Muy buenas tardes o buenas noches, amables amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes países, y también en diferentes Ciudades de la República Mexicana; que las bendiciones de Cristo el Ángel del Pacto sean sobre todos ustedes. También mis saludos a los invitados que están aquí presentes y que fueron mencionados por el ministro hace algunos minutos.
Para esta ocasión leemos un pasaje muy importante de la Escritura, de los escritos apostólicos, del importante apóstol, llamado apóstol de los gentiles: el apóstol San Pablo, el cual a través de sus escritos podemos comprender que sobre este tema, fue el más conocimiento que tuvo; aunque los demás apóstoles también tuvieron conocimiento del tema, pero más ampliamente está explicado en los escritos del apóstol San Pablo, es un tema que abarca no solamente el campo espiritual, sino el científico también y el político, y luego vamos a ver porqué; leemos Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 en adelante, donde dice el apóstol San Pablo:
“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.
He aquí, os digo un misterio: (¿ven? Es un misterio muy grande) No todos dormiremos.”
Este dormir se refiere a la muerte física del cuerpo, pero por cuanto está hablando a los creyentes en Cristo, les habla acerca de dormir porque los creyentes en Cristo no mueren, lo que muere es el cuerpo físico, pero los creyentes en Cristo en alma y espíritu continúan viviendo en el Paraíso. Eso me recuerda las palabras de Cristo en San Juan, capítulo 11, cuando encontramos que le mandan aviso a Jesucristo que Lázaro, Su amigo, estaba enfermo, y Él no fue, se quedó en el territorio donde estaba predicando, y luego unos días más adelante, dice Cristo a Sus discípulos: “Lázaro nuestro amigo duerme,” los discípulos le dicen: “Si duerme, estará bien, se pondrá bien,” pero ellos no comprendían, entonces Cristo les dice a ellos: “Lázaro nuestro amigo ha muerto,” y entonces comprendieron de qué sueño era que Él estaba hablando. Y había dicho: “Lázaro nuestro amigo duerme y voy a despertarlo”, o sea: “voy a resucitarlo.” Ahora, continuamos aquí:
“No todos dormiremos; pero todos seremos transformados”
Por cuanto nos habla de una transformación esto tiene que ver con un cambio en el cuerpo físico, por lo tanto nuestras células van a ser cambiadas, nuestros átomos van a ser cambiados, y por consiguiente vamos a tener un cuerpo inmortal, incorruptible y joven para toda la eternidad, igual al Cuerpo glorificado que tiene Jesucristo, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo, ¿ven? Ahí tenemos la parte científica de este evento tan importante.
Pero queremos saber para qué tiempo se va a llevar a cabo este importante evento que es paralelo a la resurrección de Cristo y la resurrección de los santos del Antiguo Testamento que resucitaron con Cristo cuando Cristo resucitó, y que aparecen en el capítulo 27, verso 51 de San Mateo, dice:
“…en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta.”
Aquí nos está hablando de que será en un abrir y cerrar de ojos y que será a la final trompeta, y entonces debemos comprender que significan todas estas palabras del apóstol San Pablo:
“…porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”
O sea, los muertos creyentes en Cristo serán resucitados en cuerpos glorificados y los que vivimos y permanezcamos hasta ese momento, seremos transformados, esa es una promesa exclusivamente para los creyentes en Cristo.
“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LA IMPORTANCIA DE OÍR LA VOZ DE LA TROMPETA FINAL.”
El apóstol San Pablo cuando nos habla en este pasaje que hemos leído, está usando términos hebreos, porque él era hebreo, él era descendiente de la tribu de Benjamín. Benjamín, el hermano de José por parte de padre y madre.
Y ahora, tenemos que ir a los escritos del Antiguo Testamento, y esos símbolos del Antiguo Testamento para poder comprender lo que nos está hablando aquí el apóstol San Pablo; porque estamos interesados en escuchar esa trompeta final, ¿por qué? Porque estamos interesados en vivir eternamente en el Reino de Dios con Cristo.
Por lo tanto, es necesario que entendamos lo que es esa trompeta final, porque de otra forma no podemos recibir los beneficios de esa trompeta sonando; esta trompeta la encontramos en Levítico, capítulo 25, versos 8 en adelante, pero antes en el capítulo 25, verso 1 al 7, nos habla aquí también de unos siete años, y el séptimo año sería de reposo para la Tierra en medio del pueblo hebreo; vamos a leerlo también para tener un cuadro claro, porque todas estas fiestas hebreas también son tipo y figura de cosas que van a ser llevadas a cabo en el Programa de Dios, por lo tanto son proféticas también, dice capítulo 25, verso 1 en adelante:
“Jehová habló a Moisés en el monte de Sinaí, diciendo:
Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para Jehová.
Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos.
Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña.
Lo que de suyo naciere en tu tierra segada (o sea, cosechada), no lo segarás.”
O sea, “en ese séptimo año no vas a llevar a cabo cosechas para vender como lo hacías los seis años anteriores.” Ahora, ¿qué tiene que hacer?
“…y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra.
Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu extranjero que morare contigo;
y a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el fruto de ella para comer.”
O sea, no para hacer una cosecha para vender, ya eso se hace en los seis años anteriores; pero el séptimo año no se sembrará ni se llevará a cabo esa cosecha que se hacían en los años anteriores, sino que lo que nazca por su cuenta en la Tierra, eso es para comer la familia, los siervos, los criados, y los animales también.
Es como cuando estamos en el campo que no fue sembrado sino que nació de suyo, uno va, toma, come y los animales también comen, pero no se va ahí para llevarse a cabo una cosecha y llevarse esa cosecha al mercado para vender, es todo para comer de acuerdo a la necesidad de la familia, de los siervos, y de los animales que tenga. Sigue diciendo…
Y ahora, esos años son muy importantes, porque luego son tipo y figura de lo que va a llevarse a cabo más adelante en un Programa divino. Sigue diciendo:
“Y contarás siete semanas de años.”
O sea, que en cada siete años, el año séptimo es año de reposo para la Tierra, entonces va a contar siete ciclos de ese mismo orden, cada seis años, luego el séptimo: de reposo, eso lo contará siete veces, y luego viene el año cuarenta y nueve; porque siete veces siete semanas de años son: cuarenta y nueve años, y luego llega el año cincuenta, y vean lo que sucede en el año cincuenta:
“Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años.”
Aquí podemos ver que esto es una repetición también de lo que sucede en el tiempo en que se ofrece a Dios una gavilla mecida que está aquí también en el libro de Levítico, y luego desde ese día se cuentan siete semanas, pero de días, no de años, y luego viene el día cincuenta, cincuenta es llamado Pentecostés. Pentecostés es cincuenta.
Y ahora, vean aquí cómo nos dice, capítulo 23, versos 9 en adelante dice, de Levítico, para que tengamos el cuadro claro.
“Y habló Jehová a Moisés, diciendo:
Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega.
Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá.
Y el día que ofrezcáis la gavilla, ofreceréis un cordero de un año, sin defecto, en holocausto a Jehová.
Su ofrenda será dos décimas de efa de flor de harina amasada con aceite, ofrenda encendida a Jehová en olor gratísimo; y su libación será de vino, la cuarta parte de un hin.
No comeréis pan, ni grano tostado, ni espiga fresca, hasta este mismo día, hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de vuestro Dios; estatuto perpetuo es por vuestras edades en dondequiera que habitéis.
Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán.
Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová.
De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová.”
Y ahora vean, aquí hemos visto que primero nos habla en el capítulo 23 de siete semanas de días, y luego… que son cuarenta y nueve días contando desde que se ofreció a Dios la gavilla mecida; y luego el día cincuenta es un día muy importante delante de Dios, ese día cincuenta se ofrece a Dios el nuevo grano.
Y ahora, vean todo esto que está en fiestas agrícolas del pueblo hebreo, son tipo y figura de eventos que Dios llevaría a cabo. La gavilla mecida es Cristo resucitando el domingo de resurrección, Él es Primicias de los que durmieron. También recordamos el sacrificio del cordero pascual, y San Pablo dice: “Nuestra Pascua, la cual es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.”
O sea, que esas fiestas hebreas son muy importantes; porque en el aspecto profético están anunciando eventos que Dios va a llevar a cabo en favor del ser humano, y tenemos que entenderlos para recibir los beneficios de esos eventos; por ejemplo: el beneficio del Cordero Pascual, esa fiesta que se celebraba en medio del pueblo hebreo, es un memorial también, porque es un recordatorio del cordero pascual que el pueblo hebreo, cada padre de familia, sacrificó un cordero de un año y colocó la sangre en el dintel y los postes de los hogares hebreos para la preservación de la vida de los hijos primogénitos que estaban en el hogar; eso está en el Éxodo, capítulo 2, versos 11 en adelante.
Y luego, encontramos que Dios le ordenó que estuvieran siempre llevando a cabo ese memorial, eso es la fiesta de la Pascua que todavía el pueblo hebreo lleva a cabo; y para el Cristianismo San Pablo nos dice que Cristo es nuestra Pascua, el cual fue Sacrificado por nosotros, Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7.
Y Juan el Bautista, en San Juan, capítulo 1, versos 29 al 36, cuando Él estaba en su ministerio predicando y bautizando a las personas que creían en su mensaje y eran preparados; porque Juan estaba anunciando que después de él vendría uno mayor que él, el cual les bautizaría con Espíritu Santo y Fuego; y cuando ve a Jesús que viene, dice: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Y al otro día vuelve a verlo y están dos de Sus discípulos con Él, y dice: “He aquí el Cordero de Dios.” Y esos dos discípulos cuando escuchan a Juan decir así, se fueron detrás de Jesucristo y continuaron con Cristo y vinieron a ser dos de Sus apóstoles.
Y ahora, eso fue lo mejor que se podía hacer: seguir al Cordero de Dios, a Cristo, porque Juan vino para prepararle el camino, para preparar al pueblo para que la gente siguieran a Cristo, no para que se quedarán con Juan.
Cuando ya Juan presenta a Cristo como el Cordero de Dios, como el Mesías, y dice: “Éste es el hombre, Éste es del cual yo dije que después de mí viene uno mayor que yo, del cual yo no soy digno de desatar la correa de su calzado,” pues la gente que lo escuchan y creían en Juan como profeta, estaban llamados, ¿a qué? A seguir a Jesús, porque viene Juan como precusor de la Venida del Señor, es el precursor de la primera Venida de Cristo, él es aquel Elías que tenía que venir en aquel tiempo, conforme a Malaquías, capítulo 3, el mensajero que el Señor enviaría delante de Él para que le preparara el camino.
Y ahora, ya hemos visto que la fiesta de la Pascua, siendo un memorial, una conmemoración del cordero pascual que habían sacrificado en Egipto por los primogénitos hebreos, para que la muerte en la noche de la Pascua no entrara a los hogares hebreos, porque entraría en todos los hogares de Egipto, comenzando por el del faraón, y moriría el primogénito del faraón, el hijo primogénito del faraón; pero a los hogares hebreos que tuvieran la sangre del cordero pascual colocada en el dintel y los postes de los hogares, ahí no entraría, Dios le dijo: “Veré la sangre y pasaré de vosotros, o sea, no entraré. Estarán a salvo los primogénitos que vivan en el hogar, en la casa donde esté la señal de la sangre.”
Y ahora, luego viene a ser un memorial, una fiesta en memoria de aquel evento histórico, y también viene a ser una profecía, un memorial, pero que habla, en la parte profética, del Mesías, el Cordero de Dios que vendría a la Tierra para morir, y Su Sangre será aplicada en nuestra alma, en nuestro corazón, para que la muerte espiritual no nos mate, porque en la Tierra está la muerte espiritual; y solamente los que han recibido a Cristo como Salvador, Su Sangre, la Sangre de Cristo está aplicada en el corazón, en el alma de esas personas por medio del Espíritu Santo que es la Vida de la Sangre, el Espíritu Santo es la Vida de la Sangre de Cristo; y por consiguiente nos da la Vida eterna, ¿ven? Y así es como los primogénitos de Dios escritos en el Cielo tienen un Sacrificio de un Cordero: Jesucristo el Cordero de Dios que murió para librarnos de la muerte del alma, y por consiguiente nos ha librado del infierno y de la muerte, eso es lo que nos habla las Escrituras.
Y ahora, “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.” Cristo es nuestro Cordero Pascual, el cual nos ha dado Vida eterna, recuerden que Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen; y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna.” San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante. Y también dijo: “Mis ovejas escucharán mi Voz; y habrá un rebaño y un pastor.” San Juan, capítulo 10, versos 14 en adelante.
Y ahora, vean, está usando cosas del campo porque el pueblo hebreo fue traído a una tierra en donde la vida sería sencilla, sería una vida en donde se trabajaría con el campo en la agricultura, la ganadería, y todas estas cosas; y por consiguiente cuando Cristo vino, conoció ese ambiente del campo, y no le va a estar hablando en términos científicos, no le va a estar hablando en términos de las grandes ciudades actuales, sino en los términos que ellos allá entendían.
Y ahora, a nosotros nos toca entonces entender cómo era allá y el vocabulario que era usado en aquel tiempo y la forma de vida que ellos tenían.
Y ahora, todas esas fiestas hebreas son tipo y figura de eventos divinos que van a ser llevados a cabo en el planeta Tierra; y ahora, hablando por ejemplo también del Día de la Expiación, el día diez del mes séptimo de cada año, en donde se sacrificaba un macho cabrío y otro macho cabrío, se escogían dos: uno para Azazel y otro para Jehová; el que era escogido para Jehová… también tenían que ser sin defecto y era sacrificado, y el sumo sacerdote tomaba esa sangre, le tocaba al sumo sacerdote hacer ese sacrificio, otra persona no lo podía hacer; tomaba la sangre en una vasija, la llevaba al Lugar Santísimo del templo y esparcía con su dedo siete veces sobre el Propiciatorio que en el templo, pues es el Trono de Dios, donde están dos querubines con sus alas extendidas y mirando hacia el Arca del Pacto; porque ellos están sobre el Propiciatorio que es la tapa del Arca del Pacto.
Y ahora, encontramos que ese era el día de la Expiación, el día en que toda persona que se había arrepentido de sus pecados obtenía la misericordia, el perdón, y quedaba reconciliado con Dios; cuando el sumo sacerdote salía del Lugar Santísimo y se presentaba ante el pueblo, el pueblo clamaba de regocijo porque habían quedado reconciliados con Dios para vivir un año más, al otro año tenían que hacer lo mismo, el sumo sacerdote tenía que hacer lo mismo, porque de eso dependía cada hebreo.
El que no quedaba reconciliado con Dios, porque no se había arrepentido de sus pecados, moriría durante ese año, o sea, que perdía el derecho a vivir un año más, todo eso es tipo y figura de Cristo muriendo, llevando nuestros pecados, y el macho cabrío sobre el cual confesaba el sumo sacerdote los pecados del pueblo y lo enviaba lejos, tipifica a Cristo en Su Cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, bajando al infierno llevando nuestros pecados y depositándolos allá en el infierno, llevándoselos al diablo que es el originador del pecado; por eso cuando Cristo resucitó, resucitó glorificado; cuando Cristo resucitó, resucitó también justificado, sin pecado, los dejó allá en el infierno y se trajo las llaves del infierno y de la muerte; por eso pudo salir.
Y ahora…. y se trajo también del Paraíso, del seno de Abraham a los santos del Antiguo Testamento, Abraham, Isaac, Jacob, todos ellos los trajo en la resurrección; y luego aparecieron a muchos en la ciudad de Jerusalén, y Jesucristo pues apareció a Sus discípulos en ese día y en otros días en los cuales aparecía, pero recuerden: en cuarenta días que estuvo con Sus discípulos apareció no menos de ocho ocasiones.
Y ahora, vean cómo se cumplió la fiesta de la Expiación, y ahora, todo ser humano tiene un Sacrificio de Expiación por sus pecados para acercase a Dios, para ser limpio de todo pecado aceptando el Sacrificio de Cristo y a Cristo como Salvador para ser reconciliados con Dios; no hay otra forma en que el ser humano pueda ser reconciliado con Dios y ya tampoco hay sacrificios de animalitos, ya no está el templo allá en Jerusalén, por lo tanto, vean, no pueden ir al templo los que van a Jerusalén para el sacrificio de la Expiación del día diez del mes séptimo de cada año para la reconciliación del pueblo; y ya tampoco se necesita ese sacrificio, ya Cristo cumplió ese Sacrificio, Cristo es nuestra Expiación por nuestros pecados; por eso es tan importante comprender estas fiestas y el significado profético, para recibir los beneficios de estas fiestas hebreas.
Cristo dijo en una ocasión, San Juan, capítulo 14, verso 6: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Por lo tanto, toda persona puede llegar a Dios por medio de Cristo; sin Cristo ninguno puede llegar a Dios, Él mismo lo dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Es por medio de Cristo el cual subió glorificado y se presentó ante el Padre cuando resucitó glorificado y se presentó, y presentó Su Sangre como la Sangre de nuestra Expiación, de la Expiación por nosotros para la reconciliación de nosotros con Dios; por eso el apóstol Pablo, en Romanos, capítulo 5, nos dice de la siguiente manera, y si entendemos esto, podemos comprender cómo vivir eternamente. Dice el apóstol Pablo, capítulo 5 de Romanos, verso 6 en adelante:
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.”
Y ahora, Él nos ha salvado, y nosotros hemos aceptado esa Salvación al recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, y por consiguiente nos ha librado, nos ha salvado de la ira, nos ha salvado del lago de fuego que es la segunda muerte, tan sencillo como eso. Es la segunda muerte la muerte del alma y del espíritu; la primera muerte es la muerte del cuerpo físico.
Y ahora, ya hemos visto el significado profético de aquella fiesta de la Expiación de Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29. Podemos ver también por qué Cristo en la última cena que tuvo con Sus discípulos en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, al estar cenando con ellos tomó el pan, dio gracias al Padre, y dio a Sus discípulos y dijo a ellos: “Comed; esto es mi cuerpo.” Tipificó Su cuerpo en el pan, no es que les estaba dando un pedazo de Su cuerpo, al decir: “Comed; esto es mi cuerpo,” está dándole un pedazo de pan literal que tipifica el Cuerpo de Cristo. Y luego tomando la copa de vino y dando gracias al Padre, da a Sus discípulos y les dice: “Tomad de ella todos; porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Tipifica en el vino Su Sangre.
Y ahora, nos habla del nuevo Pacto, es que en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36, Dios dijo: “He aquí que vienen días, en los cuales haré un nuevo Pacto con la casa de Judá y con la casa de Israel. No como el pacto que hice con vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto,” y entonces ahí está establecido que Dios va a hacer un nuevo Pacto, ya no como el pacto que hizo allá en el Monte Sinaí con el pueblo hebreo por medio del profeta Moisés, ahora es un nuevo Pacto.
Y ahora, la Sangre del nuevo Pacto ya no es sangre de animalitos, como era en el pacto antiguo que se efectuó en el Monte Sinaí; ahora la Sangre del nuevo Pacto Cristo dice: “esta es mi Sangre del nuevo Pacto,” la Sangre de Cristo es la sangre del nuevo Pacto; y San Pablo también en Hebreos, capítulo 13, verso 20, dice:
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,
os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
Y ahora, aquí San Pablo dice que la Sangre de Cristo, es la Sangre del Pacto eterno, no hay otro sacrificio para redimir al ser humano, y no hay otra sangre, un solo Sacrificio: el Sacrifico de Cristo en la Cruz del Calvario, y Su Sangre, con la cual nos limpia de todo pecado, no hay más sacrificios.
Y ahora, ¿quién es Jesucristo? Porque algunas personas creen que es cualquier persona allá que nació en Belén de Judea. El Señor Jesucristo, el cual nos habla que Su Sangre es la Sangre del nuevo Pacto, el único que puede establecer un Pacto es el Ángel del Pacto, y fue el Ángel del Pacto allá en el Monte Sinaí que le dio a Moisés la Ley, y le dio ordenanzas, estatutos para el pueblo hebreo; ese Ángel del Pacto es el único que puede establecer un Pacto con Su pueblo.
En palabras más claras, Dios por medio del Ángel del Pacto es el que establece los pactos. El Ángel del Pacto es el Cuerpo angelical de Dios, por eso los profetas cuando vieron al Ángel del Pacto, al Ángel de Dios, dijeron: “Hemos visto a Dios cara a cara,” y también la Escritura dice que a Dios nadie le vio jamás, parece una contradicción, pero no hay ninguna contradicción, es que Dios estaba dentro del cuerpo del Ángel del Pacto.
El cuerpo del Ángel del Pacto es un Cuerpo angelical, por eso se llama Ángel del Pacto, porque es un Cuerpo angelical, un Ángel, pero el más importante: el Ángel del Pacto, el Cuerpo angelical de Dios, por eso es llamado también la imagen del Dios viviente; y luego cuando viene a establecer un nuevo Pacto, el Ángel del Pacto conforme a Malaquías, capítulo 4, donde dice que vendrá a Su templo el Señor, capítulo 3, el capítulo 4 ya también nos habla de la Venida de Elías; pero Juan el Bautista fue el Elías que tenía que venir en aquel tiempo. Cuando nos habla de la Venida del Mesías, ahí en Malaquías, capítulo 3, nos dice, capítulo 3, versos 1 en adelante, dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.”
Ya les había dicho que ese es Juan el Bautista, el mismo Cristo dijo: “Si ustedes lo quieren recibir, él es aquel Elías que había de venir,” hablando de Juan el Bautista, eso está en San Mateo, capítulo 11, versos 9 al 12, y también en San Mateo, capítulo 17, versos 10 al 13.
“…y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis (o sea, Dios), y el ángel del pacto (¿y quién más?), y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Ahora, ¿quién vendría? Pues Dios el Padre, y el Ángel del Pacto, ¿para qué? Para establecer un nuevo Pacto, y eso sería la Venida del Mesías. ¿Y cómo vendría? El Verbo se haría carne, el Verbo es el Ángel del Pacto, a través del cual Dios creó todas las cosas, y ese es Cristo en Su Cuerpo angelical; por eso Él dijo en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58, cuando le estaban haciendo muchas preguntas los judíos a Jesús, Él dice a ellos: “Abraham vuestro padre deseó ver mi día; y lo vio, y se gozó.” Y le dicen: “No tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Y entonces Cristo les dice a ellos: “Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? ¿Cómo era Jesucristo antes de estar en el cuerpo de carne? Era el Ángel del Pacto, el Verbo que era con Dios y era Dios se hizo carne. San Juan, capítulo 1, verso 14.
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Y ahora, tenemos en la persona de Jesucristo el misterio divino, el misterio de Dios, el misterio de Dios el Padre y de Cristo; tenemos en Jesús la Plenitud de la Divinidad que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, allí en medio del pueblo hebreo; por eso Cristo podía decir: “El Padre y yo, una cosa somos, el que me ha visto a mi ha visto al Padre.” San Juan, capítulo 14. Y ahora… y San Juan, capítulo 10, verso 30.
Y ahora, podemos ver que Jesucristo no es cualquier persona, es nada menos que el Ángel del Pacto, es nada menos que la persona donde Dios mora en toda Su Plenitud, porque a Dios le agradó que en Él, en Jesucristo, morara la Plenitud, toda Plenitud, y esto es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Recuerden que Él cuando estaba predicando allá en el capítulo 14 de San Juan, Él decía: “Yo no hago nada de mí mismo, el Padre que mora en mí, Él hace las obras.” Y también Él en San Lucas, capítulo 4, versos 10 en adelante, cuando le dan el libro del Profeta Isaías para leer allá en la Sinagoga de Nazaret donde se había criado, halló el lugar donde está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido.”
Y ahora, aquí Él está leyendo ese pasaje y enumera las cosas para las cuales había sido ungido; y luego ahí en el verso 2 de ese capítulo 61 de Isaías que está leyendo allá en la Sinagoga de Nazaret, y que está registrado en el capítulo 4 de San Lucas, versos 9 en adelante, al leer el verso 2, que dice: “Y predicar, y para predicar el año de la buena voluntad del Señor,” y no continuó el verso, el versículo.
Ahora actualmente tenemos divididos en versículos los capítulos, pero antes no era así, era un rollo de piel, y ahí estaban las Escrituras, y Él se detuvo, si continuaba leyendo, decía: “Y el día de venganza del Dios nuestro.” Pero Él en Su primera Venida no vino a predicar el día de venganza del Dios nuestro, no vino a predicar el juicio divino que va a venir sobre el planeta Tierra.
Y ahora, eso corresponde ser predicado en este tiempo final, y será predicado en la trompeta final; recuerden que la trompeta no significa que sea una trompeta literal, una trompeta significa un mensaje; y si es una gran trompeta o gran Voz de trompeta, es un mensaje Dispensacional, que es la clase de mensaje más grande que Dios habla por medio de Sus profetas dispensacionales a la humanidad, y es un mensaje para toda nación, pueblo, lengua e individuo.
Y ahora, en el día en que se tocaba la trompeta, el día diez del mes séptimo de cada año que se tocaba la trompeta en las fiestas hebreas, en el año cincuenta se tocaba la trompeta del año del jubileo, y quedaban libres todos los que escucharán esa trompeta; porque ese año cincuenta estaba señalado en la Biblia para quedar libres los esclavos, y las propiedades que habían sido vendidas regresaban a su dueño original.
Por eso el precio de cada propiedad, cada casa o cada hacienda, si la vendían, la venta no era para siempre, o sea, que era por un tiempo, quedaba como un usufructo la propiedad. El año del Jubileo, cuando sonaba la trompeta, el dueño tenía que devolver la propiedad al dueño original, el dueño original la reclamaba y no se la podían negar.
Por eso no es como en la actualidad, que las propiedades cuando pasan diez años o veinte años valen más; allá cuando pasaban cuarenta años o cuarenta y cinco años valían menos, ¿por qué? Porque ya quedaban menos años para el que compraba usar esa propiedad, porque la tenía que entregar en el año cincuenta; y por eso la Biblia dice que el precio sería de acuerdo a los años que faltaran para el año del Jubileo.
Usted no va a comprar una propiedad en millones de pesos o de dólares, si al otro año la tiene que devolver a su dueño, al que se la vendió y se la tiene que devolver sin cobrarle ni un solo centavo; usted dice: “Pues, yo no le voy a sacar de provecho lo que le estoy pagando, mejor se la alquilo,” en los términos nuestros acá, pero allá era en esa forma; porque la tierra, algunas personas dicen: “Yo tengo tanto terreno,” pero Dios dice: “Mía es la tierra y su plenitud, el mundo y lo que en él habita.”
Así que, toda la Tierra es de Dios, el planeta Tierra y todos nosotros pertenecemos a Dios, porque estamos en una propiedad de Dios, y Dios es el que tiene el Título de la creación, el Título de Propiedad, y ese es el Libro de los Sellos, o sellado con los siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5.
Y ahora, en el año del Jubileo se sonaba, se tocaba esa trompeta de liberación, y los siervos, los esclavos, al escuchar esa trompeta sonando, el significado de ese sonido de la trompeta estaba proclamando la liberación, y el que estaba trabajando con su azadón podía soltar su azadón y decir: “Está sonado la trompeta de liberación, soy libre.”
Ahora, en los términos del cumplimiento profético encontramos que hay dos momentos en donde eso ocurre, el cumplimiento: en la primera Venida de Cristo ocurrió, y Cristo estaba predicando ese año de Jubileo para una liberación en el campo espiritual, un éxodo; y todas las personas que escuchan la trompeta del Evangelio de Cristo, reciben a Cristo como Salvador y quedan libres del reino de las tinieblas, tan sencillo como eso, son libertados.
Y millones de seres humanos han escuchado la trompeta del Evangelio de Cristo que Él estuvo sonando y los apóstoles, y han quedado libres del reino de las tinieblas y han sido trasladados al Reino de Jesucristo, la Tierra Prometida espiritual, y la segunda ocasión en que se cumplirá el sonido o el tocar de esa trompeta del año del Jubileo, será en este tiempo final, es la trompeta de la cual habla el apóstol San Pablo: “A la final trompeta.”
Recuerden que en las fiestas anteriores también se suena la trompeta, pero al final o la final, la última, la que corresponde a ese año de Jubileo, recuerden que esas siete fiestas anteriores o siete años de descanso para la Tierra son tipo y figura de siete etapas por las cuales pasaría el Cristianismo, la Iglesia del Señor Jesucristo, y luego vendría el año del Jubileo siendo materializado, cumplido en el Cristianismo que corresponde, o lo cual corresponde a este tiempo final.
En etapas pasadas se tocó la trompeta del Evangelio de Cristo en cada etapa de la Iglesia, y hubo una bendición grande a través de estos dos mil años que han transcurrido; para este tiempo corresponde a la trompeta del año del Jubileo, al mensaje del año del Jubileo, que será el mensaje del Evangelio del Reino. Tan sencillo como eso.
Y eso será para la liberación física en donde los muertos en Cristo van a ser resucitados en cuerpos eternos, glorificados, y nosotros los que vivimos vamos a ser transformados. Hemos llegado al ciclo para escuchar esa trompeta del Evangelio del Reino, del Evangelio eterno. Cristo en San Mateo, capítulo 24, verso 14, dice: “Y será predicado este Evangelio del Reino, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (San Mateo, capítulo 24, verso 14).
El Evangelio del Reino lo predicaba Juan el Bautista y también Cristo, conforme a San Mateo, capítulo 4, verso 17 y San Mateo, capítulo 4, verso 23; el verso 23 de este capítulo 4 de San Mateo, dice:
“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”
Por eso es que Cristo hablaba acerca de David, del rey David, del Reino de David, y por eso le llamaban Jesús, Hijo de David; y el Arcángel Gabriel le dice a la virgen María en ese encuentro que tuvo el Ángel con la virgen María, en el capítulo 1 de San Lucas, versos 26 en adelante, donde dice:
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David (o sea, de la casa de la familia de David, casa aquí significa familia); y el nombre de la virgen era María.”
Recuerden que María es la mujer más bienaventurada, porque tuvo un niño sin unión con un hombre, por obra y gracia del Espíritu Santo, esa era la forma en que Eva tenía que traer los niños y serían eternos.
“Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.”
Cualquiera se asusta, cualquiera le da temor, y un Ángel como Gabriel, uno de los principales ángeles, mucho más, el Ángel que le aparecía al profeta Daniel siempre.
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Y aquí tenemos al heredero del Reino de David, por eso le llamaban Hijo de David, porque según la carne es descendiente del rey David; porque la virgen María es descendiente del rey David, una princesa aunque era pobre, el título nunca se empobrece, y José era también descendiente del rey David, era un príncipe aunque fuera pobre, un carpintero, pero era un príncipe, un obrero de la construcción.
Recuerden que todos los creyentes en Cristo limpiados con la Sangre de Cristo han sido hechos para nuestro Dios reyes y sacerdotes, son príncipes y princesas todos los creyentes en Cristo, no importa sean pobres o sean ricos, como Hijo de David, como descendiente de David, Él es el heredero al Trono de David.
“Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.”
Y para subirle la fe a María, porque ya había visto aparentemente un problema que le podía impedir que tuviera un niño como le había prometido el Ángel Gabriel, luego que le dice que el Espíritu Santo va a venir a hacer sombra sobre ella y va a concebir y el niño que va a nacer será llamado Hijo del Altísimo, ya le había dado también el nombre: Jesús, que en hebreo es Josué o Yoshua que significa Salvador, Redentor. Y ahora, para subirle la fe a la virgen María le dice:
“Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;
porque nada hay imposible para Dios.
Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra (y luego, ¿qué pasó?).Y el ángel se fue de su presencia.”
Ya María creyó y aceptó la Palabra y luego se materializó esa promesa que le fue hecha, y nació, concibió y nació, concibió por el Espíritu Santo que hizo sombra sobre ella, fue a ver a su prima, a su parienta Elisabet, que ya tenía seis meses de embarazada, y luego va y le cuenta a ella y al esposo de Elisabet, le cuenta el encuentro que había tenido con el Ángel, el mismo Ángel que le había aparecido al sacerdote Zacarías.
¿Quién es el Ángel? Porque a ella no le dijo el Ángel: “Yo soy Gabriel,” pero al sacerdote Zacarías sí le había dicho que era su nombre Gabriel; en ese mismo capítulo 1, del verso 1 al 25, está la historia de la aparición del Ángel Gabriel al sacerdote Zacarías.
Y ahora, María es la mujer más bienaventurada, más bendecida, nacer por medio de ella el cuerpo físico donde Dios moraría en toda Su Plenitud, nacer a través de ella el cuerpo físico del Ángel del Pacto, y allí en ese cuerpo físico que en español y en inglés también se le llama Jesús, habitó la Plenitud de Dios: Emanuel, como dice Isaías, capítulo 7, verso 14: “Y he aquí que la virgen concebirá,” ¿y quién sería esa virgen? Vimos que fue la virgen María: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y se llamará su nombre Emanuel.”
Emanuel significa: Dios con nosotros, Dios vestido de un cuerpo de carne llamado Jesús; el velo de carne no es Dios, pero Dios estaba en ese velo de carne, esa es la semejanza física de Dios en medio del pueblo hebreo, Dios caminando con un cuerpo de carne nacido en Belén de Judea a través de una joven hebrea, judía, descendiente del rey David, tan sencillo como eso. Emanuel, que significa “Dios con nosotros,” el Príncipe de Paz, por eso hablaba también de la paz: “Mi paz os dejo mi paz os doy.”
Y ahora, podemos ver más claramente quién es Jesús, Jesucristo en Su Cuerpo angelical era antes que Abraham y antes que Adán también, es el Ángel del Pacto, el Verbo que era con Dios y era Dios, a través del cual Dios creó los Cielos y la Tierra; y esto es muy importante saberlo para que así no estemos pensando como algunas personas piensan, que recibir a Cristo como Salvador eso es una humillación para algunas personas, no, eso es la cosa más grande que un ser humano puede hacer: ser reconciliado con Dios por medio de Jesucristo, no hay otra forma para el ser humano ser reconciliado con Dios.
Y ahora, Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores sentado en el Trono de Dios, ¿no se sentiría una persona orgullosa y honrada de que el presidente de su nación vaya a su hogar y lo visite y entre y se tome una tacita de café con él? Le da la bienvenida y le dice: “Este hogar es muy honrado por vuestra presencia.”
¿Y qué de darle la bienvenida a Cristo, el Rey de los Cielos y de la Tierra acá en la casa, nuestra alma, en nuestro corazón? Darle la bienvenida y sentirnos honrados, orgullosos de haberlo recibido como nuestro único y suficiente Salvador, sabiendo que es el Rey de reyes y Señor de señores y que todos los que lo han recibido como Salvador van a estar en Su Reino viviendo por toda la eternidad.
El mismo Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos; mas el que me niegue delante de los hombres, yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33.
Así que, le confesamos acá y Él delante del Padre nos confesará como personas que lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador, y eso nos sube la fe a tal grado que produce una transformación interior en nuestras vidas, lo recibimos como Salvador confesando a Cristo nuestras faltas, errores y pecados, somos bautizados en agua en Su Nombre y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en nosotros el nuevo nacimiento, nacemos en el Reino de Cristo, en el Reino de Dios; recuerden que Cristo le dijo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.”
Para nosotros estar viendo este reino terrenal, ¿qué tuvimos que hacer? Nacer, luego… Nicodemo no comprendía y luego le dice Cristo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de Agua y del Espíritu, no puede entrar a el reino de Dios.” Y todos queremos entrar, como también Nicodemo quería entrar al Reino de Dios, pues todos queremos vivir eternamente.
Nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo, recibir el Espíritu de Cristo, el cual produce el nuevo nacimiento, así nacemos a una nueva Vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, así es como entramos al Reino de Dios. Tan sencillo como eso.
Y ahora, todas esas personas son las que tienen la promesa para el Día Postrero estar escuchando la trompeta final o gran Voz de trompeta, para la segunda parte de la redención que será la redención del cuerpo, la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y eternos, y la transformación de nosotros los que vivimos.
La trompeta final o gran Voz de trompeta de la cual habla San Pablo, es el mensaje del Evangelio del Reino siendo predicado en este Día Postrero, en el cual se estará dando a conocer también el tiempo del juicio divino, o sea, la segunda parte de Isaías, capítulo 61, verso 2, donde Jesús se detuvo y no lo leyó, porque esa otra parte es para ser cumplida en este tiempo final; Él leyó hasta donde decía: “Para predicar el año de la buena voluntad del Señor,” y enrollando el libro lo dio al sacerdote, al ministro, y se sentó, y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en Él, y les dice: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de nosotros,” allí estaba el Mesías, el Cristo. Recuerden que Mesías o Cristo significa: “Ungido, el Ungido.” El Ungido con el Espíritu Santo, el Ungido con la presencia de Dios.
Y ahora, para el Día Postrero se continuará la segunda parte de Isaías, capítulo 61, verso 2, donde dice: “Y el día de venganza del Dios nuestro.” Y para que veamos esto, Apocalipsis, capítulo 14, versos 6 al 7, dice:
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.”
Un ángel significa “un mensajero,” un mensajero de Dios, un mensajero enviado del Cielo, un hombre con el Evangelio eterno. El Evangelio eterno es el Evangelio del Reino.
“…para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.”
Y si lo va a predicar a los moradores de la Tierra, ¿dónde tiene que estar entonces? Pues en la Tierra, si va a predicarlo a los moradores de la Tierra, tan sencillo como eso. Es un mensajero, un ángel significa “mensajero.”
“… diciendo a gran voz (ahí tienen la gran Voz de trompeta): diciendo a gran voz (¿Y qué va a decir?): Temed a Dios, y dadle gloria,”
O sea, viene hablando de asuntos religiosos, viene hablando acerca de Dios y de la adoración a Dios y diciéndole a la gente que adoren a Dios, que busquen a Dios, que alaben a Dios, que le den gloria a Dios.
“…porque la hora de su juicio ha llegado.”
Viene hablando también del juicio divino y mostrando que la hora del juicio divino ha llegado, y mostrándole a la gente lo que es la hora del juicio divino. Ese lapso de tiempo del juicio divino es llamado la gran tribulación donde van a caer las plagas, los juicios divinos sobre la raza humana, como sucedió en el tiempo de Noé, que vino el diluvio y destruyó a todos aquellos que no creyeron el mensaje de Noé; y como sucedió en el tiempo de Lot al cual lo visitaron los Arcángeles Gabriel y Miguel, y le dijeron a Lot: “Hemos venido para destruir esta ciudad,” sacaron a Lot fuera y destruyeron a Sodoma y Gomorra y las ciudades cercanas.
Esos Ángeles, Arcángeles, están bajo el mando de Dios, y hacen lo que Dios les ordene; pueden venir para bendición de una persona, de un pueblo o pueden venir para destruir una nación o una persona.
El Arcángel Miguel con su ejército, dice en el libro del profeta Daniel, que fue el que ayudó al Ángel Gabriel; el Arcángel Miguel es el Arcángel o Ángel que está por el pueblo hebreo, o sea, el Ángel del pueblo hebreo. Cualquier nación quisiera tener como Ángel guardián al Arcángel Miguel, por eso podemos ver que Israel es un milagro, pero no por sí mismo, sino porque Dios lo protege, y le tiene al Arcángel Miguel con su ejército protegiéndolo.
Y ahora, para este tiempo final aparecerá un mensajero predicando el Evangelio eterno, y la predicación del Evangelio eterno, del Evangelio del Reino, es la trompeta final, esa gran Voz de trompeta, ese mensaje final que está prometido que será proclamado, predicado en este tiempo final, y estará hablando ese mensaje de la restauración del Reino de David; porque si es el mensaje del Evangelio del Reino, tiene que estar hablando del Reino, del Reino de Dios, del cual Cristo dijo que cuando estemos orando, pidamos la Venida del Reino. “Venga tu Reino. Hágase tu voluntad como en el cielo, aquí en la tierra.” San Mateo, capítulo 6, verso 10.
Y ahora, la Venida del Reino de Dios será la restauración del Reino de David, porque el Reino de David es el Reino de Dios en la Tierra, y el Trono de David es el Trono de Dios terrenal, pero el Reino de Dios y Trono de Dios está en el Cielo, pero el terrenal que es al cual, dice el Ángel: “Cristo es el heredero,” vean, es el Trono de David y Reino de David, eso es el Reino de Dios en la Tierra y el Trono de Dios en la Tierra, es la representación del Reino y Trono celestial. Y eso estará en medio del pueblo hebreo.
En el Evangelio del Reino, la trompeta final o gran Voz de trompeta, se estará hablando de todas estas cosas; y eso es lo que va a identificar el Evangelio del Reino y al mensajero Dispensacional, de la Dispensación del Reino con la trompeta final, la gran Voz de trompeta, la trompeta del Evangelio del Reino proclamándolo, predicándolo a todo pueblo, nación y lengua; es un mensaje para todos los seres humanos, un mensaje para todos los miembros de la familia humana.
Esa es la trompeta final o gran Voz de trompeta que se estará escuchando en el tiempo en que los muertos en Cristo van a resucitar y los que estemos vivos vamos a ser transformados; ese es el mensaje que estarán escuchando los que van a ser transformados, y les subirá la fe, les dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; y los que están en el Paraíso, pues desde allá la escuchan y ven hacia acá, hacia la Tierra. Por lo tanto, ellos estarán también escuchando lo que se estará predicando aquí en la Tierra.
Hemos visto: “LA IMPORTANCIA DE OÍR LA VOZ DE LA TROMPETA FINAL,”
el mensaje del Evangelio del Reino, que es la trompeta final; por eso también en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, el apóstol Pablo nos habla acerca de la resurrección, y vean lo que nos dice, verso 13 en adelante:
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.
Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.
Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”
Y ahora, aquí tenemos también nuevamente la trompeta, recuerden que la trompeta siempre es la Voz de Dios, la Voz de Dios hablándole a los seres humanos, la Voz de Dios hablándole por medio del Evangelio, la Voz de Dios para la Dispensación de la Gracia es el Evangelio de Cristo, el Evangelio de la Gracia, y la Voz de Dios para la Dispensación del Reino es el Evangelio del Reino. Tan sencillo como eso.
Y ahora, veamos aquí en Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21, lo que dice el apóstol Pablo.
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos”
Cualquiera puede decir: “Yo nací en tal país, mi ciudadanía es de tal país,” esa es la ciudadanía de su nacimiento físico, y fue registrado en su nación, tiene su nombre escrito ahí en esa nación, en el registro ahí lo tiene; pero los que han nacido de nuevo, por cuanto el nuevo nacimiento es del Cielo, la ciudadanía de los que han nacido de nuevo, los creyentes en Cristo, ¿de dónde es? Del Cielo, nuestra ciudadanía es celestial, ahí está nuestro nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro sellado con siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, el cual se encuentra en la diestra de Dios. Y ahora, miren lo que a continuación dice:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”
¿Para qué Él viene? Una de las cosas importantes para lo que viene, es para la resurrección de los muertos creyentes en Él y la transformación de nosotros los que vivimos.
“…para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.”
O sea, para que nosotros tengamos un cuerpo glorificado como el que Él tiene, por eso viene para resucitar en cuerpos glorificados, eternos y jóvenes a los creyentes que ya murieron físicamente, y a los que estén vivos transformarlos para que tengan un cuerpo eterno, inmortal, joven, que representará de 18 a 21 años, y glorificado como el cuerpo glorificado de Cristo, eso es la semejanza física que vamos a tener.
Tendremos la semejanza de Dios que es el cuerpo glorificado de Cristo, y Cristo podrá decir al hablar con nosotros y tocarnos, decir: “Esto que tú tienes, esto es carne de mi carne, y hueso de mis huesos.” la misma clase de cuerpo; eso es para los creyentes en Cristo.
Y ahora, viendo quién es Jesucristo a través de la historia bíblica, a través de las profecías, sabemos que eso va a ser así; por eso yo estoy esperando mi transformación y entonces estaré con una apariencia, un cuerpo que se verá como de 18 a 21 años; porque esa es la flor de la juventud.
Ahora, podemos ver por qué cuando Cristo resucitó no lo conocían, ¿ven? Es lo mismo con los familiares de ustedes que eran creyentes en Cristo, y murieron cuando tenían 50, 60, 70, 80 ó 90 años o más; cuando resuciten no esté esperando un ancianito o una ancianita, esté esperando una jovencita o un jovencito que en su apariencia será como de 18 a 21 años, porque así es la apariencia del cuerpo glorificado para todos los creyentes; así es la apariencia de Jesucristo: jovencito, está tan joven como cuando subió al Cielo; y así también yo voy a estar: tan joven como se ve Jesucristo en Su Cuerpo glorificado, y eso será para toda la eternidad; y eso será para todos los que estarán escuchando la trompeta final en el Día Postrero.
El Día Postrero es el que Cristo dijo para los creyentes en Él: “Y Yo les resucitaré en el Día Postrero.” San Juan, capítulo 6, versos 39 hasta el 58, y la hermana de Lázaro: Marta, cuando Cristo fue a resucitar a Lázaro, Cristo le dice: “Tu hermano resucitará,” ella le dice: “Yo sé que resucitará en la resurrección en el Día Postrero.” ¿Ven? Ellos sabían que la resurrección era para el Día Postrero porque Cristo lo había enseñado, pero Cristo le dice: “Yo soy la resurrección y la Vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá; y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente,” ¿por qué? Porque hay una resurrección física pero en cuerpos eternos, y Él al resucitar a Lázaro allí Él mostró que tiene el poder para llevar a cabo la resurrección. Por lo tanto, Lázaro es tipo y figura de todos los creyentes en Cristo que hayan muerto físicamente, Cristo los resucitará en el Día Postrero.
Y ahora, hemos visto la bendición tan grande que hay para todos aquellos que van a estar escuchando la trompeta final, la gran Voz de trompeta en este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo, esa gran Voz de trompeta es la Voz de Dios, la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia en este tiempo final, y hablándole a todos los seres humanos con el mensaje del Evangelio del Reino, el Evangelio eterno que será predicado para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer y estaremos orando por usted. Queremos estar preparados para la transformación que Cristo ha prometido para todos los creyentes en Él.
Yo estoy escuchando la Voz de Cristo, Su mensaje final, ya lo recibí como mi Salvador y Él me recibió en Su Reino y me dio Vida eterna, pero me falta recibir Vida eterna física, la cual recibiré cuando Él me transforme; y los muertos en Cristo la recibirán, la vida física eterna, cuando Cristo los resucite en cuerpos nuevos, eternos, glorificados. ¿Y quién más ya recibió a Cristo y espera su transformación física? Cada uno de ustedes también, ya hemos recibido la transformación espiritual y nos falta la transformación física.
Los que están en otras naciones que todavía no han recibido a Cristo como Salvador o que se apartaron de Cristo, puede venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como Salvador en esta ocasión aquí donde nos encontramos en Poza Rica, República Mexicana.
El ser humano hace grandes decisiones en su vida en diferentes etapas de su vida, pero hay una decisión que es la más grande de todas las decisiones que el ser humano puede hacer; porque es la única decisión que coloca al ser humano en y con Vida eterna, y es la decisión de recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, no hay otra decisión que coloque al ser humano en la Vida eterna. “El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna;” dice Cristo en San Juan, capítulo 5, verso 24, “y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”
Cuando el ser humano pecó, murió a la Vida eterna, y ahora cuando el ser humano recibe a Cristo como Salvador, pasa de esa muerte a la Vida eterna. Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Poza Rica, y en todas las Ciudades de la República Mexicana y en todos los lugares de la República Mexicana, y los está llamando en este tiempo final, es el llamado final de Dios para el ser humano; y también tiene muchos hijos en toda la América Latina, en todo el Continente americano, y los está llamando en este tiempo en el cual estamos viviendo; y también tiene mucho pueblo en todas las naciones. “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón,” dice Hebreos, capítulo 4, verso 7 y Hebreos, capítulo 3, verso 7.
Es un llamado directamente al corazón, al alma del ser humano, y Él te llama para darte Vida eterna. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” Escuchamos Su Voz, Su Palabra, Su Evangelio y lo recibimos como Salvador para que Él nos dé ¿qué? La Vida eterna, lo cual Él ha prometido, todos queremos vivir eternamente, para lo cual necesitamos todos recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.
Vamos a estar puestos en pie todos los presentes, y también los que están en otras naciones para la oración por los que han venido a los Pies de Cristo. En las demás naciones pueden continuar viniendo también a los Pies de Cristo, y también los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, recuerden que Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí; y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”
Si falta alguna otra persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir; recuerden que necesitamos a Cristo para que Él nos dé la Vida eterna; ya con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, los que están presentes y los que están en otras naciones, y con nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, en mi alma. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de Tu fe en mi, y de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, creyendo en Ti, en Tu primera Venida, en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados, y creyendo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos, me rindo a Ti Señor.
Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer en la Vida eterna, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino.
Sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador, pues Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Ustedes me dirán: “Escuché la predicación el Evangelio de Cristo, creí, lo recibí como mi Salvador y quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?”
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva Vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
El mismo Cristo cuando Juan estaba predicando y bautizando en el Jordán, fue, entró a las aguas del Jordán, y Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mi para que yo Te bautice?” y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó. Y si Cristo para cumplir toda justicia convenía que Juan lo bautizara, cuánto más nosotros nos conviene, cuánto más a nosotros ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Cuando Pedro predicó el Día de Pentecostés, preguntaron los que escucharon y creyeron: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” Y Pedro y los demás apóstoles escucharon esa pregunta tan importante: “¿Qué haremos?” Y Pedro puesto en pie dice a ellos:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para los que están lejos; y para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”
Y fueron bautizados los que creyeron, que eran como tres mil personas, los cuales fueron bautizados y fueron añadidos a la Iglesia como tres mil personas, eso está en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 31 al 48, y dice: “Y el Señor añadía a Su Iglesia cada día los que han de ser salvos,” los que han de ser salvos son aquellos que son añadidos a la Iglesia, porque escucharon el Evangelio de Cristo y reciben a Cristo como Salvador, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en las personas el nuevo nacimiento, nacen en el Reino de Cristo, nacen en el Redil del Señor, nacen en la Iglesia del Señor, son colocados en la Iglesia del Señor.
Recuerden que Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” Y también dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil, las cuales también debo traer; y oirán mi Voz, y habrá un rebaño y un pastor.” Las ovejas son ¿quiénes? Nosotros, el rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo y el pastor es nuestro amado Señor Jesucristo.
En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Cristo nuestro Salvador.
Continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Dejo al ministro, el reverendo Mauro, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor. Y los que están en otras naciones, para los que están en otras naciones, dejo al ministro correspondiente en cada nación, en cada lugar donde ustedes se encuentran, para que también haga en la misma forma en que hará el ministro que estará informándole a las personas, cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, ¿hay agua aquí? Hay bautisterio, ¿hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también, ¿y ministros que les bautizarán? Ministros que les bautizarán también, por lo tanto bien pueden ser bautizados.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA IMPORTANCIA DE OÍR LA VOZ DE TROMPETA FINAL.”