Muy buenos días, amigos y hermanos presentes y ministros junto a sus congregaciones presentes y a los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.
Y un especial saludo al doctor Miguel Bermúdez Marín y su esposa Rut, y también al doctor Salomón Cunha y la doctora Kélita Machado de Cunha.
“Como ya todos sabemos, el martes pasado 12 de enero ocurrió un terrible terremoto en la República de Haití, el cual ha dejado devastada esa República. Nos solidarizamos en el dolor y la pérdida sufrida, incluyendo la pérdida de hermanos en la fe.
La tragedia o en tragedias como estas hemos visto que se demuestra la capacidad que tenemos como familia humana de asistir a nuestros hermanos que han pasado por una catástrofe.
AMISRAEL se une al esfuerzo mundial de apoyo a las necesidades inmediatas, las cuales en este momento son de carácter humanitario para suplir sus necesidades, y eventualmente esperamos que este país se restablezca.
AMISRAEL en Puerto Rico está siendo de apoyo con la Cruz Roja en la transportación con los bienes donados en los diferentes centros de acopio y también el día de hoy continuará recibiendo en las oficinas de AMISRAEL los siguientes artículos de primera necesidad: Botellas de agua, medicamentos sin receta y suplidos de primeros auxilios, alimentos enlatados y no perecederos, abrelatas, productos de aseo e higiene personal, casetas de campaña, mantas, sábanas, etc.”
Agradecemos la cooperación que están dando a AMISRAEL en Puerto Rico para que la ayuda llegue pronto a Haití, y así también AMISRAEL estará haciendo en todos los países. Por lo tanto, los delegados de AMISRAEL junto a los coordinadores y Agentes de la Paz, estén trabajando en este momento en favor del pueblo de Haití, el pueblo Haitiano, el cual está pasando por un momento muy difícil en su historia.
En todos los países los delegados junto a los coordinadores y Agentes de la paz, estén en contacto con la Cruz Roja para el envío de todas estas cosas de primera necesidad; y también envíen directamente a los hermanos en diferentes áreas de Haití, también de estos productos para que lleguen también directos a ellos, además de los que envíen a través de la Cruz Roja, los cuales la Cruz Roja los distribuye para todas las personas, pero también envíen una parte directa a los hermanos por los medios que lleguen directamente a los hermanos; y ustedes pónganse en contacto con Puerto Rico, los delegados de AMISRAEL para que sepan cómo enviar en forma directa también a los hermanos, los creyentes allá en la República de Haití.
Lamentamos mucho este desastre ocurrido en la República de Haití. Que Dios ayude a los Haitianos y pronto se puedan recuperar.
Para esta ocasión… nosotros podemos entender que el mismo Jesucristo dijo que habrá terremotos, maremotos, pestes y cosas así que estarán sucediendo en el planeta Tierra. Por lo tanto, ya esto fue previsto por Jesucristo y los profetas y también los apóstoles, pero lamentamos mucho y nos duele mucho lo que está ocurriendo.
Es tiempo de buscar a Dios más de cerca, es tiempo de acercarnos más a Dios, pues el mismo Cristo dijo que cuando nosotros veamos todas esas señales que Él dio, sepamos que nuestra redención está cerca, y nos dice que levantemos nuestras cabezas al Cielo. Eso está en San Lucas, capítulo 21, versos 25 al 30.
Para esta ocasión leemos en San Mateo, capítulo 24, verso 14, en donde Jesucristo, dice:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO DEL REINO.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.
En el tiempo de Jesús y Juan el Bautista ambos estaban predicando el Evangelio del Reino, por eso Juan decía: “Arrepentíos porque el Reino de los Cielos, el Reino de Dios se ha acercado.” Ambos hablaban en esta forma al pueblo.
Y en San Mateo, capítulo *4 encontramos a Cristo predicando. Capítulo *4 de San Mateo… San Mateo, verso 23 es un pasaje muy importante que nos habla de Cristo predicando el Evangelio.
Y ahora, siendo que Cristo hablaba acerca del Reino de Dios, vamos a ver ese pasaje tan importante. Capítulo 4, verso 12 en adelante, dice:
“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;
y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”
Luego el verso 23 de este mismo capítulo 4 de San Mateo, dice:
“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”
Aquí podemos ver que Jesucristo estaba predicando el Evangelio del Reino, por eso les hablaba acerca del Reino de Dios; y en San Mateo, capítulo 6, verso 10 en adelante dice, cuando le piden a Jesús que les enseñe a orar a Dios, dice:
“Vosotros, pues, oraréis así:
Padre nuestro que estás en los cielos,
Santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”
Y continúa enseñando a orar a Sus discípulos, dice:
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”
Aquí podemos ver cómo Cristo enseña a orar a Sus discípulos. Sigue diciendo.
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”
Aquí nos enseña también a perdonar a nuestros semejantes, amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y no teniendo raíces de amargura contra ninguna persona, y así podemos ser felices, pues si no hay raíces de amargura en nuestro corazón, en nuestra alma, somos felices. Si hay raíz de amargura en nuestro corazón, en nuestra alma, no podemos ser felices.
Es una raíz de amargura que produce veneno en la persona, tanto en lo que habla como en lo que hace, y no puede ser de bendición esa persona con una o muchas raíces de amargura, ni puede traer alegría a otras personas, lo que trae son chismes, problemas y mete en problemas a otras personas; y nadie quiere que se le acerque una persona así, a traerle más problemas de lo que la persona ya tiene.
Más bien, toda persona dice: “Bueno, quédate con tus problemas, quédate con tu raíz de amargura, voy a orar por ti para que Dios saque esa raíz de amargura de ti, pero no la vayas a colocar en mí.”
Así que Cristo enseñó cómo hay que actuar en el Reino de Dios, el cual está en la esfera espiritual.
Ahora, el Reino de Dios en la esfera espiritual contiene todo aquello que va a tener en la esfera física, por eso cuando vemos que en la esfera física, el Reino de Dios va a tener un Rey que gobernará sobre todas las naciones y que Su Trono estará en Jerusalén y que el Distrito Federal será el territorio de Israel, ése será el Mesías, y tendrá ese Reino príncipes también.
Y Cristo dice a Sus discípulos: “Vosotros que me habéis seguido, os sentaréis, en la regeneración (esto es en el Reino del Mesías en donde será la restauración del Reino de Dios en la Tierra), vosotros os sentaréis en doce tronos y juzgaréis en las doce tribus de Israel.” Una posición muy importante para los apóstoles del Señor, uno de ellos perdió esa posición: Judas Iscariote, pero luego la obtuvo otro apóstol.
Y ahora, esto tiene que ver con Israel, pero entre los gentiles Dios también ha tenido Sus mensajeros, Sus grandes apóstoles, Sus grandes ministerios que fueron colocados en los siete mensajeros del Señor Jesucristo, uno para cada etapa de Su Iglesia, de los cuales San Pablo fue el primero entre los gentiles; y el último de los siete mensajeros fue el reverendo William Branham para la séptima edad de la Iglesia gentil, representada esa Iglesia en la Iglesia de laodicea, una de las siete Iglesias mencionadas en el Apocalipsis, como las Iglesias en donde estaban aconteciendo cosas que vendrían a acontecer en la Iglesia del Señor Jesucristo a través de toda la trayectoria de la Iglesia.
Y los mensajeros de cada edad están representados en el pastor, en el ministro correspondiente a cada Iglesia de Asia Menor, mencionada a cada una de esas siete Iglesias o en cada una de esas siete Iglesias, mencionadas en el libro del Apocalipsis.
Por lo tanto, ahí hay un hecho histórico y un hecho profético, o sea, un hecho histórico y una profecía, en donde muestra cómo sería la trayectoria de la Iglesia del Señor Jesucristo hasta el tiempo final.
Y ahora, esos mensajeros están ligados a los gentiles, y por lo tanto tendrán una posición paralela a la posición que tendrán los apóstoles, los doce apóstoles del Señor.
Ahora, hablando acerca de la predicación del Evangelio del Reino, recuerden que Juan el Bautista y Jesucristo predicaban el Evangelio del Reino, por esa causa es que Cristo entró a Jerusalén sobre un burrito hijo de asna, animal de carga, y lo encontramos ahí por el capítulo 21 de San Mateo; y los que iban con Él creyentes en Jesús, la mayor parte iban clamando: “Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en el Nombre del Señor.” Pues Israel estaba esperando la venida del Reino de Dios, estaba esperando por consiguiente la restauración del Reino de Dios, que es la restauración del Reino de David, por lo cual clamaba: “Bendito el Reino de David que viene,” porque en la persona del Rey viene el Reino, si está el Rey de ese Reino, está el Reino ahí, está el Reino en el Rey.
Y ahora, al ser rechazado en Jerusalén como el Rey, como el Mesías y no querer que Él reinara sobre el pueblo, encontramos que da lugar a que Él lleve a cabo la Obra de Redención como Cordero de Dios, y ahí lo encontramos muriendo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por los pecados del pueblo, por los pecados no solamente del pueblo hebreo sino de todas las personas escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, para establecer un nuevo Pacto y derramar la Sangre del nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo.
Por eso es que en la última cena que Él tiene con Sus discípulos que fue en la víspera de la Pascua, lo encontramos tomando el pan, dando gracias al Padre y partiéndolo y dando a Sus discípulos y diciéndoles: “Comed, esto es mi cuerpo,” o sea, que en el pan está tipificado el cuerpo del Señor, y tomando la copa de vino da gracias al Padre y da a Sus discípulos y dice a ellos: “Tomad porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29; y el capítulo 22 también de San Lucas).
Y ahora, Él está hablando aquí de un nuevo Pacto, el cual fue prometido por Dios a través del profeta Jeremías, en el capítulo 31, versos 31 al 36, en donde Dios dijo: “He aquí vienen días en los cuales yo haré un nuevo Pacto con la casa de Judá y con la casa de Israel.” De esto es que nos habla también el apóstol Pablo en Hebreos y en Romanos, cuando nos dice que Dios haría un nuevo Pacto con Su pueblo; dentro de este nuevo Pacto entrarían millones de seres humanos. Capítulo 8 de Hebreos, verso 6 en adelante dice, hablando del nuevo Pacto, dice:
“Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.
Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.
Porque reprendiéndolos dice:
He aquí vienen días, dice el Señor,
En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;
No como el pacto que hice con sus padres
El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
Porque ellos no permanecieron en mi pacto,
Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel
Después de aquellos días, dice el Senor:
Pondré mis leyes en la mente de ellos,
Y sobre su corazón las escribiré;
Y seré a ellos por Dios,
Y ellos me serán a mí por pueblo;
Y ninguno enseñará a su prójimo,
Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor;
Porque todos me conocerán,
Desde el menor hasta el mayor de ellos.
Porque seré propicio a sus injusticias,
Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.
Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.”
Y en Hebreos, capítulo 13, hablando de este nuevo Pacto… capítulo 13, verso 20 en adelante, dice:
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.”
Y ahora vean, la Sangre del Pacto eterno es la Sangre de Jesucristo, la Sangre del nuevo Pacto; o sea, que este es el nuevo Pacto que Dios haría con la casa de Israel y con la casa de Judá, al cual han estado entrando millones de seres humanos, también han estado entrando millones de los descendientes de la casa de Israel, o sea, de las diez tribus perdidas que han estado esparcidos por el mundo entero, y que a través de estos miles de años que han transcurrido, muchos de ellos ni sabían que eran descendientes hebreos, pero que han estado recibiendo el Evangelio de Cristo al escucharlo, y recibiendo a Cristo como Salvador y han estado entrando al nuevo Pacto.
En el Reino milenial van a saber que muchos de ellos eran descendientes hebreos, pero que perdieron su identidad como pertenecientes a la tribu de la cual desciende; y fue todo ese problema que les vino por causa de los dos becerros de oro que Jeroboam colocó en el reino del Norte, y fueron convertidos el rey y el pueblo del reino del Norte en un pueblo idólatra en su mayoría; o sea, cambió del Dios de Israel al paganismo.
Ahora, el Reino de Dios está prometido que será restaurado en la Tierra; y para entrar al Reino de Dios que será restaurado en la Tierra, los que entran al nuevo Pacto como creyentes en Cristo, estarán en ese Reino cuando sea restaurado, estarán como Reyes, como Sacerdotes y Jueces en ese Reino, porque han sido limpiados con la Sangre de Cristo de todo pecado, nos dice Apocalipsis, capítulo 1, verso 5 en adelante; y el capítulo 5 del Apocalipsis también nos dice del verso 9 en adelante de la siguiente manera, y vamos a leer para que tengamos el cuadro claro de lo que estamos hablando. Dice:
“Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
O sea, que en el Reino del Mesías todos los redimidos por la Sangre de Cristo estarán como Reyes y Sacerdotes reinando con el Mesías. También Apocalipsis, capítulo 20 nos habla de este Reino y de los que van a estar en ese Reino, y dice capítulo 20, verso 4 en adelante:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de J
esús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.”
Ahí tenemos el Reino del Mesías, el Reino milenial. Y ahora, este es el Reino del Mesías que será establecido en la Tierra, lo cual será la restauración del Reino de David, por eso es que en el mismo libro del Apocalipsis en el capítulo 22, verso 16 Jesucristo, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.” Y aquí Él es la Raíz y el Linaje de David.
Y ahora, veamos lo que nos dice en el capítulo 3, verso 7 del Apocalipsis, donde dice:
“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.”
Y ahora, el que tiene la llave de David es el Señor, el que es la Raíz y el Linaje de David.
Y ahora, la promesa es que el Día Postrero antes de llegar el fin será predicado el Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones y por consiguiente se estará hablando de ese Reino del Mesías que va a ser restaurado en la Tierra, se estará hablando en el Evangelio del Reino de la restauración del Reino de David y Trono de David, porque el Reino de David es el trono terrenal de Dios que representa y que está en representación del Trono celestial.
El Reino en la Tierra que estará representando el Reino celestial es el Reino de David, ninguna otra nación ha tenido la representación del Reino celestial de Dios, solamente Israel.
Y ahora, la representación del Trono celestial de Dios en la Tierra, es el Trono de David, como está dicho y confirmado en la Escritura en Primera de Crónicas, capítulo 28, verso 5 donde dice el rey David:
“Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.”
Y ahora, el Trono de Dios sobre el pueblo hebreo ¿cuál es? El Trono de David, ese es el Trono terrenal de Dios, y por esa causa luego en el capítulo 29 de Primera de Crónicas, el verso 22 y 23, dice:
“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”
¿En qué Trono se sentó el rey Salomón en lugar de su padre? En el Trono de Dios, en el Trono de Dios que es el Trono de David, el Trono terrenal de Dios.
Y ahora, la Escritura nos dice que en los días del rey Herodes hubo una virgen llamada María, a la cual le apareció el Ángel Gabriel, el cual le había aparecido al sacerdote Zacarías y le había dicho que Zacarías iba a tener un hijo a través de su esposa Elisabet, el cual sería grande delante de Dios, porque sería un profeta y sobre todo un profeta que precursaría la Venida del Mesías, y dice en el capítulo 1 del Evangelio según San Lucas, verso 11 en adelante:
“Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.
Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.
Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;
porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.
E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.
Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.
Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.”
Y ahora, ahí tenemos a Juan el Bautista siendo prometido. Aun el nombre que tenía que llevar ese niño, les fue dado de parte de Dios, y luego seis meses después aparece una virgen llamada María allá en Nazaret, descendiente del rey David, y dice en ese mismo capítulo 1 de San Lucas, versos 26 en adelante:
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Dios dice a través del Ángel Gabriel que le va a dar el Trono de David su Padre, va a ser llamado Hijo de David porque es un descendiente del rey David. Dice:
“Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre.”
El heredero al Trono de David vean quién es: el Mesías Príncipe.
“Y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Es un Reino para siempre, es el Reino prometido en el Antiguo Testamento por los profetas, será la restauración del Reino de David.
“Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;
porque nada hay imposible para Dios.
Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.”
Cuando ya terminó de dar el mensaje, las buenas noticias; y ése era un evento que todos estaban esperando: una virgen que concebiría conforme a Isaías, capítulo 7, verso 14, donde dice:
“He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (el cual traducido significa: Dios con nosotros).”
Dios visitando al pueblo hebreo en un cuerpo humano que nacería a través de una joven virgen del pueblo hebreo descendiente del rey David, o sea, que vendría a través de una princesa, de una descendiente del rey David, por eso el que nacería sería un Príncipe; y solamente los príncipes son herederos de un Reino, de un Trono y así por el estilo, son herederos de su Padre, del Rey.
Por esa causa San Pablo en Romanos, capítulo 8, verso 14 en adelante nos dice que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, o sea, que no somos herederos aparte de Cristo sino juntamente con Cristo, el primogénito y unigénito.
Y ahora, ya estamos viendo aquí todas estas cosas relacionadas a la restauración del Reino de Dios en la Tierra, por esa causa es que cuando Jesús estuvo en Su ministerio terrenal y el pueblo sabiendo que era un descendiente del rey David, creía que Él se sentaría en el Trono de David y gobernaría sobre el pueblo hebreo y destruiría a los romanos, los sacaría del territorio.
Pero aquel no era el tiempo para Él restaurar físicamente el Reino de David. Cuando hizo en una ocasión el milagro de los panes y los peces, en una de las dos ocasiones algunos querían tomarlo y proclamarlo Rey, pero Él se fue a orar al monte y no dejó, no permitió que lo proclamaran Rey para ese tiempo, aunque Él sabía que era el Príncipe que heredaría el Reino de Dios, el Reino de David.
Luego encontramos que cuando está siendo juzgado por Herodes, Él dice: “Mi Reino no es de este mundo.” Algunos pensarían: “Pero si es Rey, ¿cómo que ‘mi Reino no es de este mundo?” Herodes le dice: “¿Entonces Tú eres Rey?” Cristo le dice: “Para eso yo he venido.” Pero al decir: “Mi Reino no es de este mundo.” ¿Qué significa eso? O sea, que no es del sistema de los gentiles; Su Reino es el Reino de Dios en la Tierra, lo cual es el Reino de David que Él heredará y que restaurará en el planeta Tierra.
Por esa causa cuando en el capítulo 4 de San Mateo el diablo tentó a Jesús para que aceptara el reino de este mundo, le mostró todos los reinos del mundo y le dijo que eran suyos, y que al que él quería los daba, y le dijo: “Y si postrado Tú me adoras, yo te los daré a Ti.” O sea, que el reino que el diablo le ofrece es un reino que tiene su religión, y como religión, es una religión pagana, una religión de servicio y adoración al mismo diablo. O sea, que eso es adoración pagana, adoración babilónica, que ha ido pasando a través de las diferentes etapas del reino de los gentiles, a través de la etapa de la cabeza de oro, que fue el reino de Nabucodonosor, luego la etapa del pecho y los brazos de plata que fue el reino medopersa, luego pasó a la etapa del vientre y los muslos de bronce que fue el imperio o reino de Grecia o griego, y luego pasó al imperio romano en los pies o piernas de hierro, y luego pasa a los pies de hierro y de barro cocido; o sea, que la religión y adoración es babilónica, y por consiguiente es diabólica, adoración y servicio al diablo, a Satanás.
Por eso en una de las etapas de la Iglesia Dios le dice que el trono de Satanás está en ese lugar, en ese lugar donde estaba esa Iglesia en Asia Menor. Pero recuerden, el trono de Satanás luego va pasando de un territorio a otro territorio, ese es el trono del anticristo en el cual el diablo se encarna.
Y ahora, en el capítulo 12 del Apocalipsis dice que el diablo, Satanás, le da a la bestia y al anticristo su trono. Y no vamos a explicar mucho sobre esto por ahora.
Ahora (así como en el tiempo de Jesús, la lucha era por el Trono celestial de Dios), en el capítulo 14 de Isaías y también en el capítulo 28 de Ezequiel, nos habla acerca de Satanás representado en el rey de esos lugares.
Y ahora, nos habla que él va a levantar su trono entre las estrellas, va a sentarse en el Cielo, en el trono, va a poner su trono en el Cielo; y también en Segunda de Tesalonicenses, dice que él se sentará… vamos a ver cómo lo dice, sin mucha explicación, dice que él se sentará en el Templo de Dios, como dios, y el Templo de Dios es la Iglesia, Templo espiritual de Dios, el Cristianismo viene a ser la casa de Dios, el Templo de Dios, la familia de Dios.
Y ahora, encontramos que el anticristo sería la cabeza del reino que el diablo le ofreció a Jesucristo, le ofreció el reino de los gentiles que estaba en la etapa de las piernas de hierro, pero por cuanto el Reino del Mesías no es de este mundo, no es parte del reino de los gentiles, sino que es el Reino de Dios en la Tierra, el Reino llamado el Reino de David. Él no podía aceptar el reino que el diablo le estaba ofreciendo, porque el Mesías Príncipe cuando se siente en el Trono de Su gloria, en el Trono de David, no va a tener como religión de ese Reino, el paganismo, la idolatría: tendrá la religión de Abraham, Isaac y Jacob, la religión del único Dios verdadero, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
“Y en aquel día el Señor será uno, y uno Su Nombre.” (Zacarías, capítulo 14, verso 9).
Y se acabará toda religión pagana, toda idolatría, todo eso va a desaparecer porque la Tierra va a ser llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar, dice Habacuc, capítulo 2, verso 14 e Isaías, capítulo 11, verso 9. O sea, que en el programa del Reino de Dios y Su restauración en la Tierra, la parte religiosa es muy, pero que muy importante, pues de la parte religiosa depende el Reino de Dios, y en ese Reino Dios estará manifestado a través del Mesías, será Dios reinando por medio del Mesías Príncipe en donde se consolida la teocracia y la monarquía y en donde Dios estará en medio de Su pueblo, y estará en el territorio de Israel que es el Distrito federal de ese Reino, y en la capital, Jerusalén, reinando Dios por medio del Mesías Príncipe.
Por eso para el Día Postrero se estará predicando en adición al Evangelio de la Gracia, el Evangelio del Reino, y será la única ocasión en que se haya predicado el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino a la misma vez.
Ahora vean un detalle en Apocalipsis, capítulo 3, verso 20 al 22:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Es Cristo en Espíritu Santo hablando a las Iglesias a través de la trayectoria de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, aquí nos dice:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
¿En qué forma se sentará con Cristo en Su Trono el vencedor? Así dice Cristo:
“Así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Recuerden que en los días de Jesús, el Trono que estaba en disputa era el Trono celestial, porque ningún hombre se había sentado en el Trono celestial, solamente Dios en Su Trono en Su cuerpo angelical. O sea, el Ángel del Pacto que es el Espíritu Santo, ese hombre de otra dimensión era el que estaba sentado en el Trono celestial. Por lo cual tenía que venir el Ángel del Pacto en el cual estaba Dios, está y estará eternamente, hacerse carne en la Tierra y ese sería el Mesías. Capítulo 3 de Malaquías, dice.
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Y ahora, la venida del precursor preparándole el camino al Señor, fue Juan el Bautista, un profeta, y luego él presentó al que vendría después de él: al Señor, cuando dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Él también dijo: “Éste es aquel del cual yo dí testimonio que después de mí vendría uno mayor que yo, el cual es primero que yo.” Y también dijo: “Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego.”
Y ahora, vean ustedes cómo Juan le preparó bien el camino al Señor, vino el Señor a Su Templo físico que fue Su cuerpo, Su casa física, y también estuvo por el templo físico que había construido Herodes, caminando y predicando allá también estuvo.
Pero recuerden, el templo más importante es el Templo de carne llamado Jesús o Yeshua en hebreo, por eso Jesús frente al templo dijo: “He aquí uno mayor que el templo, y he aquí uno mayor que Salomón.” Y también Él dijo: “Destruyan este templo, y en tres días yo lo levantaré.” (San Juan, capítulo 2, verso 17 en adelante).
Y ahora, allí estaba el Señor Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob velado en un cuerpo de carne visitando a Su pueblo, el Verbo, el Ángel del Pacto, el Verbo hecho carne en medio de Su pueblo Israel. Eso fue la Venida del Mesías, el Señor Dios el Padre, y el Ángel del Pacto, el cuerpo angelical de Dios que es el Mesías en otra dimensión, cuerpo de otra dimensión, un hombre de otra dimensión en el cual estaba el Nombre de Dios, y luego cuando se hizo carne, allí estaba el Nombre de Dios también en el cuerpo de carne, y por eso el Ángel le dijo a la virgen María que le pusiera por Nombre Yeshua o Jesús. Por eso Jesús podía decir en San Juan, capítulo 5, verso 43:
“Yo he venido en nombre de mi Padre.”
Y ahora, el Nombre del Padre estaba en Jesús, por esa causa es que Jesús para hacer milagros no tenía necesidad de estar hablando o pronunciando el Nombre de Dios, Él decía: “Las obras que yo hago, no las hago de mí mismo, el Padre que mora en mí, Él hace las obras.” Y también Él decía que las obras que Él hacía en Su Nombre, en el Nombre del Padre, de Dios, o sea, que llevando Él el Nombre de Dios, teniendo el Nombre de Dios, todo lo que Él hacía, las personas decían: “Lo hizo Jesús.” ¿Ven? Él tenía el Nombre, no tenía que mencionar ningún nombre.
Es como el presidente de una nación, no tiene que… cuando va hacer algo no tiene que decir: “El presiente fulano de tal soy yo, y hago esto en nombre…” Y decir el nombre de él, él más bien lo que tiene es que hacerlo, tiene que hacer la labor, las obras que le corresponde hacer, y todo el mundo sabe que fue él el que hizo esas labores, esas obras.
Y ahora, ¿qué tiene que ver esto con nuestro tiempo? Para sentarse en el Trono del Padre a la diestra de Dios, el Mesías Príncipe tenía que tener el Nombre de Dios, el Verbo tenía que hacerse carne en Él, y por consiguiente estaría ungido con la presencia del Espíritu Santo, del Ángel del Pacto, sería el ungido de Dios, el Mesías, el Cristo.
Luego desde Su Trono celestial, del Trono de Dios, Cristo ha estado llevando a cabo la Obra de Dios, o sea, Dios por medio de Cristo. Por eso Él dijo: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” San Mateo, capítulo 28, verso 16 al 20, y también dijo en ese mismo capítulo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
¿Cómo estaría? En Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, y por consiguiente el Nombre de Él estaría en medio de Su Iglesia, y por eso dijo: “Todo lo que hagáis, todo lo que pidáis en mi Nombre, yo lo haré.” Y Pablo decía: “Todo lo que hagáis ya sea de palabras o de hecho, todo hacedlo en el Nombre de Jesucristo.” Y por es la Iglesia ha estado usando el Nombre del Señor Jesucristo desde su nacimiento allá desde el Día de Pentecostés.
Y ahora, en Apocalipsis, nos habla de que Él va a sentar con Él en Su trono al vencedor, como lo hizo el Padre en el Cielo sentando a Jesús, a Jesucristo con Él en Su trono, sentándolo a la diestra de Dios.
Recuerden que esas fueron las palabras que Él habló al sumo sacerdote cuando le dijo: “Y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios,” San Mateo, capítulo 26, verso 64. O sea, que Él sabía, está correcto, Él sabía cuál era Su meta y cuál era la meta divina: es sentarse en el Trono celestial de Dios; no en el trono de los gentiles que le fue ofrecido, no en el trono de Roma que era la etapa en donde estaba el reino y trono del reino de los gentiles.
Y ahora, Cristo promete que sentará con Él en Su Trono, Su Trono terrenal, porque el Trono que está en el Cielo es el Trono del Padre, donde Él se sentó con el Padre, y ahora Él promete sentar con Él en Su Trono al vencedor, en el Trono de David, Trono del Reino de David que va a ser restaurado en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio de Adán hacia acá, o tercer milenio de Cristo hacia acá.
Recuerden que “un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día,” dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90, verso 4. Y ahora, para Él sentar con Él en Su Trono al vencedor, tendrá que ser paralelo a lo que se cumplió en Jesús, ser paralelo el ministerio, ser paralelo en todo.
Vean, el Ángel trajo el Nombre para Jesús. Ahora, en Apocalipsis, capítulo 3 y el capítulo 2 del Apocalipsis… vamos a ver algo aquí, capítulo 2 del Apocalipsis, verso 17, dice:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”
Ahora, está prometiendo un Nombre nuevo, un Nombre que nadie conoce; si nadie lo conoce, pues no es el Nombre Jesús, es un Nombre que nadie conoce y por consiguiente nadie se imaginó que Dios lo colocaría o lo traería en la piedrecita.
Y recuerden que la piedrecita blanca o piedrecita o piedra no cortada de manos de Daniel, capítulo 2, es la Segunda Venida de Cristo, viene en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, y con Su Venida pondrá Dios fin al reino de los gentiles e introducirá el Reino de Dios en la Tierra que será la restauración del Reino de David.
Y ahora, la piedrecita tiene un Nombre nuevo, un Nombre nuevo, dice.
“Y en la piedrecita escrito un nombre nuevo…”
Por lo tanto, no es el nombre Jesús, porque ese no es un nombre nuevo, que ninguno conoce.
“…el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”
Luego en el capítulo 3 nos habla más claro de este misterio (vean, la piedrecita tiene un Nombre nuevo), ahora, vamos a ver el capítulo 3, verso 12 del Apocalipsis.
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
¿Ven? La piedrecita tiene un Nombre nuevo, y aquí lo dice, Cristo tiene un Nombre nuevo:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Cristo en Espíritu Santo hablando a las Iglesias, es el Espíritu Santo el que nos enseñaría todas las cosas, y aquí nos está enseñando de un Nombre nuevo que Él tiene, Cristo en Espíritu Santo está diciendo que Él tiene un Nombre nuevo.
En Apocalipsis, capítulo 19, donde vemos la Venida del Señor en un Caballo blanco, también nos habla de un Nombre escrito que Él tiene, capítulo 19, versos 11 en adelante dice:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.”
Y si es un Nombre que ninguno conocía, pues no es el nombre Jesús, solamente lo conocía Él:
“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.”
Y ahora vean, el Nombre del Verbo de Dios viniendo, es un Nombre nuevo que tendrá el Verbo de Dios en Su Venida en el Día Postrero; el Verbo se hará carne, vendrá con un Nombre nuevo, el Verbo en Su manifestación final en medio de Su pueblo, en medio de Su Iglesia:
“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.
Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.”
Ese ejército es formado por todos los creyentes en Cristo lavados en la Sangre de Cristo, los cuales van a resucitar si murieron, en cuerpos glorificados resucitarán, y los vivos van a ser transformados, y ése es el ejército poderoso del Mesías, seres inmortales con todo el poder de Dios en ellos siendo manifestado. Será el ejército de los inmortales que recibieron Vida eterna y por eso son inmortales, y recibirán la transformación y por eso tendrán cuerpos inmortales, glorificados y jóvenes y glorificados para toda la eternidad.
“De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”
Viene como Rey de reyes y Señor de señores y por lo tanto tendrá el Nombre nuevo como Rey de reyes y Señor de señores.
“Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,
para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes.
Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.”
O sea, que va haber un enfrentamiento aquí en la Tierra, pero la promesa es que el Señor los vencerá. Ahora vean, aquí dice, verso 15:
“De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.”
Eso mismo está prometido acá en el capítulo 2 del Apocalipsis, versos 26 al 28 que dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”
Recuerden que cuando Él se sentó en el Trono de Dios dijo: “todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra,” y el que se sentará con Cristo en Su Trono va a recibir lo que Cristo ha prometido, “le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá (o sea, las gobernará) con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”
¿Ven que es paralelo a lo que pasó con Cristo en Su Venida y Su obra, Su muerte, resurrección y ascensión al Cielo para sentarse en el Trono celestial?
Luego el Trono que ha estado en disputa durante todos estos dos milenios, ha sido el Trono que gobernará todas las naciones. ¿Y quién conquistará el Trono de David? Pues aquel sobre el cual Cristo colocará el Nombre de nuestro Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Su Nombre nuevo, ese se sentará en el Trono del Señor, en el Trono de David con Cristo, porque será algo paralelo.
Por lo tanto, también tendrá la bendición de la llave de David y también tendrá la bendición de la estrella de la mañana, dice Apocalipsis, capítulo 2, verso 28, dice:
“Y le daré la estrella de la mañana.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
¿Qué le va a dar la estrella de la mañana? La estrella de la mañana es Venus, el cual está a una temperatura de unos 400 grados, no se puede vivir allí, pero en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
¿Qué le va a dar entonces? La estrella resplandeciente de la mañana, o sea, le dará y recibirá el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto estará en él obrando, manifestándose, y por eso tendrá autoridad sobre las naciones, porque todo poder y autoridad la tiene el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, la estrella resplandeciente de la mañana, y va a manifestar ese poder y esa autoridad por medio del vencedor, por medio de aquel al cual le va a dar la estrella de la mañana; o sea, que será el Espíritu Santo obrando a través de él y manifestándose en el ministerio que estará operando por medio del vencedor. Y ahí vamos a dejarlo para no abrir mucho ese misterio, porque ese es un misterio del séptimo Sello.
Por eso para este tiempo final se estará predicando el Evangelio del Reino en donde están todos estos misterios escondidos para ser abiertos a la Iglesia del Señor Jesucristo para darle la fe para ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
En Apocalipsis, capítulo 14, encontramos ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, ya sellados en sus frentes y teniendo por consiguiente el Nombre. Dice:
“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.”
Vean cómo el Nombre de Dios es muy importante, el Nombre del Padre y el Nombre del Señor.
Y ahora, estas personas son las que son llamadas y juntadas en Apocalipsis, capítulo 7 por el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, por el Ángel que viene con la estrella resplandeciente de la mañana en él, o sea, con el Ángel que viene con el Espíritu Santo en él manifestado en el Día Postrero después que han terminado los ministerios de los siete ángeles mensajeros de las siete etapas o edades de la Iglesia, después que han terminado, el ministerio del séptimo ángel mensajero que fue el precursor de la segunda Venida de Cristo y que para los que lo quieran recibir fue el reverendo William Marriom Branham.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7, dice:
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.”
Este mensajero para poder predicar el Evangelio eterno a todas las naciones, pueblos y lenguas, pues tiene que estar en la Tierra, un mensajero (un Ángel es un mensajero), es un profeta mensajero dispensacional con el Evangelio eterno, que es el Evangelio del Reino para predicarlo a los moradores de la Tierra, y su mensaje, dice:
“Diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
Y ahora, este mensajero viene predicando el Evangelio eterno, diciéndole a la gente que adoren a Dios, que sirvan a Dios, y dándole a conocer a los moradores de la Tierra que la hora del juicio divino ha llegado, la hora de Su juicio ha llegado para la raza humana.
Y algún día hablaremos de la hora del juicio de Dios, de la hora del juicio divino para la humanidad y las cosas que están dentro de ese programa, para lo cual Cristo, el Ángel del Pacto, cambiará de sumo sacerdote y de Cordero a león, o sea, a Juez de toda la Tierra, y como Juez, Él juzgará a los vivos y a los muertos, como Juez ya no habrá misericordia, sino juicio justo para todos los seres humanos y para todas las naciones.
En ese juicio divino que será hecho y vendrá sobre la raza humana, están, son para el tiempo en que suena la última trompeta, están en las trompetas, en las copas, son las plagas que caerán sobre la humanidad, así como cayeron sobre Egipto aquellas diez plagas en el tiempo de Moisés.
Por lo tanto, habrá un profeta como Moisés, un profeta dispensacional en este tiempo final, que conocerá estos misterios divinos como los conoció Moisés allá cuando fue a Egipto, y estará anunciando las cosas que han de suceder, por eso dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros a conocer (o sea), para manifestar a sus siervos las cosas que han de suceder.” Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 y también Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 al 3, y en el capítulo 19, verso 9 al 10, dice Juan que cuando el Ángel le dijo todas estas cosas, le mostró todas estas cosas, él se postró a los pies del Ángel que le mostraba estas cosas para adorarlo, y el Ángel le dijo: “Mira, no lo hagas, yo soy consiervo tuyo y con tus hermanos, adora a Dios.”
Este Ángel mensajero es un profeta como el profeta Elías, es un profeta como el profeta Moisés, ese es el Ángel mensajero que viene con el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la Tierra y darle a conocer las cosas que han de suceder en este tiempo final, y las cosas que han de suceder en este tiempo final para los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, que forman la Iglesia, son bendiciones.
Aunque vendrá una apretura, pero en medio de esa apretura vendrá la resurrección y la transformación de nuestros cuerpos, en esa apretura el poder de Dios será manifestado en toda Su plenitud, en esa apretura la tercera etapa será manifestada, en esa apretura veremos la espada saliendo de Su boca: la Palabra divina, creadora, saliendo de la boca del Espíritu Santo.
La boca de Dios siempre han sido los profetas de Dios, así que, podemos ver que algo grande está preparándose para suceder en este tiempo final, y todo va a llegar a su parte culminante en el cumplimiento de una visión que le fue mostrada al reverendo William Branham: la Visión de una gran Carpa-Catedral, y estará siendo visto todo lo que estará sucediendo ahí, en otros países, porque existe la comunicación vía satélite y así existen las antenas para recibir esa señal.
Para esos días la transportación va a estar un poco difícil, si actualmente también es un poco difícil por lo que económico, ¿cómo será para ese tiempo? Pero esperamos tener todos los mecanismos, los equipos electrónicos necesarios en todos los países, cada ministro en su congregación para captar la señal y todos ver lo que Dios estará haciendo. O sea, que la meta no va a ser viajar a donde esté el cumplimiento de La Carpa-Catedral, sino tener los equipos necesarios para captar todo lo que esté sucediendo y el cumplimiento de la Visión de la Carpa-Catedral. Tan sencillo como eso; porque a través de lo que Dios esté haciendo, estarán las mismas bendiciones que van a estar en ese sitio, estarán en todas las congregaciones que estarán escuchando.
Así que, esperamos que el cumplimiento de la Carpa-Catedral se haga una realidad muy pronto por cuanto los ministerios a través de los cuales Dios, los cuales Dios manifestará, operará el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, son los ministerios de Moisés y Elías para las grandes señales y maravillas, milagros, va entonces a estar allí el ministerio de Moisés, el ministerio de Elías y el ministerio de Cristo, el ungido, el Mesías.
Todo eso está en el séptimo Sello, será una manifestación del séptimo Sello, y por consiguiente todo eso va a estar allí. Primero verán el ministerio de Elías, verán a Elías, y después verán a Moisés, y después verán al Mesías. Tan simple como eso.
En la manifestación del Espíritu de Dios en el Día Postrero en el cumplimiento de esas promesas para Su Iglesia y para el pueblo hebreo, y el pueblo hebreo dirá: “Éste es el que nosotros estamos esperando.”
¿Pero qué podrá decir la Iglesia, los escogidos?: “Nosotros ya lo hemos recibido,” es lo que podrá decir cuando esté cumpliéndose esa promesa, ellos dirán: “Éste es el que nosotros estamos esperando.” Y la Iglesia dirá: “Éste es el que nosotros hemos recibido.”
Así que, todo va a ser sencillo, todas estas cosas se hablan porque estás son las cosas que están dentro de la predicación del Evangelio del Reino. Por dos mil años no se había predicado el Evangelio del Reino, pero este tiempo es en donde el Evangelio del Reino nuevamente se estará predicando y se estará entrelazando con el Evangelio de la Gracia, porque en el Evangelio de la Gracia hay muchas promesas que son para ser cumplidas en el tiempo de la predicación del Evangelio del Reino, y son para la Dispensación del Reino. Y ahí nos vamos a detener para no abrir mucho ese misterio o esos misterios que están dentro del séptimo Sello.
“LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO DEL REINO.”
“Y será predicado este Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.”
O sea, que primero antes de comenzar la gran tribulación, se estará predicando el Evangelio del Reino, se estará entrelazando el Evangelio del Reino; ahí viene el llamado también para ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, y también viene el llamado para los Escogidos de Dios de la Iglesia de Jesucristo que van a ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ahí está el misterio de la fe para el rapto, la fe para ser transformados y raptados, pues con la predicación del Evangelio de la Gracia recibimos la fe para obtener la salvación y Vida eterna, obtenemos la fe para una transformación interior en donde obtenemos el nuevo nacimiento y obtenemos la Vida eterna.
Y con la Palabra revelada del Evangelio del Reino que gira alrededor, así como el Evangelio de la Gracia gira alrededor de la primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, la predicación del Evangelio del Reino gira alrededor de la segunda Venida de Cristo como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, para así tener la fe para ser transformados y raptados.
Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la Tierra? Cuando el Hijo del Hombre venga, el Hijo del Hombre venga como Juez de toda la Tierra, como Rey, como Rey y Juez, como León, ¿hallará esa fe en la Tierra? No, tiene que darla a través del Evangelio del Reino, porque el Evangelio del Reino gira alrededor de la segunda Venida de Cristo como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores y Juez de toda la Tierra. Y los escogidos en el Día Postrero conocerán la diferencia, la separación que hay entre el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino. Será sencilla: el Evangelio de la Gracia gira alrededor de la primera Venida de Cristo en Su obra como Cordero quitando el pecado del mundo en la Cruz del Calvario y como sumo sacerdote.
Pero la segunda Venida de Cristo gira alrededor de Cristo como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, con la llave de David en Su Obra de Reclamo. Tan simple como eso.
Ese misterio está prometido que lo conocerá la Iglesia del Señor Jesucristo y recibirá la fe para ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
El resto de la humanidad ni sabrá que es la predicación del Evangelio del Reino, qué contiene, ni sabrá el misterio de la Venida del Señor como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, estará cerrado para el mundo, pero abierto para la Iglesia del Señor Jesucristo el misterio del séptimo Sello, el misterio de Su Venida como León y como Juez con un Nombre nuevo.
“LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO DEL REINO,” la predicación del Evangelio eterno, y por consiguiente si va a ser traído un mensaje nuevo, dispensacional, pues tiene que haber un mensajero. No hay mensaje sin mensajero, y no hay mensajero sin mensaje.
“LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO DEL REINO.”
Ya hemos visto que el mensajero es el Ángel que viene con el Libro o librito o Evangelio eterno, el Evangelio del Reino, y que él viene revelando, predicando en Su mensaje el Evangelio eterno. En el Evangelio eterno viene enseñando que la hora del juicio divino ha llegado, y viene enseñándole a la gente adorar a Dios, a servir a Dios, a buscar a Dios, y solamente hay uno señalado que podrá que cumplir y en el cual se podrá cumplir esa promesa (Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 al 3; Apocalipsis, capítulo 19, versos 9 al 10; Apocalipsis, capítulo 22, verso 6); Apocalipsis, capítulo 22, verso 16: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.” Dice el Espíritu Santo.
Él es la estrella resplandeciente de la mañana, o sea, que el Espíritu Santo es la estrella resplandeciente de la mañana y por eso físicamente también aparece como una luz grande, la misma luz que guió al pueblo hebreo por el desierto, la misma Columna de Fuego, Él es esa estrella resplandeciente de la mañana.
Y ahora, ya para finalizar, Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Dios por medio de Su Ángel estará mostrando las cosas que deben suceder pronto, ¿a quién dice que le mostrará estas cosas? “Para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto,” a los siervos de Dios.
“LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO DEL REINO.”
¿Vieron lo sencillo que es todo? Es paralelo a la predicación del Evangelio de la Gracia. Antes que termine el tiempo en que los seres humanos pueden obtener la misericordia de Dios, antes que Cristo salga del Trono del Padre y se convierta en un Trono de juicio, la puerta de la misericordia todavía está abierta y antes que se cierre, como dice San Lucas, capítulo 13, versos 25 al 27 que será cerrada, y también San Mateo, capítulo 25, versos 10 al 13, dice que cuando las vírgenes insensatas fueron a comprar aceite, vino el Esposo, y las que estaban preparadas que eran las vírgenes prudentes, entraron con Él a las bodas y se cerró la puerta.
Antes que se cierre la puerta de la misericordia, es importante que todos hayamos recibido a Cristo como único y suficiente Salvador, porque después ya no habrá oportunidad para recibirlo como nuestro Salvador.
Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo y lo recibí como mi único y suficiente Salvador, y estoy seguro en Cristo, y ahora, ¿quién más al escuchar el Evangelio de Cristo, recibió a Cristo como Salvador? Usted también está seguro en el Reino de Cristo.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede recibir ahora en estos momentos y estaremos orando por usted, para lo cual puede pasar acá al frente si está aquí presente, y los niños de diez años en adelante también, y los que están en otras naciones y en otras ciudades, también pueden venir a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino.
Para lo cual en las demás naciones también pueden pasar al frente en donde ustedes se encuentren, para que Cristo les reciba en Su Reino y así estén seguros en el Reino de Cristo para vivir por toda la eternidad.
Recibir a Cristo como Salvador es una cosa de Vida eterna. De todas las decisiones que el ser humano hace en su vida, la más importante es una sola: recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, pues es la única decisión que coloca al ser humano en el Reino de Cristo con Vida eterna. Por eso Cristo dice: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y las demás cosas serán añadidas.”
La Escritura también dice: “Buscad a Dios mientras puede ser hallado, buscadle en tanto que está cercano. Deje el hombre impío su camino,” dice la Escritura. Cristo tiene mucho pueblo aquí en la ciudad de Lima y en todas las demás ciudades de la República del Perú, y los está llamando en este tiempo final, para colocarlos ¿dónde? En Su Reino eterno. Y en las demás naciones también, en todas las ciudades del Perú y en las demás naciones también tiene mucho pueblo, en toda la América Latina y en otras naciones y los está llamando en este tiempo final.
“Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón,” tu nombre está escrito en el Cielo en el Libro de la vida, eres una oveja del Señor y por eso has estado escuchando la Voz de Cristo, el Evangelio de Cristo y ha nacido la fe de Cristo en tu alma, en tu corazón, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo; “y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Y ahora, ha llegado el momento de confesar a Cristo como Salvador, ¿para qué? Para salvación.
En las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, los niños también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en todas las naciones, aquí también, para que Cristo les reciba en Su Reino.
Todos queremos vivir eternamente, todos queremos ser felices, y en el Reino del Mesías habrá completa felicidad para todos los que creyentes en Cristo que estarán en ese glorioso Reino con el Mesías.
Son bendiciones las que Cristo tiene en Su Reino para los creyentes en Él, la bendición más grande es la Vida eterna, la cual solamente hay uno que nos puede otorgar esa Vida eterna, y Su Nombre es: Señor Jesucristo. No hay otro Salvador, no hay otro que nos pueda dar la Vida eterna. Él mismo lo dijo cuando dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” (San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30).
Todavía vienen más personas que como ustedes desean vivir eternamente, para lo cual se requiere recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Vienen más personas de camino que han escuchado el Evangelio de Cristo y ha nacido la fe de Cristo en sus almas y vienen para dar testimonio público de su fe en Cristo.
Recuerden que Cristo dijo en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33, y lo vamos a leer, son palabras muy importantes de parte de Cristo, el cual dijo:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Cristo le negará delante del Padre celestial que está en los Cielos, a cualquier persona que lo niegue delante de los hombres aquí en la Tierra. Ustedes podrán, tienen para… arriba también podrán ver que de Barcelona, Venezuela, donde está el doctor Miguel Bermúdez Marín, están viniendo a los Pies de Cristo también; en Cali, Colombia también; en Maracaibo, Venezuela también, podrán ver que están viniendo a los Pies de Cristo muchas personas que como ustedes han escuchado el Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma, y han venido a los Pies de Cristo para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo. Cristo dijo:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” (San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28).
Y también en el capítulo 9 de San Lucas, y en el capítulo 8 de San Marcos, versos 36 en adelante.
Así que lo más importante para el ser humano es la Vida eterna, y solamente la podemos obtener a través de Jesucristo nuestro Salvador, porque no hay otro Salvador, solamente hay UNO, y Su Nombre es Señor Jesucristo.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador, vamos a pedirle a los que están en las cámaras que nos indiquen cuando ya estén listos en Cali, Colombia, en Villahermosa, en Venezuela, Barcelona y demás ciudades de Venezuela y demás ciudades de México, de Colombia y de otras naciones.
Estamos en el tiempo del llamado final de Dios para Cristo completar Su Iglesia en este tiempo final.
Hemos estado viendo todas las señales que Cristo dio, que indican que estamos en el tiempo final, y Él dijo que cuando veamos estas cosas suceder, levantemos nuestras cabezas al Cielo porque nuestra redención está cerca, o sea, nuestra transformación; nuestra transformación será la redención del cuerpo, la glorificación del cuerpo para los creyentes en Cristo que estarán vivos en el Día Postrero, y para los muertos en Cristo la resurrección en cuerpos eternos, cuerpos glorificados.
Ya estamos listos para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración.
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu primera Venida, creo que Tú eres el Mesías Príncipe que vendría, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego cuando yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente, reconozco, creo: que Tú ganaste mi salvación en la Cruz del Calvario, por lo cual Te pido que se haga una realidad en mi vida la salvación y Vida eterna que ganaste para mi en la Cruz del Calvario.
Sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Por lo tanto, ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo, creí y lo he recibido como mi Salvador, quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo.
El mismo Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista, cuando Juan estaba predicando y bautizando a todos los que venían a él y creían su mensaje. En el Jordán él estaba bautizando en una ocasión en que Jesús llegó, entró a las aguas del Jordán donde Juan estaba, para que Juan lo bautizara, y Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” y Cristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y si a Cristo le convenía cumplir toda justicia y ser bautizado, cuánto más a nosotros. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados.
En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y tipológicamente cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantada de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que haya una buena conciencia delante de Dios en vosotros luego de haber recibido a Cristo y ser bautizados en agua en Su Nombre. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Dejo en estos momentos al reverendo Fernando Sánchez Moreno, para que les indique cómo hacer para ser bautizados, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y en cada país, en cada lugar dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
Que Dios les bendiga y les guarde y continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO DEL REINO.”