Entrega De Reconocimiento:
Mi cordial saludo al doctor Enrique Aparicio en representación del secretario de Educación, doctor Etelberto Cárdenas Patiño, por concederme este reconocimiento como hijo adoptivo de Palmira. Me siento muy honrado en este gesto de la Secretaria de Educación de Palmira, y agradezco y aprecio grandemente este reconocimiento.
Que Dios bendiga a la ciudad de Palmira y le dé paz, y a sus ciudadanos y a toda la bella Colombia.
Muchas gracias.
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, ministros y diferentes Iglesias reunidos en esta ocasión; y también los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. Mi cordial saludo para todos ustedes. Y que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Para esta ocasión leemos un pasaje muy conocido que se encuentra en el libro del profeta Daniel. Daniel un político, pero que también siendo descendiente de la tribu de Judá, era un creyente en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y era un profeta, o sea, un hombre con las dos conciencias juntas, que estando despierto podía ver en otras dimensiones, y podían los Ángeles de Dios aparecerle y hablarle en diferentes ocasiones. Dice en el capítulo 12 del libro del profeta Daniel, verso 1 en delante:
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.
Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.
Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.
Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río. Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?
Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas. Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?
El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.
Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.
Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días.
Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.
Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL TIEMPO DEL FIN.”
En diferentes lugares nos habla del tiempo del fin. Aquí en este mismo libro del profeta Daniel, en el capítulo 7 nos habla que estas cosas son para el tiempo del fin. Y en otros pasajes bíblicos no solamente del libro del profeta Daniel, sino el mismo profeta Isaías, Jeremías y Ezequiel, habla de ese tiempo; y el mismo Señor Jesucristo habló del tiempo del fin. Por ejemplo cuando dijo: “Y será predicado este Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (San Mateo, capítulo 24, verso 14).
El Evangelio del Reino siendo predicado es la señal para el fin; o sea, que cuando esté siendo predicado el Evangelio del Reino, que es el Evangelio que predicaba Juan el Bautista y Jesús, pero que cuando fue rechazado Jesucristo como Rey en Su entrada triunfal a Jerusalén, luego ya Cristo solamente con Sus discípulos hablaba acerca del Reino; y cuando resucitó les habló acerca del Reino de Dios a Sus discípulos, no al público; y luego el Día de Pentecostés se comenzó a predicar el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de Cristo. Y se abrió la puerta de la Dispensación de la Gracia, en donde toda persona tiene un Sacrificio de Expiación por sus pecados, el cual es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Ya no se requieren sacrificios de animalitos allí en medio del pueblo hebreo; y aún si se requirieran sacrificios de animalitos, tenían que ser hechos en Jerusalén, allí en el templo, y ya no hay templo.
Pero hay un Sacrificio perfecto, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el único Sacrificio que Dios acepta para la redención del ser humano: es el Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano.
En Isaías, capítulo 53, versos del 1 al 15, nos habla del Mesías como el Cordero de Dios, como el Cordero que pondría Su vida en Expiación por el pecado, y luego cuando Juan el Bautista lo ve en San Juan, capítulo 1, verso 29 al 36, dice:
“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”
¿Y saben ustedes una cosa? Que Juan el Bautista y Jesús eran primos, porque la virgen María era parienta de Elisabet. En la vida de Jesús hay muchas cosas que se entrelazan, y una de ellas es nada menos que la descendencia del rey David que viene de la tribu de Judá, y también la descendencia de Leví, y sobre todo de Aarón, porque Elisabet era de las hijas del sacerdocio, de los sacerdotes, y el esposo de Elisabet era un sacerdote. El sacerdocio correspondía a Aarón y su descendencia. Y ahí en Jesús, vean ustedes, siendo que Elisabet y María son parientas, encontramos que ese lazo familiar es por la línea del sacerdocio; porque por la línea del rey David no son parientas, es por la línea del sacerdocio, o sea, por la línea de Aarón que viene de la tribu de Leví.
Y ahora, encontramos que el Mesías tiene que ser Rey ¿y qué más? Sacerdote. Ahí lo tenemos. Pero sobre todo el sacerdocio del Mesías en Su primera Venida es según el Orden
de Melquisedec, o sea, del Orden sacerdotal del Cielo, del Templo celestial, de allá de la Jerusalén celestial, en donde está Cristo como Sumo Sacerdote en el Trono del Padre haciendo intercesión con Su propia Sangre, haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.
Leímos en Daniel, capítulo 12, que muchos serían purificados, emblanquecidos, en cierto tiempo, y las personas por medio del Sacrificio de Cristo es que han estado siendo purificados, emblanquecidos. Por medio de la Sangre de Cristo son limpios de todo pecado. Dice el verso 10 de este capítulo 12 de Daniel:
“Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados…”
Esas son las personas que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador. Están recibiendo al Rey de los Cielos y de la Tierra y Sumo Sacerdote del Templo celestial.
Ya no hay templo en la Tierra allá en Jerusalén, el templo fue destruido en el año 70 de la Era cristiana por el general romano Tito Vespasiano, conforme a como estaba profetizado en Daniel, capítulo 9, pero el que está en el Cielo, el Templo que está en el Cielo, permanece eternamente. Y ahí es donde se ha estado llevando a cabo esa labor por Cristo, el Sumo Sacerdote del Templo celestial.
Lo que sucedía en la Tierra en el tabernáculo que construyó el profeta Moisés, y luego en el templo que construyó el rey Salomón, y en los demás templos que fueron la restauración del templo, era solamente el tipo y figura de lo que sucede en el Templo celestial, y de lo que iba a suceder cuando el Mesías Príncipe efectuara el Sacrificio de Expiación por la raza humana. El mismo Cristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” (Eso es capítulo 12, verso 24 de San Juan).
Y ahora, Cristo es el grano de trigo que fue sembrado en tierra, o sea que murió, y el Día de Pentecostés nació la planta de trigo que es la Iglesia del Señor Jesucristo, para Cristo por medio de Su Iglesia reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios, tan simple como eso. Esos son los granos de trigo: el fruto que llevaría Cristo, el grano de trigo, al morir.
Ahora, si Él no moría, ¿qué pasaría? Él dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo (solo queda); pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” Si Él no moría, estaría caminando por el planeta Tierra sin encontrar una persona con quien hablar, porque ese tiempo, ese día en que Cristo murió, tenía que morir todo ser humano que vivía en la Tierra, a causa del pecado que estaba en el ser humano. Y Cristo por cuanto no tenía pecado, podía o continuaría viviendo eternamente en el planeta Tierra. ¿Pero de qué sirve un planeta con una sola persona? Él siendo la manifestación máxima del amor de Dios expresado al ser humano, pues dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (San Juan, capítulo 3, verso 16).
Esa fue la expresión máxima del amor de Dios hacia el ser humano, y por consiguiente se expresó a través de Cristo el amor de Dios, y por amor al ser humano es que Cristo aceptó
los pecados del ser humano y vino a hacerse mortal, murió por nuestros pecados, tomando nuestros pecados para que nosotros podamos vivir eternamente en el Reino de Dios. Tan simple como eso.
Y ahora, el apóstol Pablo, conocedor de este misterio, nos dice en Romanos, capítulo 5, lo siguiente, y vamos a leerlo para que tengamos el cuadro claro. Dice capítulo 5 de Romanos, verso 6 en adelante:
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
La única forma para el ser humano ser reconciliado con Dios es por medio de Jesucristo, por eso Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” Nadie puede llegar a Dios y ser reconciliado con Dios a menos que sea por medio de Jesucristo. Nadie puede recibir la Vida eterna a menos que sea por Jesucristo. Por eso Él dijo en… esto está en San Juan, capítulo 14, verso 6, y en San Juan también, capítulo 10, Cristo dice a todos los que están allí en esa actividad escuchándolo, en esa predicación, capítulo 10, versos 14 en adelante:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen…”
Vean la forma de enseñar Cristo a las personas: en la forma conocida por el pueblo, en la forma común del pueblo.
“…así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas (¿ven? Él pone Su vida por las ovejas).
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”
Ahora vean que Jesucristo vino a la Tierra ya con una misión divina: poner Su vida por todas esas ovejas que son las almas de Dios, los hijos de Dios que vendrían a este planeta Tierra. Él las tipifica en ovejas y Él se tipifica en un pastor, un pastor bueno, un buen Pastor.
“Y oirán Su Voz,” dice Cristo. ¿Cuál es la Voz de Cristo? Pues Él está en el Trono celestial: la Voz de Cristo es el Evangelio de Cristo. Y por eso él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos16:15-16].
El Evangelio de Cristo es la Voz de Cristo, es Cristo hablándole al ser humano por medio de Su Espíritu Santo a través de Su Palabra. Por eso se dice siempre que la Palabra de Dios es la Biblia, que contiene el Evangelio de Cristo. También Él dijo, en ese mismo capítulo 10 de San Juan, verso 27 en adelante:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos.”
Y ahora, vuelve a comparar esas almas de Dios, esos hijos e hijas de Dios, con ovejas, las cuales escuchan la Voz del Pastor. En los lugares donde hay grandes rebaños de ovejas siendo pastoreadas, las ovejas escuchan, conocen la voz del pastor. Y esa es la forma en que Cristo les explica este misterio de los hijos e hijas de Dios, escuchando la Voz de Dios por medio de Cristo, el cual estaría en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo. Él también dijo en San Lucas, capítulo 19, verso 10:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
O sea que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también. Él vino por todos nosotros, para buscarnos, salvarnos, por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario.
Vean, cómo al profeta Daniel ya Dios le está mostrando todas estas cosas, mostrándole que van a ser purificados, van a ser justificados y todas estas cosas.
Y también dice que la ciencia se va a aumentar. La ciencia se ha aumentado a tal grado, que están tratando de producir un “Big-bang” nuevamente, con los riesgos que eso conlleva. Ya
ese equipo se ha dañado dos veces, tiene unos (el túnel que hay, donde está ese equipo), son como 23 kilómetros y está a una profundidad de unos *100 metros* ; y dicen también que puede ocurrir un grave problema si hay una falla grande, y es que surja un agujero negro y por ahí la Tierra se vaya, desparezca.
Ahora, lo más importante es la vida y hay que protegerla; y si esta vida terrenal es tan importante, cuánto más la Vida eterna. Esa es la que hay que asegurar; porque la vida temporera con cualquier experimento que salga mal desaparece, y con una tercera guerra mundial también, porque sería atómica la que surgiría en este tiempo final.
Y hay una tercera guerra mundial profetizada en la Escritura, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.
Pero todo eso al final obrará para bien, porque eso va a ocasionar que la Tierra se enderece de sus grados que tiene de inclinación, para el Reino del Mesías.
Los volcanes van a estar en erupción, y hay muchos; los terremotos se van a aumentar cada año; los maremotos, los tsunamis y así por el estilo. Y en el tiempo del fin, que es el tiempo señalado como los tres años y medio que le restan o le faltan a las setenta semanas del profeta Daniel, porque con el ministerio de Cristo que se efectúa en la semana número setenta (son semanas de años), y son nada menos que 490 años; y Cristo comenzó Su ministerio por ahí, por el año (de esas setenta semanas), por el 483 de esas setenta semanas, tuvo un ministerio de tres años y medio, y faltan tres años y medio para completarse esas setenta semanas.
O sea que cuando Cristo murió, se detuvo la semana número setenta de trato de Dios con el pueblo hebreo; porque luego Dios comenzó a tratar con el Cristianismo que nació el Día de Pentecostés, el cual es para todas las naciones, pueblos, lenguas, reyes y seres humanos.
Pero Dios va a tornarse nuevamente al pueblo hebreo en el tiempo del fin, o sea, en el tiempo en que la semana número setenta, los tres años y medio que le faltan por ser cumplidos, comiencen nuevamente. Entonces continuará el cumplimiento de la semana número setenta.
Pero vean, hubo una brecha, hay una brecha ahí en la semana número setenta, a la mitad se abrió una brecha para salvación y Vida eterna de todo ser humano que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador: se comenzó a predicar el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de Cristo, el Evangelio de nuestra salvación, el Evangelio de redención y Vida eterna para todo ser humano, se comenzó a predicar el Día de Pentecostés.
San Pedro que había recibido la llave, la revelación divina de la primera Venida de Cristo, pues cuando Cristo preguntó: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Unos
decían:
–“Algunas personas dicen que Tú eres Elías; otros dicen que Tú eres Juan el Bautista que ha resucitado; otros dicen que Tú eres alguno de los profetas (o sea, algún profeta que ha resucitado).” Y Cristo pregunta a Sus discípulos:
–“Y ustedes, ¿quién dicen ustedes que soy yo?” Pedro dice:
–“Tú, Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Y Jesucristo le dice a San Pedro:
–“Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Y yo te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia.”
Sobre la roca de la revelación, y la roca de la revelación muestra quién es Jesucristo, el Hijo de Dios que ha venido a la Tierra para morir como el Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano.
Y ahora todo ser humano tiene el Sacrificio de Expiación para acercarse a Dios por medio de ese Sacrificio y ser reconciliado con Dios, ser justificado como si nunca en la vida hubiese pecado: “Porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, y nos hace para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes,” dice Apocalipsis, capítulo 1, versos 1 al 9, y también Apocalipsis, capítulo 5, verso 7 al 11, y Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 al 6.
Y nos coloca en el Reino de Dios como miembros de la realeza del Reino de Dios y como miembros de la realeza del Reino de David. Ahí tenemos a los que nacen en el Reino de
Dios. Recuerden que Cristo dijo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 al 6:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”
Nicodemo pensaba que el nuevo nacimiento era nacer otra vez a través de su madre, y si ya estaba anciana o había muerto, tremendo problema tenía Nicodemo. Pero el nuevo nacimiento es del Agua y del Espíritu, o sea, del Agua: del Evangelio de Cristo; y del Espíritu: del Espíritu Santo. Eso produce el nuevo nacimiento en la persona, nace a la Vida eterna, al Reino eterno del Señor Jesucristo, y así somos trasladados del reino de las tinieblas al Reino de Jesucristo el Hijo de Dios.
Recuerden que el Reino de Dios está en la esfera espiritual, pero algún día va a estar en la esfera física, y eso será cuando Cristo resucite a los muertos creyentes en Él de edades pasadas, los resucitará en cuerpos eternos, inmortales, jóvenes, glorificados, como el cuerpo glorificado que tiene Jesucristo.
Recuerden que cuando Cristo resucitó no lo conocían, no lo reconocían, ni las mujeres que habían estado trabajando y siguiendo Su ministerio ni tampoco los mismos apóstoles, no conocían a Cristo y habían estado tres años y medio bajo Su ministerio. Y aún más: Juan, el apóstol Juan y el apóstol Jacobo o Santiago, eran familia de Jesús según la carne, eran primos, porque la madre de ellos era hermana de María; ellos también eran de la realeza.
Recuerden que Jesús no era cualquier personaje, era un descendiente del rey David. Por eso el problema en el campo político, en el campo religioso era grande, al no recibir a Cristo no lo recibieron como un rey siendo un descendiente del rey David.
Ahora vean, cómo esto causó un problema grande. Pero el problema no lo causó Cristo, el problema lo causan los que no reciben la verdad para el tiempo en que se está viviendo, que
se levantan en contra para combatir lo que Dios está cumpliendo.
Por lo tanto, es importante saber estas cosas históricas en la trayectoria del cumplimiento de las promesas divinas.
Porque para muestro tiempo también hay grandes promesas y no queremos que nos pase como les pasó a los del tiempo de Jesús y los apóstoles, y a los del tiempo del profeta Moisés o de los demás profetas.
Ahora, encontramos que para nuestro tiempo habrá un regreso del Espíritu de Dios al pueblo hebreo, porque el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, que es el Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical, ha estado en medio de los gentiles buscando esas ovejas que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna, por medio del Programa de Redención que Cristo ha llevado a cabo al morir por nosotros en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, como estaba profetizado.
Ahora, hemos escuchado por muchos siglos, porque a través de los siglos se ha estado proclamando: “Estamos en los días postreros,” sin algunas personas saber qué son los días postreros.
¿Y qué son los días postreros? La Escritura dice en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8: “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.” Y el Salmo 90, verso 4, también nos habla de lo mismo, y es de ese Salmo que San Pedro tomó la base de esas palabras; las está trayendo en forma entendible para su tiempo.
Por eso también el Día de Pentecostés en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 14 al 29, San Pedro toma las palabras del profeta Joel del capítulo 2 (de ese libro de Joel), y dice que “Dios prometió por medio del profeta Joel que en los postreros días derramaría de Su Espíritu sobre toda carne.”
Y estaba derramando de Su Espíritu sobre toda carne que lo recibía como Salvador, como tres mil personas lo recibieron como Salvador en adición a ciento veinte que ya lo habían recibido como Salvador y habían sido llenos del Espíritu Santo el Día de Pentecostés; lo cual muestra que ya estaban viviendo en los días postreros.
Y San Pablo en el libro de los Hebreos o carta a los Hebreos, capítulo 1, nos habla también de los días postreros con claridad, y nos dice de la siguiente manera, vamos a leerlo para que tengan claro este pasaje que es tan importante para poder comprender lo que son los días postreros:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo) a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.”
Y ahora, San Pablo nos dice que en los días de Jesús, Dios, el cual había hablado por medio de los profetas, ¿cómo Dios hablaba por medio de los profetas? En Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, dice que Dios hablaba por medio de los profetas a través de Su Espíritu, Dios por medio de Su Espíritu a través de los profetas le hablaba al pueblo hebreo.
Ahora, el Ángel del Pacto a través del cual Dios le hablaba al pueblo, a Moisés, a los profetas, a Abraham, a Isaac, a Jacob, a Moisés y a los demás profetas, ese Ángel del Pacto en el cual está el Nombre de Dios conforme al Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23, dice que en Él está el Nombre de Dios. Dice: “Escucha Su Voz, no le seas rebelde porque Mi Nombre está en Él; Él no perdonará vuestra rebelión, porque Mi Nombre está en Él.”
Y ahora, ¿quién es ese Ángel? El Ángel del Pacto es nada menos que Cristo en Su cuerpo angelical, tan sencillo como eso. Por eso las palabras de Cristo en el capítulo 8 de San Juan, capítulo 8 verso 56 al 58, en donde Él dice:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”
O sea, ellos le están diciendo: “Estás mintiendo, sabemos de dónde tú eres, conocemos quién es tu padre y tu madre y quiénes son tus hermanos, ¿y ahora nos dices que eres antes que Abraham?”
Es como si usted le dice a alguien: “Antes que Jesús o antes que los apóstoles, yo soy.” Le van a decir que usted está loco, que usted es un mentiroso. Pero Cristo dice que estábamos en Él (y San Pablo), estábamos en Cristo desde antes de la fundación del mundo. Por eso las ovejas del Padre que le son
dadas a Cristo, vean, ¿cuándo le fueron dadas? Antes de nosotros nacer en la Tierra, pues lo que nació en la Tierra es el cuerpo de carne, pero somos alma viviente.
Y ahora, el Señor Jesucristo diciendo a ellos, a los judíos:
–“Abraham vuestro padre deseó ver mi día; lo vio, y se gozó.” Le dicen:
–“Aún no tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Y entonces Cristo les dice a ellos:
–“Antes que Abraham fuese, Yo soy.”
Y entonces toman piedras para apedrearlo, piensan que es un loco, un falso profeta, un revolucionario, pero era el Mesías, el Hijo de Dios. Aunque no comprendieran estas cosas, con todo y eso, seguía siendo el Mesías que apareció en la semana número setenta en Su ministerio, pero que había nacido hacía unos veintinueve años y seis meses antes de comenzar Su ministerio; y nació conforme a la Escritura, a lo que estaba prometido.
Y ahora, si en el tiempo de Jesús, en Su ministerio, y en el tiempo de los apóstoles ya habían comenzado los días postreros, ¿qué son los días postreros? Vean, para poder comprender lo que es el tiempo del fin, tenemos que entender qué son los días postreros. Por ejemplo en Oseas nos habla de
los días postreros, cuando nos dice en Oseas, capítulo 6, verso 1 en adelante, dice:
“Venid y volvamos a Jehová…”
Esto va a ser cuando Dios se torne al pueblo hebreo nuevamente.
“…porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”
¿Ven? Aquí tenemos tres días mencionados: “Después de dos días…” Por cuanto un día delante del Señor es como mil años, dos días ¿son qué? Dos mil años. Y el tercer día, un tercer milenio. Ya han transcurrido unos dos mil años, y delante de Dios, solamente dos días de los de Dios, días proféticos.
Y ahora, conforme al calendario gregoriano ya estamos en el tercer milenio de Cristo hacia acá, o sea, en el tercer día delante de Dios. En la semana tenemos también el tipo y figura: siete días de la semana, y los tres días postreros de la semana son: el quinto día que es el jueves, el sexto día que es el viernes, y el séptimo día que es el sábado: ese es el día postrero de la semana. Y es el séptimo día, contando los siete días, el séptimo día, pero contando los tres días postreros de la semana, pues es el tercero de la semana de esos días postreros de la semana.
Y ahora, conforme a la profecía de Oseas, es en el día postrero o tercer día de esos tres milenios postreros, que Dios le va a dar vida al pueblo hebreo. El Espíritu de Dios va a regresar al pueblo hebreo conforme a Ezequiel, capítulo 37, verso 1 al 14, y capítulo 27, verso 15 al 29.
En los días de Jesús le preguntaban cuándo vendría el Reino de Dios; y antes de Cristo subir al Cielo, le preguntan: “¿Restaurarás Tú el Reino a Israel en este tiempo?” Eso está en el libro de los Hechos, capítulo 1, verso 1 al 9.
¿Qué es la restauración del Reino a Israel? Será la restauración del Reino de Dios al pueblo hebreo, y eso es la restauración del Reino de David; el Reino de David tiene la promesa de que será restaurado en el tiempo final, y por consiguiente el pueblo hebreo está esperando esa restauración,
para lo cual está esperando al profeta Elías conforme a Malaquías, capítulo 4, verso 1 en adelante, 1 al 6, porque dice:
“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.”
O sea, antes que venga la gran tribulación, antes que venga el tiempo del fin, que son esos tres años y medio de la gran tribulación con los cuales se completará la semana número setenta.
Y ahora, para eso será que Dios enviará un mensajero con el Evangelio del Reino: para predicarlo a los moradores de la Tierra, a todas las naciones, por testimonio y para testimonio a todas naciones: “Y será predicado este Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Entonces será que vendrá ese tiempo del fin, ese lapso de tiempo de tres años y medio donde los juicios divinos van a caer sobre la raza humana, como cayeron en el tiempo de Noé y en el tiempo de Lot y Abraham. Por eso es que Cristo dice que la Venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé y como en los días de Lot. O sea que es un tiempo paralelo a aquellos tiempos, y será también paralelo a los días de Jesús.
Y ahora, el tiempo del fin ya podemos ver que son tres años y medio que le falta al pueblo hebreo de ser cumplidos en donde Dios va a tratar con el pueblo hebreo. Por eso es que el Cristianismo ha tratado de convertir el pueblo hebreo a Cristo y no ha podido. Es que hay una diferencia de trato de Dios con el pueblo hebreo, no es como Dios trata con los cristianos: con el Cristianismo Él trata con individuos, con el pueblo hebreo Él trata como nación. Y para tratar con ellos como nación tiene que venir este tiempo del fin. Tan simple como eso.
Y ahora, todavía Dios está tratando con el Cristianismo bajo un Nuevo pacto, por eso la puerta del Reino de los Cielos está abierta todavía. Recuerden que en la parábola de las diez vírgenes, del capítulo 25 de San Mateo, verso 10 al 13,Cristo representa al Cristianismo en diez vírgenes: cinco prudentes y cinco insensatas. Las prudentes porque tenían aceite en sus lámparas, que es el Espíritu Santo, habían recibido el Espíritu Santo, habían nacido de nuevo; y las insensatas eran creyentes
o cristianos profesantes, pero no habían recibido el Espíritu de Dios y por consiguiente no habían nacido de nuevo.
Y cuando llega el tiempo, el clamor de medianoche: “He aquí el Esposo viene, ¡salid a recibirle!,” se lleva a cabo un movimiento espiritual religioso, muchos buscando el Espíritu Santo. Y las prudentes teniendo el Espíritu Santo, cuando vienen las insensatas a pedirles aceite, las prudentes dicen: “Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id a los que venden (vayan a comprar).” Y mientras ellas iban a comprar vino el Esposo, eso es la Venida del Señor. Y las que estaban preparadas entraron con Él a las Bodas, y se cerró la puerta.
Y cuando vinieron las insensatas a tocar la puerta, ya estaba cerrada, la puerta que se había abierto el Día de Pentecostés, pues Pedro con las llaves del Reino de los Cielos abrió esa puerta: Cristo es la puerta; abrió la puerta, que es Cristo, para que entraran al Reino de Dios millones de seres humanos a través de la historia del Cristianismo.
Pero se cerrará cuando Cristo termine Su labor de Intercesión en el Cielo y entonces no habrá Sangre en el Cielo ni Sumo Sacerdote, porque Él se convertirá en el León de la Tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores y Juez de toda la Tierra. Ya no habrá intercesor en el Cielo ni sangre para que las personas puedan recibir la redención.
Por eso dice en Apocalipsis, capítulo 10, que el Ángel Fuerte que desciende del Cielo envuelto en una nube y con el arco celeste, el arco iris sobre Su cabeza, dice que clama a gran Voz como cuando ruge un león y siete Truenos emiten Sus voces; Él viene, coloca Su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra, clama como cuando ruge un león y siete Truenos emiten Sus voces. Es la Voz de ese Ángel Fuerte clamando como cuando ruge un león. ¿Qué es eso? Es Cristo, el Ángel del Pacto, viniendo con el Librito abierto en Su mano, el librito, el Libro de la Vida del Cordero que estaba sellado con siete Sellos en Apocalipsis, capítulo 5, lo toma en el Cielo y lo abre y lo trae en la Tierra; ese es el Título de Propiedad de la Vida eterna, es el Título de Propiedad de toda la creación, es el Título de Propiedad donde están escritos los nombres de todos los hijos e hijas de Dios.
Recuerden que Cristo dijo en una ocasión cuando los discípulos que Él envió a predicar y a sanar enfermos vinieron a Él y le dicen, muy contentos ellos, muy felices, le dicen: “Señor, hasta los espíritus se nos sujetan en Tu Nombre.” Cristo les dice: “ No os gocéis de que los espíritus se os sujetan en Mi Nombre; gozaos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo.”
¿Y dónde están escritos nuestros nombres? En el Libro de la Vida del Cordero. Cuando la persona escucha el Evangelio de Cristo es porque su nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y por eso presta atención al Evangelio de Cristo, es porque es una oveja del Señor.
Ahora, el Ángel le dice a Daniel: “Pero los impíos obrarán impíamente” ¿Ven? Pero los que son de Dios ¿qué harán? Escucharán la Voz de Dios: “Los entendidos entenderán.”
Tenemos que comprender que siempre hubo, hay y habrá personas que entenderán, personas que atenderán la Voz de Dios, y habrá también personas que no están interesadas en eso, en esas cosas espirituales. Lo que pasaba en los días de Jesús, y Jesús les decía: “Vosotros no escucháis mi Voz porque no son de mis ovejas, ustedes no son de mis ovejas.” Palabra dura pero es la verdad. Y si Cristo lo decía, es verdad; es verdad en aquel tiempo y es verdad en este tiempo. “El que es de Dios la Voz de Dios oye.” (San Juan, capítulo 8, verso 47).
Y ahora, estamos viviendo ya al final de la historia del Cristianismo. No que los cristianos van a desaparecer, ellos van a entrar al Reino del Mesías durante ese Reino milenial, pero habrá un cambio de dispensación, y ya Cristo no estará como Cordero de Dios sino como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, como el Hijo de David sentándose en el Trono de David y reinando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Ahí es donde será restaurado el Reino de Dios en la Tierra, será restaurado el Reino de Dios al pueblo hebreo, será restaurado el Reino de David al pueblo hebreo, porque el Reino de David es el Reino de Dios en la Tierra y el Trono de David es el Trono de Dios terrenal. Ese es el Trono del Mesías, ese es el Trono de Cristo, porque Él está sentado en el Trono celestial pero ese es el Trono del Padre, pero el Trono de Cristo es el Trono de David. Bien le dijo el Ángel Gabriel a la virgen María en San Lucas, capítulo 1, verso 30 al 36, le dijo:
“¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.”
Sería la primera mujer que tendría un hijo sin la unión con un hombre, sería por obra y gracia del Espíritu Santo, sería la primera en la historia y única en la historia de la raza humana. Y le dijo: “Le pondrás por nombre Jesús, será llamado Hijo de Dios; y Dios le dará el Trono de David su Padre. Y reinará sobre Jacob, sobre Israel para siempre, y Su Reino no tendrá fin.”
Ese es el Reino que traerá la paz a Israel y a todas las naciones, será el Imperio del Mesías, por eso Él es el Deseado de todas las naciones. Todas las naciones desean un Rey justo que traiga la paz, ese es el Deseado de todas las naciones, ese es el Mesías, conforme a Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7.
Por lo tanto, en este tiempo final antes de comenzar el ciclo de los tres años y medio que completará la semana setenta de la profecía de Daniel, se comenzará a predicar el Evangelio del Reino que gira alrededor del Reino de Dios en la Tierra, alrededor del Reino del Mesías, alrededor del Reino de David que será restaurado, y por consiguiente gira alrededor de la segunda Venida de Cristo; porque Su segunda Venida es como Rey de reyes y Señor de señores; y con un Nombre nuevo. Recuerden que Cristo dice en Apocalipsis, capitulo 3, verso 12:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
Y si Cristo lo dice, que Él tiene un Nombre nuevo, pues lo tiene. Ese es el Nombre nuevo que recibió cuando subió al Cielo victorioso, y ese es el Nombre que Él tendrá para Su segunda Venida, por eso la segunda Venida de Cristo es el misterio más grande de todos los misterios de Dios.
Por eso en Apocalipsis, capítulo 8, verso 1, cuando fue abierto el séptimo Sello en el Cielo, hubo silencio en el Cielo como por media hora. El misterio de ese séptimo Sello es el misterio de la segunda Venida de Cristo; es el misterio del cual Cristo dijo que ni los ángeles sabían cuándo sería el día y la hora, el día y la hora en que el Hijo del Hombre vendría. Ese es el misterio más grande, es ese misterio más grande, o sea, es un secreto mayor que el de la primera Venida de Cristo. ¿Por qué? Porque para la primera Venida de Cristo estaba dicho que sería por medio de una virgen: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y se llamará Su nombre Emanuel (que traducido es ‘Dios con nosotros).” Eso es lo que dice Isaías, capítulo 7, verso 14.
Y siendo que él está hablando (Isaías) al pueblo hebreo, iba a ser por medio de una mujer virgen, de una joven virgen del pueblo hebreo; y por cuanto tenía que ser un descendiente del rey David, tenía que ser entonces de la tribu de Judá y descendiente del rey David esa virgen; y dice que nacería en Belén de Judea. Todas esas cosas estaban dichas, por lo tanto la primera Venida de Cristo tenía un sinnúmero de información que se podía localizar el lugar donde nacería el Mesías: en Belén de Judea; se podía localizar también una joven virgen descendiente del rey David. O sea que tenía muchos detalles proféticos que ya estaban hablados, y conforme a esas profecías tenía que ocurrir la primera Venida del Mesías.
Pero para la segunda Venida del Mesías, quedó o fue cerrado todo ese secreto. De tal forma que el mismo Cristo dijo que “ni los ángeles sabían cuándo sería el día y la hora.” Y también dijo: “Ni el Hijo,” o sea, ni Cristo mismo sabía, excepto cuando ya resucitó glorificado, ya de ahí en adelante sí sabía.
Y ahora, este tiempo es muy importante porque es el tiempo en que el Esposo, Cristo, viene para buscar a Su Iglesia: las vírgenes prudentes, o sea, las personas que han recibido a Cristo como Salvador y han recibido el Espíritu de Cristo. A los que ya murieron físicamente, los resucitará en cuerpos glorificados, cuerpos eternos, y jóvenes para toda la eternidad. Recuerden que la resurrección será en cuerpos jóvenes, y por esa causa fue que cuando Cristo resucitó glorificado no lo conocían. Porque a Él lo habían conocido en el cuerpo que había nacido a través de la virgen María, pero ahora con cuerpo glorificado, porque la resurrección es en cuerpo glorificado, ahora no lo conocen, porque se resucita en un cuerpo joven, eterno, inmortal, incorruptible.
Vean, Él entraba donde los discípulos estaban con las puertas cerradas, es que en el cuerpo glorificado se puede viajar a través de las dimensiones, es un cuerpo interdimensional, por eso también dijo que dijeran a Sus discípulos que lo esperaran allá en Galilea, y de seguro Él llegó primero que ellos.
Así que en el cuerpo glorificado todos los creyentes en Cristo, los cuales van a ser transformados, caminarán a la velocidad del pensamiento. Y a la velocidad del pensamiento, miren ustedes, usted se echa el mismo tiempo en pensar que usted viene de donde está sentado hasta aquí, el mismo tiempo que usted se echa en pensar que va a Júpiter; piensa estar en Júpiter… y allá, una distancia tan larga, porque no hay limitaciones, así será para todos los creyentes en Cristo.
Ese es el ejército con el cual Él viene en Apocalipsis, capítulo 19.Ese es Su ejército celestial. Por lo tanto, con ellos es que Él establecerá Su Reino en el planeta Tierra. Por eso es que dice la Escritura que son Reyes y Sacerdotes para nuestro Dios, y dice: “Y reinaremos con Él por mil años.” Eso es para comenzar, mil años: esa es la luna de miel de Cristo y Su Iglesia, Cristo es el Esposo y Su Iglesia Su esposa, Cristo es el Rey y Su Iglesia es la Reina.
Así que, podemos ver la bendición tan grande que hay para todos los creyentes en Cristo, la bendición tan grande que hay para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.
Ya estamos en el Día Postrero conforme al calendario gregoriano, y estamos llegando ya al tiempo del fin, o sea, esos últimos tres años y medio en donde viene el fin para el reino de los gentiles, y luego comenzará el Reino del Mesías, el Reino de Dios será restaurado en la Tierra. Y ese Reino milenial será la luna de miel de Cristo y Su Iglesia, será la restauración del Edén en la Tierra.
Por lo tanto, aunque haya tantos problemas en el planeta Tierra en todas las esferas de la sociedad, hay un futuro glorioso para los creyentes en Cristo; por lo tanto, aunque la Tierra tiemble y los montes se traspasen al corazón del mar o de la mar, no temeré mal alguno porque el Señor está conmigo, ¿y con quién más? Con cada uno de ustedes también.
¿Y qué si el cuerpo físico muere en un terremoto o un maremoto o algún otro problema o a causa de los volcanes? No hay ningún problema, Él tiene uno nuevo para nosotros: uno glorificado y eterno. El que tiene esta esperanza, su fe se fortalece, y no tiene miedo ni a la vida ni a la muerte; usted está seguro en Cristo, usted ha sido reconciliado con Dios por medio de Cristo y por consiguiente usted tiene Vida eterna. Pablo, el apóstol, dice: “Si nuestro cuerpo terrestre, nuestra casa terrestre se deshiciese tenemos un edificio hecho por Dios,” o sea, otro cuerpo.
Así que, en estos tiempos en que hay tantos problemas, en que la naturaleza está agitada a causa de los problemas que le ha causado el mismo ser humano; y ahora se asustan las naciones, pero son los resultados del mal trato que se le ha dado al planeta Tierra.
Si a una persona le sacan la sangre ¿qué pasa? Va a tener problemas. Y se le ha estado sacando el petróleo y han estado quedando esos vacíos bajo la Tierra, que en terremotos, pues se hunde el terreno porque no hay nada debajo; y lo otro: calentamiento global. Si usted le saca el agua al radiador de un automóvil y lo corre, ¿qué le pasa? Se calienta el automóvil y se daña el motor. Pues eso está pasando con el planeta Tierra.
Recuerden que el planeta Tierra tiene su movimiento. Y un auto usted lo pone en movimiento y si le ha sacado el aceite y el agua se va a dañar, va a tener problemas en el camino, y la trayectoria humana, pues ya está viendo el ser humano, que tiene ciertos problemas que son irreversibles.
Así que… pero recuerden, para el creyente en Cristo hay esperanza. La Tierra va a ser enderezada esos grados de inclinación que tiene, todo eso va a obrar para bien; va a ser por medio del poder nuclear, bombas atómicas en una tercera guerra mundial.
Algunas personas pueden pensar: “Pero con algo así no hay esperanza para nadie.” Para el creyente en Cristo sí, la Tierra va a ser preparada para el glorioso Reino del Mesías en donde yo voy a estar, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Por lo tanto, todas las cosas van a obrar para bien, tenemos que verle el lado bueno a los problemas que tiene la raza humana.
Y lo importante es tener la salvación y Vida eterna por medio de Cristo. Si uno no tiene la salvación y Vida eterna, no lo ha recibido como Salvador, entonces sí debe tener miedo, debe tener temor porque no sabe a dónde va cuando muera. Pero el creyente en Cristo va al Paraíso donde están los ángeles de Dios, donde ya cesan sus labores terrenales, donde no tiene que ir a trabajar, no tiene que levantarse temprano para tomar un automóvil o un autobús y tropezarse con el tráfico tan fuerte en las mañanas. Allá no hay esos problemas; tampoco tiene que madrugar, allá no hay noche en el Paraíso; tampoco tiene que ir de compras porque allá no hay necesidad de comer.
Pero cuando ellos regresen, sí pueden comer, el mismo Cristo cuando resucitó podía comer, pidió que le dieran algo de comer, le dieron un pedazo de pescado y miel y comió delante de ellos, porque ellos pensaban que era un espíritu; pero era Jesucristo en Su cuerpo glorificado, cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y joven para toda la eternidad.
Él está tan joven como cuando subió al Cielo, y continuará joven para toda la eternidad. Yo también voy a estar muy joven cuando sea transformado. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Todas esas bendiciones no son solamente para mí, sino para todos los creyentes en Cristo.
Y cuando la persona es un creyente en Cristo, pues ya su vida va a ser guiada por Cristo y Su Palabra, y no va a ser un problema en la sociedad esa persona, esa persona va a ser de bien para la sociedad, va a ser de bien para su comunidad, su ciudad y su nación; va a ser una luz en su nación.
Recuerden que Cristo dijo: “Vosotros sois la luz del mundo.” Todo lo que Cristo es, también lo son los creyentes en Cristo. Él es la Luz del mundo y los creyentes en Cristo también son la luz del mundo. A todo lo que Cristo es heredero, también son herederos los creyentes en Él.
Ahora, si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, debe hacerlo antes que la puerta de la misericordia se cierre, porque luego ya no hay oportunidad para recibirlo como Salvador. Ya yo lo recibí como mi Salvador, por lo tanto ya yo aseguré mi futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguno que todavía no ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted. Para lo cual puede pasar acá al frente para que oremos por usted y Cristo le reciba en Su Reino y le dé la Vida eterna.
Vamos a dar unos minutos mientras pasan acá al frente, y los que están en otras naciones y están conectados con esta actividad, con esta transmisión vía satélite Amazonas, por cable TV, y también por internet, también pueden venir a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino, y así Cristo les dé la Vida eterna y asegure Cristo el futuro suyo en Su Reino eterno. Él es el único que nos puede asegurar el futuro eterno en Su Reino eterno.
Hay muchas decisiones que el ser humano tiene que hacer obligatoriamente en este planeta Tierra. Para aparecer en este planeta Tierra tuvo que nacer, o sea que esa fue la decisión grande para usted vivir en este planeta Tierra. Y luego, en la trayectoria de su vida, ha tenido que hacer diferentes decisiones importantes: tiene que comer, tiene que dormir, tiene que estudiar, tiene que hacerse de una profesión… ha decidido hacerse de una profesión, eso es una decisión muy buena, porque como están las cosas en este tiempo, el que no estudia le es difícil conseguir un trabajo que gane mucho dinero.
Por lo tanto, le digo a los jóvenes: estudien, obtengan una profesión en la Universidad para que así puedan disfrutar al máximo que se pueda la vida en la Tierra, mientras están en estos cuerpos terrenales. Y comportándose bien en su hogar, en la escuela, en la universidad y en su nación.
Siempre creyendo que ustedes pueden obtener lo que ustedes desean en esta vida: una profesión la pueden obtener; hay una forma, un camino para obtenerla y es estudiando. Un trabajo, también lo pueden obtener, siempre hay una forma para obtener todas estas cosas de la vida terrenal. Y la salvación y Vida eterna, vivir eternamente también lo pueden obtener: por medio de Cristo nuestro Salvador. Para lo cual usted tiene que hacer una decisión siempre para cada cosa que usted desea obtener.
Ahora, la decisión más importante que un ser humano puede hacer en la Tierra y obtener la Vida eterna, es una sola: recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. No hay otra decisión que usted pueda hacer para obtener la Vida eterna. Por eso Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16). También Cristo dijo:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”(San Mateo, capítulo 16, verso 26 al 28).
Vamos a estar en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. En las demás naciones también pueden estar en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues ya tienen conciencia del bien y del mal.
Si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo puede hacerlo en estos momentos, para que quede incluido en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.
Todos queremos vivir eternamente, y todos tenemos la misma oportunidad para obtener la Vida eterna por medio de Cristo nuestro Salvador. La Vida eterna es la bendición más grande que Cristo da a los que lo reciben como único y suficiente Salvador.
La exclusividad de la Vida eterna la tiene Jesucristo, y a quien Él quiere, le da la Vida eterna, ¿y a quién Él quiere darle la Vida eterna? A los que lo reciben como único y suficiente Salvador. Esas son las personas que tienen la Vida eterna y Cristo la otorga gratuitamente a esas personas.
La Escritura dice: “Dios nos ha dado Vida eterna, y esta Vida está en Su hijo (o sea, en Jesucristo). El que tiene al Hijo, tiene la Vida; el que no tiene al Hijo, no tiene la Vida (o sea, la Vida eterna.” Puede tener vida temporera pero se le va a acabar en algún momento y después si no tiene la Vida eterna no podrá vivir eternamente en el Reino con Cristo.
Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, y con nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de
Cristo, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre,
y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino. Sálvame, Señor, me rindo en Ti en alma, espíritu y cuerpo. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo, Te lo ruego. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón y lo han recibido como vuestro Salvador, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El mismo Cristo fue a donde Juan el Bautista, el cual estaba predicando y bautizando en el Jordán, entró a las aguas para que Juan lo bautizara, y Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Cristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces lo bautizó.
El mismo Cristo para cumplir toda justicia fue bautizado en agua por Juan el Bautista, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo para cumplir toda justicia y dar testimonio de nuestra fe en Cristo.
El ser humano cuando escucha la predicación del Evangelio de Cristo y lo recibe como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales bautizándolo, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Ahí tenemos el simbolismo, la tipología del bautismo en agua.
Es un mandamiento del Señor Jesucristo, el cual ha estado siendo obedecido por los apóstoles y todos los que han recibido a Cristo como Salvador. Y en nuestro tiempo todavía sigue siendo obedecido ese mandato del Señor Jesucristo, en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Tan simple como eso es el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y entonces Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Cristo nuestro Salvador.
Los que están en las demás naciones también pueden ser bautizados en estos momentos, en donde ustedes se encuentran.
Y ahora, dejo en estos momentos al reverendo Jairo Loaiza con ustedes, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y en cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma. Y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Dios les bendiga, y buenas noches.
“EL TIEMPO DEL FIN.”