Un cambio de nombre

Muy buenas tardes, amables amigos y hermanos ministros y sus congregaciones presentes y también los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Les expreso mis condolencias al pueblo de Chile por el terremoto y las pérdidas de vidas causadas por este terremoto en el país de Chile.

Estamos en un tiempo en que las profecías del Día Postrero se están cumpliendo, y entre las profecías correspondientes al Día Postrero, los terremotos son eventos señalados para el Día Postrero en grande escala; en el tiempo de la resurrección de Cristo hubo también un terremoto cuando la muerte también de Cristo, la resurrección de Cristo y los santos del Antiguo Testamento que con Él resucitaron, vean fue en un tiempo de terremoto.

La resurrección para los muertos en Cristo también será en un tiempo de terremotos, y habrá un gran terremoto en y para la resurrección de los muertos en Cristo. Por lo tanto, en alguno de los terremotos se levantarán los santos del Nuevo Testamento, así como se levantaron los santos del Antiguo Testamento, y dice la Escritura que aparecieron a muchos en la ciudad de Jerusalén, a muchos de sus familiares.

Agradezco y aprecio mucho el respaldo que le están dando al importante proyecto de La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico y también el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística en todas las naciones y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL.

Hoy 28 de febrero se cumplen 47 años de la aparición de los Ángeles, siete Ángeles que le aparecieron al reverendo William Branham en Tucsón, Arizona, y salió en los periódicos y en la revista “Life” o “vida,” como una nube misteriosa en los cielos. 47 años han transcurrido, es esta nube formada por Ángeles enviados por Dios.

Para esta ocasión, ya también el reverendo, doctor Miguel Bermúdez Marín les indicó sobre La Gran Carpa-Catedral Corporation en Puerto Rico, por lo tanto, todos los que tengan que escribir o comunicarse allá, ya pueden buscar en internet el nombre Gran Carpa-Catedral Corp.

Para esta ocasión buscamos en el libro del Apocalipsis que corre… las profecías corren paralelas a las del libro del profeta Daniel, o sea, que el libro del profeta Daniel es el Apocalipsis del Antiguo Testamento, com también lo es el libro del profeta Zacarías, en Apocalipsis, capítulo 3, versos 12 al 13, dice:

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“UN CAMBIO DE NOMBRE.”

A través de la Escritura encontramos que estos cambios de nombre ocurrían en momentos muy importantes en la vida de individuos como Abraham, el cual era Abram, y luego Dios le añadió algunas letras al nombre de Abram, y vino a ser Abraham porque tenía un significado ese nombre recibiendo algunas letras adicionales, porque sería padre de naciones y por eso requería el nombre Abraham (Abra-ham) y luego encontramos también que a Saraí le fueron quitadas algunas letras y vino a ser Sara; en inglés termina con “h” y en español no.

Es que ellos tenían la promesa de un hijo el cual Dios le había prometido y no llegaba, Abraham había pasado por diferentes etapas junto a su esposa, ella era estéril, y Abraham tenía la promesa de ser padre de naciones y no tenía hijos por medio de su esposa.

Pero Dios le había prometido que le daría un heredero por medio de su esposa Sara; ya habían transcurrido muchos años, ya había pasado de los 50 años, de los 65 años, de los 75 años, y Dios le confirma, más adelante, que va a venir el hijo que Él le prometió, va a venir el próximo año, le dice Dios a Abraham: “Por el próximo año por este mismo tiempo del próximo año, tendrás el hijo.” Ahora, establece la fecha en que va a venir el hijo, Abraham tenía en ese tiempo en que le apareció Dios unos 99 años, y Sara 89, tenían una diferencia de 10 años de edad.

Y ahora, una mujer de 89 años pensar que va a tener un niño, en la actualidad eso es algo inconcebible, y para Sara también era inconcebible que ya anciana con 89 años tuviera sus relaciones con su esposo, quedara embarazada y tuviera un hijo; y en su corazón, se rió en su corazón y habló en su corazón esas palabras. Y recuerden que en el Cielo nuestros pensamientos hablan más fuerte que nuestras palabras aquí en la Tierra.

Y ahora, Dios le pregunta a Abraham: “¿Por qué Sara tu esposa, tu mujer se ha reído? ¿Hay acaso alguna cosa imposible para Dios? No la hay.” Y entonces Sara negó porque literalmente, físicamente no se había reído sino en su corazón.

Abraham si lo creyó, y ahora, Abraham va a llegar a los 100 años que viene a ser el segundo año de jubileo de Abraham, el primero fue a los 50 años, y el segundo vendría a ser a los 100 años, y a los 100 años va a recibir ese nuevo año con jubileo, con un hijo. Y recuerden que en la Biblia están los años de jubileo cada 50 años; el año 50 es de jubileo, de una gran fiesta conforme al Programa Divino.

Y ahora, esto nos habla de la primera Venida de Cristo y de la segunda Venida de Cristo, porque la primera Venida de Cristo corresponde al año del jubileo, a lo que el año del jubileo representa, y la segunda Venida de Cristo será en el cumplimiento lo que es el año del jubileo, por eso encontramos que Cristo vino predicando el Evangelio, proclamando el año del jubileo de aquel tiempo, en donde dice la Escritura… vamos a leer en Levítico lo que ocurría el año del jubileo (Levítico, capítulo 25) y entonces veremos que eso lo estaba haciendo Cristo, o sea, se estaba materializando lo que es el año del jubileo. Capítulo 25, versos 8 en adelante, dice:

“Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años.”

Si ustedes notan aquí, aquí se repite pero con años lo que con días se llevaba a cabo desde el día en que se ofrecía a Dios la gavilla mecida hasta el día de pentecostés, eran 49 días y después venía el día 50, el día de pentecostés, porque pentecostés significa “50.”

Y ahora, tenemos aquí un nuevo pentecostés, pero ya no de días, sino de años, un año de pentecostés, allá fue un día de pentecostés.

Y ahora, dice:

“Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra.”

O sea, el día en que se ofrecía a Dios el Sacrificio de Expiación se tocaba la trompeta del año del jubileo, esto ocurría cada 50 años, el año del jubileo:

“Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia.

El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos,

porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis.

En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión.”

Y ahora, en este año del jubileo cumpliéndose en el Día Postrero en medio del Cristianismo, la trompeta final o gran Voz de Trompeta será esa trompeta que proclamará el año del jubileo para cada hijo e hija de Dios regresar a su heredad, a su herencia, o sea, para recibir la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

En medio del Cristianismo en esa forma será que va a estar cumpliéndose; por eso se habla acerca de la resurrección de los muertos en Cristo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, y dice que será a la final trompeta.

Vamos a leerlo porque para el Cristianismo, o sea, en medio del Cristianismo se materializará este año del jubileo en esa forma. Primera de Corintios, capítulo 15, versos 51 en adelante dice:

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”

También nos habla San Pablo conocedor de este misterio, por eso dice que es un misterio: “He aquí os digo un misterio.” Y ahora en Primera de Tesalonicenses también nos habla en el capítulo 4, versos 13 en adelante de este misterio, y dice:

“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.

Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”

Son palabras de consuelo las palabras de San Pablo hablándonos de esa trompeta final, de esa gran trompeta que será tocada en el Día Postrero para la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Ahora, recuerden que será el mismo Señor el que llevará a cabo esta obra, el mismo Señor vendrá llevando a cabo esta labor. Por eso es que San Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21 hablándonos de este misterio, nos dice:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

¿Para qué el Cristianismo por dos mil años ha estado esperando la Venida del Señor? Para la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

La Venida del Señor es lo más importante para la Iglesia del Señor Jesucristo; no hay esperanza para este mundo, solamente hay una, y es la Venida del Señor para el Día Postrero. Recuerden que Cristo dijo hablando acerca de la resurrección de los creyentes en Él que morirían físicamente, que Él los resucitará.

Ahora, ¿cuándo? ¿Para qué tiempo? Encontramos que desde los días de los apóstoles se ha estado predicando la segunda Venida de Cristo, y el Cristianismo ha estado esperando la Segunda Venida de Cristo y los burladores han dicho: “Llevan años, miles de años predicando la segunda Venida de Cristo y no ha venido.”

Es que las personas no entienden, una: lo que es la Venida del Señor, no entienden para qué tiempo está señalada la Venida del Señor, y no entienden para qué Él ha de venir. Él ha de venir para la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que vivimos. Por eso el Cristianismo ha estado esperando la Venida del Señor.

Ahora veamos, en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, dice Cristo:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

¿Para qué tiempo dice Cristo que va a resucitar a los creyentes en Él que han muerto? En y para el Día Postrero. Veamos dos lugares más, el verso 44 de este mismo capítulo 6 de San Juan dice:

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Ya llevamos ahí tres veces en que Cristo habla del Día Postrero. Vemos ahora, veamos ahora el verso 54 de este mismo capítulo 6 de San Juan:

“El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Cuatro veces en este capítulo 6 nos habla Cristo de la resurrección para el Día Postrero, y esto lo entendían bien los mismos discípulos y creyentes seguidores de Cristo. Cuando Cristo fue a resucitar a Lázaro, Él le dice a Sus discípulos: “Nuestro amigo Lázaro, duerme,” y ellos le dicen: “Si duerme está bien,” pero ellos no entendieron que les estaba hablando de que había muerto. Es que para Dios los creyentes en Cristo no mueren sino que duermen, porque ellos tienen Vida eterna, lo que murió solamente su cuerpo físico; y Cristo resucitará los creyentes en Él.

Ahora, Cristo le habla más claramente a Sus discípulos: “Lázaro nuestro amigo, ha muerto, y voy a despertarlo,” les había dicho: “Lázaro duerme, y voy a despertarlo, a resucitarlo.” y ahora, Él no fue cuando le dijeron que estaba enfermo, y ahora cuando ya murió, va a donde está Lázaro, y cuando llega, en el capítulo 11 de San Juan, versos 20 en adelante dice:

“Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.

Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.”

Pero ella no sabía que lo que Cristo iba a pedir era la resurrección de Lázaro. Es que Lázaro es tipo y figura de todos los creyentes en Cristo que han muerto, los cuales Cristo va a resucitar en el Día Postrero; y allí va a estar mostrando que Él tiene poder para resucitar a los creyentes que han muerto físicamente.

“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero (o sea, que Marta tenía conocimiento que la resurrección será en el Día Postrero).

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Le dijo: Sí, Señor (y nosotros ¿qué decimos? ¿Lo creemos? Si Señor, también nosotros lo creemos); yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo (y eso también lo creemos nosotros).”

Ahora, dice Marta lo mismo que Jesús dijo. Jesús dijo que Él resucitará a todos los creyentes en Él en el Día Postrero, Marta lo creía, Marta sabía que la resurrección es para el Día Postrero, la resurrección en cuerpos eternos; cuerpos glorificados y jóvenes, como el cuerpo glorificado de Cristo, el cual cuando resucitó glorificado no lo conocían.

Es que en el cuerpo glorificado que se resucita, el cuerpo es joven representando de 18 a 21 años de edad, por lo tanto, el que tenga familiares cristianos que han muerto físicamente, recuerden, cuando resuciten no estén esperando un ancianito o una ancianita, será un jovencito o una jovencita la que va aparecer.

Es que en el cuerpo glorificado se tiene Vida eterna y no perecerá jamás la persona, vivirá eternamente y joven para toda la eternidad. El Señor Jesucristo está tan joven como cuando subió al Cielo.

Y ahora, si Cristo dice y las Escrituras dicen que la resurrección será para el Día Postrero, ¿cuál es el Día Postrero? A través de la Escritura encontramos por ejemplo a Joel hablándonos del Día Postrero y diciendo que Dios derramará de Su Espíritu en los días postreros sobre toda carne, capítulo 2 del libro del profeta Joel, y aun San Pablo y San Pedro hablan de los días postreros. Veamos a San Pablo hablando de los días postreros en el capítulo 1 del libro o carta a los Hebreos, verso 1 en adelante dice.

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

¿Cuándo dice San Pablo que Dios habló por medio de Su Hijo? Dice: “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.” O sea, que San Pablo está diciéndonos que ya en los días en que Jesucristo estuvo en la Tierra predicando, eran los días postreros, habían comenzado los días postreros:

“A quien constituyó heredero de todo.” Cristo es el heredero de todo, del planeta Tierra y de toda la creación. Veamos, dice:

“…a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Por medio de Cristo Dios hizo el universo, Cristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra:

“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”

¿Cuál es la imagen de Dios? Cristo, pero Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.” Y luego creó al hombre allá en el capítulo 1 y capítulo 2 del libro del Génesis, y luego crea al hombre a Su imagen; y en el capítulo 2 luego toma del polvo de la Tierra y le hace un cuerpo de carne, ahí le dio la semejanza física, pero la imagen es el cuerpo angelical, cuerpo espiritual.

La imagen de Dios es Cristo en Su cuerpo angelical, es el Ángel del Pacto donde está el Nombre de Dios. Por eso es que Cristo en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58, dice a los judíos:

“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

Y eso era incomprensible porque físicamente Jesús había nacido en Belén de Judea y tenía de 30 a 33 años en esos días que Él está hablando estas palabras. ¿Cómo un hombre que tiene de 30 a 33 años de edad va a decir que es antes que Abraham? Se conceptúa una persona fuera de sus cabales, un loco.

Muchos decían que tenía demonios, pero una verdad es la verdad, la entiendan la gente o no la entiendan, y la verdad por la cual Él puede decir que era antes que Abraham, es porque Él es la imagen del Dios viviente, el cuerpo angelical de Dios, y veamos si Él es o no es ese Ángel del Pacto.

En Malaquías, capítulo 3, verso 1 nos aclara este misterio de quién es Cristo. Recuerden que el apóstol Pablo nos habla acerca de Cristo en Colosenses, capítulo 2, verso 2 diciéndonos:

“Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,

en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”

El misterio de Dios el padre y de Cristo, el que conozca el misterio de Dios el Padre y de Cristo, tiene el conocimiento de toda esta sabiduría divina, todo este conocimiento divino, este tesoro divino.

Ahora, veamos en Malaquías, capítulo 3, verso 1, dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.”

Ese mensajero fue el precursor de la Venida del Señor, del cual el mismo Juan el Bautista da testimonio de que él es ese mensajero que vendría preparándole el camino al Señor, y el mismo Jesucristo también da testimonio de Juan en San Mateo, dando a conocer que Juan el Bautista es ese mensajero que sería enviado delante de Él; San Mateo, capítulo 11, veamos aquí lo que nos dice verso 9 en adelante, dice:

“Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.

Porque éste es de quien está escrito:

He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,

El cual preparará tu camino delante de ti.

De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.”

Y ahora, Cristo identifica a Juan el Bautista como ese mensajero de Malaquías, capítulo 3 enviado delante del Señor. También en San Mateo, capítulo 17, versos 10 al 13 Cristo también da testimonio de Juan diciendo a Sus discípulos, los cuales le hicieron la pregunta… vean, capítulo 17, verso 10 en adelante de San Mateo, esto fue luego que bajaron del Monte de la Transfiguración, donde vieron a Moisés y a Elías uno a cada lado de Jesús.

“Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.

Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.

Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.”

Y ahora, aquí Cristo dice que Juan el Bautista es el Elías que tenía que venir antes de Mesías en aquel tiempo, pero que Elías vendrá más adelante y restaurará todas las cosas.

Es que para la Venida del Señor primero es enviado el ministerio de Elías operado por el Espíritu Santo en un hombre, no tiene que ser literalmente Elías, es otro hombre en el cual el Espíritu Santo opera ese ministerio de Elías.

Por eso el ministerio de Elías fue operando en Elías Tisbita por el Espíritu Santo, fue operado ese mismo ministerio de Elías en una doble porción en Eliseo, fue operado en Juan el Bautista luego por tercera ocasión, y el ministerio de Elías será operado por cinco ocasiones.

Y ahora, para precursar la Venida del Señor, y aquí Cristo dice que vendrá (hablando del futuro) y restaurará todas las cosas; de esa restauración es que nos habla el apóstol Pedro en el capítulo 3 del libro de los Hechos, y ese es el tiempo para la Venida del Señor en el Día Postrero. Capítulo 3 del libro de los Hechos, versos 18 en adelante, dice:

“Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;

a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas (y para la restauración de todas las cosas Cristo dice que va a ser enviado Elías; o sea, que para el tiempo de la Venida del Señor Elías estará en la Tierra, estará presente restaurando todas las cosas), de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.”

Y ahora, ¿para qué tiempo es que Cristo va a resucitar a los creyentes en Él? Para el Día Postrero. Y ahora, ya vimos que Cristo identificó a Juan el Bautista como este mensajero que vendría delante de Él preparándole el camino.

Por eso dice de él: “Él era antorcha que ardía (o sea, una lámpara que ardía, que alumbraba, y le dice a sus discípulos) y ustedes quisieron caminar a su luz,” a todos los que estaban oyéndolo, les dice: “Y ustedes quisieron caminar a su luz, mas yo tengo mayor testimonio que Juan.” Eso lo encuentran por ahí en San Juan, por el capítulo 5 de San Juan, por el verso 35… estoy buscándolo para confirmar: verso 35 del capítulo 5 de San Juan.

Ahora, Malaquías, capítulo 3 dice que Él envía a Elías:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”

El Ángel Gabriel en San Lucas, capítulo 1 le apareció al sacerdote Zacarías, el cual ya era una persona mayor, avanzada en edad y su esposa también, y ella no tenía niños porque era estéril, pero Zacarías el sacerdote había orado a Dios y ahora no sabemos cuántos años estuvo orando a Dios, pero ahora Dios le envía la respuesta a través del Ángel Gabriel y le dice que va a tener un niño Zacarías a través de su esposa Elisabet, y a Zacarías se le olvidó que Abraham había orado a Dios y Dios le había dicho que le iba a dar un niño, y ya tenía 99 años y no llegaba el niño, pero a los 99 años vino y le confirmó que iba a venir el niño el próximo año.

Y para Zacarías iba a ser así, iba a ser rápido después que el Ángel le había aparecido, pero Zacarías dudó porque su esposa estaba avanzada en edad: “¿Cómo va a ser hecho esto?” Dudó con incredulidad, o sea, habló con incredulidad. La duda es incredulidad.

Y ahora, el Ángel le dice que si va a ser, y que va a ser profeta, le había dicho: “Va s ser de Dios, va a ser grande, va a ser profeta de Dios y va a ir delante del Señor con el espíritu y poder de Elías.” Ahora, ¿qué le está diciendo ahí? Que ese hijo que va a tener va a ser precursor de la Venida del Señor, va a ser este profeta que está prometido aquí. Valió la pena la tardanza a la petición de Zacarías, le iba a dar el profeta más grande: el precursor de la primera Venida de Cristo.

Y ahora, era Elisabet y la virgen María, eran familia. Elisabet era de las hijas de Aarón, descendiente de Aarón, y era familia de María, ahí podemos ver una relación de Jesús con el sumo sacerdote Aarón, por la línea de María. La línea de María y la madre de María, porque el padre de María viene por la línea del rey David a través de Natán, hijo del rey David.

Y ahora, el precursor iba a ser primo del precursado, del Mesías. Y ahora, vamos a ver aquí quién es el Mesías, quién es Jesucristo:

“Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

¿Quién vendría? ¿A quién le estaría preparando el camino Juan el Bautista? Al Señor, al Dios Todopoderoso y al Ángel del Pacto, el Ángel del Pacto en donde está el Nombre de Dios, el Ángel del Pacto que es la imagen del Dios viviente, el Ángel del Pacto que es Cristo en Su cuerpo angelical.

Por eso en el Éxodo, capítulo 23, verso 20 en adelante cuando Dios habla acerca del Ángel, dice:

“He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

El Nombre de Dios ¿dónde estaba? En el Ángel, y el Ángel es Cristo en Su cuerpo angelical. Por eso él podía decir: “Antes que Abraham, fuese, yo soy,” y en el Ángel está el Nombre de Dios:

“Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.”

Y ahora vean, quién estaba guiando al pueblo hebreo por el desierto, dice San Pablo: “Y la piedra, la roca, la piedra que lo seguía era (¿quién?) Cristo.”

Y ahora, ya estamos viendo quién es Jesucristo, y es triste que haya personas que se avergüencen de recibirlo como Salvador; Cristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, es nada menos que el Ángel del Pacto. Recuerden que “la Ley fue dada por comisión de Ángeles,” dice San Pablo en Hebreos, capítulo 2 y también el libro de los Hechos, capítulo 7, nos dice que la Ley fue dada por comisión de Ángeles.

Fue el Ángel del Pacto el que le dio la Ley al pueblo hebreo. Hebreos, capítulo 2, verso 2 y el libro de los Hechos, capítulo 7, ahí en el capítulo 7 del libro de los Hechos, les voy a dar el verso… esto es cuando Esteban está hablando en el libro de los Hechos, capítulo 7… no lo tengo marcado en estos momentos aquí. Luego lo consiguen donde nos dice que la Ley fue dada por comisión de Ángeles. No sé si el doctor Bermúdez lo tiene a la mano.

La ley fue dada por medio del Ángel del Pacto que es Cristo en Su cuerpo angelical, y luego en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36 dice que Dios va hacer un nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá, por lo tanto, tiene que venir el Ángel del Pacto para llevarse a cabo ese nuevo Pacto, y por eso es que en el capítulo 26 de San Mateo, versos 26 al 29 en la última cena luego de haber cenado Cristo con Sus discípulos, toma el pan, da gracias al Padre y da a sus discípulos, dice: “Comed, esto es mi cuerpo,” y luego toma la copa de vino dando gracias al Padre y da a Sus discípulos y dice: “Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que muchos es derramada para remisión de los pecados.”

En el pan representó, tipificó Su cuerpo físico, y en el vino representó Su Sangre. Y ahora, dice: “Esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada,” porque Cristo viene para establecer el nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.

Recuerden que Cristo dijo en una ocasión, capítulo 10 y capítulo 15 de San Mateo: “Yo no he venido, sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Y también en San Lucas, capítulo 19, verso 10, dice:

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

O sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también. Por eso tipifica a todos los que le recibirían, con ovejas. Por eso dice: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” (San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30). Y también en San Mateo, capítulo 18, verso 11 al 14, dice también: “Porque el Hijo del Hombre vino a salvar lo que se había perdido, y luego, dice:

“Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.                

Y luego dice:

“¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?

Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.

Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”

No es la voluntad de Dios que se pierdan las ovejas del Padre, por eso le fueron dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna, por medio del Programa Divino de redención llevando a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, llevando a cabo esa labor de Expiación en la Cruz del Calvario para ser reconciliados con Dios, cosa que fue mostrada allá en la fiesta de la expiación en el capítulo 23, versos 26 al 29 de Levítico, fiesta que se efectuaba el día diez del mes séptimo de cada año en medio del pueblo hebreo.

Y también el apóstol Pablo dice: “Porque nuestra pascua, la cual es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.” Cristo también es el Cordero pascual tipificado allá en el cordero pascual que sacrificó cada familia hebrea cuando estaba allá en Egipto, allá en Gosén para la preservación de la vida de los primogénitos.

Y para la preservación de la Vida eterna de los primogénitos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, Cristo nuestra pascua fue sacrificado en la Cruz del Calvario; tan simple como eso, se hizo realidad en el Sacrificio de Cristo por todos nosotros.

Y ahora, tenemos claro que Cristo es el Ángel del Pacto en quien estaba, está y estará eternamente el Nombre de Dios, Cristo siendo el Ángel del Pacto y sabiendo todos que el Ángel del Pacto es el Espíritu Santo, el mismo Varón con el tintero de escribano en Su cintura de Ezequiel, capítulo 9; el personaje más importante de la historia bíblica es Jesucristo, en quien Dios estaba, está y estará eternamente.

Y ahora, por esa causa es que Cristo hablaba de la eternidad y hablaba que estaba con el Padre, es que Cristo es el Ángel del Pacto, la imagen del Dios viviente, la imagen es el cuerpo angelical de Dios que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios que aparecía a los profetas del Antiguo Testamento, y por eso es que esos profetas del Antiguo Testamento cuando veían al Ángel del Pacto decían que habían visto a Dios, porque Dios estaba en ese Ángel que es el cuerpo angelical de Dios.

Por ejemplo, Jacob luchó con el Ángel, le preguntó el Nombre al Ángel, y el Ángel le dice: “¿Por qué preguntas por mi Nombre?” El padre de Sansón: Manoa, vio al Ángel y también la señora Manoa, y le pregunta al Ángel: “¿Cuál es tu Nombre? Para que cuando se cumple lo que Tú has dicho, te honremos.” Y el Ángel le dice. “¿Por qué preguntas por mi Nombre que es admirable?” Admirable aparece también en Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7, el niño que nace y que Su Nombre es Admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz.

Y ahora, este Ángel del Pacto es el personaje más importante de toda la historia bíblica, es la imagen del Dios viviente. Por eso es que San Pablo dice que Cristo es la imagen de Dios; lo vimos allí en Hebreos, capítulo 1, donde el apóstol Pablo lo dijo y lo encontramos también en el capítulo 1, verso 15 de Colosenses, donde dice:

“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”

Y primogénito de toda creación, dice:

“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra.”

Y ahora, ¿cómo es posible que en Cristo hayan sido creadas todas las cosas? Dice:

“Las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles (o sea, que el mundo visible fue creado en Él, estaba en Él y fue creado a través de Él y el mundo visible también); sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”

¿Y cómo es que fue creado por medio de Jesucristo y para Jesucristo? Dios por medio de Cristo en Su cuerpo angelical que es la imagen del Dios viviente, habló a existencia todas las cosas, Él es el Verbo que era con Dios y era Dios, por Él fueron creadas todas las cosas, y sin Él nada de lo que fue hecho, nada de lo creado fue hecho. Eso es de lo que habla San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18, “en Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres,” y también dice: “Y aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre, venía a este mundo, en el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho y el mundo no lo conoció.” (San Juan, capítulo 1, verso 9). Y luego en el capítulo 1, verso 12 al 14, dice:

“A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”

Esto es por medio del nuevo nacimiento en donde la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, cree en Cristo y da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como Salvador y siendo bautizado en agua en Su Nombre; y luego Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona ha nacido de nuevo, ha nacido del Agua y del Espíritu y ha entrado al Reino de Dios, al Reino de Cristo. Tan sencillo como eso.

De eso fue que le habló Cristo a Nicodemo, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios;” es por medio del nuevo nacimiento que es producido por medio de la Palabra, el Evangelio que escucha y cree, y así cree en Cristo y luego el Espíritu Santo que recibe la persona, y produce en la persona el nuevo nacimiento.

Para entrar al Reino de Dios se requiere nacer de nuevo, así como para entrar a este reino terrenal tuvimos que nacer, y para entrar al Reino de Dios tenemos que nacer de nuevo, y el nuevo nacimiento ya fue explicado por Cristo y los apóstoles.

Y ahora, encontramos que Cristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, y está vivo, y está tan joven como cuando subió al Cielo, y es el que va a resucitar a los muertos creyentes en Él y a transformar los vivos que estén en la Tierra en ese tiempo.

Él está sentado a la diestra de Dios en el Cielo, Él está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión por toda persona que o recibe como su único y suficiente Salvador. Ahora, continuaremos aquí leyendo, dice:

“Todo fue creado por medio de él y para él (Él es el dueño de toda la creación).

Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;

y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;

por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,

y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”

Y ahora, podemos ver todo ese Programa Divino que a través de Cristo Dios ha estado llevando a cabo para que nosotros podamos vivir eternamente en el Reino de Dios. Todos tienen la oportunidad de obtener la Vida eterna por medio de Cristo, todos los seres humanos tienen la oportunidad de ser reconciliados con Dios por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el Sacrificio de Expiación en y bajo el nuevo Pacto.

El nuevo Pacto, vean ustedes, tiene un Sacrificio de Expiación, efectuado por el mismo Cristo en la Cruz del Calvario, y por esa causa cuando San Pablo habla de la Sangre de ese Pacto en diferentes lugares, nos dice por ejemplo, en el capítulo 1, verso 14 de Colosenses, donde estábamos leyendo este capítulo, el verso 14, dice:

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”

Y en Hebreos, capítulo 13, verso 20 y 21, dice:

“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.”

Y ahora, la Sangre del Pacto eterno ¿cuál es? La Sangre de Cristo, no hay otro sacrificio prometido de expiación por los pecados del ser humano, es el Sacrificio de Cristo y Su Sangre, la Sangre del Pacto eterno para todos los seres humanos; y gracias a Dios que Cristo murió a su tiempo por todos nosotros en la Cruz del Calvario allá en Jerusalén, eso es lo que dice San Pablo en Romanos, capítulo 5, que aun siendo nosotros pecadores, Cristo a su tiempo murió por los pecadores:

“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.” (Romanos, capítulo 5, versos 6 al 10).

No hay otra forma para ser reconciliados con Dios, solamente por medio de Cristo, por eso él decía en San Juan, capítulo 14, verso 6: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al padre, sino por mí,” y estaba diciendo la verdad. Podían decir que estaba haciéndose grande, pero es que Él es el Ángel del Pacto que vino para establecer un nuevo Pacto, y Él está dando a conocer el programa de Dios para ese nuevo Pacto.

Por lo tanto, Cristo es la única esperanza para el ser humano, sin Cristo la persona está perdida, sin Cristo las naciones están perdidas, sin Cristo el mundo está perdido; pero con Cristo tenemos la reconciliación con Dios.

Ahora, la segunda Venida de Cristo es el segundo evento más importante y más misterioso de todos los misterios divinos, ¿y por qué es tan misterioso? Pues ahí leímos que Él tiene un Nombre nuevo, y el Cristianismo está esperando la Venida del Señor con el nombre Jesús, y para colmo el nombre Jesús es una traducción, es Yeshua allá en medio del pueblo hebreo.

Pero ahora dice que Él tiene un Nombre nuevo y que lo va a escribir sobre el vencedor; habrá alguna persona sobre la cual Él escribirá ese Nombre nuevo que Él recibió cuando subió victorioso al Cielo, dice:

“Y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”

También dice ahí en el libro del Apocalipsis en el capítulo 2, verso 17, dice:

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”

Ahí tenemos nuevamente el Nombre nuevo del Señor, y en Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, dice:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.”

Aquí tenemos un Nombre que nadie, dice que ninguno conocía, sino Él mismo, y este Jinete de este Caballo blanco es Jesucristo:

“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.”

¿Ven? Es la segunda Venida del Verbo a la Tierra; la primera Venida vino con el Nombre de y para redención, pero en Su segunda Venida Él viene con el Nombre para reinar, viene con el Nombre como Rey. Veamos.

“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”

Viene como Rey de reyes y Señor de señores, Su primera Venida fue como Cordero de Dios para morir, Su segunda Venida es como León, y como León Él es Rey. Por eso en Apocalipsis, capítulo 10 lo encontramos viniendo… capítulo 10 del Apocalipsis, verso 1 en adelante, dice:

“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.”

Este Ángel Fuerte que desciende del Cielo es Cristo, el Ángel del Pacto, y viene clamando como cuando ruge un león, porque ha cambiado de Cordero a León, ha cambiado de Sumo Sacerdote a Rey Y Juez de toda la Tierra.

De esto y a esto era que se refería el anciano que habló con Juan en Apocalipsis, capítulo 5; cuando llegó el tiempo de que alguna persona tomara el librito que estaba en la mano de Dios que está sentado en el Trono, un librito cerrado y sellado con siete Sellos, y dice capítulo 5, verso 1 en adelante, dice:

“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?

Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.

Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.

Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.”

Y ahora, Cristo, el Cordero de Dios que está en el Cielo, está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre; es también el León de la Tribu de Judá, es Cristo, el anciano lo ve como el León de la Tribu de Judá porque conoce el programa que comienza ahí ha llevarse a cabo, donde Cristo cambia de Cordero a León.

Por eso en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 Cristo se presenta como León, como Rey, se presenta Cristo ahí como la raíz de David, dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Y ahora, Cristo es la raíz y el linaje de David, por lo tanto Él es el heredero al Trono de David, como dijo al Ángel Gabriel a la virgen María que “Dios le dará el Trono de David su padre, y reinará sobre Israel para siempre y Su Reino no tendrá fin,” capítulo 1 de San Lucas, versos 30 al 36.

Y ahora, Cristo es también la estrella resplandeciente de la mañana, la estrella resplandeciente de la mañana literal es Venus, pero Venus tipifica a Cristo, la estrella resplandeciente de la mañana, la Columna de Fuego que guió al pueblo hebreo; durante la noche le alumbraba el camino a esa multitud tan grande, y durante el día le era nube de sombra que los protegía del sol.

Y ahora, estamos viendo quién es Cristo, vimos quién es Cristo también en Su cuerpo físico, pero ya murió ese cuerpo físico en Sacrificio de Expiación por nuestros pecados y fue resucitado glorificado.

Por eso Pablo dice: “A nadie conocemos según la carne, y si a Cristo conocimos según la carne, ya no,” ya Cristo tiene Su cuerpo glorificado, joven, eterno y así será el cuerpo glorificado que Él va a darle a todos los creyentes en Él. Ese es el Programa Divino para los creyentes en Cristo, esas son las personas que realmente tienen futuro, un futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

El que no tiene a Cristo, no tiene futuro, ¿por qué? Porque lo que tiene es una vida terrenal que está limitada al tiempo, a una cantidad de años, 50 años, 60 años, 70 años, 80 años, 90 años, 100 años y algunos un poquito más de 100 años, 110, 120 años, por ahí más o menos es en la actualidad.

¿Y qué es eso comparado con la eternidad? No es ni siquiera un grano de arena en el mar o en la orilla del mar, y mucho menos en el universo, y hay unas personas que se conforman con tan poquito tiempo de vida, cuando tienen la oportunidad de una Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Pero los creyentes en Cristo no se conformaron con solamente vivir 50 ó 100 años aquí en la Tierra, Cristo les ofreció Vida eterna bajo un nuevo Pacto, bajo el Pacto eterno con la Sangre del Pacto eterno para poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Y el que ha aprovechado esa oportunidad es una persona sabia, es una persona entendida, “los entendidos entenderán,” dice Daniel, y entender estas cosas espirituales es la sabiduría más grande, eso es conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo, donde están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

La ciencia busca alargar la vida del ser humano por medio de descubrimientos científicos, pero vean, por medio del Sacrificio de Cristo la Vida eterna está disponible para todos los seres humanos. Cristo está vivo y está tan joven como cuando subió al Cielo, y así van a ser todos los creyentes en Cristo, tienen un futuro glorioso prometido por Cristo en el Reino de Cristo, y el Reino de Cristo es eterno.

Los reinos de este mundo son temporeros, es más, la Escritura dice en Apocalipsis, y en el libro del profeta Daniel que en la estatua que vio el rey Nabucodonosor, en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, será destruida esa estatua, o sea, dejará de existir el reino de los gentiles.

Pero, ¿qué pasará con la humanidad? ¿Dejará de existir la humanidad? No, continuarán existiendo seres humanos pero en el Reino de Cristo, fuera del Reino de Cristo no habrá vida, de eso es que nos habla Apocalipsis, capítulo 11, versos 15 en adelante donde dice:

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.

Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos (los veinticuatro ancianos son los doce patriarcas hijos de Jacob y los doce apóstoles. Recuerden que Judas perdió la bendición, y le tocó a otro apóstol)… Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,

diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.

Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra (destruir a los que destruyen la Tierra, a los que destruyen el medio ambiente, o sea, que los juicios de la gran tribulación van a destruir a los que destruyen la Tierra).

Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.”

Eso nos habla del Trono de Dios abierto allá en el Cielo para el juicio divino sobre la raza humana. Del Trono saliendo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo, eso es juicio divino, y eso es lo que está señalado para el tiempo que el Cristianismo conoce como la gran tribulación; pero antes de eso Cristo resucitará a los creyentes que han muerto, en cuerpos glorificados los resucitará, y a los vivos los transformará y los llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero.

Los creyentes en Cristo no pasarán por la gran tribulación, luego vendremos, después de la gran tribulación estaremos en el Cielo esos tres años y medio en la Cena de las Bodas del Cordero, luego vendremos con Cristo para el establecimiento del Reino del Mesías en la Tierra; la Tierra, pues va a estar muy afectada con esos juicios de la gran tribulación, pero Él va a restaurar el planeta Tierra en Su Reino, de lo cual no vamos hablar por el momento.

En el Reino del Mesías es que habrá paz para Jerusalén, para todo el territorio de Israel, para todo el Medio Oriente y para todas las naciones, ahí es donde se conseguirá la paz verdadera. Mientras tanto, se podrá conseguir una paz temporera de la cual San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, versos 1 al 10 dice que cuando digan paz y seguridad, entonces vendrá destrucción repentina, y dice: “Vendrá destrucción repentina sobre ellos (o sea, sobre el mundo),” dice: “Pero vosotros no estáis en tinieblas para que aquel día os sobrecoja como ladrón,” dice: “Vosotros sois hijos del día, no de las tinieblas.”

Ahora, estamos conscientes en qué tiempo estamos viviendo, de los días postreros, estamos en el Día Postrero. Recuerden que en los días de Jesús ya se estaba viviendo en los días postreros; San Pablo dijo que en estos postreros días Dios nos ha hablado por Su Hijo, y San Pedro dijo que Dios prometió derramar de Su Espíritu Santo sobre toda carne en los días postreros, y el Día de Pentecostés estaba derramando de Su Espíritu Santo. O sea, que el quinto milenio, sexto y séptimo milenio de Adán hacia acá, son los días postreros delante de Dios, porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día, Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y Salmo 90, verso 4.

Por eso desde los días de Jesús se podía decir: “Estamos en los días postreros,” y ya conforme al calendario gregoriano hemos entrado al séptimo milenio de Adán hacia acá, o tercer milenio de Cristo hacia acá y por consiguiente hemos entrado al milenio postrero que delante de Dios es el Día Postrero.

Ya han transcurrido de Cristo hacia acá dos mil años, dos milenios, pero delante de Dios dos días, por eso es que en Oseas, capítulo 6, verso 1 en adelante habla de dos días y que “en el tercer día nos resucitará,” eso tiene que ver con Israel, son días que corresponden a milenios.

Y ahora, no solamente decimos que estamos en los días postreros, sino que estamos en el Día Postrero, en el día que Cristo dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero,” ahora, no sabemos en qué año del Día Postrero, Cristo va a llevar a cabo la resurrección, pero es para este milenio que ha comenzado.

Y yo deseo y espero que sea en el primer siglo de este milenio que ha comenzado. Fue en el primer siglo del quinto milenio que se cumplió el ministerio del Mesías y la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.

¿Y qué si en el primer siglo del primer milenio o del primer día de los días postreros se cumplió la Venida del Mesías y Su ministerio, y si en el primer siglo del Día Postrero, del milenio postrero Cristo cumple Su Venida y la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos y los lleva a la Cena de las Bodas del Cordero?

Estamos esperándolo, estamos esperando nuestra transformación, y cuando se complete la Iglesia, entonces vendrá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos en Cristo, y entonces nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Por eso es que aunque han transcurrido dos mil años y se ha estado predicando que Cristo vendrá; no se ha cumplido lo primero, porque es para el Día Postrero, y lo segundo: hasta que haya entrado hasta el último elegido de Dios, hasta que haya entrado hasta el último escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero al Cuerpo Místico de Cristo, recibiendo a Cristo como Salvador, no puede Cristo salir del Trono de Intercesión en el Cielo porque se perdería uno de los pequeñitos del Reino de los Cielos.

Así que, la obra misionera y evangelística es muy importante llevarla a cabo siempre cada día con más entusiasmo, mas esfuerzo, hasta que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo; tiene un número, y Cristo es el que sabe cuál es el número de la Iglesia, o sea, cuántas personas componen la Iglesia del Señor Jesucristo.

Fueron miles allá en el comienzo, y siguieron siendo miles a través de las edades, y no sabemos en nuestro tiempo cuántos son, pero cuando se complete, entonces Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él y a nosotros nos transformará.

Lo importante es estar dentro del Cuerpo Místico de Cristo. A medida que las personas escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y nace la fe de Cristo en su alma y lo reciben como Salvador, y son bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, entran al Reino de Dios, han nacido del Agua y del Espíritu y han entrado al Reino de Dios.

Ya yo entré al Reino de Dios y estoy seguro en el Reino de Cristo, en el Reino de Dios, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Si falta alguno por entrar al Reino de Cristo, al Reino de Dios, porque no ha recibido a Cristo como Salvador todavía, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted.

Y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como Salvador, para lo cual pueden pasar acá al frente para orar por usted.

Lo más importante es la Vida eterna, si esta vida terrenal es tan importante, cuánto más la Vida eterna. Cristo tiene mucho pueblo, muchos hijos en esta ciudad de Buenos Aires y también en todas las ciudades de la República de Argentina y en todos los países, y en todas las ciudades de la República de Argentina tiene muchos hijos y los está llamando en este tiempo final.

Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, tu eres una oveja del Señor y Él te ha estado hablando y ha nacido la fe de Cristo en tu corazón porque eres una oveja del Señor. Por eso te guió Cristo por medio de Su Espíritu para estar escuchando en esta ocasión la predicación del Evangelio de Cristo para que naciera la fe de Cristo en tu alma en tu corazón, y creyeras en Él y lo recibieras de todo corazón, dando testimonio público de tu fe en Cristo.

El ser humano tiene en su vida que hacer muchas decisiones importantes, pero hay una sola decisión que coloca al ser humano en la Vida eterna, y esa es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.

Algunos se preguntan: “¿Por qué he estado escuchando la predicación del Evangelio?” porque Cristo dijo: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye,” por eso estás escuchando la predicación del Evangelio de Cristo.

Estamos en el Día Postrero, como hemos visto a través de las Escrituras y por lo tanto, tenemos que vivir de acuerdo al tiempo que nos corresponde en esta Tierra, y estamos llamados a conocer las promesas bíblicas correspondientes al Día Postrero, para que no se nos escape lo que Dios ha prometido hacer en este tiempo final.

En las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y también los niños de diez años en adelante pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también, recuerden que Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mi, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

Todos deseamos vivir eternamente y por consiguiente todos necesitamos a Cristo, que es el que tiene la exclusividad de la Vida eterna, y hay que llegar al que tiene la exclusividad de la Vida eterna para que nos dé la Vida eterna, por eso dice Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13. “Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo, el que tiene al Hijo, tiene la vida; mas el que no tiene al Hijo (a Cristo, el Hijo de Dios) no tiene la vida.” O sea, no tiene Vida eterna, lo que tiene es una vida temporera que se le va a terminar en algún momento y ni siquiera sabe cuándo se le va a terminar la vida terrenal.

Por lo tanto, todos necesitamos a Cristo, la buena noticia para los creyentes en Cristo es la que dice San Juan ahí en ese pasaje que les estoy citando: “Dios nos ha dado Vida eterna.” Esa es la buena noticia para todos los creyentes en Cristo: que tenemos Vida eterna porque la hemos recibido de Jesucristo nuestro Salvador.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir y los que están en otras naciones… nos pueden indicar cuando ya estén listos en otras naciones.

En otras naciones están conectadas a través del satélite Amazonas y de internet con esta actividad, y están viniendo a los Pies de Cristo también personas así como ustedes que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno.

Los que están en la República Mexicana pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, los que están en Brasil también, los que están en Venezuela, los que están en Colombia, los que están en Perú, los que están en Bolivia, los que están en Chile; los que están en las diferentes naciones (allá en Puerto Rico también) pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que Cristo les dé Vida eterna.

Ya estamos listos en las demás naciones, vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo y nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu nombre y sea producido en mi el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amen.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor lo más pronto posible,” porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16. La pregunta es: “¿Cuándo me pueden bautizar?”

Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. El bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, ha estado siendo obedecido por los apóstoles y por todos los que han recibido a Cristo como Salvador durante estos dos mil años que han transcurrido y sigue siendo obedecido en nuestro tiempo.

Es que el bautismo en agua aunque no quita los pecados, sino que es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, es un mandamiento divino dado por Cristo en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Cuando la persona muere al mundo al recibir a Cristo como Salvador, luego es sumergido en las aguas bautismales donde tipológicamente está siendo sepultado. Y luego al ser levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso es el simbolismo del bautismo en agua ordenado por Cristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, pueden identificarse con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección al ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo aquí al ministro, reverendo Guillermo Rodríguez, para que les indique a ustedes cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y en cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

“UN CAMBIO DE NOMBRE.”

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