Un ministro aprobado por Cristo

Muy buenas tardes, ministros, compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador. Es para mí una bendición grande estar en esta ocasión con ustedes, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a nuestro tiempo.

Para estos momentos leemos en el Evangelio según San Mateo y Evangelio según San Lucas. Vamos a leer en San Lucas, capítulo 12, versos… versos 35 en adelante, para tener un cuadro claro:

“Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas;

y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida.

Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles.

Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos.

Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa.

Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.

Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?

Y dijo el Señor (y dijo el Señor): ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración?

Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.

En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes.

Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse,

vendrá el señor de aquel siervo en (el) día que este no espera, y a la hora que no sabe (y a la hora que no sabe), y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles.

Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.

Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

En esta parábola quedan retratados todos los que trabajan en la Obra del Señor, comenzando desde los mensajeros que Cristo coloca en Su Iglesia de edad en edad, y también los mensajeros dispensacionales, y también cada ministro que ha sido colocado en el ministerio en el Cuerpo Místico de Cristo, y cada creyente en Cristo como individuo; pues a todos se nos ha confiado una labor en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, somos mayordomos en la Obra del Señor, en la Viña del Señor; por lo cual todos tenemos una responsabilidad con Dios.

Y ahora, mirando desde el punto de vista de dispensaciones y edades, estos mensajeros de dispensaciones y también de edades —como también los ministros, los pastores— tienen la responsabilidad de traer a la Casa de Dios el alimento espiritual de la Palabra de Dios.

“¿Quién es el siervo fiel y prudente, al cual puso su Señor sobre Su Casa para que les dé el Alimento a tiempo? De cierto os digo que cuando venga su Señor…”. Vamos a ver cómo lo dice San Mateo; es lo mismo de San Lucas. Vamos a ver cómo lo dice en San Mateo: versos 45 en adelante dice [capítulo 24]:

“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?

Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.

De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.

O sea que tendrá una bendición muy grande el siervo fiel y prudente dispensacional, porque Dios lo coloca sobre la dispensación completa que él está introduciendo. Y también el mensajero de cada edad, que le da el Alimento, el Mensaje, a tiempo a Su pueblo (pueblo de Dios), es colocada esa persona como el mensajero de esa edad.

Y cada ministro, cada pastor, que le da el Alimento correspondiente a la edad y dispensación que le ha tocado vivir, le da ese Mensaje al pueblo, a la congregación, a la Iglesia, es colocado en una posición muy importante en el Cuerpo Místico de Cristo, como un siervo fiel y prudente.

Por lo tanto, cada persona que ha recibido un ministerio, como los talentos o como las minas, en la parábola de las minas y en la parábola de los talentos[1], también ahí quedan retratados todos los que Dios ha colocado con ministerios en Su Cuerpo Místico de creyentes.

Y en el glorioso Reino del Mesías, ahí todos los siervos fieles y prudentes, cada cual en la posición en que Cristo los ha colocado, tendrá también una bendición muy grande en el Reino del Mesías.

Por lo tanto, es muy importante conocer el Programa de Dios para el tiempo en que la persona vive; conocer el alimento espiritual que se le tiene que estar dando al pueblo: cada ministro a su congregación, cada mensajero de cada edad a los creyentes de su edad y cada mensajero dispensacional a los creyentes de esa dispensación que está siendo abierta.

Como en el tiempo de Moisés: Moisés recibió de parte de Dios —por medio del Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical—, recibió el Mensaje para toda esa nueva dispensación que estaba siendo abierta por medio del Espíritu Santo a través del profeta Moisés. Y ahora, vino a ser Moisés el profeta mensajero de la Dispensación de la Ley.

Así ha sido de dispensación en dispensación y también así ha sido de edad en edad. El mensajero de cada edad viene al final de la edad que está llegando a su final; o sea, nace en esa edad que está llegando al final y comienza su ministerio e introduce una nueva edad.

Así es también con cada mensajero dispensacional: viene al final de la dispensación que está llegando a su final; y luego conoce todo lo de esa dispensación que está llegando a su final, recibe el Mensaje para la nueva dispensación, lo proclama, lo predica, y se abre una nueva dispensación; y viene a ser ese hombre el mensajero de esa nueva dispensación, de esa nueva generación dispensacional, como el mensajero de cada edad viene a ser el mensajero de esa nueva generación de edad.

Por ejemplo, tenemos siete generaciones dispensacionales; y también tenemos siete edades, generaciones de edades, y luego pasamos a una octava, que es la Edad de la Piedra Angular.

Y cuando entramos a las últimas etapas…; por ejemplo: la edad luterana, primera generación de la restauración de la Iglesia; edad o etapa wesleyana, segunda generación de la restauración y en la restauración de la Iglesia; luego entra la edad pentecostal, tercera etapa o generación en la restauración de la Iglesia; y luego viene la cuarta generación de creyentes, con el mensajero correspondiente a esa cuarta generación en la restauración de la Iglesia. Esa cuarta generación es la Edad de la Piedra Angular.

También, siempre cuando aparece un mensajero dispensacional aparece en una cuarta generación, y por consiguiente trae el Mensaje para ese tiempo. Siempre que aparece un mensajero dispensacional es Edad de Piedra Angular, es Año del Jubileo siendo manifestado; porque en las dispensaciones corren siete edades y luego viene la Edad de Piedra Angular.

Edad de Piedra Angular nos habla también de la eternidad, de lo que será luego del Reino Milenial, lo que será luego de la séptima dispensación.

Y ahora, hemos visto que la Escritura nos dice que Cristo en – es el que coloca en Su pueblo, en Su Iglesia, en Su Casa (que es Su Iglesia)…; pues San Pablo, en Hebreos, capítulo 3, dice que “así como Moisés fue fiel en toda la Casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; así Cristo ha sido colocado como Hijo sobre Su Casa, y ha sido fiel sobre Su Casa (dice San Pablo), la cual Casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza” (Hebreos, capítulo 3, versos 1 al 6).

Y ahora, sabiendo que en la Casa de Dios, que es Su Iglesia en el Nuevo Pacto, establecido por Cristo, encontramos que están ahí los siervos fieles y prudentes; pero también están los siervos negligentes, que se dedican a pelearse los unos con los otros, en vez de dedicarse a conseguir el alimento espiritual para el pueblo, y tenerles el alimento espiritual, y tenerles todas las facilidades para que reciban ese alimento espiritual.

Y, por ejemplo, si en cierta parte de la ciudad está el 80 o 90% de los creyentes, pues no le va a hacer, no le va a construir un auditorio por allá por una montaña, o por el desierto, para obligarlos a que vengan a que gasten innecesariamente dinero en pasaje o taxi para que vengan donde usted quiso colocarlos.

Dios quiso colocarlos a ellos en cierto lugar, y por consiguiente el ministro que Dios coloque sobre ese pueblo debe buscarle las facilidades máximas para que pasen el menos trabajo posible; y tenerles las mejores facilidades, para que estén cómodos escuchando la Palabra, recibiendo el alimento espiritual.

O sea, la mejor pantalla de televisión ¿quién la debe tener: el pastor o la congregación? La congregación. El pastor con uno pequeñito puede ver las noticias, pero la congregación necesita uno grande para ver las Noticias del Cielo: la Palabra de Dios.

Y tener sus imprentas, los que tengan esas facilidades; y los que no tienen imprentas, entonces los que tienen imprentas pues le ayudan. Y los que no tienen imprenta ayudan económicamente al que tiene imprenta; porque no debe esperar que le estén dando siempre las cosas gratuitamente, sino estar brazo a brazo con el que tiene imprenta, para decirle: “Yo estoy brazo a brazo contigo para que puedas producir mucho Alimento para tu congregación, para la mía y para otras congregaciones también”. La responsabilidad está en las manos de todos los obreros.

Por lo tanto, trabajemos con amor, que es lo principal; porque si hay amor, entonces vamos a trabajar en armonía los unos con los otros, y se va a beneficiar ¿quién? El pueblo. Pues para que se beneficie el pueblo es que Dios nos ha colocado como ministros, como obreros, como siervos fieles y prudentes, como administradores.

Conforme a la parábola que leímos, de San Lucas, encontramos que el título que Él presenta (aquí en San Lucas, capítulo 12) es de mayordomo.

Cuando un hombre que tiene una hacienda muy grande coloca un mayordomo, vean, el dueño de la hacienda puede estar tranquilo, porque ese mayordomo es fiel, sirve a su amo; y por consiguiente, él sabe que los negocios de su hacienda van a ir bien.

Y los negocios de la Hacienda de Dios, que es Su Iglesia, van a ir bien: con siervos fieles y prudentes, mayordomos fieles y prudentes, llevando a cabo la administración en donde Dios los ha colocado. Les ha dado…, para la administración de su congregación, al pastor: debe llevar bien esa administración; que hasta el último centavo pueda tener una respuesta en los libros, en la forma en que lleva a cabo esa administración.

También es lo mismo para los mensajeros de cada edad, pues Cristo le va a pedir cuenta a cada uno de los mensajeros; y así es también para los mensajeros dispensacionales. Por lo tanto, todos estamos bajo una responsabilidad de administración de la Casa de Dios.

Recuerden que allá en el Antiguo Testamento, en el tabernáculo que construyó Moisés y luego el templo que construyó el rey Salomón, había una administración, en donde todo tenía una forma correcta, establecida por Dios, para administrarse todo el trabajo de la Casa de Dios.

Y ahora, ministros que trabajaron correctamente en la Casa de Dios fueron puestos por alto por el mismo Dios. El mismo San Pablo dice: “Así como Moisés fue fiel en toda la Casa de Dios”[2]; ¿ve?, aparece en las páginas de la Biblia como fiel en toda la Casa de Dios.

Encontramos también a Cristo, que ha sido fiel y continúa siendo fiel en toda la Casa de Dios, como Hijo sobre Su Casa.

A cada mensajero de cada edad, el cual ya concluyó su trabajo en la Casa de Dios aquí en la Tierra, también será hallado fiel en la Casa de Dios, en esa parte de la Casa de Dios que le fue dada para ser el mayordomo fiel y prudente, y administrando el alimento espiritual para los hijos e hijas de Dios, y llevando a cabo bien todos los negocios de Dios correspondientes a su edad.

Y cada ministro que trabajó brazo a brazo con el mensajero, y trabajó con amor divino y por amor divino en favor del pueblo, también son hallados fieles y prudentes cuando Cristo los llame (digamos) a cuenta, para recompensarlos.

Y en el Día Postrero, como dice en la parábola de los talentos y en la parábola de las minas, vean, lo que trabajaron y ganaron: Cristo no lo tomó, sino que lo dejó para ellos; y aun el que no hizo nada, no administró, no hizo la labor de siervo fiel y prudente, no hizo la labor de mayordomo fiel, no quiso trabajar en la administración de la Obra del Señor, que lo colocó en Su Iglesia, en Su Casa: le es quitado el talento y le es dado a otro que tiene más, al más que tenía; porque al que tiene le será añadido más, le será dado más. O sea que lo que Cristo hace es darle más y más al siervo fiel y prudente, al mayordomo fiel y prudente que trabaja en la Obra del Señor; y lo va a disfrutar en el Reino del Mesías.

Vean, en la parábola de las minas, luego le es dado a cada uno que fue fiel y prudente, mayordomo que administró correctamente, le es dado que reine sobre tantas ciudades: “A este le es dado que reine sobre tantas ciudades”. Es que son reyes y sacerdotes, y por consiguiente tendrán sobre quién reinar y sobre quién llevar a cabo la administración espiritual, en la parte religiosa; o sea, tendrán que ver con la parte política y con la parte religiosa del Reino del Mesías. Tan sencillo como eso.

Es que la Iglesia del Señor Jesucristo va a reinar con Cristo; y si va a reinar, pues habrá gente sobre las cuales va a reinar; y los ministros van a tener una parte muy importante en esa labor.

Vamos a pensar en los términos comunes que conocemos: el… en un país trabaja el candidato a la presidencia con un grupo de candidatos que quieren ocupar ciertas posiciones (si son de su partido); y trabajan fuertemente para que ese candidato gane, y ganen también los que están a su lado. Luego gana esa persona, queda como el presidente de esa nación, y quedan en puestos muy importantes también, los que estuvieron brazo a brazo con él trabajando, los que estuvieron buscando la candidatura y la elección: de senadores, otros de diputados, otro-… o representantes (porque depende cómo lo digan en otros países), otros de gobernadores, o alcaldes; y así por el estilo, luego también ocuparán su lugar, si trabajaron bien y ganan cuando gane su presidente o su candidato a presidente.

Así también sería con un rey: los que respaldaron a David cuando todavía no era rey, luego David subió al trono y los colocó en buenas posiciones.

¿Cómo será cuando Cristo tome el Reino, se siente en el Trono de David, establezca o restaure el Reino de David en la Tierra? Va a ser un tiempo glorioso para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Así que es importante que el ministro sea aprobado por Cristo; para lo cual, va a depender del trabajo que haga, con amor divino, en favor de Cristo y Su Reino, Su Programa, Su Iglesia, y así por el estilo; siempre buscando lo mejor para Cristo y Su Iglesia, para Cristo y Su Reino.

Viviendo para Cristo y Su Reino, Cristo y Su Programa, Cristo y Su Iglesia, luego seremos recompensados por Cristo en Su Reino, y ocuparemos excelentes posiciones en Su Reino.

Así que esta es una bendición muy grande que no podemos perder. De lo que hagamos, de la forma en que administremos, será lo que recibiremos en el Reino del Mesías.

Hemos sido colocados como siervos fieles y prudentes en el Reino del Señor, que está en la esfera espiritual; hemos sido colocados como mayordomos, y tenemos que llevar a cabo bien la mayordomía en la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y cada creyente en Cristo, como individuo, también es mayordomo: trabajando en la Obra del Señor y haciendo toda la labor que le corresponde; y también cada persona administrando, llevando a cabo la mayordomía de su propia vida. Tan sencillo como eso. Y tiene que ser de acuerdo a la Palabra del Señor, la voluntad del Señor.

“UN MINISTRO APROBADO POR CRISTO”. Ese será aquel que haya llevado a cabo la mayordomía en el Cuerpo Místico de Cristo, como en la Iglesia del Señor, la Casa de Dios, donde ha sido colocado, y con su propia vida. Esto es así para mensajeros dispensacionales, para mensajeros de edades, para ministros, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, y para individuos.

“UN MINISTRO APROBADO POR CRISTO”.

Recuerden que la Escritura dice que Cristo con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para Dios reyes y sacerdotes[3]; y por consiguiente hemos sido colocados en la Obra del Señor para estar trabajando. Como sacerdotes tenemos un ministerio para llevar a cabo, el cual debe ser en favor de Cristo y Su Programa.

Ministro… “UN MINISTRO APROBADO POR CRISTO”.

Que todos los que están presentes y los que me escuchan en estos momentos, o me escuchen en alguna otra ocasión en esta plática, sean ministros aprobados por Cristo cuando Cristo nos juzgue en Su Reino para dar la recompensa a cada cual conforme a lo que haya hecho, lo que haya trabajado, en la Obra del Señor.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes; y les ayude, a ustedes y a mí, a estar en el ministerio como fieles siervos trabajando en la Obra del Señor; como fieles administradores, como fieles mayordomos, sirviendo a nuestro Señor, que nos ha colocado en Su Reino.

Y que tengamos al pueblo bien apercibido en este tiempo en el cual nosotros vivimos. Y que tomen todas las precauciones, ya que estamos en un tiempo que están surgiendo terremotos, maremotos, tsunamis, volcanes, y problemas, muchos problemas en la naturaleza; que sepan cómo hacer en un caso de emergencia; que se cuiden.

Hay una historieta que Miguel nos cuenta (le voy a dejar que él la cuente luego), de la persona al cual Dios, en un tiempo de tormenta o de inundación, le envió dos o tres formas para salvarlo, y él no aprovechó.

Bueno, eso se lo voy a dejar a Miguel, para que nos ayude en esa parte, porque él es el que conoce bien esa historieta, que es una ilustración muy buena para todos nosotros.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde. Y con nosotros el misionero Miguel Bermúdez Marín, para continuar. Y nos veremos mañana, Dios mediante, en la actividad correspondiente.

Que Dios les bendiga y les guarde. Y con nosotros el misionero Miguel Bermúdez Marín.

“UN MINISTRO APROBADO POR CRISTO”.

[Revisión diciembre 2024]

[1] San Mateo 25:14-30, San Lucas 19:11-27

[2] Hebreos 3:2-5

[3] Apocalipsis 5:9-10

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