Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; y un saludo muy especial para todos los ministros que han venido de otros países para estos días de la Semana Santa. Que Dios les bendiga grandemente y les permita las peticiones de su corazón.
Para esta ocasión les quiero expresar el aprecio y agradecimiento por el respaldo que le están dando al importante proyecto de La Gran Carpa-Catedral, y también el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística, y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL.
Ya en el mes de junio será la conferencia: “Jerusalén 2010,” donde he de estar junto a todos los que han de llegar a Jerusalén para ser parte de esa conferencia en Jerusalén, para estar allí presentes en ese importante evento.
Para esta ocasión leemos en la Escritura de San Mateo, capítulo 27, versos 33 en adelante, donde nos dice, esto fue en la crucifixión de Cristo, dice:
“Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera,
le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo.
Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.
Y sentados le guardaban allí.
Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.
Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.
Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza,
y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.
De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían:
A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.
Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.
Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.
Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste.
Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber.
Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle.
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;
y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.
El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole,
entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión en la serie: “LA OBRA DEL MESÍAS EN SU VENIDA,” es “EL SACRIFICIO PARA UN PACTO ETERNO.”
A través de la Escritura encontramos en el libro del profeta Daniel que hay setenta semanas determinadas para el pueblo hebreo, y que pasadas siete semanas de años y luego sesenta y dos semanas más que en total son sesenta y nueve semanas de años, las cuales son nada menos que cuatrocientos ochenta y tres años, el Mesías se presentaría, son sesenta y nueve semanas hasta la Venida del Mesías.
A las sesenta y nueve semanas ya pasadas, terminadas, se presentaría el Mesías, ¿para qué? Para llevar a cabo Su ministerio mesiánico y cumplir el propósito de la Venida del Mesías que está aquí determinado en la Escritura. Dice en el capítulo 9 de Daniel, versos 21 en adelante, dice:
“Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.
Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.
Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas (siete semanas y sesenta y dos semanas, son sesenta y nueve semanas de años, que son cuatrocientos ochenta y tres años); se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí.”
Y ahora, la vida al Mesías le sería quitada conforme a la profecía. Cualquier persona que piense que el Mesías en Su Venida no tenía que morir, no está pensando correctamente, porque aquí dice que después de las sesenta y nueve semanas le será quitada la vida al Mesías; y después de eso, más adelante dice:
“Y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario.”
Y ahí está la profecía de la destrucción de Jerusalén y del templo que estaba en Jerusalén, profecía que ya estaba en los libros proféticos del antiguo pacto o Antiguo Testamento; los profetas del Antiguo Testamento hablaron de la destrucción de Jerusalén y también Jesucristo habló de la destrucción de Jerusalén, y dijo que no quedaría piedra sobre piedra que no fuera derribada. Eso está en San Mateo, capítulo 24, versos 1 al 3 y también en el mismo capítulo 24 sigue hacia adelante hasta el verso 29.
En San Lucas, capítulo 19 también del verso 41 en adelante el mismo Cristo cuando llegó cerca de la ciudad de Jerusalén en Su entrada triunfal al verla, lloró sobre ella diciendo: “Jerusalén, Jerusalén,” y clamó con gran dolor, sabiendo lo que vendría a esa ciudad tan importante del Programa Divino, de la cual el mismo Cristo dijo que Jerusalén es la Ciudad del Rey, y también la Escritura dice que Jerusalén es trono de Dios, porque allí en Jerusalén es que estaba el Trono de David que es el Trono terrenal de Dios, y Dios estaba en David reinando y estaba en Salomón y en aquellos reyes que fueron justos y sirvieron a Dios y que fueron herederos del Trono de David.
Y ahora, veamos aquí en el capítulo 19, versos 41 al 44 de San Lucas, donde dice Jesús, esto es en Su entrada triunfal:
“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,
diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,
y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.”
En este pasaje, vean cómo también Cristo profetiza sobre la ciudad de Jerusalén, ya desde las profecías de todos los profetas que hablaron de Jerusalén y el fin de Jerusalén y del templo, está contenida la profecía de la destrucción de Jerusalén y del templo.
Y ahora, encontramos que antes de la destrucción de Jerusalén y del templo, el Mesías tenía que venir y tenía que Su vida ser quitada no por sí, o sea, no iba a morir ni de edad avanzada, no iba a morir tampoco porque se iba a quitar la vida, no: le iba a ser quitada la vida, y eso tendría un propósito divino.
Sería para cumplir las profecías correspondientes a la primera Venida del Mesías, para poder “terminar la prevaricación, poner fin al pecado, expiar la iniquidad, traer la justicia perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos.” O sea, que cuando el Mesías aparece en la Tierra tiene un Programa Divino que llevar a cabo, y viéndolo llevar a cabo el programa que está prometido para el Mesías realizar, es conocido, reconocido por el pueblo.
Y ahora, en Isaías, capítulo 53 está retratado el Mesías y está tipificado o simbolizado en una oveja en el capítulo 53, verso 1 en adelante, dice:
“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?
Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.
Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.
Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.”
Ese capítulo 53 de Isaías completo, se refiere proféticamente al Mesías en Su primera Venida y Su obra, la obra que llevaría a cabo. Dice:
“Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”
Cuando haya puesto Su vida en Expiación por el pecado. Para poner Su vida en Expiación por el pecado, en los tipos y figuras del Antiguo Testamento, el animalito tenía que ser sacrificado, tenía que morir; y el Mesías para poner Su vida en Expiación por el pecado, tenía que morir, la vida le tenía que ser quitada, como le era quitada la vida a los animalitos que eran sacrificados por el pecado en los días que se efectuaban la expiación el día diez del mes séptimo de cada año, y también el día en que se sacrificó un cordero pascual, cada familia sacrificó un cordero pascual allá en Egipto, los hebreos para preservación de la vida de los primogénitos, colocando la sangre de ese cordero pascual en el dintel y los postes de los hogares hebreos.
Ese cordero pascual tipifica al Mesías en Su primera Venida, porque Su muerte y Su Sangre es para la preservación de la vida de los primogénitos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, y por consiguiente los que tienen la señal de la Sangre del Cordero pascual en el nuevo Pacto, los que tienen la Sangre del Cordero pascual: la Sangre de Cristo, al tener la vida de la Sangre que es el Espíritu Santo, no mueren espiritualmente, tienen vida eterna, son librados de la muerte espiritual y por consiguiente vivirán eternamente en el Reino de Dios en la Tierra prometida.
Y ahora, encontramos que este Sacrificio o muerte de Cristo en la Cruz del Calvario tenía que llevarse a cabo en medio del pueblo hebreo, el pueblo de Dios con el cual Dios estaba tratando bajo el pacto que le fue dado en el Monte Sinaí, porque para llevar a cabo la obra el Mesías tenía que estar con el pueblo que estaba en el pacto vigente en ese tiempo, y Él tenía que estar también en ese pacto, ser parte del pueblo que estaba en ese pacto.
La primera Venida del Mesías sería con el pueblo que estaría en el pacto que le fue dado en el Monte Sinaí; ahora, en el tiempo final encontramos que el Cristianismo está esperando la Venida del Señor, la Venida del Mesías, ¿por qué? Porque el Cristianismo o la Iglesia del Señor Jesucristo está dentro de un nuevo Pacto, del Pacto eterno que Él dijo que establecería con la casa de Judá y con la casa de Israel, o con la casa de Israel y con la casa de Judá, conforme a Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36.
Y encontramos que el mismo Jesucristo en San Mateo, capítulo 26, conocía muy bien lo que era el nuevo Pacto, y siendo Él el Ángel del Pacto vestido de un cuerpo de carne llamado Jesús, tenía que Él realizar o llevar a cabo y dar el nuevo Pacto para el pueblo, porque fue el Ángel del Pacto el que le dio el pacto allá en el Monte Sinaí.
Y ahora, para dar un nuevo Pacto tiene que venir el mismo Ángel del Pacto y está prometido que vendrá como el Mesías Príncipe, o sea, el ungido, el Cristo, y establecerá el nuevo Pacto para lo cual tiene que llevarlo a cabo en medio del pueblo hebreo, y tiene que ser en Jerusalén que es también el Monte de Sión en donde también hay un Monte llamado el Monte de Sión, porque el nuevo Pacto tiene que ser dado en Sión. De Sión tiene que salir la ley del nuevo Pacto, como salió la ley del pacto antiguo de un monte, el Monte Sinaí. Y ahora, veamos San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, dice:
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Y ahora, Cristo aquí está consciente del propósito para el cual Él vino en medio de Su pueblo: vino para el final de Su ministerio terrenal establecer el nuevo Pacto conforme a la promesa divina. Por eso es que Juan el Bautista cuando en el capítulo 1 de San Juan vio a Jesús, dice en el capítulo 1, verso 29 en adelante de San Juan:
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”
Y en el capítulo… este mismo capítulo sigue diciendo:
“Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.
Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.”
Para que fuera manifestado el Mesías a Israel, vino Juan el Bautista preparándole el camino, colocándole una plataforma, como hacen los políticos, que le preparan una plataforma política al líder que ellos quieren que obtenga, gane las elecciones, ya sea para alcalde, para gobernador o para presidente de su nación, tienen que hacerle una plataforma. No una tarima, no se refiere a una tarima, sino a una plataforma política, prepararle bien el terreno para que el pueblo lo reciba y vote por él.
Y ahora, Juan está hablando de ese que vendrá después de él, del cual él dice que es mayor que él, que era primero que él, y miren qué más dice:
“Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.
También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.
Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.
Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.”
Y eso fue lo mejor que pidieron hacer los discípulos del precursor al ver y saber por medio del que Juan dijo, que aquel era el Mesías, el que vendría después de él, lo mejor que pudieron hacer era seguir a Jesús, porque para eso es que viene el precursor: para preparar al pueblo para que reciban al que viene después de él.
Y ahora, el Mesías tenía para llevar a cabo una labor que sería al final de Su ministerio, con la cual coronaría Su primera Venida, con la cual coronaría Su ministerio, y era la Obra de Redención del ser humano, y tenía que ser en Israel y tenía que ser en Jerusalén, para lo cual Dios tuvo que segar a Su pueblo para que no lo reconocieran, y sobre todo a los líderes religiosos. Por lo cual no podemos estar hablando en contra del pueblo hebreo por la muerte de Cristo, porque eso estaba en el Programa Divino, y si estaba en el Programa Divino, tenía que llevarse a cabo, tenía que cumplirse.
Es un caso como el de José y sus hermanos, los cuales no lo aceptaban y lo vendieron, pero era cuando ya está en Egipto y llega el momento en que ellos lo necesitaban, él se da a conocer a ellos; lo ven entre los gentiles, lo ven como un gentil, y con ropa de las que usaban allá en Egipto, ropa gentil, de seguro con su recorte egipcio y todas esas cosas y una esposa egipcia, gentil, con hijos aparentemente gentiles, pero eran mitad y mitad, y sobre todo eran hebreos, de madre gentil.
Y él se da a conocer a ellos, se revela a ellos, les dice: “No les pese a ustedes haberme vendido, porque era para la preservación de vida, para la preservación de ustedes que Dios me trajo acá.” Esa era la forma que Dios eligió para llevar a José a Egipto y que viniera a ser el segundo en el reino del faraón, o sea, el virrey, y fuera el administrador de ese imperio; y entonces todo obró para bien, y así también la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario obraría para bien y verá el fruto de esa aflicción y quedará satisfecho, el fruto de Su aflicción es la redención que lleva a cabo, la redención del ser humano, la redención de todos los que están escritos en el cielo en el Libro de la Vida, la redención del pueblo hebreo, la redención de la Iglesia del Señor Jesucristo, la redención del planeta Tierra, la redención de toda la herencia de Dios.
Y ahora, más bien los gentiles, el Cristianismo debe darle gracias al pueblo hebreo porque Cristo murió en la tierra de Israel y que ellos sin darse cuenta lo rechazaron, pero todo eso estaba en el Programa Divino para bendición no solamente del pueblo hebreo sino también de los gentiles, para la Iglesia del Señor Jesucristo, para el planeta Tierra. O sea, que esa muerte de Cristo en la Cruz del Calvario ha sido una bendición para el ser humano, Él dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.”
Si él no moría, todos los seres humanos tenían que morir, porque había llegado el tiempo del juicio divino para la raza humana. Pero por cuanto Cristo tomó nuestros pecados y se hizo mortal, todo el juicio divino cayó sobre quién sobre Jesucristo, y así salvó la raza humana, la familia humana de la muerte en aquel día en que la raza humana tenía que morir.
Y algunos todavía no saben porqué viven, porqué todavía están viviendo o porqué existe la raza humana: fue porque murió allí en al Cruz del Calvario Jesucristo. Por lo tanto, el pueblo hebreo vino a ser instrumento para bendición de la familia humana. Y aunque quien crucificó a Cristo fue el imperio romano, el impero romano fue el que le dio muerte a Cristo en la Cruz que era la pena capital que aplicaba el imperio romano.
Y ahora, Él tenía que morir y esa era una de las obras del Mesías en Su primera venida. En los Salmos también habla todo lo que pasaría en ese día de la crucifixión. Ese día cuando ya Él muere, Él desciende en Espíritu, o sea, en cuerpo teofánico, porque cuando la persona muere, lo que muere es Su cuerpo físico, la persona sigue viviendo en alma y espíritu, alma que es lo que en realidad es la persona, y espíritu que es un cuerpo de otra dimensión.
Y en Su cuerpo angelical o cuerpo teofánico llamado el Ángel del Pacto, en el que le aparecía a los profetas en el Antiguo Testamento, Cristo bajó a donde estaban los espíritus de los que habían sido desobedientes en el tiempo de Noé y habían muerto en el diluvio, y les predicó, pero no para salvación, sino para darles testimonio que era aquel del cual Noé había hablado y el cual le había dicho a Noé que vendría un diluvio.
Y bajó más abajo, eso es la quinta dimensión, el infierno, y luego bajó más abajo donde estaba el diablo y todo ese reino de esos espíritus, de esos ángeles caídos, y le quitó las llaves del infierno y de la muerte al diablo, y luego el Jefe es Cristo.
Luego pasa, sube y va al Paraíso donde está Abraham, Isaac, Jacob y todas esas personas que están en sus cuerpos angelicales, y allí lo reciben, le dan la bienvenida, Él les cuenta todo y lo ven con las llaves del infierno y de la muerte, y ya les dice: “Bueno, tenemos que irnos de aquí, ya es hora de salir, ya es hora de regresar,” y entonces los saca de ese lugar y en la resurrección del domingo en la mañana aparecen a muchas personas en la ciudad de Jerusalén, principalmente de sus familiares, aparecen jovencitos, Abraham, Isaac, Sara y Jacob y todos ellos, Job también, y Cristo aparece a Sus discípulos y a estas mujeres que seguían Su mensaje, y a María, la hermana de María, a Sus primos Jacobo y Juan y a todos los demás discípulos, y ellos no creían que era Jesús, pues cuando lo vieron la última vez estaba lleno de golpes y sangrando y ahora lo ven lo más bien y jovencito, y que entra estando las puertas cerradas, creen que es un espíritu.
O sea, no pueden creer que es Jesucristo, pero Él les dice que un espíritu no tiene carne como ellos ven que tiene, no tiene carne y hueso, y también les pide que le den algo de comer y come delante de ellos, recordando nosotros siempre que en la resurrección se puede comer cuando resucita la persona y que tenemos unos invitados que están en el Paraíso y que ya han dicho que cuando regresen a la tierra entonces comerán.
Así que ya tenemos para compartir con los que vienen del Paraíso muy pronto en la resurrección prometida para el Día Postrero, la cual va a llevar a cabo Cristo, el mismo Ángel del Pacto que llevó a cabo la resurrección, los santos del Antiguo Testamento.
Y ahora, el Sacrificio para un Pacto eterno fue llevado a cabo en la Cruz del Calvario, Jesucristo dijo que Su Sangre es la Sangre del nuevo Pacto, y en Hebreos, capítulo 13, verso 20 dice San Pablo en Hebreos:
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,
os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
Y ahora, aquí nos dice que la Sangre de Cristo es la Sangre del Pacto eterno, el nuevo Pacto es un Pacto eterno, y el Sacrificio para ese y de ese nuevo Pacto, lo hace el Ángel del Pacto que se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, y en medio de los que estaban en el pacto anterior lleva a cabo, establece el nuevo Pacto, era el único que podía establecer el nuevo Pacto, hacer el nuevo Pacto. ¿Quién? El Ángel del Pacto, en donde estaba Dios, está y estará eternamente.
Y ahora, podemos ver lo que es el Sacrificio para un nuevo Pacto, para el Pacto eterno al cual entrarían millones de seres humanos, y de entre ellos un porciento muy alto serían descendientes hebreos de la tribu de Israel y de la tribu… o sea, de las doce tribus del reino del Norte: la casa de Israel, y del reino del Sur: la casa de Judá.
El nuevo Pacto y el nuevo Pacto comenzó con hebreos, judíos o hebreos de las diferentes tribus, de las doce tribus de Israel, por lo tanto, el Cristianismo nació entre los hebreos, y podemos decir que es una herencia hebrea como la Biblia es también una herencia hebrea que han compartido con los gentiles para bendición de los gentiles conforme a las promesas que Dios hizo a Abraham.
Por eso es que San Pablo dice hablando de Cristo y Su crucifixión en Gálatas, capítulo 3, veamos cómo nos dice San Pablo, capítulo 3, verso 13 de Gálatas, dice San Pablo:
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero ),
que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”
Y ahora, vean cómo la bendición de Abraham pasa a los gentiles por medio de Cristo muriendo en la Cruz del Calvario, muriendo como el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano.
Y ahora, se ha llevado a cabo el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano en la Cruz del Calvario en la Ciudad de Jerusalén, en la tierra de Israel en medio del pueblo hebreo, hace alrededor de dos mil años atrás, y todavía es tan efectivo ese Sacrificio y Su Sangre, como lo fue desde el momento en que fue derramada Su Sangre en la Cruz del Calvario, y todavía Él está intercediendo como Sumo Sacerdote en el Cielo con Su propia Sangre y dándole la vida de Su Sangre, la vida de la Sangre, dándosela a todo aquel que lo recibe como su único y suficiente Salvador, o sea, dándole Su Espíritu Santo a cada persona que lo recibe como su Salvador.
Por lo tanto, viendo el Sacrificio para un nuevo Pacto eterno, sacrificio que fue hecho dos mil años atrás, alrededor de dos mil años atrás en la Cruz del Calvario, todos ahora tenemos la misma oportunidad de obtener la redención, obtener la Vida eterna, obtener la como individuos. Es para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.
Por lo tanto, si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador y ha visto la obra del Mesías en su primera Venida y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario para el Pacto eterno que Él establecería, puede entrar al Pacto eterno, ser cubierto con la Sangre del Pacto eterno, la Sangre de Cristo al recibirlo como su único y suficiente Salvador, para lo cual puede pasar acá al frente y estaremos orando por usted.
Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que lo reciben como su único y suficiente Salvador.
Dios tiene mucho pueblo en este tiempo final y los está llamando para colocarlos dentro del Pacto eterno, dentro de ese nuevo Pacto y cubrirlos con la Sangre del Pacto eterno y limpiarlos de todo pecado con la Sangre del Pacto eterno.
Hemos visto que la obra del Mesías en Su primera Venida fue para el establecimiento del Pacto eterno, del nuevo Pacto que estaba prometido que Dios haría con la casa de Israel y con la casa de Judá, y así pasaría la bendición de Abraham a los gentiles.
Los gentiles han recibido una herencia muy grande de los judíos, el mismo Cristo hablando con la mujer samaritana ahí en el capítulo 4 de San Juan, le dice a la mujer samaritana: “la bendición viene de los judíos.”
Por lo tanto, toda la humanidad debe estar muy agradecida a los judíos, porque la salvación para todas las naciones ha venido de los judíos a través de Jesucristo nacido como hebreo allá en la tierra de Israel, nacido como descendiente del rey David.
En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también, Él dijo: “Dejad a los niños venir a mi; y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos.”
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Si falta alguna persona por venir, puede venir, y si ya están listos en las demás naciones. Todavía están viniendo más personas a los Pies de Cristo en otras naciones. No sé si sale en la pantalla acá… ¿En qué nación todavía están viniendo? Ahí los tenemos.
Es que Dios tiene mucho pueblo en todas las naciones, y los está llamando en este tiempo final. Hay un nuevo Pacto que fue establecido por Jesucristo, el cual es el Ángel del Pacto. Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, es el mismo Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, es el mismo Ángel del Pacto que hablaba con Adán, que hablaba con Enoc, que hablaba con Noé, el mismo que le dijo a Noé que iba a venir un diluvio sobre la Tierra e iba a ser destruida la humanidad; es el mismo Ángel del Pacto que hablaba con Abraham, el mismo Ángel del Pacto que comió con Abraham, es el mismo Ángel del Pacto que le aparecía a Moisés, que le aparecía a Josué, que le aparecía a los Jueces, que le aparecía a los profetas.
Y ese Ángel del Pacto está prometido en Malaquías, capítulo 3 que enviaría Su mensajero delante de Él, el cual fue Juan el Bautista y vendría a Su templo el Señor, Dios el Padre, y el Ángel del Pacto, o sea, el cuerpo angelical de Dios que es Cristo en Su cuerpo angelical, y vendría a Su templo, vendría en medio del pueblo hebreo, para lo cual se creó un cuerpo de carne en el vientre de María y creció célula sobre célula, y al tiempo correspondiente, digamos, nueve meses nació ese cuerpecito en Belén de Judea a través de la virgen María, fue creciendo y cuando tuvo cerca de 30 años comenzó Su ministerio y luego de tres años y medio de ministerio murió en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, para que todos podamos recibir la Vida eterna, para que todos podamos vivir con Él en el Reino eterno de Dios.
Jesucristo es la persona más importante de Dios en la Tierra y también en el Cielo, pues está sentado a la diestra de Dios en el Cielo, y todo poder le fue dado en el Cielo y en la Tierra, ¿por qué? Porque el que tiene el poder es el que está sentado en el Trono, y por consiguiente le fue dado poder en el Cielo y en la Tierra; todo poder es por medio de Cristo que Dios lleva a cabo todas las cosas, y fue por medio de Cristo en Su cuerpo angelical que Dios creó los Cielos y la Tierra.
Así que en Su cuerpo angelical era antes de la creación; por medio de Cristo el Ángel del Pacto fue que Dios creó los Cielos y la Tierra, porque Cristo en Su cuerpo angelical es la imagen del Dios viviente, es el cuerpo angelical de Dios, la imagen de Dios, ese es el misterio de Dios el Padre y de Cristo.
Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, para lo cual en todos los países que están conectados a esta transmisión y a esta actividad, y los que están presentes con nuestras manos en alto y nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de Cristo, repitan conmigo la oración que estaremos haciendo:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados y creo Señor que Tú eres mi único y suficiente Salvador. Creo que necesito, Señor, urgentemente un Redentor y creo con toda mi alma que Tú eres el único y suficiente Redentor, Salvador.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mi el nuevo nacimiento.
Me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y acepto la salvación y Vida eterna que ganaste para mí en la Cruz del Calvario, la recibo en fe con toda mi alma. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón.
El bautismo en agua es tipológico, simbólico. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. Pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo que ha estado siendo obedecido por los apóstoles y por todos los que han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Todos los ministros bautizan a las personas que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque es un mandamiento del Señor en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
El mismo Jesucristo fue al lugar donde Juan estaba bautizando allá en el Jordán, entró a las aguas bautismales y Juan le dice: “Tú vienes a mí para que yo te bautice, yo tengo necesidad de ser bautizado por ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia y entonces lo bautizó, ya no discutió más. Y si Cristo para cumplir toda justicia necesitaba ser bautizado por Juan, cuánto más nosotros.
Por lo tanto, bien puede ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Continúen pasando todos una tarde feliz en este día en que se recuerda la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, en el cual con Su Sacrificio expiatorio estableció el nuevo Pacto al cual han estado entrando millones de seres humanos. Y ahora ustedes que están recibiendo a Cristo como Salvador, también están entrando a ese nuevo Pacto.
En cada nación dejo al ministro correspondiente, y aquí en Puerto Rico dejo al ministro correspondiente, reverendo José Benjamín Pérez, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Que las bendiciones de Cristo bajo el nuevo Pacto, sean sobre todos ustedes.
Hasta mañana con los ministros, y pasado mañana, domingo, con todos ustedes nuevamente. Traigan también a sus amistades y familiares para que también Cristo les hable al corazón y entren al nuevo Pacto que Cristo estableció con Su muerte en la Cruz del Calvario.
“EL SACRIFICIO PARA UN PACTO ETERNO.”