Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, ministros y sus congregaciones presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al importante proyecto de La gran Carpa-Catedral en Puerto Rico y también por el respaldo que le están dando al misionero Miguel Bermúdez Marín, que junto a los ministros y sus congregaciones están trabajando en la obra misionera y la obra evangelística en este tiempo final, y esperamos que pronto se complete el número de los hijos e hijas de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador.
También aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando a AMISRAEL. Ustedes han visto las labores que ha estado llevando a cabo y han visto el éxito que se ha estado teniendo, y ustedes son parte de ese trabajo y de ese éxito que se ha estado obteniendo. Así que, adelante también con el respaldo a AMISRAEL.
Para esta ocasión leemos en Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7 un pasaje mesiánico que nos habla del Mesías y de Su Reino, y nos dice de la siguiente manera, capítulo 9, verso 6 al 7 de Isaías:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Este pasaje profético de Isaías nos habla de un tiempo de juicio, de justicia, de paz y de felicidad para el pueblo hebreo y para toda la humanidad. Nos está hablando de un Reino que será universal, un Reino mundial.
En la actualidad la humanidad está dividida y por consiguiente tiene muchos problemas para afrontar las diferentes situaciones tanto del medio ambiente, económicas, políticas, militares y demás situaciones a las cuales se enfrenta la humanidad para luchar y poder sobrevivir en este tiempo final.
Todas las situaciones difíciles por las que pasa la humanidad, influyen unas en las otras; y por consiguiente para la humanidad se está viviendo en un tiempo, muy, pero que muy difícil, y todos estamos de acuerdo que lo que necesitamos es un Reino mundial, universal, con un líder que traiga la justicia social, la justicia para los pueblos como también para los individuos, juicio, conocimiento de la verdad y paz, para poder el ser humano tener la felicidad.
En la Escritura nos habla que vendrá un tiempo en que vendrá un líder, el cual es el deseado de todas las naciones, “y vendrá el deseado de todas las naciones, a quien vosotros deseáis,” dice Malaquías, capítulo 3, verso 1 al 2; y luego en Malaquías, capítulo 4 también nos habla del Trono de David y nos dice que antes que llegue el día grande y terrible del Señor, Dios enviará al profeta Elías para que haga una labor, Dios hacer una labor, por medio de él.
Él estará siendo el instrumento del Programa Divino correspondiente a este tiempo final, y para conocer su ministerio entonces miramos hacia la historia bíblica en donde aparece la historia de Elías y su ministerio repitiéndose en otras ocasiones.
Lo que sucedió en Elías Tisbita, luego ese ministerio se repitió en Eliseo y luego se repitió en Juan el Bautista, y en el siglo XX, siglo pasado, se repitió en el reverendo William Branham.
Pero está prometido que se repetirá en este tiempo final en una quinta manifestación del ministerio de Elías, y vendrá juntamente con Moisés, o sea, que el ministerio de Moisés estará nuevamente en la Tierra, un profeta como Moisés, así como también un profeta como Elías.
Todo esto preparará el ambiente, el terreno para la era mesiánica y venida de este Príncipe de Paz, que es el Mesías prometido para el pueblo hebreo, para el Cristianismo y para toda la humanidad. Por eso es el deseado de todos, de todas las naciones, porque todas las naciones desean un líder político que gobierne como está en la Escritura, que el Mesías ha de gobernar y por consiguiente eso solamente lo puede hacer este Príncipe de Paz prometido en Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7.
Ahora, la Venida del Mesías tiene dos partes. La primera parte se cumplió dos mil años atrás en medio del pueblo hebreo en la persona de Jesús, en quien estaba el Ángel del Pacto que le había aparecido a Abraham, a Isaac, a Jacob y también le había aparecido a Moisés y por medio del profeta Moisés libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, y los llevó por el desierto rumbo a la tierra prometida; en el monte Sinaí estableció el pacto de Ley, le dio la ley al pueblo hebreo y luego lo llevó por el desierto rumbo a la tierra prometida por 40 años.
Encontramos por ejemplo estos ciclos de 40 años, no solamente manifestados en el pueblo hebreo en su trayectoria hacia la tierra prometida, sino que también estos ciclos de 40 años los encontramos en Moisés.
Moisés a los 40 años trató de libertar al pueblo hebreo siendo un hombre muy entendido y un militar, pero no pudo porque el que libertaría al pueblo hebreo sería Dios utilizando un hombre, no un hombre por su propia cuenta.
Luego que huir para Madián, donde allá se casó, tuvo familia, vivió como pastor de ovejas por 40 años, estaba muy bien allá, pero por cuanto Dios no cambia su mensajero, y muchos menos un mensajero dispensacional… porque cuando Dios escoge un mensajero no importa los problemas que tenga ese profeta, ese siempre será su profeta mensajero para esa edad o para esa dispensación.
Ahora, Moisés ya cuando transcurren 40 años más de su vida, allá transcurren esos 40 años en Madián, ya tiene 80 años, y ahora, si fue o pareció difícil cuando tenía 40 años que pudiera libertar al pueblo hebreo, mucho más difícil parece ahora teniendo 80 años, o sea, que Dios estaría enviado a un anciano para libertar al pueblo hebreo, pero la edad no es lo importante, lo importante es el ministerio que Dios ha colocado en ese hombre.
Si ese es el elegido de Dios para ese ministerio, tener ese ministerio y Dios realizar esa obra por medio de él, no importa la edad que tenga, ese será el instrumento de Dios. Es como sucedió con Abraham y Sara, Dios le había prometido a Abraham que tendría un hijo por medio de Sara y que ese sería el que heredaría a Abraham, y esa promesa se la hizo teniendo Abraham 75 años y transcurrían los años y no se cumplía esa promesa.
Pero lo que Dios promete, Él lo cumple, no importa el tiempo que pase, Dios sabe en qué tiempo va a cumplir esa promesa. En ese lapso de tiempo, pues la paciencia de la persona o del pueblo se manifiesta, esperando con paciencia el cumplimiento de lo que Dios le prometió, sabiendo que Dios es fiel y verdadero para cumplir Su Palabra; o sea, que ese tiempo es tiempo muy bueno y de prueba en lo que se cumple lo prometido.
Y ahora, es por la fe que se conquista la promesa divina, o sea, manteniéndose la persona creyendo lo que Dios prometió, encontramos que para el tiempo de Moisés, ya de antemano Dios le había dicho a Abraham también que tendría un hijo el cual fue Isaac; transcurría el tiempo y no llegaba el hijo prometido, pero Abraham lo estaba esperando.
Ya con 99 años de edad y Sara con 89 años, le aparece Dios con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel para confirmarle la promesa de que tendrían el hijo que Dios le prometió, y le confirma la promesa diciéndole: “Para el año que viene por este tiempo, tendrás el hijo.” O sea, que iba a nacer al próximo año, y ya Sara con 89 años, cuando naciera el hijo tendría 90 años, y Abraham tendría 100. Lo que aparentemente podía ser imposible, o era imposible para los seres humanos, para Dios no era imposible, porque para Dios no hay nada imposible.
Ahora, ¿qué podemos ver en Abraham y en su edad que tenga que ver con esa demora o aparente demora? Es que Abraham a los 50 años estaba en la etapa del año del jubileo, del año 50, y luego para llegar de nuevo a ese año de jubileo, al año 50, volver a un año 50, tenía que esperar a los 100 años. O sea, que el primer año de jubileo de Abraham fue a los 50 años y el segundo año de jubileo fue a los 100 años. Esto también nos habla del Programa Divino, porque es para este tiempo final que se llega al año del jubileo para la liberación de todos los hijos e hijas de Dios conforme a lo representado o tipificado en Levítico, capítulo 25, versos 8 al 13.
Ese año del jubileo y liberación de todos los esclavos, cada uno volviendo a su heredad y a su familia, representa a todos los hijos e hijas de Dios físicamente regresando a su casa, a su familia celestial, a su hogar y regresando a su herencia, a la Vida eterna en la forma física, con un cuerpo físico, eterno, inmortal y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Ahora, hay personas que piensan: “Han transcurrido ya dos mil años de Cristo hacia acá, y todavía se está predicando que Cristo es el Salvador, que Cristo viene, que Cristo va a resucitar a los muertos creyentes en Él y a los vivos los va a transformar.” La Iglesia del Señor Jesucristo ha tenido paciencia, ha estado esperando el cumplimiento de esa promesa y todavía está esperando el cumplimiento de esa promesa, y se va a realizar en este tiempo final, no sabemos en qué año, pero se va a realizar, y yo espero estar todavía viviendo en esta Tierra, no importa la edad que tenga en esos días.
Cristo dijo que la resurrección para los creyentes en Él que han partido, Él la llevará a cabo en el Día Postrero , y el Día Postrero delante de Dios es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá; porque de Cristo hacia acá han transcurrido ya dos milenios que delante de Dios solamente son dos días, y es en el tercer milenio de Cristo hacia que se llega al tiempo para la redención del cuerpo que es la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de los que vivimos.
Los días postreros comenzaron dos mil años atrás, para Dios, que son los tres milenios postreros: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio, que son por consiguiente estos dos milenios que ya han transcurrido y el milenio en el cual hemos entrado, y ya llevamos diez años dentro de él conforme al calendario gregoriano.
Si Cristo dijo que Él va a resucitar a los creyentes en él que han muerto, en el Día Postrero los resucitará, pues él lo va a cumplir, ¿y por qué no lo hizo en estos siglos pasados o milenios pasados? Porque ninguno de ellos era el Día Postrero delante de Dios, el único Día Postrero delante de Dios es el este milenio séptimo de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá que ya comenzó conforme al calendario gregoriano.
Y por eso los que viven en este nuevo milenio, tienen que estar con sus cabezas levantadas al Cielo, buscando las cosas celestiales, las cosas de Dios y siendo preparados para recibir a los muertos en Cristo cuando resuciten, o si alguno muere, entonces estar listo para luego ser resucitado y si permanece vivo para ser transformado cuando los muertos en Cristo resuciten glorificados; y entonces, se acabaron los problemas para mí, ¿y para quién más? Para ustedes también. Esa es la forma en que Dios por medio de Cristo resolverá todos nuestros problemas.
Ahora, este Reino o imperio de este Rey o emperador que cubrirá por consiguiente a toda la Tierra porque es un imperio mundial, está prometido en la Escritura como el Príncipe de Paz, Él es el Rey de reyes y Señor de señores, es el Mesías Príncipe este Emperador de paz que desde el Trono de David al cual Él es heredero, y desde el Reino de David que Él restaurará al cual Él es heredero, traerá la paz para Israel, para el Medio Oriente y para toda la humanidad.
En Su Reino, Su imperio, este Rey, este Emperador, traerá todas las bendiciones del Cielo y por eso es el deseado de todas las naciones, y todas las naciones que entrarán a ese Reino a formar parte de ese imperio, serán felices, sus problemas serán resueltos y vivirán en paz unas con otras, e irán a Jerusalén de año en año a celebrar la fiesta de los tabernáculos, de las cabañas, como dice Zacarías, capítulo 14, y también dice que “en aquel día el Señor será uno, y uno Su Nombre, y el Señor será Rey sobre toda la Tierra,” porque Él será el Rey, el Emperador de ese Reino, de ese imperio mundial.
Por eso cuando le apareció al Ángel Gabriel a la virgen María, le dijo que ella iba a tener un niño y que le pusiera por nombre Yeshua que traducido al español es llamado Jesús, y que Dios le daría el Trono de David su Padre, y reinaría… reinará sobre la casa de Jacob para siempre y Su Reino no tendrá fin.
Ahora, podemos ver cómo estas otras Escrituras nos dan más luz de este Emperador o Rey que tendrá un Reino, un Imperio que cubrirá toda la Tierra, fue mostrado también en Daniel, capítulo 2, versos 30 al 45, cuando el rey Nabucodonosor tuvo un sueño, el cual no pudo ser interpretado por los sabios de aquel tiempo y solamente hubo un hombre que podía interpretar ese sueño, y era nada menos que Daniel, el cual era un profeta descendiente de la tribu de Judá, y miembro de la realeza, era un príncipe. Y este profeta interpretaba sueños, era una persona muy sabia, aunque era joven, y no había nada que se pudiera esconder de su conocimiento, de su sabiduría.
Ahora, este sueño era un sueño político, porque el rey era un político que estaba interesado en saber qué sucedería con su reino, y este sueño lo había perturbado mucho, estaba muy preocupado, él sabía que ese sueño significaba algo, y que estaba ligado a su imperio, a su reino en cierta forma.
El sueño fue el siguiente: una estatua gigante con una cabeza de oro, los pechos y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro, y los pies de hierro y de barro cocido; y él sabía que eso significaba algo, tenía un significado, y era un significado político.
Si todos los políticos se preocuparan como Nabucodonosor y pidieran a Dios que los guiara y les mostrara estas cosas que han de suceder, tendríamos unos gobiernos temerosos de Dios que guiaran al pueblo en el temor de Dios.
Ahora, Nabucodonosor llama a los magos, astrólogos, encantadores, caldeos, a todas esas personas que eran espirituales, recuerden que esas personas son personas espirituales con sus diferentes líneas de pensamiento y conocimiento.
Y les cuenta el sueño y ninguno podía interpretar ese sueño, y como ninguno podía interpretarlo, la orden del rey, el decreto del rey, porque el rey no dependía de que su corte los condenara a esas personas, sino que por decreto del rey, el mismo rey era juez, él condenó a todos los sabios a la pena capital: la muerte.
Pero todavía tenían un lapso de tiempo que estaban vivos y le llega la noticia a Daniel de que van a matar a todos los sabios del reino, y vean aquí cómo los amenaza el rey; en el verso 5, dice:
“Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto lo olvidé (para colmo se le había olvidado el sueño); si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares.”
O sea, que era a la fuerza, a la brava que él quería la interpretación, no solamente la interpretación sino que le dijeran cuál fue el sueño que había soñado:
“Y si me mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación.
Respondieron por segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y le mostraremos la interpretación.
El rey respondió y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido (se me olvidó).
Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa (o sea, les dice: ‘ustedes están preparando una respuesta mentirosa, se están inventando algo’)…
…Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo. Decidme, pues, el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación (porque si no le podían decir cuál fue el sueño, mucho menos cuál es la interpretación).
Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo (o sea, nunca la preguntó cuál era el sueño y cuál era la interpretación de ese sueño).
Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.
Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia.
Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos (porque ellos también eran sabios).
Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia.
Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había.
Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.
Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros (o sea, a Sadrac, Mesac y Abed-nego que eran sus compañeros que habían sido traídos de la tribu de Judá).”
Y ahora, dice:
“Para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.
Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.”
Y ahora, Daniel, Dios le muestra en visión de noche el misterio, le muestra la estatua que había visto Nabucodonosor en sueño, y también le muestra el significado, su interpretación:
“Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.
El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.
El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.
A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.
Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia (o sea, el que libró a los sabios de Babilonia de la muerte, fue Daniel); llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación.
Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación.
Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación?
Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey.
Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días (vean, en los postreros días). He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama:
Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser.
Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.
Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.
La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce;
sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.
Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.”
La piedrecita o piedra que fue cortada del monte hirió a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, es la Venida del Mesías en el Día Postrero, y crecerá esa piedra a tal grado que formará un monte grande que llenará toda la Tierra (monte representa, tipifica reino); el Reino del Mesías crecerá y por consiguiente al ser hecho un gran monte, un gran reino que llenará toda la Tierra, será el Imperio del Mesías, será el Imperio del Emperador más grande, más importante que ha gobernado sobre este planeta Tierra, y ese es nada menos que el Señor, nuestro Salvador, el heredero al Trono de David y Reino de David.
Ahora, este misterio aquí contenido tiene dos etapas: en la primera Venida esa etapa se cumplió en las piernas de hierro que era el imperio romano, porque esa estatua con esas diferentes clases de materiales, representa el reino de los gentiles pasando por diferentes etapas.
La cabeza de oro representa al rey Nabucodonosor con su reino babilónico. Luego el pecho y los brazos de plata representa el imperio medo-persa. Luego el vientre y los muslos de bronce, representa el imperio griego, el imperio de Grecia con Alejandro el Grande, luego las piernas de hierro que es el imperio romano que estaba en los días de Jesucristo. Cuando tenía su ministerio ese imperio era o esa estatua estaba en las piernas de hierro, etapa de hierro que era el imperio romano, y ese imperio con su ejército fue el que crucificó a Cristo, el imperio romano con los soldados romanos por orden de Pilato.
Y ahora, luego de ese imperio de los césares, pasa a la etapa, a los pies de hierro y de barro cocido que permanece hasta este tiempo final, hasta este tiempo estamos viviendo en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido luego que el imperio político romano dejó de existir.
Es en el tiempo de los pies de hierro y de barro cocido que la segunda parte de la Venida del Señor se llevará a cabo, llamada la segunda Venida de Cristo, el cual ya no vendrá como un Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo, no vendrá para morir, sino que vendrá como el León de la Tribu de Judá, no como Cordero sino como León y como Rey de reyes y Señor de señores.
Y Él vendrá para reclamar Su Reino, Su Trono, Su pueblo y establecer Su Reino que será el Reino de Dios en la Tierra, lo cual será la restauración del Reino de David y el Trono de David será el Trono del Mesías, y ese será el Emperador de paz sentado en el Trono de David con el Reino de David restaurado; Reino que crecerá, Reino que se extenderá y cubrirá toda la Tierra, porque todas las naciones que vivirán en el tiempo del Reino del Mesías, estarán en ese Reino del Mesías, o sea, se unirán al Reino del Mesías, estarán esas, todas las naciones bajo la corona del Mesías. Tan simple como eso.
Y la paz estará en todas las naciones, ya no ensayarán más para la guerra, no habrá más ejercicios militares, las armas de guerras o de guerra serán tornadas en herramientas de trabajo, y la bendición divina cubrirá la Tierra, cubrirá ese Reino, será el Reino prometido, el cual trae la paz a Israel, al Medio Oriente y a toda la humanidad, y por consiguiente la felicidad.
Y ese Reino será para siempre, no será dejado para otro, el Reino de los gentiles finaliza en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, etapa en la cual se encuentra desde hace muchos años y está llegando al final esa etapa.
Todavía quedan residuos de los imperios anteriores o reinos anteriores como el de Nabucodonosor. Babilonia, pues es Irak, Persia es Irán, y todavía también Grecia tiene el mismo nombre, Roma también tiene el mismo nombre, y así por el estilo.
Ahora, nosotros estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, donde el Emperador del Reino de Dios que será establecido en la Tierra llamado también el Reino de David, estará viniendo para establecer Su Reino.
Por eso es que Cristo dijo en San Mateo, capítulo 6, verso 10 que orando nosotros pidamos la venida del Reino de Dios, en el Padre nuestro al enseñarlo a sus discípulos, cuando les dice: “Vosotros oraréis así: Padre nuestro que están en los Cielos, santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo también en la Tierra.” Y así sigue enseñando a Sus discípulos a orar.
La venida del Reino de Dios, del cual habla Cristo, será la restauración del Reino de David que está prometida en Ezequiel, capítulo 37, versos 15 al 29, en donde Dios llamará y juntará las tribus perdidas que son las tribus del Norte, las diez tribus perdidas, y las juntará con las tribus del Sur que son la tribu de Judá y la tribu de Benjamín, para unificar ese Reino, ese pueblo, y restaurará el Reino de David.
Y el Hijo de David, el Mesías Príncipe, será el instrumento para la restauración de ese Reino, y se sentará sobre el Trono de David, y gobernará, reinará sobre Su pueblo Israel y sobre todas las naciones, y Su Reino será para siempre.
Ahora, el misterio grande para el Día Postrero es esta parte de la Venida del Señor: la segunda Venida de Cristo. Ese es el misterio más grande de toda la Biblia, de ese misterio es que Cristo dijo que ni los Ángeles en el Cielo conocían cuándo sería el día y la hora, y el mismo Cristo dijo: “Ni el Hijo tampoco sabe (o sea, Cristo),” cuando estuvo en la Tierra, antes de morir Él no sabía, pero luego que murió, resucitó glorificado, ya de ahí en adelante si sabía cuándo sería el tiempo.
Y ahora, este Rey, este Emperador que tendrá este imperio, este Reino, es el Mesías Príncipe que está prometido para venir a Su Iglesia y para venir al pueblo hebreo, es el deseado de todas las naciones y de todos los seres humanos, porque todos desean un Rey como este que está prometido que tome las riendas de este mundo y traiga la justicia, la paz y la humanidad tenga la felicidad.
Ahora, recuerden que está el Reino de Dios en la esfera espiritual, y también en la esfera física; en la esfera espiritual el Reino de Dios fue dado a la Iglesia del Señor Jesucristo, y comenzó a producir el fruto del Reino de Dios y a traer el fruto: hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios entrando a esa esfera espiritual.
Por eso del dice Cristo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios,” entrar al Reino de Dios es la meta que todo ser humano tiene, porque todos quieren vivir eternamente.
Por medio de la predicación del Evangelio de Cristo nace la fe de Cristo en el alma de las personas, porque la fe viene por el oír, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación, y se le da la oportunidad a las personas que den testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como único y suficiente Salvador, y luego son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo los ha perdonado y con Su Sangre los ha limpiado de todo pecado, y luego los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y se ha cumplido en ellos el nuevo nacimiento del Agua, o sea, del Evangelio de Cristo, y del Espíritu.
Nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, y nacer del Espíritu, es nacer del Espíritu Santo, y así es como se nace en el Reino de Dios, se entra a ese Reino de paz y por consiguiente el ser humano nacido de nuevo, tiene paz acá en su alma, y Cristo está reinando en Su corazón, el Reino de Dios está acá establecido, Él está sentado en el Trono en el alma, en el corazón de cada persona.
Recuerden que en el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó el rey Salomón, los cuales son tipo y figura del Templo celestial y también tipo y figura del ser humano, porque el ser humano así como el tabernáculo y el templo que construyó Salomón y el tabernáculo que construyó Moisés tienen atrio, lugar santo y lugar santísimo, el ser humano también por cuanto es un templo espiritual, un templo humano, recuerden a Jesús diciendo: “Destruyan este templo y yo en tres días lo levantaré.” (San Juan, capítulo 2, versos 17 al 22).
Y las personas pensaban que Él estaba hablando del templo de piedras que estaba allí, pero la Escritura dice: “Pero El estaba hablando de Su templo.” Es que el ser humano es un templo para Dios, para Dios morar dentro del ser humano, y por consiguiente tiene atrio, Lugar Santo y Lugar Santísimo, por eso el ser humano es trino: alma, espíritu y cuerpo.
El atrio del ser humano como templo para Dios, es su cuerpo físico, el Lugar Santo es su espíritu, y el Lugar Santísimo es su alma llamada tipológicamente como el corazón, por eso se dice: “Dale tu corazón a Cristo,” o sea, dale tu alma, y es en el alma, en el corazón de la persona que mora Dios, que mora Cristo y que reina Cristo desde el alma, desde el corazón de la persona, gobierna, reina sobre toda la vida de la persona.
“Hagase Tu voluntad como en el Cielo, también en la Tierra,” ahora, en el Reino literal será literalmente sobre naciones, pueblos y lenguas, pero en la Dispensación de la Gracia está en la esfera espiritual y por consiguiente está reinando en la vida del ser humano, y por eso es una etapa espiritual.
Cuando venga la etapa física el Señor estará en el Trono de David, habrá un Reino literal en la Tierra y se hará la voluntad de Dios como en el Cielo aquí en la Tierra, porque ese Reino será y gobernará con vara de hierro, o sea, que no será un Reino que podrán traerle problemas al Rey y Su Reino.
Y todos desearán servir a Dios, servir al Rey, servir a ese Reino conforme a las leyes de ese Reino. Las guerras se acabarán, los problemas quedarán resueltos, la contaminación ambiental se acabará también; o sea, vean cómo es que Dios va a resolver todos los problemas que el ser humano ha causado en el planeta Tierra.
Para que tengan un cuadro claro de lo que va a ser y cómo lo va hacer, está en Apocalipsis, capítulo 11 para tener un cuadro más claro del porqué estarán sucediendo estas cosas, capítulo 11, versos 15 en adelante del Apocalipsis, dice:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.”
Cuando se suene la séptima Trompeta, el séptimo ángel, ahí en el Cielo se escucha esta Voz.
“Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos…”
Los veinticuatro ancianos que están allá en el cielo sentado sen veinticuatro tronos, pues son los doce patriarcas hijos de Jacob y los doce apóstoles del Señor. Judas Iscariote perdió la bendición del trono, pero entonces la recibió esa bendición otro apóstol, están sentados en doce tronos, por lo cual son reyes, tienen coronas también. Sigue diciendo:
“…se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.
Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.”
Ahí está la sentencia para los que destruyen la Tierra con todos los mecanismos que han usado para destruir la Tierra, y para no especificar mucho, ahí lo dejamos:
“Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.”
Y ahora, el Templo celestial allá en la Jerusalén celestial, es abierto y se escucha todo esto que fue visto acá, se ve el arca del Pacto, relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo, o sea, el Trono de Dios en el Cielo, el Trono de Intercesión, se convierte en un trono de juicio, y ya Dios estará como Juez, porque Cristo es al cual Dios ha colocado como Juez de los vivos y de los muertos, y ahí es donde Cristo cambia de Cordero a León, de sumo sacerdote a Rey y Juez de toda la Tierra, y entonces desde el Trono celestial salen los juicios siendo hablados sobre y para los moradores de la Tierra.
Un gran terremoto ocurrirá cuando eso ocurra en el Cielo: ocurrirá en la Tierra, relámpagos, voces, truenos y un terremoto y grande granizo. Todo eso está en la profecía bíblica para ser cumplido en este tiempo final. Por eso es que en la Escritura nos dice que Dios estuvo hablando con Job, y le dice: “¿Conoces tú los secretos, el misterio y los secretos de la niebla y del granizo que yo tengo preparado para el día de la ira?”
Y ahora, vean del Trono saliendo relámpagos, voces, un terremoto y grande granizo, mucho granizo cayendo, todo eso nos habla del juicio divino que ha de venir sobre la raza humana en el tiempo del juicio que es el tiempo llamado de la gran tribulación, que cubre los últimos tres años y medio de la semana número setenta de la profecía del libro del profeta Daniel, porque los primeros tres años y medio de esa semana número setenta los cumplió Cristo en Su primera Venida, el Mesías.
Y ahora, podemos ver lo que le espera a este planeta Tierra y por consiguiente a sus habitantes, pero para los creyentes en Cristo está la promesa que en el Día Postrero que es el séptimo milenio de Adán hacia acá, Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y a los vivos los transformará, eso es la adopción del cuerpo, la redención del cuerpo para ser a imagen y semejanza de Cristo, ser personas con cuerpos eternos, glorificados y jóvenes como nuestro amado Señor Jesucristo.
Recuerden que a todo lo que Cristo es heredero, también los creyentes en Él son herederos, porque “somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro,” dice San Pablo en Romanos, capítulo 8, verso 14 al 31.
Y ahora, para este tiempo final con la predicación del Evangelio del Reino se llevará a cabo la introducción del Reino en este planeta Tierra, y Dios cumplirá todo lo relacionado a la introducción del Reino de Dios en la Tierra, al establecimiento del Reino de Dios en la Tierra y a todas las demás cosas que tienen que llevarse a cabo para que el Reino de Dios se establezca en la Tierra y se haga la voluntad de Dios como en el Cielo, también en la Tierra; y el Mesías Príncipe se sentará sobre el Trono de David.
Ahora, podemos ver que estamos en un tiempo muy, pero que muy glorioso en el cual Cristo está completando Su Iglesia, completando Su rebaño; él tipificó a todos los que creerían en Él que serían los hijos e hijas de Dios, los tipificó, los representó en ovejas, y Su Iglesia la tipificó en un redil, y el pastor, el buen Pastor de ese rebaño que es Cristo, vean, el Rey fue tipificado en un pastor bueno, en un buen Pastor.
Su Iglesia es el redil de las ovejas, la puerta para entrar al redil de las ovejas es Cristo: “Yo soy la puerta, el que por mí entrare, será salvo, y entrará y hallará pastos.” (San Juan, capítulo 10, verso 9).
Así que podemos ver como en forma tan sencilla Cristo con sus parábolas y también Dios revelándole, mostrándole al rey Nabucodonosor y luego al profeta Daniel, le muestra todas estas cosas que estarán aconteciendo en este tiempo final, y le muestra la trayectoria del reino de los gentiles; y ya el reino de los gentiles está en última etapa, los pies de hierro y de barro cocido, y no puede pasar a otra etapa. Y si hay otra etapa, será la etapa de polvo, será la etapa en que serán como las eras del verano que el viento se las lleva, o sea, la etapa por la cual pasará el reino de los gentiles es la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, la etapa por la cual pasará, la última etapa de los pies de hierro y de barro cocido, es su destrucción.
En las piernas de hierro el imperio romano mató a Cristo, pero ahora viene el día de venganza del Dios nuestro, por lo tanto, en el mensaje del Evangelio del Reino del cual Cristo dijo: “Y será predicado este Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.” San Mateo, capítulo 24, verso 14; y en el capítulo 14 del Apocalipsis, verso 6 al 7, nos dice:
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
Y aquí este Ángel (recuerden que Ángel significa mensajero), que viene con el Evangelio eterno, o sea, con el Evangelio del Reino, para predicarlo a los moradores de la Tierra, y si va a predicar a los moradores de la Tierra, ¿dónde tiene que estar? Pues en la Tierra, y tiene que venir a la Tierra con el Evangelio eterno que es el Evangelio del Reino, y en su mensaje estará enseñando a los seres humanos la adoración a Dios, y que le den gloria, le den honra y gloria a Dios, que lo alaben, y les dice: “Porque la hora de su juicio ha llegado.”
En el tiempo en que estemos viendo ese mensajero predicando el Evangelio del Reino, el Evangelio eterno, recuerden, también la hora del juicio divino ha llegado, o sea, el tiempo para el juicio divino ha llegado.
¿Y qué detiene el juicio divino? Que hasta que Cristo complete Su Iglesia, no puede derramarse el juicio divino sobre el planeta Tierra, pero todos estos problemas que estamos viendo de terremotos, maremotos, volcanes en erupción y cosas así, solamente son como en el tiempo de las tormentas que aparecen vientos huracanados pero todavía la tormenta no ha llegado; eso son dolores de parto como le vienen también a la mujer embarazada, pero después es que viene el parto y nace el niño.
El planeta Tierra está con dolores de parto para dar a luz un planeta, un mundo en el cual el Mesías Príncipe establezca Su Reino y gobierne sobre toda la humanidad, o sea, que toda la Tierra va a estarse preparando en esa forma; la Tierra va a ser renovada, pues los volcanes van a estar en erupción, y con la ceniza volcánica y la lava volcánica que rodeará la Tierra se va a renovar el planeta Tierra, y entonces va a ser fértil para sembrar y para vivir en paz también.
Todas estas cosas van a suceder conforme al Programa Divino, y todo va a obrar para bien para el Reino del Mesías y para todos los que sirven a Dios por medio de Cristo.
Y ahora, la señal para el tiempo del fin es la predicación del Evangelio del Reino, “y será predicado este Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.” O sea, que primero estaremos viendo y escuchando la predicación del Evangelio del Reino, que estará predicando el Ángel, el mensajero que viene con el Evangelio eterno, con el Evangelio del Reino. No puede haber mensaje sin mensajero, ni mensajero sin mensaje, y no puede haber un mensajero sin un mensaje si no hay un pueblo para recibirlo.
Este es el tiempo para la bendición más grande que Dios tiene para el Cristianismo, y también para los judíos. Los judíos están esperando la Venida del Mesías, la Iglesia, el Cristianismo también está esperando la Venida del Mesías, la Venida del Señor, y por consiguiente se está esperando la venida del deseado de todas las naciones, la venida del Emperador, del Imperio más grande que haya existido en el planeta, ese será el Imperio, el Reino del Mesías, y Él será el Rey, el Emperador más grande que haya tenido el planeta Tierra, y ese será nuestro Señor.
Para entrar a ese Reino al cual todos queremos entrar y vivir con Él, primero hay que entrar en la esfera espiritual recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador; esas personas tendrán la parte más importante en ese Reino, pues son mencionados en el libro del Apocalipsis como Reyes y Sacerdotes, y también son Jueces porque los santos juzgarán al mundo.
Esas personas forman la Iglesia del Señor Jesucristo que será la emperatriz, la Reina compuesta por todos los creyentes en Cristo, tan sencillo como eso, y el Reino milenial será solamente la luna de miel, la luna de miel de la Reina con el Rey, la luna de miel de la emperatriz con el emperador.
Y luego tenemos una eternidad para estar con Él viviendo, reinando, y de seguro no solamente en este planeta Tierra sino en todo el universo. Recuerden que el Señor es el Verbo que era con Dios y era Dios por medio del cual Dios creó todas las cosas, las creó por medio de Él y para Él.
Por lo tanto, Él le estará dando uso a esos planetas, a todas esas galaxias que durante la noche las vemos y decimos, pensamos: “Quisiera visitar una de ellas,” no se preocupen, espere que tenga el cuerpo glorificado y entonces no habrá limitaciones. Lo importante es entrar al Reino del Mesías en la esfera espiritual, y después entraremos en la esfera física y reinaremos con Cristo por el milenio y por toda la eternidad, y visitaremos todas esas galaxias porque el cuerpo glorificado es interdimensional, y no tiene limitaciones por consiguiente.
La ciencia ha dado su viaje, o sus viajes espaciales comenzando desde la década por ahí del 60, con el viaje a la luna; pero los viajes espaciales son más antiguos que lo que los seres humanos se imaginan.
Miren al profeta Elías, se fue en un carro de fuego, en un platillo volador. Los platillos voladores son los carros de fuego de Dios, los platillos voladores viajan a través del universo sin ningún problema.
Recuerden que Elías fue raptado en un carro de fuego, platillo volador, Ángeles de Dios se lo llevaron. También Jesús cuando resucitó, Ángeles de Dios estaban allí en la cueva, y luego cuando subió al Cielo, Ángeles de Dios vinieron a los apóstoles y les dicen: “¿Qué ustedes están mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros al Cielo, este mismo Jesús volverá como ustedes le habéis visto ir al cielo.”
Vean, los viajes espaciales son más antiguos que el mismo Adán. Carros de fuego se llevarán a los creyentes en Cristo en el rapto o arrebatamiento a la casa de nuestro Padre celestial, y eso es más que ser llevados a una fiesta en una limusina: carros de fuego, pero con cuerpos glorificados. O sea, que la fiesta es grande en el Cielo, ha estado siendo preparada, es la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo en la casa de nuestro Padre celestial, es la fiesta, la Cena, fiesta o recepción de las Bodas del Cordero, recuerden, se llevan a cabo unas bodas de una pareja, de unos novios, y después viene la fiesta, la recepción.
Así es la Cena de las Bodas del Cordero de la cual también Apocalipsis, capítulo 19, versos 9 al 10 dice que son bienaventurados los que son convidados, invitados a la Cena de las Bodas del Cordero.
Al escuchar el Evangelio de Cristo y creer, nacer la fe de Cristo en el alma de la persona y recibir como Salvador, aceptó la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero, recibe el vestido de boda que es el Espíritu Santo, cuerpo angelical, y después recibirá el cuerpo físico glorificado para ir ya completamente vestido para la Cena de las Bodas del Cordero, porque con estos cuerpos mortales no podemos ir allá, tiene que ser con un cuerpo glorificado como el que tiene Jesucristo nuestro Salvador, que no necesitó un avión ni una nave espacial humana hecha por el hombre.
Su cuerpo es interdimensional, por eso entraba a donde estaban los discípulos con las puertas cerradas, Él entraba y ellos decían: “Es un espíritu.” Pero Él les dice: “¿Tienen algo de comer?” le dan un pedazo de pez, de pescado y un pedazo de panal de miel, come delante de ellos para mostrar que no era un espíritu, es un cuerpo glorificado, un cuerpo como el nuestro, pero glorificado, eterno, inmortal, incorruptible que nunca se pone viejo, que siempre está joven, representando de 18 a 21 años de edad.
Recuerden, por eso no lo podían conocer, porque ellos lo habían visto con unos 33 años de edad, y todo lleno de golpes, desfigurado, y ahora ven aquel joven y no pueden comprender, pero era Cristo resucitado, glorificado como él lo había prometido.
Y así va a ser con cada uno de nosotros también. Cuando los muertos en Cristo resuciten, si la persona era un anciano o anciana de 80 años, cuando usted lo vea o la vea, lo que va a ver es una jovencita de 18 a 21 años de edad, y le va a decir: “Yo soy tu abuelita.” ¿Y cómo va a ser una abuelita más joven que la persona? Es que en el cuerpo nuevo todos seremos jóvenes.
Cuando los veamos seremos transformados y seremos todos jóvenes para toda la eternidad, así será en el Reino del Emperador, del Rey, del Imperio más grande que haya existido en el planeta Tierra, el Imperio del Mesías.
Y yo voy a estar en ese Reino, en ese Imperio, y Él dijo que somos Reyes y Sacerdotes y reinaremos con él por el milenio y por toda la eternidad, por lo tanto, yo voy a estar como Rey también allí, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, príncipes y princesas del Reino del Señor, del Reino del Mesías.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio del Señor Jesucristo, el emperador de la paz desde el Trono de David.
Si hay alguna persona que todavía no ha entrado al Reino del Señor, al Reino de Dios en la esfera espiritual, lo puede hacer en estos momentos recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, para lo cual puede pasar acá al frente y oraremos por usted.
Y los que están en otras naciones también pueden pasar al frente donde ustedes ahí se encuentran para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo; y los niños de diez años en adelante, los que están en otras naciones y los que están aquí presentes también pueden venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino. Recuerden que lo más importante es entrar al Reino de Dios:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”
Lo más importante entonces es hacer lo que Cristo dijo: buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, buscamos el Reino de Dios y su justicia recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Las dos Escrituras que les había citado hace algunos segundos, son San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28 donde nos dice que el h vendrá en la gloria de su Padre con sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus obras, y la otra Escritura es San Mateo, capítulo 6, verso 33 que dice: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia.”
Lo más importante es entrar al Reino de Dios, recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, siendo bautizados en agua en Su Nombre y Cristo bautizándonos con Espíritu Santo y Fuego y produciendo en nosotros el nuevo nacimiento, así es como Cristo dice que se entra al Reino de Dios: naciendo del Agua, o sea, del Evangelio de Cristo, y del Espíritu, del Espíritu Santo, así es como entramos al Reino de Dios y formamos parte de ese Reino de Dios.
Dios tiene mucho pueblo aquí en la Ciudad de Santa Marta en todos sus alrededores y en toda la costa y en toda la República de Colombia, y los está llamando en este tiempo final, y también en toda la América Latina, en Norteamérica también, en el África , en China, en Japón, en todos los países Él tiene hijos, y los está llamando en este tiempo final, porque este es el tiempo del llamado final, del llamado de los últimos escogidos de Dios para completar la Iglesia del Señor Jesucristo, y luego Cristo completar Su labor de intercesión en el Cielo, y convertirse en el León de la Tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores, la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. (Apocalipsis, capítulo 22, verso 16).
Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, está sentado en el Trono de Dios, Él es el Rey de reyes y Señor de señores, Él dijo: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra,” es la persona más poderosa porque el que está sentado en el Trono celestial es la persona más poderosa, el Rey de los Cielos y de la Tierra.
Y para nosotros recibirlo como nuestro Salvador, es el privilegio más grande que una persona puede tener, recibir acá en nuestra alma, en nuestro corazón al Rey de los Cielos y de la Tierra. Es el personaje más grande, sin embargo cabe acá, cabe acá en nuestro corazón.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo puede pasar acá al frente para que quede incluido en la oración que estaremos haciendo.
Y los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.
El ser humano hace muchas grandes decisiones en la Tierra, pero hay una que lo coloca en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Hay una sola que coloca en la Vida eterna al ser humano, y esa es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, no hay otra decisión que coloque al ser humano en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, todos tenemos la misma oportunidad y el mismo libre albedrío para hacer esa decisión y recibirlo como único y suficiente Salvador.
Recuerden que la fe nace por el oír la Palabra de Dios, para eso se predica, para que nazca la fe de Cristo en el alma de la persona y crea en Cristo y dé testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador, y la persona al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo sabe que ha nacido la fe de Cristo en su alma, sabe que cree en Cristo y entonces da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador.
Recuerden que recibir a Cristo como Salvador, es un asunto de Vida eterna, recuerden, Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna,” es para recibir la Vida eterna a través de Cristo que lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador.
Es que no hay otra persona que nos pueda dar Vida eterna, solamente hay uno, y Su Nombre es Señor Jesucristo, él tiene la exclusividad de la Vida eterna, y hay que ir al que tiene la exclusividad de la Vida eterna para recibir la Vida eterna.
Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo Jesucristo, el que tiene al Hijo porque lo recibió como Salvador, tiene la vida, la Vida eterna; el que no tiene al Hijo, no tiene a Jesucristo porque no lo ha recibido como Salvador, no tiene la Vida eterna.
La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna, porque hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, hemos creído en Su Nombre como el único Nombre bajo al Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, no hay otro nombre en que podamos ser salvos.
Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Vamos a preguntarle a los que están en las cámaras para saber si ya en las demás naciones están listos. En todas las naciones también han estado conectados con esta actividad y también han estado viniendo a los Pies de Cristo en esta tarde en diferentes naciones.
Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos.
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu primera Venida, y creo en Tu Nombre com el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón.
El agua en el bautismo no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo que ha estado siendo obedecido desde el tiempo de los apóstoles hasta nuestro tiempo.
Aun cuando Juan el Bautista predicaba y bautizaba allá en el Jordán, llegó Jesús, entró a las aguas del Jordán para que Juan lo bautizara, y Juan le dice, Juan el Bautista le dice a Jesús: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces lo bautizó y el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en forma de paloma.
Miren la bendición tan grande que Juan, no quería que Jesús recibiera al no querer bautizarlo. Pero Jesús le dijo: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y si a Cristo le convenía cumplir toda justicia siendo bautizado, cuánto más a nosotros.
La Escritura dice, Pedro predicando el Día de Pentecostés en el libro de los Hechos, capítulo 2, dice de la siguiente manera, a aquel grupo de personas que eran como tres mil personas que escucharon el Evangelio siendo predicado por Pedro lleno del Espíritu Santo, y luego fueron compungidos de corazón y le preguntan a Pedro qué pueden hacer. Vamos a leer la respuesta de Pedro, capítulo 2 del libro de los Hechos, verso 36 en adelante, dice:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
O sea, primero: predicación del Evangelio de Cristo, luego nace la fe de Cristo en el alma de las personas, creen y lo reciben como Salvador y son bautizados en agua en Su Nombre, y luego son bautizados con el Espíritu Santo enviado del Cielo:
“Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo, y el verso 47 dice que luego continuaban alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo, y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser salvos.
¿Ven? Los que han de ser salvos son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, esas son las personas que vivirán eternamente con Cristo en Su Reino, con el Rey de reyes y Señor de señores, con el Rey del Reino más grande que haya habido en la Tierra, o sea, con el Imperio más grande que haya existido en la Tierra, vivirán con el Emperador de ese Imperio que es nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, el bautismo en agua antecede al bautismo del Espíritu Santo, luego el Espíritu Santo, Dios, los bautizará con Espíritu Santo y fuego y producirá en ustedes el nuevo nacimiento.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, resucita o está resucitando levantándose a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Ahí tenemos el simbolismo del bautismo en agua, porque es tipológico, y es un mandamiento del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Imperio, en el Reino del Mesías, en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dejo al ministro, reverendo Carlos Pérez, para que les indique cómo hacer en estos momentos para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y en cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
Que Dios les bendiga y les guarde, y recuerden, nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.
Pasen todos muy buenas tardes.
Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados, y también los que están en otras naciones nos veremos eternamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
“EL SEÑOR JESUCRISTO, EL EMPERADOR DE LA PAZ DESDE EL TRONO DE DAVID.”