Muy buenas noches, amables ministros, pastores y pastoras presentes, y también en diferentes naciones, y también cada uno de ustedes amables amigos y hermanos presentes, y también los que están a través del satélite Amazonas en diferentes naciones; es un privilegio grande y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual leemos en el libro del profeta Malaquías, capítulo 4, lo cual nos habla del tiempo correspondiente en donde se estará cumpliendo una parte de ese capítulo 4 de Malaquías; y en donde también encontramos que una parte se cumplió dos mil años atrás. Veamos, dice:
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.
Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.
Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.
He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.
El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”
Tomamos el verso 2, para nuestro tema que dice:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.”
“EL SOL NACIENTE.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.
A través de la Escritura encontramos que se habla de las estrellas, se habla del sol y la luna, y vienen a ser tipo y figura de personas; por ejemplo tenemos el caso de José que tuvo dos sueños. El segundo… y en el segundo él vio el sol, la luna y las estrellas que se inclinaban delante de él; él vio once estrellas pero si nosotros leemos la Biblia con nuestros ojos abiertos, podemos ver doce estrellas. José veía once, porque él era la otra estrella; se refería ese sueño a sus hermanos, sus once hermanos, a su madre representada en la luna y a su padre representado en el sol.
Ahora, en astronomía espiritual podemos ver las estrellas como seres humanos. En la Escritura nos habla mucho acerca de personas representadas en estrellas, aquí en el capítulo 15 del Génesis, versos 1 en adelante. Abraham estaba muy preocupado, porque no tenía un hijo a través de su esposa Sara, la cual era estéril y avanzada en edad. Dice:
“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.
Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?
Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.
Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.
Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.
Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.”
Y ahora, la descendencia de Abraham está representada en las estrellas; por esa causa encontramos que hay personas representadas en las estrellas; y es muy importante comprender esto, porque las estrellas el sol y la luna, han sido puestas en lo literal por señales de los tiempos, de los días, de los meses, de los años; y así por el estilo.
Y tenemos que entender también en el campo espiritual el significado del sol, la luna y las estrellas, y las señales que son mostradas ahí como son mostradas en los cielos o el cielo literal; en el Cielo espiritual tenemos que entender esos misterios que se llevan a cabo.
Vean, un profeta llamado Balaam, el cual era un profeta, pero vendió sus derechos de profeta cuando actuaba por dinero y Balac le pidió que fuera para maldecir a Israel, pero Dios le dijo que no fuera. ¿Ven? Los falsos profetas van en contra de la voluntad de Dios, y piensan en la parte económica y en la honra que le iba a dar el rey a Balaam, pero Balaam dice que era una persona caída pero de ojos abiertos que veía las visiones de Dios, que conocía la ciencia de Dios; y él conocía de la ciencia de la astronomía, y clamó cuando tuvo su visión que de Jacob saldría una estrella.
No es una estrella literal sino que esa estrella vean aquí quién es. Aunque en lo literal también en el Universo entre las estrellas, siempre aparece una señal de lo que Dios va a hacer en la Tierra; porque primero Dios lo muestra en el Cielo para cumplirlo en la Tierra; porque el sol, la luna y las estrellas fueran colocadas para señales de los tiempos, tanto de los tiempos literales como de los tiempos espirituales, del campo espiritual también.
Ahora, vamos a ver una estrella muy importante, esa estrella que vio Balaam. Digamos, en lo físico pues fue mostrada una señal física, pero esa señal física, esa señal en las estrellas, tipificaba una persona.
La simiente de Abraham recuerde que está representada en las estrellas y ahí hay estrellas, vamos a decir estrellas comunes en el cielo; pero hay también luceros, hay también soles, en los diferentes sistemas planetarios hay estrellas menores y estrellas mayores; estrellas mayores esos son mensajeros de Dios, los profetas de Dios y de entre todas las estrellas y sobre todo de entre todas las estrellas mayores, vamos a ver cuál es la mayor. Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
Esa es la estrella más importante: Jesucristo, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y ahora, estamos viendo un descendiente de Abraham según la carne, es la estrella más importante, la estrella de la mañana, la estrella que se ve y anuncia que un nuevo día está por amanecer; y aún cuando ya la luz del sol se ve, aunque no se vea el sol, todavía la estrella se está viendo. Es una estrella que aparece como una señal que un nuevo día está por aparecer.
Ahora vean, en Venus está representado Cristo. Ahora, Cristo es el Alfa y Omega, el primero y el último; es el mismo Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo. Algunas personas no saben el personaje tan importante que es Jesucristo, es la persona mas importante que ha pisado este planeta Tierra, a tal grado que sorprendió a muchas personas cuando habló ciertas Palabras que eran inconcebibles para la mente humana; veamos cuáles son y ustedes verán que si ustedes no supieran quién es Jesucristo ustedes pensarían lo mismo que pensaron aquellas personas. San Juan, capítulo 8, verso 56 en adelante, dice:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.
Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.”
Vean, para la mente humana esas Palabras de Jesús: “Antes que Abraham fuese, yo soy,” suenan como que ese personaje está loco; pero está diciendo la verdad; ya sabemos que es el Mesías, el Cristo, pero ahora Él dice que es antes que Abraham. Él es antes que Adán también, es el Verbo que era con Dios y era Dios, por medio del cual Dios creó todas las cosas. Y aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, o sea, en medio de la raza humana y en medio del pueblo hebreo (eso es San Juan, capítulo 1, versos 1 al 18).
Es también conforme a San Juan, capítulo 1, verso 18, recuerden que muchos personajes bíblicos o de la Biblia, dijeron que vieron a Dios; por ejemplo Abraham recibió la visita de Dios con dos Arcángeles, los cuales, por supuesto, son Gabriel y Miguel el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra: eso está por el capítulo 17 y 18, del Génesis. Luego, también encontramos que a Jacob le apareció un Ángel con el cual Jacob luchó toda la noche, en el capítulo 32 del Génesis, versos 24 en adelante.
Y Jacob no lo soltaba, y ya cuando estaba rayando el alba, el Ángel le dice: “Suéltame que raya el alba,” tenía que irse, tenía que reportarse ante la presencia de Dios. Los ángeles no hacen lo que ellos desean, hacen la voluntad de Dios. Y Jacob le dijo: “No te soltaré hasta que me bendigas.” Así es como hay que luchar en el campo espiritual por la bendición de Dios, bien agarrados de Dios, bien agarrados de Cristo.
Y el Ángel le dice: “¿Cuál es tu nombre?” Dios conoce todas las cosas, ese Ángel sabía cómo se llamaba, pero él tenía que decir cómo se llamaba y dice: Jacob, y el Ángel le dice: “No se dirá más tu nombre Jacob sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido,” y lo bendijo allí, y después Jacob quería saber cuál era el nombre del ángel y él le dice… él no le da a conocer el nombre. Es que todos han querido saber cuál es el nombre de ese Ángel, es nada menos que el Ángel del Pacto, el mismo Ángel que le apareció también a Josué en diferentes ocasiones como le había aparecido también a Abraham.
Es el mismo Ángel que le apareció a Manoa en el capítulo 13, del libro de los Jueces, y cuando le habla a Manoa y a su esposa que van a tener un hijo el cual fue Sansón. Después Manoa le pregunta: “¿Cuál es tu nombre? ¿Cómo te llamas? Para que cuando se cumpla lo que tú has dicho te honremos.” Y el Ángel le dice: “¿Por qué preguntas por mi nombre el cual es admirable?” Es el mismo admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz, de Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7.
Y ahora, encontramos que ese Ángel es muy importante en el Programa Divino, el Ángel que le pareció a Moisés en aquel árbol en una llama de fuego. En el Éxodo, capítulo 23, nos dice algo muy importante que todos necesitamos saber, capítulo 23, versos 20 al 23 del Éxodo, dice:
“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”
Y ahora, todo el mundo ha querido saber cuál es el Nombre de Dios y miren dónde está el Nombre de Dios, en el Ángel de Dios; y eso es Dios mismo el que lo dice.
Y ahora, este es el Ángel que liberta al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés, usando al profeta Moisés, o sea, que el velo de carne del Ángel era Moisés. Pero este Ángel tiene su cuerpo angelical, viene del mundo de los espíritus, del mundo de los ángeles, mundo angelical. Recuerden que un ángel es un mensajero, y que un espíritu es un cuerpo de otra dimensión.
Y ahora, ¿quién es este Ángel? El Ángel del Pacto, el cual luego se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el nombre de Jesús o Yeshua como se debe decir, pero le han hecho la traducción, como si a nosotros también, llegamos a otro país y nos hacen la traducción del nombre nuestro a la forma del país en que vamos, ya no suena como sonaba cuando nuestros padres nos llamaban o nuestra familia nos llamaba.
Ahora, este Ángel, vean quién es: Malaquías, capítulo 3, verso 1, dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (todos sabemos que ese fue Juan el Bautista).”
Ahora, cuando se habla… es lo que leímos en Malaquías, capítulo 4; cuando se habla de Elías, como cuando se habla de cualquier otro profeta y la Escritura dice que lo va a enviar de nuevo; recuerden es el espíritu ministerial, el ministerio de ese hombre en otro hombre, no es literalmente el mismo profeta; recuerden que el que tiene ministerios es uno solo, el Espíritu Santo, y Él opera los ministerios en diferentes personas, o sea, que es el mismo Espíritu Santo, pero obrando a través de otra persona.
Y ahora, Elías Tisbita vino, tuvo su ministerio, se fue en un carro de fuego que llamaríamos hoy en día un platillo volador, y luego quedó Eliseo con el manto de Elías, se paró frente al Jordán muy triste y pregunta: “¿Dónde está el Dios de Elías?” Y hiere las aguas del Jordán y se abren como sucedió cuando Elías había herido las aguas del Jordán y los hijos de los profetas que están viendo todo, un poquito de lejos, dicen: “El Espíritu de Elías reposó sobre Eliseo.” ¿Qué había pedido Eliseo? Una doble porción del Espíritu que estaba en Elías y le sería concedido si veía a Elías irse cuando llegara el momento; por eso no lo soltaba, si iba para un lado, para allá iba Eliseo con él, donde quiera Eliseo estaba pendiente, porque si lo veía irse, el Espíritu de Elías en una doble porción vendría sobre Eliseo.
Eliseo fue la manifestación del ministerio de Elías en su segunda ocasión, y luego más adelante la tercera ocasión en que el ministerio de Elías es manifestado, fue en Juan el Bautista. No hay lugar a dudas, el mismo Cristo lo identifica como el Elías que tenía que venir en aquellos días. San Mateo, capítulo 17, versos 10 al 13, donde le preguntan a Jesús: “Señor, ¿por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?” Cristo les dice: “A la verdad Elías vendrá primero y restaurará todas las cosas, mas yo os digo que ya Elías vino y no lo conocieron e hicieron de él todo lo que quisieron.”
Ahora, está hablando Cristo ahí de un Elías que ya vino, Juan el Bautista, y del Elías que vendrá para restaurar todas las cosas. Por lo tanto, es para el tiempo de la restauración de todas las cosas de la cual el apóstol Pedro nos habla en el libro de los Hechos, capítulo 3, versos 19 en adelante, dice:
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.”
¿Para qué tiempo está señalada la Venida del Señor? Para el tiempo, ¿de qué?
“…a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas.”
Y Cristo dijo: “He aquí Elías vendrá primero y restaurará todas las cosas.” La Venida del Señor para el Día Postrero, es para el tiempo de la restauración de todas las cosas, y para ese tiempo es que Elías estará en esa labor. “A la verdad os digo que Elías vendrá y restaurará todas las cosas.” Eso lo dijo Cristo, y lo dice de acuerdo a Malaquías, capítulo 4, versos 1 al 6. Es para el tiempo en que Dios estará restaurando a Su Iglesia a como era en el tiempo de los apóstoles, es para el tiempo en que Dios restaurará todos los hijos de Dios nacidos de nuevo, con Vida eterna en cuerpos eternos y glorificados; es para el tiempo de la resurrección y para la resurrección de los muertos en Cristo, es para el tiempo de la restauración del Reino de David que será nada menos que la Venida del Reino de Dios a la Tierra, porque la restauración del Reino de David, restaurará el Reino de Dios en la Tierra. Recuerden que cuando David presenta su hijo Salomón como su sucesor para sentarse en el Trono de David, dice la Escritura que Salomón se sentó en el Trono de Jehová sobre Israel.
Vamos a leerlo para que lo tengan claro tal y como lo dice aquí; porque estamos hablando del tiempo para la restauración de todas las cosas, que es el tiempo para la Venida del Señor y la promesa más grande para la Iglesia y para los judíos, y para la raza humana, para toda la humanidad es la segunda Venida del Señor; ya la primera para el Cristianismo se cumplió.
Ahora, veamos aquí como nos dice Primera de Crónicas, capítulo 28, verso 5, dice:
“Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos) (dice el rey David), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.”
El Trono del Reino de Dios sobre Israel, es el Trono de David, y el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David; cuando uno entiende esto entonces comprende de qué está hablando Cristo cuando dice que orando pidamos la Venida del Reino de Dios, es la Venida del Reino de Dios la restauración del Reino de David, es tan importante conocer estas cosas que sin este conocimiento de lo que es el Reino de Dios en la tierra las personas no sabrían, cuando oran: “Venga Tu Reino,” qué es lo que están pidiendo.
Veamos el capítulo 29 también de Primera de Crónicas, versos 22 en adelante, dice:
“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová (el Trono de Dios en la tierra es el Trono de David)…
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”
Y ahora, vean ustedes lo que es el Reino de Dios en la tierra, el Reino de David, y lo que es el Trono de Dios en la tierra, es el Trono de David. El Reino de David y su Trono representan en la Tierra al Trono celestial de Dios y Reino celestial de Dios; por eso el heredero al Trono de David es el Mesías Príncipe.
Veamos aquí en San Lucas, capítulo 1, son las palabras del Ángel Gabriel a la virgen María, donde dice, verso 30 en adelante, dice verso 28.
“Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Ahí vemos quién es el heredero al Trono de David y Reino de David, un descendiente, según la carne, de David.
Y ahora, estamos viendo lo importante que es Jesucristo, la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, es el heredero al Reino y Trono de David y por consiguiente del planeta Tierra completo; porque el Reino de David va a gobernar sobre el planeta Tierra completo. “Pídeme y te daré por heredad todas las naciones.” (Salmo 2).
Y ahora, hemos visto que hay una promesa muy grande para todos los hijos de Dios, vean esta promesa aquí de Romanos, capítulo 4, verso 13, dice:
“Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe.”
Y ahora, Abraham y su descendencia o a su descendencia dice que le fue dada la promesa de que sería heredero del mundo; y eso se cumplirá por medio de Cristo, el heredero no solamente del territorio de Israel, sino de todo el Medio Oriente y de todas las naciones.
Y ahora, viendo todos estos pasajes que hemos examinado, podemos ver que Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, en Jesucristo estaba la divinidad en toda Su plenitud, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Y ahora, en el capítulo 3 de Malaquías, verso 1 (les debía la mitad de ese verso), habíamos visto a Juan el Bautista que está ahí preparándole el camino al Señor; y luego dice:
“…y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Y ahora, ¿quién vendría después de Juan el Bautista? ¿Quién vendría después de aquel que le estaba preparando el camino al Señor? Vendría, dice aquí: El Señor, o sea, Dios el Padre, y el Ángel del Pacto. El Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, en donde está el Nombre de Dios. Y cuando vino, vino el Padre y vino el Espíritu Santo en un velo de carne llamado Jesús, el Verbo se hizo carne; el Verbo, que es el Ángel del Pacto se hizo carne, el Espíritu Santo, y habitó en ese joven descendiente del rey David y que luego se crió allá en Nazaret, pero nació en Belén de Judea, conforme a la profecía.
Ahora, podemos ver quién es Jesucristo: el Ángel del Pacto, por eso en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, en la última Cena con Sus discípulos, toma el pan, da gracias a Dios, parte y le da a Sus discípulos y les dice: “Comed, esto es mi cuerpo,” y luego toma la copa de vino, da gracias al Padre y da a ellos y dice: “Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Aquí les está hablando de un nuevo Pacto, del nuevo Pacto que dice Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36, en donde nos dice que Dios hará un nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.
Cuando se refiere a la casa de Judá y a la casa de Israel, se refiere al Reino de Judá con las dos tribus del Sur: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín; y cuando se refiere a la casa de Israel se refiere al reino del Norte compuesto por diez tribus, las cuales le fueron dadas a Jeroboam, un descendiente de Efraín; y por consiguiente descendiente de José. Y a la casa de Judá, en esos días estaba encabezada por Roboam, hijo de Salomón; en ese tiempo Dios rompería el reino, lo dividiría en dos.
Y ahora, el grupo grande le tocó al reino del Norte y fueron después esparcidos por el mundo, y por eso le llaman las tribus perdidas; pero a Dios no se le pierde nada, el mismo Cristo dice: “Yo no he venido sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Por eso el Cristianismo que comenzó con hebreos, a través de su historia es un por ciento muy alto el que ha entrado al Cristianismo, al nuevo Pacto, sin la mayoría saber que son descendientes hebreos, pues han estado esparcidos por el mundo, porque fueron desarraigados de su tierra por la idolatría que llevó a cabo Jeroboam cuando colocó aquellos dos becerros de oro, uno en una ciudad y otro en otra para que no fueran a Jerusalén a adorar, para que no se fueran nuevamente con el rey de Judá.
Vean, eso del becerro de oro ha sido un problema para Israel por miles de años, ¿de dónde lo sacaron? Lo sacaron de Egipto y Egipto lo sacó a través de la historia del reino de los gentiles. Eso llega hasta Babilonia, es el becerro encuernado que se adoraba en Babilonia.
Bueno, ahora vean, cuando Moisés está en el monte Sinaí recibiendo las Tablas de la Ley, el pueblo hebreo abajo preparando un becerro de oro, o sea, un grupo de personas obligó a Aarón para cambiar al verdadero Dios por un ídolo: un becerro de oro; un ídolo pagano, un ídolo que su origen está en Babilonia y eso lo tenían también en Egipto. Y luego Salomón, más adelante también tuvo problemas con la idolatría, por lo cual Dios dijo que rompería el reino de David.
Y luego, Jeroboam comete el mismo error, lo comete doble: le preparó dos becerros, ya no uno, dos becerros; por lo cual perdió también la bendición; pero la promesa de Dios es que va a tomar esos dos reinos y los va a unir, y serán uno en la mano de Dios como las dos varas, con el reino de Judá en una vara y el reino de Efraín en otra. En Ezequiel, capítulo 37, son juntados (capítulo 37, versos 15 al 29), y así es como Dios va a unificar esos dos reinos en un solo reino, y eso va a ser la restauración del Reino de David, y el heredero al Trono es el Mesías.
Ahora, podemos ver lo importante que es Jesucristo, es la persona más importante que Dios tiene en el Cielo y en la Tierra, a tal grado que se ha sentado en el Trono de Dios y le ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la Tierra; y todo está sujeto a Jesucristo: potestades, principados, todo está sujeto a Jesucristo. En términos de acá, bien comunes: de parte de Dios, el que manda en el Cielo es Cristo, Rey de reyes y Señor de señores.
¿Y quién es el que manda en un reino? El que está sentado en el trono. ¿Pero Dios le dio todo a Cristo y se quedó sin nada? No, Dios tiene a Cristo y está en Cristo; por lo tanto es Dios en Cristo y por medio de Cristo reinando en los Cielos y en la Tierra.
Y ahora, en el reino terrenal hay una promesa grande, de esa no vamos a hablar, porque si entramos a esa promesa tomaríamos un poco de tiempo, se las tocaré así por encima, Cristo dijo en Apocalipsis, capítulo 3, versos 20 al 21: “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Y lo que le sigue es lo más importante y que nos da mucha luz de lo que pasó en el Cielo cuando Cristo subió al Cielo. Dice:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Aquí nos habla de dos tronos: el Trono del Padre en el Cielo. ¿Y cuál es el Trono de Cristo? porque Él está sentado en el Trono del Padre. El Trono de Cristo es el Trono de David, el Ángel Gabriel lo dijo a la virgen María y en ese Trono de David, en la misma forma que el Padre ha hecho con Jesús, Jesucristo va a hacer con el vencedor; y eso es muy significativo para el Día Postrero.
Ahora, nuestro tema es: “EL SOL NACIENTE.” Y ese Sol naciente es Cristo, Él es el Sol de Justicia y en Sus alas traerá salud, salvación; es una promesa para ser cumplida en este tiempo final en donde también Dios enviará a Elías, o sea, el ministerio de Elías, el Espíritu Santo lo estará operando; y por consiguiente un evento mayor en el Programa Divino se estará llevando a cabo en este tiempo final; y en la astronomía espiritual podemos ver los símbolos de lo que estará sucediendo. El Sol de Justicia es Cristo, Él en Su primera Venida dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas más tendrá la luz de la vida.” (San Juan, capítulo 8, verso 12).
Y ahora, Él también es la estrella resplandeciente de la mañana; todo esto nos habla del Este, porque la estrella resplandeciente de la mañana, ¿por dónde aparece? ¿Por dónde la vemos? Por el Este. Y el nacimiento del sol, ¿por dónde ocurre? Tiene que usted que mirar para el Este, la mañanita, para poderlo ver.
Por lo tanto, algo está prometido, por lo cual tenemos que tener nuestra vista bien alineada para ver ciertas cosas del Programa Divino. En Oseas, capítulo 6, nos habla algo, capítulo 6, verso 1 en adelante, dice:
“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días…”
Recuerde que también cuando se habla de días proféticos, cada día puede ser un año, o puede ser mil años. Las Setenta semanas de Daniel, son setenta semanas de años, cuatrocientos noventa años y después de las sesenta y dos semanas de años, mas las siete anteriores son sesenta y nueve semanas, después de sesenta y nueve semanas de años vendría el Mesías, aparecería en su ministerio terrenal, o sea, hasta el Mesías Príncipe transcurrirían siete semanas, y luego sesenta y dos semanas y luego aparecería el Mesías, eso es Daniel por ahí en el capítulo 9, versos 21 al 27.
Y luego la vida al Mesías le sería quitada, y luego más adelante el templo sería destruido (ya fue destruido el templo alrededor de dos mil años atrás); y el único que llena los requisitos para ser reconocido como el Mesías Príncipe, es uno solo y es mi hermano mayor. ¿Y de quién más es su hermano mayor? De cada uno de ustedes también, Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO, traducido acá al Occidente.
Y ahora, ya eso pasó, tenía que ser así como sucedió, tenía que ser así para que el pueblo hebreo y toda la humanidad tuviera un Sacrificio de Expiación por sus pecados, o sea, que no podemos estar hablando en contra del pueblo hebreo, porque lo que sucedió fue el cumplimiento de lo que Dios había prometido; si no hubiera sucedido así nosotros no estaríamos aquí.
El mismo Jesús dijo: “Si el grano de trigo no cae en Tierra y muere, él solo queda; pero si cae en Tierra y muere, mucho fruto lleva.” Y Cristo es el grano de trigo, murió, luego el Día de Pentecostés nació la Iglesia del Señor Jesucristo y del Día de Pentecostés en adelante han estado naciendo hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Muchos granos de trigo es la planta de trigo, que es la Iglesia, donde está la Vida del grano de trigo, la Vida del grano de trigo en sí, el Espíritu Santo, esa es la Vida del grano de trigo, esa es la Vida que estaba en Cristo, el Espíritu Santo. “En Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres.”
Y ahora, vean ustedes la vida que estaba en Cristo, el Espíritu Santo, ha estado reproduciéndose, Cristo reproduciéndose por medio de Su Espíritu Santo en hijos e hijas de Dios por medio de Su Iglesia que viene a ser la segunda Eva; porque Cristo es el segundo Adán. Tan sencillo como eso.
Y ahora, ¿dónde estábamos nosotros? Pues en Cristo, desde antes de la fundación del mundo estábamos en Él, toda la creación estaba en Cristo, eso está en Colosenses, capítulo 1, ahí encontramos el misterio de Dios y del Padre, el misterio de Cristo y del Padre; capítulo 2, versos 1 al 3, de Colosenses, también.
Ahora, Cristo vean, ¿de dónde vino? Del Cielo y Cristo dice de los creyentes en Él: “No son del mundo como tampoco yo soy del mundo.” Por eso es que Él nos va a llevar a la Casa del Padre celestial, porque pertenecemos a la Casa del Padre celestial, somos de una familia, la familia de Dios.
Y ahora, nos detuvimos aquí:
“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días…”
Esos dos días son dos días delante de Dios, pero para los seres humanos son dos milenios, es como cuando se habla de los Días Postreros. Y San Pedro dice en el libro de los Hechos, capítulo 2, que Dios había prometido por medio del profeta Joel que en los postreros días Dios derramaría de Su Espíritu sobre toda carne.” Libro de los Hechos, capítulo 2, versos 14 en adelante; y libro del profeta Joel, capítulo 2, versos 21 en adelante; y luego, San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
¿Ven quién es el heredero de todo? Jesucristo. ¿Cómo Dios hizo al Universo? Por medio de Cristo, que es el Verbo que era con Dios y era Dios, y luego se hizo carne, es el Ángel del Pacto, Cristo.
Y ahora, dice: “Nos dará vida…” ahora vimos lo que son los días Postreros, algunas veces escuchamos personas diciendo: “Estamos en los días postreros.” Pero la pregunta es: ¿En cuál de los días postreros? Porque San Pablo y Pedro decían también allá, que estaban en los días postreros ya; es que los días postreros comenzaron cuando Cristo tenía de tres a siete años de edad, porque los días postreros son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio; delante de Dios pues solamente son tres días, para nosotros son tres mil años.
Y ahora, ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá, y ahora hemos entrado, conforme al calendario gregoriano, al séptimo milenio de Adán hacia acá, o sea, viviendo ya el séptimo milenio; y por consiguiente estamos delante de Dios en el Día Postrero, séptimo Día delante de Dios; y durante la semana, Dios ordenó también para el pueblo hebreo que el séptimo día de la semana, que viene a ser el sábado, fuera de descanso, de reposo.
Ese séptimo día de la semana representa al séptimo milenio, el milenio en donde el Reino del Mesías será establecido, donde el Reino de David será restaurado. Recuerdan a los discípulos preguntándole a Cristo antes de subir al Cielo: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” No era en aquel tiempo, ellos estaban viviendo apenas en el primero de los días Postreros, en el primero de los milenios Postreros. Ahora, nosotros hemos entrado al séptimo milenio de Adán hacia acá, que es el tercer milenio de Cristo hacia acá.
Y ahora, podemos hablar claramente: “Estamos en los días postreros y de los días postreros en el Día Postrero, en el último de los tres milenios postreros.” ¿Ve?
Y ahora, podemos decir: “Estamos en el Día Postrero.” Cuando uno conoce estas Escrituras, entonces puede hablar con libertad sabiendo que está diciendo la verdad. Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, dice: “ Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día..” Y el Salmo 90, verso 4, también.
Ahora, todavía les debo esta Escritura, no se las he terminado de leer, dice:
“Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”
Israel está esperando esa bendición, ¿para qué día? Para el tercer día, para el tercer milenio y ya ese milenio comenzó, por eso Israel está a la expectativa, está esperando ver a la estrella resplandeciente de la mañana y está esperando ver el sol naciente. “A los que temen mi nombre nacerá el Sol de justicia y en sus alas traerá salvación.” Y ellos saben que no es el sol literal, porque el sol literal sale todos los días y la estrella de la mañana sale todos los días, aparece todos los días (en la mañana aparece); ellos saben que es el Mesías y lo están esperando y dicen que será un hombre de esta Tierra, un hombre de carne y hueso.
Por lo tanto, ellos van a estar mirando y van a tratar de descubrir cuál es ese hombre, y vamos a ver un acercamiento de ellos a ese hombre y van a decir: “Este es el que nosotros estamos esperando.” No crean que ellos están ignorantes de estas cosas.
“Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”
Esta resurrección como nación, porque Dios trata con Israel como nación; y va a resucitarlos y a colocarlos en el Reino de Dios, que es el Reino de David.
“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová…”
O sea, ya conocen y conocerán en esos días, y luego continuarán, o sea, que la enseñanza bíblica continuará. Eso lo dice Isaías, capítulo 11, verso 9; y también Habacuc, capítulo 2, verso 14, donde dice:
“Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.”
Va a haber un conocimiento grande del Dios de Israel, del Dios creador de los Cielos y de la Tierra durante el séptimo milenio en el Día Postrero; y será introducido el Reino de Dios, o sea, la restauración del Reino de David, ese es el ciclo divino que tendrá todo el conocimiento de Dios, a tal grado que Zacarías, capítulo 14, verso 9, dice: “Y en aquel día Jehová será Rey sobre toda la Tierra. Y Jehová será uno, y uno su nombre.” (Capítulo 14, verso 9 de Zacarías).
Ahora, continuemos aquí, dice:
“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.”
Como el alba; por lo tanto están esperando el Sol de Justicia, pero antes de ver el sol, ¿se ve qué? La estrella, y la Estrella es el Mesías Él dice: “Yo soy la estrella resplandeciente de la mañana;” y el sol también es el Mesías, la Luz del mundo.
Pero ahora, ¿qué estarán viendo en el nacimiento del sol de un nuevo día? La Venida del Mesías, van a decir: “Si éste es el que estamos esperando.” Sigue diciendo aquí [Isaías]:
“… y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.”
Cuando se habla de lluvia aquí, tardía y temprana, la lluvia temprana que caía al principio de la siembra en medio del pueblo hebreo para dar vida a lo que se sembró y que brote, eso tipifica la predicación del Evangelio de Cristo, el Evangelio de la Gracia.
El Evangelio de la Gracia es la lluvia temprana, y luego la lluvia tardía para el tiempo de la cosecha, en donde el Hijo del Hombre envía a Sus ángeles conforme a San Mateo, capítulo 13, versos 30 al 43; recuerden que nos habla Jesús que hay trigo y cizaña en el campo y que en el tiempo de la siega, Él enviará a los ángeles, Sus ángeles.
Y ahora, eso es para el tiempo del fin; porque Cristo dice: “La siega es el fin del siglo.” ¿Ven? Y ahora a nosotros nos ha tocado vivir en el tiempo final donde las bendiciones mas grandes del Programa Divino estarán viniendo para Su pueblo; por lo tanto tenemos que estar, ¿cómo? Bien despiertos, bien despiertos para ver estas cosas que estarán sucediendo.
Y ahora, la lluvia temprana y tardía es importante, porque eso tipifica cosas en el campo espiritual, no va a ser que estará lloviendo literalmente. Dice la Escritura que la lluvia nos habla de enseñanza.
Ahora, la lluvia tardía para la cosecha es lo que Cristo dijo que va a suceder. San Mateo, capítulo 24, verso 14, dice:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Juan el Bautista y Jesús predicaban el Evangelio del Reino, pero cuando fue… entró en Su entrada triunfal a Jerusalén y no fue aceptado como Rey; allá ya se detuvo y luego el Día de Pentecostés comenzó a predicarse el Evangelio de la Gracia.
Y ahora, será predicado nuevamente el Evangelio del Reino por testimonio para todas las naciones.
En Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7, dice:
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
Ese mensajero, recuerden que ángel significa: “mensajero,” y si va a predicarlo a todos los moradores de la Tierra, pues tiene que estar en la Tierra. Cuando se dice o se habla de un ángel significa: “un mensajero;” ese mensajero va a estar sobre la Tierra predicando el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino, y para ese tiempo es que la promesa del tiempo de la restauración de todas las cosas habrá llegado; ese mensajero es la señal más grande de que se ha llegado al tiempo final, al Día Postrero, al tiempo en donde al final de su mensaje el fin habrá llegado. Ahora:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
El fin se lleva a cabo durante los tres últimos años y medio, tres años y medio últimos de la semana setenta de la profecía de Daniel que aparecen también en Apocalipsis, capítulo 11, bajo el ministerio de los dos Olivos y dos Candeleros que son los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose; por última vez se repetirá el ministerio de Elías que será un hombre ungido con el Espíritu de Elías, el Espíritu Santo obrando por medio de Él operando el mismo ministerio; también el ministerio de Moisés estará repitiéndose nuevamente, porque Dios levantará un profeta como Moisés, un profeta dispensacional: es el profeta para la Dispensación del Reino.
Y ahora, la Lluvia Tardía, la predicación del Evangelio del Reino: Cuando ustedes escuchen a un mensajero predicando el Evangelio del Reino nos va a estar hablando de la Restauración del Reino de David, va a estar trayendo un mensaje que solamente lo encontramos en Juan el Bautista y Jesús siendo predicado, y que después el Día de Pentecostés en adelante ya se entró a un nuevo mensaje dispensacional predicando a Cristo y dando la oportunidad a todo ser humano que lo reciba como único y suficiente Salvador.
Pero para este tiempo final se estará predicando, aparecerá un mensajero con el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino predicándolo, pero también por cuanto estará cayendo la Lluvia Temprana y la Lluvia Tardía, el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino, ese mensajero predicará el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino.
Ahora, pueden ver el porqué los predicadores del Evangelio de la Gracia no han podido convertir al pueblo hebreo a Cristo, porque Dios trata con los judíos como nación; y Dios no estará tratando con los judíos como nación con el Evangelio de la Gracia, con la Lluvia Temprana, es con la Lluvia Tardía, el Evangelio del Reino, estará tratando con el pueblo hebreo con el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino que estará predicando ese mensajero de Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7; y cuando ellos lo vean dirán: “Este es diferente a los demás predicadores,” y vamos a ver que van a hacer buena amistad con él, porque ellos están buscando a Elías que estará predicando o proclamando la paz imperecedera.
Pero no es solamente decir: Paz, tiene que estar bien fundamentado lo que él estará hablando, tiene que estar mostrando el Programa Divino, en el cual la paz vendrá para el pueblo hebreo y para todas las naciones, y eso solamente será en el Reino del Mesías; mientras tanto, pues se busca la paz temporera en lo que llega la paz permanente. Pero hay un Programa Divino para la paz permanente y está en la Venida y restauración del Reino de David en donde el Mesías Príncipe, el Príncipe de paz, es el único que va a traer la paz en Su Reino (eso está en Isaías, capítulo 9, versos 6 al 7).
Ahora, el nacimiento del sol, el nacimiento del sol en un nuevo día dispensacional es lo que toda la humanidad está esperando; lo está esperando el Judaísmo, lo está esperando el Cristianismo, pues estamos esperando al Mesías; el Judaísmo lo está esperando, el Cristianismo también, y para sorpresa de muchas personas el Islam está esperando a Jesús, y sabe que va a establecer un Reino y con los imanes y jeques que hemos estado hablando, les hemos preguntado y ellos dicen: “Y nosotros vamos a entrar a ese Reino, estamos esperando todos a la misma persona.”
Hay diferencias teológicas, pero al que se está esperando es la misma persona, es importante no estar en discusiones en peleas los unos con los otros, sino con nuestro corazón y mente puesta en esa promesa divina y orando a Dios para que seamos tenidos por dignos de evitar los juicios que han de venir de la gran tribulación y estar en pie delante del Hijo del Hombre, estar en pie delante del Señor en Su Venida.
La Venida del Señor es el misterio más grande de toda la Biblia y de todos los tiempos, es el misterio del cual Cristo dijo que ni los ángeles sabían, ni ninguna persona cuando sería ese tiempo, es el misterio por el cual hubo silencio en el Cielo como por media hora, cuando fue abierto el séptimo Sello en Apocalipsis, capítulo 8; pero va a ser algo sencillo en medio del pueblo de Dios y vamos a ver a los judíos diciendo: “Este es el que nosotros estábamos esperando.” Va a haber una bendición grande para el Cristianismo, el avivamiento más grande de todos los tiempos lo vamos a ver.
Una bendición grande viene para los creyentes en Cristo, para obtener la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; porque los Cristianos nacidos de nuevo no van a pasar por la gran tribulación, van a ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; por eso es tan importante la Venida del sol naciente, del Sol de Justicia, que es la Venida de Cristo nuestro Salvador.
“EL SOL NACIENTE.”
Ahora, vimos a lo que se refiere Malaquías cuando dice: “A los que temen mi nombre nacerá el Sol de Justicia y en sus alas traerá Salvación.” Sus alas… en pocas palabras son los mismos que aparecieron en el Monte de la Transfiguración, uno a cada lado de Jesús, los ministerios de Elías y Moisés, repitiéndose en el Día Postrero. Todo esto está en tipos y figuras y para este tiempo final serían abiertos estos misterios divinos.
Vimos en la astronomía espiritual el Sol de Justicia naciendo o saliendo, lo que eso significa. Todavía es tiempo de recibir a Cristo como Salvador, todavía la puerta de la misericordia no se ha cerrado; y recuerden que Cristo es la Puerta.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos, puede pasar acá al frente y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino; recuerde que lo más importante para el ser humano es la Vida eterna. “¿De qué le vale al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” (San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28).
Vamos a dar unos minutos para que si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, pueda pasar al frente para recibirlo y orar por usted; en las demás naciones que están conectadas con esta actividad a través del satélite Amazonas, también pueden pasar al frente para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo.
Mientras vivimos en esta Tierra, tenemos la oportunidad más gloriosa de todas, que es obtener la Vida eterna por medio de Cristo nuestro Salvador; y esa oportunidad es para los que viven en el planeta Tierra mientras están vivos. No podemos esperar a estar ya ancianos para recibirlo, porque nadie sabe el día que tiene partir de esta Tierra: parten bebés, parten niños, parten jovencitos y parten ancianos también, o sea, que terminan sus días aquí en la Tierra algunas personas aun siendo jovencitas; por lo tanto tenemos que ser como dijo Cristo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.”
La Escritura dice que Cristo dijo que cuando un pecador se arrepiente hay gozo en el Cielo, o sea, que el Cielo está gozoso en estos momentos, porque personas están recibiendo a Cristo como Salvador.
Cuando las personas reciben a Cristo como Salvador son bautizadas en agua en Su Nombre y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, nacen en el Reino de Dios, entran al Reino de Dios. Y si en un hogar cuando llega el momento de nacer un bebé, se pone feliz la madre, el padre y sus demás hermanos, toda la familia, el abuelo y la abuela, cuánto más en el Cielo cuando nace un hijo o una hija de Dios en el Reino de Dios: por eso hay gozo en el Cielo, que está tipificado o reflejado en el gozo que hay en una familia cuando le nace un nieto que están esperando, un nieto amado, o un hijo amado, o sea, se gozan los papás, los abuelos, los hermanos, toda la familia.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. La decisión más grande que un ser humano hace en la vida, muchas personas pueden decir: “Son muchas.” La más grande es una sola: Recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, porque esa es la única decisión que coloca al ser humano en la Vida eterna, ninguna otra decisión coloca al ser humano en la Vida eterna, solamente recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.
En las demás naciones también puestos en pie y con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Señor, Sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible; porque Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo, mas el que no creyere será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 en adelante). ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El mismo Señor Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista; Juan no lo quería bautizar cuando Jesús entró a las aguas del Jordán donde Juan estaba bautizando; pero Cristo le dijo: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó y el Espíritu Santo posó sobre Jesús en forma de paloma.
Si a Cristo le convenía cumplir toda justicia siendo bautizado, cuánto más a nosotros. Por lo tanto, es importante hacer como Jesús hizo, ser bautizado como Él fue bautizado.
En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección y es un mandamiento del Señor; desde el Día de Pentecostés hacia acá se ha estado cumpliendo ese mandamiento. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso es el simbolismo del bautismo en agua, para vivir con una buena conciencia delante de Dios.
Y ahora, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL SOL NACIENTE.”
Que Dios les bendiga y les guarde, y dejo con ustedes al ministro aquí presente y en cada nación al ministro correspondiente, para que haga en la misma forma.
Pasen todos muy buenas noches.
“EL SOL NACIENTE.”