Los hijos del segundo Adán y la segunda Eva examinando las profecías del tiempo final

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, ministros, sus congregaciones también presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; y a todos ustedes allá en Puerto Rico que están este primer sábado del mes reunidos como siempre lo hacen, el primer sábado del mes. Que Dios les bendiga grandemente y les use grandemente en Su obra en este tiempo final.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al importante proyecto de La gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando al misionero Miguel Bermúdez Marín junto a los ministros y congregaciones en la labor, la obra misionera y evangelística aquí en Colombia y también en todas las demás naciones, pues la meta es que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo lo más pronto posible, para que así Cristo complete Su labor de Sumo Sacerdote en el Cielo, termine esa labor y se levante del Trono del Padre como León de la Tribu de Judá, tome el Título de Propiedad, el Libro de los siete Sellos o sellado con siete Sellos, lo abra en el Cielo y haga Su Obra de Reclamo, y resucite los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y nos transforme a nosotros los que vivimos.

También aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando a AMISRAEL, han estado ustedes viendo las labores que AMISRAEL está llevando a cabo y han podido ver que ha sido un trabajo de éxito en todos los campos, todas las esferas de la sociedad.

Mi cordial saludo al ex-alcalde de Carmen de Apicalá, Tolima, señor Dagoberto Díaz Barreto, que Dios lo bendiga y sea de bendición para todo el pueblo y para toda la República de Colombia; y en los planes de ser Senador, que Dios también lo use en esa labor. Dios le bendiga y le guarde. Políticos creyentes en la Palabra de Dios, son de una bendición para toda la nación, para todo el pueblo.

Aprecio y agradezco mucho también la colaboración de la Policía Nacional que en Cartagena y también aquí en Barranquilla está acompañándonos y también así será en Santa Marta. Aprecio y agradezco mucho ese respaldo, ese apoyo que nos está dando la Policía Nacional.

Y ahora, leemos en Segunda de Pedro, capítulo 1, versos 19 al 21, y dice:

“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;

entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,

porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“LOS HIJOS DEL SEGUNDO ADÁN Y LA SEGUNDA EVA EXAMINANDO (o sea, escudriñando) LAS PROFECÍAS FINALES O LAS PROFECÍAS DEL TIEMPO FINAL.”

Pueden tomar unos momentos de quietud para escuchar las profecías para el tiempo final, y poderlas examinar todos juntos en esta ocasión.

En una ocasión Jesús estuvo hablando en San Juan, capítulo 5 las siguientes palabras. Recuerden que Jesús era un creyente de la Palabra profética, y por eso en una ocasión en el capítulo 5, verso 39, vamos a leer un poco antes, del capítulo 5, hablando de Juan el Bautista, verso 35 en adelante, dice:

“El era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.”

Juan, siendo uno de los mensajeros de parte de Dios enviado para preparale el camino al Señor en Su primera Venida, era una luz; como en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, tenían un candelabro con siete lámparas encendidas que alumbraban, y cada lámpara de ese candelabro, candelabro que representa la Iglesia de Dios del Antiguo Testamento y también la Iglesia del Señor Jesucristo del Nuevo Testamento, cada lámpara es una edad o representa una etapa de la Iglesia, y cada mecha encendida representa al mensajero encendido con el fuego del Espíritu Santo, porque Dios hace a Sus Ángeles espíritu, y a Sus ministros llama de fuego. Hebreos, capítulo 1, verso 5 al 7; y también eso mismo lo encontramos en uno de los Proverbios.

Y ahora, siendo que esto es de esta manera… en el Salmo también 104, verso 4 nos habla de esto de los Ángeles.

Ahora, siendo que esto es de esta manera, Juan el Bautista era la séptima mecha encendida con la luz del Espíritu Santo en el candelero o candelabro, era colocado en esa lámpara que era la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la ley; estaba esa edad siendo alumbrada con la luz del Espíritu Santo a través de Juan el Bautista.

Y por esa causa Juan era una antorcha, una luz que alumbraba en esa etapa que estaba oscura, pero con esa luz se estaba alumbrando todo el Programa de Dios correspondiente a ese tiempo; él estaba dando a conocer cuál era el Programa Divino para ese tiempo, estaba anunciando que en el Programa Divino la profecía era la Venida del Mesías, para lo cual tenía que aparecer un precursor, un profeta preparándole el camino al Señor, preparándole el camino a esa profecía que se vendría a materializar en aquellos días.

Y Juan también era una profecía que estaba siendo cumplida, era el mensajero que Dios enviaría delante del Señor, conforme a Malaquías, capítulo 3. Para poder comprender la profecía para nuestro tiempo, que es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, tenemos también que ver cómo sucedió en el pasado y cómo se tenía que escudriñar la Escritura, la Palabra profética para poder comprender que para ese tiempo tenía que estar en la Tierra el hombre en el cual se cumpliría la promesa del mensajero que Dios enviaría delante de Él, y luego el cumplimiento de la promesa del Mesías, el o al cual le sería preparado el camino por un profeta. Malaquías, capítulo 3 lo decía en el verso 1, donde dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.”

El mismo Jesucristo nos dice hablando de este hombre de Dios, en el capítulo 11, verso 10 en adelante de San Mateo, vean lo que Cristo dice de Juan el Bautista, capítulo 11, verso 10 en adelante:

“Porque éste es de quien está escrito:

He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,

El cual preparará tu camino delante de ti.

De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.”

Y ahora, ¿qué significa esto de que Juan el Bautista es el mayor de entre todos los profetas, “no hay ninguno mayor que Juan de los nacidos de mujer?” Y dice que el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que Juan. Juan el Bautista fue el precursor de la primera Venida del Señor, y por esa causa Cristo lo coloca como el mayor de los hombres nacidos de mujer. Y en otro lugar dice: “Los profetas hasta Juan profetizaron,” verso 13.

“Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.”

¿Y qué de Jesús que era un Profeta mayor que Juan? Es que Juan vino a ser el séptimo mensajero de la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la ley; y en la ley, todos los profetas y la ley, todos los profetas de ese tiempo del antiguo Pacto o del pacto que Dios le dio al pueblo hebreo en el Sinaí, hasta Juan profetizaron. Juan trajo algunas profecías, por ejemplo él dijo: “En medio de nosotros está uno al cual vosotros no conocéis.” Él dijo: “Después de mí viene uno mayor que yo, del cual yo no soy digno de desatar la correa de su calzado.” Él dijo: “El cual es mayor que yo, y es primero que yo.”

¿Y cómo puede ser mayor que Juan, y Jesús decir que Juan, que no hubo ninguno mayor que Juan, más grande que Juan? Y luego Juan decir: “Es mayor que yo y es primero que yo.” Cualquier persona podía decir luego, para no creer que Jesucristo fuera el Mesías, decir: “No puede ser, porque Juan dijo que el que vendría primero que él, era primero que él, y Jesús nació seis meses después que Juan el Bautista.”

Pero Jesucristo dijo en una ocasión: “Abraham vuestro padre, deseó ver mi día, y lo vio, y se gozó.” Y le dicen los judíos: “Aún no tienes cincuenta años ¿y dices que has visto a Abraham?” Y Jesús contesta a ellos diciendo: “Antes que Abraham fuese, yo soy.”

Ahora, vean que no era solamente primero que Juan, sino que antes que Abraham también, primero que Abraham y era antes que Adán también, porque Él es el Verbo que era con Dios y era Dios, Él es el Ángel del Pacto, el Verbo, y aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros; en cuanto al velo de carne encontramos que Juan era primero que Él en cuanto al velo de carne, pero en cuanto al espíritu o cuerpo espiritual o angelical que es el Ángel del Pacto, pues era primero que Juan y era primero que Abraham, y no solamente eso, era primero que Adán y Eva también.

Porque por Él, por medio de Él y por Él Dios creó a través de Cristo, el Ángel del Pacto, creó todas las cosas, los Cielos y la Tierra dice la Escritura; San Pablo lo dice en Hebreos, capítulo 1 y también lo dice el Evangelio según San Juan, capítulo 1 también:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Y ahora, Dios creó el universo por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, por medio del Ángel del Pacto, que es el cuerpo angelical de Dios, y eso es Cristo en Su cuerpo angelical. Por eso es que Jesucristo es la imagen del Dios viviente como nos dice aquí mismo, dice… estoy leyendo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante:

“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.”

Heredó el Nombre de Dios, y también en Colosenses nos dice San Pablo en el capítulo 1, versos 12 en adelante:

“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.

Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.

 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.”

Y ahora vean, Él es antes no solamente de Abraham y no solamente de Juan el Bautista y no solamente de Adán, Él es antes de todas las cosas, Él es antes de toda la creación, porque toda la creación fue hecha en Él, porque en Él fueron creadas todas las cosas, y por consiguiente de Él es que vienen a existencia todas las cosas.

Dios colocó en él todas las cosas y a través de Él Dios creó todas las cosas, ¿cómo podemos entender esto que aparentemente es muy difícil? Por cuanto Cristo hablaba con parábolas, y en esas parábolas estaba la revelación divina de misterios del Cielo, en una ocasión dice allá en San Juan, capítulo 12, verso 24.

“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.”

Y ahora, ¿de qué nos está hablando Cristo en esa parábola? Él siendo el grano de trigo, Él siendo la simiente original, Él siendo el Hijo de Dios, la semilla a través del cual vendría la descendencia de Dios, los hijos e hijas de Dios, encontramos que así como en una planta que usted ve, usted dice. “¿De dónde vino esa planta? ¿Dónde estaba?” Porque usted ve que nace en la Tierra, pero ¿dónde estaba y cómo surgió? Nació, surgió de un grano de trigo que en la tierra murió y la vida de ese grano de trigo comenzó a manifestarse en la forma de una planta de trigo.

Y luego sigue creciendo, pasando por diferentes etapas de su crecimiento, hasta que llega a la etapa de producir fruto, y comienza a producir muchos granos de trigo, ¿dónde estaban esos granos de trigo? Surgen de la planta de trigo, porque en la planta de trigo hay una vida: la vida del grano de trigo, del cual surgió la planta de trigo.

Y ahora, ¿dónde estaba esa planta de trigo con todos esos granos de trigo? Pues estaba en un granito de trigo. Y ahora, Cristo siendo ese grano de trigo, tipificado en ese grano de trigo, en Él estaba la planta de trigo que representa la Iglesia, y en Él estaban los granos de trigo que representan todos los hijos e hijas de Dios que recibirían a Cristo como único y suficiente Salvador, y vendrían a ser los hijos del grano de trigo: Cristo a través de la planta de trigo, a través de Su Iglesia.

Así que podemos ver cómo es que surgen los granos de trigo en la planta de trigo, porque la vida del grano de trigo que fue sembrado en tierra, se ha manifestado en la creación de una planta de trigo, y la creación también de muchos granos de trigo, lo cual representa la Iglesia con muchos hijos e hijas de Dios.

Ningún hijo de Dios nace fuera de la planta de trigo, de la Iglesia del Señor Jesucristo, por eso es que Cristo mandó a predicar el Evangelio a toda criatura, y dijo: “Y todo aquel que creyere, el que creyere y fuere bautizado, será salvo, mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso, no hay que darle mucha vuelta a este asunto.

Esa es la forma en que nacen los hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios: por medio de esta unión de Cristo y Su Iglesia en la cual Cristo se manifiesta de etapa en etapa para llevar a cabo la reproducción de Él, suya; la reproducción de Cristo son hijos e hijas de Dios, porque Él es el Hijo de Dios, somos una reproducción de Cristo, todos los creyentes en Cristo.

Y ahora, hemos visto que Él es la imagen del Dios viviente, o sea, el cuerpo angelical de Dios, llamado el Ángel del Pacto en el Antiguo Testamento, y Él también es la semejanza física de Dios en Su cuerpo físico que nació en Belén de Judea a través de la virgen María.

Y el Programa Divino es que todos seamos a imagen y semejanza de Dios, que todos tengamos un cuerpo angelical, y ese viene a ser el ángel de cada persona. Recuerden que cuando Pedro estuvo preso y lo libertó el Ángel de Dios, y lo colocó en la calle, libre, Pedro se fue a la casa de Juan Marco donde estaban orando por él, y toca a la puerta y una joven llamada Rode va para abrir la puerta y cuando escucha que es Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que se regresa a donde están las demás personas y les dice: “Es Pedro el que está tocando la puerta.” Ellos le dicen: “Rode, estás loca, es su ángel.”

Y estuvo bien que surgiera este inconveniente, esta equivocación, ¿por qué? Porque así ellos dieron a conocer y está registrado en el libro de los Hechos, que cada creyente en Cristo tiene su ángel, su propio ángel; y es lo que comúnmente se conoce en medio de muchos pueblos que personas en algunas ocasiones ven que pasa un familiar o una persona conocida de ellos, y se desaparece frente a ellos, ¿qué dicen? “Esta persona murió o va a morir, porque ya está caminando su espíritu, está en espíritu caminando.”

Y eso mismo estaban pensando los miembros de la Iglesia que estaban allí orando por Pedro: “Es su ángel,” o sea, que Pedro había salido del cuerpo y estaba visitándolos a ellos en esa ocasión.

Cada creyente en Cristo tiene su cuerpo angelical, cuando muere un creyente en Cristo, lo que murió fue su cuerpo físico, pero la persona que es alma viviente todavía tiene un cuerpo, pero de otra dimensión llamado el espíritu de la persona o ángel de la persona, “el Ángel del Señor acampa en derredor de los que le temen y los defiende.”

Y ahora, la persona sigue viviendo en ese cuerpo angelical, va al Paraíso y allí está en un lugar que no hay noche, tampoco hay que madrugar para trabajar, allí no hay trabajo como lo hay acá en la Tierra, porque descansa de sus trabajos o labores terrenales, y tampoco tiene que comer porque el espíritu no necesita comida.

Recuerden que cuando Cristo resucitó, pensaban que era un espíritu, y Él les dice: “¿Tienen algo de comer?” Y entonces comió delante de ellos para mostrar que no era un espíritu. También cuando el reverendo William Branham visitó a los creyentes en Cristo que habían partido correspondientes a su edad, le dicen: “Aquí nosotros no dormimos, no comemos, pero cuando regresemos a la Tierra, entonces comeremos.” Porque van a regresar a la Tierra en cuerpos glorificados, y eso será en la resurrección de todos los creyentes en Cristo que ya han muerto físicamente en tiempos pasados y algunos de los nuestros que también han partido y van a regresar en cuerpos glorificados y podrán comer.

Por lo tanto, nos están advirtiendo que tengamos algo de comer. Así también vamos a tener la misma evidencia que tuvieron los discípulos del Señor Jesucristo cuando Él resucitó y les pidió algo de comer, vean, ellos están hablando en la misma forma que Jesús; ya nos están diciendo que pueden comer, que los podemos invitar para comer cuando sea la hora de comer.

Y ahora, ese tipo de cuerpo angelical es el mismo que Cristo tenía y tiene y tendrá eternamente; antes de venir a la Tierra en un cuerpo de carne, Él tenía ese cuerpo, y ese es el cuerpo angelical de Dios, porque la imagen del Dios viviente es Cristo, el Ángel del Pacto; y la semejanza física de Dios es Cristo en Su cuerpo físico, cuerpo que murió en la Cruz del Calvario, pero que fue resucitado glorificado, así como también nuestro cuerpo si muere, luego va a resucitar glorificado, y si permanecemos vivos hasta ese momento de la resurrección, nuestro cuerpo físico va a ser transformado y entonces será un cuerpo glorificado, inmortal, incorruptible y eterno para siempre, y joven para toda la eternidad.

Ahora, todo eso está en las Escrituras, y es el cumplimiento, y será el cumplimiento de la Palabra profética, porque todo lo que Dios hará, primero lo habla, “y dijo Dios sea la luz, y fue la luz.” ¿Ven? Y a medida que iba hacer alguna cosa, la hablaba; es que Dios por medio del Verbo, el Ángel del Pacto, el cuerpo angelical de Dios, Dios ha estado hablando a creación todas las cosas que Él había pensado crear.

El universo completo fue creado por Dios por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, por medio de ese cuerpo angelical que es la imagen del Dios viviente; por eso es que Cristo decía: “El Padre y yo, una cosa somos.”

Y ahora, podemos ver el misterio que nos dice San Pablo en Colosenses, capítulo 2, misterio que todos debemos conocer, para conocer quién es Jesucristo nuestro Salvador; dice Colosenses, capítulo 2, versos 2 en adelante, dice:

“Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,

en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”

Conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo, es conocer el misterio que estaba en Cristo, en Cristo moró la plenitud de la Divinidad, o sea, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahí tenemos el misterio de Dios el Padre y de Cristo. Cristo no es cualquier persona que nació en este planeta Tierra, el cuerpo de carne que nació a través de la virgen María es la semejanza física de Dios, o sea, el velo de carne donde Dios moró en toda Su plenitud, y seguirá siendo el cuerpo físico de Jesucristo, el cual está glorificado, seguirá siendo el cuerpo físico de Dios, seguirá siendo la semejanza física de Dios, y el cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, fue, es y seguirá siendo eternamente el cuerpo angelical de Dios.

Recuerden que Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” Y creó Dios al hombre a Su imagen, eso es hombre espiritual, hombre en cuerpo espiritual, cuerpo angelical, y después del polvo de la tierra, le formó, le creó un cuerpo de carne, esa es la semejanza física del hombre; y así también encontramos que Dios tenía Su imagen, el cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, el cual apareció en el Antiguo Testamento a diferentes hombres de Dios, y ellos decían que vieron a Dios, y Dios hablaba con ellos a través de ese cuerpo angelical, porque esa es la imagen del Dios viviente.

La Escritura dice, por ejemplo, Jacob, en el capítulo 32, versos 24 al 32 del Génesis, cuando luchó con el Ángel y el Ángel le dijo: “Suéltame que raya el Alba.” Y Jacob le dijo: “No te soltaré, no te dejaré, hasta que me bendigas.” Y el Ángel le pregunta: “¿Cuál es tu nombre?” Y él le dice: “Jacob.” Y le dice el Ángel: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.”

Jacob quiso saber, conocer cuál era el nombre del Ángel y le pregunta, y el Ángel le dice: “¿Por qué preguntas por mi nombre? O sea, yo te pregunte por tu nombre y ahora tú me quieres preguntar a mí por el mío?” Jacob no podía cambiarle el nombre al Ángel, Jacob no podía bendecir al Ángel; era el Ángel el quien podía bendecir a Jacob, cambiarle el nombre a Jacob y librarlo de la muerte a la cual se estaba acercando porque su hermano venía con unos 400 hombres armados con espadas; y como Esaú había dicho que cuando muriera su padre lo iba a matar, porque le robó la bendición de la primogenitura, ahora él dijo: “Ahora está llegando esa hora, está acercándose mi hermano Esaú,” y estaba muy temeroso.

Pero con el encuentro que tuvo con el Ángel se fueron todas las preocupaciones de Jacob, porque ya había sido bendecido y ahora se llamaba: “Israel,” ya no Jacob, tenía un cambio de nombre. Todo ese evento histórico que ocurrió allá, es tipo y figura de lo que va a ocurrir en este tiempo final con el pueblo hebreo, va a tener un encuentro con el Ángel del Pacto, como lo tuvo Jacob.

Y así como se agarró Jacob fuertemente del Ángel, se agarrará el pueblo hebreo del Ángel de Dios que se le va a revelar en este tiempo final y no lo va a soltar. Eso será cumplido en este tiempo final, pues las cosas que fueron escritas para nuestra enseñanza han sido escritas, sabemos que hay profecías que tienen múltiples cumplimientos, un múltiple cumplimiento puede cumplirse una vez, dos veces, tres veces o más.

Siempre va a estar paralelo a lo que sucedió en tiempos pasados y también historias bíblicas se repetirán, habrán eventos paralelos a aquellos, y entonces esos eventos que se estarán realizando, son paralelos a aquellos que se cumplieron en tiempos pasados, y por consiguiente se puede decir: “Esto que está sucediendo, es como sucedió en aquel tiempo.” Eso es lo que Cristo hablaba cuando decía: “Como en los de Noé y como en los días de Lot, será la Venida del Hijo del Hombre.” Tiempos paralelos.

Dios también en la Biblia nos habla de tiempos paralelos cuando nos habla en Isaías, y nos dice que va a ser como en los días de Noé (en el capítulo 54 de Isaías). Un evento que va a ocurrir en nuestro tiempo, va a ser como en el día de Noé, ya vean, el profeta Isaías lo decía, y está relacionado al pueblo hebreo.

Y ahora, si va a ser como en los días de Noé y como en los días de Lot, vean, allá estaba (en el tiempo de Noé) un profeta dispensacional, y la humanidad había llegado al fin, al tiempo del fin; era el tiempo del fin para el mundo antediluviano, Dios iba a destruir la Tierra con un diluvio, iba a destruir la raza humana con un diluvio, y Noé lo sabía, le fue revelado a él, y él lo anunció, pero era algo inconcebible para la raza humana.

Y si decían como dicen en este tiempo la gente: “Todos somos hijos de Dios, y Dios es amor, y Dios no va a destruir la humanidad,” miren, la destruyó allá, solamente quedó Noé y su familia, y los animales que entraron al *arca, los cuales tuvieron más entendimiento que las personas que no creyeron y no entraron al *arca.

Y ahora, Dios ha dicho que va a venir un día ardiente como un horno y todos soberbios serán estopa, y aquel día que vendrá los abrasará, los quemará, ha dicho el Señor,” Malaquías, capítulo 4, verso 1 en adelante: “Mas a los que temen el Nombre del Señor, “a los que temen mi Nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación.” Escudriñando ¿qué? La Palabra profética.

“Hay que escudriñar las Escrituras, porque en ellas os parece que tenéis la Vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí,” dice Cristo; ellas dan testimonio de lo que Dios va a hacer, y por consiguiente da testimonio la Escritura profética, la Palabra de Dios da testimonio del cumplimiento de lo que él prometió. O sea, que cuando se cumple lo que Dios prometió, la Palabra profética se une, se junta a ese cumplimiento, ¿cómo podemos conocer la Obra de Dios? Por medio de la Palabra profética. Si Dios lo prometió, tiene que cumplirse, y si tiene que cumplirse y llegó el tiempo para cumplirse y se está cumpliendo, entonces hay que escudriñar las Escrituras, y entonces tomar la Escritura y juntarla con eso que está ocurriendo y decir: “Esto que está sucediendo, fue esto que está aquí en la Escritura.”

“Escudriñad las Escrituras, porque en ellas os parece que tenéis la Vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mi.” Dieron testimonio también de Juan el Bautista, y el mismo Cristo tomando la Palabra profética, mostró que la Escritura daba testimonio de Juan el Bautista cuando dijo que enviaría Su mensajero delante de Él, el cual le prepararía el camino.

Es importante conocer la Palabra profética entonces para que nadie nos engañe, porque en todos los tiempos han surgido individuos y también grupos, movimientos que dicen que sirven a Dios, que es de Dios, que Dios está cumpliendo cosas en ellos: hay que buscar la Palabra profética y ver si eso está aquí en la Escritura, y ver qué es lo que dice acerca de esas personas y esos movimientos, para juntar la Palabra profética con lo que está pasando, porque puede ser que la Palabra profética que se esté cumpliendo, no sea de bendición. Hay que saber colocar la Palabra profética con los eventos que están sucediendo en el tiempo en que uno está viviendo, porque las profecías son aclaradas por las cosas que ocurren.

Los eventos aclaran las profecías, y las profecías ¿qué hacen? Aclaran los eventos, identifican si es de Dios o no es de Dios, los eventos que ocurren en el planeta Tierra; y también identifican que esos eventos ya estaban profetizados en la Palabra profética, “porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele sus secretos a sus siervos, los profetas.”

En la actualidad decimos: “La ciencia se ha multiplicado y nadie sabía que iba a ser así.” Sí, en el libro del Profeta Daniel dice que la ciencia se aumentaría, se multiplicaría, por lo tanto, ahí está, la Palabra profética dice así; pero San Pablo también dice que las lenguas se van acabar y que la ciencia también se va acabar; o sea, que tendrá un fin.

Y ahora, así como para cada etapa del Cristianismo, como fue cada etapa de la Iglesia hebrea bajo la ley, se han estado cumpliendo las profecías, la Palabra profética la cual no fue traída por voluntad humana, sino por el Espíritu Santo enviado de parte de Dios, o sea, por el Ángel del Pacto, el cual escudriña todo, aun lo escondido de Dios, lo oculto de Dios. Él escudriña, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, nuestros pensamientos, la mente, el corazón, Él conoce toda nuestra vida, y aun Él escudriña, conoce lo escondido de Dios.

Por eso es que es el Espíritu Santo el que trae la revelación divina, el que da a conocer lo que Dios piensa. El pensamiento divino es escudriñado por el Espíritu Santo y traído a conocimiento a la raza humana, la Palabra de Dios es el pensamiento divino expresado por medio del Espíritu Santo para todos los seres humanos.

¿Quiere usted saber cómo piensa Dios? Lea la Biblia, ahí está la forma de Dios pensar, la forma de Dios pensar también en cada dispensación y en cada edad; y como usted ve a través de la Escritura qué Dios piensa para nuestro tiempo y para usted, recuerde: usted debe ajustar su vida y su forma de pensar y de creer a como Dios piensa.

Y ahora, “LOS HIJOS DEL SEGUNDO ADÁN Y LA SEGUNDA EVA (o sea, los hijos del Señor Jesucristo, que es el segundo Adán y los hijos de la Iglesia del Señor Jesucristo que es la segunda Eva) EXAMINANDO LAS PROFECÍAS FINALES.” Para el tiempo final hay grandes profecías que tienen que ser cumplidas. Él mostró que los días o el día de la Venida del Hijo del Hombre o del día de la manifestación del Hijo del Hombre, será como en los días de Noé, un tiempo paralelo.

Por lo tanto, habrá un profeta dispensacional en este tiempo final como lo hubo en el tiempo de Noé, y ese profeta dispensacional estará predicando el juicio divino como lo predicó Noé, y por consiguiente vendrá con el Evangelio eterno en donde está la predicación de todas estas cosas conforme al Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7 donde aparece un Ángel, o sea, un mensajero con el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la Tierra, a toda nación, pueblo, lengua, a todo ser humano, y dice en su mensaje: “Con gran Voz,” o sea, con un mensaje dispensacional, dice: “Adorad a Dios…” Vamos a leerlo aquí para que tengan el cuadro claro.

Este Ángel mensajero dice, o da su mensaje… dice la Escritura, capítulo 14, verso 6 al 7 del Apocalipsis:

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”

Y ahora vean, este Ángel viene enseñando que adoren a Dios, que le sirvan a Dios, viene diciéndole al pueblo que le den gloria a Dios, y por consiguiente que dejen todo lo que no es de Dios, que dejen la idolatría, que dejen todo sistema religioso que no es de Dios, y adoren a Dios, al Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, y dice en su mensaje:

“…porque la hora de su juicio ha llegado…”

Como decía Noé, que Dios iba a destruir la Tierra con un diluvio, había llegado la hora del juicio divino sobre la raza humana en aquel tiempo, y ellos no creyeron su mensaje, y vino el diluvio y se los llevó a todos, porque ellos no entendieron, y no entendieron y vino el diluvio y se los llevó a todos. Ellos no entendieron el mensaje de Noé, ellos no entendieron que habían llegado al fin de aquella generación.

Así será para el Día Postrero, así será para este tiempo final, que no entenderán, no conocerán que en el Programa Divino la humanidad ha llegado al fin del tiempo, ha llegado al tiempo final, ha llegado al Día Postrero donde el juicio divino ha de caer sobre la raza humana, y eso es lo que dice este mensajero: “La hora de su juicio ha llegado.”

Y también esto concuerda con el capítulo 6 del Apocalipsis, versos 12 en adelante, cuando dice: “Miré cuando abrió el sexto sello…” y recuerden que el sexto sello es el sello del juicio y el sello que está ligado a los dos Olivos, a Moisés y a Elías, este es el sello de la gran tribulación; y este sexto sello, el ministerio es el ministerio de Moisés y Elías, de los dos Olivos, dice:

“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre.”

Habrá un terremoto muy grande cuando se abra ese sexto sello, o sea, cuando comience a cumplirse ese sexto sello en la Tierra, o sea, cuando comience ese ministerio que está ligado al pueblo hebreo, cuando comience el lapso de tiempo de ese sexto sello… vamos a decir: cuando ya esté para comenzar la gran tribulación, habrá un terremoto muy grande; aun para la resurrección de los muertos en Cristo habrá un terremoto muy grande, como fue cuando Cristo resucitó. Ahora, dice:

“…cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;

y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.

Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.

Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;

y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;

porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”

Y ahora vean, aquí dice: “Porque el gran día de su ira ha llegado.” Y en Apocalipsis, capítulo 14 dice: “Porque la hora de su juicio ha llegado.” La hora del juicio divino donde Dios juzgará a este mundo, con terremotos, maremotos, truenos, y todas estos juicios divinos, dice: “La hora de su juicio ha llegado.”

Y aquí la hora de la ira de Dios derramarse sobre la raza humana, ocurre en el sexto sello, capítulo 6, versos 12 en adelante (12 al 17). En ese tiempo ¿quién podrá sostenerse en pie? Será un tiempo como en los días de Noé y como en los días de Lot allá en Sodoma y Gomorra.

Por lo tanto, viene un tiempo, una etapa, un lapso de tiempo de tres años y medio llamado el tiempo de la gran tribulación, el tiempo en que la ira de Dios va a ser derramada sobre el planeta Tierra, que será terrible para la raza humana.

La misma naturaleza que ha sido tan maltratada por el ser humano, va a vomitar los moradores de ella. El problema del medio ambiente, el problema del calentamiento global y todas estas cosas, ya está trayendo graves consecuencias; los problemas del derretimiento de los hielos polares, terremotos, y maremotos y todas esas cosas y volcanes, todo eso está ligado al problema del medio ambiente, el problema del calentamiento global y cada día se irá aumentando ese problema.

Pero todo eso está aquí en la Palabra profética, por lo tanto, será el cumplimiento de la Palabra profética, la cual estamos nosotros examinando, escudriñando en esta ocasión. Como hijos e hijas del segundo Adán y la segunda Eva, estamos examinando las profecías finales, y las profecías finales nos muestran un cuadro muy terrible, muy triste para la raza humana; pero eso no impide para nosotros estar contentos, felices, “porque aunque la tierra tiemble y los montes se traspasen al corazón del mar, no temeré mal alguno, porque el Señor estará con nosotros,” dice uno de los Salmos.

No podemos hacer nada para impedir que la Palabra profética se cumpla, pero sí podemos hacer algo: ser tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que vendrán, todas estas cosas que vendrán durante el tiempo de la gran tribulación y estar en pie delante del Hijo del Hombre, “porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles y entonces dará a cada uno (o pagará a cada uno) conforme a sus obras,” dice el mismo Cristo en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28; y en el capítulo 17 de San Mateo nos muestra el orden de Su Venida.

Cristo glorificado con dos personajes bíblicos, uno a cada lado, que son Moisés y Elías, los dos Olivos. Por lo tanto, los dos Olivos estarán aquí en la Tierra, son los Ángeles del Hijo del Hombre, así como aparecieron tres personajes bíblicos allá en Sodoma, le aparecieron a Lot, pero antes le habían aparecido ¿a quién? A Abraham; a Abraham le aparecieron los tres, a Lot le aparecieron solamente dos: los Arcángeles Gabriel y Miguel, que le dijeron: “Hemos venido, hemos descendido para destruir esta ciudad.” O sea, que esos Ángeles con sus ejércitos obedecen órdenes de Dios, vienen para algunas personas o naciones para bendición, pero también pueden venir para traer el juicio divino, cumplir las profecías del juicio divino que ha de venir sobre pueblos, naciones y lenguas.

Y ahora, examinando las profecías finales podemos ver que ya muchas se han cumplido, hay algunas que están en cumplimiento pleno en nuestro tiempo, y otras están en proceso de cumplimiento, por lo cual Cristo dijo que cuando nosotros veamos suceder, acontecer todas estas cosas que Él dijo, levantemos nuestras cabezas, “erguíos y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.”

Nuestra redención, pues es nuestra transformación, en donde obtendremos la redención física, que será nuestra transformación para obtener el cuerpo eterno, inmortal incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, tan sencillo como eso; y para los muertos en Cristo, pues la resurrección en cuerpos glorificados. Esa es la redención del cuerpo para vivir eternamente en un nuevo cuerpo eterno y joven, igual al cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, en este exámen de las profecías finales, hemos visto que habrá un día ardiente como un horno, como fue en Sodoma y Gomorra; esto lo va a causar no solamente los volcanes al entrar en erupción todos, ellos van a contribuir, pero también una tercera guerra mundial con bombas atómicas, que van alterar todo el ambiente de la naturaleza, afectarán el medio ambiente, pero todo eso va a contribuir para que la Tierra se enderece esos grados que tiene de inclinación, porque para el Reino del Mesías, el Reino milenial, la Tierra va a estar en su posición correcta, derecha, y ahí el clima, la temperatura va a ser muy agradable; los calores fuertes que hay en algunas naciones, ya eso no va a existir en el Reino del Mesías. Y va todo a funcionar mejor que lo que lo que hay en la actualidad, porque “todas las cosas obran para bien para los que aman a Dios,” y para los que son amados por Dios.

Ahora, la ciencia, los políticos y todas estas personas que han visto el daño que el ser humano por medio de la ciencia y todos estos adelantos científicos han afectado la Tierra, y es irreversible, pero el único que le puede dar otra vez, puede traer otra vez la Tierra como era antes del diluvio, es Dios. Lo que es irreversible para el ser humano, para Dios es sencillo.

Miren cómo Dios lo va hacer, trayendo el juicio divino sobre la Tierra, y va haber un tiempo muy difícil para la raza humana: fuego atómico, un diluvio pero no de agua, sino de fuego atómico, fuego volcánico y todas las demás cosas que se convierten en fuego, y por consiguiente miren, todas esas plantas nucleares que hay para la producción de energía eléctrica y también para la producción de bombas atómicas, con una tercera guerra mundial atómica y unos cuantos volcanes en erupción, se pueden romper todas esas plantas y regarse más la radioactividad.

Pero no se preocupen, vamos a estar en la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo en la dimensión divina, y eso también está en la Palabra profética, o sea, que no solamente los juicios divino están en la Palabra profética, sino las bendiciones de Dios, por lo cual estamos en un tiempo muy glorioso para buscar a Dios, y Dios dice que si lo buscamos de todo corazón, lo hallaremos.

Es tiempo que los jóvenes despierten también a la realidad, que los jóvenes se aparten de todos los vicios y busquen a Dios, y que los padres sean buenos amigos de sus hijos y los guíen conforme a la Palabra de Dios para servir a Dios y para ser útiles a su país, y que sepan que hay un futuro glorioso para todos los que aman a Dios y le sirven de todo corazón.

Todo eso está en la Palabra profética, y eso es lo que queremos para nuestros hijos: la bendición prometida en la Palabra profética, la Palabra de Dios. Estamos en el tiempo en que la Palabra profética de la gran Voz de Trompeta de la cual San Pablo habla en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, se haga una realidad. San Pablo dice:

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”

Eso es lo que dice la Palabra profética para los que han servido a Dios y han muerto físicamente: una resurrección en cuerpos inmortales, cuerpos incorruptibles; y para los vivos que sirven a Dios, una transformación, para tener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y joven, igual al cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador.

Eso es Palabra profética la cual estamos examinando como hijos e hijas de Dios del segundo Adán: Cristo, y de la segunda Eva, la Iglesia del Señor Jesucristo. La promesa es que luego que estemos transformados, seremos arrebatados con Cristo para ir a la Cena de las Bodas del Cordero, a la casa de nuestro Padre celestial, y yo estoy esperando ese momento, pues está prometido en la Palabra profética.

Examinando la Palabra profética, como hijos del segundo Adán que es Cristo, y de la segunda Eva que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Recuerden que Cristo dijo: “Examinad, escudriñad las Escrituras, porque en ellas os parece que tenéis la Vida eterna y ellas son las que dan testimonio de mí;” ellas dan testimonio del segundo Adán que es Cristo, y dan testimonio de la segunda Eva que es la Iglesia del Señor Jesucristo, y dan testimonio de los hijos del segundo Adán y de la segunda Eva, o sea, que an testimonio de mí, ¿y de quién más? De cada uno de ustedes también.

Las profecías, la Palabra profética, las Escrituras dan testimonio de todas estas cosas, dan testimonio de las cosas que deben suceder en nuestro tiempo, como dieron testimonio de las cosas que tenían que suceder en tiempos pasados.

Así como Dios enviaba Su Ángel y a través de los profetas hablaba estas cosas, en el Nuevo Testamento Cristo dice: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para daros testimonio de estas cosas en las Iglesias.” ¿De qué cosas? De las cosas que deben suceder, y han estado sucediendo conforme a como el Ángel del Señor Jesucristo por medio de la revelación que Cristo le dio para la Iglesia, conforme a como fue hablado por el Espíritu Santo a las Iglesias, por medio del Ángel del Señor Jesucristo, así ha estado sucediendo todo el tiempo.

El libro del Apocalipsis, es un libro profético que está en símbolos y tenemos que escudriñar, examinar esa Palabra profética que está contenida en el libro del Apocalipsis, pues ahí está contenido en esos símbolos todo lo que sucedería en el tiempo de los apóstoles hacia acá, y estamos viviendo en tiempos que están profetizados en el libro del Apocalipsis y también en las palabras de los apóstoles y palabras del mismo Señor Jesucristo, de Juan el Bautista también, y de los profetas todos del Antiguo Testamento.

Estamos viviendo en tiempos proféticos, estamos viviendo en tiempos en que las profecías bíblicas correspondientes al tiempo final se están cumpliendo, como se cumplieron las correspondientes a otros tiempos.

Hijos e hijas del segundo Adán y de la segunda Eva, adelante siempre examinando las profecías finales o las profecías del tiempo del fin, para que tengan un claro entendimiento del tiempo en que estamos viviendo y de cómo servir a Dios con todo nuestro corazón.

Y que el Dios Creador de los Cielos y de la Tierra les bendiga en el Nombre del Señor Jesucristo, les prospere espiritualmente y materialmente y les use grandemente en Su Reino, en Su Obra en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted.

Vamos a dar la oportunidad, porque recuerden que es importante que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo, los hijos e hijas de Dios, es importante que nazcan los hijos del segundo Adán y de la segunda Eva, ¿en dónde? En la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la casa de Dios.

En la noche o en la tarde estaremos en otra actividad, vamos a ver si el misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín tiene la dirección para… no sé si el lugar, si caben muchas personas en el lugar. El misionero Miguel Bermúdez Marín les va a leer dentro de un momentito la dirección, para que todos los que de *seguro estarán invitados para estar allí.

Vamos a tener al misionero Miguel Bermúdez Marín aquí cerca. Si hay alguna otra persona, puede pasar al frente para orar por usted para que Cristo le reciba en Su Reino. El Señor Jesucristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna,” eso también es Palabra profética, y también Él dice que nuestros nombres están escritos en el Cielo, o sea, en el Libro de la Vida, eso es también Palabra profética.

Por consiguiente estamos en la Palabra profética como ovejas del Padre celestial que hemos sido entregados en las manos de Cristo para que nos busque y nos dé Vida eterna, porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, o sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí, ¿y a quién más? Pues a cada uno de ustedes también.           Estamos en la Palabra profética para ser llamados en este tiempo final y colocados en la casa de Dios, el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador. Dios tiene muchos hijos en esta ciudad de Barranquilla y en todas las ciudades de la República de Colombia, y los está llamando en este tiempo final.

Es un tiempo de llamamiento, de recogimiento de todos los hijos e hijas de Dios, pues el mismo Cristo dijo que vendría un tiempo en que serían llamados los hijos de Dios; han estado siendo llamados de etapa en etapa, de edad, y este es el tiempo para el llamado del Día Postrero, del tiempo final.

Los que están en otras naciones, allá en Puerto Rico y también en el Brasil, en la República Mexicana, en la República de Chile, en la República del Perú, en la República de Paraguay, en la República de Bolivia, la República de Ecuador, la República de Venezuela, la República de Uruguay, la República de Argentina, la República del Salvador, la República de Guatemala, la República de Honduras, la República de Nicaragua, la República de Costa Rica, la República de Panamá, y en todas las repúblicas del Caribe y en Norteamérica, en África y demás naciones, pueden seguir, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues Dios tiene mucho pueblo en todas las naciones y los está llamando en este tiempo final. Es el llamado final de Dios para Su pueblo.

Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración que estaremos haciendo por usted:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el cielo en el cual podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón.

Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El mismo Cristo en una ocasión en que Juan estaba bautizando en el Jordán, fue allá al Jordán, al territorio de Judea, entró a las aguas del río Jordán donde Juan estaba, y cuando Juan lo ve, le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó. Y si a Cristo le convenía cumplir toda justicia siendo bautizado, cuánto más a nosotros. Siendo que es un mandato de Cristo el cual dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Siendo que Él ordenó el bautismo en agua en Su Nombre, ordenó ir por todo el mundo predicando y bautizando en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, entonces siendo que ese mandamiento ha estado siendo cumplido por los apóstoles y por todos los que han recibido a Cristo como Salvador, en el cual cada persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando es sumergido en las aguas bautismales en el Nombre del Señor Jesucristo por el ministro, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida en el Reino de Cristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, conociendo el simbolismo del bautismo en agua, el cual es tipo y figura de lo que ocurre en la vida de la persona, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Cristo nuestro Salvador.

Dejo al ministro aquí presente, al reverendo Emilio para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, y también nos veremos en la actividad de esta tarde en el lugar correspondiente aquí… ¿saben cuál es el sitio? Aquí les vamos a dejar al reverendo Emilio también esta tarea, y que también les dé a conocer cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

“LOS HIJOS DEL SEGUNDO ADÁN Y LA SEGUNDA EVA EXAMINANDO LAS PROFECÍAS DEL TIEMPO FINAL.”

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