Jesucristo, poder y sabiduría de Dios

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y que Cristo nos abra el corazón y los ojos espirituales para comprender Su Palabra, Su Programa correspondiente a nuestro tiempo.

Para esta ocasión reciban un saludo todos los ministros y también todas las personas que están de visita en esta ocasión aquí presentes o en diferentes lugares donde se está transmitiendo esta actividad, por el satélite Amazonas o por internet en todo el continente americano que cubre este satélite Amazonas, y también los que están en otras naciones como en África y demás naciones a través de internet.

Para esta ocasión leemos un pasaje muy importante de la Escritura del apóstol San Pablo en el capítulo 1, versos 18 en adelante (Primera de Corintios), dice:

“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.

Pues está escrito:

Destruiré la sabiduría de los sabios,

Y desecharé el entendimiento de los entendidos.

¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?

Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;

pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;

mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.”

“JESUCRISTO, PODER Y SABIDURÍA DE DIOS.”

El apóstol Pablo nos dice que Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios. Para poder comprender estas palabras del apóstol San Pablo, tenemos que saber quién es Jesucristo.

Ahora, a través de las formas humanas podemos ver que hay muchas personas poderosas en este mundo, y los identificamos como hombres poderosos, pero el apóstol San Pablo nos presenta al hombre más poderoso que ha existido, existe y existirá por toda la eternidad, y él dice que es Jesucristo.

Ahora, veamos porqué Jesucristo es la persona más poderosa no solamente de este mundo y de este planeta, sino de toda la creación. En Jesucristo está personificada la sabiduría y el poder de Dios. Esto es lo que encontramos en Proverbios, capítulo 8, verso 12 en adelante, donde nos dice:

“Yo, la sabiduría, habito con la cordura,

Y hallo la ciencia de los consejos.”

Ahora, aquí nos presenta la sabiduría personificada, y la sabiduría personificada la encontramos en Jesucristo.

Ahora, la Escritura nos enseña que toda la creación fue hecha con y por la sabiduría. Dice en el mismo capítulo 8 de Proverbios, verso 22 en adelante dice:

“Jehová me poseía en el principio,

Ya de antiguo, antes de sus obras.

Eternamente tuve el principado, desde el principio,

Antes de la tierra.

Antes de los abismos fui engendrada;

Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.

Antes que los montes fuesen formados,

Antes de los collados, ya había sido yo engendrada;

No había aún hecho la tierra, ni los campos,

Ni el principio del polvo del mundo.

Cuando afirmaba los cielos arriba,

Cuando afirmaba las fuentes del abismo;

Cuando ponía al mar su estatuto,

Para que las aguas no traspasasen su mandamiento;

Cuando establecía los fundamentos de la tierra,

Con él estaba yo ordenándolo todo,

Y era su delicia de día en día.”

Aquí tenemos la sabiduría personificada, y la sabiduría está personificada en Jesucristo.

Ahora, ¿cómo Jesucristo podía estar cuando Dios formaba los Cielos y la Tierra, y aun dice: “Antes.” ¿Aún antes de eso? Vamos a ver para que sepamos porqué el apóstol San Pablo puede hablar en esa forma. En San Juan, capítulo 8 el mismo Jesucristo hablando de Sí mismo, dice en los versos 56 al 58:

“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

Aquí tenemos a Cristo hablando de que Él es eterno, Jesucristo es antes que Abraham y es antes que Adán también, y es antes que este planeta Tierra y es antes que toda la creación.

Ahora, continuemos viendo este personaje bíblico que es el principal de toda la Biblia. En Hebreos, capítulo 1 el apóstol San Pablo hablando de Cristo, dice (capítulo 1, verso 1 al 4 de Hebreos):

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo (el heredero de toda la creación ¿quién es? Jesucristo) y por quien asimismo hizo el universo.”

¿Por medio de quién o de qué hizo Dios el universo? Por medio de Jesucristo. Y ahora, sigue diciendo:

“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”

La imagen de Dios ¿cuál es? Jesucristo, pero algunos piensan: “Pero es que Jesucristo nació en Belén de Judea, ¿cómo pueder ser Jesucristo la imagen del Dios viviente? ¿Cómo puede ser Jesucristo la persona a través del cual o de la cual Dios creó el universo, toda la creación, el mundo vivible y el mundo invisible?”

Es que cuando las personas piensan: “Es que Jesucristo nació en Belén de Judea.” No se dan cuenta que lo que nació en Belén de Judea es el cuerpo físico, pero el ser humano es alma, espíritu y cuerpo, y usted mismo se encuentra aquí en la Tierra y usted dice: “Yo tengo tantos años de existencia porque yo nací en tal año y en tal ciudad y en tal país.” Pues mire, lo que tiene esa cantidad de años es su cuerpo físico, usted no sabe cuánto tiempo tiene su espíritu y su alma. Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza.

Y ahora, la imagen de Dios es Jesucristo, y vamos a ver cómo es que Jesucristo es la imagen de Dios, de lo cual leímos ya aquí. Vimos que por medio de Él Dios creó los Cielos y la Tierra, pero vamos a dar un vistazo más a San Juan, para ver este misterio, porque en este misterio de Dios el Padre y de Cristo están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, como dice San Pablo en Colosenses, capítulo 2, versos 2 al 3. O sea, que toda la ciencia, la sabiduría divina está en Jesucristo, y es por medio de Jesucristo que la sabiduría y el poder de Dios ha sido, es y será manifestado.

Ahora, veamos en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”

Leímos hasta el verso 4, y en este mismo capítulo 1, verso 9, dice:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Y ahora, el Verbo que era con Dios y era Dios, a través del cual Dios creó todas las cosas, se hizo carne y habitó entre nosotros los seres humanos allá en la tierra de Israel en medio del pueblo hebreo, y fue conocido por el nombre de Jesús o Jesucristo; el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, vean, se hace carne, se hace hombre de esta dimensión terrenal, y es conocido por el nombre de Jesús. Y cuando Él dice: “Antes que Abraham fuese, yo soy,” creen que está loco, pero es que es el Verbo que era con Dios.

Y ahora, vamos a ver quién es el Verbo que era con Dios. En Malaquías, capítulo 3, verso 1 nos dice de la siguiente manera, y vamos a leerlo. Recuerden que el pueblo hebreo estaba esperando la Venida del Mesías y la está esperando todavía. Vamos a ver capítulo 3 de Malaquías, verso 1 dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”

Todas las personas que leen la Biblia saben que ese mensajero que Dios enviaría fue Juan el Bautista, el mismo Jesucristo da testimonio de Juan el Bautista en San Mateo, capítulo 11, vamos a ver lo que Él nos dice de Juan el Bautista, capítulo 11, verso 9 en adelante dice Jesús:

“Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.

Porque éste es de quien está escrito:  He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti.

De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.”

Y ahora, el más pequeño del Reino de los Cielos es mayor que Juan el Bautista, del cual Cristo dice que de los nacidos de mujer no se ha levantado uno mayor que Juan. Es que Juan el Bautista pertenece al pueblo de Israel, al pueblo de los siervos, Dios llama a Israel su siervo, y pertenecen a los descendientes… a Abraham, su descendencia como siervos de Dios.

Y los hijos o miembros del Reino de los Cielos, de los cuales Cristo dice: “Pero el más pequeño del Reino de los cielos, es mayor que Juan.” Los miembros del Reino de los Cielos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo que son los creyentes en Cristo, a los cuales Dios le ha dado el poder y el privilegio de ser hijos e hijas de Dios.

¿Y qué es más grande en una casa, en una familia: un siervo o un hijo? Un hijo es más importante, es más grande y es el heredero del padre, no un siervo; y por esa causa es que Jesús puede decir que el más pequeño del Reino de los Cielos es mayor que Juan el Bautista, porque los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo pertenecen al Reino celestial, y por esa causa tienen un Templo celestial en el Cielo, en la Jerusalén celestial, y tienen un Sumo Sacerdote en el Templo celestial, que es el Señor Jesucristo que con Su propia Sangre intercede por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Y ahora, ya estamos viendo que hay un pueblo celestial, el cual está compuesto por los creyentes en Cristo. De esto fue que también San Pablo habló cuando dice que las cosas celestiales mismas serían purificadas con un mejor Sacrificio, o sea, con el Sacrificio de Cristo serían limpiados de todo pecado con la Sangre de Cristo, y esas personas celestiales son los creyentes en Cristo.

Y ahora, continuamos aquí, ya vimos que Juan el Bautista es aquel que vendría preparándole el camino al Señor, en San Mateo, capítulo 17, cuando Cristo cumple lo que le prometió a Sus discípulos, que algunos de los que estaban allí presentes no gustarían la muerte, o sea, no morirían hasta que vieran al Hijo del Hombre viniendo con Sus Ángeles. San Mateo, capítulo 16, versos 26 en adelante, dice:

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”

Vean, lo más importante del ser humano es el alma, porque eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente.

Y ahora, muchas veces nos preocupamos más por nuestro cuerpo que por nuestra alma; por ejemplo, alimentamos nuestro cuerpo con comida literal, pero nuestro espíritu y nuestra alma no puede ser alimentado con pan, con carne y con otras cosas, no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios, la Palabra de Dios es el alimento para el alma del ser humano. Si no recibe ese alimento, espiritualmente la persona muere, va enfermándose espiritualmente, va perdiendo la fe en Dios y las cosas divinas, y cuando viene a ver, dice: “Yo no creo en Dios, no sé si existe o no,” ¿por qué? Porque no se alimentó con la Palabra de Dios que es la que contiene esas vitaminas, ese alimento para que la persona tenga esa fe en Dios, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios.

Una persona que no oye y que no lee la Palabra de Dios, su fe ha muerto, muere su fe. Con la Palabra de Dios viene la fe; sin la Palabra, pues se va la fe, la poquita que pueda tener la persona. Ahora, sigue diciendo:

“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.”

Y luego dice [San Mateo 17:1-5]:

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;

y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.

Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.”

¿Y no estaba muerto Moisés y Elías? El cuerpo físico es lo que muere, pero la persona sigue viviendo en cuerpo espiritual, el espíritu de la persona es otro cuerpo de otra dimensión, y va la persona que es alma viviente en ese otro cuerpo, en ese cuerpo espiritual a vivir a otra dimensión cuando muere su cuerpo físico.

Y vean, Moisés y Elías aparecen con Jesús allí hablando: uno a cada lado, estaban hablando acerca de la partida de Cristo a Jerusalén, porque allá Él tenía que ir para morir en la Cruz del Calvario.

Ahora sigue diciendo… ahora Pedro ve esto tan maravilloso y le dice al Señor: “Señor, ¿quieres que hagamos aquí tres enramadas?” Dice:

“Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí.”

Con Jesús, con el profeta Moisés y con el profeta Elías. Cualquier persona pensaría y diría lo mismo:

“Si quieres, hagamos aquí tres enramadas (o sea, tres cabañas): una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.”

Y de seguro como estaban tres apóstoles, uno se iba con Moisés, otro se iba con Elías, y el otro se iba con Jesús; o sea, Pedro se quedaría con Jesús, Jacobo y Juan que querían en una ocasión hacer descender fuego sobre los samaritanos porque no recibieron a Jesús, a lo mejor se irían uno con Moisés y el otro con Elías, y entonces tratarían de averiguar cómo ellos hicieron para hacer descender fuego del Cielo en el tiempo en que ellos estuvieron ministrando en la Tierra. Pero vean lo que Cristo les dice o lo que sucede:

“Mientras él aún hablaba (mientras Pedro hablaba), una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.”

O sea, que no era el consejo de Pedro el que tenía que ser seguido, era lo que Jesús dijera a ellos. Luego cuando ellos bajan del Monte de la Transfiguración, en este mismo capítulo 17 de San Mateo, en el verso 9, dice:

“Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.

Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.”

O sea, que para el Día Postrero Elías ministrará nuevamente sobre la Tierra, y eso será un hombre del Día Postrero en el cual el Espíritu Santo estará operando ese ministerio que operó en el profeta Elías, porque el único que tiene ministerios es el Espíritu Santo. Cristo dice:

“Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.

Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.”

Y ahora, el Elías que tenía que venir en aquellos días de Jesús era Juan el Bautista, preparándole el camino, era el precursor de la primera Venida de Cristo, del cual el profeta Malaquías por medio del Espíritu Santo había profetizado que Dios enviaría Su mensajero delante de Él, o sea, delante del Mesías.

Y ahora, veamos luego de ese mensajero lo que vendrá:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

Y ahora, luego de ese mensajero que Él envía delante de Él, ¿quién vendría? Dice:

“…y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis (o sea, Dios el Padre), y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros (el Ángel del Pacto, el Verbo que era con Dios)…”

Y ahora, vamos a ver este Ángel del Pacto en Éxodo, este fue el Ángel que le apareció al profeta Moisés allá en el Monte Sinaí en el capítulo 3 del Éxodo, y le dice: “Yo soy el Dios de tu padre (o sea, el Dios de Amram el padre de Moisés), y el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,” y Moisés le pregunta en ese mismo capítulo 3:

“He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?”

Y ahí el Ángel del Pacto le dice a Moisés en el capítulo 3 mismo del Éxodo:

“Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY.  Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.

Vé, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto;

y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel.

Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios.”

Ahora, vean cómo Dios por primera vez da a conocer Su Nombre a un ser humano. Pero, ¿Adán, Abraham y todos estos hombres no conocían el Nombre de Dios? No. En el capítulo 6 del Éxodo, dice:

“Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra.

Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ.

Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos.”

Vean, es la primera vez que Dios revela Su Nombre a una persona.

Y ahora, en el capítulo 23, vamos a ver quién es este Ángel. Capítulo 23, verso 20 en adelante del Éxodo, dice:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

El Nombre de Dios ¿dónde está? En el Ángel del Pacto, y ese Ángel del Pacto es Jesucristo en Su cuerpo angelical, tan simple como eso; y cuando se hizo carne el Ángel del Pacto, el Verbo que era con Dios y era Dios a través del cual Dios creó todas las cosas, luego Jesús dice (el cual es el Verbo hecho carne): “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” (San Juan, capítulo 5, verso 43).

Y ahora, podemos ver el personaje tan importante que es este hombre llamado Jesucristo, el cual San Pablo dice que es poder y sabiduría de Dios.

Con sabiduría Dios creó los Cielos y la Tierra, Dios por medio de Cristo que es el Ángel del Pacto, Su cuerpo angelical, Su imagen, es un hombre de otra dimensión que las personas llamarían un extraterrestre, una persona en el cual y a través del cual toda la sabiduría de Dios está depositada, y a través de Él se manifiesta toda esa sabiduría con la cual Dios a través de Jesucristo, el Ángel del Pacto, creó los Cielos y la Tierra; y para crear no un planeta sino un universo completo, ahí si que hay sabiduría, es la sabiduría divina, la sabiduría de Dios.

Por eso dice San Pablo en Colosenses, capítulo 2, verso 2 al 3: “Para que conozcamos (conocer) el misterio de Dios el Padre y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”

Todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento con los cuales fueron creados los Cielos y la Tierra, el mundo visible y también el mundo invisible, todos esos conocimientos, la sabiduría y el conocimiento divino, todo está en Jesucristo.

Fue a través de Jesucristo en Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, que Dios creó todas las cosas, fue a través del Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical, que Dios le dio la ley al pueblo hebreo. Tan simple como eso; fue a través de Jesucristo con Su cuerpo angelical y Su cuerpo físico que Dios llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Todas las cosas Dios las ha llevado a cabo por medio del Ángel del Pacto, que es el cuerpo angelical de Jesucristo. Y por eso Él en Su cuerpo angelical era antes que Abraham y antes también que Adán y antes que el planeta Tierra y antes que toda la creación; todas las cosas por Él fueron hechas, y todas las cosas estaban en Él.

Como una planta de trigo con muchos granos de trigo ¿dónde estaba? Pues estaba en un grano de trigo, es como una gallina con muchos pollitos ¿dónde estaba? ¿De dónde salió? Pues de un huevo, tan simple como eso, estaban las plumas, estaba todo, y cualquiera podía mirar un huevo y decir: “Yo no veo nada.” Pero los que saben de eso sí podían ver no solamente una gallina, porque también pueden saber de qué sexo es lo que hay dentro, y pueden mirar y pueden saber todas esas cosas.

Es igual con el ser humano, dice que Leví estaba en Abraham y todavía no había nacido Jacob ni tampoco había nacido Isaac, y ya está diezmando Leví que estaba en los lomos de Abraham. ¿Ven?

Es que miren, toda la gente estaba en Adán, y por medio de la unión con Eva empezó la reproducción; ahora, hay unos estudios que usted paga algo (no sé si es en internet), y le buscan su ascendencia y lo llevan que usted viene del África, porque dicen que la primer mujer o la primera persona surgió en África.

Ahora, podemos ver que la descendencia de Adán por Eva viene, surgió allá por el Edén, y de ahí ha venido su descendencia, y es mortal, porque perdió la Vida eterna allá cuando pecaron en el Huerto del Edén; pero miren, ahora nos habla la Escritura de un segundo Adán, que es Jesucristo, y una segunda Eva, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y por medio de la unión de Cristo y Su Iglesia a través de las diferentes etapas o edades de la Iglesia, van naciendo los hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios.

Por eso Cristo dice: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios,” así como para entrar a este Reino terrenal y vivir aquí en la Tierra tuvimos que nacer por medio de papá y mamá.

Y ahora, por medio de Cristo y Su Iglesia, a través del nuevo nacimiento del Agua, o sea, del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo, se nace de nuevo, misterio que no comprendía Nicodemo siendo el maestro de Israel, pero que Cristo se lo explicó en forma sencilla.

Y ahora, hay que nacer de nuevo para entrar al Reino de Dios, para venir a ser hijos e hijas de Dios por medio del segundo Adán, que es Jesucristo nuestro Salvador; y esa es la familia de Dios, la descendencia de Dios, por medio del segundo Adán. Teníamos que venir por medio del primero, pero por cuanto pecó, entonces hemos venido por medio del segundo Adán. Por medio del primero hemos venido pero con una vida temporera, como descendientes del primer Adán y la primera Eva. Pero ahora hemos obtenido un nuevo nacimiento, hemos nacido en el Reino de Cristo, en el Reino de Dios por medio del Evangelio de Cristo y del Espíritu de Cristo, del Espíritu Santo.

Y ahora, somos llamados hijos e hijas de Dios, pertenecemos a un Reino celestial. Por eso dice el apóstol San Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.”

Dice que va a transformar el cuerpo de la humillación nuestra; es que siendo, perteneciendo a la realeza celestial, siendo descendientes del Rey de los Cielos y de la Tierra, hemos sido vestidos de un cuerpo mortal, corruptible y temporero, en el cual hemos venido en un estado de humillación física, porque es un cuerpo corruptible y temporero; es como los descendientes del rey y la reina del algún país, que tienen que estar vestidos con las vestiduras de la realeza, vengan y con una que le coloquen, una vestidura que no es la de la realeza, ya vienen vestidos en forma humillante para ellos, porque se supone que ellos aparezcan en público con el rey y la reina en y con las vestiduras correctas.

Y ahora, no importa que tengan las vestiduras incorrectas siguen siendo príncipes, y así también son los hijos e hijas de Dios, esas almas de Dios, esas ovejas de las cuales Cristo dice: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” Son restaurados a la Vida eterna, son vestidos de boda, o sea, les es dado el vestido de boda que es el Espíritu Santo donde obtienen el cuerpo angelical que le corresponde como hijos e hijas de Dios, vestido de la realeza, cuerpo de la realeza.

Y luego recibirán la otra parte de la vestidura que es el cuerpo físico glorificado, cuerpo físico glorificado que es la vestidura física que le corresponde a cada miembro de la realeza celestial, a cada uno de los príncipes y princesas del Reino celestial. Para lo cual tenemos la promesa de que en el Día Postrero estará sonando la gran Voz de Trompeta o trompeta final que es el mensaje del Evangelio del Reino, para darnos la fe para poder obtener ese cuerpo glorificado, para poder ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Y todo eso, ¿quién lo hará? Jesucristo, porque Él es poder y sabiduría de Dios, por eso San Pablo como ya citamos hace algunos momentos, dice:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”

¿Quién va hacer la transformación nuestra? Dios, ¿cómo? Por medio de Jesucristo, por eso la Venida del Señor para el Día Postrero que está prometida que será como ladrón en la noche, será para nuestra transformación, para lo cual tenemos que tener la fe para ser transformados. Esa fe, la revelación para ser transformados viene en la gran Voz de Trompeta o trompeta final que es el Evangelio del Reino que estará siendo predicado en este tiempo final.

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (San Mateo, capítulo 24, verso 14).

Son palabras de Jesucristo, y luego en Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7, aparece un Mensajero. Recuerden que “Ángel” significa “Mensajero,” dice:

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra…”

Y si lo va a predicar a los moradores de la Tierra, ¿entonces dónde tiene que estar el Ángel, el mensajero? Pues en la Tierra entre los seres humanos:

“…para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”

Y ahora vean, viene enseñando y guiando a las personas a adorar a Dios, a servir a Dios y también anunciándoles que la hora del juicio divino ha llegado, la hora de Su juicio dice que ha llegado. Una hora delante del Señor son unos cuarenta y algo de años, contando como un día delante del Señor, es para los seres humanos mil años, como dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90, verso 4.

Sacando los números como referencia, un día de Dios o delante de Dios como mil años de los seres humanos, nos daría unos 41 años y unos meses, y algunos meses, lo cual es importante saber cuando se habla de la hora de la Venida del Señor. Se está hablando del momento, pero cuando se saca números de lo que es una hora delante de Dios, entonces ya se va a las matemáticas y da unos cuarenta y algo de años.

Y ahora, sabemos que el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino está prometido que será predicado por testimonio o para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin, es el último mensaje de Dios.

Durante la Dispensación de la Gracia se ha estado predicando el Evangelio de Cristo, el Evangelio de la Gracia, en los días de Jesús y de Juan el Bautista, ellos predicaban el Evangelio del Reino, pero con la muerte de Cristo luego de ahí en adelante ya no se estuvo predicando el Evangelio del Reino.

Cristo les habló del Reino ya resucitado pero a ellos en privado; pero en público ya no aparecía Cristo y la predicación del Evangelio del Reino se detuvo, y está prometido que volverá a ser predicado el Evangelio del Reino y entonces vendrá el fin, el Evangelio del Reino, el Evangelio eterno, el Evangelio para la Dispensación del Reino en el séptimo día milenial; el séptimo día milenial es el Día Postrero delante de Dios.

Y ahora, sabemos que Jesucristo, poder y sabiduría de Dios, en Espíritu Santo ha estado sobre la Tierra: “He aquí yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo,” dice Cristo en San Mateo, capítulo 28, verso 20.

Y ahora, también encontramos que Cristo dijo en el mismo capítulo 28, verso 16 en adelante: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra,” ¿ven? Él es poder y sabiduría de Dios, todo el poder de Dios está en Jesucristo, ¿y entonces Dios se quedó sin ningún poder? ¿Se quedó sin poder Dios? No, porque Dios está en Cristo, Dios está en Cristo obrando, gobernando todo el universo, por eso Él es Rey de reyes y Señor de señores, Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores.

Y ahora, toda la sabiduría de Dios está en Jesucristo, ¿por qué? Porque Dios está en Cristo y está manifestando Dios toda Su sabiduría a través de Jesucristo y está manifestando todo Su poder a través de Jesucristo, así siempre Dios lo ha hecho.

Por eso Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, visitó este planeta Tierra en forma física en un cuerpo de carne llamado Jesús, y cumplió la promesa de la Venida del Mesías para morir, dar Su vida en Expiación por el pecado del ser humano, de Su pueblo Israel y de todos los seres humanos los cuales le recibirían como su único y suficiente Salvador, y vino para establecer el nuevo Pacto que Él había prometido en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36.

Por eso en la última cena Jesús tomó el pan, dio gracias al Padre, partió y dio a Sus discípulos y les dijo: “Comed, este es mi cuerpo,” y luego tomando la copa, dando gracias dio a Sus discípulos y dijo: “Tomad de ella todos, porque esta es la Sangre del nuevo Pacto, mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” (San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29).

Y ahora, la Sangre del nuevo Pacto es la Sangre de Jesucristo derramada en la Cruz del Calvario, es la Sangre del Pacto eterno, dice Hebreos, capítulo 13, verso 20 al 21.

Y ahora, no hay otro pacto, el nuevo Pacto es el nuevo Pacto que Cristo estableció con Su propia Sangre al poner Su vida en Expiación por el pecado del ser humano.

Y ahora, todo el poder y la sabiduría de Dios está en Jesucristo nuestro Salvador, y todas las cosas le han sido entregadas por el Padre a Jesucristo para que Él a los que quiera dé vida. ¿Y a quiénes quiere Cristo darle vida? A todos los que lo reciben como su único y suficiente Salvador, a todos los que escuchan Su Voz, Su Evangelio.

Conociendo ahora quién es Jesucristo, conociéndolo a través de la Escritura, ya podemos ver que es la persona más importante no solamente de la Tierra, sino también del Cielo. El apóstol Pablo dice que a Él están sujetos principados, potestades, todo, Ángeles. Todo está sujeto a Cristo, ¿por qué? Porque Él está sentado en el Trono de Dios, y en un reino todo está sujeto al que está sentado en el trono de ese reino. Y lo otro: dice que por cuanto recibió un Nombre más excelente que los demás, el Nombre más importante y más grande y más excelente, es el Nombre de Dios y está en Jesucristo. Tan sencillo como eso.

Por lo tanto, no hay ninguna persona más importante ni en la Tierra ni en el Cielo, que Jesucristo, Él es la persona más importante de todos, y a Él se doblará toda rodilla; algunos pues lo harán recibiéndolo como Salvador orando a Dios en Nombre del Señor Jesucristo, y otros lo van hacer luego en el juicio. Es mejor hacerlo para servirle, para orar a Dios, para adorarlo y darle gracias a Dios por Jesucristo, porque ya eso es para bendición.

Y ahora, podemos ver quién es Jesucristo y porqué Él es poder y sabiduría de Dios, pues todas las cosas Dios las ha llevado a cabo por medio de Jesucristo, toda la creación por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical, que es el Verbo que era con Dios y era Dios; y aún más, muchos profetas del Antiguo Testamento dijeron que vieron a Dios, y ahora San Juan en el capítulo 1, verso 18, dice:

“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”

“Le declaró,” o sea, que Dios se reveló a esos profetas a través de Jesucristo, a través del cuerpo angelical de Jesucristo, que es el Ángel del Pacto. Tan simple como eso. Esa es la revelación divina para la Iglesia del Señor Jesucristo y para todos los creyentes en la Biblia.

Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo, a todo ser humano, la reconciliación viene por medio de Cristo. Y si alguno está en Cristo, nueva criatura es, o sea, pertenece a una nueva creación que Dios está llevando a cabo, una nueva creación de hijos e hijas de Dios con Vida eterna.

Primero recibimos la Vida eterna en el campo espiritual, nuestra alma, y luego recibiremos la Vida eterna física, lo cual será un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado y joven para toda la eternidad, un cuerpo eterno, eso es una promesa para todos los creyentes en Cristo, y entonces seremos inmortales físicamente y jóvenes para toda la eternidad.

¿Y cómo va a ser eso? El que lo va a hacer, sabe cómo lo va hacer, en quién está el poder y la sabiduría de Dios es el que lo va a hacer, y ese es Jesucristo nuestro Salvador.

“JESUCRISTO, PODER Y SABIDURÍA DE DIOS.”

Y ahora, por cuanto la salvación viene de los judíos a través de Jesucristo, todo aquel que quiere vivir eternamente, que quiere obtener la salvación y Vida eterna, escucha la Voz de Cristo, el Evangelio siendo predicado, nace la fe de Cristo en su alma, da testimonio público de su fe en Cristo y lo recibe como Salvador, y eso es: “Mis ovejas oyen mi Voz y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” Él dice: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30.

Y ahora, yo ya escuché la Voz de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, y lo recibí como mi Salvador danto testimonio público de mi fe en Él, y Él me recibió y me ha dado Vida eterna, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también. Por lo tanto, si hay alguno que todavía no lo ha recibido como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino. Para lo cual pueden pasar acá al frente para que oremos por usted.

Es importante saber que la puerta de la misericordia está abierta todavía, algún día va a ser cerrada y ya no habrá oportunidad de entrar a la puerta del Reino de los Cielos para entrar al Reino de Dios.

Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad y los está llamando, y tiene mucho pueblo en todas las naciones. En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues Cristo también los está llamando porque Dios tiene mucho pueblo en todas las naciones.

Estamos viviendo en el Día Postrero y por consiguiente estamos viviendo en el llamado final de Dios, en el mensaje final de Dios, en el cual son llamados todos los que están escritos en el Libro de la Vida, en donde los que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero que son las ovejas del Señor, son llamados, son juntados, son recogidos en este tiempo final.

El llamado final de Dios es la gran Voz de Trompeta o Trompeta final, con la cual serían juntados todos los escogidos de Dios como dice Cristo: “Y enviará Sus Ángeles con gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos desde un extremo del Cielo hasta el otro.” (San Mateo, capítulo 24, verso 31).

Es importante tener asegurado el futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Algún día entrará hasta la última oveja del Señor a Su redil, y entonces Cristo resucitará los muertos creyentes en Él y a los que estemos vivos nos transformará, es una promesa de Dios.

Es importante saber que hay esperanza de vivir eternamente en el Reino de Dios, y todo es a través de Jesucristo, poder y sabiduría de Dios. Él tiene todo el Programa Divino de toda la creación, de la Vida eterna y por eso Él da Vida eterna a los que lo reciben como su único y suficiente Salvador. Lo importante es creer.

¿Cómo lo va hacer Jesucristo? Le toca a Él, Él es el que tiene que saber porque Él es el que tiene la sabiduría y el poder de Dios para hacer esa obra divina que ha sido prometida a los creyentes en Él, por lo tanto, si tenemos al que tiene el poder y la sabiduría para producir esa transformación, entonces podemos estar tranquilos sabiendo que vamos a ser transformados. Y si alguno muere físicamente, puede ir tranquilo, partir de esta Tierra tranquilo porque sabe que va a ser resucitado en el Día Postrero en un cuerpo físico, glorificado, eterno y joven para toda la eternidad.

El que cree en Cristo tiene esta esperanza, porque confía en las palabras de Cristo, el cual dijo en San Juan, capítulo 6 de la siguiente manera, y lo vamos a leer para que usted sepa porqué usted cree en una resurrección de los creyentes en Cristo. En San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40, dice Cristo:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”

Ahí lo tienen, Cristo prometiendo resucitar a todos los que el Padre le da, las ovejas que el Padre le ha dado para que las busque y les dé Vida eterna; eso está en San Lucas, capítulo 19, verso 10, donde dice: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” O sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí. ¿Y a quién más? Pues a cada uno de ustedes también. Él sigue diciendo aquí en el capítulo 6 de San Juan, el verso 40, dice:

“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Vean, la voluntad de Dios es que tengamos Vida eterna, y que en el Día Postrero Jesucristo nos resucite si nuestro cuerpo físico ha muerto, pero si permanecemos vivos físicamente, pues nos transformará; y aún más, dice Cristo cuando fue a resucitar a Lázaro, mientras llegan los que vienen de camino, vean este pasaje tan hermoso, cuando fue a resucitar a Lázaro que vendría a ser un tipo y figura de lo que Cristo va a hacer con todos los creyentes en Él que han muerto físicamente, Él allí muestra que Él tiene el poder para resucitar a los muertos creyentes en Él. Por eso le dice Cristo a Marta la hermana de Lázaro: “Tu hermano resucitará…” capítulo 11 de San Juan, verso 23 en adelante, dice:

“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”

Vean, Marta sabía dos mil años atrás que la resurrección va a ser en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, lo que no sabemos es en qué año del séptimo milenio o tercer milenio de Cristo hacía acá, pero va a ser en ese Día Postrero delante de Dios, que para los seres humanos es un milenio, el último milenio o milenio postrero. Sigue diciendo:

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Le dijo (Marta a Jesús): Sí, Señor (y nosotros decimos: Si Señor, nosotros también lo creemos)… Sí Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

¿Y quién más cree eso? Yo lo creo, sabemos y creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios que ha venido al mundo, y sabemos y creemos que Él resucitará a todos los muertos creyentes en Él y a los que estén vivos en el Día Postrero, los transformará y entonces tendremos cuerpos inmortales, cuerpos jóvenes, glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo.

Por lo tanto, nuestra esperanza en Cristo está basada en la Palabra de Dios, en la Palabra de Dios que es la verdad para todos los seres humanos.

Y ahora, todavía vienen más personas de camino… los que falten por venir y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, y en las demás naciones pueden continuar viniendo también a los Pies de Cristo, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Todavía veo que vienen más personas de camino, vamos a dar unos segundos mientras llegan las personas que vienen de camino, que como ustedes quieren vivir eternamente y han visto la oportunidad de obtener la Vida eterna a través de Jesucristo, poder de Dios y sabiduría de Dios.

Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente. Sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador, por lo cual todos podemos darle gracias a Cristo, y también ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible,” porque Cristo dijo:

“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

“¿Cuándo me pueden bautizar?” por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y recuerden: el bautismo en agua no quita los pecados, el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. Pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, el cual ha estado siendo obedecido por todos los que lo reciben como su Salvador.

Aun el mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, el cual al principio no lo quería bautizar y le decía: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó. Y si a Cristo le convenía ser bautizado para cumplir toda justicia, cuánto más a nosotros.

Por lo tanto, conscientes de que en el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, pueden ser bautizados.

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales el ministro, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.

Así que, bien pueden ser bautizados, dejo al ministro, reverendo Andrés Cruz Gallegos para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Que Dios les bendiga a todos ustedes aquí presentes y a los que están en otras naciones que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos, los cuales también pueden ser bautizados allá en el país donde ustedes se encuentran o en la ciudad donde ustedes se encuentran, allá tienen bautisterios y también ropas bautismales, por lo tanto dejo al ministro también de cada lugar que está a través del satélite Amazonas o de internet para que también haga en la misma forma en que hará el reverendo Andrés Cruz Gallegos en estos momentos.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“JESUCRISTO, PODER DE DIOS Y SABIDURÍA DE DIOS.”

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