Muy buenos noches, amables amigos presentes, es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión para saludarles y ver a través del Libro Sagrado, la Biblia, dónde nos encontramos en el Programa Divino en este tiempo presente.
Nos dice en el Génesis, capítulo 1, versos 26 al 27:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
En este pasaje encontramos que cuando Dios lleva a cabo la creación que Él dijo que realizaría y que sería Su imagen y semejanza; ahora, cuando lo hace, lo hace a Su imagen; falta la semejanza. Son dos cosas. La imagen es una y la semejanza es otra.
La imagen de Dios es el cuerpo angelical de Dios llamado el Ángel del Pacto, y el cual es Cristo en Su cuerpo angelical. Por eso es que Jesucristo decía: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.”
¿Cómo era Cristo antes de Abraham? Era el Ángel del Pacto, ese Ángel de Dios a través del cual hablaba Dios a Adán y a todos esos hombres de Dios de la historia bíblica; por esa causa es que siempre que aparecía el Ángel de Dios, los que lo veían decían: “Hemos visto a Dios cara a cara,” es que ese es el cuerpo angelical de Dios, es Cristo en Su Cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto; y también en San Juan, capítulo 1, versos 1 en adelante, llamado el Verbo que era con Dios y era Dios, a través del cual Dios creó todas las cosas; y luego se hizo carne y habitó en medio de nosotros, en medio de los seres humanos y fue conocido por el nombre de Jesús o Yeshua, el cual se crió como un niño, y luego un joven, y luego un adulto, judío-hebreo, circuncidado al octavo día, guardador de la ley, asistía a la sinagoga los sábados; y también se levantaba a leer en la sinagoga, también iba a Jerusalén con José y María para la celebración de la Pascua allá en Jerusalén.
Ahora, Dios dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” Ya hemos visto lo que es la imagen de Dios: es el cuerpo angelical de Dios llamado el Ángel del Pacto; y cuando Dios creó al hombre a Su imagen, lo que creó fue un cuerpo angelical para colocar al hombre, a Adán; porque el ser humano es alma viviente, y necesita un cuerpo en el cual habitar para manifestarse en la dimensión a la cual pertenece ese cuerpo.
Siendo que el cuerpo angelical pertenece a la dimensión de los ángeles, pues en esa dimensión… un cuerpo angelical, pero luego más adelante Dios le hace la semejanza física y lo encontramos aquí en el capítulo 2 del Génesis, verso 7, donde dice:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”
Y ahí es donde el ser humano, Adán, aparece en carne en este planeta Tierra, pero antes estaba en su cuerpo angelical, aparecía en forma de luz, en diferentes ocasiones guiaba a las aves, los peces y los animales, como guiaba Dios, por medio de Ángel del Pacto a Su pueblo Israel por el desierto, en donde encontramos a través de la historia bíblica que de día le era una nube que los protegía del sol y de noche era una columna o nube de fuego que les alumbraba el camino; es que Dios hace a Sus ángeles espíritus, y a Sus ministros llama de fuego.
Y ahora, para el hombre estar en esta Tierra físicamente, tenía que tener un cuerpo físico que Dios traería del polvo de la tierra, y así fue.
Luego, Dios ha hecho al ser humano a Su imagen y semejanza, vimos que la imagen es el cuerpo espiritual o cuerpo angelical; cuando la persona muere físicamente, lo que muere es su cuerpo físico, porque o se pone o viejo, o se enferma, o tiene un accidente y muere; por alguna causa muere el cuerpo físico, porque es temporero, es para vivir una temporada aquí en la tierra con un y para un propósito divino. Y el que no comprende la causa por la cual vive en el planeta Tierra, estará siempre con la angustia existencial con la cual nació, porque no sabe de dónde vino, no sabe porqué está aquí en la Tierra y no sabe hacia dónde va cuando muere; y lo más que más le preocupa al ser humano, no es tanto de dónde vino, ni qué está haciendo aquí en la Tierra, sino para dónde va después que muera. Esa es la preocupación de todos: “¿Qué será de mí cuando yo muera físicamente?”
Hay dos lugares para ir; y mientras el ser humano está aquí en la Tierra, por cuando Dios le dio libre albedrío, entonces va a hacer la decisión más grande de su vida; y de acuerdo a esa decisión entonces va a ir a uno de esos dos lugares. Uno es el Paraíso, donde todo el mundo quiere ir, y el otro es la quinta dimensión. El Paraíso es la sexta dimensión y el otro lugar, la *quinta dimensión, es llamado también el infierno. Tan simple como eso.
Jesucristo lo mostró en la parábola del hombre rico y el mendigo Lázaro. O sea, que las riquezas terrenales no determinan hacia dónde va a ir la persona después que muera, es su elección en cuanto a Dios y su relación con Dios en el Programa Divino.
Y ahora, el ser humano nace con esa angustia existencial y solamente es quitada en cierto tiempo, o sea, cuando ha hecho la decisión más importante de su vida, la decisión de ir al Paraíso, para lo cual hay una preparación.
Ahora, Dios por cuanto dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza,” lo más que se parece a Dios, ¿quién es? El ser humano. Y lo más que se parece al ser humano, ¿quién es? Dios.
Ahora, ¿cómo podemos concebir a Dios, como el ser humano y el ser humano como Dios? Es sencillo: Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y Dios tiene un cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto a través del cual creó los Cielos y la Tierra, a través del cual le dio también la ley al pueblo hebreo, luego de libertarlos de la esclavitud en Egipto, ese Ángel del Pacto es el Espíritu Santo, pues un espíritu es un cuerpo espiritual, un cuerpo pero de otra dimensión, parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión; y cuando Dios hizo al ser humano a Su imagen, le dio ese cuerpo espiritual, hizo al hombre: hombre-espíritu, o sea, un hombre, un ser con y dentro de un cuerpo angelical, pero luego le dio el cuerpo físico para que pudiera estar aquí en la Tierra haciendo los quehaceres que Dios le daría para llevar a cabo, cuidando el Huerto del Edén y viviendo una vida allí feliz.
Luego, no había ayuda idónea para el hombre y del hombre mismo sacó de su costado una parte de Adán, una costilla, y le hizo una compañera; y el espíritu femenino que estaba en Adán, porque Adán era varón y hembra, varón y mujer, tomó el espíritu femenino que estaba en Adán y lo colocó en ese cuerpo femenino que Dios creó de una parte que tomó de Adán; y así vino a ser el ser humano alma viviente en este planeta Tierra con un cuerpo físico.
Y ahora, la semejanza de Dios: la semejanza de Dios apareció en la Tierra cuando nació Jesús en Belén de Judea, ese es el cuerpo físico en donde habitó al plenitud de Dios, y por consiguiente el cuerpo de carne a través del cual Dios habitó en toda Su plenitud para llevar a cabo también el Programa de Redención, y establecer el nuevo Pacto para Su pueblo.
Por eso en la última cena de Jesús, Él tomando el pan partió y dio a Sus discípulos, luego de haber dado gracias, y dijo: “Comed, este es mi cuerpo.” Y luego tomando la copa de vino y dando gracias al Padre, dijo a Sus discípulos: “Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Y allí estaba estableciendo Cristo la Santa Cena, la cual representaría el cuerpo, representado en el pan, y el vino representando Su Sangre, lo cual dijo que siempre tomáramos la Santa Cena; Él dijo: “Haced esto en memoria de mí.” Se lleva a cabo la Santa Cena en memoria de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, donde dio Su carne y Su Sangre por nosotros en ese Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Y ahora, Jesucristo es el segundo Adán; a través del primer Adán, por cuanto pecó, toda la raza humana perdió la Vida eterna que podía tener si Adán y Eva no pecaban en el Huerto del Edén, perdió el derecho a vivir eternamente físicamente; pero ahora viene el segundo Adán para restaurar el ser humano a la Vida eterna. Por lo cual comienza ese Programa con Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y comienza una nueva creación en donde la persona nace del agua y del espíritu como dijo Cristo a Nicodemo: “Porque el que no nazca del agua y del espíritu no puede entrar al Reino de Dios,” dice Cristo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6.
Y ahora, comienza una nueva creación con el mismo Cristo, que es el principio de la creación de Dios, y que da origen a la creación divina.
Y ahora, va a crear una nueva raza con Vida eterna a imagen y semejanza de Dios; y por cuanto la imagen y semejanza de Dios es Cristo en Su cuerpo angelical y en Su cuerpo físico, primero tuvo el cuerpo angelical y después el cuerpo físico que nació en Belén de Judea a través de la virgen María, cuerpo que murió, pero que resucitó glorificado y joven para toda la eternidad; y está tan joven como cuando subió al Cielo, y lo vamos a ver. Él va a establecer Su Reino en la Tierra, Reino al cual todos queremos pertenecer en el cual y el cual estará fundado sobre la verdad y la justicia, y traerá la paz y como meta la felicidad para la raza humana, Su Trono estará en Jerusalén, pero Su Reino será no solamente sobre el pueblo hebreo, sino sobre toda las naciones que entrarán a ese Reino del Mesías.
Ahora, Él está creando una nueva raza con Vida eterna los cuales obtienen la imagen divina primero, están siendo creados a imagen y semejanza de Dios; y por cuanto la imagen y semejanza de Dios es Cristo, estarán siendo creados iguales a Cristo con el nuevo nacimiento donde reciben el Espíritu de Cristo, obtienen la imagen divina, un cuerpo angelical llamado: el ángel de la persona, y luego recibirán un cuerpo físico glorificado; si murieron resucitarán en cuerpos eternos y glorificados, y jóvenes para toda la eternidad; pero si están vivos en ese tiempo que ocurre la resurrección, serán transformados y entonces tendrán esa semejanza fisca, eterna, inmortal, glorificada, como el cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador, y entonces todos estaremos a imagen y semejanza de Dios, o sea, todos estaremos como Jesucristo nuestro Salvador en quien está Dios y estará eternamente.
Y ahora, hemos visto que a través de los siglos se ha estado predicando el Evangelio de Cristo conforme a como Él dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Y así se ha estado haciendo y millones de seres humanos han estado escuchando. Y recuerden que dice el mismo Cristo que “el que es de Dios oye la Voz de Dios, el Evangelio de Cristo.” Y Él dice: “Mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen, y yo las conozco; y yo les doy Vida eterna.”
La única forma de obtener la Vida eterna es a través de Cristo recibiéndolo como único y suficiente Salvador, al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo; y así se entra al Programa Divino, se recibe luego de ser bautizados en agua en Su Nombre, se recibe el Espíritu de Cristo, se obtiene el nuevo nacimiento; y si muere la persona será resucitada en el Día Postrero, pues Cristo mismo lo prometió en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40. “Y esta es la voluntad que me envió, que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el Día postrero.” Esa es una promesa de Cristo.
Y ahora, en el Programa Divino los creyentes en Cristo ya nacidos de nuevo, han obtenido la imagen de Dios, han obtenido el cuerpo angelical, pero ahora les falta el cuerpo físico, glorificado, la semejanza física de Dios. Y la semejanza física de Dios es Cristo en Su cuerpo físico, glorificado, el cual es eterno ese cuerpo y el cual es joven para toda la eternidad, un cuerpo así es el que nosotros necesitamos, y esa es la semejanza física de Dios, y esa semejanza física así será la semejanza física que Dios le va a dar a todos los creyentes en Cristo.
Y ahora, ¿cuándo será eso? Cuando se complete la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero, porque será en el Día Postrero en que Cristo resucitará los muertos creyentes en Él, pues es en ese tiempo en que Él llevará esa resurrección de los creyentes que partieron y la transformación de los que estén vivos en ese tiempo.
Y ahora, ¿dónde nos encontramos ya que Él dijo que será en el Día Postrero? ¿Qué son los días postreros? ¿Y qué es o cuál es el Día Postrero? En los días de Jesús se estaba viviendo en los días Postreros ya, en Hebreos, capítulo 1, versos 1 al 3, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
¿Ven? El heredero de todo, de toda la Creación es Jesucristo, y por medio de Jesucristo fue que Dios creó todas las cosas, por medio del cual creó Él todas las cosas, hizo todas las cosas.
Y ahora, los días Postreros comenzaron en el tiempo de Jesús cuando tenía de tres a siete años de edad, ¿y qué son entonces los días postreros, ya que San Pablo habla de que en aquel tiempo en que Jesús estaba en la Tierra ya eran los días Postreros, y Pedro el Día de Pentecostés en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 14 en adelante dice también que Dios prometió por medio del profeta Joel enviar, derramar de Su Espíritu Santo sobre toda carne en los días postreros y ya estaba derramando de Su Espíritu el Día de Pentecostés sobre toda carne, a toda persona que lo recibía como Salvador? Delante de Dios, dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, un día delante de Dios es como mil años y mil años como un día; y en el Salmo 90, verso 4, también nos habla de lo mismo, o sea, que cuando Dios dice “los días postreros,” son los días postreros delante de Dios que para los seres humanos son los milenios postreros.
Y así como los días postreros de la semana son: jueves, el quinto día; viernes, el sexto día; y sábado, el séptimo día y último día de la semana; los días postreros delante de Dios para los seres humanos son el quinto milenio, el sexto milenio, y séptimo milenio. Tan simple como eso.
Cuando se habla del Día del Señor en la Escritura, recuerden, el Día del Señor no es un día de veinticuatro horas, es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá. De ese día es que nos habla Cristo cuando nos dice: “Yo le resucitaré en el Día Postrero.”
Y ahora, han transcurrido de Cristo hacia acá dos mil años, delante de Dios, dos días; y ya hemos entrado conforme al calendario gregoriano, al tercer milenio de Cristo hacia acá o séptimo milenio de Adán hacia acá; y en palabras más claras hemos entrado al Día Postrero delante de Dios, que es el milenio postrero para los seres humanos, en cual Cristo resucitará a los creyentes en Él, para lo cual tiene que primero completar a Su Iglesia, resucitar a los muertos creyentes en Él, transformar los vivos; y luego de estar una temporada aquí, de treinta a cuarenta días ya transformados, los vivos creyentes en Él y los muertos ya resucitados… recuerden que Cristo cuando resucitó luego estuvo unos cuarenta días apareciendo a Sus discípulos y luego se fue definitivamente al Cielo para sentarse a la diestra de Dios, y allí ha estado como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre por toda persona que lo recibe como único y suficiente Salvador.
Es para el Día Postrero en que los seres humanos creyentes en Cristo hayan partido o estén vivos, recibirán la semejanza física de Dios, la semejanza de Dios, o sea, un cuerpo eterno, joven, glorificado, como el cuerpo glorificado de Dios, que es el cuerpo de Jesucristo que está glorificado; y así el ser humano tendrá la imagen y semejanza de Dios y será como Dios, como Jesucristo. Tendrá un cuerpo físico glorificado y eterno y tendrá un cuerpo angelical eterno también como Dios lo tiene, porque la imagen de Dios es el cuerpo angelical de Dios, el Ángel del Pacto, Jesucristo en Su cuerpo angelical, y la semejanza física de Dios es el cuerpo físico de Jesucristo. Tan simple como eso.
Ahora, hemos visto el personaje tan grande, tan importante que es el Señor Jesucristo. El apóstol Pedro dijo: “Dios lo ha hecho Señor y Cristo.” Y ahora es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, recibirlo como Salvador es el privilegio más grande que tiene una persona y es lo que le da la oportunidad de entrar al Reino de Dios, entrar al Programa de Redención, entrar por consiguiente a la Vida eterna. No hay otra forma de entrar a la Vida eterna, no hay otra forma de recibir la Vida eterna; el mismo Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen, y yo las conozco; y yo les doy Vida eterna.” Para eso Él vino y murió en la Cruz del Calvario y para eso es que se predica el Evangelio; y por esa causa Cristo, el Espíritu Santo en medio de Su Iglesia ha estado hablando por medio de diferentes mensajeros y ha estado llamando Sus ovejas.
Recuerden que Él dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este Redil, las cuales también debo traer y oirán mi Voz y habrá un rebaño y un pastor.” Las ovejas son los que escuchan el Evangelio y reciben a Cristo como Salvador, el Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo.
¿Y el buen pastor quién es? Nuestro amado Señor Jesucristo. Tan simple como eso es el Programa Divino para que hasta los niños lo puedan entender, y lo puedan entender también aquellas personas que nunca han ido a la escuela; escuchando, nazca la fe de Cristo en su alma porque la fe viene por el oír la Palabra, el Evangelio, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para Salvación.
Y ahora, ¿dónde nos encontramos en este tiempo? Nos encontramos en el tiempo en que las últimas ovejas del buen Pastor, Cristo, van a entrar a Su Redil, a Su Iglesia, por medio de escuchar el Evangelio de Cristo siendo predicado, recibirlo como Salvador, ser bautizados en agua en Su Nombre y obtener el nuevo nacimiento, y así es como se entra al Reino de Dios; y cuandos se complete ese número de hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, Cristo terminará Su Obra de Intercesión en el Cielo, se convertirá en el León de la Tribu de Judá, saldrá, hará Su Obra de Reclamo y resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y a los que estemos vivos nos transformará; y después iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, esa gran recepción de las Bodas del Cordero, o sea, que el futuro para los creyentes en Cristo es glorioso. No hay futuro más glorioso que el de los creyentes en Cristo.
Yo le recibí como mi Salvador y por eso la angustia existencial desapareció; esa es la forma para quitar la angustia existencial, porque entonces ya la persona sabe que vino de Dios, del Cielo, de la eternidad para un propósito divino que se estaría llevando aquí en la Tierra, sabe también porqué está en la Tierra, y sabe hacia dónde va, cuál será su futuro eterno, sabe que será en el Reino de Dios con Vida eterna y un cuerpo eterno glorificado igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador; y con tan buenas promesas y buen futuro no hay angustia existencial en el interior de la persona, sabe que su futuro está seguro, sabe que si muere físicamente va al Paraíso y luego regresará en la resurrección, porque el mismo Cristo dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero.”
Y ahora, todos los creyentes en Cristo tienen un futuro glorioso, un futuro de prosperidad, futuro de paz, futuro de felicidad, todo eso está en el Reino del Mesías que va a ser establecido en la Tierra, en el cual yo voy a estar. ¿Y quién más? Pues cada uno de ustedes también. No es solamente para mí, es para todos ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido como Salvador, puede levantar su mano, y como aquí no hay espacio, puede quedar en el lugar donde se encuentra, y haremos una oración por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino.
Toda persona que no lo ha recibido como Salvador y lo desea recibir de todo corazón porque nació la fe de Cristo en su alma, puede levantar su mano como en señal de que lo recibe como Salvador de que quiere que Cristo lo reciba y lo coloque en Su Reino.
Recuerden que “el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (Eso está en San Lucas, capítulo 19, verso 10; y San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14). “Porque no es la voluntad de nuestro Padre que está en el Cielo, que se pierda uno de estos pequeñitos.” No es la voluntad de Dios que nos perdamos, sino que seamos salvos por Cristo nuestro Salvador.
Vamos a estar puestos en pie, vamos a hacer una corta oración y todo aquel que no ha recibido a Cristo y desea que Cristo lo reciba en Su Reino, levante su mano y ahí en su corazón repita esta oración, aunque no la hable en voz alta, repita esta oración que vamos a hacer, con nuestros ojos cerrados:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma; doy testimonio público de mi fe en Ti, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, y reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.
Señor, sálvame, Te lo ruego, Te pido perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento; quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente. Salvame, Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Dejo en estos momentos al doctor Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte, y asistan a la iglesia; si no han sido bautizados, sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y nunca dejen al Señor Jesucristo, Él es nuestra única esperanza, Él es la única esperanza para el ser humano, y Él es la única esperanza para todas las naciones. No hay otro Salvador, solamente hay UNO y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Él es el Salvador del ser humano, como también de todas las naciones, y todas las naciones que han de entrar a Su Reino, tendrán la salvación, vivirán esas naciones como parte del Reino de Cristo, del Reino del Mesías.
Continúen pasando todos una noche feliz llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“DÓNDE NOS ENCONTRAMOS EN EL PROGRAMA DIVINO EN ESTE TIEMPO PRESENTE.”