La introducción del Reino de Dios en la Tierra

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Leemos la Escritura dentro de algunos minutos.

Quiero agradecerles el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística, y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL. Que Dios los bendiga por lo que están haciendo, y los use grandemente en Su Reino en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Para esta ocasión leemos en San Lucas, capítulo 21, versos 25 al 36 que nos dice, el mismo Cristo hablando dice:

“Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;

desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.

Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.

También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.

Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.

Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.

De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.

Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.

Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“LA INTRODUCCIÓN DEL REINO DE DIOS EN LA TIERRA.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.

Nos preguntamos: ¿qué es la introducción del Reino de Dios en la Tierra? Para lo cual tenemos que también saber qué es el Reino de Dios en la Tierra. A través de la Escritura podemos ver que el mismo Señor Jesucristo habló mucho acerca del Reino de Dios, también Juan el Bautista. Estaban predicando el Evangelio del Reino que gira alrededor del Reino de Dios que será restaurado en la Tierra.

Ahora, pasando al tiempo del rey David, encontramos la ocasión en que ya el rey David había llegado a los 69 ó 70 años por ahí, ya él presentía, percibía que sus días en la Tierra habían ya llegado a su final, él tenía sus problemas de salud; y como en las ocasiones en que padres muy ricos que tienen hijos, no reparten la herencia a sus hijos cuando él está vivo (el padre), entonces la mayor parte de las ocasiones los hijos se pelean por la herencia, y en vez de haber unión entre la familia por causa de la herencia, del dinero y todas las propiedades que tenga, entonces cada cual, pues quiere la mejor parte y hay problemas en ese aspecto.

El rey David ya tenía la experiencia porque cuando él estaba reinando, su hijo mayor, Absalón, trató de darle un golpe de estado, consiguió personas del ejército, líderes importantes y parte del ejército que se puso de su parte, y trataron de darle un golpe de estado como se dice comúnmente, para quitarle el trono, y entonces Absalón su hijo mayor colocarse como rey, y probablemente iba a morir el rey David por dirección de su hijo Absalón.

Y ahora, viendo también que como dice él mismo: “Dios me ha dado muchos hijos.” Y en aquel tiempo era mucho problema; tenía hijos de diferentes mujeres, de diferentes naciones, así que, por parte de padre eran hermanos, pero por parte de madre no eran hermanos. Y algunas veces, por ejemplo, a través de Betsabé tuvo unos cuantos hijos.

Ahora, encontramos que él sabía que iban a haber problemas. Uno de ellos, antes de morir el rey David y antes de colocar a Salomón como rey, ya había conseguido personas también y un general del ejército con un grupo de ejército que lo respaldaba y se estaba ya para proclamar o proclamándose rey, el heredero al trono. Y le hicieron saber a David lo que estaba sucediendo, y le hicieron saber a David también el profeta Natán, y también su esposa Betsabé, que él había dicho que Salomón iba a ser su heredero, y entonces el rey David vio que era el momento, porque ya todavía estando él vivo, estaba bastante enfermo, él sabía que ya estaban peleando por el trono y todavía estaba vivo, hasta lo podían matar estando él todavía como rey.

Y entonces, ya reúne el pueblo y hace la proclama de que Salomón es el heredero al trono y lo coloca sobre el trono. Veamos aquí la historia en Primera de Crónicas, capítulo 28, versos 2 en adelante, dice:

“Y levantándose el rey David, puesto en pie dijo: Oídme, hermanos míos, y pueblo mío. Yo tenía el propósito de edificar una casa en la cual reposara el arca del pacto de Jehová (ese es el capítulo 28, de Primera de Crónicas, versos 2 en adelante)…Yo tenía el propósito de edificar una casa en la cual reposara el arca del pacto de Jehová, y para el estrado de los pies de nuestro Dios; y había ya preparado todo para edificar.

Mas Dios…”

Ahora vean cómo el rey David estuvo haciéndose muy rico, ¿pero cuál era el propósito? El propósito en su corazón era la construcción del templo, ya él tenía eso en el corazón, ya Dios había transmitido al corazón de David que Dios habitaría en una casa que le sería construida en Jerusalén; y sigue diciendo:

“Mas Dios me dijo: Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre.

Pero Jehová el Dios de Israel me eligió de toda la casa de mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel; porque a Judá escogió por caudillo, y de la casa de Judá a la familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para ponerme por rey sobre todo Israel.

Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.

Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le seré a él por padre.”

Ahora vean, el heredero de David, el hijo de David, dice Dios que a éste Él lo ha escogido por hijo, y Dios le será a él por Padre. O sea, Dios lo ha escogido por hijo suyo, será hijo de Dios, Dios lo llamará “mi hijo,” y Dios se llamará “Su Padre,” dice:

“…a éste he escogido por hijo, y yo le seré a él por padre.”

Eso es muy importante, porque eso nos lleva a Apocalipsis, capítulo 21, versos 5 al 7; para adelantarles algo aquí, porque esto es paralelo a lo que dice acá; dice:

“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.”

Vean, lo mismo que está diciendo de Salomón, el hijo de David.

Y ahora, pasamos aquí… aquí podemos ver la bendición tan grande de David de tener un hijo al cual Dios le llama: Su hijo, y del cual Dios dice que le va a edificar una casa, un templo.

Y ahora, en el capítulo 29, versos 22 en adelante, dice [Primera de Crónicas]:

“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.

Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”

Aquí por segunda vez le es dada la investidura a Salomón, y lo mismo que dice acá, donde dice:

“…eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.”

Para que se siente ¿en qué trono? En el Trono del Reino de Dios sobre el pueblo hebreo. El Reino de Dios en la Tierra es llamado el Reino de David, que es el Reino de Dios sobre el pueblo hebreo; y a Salomón le fue dado el privilegio de ser el heredero a ese Reino, y por consiguiente fue el heredero al Trono de ese Reino, llamado el Trono de David, por eso se llama el Trono de David, y el Reino se llama: el Reino de David; porque el Reino terrenal de Dios es el Reino de David, y el Trono terrenal de Dios es el Trono de David. Aquí lo vemos más claro, dice:

“…y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.

Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”

¿En qué Trono se sentó? En el Trono de Jehová, en el Trono de Dios. El Trono terrenal de Dios es el Trono de David, y el Reino terrenal de Dios, es el Reino de David.

Ahora, el Trono celestial de Dios, es el Trono que está en el Cielo, donde Jesucristo dijo que Él se sentaría, y esto lo dijo cuando estaba siendo juzgado por el Concilio del Sanedrín; y luego que murió y resucitó glorificado y subió al Cielo, se sentó en el Trono celestial de Dios. Y por eso luego en el capítulo 28, versos 16 al 20, Cristo dice: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra,” porque el Trono celestial de Dios gobierna todo el Reino de Dios que es Universal, gobierna el mundo y reino invisible y el mundo visible.

O sea, que toda la creación está bajo el Reino divino, aunque en algunas ocasiones podemos ver que se levantan rebeliones como en todos los reinos; algunas veces se levantan rebeliones como sucedió en el reino de David y en el reino de otros reyes en la tierra de Israel y en otras naciones también.

Ahora, el Reino de Dios celestial tiene un Trono, el Trono de Dios celestial, y Cristo está sentado a la diestra de Dios en el Trono celestial, eso lo dice Cristo mismo en el capítulo 3, verso 20 al 21 de Apocalipsis, dice:

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”

Si habla de la cena, pues está hablando ¿de qué tiempo? Del tiempo de la tarde, y el sol se pone en el Oeste, o sea, está hablando del tiempo en que se pone el sol, y el sol se pone, pues en el Oeste. Por lo tanto, hay una bendición grande para el Oeste, por eso además de una Cena de Palabra de Dios: “Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios,” también tenemos una Cena en el Cielo prometida: la Cena de las Bodas del Cordero, a la cual yo he sido invitado y acepté la invitación. ¿Y quién más? Pues, cada uno de ustedes también.

Ahora, en cada edad Cristo ha estado dando el alimento espiritual de la Palabra para Su pueblo, dándolo al mensajero, al siervo fiel y prudente de cada edad, y Él la da al pueblo de su edad. Recuerden que la pregunta de Cristo en la parábola del siervo fiel y prudente y del mayordomo fiel y prudente, es: “¿Quién es el siervo fiel y prudente? ¿O quién es el mayordomo fiel y prudente? Al cual puso su Señor sobre todos Sus bienes (eso es aquí en la Tierra), para que les dé el alimento a tiempo,” o sea, eso es en la Casa de Dios que es la Iglesia del Señor Jesucristo, Su Casa. ¿Quién es el siervo fiel y prudente al cual Su Señor puso sobre Su Casa? Así como Dios puso a Moisés sobre la Casa de Dios, el pueblo de Dios, y así como Dios puso a Jesucristo sobre Su Casa, como Hijo sobre Su Casa.

Y ahora, Cristo sobre Su Casa ha colocado siervos fieles y prudentes en cada edad, uno para cada etapa o cada edad, para dar el alimento a ese mensajero, y ese mensajero pasarlo al pueblo de su edad, para alimentarlos espiritualmente con la Palabra de Dios: “Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” (San Mateo, capítulo 4, versos 4 en adelante y también Deuteronomio, capítulo 8, versos 1 al 9).

Y ahora, “¿quién es el siervo fiel y prudente?” Pregunta Cristo, ¿será el primero, el segundo, el tercero, el cuarto, quinto, sexto o séptimo; o habrá otro? Ahora, dice: “¿Quién es el siervo fiel y prudente al cual Su Señor puso sobre Su Casa, para que les dé el alimento a tiempo? De cierto os digo que cuando Su Señor venga y le halle haciendo así…” o sea, tiene que estar vivo “…y le halle haciendo así, de cierto os digo que sobre todos Sus bienes le pondrá.”

Cuando el profeta José le reveló el significado del sueño de las espigas hermosas y también de las espigas enjutas o feas o malas al faraón, le dio la interpretación, el faraón dijo: “No hay sabio como tú,” habló con sus consejeros y como José le había dicho lo que tenía que hacer el faraón, o sea, conseguir un hombre, un hombre sabio, prudente; pero está hablando de él mismo, está dando él sus características, porque ese era el tipo de hombre que se necesitaba en ese reino para evitar que el pueblo muriera de hambre cuando viniera esa escasez.

Y el único que sabía qué hacer y sabía lo que iba a suceder, pues era José; entonces le recomienda al hombre que solamente una persona podía llenar esas calificaciones, que era José, le dice: “Búsquese el rey, escoja el rey un hombre sabio, un hombre prudente, colóquelo sobre todo, sobre la cosecha y que almacene en la Tierra, almacene todas las cosechas, una parte de la cosecha, durante esos siete años de abundancia que vendrán, para que cuando vengan los siete años, o sea, cuando vengan las vacas flacas, tiempo de las vacas flacas (¿no han oído ustedes que últimamente están hablando mucho que estamos ya, o ya estamos o está llegando el tiempo de las vacas flacas? Los políticos han estado hablando algo así), y cuando venga ese tiempo no morirá de hambruna el pueblo.” Y entonces escucharon el consejo, y comienzan a hablar el rey, el faraón con sus consejeros, con sus sabios, sus ministros. “Bueno, ¿qué hombre ustedes ven que puede hacer eso que José está diciendo? ¿Qué hombre podemos encontrar? ¿Qué hombre prudente hay entre nosotros que pueda llevar a cabo ese trabajo para que Egipto no perezca de hambre cuando venga ese tiempo difícil de hambruna?” Y de seguro el uno al otro se diría: “Yo no soy esa persona,” y quizás si uno le decía al otro: “Tú puedes ser.” “No, esa responsabilidad tan grande no me la eches a mí.”

Y entonces todos llegan al acuerdo: “No, el único que podría hacer eso que José dice, es él mismo, pues él conoció el sueño, la interpretación, y sabe cuál es la solución al problema que va a venir; por lo tanto él es el hombre,” y le dan el veredicto al faraón, y el faraón dice: “Verdaderamente yo concuerdo con ustedes, ese es el hombre, no hay otro.” Y entonces, lo coronan de favores, le colocan un collar, le colocan el anillo del rey, con el cual el rey sellaba los documentos (porque ahí está el nombre del rey, el sello real), y le colocan la vestidura, una vestidura real, lo colocan sobre un caballo y lo proclaman segundo en el reino, y lo llevan, le dan un paseo, un viaje proclamándolo como segundo en el reino.

Y toda persona cuando él iba a salir, y luego cuando salió, se tocaban las trompetas y todo el mundo tenía que dejar de hacer lo que estaba haciendo para inclinarse delante de José, al José pasar, toda rodilla tenía que doblarse delante de José; y el que no lo hiciera, moriría. Así eran las leyes en ese tiempo.

Y ahora, proclaman a José segundo en el reino, o sea, vino a ser el virrey o primer ministro, y no se movía pie alguno allá en Egipto, sino por mandato de José, o sea, que el faraón ya puso en las manos de José la administración del reino; sobre todos los bienes del rey colocó faraón a José; cualquier documento que tenía que ser firmado por el rey, pues lo traían a José, y ahí José pegaba el sello, porque tenía el anillo del rey.

José tipifica al Mesías, tipifica a Cristo, tipifica a Cristo en Su primera Venida y tipifica a Cristo en Su segunda Venida. José allá en el trono, pues tipifica a Cristo subiendo al Cielo, sentándose en el Trono de Dios, a la diestra de Dios, y todos los negocios del Padre celestial están en las manos de Cristo; Él está gobernando desde el Trono celestial, dice la Escritura que todo está sujeto a Él, sean tronos, sean principados, o sea, que todos los príncipes con sus ejércitos y los territorios que le han sido dados para gobernar, para administrar, están sujetos a Cristo; así es en todo reino.

Y luego, encontramos que Cristo dice que Él va a hacer lo mismo que el Padre ha hecho con Él, es como lo mismo que hizo el rey David: colocó a su hijo Salomón en el Trono terrenal de Dios para reinar sobre el pueblo hebreo.

Y ahora, también en… Daniel siendo colocado, luego de interpretar el sueño a Nabucodonosor, fue colocado en una posición muy alta, e iba subiendo de posiciones, de una posición a otra en el reino del rey de Babilonia, Nabucodonosor, y vino a ser un político muy importante, gobernador de la provincia de Babilonia; y vean, era un profeta y era un político.

El sueño que tuvo el rey Nabucodonosor era un sueño político, y Daniel se lo interpretó, el sueño de la estatua con la cabeza de oro, los pechos y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro, y los pies de hierro y de barro cocido, ese es el reino de los gentiles que comenzó con el rey Nabucodonosor y ha ido pasando de etapa en etapa: reino Babilónico con Nabucodonosor, reino Medo-persa, luego reino de Grecia (reino griego con Alejandro el Grande), y luego reino o imperio Romano en el tiempo de los césares, y luego los pies de hierro y de barro cocido que es lo que ha quedado de ese imperio de los gentiles,y es en esa etapa en donde la segunda Venida se hará una realidad, la segunda Venida de Cristo; la primera fue en la etapa de las piernas de hierro allá en el tiempo del imperio Romano, en donde se cumplió la primera Venida de Cristo en la tierra de Israel.

Ahora, hablando acerca del Trono de Dios en el Cielo, ya sabemos que ese ya ha sido ocupado por Cristo.

Y ahora, Cristo nos dice acerca del Reino de Dios terrenal, dice que orando… en el Padre nuestro nos enseña que orando digamos: “Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino, hágase Tu voluntad, como en el Cielo, también en la Tierra. (San Mateo, capítulo 6, verso 10). En el capítulo 1, versos 4 al 6, el 6 del libro de los Hechos, le preguntan los discípulos a Cristo ya resucitado, antes de subir al Cielo le preguntan: “ Señor, ¿restaurarás Tú el Reino a Israel en este tiempo?” ¿Ven? Ahora, estaban interesados los discípulos del Señor Jesucristo en el tema de la restauración del Reino de Dios en la Tierra, que es la Restauración del Reino que Dios ha prometido para el Mesías.

Y ahora, vamos a ir, hacemos una pausa aquí en Apocalipsis, capítulo 3, vamos a ver, nos quedamos donde dice: “Si alguno oye mi Voz y abre la puerta, cenaré con él, y él conmigo.” Y sigue diciendo:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

Ahora vean, Cristo dice que Él venció, “así como Yo he vencido,” murió y resucitó glorificado, porque la resurrección es en cuerpos glorificados y jóvenes para toda la eternidad, y ahora, nos dice que Él se ha sentado con el Padre en Su Trono, “eso es lo que Él había dicho antes de morir cuando estaba siendo juzgado, que Él se sentaría a la diestra de Dios, a la diestra del poder de Dios. Y ahora, dice:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

El Trono del Padre está en el Cielo, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios y donde está haciendo Intercesión por cada persona que lo recibe como único y suficiente Salvador. Pero, ¿a qué Trono se refiere Cristo cuando dice: “Yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como Yo he vencido y me he sentado con mi Padre en Su Trono”? ¿Es que hay dos tronos? Sí, está el Trono terrenal que es el Trono de David, y está el Trono celestial que es el Trono del Padre; el Trono de Cristo al cual se refiere aquí, vamos a ver lo que nos dice el Ángel o Arcángel Gabriel en San Lucas, capítulo 1, en la conversación que tiene con la virgen María; capítulo 1, verso 30 en adelante, dice:

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Y ahora, el Trono del cual habla el Ángel Gabriel a la virgen María, el Trono que Dios el Padre le dará a Jesucristo, es el Trono de David; el Trono terrenal es el Trono que Él hereda; no es el trono de otro país, no es el trono de otra nación, es el Trono de David, y ese es el Trono donde Él dice que Él va a sentar al vencedor con Él, así como Cristo, al ser sentado con el Padre en Su Trono, recibió toda autoridad sobre los Cielos y la Tierra, sobre todos los términos del Reino celestial, tanto el mundo invisible como el mundo visible.

Y ahora, en esa forma en que Él recibió autoridad al sentarse en el Trono, porque el que tiene la autoridad es el que está sentado en el trono, ahora Cristo promete darle al vencedor esa bendición: que se siente con Él en Su Trono; y por consiguiente vendrá a ser el siervo fiel y prudente al cual su Señor, cuando venga, o sea, en la Venida del Señor y “le halle haciendo así,” o sea, dándole el alimento espiritual, el mensaje de Dios correspondiente al tiempo final, al pueblo de Dios, a la Iglesia del Señor Jesucristo, dice: “De cierto os digo que sobre todos Sus bienes le pondrá.”

O sea, le dará que se siente con Él en Su Trono, y le irá a dar autoridad como le dio al sentarlo en el Trono el que tiene la autoridad, el que recibe autoridad es el que está sentado en el trono; y así como Dios el Padre está en el Cielo en el Trono celestial reinando a través de Cristo; porque al darle autoridad, poder sobre los Cielos y la Tierra a Cristo, no quiere decir que el Padre se quedó sin poder; Él dijo: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra,” pero es Dios en Cristo reinando, Dios a través de Cristo manifestando todo ese poder, Dios a través de Cristo llevando a cabo la administración del Reino celestial al cual pertenece también este planeta Tierra.

Ahora, veamos Apocalipsis, capítulo 2, versos 26 en adelante que dice:

“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones…”

Ninguno de los apóstoles, ni de los siete mensajeros de las edades tuvo autoridad sobre las naciones, pero Cristo ha prometido darle autoridad sobre las naciones al vencedor, el que guardare Sus obras hasta el fin, o sea, que estará en el tiempo del fin para recibir esa bendición, dice que le dará autoridad sobre las naciones; por lo tanto, Cristo a través de Él va a manifestar ese poder:

“…y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”

Vean, como Cristo la recibió del Padre, ahora le otorga en el Reino terrenal la bendición de sentarse con Cristo en Su Trono y le da autoridad sobre todas las naciones. “Y las regirá con vara de hierro.” Vendrá a ser el siervo fiel y prudente al cual Su Señor pondrá sobre todos Sus bienes, vendrá a ser el primer ministro de ese Reino, el segundo en ese Reino; el primero es Cristo el Mesías, y el segundo es ese siervo fiel y prudente, vendrá a ser el primer ministro de ese Reino.

Es la bendición más grande, es la bendición que estaban buscando dos discípulos del Señor Jesucristo; la trataron de conseguir en dos ocasiones: en una ocasión fue cuando en Samaria no quisieron recibir a Cristo y Sus discípulos… y entonces dos de Sus discípulos, “los hijos del trueno” le pone Cristo a ellos, y ellos le dicen a Jesucristo: “Señor, ¿quieres que mandemos a descender fuego del Cielo como hizo Elías y que sean quemados?” o sea, para que sean quemados, no es para que venga el fuego brillando o alumbrando. Cristo le dice: “Ustedes no saben de qué espíritu son,” les puso por nombre “hijos del trueno,” ustedes buscan el nombre que usó pero significa hijos del trueno.

Luego, más adelante, cuando ellos bajan del Monte de la Transfiguración en el capítulo 17, de San Mateo, más adelante en el capítulo 20, de San Mateo, verso 20 en adelante, van con su madre a donde Jesús, ya habían hablado con ella y ellos habían visto en el Monte de la Transfiguración a Moisés y a Elías, uno a cada lado, y ellos entendían que ese era el Orden de la segunda Venida del Señor con Sus ángeles, con Moisés y Elías, y ellos sabían que esa era la Venida del Reino de Dios; y entonces vieron a Moisés a un lado y a Elías al otro lado, y entonces ellos quisieron en el Reino del Señor estar uno a la derecha y el otro a la izquierda, o sea, lo mismo que le habían dicho cuando querían mandar a descender fuego del Cielo, o sea, querían el ministerio de Elías.

Recuerden que también Moisés, en una de las plagas cayó granizo y fuego también del Cielo; esos son los ministerios de los dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, versos 1 al 14, son los ministerios que aparecen en Apocalipsis también, capítulo 11, verso 2 al 14, los ministerios de los dos Olivos, de los dos Candeleros que están delante de la presencia de Dios, son los ministerios más importantes que estarán manifestados en la Tierra en el Día Postrero.

Aquellos discípulos sabían lo que estaban buscando: la bendición mayor, la bendición de estar a la diestra y a la siniestra, a la derecha y a la izquierda del Señor en Su Reino, eso significaba que Cristo los sentaría con Él en Su Trono y que ellos tendrían autoridad sobre todas las naciones. También aquí dice el verso 28 y 29:

“…y le daré la estrella de la mañana.”

La estrella de la mañana es Cristo, el Espíritu Santo; el Espíritu Santo es la estrella de la mañana, les alumbró el camino al pueblo hebreo por el desierto todas las noches, y durante el día era una columna de nube que los protegía del sol y los guiaba por el desierto.

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto el que está hablando esta promesa, es el mismo Cristo en Espíritu Santo, pues Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” ¿Cómo estaría? En Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el cuerpo angelical del Señor Jesucristo en medio de Su pueblo, en medio de Su Iglesia. San Mateo, capítulo 28, verso 20 es donde dice: “Estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

Y ahora, hemos visto que le va a dar autoridad sobre todas las naciones, y por consiguiente se sentará con Él en Su Trono. También usted encuentra otras promesas como en el verso… capítulo 3, verso 12 del Apocalipsis que dice, versos 11 al 12, dice:

“He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”

Así que, Él va a escribir Su Nombre nuevo y el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y el Nombre de Dios, lo va a escribir en el vencedor.

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Ahora, para sentarse en el Trono de Dios, tenía que obtener la victoria el que se iba a sentar en el trono de Dios, tenía que ser Hijo de Dios, tenía que haber nacido a través de una virgen conforme a la promesa divina, y tenía que tener el Nombre de Dios; porque Cristo dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” ¿Ven?

Y Cristo es el Ángel del Pacto vestido de carne humana, en Su Cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto tenía también el Nombre de Dios, pues Dios dice, hablando del Ángel del Pacto, del Ángel de Dios, en el capítulo 23, versos 20 al 23 del Éxodo, dice:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

¿Dónde estaba el Nombre de Dios? En el Ángel del Pacto, y el Ángel del Pacto es el velo angelical de Dios, el cuerpo angelical de Dios, el cual es Jesucristo, el cual es Cristo, el Mesías, el Cristo en cuerpo angelical; por eso el Señor Jesucristo podía decir: “Antes que Abraham fuese, Yo soy.” ¿Cómo era Él? Era en cuerpo angelical (San Juan, capítulo 8, versos 56 al 58).

Y ahora, podemos ver que hay una bendición muy grande en el Reino de Dios que será establecido en la Tierra; ya la disputa por sentarse en el Trono celestial se acabó porque ya se sentó Jesucristo, o sea, ya el diablo perdió esa lucha, porque él quería sentarse allá en Isaías, capítulo 14 (me parece que es), capítulo 14 y también en Ezequiel, capítulo… por el 28, también nos habla en ese pasaje personificado el diablo en el rey de Tiro y también en el rey de Babilonia; dice en uno de los pasajes que dice que subirá al Cielo, subirá a las alturas y se sentará entre las estrellas.

Va a querer sentarse allá en el Trono de Dios, pero ya no lo puede decir; porque ya Cristo Se sentó en el Trono de Dios en el Cielo, pero ahora lo que está buscando es sentarse en el Trono terrenal de Dios, que es el Trono de David; y eso el diablo va a tratar de hacerlo a través del anticristo, del hombre de pecado. Por lo tanto, va a estar buscando la forma de que lo coronen como rey y lo sienten en el Trono de David; ahora la lucha va a ser por el Trono de David, eso es para este tiempo final.

Ahora, la promesa es que Cristo va a sentar con Él a uno en Su Trono, el vencedor, y el anticristo va a tratar de robarle esa bendición al que Cristo tiene elegido. Así como Cristo nació a través de una virgen, tiene que nacer a través de una Iglesia virgen: la Iglesia Novia del Señor Jesucristo. Recuerden que tiene que nacer del Cielo, nacer en el Reino del Señor, recuerden que la virgen María representa a la Iglesia Novia del Señor Jesucristo.

Y ahora, el Ángel del Pacto, el Ángel del Señor, el Ángel de Dios que en el Antiguo Testamento aparecía a diferentes profetas, mensajeros de Dios, era el que tenía el Nombre de Dios y era el que estaba prometido que vendría en Malaquías, capítulo 3, y eso sería la Venida del Mesías, el Ángel del Pacto vestido de un cuerpo de carne humana, el cual fue el cuerpo llamado Jesús, y nació a través de una joven virgen hebrea, descendiente del rey David.

Y ahora vean, tiene que ser por la descendencia de David, el Mesías viniendo a través de una mujer virgen descendiente del rey David, tiene que venir de la Casa de David. La Casa de David en el Reino de Dios, la Casa de David espiritual es la Iglesia Novia del Señor Jesucristo; por eso dice Dios, así como Dios colocó a Moisés sobre Su casa como siervo, dice que ha colocado a Cristo como Hijo sobre Su Casa, la cual Casa somos nosotros.

Y ahora, el Ángel del Pacto era el que tenía el Nombre de Dios, y cuando Se hizo carne también lo tenía, lo tenía dentro de Él en el cuerpo angelical y lo tenía en el cuerpo físico también; por eso Jesús decía: “Yo he venido en Nombre de mi Padre,” por eso el Ángel Gabriel le dijo que le pusieran por nombre Jesús, que significa: Salvador, Redentor. Fue un Ángel mensajero, el Ángel del Pacto el que heredó el Trono de Dios en el Cielo, estando en Su cuerpo físico glorificado.

Y ahora, será un Ángel mensajero el que se sentará con Cristo en Su Trono, y el único Ángel mensajero que aparece en la Biblia, del cual Cristo dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias…”

Es el Ángel que le apareció a Juan el apóstol y le dio la revelación del libro del Apocalipsis. Ese Ángel en su Cuerpo angelical ha tenido todo el tiempo el Nombre de Dios, de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre nuevo del Señor; y cuando esté en carne humana en medio de Su Iglesia, estará llevando a cabo la Obra que le haya sido encomendada y va a obtener la victoria.

Recuerden que Cristo obtuvo la victoria cuando murió, bajó al infierno, le quitó las llaves del infierno y de la muerte al diablo, le predicó a los espíritus encarcelados que fueron desobedientes en el tiempo de Noé; luego salió de allí, pasó al Paraíso, habló con los que estaban en el Paraíso, que eran Abraham, Isaac, Jacob y todos esos santos del antiguo Pacto, del Antiguo Testamento; y luego los sacó de allí y aparecieron, cuando Cristo resucitó, aparecieron a muchos en la ciudad de Jerusalén en cuerpos ya resucitados, eso está en el capítulo 27 de San Mateo, versos 51 en adelante.

Y cuando Cristo pasó esa temporada, unos cuarenta días en la Tierra apareciéndoles a Sus discípulos en diferentes ocasiones, ellos también estuvieron en la Tierra apareciendo en muchas ocasiones a muchos de sus familiares (paseando por Jerusalén, hacía tiempo que en un cuerpo físico no viajaban por Jerusalén), y luego cuando Cristo subió al Cielo, después de cuarenta días de haber resucitado, los santos también subieron con Él en cuerpos ya resucitados y glorificados, y se cumple la Escritura del Salmo 24, que dice: “Abrid, oh puertas eternas, vuestras cabezas, y entrará el Rey de la gloria,” o el Rey de gloria. Y preguntan los Ángeles que están allá: “¿Quién es este Rey de gloria?” Y el grupo que va subiendo con Él, los santos del Antiguo Testamento dicen: “Es Jehová, el rey de los santos, es Jehová.” Vamos a leerlo completo… ya se cumplió la mitad, la otra mitad corresponde al arrebatamiento o Rapto de la Iglesia con el Señor. O sea, que ya sabemos cómo hay que decir cuando estemos subiendo para ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Capítulo 24, verso 7 en adelante, dice:

“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,

Y alzaos vosotras, puertas eternas,

Y entrará el Rey de gloria.”

Y los que están adentro dicen:

“¿Quién es este Rey de gloria?”

Y los que van subiendo con Cristo dicen:

“Jehová el fuerte y valiente,

Jehová el poderoso en batalla.”

Dios que se había hecho carne, llamado JESUCRISTO. Luego el verso 9, dice:

“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,

Y alzaos vosotras, puertas eternas,

Y entrará el Rey de gloria.

¿Quién es este Rey de gloria?

Jehová de los ejércitos,

Él es el Rey de la gloria.”

Ya esa es la segunda parte, porque esto es para la Venida del Señor que tiene dos partes, y por lo tanto hay dos partes aquí mencionadas también. La segunda parte del verso 9 en adelante nos toca a nosotros cuando estemos subiendo, decir: “Alzaos, oh puertas eternas, vuestras cabezas, y entrará el Rey de gloria.”

Y ahora, podemos ver que hay grandes promesas, grandes bendiciones para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes en el Programa Divino.

Ahora, la introducción del Reino de Dios en la Tierra corresponde a la segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles, o sea, con los ministerios de Moisés y Elías, y será en el tiempo en que se estará predicando el Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin, dice Cristo en San Mateo, capítulo 24, verso 14.

Y hemos visto las señales que Cristo dio aquí en San Lucas, que leímos al principio, y Él nos dice: “Cuando ustedes vean de ustedes mismos; o sea, ustedes, cuando estén sucediendo estas cosas, ustedes los que estén vivos y estén viendo esas señales cumpliéndose, entiendan que vuestra redención está cerca y entiendan que el verano está cerca.” [San Lucas 21:25 al 30], y el verano está cerca, significa: el Reino de Dios está cerca; y por consiguiente la Venida de los Ángeles con la gran Voz de trompeta sonando, tocando la gran Voz de trompeta y juntando los escogidos, es una de las señales o la señal más grande de que el Reino de Dios, que será restaurado, está cerca.

Por lo tanto, todo eso que va a estar sucediendo será la introducción del Reino en la Tierra, será la introducción del Reino Milenial, del Milenio, la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, el séptimo Sello y la séptima Trompeta, que son la Venida del Señor, será la introducción al Reino de Dios; y por consiguiente será la introducción al Milenio.

“LA INTRODUCCIÓN DEL REINO DE DIOS EN LA TIERRA.”

Y eso es para este tiempo final, eso será la introducción al Reino de Dios en la Tierra o a la Venida del Reino de Dios en la Tierra y establecimiento de ese Reino en este planeta Tierra; por eso es que Malaquías, capítulo 4 dice: “He aquí, yo os envío al profeta Elías, antes que venga el día del Señor, grande y terrible. Él convertirá el corazón de los padres a los hijos, y de los hijos a los padres, no sea que Yo venga y con destrucción hiera la tierra, o con maldición.”

Y ese: “herir la tierra con maldición,” eso es para la gran tribulación; pero antes de eso, antes que venga ese día, Elías será enviado. Ya Elías vino miles de años atrás, Elías Tisbita, luego vino el ministerio de Elías por segunda vez en Eliseo, ese fue el segundo Elías o el ministerio de Elías por segunda vez siendo manifestado; luego vino por tercera vez en Juan el Bautista el ministerio de Elías, vino por cuarta vez el ministerio de Elías en el reverendo William Branham, y vendrá por quinta vez en este tiempo final; y viene con Moisés, viene también con el ministerio de Moisés, viene en la Venida del Hijo del Hombre, viene con el Hijo del Hombre, el Hijo del Hombre viene con Moisés y Elías, o sea, que viene… vienen los ministerios de Moisés y Elías en la Venida del Hijo del Hombre.

Así será la Venida del Hijo del Hombre, y no podemos explicar más claro para que no surjan imitaciones, pero ustedes lo van a entender; porque el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles, viene con los dos Olivos, esos ministerios estarán siendo vistos y eso será la introducción al Reino del Mesías, esa será la introducción al Reino de Dios en la Tierra, y eso será lo que nos preparará a nosotros para nuestra transformación, eso será lo que nos dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Y bajo la predicación del Evangelio del Reino, conforme a San Mateo, capítulo 24, verso 14, que dice: “Y será predicado este Evangelio del Reino, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” Esa será la señal de que vendrá el fin y que está cerca, cuando veamos la predicación del Evangelio del Reino siendo dada por un Ángel mensajero que aparece en Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7, y el cual se reflejó en uno de los mensajeros pasados, pero que para este tiempo final aparecerá y será en el Ángel del Señor Jesucristo, en quien estará cumpliéndose en toda su plenitud esa profecía, donde dice:

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno (que es el Evangelio del Reino) para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.”

Y si va a predicarlo a los moradores de la Tierra, pues tiene que estar, ¿dónde? En la Tierra.

“Diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio (ha venido) ha llegado.”

Viene anunciando que la hora del juicio divino ha llegado, o sea, que será ya en el tiempo final cuando llega el tiempo en que el juicio divino va a caer sobre la Tierra, y el juicio divino cae sobre la Tierra durante la gran tribulación, en esos tres años y medio que faltan a la semana número Setenta; pero antes de eso viene Elías predicando el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino, dando testimonio de todas estas cosas que han de suceder; por eso aparecen los dos Olivos en Apocalipsis, capítulo 11, luego de Apocalipsis 10, donde le es dado a un hombre el Título de Propiedad, el Libro de los siete Sellos para que se lo coma, y luego profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas; y luego quién profetiza son los dos Olivos. Y luego en Apocalipsis 14, el que predica, el que tiene un mensaje para todo pueblo, nación y lengua, es ese Ángel mensajero con el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino.

El Evangelio del Reino se comenzaría a predicar nuevamente en el tiempo final, el Evangelio del Reino que predicaba Juan el Bautista y Jesús; luego el Día de Pentecostés comenzó a predicarse el Evangelio de la Gracia por el apóstol San Pablo lleno del Espíritu Santo, y se ha estado predicando por dos mil años aproximadamente, y se continúa predicando, y en adición se estará predicando también el Evangelio del Reino juntamente con el Evangelio de la Gracia, pero los escogidos entenderán lo que corresponde al Evangelio de la Gracia y lo que corresponde al Evangelio del Reino, y el mensajero también lo entenderá y abrirá ese misterio a los hijos de Dios.

“LA INTRODUCCIÓN AL REINO DE DIOS EN LA TIERRA.”

Hemos visto lo que será la introducción del Reino de Dios en la Tierra, y los judíos van a ver esa introducción y van a decir: “Esto es lo… éste es el que estamos esperando nosotros,” pero lo van a ver, ¿dónde? Con la Iglesia del Señor Jesucristo.

Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, en el tiempo de las bendiciones más grandes, en el tiempo en que estamos esperando nuestra transformación y el arrebatamiento para ir a la Cena de las Bodas del Cordero.

En la Tierra cada día se pone más mala, peor, las cosas, no solamente en el campo político y no solamente en el campo económico, también la naturaleza está con dolores de parto, con terremotos, maremotos, tsunamis, volcanes, el calentamiento global, el derretimiento de los hielos polares, y todas esas cosas que están causando un problema muy grande a las naciones, pueblos y lenguas y por consiguiente a la familia humana.

Las costas van a desaparecer, pues Cristo dice, la Escritura dice: “Daré el pago a los de las costas,” también dice que con un terremoto que va a ocurrir, dice que cuando ocurra ese terremoto, toda isla va a desparecer.

Así que, todos los países y sus territorios están en grave peligro. Esas naciones no solamente contando las islas que tenemos en la América Latina, en Europa también hay muchas; hay naciones que son Islas, como Japón, ¿verdad? Por Japón, Inglaterra, todos esos lugares, o sea, que hay muchos lugares que están en grave peligro, y las costas de todas las naciones; y California completa, no solamente las costas, sino todo California, y no solamente California, Phoénix también, y otras ciudades de Norteamérica; ya eso fue hablado, ya eso estaba en los escritos proféticos, y salió a la luz y está siendo confirmado que va a ser, y aun la ciencia está confirmando que eso va a suceder.

Así que, no hay esperanza para las naciones, solamente hay una esperanza, y esa es la segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles para resucitar a los muertos creyentes en Él y a los vivos transformalos y llevarlos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre celestial, donde no  habrá ni terremotos, ni maremotos, ni volcanes, ni tsunamis, ni problemas, ni guerras, ni problemas como los que hay aquí en la Tierra. Será para una fiesta muy grande, la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo, a la cual yo he sido invitado, y voy a estar allí. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguna persona que no ha recibido a Cristo como Salvador para poder estar en esa gran fiesta, la Cena de las Bodas del Cordero, puede recibirlo en estos momentos para que Cristo le reciba en Su Reino y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, para lo cual puede pasar acá al frente y oraremos por usted.

Y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, pueden pasar al frente en el auditorio o en la iglesia donde ustedes se encuentren, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo.

Cristo tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Juárez, Chihuahua, y los está llamando en esta ocasión en este tiempo final, para colocarlos en Su Reino seguros con Vida eterna. Es para darnos Vida eterna que Él nos llama y nos coloca en Su Reino. Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna; y nadie las arrebatará de mi mano, mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” (San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30).

Todos queremos vivir eternamente. La Vida eterna es lo más importante para el ser humano, a tal grado que el mismo Jesucristo dijo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus obras.” (San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28) Cristo también dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos, mas a cualquiera que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33).

Todavía vienen más personas que como ustedes quieren vivir eternamente, quieren recibir la Vida eterna a través de Cristo nuestro Salvador. Vamos a pedirle a los que están en las computadoras y en las cámaras, que nos indiquen cuando estén listos ya, cuando ya estén listos en otras naciones para la oración por los que están recibiendo a Cristo como Salvador.

Hemos visto que la única esperanza que hay para el ser humano es Cristo nuestro Salvador, y Su Venida es la única esperanza que tiene el ser humano.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador; si hay alguna persona que falta por venir, puede pasar al frente para que quede incluida en la oración que estaremos haciendo por los que están recibiendo a Cristo como Salvador. También los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Recuerden que Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí; y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Estamos esperando unos segundos mientras llegan personas que como ustedes quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino. La Salvación y Vida eterna es el regalo más grande que Dios nos ha dado por medio de Cristo nuestro Salvador, para eso fue que Él vino a la Tierra.

Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, los que están presentes y los que están en otras naciones y han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo con todo mi corazón en Ti, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mi el nuevo nacimiento.

Me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor lo más pronto posible.” porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ “¿Cuándo me pueden bautizar?” es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón.

El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, que dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, el cual no lo quería bautizar y le decía a Jesús: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mi para que yo Te bautice?” y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó. Si Cristo, para cumplir toda justicia le convenía a Él ser bautizado por Juan el Bautista, cuánto más a nosotros nos conviene ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Que las bendiciones de Cristo el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes que están aquí presentes, y con ustedes que están en otras naciones y están conectados con esta transmisión, los cuales también pueden ser bautizados todos los que vinieron a Cristo en estos momentos, y nos continuaremos viendo también por toda la eternidad.

Continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

Dejo al ministro en estos momentos para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y en cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“LA INTRODUCCIÓN DEL REINO DE DIOS EN LA TIERRA.”

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