orden religioso que allí se llevaba a cabo, y también en el templo que construyó el rey Salomón. Por lo tanto, el Ángel con el incensario en su mano que recibe mucho incienso para añadirlo a las oraciones de los santos, los santos que han estado orando por la redención física, la resurrección en cuerpos glorificados, y también los que vivimos que hemos estado orando a Dios por nuestra transformación. Ese Ángel tiene una labor muy importante.
Y ahora, ese Ángel está representado en el sacerdote que tomaba el incensario con carbones encendidos, carbones del altar del incienso, y colocaba incienso en ese incensario, y el humo llegaba hasta la presencia de Dios con las oraciones del pueblo.
Tiene que ser un sacerdote, porque los sacerdotes eran los que tenían el privilegio de ministrar en el altar del incienso, y el sumo sacerdote en el altar del incienso y también en el lugar santísimo. Los demás sacerdotes no podían entrar al lugar santísimo a ministrar, solamente el sumo sacerdote.
Y ahora, encontramos a ese Ángel representado en un sacerdote que efectuaba la misma labor que ese Ángel en el Cielo. Así está representado en el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó el rey Salomón.
Y ahora, también aparecen los Ángeles con las trompetas para sonarlas; y si usted investiga en la Escritura, encontrará que eran los sacerdotes los que tocaban las trompetas. Tiene que ser del orden sacerdotal de los descendientes de Aarón, porque el orden sacerdotal de Aarón tipifica el orden celestial de Melquisedec.
El de Aarón tuvo principio, el de Melquisedec es eterno y no tendrá fin. San Pablo dice que ese orden celestial no tendrá fin, pero vean lo que dice aquí también, que es algo muy importante. Hebreos, capítulo 7, verso 11 en adelante, dice:
“Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?
Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.”
Y ahora, podemos ver un cambio de sacerdocio. Según el Orden de Melquisedec, el Mesías es el Sumo Sacerdote del Templo celestial y es el Rey del Reino de Dios, del Reino Celestial y del Reino Terrenal.
Y hay cambio de dispensación y hay cambio de Pacto, ya no como el Pacto que Dios hizo en el monte Sinaí, es un nuevo Pacto bajo mejores promesas para todo el pueblo. Este nuevo Pacto está prometido, y por esa causa Dios haría un nuevo Pacto, pues Él lo prometió, y un cambio de Sacerdocio.
Actualmente, encontramos que no hay templo, por lo tanto no hay sacerdocio ministrando en el templo, no hay sacerdotes con el incensario ministrando en el altar del incienso, no hay sacrificios de expiación, porque todo eso tenía que hacerse en el templo; y no hay arca del pacto en el templo en Jerusalén porque no hay templo, no está el templo que Salomón construyó o el templo que fue reconstruido en diferentes ocasiones, ni siquiera el templo que construyó el rey Herodes.
Por lo tanto, Israel ha estado por unos dos mil años aproximadamente sin templo, sin sacrificio, sin orden sacerdotal ministrando, sin altar del incienso, sin incensario, sin Arca del pacto, o sea, que ha estado en una situación difícil porque era en el templo donde estaba la presencia de Dios.
Y por consiguiente, la presencia de Dios se fue de Israel, por eso todos los problemas que ha tenido el pueblo hebreo, sin templo, sin sacrificio, sin sacerdocio ministrando para llevar las oraciones del pueblo ante la presencia de Dios ministrando en el templo; y si no hay templo, entonces todas esas cosas que eran ordenadas para ser llevadas en el templo para bendición del pueblo hebreo, al no estar, entonces la bendición, la misericordia y todas estas cosas no tienen una base para estar vigentes.
Esta es una realidad que tiene que ser comprendida, sin pensar que se le está haciendo algo o hablando algo en contra del pueblo hebreo, hay que reconocer la realidad, despertar a la realidad. Por eso en Isaías dice:
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.” Isaías, capítulo 60, verso 1 en adelante; y también en Efesios, capítulo 5, verso 14 dice:
“Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
El pueblo, las personas tienen que estar despiertas a la realidad bíblica, a la realidad divina; no podemos estar dormidos, no somos hijos de la noche para estar dormidos espiritualmente, somos hijos del día; no somos hijos de ira sino de misericordia, de eso es que nos habla San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, versos 1 al 10, donde dice:
“Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán (pero dice).
Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.”
Y comienza a explicar que no somos hijos de la noche y no somos hijos de ira, sino que somos hijos del día, de la luz para alcanzar misericordia.
Y ahora, la buena noticia es que aunque no hay un tabernáculo… el que construyó Moisés en el desierto, no está; y si alguien piensa que lo tiene, no está en operación. Tampoco está el templo que construyó Salomón, ni tampoco los templos que fueron restauraciones, y tampoco el templo que construyó el rey Herodes, y por consiguiente no está la gloria de Dios, la presencia de Dios, la Shekinah, la Columna de Fuego, la cual se fue entre gentiles buscando un pueblo para Su Nombre, los cuales formarían la Iglesia del Señor Jesucristo, porque Dios llamaría de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre bajo un nuevo Pacto, el Pacto que Cristo dijo que sería hecho, cuando dijo: “Esta es mi Sangre del nuevo pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” [San Marcos 14:24].
Y ahora, ¿dónde se reflejará cada evento que sucede en el Cielo en el Templo Celestial? Tenemos que conseguir un templo que pueda ser identificado como Templo de Dios en la Tierra, que represente el Templo de Dios Celestial.
El Arca del Pacto es la Palabra, y por consiguiente tenemos que ver dónde el Arca del Pacto, la Palabra, Cristo, estaría después de la destrucción del templo. Cristo dijo en San Mateo, capítulo 28, verso 20:
“Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Así es que Cristo estaría con los creyentes en Él, ¿y qué tiene que ver esto con un templo? Es que San Pedro en Primera de Pedro, capítulo 2, verso en 4 al 10 dice que somos piedras vivas para ser un Templo santo al Señor.
Dios está construyendo un nuevo Templo con piedras humanas. Así como el Mesías, Cristo, es una Piedra: la Piedra Angular, la piedra no cortada de manos; recuerden que dijo Juan el Bautista que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de éstas piedras, de piedras vivas, o sea, de personas.
Y ahora, con piedras vivas, así como el Mesías, Cristo es una Piedra viva, la Piedra del Ángulo, y el principio de ese Templo, el cual también como persona es un Templo. Recuerdan en el capítulo 2, verso 17 [San Juan] en adelante, que Cristo dijo: “Destruyan este templo, y en tres días yo lo levantaré.” Pensaron que hablaba del templo literal y le dicen: “En cuarenta y seis años fue construido este templo ¿y tú dices que en tres días lo vas a levantar, que lo destruyamos?” Pensaron: “Quiere meternos en problemas, si destruimos este templo nos van a meter presos.”
Pero Él hablaba de Su cuerpo, porque el ser humano siendo alma, espíritu y cuerpo, es un templo humano para Dios habitar en su corazón, en su alma. El atrio de ese templo es el cuerpo, el Lugar Santo de ese templo es el espíritu y el Lugar Santísimo de ese templo es el alma, y es ahí donde el Arca del Pacto, Cristo, la Palabra, tiene que ser colocada.
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo también es un Templo, lo que Cristo es, lo es Su Iglesia y lo es cada creyente en Él.
Y ahora, el Arca del Pacto siendo traída al Templo Espiritual de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, tiene que ser traída en los hombros de los levitas; por eso el rey David tuvo problemas cuando estaba llevando el Arca del Pacto a Jerusalén, la montaron en un carro nuevo, porque ese fue el consejo que dieron los militares y muchos líderes religiosos, y no consultaron a un profeta que estaba en medio de ellos, el cual les diría que tenía que ser en los hombros de los levitas porque así Dios lo había ordenado.
Las cosas hay que hacerlas conforme a como Dios ha establecido.
Y ahora, la Palabra, el Verbo que es Cristo, es llevado al Templo espiritual de edad en edad a través de las diferentes etapas de la Iglesia, pasa por el Lugar Santo en los hombros de los levitas, los mensajeros, junto a los cuales están otros ministros trabajando brazo a brazo con él, para llevar esa Palabra, el Arca de etapa en etapa.
De la primera edad pasa a la segunda edad, con el mensajero de esa edad y el grupo de ministros de esa edad, en hombros de los levitas, y así hasta llegar al lugar que tiene que llegar, o sea, que va habiendo un relevo de edad en edad.
Hasta cierto sitio lo llevó el mensajero de la primera edad con el grupo de ministros que estaban con él trabajando; y luego para la otra edad lo toma el otro mensajero con el grupo de ministros que están con él, y la pasan, la mueven a la próxima edad.
Pero ya pasaron las siete edades y no entró al Lugar Santísimo, porque es para este tiempo que la Palabra, que es Cristo, el Verbo, tiene que entrar al Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo.
¿Y cuál es el Lugar Santísimo de ese templo Espiritual? La Edad de la Piedra Angular, ese es el Lugar Santísimo donde tiene que llegar el Arca del Pacto, la Palabra, Cristo; Cristo la Palabra en la forma de palabra hablada, el mensaje correspondiente al tiempo final.
Y a nosotros nos ha tocado la parte más importante, en donde la Palabra de Dios entra al Lugar Santísimo, la Edad de la Piedra Angular del Templo Espiritual de Cristo, y ese es el lugar que está representado en el Lugar Santísimo del templo que construyó Moisés y del Tabernáculo que construyó Moisés y del Templo que construyó el rey Salomón.
Todo eso representando el Templo que está en el Cielo, de acuerdo al tiempo correspondiente en el Cielo, en el Templo celestial es que se refleja en la Tierra en el templo que está vigente; ya no está vigente el tabernáculo que construyó Moisés, ya no está vigente el templo que construyó el rey Salomón, ni las restauraciones que fueron llevadas a cabo en diferentes ocasiones, ni siquiera el templo que construyó Herodes; pero está en pie el Templo espiritual de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, y ha estado siendo construido el Lugar Santísimo de ese Templo espiritual con piedras vivas.
A ese lugar yo pertenezco como una piedra viva, ¿y quién mas? Cada uno de ustedes también. Es este el tiempo en que lo que pase en el Cielo y lo que pasaba en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, estará pasando en este tiempo final en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Así que, estamos en un tiempo muy, pero que muy importante, todo lo que esté pasando en el Cielo ha estado siendo reflejado en la Tierra, en la Iglesia del Señor Jesucristo, lo que esté sucediendo en el altar del incienso donde toma ese Ángel, que es un sacerdote principal del Templo celestial, estará pasando en la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde alguien va a ser la representación de ese Ángel que toma el incensario en el Cielo, para llevar ante la Presencia de Dios las oraciones de los santos.
Y de seguro ese Ángel también va a estar en la Iglesia del Señor Jesucristo; y ahí no podemos explicar mucho para no abrir completamente ese misterio, pero recuerden: todo lo que estará pasando en el Cielo, en donde Cristo, el Cordero de Dios que se convierte en el León de la Tribu de Judá, toma de la diestra de Dios el Libro sellado con siete Sellos, todo eso luego se reflejará en la Iglesia del Señor Jesucristo, y por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo recibirá ese Libro sellado con siete Sellos abierto, y lo tendrá en medio de ella.
Recuerden que estaba, Él está en la diestra del que está sentado en el Trono, por consiguiente está en el Lugar Santísimo del Templo celestial, y por consiguiente tiene que venir del Lugar Santísimo del Templo celestial en la mano de Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, para colocarlo ¿dónde? en Su Templo Espiritual, en el Lugar Santísimo que es el lugar que le corresponde.
Al estar en la diestra del que está sentado en el Trono, tiene que venir al Trono del Señor de Su Templo espiritual, y el Trono del Señor en el Templo espiritual, así como fue en el tabernáculo que construyó Moisés y templo que construyó Salomón, es el propiciatorio.
Un lugar de la presencia de Dios, de en medio de los dos querubines, que en la Iglesia serán los dos Olivos, en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, de en medio de esos ministerios estará la presencia de Dios manifestada en la Columna de Fuego, y por consiguiente va a estar ahí también en la diestra del Señor el Título de Propiedad abierto, y se lo habrá comido aquél a quien le sea entregado; y por consiguiente Dios por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, se estará representando en ese Templo Espiritual por medio del instrumento que Él tenga en Su Iglesia para ese tiempo. Tan simple como eso.
Y así también entrará el incensario al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; todo lo que en el Cielo ocurre en el Templo celestial, estará teniendo su representación en el Templo espiritual de Cristo; por lo tanto, estemos apercibidos porque estamos viviendo en el tiempo para el incensario de oro y las labores del altar del incienso, que está frente a la entrada del Lugar Santísimo, y a las cosas del Lugar Santísimo, que corresponden todas esas cosas a la Edad de la Piedra Angular.
Todo lo que en el Cielo esté ocurriendo, en el Trono de Dios, se estará reflejando en la Iglesia en la Edad de la Piedra Angular; y así como habrá allá instrumentos, en la Iglesia también habrá instrumentos.
Así como Cristo, el Mesías toma el Título de Propiedad allá, luego se lo entrega a otro hombre acá en la Tierra para que se lo coma. Tan simple como eso. Ese instrumento será la representación de lo que ocurre en el Cielo.
“EL INCENSARIO EN EL LUGAR SANTÍSIMO.”
Por eso desde la Iglesia del Señor Jesucristo las oraciones de los santos serán hechas, y habrá grandes bendiciones de parte de Dios para todo el pueblo de Dios. Cristo dijo: “Todo lo que pidáis al Padre en mi Nombre, yo lo haré.” Tan simple como eso.
Estamos en un tiempo que todavía hay misericordia en el Trono celestial, por consiguiente en la Iglesia, en la edad del Trono, la Edad del Lugar Santísimo también se tiene que estar dando a conocer que todavía hay misericordia delante de Dios para los seres humanos, aunque sea por corto tiempo, pero todavía hay oportunidad de entrar al Programa Divino, de recibir la Vida eterna por medio de Cristo.
Todavía se sigue predicando el Evangelio de Cristo para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga Vida eterna. Ya yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo y lo recibí como mi Salvador, y recibí la Vida eterna, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, para que Cristo extienda Su misericordia a usted y le dé la salvación y Vida eterna para lo cual pueden pasar al frente y estaremos orando por usted.
También los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo. En todas las naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba como Sus ovejas que Él llamaría y las colocaría en Su redil.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino, los que están presentes y los que están también en otras naciones.
Todavía hay oportunidad de salvación y Vida eterna, por eso todavía se predica el Evangelio de Cristo:
“Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” [San Juan 3:15-18].
El que cree en Cristo tiene Vida eterna; el mismo Cristo lo dijo cuando en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, dijo:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
Es Vida eterna lo que la persona recibe al recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos en esta ciudad y en todas las ciudades del Brasil y en todas las naciones, y los está llamando para darles salvación y Vida eterna, porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido; o sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también.
Es para recibir la Vida eterna que recibimos a Cristo como único y suficiente Salvador, fue para darnos Vida eterna que Cristo vino a la Tierra y murió en la Cruz del Calvario. No había otra forma para darnos Vida eterna.
Todos los que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador, son parte de esa multitud en el Cielo que clama y proclama a Cristo como digno de tomar el Libro sellado con siete Sellos y abrirlo en el Cielo, porque Él con Su Sangre nos limpió de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, pertenecemos al orden sacerdotal de Melquisedec del Templo celestial.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Los que están en otras naciones también pueden estar puestos en pie, para orar por todos los que en otras naciones han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador. Si falta alguna persona por venir, puede venir para que quede incluido en la oración que estaremos haciendo.
Con nuestras manos levantadas en alto a Cristo y nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació tu fe en mi corazón, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados; creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador; reconozco que no hay otro nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos.
Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado.
Señor, Te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en Agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Sálvame, Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon el Evangelio de Cristo, creyeron y lo han recibido como vuestro único y suficiente salvador.
Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en Su Nombre, lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuamos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.
El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, Juan no lo quería bautizar, le decía: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí para que yo te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó. Y si Jesús tenía que ser bautizado por Juan, cuánto más nosotros tenemos que ser bautizados. Cristo dijo:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” (San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16).
El bautismo en agua es tipológico, simbólico. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Conociendo el significado del bautismo en agua, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino del Señor Jesucristo.
Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y también nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino del Mesías.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL INCENSARIO EN EL LUGAR SANTÍSIMO.”
Dejo en estos momentos al Doctor Salomón Cunha con ustedes, para que les indique hacia dónde dirigirse para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Hay agua, hay bautisterios, hay ropas bautismales y ministros que les bautizarán.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo.
Con ustedes el reverendo Josué Cunha, y en cada país dejo el ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL INCENSARIO EN EL LUGAR SANTÍSIMO.”